Está en la página 1de 7

LA SUSPENSIÓN

La suspensión en el juicio de amparo se entiende como la medida cautelar por virtud de la


cual, el órgano jurisdiccional que conoce del juicio de garantías, en forma potestativa y
unilateral, ordena a las autoridades señaladas como responsables que mantengan paralizada
o detenida su actuación durante todo el tiempo que dure la sustanciación del juicio de
amparo, hasta en tanto se resuelva en definitiva sobre la constitucionalidad o
inconstitucionalidad de sus actos.

Con la suspensión, se impide que el juicio de amparo quede sin materia como consecuencia
de la ejecución del acto reclamado y se evita que el quejoso sufra molestias mientras se
resuelve en definitiva el juicio de garantías.

De igual forma, la suspensión en el juicio de amparo debe entenderse como la detención del
acto reclamado, de manera que, si éste no se ha producido, no nazca y, si ya se inició, no
prosiga, con la finalidad de que se detenga temporalmente, que se paralicen sus
consecuencias o resultados y que se evite su realización.

El objeto de la suspensión es conservar la materia del juicio de amparo y, por ello, no


compromete el criterio judicial en lo que respecta a la sentencia de fondo del juicio
constitucional.

En primer término, la ley de la materia establece la forma, la procedencia y los efectos


mediante los cuales se debe decretar la suspensión del acto; sin embargo, existen diversos
criterios jurisprudenciales y doctrinales que resulta pertinente tomar en consideración, ya
que han sentado importantes pautas de interpretación sobre esta figura jurídica.

La suspensión en el amparo procede de dos formas: de oficio o a petición de parte


agraviada. En el primer caso, procede la suspensión cuando los actos importen peligro de
privación de la vida, deportación, destierro o en contra de los prohibidos por el artículo 22
de la Constitución Federal.
En cuanto a la procedencia de la suspensión a petición de parte, la Ley de Amparo
determina dos momentos distintos en que el Juez la decreta, el primero de ellos es la
suspensión provisional y el segundo se refiere a la suspensión definitiva.

La suspensión provisional es aquélla que se resuelve con la sola presentación de la


demanda de amparo, pues la afectación inminente de daños y perjuicios de difícil
reparación permite esa apreciación, cuya procedencia apriorística nace de una urgencia y,
de otorgarse, tiene por efecto que las cosas se mantengan en el estado que guardan hasta
que se notifique a la autoridad responsable la resolución que se dicte sobre la suspensión
definitiva.

La suspensión definitiva es aquella que se resuelve en la audiencia incidental y, de


concederse, surte los mismos efectos que la provisional, hasta que se notifique a la
autoridad responsable la sentencia definitiva que resuelva el amparo en lo principal; su
objeto es conservar la materia del juicio y de ninguna manera compromete el criterio
judicial en lo que respecta a la sentencia de fondo que pone fin a la primera instancia del
juicio constitucional.

Es importante destacar que la finalidad del proceso cautelar consiste en asegurar la eficacia
práctica de la sentencia o resolución definitiva; por ende, el fundamento de la pretensión
que constituye el objeto de esta medida no puede depender de un conocimiento exhaustivo
y profundo de la materia controvertida en el proceso principal, sino de un conocimiento
periférico o superficial dirigido a lograr una decisión de mera probabilidad respecto de la
existencia del derecho discutido en el proceso. En consecuencia, resulta suficiente la
comprobación de la apariencia o verosimilitud del derecho invocado por el actor, de modo
tal que, según un cálculo de probabilidades, sea posible anticipar que en el proceso
principal se declarará la certeza del derecho.

Por otra parte, para saber cuándo procede o no la suspensión de los actos reclamados en la
demanda de amparo, es necesario conocer las diversas clases de actos, pues mediante éstos
se puede determinar de manera más fehaciente no sólo
si se decreta o no la suspensión, sino también a la resolución de fondo en el juicio de
garantías.

De manera genérica los distintos tipos de actos pueden clasificarse en cinco grupos:

a) Conforme a su autor, de los que derivan los actos de autoridad y los de particulares;

b) Por su realidad, que se refiere a los actos existentes e inexistentes;

c) Por su naturaleza, los cuales se dividen en declarativos, constitutivos, prohibitivos,


omisivos y negativos;

d) Atendiendo al sentido de la resolución, que puede ser positiva o negativa, y

e) Al tiempo en que se desarrollan los efectos, entre los cuales se encuentran los actos
consumados, futuros, e inminentes.

La doctrina mexicana ha analizado con diversos matices y formas la naturaleza jurídica de


la suspensión del acto reclamado, habiendo así contribuido para la conformación, finalidad
y carac terísticas que actualmente posee dicha institución.

En dicha doctrina1 se hace referencia a que la palabra suspensión proviene del latín
“suspensio, supensionis” que significa la acción y efecto de suspender. A su vez, al verbo
suspender del latín “suspenderé”, en una de sus acepciones significa detener o diferir por
algún tiempo una acción u obra.

Así, a la suspensión del acto reclamado la define Juventino V. Castro como “una
providencia cautelar en los procedimientos de amparo, de carácter meramente instrumental,
para preservar la materia del proceso, y cuyo contenido reviste la forma de un mandato
asegurador del cumplimiento y la ejecución de otra providencia principal que pudiere
ordenar la anulación de la conducta prevista, positiva o negativa, de una autoridad pública,
haciendo cesar temporalmente sus efectos obligatorios mientras se resuelve la controversia
constitucional”.
Por mi parte la defino como un mecanismo instrumental que se desenvuelve dentro del
procedimiento de amparo, y tiene como finalidad por una parte, mantener viva la materia de
dicho juicio y, por otra, con apoyo en la apariencia del buen derecho, otorgar al quejoso de
una manera provisional, los beneficios que en su momento gozará al concedérsele la
protección federal.

2. Naturaleza de la suspensión.

La doctrina jurídica mexicana no es uniforme en concebir la naturaleza de la suspensión, ya


que existen en lo general tres tipos de concepciones, a saber: a). Quienes no le atribuyen ni
le niegan el carácter de providencia o medida cautelar; b).

Quienes le atribuyen el carácter de providencia medida cautelar; y c). Quienes le niegan el


carácter de providencia o medida cautelar.

Sin embargo a juicio del que realiza la presente investigación, considero que esa institución
procesal reviste las características de una medida cautelar, por dos razones:

1.- Porque una de sus finalidades consiste en anticipar los efectos que se otorgaran con la
sentencia constitucional, ya que aquellos aparecen desde que se decreta la suspensión y
perviven hasta el momento en que la resolución definitiva comienza a tener vida jurídica,
desplegando entonces sus efectos adjetivos o sustantivos, según el acto tildado de
inconstitucional, efectos que ya habían sido concedidos mediante la suspensión.

2.- Porque la suspensión conserva la materia de la contienda del juicio de amparo, evitando
que el acto reclamado se extinga, cambie su naturaleza o situación jurídica, logrando así que
cuando se emita la sentencia, esta pueda ejecutarse y no resulte ilusoria para los fines por
los que el quejoso o agraviado solicitó la protección federal. Lo anterior, considero es
propio de una providencia cautelar, de ahí que se insiste, la suspensión del acto reclamado
sí reviste esa característica.
Resulta importante indicar, que a partir de la entrada en vigor de la nueva Ley de Amparo
(03 de abril de 2013) el legislador de manera expresa le reconoció el carácter de una
medida cautelar, lo que así se menciona en el segundo párrafo del artículo 131 y en el
artículo 139, segundo párrafo, lo que confirma la opinión personal que esbocé.

3. Actos en contra de los que procede la suspensión. La suspensión del acto reclamado
procede contra de actos de autoridad de naturaleza positiva; negativos con efectos
positivos; futuros inminentes; prohibitivos; actos declarativos que llevan en si mismos un
principio de ejecución y los de tracto sucesivo.

4. Actos en contra de los que no procede la suspensión. La suspensión del acto reclamado
no resultaba procedente en contra de actos de particulares; así como de los realizados por
alguna autoridad cuyos actos son de naturaleza futura incierta; negativos; consumados;
meramente declarativos y consentidos. Sin embargo, en la nueva ley se prevé un caso de
excepción a lo anterior, el cual se indica en el artículo 5, fracción II, en el que se
considerará con la calidad de autoridad a un particular que actuando con apoyo en una
norma general realice actos equivalentes a los que una autoridad realiza, mediante los
cuales se creen, modifiquen o extingan situaciones jurídicas en forma unilateral y
obligatoria, o bien, que omita realizar un acto que de efectuarse crearía, modificaría o
extinguiría dichas situaciones jurídicas.

5. Clases de suspensión.

En amparo indirecto. Existen dos clase:

1). De oficio, la cual se encuentra prevista en los artículos 125, 126 y 127 de la Ley de
Amparo; y 2). A petición de parte, prevista en los artículos 128 y 139 de la citada ley. Esta
última clase de suspensión tiene a la vez dos modalidades, a saber, suspensión provisional,
prevista en el artículo 138, fracción I de la Ley de Amparo; y suspensión definitiva, la cual
se contempla en el artículo 138, fracción II, 142, 143, 144, 146, 153, 154, 157, entre otros
de dicha ley. En este tipo de suspensión, la nueva Ley de Amparo ha introducido una
modalidad que para su otorgamiento antes
solo se contenía en diversas jurisprudencias, a saber, deberá ponderarse “la apariencia del
buen derecho” que debe tenerse presente al conceder tanto la suspensión provisional como
la definitiva.

En efecto, el artículo 138 señala3: “Promovida la suspensión del acto reclamado el órgano
jurisdiccional deberá realizar un análisis ponderado de la apariencia del buen derecho y la no
afectación del interés social y, en su caso, acordará lo siguiente.(…)”. Como se advierte de
la parte del dispositivo legal trascrito, el legislador introdujo a la suspensión del acto
reclamado, la figura de la apariencia del buen derecho, la cual como ya se dijo, consiste en
lograr advertir mediante un análisis “a priori” el derecho controvertido, si se logrará por
medio de él obtener una sentencia favorable, anticipando por tanto los efectos jurídicos de
dicha resolución al momento de concederse la medida cautelar. Lo anterior fue tomado en
cuenta por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación4 en la jurisprudencia
número P./J.15/96 cuyo rubro es: “SUSPENSION. PARA RESOLVER SOBRE ELLA ES
FACTIBLE, SIN DEJAR DE OBSERVAR LOS REQUISITOS CONTENIDOS EN EL
ARTICULO 124 DE LA LEY DE AMPARO, HACER UNA APRECIACION DE
CARACTER PROVISIONAL DE LA INCONSTITUCIONALIDAD DEL ACTO
RECLAMADO”.

Por la forma en que ahora debe decretarse la suspensión del acto reclamado, podemos decir
con Ricardo Couto5 que esa medida precautoria equivale a un amparo provisional, porque
la protección que el quejoso recibe mediante su concesión es desde el punto de vista
práctico igual por virtud de la suspensión que por virtud del amparo. Por tanto, la medida
cautelar sí produce los efectos del amparo, con la diferencia de que, en tanto que éste los
produce de un modo definitivo, aquella lo hace temporalmente, por el solo tiempo que dure
el juicio de garantías.

La suspensión amparo directo. En la nueva Ley de Amparo se conservaron dos clases de


suspensión: 1). La de oficio, prevista en el artículo 191, la cual siempre deberá concederse
de plano en los juicios del orden penal (ya solo en ese tipo de
trámites procede) lo que deberá ser realizado la autoridad responsable a quien compete la
obligación de otorgarla, con la sola presentación de la demanda, condicionando la libertad
caucional del quejoso siempre y cuando la solicite y aquella proceda. y a petición de parte.
2). La suspensión a solicitud de parte, contemplada en el artículo 190, en la que para su
otorgamiento se deben cumplir los mismos requisitos que en el amparo indirecto, con
excepción de la materia penal, conforme lo establece el artículo 191 de la Ley de Amparo,
resultando por consiguiente aplicables a la suspensión en el amparo directo, salvo el caso de
la materia penal, los artículos 125, 128, 129,130, 132, 133, 134, 135, 136, 154 de la citada
ley. En este tipo de suspensión solo tiene una modalidad, ya que se solicita únicamente en
contra de la sentencia, laudo o resolución que pone fin al juicio, por lo que no existe el
trámite para obtener una suspensión provisional y otra definitiva, aun cuando tiene los
mismos efectos de esta última, por lo que válidamente puede denominársele solo como
suspensión del acto reclamado.

Para su substanciación, en la nueva ley se mantiene el mismo tratamiento que se daba a ese
tipo de suspensión en la ley abrogada, esto es, no se encuentra supeditada para su
otorgamiento al cumplimiento de los trámites previstos en el amparo indirecto para otorgar
la suspensión provisional y la definitiva, lo que significa que no se forma cuaderno por
duplicado para su solicitud y concesión. En materia laboral el presidente de la junta
responsable deberá resolver de plano si la concede o no, tomando en cuenta para ello lo
señalado por la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación6 en la
jurisprudencia número 2a./J.119/2002, la cual es del rubro siguiente: “SUSPENSIÓN DEL
ACTO RECLAMADO EN AMPARO DIRECTO LABORAL. PARA DECIDIR SI EL
TRABAJADOR ESTÁ EN PELIGRO DE NO PODER SUBSISTIR MIENTRAS SE
RESUELVE EL JUICIO DE GARANTÍAS, EL PRESIDENTE DE LA JUNTA DE
CONCILIACIÓN Y ARBITRAJE DEBE RESOLVER CON LAS PRUEBAS DEL
EXPEDIENTE O LOS DOCUMENTOS QUE LE ALLEGUEN LAS PARTES, PERO SIN
FORMAR INCIDENTE, SINO DE PLANO”.

También podría gustarte