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ACTO 1º

Escena primera.
Brillit: (Al teléfono) Carlos, ¿qué me estás diciendo?... No me puedes hacer
esto… ¡Y me lo dices por teléfono¡ … Sí, puedo hablar, aún o han llegado, …
no es por eso, es que me has dejado sin palabras… Como comprenderás
no voy a decidir ahora. No puedo decidir ahora… Es cambiar toda mi vida,
mi entorno, la gente que conozco … Yo también te quiero. Eso no tiene
nada que ver… Tu estás libre, eres libre …, no lo entiendes… ¡Hay gente
que depende de mí! … ya, pues no lo parece y eso me duele más de lo que
te puedas imaginar… Sí, quizá sea eso, quizá sea que soy cobarde.
Llega Alex.
Brillit: Te tengo que dejar, ya está aquí Alex.
Alex: ¿Qué pasa, jefa? (Se da cuenta que está al teléfono) ¡Ah! Perdona.
Brillit: No lo sé. Luego te llamo. Sí. Hasta luego.
Alex: ¿Todo bien?
Brillit: Bien, y ¿tú?
Alex: Bien también ¿Aún no ha aparecido el petardo de Azul?
Brillit: ¿Petardo? ¿Por qué le llamas petardo a Azul?
Alex: Hay veces que se pone muy pesado, muy petardo. Mira ayer si no;
“¡Qué el filete no estaba en su punto! ¡Que estaba tampoco hecho que
aun se le oía mugir!”… ¿Qué pasa?
Brillit: Le tienes a tus espaldas.
Alex: Je, je. Estaba bromeando, Az… (Se da cuenta que Brillit le ha tomado
el pelo.) Eres mala, Jefa.
Brillit: (Ríe) ¿Sí? ¿Tú crees?
Alex: Sabes, Azul y yo no estamos pasando por nuestro mejor momento,
mejor no hagas este tipo de bromas.
Brillit: A mi no me metas en medio de vuestros problemas.
Alex: No me metería si no fueras tú quien los crea.
Brillit: No te pongas dramático.
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Alex: ¿Yo? ¿Dramático, yo?
Brillit: ¿Habéis tenido alguna vez un buen momento?
Alex: Constantemente.
Brillit: Si os pasáis el día peleándoos.
Alex: Nos gusta intercambiar opiniones.
Brillit. A la gresca constante.
Alex. Eso nos da la vida.
Brillit: Mientras no lleguéis a las manos.
Alex: (Adopta una pose muy sensual). Depende lo que se entienda con eso
de llegar a las manos…
Brillit: No quiero saber más de lo que debo saber.
Alex: Cuanto más gorda es la guerra, más fuerte se da la paz.
Brillit: Me estás dando más información de la que quiero tener.
Alex: ¡¿Cómo eres?!
Brillit: ¿Te cuento yo qué cosas hago?
Alex: Venga, es un buen momento; empieza.
Brillit: (Azorada, porque le encantaría poder contar pero no es su estilo,
aunque es lo que está deseando) No pienso hacerlo.
Alex: Venga. Te haría bien. Tu siempre con ese misterio a tu alrededor…
Brillit: ¿Misterio? ¿Qué misterio?
Alex: ¡Jefa!
Brillit: Sabes que no me gusta que me llames “jefa”.
Alex: ¡Brillit! Tienes un halo de misterio tan denso que tu imagen siempre
está como difuminada.
Brillit: Eso es hipermetropía.
Alex: Brillit, si llevamos trabajando juntos una eternidad y aun no sé ni
dónde vives.

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Brillit: ¿Quieres saber dónde vivo?
Alex: Lo que digo es que no es normal. Ni a un mísero café has sido capaz
de invitarme en tu casa, que seguro que es una maravilla. Enorme, con
amplios balcones, techos altísimos, espejos por todos los lados…
Brillit: (Irónica.) ¿No decías que no habías estado nunca?
Alex: ¿De verdad que tu casa es así y no me has invitado nunca? No te lo
perdonaré en la vida.
Brillit: Es broma. Vivo en un piso normal, en un barrio del extrarradio, de
techos bajos. Eso sí, con mucha luz. Tres habitaciones no muy grandes,
salón, cocina y terraza enorme.
Alex: Perfecta para una café cualquier día.
Brillit: ¿Qué te pasa a ti con el café?
Alex: Que es un momento genial para abrirse y compartir experiencias.
Brillit: ¿Pero qué quieres que te cuente?
Alex: A ver. Tú te sabes mi vida… todo… desde que tengo uso de razón…
Brillit: Espera.
Alex: ¿Qué?
Brillit: Alguna vez ¿te he preguntado yo algo?
Alex: Sí.
Brillit: ¿Yo? ¿Cuándo?
Alex: Cuando me contrataste. Me dijiste: (Imitando.) “¿qué debería saber
de ti para que te dé este empelo?”
Brillit: Es lógico. Quería saber quién eras. No iba a contratarte sin saber
nada de ti. Qué menos que pedirte el currículum.
Alex: Ahí abriste la caja de Pandora y desde entonces no he dejado de
contarte todo lo que debes saber para que estés orgullosa por lo bien que
hiciste al elegirme para el puesto.
Brillit: Hay veces que lo dudo.
Alex: No mientas. Estás encantada.
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Brillit: Y estaría más encantada si empezaras a hacer tú trabajo.
Alex: Faltan dos minutos para la hora de entrada.
Brillit: ¡Qué exactitud!
Alex: ¡Te gusta! ¿Eh?
Brillit: Nunca me lo has agradecido.
Alex: ¿El qué?
Brillit: Que te contratara junto a Azul.
Alex: ¿Lo contrataste para mí?
Brillit: No, lo contraté para que fuese el chef, pero había más candidatos.
Alex: Es verdad. Yo te dije que lo contrataras.
Brillit: “Va a adornar mucho.” Esas fueron tus palabras.
Alex: Es que vale un Potosí.
Brillit: La verdad es que hace muy bien su trabajo.
Alex: No como aquel Idelfonso.
Brillit: Ildefonso.
Alex: Lo que sea. ¡Que desagradable era!
Brillit: No era desagradable, era serio y hacía muy bien su trabajo.
Alex: Era correcto, pero no sonreía ni con propina.
Brillit: Mejor.
Alex: ¿Mejor?
Brillit: (Divertida.) ¿Sabes cuál era su misterio?
Alex: ¿Tenía misterio?
Brillit: (Riéndose) Le faltaban tres dientes. Estaba mellado y tenía una
sonrisa que daba miedo.
Alex: Nunca lo vi. ¡Ay! ¡Pobre! Y yo metiéndome con él.
Brillit: … y tenía un aliento… ¿no te acuerdas?

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Alex: Es verdad. De lo de los dientes no, pero que le jumelaba la cloaca a
rayos.
Brillit: Menos mal que se fue. Yo no sabía como echarlo, pero la verdad es
que me espantaba la clientela.
Alex: No te podrás quejar desde que está Azul…
Brillit: No me quejo, fue una “muy buena” adquisición.
Alex: ¿Y a quién se lo debes?
Brillit: ¿A quién debes tener a tú lado a la pareja que más te ha durado,
por ahora?
Alex: Y eso, ¿cómolo sabes?
Brillit: Porque me lo has contado tú.
Alex: Soy un bocas, ¿no?
Asoma por un lado del escenario Azul, a espaldas de Alex, pero a la vista
de Brillit.
Brillit: Aunque ¡Qué pena que Azul no sea cómo tú!
Alex: Yo es que soy una joya. Cuando me hicieron a mi rompieron el
molde.
Brillit: ¿Quieres decir que eres mejor que Azul?
Alex: ¡Dónde va a parar! No hay comparación.
Brillit: Lo tienes a tus espaldas.
Alex: Ahora no voy a caer.
Azul: Hola, Alex, hola Brillit.
Alex: Eres misteriosa y una amiga muy zorra, mi querida jefa.
Brillit: ¡Que no me llames así!
Azul: ¿Qué no se puede comparar? ¿Qué estabas diciendo?
Brillit: Es la hora. No os pongáis a discutir ahora. Dejad un poco para luego.
Voy abriendo.
Brillit sale.
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Azul: ¿Estabas diciendo que eras mejor que yo?
Alex: No exactamente.
Azul: Especifica.
Alex: Me estaba tirando el moco con la jefa.
Azul: ¿Quién te ha enseñado todo lo que sabes?
Alex: ¿Todo?
Azul: Todo.
Alex: Alguna cosa te he enseñado yo, ¿no?
Azul: Vale, alguna ha habido, pero pocas.
Alex: Pero buenas, ¿verdad?
Azul: Estas mareando la perdiz.
Alex: ¿Qué perdiz?
Azul: No me hagas empezar mal el día, que tenemos muchas horas de
trabajo por delante para empezar ya con el ceño fruncido.
Alex: No te mosquees.
Azul: No acabo de llegar a trabajar y oigo a mi pareja infravalorarme
delante de nuestra jefa… Ya me dirás ¿Saco la trompeta y lo celebro?
Alex: Yo no he dicho que fueras peor que yo, he dicho que cuando me
hicieron rompieron el molde.
Azul: Menos mal. Dos como tú y se hunde el país.
Alex: ¿Quién está siendo desagradable ahora?
Azul: Hundes el país, pero no por malo, si no por intenso.
Alex: Ah, ¿que soy intenso?
Azul: Sí. Para qué negarlo. Eres intenso.
Alex: Eso piensas de mí.
Azul: Sí, eso pienso de ti.
Alex: ¿Y es malo? Por que no lo tengo muy claro.

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Azul: No, no es malo. Aunque depende.
Alex: ¿De que pende?
Azul: ¿No paras ni un momento?
Alex: Es que hace mucho que no te veo.
Azul: Desde ayer. Doce horas.
Alex: Diez.
Azul: ¿Las cuentas?
Alex: Por supuesto.
Azul: Mañana, que libramos, ya nos cobraremos lo que nos tengamos que
cobrar.
Alex: Esto de dormir juntos solo los días que libramos …
Azul: Y no todos. Que los días libres están hechos para descansar y contigo
no descanso nunca.
Alex: ¿Te canso?
Azul: Me canso. Y luego no doy pie con bola y Brillit me echa la bronca y
con razón.
Alex: Pero sarna con gusto no pica, ¿verdad?
Azul: No me quejo.
Alex: ¡¿Qué no te quejas?!
Azul: Vale, sí, me quejo, pero es que no soporto estar cansado.
Alex: Si viviéramos juntos no te cansarías tanto, allí estaría yo para fregar,
cocinar, darte unos buenos masajes…
Azul: No estás bien de la azotea.
Alex: Tú y tu manía de no compartir casa. Si viviéramos juntos…
Azul: Vale. Me voy a vivir contigo a tú casa.
Alex: (Rotundo). No.
Azul: (Imitando). Tú y tu manía de no compartir casa.

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Alex: En mi casa no cabemos.
Azul: Es más grande que la mía. El doble.
Alex: No es que mi casa sea grande, es que la tuya es muy pequeña.
Azul: Pero yo estoy la mar de a gusto.
Alex: Ya.
Azul: Cuando podamos permitirnos una casa con dos alas o tres…, un ala
será para ti, otra para mí, y otra para los invitados, léase: tu familia o la
mía o los amigos.
Alex: Y tendremos una cocina enorme.
Azul: Ese será espacio común.
Alex: Y un comedor para veinte comensales.
Azul: Por lo menos.
Alex: Y un salón de baile.
Azul: Y una bodega.
Alex: Y un gallinero para tener huevos frescos.
Azul: Y un pequeño huerto con un pozo.
Alex: Y árboles frutales.
Azul: Y una lagunilla con peces.
Alex: Carpas.
Azul: Y ranas.
Asoma Brillit.
Brillit: ¿Vais a empezara trabajar en algún momento o lo voy a tener que
hacer todo yo sola?
Alex: Ya vamos.
Azul: Cuando tengamos nuestro propio restaurante.
Alex: En la costa del norte.
Azul. Para nada, en el sur. Por Cádiz o por ahí.

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Alex: Para nada. No soporto el calor.
Azul: Y yo no soporto el frio.
Alex: En el norte no hace frio, hay humedad.
Azul. Pues la humedad.
Entran los dos.

ACTO DOS – LOS COMENSALES –


1º Paz y Arturo.
Paz: ¿Es aquí?
Arturo: Sí. ¿Te gusta?
Paz: Estas muy callado esta noche. ¿Te pasa algo?
Arturo: No.
Paz: Sé que te pasa algo. Cuando quieras verbalizarlo…
Arturo: No me pasa nada. Es la verdad.
Paz: Arturo, que nos conocemos.
Arturo: Te lo aseguro.
Paz: Estás raro.
Arturo: Eso no te voy a decir que no.
Paz: ¡Ves! Ya decía yo.
Arturo: Pero no es lo que tú crees.
Paz: Yo no creo nada. A estas alturas, no hago quinielas con lo que piensan
o hacen o quieren hacer los demás.
Arturo: No creerás, pero ¿quieres? ¿Qué quieres?
Paz: ¿Yo?
Arturo: Sí, tú. ¿Qué es lo que quieres? En esta vida. Quizá no aquí y ahora,
pero a largo plazo.
Paz: ¿Me lo estás preguntando en serio?
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Arturo: Totalmente en serio.
Paz: Quiero vivir tranquila.
Arturo: ¿Y?
Paz: Y nada más ¿Te parece poco?
Arturo: Sí. La verdad. Me parece poco.
Paz: ¿A qué viene esa cara de desilusión?
Arturo: No sé, pensaba que yo tendría algo más de protagonismo en ese
futurible.
Paz: Y lo tienes.
Arturo: Pues no lo ha parecido.
Paz: Si no fuese por ti, mi vida no sería tranquila. (Muy pomposa). Eres una
de las columnas sobre las que reposa mi tranquilidad.
Arturo: Una columna más.
Paz: A ver, Arturo. Dicho así, parece que seas el vecino del quinto y no es
eso.
Arturo: Pues así me siento.
Paz: ¿Cómo?
Arturo: Como el vecino del quinto.
Paz: Pues ese es tu problema, porque yo no he dicho eso.
Arturo: Solo me has relegado a ser un soporte más de todos sobre los que
descansa tu tranquilidad.
Paz: Sí ¿no entiendo que le ves de malo?
Arturo: Malo no, poco protagonismo.
Paz: ¿Quieres que te diga que sin tí me muero? ¿Quieres oír que no puedo
vivir sin ti?
Arturo: Eso ya lo dijo Coque Maya.
Paz: ¿Quieres oírlo?
Arturo: ¿A Coque Maya?
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Paz: No, a mi diciéndotelo.
Arturo: Ahora ya no … Me hubiera gustado oírtelo decir.
Paz: Arturo, tenemos una edad. Tanta que pudiera parecer que casi dos
edades.
Arturo: Eso no quiere decir nada.
Paz: Seamos realistas.
Arturo: Vamos, que podrías pasar de mi en cualquier momento.
Paz: Nunca he querido ni tan siquiera insinuar eso.
Arturo: Pues es lo que he recibido.
Paz: ¿Qué te pasa? Eso viene dado por una gran inseguridad que te está
haciendo tener una regresión a las emociones de tu pubertad, siendo
generosa.
Arturo: ¿Sí? ¿Te parezco infantil?
Paz: Me sorprende tu discurso. Nunca antes has necesitado este tipo de …
no sé cómo llamarlo.
Arturo: Necesidad.
Paz: Necesidad por ese … esa …
Arturo: Regresión a mi pubertad.
Paz: Eso es lo más fino que se me ocurre, sí.
Arturo: ¿Sabes qué día es hoy?
Paz: Viernes, uno de marzo, ¿no?
Arturo: Sí, ¿y?
Paz: Y nos acaban de ingresar el sueldo después de la cuesta de febrero.
Arturo: Igual no ha sido buena idea salir a cenar.
Paz: A mi me parece genial. Hace mucho que no salíamos y hablan muy
bien de la cocina de este restaurant.
Arturo: Hay veces que no sé qué hacemos juntos.
Paz: Tú no estás bien, nada bien.
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Asoma Brillit.
Brillit: Buenas noches. ¿Mesa para dos?
Paz: Sí, por favor.
Brillit: ¿Tienen reserva?
Arturo: Sí, dos a nombre de Arturo King.
Paz: ¿Arturo King? ( Paz se da cuenta de algo al oír ese nombre)
Arturo: Sí.
Brillit: (Revisando una tablet o un cuaderno). Sí, Arturo King, mesa para
dos a las ocho y media. Pueden elegir la que quieran.
Paz: (Irónica). ¿Dónde quieres, Arturo King?
Arturo: Aquí mismo.
Brillit: Aquí tienen la carta.
Paz: ¡Qué gusto una carta física! No me gusta nada tener que mirarla en el
móvil.
Brillit: ¿Quieren algo para beber?
Arturo: Ahora vemos la carta de vinos y le decimos.
Brillit: Bien, les dejo que decidan.
Paz: Muchas gracias.
Arturo: Ahora le avisamos.
Paz: ¿Qué es eso de Arturo King?
Arturo: ¿No te acuerdas?
Paz: ¿Cómo no me voy a acordar?
Arturo: ¿Entonces?
Paz: Mi rey Arturo, es como te llamaba cuando empezamos a salir.
Arturo: ¿Cuándo?
Paz: Cuando empezamos, hace siglos, un… (Se da cuenta). Un veintinueve
de febrero.

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Arturo: Un veintinueve de febrero quedamos en que sería nuestra fecha
de salida.
Paz: Y este año, como no es bisiesto, lo celebraríamos el uno de marzo.
Arturo: Exacto.
Paz: Pero hace siglos que no lo celebramos, con eso de que la fecha solo se
daba cada cuatro años, lo fuimos dejando y… ¿no entiendo la importancia
que le estás dando ahora?
Arturo: Porque pretendo que hoy sea un día también especial.
Paz: Y yo te lo he chafado.
Arturo: Casi.
Brillit: ¿Han decidido ya?
Paz: Perdone, aún no.
Arturo: Nos puede traer para beber un ribera del Duero y …
Paz: Que sean dos, o mejor, tráiganos la botella que hoy es un día especial.
Brillit: Blanco o tinto.
Paz: Tinto. Hoy tinto.
Brillit: Ahora mismo mando al camarero con una botella del ribera del
Duero.
Arturo: ¿Toda una botella?
Paz: ¿No estamos de celebración?
Arturo: Aun no.
Paz: No lo entiendo. Si hoy es nuestro aniversario …
Arturo: Pero nunca lo celebramos, ¿no?
Paz: La verdad, Arturo, que no te entiendo, si has sido tú quién ha dicho ….
Arturo: Yo no he dicho que fuéramos a celebrar nuestro aniversario, he
dicho que hoy podría ser un día especial.
Paz: ¿Por nuestro aniversario?
Arturo: No, por otra cosa.
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Aparece Alex, con delantal blanco y una botella de vino de Ribera del
Duero.
Alex: Señores.
Paz: Perfecto.
Alex abre la botella, escancia un poco en el baso de Paz, deja que esta lo
pruebe y de su beneplácito y termina por escanciar en ambas copas.
2º Entran Desiré y Paco.
Desiré: ¿Te gusta?
Paco: Si estás tú, todo es maravilloso.
Desiré: Bueno, bueno. Te he traído porque tengo que decirte algo muy
importante.
Paco: ¿Por fin?
Desiré: Por fin ¿qué?
Paco: ¿Estas embarazada?
Desiré: No, hombre. ¿Qué barbaridad?
Paco: De barbaridad, nada, sería el milagro que pido todos los días.
Desiré: Un milagro. Sería un milagro. No lo sabes tú bien.
Paco: Será una buena noticia.
Desiré: Dejémoslo en “una noticia”, así, a secas, sin calificativo. Bueno, y
definirlo como “noticia”, me parece un tanto exagerado. Es algo
importante, sin más.
Paco: Si es importante no es “sin más”, será una noticia importante.
Desiré: Bueno, es algo que me parece importante y que tienes que saber.
Entra Brillit para atenderles.
Brillit: ¿Le puedo servir en algo?
Desiré: Sí, por favor, una reserva a nombre de la señorita Desiré.
Brillit: Sí, una mesa para cuatro a nombre de la señorita Desiré a las nueve.
Paco: No, debe haber un error. Es una mesa para dos.
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Desiré: No, mi amor, es una mesa para cuatro.
Brillit: Yo tengo anotado; “mesa para cuatro”.
Paco: ¿Para cuatro?
Desiré: Está bien, sí, es para cuatro.
Brillit: Por aquí si son tan amables. (Mientras se acomodan en la mesa).
¿Vamos a esperar al resto de los comensales o van pidiendo algo para
beber?
Paco: Tráigame un coñac, por favor.
Brillit. ¿Alguna marca en espacial?
Paco: Un Felipe VI
Brillit: ¿Un Carlos III?
Desiré: No le haga caso, es que es muy bromista.
Paco: Sí, un Carlos III, siempre me confundo de monarca.
Brillit: ¿Y la señorita?
Desiré: Por ahora nada, espero a que vengan todos.
Paco: ¿Todos?
Brillit: Perfecto. Con su permiso, aquí les dejo la carta para que vayan
mirando.
Paco: Muchas gracias. ¿A quién esperamos?
Desiré: ¡Mira, una carta normal, como las de siempre! ¡Qué ilusión!
Paco: Una pérdida de papel y tinta.
Desiré: ¿No me dirás que no es mucho más cómodo ver la carta así que
por medio del móvil?
Paco: Si a ti te gusta, bien está, cosita linda.
Desiré: Ay, Paco.
Paco: Ay, Desiré.
Desiré: Hay, Paco…

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Paco: Ay, Desiré.
Desiré: No si digo que hay, Paco, algo muy importante que te tengo que
decir.
Paco: Eso has dicho antes, sí.
Desiré: Si es que no sé por dónde empezar.
Paco: Empieza por el principio, es lo mejor.
Desiré: Yo soy más de empezar de golpe con todo. Así, con un gran titular.
Paco: Empieza como quieras.
Desiré: No es tan fácil.
Paco: Soy todo oído, mi “pitufina”.
Desiré: No me llames “pitufina”.
Paco: Vale, amorcito mío.
Desiré: Verás, Paco, ¿desde cuándo nos conocemos?
Paco: Muy poco tiempo. A penas cinco meses.
Desiré: ¡¿Cinco meses ya?!
Paco: Poco me parece.
Desiré: Pensé que eran muchos más.
Paco: ¿Se te ha hecho largo?
Desiré: Hombre …
Paco: A mí, me parece que fue ayer cuando nos besamos por primera vez
en aquella zapatería.
Desiré: Sí, ayer …
Paco: Un sitio muy curioso para quedar.
Desiré: ¿Qué tiene de raro tener una cita en una zapatería?
Paco: No, nada, podría ser peor.
Desiré: ¿Peor?
Paco: Una joyería, por ejemplo.
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Desiré: ¿Por qué una joyería podría haber sido peor?
Paco: No por nada … Setecientos euros.
Desiré: Setecientos euros ¿qué?
Paco: Setecientos cincuenta y siete euros, concretamente, costaban
aquellos zapatos.
Desiré: ¡Ah! Zapatos y bolso haciendo juego.
Paco: Y bolso haciendo juego. Y tú, con esa cabecita, se te había olvidado
el monedero en casa.
Desiré: Menos mal que estabas tú allí.
Paco: Menos mal que me habías citado en aquella zapatería, si no te
tendrías que haber ido sin aquellos zapatos que te quedaban como un
guante.
Desiré: Sí, eran preciosos y tú fuiste muy generoso.
Paco: Generoso nada, te recuerdo que me cobre con un beso.
Desiré: Es verdad. Me los regalabas si te daba un beso.
Paco: Y me lo diste.
Desiré: ¿Por qué no te lo iba a dar siendo tan gentil?
Paco: Ay, mi “pichurrina”…
Desiré: No me llames con esos diminutivos, por favor. “Pichurrina” … es
nombre de pene.
Paco: ¡Mujer!
Desiré: ¿Me vas a decir que no?
Paco: Los penes no tienen nombre.
Desiré: ¿Tú no llamas a tu pene de ninguna manera?
Paco: … No. No suelo hablar con mi pene.
Desiré: No mientas.
Paco: Yo no miento.
Desiré: ¿Y cuando dices eso de “arriba soldado”?
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Paco: Eso no es hablar con mi pene, eso es para animar a toda mi persona.
Brillit se acerca con el coñac de Paco.
Brillit: Aquí tiene el señor su coñac. ¿Han decidido ya lo que van a comer?
Desiré: No, aun no, pero si es tan amable ¿podría traerme un wiski doble?
Brillit: Ahora mismo. Alguna marca …
Desiré: Da igual, cualquiera. Muchas gracias.
Paco: ¿Te vas a tomar ahora un wiski antes de comer?
Desiré: Sí, lo necesito.
Paco: Me estás asustando. ¿Qué es eso que me tienes que decir?
Desiré: No va a hacer falta que te lo diga lo vas a ver por tus propios ojos.
Como el cartel de una función en la puerta de un teatro.
3º Gema y Gabriel
Entran Gema y Arturo y se acerca Brillit.
Gabriel: Buenas noches, teníamos reserva a nombre de Gabriel Sánchez.
Brillit: ¿Para dos?
Gema: Para tres. Estamos esperando a nuestro hijo.
Brillit: Correcto, Gabriel Sánchez, mesa para tres a las nueve. Pasen por
aquí, por favor.
Brillit les enseña su mesa y espera a que se acomoden.
Brillit: Aquí tienen la carta. Les apetece algo para beber.
Gema: Un agua mineral sin gas para mí. ¿Tienen Vichy?
Brillit: No, lo siento. Trabajamos con otras marcas.
Gema: Bien, da igual. La que sea.
Gabriel: A mi tráigame una cerveza sin alcohol, por favor.
Brillit: ¿Tostada?
Gabriel: Perfecto.
Brillit se va a por las bebidas.
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Gabriel: ¿Y eso de agua de vichy?
Gema: Una tontería. Antes siempre la tomaba, ¿no te acuerdas?
Gabriel: Antes… hace mil años.
Gema: Cuando éramos novios.
Gabriel: Hace mil años.
Gema: Me apetecía recordar viejos sabores.
Gabriel: ¿Nostálgica?
Gema: No.
Gabriel: ¿Recordando los días en los que aun éramos libres?
Gema: No hables así, Gabriel.
Gabriel: ¡A ver si no! Fue tener a Adolfo y se acabó el agua de vichy.
Gema: Tampoco hay que exagerar.
Gabriel: ¿Estoy faltando a la verdad?
Gema: No es eso, pero lo presentas como si nos hubieran atado una soga
al cuello y el otro extremo atado a un poste.
Gabriel: Una cadena, nada de soga.
Gema: Exagerado.
Gabriel: Descriptivo.
Gema: Vale, para ti la perra gorda.
Gabriel: ¿Qué hacemos aquí? Cuéntame.
Gema: Muy sencillo, hemos quedado con tu hijo…
Gabriel: Y tuyo.
Gema: Hemos quedado con nuestro hijo para cenar.
Gabriel: Y ¿no podríamos haber cenado en casa?
Gema: Así hacemos algo especial, salimos de la cotidianidad.
Gabriel: El que venga tu hijo…

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Gema: Y tuyo.
Gabriel: Que venga nuestro hijo a cenar ya es salirse de lo cotidiano, es
algo inusual, por no decir, super extraordinario.
Gema: No exageres.
Gabriel: No exagero. ¿Cuándo fue la última vez que le vimos?
Gema: Justo el día en que casi llegáis a las manos.
Gabriel: Ahí la exagerada estás siendo tú.
Gema: Os comportasteis como dos gorilas.
Gabriel: A ver, nos gastamos un pastón en organizar un viaje familiar a
Japón con él y su pareja, y a dos días de la salida, nos dice que prefieren
irse a Caños de Meca en tienda de campaña con sus amigos.
Gema: Es natural que prefiera irse con sus amigos que con sus padres.
Gabriel: Gema, que llevábamos preparándolo con él más de un año y
sabes lo que nos costó el viajecito.
Gema: Sí, tienes razón, un ojo de la cara.
Gabriel: Parte de un riñón y el hígado. ¿No podría haber dejado para otro
momento irse con los amigos y pasar unos días en una magnífica
experiencia a otra cultura con sus queridos progenitores?
Gema: Es joven, prefiere…
Gabriel: Treinta y cinco años, mujer.
Gema: ¿Y treinta y cinco años no es ser joven?
Gabriel: Cariño, cuando nosotros teníamos treinta y cinco años ya
teníamos a Adolfo, una hipoteca e hipertensión.
Gema: Los tiempos cambian.
Gabriel: Va a ser eso ¿Ya sabes lo que vas a pedir?
Gema: No lo he mirado. (Mira la carta) Pediré una ensalada y … No. Mira
un coctel de mariscos, que es como muy de fiesta.
Gabriel: ¿Como si estuviéramos en navidad o de boda?

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Gema: Estoy celebrando que nuestro hijo haya aceptado cenar contigo. ¿Y
tú?
Gabriel: No creo que sea algo que haya que celebrar.
Gema: Pregunto que qué vas a pedir.
Gabriel: No deberíamos esperar a que viniera el niño, que como es tan
joven y sensible, igual le sienta mal que pidamos antes de que aparezca. Si
es que aparece.
Gema: Esa no es la actitud.
Gabriel: ¿Vendrá con su pareja?
Gema: Sonia. ¿Por qué siempre hablas de su pareja y no la llamas Sonia?
Gabriel: ¿Viene con Sonia?
Gema. No sé. No ha dicho nada.
Gabriel: Espero que no, porque la reserva solo la he hecho para tres.
Gema: No te gusta nada Sonia.
Gabriel: Me cuesta.
Gema: Es una mujer muy educada.
Gabriel: Que mira siempre por encima del hombro a todo el mundo.
Incluso a ti.
Gema: Exageras.
Gabriel: Yo no sé qué hemos hecho mal, pero el niño parece que ha nacido
en la casa de un marqués.
Gema: Quizá se nos haya ido la mano protegiéndolo
Gabriel: Eso no era protección, eso fue mimarlo hasta el vómito.
Gema: Tampoco te pases.
Gabriel: No hay más que verlo.
Gema: Ni que nos hubiera salido asesino en serie.

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Gabriel: Igual siendo asesino nos hubiera hecho más caso. Siento que ha
pasado toda su vida utilizándonos hasta que se ha valido por sí mismo y
entonces, nos ha dejado tirados en la cuneta.
Gema: ¡Qué tremendista que eres!
Gabriel: Admitámoslo, no lo hemos hecho bien.
Gema: Es arquitecto, tiene pareja…
Gabriel: Sonia.
Gema: … y planes de futuro familiar.
Gabriel: ¿Y? ¡Qué aburrido! ¿No?
Gema: Es lo normal. Es lo que quiere cualquier progenitor para con sus
hijos.
Gabriel: Pues yo no quiero eso.
Gema: Ah, ¿no?
Gabriel: No. No sé. Hubiera preferido que se hubiese hecho capitán de
fragata y pasase el poco tiempo que estuviera en tierra con nosotros.
Gema: ¡Pero si cuando estáis juntos no paráis de discutir!
Gabriel: Si se hubiese hecho capitán de fragata, seguro que no discutíamos
tanto.
Gema: ¿Y a ti desde cuando te ha gustado lo de “capitán de fragata”? Me
dejas “anonadada”.
Gabriel: Quien dice capitán de fragata dice montañero, alpinista, monitor
de surf en las Bahamas, buceador de combate …
Gema: No sabes lo que dices.
Gabriel: Es un niño malcriado.
Gema: Es un niño de su tiempo.
Gabriel: Es un ser egoísta.
Gema: Es lo que hemos hecho de él.
4º Félix y Rafa.

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Félix: Te va a encantar. Ya verás. Cocinan que es una pura maravilla.
Rafa: Soy muy facilón. Me gusta comer de todo y lo peor es que lo
disfruto.
Félix: Aquí te vas a chupar hasta los dedos de los pies.
Rafa: ¡Qué asco! Espero que no.
Félix: Buenas noches. Tenemos reserva a nombre de Rafa y Félix.
Brillit: Buenas noches. Perfecto. Síganme, por favor. Es aquí. Tomen la
carta. ¿Les parece que les vaya poniendo algo para beber?
Rafa: ¿Un vinito?
Félix: Un vinito.
Brillit: ¿Les traigo la carta de vinos?
Rafa: No hace falta. Sorpréndanos. Yo no tengo ni idea de vinos.
Brillit: Pero … ¿tinto, blanco, …?
Félix: Un tinto joven con sabor afrutado.
Brillit: Creo que tenemos lo que quieren.
Rafa: Un tinto bueno, que no sea cabezón.
Brillit: Bien, un tinto bueno, afrutado y joven.
Félix: Eso es.
Brillit. Ahora mismo se lo hago traer. (Se va a por el vino).
Rafa: No tengo ni idea de vinos, solo sé que algunos me gustan y otros no.
Félix: Podríamos ir a uno de esos cursos de cata y maridaje.
Rafa: Sería curioso.
Félix: ¿No te apetece?
Rafa: No me llama la atención. No me gusta tanto el vino como para ir a
una cata.
Félix: Cata y maridaje.

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Rafa: No insistas no me llama la atención. Me llamaría más la atención una
cata de quesos, o de embutidos o de caracoles …
Félix: ¿Caracoles?
Rafa: ¡Me encantan!
Félix: ¡Qué asco! ¡Con toda esa baba!
Rafa: Hombre, cuando se cocinan ya no tienen esa baba, es una especie de
marisco.
Félix: ¿Hay cata de caracoles?
Rafa: Seguro que hay.
Félix: ¡Eres raro como tu solo!
Rafa: ¿Raro? No, hombre. No creo que sea raro porque me gusten los
caracoles.
Félix: No solo lo digo por los caracoles.
Rafa: Ah, ¿no? ¿Qué más cosas me hacen parecerte raro?
Félix: No te gusta el futbol.
Rafa: Normal.
Félix: Ves.
Rafa: A ver, me horrorizan las masificaciones, no le encuentro nada
atractivo ver a unos tipos correr en calzoncillos detrás de una pelota…
Félix: Ahora también hay mucho futbol femenino, y va cogiendo más
protagonismo poco a poco.
Rafa: Cuando era pequeño, pensaba que el futbol era de tontos
machirulos y que las mujeres, con el tiempo, nos salvarían de esa práctica
absurda, y… mira. Se han vendido al enemigo.
Félix: ¡No ves!
Rafa: ¿Qué?
Félix: Que eres raro.
Rafa: Hay mucha gente a la que no le gusta el futbol.

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Félix: Y vas a clase de bachata.
Rafa: A clases de bailes de salón.
Félix: ¿No ves?
Rafa: ¿A ti no te gusta bailar?
Félix: Tengo dos pies izquierdos.
Rafa: Eso es porque no has practicado. Mira, ven … (Se pone de pie e invita
a su compañero a que lo siga)
Félix: ¡¿Qué dices?! (Muy apurado). ¡Siéntate! ¡No hagas tonterías!
Rafa: Pero ¿qué te pasa?
Félix: ¡Que nos está mirando todo el mundo!
Rafa: No nos mira nadie. Venga, ven.
Félix: Por favor, Rafa, siéntate.
Rafa: ¿Qué te pasa?
Félix: Que no me gusta llamar la atención.
Rafa: Y luego el raro soy yo.
Félix: No es normal que dos tíos se pongan a bailar en medio de un
restaurante.
Rafa: No es nada malo.
Félix: Te he dicho que no sé bailar.
Rafa: Y yo te he dicho que es que lo has probado poco.
Félix: Vale, no lo he probado, pero no es el momento.
Rafa: Mira, podríamos ir a una cata de quesos o caracoles que tuvieran
bailes de salón, que seguro que hay algo así.
Félix: ¿Tú crees que eso existe?
Rafa: Seguro. Y si no, alguien lo está pensando ahora mismo.
Entra Brillit con el vino. Hace el ritual que se hace con el vino.
Brillit: ¿Es de su agrado?

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Rafa: Está muy bueno.
Félix: Es verdad. Deje la botella.
Rafa: Yo quiero comer algo de carne con patatas.
Brillit: ¿Ternera, cerdo, pollo?
Félix: ¿Tienen menú degustación?
Rafa: ¿Una cata?
Brillit. Sí, tenemos un menú degustación para dos personas con las
especialidades de la casa.
Félix: ¿Qué te parece, Rafa?
Rafa: ¿Tiene Carne?
Brillit: Sí, hay una variación con carnes preparadas de varias formas.
Félix: ¿Lo pedimos?
Rafa: Estoy viéndolo, … es un poco caro ¿no?
Félix: Rafa, un día es un día.
Rafa: ¿Estamos celebrando algo y me he perdido?
Félix: No. Yo no, vamos. No tengo nada que celebrar.
Rafa: Venga. Un día es un día. Por favor, pónganos este menú degustación
para dos personas.
Brillit. Perfecto. Espero que les guste. (Se va).
Félix: Seguro.
Rafa: A mi ya se me está haciendo la boca agua.
Félix: ¡Qué genial!
Rafa: Vale, pero … cuéntame. ¿Qué hacemos aquí?
Félix: ¡Cómo? ¿A qué te refieres?
Rafa: ¿Qué estamos celebrando?
Félix: Nada. No estás a gusto.
Rafa: Mucho. Ya sabes que siempre me lo paso muy bien contigo.
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Félix: ¿Sí? ¿No? Yo también.
Rafa: Hay veces que parecemos novios.
Félix: No digas tonterías.
Rafa: No son tonterías. Nos llevamos muy bien. Mucho mejor que muchas
de las parejas que conocemos.
Félix: ¿Sí?
Rafa: ¿No?
Félix: A mi me llama mucho la atención que seas tan rarito. Eso me atrae.
Rafa: Y dale con que soy rarito.
Félix: Pero es que es verdad.
Rafa: ¿Tan raro me ves? ¿Soy tan diferente a … por ejemplo, a Tomás?
Félix: ¿Qué Tomás?
Rafa: (Haciendo la gracia. Poniendo acento argentino) Che, otro vino,
compadre.
Félix: ¿Qué?
Rafa: Tomás, tu compañero de karate.
Félix: Ves como eres rarito. Y Tomás es un tío normal. Un tío al que le gusta
el futbol y tiene dos pies izquierdos. El raro eres tú.
Rafa: Pero te gusta que sea así… Si no te gustara no estarías aquí.
Félix: Pero asúmelo, eres raro.
Rafa: Verás, Félix, hay algo que deberías saber.
Félix: Dime.
Rafa: No sé cómo te lo tomarás, pero viendo que nos estamos
convirtiendo en inseparables, creo que deberías saberlo.
Félix: Venga. Yo creo que también.
Rafa: Soy gay.
Félix: …

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Rafa: ¿No dices nada?
Félix: Yo también.
Rafa: Jajaja, no digas tonterías. Tú no eres gay.
Félix: ¿No?
Rafa: Bueno, no sé, pero no creo que lo seas.
Félix: ¿Por qué no voy a ser gay?
Rafa: A ver ¿desde cuando eres gay?
Félix: No sé.
Rafa: ¿Y Ana?
Félix: ¿Qué pasa con Ana?
Rafa: Que llevas todo el año detrás de ella.
Félix: Pero … yo … y tú …
Rafa: Félix, creo que estás un poco perdido, pero no creo que seas gay.
Félix: ¿Cómo lo sabes?
Rafa: Eso se sabe, se nota. Tú no eres gay.
Félix: … Siento algo por ti.
Rafa: Y yo por ti, eres mi mejor amigo. Nunca había tenido un amigo como
tú. Eres genial, eres muy buen compañero, pero, tú crees que tú y yo, …
Félix: Tú y yo, ¿qué?
Rafa: Pues eso, … en la cama, … ya me entiendes.
Félix: No sé.
Rafa: ¿Has pensado alguna vez en eso?
Félix: Sí.
Rafa: ¿Sí?
Félix: Sí.
Rafa: ¿Y?

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Félix: Pues que no sé. Nunca he estado con un chico.
Rafa: Pero te gustaría.
Félix: No sé.
Rafa: ¿Cómo no vas a saberlo?
Félix: Pues no. Es como si me preguntas si me gustan los percebes.
Rafa: ¿Los percebes?
Félix: Sí.
Rafa: Me he perdido. ¿Qué tienen que ver los percebes ahora?
Félix: Que nunca los he probado y no se si me gustarán o no.
Rafa: Ah, pero ¿te apetece probar los percebes?
Félix: ¿Percebes?
Rafa: Sí. ¿Te has fijado que tiene forma de falo? ¿Lo has dicho por eso?
Félix: Jajajaja, no, pero es verdad, tiene forma de cipotillo.
Rafa: Déjame ver la carta. A ver si tiene percebes.

ACTO 2º
Se va la luz. Quedan todos estupefactos y a oscuras.
Brillit: Perdonen. Tengan calma. No se alarmen, seguro que no dura
mucho.
Desiré: Paco, esas manos.

Azul: (Saliendo de la cocina) Brillit, no hay gas. Se han apagado todos los
fuegos, y el horno y la freidora…
Brillit: ¡No puede ser!
Azul: Ha debido de pasar algo.
Alex: Algo, … pero gordo.
Azul: ¿Qué hacemos?

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Brillit: (A Alex) Ve a por los candelabros de Halloween. Y mira si tienen aún
pilas.
Alex: Buena idea.
Brillit: (A los clientes) Vamos a ver si podemos poner un punto de luz en
cada mesa. En seguida volverá la luz. Seguro.
Azul: ¿Y si no? ¿Qué hago con la comida? No puedo cocinar.
Brillit: Vamos a esperar. No puedo decir a los clientes que se vayan por
donde han venido.
Azul: Pues ya me dirás qué hago.
Rafa ha cogido su teléfono y ha estado mirando algo. Comunica sus
pesquisas.
Rafa: Perdonen. Avisan que ha habido una sobrecarga en la red eléctrica
por la encendida de luces de las fiestas y ha reventado una estación que
ha provocado una fuga de gas. Invitan a la población a que no salga a la
calle por peligro de explosiones.
Gema: ¿Cómo va a llegar Adolfo?
Gabriel: ¿Crees que estará de camino?
Gema: Le voy a llamar. (Saca el móvil, pero parece tener problemas de
cobertura).
Desiré: ¿Pero es por aquí? ¿Es en esta zona? ¿La gente puede llegar a este
restaurante?
Rafa: No hay más información que las que les acabo de decir.
Paco: Pongámonos cómodos que nos vamos a tener que tirar aquí un buen
rato hasta que lo arreglen.
Arturo: Parece que hoy me tiene que salir todo mal. Me ha mirado un
tuerto.
Paz: No digas eso, es toda una experiencia. ¿Cuántas veces te has quedado
encerrado en un restaurante lleno de comida?
Azul: Brillit ¿qué vamos a hacer? La cocina está más que muerta.
Brillit: Hay pan, ¿no?
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Azul: Claro, todo lo que hemos traído esta mañana.
Brillit: Ve sacando el queso, el embutido y la fruta.
Azul: ¿Y lo de las cámaras?
Brillit: Espero que vuelva la luz antes, porque si no vamos a tener que dar
todo ese género por perdido.
Alex: Y se hizo la luz. (Viene con unas lámparas de mesa a pilas que va
colocando en casa mesa y se va haciendo la luz)
Arturo: Perdona, cariño. ¡Vaya cena!
Paz: Amor, me parece una situación insólita que tiene su gracia.
Arturo: Pero yo quería que fuese una noche especial.
Paz: Lo está siendo.
Arturo: Pero yo quería decirte …
Paz: Yo también te tendría que decir algo.
Arturo: ¿Cómo que “me tendrías” que decir algo?
Paz: Creo que estoy pecando de egoísta.
Arturo: No te entiendo.
Paz: Arturo.
Arturo: ¿Qué?
Desiré: (Está hablando por teléfono) ¿Huele mucho a gas? Venir corriendo.
Pero ya. Taparos la boca con un pañuelo o algo. Aquí os esperamos. Sí,
estamos Paco y yo. Venga, hasta ahora.
Paco: ¿Con quién hablas? ¿A quién esperamos?
Desiré: Paco, no puedo ocultártelo más tiempo.
Paco: ¿Qué me has ocultado?
Desiré: No quiero hacerte daño.
Paco: ¿Estás casada?
Desiré: Casada, casada, lo que se dice casada, no. Pero “por ahí, por ahí”.

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Paco: ¿Cómo que “por ahí, por ahí”? Tú y yo llevamos cinco meses
saliendo y casi viviendo juntos.
Desiré: Casi. Tú lo has dicho. Nunca hemos pasado la noche juntos porque
yo tenía unas obligaciones a las que responder.
Paco: No te entiendo. ¿Has estado jugando conmigo?
Desiré: No, tú me gustabas.
Paco: ¿Te “gustaba”? ¿En pasado? ¿Ya no te gusto? ¿Qué ha pasado? ¡Qué
he hecho mal?
Desiré: No eres tú, Paco, soy yo.
Félix: ¿No vas a aprovechar la oscuridad para meterme mano?
Rafa: ¿Quieres que te meta mano? (Le echa la mano a la pierna).
Félix: (Se ríe de forma nerviosa). No, no, que es broma.
Rafa: No juegues con fuego que te puedes quemar.
Félix: ¿Y si quisiera quemarme?
Rafa: ¿Y si te torrefactas?
Félix: Es cosa mía, ¿no?
Rafa: No. También es cosa mía.
Félix: Bueno, sí.
Rafa: Te veo con muchas ganas de probar cosas, pero yo no estoy en el
menú.
Félix: Pero ¿tú, no …?
Rafa: Yo, no ¿qué?
Félix: Tú lo has dicho: estás muy bien conmigo.
Rafa: Sí, y es cierto, pero no le como la polla a toda la gente con la que
estoy bien.
Félix: ¡No alces la voz! ¡Que nos están mirando!
Rafa: Félix, no hay luz, estamos a oscuras, a penas se distingue la punta de
la nariz.
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Félix: Tú es que eres muy “echao pa lante”.
Arturo: ¿Cómo?
Paz: Que sí, que te oculto cosas.
Arturo: ¿Desde hace cuánto tiempo?
Paz: Cariño, no sé decirte, no te cuento toda mi vida, eso es todo.
Arturo: ¿Y por qué me lo dices ahora?
Paz: No sé, ¿no era una cena para confesiones?
Arturo: ¿Confesiones?
Paz: No sé, la oscuridad repentina, la tensión, no sé. ¿Te parece mal?
Arturo: Me parece mal que me ocultes cosas.
Paz: ¿Tú nunca me has ocultado nada? ¿Me lo cuentas todo?
Arturo: A mí me interesa todo lo tuyo.
Paz: No te lo tendría que haber dicho nada.
Arturo: Encima, eso.
Gema: Nada, que no tengo cobertura.
Gabriel: ¿Cómo no vas a tener cobertura?
Gema: Igual se ha roto también la línea de teléfonos.
Gabriel: Mujer, eso no va a así.
Gema: Pues tú dirás.
Gabriel: Déjame a mí. (Se levanta subiendo el móvil por lo alto y
moviéndose de un lado para otro. Tropieza con los pies de Desiré).
Desiré: ¡Cuidado! ¿No ve por donde pisa?
Gabriel: Pues la verdad es que no. ¡¿Desiré?!
Desiré: Creo Que se confunde.
Gabriel: ¿Perdón? ¿No eres Desiré?
Paco: ¿Cómo que se confunde, Desiré? ¿Se conocen?

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Desiré: ¡Calla, Paco!
Gema: ¿Qué pasa, Gabriel?
Gabriel: ¡Mira, quien está aquí, Gema! Desiré.
Gema: ¿Desiré? ¡No me lo puedo creer!
Desiré: Yo no soy esa Desiré.
Gema: Claro, será la Desiré versión optimizada.
Paco: ¿Qué Desiré eres, Desiré?
Desiré: Esa no. Otra.
Gabriel: Veo que la cara dura la mantienes en esta nueva versión.
Paco: ¡Caballero, no le permito …!
Gabriel: Le aconsejo caballero que no se fie ni un pelo de lo que le diga
esta señora. Es una chantajista.
Desiré: No le hagas caso, cariño.
Paco: ¿Quiere que le parta la cara?
Gema: ¡Déjalo, Gabriel! Agua pasada no mueve molino.
Gabriel: Estamos esperando a Adolfo, qué sepas. Ya verás qué sorpresa
cuando te vea.
Brillit: Les ruego tomen sus asientos. Les hemos preparado un tentempié
mientras esperamos que vuelva la luz y el gas. Todo por cuenta de la casa.
Arturo: ¿Desiré? ¿Eres tú? No me lo puedo creer. ¡Cuánto tiempo!
Desiré: ¿Pero que le pasa hoy al mundo?
Arturo: No has cambiado nada, Desiré.
Desiré: Yo no soy esa Desiré que usted cree.
Paco: ¡Eres más conocida que el TBO!
Arturo: ¿Dónde te fuiste? Me dejaste colgado, con todo preparado para la
boda…
Paz: ¿Esta es la famosa Desiré?

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Desiré: Ustedes se confunden, me llamo Paca.
Paco: ¿Pero qué tonterías dices, Desiré?
Arturo: ¡Embaucadora!
Gabriel: Pues sí que parece conocerla.
Gema: (A Paco) Señor, yo que usted saldría corriendo.
Alex: ¡La que se está liando!
Azul: Encerrado en la cocina siempre me pierdo estas cosas.
Desiré: Paco, coje tus cosas que nos vamos.
Brillit: Perdone, pero han dicho que no salgamos a la calle por el peligro de
explosiones por la fuga de gas.
Desiré: Yo no me puedo quedar aquí.
Paco: ¿Quién eres? ¿Qué le ha hecho a toda esta gente?
Alex: A mi no me ha hecho nada.
Azul: Por ahora.
Alex: Por ahora.
Desiré: ¡Quieren hacer el favor de dejarnos en paz!
Arturo: Paz, ¿has odio? Que la dejemos en paz.
Paz: No me siento aludida, pero diré que, señor …
Paco: Paco.
Paz: Señor Paco.
Paco: Sin “el señor”.
Paz: Paco a secas, le diré que se cuide mucho de esta mujer, que, al
parecer, tiene más cara que espalda.
Gema: Suscribo lo que dice esa señora. A nuestro hijo le saco los ahorros
de cinco años y desapareció de la noche a la mañana.
Paz: A mi amigo…
Arturo: ¿Amigo?

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Paz: Bueno, a mi…
Arturo: Dilo, … “pareja”, “novio”, …
Paz: Bueno, a “este”, …
Arturo: ¡¿Este?! ¡Sólo soy un “este” para ti!
Paz: Mírele, cómo le dejó. ¡A dos días de la boda!
Arturo: Pero ¿cómo que cómo me dejó?
Gabriel: ¿No le dijo que estaba casada con otra mujer? Eso es lo que le
contó a mi hijo, al menos.
Paz: Pues le dejó así, con la autoestima por los suelos, inseguro …
Arturo: Pero chica, no hace falta que vayas contando mi vida por ahí.
Gema: Es una farsante, una timadora.
Paco: Desiré, ¿no tienes nada qué decir?
Desiré: No sé de qué me hablan.
Arturo: ¿Le ha presentado ya a su pobre hijita?
Paco: Desiré ¿eso es lo que me querías contar esta noche? ¿Para eso me
has traído aquí?
Entra Brillit con una bandeja con una bebida refrescante seguida de Alex
con una bandeja con canapés fríos.
Brillit: La casa les invita a probar un nuevo coctel creación de nuestro chef
acompañado de unos canapés de también nueva elaboración, actos para
diabéticos, para los que tengan intolerancia a la lactosa, los hipertensos, y
sin gluten.
Todos se arremolinan, salvo Desiré y Paco que se quedan a un lado.
Paco: Cariño, ¿qué hay de cierto en todo eso que han contado?
Desiré: Era lo que te quería decir esta noche.
Paco: ¿Qué tenías una hija pequeña y estabas liada con una mujer?
Desiré: Sí. Lo nuestro ha sido maravilloso, pero no puedo seguir
alimentado esta farsa. Yo te quiero, pero lo nuestro es imposible.

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Paco: ¿Por qué? ¿Porque tengas una hija? Eso no es ningún problema. A
mí me encantan los niños.
Desiré: Paco, que estoy casada.
Paco: Bueno, eso no quiere decir nada, ¿lo hiciste para darle los papeles o
algo así?
Desiré: A ver, Paco, que te he traído aquí, para comunicarte que lo nuestro
no puede continuar.
Paco: Desiré, Te voy a contar algo. Llevo 46 años viviendo de prestado.
¿Qué quiere decir esto? Desde que era muy pequeño, a penas con cuatro
años, percibí que este mundo no era para mí. Cada día era una batalla de
una gran guerra que siempre perdía. El tiempo pasaba y no encontraba
nada que me aferrase a esta vida y, decidí dejar de esforzarme y sufrir. A
los catorce años, en el cambio, en la pubertad decidí terminar con todo.
Pero no pudo ser. No se dieron las circunstancias. Desesperado llegué a
tirarme debajo de las ruedas de un camión que frenó en seco y no solo no
me atropelló, sino que me gané la bronca del camionero que, además, me
regaló una somanta de hostias con las que volví calentito y llorando a la
casa paterna. Pensé que los hados no querían concederme mi deseo y no
me dejaban otra posibilidad que mantenerme vivo hasta que ellos
decidieran. Debido a esta mierda de filosofía vital perdí, o quizá nunca
tuve, ambición alguna, o quizá fue al revés, y al no tener ambición cree
esta mierda de filosofía vital. Y me avergüenza el haber tenido tanta
suerte, porque a pesar de todo, a pesar de no buscar nada, me fui
encontrando todo. Se me fue concediendo todo lo que uno ansía,
soluciones para poder subsistir, trabajo, techo y se podría decir que me ha
ido la mar de bien, incluso he llegado a disfrutar de la vida. Y ahora, hace
cinco meses apareciste tú, como de la nada.
Desiré: Del “Clinder” ese.
Paco: Sí, de esa aplicación que te promete el amor de tu vida. Sé, soy
consciente, de que no soy gran cosa. Sé que sabes que tengo un buen
patrimonio. Sé que te gusta que así sea. Hasta ahora has cubierto mis
necesidades sobremanera. Que tengas una hija pequeña, o grande, me da
igual, como si eres familia numerosa. Que estés casada con otra mujer, me
es indiferente. Solo te quiero que me contestes una pregunta: ¿quieres
estar conmigo?
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Desiré: La cosa no es tan fácil, Paco.
Paco: Es tan fácil como quieras que sea.
Desiré: ¿Qué pretendes? ¿Darme pena con esa historia que seguro que es
más falsa que una morcilla de cartón?
Paco: Te estoy abriendo mi corazón.
Desiré: Eso dices, pero ¿cómo sé yo que lo que me dices es cierto?
Paco: Voy a seguir sincerándome contigo. No sé por qué, no tengo la
capacidad de amar, o lo que se dice que es eso del amor, pero tú cubres
todas las expectativas emocionales que tengo. Eso es lo más cerca que he
estado del amor según alcanzo a comprender.
Desiré: ¿No me quieres? ¿Estás diciendo que no me amas?
Paco: Sí, eso mismo.
Desiré: ¿Y me lo dices a la cara?
Paco: Me estoy sincerando como nunca me he sincerado con alguien.
Desiré: ¿Me estas queriendo decir, que quieres romper conmigo?
Paco: Todo lo contrario.
Desiré: Perdona, pero no te entiendo nada. Yo no puedo estar con alguien
a quién no entiendo.
Paco: Pues olvídate de todo lo que te he dicho.
Desiré: No puedo olvidar, Paco.
Paco: Los otros dos comensales que esperábamos, ¿Eran tu mujer y tu
hija?
Desiré: Sí, lo confieso. Y aún puede que lleguen en cualquier momento,
Paco: Y, ¿qué pretendías?
Desiré: Mostrarte la realidad. La dificultad para que continue nuestra
relación como si nada.
Paco: Y dejar de vernos.
Desiré: Sí, Paco: Muy a mi pesar.

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Paco: Para siempre.
Desiré: No hay más remedio.
Paco: ¿Y los treinta mil euros que te he prestado?
Desiré: ¡Ah! ¿Cómo? ¿Era un préstamo?
Vuelve la luz. Todo el mundo se alegra y vuelven a sus mesas respectivas.

ACTO TERCERO.
Brillit: Atención, por favor. El ayuntamiento se ha puesto en contacto con
nuestro establecimiento y nos ha comunicado que el peligro ha pasado, y
que se puede salir, sin ningún miedo a la calle. La fuga de gas está
controlada. El peligro ha pasado. Pero si después de todo, si aún, alguno
de ustedes sigue con la intención de cenar en nuestro establecimiento,
será un placer servirles y serán obsequiados con un descuento del 50%
sobre la factura final.
Arturo: Nos quedamos, ¿verdad?
Paz: Verás, Arturo de mi alma y mis entretelas, te lo voy a decir ya: me han
detectado algo en el pecho. Algo que aún no saben lo que es. Ya tengo
hora para hacer las pruebas, las analíticas. Puede que no sea nada. Pero ¿y
si es? ¿y si me pasa algo y, de pronto, desaparezco? Tengo que dejarlo todo
bien atado. No quiero que nadie se encuentre un marrón por mi culpa. No
lo soportaría.
Arturo: ¿Era eso? Hoy por hoy todo ese tipo de cosas están muy
controladas. Deja de preocuparte tanto.
Paz: ¡Arturo, que puede que tenga un cáncer y que me vaya al otro
mundo! ¡No me seas frívolo!
Arturo: Mujer, no era mi intención, pero yo he tenido un tumor maligno en
el intestino, me lo extirparon, radio, quimio, revisiones y hasta ahora. No
hay que ser tremendista.
Paz: Nunca me habías contado nada de eso.
Arturo: Tampoco te he contado que me cagué encima en una excursión a
León.

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Paz: Tampoco. No me cuentas nada, y mira que hablas.
Arturo: Espera a que te den los resultados. Y si quieres poner todo en
orden, está bien, así facilitarás las cosas a los que te rodean, pero no
pienses que lo vas a pasar mal si sucede lo peor, son ganas de sufrir
gratuitamente, por la sencilla razón de que no lo podrás ver, no lo podrás
comprobar, ya no estarás, no lo sentirás, no podrás sufrir. Sufriremos los
que quedemos aquí.
Paz: ¿A ti eso te vale como consuelo? ¿Te tranquiliza, ateo de mis amores?
Arturo: No. Me agobio también, pero creo que menos. Yo también pienso
que tengo que dejar todo lo más recogido posible para que, los que se
quedan, tengan las mínimas complicaciones, pero …
Paz: ¿Has hecho testamento?
Arturo: No, aún no. Pero sé que lo tengo que hacer. Es de esas cosas que
uno tiene pendiente pero que no encuentra el momento para abordarlo.
Paz: No quiero que pase como a Cristina.
Arturo: ¿Qué Cristina?
Paz: Cristina, mi amiga de la asociación.
Arturo: Ah. ¿Qué le pasó?
Paz: ¿No lo sabes? Pero ¿sabes quién te digo?
Arturo: Sí, Cristina, tu amiga de la asociación.
Paz: Esa misma. ¿Sabes que falleció su marido?
Arturo: No sabía nada.
Paz: ¿Sabes que se llevaba fatal con sus hijos?
Arturo: Tampoco tenía ni idea.
Paz: ¿Seguro que sabes de quién te estoy hablando?
Arturo: Sí, de Cristina, tú amiga de la asociación.
Paz: Esa. Pues cuando murió su marido, este no había hecho testamente y
la casa donde vivía pasó a ser parte de los hijos.
Arturo: ¿Qué?
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Paz: Por lo visto en caso de herencias sin testamento, los primeros que
heredan son los hijos, luego los padres y en tercer lugar están los
conyugues.
Arturo: Pobre Cristina.
Paz: Pues sí. Está con abogados. Lo está pasando fatal.
Arturo: No me extraña, y mientras ¿dónde está viviendo?
Paz: Ella se ríe porque dice que está de ocupa en casa de sus hijos.
Arturo: Es bueno que se lo tome con humor, pero la realidad es que está
de ocupa en la casa que pertenece a sus hijos.
Paz: ¡Qué horror!
Arturo: Pues sí.
Gema: No va a venir, ¿verdad?
Gabriel: Gema, tú hijo…
Gema: Nuestro hijo.
Gabriel: Nuestro hijo, no es ningún compendio de virtudes.
Gema: Ya lo sé. Lo conozco bien.
Gabriel: Le conoces bien y le has permitido demasiado.
Gema: ¿Y tú no?
Gabriel: Seguramente yo también. Le hemos permitido demasiado.
Gema: ¿Y no hay vuelta atrás?
Gabriel: Ese vagón pasó hace mucho, pero que mucho tiempo.
Gema: ¿Nos tenemos que aguantar?
Gabriel: A mi no se me ocurre nada que se pueda hacer.
Gema: No hay que ser tan derrotista, nunca es tarde para cambiar de
conducta. Mira, si no, esos octogenarios que se ponen a hacer deporte
cuando no han movido un dedo en toda su vida…

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Gabriel: Puede que de conducta no, pero yo creo que este hijo nuestro lo
que tiene podrido son los principios, sus cimientos, y eso, amiga, es más
difícil de cambiar.
Gema: ¿Crees que lo hace de forma consciente?
Gabriel: Yo creo que ni se lo piensa. Lo hace y no se para a pensar en las
consecuencias. Acuérdate de la fiesta de cumpleaños que nos pidió que le
hiciéramos. Treinta invitados, casi todos amigos suyos personales, incluso
alguno que ni conocíamos nosotros, y ¿qué hizo?
Gema: Desaparecer.
Gabriel: Sin dar señal de vida alguna.
Gema: Toda una larga semana.
Gabriel: Ni una llamada.
Gema: ¡Qué miedo pasé!
Gabriel: Tú diciendo que le habían secuestrado.
Gema: Yo ya no sabía qué pensar. Siete días sin saber nada de él.
Gabriel: Y de repente aparece morenísimo, que se había ido a Baqueira
Beret.
Gema: Hubiera preferido que le hubieran raptado, de verdad.
Gabriel: O al menos que se hubiese ido, no sé, a Suiza, a Australia. Pero es
que estaba aquí al lado y ni una llamada.
Gema: Y ni se inmutó, ni se le fue la sonrisa cuando se lo echamos en cara.
Gabriel: Le dio igual. Ni un “lo siento”.
Gema: Y yo lo único que hice fue, sacarle la ropa sucia de la maleta y
metérsela en la lavadora.
Gabriel: Y yo, ni eso.
Gema: ¡No me resigno!
Gabriel: Yo ya tiré la toalla hace mucho.
Gema: ¡No me doy por vencida!
Gabriel: Sufrirás.
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Gema: ¡Me niego!
Gabriel: Siempre me tendrás a tú lado para recoger los pedazos que
queden.
Gema: ¿Tan mal lo hemos hecho?
Gabriel: El niño no venía con libro de instrucciones.
Gema: Tampoco hemos hecho nada extraño.
Gabriel: Hemos hecho lo que hemos creído que era lo mejor.
Gema: Se conoce que estábamos muy confundidos.
Gabriel: No solo nosotros. Te recuerdo que compramos todos los libros de
“Cómo ser padres”, que había en el mercado.
Gema: Y los seguimos casi al pie de la letra. No le hemos puesto nunca una
mano encima.
Gabriel: Igual hubiera sido necesario romper esa regla.
Gema: Regla que en todos los libros ponía que nunca había que romper.
Gabriel: Pues ya ves lo que se consigue sin un buen mamporro a tiempo.
Gema: Todo había que consensuarlo.
Gabriel: Hemos creado un manipulador.
Gema: Ya no vendrá, ¿verdad?
Gabriel: No creo.
Azul: Buenas noches. Soy el chef de esta casa. ¿Han sido de su agrado los
canapés que hemos ido sacando?
Gema: No sé, perdone, es que no me he dado cuenta. Supongo que sí, que
estaban buenos puesto que me los he comido.
Gabriel: Sí, estaban muy buenos. Mucha gracias.
Azul: En breve se restablecerá el servicio. Con el apagón se ha enfriado la
cocina y está costando ponerla a punto. Sentimos el retraso.
Gabriel: No se preocupe.
Azul se va a comentar a otros comensales.
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Gabriel: ¿Quieres que nos quedemos a cenar a pesar de todo?
Gema: Podemos quedarnos, pero no voy a esperar a que venga el niño.
Gabriel: Disfrutemos del nido abandonado.
Gema: Pues sí, disfrutemos como cuando éramos novios.
Gabriel: Camarero, por favor.
Alex: ¿En qué puedo servirle?
Gabriel: Solo vamos a ser nosotros dos. Cuando quiera puede tomarnos
nota.
Azul: (Está en la mesa de Arturo y Paz) Siento que hayan tenido que
esperar tanto. Con la mayor brevedad posible se les atenderá.
Arturo: Han sido muy amables, gracias.
Paz: Estaban estupendos. Muchas gracias por cuidar así a sus comensales.
Azul: Hemos hecho cuanto hemos podido. Es la primera vez que nos
vemos en una situación semejante.
Paz. Menos mal, ¿no?
Azul: Y esperemos que no se repita más porque trastoca toda la dinámica
del restaurante.
Arturo: Normal.
Azul: En cuento estén listos sus platos, los sacaremos al comedor.
Paz: Muchas gracias.
Azul: Un placer. (Se va a la mesa de Desiré y Paco). Perdonen. Quería saber
si han sido de su agrado los canapés que se han sacado en el transcurso de
la velada.
Desiré: Un poco sosos.
Paco: No le haga usted caso, han estado de … confitería, que decía mi
madre.
Desiré: Pues a mi me han parecido sosos.
Paco. Si a penas los has probado.

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Desiré: Porque estaban sosos.
Azul: Bien, tendré en cuenta su opinión para próximas creaciones. Espero
que sea la última vez que me quedan sosos. En breve sacaremos sus
comandas.
Desiré: Espere.
Azul: Dígame.
Desiré: Mira, Paco. Se me han quitado las ganas de cenar con todo el
alboroto que ha habido. Y ya te he dicho lo que te tenía que decir. Así que
me voy a ir.
Paco: ¿De nada ha valido todo lo que te he dicho?
Azul: Perdonen …
Desiré: ¡No interrumpa!
Paco: ¿No quieres que aclaremos las cosas antes de tomar una precipitada
y mala decisión?
Desiré: Mira, Paco. Yo ya no quiero estar contigo.
Paco: ¿Es tú última palabra?
Desiré: ¡Ay! ¡Qué cansino eres, Paco! ¡Que no pienso volver a verte más!
¡Adiós! (Coge bruscamente todas sus cosas y sale como un vendaval).
Azul: Perdone. ¿puedo hacer algo?
Paco: Sí, por favor, tráigame de nuevo la carta, si es tan amable. Eso sí, ya
solo seré yo, nada de esos cuatro comensales de la reserva.
Azul: No se preocupe por eso. Ahora mismo se la traigo.
Paco: Gracias. (Se ve como se relaja en el asiento, Azul toma una carta y se
la da. A continuación, va a la mesa de Félix y Rafa).
Azul: Buenas noches, perdone que les interrumpa.
Rafa: ¡Azul!
Azul: ¡Rafa! (Se levanta Rafa y se abrazan efusivamente).
Rafa: Pero, tío ¿dónde te habías metido?

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Azul: Estoy de cocinillas, por eso nadie me ve nunca. No me escondo, pero
es lo que tiene no trabajar con trato directo con el público. Y hoy si no
llega a ser por el apagón tampoco hubiera salido de mi territorio y no te
hubiera visto.
Rafa: Bendito sea el apagón, pues. Estás igual.
Azul: Tú sí que sigues igual de mentiroso que siempre.
Rafa: ¿Veinte años?
Azul: No sé. Muchos. Más.
Rafa: No puede ser esta dejadez. Tenemos que remediarlo. ¿A qué hora
sales de aquí?
Azul: No hay una hora fija, solemos echar el cierre a eso de las dos.
Rafa: ¡Uf! ¡Qué tarde!
Azul: Todo depende del cliente.
Rafa: Bueno, dame tu teléfono y te llamo.
Azul: Sigue siendo el mismo, no lo he cambiado.
Rafa: Vale. Pues te llamo. ¿Qué día libras?
Azul: Los lunes, como en el teatro.
Rafa: Pues te llamo.
Azul: Ok. Bueno, que yo venía a preguntaros por los aperitivitos que he
sacado, ¿qué os han parecido?
Félix: Muy buenos, gracias.
Rafa: ¡Ah! Este es Félix, un amigo del trabajo.
Azul: Un placer. Yo soy Azul.
Rafa: ¡Es Azul, mi primer novio!
Azul: Eso es, el que le enseñó todo lo que sabe. Eso que te hace …
Rafa: No, no, Félix y yo no somos pareja, solo compañero de trabajo.
Azul: ¡Ah! Perdona, era broma, creí…
Félix: Por ahora.
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Azul: Es buena persona, no tardes mucho en decidirte que igual te lo
quitan de las manos.
Félix: Lo tendré en cuenta.
Azul: Os dejo que he de continuar con la cocina.
Rafa: Te llamo.
Azul. Te espero. (Se aleja y es interceptado por Alex).
Alex: ¿Y eso?
Azul: Eso es Rafa, un novio que tuve cuando era joven.
Alex: ¿Miguel?
Azul: No, Rafael, otro arcángel.
Alex: Nunca me habías hablado de él.
Azul: ¿No?
Alex: No.
Azul: Seguro que sí.
Alex: Pues no lo recuerdo.
Azul: El de la familia en Altea.
Alex: No me suena nada. ¿Qué familia? ¿Qué Altea?
Azul: Con el que me fui de vacaciones con sus primos a los países bajos.
Alex: ¿Cómo?
Azul: ¿No te he contado nunca esas vacaciones? Que solo comimos
lechuga y pasta con queso. Que me pico un insecto y se me puso el pie
como un melón.
Alex: Me estás dejando a cuadros.
Azul: ¡No puede ser! ¿Cómo no te voy a haber hablado de Rafa?
Alex: Pues no.
Azul: Tampoco fue el primero, ni el segundo, ni el tercero. Duramos casi un
año, que por entonces era muchísimo, pero, ya ves, ni un año.

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Alex: ¿Y cómo acabó?
Azul: Pues creo recordar que empezó a tirarse a sus primos a mis espaldas.
Alex: Pero tu siempre dices que no eres celoso.
Azul: Tenía doce primos.
Alex: Y se tiró a los doce.
Azul. A los doce, uno detrás de otro.
Alex: No me extraña que cortarais.
Azul: No cortamos por lo de sus primos, cortamos porque se enamoró
locamente de su director de teatro.
Alex: O sea, que fue él el que …
Azul: Le pregunté que si quería seguir conmigo y me dijo que le resultaba
muy raro estar con los dos a la vez, y se lo puse fácil, me fui yo.
Alex: ¿A dónde te fuiste?
Azul: Es una forma de hablar. Dejamos de vernos y ya.
Alex: ¿Así de fácil?
Azul: No. No fue fácil. Me dolió mucho que me sustituyera por un imbécil.
Claro que el imbécil tenía casa y yo aún vivía con mis padres. Pero ya ha
pasado un montón de años.
Alex: Pues él te ha abrazado como si no hubiera un mañana.
Azul: Perdona, ¿estás teniendo un ataque de celos porque me has visto
saludar a un antiguo amigo?
Alex: A un antiguo novio, que no es lo mismo.
Azul: ¡Será verdad! ¡Estás celoso!
Alex: No sé, me ha parecido que te alegrabas demasiado.
Azul: Yo te quiero a ti, Alex. Y chimpún.
Alex: Vale. Se me ha agarrado la inseguridad en la boca del estómago…

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Azul: Alex, yo no soy celoso, lo que me hunde es que menosprecien. No
me gusta que me pongan los cuernos, eso está claro, pero lo que no
soporto es que me infravaloren, me desprecien.
Alex: A nadie le gusta eso.
Azul: A mi me ataca sobremanera. Mírame, aquí estoy, asegurándome que
la mierda de canapés que he preparado ha sido del agrado de todo el
mundo. Sé que he tenido que improvisar, que no he tenido tiempo, que no
había a penas materia prima, que he tenido que trabajar sin usar fuego ni
luz, aun así, a pesar de que soy consciente de que es casi magia lo que he
hecho, necesito que me den la aprobación un grupo de gente que puede
que tengan el paladar de cartón piedra y que ni sepan lo que es una
pechuga a la villaroy. Pero aquí estoy, intentando tapar el cubo de esa
ansiedad que me agita y me asfixia y que quiere acabar conmigo.
Alex: ¿Cómo no les va a gustar, si eran exquisitos?
Azul: Pues a esa cerda (Por Gema) y a la otra cerda que se ha ido (Por
Desiré) no les ha hecho gracia. “Sosos” me ha dicho la puerca.
Alex: Contente, Azul, que se van a dar cuenta.
Azul: Es que no lo soporto. Es superior a mis fuerzas. Me engorila …
Se acerca Brillit.
Brillit: ¿Qué? ¿De vacaciones?
Alex: No... es que …
Azul: Perdona, jefa …
Brillit: Que no me llaméis jefa.
Azul: ¿Cómo te llamamos? ¿Brillit?
Brillit: Pues claro, ¿cómo quieres si no?
Azul: Brillit. Es de película mala del destape.
Alex: ¡Azul!
Brillit: ¿Qué estás diciendo?

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Azul: Perdona, Brillit, es que a esas cerdas no les ha gustado mis
preparados. Y no soporto a la gente que se atreve a valorar mi cocina sin
haberla probado.
Brillit: Eso te pasa por salirte de los límites del reino de tú cocina.
Azul: Igual tienes razón.
Brillit: Tenías que haber visto cómo se han lanzado a por los canapés y no
han dejado ni uno. Quién diga que no le han gustado está mintiendo.
Alex: Incluso a mi me han pedido más.
Brillit: Han alucina con tu mezcla de sabores. Creo que te has superado a ti
mismo con esos bocados. Ve pensando en cómo los llamamos para
incorporarlos a la carta. Les ha faltado chupar la bandeja.
Alex: Eso es verdad, yo también lo he visto. No han dejado ni las migas.
Azul: Vale, vale, así da gusto venir a trabajar con dos compañeros como
vosotros. Me voy para la cocina a sacar las comandas. Y, perdona Brillit si
te he ofendido antes. (Sale de escena)
Brillit: Nada, nada, no te preocupes… ¿Qué le ha pasado a este?
Alex: Que no soporta que no lo valoren.
Brillit: ¿A quién le puede gustar eso?
Alex: Eso le he dicho yo.
Rafa: Ahora me explicas que es eso de que “aún no”.
Félix: He dicho “por ahora”.
Rafa: Me da igual que me da lo mismo. ¿Qué has querido decir?
Félix: Nada, que nunca se puede decir que este cura no es mi padre.
Rafa: Félix, tú no eres gay.
Félix: Si yo no lo sé a ciencia cierta, cómo lo vas a saber tú.
Rafa: Porque te conozco. Y te quiero.
Félix: (Muy azorado) ¿Cómo es eso de que me quieres?
Rafa: ¡Ves! Ya te has cagado.

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Félix: No, no me he cagado, pero es que, dicho así, de sopetón…
Rafa: Te quiero porque eres mi mejor amigo. Porque te has preocupado en
entenderme. Porque demuestras estar a gusto cuando estás conmigo sin
complicarte más la vida, porque nos reímos de todo juntos, porque me
escuchas y me cuentas …
Félix: Yo te quiero por todo eso también.
Rafa: Y, tú, además, estás muy bueno, y, no te creas, alguna vez he
fantaseado contigo, pero, sé sincero ¿disfrutarías comiéndomelo todo? (A
Félix le sale un gesto de asco)
Félix: No sé, nunca lo he hecho.
Rafa: (Riéndose, aunque por dentro está destrozado) Ja,ja,ja. ¡Ves! Si no
hay más que verte la cara que has puesto. Si sigo indagando seguro que
vomitas.
Félix: Estás siendo cruel.
Rafa: ¿Yo?
Félix: Sí. Conmigo.
Rafa: Yo te quiero, Félix, y por eso mismo, no me voy a prestar a que
juegues con mis sentimientos por la búsqueda de nuevas experiencias.
Seguramente tú quedarías satisfecho y a otra cosa, pero ¿cómo quedaría
yo? Prefiero seguir fantaseando.
Félix: Te falta salir corriendo.
Rafa: ¿Qué?
Félix: Que me parece que estás siendo cobarde.
Rafa: ¡Cauto! Que no es lo mismo.
Félix: Y si encuentro en ti todo lo que estoy buscando.
Rafa: ¿Te quedarías?
Félix: ¿Por qué no?
Rafa: ¿Te declararías abiertamente homosexual?
Félix: Bisexual, porque ya he estado con mujeres.

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Rafa: ¿Y no te importaría?
Félix: No lo sé. Pero me estoy muriendo por probar.
Rafa: Nunca te había visto así.
Félix: Ni yo.
Rafa: Creo que me voy a tirar de cabeza.
Félix: ¿Pedimos otra de vino?
Rafa: Un tinto joven con sabor afrutado.
Félix: ¿O nos vamos a casa?
Rafa: ¿A la tuya o a la mía?
Félix: A la mía, que tengo champán.
Rafa: ¡Camarero! Anule la comanda, nos vamos.
Salen casi corriendo.
Arturo: Paz, te lo digo ya, porque igual pasan más cosas y no me puedo
quedar con esto dentro.
Paz: Miedo me das.
Arturo: (Según hablaba ha ido sacando algo del bolsillo y se ha puesto de
rodillas. Abre una pequeña caja con una anillo y se lo muestra a Paz). Paz,
mi amor, ¿quieres casarte conmigo?
Paz: ¡Cariño! (Se hace un silencio molesto).
Arturo: Dí algo, por favor.
Paz: Siéntate y lo hablamos con calma.
Arturo: ¿Eso es un no?
Paz: No, mi amor, eso es que me estoy muriendo de vergüenza.
Arturo: ¿Te avergüenzo?
Paz: No, es que no me lo esperaba y es algo tan llamativo…
Arturo: Me estás matando.
Paz: Perdona, Arturo. No, no te me mueras y no guardes el anillo.

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Arturo: Pero ¿es un sí o es un no?
Paz: Esto es un sí, mi amor.
Arturo: ¿Sí? (Se abrazan).
Paz: Vale, y ahora vamos a sentarnos.
Arturo: Gracias.
Paz: No sé si eres consciente de dónde te estás metiendo.
Arturo: Lo he pensado mucho. Y es lo que deseo.
Paz: ¿A pesar de todo?
Arturo: A pesar de todo. Te quiero.
Paz: Te quiero.
Asoma Azul.
Azul: (Secándose una lagrimilla de emoción con un trapo de cocina). ¡Qué
emocionante!
Brillit: ¿Qué haces aquí fuera?
Azul: Esta noche he descubierto lo entretenido que puede ser estar aquí
fuera.
Brillit: ¿Y la cocina?
Azul: Está todo controlado.
Brillit: ¿Seguro?
Azul: Alex se ha quedado cuidando los fuegos. Ahora irán saliendo ya las
comandas.
Brillit: Es curioso lo que se puede montar en una cena.
Azul: Es la perfecta excusa para …
Brillit: Para cualquier cosa.
Azul: Delante de una mantel uno se siente más protegido. Como en un
burladero.
Brillit: Cómo si estuviese observando la vida desde el tendido de la plaza…

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Azul: Algo así.
Brillit: La gente declara sus amores, sus odios, digamos que coloca cada
emoción en su sitio.
Azul: No son cenas, son rituales.
Brillit: Crees que podríamos asociar a cada plato una emoción.
Azul: Seguro que sí.
Brillit: ¿A al felicidad?
Azul: Eso es fácil: unos huevos fritos con patatas.
Brillit: Enamoramientos…
Azul: Marisco, siempre marisco.
Brillit: Es verdad, y si el objetivo es más sexual, siempre piden ostras.
Azul: Afrodisiacas que son.
Brillit: ¿Y para cena de negocios?
Azul: Algo fácil, que no pese, que no manche los dedos. Algo de tenedor.
Unos espárragos blancos.
Brillit: ¿Así de sencillo?
Azul: ¿Para qué complicarnos?
Brillit: Venga, vete para la cocina y que empiecen a salir esos platos.
Azul: Pero prométeme que si pasa algo interesante me vas a llamar.
Brillit: Le diré a Alex que te avise. Prometido.
Sale Azul y Brillit toma el teléfono.
Brillit: Hola, Carlos. …No, aún estoy trabajando. …No, no sigas… Esto no lo
podemos tratar por teléfono… No, no pienso discutirlo ahora contigo …
Vale, no hay nada que discutir, pero que no pienso hablarlo contigo por
teléfono. No. Es demasiado importante… Eso es, puede ser un cambio
radical en tu vida y en la mía… No nos lo podemos tomar a la ligera.
Veámonos. Sí, vale, invítame a un buen restaurante. No caro, pero bueno.
Con una carta variada, no muy extensa. Que tenga desde unos huevos
fritos a un ceviche y algo de sushi… Seguro que existe algo parecido ¿Por
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qué? Porque no se sabe que puede pasar. Invítame a cenar y lo hablamos
delante de un impoluto mantel.

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