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ESCUELA DE TEOLOGÍA
TEOLOGÍA BÍBLICA
ESTEBAN AGUILERA
1. Analizar las bienaventuranzas con respecto a la visión nueva que Cristo plantea
sobre la dignidad humana.
Las bienaventuranzas la primera parte de lo que conocemos como el sermón de la
montaña, en el que Jesús, al igual que como lo hacía Moisés cuando se dirigía al pueblo
para comunicarle lo que Dios decía y quería para ellos, sube al monte para dirigirse a
aquellos que lo seguían. Lo que hace y dice Jesús en este sermón, es renovar las promesas
hechas a los Israelitas.
Podemos encontrar en las cuatro primeras bienaventuranzas (vv. 3-6) una relación muy
específica. Las cuatro expresan la misma dependencia de los fieles respecto a la gracia de
Dios. Todas ellas están dirigidas a aquellos que buscan la justicia de Dios. Son para
aquellos que sufren la opresión y el desánimo por seguir a Dios y mantenerse en su
voluntad.
En las cuatro primeras bienaventuranzas nos encontramos con una definición, que
describe a aquellos que buscan a Dios: “los pobres de espíritu”, que tiene sus sinónimos:
los mansos; los que tienen hambre y sed de justicia; y, por último, los misericordiosos.
Los pobres de espíritu son aquellos que esperan de Dios la liberación. En esta se da el
anuncio de la Buena Noticia y se dirige a ellos: el Reino de Dios se ha hecho presente, y
les pertenece.
La segunda bienaventuranza, v. 4, continúa con la misma tónica. Aquí se usa el término
mansos en lugar de pobres de espíritu. En esta segunda bienaventuranza se anuncia que
el Reino ha llegado y es de ellos. Poseer en herencia la tierra es una figura de lo que
significa experimentar el dominio justo de Dios heredando el Reino.
La tercera bienaventuranza, está dirigida a los que lloran, que son los que siguen con la
espera del Reino. esta bienaventuranza es un consuelo para ellos, porque el Reino de Dios
es una realidad realizada en Jesús, y ellos serán consolados. Ya no habrá para ellos ni
opresión ni aflicción.
La cuarta bienaventuranza se vincula con aquellos que esperan la justicia de Dios, que no
es otra cosa que el cumplimiento de las promesas hechas por Dios. Esta bienaventuranza
los invita a saciarse, porque dicha realización de la justicia se hará realidad.
A partir de aquí nos adentramos en una serie de bienaventuranzas que se relacionan con
aspectos de la justicia humana con respecto a la de Dios.
La quinta bienaventuranza es dirigida a los misericordiosos, que son los que pueden hacen
obras de misericordia con aquellos que sufren. Quienes realizan la misericordia son los
que alcanzarán la misericordia de Dios. Esta bienaventuranza se realiza plenamente en
Jesús, que es quien realiza la misericordia en todo su esplendor, ya que es por misericordia
que realiza los milagros a aquellos que se lo piden.
La sexta bienaventuranza, se relaciona con los limpios de corazón, que son los que, según
el pensamiento judío, pueden ofrecer un culto agradable a Dios. Un corazón puro es la
cualidad más fuerte de aquellos que buscan a Dios incansablemente; la limpieza de
corazón implica por tanto la rectitud de intención. La visión de Dios comienza a realizarse
en la comunión con Jesús, que permite experimentar la filiación divina.
Bienaventurados los que trabajan por la paz dice la séptima bienaventuranza. Son
dichosos quienes no dudan en poner en peligro su propio bienestar con tal de restablecer
la paz entre quienes están enfrentados; se trata, por tanto, de una forma de misericordia.
Trabajar por la paz, es trabajar por la edificación del Reino de Dios. La recompensa es
ser llamados hijos de Dios, que es una expresión que muestran el don del reino y que se
cumple en Jesús.
La última bienaventuranza va dirigida a aquellos que son perseguidos por causa de la
justicia, porque son fieles a la alianza y son pobres de espíritu, mansos, misericordiosos,
limpios de corazón y quienes trabajan por la paz. Estos son los mismos de los que habla
la primera bienaventuranza: “los pobres de espíritu”, por eso la recompensa es la misma,
el Reino de los Cielos.
Los vv. 11-12, son una actualización de estas bienaventuranzas. Es Jesús quien realiza
estas bienaventuradas, por eso será perseguido, y aquellos que sigan su ejemplo también,
pero serán bendecidos.
Desde la perspectiva de la nueva visión de la dignidad planteada por Cristo, estas
bienaventuranzas tienen una profundidad especial. Primero que nada, vemos que en todas
las bienaventuranzas se da una recompensa a quienes ellas van dirigidas, y dicha
recompensa viene de Dios. Estas recompensas son el fruto de haber seguido el ejemplo
de Jesucristo, el manso y humilde de corazón por excelencia.
Las bienaventuranzas le dan al hombre, además del cumplimiento de la palabra de Dios,
una dignidad que nadie le puede dar, que es la dignidad de ser hijos de Dios y coherederos
de Cristo. Pero esta dignidad es para aquellos que quieren seguir a Dios y hacer su
voluntad, entrando en su misericordia.