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1.

La distribución de la población
europea y española
1.1 El reparto desigual de la población europea
La población europea ascendía en 2017 a 745 millones de habitantes, la densidad de población
media era de 70,4 hab/km2.

Las zonas de alta densidad


Son espacios geográficos que cuentan con un medio físico favorable y con actividades
económicas dinámicas. Las principales son:

 La diagonal europea entre el sureste de Gran Bretaña y el norte de Italia. Se superan


los 200 hab/km2, su temprana industrialización provoco el rápido crecimiento de las
ciudades.
 Zonas de densidades altas y medias. Son el litoral mediterráneo; donde confluyen
agricultura intensiva, turismo y algunas industrias avanzadas; el litoral atlántico y la
llanura centroeuropea hasta Kiev, por sus actividades industriales. También tienen
altas densidades algunos valles fluviales donde se han desarrollado la agricultura
intensiva, la industria o el transporte, como los del Po Y El Danubio.

Las zonas de baja densidad


Son las zonas cuyas condiciones naturales desfavorables han limitado el asentamiento y las
actividades humanas. Entre ellas, se encuentran regiones nórdicas y bálticas, Islandia y Rusia.
Las áreas de montaña también son de baja densidad, poseen pendientes y mala accesibilidad;
y las regiones con aridez.

1.2 Concentración y despoblamiento en España.


En España, la población sumaba 46,6 millones de personas en 2018 y la densidad de población
era de 92,4 hab/km2. Como en Europa, existen grandes contrastes en su distribución sobre el
territorio.

 Los focos de concentración de la población se localizan en Madrid, la periferia


peninsular, Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla. En Madrid, se debe a que sea la capital;
en la periferia peninsular, por el importante comercio marítimo; en las islas Baleares y
Canarias, la alta densidad se debe al turismo, y en Ceuta y Melilla, a su reducida
superficie.
 Los focos de despoblamiento se localizan en el interior peninsular, donde la población
se vio obligada a emigrar hacia otras áreas mas prosperas tras la decadencia de las
actividades agrarias tradicionales. Las áreas de montaña cuentan con densidades
bajas, donde a veces no se alcanzan los 10 hab/km2.

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