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Había un majestuoso lugar en el corazón de Hermosillo, Sonora, llamado Hotel Ramos.

Fundado
por don Aurelio Ramos y Angelita de Ramos, mis entrañables abuelos, este hotel se convirtió en un
referente de elegancia y hospitalidad en toda la región.

El Hotel Ramos era un edificio imponente, con una arquitectura única que capturaba la esencia de
la época y encantaba a quienes lo visitaban. Sus amplios salones y terrazas ofrecían vistas
panorámicas de la ciudad, mientras que sus habitaciones exquisitamente decoradas eran refugios
de lujo y comodidad.

La fama del Hotel Ramos trascendió fronteras, y pronto se convirtió en el lugar preferido para
hospedarse por artistas de renombre internacional, presidentes y altos grupos de gente
importante que visitaban la ciudad. Cada visita dejaba una estela de emoción y asombro entre sus
huéspedes, quienes apreciaban la excelencia en cada detalle y la cálida bienvenida que recibían de
la familia Ramos.

Los recuerdos de aquellos días gloriosos siguen vivos en las anécdotas compartidas por los más
ancianos de la familia. Hablan de la vez en que una famosa actriz de Hollywood se hospedó en el
hotel y todos los empleados se desvivieron para satisfacer sus caprichos con una sonrisa. También
cuentan sobre el día en que un presidente visitó el hotel y fue recibido con una majestuosa
recepción en el salón principal.

vivo y bailes que llenaban de alegría los corazones de los asistentes. Era un lugar donde las
estrellas se mezclaban con la gente común, y todos eran tratados con la misma calidez y respeto.

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