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Saturno Especial
Saturno Especial
El YO corporal
El estado de autoconciencia en Saturno es bien distinto. Saturno hace referencia a la
dimensión corporal y nos proporciona información sobre la relación con nuestro propio
cuerpo y también con nuestra madre. La psicología ha demostrado que la experiencia del
yo en el cuerpo depende ampliamente de la sensación de unidad o simbiosis en la relación
con la madre durante los dos primeros años de vida. Si en esta fase simbiótica no hubo
problemas, la existencia corporal es normal e incluso placentera.
Si esta fase no tuvo lugar, el adulto suele mostrar una falta de alegría de vivir y problemas
de salud. En este caso, las preguntas son: ¿Cómo me encuentro físicamente? ¿Qué grado
de peligro siento en mi vida en este momento? Estas cuestiones son algo que percibimos
directamente a flor de piel. Si nos sentimos bien, permitimos que nos toquen y estamos
abiertos al contacto pero si nos sentimos mal evitamos todo contacto. El bienestar y el dolor
Correspondencias
Planeta femenino (columna izquierda)
Venus y Urano
Regente de Capricornio y Acuario
Día de la semana: sábado
Metal: plomo
Aspecto: oposición y quincuncio
Cruz fija
Signos de tierra: Tauro, Virgo y Capricornio
Casas de tierra: 2, 6 y 10
Yo corporal, instinto de autoconservación
Buena situación en el horóscopo: abajo
Responsabilidad y disciplina
Confianza en uno mismo y seguridad
Sentido del tacto, la piel
Madre se perciben a flor de piel. La piel es nuestra frontera natural con el entorno y está
regida por Saturno.
Establecimiento de límites
Saturno se percibe a sí mismo mediante el establecimiento de límites.
Esto es válido desde los puntos de vista físico y psíquico.
Cuanto mayor es el éxito de Saturno al delimitarse, más seguro se siente. El resultado es
seguridad en sí mismo y bienestar. Saturno simboliza el instinto de autoconservación del
ser humano.
Debemos ocuparnos continuamente de nuestra conservación, de que nada nos lastime ni
nada que pueda hacernos enfermar penetre en nuestro cuerpo.También debemos cuidar
nuestra alimentación.
Todas estas capacidades solemos aprenderlas de nuestra madre.
Desde muy pequeños nos dice qué debemos hacer y qué no. Las instrucciones,
prohibiciones y normas de las madres pretenden garantizar la seguridad y conservar la vida
de sus hijos. Retenemos estas reglas en nuestra memoria y las empleamos como normas
de comportamiento fundamentales con las que funcionamos en nuestra existencia material.
Saturno dirige todas las funciones de conservación de la vida y nos hace actuar con la
necesaria cautela, conciencia de responsabilidad y realismo. En la medida en que lo
conseguimos, nos sentimos más seguros y fuertes.
En cambio, cuando enfermamos o nos hacemos alguna herida, nuestra sensación de
seguridad se derrumba. Entonces nos asalta el miedo, sentimos dolor e intentamos hacer
alguna cosa para eliminarlo. En este tipo de situaciones, Saturno suele comportarse de
manera defensiva y construir mecanismos de defensa pero, dependiendo de su posición en
el horóscopo y los aspectos que reciba, también puede reaccionar de modo agresivo. La
posición de Saturno indica cómo reacciona el individuo a las situaciones de peligro. Saturno
es esencialmente un mecanismo defensivo, no ofensivo. Saturno no puede ir hacia fuera
eficientemente y actuar de forma agresiva, al modo del Sol; siempre adopta una actitud
defensiva. Pero puede ser como un muro o una pared de cristal. Las principales
capacidades de Saturno son cerrar y delimitar.
Desde el punto de vista biológico, Saturno está relacionado con el sistema inmunológico, el
sistema encargado de garantizar la seguridad del cuerpo.
Identidad reconocible
La conciencia de identidad saturnina es física. Con nuestra apariencia corporal mostramos
qué somos y quiénes somos. Con nuestra actitud dejamos claro hacia fuera dónde están
nuestros límites y, de esta manera, los demás se mantienen automáticamente a distancia.
Cuando dejamos claro que podemos delimitarnos ante el entorno, los demás nos toman en
serio. La característica esencial de Saturno es la capacidad de delimitación que, en sentido
biológico, no es otra cosa que la inmunidad. Si tenemos éxito al establecer límites, significa
que tenemos una identidad que el entorno reconoce claramente. Cada uno lo hace a su
manera, según la posición de Saturno en su horóscopo. La identidad debe mostrarse al
entorno. La autoconciencia no necesita visibilidad, esto es, ser mostrada al entorno; basta
con ser, no es necesario hacer ningún tipo de demostración impactante.
La identidad, en cambio, necesita un entorno en el que pueda manifestarse ante los demás.
Una manera de hacerlo es teniendo buena salud, pero otro modo de conseguirlo es
mediante una buena cuenta bancaria. Si tenemos un buen «colchón » en el banco, es decir,
seguridad, nos sentimos fuertes y protegidos del exterior. Las cuentas bancarias
impresionan a los demás y nos proporcionan un terreno seguro donde apoyarnos.
Con Saturno también podemos hacer nuestro propio reclamo publicitario. Podemos
presumir de nuestras posesiones, hacer ejercicio para tener un cuerpo atlético, hacer
ostentación de ropa cara... Éste es el típico comportamiento de pavoneo saturnino.
La memoria
Desde otro punto de vista, Saturno simboliza la memoria, que entre otras cosas cumple las
funciones de almacenar nuestras experiencias y avisarnos de posibles peligros. A partir de
la experiencia aprendemos a no repetir los mismos errores. Saturno también simboliza
nuestro fondo de experiencia, nuestras vivencias y sufrimientos. Es la capacidad de
recordar, la memoria, la conciencia de lo ocurrido y en muchos casos quien nos dice:
«¡No!». Por una parte es el polo del miedo en nuestro interior que nos hace evitar los
peligros y por otra la confianza primordial y la certeza de que la madre naturaleza cuida de
sus hijos proporcionándoles todo lo que necesitan para vivir.
Inercia
La inercia puede convertirse en una de las debilidades más importantes de la materia.
Aparece muy fácilmente cuando se tiene un exceso de bienes materiales. Cuando la
seguridad y la supervivencia están garantizadas, el cuerpo quiere cada vez más bienestar
y se vuelve cada vez más perezoso y cómodo. Esta sobresaturación suele producirse
cuando Saturno recibe sólo aspectos azules. En estos casos aumenta mucho la necesidad
de confort y de tener cosas más bonitas, confortables y cada vez mejores. El acolchamiento
de los sillones y los sofás debe ser cada vez más grueso y mullido. Es el comienzo del
proceso de saturación.
Nuestra civilización está notablemente caracterizada por la necesidad de confort saturnina.
En todas partes se aspira a la seguridad material, el bienestar y a tener una salud física
perfecta.
El estancamiento, la cristalización y el envejecimiento son también otros procesos
típicamente saturninos. Las energías saturninas pueden convertirse fácilmente en lo
contrario, por eso hay que ser precavido y, con la ayuda de los demás planetas, mantener
la flexibilidad y ampliar constantemente la capacidad de percepción y el horizonte espiritual.
El Gran Maléfico
Durante los últimos 2000 años, el período conocido como la era de Piscis, Saturno ha sido
considerado como el Gran Maléfico.
Durante esta fase de la historia, el cuerpo ha sido contemplado como algo pecaminoso y
se nos ha inculcado una actitud de rechazo al cuerpo. Esta forma de pensar continúa aún
vigente, lo cual explica por qué tantas personas tienen problemas corporales.
Esta actitud ante Saturno ha causado un descuido del cuerpo y dificultado la existencia
física. Para muchas de las personas que vivieron en estos dos últimos milenios, la vida fue
muy dura.
La peste y otras enfermedades castigaron terriblemente a la humanidad en multitud de
ocasiones. No es extraño que Saturno acabara siendo demonizado y que en astrología se
lo conociera como el Gran Maléfico, expresión que aparece en multitud de libros antiguos.
Hoy se da una gran importancia al cuidado del cuerpo pero todavía hay muchas personas
que tienen una percepción anticuada y errónea de lo relacionado con el cuerpo.
La integración de Saturno
Según Roberto Assagioli, el fundador de la psicosíntesis (6), sólo podemos integrar aquello
que amamos. Por lo tanto, debemos cambiar el concepto que tenemos de Saturno. Para
avanzar en el trabajo de integración es imprescindible que dejemos de demonizar a
Saturno. Saturno es el yo corporal y su valor es inestimable, sin él la existencia física no
sería posible. En el horóscopo, representa a la madre, el ser que nos dio la vida. Con la
ayuda de la medicina y la higiene modernas, la posición de Saturno en el horóscopo también
nos permite tener una actitud completamente nueva hacia nuestro cuerpo. El ensalzamiento
del cuerpo que hoy vemos en todas partes no es más que el necesario movimiento del
péndulo hacia el otro extremo. Esto es algo que se pone de manifiesto en las imágenes
empleadas en los anuncios publicitarios o en el hecho de que el ser humano actual cuide
de su cuerpo como instrumento principal de su bienestar.
Pensemos en la gran cantidad de libros sobre nutrición, cuidado de la piel, salud, terapias
corporales... que se editan cada año. La existencia física ha mejorado notablemente en
comparación con tiempos pasados. Felizmente, gracias a los avances técnicos, nuestra
vida corporal es más agradable y segura. La conservación de la vida ha dejado de ser un
problema para un gran número de personas. La conservación de la salud corporal depende
cada vez más de nosotros mismos: esto nos permite amar a Saturno cada vez más,
liberándolo de su vieja maldición.
Saturno en los diferentes niveles
Nivel físico
La tabla de planetas de la página 64A es una buena guía para el proceso de transformación.
A continuación representamos la parte superior de la misma. En ella podemos ver que
Urano está encima de Saturno, Neptuno de la Luna y Plutón del Sol. En una misma columna
encontramos cualidades similares pero así como unas están activas en el nivel del yo, las
otras lo están en el nivel espiritual.
Desde la perspectiva de la constitución de la personalidad sabemos que Saturno representa
el cuerpo físico y, por lo tanto, la conciencia corporal. Saturno controla la materia. Todo lo
que podemos ver y agarrar en el mundo físico es una realidad saturnina.
Si estamos identificados con nuestro Saturno tenemos una intensa conciencia corporal y
estamos deslumbrados por el mundo de las formas y los valores existenciales. Aspiramos
a acumular valores materiales para sentirnos seguros. Hacemos lo posible para tener el
máximo dinero, confort, lujo y comodidad, asegurando nuestra vida física y materialmente.
Sólo creemos en la existencia material.
En el primer nivel estamos entregados a Saturno, a las dependencias físicas. Estamos
ciegos para los valores espirituales y nos concentramos exclusivamente en la existencia
material.
Realizando una analogía con las fases de la edad, equivale al período de la infancia, en el
que dependemos existencialmente de nuestros padres. No podemos vivir solos y
necesitamos protección.
Esta dependencia y sensación de estar entregados también la experimentamos
psicológicamente cuando empezamos el proceso de autoconocimiento y aspiramos a
avanzar en nuestro desarrollo. Durante mucho tiempo no somos capaces de liberarnos de
la inercia de la materia, del miedo a no tener suficiente y a la soledad. Estamos aprisionados
por las dependencias, los cálculos y las reflexiones materiales. Esto sucede, sobre todo, en
los procesos de separación de parejas o ruptura de relaciones y en el ámbito profesional.
¡Con qué facilidad desistimos de nuestras metas internas por cuestiones de comodidad o
seguridad material!
Nos adaptamos, permanecemos en el nivel saturnino, no queremos asumir riesgos y
rechazamos las oportunidades de cambio y progreso. Pero con el tiempo debemos
reconocer que todo esto son obstáculos en el camino hacia nosotros mismos o hacia la
libertad y, poco a poco, debemos liberarnos de ellos. La mayoría de las crisis surgen en
procesos de disolución que no estaban lo suficientemente resueltos, en situaciones de
pérdida de todo tipo, sea debido a quiebras, robos, enfermedad, muerte de familiares...
En el segundo nivel se dan siempre situaciones de conflicto.
Cuando empezamos a darnos cuenta de algo, llegamos a un estado dual. Reconocemos
los condicionamientos y las dependencias de las cosas materiales, tomamos conciencia de
nuestra incapacidad y esto nos resulta doloroso, pero no podemos hacer nada al respecto.
Sufrimos porque nos encontramos en un callejón sin salida. Tan sólo cuando Urano
empieza a actuar sobre Saturno comenzamos a dudar de si todo lo que hicimos en el
pasado estuvo bien y si los valores en los que basamos nuestra vida fueron los correctos.
Esto nos produce una gran inseguridad. Nos sentimos atrapados sin saber qué hacer hasta
que, poco a poco, llegamos al convencimiento de que debemos cambiar porque nuestro
estilo de vida está en total desacuerdo con nuestras necesidades de desarrollo internas. En
nuestro interior surge, entonces, la voluntad de hacer algo al respecto. El deseo de cambio
y liberación es cada vez más intenso y el momento de decidir está próximo. En esta
situación, muchas personas sienten un deseo irresistible de abandonarlo todo, renunciando
a la pareja, el dinero y la seguridad para alcanzar la libertad. Un ejemplo típico es el de las
personas que abandonan su trabajo para irse a vivir al campo o a un barco.
El tercer nivel de la crisis de Saturno es el reconocimiento inequívoco de la realidad. Las
múltiples experiencias de conflicto nos hacen llegar a la conclusión de que necesitamos
claridad. En este nivel aspiramos a ser independientes y estamos dispuestos a
responsabilizarnos de nosotros mismos (aunque la mayoría de las veces continuamos
siendo dependientes). Cuando nos hacemos cargo de nuestro destino y manejamos bien
la existencia física, existe la posibilidad de que aprendamos a valorar e incluso amar a
Saturno. En la medida en que lo experimentemos y aceptemos como un recipiente
necesario para nuestra autorrealización, empezaremos a valorarlo y lo consideraremos el
Señor de la Materia. En este nivel, nuestro sentido de la realidad madura notablemente,
aceptamos la existencia física como algo positivo y reconocemos el sentido del proceso de
evolución. El reconocimiento, la aceptación y el dominio de las necesidades vitales ponen
todas las cosas en la proporción adecuada.
Transformación
El proceso de transformación empieza con el conflicto y éste nos hace superar la conciencia
ciega, interesada exclusivamente en las cuestiones materiales del primer nivel. Después
reconocemos que la existencia material es una realidad que se nos da para poder crecer.
Asumimos la responsabilidad de nuestra existencia corporal, la aceptamos tal como es y
cambiamos nuestra actitud hacia ella. Tomamos conciencia de que los bienes materiales
no deben ser nuestra única aspiración pues, al morir, no podemos llevárnoslos. La
transformación de Saturno nos lleva hasta Urano, donde nuestra conciencia cambia y se
dedica a cuestiones nuevas. Urano, como inteligencia creativa, nos permite encontrar
nuevos caminos que aceleran el desarrollo espiritual.
Los miedos del yo y su superación
En el proceso de transformación de los planetas de la personalidad nos enfrentamos a
muchos miedos antes de alcanzar el nivel transpersonal. Cuando nos volvemos receptivos
a las energías espirituales, se desencadena un proceso en el que, paulatinamente, vamos
sufriendo transformaciones en los diferentes niveles de la existencia. Nuestros hábitos de
vida se resquebrajan, nuestras antiguas motivaciones dejan de ser un estímulo y nuestra
escala de valores se ve modificada, situándonos en un nuevo punto de partida.
Cuando hay aspectos de los planetas espirituales con los tres planetas de la personalidad,
esto sucede a lo largo de toda la vida.
Podríamos decir que, como guardianes de las leyes de la evolución, los planetas
espirituales aspectados con los planetas personales muestran las partes de nuestra
personalidad que debemos transformar en esta vida. El ego reacciona a esta
transformación con miedo y se opone a ella hasta que percibe la seguridad que proviene
del indestructible núcleo del ser. El yo siempre tiene miedo a la disolución de su existencia.
A continuación describiremos brevemente las diferentes formas de estos miedos.
Las tareas que Saturno debe llevar a cabo en esta zona del horóscopo suelen tener un
grado de dificultad por encima de la media. Su seguridad personal depende de ser el mejor,
desarrollar alguna capacidad o talento hasta un nivel alto y convertirse en una autoridad
reconocida. Aspira a dominar a los demás y pone todos los medios para que nadie le dispute
esta posición.
En esta posición elevada, Saturno teme caer de la altura alcanzada (muchos déspotas
tienen Saturno en la casa 10). Por eso establece mecanismos de seguridad y hace lo
posible por evitar errores y contratiempos. Quiere mantener su posición cueste lo que
cueste. Se esfuerza por mantener el éxito, no consiente debilidades y siempre exige lo
máximo de sí mismo. Si, por algún motivo, llega a perder el control tiene remordimientos de
conciencia y empieza de nuevo.
Saturno en la casa 2
Saturno en la casa 2 produce una relación especial con las propias posesiones, ya sean
objetos, muebles u otras cosas. Las personas con
Saturno en esta posición están apegadas con cuerpo y alma a sus posesiones: las
consideran una parte de sí mismas. Para ellas, «la casa es la tercera piel». Las posesiones
aumentan su sentido de valía personal y les proporcionan seguridad. Por eso las protegen
con todos los medios a su alcance. Tienen una fuerte necesidad de delimitar y proteger su
espacio vital y lo que éste contiene. ¡Nadie debe penetrar en su territorio sin permiso!
Disponen fuertes medidas de seguridad para que nadie les quite nada.
Saturno en la zona cardinal. Las personas con Saturno en la zona cardinal de la casa 2
son activas. En este caso, lo esencial es la protección de las posesiones y el cuerpo. Estas
personas trabajan constantemente para acumular y mantener sus posesiones puesto que
cuanto más tienen, más seguras se siente. Son personas ahorradoras que, en realidad, no
necesitan demasiado para vivir y saben renunciar cuando deben hacerlo. Pero, por otra
parte les resulta difícil compartir cosas con los demás puestos que son muy precavidas en
el manejo de sus recursos. No suelen dar nada si, a cambio, no reciben algún beneficio. En
caso de dificultades económicas o riesgo de pérdida pueden mostrar rasgos de avaricia o
codicia. También acumulan sustancia y recursos para las épocas de vacas flacas.
Como Saturno simboliza el cuerpo, el sentimiento del propio valor corporal está
intensamente enfatizado. Las personas con Saturno en esta posición no permiten
fácilmente que los demás se les acerquen. La seguridad depende de mantener el cuerpo
ileso y, por eso, estas personas desarrollan mecanismos de defensa con los que rechazan
enérgicamente a los intrusos.
Saturno en la zona fija. Como en la zona fija de la casa 2 se duplica el principio fijo, Saturno
tiene en ella una fuerza especial. Las personas con Saturno en esta posición suelen tener
que repetir las experiencias para extraer algo de las mismas. Por ejemplo, cuando
desarrollan una especialidad, quieren conocer todos los detalles para sentirse
completamente seguras al hablar de ella. En esta zona fija, el principal criterio de medida
es la cantidad. Los procesos de aprendizaje transcurren cuantitativamente y no es inusual
que los niños con Saturno en esta posición repitan algún curso en la escuela.
Saturno en el PR. Las personas con Saturno en el punto de reposo de la casa 2 tienen los
hábitos fuertemente arraigados y cambiar las cosas les resulta muy difícil. Esto las conduce,
frecuentemente, a un pronunciado comportamiento defensivo frente a la vida. El miedo a
las pérdidas de salud, dinero, posesiones y personas puede ser tan fuerte que incline a
estas personas al bloqueo y el endurecimiento en el área de los contactos. Sus límites
naturales pueden convertirse en muros infranqueables, en una fortaleza en la que guardan
sus tesoros para que estén disponibles cuando los necesiten. Nadie debe saber nada de
estos tesoros pues esto supondría el riesgo de perderlos.
Saturno en la zona mutable. Las personas con Saturno en esta zona son inseguras,
indecisas y, a menudo, dudan sobre cómo deben comportarse. Por una parte tienen miedo
a los cambios y, por otra, deben adaptarse a la opinión general. Las tareas de la casa 3 les
exigen aceptar los cambios aunque no lo quieran. Deben adaptarse a la opinión general
aunque hacerlo les suponga una pérdida de estabilidad. Estas personas buscan la
seguridad pasando inadvertidas entre los demás, de manera que su comportamiento no
llame la atención. Intentan hablar el lenguaje del colectivo y pueden transmitir muy
cuidadosamente la opinión generalmente aceptada. En el mejor de los casos, son maestros
excelentes.
Un Saturno transformado. Las personas con Saturno transformado en la casa 2 tienen un
profundo pensamiento económico y ayudan a los demás a aprender a manejarse con sus
propios recursos. Necesitan muy poco para vivir y saben renunciar cuando es necesario.
Su gran fiabilidad genera confianza en los demás. Son prudentes y cuidadosas en todo lo
que hacen.