Está en la página 1de 5

1

SOMOS LOS
DOCE SIGNOS

Lic. MANUEL IGNACIO QUILES


Psicólogo Clínico – Psicosíntesis
Astrología Psicológica
manquiles@yahoo.com
0260 439 5032
2

SOMOS LOS DOCE SIGNOS

Un principio rector de la Astrología que sostenemos es el hecho fundamental de que


somos –estamos constituidos por- los doce Signos del zodiaco. El ser humano es una complejidad
orgánica y organizada, una unidad holística compuesta por partes, y el nivel de abstracción más
alto respecto a estas partes es el de la astrología psicológica que sostiene la igualdad y la
necesidad de los doce signos en todo lo que existe. Las partes son los órganos del cuerpo y las
funciones de la personalidad, pero también los distintos valores rectores, las diferentes cualidades
que permean toda acción y manifestación: todo este complejo de órganos, funciones, valores y
cualidades está ordenado por los doce signos.

Hay una tradición generalizada en la astrología de distinguir de entrada los signos, los
planetas y las casas, y de enseñarlos y profundizarlos separadamente, siempre teniendo en cuenta
la carta astral individual. También hay otra tradición –mucho más generalizada- de difundir una
astrología que privilegia el signo solar individual: tú eres taurina, yo soy libriano, él es leonino; o
“los geminianos”, “las escorpianas”, etc. Vamos a analizar y criticar aquí estas dos tendencias para
poder entender por la vía negativa el concepto holístico de la constitucionalidad de los doce
signos.

Respecto a la primera, la diferenciación esencial entre signos, planetas y casas,


defendemos que todos estos elementos hacen parte de arquetipos únicos, complejos a su vez que
conforman la personalidad y la conducta: el planeta, la casa y el signo son una y la misma cosa, son
un solo arquetipo que se manifiesta por épocas o etapas, como signo, como planeta o como casa
según los tránsitos, progresiones o revoluciones que esté pasando el individuo. Nos toca vivenciar
un arquetipo en alguna etapa de nuestra vida: revisarlo, concientizarlo, controlarlo, dominarlo o
hacerlo crecer y evolucionar, en fin, sintetizarlo al conjunto de la personalidad, y todo esto se
vivencia de manera indiferenciada si es a través del énfasis de un planeta, de un signo o de una
casa. Proponemos entonces destacar el concepto de Signo como inclusivo de los otros elementos
astrológicos: un planeta es igual al signo que rige, una casa es lo mismo que el signo al que es
análogo.

Creemos que la diferenciación precoz o sistemática entre los tres elementos constitutivos
de la carta natal, promueve y facilita la racionalización, mecanismo psíquico de defensa que busca
controlar las vivencias o el proceso lento, sutil y profundo del auto-conocimiento, a través de una
comprensión mental superficial o abstracta. Si consideramos que el planeta marte está en tránsito
y está produciendo este o el otro fenómeno, y nos quedamos conformes con esta explicación, no
nos enfrentamos con el hecho más profundo de que el cielo está removiendo la parte Aries,
trayéndola a la consciencia para trabajar la masculinidad, la rabia primaria, la autoafirmación, la
iniciativa, trabajo que viene de vez en cuando a nuestra vida para hacer crecer e integrar esta
doceava parte de la totalidad. O si un planeta está en tránsito por la primera casa, y nos quedamos
con la explicación literal de la manifestación en un registro energético, de auto-imagen, o de
impulsos de personalidad –todas ciertas y evidentes-, no podremos ver el hecho de que la parte
Aries está llamando nuevamente nuestra atención para seguir profundizando en su integración.
3

La racionalización es un mecanismo de defensa muy extendido, universal y constitucional;


lo usamos a todo momento, y algunos lo usan más sistemáticamente si está enfatizado el
arquetipo Géminis/Virgo, o el planeta Mercurio, o la Casa III. La verdad es que es difícil darse
cuenta de la extensión de su uso, pues hace parte de la condición humana, y con él, justificamos
cualquier tendencia problemática sin entrar a cuestionarla, nos quedamos tranquilos delante de
ansiedades o emociones que reprimimos, explicamos y así nos excusamos de seguir
profundizando, cerrando una evolución en el asunto explicado. Es el famoso “ponerle un nombre”,
o “agarrarse a un argumento”, “analizar” e “interpretar” de manera estereotipada o salvaje,
acciones psíquicas muy útiles en algunos momentos, pero que si son usadas de manera
sistemática, nos defienden de nosotros mismos, de un nivel más profundo de comprensión.

No es por casualidad que el propio Freud, inventor del concepto de los mecanismos de
defensa, no pudiera ver con claridad la racionalización –a lo sumo, llegó cerca con la formación
reactiva de aislamiento emocional-. Fue su hija, Ana Freud, quien bautizó con todas las letras al
mecanismo; Sigmund Freud tenía la Luna conjunta a Saturno en Géminis, en la Casa 8.

Pero lo que nos importa aquí es el uso sistemático e inconsciente que se hace en un tipo
de astrología, cuando se explica rápidamente, cuando se analiza superficialmente, cuando se
interpreta racionalmente cualquier conducta o rasgo de personalidad (¡aún los mecanismos de
defensa!) y no se permite dar tiempo para profundizar los significados. Y esto se hace utilizando –
correctamente, sea dicho de paso- de forma profusa los planetas, los aspectos, los signos y las
casas sin un principio unificador. Hay astrólogos que hacen lecturas impresionantemente
completas y complejas, profundas y acertadas, pero que es tanta la profusión de información y la
falta de timing (tiempo y dosificación para asimilar lo nuevo), que el sujeto sale mareado y
prontamente se olvida de lo esencial, reacomodando el material en su mente de la manera más
defensiva posible, para poder seguir viviendo sin perder el equilibrio necesario a la adaptación
cotidiana.

La otra tendencia, esta sí muy conocida y usada por los pronósticos del diario y hasta por
los más famosos astrólogos psicólogos, es el usodel signo solar como central en la identidad del
sujeto. Todos lo usamos para intercambiar información astrológica básica: ¿De qué signo “eres”?
¿De qué signo “es” fulano? “Soy capricorniano” con Ascendente X y la Luna en X… Nótese el uso
del verbo ser, fundamental en la identidad. Esto es una falacia básica, pues con este uso del signo
solar, se está acentuando la identificación, que puede también usarse como mecanismo de
defensa. Si yo soy de un signo y no de otros, siento los otros como diferentes, extraños, ajenos a
mí, como separados, y proyecto la sombra, los problemas y lo rechazado inconscientemente en
mis relaciones.

Sabemuy bien quien trabaja con una visión sistémica u holista de la vida, que si atraemos a
cualquier persona a nuestro entorno, es porque la energía de ella nos es necesaria para
complementarnos y así reflejarnos y crecer en consciencia y equilibrio. Toda persona de cualquier
signo con la que me relaciono, me está reflejando una parte mía “puesta afuera”, que todavía no
he integrado o estoy en vías de integrar. Es buen ejercicio reflexionar qué signos tiendo a atraer, o
4

qué signos me provocan indiferencia o rechazo, pues con seguridad es una energía o arquetipo
que está intentando acceder a mi consciencia. Los prejuicios astrológicos que tengamos, son una
maravillosa y paradojal manera de conocernos a nosotros mismos; los signos que no nos caen
bien, o de los cuales tengamos sólo juicios negativos o bajos, con seguridad hablan de un aspecto
de sombra sólo de nosotros. No hables mal de nadie, porque con ello te traicionas: sólo hablas mal
de ti…

Pero esta objetivación de los signos solares también puede estar hablando no sólo de la
sombra sino de una proyección de los lados altos, buenos o positivos que no hemos integrado en
la personalidad: es lo que se llama en psicología transpersonal la “represión (y proyección) de lo
Sublime”. Somos educados en una cultura que sólo enfatiza lo problemático, que sólo nos muestra
los déficits y las faltas, no las habilidades, rasgos positivos o inteligencias múltiples, inclusive el
propio psicoanálisis freudiano, por su origen en las neurosis y por su enfoque clínico. Así, podemos
vivir rodeado de gente de signos que nos caen bien, claro, pero que no vemos que nos reflejan a
nosotros mismos en lo mejor que tenemos, y que todavía tampoco hemos integrado.

De esta manera, la identificación con el signo solar se convierte en un mecanismo de


estrechamiento, de cierre de nuevas posibilidades de conciencia, pues al concentrar tanta luz en
una determinada parte, deja en la sombra al resto: identificación y desidentificación son los dos
movimientos contrarios y complementarios necesarios para el crecimientode la conciencia.

Por lo expuesto, somos contra la astrología que privilegia el signo solar. Todos tenemos en
nuestra constitución psicológica y espiritual a los 12 signos, y eso se evidencia de forma muy
patente en nuestra carta natal, donde se encuentran todos los signos de la rueda zodiacal, todos
los signos formando parte de la totalidad que somos... Como DaneRudhyar decía: la carta natal es
un mandala personal, y todo mandala es una representación simétrica de la totalidad, totalidad
compuesta de partes que en astrología son los doce signos del zodiaco.

La tarea de la vida es vivenciar en profundidad y trabajar equilibradamente los doce


signos, convirtiéndonos así en una persona “completa”. La Vida nos pondrá adelante -a través de
nuestro mapa astral, de los tránsitos y otros movimientos planetarios- los temas y desafíos, los
rasgos psíquicos y los valores de los doce signos. Tendremos que revisarlos a todos para ver si hay
algunos que están subdesarrollados, y si hay otros que presentan una fuerte identificación –con el
apego y exageración que resulta de ello-, para que podamos des-identificarnos y así ganar en
libertad y dominio sobre todos ellos.
Todos los seres humanos deberán enfrentarse tarde o temprano a las cuestiones de
familia y dependencias básicas (Cáncer); a las relaciones en un nivel de igualdad, pareja o
amistades significativas (Libra); a las cuestiones de comunicación e intercambio social (Géminis); al
entretenimiento, a la diversión, al sexo o a la creatividad (Leo); a la seguridad material y al disfrute
(Tauro); a las crisis, a las transformaciones y a los finales en las relaciones y en la propia vida
(Escorpio); a la búsqueda de significado y al crecimiento en los valores y en el conocimiento
(Sagitario); a la vocación, a la definición profesional y al lugar social donde ejercerlas (Capricornio);
a la participación en la comunidad y a enfrentarse con los cambios que trae el tiempo (Acuario); a
la conexión con lo Superior, a la compasión oal retiro del mundo para realizar lo espiritual; al
trabajo cotidiano y al mantenimiento de la salud; a los proyectos personales, a la independencia y
5

a la liberación de la energía corporal. Todos deberemos enfrentar tarde o temprano todas estas
tareas. Pues bien, esto no es más que decir que debemos desarrollar los doce signos…

Todos tenemos entonces la “parte Aries”, la “parte Tauro”, la “parte Géminis”, y así por
delante, pero por estar el Sol en un signo, este “se ve más”, los rasgos, desafíos, mecanismos y
dinámicas de la parte que esta iluminada por el Sol se hacen más evidentes y se destacan –para
uno mismo y para los otros-.Por lo tanto, cuando vemos con nitidez un rasgo en otra persona y lo
atribuimos a su signo, debemos con este punto de vista, agradecer de poder ver una parte nuestra
mostrada por el otro. Así, cuando digamos “Ah, mira el egocentrismo de fulano, es que es de Leo”
debemos decir “Gracias, fulano, por mostrar mi egocentrismo latente, por mostrarlo sin vergüenza
porque yo lo disimulo”; o “y, es muy serio y estructurado porque es de Capricornio”, debemos
decir “gracias, mengano, porque me muestras mi lado profesional todavía no desarrollado”, y así
por delante.

Con este punto de vista, todos los factores de un mapa astral pueden ser reducidos a
signos: como decíamos, los planetas y las casas forman parte de los mismos y originales doce
arquetipos. Los planetas son signos concentrados y en movimiento: como Mike CarradineReuben –
autor norteamericano-brasilero- apuntó acertadamente, los planetas son la misma cosa que los
signos, solo que concentrados en menos de un grado –de allí su fuerza y potencia-y en
movimiento, a través de todo el círculo zodiacal, llevando la energía del signo que rige para
combinarla con los demás signos o con otros planetas-signos.
Por lo tanto, si cualquier planeta está transitando encima del Sol, trae los asuntos del signo
análogo a la conciencia: de esta premisa deducimos que si hay una conjunción perfecta entre el
Sol y un planeta (a menos de 2 grados), el sujeto no será meramente “venusino”, “uraniano”, etc.,
sino que tendrá más de un signo solar: el Sol no puede estar en dos signos al mismo tiempo, pero
a través de una conjunción perfecta, le da características solares a la energía del signo respectivo.
Así, una conjunción perfecta del Sol (en Leo) con Saturno, nos habla que el sujeto “es” leonino y
capricorniano al mismo tiempo. O la conjunción del autor, Sol (en Libra) con Neptuno, además de
“libriano” será pisciano a la par, con todas las de la ley.Si alguien tiene el Sol conjunto a la Luna en
Virgo en la Casa IV, las energías de Virgo estarán inextricablemente asociadas a Cáncer, y esa
persona puede considerarse “canceriano” también.

De la misma manera, las casas astrológicas no son más que un Signo visto objetivamente,
“desde afuera”, mostrando los temas, asuntos, objetos, situaciones, símbolos concretos y
existenciales de cada signo. Así, la Casa 1 muestra los asuntos y situaciones psíquico-espirituales
de Aries proyectadas en el ambiente, como lo es la energía corporal o la identidad objetiva; la Casa
2 muestra a Tauro manifestado, “concretado” en el mundo externo, como son el dinero, los
valores, las posesiones y los apegos; y así sucesivamente.

De todo esto se deduce que todos los seres humanos somos infinitamente parecidos e
infinitamente diferentes al mismo tiempo. Todos, todos, tenemos los doce signos, sus temas y sus
desafíos, pero en cantidades, proporciones, arreglos y combinaciones diferentes, dada la
incomparable individualidad de cada mapa astral.Con esta mirada astrológica, no hacemos más
que poner en términos específicos la mentada condición humanade la filosofía existencial,
definiendo así su complejidad y orden, cosa que las filosofías no suelen consiguen, pues se
debaten en definirla de modo vago y parcial.

También podría gustarte