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Manuel J.

Marín López
Catedrático de Derecho Civil, UCLM

Lección 2. LA DONACIÓN

I. Concepto.

NORMAS DE REFERENCIA: Concepto legal de donación: art. 618 CC.- La donación es un contrato:
arts. 618, 621 y 630 CC.- La donación es un modo específico de adquirir la propiedad: art. 609 CC.
Animus donandi y causa de la donación: art. 1274 CC.- Donación mortis causa: art. 620 CC.

Concepto legal de donación. El Código define a la donación como “un acto de


liberalidad por el cual una persona dispone gratuitamente de una cosa en favor de otra,
que la acepta” (art. 618 CC). De esta definición se extraen algunas características de la
donación. Es un acto de disposición gratuito, pues el donante transmite la propiedad de
un bien al donatario sin recibir ninguna contraprestación a cambio; lo que no impide
que pueda pactarse una carga o gravamen (donación modal, v. epígrafe VI 1). La
donación es un acto de liberalidad, porque provoca el enriquecimiento de un sujeto
(donatario) a costa del empobrecimiento patrimonial de otro (donante). Además recae
sobre una cosa. Por lo tanto, no hay donación cuando se presta un servicio de manera
gratuita. Tampoco hay donación cuando una persona entrega sus bienes o salario a una
asociación religiosa a cambio de que esta satisfaga sus necesidades personales,
espirituales y económicas (STS de 20 de mayo de 2011).

La donación es un contrato. Aunque el artículo 618 CC la define como un “acto”, y es


tratada en el Código Civil (arts. 618 a 656) como un modo de adquirir la propiedad, la
donación es un contrato. Así resulta de la exigencia de aceptación por el donatario para
su perfección (arts. 618 y 630 CC) y de la remisión que hace el artículo 621 CC a las
disposiciones generales de las obligaciones y contratos para regular lo no previsto en
sede de donación. La donación es un contrato unilateral (es fuente de obligaciones para
una sola parte), gratuito (el donatario no realiza contraprestación alguna por la
atribución patrimonial que recibe), formal (se requiere una forma esencial como
requisito de perfección del contrato) y de tracto único.

La donación es un modo específico de adquirir la propiedad. La donación es un


modo específico de adquirir la propiedad. Aunque la regla es que la propiedad se
adquiere cuando concurren título (contrato) y tradición (entrega) de la cosa, en el caso
de la donación basta con que ésta se perfeccione para transmitir la propiedad, aunque no
exista tradición (así resulta del art. 609 CC). Por lo tanto, el donatario adquiere la
propiedad cuando se celebra el contrato de donación conforme a las formalidades
legales. Desde esta perspectiva cabe afirmar que la donación es un contrato transmisivo
del dominio.

Donación obligacional. En la donación del Código Civil el donatario adquiere la propiedad de la cosa
donada. Cabe plantearse si las partes pueden pactar una donación en la que el donante no transmita la
propiedad, sino que se obligue a transmitirlo en el futuro. Es la llamada “donación obligacional”, La
cuestión es dudosa, y ha suscitado grandes debates en la doctrina. La jurisprudencia del TS no es
determinante, pues las sentencias sobre la materia son poco claras y equívocas. En su contra cabe alegar
que su admisión compromete el sistema de transmisión del dominio mediante la donación instaurado en
nuestro Código. Pero a su favor cabe argüir el principio de autonomía de la voluntad (art. 1255 CC) y el
artículo 1274 CC, que admite la mera liberalidad como causa del contrato. En realidad, no hay motivos
para rechazar la donación obligacional, que retrasa la transmisión de la propiedad al momento de la

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entrega de la cosa. Pero esa donación también habrá de respetar las exigencias formales de la donación
reguladas en el Código Civil y los demás preceptos que tienen como fin proteger los intereses de los
terceros acreedores del donante y de sus legitimarios.

La donación como modelo de acto de liberalidad. En la donación hay un sujeto


(donatario) que se enriquece a costa del empobrecimiento patrimonial de otro (donante).
Este empobrecimiento puede perjudicar a otros sujetos (legitimarios y acreedores del
donante). Por eso en el Código Civil se establecen determinadas reglas para tutelar a
esos sujetos (normas de colación, reducción por inoficiosidad, fraude de acreedores, y
quizás, aunque es más dudoso, revocación por superveniencia y supervivencia de hijos).
Estas reglas deben aplicarse a otros actos o contratos que, sin ser una donación, suponen
un acto de liberalidad, pues también aquí existen esos terceros que merecen protección.
Hay que sostener, pues, que la regulación de la donación sirve de modelo de acto de
liberalidad y que, en consecuencias, esas reglas que tienden a proteger a terceros
legitimarios y acreedores del donante son aplicables a cualquier acto o contrato que
suponga un acto de liberalidad. Una manifestación expresa de esta idea se contiene en el
artículo 1187.II CC, que sanciona la aplicación a la condonación de las reglas de las
donaciones inoficiosas.

Animus donandi y causa de la donación. Según la jurisprudencia, el animus donandi


es un requisito esencial de la donación. En realidad, este animus no es más que el
consentimiento contractual sobre la causa del contrato de donación. Se trata, pues, del
consentimiento de las partes en que una entregue un bien –y su propiedad- a otra sin
recibir ninguna contraprestación. La donación presupone ese determinado ánimo en
donante y donatario. Si no existe tal animus no hay donación. Desde otra perspectiva, el
animus donandi tiene un importante valor causal, pues en los negocios gratuitos la
causa consiste en la liberalidad que hace un sujeto a otro sin recibir una contraprestación
(art. 1274 CC). Esta especial actitud anímica es distinta de los concretos motivos que
llevan al donante a realizar la donación (p. ej., por generosidad, por vanidad, para
mejorar su imagen pública u obtener beneficios fiscales). Ahora bien, si esos motivos
están incorporados a la causa (causa concreta), deben ser lícitos, pues los contratos con
causa ilícita (ilegal o inmoral) son nulos (arts. 1275 CC; v. Lección 3 II 4 del Derecho
de obligaciones y contratos en general, 2ª ed.).

Donación mortis causa. Es una disposición de bienes que el donante hace al donatario,
en la que el donante no pierde la propiedad de la cosa hasta que no se produzca su
muerte (STS de 17 de junio de 2011). Como en el testamento, su finalidad es regular el
destino de los bienes tras la muerte del donante. Según el Código, estas donaciones
“participan de la naturaleza de las disposiciones de última voluntad, y se regirán por las
reglas establecidas para la sucesión testamentaria” (art. 620 CC). Por lo tanto, la
donación mortis causa debe adoptar la forma de un testamento, por lo que es una
declaración de voluntad unilateral y personalísima. En consecuencia, la donación mortis
causa no es una auténtica donación, por lo que no se le aplica el régimen jurídico de
esta, sino el de la sucesión testamentaria.

II. Elementos.

1. Sujetos.

NORMAS DE REFERENCIA: El donante: art. 624 CC.- El donatario: arts. 624 a 628 CC.- Donación

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conjunta a varios donatarios: art. 637 CC.

El donante. El donante es la persona (física o jurídica) que entrega gratuitamente el


bien al donatario. Además de capacidad para contratar, el donante debe tener el poder de
disposición sobre el bien donado (art. 624 CC), pues la donación transmite la propiedad
sobre ese bien. El mayor de edad puede donar. Si el donante es menor de edad no
emancipado, puede donar si tiene capacidad de obrar suficiente (cuando la donación
recae sobre bienes de la vida corriente propios de su edad de conformidad con los usos
sociales; art. 1263.1º CC). Si no tiene esa capacidad, deben prestar el consentimiento
sus padres, como representantes legales, salvo que se trate de bienes inmuebles,
establecimientos mercantiles o industriales, objetos preciosos y valores mobiliarios,
para los que se precisa autorización judicial y, además, que se justifique la utilidad o
necesidad de la donación (art. 166.I CC). El menor emancipado puede por sí solo donar,
salvo cuando se trate de los bienes enumerados en el artículo 323.I CC, para los que
precisa el asentimiento de sus padres, o en su caso, del curador. En caso de incapacidad
judicial, el tutor necesita autorización judicial para donar (art. 271.9º CC). Para la
donación de bienes gananciales es necesario el consentimiento de ambos cónyuges,
salvo que se trate de liberalidades de uso (art. 1378 CC).

El donatario. Es la persona (física o jurídica) que recibe gratuitamente el bien del


donante. El donatario, que ha de aceptar la donación, no tiene que tener una
determinada capacidad de obrar; basta con que tenga la capacidad natural de entender y
querer (art. 625 CC). Pero si se trata de donaciones modales u onerosas, el donatario ha
de tener capacidad para contratar (art. 626 CC). Por eso, los menores no emancipados
podrán por sí solos aceptar donaciones modales en los términos del artículo 1263.1º CC,
y el menor emancipado sí puede aceptarlas libremente. Las donaciones hechas a los
concebidos y no nacidos pueden ser aceptadas por las personas que legítimamente les
representarían, si se hubiera verificado ya su nacimiento (art. 627 CC). Por otra parte,
son nulas las donaciones hechas a personas inhábiles (art. 628 CC). Se entiende que son
inhábiles las personas que tienen prohibida la adquisición de bienes de determinados
sujetos, o la adquisición gratuita; pe., el tutor no puede recibir donaciones del tutelado o
sus causahabientes (art. 221.1º CC), ni el notario puede autorizar contratos que
contengan disposiciones a su favor (art. 22 LN).

Donación conjunta a varios donatarios. Si la donación se hace a varios donatarios


(donación conjunta), salvo que se haya establecido lo contrario, se entiende hecha a
partes iguales, “y no se dará entre ellos el derecho de acrecer si el donante no hubiese
dispuesto otra cosa” (art 637.I CC). Eso significa que si uno de ellos no acepta la
donación, o esta aceptación es ineficaz, los demás donatarios no verán aumentada su
parte (p.ej., si se donan 8.000 euros a Raquel y María, y Raquel no acepta, María
adquiere la propiedad de 4.000 euros). Esta regla no se aplica si la donación conjunta es
a marido y mujer: si el donante no ha dispuesto otra cosa, la no aceptación de uno de los
donatarios permite al otro aceptar para sí todo el bien donado (art. 637.II CC).

2. Objeto.

NORMAS DE REFERENCIA: Bienes y no servicios: art. 618 CC.- Donación de bienes futuros: art.
635.- Reserva de bienes en interés del donante: art. 634 CC.- Donación de nuda propiedad y de
usufructo: art. 640 CC.

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Bienes y no servicios. El donante entrega al donatario una “cosa” (art. 618 CC),
término que comprende los bienes (muebles o inmuebles) y los derechos (que
jurídicamente tienen la consideración de bienes muebles). Por eso, no es donación la
prestación gratuita de un servicio. Lo que no impide que se le apliquen por analogía
varios preceptos del régimen de la donación.

Donación de bienes futuros. La donación ha de recaer sobre bienes presentes, por lo


que no puede comprender bienes futuros, que son “aquellos de que el donante no puede
disponer al tiempo de la donación” (art. 635 CC). Esta regla es coherente con la
regulación de la donación en el Código Civil: si la donación transfiere la propiedad del
bien donado, ello es imposible en los bienes futuros, pues sobre ellos no se tiene el
poder de disposición en el momento de la donación (STS de 31 de marzo de 2011). La
donación de bienes futuros es nula (nulidad absoluta).

Reserva de bienes en interés del donante. La donación puede comprender todos los
bienes del donante, o parte de ellos, siempre que éste se reserve, en plena propiedad o
en usufructo, lo necesario para vivir (art. 634 CC). Esta norma trata de proteger al
propio donante, evitando que se desprenda de bienes que puede necesitar para vivir;
pero también beneficia a las personas que tienen derecho a recibir alimentos de él, y a
los que están obligados a prestarle alimentos (pues se librarían de darlos si el donante
tiene recursos propios suficientes). Tiene que reservarse bienes suficientes “para vivir
en un estado correspondiente a sus circunstancias”, lo que dependerá de su propio
estado personal (edad, salud, etc.) y de las circunstancias de su entorno (social,
económico, etc.). El momento para fijar si los bienes que mantiene son suficientes es el
de la donación. Por eso, un empobrecimiento sobrevenido del donante que impida
atender sus necesidades no puede atacarse ex art. 634 CC, si en el momento de la
donación el donante tenía bienes suficientes. Si el donante no se ha reservado bienes
suficientes para vivir, la donación sigue siendo válida (no hay nulidad), pero cabe su
reducción.

La acción de reducción de la donación. La acción procede cuando el donante ha


donado bienes sin haberse reservado los suficientes para atender sus necesidades. La
legitimación activa corresponde al donante, y también a quienes tienen el deber legal de
prestarle alimentos. La acción puede ejercitarse contra el donatario y sus herederos, si
aquel fallece. En cuanto al plazo de prescripción, es dudoso si prescribe a los cinco años
(es el plazo general de prescripción; art. 1964.2 CC) o a los cuatro (por su semejanza
con la acción rescisoria, que prescribe en ese plazo). En cualquier caso, la acción se
extingue con la muerte del donante, por lo que no es ejercitable por sus herederos.
Tampoco es transmisible inter vivos. El ejercicio exitoso de la acción obliga al
demandado a restituir todo o parte de lo donado, en función de cuáles sean los bienes
donados que el donante debería haberse reservado para vivir.

Donación de nuda propiedad y de usufructo. La donación puede recaer sobre la nuda


propiedad, reservándose el donante el usufructo de los bienes donados (art. 634 CC).
Pero también puede el donante donar la nuda propiedad a una persona y el usufructo a
otra (art. 640 CC). Ninguna especialidad presenta esta donación. También cabe que el
donante nombre usufructuarios sucesivos, de modo que hasta que no se extinga el
último usufructo no se consolida la propiedad a favor del donatario que ha recibido la
nuda propiedad. No hay límite en el número de usufructuarios designados como
donatarios, siempre que vivan en el momento de producirse la primera donación. Pero si

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se prevé la sustitución post morten de usufructuarios, opera la limitación prevista en el
artículo 781 CC para las sustituciones fideicomisarias (art. 640 CC).

3. Forma.

NORMAS DE REFERENCIA: La forma en la donación de bienes muebles: art. 632.- La forma en la


donación de bienes inmuebles: art. 633 CC.

La donación es un contrato formal (forma ad solemnitatem). Además de


consentimiento, objeto y causa (causa donandi), para que exista donación es necesario
que el contrato se celebre de una determinada forma. La forma es, pues, un requisito
esencial del contrato (forma ad solemnitatem), de modo que no hay contrato si no se
respeta esa forma. Esto se justifica por una doble razón: la necesidad de proteger al
donante de sus irreflexivos impulsos de transmitir gratuitamente sus bienes, y la
conveniencia de dotar de certidumbre y publicidad a este contrato, para proteger los
intereses de los herederos y de los acreedores del donante.

La forma en la donación de bienes muebles. La donación de bienes muebles puede


hacerse verbalmente o por escrito (art. 632 CC). Si se hace verbalmente, además de la
manifestación de la voluntad de donar, se requiere la entrega simultánea de la cosa
donada (se denomina, por ello, donación manual). En este caso la entrega del bien no es
una obligación que nace del contrato, sino un presupuesto formal para la propia
existencia del mismo (no hay contrato si no hay entrega). Pero la donación puede
hacerse también por escrito, exigiéndose para ello que conste por escrito tanto el
consentimiento del donante como la aceptación de donatario, aunque no haya habido
entrega. En esta hipótesis el donatario ya es propietario, y puede exigir al donante la
entrega del bien, ya sea en cumplimiento de la obligación de entrega que nace de la
donación, ya sea en su condición de propietario (acción reivindicatoria). La aceptación
escrita puede constar en el mismo documento escrito del donante o en otro separado,
pero en todo caso ha de hacerse en vida del donante y debe notificarse al donante.

La forma en la donación de bienes inmuebles. Como requisito de validez, la donación


de bienes inmuebles ha de constar en escritura pública, que debe mencionar cuáles son
los bienes donados y, en caso de donación modal, el valor de las cargas que incumben al
donatario (art. 633 CC). La aceptación del donatario debe constar también en escritura
pública, que puede ser la misma en que el donante hace la donación u otra distinta. Por
otra parte, la constitución gratuita de un derecho real sobre un inmueble está también
sujeta al requisito de forma del artículo 633 CC (SSTS de 22 de abril de 2013 y 26 de
mayo de 2014).

La donación disimulada bajo la escritura pública de compraventa no satisface los requisitos de


forma del artículo 633 CC. No es inusual que bajo la apariencia de una escritura pública de
compraventa de inmuebles los contratantes quieran en verdad celebrar una donación. La compraventa es
nula, por falta de causa y de objeto. En cuanto a la donación, ¿se cumplen los requisitos de forma del
artículo 633 CC? Frente a la vacilante jurisprudencia anterior, la STS de 11 de enero de 2007 y otras
posteriores (entre otras, SSTS de 26 de febrero de 2007, 20 de junio de 2007, 3 de febrero de 2010 y 18
de noviembre de 2014) declaran que una escritura pública de compraventa totalmente simulada no
cumple los requisitos formales exigidos en el artículo 633 CC, por lo que el contrato disimulado de
donación es nulo. Esta doctrina se aplica a cualquier tipo de donación, incluida también la donación
remuneratoria (STS de 16 de enero de 2013).

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4. Perfección de la donación.

NORMAS DE REFERENCIA: La aceptación del donatario: arts. 618, 630, 632 y 633 CC.- El momento
de la perfección de la donación: arts. 623 y 629 CC.

La aceptación del donatario. Como la donación es un contrato, se requiere el


consentimiento de las dos partes (donante y donatario). Por lo tanto, el donatario tiene
que aceptar la donación ofrecida por el donante (arts. 618 y 630 CC), lo que debe hacer
en vida del donante (art. 633 CC). Sin aceptación la donación no existe, al faltar uno de
los elementos esenciales del contrato (el consentimiento). Cabe la aceptación por poder
(basta un poder general). Tratándose de donación de cosa mueble, la aceptación ha de
constar por escrito (art. 632 CC), salvo que la entrega se produzca en el mismo
momento en que el donante manifiesta su voluntad de donar, en cuyo caso la voluntad
de aceptar no tiene que manifestarse de una determinada forma (cabe la aceptación
tácita, lo que sucede, por ejemplo, cuando se recibe el bien sin hacer objeción alguna).
Si la donación recae sobre un inmueble, la aceptación ha de ser expresa, y ha de constar
en escritura pública, que puede ser la misma escritura pública en la que el donante hace
la donación u otra escritura separada. En este último caso la escritura de aceptación
debe ser notificada en forma auténtica al donante, anotándose esta diligencia en ambas
escrituras (art. 633.II y III CC). Como en cualquier contrato, el donante puede revocar la
oferta de donación antes de que la aceptación del donatario llegue a su conocimiento o
el donante no pueda ignorarla sin faltar a la buena fe (art. 1262.II CC).

El momento de la perfección de la donación. El artículo 623 CC dispone que la


donación se perfecciona “desde que el donante conoce la aceptación del donatario”. Sin
embargo, el artículo 629 CC establece que “la donación no obliga al donante, ni produce
efecto, sino desde la aceptación”. A la vista de estos preceptos no está claro si la
donación se perfecciona cuando el donatario la acepta o cuando esta aceptación es
conocida por el donante. La doctrina ha propuesto varias interpretaciones para conjugar
estos dos preceptos. Conforme a una primera tesis, el artículo 629 CC se refiere a la
perfección del contrato, mientras que el artículo 623 CC al momento en el que la
donación gana fuerza definitiva y se hace irrevocable. Así, la donación se perfecciona
con la aceptación del donatario, y desde ese instante produce todos sus efectos; pero es
revocable por el donante hasta que éste conozca la aceptación. Esta tesis no convence.
Es más correcto sostener que la donación se perfecciona desde que el donante conoce la
aceptación del donatario o no puede ignorarla sin faltar a la buena fe; es la regla general
del artículo 1262.II CC, y no hay razones para que no rija también en la donación. En
ese instante hay donación (se perfecciona), y desde ese mismo instante es ya
irrevocable. ¿Cómo explicar entonces la redacción de los artículos 623 y 629 CC?
Entendiendo que el primero de ellos, que acoge expresamente la tesis propuesta, se
refiere a la donación de bien mueble por escrito o de inmueble en el que la aceptación
del donatario se contiene en escritura pública distinta a la del donante. La donación se
perfecciona cuando el donante conoce (o no puede ignorar) la aceptación del donatario.
En cambio, el artículo 629 CC entra en juego para la donación de bien mueble con
entrega simultánea del bien y para la del inmueble en la que donante y donatario prestan
su consentimiento en la misma escritura pública. En tal caso la aceptación del donatario
es inmediatamente conocida por el donante, por lo que en ese momento se perfecciona
el contrato.

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III. Efectos de la donación.

NORMAS DE REFERENCIA: Transmisión de la propiedad: art. 609 CC.- Alcance de la obligación de


saneamiento por evicción o por vicios ocultos; art. 638 CC.- Responsabilidad del donatario por las
deudas del donante: arts. 642 y 643 CC.

Transmisión de la propiedad. El efecto principal de la donación es la adquisición por


el donatario de la propiedad del bien o derecho donado. La propiedad se transmite una
vez que se ha perfeccionado la donación en la forma prevista legalmente (arts. 632 y
633 CC), al margen de que haya habido o no entrega de la cosa (art. 609 CC). Si la cosa
donada no se ha entregado, el donatario podrá reclamarla, ejercitando la acción de
cumplimiento o la acción reivindicatoria (como propietario del bien).

Alcance de la obligación de saneamiento por evicción o por vicios ocultos. Como


regla, el donante no tiene la obligación de sanear por evicción (art. 638 CC) ni por los
vicios ocultos del bien donado. Esto es una consecuencia lógica del carácter gratuito de
la donación: como el donante no ha recibido contraprestación, no tendrá que responder
en el caso de que el donatario sea perturbado por un tercero o el bien presente vicios
ocultos. Pero hay excepciones, pues el donante responde si así se ha pactado (arg. art.
1255 CC) o cuando la donación sea modal o remuneratoria, en cuyo caso responde hasta
la concurrencia de la carga o del valor del servicio prestado. Aunque el donante no
responde de la evicción del bien donado, el donatario queda subrogado en todos los
derechos que en caso de evicción corresponderían al donante. De este modo el donatario
no podrá reclamar contra el donante, pero sí contra aquél que transmitió el bien al
donante, si concurren los requisitos para que prospere el saneamiento por evicción (v.
Lección 1 XX COMPLETAR). La subrogación en los derechos del donante procede
también en caso de saneamiento por vicios ocultos, aunque esta hipótesis no esté
expresamente contemplada en el artículo 638 CC. Por último, si el donante actúa con
dolo (p. ej., dona una cosa sabiendo que no le pertenece o conociendo que tiene vicios
ocultos), el donatario podrá exigirle los daños y perjuicios causados, conforme al
artículo 1101 CC.

Responsabilidad del donatario por las deudas del donante. El donatario no está
obligado a pagar las deudas del donante, salvo en dos supuestos: (i) Cuando en la
donación se haya acordado que él asume la carga de pagar las deudas del donante (art.
642 CC). En tal caso, el donatario queda obligado al pago de las deudas anteriores a la
donación, salvo que se haya dispuesto otra cosa (por eso, cabe pactar que se obliga a
pagar también las deudas posteriores). Lo decisivo es que las deudas del donante hayan
nacido antes de la donación, aunque venzan después. Si el valor de las deudas supera el
valor de lo donado, el donatario no estará obligado al pago con respecto al exceso. El
acuerdo entre donante y donatario es un contrato de asunción de deuda, en virtud del
cual un sujeto –nuevo deudor- asume para sí la deuda de otro –primitivo deudor- (v.
Lección 12 IV del Derecho de obligaciones y contratos en general, 2ª edic.). En
realidad, este contrato no supone una verdadera asunción de la deuda, pues el donatario
sólo se convierte en deudor cuando el acreedor acepta (consiente), a solicitud del propio
deudor (donante) o del donatario. Y ese consentimiento puede ser para que exista un
nuevo deudor –donatario- (asunción cumulativa) o también para que se libere el antiguo
–donante- (asunción liberatoria; art. 1205 CC). Mientras que el acreedor no consiente, el
acuerdo solamente vincula a las partes que lo celebraron (donante y donatario). Si el
donatario no paga las deudas, al margen de que el acreedor (si ya ha consentido) pueda
reclamarle el pago, el donante podrá también exigírselo o revocar la donación por

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incumplimiento de cargas. (ii) Cuando la donación se haya hecho en fraude de
acreedores. Aunque no haya ningún pacto sobre el pago de las deudas del donante, “el
donatario responderá de ellas cuando la donación se haya hecho en fraude de
acreedores” (art. 643 CC). A pesar del tenor literal del precepto, no es que el donatario
devenga deudor de las deudas del donante, sino que los bienes donados quedarán
afectos al pago de tales deudas a través de la impugnación de la donación mediante la
acción pauliana o revocatoria por fraude de acreedores regulada en los artículos 1291 y
ss. del Código Civil (STS de 17 de julio de 2000). Así entendido, el artículo 643 CC es
superfluo, pues ya en sede de rescisión de contratos se establece que se entienden
celebrados en fraude de acreedores todos los actos o contratos por los cuales el deudor
enajene bienes a título gratuito (art. 1297 CC). En conclusión, el acreedor podrá
ejercitar la acción pauliana, con el fin de conseguir que la donación no le sea oponible,
de tal manera que pueda desconocerla y dirigirse contra el patrimonio del deudor como
si la donación no se hubiese celebrado (sobre el carácter subsidiario de la acción
rescisoria, plazo de ejercicio y efectos, v. Lección 18 VII del Derecho de obligaciones y
contratos en general, 2ª ed.).

IV. Revocación de donaciones.

NORMAS DE REFERENCIA: Causas legales y convencionales de revocación: arts. 644 a 652, 1255 y
1256 CC.

Causas legales y convencionales de revocación. Como en cualquier otro contrato,


donante y donatario quedan vinculados al contrato de donación (pacta sunt servanda,
art. 1091 CC), por lo que esta es, en principio, irrevocable (art. 1256 CC), y lo es desde
el momento en que la donación se perfecciona. Sin embargo, dadas las especiales
características de la donación, la ley admite que el donante pueda revocar la donación
en tres supuestos concretos (arts. 644 a 652 CC): superveniencia o supervivencia de
hijos, ingratitud del donatario e incumplimiento de cargas. Se trata de una enumeración
cerrada, de interpretación restrictiva y no susceptible de aplicación analógica (STS de
13 de mayo de 2000). Además de las causas legales de revocación, cabe el pacto por el
que el donante se reserva el derecho a revocar si acontecen determinadas circunstancias
(causas convencionales de revocación). No es válido, sin embargo, el pacto por el que el
donante puede revocar cuando lo estimen conveniente, por ir en contra del artículo 1256
CC.

El significado de la revocación. La revocación de la donación es un supuesto de


ineficacia sobrevenida. La donación, que se celebró válidamente y comenzó a producir
efectos, deviene ineficaz cuando es revocada por el donante. La revocación se produce
mediante una declaración de voluntad del donante dirigida al donatario con la finalidad
de dejar sin efecto la donación. En consecuencia, la revocación no se produce
automáticamente cuando concurre una causa legal o convencional de revocación. Es
necesario que el donante revoque. La revocación puede producirse mediante el ejercicio
de una acción judicial. Pero no hay obstáculos para que pueda ejercitarse
extrajudicialmente; en tal caso, el donante se verá obligado a acudir a los tribunales solo
si el donatario se opone a la revocación.

1. Superveniencia y supervivencia de hijos.

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NORMAS DE REFERENCIA: Superveniencia de hijos: art. 644 CC.- Supervivencia de hijos: art. 644
CC.- Legitimación y plazo de ejercicio: art. 646 CC.- Efectos de la revocación: restitución del bien
donado o de su valor: arts. 645.I y III, 651.I CC, y 34 y 37 LH.- Efectos de la revocación cuando el bien
donado está gravado con hipoteca u otro gravamen: art. 645.II CC.

Superveniencia de hijos. Si el donante no tiene hijos ni otros descendientes (en línea


recta, esto es, nietos, bisnietos, etc.), puede revocar la donación en caso de que tenga
hijos después de la donación (superveniencia de hijos) o de que resulte vivo el hijo que
reputaba muerto cuando hizo la donación (art. 644 CC). El fundamento de la revocación
no descansa en la presunta voluntad del donante (de haber sabido que iba a tener hijos, o
que aparece vivo el que reputaba muerto, no habría donado), ni en proteger el interés de
la familia del donante o de sus herederos forzosos, sino en permitir al donante
incrementar su patrimonio para poder atender de mejor forma a sus hijos. El primer
supuesto de revocación es la superveniencia de hijos: que el donante tenga hijos después
de perfeccionada la donación (sean biológicos o adoptivos; matrimoniales o
extramatrimoniales). Si el hijo ha sido concebido antes de la donación, pero todavía no
ha nacido, podrá revocarse cuando nazca, pero solo si el donante desconocía la
concepción (corresponde al donatario probar que el donante conocía ese hecho para
evitar así la revocación); pues no tiene sentido que pueda revocar aquel que dona
sabiendo que espera un hijo. La determinación de la filiación posterior a la donación por
resolución judicial de paternidad o de maternidad permite al donante revocar la
donación, salvo que el demandado acredite que el donante sabía que tenía ese hijo. Por
otra parte, no puede revocar el donante si, en lugar de hijos, tiene otros descendientes
(nietos). Para que la revocación prospere es necesario que el hijo, nacido después de la
donación, siga vivo al tiempo de la revocación.

Supervivencia de hijos. El donante puede revocar cuando, sin tener hijos ni


descendientes al tiempo de la donación, cree que su hijo está muerto, y después de la
donación conoce que está vivo. El presupuesto para revocar es, por tanto, la creencia de
la muerte del hijo (y no de cualquier otro descendiente). La carga de la prueba de esta
circunstancia incumbe al donante. La declaración de fallecimiento del hijo sirve, por lo
general, como prueba de la creencia de que estaba muerto. Pero no es un requisito
indispensable, por lo que el donante puede acreditar ese hecho por cualquier otro medio.

Legitimación y plazo de ejercicio. Pueden ejercitar la acción de revocación el donante


y, tras su muerte, sus hijos y descendientes (y no otros herederos); el legitimado pasivo
es el donatario. La acción es irrenunciable (art. 646.II CC), lo que significa que en el
momento de realizar la donación el donante no puede renunciar a su ejercicio; pero eso
no impide la renuncia posterior, esto es, que el donante renuncie después de nacer un
hijo o aparecer el que reputaba muerto. El plazo de ejercicio de la acción (de caducidad,
y no de prescripción) es de cinco años, contados desde que el titular de la acción tiene
conocimiento del nacimiento del hijo o de que está vivo el hijo que se reputaba muerto,
, o pudo haberlo tenido de haber actuado con la diligencia debida (art. 646.I CC). Por
tanto, el plazo es el mismo que el plazo general de prescripción de las acciones
personales (art. 1964.II CC).

Efectos de la revocación: restitución del bien donado o de su valor. Tras la


revocación, el donatario está obligado a restituir el bien donado, y si éste no puede ser
restituido, el valor del bien al tiempo en que se hizo la donación (art. 645.I y III CC).
Para averiguar cuándo el bien donado no puede ser restituido hay que tener en cuenta
las reglas de protección de los terceros adquirentes de buena fe a título oneroso (arts. 34

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y 37 LH, y 649 CC). De ello resulta lo siguiente. 1) Si el donatario ha enajenado
onerosamente el bien donado a un tercero, y este tercero es adquirente de buena fe, esta
adquisición es inatacable, y tras la revocación el donatario tendrá que restituir al
donante el valor del bien donado. El adquirente del donatario no es de buena fe cuando
la enajenación del donatario es posterior a la anotación de la demanda de revocación en
el Registro de la Propiedad (pues desde ese instante el tercer adquirente no puede
invocar desconocimiento de la causa de revocación) o cuando, no habiéndose anotado la
demanda, el tercer adquirente conoce o pudo haber conocido, en el momento de adquirir
el bien, la existencia de la demanda de revocación. 2) Si el donatario ha enajenado a un
tercero el bien donado a título gratuito, la revocación del donante le autoriza a recuperar
el bien, aunque esté en poder de ese tercero. Por otra parte, se deben restituir los frutos
de la cosa donada desde la interposición de la demanda (art. 651.I CC).

Efectos de la revocación cuando el bien donado está gravado con hipoteca u otro
gravamen. Si el bien donado ha sido gravado con hipoteca por el donatario y se revoca
la donación, el donante recupera el bien, pero la hipoteca se mantiene. En tal caso
“podrá el donante liberar la hipoteca, pagando la cantidad que garantice, con derecho a
reclamarla del donatario” (art. 645.II CC). Que el donante puede “liberar” la hipoteca
significa que puede pagar la obligación garantizada y obtener de ese modo la
cancelación de la hipoteca. Si el donante paga esa deuda se convierte automáticamente
en el nuevo acreedor del crédito preexistente (es un caso de subrogación legal del
artículo 1210.3º CC, pues el solvens –donante- tiene interés en el cumplimiento de la
obligación, al tener una responsabilidad –directa o indirecta- en el cumplimiento de la
obligación). Aunque el artículo 645.II CC se refiere a la hipoteca, también debe
aplicarse a cualquier otro tipo de gravamen que disminuya el valor del bien. Si se trata
de un gravamen no redimible, el donatario deberá devolver el bien donado más el valor
del gravamen.

2. Ingratitud del donatario.

NORMAS DE REFERENCIA: Supuestos de ingratitud: art. 648 CC.- Legitimación y plazo de ejercicio:
arts. 652 y 653 CC.- Efectos de la revocación: arts. 649 y 650 CC.

Supuestos de ingratitud. La donación puede revocarse por ingratitud del donatario en


tres supuestos (art. 648 CC). 1) La comisión por el donatario de “algún delito contra la
persona, el honor o los bienes del donante”. Según el Tribunal Supremo, este precepto
debe interpretarse de forma flexible, pues comprende cualquier posible delito por el que
pueda resultar ofendido el donante en su gratitud, sin que sea necesario que exista una
sentencia penal condenatoria o que siquiera se haya iniciado el proceso penal. Pero no
basta con que la conducta del donatario sea social o éticamente reproblable: tiene que
revestir o proyectar caracteres delictuales, aunque no estén formalmente declarados
como tales (SSTS de 13 de diciembre de 1993, 18 de diciembre de 2012 y 20 de julio de
2015). Por eso, hay ingratitud en caso de maltrato de obra o psicológico al donante
realizado por el donatario (STS de 20 de julio de 2015). 2) La imputación por el
donatario al donante de delito de los que dan lugar a procedimientos de oficio o
acusación pública, salvo que el delito se haya cometido contra el donatario, su cónyuge
o los hijos sometidos a su autoridad. Hay “imputación” cuando el donatario interpone
una querella contra el donante (no basta la simple denuncia del delito). 3) La negativa
indebida por parte del donatario a prestar alimentos al donante. Ese deber de prestar
alimentos puede tener su origen en la ley (alimentos entre parientes; arts. 142 y ss. CC),
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en el pacto (contrato de alimentos; arts. 1791 y ss. CC) o en el propio contrato de
donación. Es necesario que el donatario tenga derecho a esos alimentos, que los reclame
al donante (aunque sea extrajudicialmente) y que éste se niegue indebidamente a
prestarlos (la negativa es “indebida” cuando está obligado a prestarlos).

Legitimación y plazo de ejercicio. La acción de revocación por ingratitud corresponde


al donante, y si éste fallece, a sus herederos, pero éstos no pueden ejercitarla si el
donante ha podido ejercitar la acción y no lo ha hecho (art. 653.I CC). Debe
interponerse contra el donatario. Si este fallece sin haberse interpuesto la demanda, ya
no podrá presentarse; pero si presentada la demanda fallece el donatario, le suceden sus
herederos (art. 653.II CC). Por otra parte, el donante no puede renunciar
anticipadamente a la acción (art. 652 CC). En cuanto al plazo de ejercicio, se fija en un
año, contado desde que el donante conoce (o debió haber conocido) el hecho
determinante de la ingratitud y puede ejercitar la acción (art. 652 CC).

Efectos de la revocación. Son los mismos que en la revocación por superveniencia o


supervivencia de hijos. A esta cuestión se refieren los artículos 649 y 650 CC, que sin
embargo no recogen el efecto principal: la restitución del bien donado. La restitución no
es posible si el bien está en poder de un tercero de buena fe que lo ha adquirido del
donatario a título oneroso. Así sucederá cuando el tercero adquiere el bien antes de la
anotación de la demanda de revocación en el Registro de la Propiedad. El Código
establece que las enajenaciones posteriores “serán nulas” (art. 649.II CC). En realidad,
no es un caso de nulidad, sino que la revocación de la donación es oponible al tercero
que adquirió del donatario. Si el bien ha sido enajenado o gravado en favor de un
tercero de buena fe, este queda protegido, por lo que el donante puede pedir al donatario
el valor del bien al tiempo de la donación –si fue enajenado a un tercero- o, en su caso,
el valor a que asciende el gravamen impuesto –si el bien es devuelvo al donante, pero
gravado- (art. 650 CC). En cuanto a los frutos, el donatario ha de restituir los
producidos desde la interposición de la demanda (art. 651.I CC).

3. Incumplimiento de cargas.

NORMAS DE REFERENCIA: Donación modal y revocación por incumplimiento de cargas: art. 647
CC.- Legitimación y plazo de ejercicio: art. 647.I CC.- Efectos de la revocación: art. 647.II CC.

Donación modal y revocación por incumplimiento de cargas. En la donación modal


u onerosa (v. epígrafe VI 1), si el donatario no cumple las cargas impuestas, el donante
podrá revocar la donación (art. 647 CC, que alude confusamente al incumplimiento de
alguna de las “condiciones” que el donante le impuso). Según la jurisprudencia, el
incumplimiento determinante de la revocación ha de ser imputable (dolo o culpa) al
donatario (STS de 12 de noviembre de 1990).

Legitimación y plazo de ejercicio. El Código se refiere únicamente al donante como


legitimado activamente y al donatario como legitimado pasivamente (art. 647 CC). Por
eso, no hay inconveniente en que, si fallece el donante, sus herederos puedan ejercitar la
acción; salvo que conste que el donante no quiso revocar, lo que se presumirá si,
pudiendo haberlo hecho, murió sin haberla ejercitado (SSTS de 20 de julio de 2007 y 3
de julio de 2009). Como la ley no prohíbe la renuncia previa al ejercicio de la acción,
esta renuncia es válida, siempre que se haga de forma clara. Por otra parte, la ley no fija
un plazo de ejercicio de la acción, por lo que parece que ha de regir el plazo general de
11
cinco años (art. 1964.2 CC); aunque también se ha defendido que el plazo sea de cuatro
años, como en la acción rescisoria –arts. 1299 CC- (SSTS de 23 de noviembre de 2004
y 20 de julio de 2007).

Efectos de la revocación. Según el artículo 647.II CC, tras la revocación “los bienes
donados volverán al donante, quedando nulas las enajenaciones que el donatario hubiese
hecho y las hipotecas que sobre ellos hubiese impuesto, con la limitación establecida, en
cuanto a terceros, por la Ley Hipotecaria”. A pesar de la redacción de la norma, los
efectos de la revocación de la donación frente a terceros que han adquirido el bien del
donatario o frente a terceros acreedores con garantía sobre el bien donado son los
mismos que en la revocación por ingratitud o por superveniencia o supervivencia de
hijos. En cuanto a los frutos, se deben restituir los producidos en el bien donado desde
el incumplimiento de la carga (art. 651.II CC).

V. Reducción de donaciones inoficiosas.

NORMAS DE REFERENCIA: El carácter inoficioso de la donación: arts. 636 y 818 CC.- La acción de
reducción de la donación inoficiosa y sus efectos: arts. 654 a 656 CC.

El carácter inoficioso de la donación. Según el artículo 636 CC, “ninguno podrá dar ni
recibir, por vía de donación, más de lo que puede dar o recibir por testamento. La
donación será inoficiosa en todo lo que exceda de esta medida”. La reducción de
donaciones inoficiosas, que se regula en los artículos 654 a 656 CC, tiene como fin la
protección de los derechos de los legitimarios, es decir, de aquellos familiares (se
enumeran en el art. 807 CC) que tienen derecho a recibir parte del caudal hereditario
tras la muerte del donante. La norma es lógica. Si determinados familiares tienen
derecho a recibir una parte del caudal hereditario (legítima) del difunto, ese derecho se
verá defraudado si antes de la muerte ese sujeto dona sus bienes o parte importante de
sus bienes a un tercero, cuando ello aminora la parte que al legitimario le correspondería
recibir. Para evitar esa desprotección del legitimario se consagran dos reglas: que el
caudal sobre el que los familiares con derecho a la legítima pueden exigir su parte está
formado no sólo por los bienes que el causante deja a su muerte sino también por el
valor de las donaciones hechas en vida (art. 818 CC); y que los bienes donados no
pueden ser de tal cuantía que afecten a la parte que el legitimario tiene derecho a recibir
del causante (art. 636.I CC). Es inoficiosa la donación hecha en perjuicio de la legítima,
esto es, las que lesionan los derechos legitimarios de los herederos forzosos del donante.

La acción de reducción de la donación inoficiosa y sus efectos. La donación es válida


y produce plenos efectos durante la vida del donante (art. 654.I CC). Pero tras su
muerte, si es inoficiosa, puede ser reducida. Por ello, la reducción es una ineficacia
sobrevenida de la donación. A pesar de la confusa redacción del artículo 655 CC,
pueden ejercitar esta acción los legitimarios perjudicados en su legítima (y sus
herederos), pero no los herederos voluntarios del donante, ni los legatarios de cualquier
tipo, ni los acreedores del donante. Las personas mencionadas tampoco pueden
aprovecharse de la reducción. Pues la reducción se realiza en exclusivo beneficio de los
legitimarios perjudicados en su legítima. El ejercicio exitoso de esta acción provoca la
ineficacia total o parcial de la donación, en función de que sea toda o parte de la
donación la que afecte a los derechos del legitimario. La acción de reducción es
irrenunciable durante la vida del donante (art. 655.II CC), lo que es una consecuencia de

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la irrenunciabilidad de la legítima en vida del que la debe. La acción prescribe en el
plazo de cinco años (art. 1964.2 CC).

VI. Donaciones especiales.

Enumeración. Suelen considerarse donaciones especiales las donaciones mortis causa


y la donación separada a dos personas distintas de usufructo y nuda propiedad, ya
analizadas (la primera en el epígrafe I y la segunda en el II 2). También es una donación
especial la donación por razón de matrimonio (arts. 1336 y 1343 CC), cuyo estudio
corresponde al Derecho de Familia. En este epígrafe se analizan las demás donaciones
especiales.

1. Donación onerosa o modal.

NORMAS DE REFERENCIA: Concepto: art. 619 CC.- Régimen jurídico: arts. 622, 626, 633,I y 638
CC.- Consecuencias del incumplimiento de cargas: art. 647 CC.

Concepto. La donación onerosa, modal o con carga es aquella donación que contiene
un modo. El modo es un elemento accidental de un contrato (v. Lección 6 III del
Derecho de obligaciones y contratos en general, 2ª ed.). Es la carga o gravamen
contenida en el contrato de donación que impone al donatario una determinada
conducta. La donación modal sigue siendo un contrato gratuito (la carga modal no es
una contraprestación). Pero siempre que el modo sea por una cuantía inferior a la
liberalidad (como exige el art. 619 CC); de lo contrario no hay donación, sino un
contrato oneroso. La carga modal puede consistir en un dar, hacer o no hacer. Puede
consistir en la obligación de pagar las deudas del donante (art. 642 CC).

Ejemplos de donación modal en la jurisprudencia. El modo o gravamen puede consistir en destinar


los bienes donación a cierta finalidad; p. ej., dedicar un edificio a la educación correccional de jóvenes
(STS de 11 de marzo de 1988), o a la enseñanza de niños pobres (STS de 11 de diciembre de 1987),
destinar una finca a fines militares (STS de 20 de julio de 2007). La carga también puede consistir en
obligar al donatario a prestar ciertos servicios; p. el., vivir con el donante y prestarle asistencia (SSTS de
16 de febrero de 1994 y de 6 de abril de 1999), cuidar y asistir al donante (SSTS de 23 de noviembre de
2004 y 21 de octubre de 2011), prestar alimentos (SSTS de 22 de marzo de 1993 y 28 de julio de 1997).
En otras donaciones el modo consiste en que el donatario negocie la permuta del inmueble recibido por
otros inmuebles (STS de 3 de octubre de 2011), que el donatario mantenga unida la explotación agraria
familiar donada (STS de 3 de julo de 2009) o que se permita al donante el disfrute mientras viva del piso
donado (STS de 15 de junio de 1995).

Régimen jurídico. Las donaciones onerosas “se regirán por las reglas de los
contratos… en la parte que excedan del valor del gravamen impuesto” (art. 622 CC).
Con ello quiere decirse que hasta la concurrencia del gravamen se somete a las reglas de
los contratos onerosos, y en la parte que exceda, a las reglas de la donación. Esta
donación ha de cumplir las exigencias de forma previstas con carácter general en los
artículos 632 y 633. Existen normas específicas sobre la donación modal: (i) para
aceptar la donación el donatario ha de tener capacidad para contratar (art. 626 CC), por
lo que en ocasiones será necesaria la intervención de su representante legal; (ii) si recae
sobre inmuebles, en la escritura pública ha de constar la carga o gravamen que se
impone al donatario (art. 633.I CC); (iii) el donante está obligado al saneamiento por
evicción de las cosas donadas hasta la concurrencia del gravamen (art. 638 CC); lo

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mismo cabe decir del saneamiento por vicios ocultos; (iv) esta donación puede ser
revocada, en los mismos términos que cualquier otra donación, pero si se revoca por
superveniencia o supervivencia de hijos, o por ingratitud del donatario, el donatario no
debe restituir el equivalente al valor del gravamen.

Consecuencias del incumplimiento de cargas. Si el donatario incumple la carga, el


donante podrá revocar la donación (art. 647 CC), en los términos ya expuestos (v.
epígrafe IV 3). Además, el acreedor de la obligación modal podrá exigir su
cumplimiento en forma específica, y si no es posible, mediante una prestación por su
equivalente. Pero no podrá resolver el contrato (art. 1124 CC).

2. Donación remuneratoria.

NORMAS DE REFERENCIA: Concepto: arts. 619 y 1214 CC.- Régimen jurídico: art. 622 CC.

Concepto. Es la que se hace a una persona “por los servicios prestados al donante,
siempre que no constituyan deudas exigibles” (art. 619 CC); pe., por haberme atendido
durante una enfermedad o ayudado a preparar un examen. Los servicios deben haberse
prestado al donante antes de la donación (si son servicios que éste se compromete a
realizar, la donación es modal). La finalidad de la donación es remunerar esos servicios.
Por eso, la causa de la donación remuneratoria es “el servicio que se remunera” (art.
1274 CC), lo que permite la aplicación del régimen de la causa. El artículo 619 CC se
refiere también a la donación hecha al donatario “por sus méritos” (pe., haber obtenido
el Grado en Derecho). Es distinta de la donación remuneratoria, pues no se ha prestado
ningún servicio al donante.

Régimen jurídico. Según el artículo 622 CC, las donaciones remuneratorias se rigen
por las reglas de la donación “en la parte que excedan del gravamen impuesto”. La
referencia al “gravamen” es inadecuada, pues en la donación remuneratoria no hay
ningún gravamen. Aunque se han formulado muchas interpretaciones, lo más adecuado
es entender que hasta el valor del servicio prestado se aplica el régimen de los contratos
onerosos, y que la parte donada que excede de esta cuantía se rige por las reglas de la
donación. Partiendo de esta premisa, el donante está obligado al saneamiento por
evicción (y también por vicios ocultos) hasta la concurrencia del valor del servicio
prestado. Y si el donante revoca por ingratitud o por superveniencia o supervivencia de
hijos, el donatario no debe restituir el equivalente al valor del servicio prestado.

3. Donación con reserva de la facultad de disponer por el donante.

NORMAS DE REFERENCIA: Concepto: arts. 639 CC.- Ejercicio y extinción de la facultad de


disponer: art. 639 CC.

Concepto. El donante puede reservarse “la facultad de disponer de alguno de los bienes
donados, o de alguna cantidad con cargo a ellos” (art. 639 CC). Con ello se concede al
donante legitimación para disponer de bienes ajenos, pues los bienes donados son, como
en cualquier donación, propiedad del donatario. La reserva puede comprender todos los
bienes donados o parte de ellos. El alcance de la reserva vendrá determinado en el
contrato de donación: puede limitarse a la libre voluntad del donante o preverse
únicamente para determinados casos (pe., necesidad del donante); puede facultar al
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donante para enajenar el bien, gravarlo, disponer mortis causa, etc. El donatario puede
disponer libremente de los bienes adquiridos por donación, en cuyo caso los terceros los
recibirán con la reserva del donante, salvo que se trate de terceros de buena fe
protegidos por los artículos 34 LH y 464 CC. Por otra parte, cabe también la reserva de
la facultad de disponer de alguna cantidad con cargo a los bienes donados. En este caso
se trata, en realidad, de una donación modal.

Ejercicio y extinción de la facultad de disponer. Si el donante, facultado para ello,


realiza un acto de enajenación sobre el bien donado, la propiedad del bien la adquiere el
beneficiario de ese acto, perdiéndola el donatario. En cambio, si el donante realiza un
acto de gravamen (pe., constituir una hipoteca), el donatario conserva la propiedad pero
con ese gravamen sobre el bien. La reserva de la facultad de disponer corresponde
únicamente al donante (no se transmite a sus herederos). Por eso la propiedad del
donatario deviene inatacable tras la muerte del donante. De este modo es como hay que
interpretar el artículo 639 CC (“si muriese sin haber hecho uso de este derecho,
pertenecerán al donatario los bienes o la cantidad que se hubiese reservado”).

4. Donación con cláusula de reversión.

NORMAS DE REFERENCIA: Concepto: art. 641 CC.- Reversión a favor del donante o a favor de
terceros: art. 641 CC.

Concepto. Conforme al artículo 641 CC, el donante puede incluir en el contrato de


donación una cláusula (denominada “de reversión”) según la cual el bien donado vuelve
a su patrimonio o pasa al de un tercero cuando se produzca un determinado evento, que
puede ser una condición (pe., que el donatario tenga su primer hijo) o un plazo (pe., la
muerte del donatario o la llegada de una fecha cierta). La jurisprudencia la ha calificado
como donación sujeta a condición resolutoria (STS de 13 de julio de 1989). Es un caso
distinto a la donación modal, aunque en ocasiones es difícil interpretar si las partes han
querido introducir un modo o una condición, sobre todo cuando al bien donado ha de
dársele determinado destino (pe., la STS de 26 de mayo de 1988 califica como donación
con condición la de unas obras de arte existentes en el Palacio de Marivent para la
creación de un museo de arte; sin embargo, para la STS de 27 de enero de 2011 hay
cláusula de reversión cuando la donación del solar se hace al donatario para la
construcción de un colegio de huérfanos en el plazo de un año).

Reversión a favor del donante o a favor de terceros. Si la reversión es a favor del


donante, producido el evento previsto éste adquiere automáticamente la propiedad, sin
necesidad de que tenga que aceptar. Que la reversión puede establecerse “para cualquier
caso y circunstancias” (art. 641.I CC) significa que no operan aquí las limitaciones
existentes para la reversión a favor de tercero. En este último caso, producido el evento
la propiedad del bien pasa a un tercero, que se convierte en nuevo donatario si acepta la
donación. Si no la acepta el bien donado queda en el patrimonio del primer donatario de
manera definitiva. Lo mismo sucede si el donatario sucesivo ha fallecido. La reversión a
favor de un tercero es válida en los mismos términos que la sustitución fideicomisaria
(art. 641.I CC, y por remisión, art. 781 CC). Por eso, si se establece a favor de terceros
que viven en el momento de la donación, no hay límite; pero si se trata de terceros que
todavía no viven, son válidos solo dos llamamientos sucesivos. Si se sobrepasan los
límites señalados, la reversión es nula; pero la donación sigue siendo válida (art. 641.II
CC). Mientras no se produzca el evento vinculado a la reversión, el donatario es el
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propietario del bien donado. Pero producido ese evento, la propiedad retorna al donante
o se transmite al donatario sucesivo, que la adquiere del donante y no del donatario que
le ha precedido. Si el primer donatario se niega a entregarle la cosa, el donatario
sucesivo podrá reclamársela mediante la acción reivindicatoria.

5. Las liberalidades de uso.

NORMAS DE REFERENCIA: Donación y liberalidades de uso: arts. 1041 y 1378 CC.

Donación y liberalidades de uso. Las liberalidades de uso, no reguladas en el Código


Civil pero mencionadas en varios preceptos (arts. 1041 y 1378 CC), son aquellas
donaciones que se realizan conforme a la costumbre y los usos sociales, por lo que no
responden a la libre espontaneidad del donante (p. ej., los regalos entre cónyuges y los
hechos a los hijos, parientes o amigos, la limosna, y según algunos autores, la propina).
Para determinarlas hay que atender también a criterios económicos (el esfuerzo
económico que hace el que entrega el bien, el valor económico del bien para el
beneficiario, etc.). También la voluntad del donante es relevante, pues este puede
establecer que, al margen del valor económico del bien, la entrega se hace en concepto
de donación. Además, puede resultar difícil distinguirla de la donación remuneratoria,
pues a veces la liberalidad se hace en agradecimiento a quien presta un servicio (p. ej.,
la propina). En cuanto a su régimen jurídico, el propio legislador las excluye de algunas
de las reglas previstas para las donaciones (así en los arts. 1041 y 1378 CC). La mayoría
de la doctrina entiende que, de hecho, las normas de la donación no le son aplicables.
Por eso, no son revocables, no están sujetas a reducción por inoficiosas y no rigen las
reglas de forma.

6. Las donaciones indirectas.

Las llamadas “donaciones indirectas” no son donaciones. Se denominas “donaciones


indirectas” a aquellos actos de liberalidad que no responden a la estructura típica de la
donación, pero que consiguen el mismo resultado práctico, es decir, el empobrecimiento
de un sujeto y el correlativo enriquecimiento de otro. Es el caso, entre otros, de la
condonación de la deuda (art. 1187 CC), del pago de una deuda ajena sin intención de
reclamar al deudor lo pagado (art. 1158 CC) o la estipulación a favor de tercero cuando
el estipulante celebra el contrato con la intención de hacer una liberalidad (art. 1257
CC). En realidad, estos actos no son donaciones, pues no hay una transmisión de la
propiedad. Por otra parte, no hay ninguna razón para englobar todos estos actos bajo el
paraguas de una categoría (“donaciones indirectas”) que, amén de no tener reflejo en la
ley, nada aporta. Existe otra forma más adecuada de enfocar esta cuestión: sea cual sea
el acto o negocio que se celebre, si el mismo constituye un acto de liberalidad, está
justificada la aplicación de las normas de la donación cuyo fin es proteger los intereses
de los sujetos que pueden resultar perjudicados por el empobrecimiento de un sujeto a
costa del enriquecimiento de otro (normas de colación, reducción por inoficiosidad,
fraude de acreedores y quizás, aunque es más dudoso, revocación por superveniencia y
supervivencia de hijos).

El negotium mixtum cum donatione. Es el contrato oneroso que las partes concluyen
en condiciones muy ventajosas para una de las partes con la intención deliberada de

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beneficiarle (p. ej., venta por precio muy inferior al de mercado, arrendamiento por
renta muy baja a un familiar, prestación de servicios a un amigo a precio muy reducido,
etc.). Son contratos con una causa mixta, pues junto a la causa onerosa (intercambio de
cosa o servicio por precio) concurre una causa gratuita (la liberalidad que hace un sujeto
a otro). Obviamente, este contrato no es una donación, por lo que no son exigibles los
requisitos formales de la donación (arts. 632 y 633 CC). Pero en la medida en que
constituyen en parte un acto de liberalidad, deben aplicarse las normas de la donación
que, por razón de esa liberalidad, tratan de proteger los intereses de los terceros
(legitimarios y acreedores del donante).

REGLAS JURÍDICAS

- La donación es un contrato (requiere el consentimiento del donante y del


donatario) en el que el donante transmite la propiedad de un bien al donatario
sin recibir ninguna contraprestación.
- La donación es un modo específico de adquirir la propiedad, pues a diferencia
de otros contratos, en los que se requiere título (contrato) y modo (entrega), en
la donación basta con que esta se perfeccione para transmitir la propiedad,
aunque no exista entrega del bien al donatario.
- La donación es un acto de liberalidad (un sujeto se enriquece a costa de otro que
se empobrece) que puede perjudicar a otros sujetos (legitimarios y acreedores
del donante). Las reglas que el Código contiene para tutelar a estos sujetos
(normas de colación, reducción de donación inoficiosa, fraude de acreedores,
etc.) deben aplicarse a otros actos o contratos que, sin ser una donación,
suponen un acto de liberalidad, pues también aquí existen esos terceros que
merecen protección.
- La forma es un elemento esencial del contrato de donación. La donación de
bienes muebles puede hacerse verbalmente (con entrega simultánea de la cosa)
o por escrito, debiendo constar por escrito el consentimiento del donante y del
donatario.
- La donación de inmuebles ha de constar en escritura pública. Debe constar en
escritura pública tanto la voluntad de donar como la aceptación del donatario.
La escritura pública de compraventa que encubre una donación disimulada no
satisface el requisito de forma de la donación de inmuebles, por lo que la
donación es nula.
- La donación se perfecciona desde que el donante conoce la aceptación del
donatario o no puede ignorarla sin faltar a la buena fe.
- Como regla, el donante no tiene la obligación de sanear por evicción ni por los
vicios ocultos que tenga el bien donado.
- El donante podrá revocar la donación en tres supuestos legales: superveniencia
y supervivencia de hijos, ingratitud del donatario e incumplimiento de cargas.
- La donación inoficiosa, que es la que afecta a la parte que el legitimario tiene
derecho a recibir del causante, es válida; pero tras la muerte del causante
(donante) puede ser reducida a petición del legitimario perjudicado en su
legítima.
- La donación modal u onerosa, que es aquella donación que contiene un
gravamen (una carga modal), sigue siendo un contrato gratuito. Hasta la
concurrencia del valor del gravamen se somete a las reglas de los contratos
onerosos, y sólo en la parte que excede de ese valor se rige por las reglas de la

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donación.

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