RESUMEN DE PROPUESTA DE UNA ÉTICA INTERCULTURAL DE MARTA GIL 1. El fenómeno del multiculturalismo El fenómeno del multiculturalismo se refiere a la coexistencia en un mismo espacio social de personas que se identifican con diversas culturas. Esto puede dar lugar a desafíos en la convivencia, especialmente en estados poliétnicos donde coexisten grupos con diferentes normas, valores y modos de organización social y moral. El multiculturalismo implica la necesidad de reconocer y respetar los derechos colectivos de estos grupos para mantener su cultura y vivir de acuerdo con sus convicciones religiosas. El concepto de etnia se deriva del término griego "etnos" que significa pueblo y se refiere a grupos sociales que emplean modos de identificación para mostrar su pertenencia al grupo y diferenciarse de otros. La etnicidad es una construcción social y, por lo tanto, es variable y subjetiva. Los grupos étnicos están construidos en torno a rasgos diferenciales, pero todos pertenecen a la misma clase, el género humano. Históricamente, se han seguido diferentes enfoques para gestionar el multiculturalismo, incluyendo el apartheid (segregación de grupos culturales), la asimilación (exigir que los inmigrantes adopten la cultura dominante) y la integración (mantener la identidad cultural mientras se integran en la cultura mayoritaria). La integración se considera la opción más deseable, ya que implica un esfuerzo de adaptación tanto por parte de la cultura receptora como de los inmigrantes, permitiendo una influencia mutua entre ambas culturas. El gobierno Canadiense fue quien empezó a emplear el termino de multiculturalismo con su intención de que se fomentara la polietnicidad. En resumen, el multiculturalismo se refiere a la coexistencia de personas con diversas culturas en un mismo espacio social, lo que plantea cuestiones sobre cómo gestionar estas diferencias y promover la convivencia armoniosa, con la integración como una opción deseable. 2. Sobre la posibilidad de un dialogo intercultural Se aborda la posibilidad de un diálogo intercultural en el contexto de la diversidad cultural. Inicia destacando la evolución histórica de las perspectivas culturales en Europa, desde un enfoque ilustrado que promovía la homogeneización cultural hasta el romanticismo que valoraba la diversidad y lo auténtico. Sin embargo, podemos señalar que el relativismo moral sostiene que los valores y las reglas son producto de cada cultura, y por tanto, válidas en función del contexto histórico o social en el que se inscriban, eso no implica que todas las diferencias culturales sean igualmente valiosas, ya que algunas prácticas son moralmente reprobables, como la discriminación de género o la ablación. Todas las culturas enfrentan problemas similares, como la adaptación al entorno, la resolución de conflictos y la necesidad de establecer pautas de conducta. Por lo tanto, se propone establecer mínimos éticos universales basados en lo que las culturas tienen en común. Además, las culturas son entidades cambiantes y vivas, y su preservación implica mantener un marco ético común. Se puedo identificar en el texto la importancia del reconocimiento público de la cultura en la construcción de la identidad personal, pero enfatiza que solo las personas tienen la legitimidad para decidir qué aspectos de su cultura consideran más identificadores. Se defiende la necesidad de proteger la autonomía de los ciudadanos y promover un diálogo intercultural en el que cada cultura aporte sus contribuciones para identificar rasgos universalizables y justos. Se distingue entre cuestiones de justicia y cuestiones de vida buena, argumentando que las cuestiones de justicia son exigibles a todos los grupos, ya que constituyen un mínimo deontológico común. El texto propone que, a pesar de las diferencias en las concepciones de vida buena, existe un consenso parcial en cuestiones de justicia, lo que facilita la coexistencia en una sociedad diversa. Por otro lado, se plantea la necesidad de articular unos mínimos de justicia con unos máximos de vida buena a través del diálogo intercultural para lograr un consenso ético-político común desde distintas perspectivas culturales. 3. Valores de una ética intercultural Podemos identificar los valores que podrían servir como base para una ética intercultural, existen ciertos valores que podrían ser universalizables ya que constituyen un bien para la humanidad en su conjunto. Se destacan varios valores que son considerados universales y valiosos en sí mismos: 1. Libertad: Se discuten tres dimensiones de la libertad: participación en los asuntos públicos, independencia y autonomía. La libertad se ve como un valor universalizable y esencial en cualquier cultura. 2. Igualdad: Se mencionan tres aspectos de la igualdad: igualdad ante la ley, igualdad de oportunidades y la igualdad de prestaciones sociales. La igualdad se considera un valor fundamental en una ética intercultural. 3. Respeto activo: Se enfatiza la tolerancia y el interés activo por comprender los puntos de vista de otras culturas, incluso si no se está de acuerdo con ellos. El respeto es esencial para la convivencia entre culturas. 4. Solidaridad: Se señala que la solidaridad debe extenderse más allá de las relaciones cercanas y debe aplicarse a todas las relaciones interpersonales, incluyendo las interculturales. La solidaridad universal es importante para garantizar la paz, el desarrollo y la protección del medio ambiente. 5. Disposición al diálogo: Se destaca la importancia del diálogo como un método para acercarse a la verdad y la justicia. Se establecen condiciones para un auténtico diálogo, que incluyen la participación de los afectados, la disposición a escuchar, la defensa de posiciones mediante argumentos y la apertura a revisiones y modificaciones futuras. 6. Responsabilidad: Se describe la responsabilidad como la capacidad de asumir las consecuencias de las acciones realizadas por individuos. La responsabilidad es un valor que debe guiar las interacciones interculturales. Podemos observar una serie de valores que podrían servir como pilares de una ética intercultural, destacando su importancia en la convivencia y el entendimiento entre culturas diversas. En resumen, una ética intercultural se basa en valores universales como la libertad, la igualdad, el respeto, la solidaridad, el diálogo y la responsabilidad. Estos valores son esenciales para promover el entendimiento y la convivencia en un mundo diverso y multicultural. El texto de conclusiones se centra en los elementos esenciales de una ética intercultural. En resumen, se destaca lo siguiente: CONCLUSIONES 1. La asimilación de culturas minoritarias a la dominante no es la mejor opción; es preferible permitir la adhesión a diversas identidades culturales. 2. No todas las diferencias deben ser conservadas y respetadas; cuestiones como la discriminación por género o estatus social son inmorales y denunciables. 3. La tolerancia tiene como objetivo una sociedad más justa y una convivencia pacífica para todos los individuos. 4. El respeto a cada cultura proviene del respeto a la identidad de las personas, y estas deben ser libres de elegir y configurar su propia identidad. 5. Las culturas enriquecen el acervo cultural humano y arrojan luz sobre distintas perspectivas humanas, lo que merece admiración y respeto, a pesar de diferencias. 6. El diálogo entre culturas puede establecer mínimos comunes de justicia y permitir máximos de vida buena. 7. Se destaca la importancia de liberarse de la miseria, la ignorancia, el miedo, el dogmatismo y el odio para evolucionar hacia la racionalidad, la libertad individual, la democracia y la solidaridad. Entonces podemos indicar que se aboga por la construcción de una ciudadanía intercultural comprometida en la búsqueda de un mundo más justo, partiendo de una base de respeto, tolerancia y diálogo entre diferentes culturas.