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TEMA 7.

LA REVOLUCIÓN RUSA Y LA FORMACIÓN DE LA


UNIÓN SOVIÉTICA

LA RUSIA DEL ZAR NICOLÁS II (1894-1917)

Rusia era un país predominantemente agrario, con un 80% de campesinos, de los cuales la mayoría
eran pobres y analfabetos con una mínima parcela (los mujiks, antiguos siervos), aunque también
existía un reducido grupo de campesinos medios (los kulaks). Las grandes propiedades, en cambio,
las acaparaba una minoritaria y poderosa nobleza terrateniente.
Aunque tarde, en 1861, el zar Alejandro II firmó el manifiesto de emancipación de los siervos, con
el que se abolía la servidumbre en Rusia. Con este gesto se permitió que el Estado repartiese tierras
entre los antiguos siervos en régimen de colectividad.
La industrialización era aún incipiente, pues se había iniciado con cierto retraso (finales del siglo
XIX) y estaba en gran medida controlada por capitales extranjeros, sobre todo franceses. El impulso
definitivo al proceso de industrialización lo recibió a partir de 1890 cuando comenzó a recibir un
apoyo directo del poder estatal. La combinación del impulso proporcionado por el que entonces era
el zar, Alejandro III, y de la emancipación de los siervos, tuvo consecuencias notables. Estas se
notaron sobre todo en relación a los transportes, muy especialmente en lo que se refiere a la cons-
trucción de ferrocarriles.
La burguesía industrial era muy escasa y el proletariado apenas representaba un 2% de la población.
La clase proletaria que estaba formándose en Rusia contaba con características peculiares. El origen
de los obreros industriales era mayoritariamente campesino. Aquejados por la falta de tierras, por
las deudas o por la imposibilidad de hallar trabajo en el campo, se dirigieron por millares a las ciu-
dades. En términos generales, se trataba de gente joven a la que la amenaza del hambre la arrancó
de sus lugares de origen para vivir en pésimas condiciones junto a las fábricas.
A finales del siglo XIX Rusia contaba con ocho áreas económicas centrales: la región de Moscú,
con centros dedicados a las industrias textil, metalúrgica y química; la de San Petersburgo, centrada
en la metalurgia, la maquinaria y los textiles; la de Ucrania en el sur, con carbón, minerales y pro-
ductos químicos básicos; la de Bakú, con su enorme riqueza petrolera; la de los Urales, dedicada a
la metalurgia; la del suroeste, relacionada con la producción azucarera a partir de la remolacha; la
transcaucasiana, dedicada a la producción del manganeso y el carbón; y, finalmente, la polaca, que
contaba con actividades como las industrias textiles y químicas y la producción de carbón y de hie-
rro.
Por su parte, el campesinado fue la clase social que más sufrió los avatares de finales del cambio de
siglo. El avance industrial se estaba costeando con capital extranjero, con ayuda estatal y con un
arancel* proteccionista (el de 1891) muy elevado. Para pagar todo solo quedaba como recurso una
subida de los impuestos indirectos, que recayó primordialmente sobre la principal producción rusa,
la agrícola. Las hambrunas de 1891, 1898 y 1901 aumentaron las situaciones de inestabilidad y el
zar comenzó a ser cuestionado entre las masas campesinas.

A falta de una fuerte burguesía industrial y de una clase media numerosa que pudieran servir de
base social a un régimen liberal parlamentario, pervivía un modelo tradicional de monarquía autori-
taria, en la que el zar, con el apoyo de la alta nobleza y el clero, ejercía un poder prácticamente ili-
mitado sobre un pueblo carente de derechos, libertades e instituciones de representación política.
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En 1894 accedió al trono del imperio ruso Nicolás II. Lejos de constituir un régimen feudal, Rusia
se hallaba más cerca de ciertas formas de gobierno oriental. De esta manera, el zar nombraba direc-
tamente a una decena de ministros, cada uno de los cuales era responsable solo ante el zar. Justo
después del gobierno se encontraba el Consejo de Estado, órgano relacionado con la función legis-
lativa. Este órgano estaba compuesto por unos sesenta miembros procedentes de los ministros (ac-
tuales o pasados), miembros de la familia del zar y algunos funcionarios de importancia. En la prác-
tica no era otra cosa que una mera caja de resonancia de los deseos del monarca. En general se tra-
taba de una institución compuesta por miembros leales y sumisos en lugar de los más competentes.
El resultado fue un enorme desbarajuste burocrático y administrativo del régimen.

El zar Alejandro III (1881-1894) El zar Nicolás II (1894-1917)

A esta peculiar situación del Estado ruso se sumaba la propia personalidad del último zar, Nicolás
II, un autócrata que no tenía mentalidad de tal ni tampoco las dotes para representar ese papel. Do-
tado de admirables cualidades humanas, era patriota, tranquilo y hogareño. Su matrimonio con Ale-
jandra de Hesse fue realmente por amor (algo muy raro en los enlaces reales), que le obligó a opo-
nerse a la voluntad de sus padres. El apego a su mujer y la preocupación por su único hijo varón, el
zarevich Alexis, que padecía hemofilia, contribuyeron a convertirlo en alguien cada vez más retraí-
do. De ahí que manifestara una tendencia nada oculta a mantenerse a distancia del pueblo que go-
bernaba. Siempre reacio a cualquier intento de modernización política, se aferró a una concepción
arcaica de la monarquía, basada en el poder absoluto de origen divino.
El monarca actuaba investido de un poder absoluto; la Iglesia oficial (la Iglesia ortodoxa rusa) le
proporcionaba todo el respaldo ideológico necesario y una legitimación divina; la nobleza y las
Fuerzas Armadas realizaban una función de contención del descontento social reprimiendo de ma-
nera tajante cualquier brote de oposición al sistema; los paganos de los territorios conquistados
(musulmanes y seguidores del chamanismo* siberiano) no fueron molestados, mientras que los
cristianos al margen de la Iglesia ortodoxa y especialmente los judíos fueron objeto de todo tipo de
discriminación y no pocas veces de malos tratos.

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La confianza en un sistema convencido de sus virtudes y que se negaba a hacer unos cambios mí-
nimos, comenzó a verse erosionada en la última década del siglo XIX. Esto se manifestó además de
una manera sin precedentes en la aparición de fuerzas políticas organizadas.

-Los primeros partidos políticos

A/ Los eseritas (Partido Social-Revolucionario)

La aparición de los eseritas se produjo en 1901. Carecían de una organización centralizada, pero sus
acciones se basaban en provocar una gran insurrección campesina con el fin de acabar con las injus-
ticias de la autocracia*. En el curso de esta insurrección, los campesinos sin tierras podrían obte-
nerlas y después, de manera gradual, se avanzaría hacia formas socialistas de propiedad agraria.
Hasta que llegara ese momento, los eseritas debían defender reformas relativamente moderadas
como la jornada de ocho horas, la concesión de libertad política o la convocatoria de una Asamblea
Constituyente*.
Sin embargo, ese programa chocaba con el aparato terrorista eserita. Con la comisión de atentados
individuales, los eseritas pretendían causar al enemigo no solo bajas sino también erosionar su or-
ganización y su prestigio.
Pese a ser un grupo político subestimado por la historia, contó con no pocos simpatizantes entre in-
telectuales y disfrutó de una enorme influencia en el campo ruso hasta inicios de los años veinte. En
determinado momento los eseritas fueron la fuerza política de oposición al régimen numéricamente
más importante de Rusia.

B/ Los liberales (Partido Democrático Constitucional, KDP)

A diferencia del liberalismo de otras naciones, que, fundamentalmente, había pretendido liquidar el
sistema del Antiguo Régimen por las limitaciones que imponía al progreso social y económico de la
burguesía, el liberalismo ruso no tenía unas raíces económicas sino intelectuales e incluso morales.
Sus seguidores estaban entre los profesionales, los artistas y pensadores y, en menor medida, entre
los terratenientes medios.
En 1902 tuvo lugar en Stuttgart la fundación del periódico Liberación, cuyo director era Struve, un
antiguo marxista. El programa de Liberación abogaba por la creación de un frente único, que abar-
cando desde los terratenientes más liberales a los sectores partidarios de la revolución, pudiera for-
zar al sistema a realizar algunas concesiones sustanciales como el establecimiento de las libertades
políticas, la convocatoria de una asamblea que elaborara una ley electoral y la constitución de un
parlamento.
El Partido Constitucional Democrático (KDP), liberal y reformista, que aspiraba a una monarquía
constitucional y parlamentaria de tipo occidental, fue fundado en 1905, ya como partido legal. Sus
miembros eran conocidos como kadetes.
El carácter democrático, abierto y pluralista de los liberales no tardó en convertirlos en una fuerza
política de oposición de enorme magnitud.

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C/ Los socialdemócratas (Partido Obrero Socialdemócrata Ruso)

Abogaban por otorgar un papel políticamente prioritario al proletariado. Tal postura quedó expuesta
en 1898 cuando se fundó el Partido Socialdemócrata Ruso. En el mismo congreso fundacional se
afirmó que la finalidad última era traer el socialismo a Rusia, pero este no era posible sin un previo
desarrollo capitalista y la formación posterior del proletariado.
Se trataba, por tanto, de un partido marxista. Esta ideología fue introducida en Rusia por Plejánov,
pero chocaba frontalmente con la situación real de un país agrario como era el caso de Rusia. Tan
incómoda circunstancia explica que desde el principio el partido careciera de una unidad de acción
e incluso de concepción. En 1901-1902 Lenin ya había expresado en un folleto titulado ¿Qué ha-
cer? los principios sobre los que debería girar la actividad del partido. Lenin había llegado a la con-
clusión de que, para lograr que el proletariado acabara aceptando el principio de la lucha de clases,
resultaba imperativo crear una organización de revolucionarios que, de manera profesional, se dedi-
caran a inyectar esta conciencia de clase.
En 1903, en el curso del II Congreso del Partido Socialdemócrata celebrado en Bruselas y Londres,
socialdemócratas como Axelrod y Mártov combatieron de manera frontal las tesis de Lenin, que
chocaban con el auténtico pensamiento marxista. El enfrentamiento entre ambas posiciones se per-
petuó en los años siguientes, dando lugar a las dos grandes divisiones del socialismo ruso:

1. Los bolcheviques (que significa “mayoritarios”), dirigidos por Lenin, defendían la organiza-
ción de un partido fuerte de profesionales de la revolución, que actuara como vanguardia de
la clase obrera para establecer la dictadura del proletariado.
2. Los mencheviques (que significa “minoritarios”), en cambio, optaban por un partido de ma-
sas, abierto al pluralismo de tendencias y dispuesto a aliarse con los partidos liberales y bur-
gueses, hasta que las condiciones permitieran llevar a cabo la revolución socialista.

Eseritas, liberales y socialdemócratas iban a enfrentarse en 1905 con un desafío que sacudió a la
autocracia zarista con un vigor jamás conocido.

Miembros más relevantes de la “Unión de Lucha por la Emanci-


pación de la Clase Obrera” de San Petersburgo, embrión del Par-
tido Obrero Socialdemócrata Ruso, diciembre de 1895.
(Sentado en el centro, con ambos brazos apoyados en la mesa,
Lenin)
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-La guerra ruso-japonesa (1904-1905) y la revolución de 1905

A comienzos del siglo XX, la situación en Rusia era de constantes protestas tanto por parte de los
trabajadores industriales como por parte del campesinado. A partir de 1904, se estableció un régi-
men de emergencia en el que no existía ni un solo súbdito del zar que no pudiera ser detenido en
cualquier momento, o cuyo hogar no estuviera sujeto a registro.
En buena medida, el conflicto con Japón, en Extremo Oriente, se debió al deseo de las autoridades
zaristas de desviar la atención de la población de los asuntos internos. Resultaba necesaria una vic-
toria militar en el exterior para apaciguar a las masas en torno a la bandera del patriotismo. Japón
había sido hasta solo unas décadas antes una nación aislada y más atrasada que Rusia, de manera
que una guerra contra ella parecía una magnífica ocasión de unirse a todo un país en torno al zar y a
un Ejército victorioso. Sin embargo, Japón había acometido su modernización con un éxito mucho
mayor que Rusia, tanto en el terreno militar como diplomático.
Los japoneses habían contemplado con desconfianza cómo desde 1895 Rusia había comenzado una
expansión en Oriente, que se había llevado a cabo desde la base de Port Arthur en Manchuria y que
después había penetrado en Corea a pesar de las protestas japonesas y de sus ofrecimientos de llegar
a un acuerdo pacífico. Finalmente, convencidos de que no tenían otra salida, en febrero de 1904 los
japoneses desencadenaron un ataque con torpedos contra la flota rusa que, ya de entrada, logró co-
locarlos en una situación de primacía naval.
Finalmente, la victoria japonesa fue incontestable, llegando ambas naciones a un acuerdo en la Paz
de Portsmouth, en el verano de 1905. Aunque las pérdidas territoriales rusas no fueron muchas, sin
embargo la derrota tuvo efectos muy negativos sobre la autocracia zarista.

La miseria y los descalabros militares, atribuidos por la población a la incompetencia del gobierno y
de los mandos del ejército, crearon un clima de descontento generalizado que desembocó en la re-
volución de 1905, a la que el régimen zarista sobrevivió a duras penas.
La revolución se prolongó durante todo el año, al mismo tiempo que se desarrollaba la guerra contra
Japón, y en ella intervinieron, sin llegar a unir sus esfuerzos, todos los grupos sociales opuestos al
autocrático régimen zarista: la burguesía liberal, los obreros y el campesinado.
El 9 de enero de 1905 según el calendario juliano* ruso (22 de enero, en el calendario gregoriano
europeo), San Petersburgo fue escenario de la mayor manifestación ocurrida hasta entonces en la
historia de Rusia. Unas doscientas mil personas, en su aplastante mayoría trabajadores con sus fami-
lias, que llevaban iconos y estandartes religiosos, se dirigieron al Palacio de Invierno con la inten-
ción de ver al zar. Al frente se encontraba un pope (sacerdote de la iglesia ortodoxa) llamado Ga-
pón, que había fundado una sociedad de asistencia obrera. El motivo inmediato de la protesta fue el
despido de cuatro obreros de los talleres
Putílov a finales de diciembre de 1904.
Las reivindicaciones no se limitaban a
pedir la readmisión de los compañeros
despedidos, sino que incluían desde la
jornada de ocho horas al permiso para
tener representantes, pasando por la aten-
ción médica gratuita o la percepción de
salarios durante la huelga.
El conflicto se fue generalizando en todo
Pintura de Iván Vladimirov que representa el “Domingo San- San Petersburgo, hasta el punto de que
griento” entre el 7 y el 8 de enero comenzaron a
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llegar tropas a la ciudad.
La respuesta de Gapón ante el empeoramiento de la situación consistió en apelar directamente al
zar. Redactó así un manifiesto en el que repetidamente se hacía referencia al origen divino de la
monarquía, pero en el que también se llamaba la atención sobre la necesidad de crear una Asamblea
Constituyente y de articular una serie de reformas como la separación de la Iglesia y el Estado, las
libertades individuales, la sustitución de los impuestos indirectos por un impuesto progresivo sobre
la renta, la entrega de tierras al pueblo o la paz con Japón. La única respuesta recibida fue una orden
de arresto dirigida contra Gapón.
El domingo 9 de enero los trabajadores se encontraron frente a las tropas zaristas. Estas comenzaron
a disparar descarga tras descarga sobre una masa indefensa.
Al mes siguiente, los desórdenes habían vuelto a reproducirse, incluso con mayor gravedad. Las
huelgas, las manifestaciones estudiantiles y los atentados se recrudecieron. Estas circunstancias lo-
graron que en febrero el zar entregara un edicto a su ministro de Interior, en virtud del cual se com-
prometía a convocar a los representantes del pueblo con la finalidad de preparar nuevas leyes.
Las noticias de la derrota contra Japón terminaron por avivar los ánimos contra el régimen zarista.
Crecieron las revueltas en el campo, así como las huelgas de trabajadores, que no solo exigían re-
formas laborales, sino que también sus reivindicaciones eran de carácter político. La autocracia se
vio totalmente aislada en medio de sus súbditos sin aparente capacidad para reaccionar.
En este ambiente revolucionario, Nicolás II se vio obligado a otorgar, mediante el llamado Mani-
fiesto de Octubre, algunas libertades políticas (prensa, reunión, expresión y asociación), se adquiría
el compromiso de ampliar la restringida ley electoral de agosto, y prometió la convocatoria de una
Duma* con poder legislativo, elegida por sufragio universal masculino, sustituyendo a la antigua
Asamblea, que no era otra cosa que una ampliación del Consejo de Estado con simple carácter con-
sultivo.
Una de las consecuencias más trascendentales de esta situación política para el desarrollo de los
acontecimientos en el futuro fue la aparición de los sóviets*. Comenzaron siendo simples comités
de huelga, pero no tardaron en transformarse en órganos elegidos por todos los obreros de la ciudad
en la que se hallaban, lo que añadió a las reivindicaciones económicas un vago matiz político. En
octubre de 1905 se formó el Sóviet de San Petersburgo. Los mencheviques (que siempre habían
propugnado la acción de masas frente a la teoría de los revolucionarios profesionales de Lenin) vie-
ron en la aparición del sóviet una oportunidad extraordinaria para convertirse en el partido de base
popular a la que aspiraban. El 13 de octubre de 1905 el Soviet de San Petersburgo celebró su prime-
ra reunión. El modelo fue copiado en medio centenar de ciudades y pronto sobrepasó los límites
obreros para acabar siendo constituido por campesinos y soldados.

A finales de año, la agitación revolucionaria


fue cediendo y Nicolás II, con el apoyo de la
mayoría del ejército y de los sectores socia-
les conservadores, se hizo con el control de
la situación.
El zar, desde su recuperada posición de fuer-
za, no estaba dispuesto a reducir su poder
autocrático y la apertura política prometida
en el “Manifiesto de Octubre” quedó reduci-
Sóviet de delegados obreros de San Petersburgo (1905)
da a una reforma más aparente que real:

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• Se creó la nueva Duma con poder legislativo, pero se acabó dando mayor peso electoral al voto
de los terratenientes y grandes propietarios en perjuicio del voto de los campesinos y trabaja-
dores (200 terratenientes contaban con el derecho a un diputado, mientras que para tener ese
mismo diputado, la cifra de obreros debía aumentar hasta 90.000).
• Se otorgó también poder legislativo al Consejo de Estado, que quedó equiparado a una Cámara
Alta parlamentaria (Senado), cuyos miembros eran designados por el propio zar (la mitad) o
por diferentes organismos (la otra mitad), lo que se traducía en un claro predominio de la no-
bleza y el clero.
• Se mantuvo intacta la autoridad suprema por derecho divino que tenía el zar: nombramiento y
cese de los ministros, disolución de la Duma y convocatoria de nuevas elecciones, aprobación
o veto de las leyes previamente aprobadas por la Duma y el Consejo de Estado, política exte-
rior, dirección militar, alteración de las sentencias dictadas por los tribunales de justicia; inclu-
so, el zar hasta podía legislar por decreto.

De este modo, la Duma, el único órgano democrático de representación, quedó en la práctica sin
apenas poder y fue disuelta por el zar en dos ocasiones a los pocos meses de constituirse.

-Los efectos de la Primera Guerra Mundial

El 28 de junio de 1914, Austria declaró la guerra a Serbia, y Rusia acudió en defensa de esta, aliada
con Francia y Reino Unido contra Austria y Alemania.
En Rusia la reacción popular fue de entusiasmo general. Incluso en el seno de las organizaciones
socialistas rusas, como en las del resto de Europa, se produjo una división de pareceres entre quie-
nes apoyaban la participación en la guerra para defenderse de la agresión extranjera, y quienes la
consideraban una consecuencia del imperialismo y apelaban al internacionalismo de la clase obrera.
Sobre el papel, el potencial de Rusia era extraordinario. Su población de 170 millones de habitantes
contaba en la primera etapa de la movilización con más de tres millones de hombres. Sin embargo,
contaba con grandes problemas logísticos: sus efectivos de artillería y aviación eran muy inferiores
a los alemanes, y en el terreno naval Alemania también contaba con ventaja. Por si fuera poco, en el
país más extenso del mundo como era Rusia, la cantidad de kilómetros de vía férrea construidos era
escasa en relación a la Europa occidental, de modo que la distancia media que debía recorrer en tren
un soldado ruso desde su punto de embarque hasta el centro de movilización era de unos 1.000 ki-
lómetros, mientras que en el caso alemán no pasaba de los 260.
Entre 1914 y el armisticio de 1917, las derrotas se sucedieron desde el mismo inicio. En agosto de
1914, la batalla de Tannenberg se cobró la muerte de 170.000 soldados rusos y no menos de sesenta
mil prisioneros; fue la victoria alemana más indiscutible de toda la guerra.
En abril de 1915 se desencadenó la contraofensiva alemana. Mediante una utilización masiva de la
artillería y de la aviación, los atacantes fueron destrozando una tras otra a las unidades rusas, que,
en su apresurada retirada, estuvieron a punto de verse cercadas en Polonia. Los suministros habían
sido siempre un problema para el Ejército ruso, pero en aquella ocasión todo adquirió un tinte de-
sesperado, hasta el punto de que sus cañones solo podían disparar un proyectil al día, la infantería
carecía de munición y las tropas de reserva ni siquiera disponían de fusiles.
La guerra se cobró entre 1.700.000 y 2.000.000 de hombres, la cifra más alta de entre los aliados.
Por otra parte, Rusia sufrió el número más elevado de muertos civiles entre los países que participa-
ron en la guerra.

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Además, los alimentos empezaron a escasear, los precios se dispararon y los salarios obtenidos tras
agotadoras jornadas laborales no alcanzaban a cubrir las necesidades básicas, lo que obligó a esta-
blecer sistemas de racionamiento.
Por todo ello, la inicial euforia patriótica dio paso al descontento y al rechazo a la guerra, máxime
cuando la inmensa mayoría de los soldados eran campesinos que dejaban a sus familias en una la-
mentable situación de desamparo.
Entretanto, aumentaban el descrédito de la monarquía y la impopularidad de la familia real:

a) En agosto de 1915, Nicolás II, a pesar de su total ignorancia en asuntos militares, asumió el
mando supremo del ejército y se desplazó al frente, convencido de que debía dar ejemplo al pue-
blo ruso. Pero solo consiguió que los fracasos del ejército lo desprestigiaran aún más a ojos del
pueblo.
b) Desde entonces, la zarina Alejandra, que nunca había gozado de la simpatía popular por su
origen alemán y su actitud distante, ejerció toda su influencia sobre el ausente zar para encum-
brar a sus amigos en los altos cargos políticos y deshacerse de quienes consideraba sus rivales.
En los diecisiete meses que el zar estuvo en el frente (hasta su derrocamiento en la revolución de
febrero de 1917), se creó un clima de total arbitrariedad política, con una sucesión continua de
ministros.
c) Además era de dominio público el poder que un siniestro monje místico y curandero de vida
licenciosa, Rasputín, ejercía sobre la familia real y en especial sobre la voluntad de la zarina. A
él se atribuían las principales decisiones políticas y la degradación de la monarquía, motivo por
el cual una conjura nobiliaria acabó con su vida al ser asesinado a finales de 1916, ocasionando
gran júbilo entre el pueblo ruso.

Grigori Yefímovich Rasputín


(1896-1916)
Nicolás II visitando las tropas rusas en el frente

LAS REVOLUCIONES DE 1917

La causa de fondo de la agitación revolucionaria de 1917, que condujo a la caída del régimen zaris-
ta, fue la agudización de la crisis general (económica, social y política) que atravesaba el país por
los efectos de la guerra:

a) La escasez y carestía de alimentos y productos básicos en la retaguardia, así como la pésima


dirección de un ejército de campesinos reclutados a la fuerza, mal equipado y desabastecido, que
sumaba una derrota tras otra con millones de bajas, provocaron un creciente descontento.
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b) El descrédito de la monarquía, cada vez más autoritaria y desconectada de la realidad, acentuó
la oposición política no solo de los grupos socialistas, sino también de amplios sectores liberales,
que empezaron a considerar el cambio de régimen como única salida para evitar la revolución
popular.

-La Revolución de febrero y la caída del régimen zarista

La revolución de febrero de 1917 presenta al menos dos similitudes con la de 1905: ambas se
desarrollaron en el contexto de una guerra en curso (la ruso-japonesa en 1905, y la Primera Guerra
Mundial en 1917), que agudizaron las difíciles condiciones de vida de las clases populares; y ambas
también se iniciaron con una masiva manifestación de protesta en la capital del Imperio, San Pe-
tersburgo, que pasó a denominarse Petrogrado desde el comienzo de la guerra en 1914.
El 13 de febrero de 1917 comenzaron a tener lugar algunas manifestaciones en Petrogrado en el
curso de las cuales la gente rompía escaparates para robar comida y gritaba consignas en contra de
la guerra, de la policía y de la especulación. Una semana después, la situación revistió una gravedad
especial. Los días 22 y 23 de febrero el hambre catapultó a la calle a auténticas muchedumbres de
obreros en huelga.
Las huelgas y los tumultos ca-
llejeros continuaron y se exten-
dieron también a otras ciudades,
en especial de la región de
Moscú, con violentos choques
contra la policía y el ejército. La
situación adquirió una gravedad
tal que el 25 de febrero el zar
ordenó aplastar las manifesta-
ciones mediante el uso de la
fuerza. Pero aquella misma no-
che las tropas se amotinaron.
Algunos soldados primero, y
regimientos enteros después, se Mujeres manifestantes en Petrogrado (1917). En las pancartas, mensajes como Ali-
pusieron de lado de los manifes- mentad a los hijos de los defensores de la patria o Subid el salario a las familias de
tantes. Soldados y trabajadores los soldados-defensores de la libertad y de la paz mundial. Ambos se refieren al
impacto económico de la Primera Guerra Mundial en la población.
asaltaron arsenales y fábricas de
armas, con lo que la revuelta se
convirtió en insurrección arma-
da y en la capital se desató el caos y la violencia de las multitudes: se atacaron cuarteles de la poli-
cía, se liberó a los presos de las cárceles y los marinos de la cercana base naval de Kronstadt asesi-
naron a sus jefes y oficiales. La totalidad de la guarnición de Petrogrado, ciento setenta mil hom-
bres, se había declarado en abierta rebeldía.
La historiografía actual coincide en que la participación de los soldados y marinos armados, rasgo
específico desde febrero de 1917, fue un factor determinante del triunfo de la revolución, mucho
más que el papel desempeñado por obreros y campesinos.

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Estaba claro que la fuerza armada, que tanto había utilizado el zar, ya no estaba dispuesta a seguir
siendo manejada, de modo que Nicolás II buscó a los culpables entre los políticos que habían apo-
yado las reformas y ordenó suspender la Duma. La mayoría de los diputados decidieron desobede-
cer a su vez al zar y no disolverse, aunque optaron por reunirse de manera oficiosa. A su vez, los
diputados fueron presionados igualmente por los soldados levantados en armas, de modo que te-
mían una reacción popular que condujese a un vuelco revolucionario.
En un último intento de salvar la disnastía, los diputados suplicaron al gran duque Miguel, hermano
del zar, que asumiese el poder, derribara al gobierno y obligara a Nicolás II a nombrar ministros
responsables. Intentó, primero, negociar con su hermano, pero cuando finalmente Miguel decidió
convertirse en un rey constitucional sujeto a lo que decidiera una futura Asamblea Constituyente, ya
era demasiado tarde. Miguel, un hombre más inteligente, realista y liberal que su hermano, Nicolás
II, solo reinó un día. Durante la medianoche del 27 de febrero, los diversos dirigentes de los parti-
dos se constituyeron en comité provisional de la Duma. Tras mucha incertidumbre, tres días des-
pués el comité nombraba un gobierno provisional.

-El fracaso del gobierno provisional

Tras la extinción de la monarquía zarista se abrió una difícil situación política, con dos poderes pa-
ralelos en permanente tensión:

a) El gobierno provisional, que tenía el poder formal, constituido tras la abdicación del zar. Se
trataba de un gobierno de mayoría liberal, si bien era una coalición de todas las fuerzas de
oposición a la autocracia, desde los liberales más moderados a la izquierda no socialdemó-
crata. Su presidente, el príncipe Lvov, era un intelectual pacifista. De entre los ministros, en
su mayoría liberales, se encontraba un representante de la izquierda que tendrá un gran pro-
tagonismo en el desarrollo posterior de los acontecimientos en Rusia: se trataba del ministro
de Justicia, Kerenski. Las primeras medidas del gobierno provisional fueron decretar una
amnistía inmediata, la libertad de expresión, de prensa y de reunión, y se anunció la convo-
catoria de una Asamblea Constituyente elegida libremente.
b) El sóviet de Petrogrado, sorprendido, igual que el gobierno provisional, por la caída del zar.
Ese mismo día 27 de febrero, cuarenta miembros del sóviet se reunieron para constituir el
Comité Ejecutivo Provisional del Sóviet de Diputados de los Obreros. Gracias a la interce-
sión de Kerenski (que era miembro tanto del gobierno provisional como del sóviet de Petro-
grado), se permitió a este Comité Ejecutivo reunirse en una de las dependencias del Palacio
de Táuride, donde celebraraba sus sesiones la Duma. La primera orden aprobada por el Só-
viet (controlado por los eseritas y los mencheviques) fue la de asumir la autoridad sobre las
tropas de Petrogrado. Asimismo se creó una comisión de contacto con el gobierno cuya fina-
lidad era mantener una información mutua y así intentar influir sobre las decisiones guber-
namentales.

Tanto eseritas como mencheviques no tuvieron ningún inconveniente en colaborar con el gobierno
provisional siempre que este llevara a cabo el programa de acción que había anunciado. Todo pare-
cía indicar que la revolución burguesa se había consumado sin derramamiento de sangre y que ese-
ritas y mencheviques no intentarían acabar con ella sino dotarla más bien de un contenido democrá-
tico y social.
La situación se caracterizaba por la existencia de dos órganos (el Sóviet y el gobierno), de los cuales
el segundo contaba con una autoridad formal pero no con un poder real, mientras que el primero
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disponía de poder real pero temía llevarlo hasta sus últimas consecuencias. Por esto mismo la situa-
ción del gobierno provisional no dejaba de ser muy delicada precisamente por su grado de provisio-
nalidad. Era obvio que debía dejar de serlo cuanto antes para ser sustituido por otro que ya emanara
directamente de la voluntad de una asamblea elegida democráticamente.
Entre sus decisiones, el gobierno provisional decidió continuar en la guerra mundial, en contra del
clamor popular en favor de la paz, lo que a la larga sería la causa principal de su fracaso, pues los
imperativos de la guerra obligaron a aplazar las reformas que el gobierno tenía intención de implan-
tar.
En mayo se formó un nuevo gobierno también presidido por el príncipe Lvov. Kerenski se convir-
tió en ministro de Guerra, y entraron otros cinco ministros socialistas. Estos pertenecían a los men-
cheviques y los eseritas. El programa del nuevo gobierno incluía una petición de paz sin anexiones,
que respetara el principio de autodeterminación, la transferencia ordenada de la tierra a los campe-
sinos y la reorganización del Ejército. Sin embargo, la agitación social siguió en aumento: los sol-
dados desertaban en masa, los obreros tomaban el control de las fábricas, los campesinos ocupaban
las tierras y las minorías nacionales reclamaban una mayor autonomía.
En julio Kerenski asumió la jefatura del gobierno y en un escenario de desastrosa evolución de la
guerra se tuvo que enfrentar a una doble amenaza:

A/ Por la derecha, la postura del comandante en jefe del ejército ruso, Kornílov, preocupado por
la situación de un frente que se desmoronaba hora a hora y partidario de eliminar la autoridad
paralela del Sóviet. Kerenski terminó por deponer a Kornílov.

B/ Por la izquierda, el creciente poder de los bolcheviques en los sóviets más importantes, como
el de Petrogrado o el de Moscú. Sus veinte mil afiliados de febrero se habían multiplicado por
diez a finales de julio. No obstante, los bolcheviques continuaban siendo una minóría irrelevante
frente al poder de los mencheviques. Solo la presencia de un líder carismático, como fue Lenin,
serviría para dotar a los bolcheviques de una fuerza imparable, intensificando las tareas de agita-
ción. Esta labor la llevó a cabo apelando al descontento de las masas mediante una serie de con-
signas que lo atizaran aún más, de entre las cuales la más significativa era la que se refería a la
guerra mundial.

El estallido de la revolución sorprendió a Lenin en un cómodo


exilio suizo. Para él resultaba imperativo regresar y el camino le
quedó fácilmente allanado por la coincidencia de sus intereses con
los de la política alemana. Desde hacía tiempo los servicios secre-
tos alemanes habían llegado a la conclusión de que le sería alta-
mente valioso un debilitamiento de la Rusia zarista llevado a cabo
por los propios revolucionarios rusos. Entre los primeros nombres
que sonaron para llevar a cabo esta labor en favor del Imperio
alemán estuvo el de Lenin.
En la tarde del 3 de abril de
1917 (16 de abril según el ca-
lendario gregoriano occidental),
llegó a la Estación de Finlandia
Llegada de Lenin a la estación de
Finlandia de Petrogrado en Petrogrado. Lenin era uno
más de entre los más de cuatro-
cientos exiliados que regresa- Vladimir Illich Uliánov (Lenin)
(1870-1924)
11
ban a Rusia bajo la protección del gobierno alemán con la esperanza de que hicieran saltar en peda-
zos el país.
La llegada de Lenin resultó un auténtico revulsivo que afectó a sus compañeros bolcheviques. Lenin
supo captar que la oposición radical a la guerra podía ser la palanca que le permitiera acabar con el
gobierno provisional y abrir el camino a la revolución deseada. Fue entonces cuando expuso un
nuevo programa de actuación, las denominadas Tesis de abril, radicalmente distinto a lo que defen-
dían en ese momento los socialistas moderados e, incluso, buena parte de los propios bolcheviques:

a) La oposición a la guerra imperialista en curso y la retirada de Rusia de la misma, argumen-


tando que la culpa de la misma recaía en el capitalismo y que no se le podría poner fin hasta
que el sistema capitalista quedara derrotado.
b) La denegación de apoyo al gobierno provisional mediante la agitación de masas. Esto se
debía a que, según Lenin, la primera fase de la revolución había concluido y se estaba vivien-
do una transición a la segunda fase revolucionaria, en que el poder pasaría al proletariado y a
los sectores más pobres del campesinado.
c) La instauración de una república basada en el poder de los sóviets, no parlamentaria.
d) La nacionalización de la tierra para ponerla bajo el control de los sóviets locales de campe-
sinos.
e) Finalmente, Lenin proponía la creación de una internacional revolucionaria y abogaba por
el cambio del nombre del partido a fin de que dejara de llamarse “socialdemócrata” y pasara a
denominarse “comunista”.

En abril los bolcheviques eran aún una reducida minoría en casi todos los sóviets, pero desde enton-
ces no dejó de aumentar su influencia. Los bolcheviques pasaron a defender una postura de encarni-
zada oposición al gobierno provisional y de feroz competencia con mencheviques y eseritas para
privarles de su mayoría en los sóviets.

-La revolución bolchevique de octubre

El gobierno provisional asumió el compromiso de salvaguardar las conquistas obtenidas con la re-
volución de febrero, evitar un conflicto armado y convocar una Asamblea Constituyente. Las elec-
ciones para esta última quedaron fijadas para el 12 de noviembre, debiendo tener lugar su apertura
formal a finales de ese mismo mes. Los bolcheviques no podían permitirse que llegara a elegirse la
Asamblea Constituyente y que concluyera el proceso democrático.
Con un gran sentido de la oportunidad, Lenin no dudó en difundir el lema de “todo el poder a los
sóviets”, aparecida ya en las Tesis de Abril. Pero, de momento, el Sóviet de Petrogrado no tenía in-
tención de derribar a un gobierno con mayoría de ministros eseritas, mencheviques y socialistas.
Durante los días finales de septiembre y los primeros de octubre se tenía la sensación en Rusia de
que no existía ningún tipo de orden ni autoridad. El Ejército se desintegraba en masa y los comités
de soldados no solo no impedían esa situación sino que la favorecían.
Mientras tanto, el dominio de eseritas y mencheviques se mantuvo en la gran mayoría de los sóviets
extendidos por todo el país. Solamente los bolcheviques lograron mayoría en el sóviet de Moscú.
Fue entonces cuando Lenin pidió al Comité Central bolchevique que diera inicio a los preparativos
para una insurrección armada, sin esperar a contar con una verdadera mayoría. Las condiciones en
ese momento parecían las idóneas. Sin embargo, no todos los dirigentes del partido compartían su
opinión. Al final se impuso el criterio del nuevo dirigente del Sóviet de Petrogrado, León Trotsky,
12
personalidad fundamental, junto a Lenin, en el triunfo final de la Revolución. La única discrepancia
que Trotsky planteaba en relación con la posición de Lenin giraba en torno a la fecha más idónea
para el alzamiento. En opinión de Trotsky, el momento ideal sería el de la reunión del II Congreso
de los Sóviets de toda Rusia, anunciada para el 25 de octubre. De esta manera, el carácter minorita-
rio de los bolcheviques se vería disfrazado, presentándose como un apoyo de los Sóviets.

Sóviet de Petrogrado (San Petersburgo)

Entre el 24 y el 25 de octubre (6 y 7 de noviembre en el calendario occidental), se desarrolló la in-


surrección, sin apenas resistencia ni alteración de la vida en la capital, en contra de la visión mitifi-
cada que se transmitió después. La Guardia Roja* y grupos de soldados afines a los bolcheviques
ocuparon los centros estratégicos de la ciudad, creyendo que estaban combatiendo a la contrarrevo-
lución, y sitiaron el Palacio de Invierno, sede del gobierno, cuyos miembros se entregaron a los bol-
cheviques, salvo Kerenski, que logró huir.
El 25 de octubre se reunió, como estaba previsto, el Segundo Congreso de los Sóviets de toda Ru-
sia. Aunque contaba con mayoría bolchevique, sin embargo un número considerable de los delega-
dos no estaba dispuesto a permitir que los bolcheviques implantaran una dictadura. La totalidad de
los mencheviques y el ala moderada de los eseritas leyeron una resolución en la que expresaban su
repulsa más absoluta contra el golpe bolchevique y a continuación abandonaron la sala. Este aban-
dono significó que el Congreso quedó con una abrumadora mayoría de bolcheviques y socialrrevo-
lucionarios de izquierda.
Al día siguiente, 26 de octubre, el congreso aprobó el traspaso del poder a los sóviets de diputados
de obresos, soldados y campesinos, creándose de este modo un gobierno que recibió el nombre de
Consejo de Comisarios del Pueblo, compuesto solo por bolcheviques, ya que los socialrrevolucio-
narios no quisieron formar parte de él. Este contaba con un programa fundamental del nuevo go-
bierno soviético, redactado por Lenin:

A. El decreto sobre la paz, que encomendaba el inicio inmediato de negociaciones para un ar-
misticio con los países participantes en la guerra mundial, sin indemnizaciones ni anexiones.
B. El decreto sobre la tierra, que confiscaba las tierras de la corona, la aristocracia y la Iglesia, y
las entregaba a los sóviets para su distribución entre los campesinos, de acuerdo con el pro-
grama de los socialrrevolucionarios de izquierda.
C. El decreto sobre las empresas industriales, que pasaban a estar bajo control de los represen-
tantes de los trabajadores.
13
D. El decreto sobre las nacionalidades, que declaraba a todos los pueblos del Estado ruso igua-
les y soberanos, con derecho a constituirse en Estados autónomos.

Se completaba este programa con la democratización en el ejército, el abastecimiento de pan y pro-


ductos básicos y la convocatoria de una Asamblea Constituyente.

LENIN Y LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO SOCIALISTA (1917-1924)

Aún eran muchos los grupos sociales y políticos que se oponían a la monopolización del poder por
parte de los bolcheviques: desde la aristocracia y el clero, partidarios de un retorno a la monarquía
zarista, hasta los liberales, eseritas y socialistas moderados, partidarios de una democracia parla-
mentaria y constitucional.

-La consolidación del poder soviético bajo control bolchevique

Con el horizonte inmediato de los bolcheviques en el poder, estos no tuvieron reparo en que se ce-
lebraran las elecciones a la Asamblea Constituyente. Los bolcheviques contaban con la ocupación
de todos los puestos del Consejo de los Comisarios del Pueblo, defendiendo que el verdadero poder
del pueblo se encontraba en los sóviets, elegidos directamente por obreros, soldados y campesinos,
y no en una asamblea parlamentaria, propia de un Estado burgués.
Sin embargo, los resultados electorales a la Asamblea fueron desalentadores para los bolcheviques:
obtuvieron el 24% de los votos, siendo los eseritas los que lograron la mayoría absoluta.
Cuando se fijó la fecha de apertura de la Asamblea para el 18 de enero de 1918, Lenin tomó la deci-
sión de que esta nunca debería tener lugar, recurriendo a la fuerza armada como el instrumento que
se había mostrado decisivo solo unas semanas antes. Mencheviques y eseritas decidieron celebrar la
apertura de la Asamblea mediante una pacífica manifestación cívica; en un momento determinado,
las fuerzas movilizadas por Lenin abrieron fuego sobre la comitiva sin ningún tipo de adverencia,
produciendo un centenar de muertos y heridos.
Aun así, se celebró una sesión de la nueva Asamblea con mayoría de eseritas y socialistas. Al día
siguiente, cuando los diputados intentaron acceder al Palacio de Táuride (sede de la Asamblea), es-
tos descubrieron que los accesos estaban cubiertos por soldados con ametralladoras y dos piezas de
artillería. Aquel 19 de enero de 1918 el Comité de Comisarios del Pueblo la declaró disuelta.

Sala de reuniones de la Duma Estatal de Rusia, convertida en Asamblea Nacional Constitu-


yente en 1918, en el Palacio de Táuride

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En marzo de 1918 la capital se estableció en Moscú y el Partido Bolchevique cambió su nombre por
el de Partido Comunista.
Poco después, en el Quinto Congreso de los Sóviets de toda Rusia se aprobó la Constitución sovié-
tica rusa, con la que nacía el primer Estado socialista de la historia, denominado República Socialis-
ta Federativa Soviética de Rusia:

A. El poder supremo de la República residía en el Congreso de los Sóviets de diputados obre-


ros, campesinos y soldados de toda Rusia, que se reunía ordinariamente dos veces al año.
B. El órgano legislativo y de control entre congresos era el Comité Ejecutivo Central de los Só-
viets.
C. El órgano ejecutivo, equivalente al gobierno, era el Consejo de los Comisarios del Pueblo,
con dieciocho comisarios (ministros).

La Constitución reconocía el derecho a elegir y a ser elegidos para los sóviets solo a los que vivie-
ran de un trabajo productivo o socialmente útil (obreros, campesinos y soldados), mayores de 18
años, tanto hombres como mujeres; y privaba de ese derecho a los que tenían empleados asalariados
o vivían de las rentas (burgueses y capitalistas) y al clero. Se trataba, en definitiva, de combatir las
formas de explotación capitalistas mediante lo que el marxismo definía como “dictadura del proleta-
riado”.

-La negociación de la paz: el Tratado de Brest-Litovsk (1918)

En aplicación del derecho sobre la paz aprobado por el Segundo Congreso de los Sóviets, Trotsky,
como comisario de Asuntos Exteriores acordó en diciembre de 1917 la firma de un armisticio* con
las potencias centrales de la Primera Guerra Mundial. Después se iniciaron las negociaciones para
el definitivo tratado de paz, que Trotsky trató de prolongar todo lo posible, con la esperanza de que
la revolución se extendiera a los otros países en conflicto y pusiera fin a la guerra.
Pero finalmente Rusia tuvo que firmar el 3 de marzo de 1918 el Tratado
de Brest-Litovsk (localidad donde se encontraba el cuartel general ale-
mán del frente oriental), a pesar de las durísimas condiciones impuestas
por Alemania y de la pérdida de gran parte de los territorios europeos
(Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Ucrania), que represen-
taban un tercio de su población y de su tierra agrícola, y más de la mitad
de su industria.
La paz fue considerada vergonzosa por muchos rusos, incluso dentro de
las filas del propio Partido Comunista, y poco después Trotsky renunció
a su cargo como Comisario de Asuntos Exteriores. Pero, en opinión de
Lenin, era necesario perder espacio para ganar tiempo y Rusia no podía
hacer frente al mismo tiempo a la guerra mundial y a la guerra civil ini- León Trotsky (1879-1940)
ciada por entonces.

-La guerra civil (1918-1922): el comunismo de guerra y la dictadura del Partido

A principios de 1918 la revolución había triunfado en las principales ciudades y centros industriales
(Petrogrado, Moscú, etc.), pero extensas regiones estaban fuera del control de los bolcheviques.
15
Lenin era consciente del escaso apoyo popular a los bolcheviques, de modo que, un mes antes de
que se abriera la Asamblea Constituyente, ordenó la organización de una comisión especial para
combatir a los contrarrevolucionarios y especuladores, conocida por las iniciales ChK; se trataba de
un servicio secreto cuya finalidad era implantar un régimen de terror.
Tras la disolución de la Asamblea Constituyente, las fuerzas de oposición a los bolcheviques, una
vez cerrada la vía parlamentaria, recurrieron a las armas, desencadenándose una larga guerra civil
de cuatro años de duración, en la que se enfrentaron dos bandos muy diferentes:

A. Los “rusos blancos” o Ejército Blanco eran una mezcla de grupos con objetivos e intereses
dispares, que solo tenían en común su rechazo a los bolcheviques. Había desde partidarios de
restablecer el antiguo régimen zarista a defensores de la democracia parlamentaria instaurada
en la revolución de febrero (monárquicos, conservadores, liberales, mencheviques, socialrre-
volucionarios de derecha…). Sus fuerzas militares no constituían en realidad una estructura
unitaria y recibieron la ayuda de tropas extranjeras, en concreto de los aliados en la guerra
mundial (Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Japón); temían tanto la retirada de Rusia
de la guerra, como el contagio revolucionario en sus propios países.
B. Los comunistas, en cambio, eran una fuerza homogénea y unida, y contaban con el recién
creado Ejército Rojo, dirigido por Trotsky desde su nuevo cargo de comisario del pueblo de
Defensa, que consiguió incorporar a la causa revolucionaria a miles de antiguos oficiales del
ejército zarista.

Durante la primera fase de la guerra (hasta el final de la primera Guerra Mundial), la ventaja estuvo
del lado de los contrarrevolucionarios. Pero tras la retirada de las tropas extranjeras en la primavera
de 1919, el Ejército Rojo tomó la iniciativa y acabó alzándose con la victoria final. Aunque la gue-
rra había concluido prácticamente en 1920, en el extremo oriental de Siberia pervivieron hasta 1922
algunos focos de resistencia.
Las razones por las que los bolcheviques vencieron tuvieron que ver con el control de un territorio
densamente poblado y con que contaron con el grueso del ejército, los oficiales, las armas y las fá-
bricas de la Rusia zarista. Por su parte, los blancos estaban separados por largas distancias que les
impedían establecer una estrategia común. Además, la ayuda de países extranjeros a estos últimos
no fue tan decisiva como cabía esperar; la única intervención que mereció tal nombre fue la de Ja-
pón, pero su pretensión fue más bien la de asegurarse alguna anexión en el extremo oriental de Ru-
sia.

La guerra civil rusa (1918-1922)


Territorios perdidos en
Brest Litovsk

Territorios controlados por


el Ejército Rojo

16
Las circunstancias derivadas de la guerra civil sirvieron a los comunistas para justificar medidas ex-
tremas:

Se implantó el llamado comunismo de guerra, consistente en un control total de la economía


por parte del Estado, que requisó las cosechas, nacionalizó la industria, militarizó la produc-
ción y prohibió el libre comercio, sin que se evitara con ello el hambre y las penurias de la po-
blación.
Se aplicó una política de represión contra los supuestos “enemigos del pueblo”, acusación que
se fue extendiendo a todo aquel que disentía de las ideas o métodos bolcheviques. Su principal
instrumento fue la Cheka, dirigida por un bolchevique polaco llamado Felix Dzerzhinski y
creada antes de la guerra civil. El resultado más notorio de esta actuación represiva fue la eje-
cución de toda la familia real, los Romanov, en julio de 1918, tras haber permanecido bajo
arresto más de un año.
Se inició una dura persecución contra el clero, que se concretó en la prohibición de la educa-
ción religiosa en las escuelas, el encarcelamiento y ejecución de sacerdotes y monjas, y la con-
fiscación de todos los objetos de valor de las iglesias.
Se impuso la disolución de las corrientes del partido que pretendían una mayor democracia
interna.

Contra todo pronóstico, un conjunto de circunstancias favorables habían llevado a un minoritario


partido con una implantación limitada, a un escaso proletariado industrial y a un sector de los sol-
dados, a construir el primer Estado socialista en un país inmenso y atrasado en comparación con sus
vecinos europeos.
Lenin estaba convencido de que la revolución rusa solo podría sobrevivir si se convertía en el pri-
mer episodio de una revolución socialista a escala mundial. Por ello, ante la intervención interna-
cional en la guerra civil rusa, hizo un llamamiento al proletariado internacional para frenarla y pro-
movió en marzo de 1919 la fundación de la Tercera Internacional (también conocida como Interna-
cional Comunista o Komintern), con sede en Moscú y como heredera de la extinguida Segunda In-
ternacional. Sus planteamientos fundamentales eran dos:

1. El rechazo de la vía reformista y parlamentaria, defendida por la mayoría de los partidos so-
cialistas y socialdemócratas europeos.
2. La propagación mundial de la revolución con el objetivo prioritario de consolidar el triunfo
de la revolución rusa.

En el segundo congreso (1920) se impusieron es-


trictas condiciones para formar parte de ella. El re-
sultado fue el surgimiento de partidos comunistas
en todo el mundo, generalmente por escisión de
grupos minoritarios de los partidos socialistas, y
una nueva división del movimiento obrero interna-
cional en comunistas, partidarios del modelo de re-
volución marxista-leninista, y socialistas o social-
demócratas, partidarios de la vía reformista parla-
mentaria. Participantes en el primer congreso de la III Internacional

17
-La creación de la URSS y la Constitución de 1924

En diciembre de 1922, finalizada la guerra civil, se firmó un tratado de unión federal entre las repú-
blicas de Rusia, Bielorrusia, Ucrania y Transcaucasia (Georgia, Armenia y Azerbaiyán), que consti-
tuyeron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Después de poco más de un año, en enero de 1924, se aprobó la primera Constitución federal, que
definía la nueva estructura de la URSS y reonocía el derecho a separarse de la Unión a cada una de
las repúblicas adheridas y a todas aquellas que pudieran adherirse en un futuro. Esta Constitución se
sobreponía a las Constituciones particulares de cada república (como la rusa de 1918), pero sin sus-
tituirlas. Sin embargo, más allá de la estructura oficial del nuevo Estado federal, en la que los órga-
nos de poder eran los sóviets, con el Sóviet Supremo de la URSS a la cabeza, el verdadero poder lo
ejercía en la práctica el Partido Comunista, el único permitido.

-La Nueva Política Económica, la N.E.P. (1921-1927)

En 1921, cuando la guerra civil estaba prácticamente concluida, Lenin propuso en el X Congreso
del Partido Comunista la Nueva Política Económica (NEP), que habría de sustituir al ineficiente
comunismo de guerra. Como demostraría poco después la gran hambruna de 1921-1922, la necesi-
dad de un cambio era urgente: las cosechas requisadas con el comunismo de guerra habían privado
a los campesinos del aliciente de producir más y una parte importante de lo producido se ocultaba o
desviaba al mercado negro, con lo que la producción agraria en 1921 no llegaba a la tercera parte de
la de 1913; y la industrial estaba aún peor, pues se había reducido al 13%.
La NEP, considerada como una etapa transitoria para salir de la depresión y poder desarrollar des-
pués una economía socialista integral, consistía en aplicar un modelo de economía mixta, que com-
binaba prácticas de la economía de libre mercado capitalista con otras de la economía socialista
bajo dirección estatal:

A. Se permitió de nuevo la propiedad privada de los campesinos y la libre comercialización de


sus productos, una vez entregada al Estado la cuota correspondiente. Con ello se pretendía
estimular la producción agraria.
B. Se desnacionalizaron las pequeñas industrias y volvieron a ser de propiedad privada, para
facilitar la producción de los bienes de consumo más demandados.
C. Se restableció la economía monetaria, con la acuñación de un nuevo rublo.
D. Como pervivencia de la economía socialista, el Estado mantuvo la propiedad y el control de
las grandes industrias, la banca, los transportes y el comercio exterior.

En 1926 se recuperaron los niveles de producción anteriores a la Guerra Mundial, pero aumentaron
las diferencias sociales, particularmente en el campo, donde resurgió la clase de campesinos aco-
modados (los kulaks) frente a un elevado número de campesinos pobres o sin tierra.

18
LA DICTADURA DE STALIN (1924-1939)

En realidad, la época de Stalin se extendió hasta su muerte en 1953, sin embargo, en este tema se
limita hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

-La sucesión de Lenin (1924-1927)

Aquejado de una grave enfermedad, Lenin se había ido retirando de la actividad política desde
1922 y había previsto para su sucesión una dirección colegiada, en la que destacaban dos figuras
principales, de ideas y talantes opuestos. Por un lado, Trotsky, defensor de la revolución permanen-
te, que consideraba necesario el triunfo de la revolución en los países más desarrollados para garan-
tizar el éxito del socialismo en un país atrasado como la Unión Soviética. De otro lado, Stalin, par-
tidario de un Estado fuerte controlado por la cúpula de un partido sin fisuras y defensor de la tesis
del socialismo en un solo país, según la cual era posible y prioritario consolidar el socialismo pri-
mero en la Unión Soviética, sin esperar para ello al triunfo de la revolución en otros países.
Stalin era desde 1922 secretario gene-
ral del Partido Comunista, un cargo IÓSIF STALIN
menor que él fue transformando hasta (1878-1953)

convertirlo en la máxima jefatura. De


su autoritarismo receló ya el propio
Lenin en sus últimos años.
Tras la muerte de Lenin en 1924, Sta-
lin, para hacerse con el control total
del poder, empezó a eliminar a sus ad-
versarios políticos. El principal era
Trotsky, al que destituyó como Comi-
sario de Guerra en 1925, lo apartó del
politburó o comité ejecutivo del parti-
do en 1926, lo expulsó del partido en
1927 y de la Unión Soviética en 1929.
Similar destino siguieron otros muchos Georgiano de origen, era hijo de un zapatero y quedó huérfano desde tem-
de sus adversarios. prana edad. Realizó estudios eclesiásticos en un seminario y se unió al Par-
tido Obrero Socialdemócrata Ruso. En la división que sufrió el partido en
1903 se alineó con los bolcheviques. En la revolución de octubre de 1917
adoptó el apodo de Stalin (“hombre de acero”), en sustitución de su nombre
real, Iossif Vissariónovich Dzhugashvili. Su lealtad a Lenin le facilitó
☭ ascender en la burocracia del Partido Comunista y en él despempeñó desde
1922 el cargo de secretario general, que acabó convirtiendo en el de máxi-
ma autoridad tras dotarle de un poder que no tenía en su origen.

-El control estatal de la economía y el acelerado crecimiento industrial

La tesis estalinista del socialismo en un solo país exigía un proceso de industrialización acelerado
para superar el atraso de la Unión Soviética y transformarla en una gran potencia económica y mili-
tar capaz de garantizar la pervivencia de la revolución.
Por otra parte, se decidió acabar con el sistema mixto (estatal y privado) de la Nueva Política Eco-
nómica (NEP) y establecer un absoluto control estatal de la economía, para lo cual se adoptaron dos
medidas simultáneas y complementarias: los planes quinquenales y la colectivización de la agricul-
tura.
19
A/ Los planes quinquenales

Desde 1928 se implantó la planificación imperativa* por parte del Estado, que fijaba qué se debía
producir, cómo y cuánto, mediante planes quinquenales. Este sistema se mantuvo hasta el final de la
Unión Soviética en 1991.
En el periodo comprendido hasta los comienzos de la Segunda Guerra Mundial se diseñaron y apli-
caron los tres primeros planes quinquenales, aunque el último se interrumpió en 1941, en plena gue-
rra mundial.
El objetivo era superar el atraso industrial del país y crear en poco tiempo una fuerte industria pesa-
da y militar. Aunque no se alcanzaron las ambiciosas metas marcadas en los diferentes planes, la
URSS se convirtió en la tercera potencia industrial del mundo y su estructura socioeconómica expe-
rimentó grandes cambios: la renta nacional casi se cuadruplicó, se produjo un aumento considerable
de la población urbana, la mujer se incorporó masivamente al trabajo y el analfabetismo se redujo
de forma notable.
Sin embargo, el proceso de industrialización soviético tuvo dos grandes debilidades. Por una parte,
la industria de bienes de consumo se sacrificó en favor de la industria pesada, por lo que la mejora
del nivel de vida de la población fue muy limitada. Y, por otra parte, la agricultura quedó también
subordinada al desarrollo industrial y su producción en algunos casos no llegó al 25% de lo marca-
do en los planes.

B/ La colectivización de la agricultura

A finales de 1929, al mismo tiempo que se ejecutaba el primer plan quinquenal, se decidió aplicar
una política de colectivización de la tierra igualmente acelerada, con la que se pretendía poner fin a
la pequeña y mediana propiedad para que aumentara la producción agraria y sirviera de base al pro-
ceso de industrialización en marcha.
La colectivización representaba una vuelta al programa inicial de la revolución, temporalmente in-
terrumpido por la Nueva Política Económica (NEP), y supuso la generalización de dos modelos de
propiedad socialista de los que ya existían precedentes en la época de Lenin:

I. El sovjós o “granja soviética” era una explotación agrícola estatal en la que la tierra, el gana-
do, las instalaciones, aperos y maquinaria, así como la producción final eran propiedad del
Estado, para el cual los campesinos y administradores trabajaban como asalariados.
II. El koljós o “granja colectiva” se diferenciaba del sovjós en que solo la tierra y la maquinaria
eran propiedad del Estado, mientras que la producción final y los beneficios pertenecían al
koljós y se distribuían entre sus campesinos en proporción a las horas trabajadas. Estos,
además, podían tener una pequeña parcela individual y algunos animales. Una gran parte de
los nuevos koljoses se formaron uniendo varias tierras privadas y convirtiéndolas en una sola
explotación colectiva. En 1927 había casi 15.000 koljoses y en 1937 eran ya 240.000, que
incluían al 90% del campesinado.

Esta colectivización forzosa chocó contra una fuerte resistencia de los campesinos que hasta enton-
ces habían disfrutado de propiedades privadas, en especial se resistieron los kulaks (campesinos
acomodados), que se oponían a entregar a las granjas colectivas sus tierras y sus animales. Muchos,
incluso, prefirieron sacrificar su ganado antes que entregarlo, lo que repercutió en una importante
reducción de la cabaña.
20
Stalin venció esta resistencia con violentas medidas coercitivas, como el asesinato o el traslado for-
zoso de kulaks y de pueblos enteros a granjas colectivas distantes de sus lugares de origen.
Sin embargo, los resultados económicos no fueron del todo satisfactorios: la producción de cereales
aumentó, pero no por la mejora de los rendimientos agrícolas, sino por la roturación de nuevas tie-
rras; en cambio, la cabaña ganadera de 1935 era todavía inferior a la de 1928.

Propaganda soviética sobre el plan quinquenal

-El régimen político: la dictadura del terror

Desde Stalin, el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) ejerció de
hecho la jefatura real del Estado, ya que todos los altos cargos políticos eran miembros del partido y
estaban sometidos a las decisiones tomadas por la dirección del mismo.
El régimen dictatorial de Stalin se construyó sobre dos bases fundamentales:

a) El culto a la personalidad del líder supremo, mediante una intensa labor de propaganda que
lo presentaba como padre de la nación, protector y guía, infalible en sus decisiones.
b) Una política de brutal represión y de terror contra cualquiera que se apartara mínimamente
de sus planteamientos, incluidos sus más cercanos colaboradores.

Los instrumentos de que se sirvió para imponer su política de terror fueron esencialmente tres:

A. El NKVD, siglas en ruso del Comisariado Popular de Asuntos Internos, nueva policía políti-
ca a la que se dotó de un enorme poder al servicio del dictador y que mantenía a toda la po-
blación bajo estrecha vigilancia.
B. El GULAG, rama del NKVD encargada de los campos de concentración y trabajo forzoso
establecidos por todo el territorio de la Unión Soviética, en los que fueron recluidos en su
mayor parte disidentes políticos.
C. Las purgas contra sus adversarios, tanto dentro del partido (entre ellos toda la vieja guardia
bolchevique) como fuera de él, acusados de contrarrevolucionarios y de enemigos del Estado
en juicios que eran auténticas farsas sin las mínimas garantías legales. Por este procedimien-
to cientos de miles fueron condenados a muerte, y otros muchos murieron en prisión o en
campos de concentración.

21
-La Constitución de 1936

La Constitución de 1936 respondía a la necesidad de fijar en un nuevo texto las transformaciones


políticas y económicas llevadas a cabo desde 1924, fecha de la anterior Constitución.
Representó la consolidación del régimen soviético y se mantuvo en vigor durante cuarenta años,
hasta 1977, en que fue sustituida por una nueva. En contraposición al clima de terror impuesto por
Stalin, la Constitución de 1936 ofrecía una imagen amable y democrática del sistema político so-
viético.
En sus primeros artículos definía la URSS como un “Estado socialista de obreros y campesinos”,
en el que quedaba abolida la propiedad privada de los medios de producción y, según el principio de
que “quien no trabaja, no come”, se declaraba el trabajo como una obligación y un derecho.
La organización política era la de un Estado federal compuesto por un conjunto de “repúblicas fede-
radas” iguales en derechos, cada una de ellas con su propia Constitución y sus órganos de poder, y
con libertad para separarse de la URSS.
Los órganos superiores de poder para toda la Unión eran:

a) El Sóviet Supremo de la URSS, que ejercía el poder legislativo y estaba dividido en dos
cámaras, elegidas cada cuatro años por sufragio universal:

• El Sóviet de la Unión, como representación del país en su conjunto.


• El Sóviet de las Nacionalidades, como representación de los diferentes territorios.

b) El Presidium del Sóviet Supremo de la URSS, o jefatura colegiada de Estado, elegido por
el Sóviet Supremo.
c) El Consejo de los Comisarios del Pueblo de la URSS, o gobierno integrado por los comi-
sarios o ministros, elegido por el Sóviet Supremo.
d) El Tribunal Supremo de la URSS, máximo órgano del poder judicial, elegido igualmente
por el Sóviet Supremo cada cinco años.

La Constitución establecía esta misma estructura para cada una de las repúblicas federadas.

Lo más innovador de la Constitución era el capítulo dedicado a los derechos y deberes fundamenta-
les de los ciudadanos, que introducía, en comparación con las constituciones anteriores y las occi-
dentales de su tiempo, importantes derechos laborales y sociales, sin establecer distinciones por
sexo, nacionalidad o raza: derecho a un trabajo garantizado, con jornadas laborales de siete horas
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como máximo; al descanso, con vacaciones anuales pagadas, red de sanatorios y centros de ocio y
alojamiento; derecho a una prestación económica en la vejez o en caso de enfermedad, con asisten-
cia médica gratuita y una red de balnearios; y derecho a una educación gratuita en todos los niveles.
Se establecía el sufragio universal (de hombres y mujeres), directo y secreto, para elegir o ser elegi-
do en los sóviets de todos los niveles. Se acababa, por tanto, con la limitación del derecho a voto
establecida por la Constitución rusa de 1918. Pero solo podían presentar candidatos las organizacio-
nes sociales y las asociaciones de trabajadores, cuyo núcleo dirigente debía estar siempre formado
por miembros del Partido Comunista.
En resumen, si bien es cierto que la Unión Soviética garantizó a todos los trabajadores conquistas
sociales, también lo es que fue a costa del sacrificio de las libertades más elementales, por más que
la Constitución de 1936 presentara una imagen de régimen democrático que en nada coincidía con
una represiva dictadura de partido único. En la URSS de Stalin, el ideal marxista de un paraíso de
los trabajadores se había transformado de sueño en pesadilla.

DE LAS VANGUARDIAS AL REALISMO SOCIALISTA

Antes de la revolución de 1917, escritores y artistas habían gozado de una relativa libertad creativa,
y algunos de ellos habían sido figuras destacadas de los movimientos de vanguardia que recorrían
Europa.
Fue el caso, por ejemplo, del poeta Maiakovski, iniciador del futurismo literario en Rusia, o del
pintor Malévich, creador del suprematismo, una variante de la abstracción geométrica.

Vladimir Maiakovski Composición suprematista (1916),


de Kazimir Malévich

Pero en los años veinte, tras la revolución bolchevique, se abrió un debate entre los partidarios de
las vanguardias y quienes defendían una literatura y un arte más realistas y fáciles de entender por
el pueblo, al servicio de los ideales socialistas. El arte de vanguardia comenzó a verse con sospecha.
En los años treinta, con Stalin ya en el poder, se zanjó la cuestión y el Partido Comunista definió el
arte de las vanguardias como contrarrevolucionario. Lo experimental e innovador se consideró de-
cadente y burgués. A partir de entonces se impuso como doctrina y práctica oficial de la literatura y
el arte el realismo socialista, cuyo propósito era reflejar la realidad social y exaltar el mundo de los
trabajadores y su conciencia de clase.

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Aunque la tónica general de este nuevo estilo fue la mediocridad (en particular en la pintura y la
escultura), no se deben ignorar algunas figuras verdaderamente destacables, como Máximo Gorki
en la literatura o Serguéi Eisenstein en el cine (El acorazado Potemkin, Octubre).

“Torre de la Trecera El escritor Máximo Gorki


Internacional” (1920) por Tatlin

REALISMO SOCIALISTA

Kustodiev, “Bolchevique” (1920)

El director de cine Serguei Eisenstein Escena de “El acorazado Potemkin” (1925) de


Serguei Eisenstein

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VOCABULARIO

*Arancel: Impuesto que se aplica a todos los bienes que son objeto de exportación e importación.

*Chamanismo: Creencias y prácticas tradicionales que aseguran la capacidad de diagnosticar y


de curar el sufrimiento del ser humano, incluso la capacidad de producirlo. Estas prácticas son
llevadas a cabo por los chamanes.

*Autocracia: Sistema de gobierno que concentra el poder en una sola persona (a veces diviniza-
da) cuyas acciones y decisiones no están sujetas a restricciones legales ni a mecanismos de con-
trol.

*Asamblea Constituyente: Organismo de representantes elegidos por el pueblo que tiene como
función redactar una constitución, dotado para ello de plenos poderes o poder constituyente al
que deben someterse todas las instituciones públicas.

*Calendario juliano: En la Rusia zarista se mantenía el calendario juliano, establecido por Julio
César en el año 46 a. C., mientras que en Occidente se había adoptado desde el siglo XVI el ac-
tual calendario gregoriano, establecido por el papa Gregorio XIII. Ambos calendarios eran igua-
les, salvo en la determinación de los años bisiestos, por lo que el calendario juliano iba con trece
días de retraso respecto al gregoriano. Este último se estableció en la nueva Unión Soviética en
1923.

*Duma: Denominación rusa de la Asamblea representativa de la nación, equiparable a un Parla-


mento.

*Sóviet: Término ruso que significa “consejo” y que se había empleado ya para designar algunas
instituciones zaristas, como el Consejo de Estado Imperial (Gosudarstvennyi Soviet). Pero con la
revolución de 1905 adquirió un nuevo significado, como asamblea de delegados de los obreros,
elegidos democráticamente. Desde la revolución de 1917, los sóviets se convirtieron en el princi-
pal órgano de representación de los trabajadores, los soldados y los campesinos, y se crearon a
todos los niveles (sóviets de distrito, de ciudad, de provincia, de Estado).

*Guardia Roja: Grupos armados de obreros, creados en 1917 en las fábricas de Petrogrado y
Moscú para proteger la revolución frente a los contrarrevolucionarios. Actuaban bajo la dirección
de los bolcheviques.

*Armisticio: Acuerdo que firman dos o más países en guerra cuando deciden dejar de combatir
durante cierto tiempo con el fin de discutir una posible paz.

*Planificación imperativa: Es propia de los países socialistas (frente a la “planificación indicati-


va” de algunos países capitalistas). El Estado fija de antemano, para un periodo de tiempo, los
objetivos de producción que pretende alcanzar, y trabajadores y empresas deben someterse a
ellos.

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