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La leyenda del Charro Negro

La leyenda cuenta que por las desoladas noches, en las oscuras carreteras de México se
aparece un charro vestido con traje negro y sombrero, que cabalga un caballo del mismo
color que sus elegantes prendas. No se sabe exactamente que es este personaje al que
llaman “El Charro Negro”, si un alma en pena, un demonio proveniente del infierno, o
incluso el mismo diablo.
Para poder ver al misterioso Charro Negro, una persona tiene que caminar a solas durante
la carretera a altas horas de la noche, el muy cordialmente se ofrecerá a cabalgar a su lado
mientras la persona llega a donde desea. Si la persona llega a pasar cerca de una iglesia, si
comienza a amanecer o si llega a su destino, el Charro Negro muy amablemente se
despedirá y tomara su propio camino.
Y aunque pareciera que la visita de este paranormal espectro puede ser muy grata, hay
casos en los que las personas no corren la misma suerte, ya que en el transcurso del
recorrido, el Charro Negro ha llegando a tentar a las personas.
A los hombres, el Charro Negro les ofrece una bolsa de oro, si ellos aceptan, sería aceptar
la muerte, pues el diablo en ese instante tomaría sus almas.
A las mujeres, el charro las seduce para llevarlas en su caballo, si ellas aceptan y se suben,
el caballo empezara a correr despavorido para evitar que ellas puedan bajar, y así el
Charro Negro poder llevarlas consigo al infierno.
El tepecoyunque

Cocotitlán también tiene una bonita leyenda que fue conservada de generación en generación y
divulgada entre sus habitantes. Como la cabecera municipal está asentada en la falda del cerro,
mucho más arriba del caserío existe una cueva conocida popularmente con el nombre de
Tepecoyunque, de etimología desconocida, pero la más acertada pudiera ser "Cerca de la punta
del cerro". Dicha cueva tiene una entrada muy estrecha, al grado de que quien quiera entrar lo
tendría que hacer arrastrándose. La leyenda dice que el interior de la cueva es la morada del
diablo y en tiempo de "secas" (de noviembre a abril), es el lugar donde se obtienen toda clase de
verduras y legumbres para la comida familiar, debido a que el diablo, único morador de
Tepecoyunque, surte de todas estas riquezas a toda persona que acude a su cueva en su
búsqueda. Este diablo de Tepecoyunque, que tiene sus sembradíos dentro de su cueva, no pone
condiciones para proveer a sus visitantes, no es como el de otras leyendas que deben entregarle
su alma para que haga favores; no, éste es generoso como todos los habitantes de Cocotitlán, por
eso está bien identificado con ellos, y por eso nunca le faltan visitantes, pues su único requisito es
visitarlo y serle fiel. De manera que en tiempos de "secas" cuando en Cocotitlán no hay elotes, ni
calabacitas, ejotes, habas, etc. y en la comida del día se incluyen estas legumbres, surge la
pregunta segura: ¿de dónde trajiste estas habitas?, y la respuesta obligada es: "pos' de
Tepecoyunque".Esto dice la leyenda, pero en nuestro tiempo, es increíble que las vías y los medios
de comunicación y de transporte hayan venido a dar al traste con esta bonita leyenda; porque
ahora, con la facilidad de estos medios, ya es posible conseguir estas legumbres en toda época, y
por lo tanto ya no es motivo de asombro ver que en pleno diciembre estemos comiendo elotes,
calabacitas, habas o ejotes, y por este motivo ya nadie se acuerda de Tepecoyunque, así que la
leyenda tiende a ser olvidada por las nuevas generaciones.

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