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NEOLIBERALISMO

NICOL JULIANA MENDOZA REYES

QUINTANA HERNANDEZ WILLIAM RICARDO

COLEGIO TECNICO SANTO TOMAS


ECONOMIA Y POLITICA
MADRID - CUNDINAMARCA
2023
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Índice

1. Relación neoliberalismo e individuo ………………......................................1

2. Relación con estado …………………………………………. 2

3. Relación con empresas …………………………………………. 3

4. Punto de vista del sistema neoliberal…………………………………………. 4


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Relacion neoliberalismo e indivuduo

Pensadores como Hobbes, Spinoza, Locke, Rousseau y Kant consideraron


conveniente partir por el estudio del hombre para conocer los fundamentos de la
sociedad y el Estado. Comenzando por el análisis de la naturaleza humana y el
movimiento de las pasiones, Hobbes dedujo de manera lógica la necesidad de una
máquina artificial que él llamó Leviatán, creada por la voluntad de los hombres
que, movidos por el miedo, se ven impulsados a crear un poder común lo
suficientemente fuerte para evitar la posibilidad real de muerte violenta que surge
en un hipotético estado de naturaleza. Esta operación lógico deductiva no tomó
como punto de partida de su investigación la consideración de las condiciones
históricas específicas que pueden producir la guerra y posibilitar su superación,
sino que, antes bien, partió del análisis moral del hombre para conocer el
mecanismo de funcionamiento que hace posible la creación del Estado para
conseguir la paz. Esta es una práctica teórica común entre clásicos y neoclásicos,
que toman al individuo y sus modos de actuación, supuestamente universales,
como punto de partida para el análisis de formas sociales y económicas
determinadas. Como consecuencia de este proceder metodológico, se tiende a
“proyectar en los individuos una buena parte de la estructura social que pretenden
explicar”.

El materialismo mecanicista de Hobbes tomó la existencia física de los cuerpos


como principio explicativo de la realidad y el pensamiento, pero nunca se le ocurrió
tomar la realidad social concreta como punto de partida para el análisis de los
individuos, para entender bajo qué condiciones los hombres realizaban sus actos y
llevaban a cabo su existencia. Tuvieron que pasar dos siglos más para que Marx
fundara lo que en su Tesis décima sobre Feuerbach llamó materialismo nuevo,
que parte de la “actividad sensible” de las personas como sujetos socialmente
activos, lo cual pone en estrecha relación la historia y la praxis social como
principio constitutivo de la realidad humana.

La perspectiva marxiana adoptó el punto de vista según el cual las prácticas


sociales están condicionadas por el grado de evolución y desarrollo que ha
alcanzado la organización de la sociedad en cada época. Marx que “la sociedad
no consiste en individuos, sino que expresa la suma de las relaciones y
condiciones en las que esos individuos se encuentran recíprocamente situados”.
La sociedad, entonces, es anterior a cualquier decisión racional individual, pues en
realidad ella establece los parámetros que definen la racionalidad dentro de esas
relaciones, ya que la totalidad de la estructura social está definida antes de que los
hombres se encuentren con ella. De ahí que refiriéndose a la sociedad burguesa
afirme que es “necesario el capital, pero en absoluto los capitalistas”. Por esto es
necesario conocer la relación principal entre capital y trabajo, y reconocer el
carácter secundario que tienen las relaciones personales entre capitalista y obrero
como agentes que expresan en sus relaciones una determinada estructura
económica. A la moderna sociedad burguesa le es indiferente que el capital esté
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en tales o cuales manos, pues todo capital ahora existente “existe


independientemente de, y de ningún modo se identifica con, un individuo particular
o una clase particular Es el capital, y no el capitalista, lo esencial para las
operaciones del productor”.

No son las personas las que determinan al capital, por el contrario, es el capital el
que condiciona la acción y se sirve de los hombres para realizar a través de ellos
su propio fin. En este sentido se expresa Alfred Schmidt cuando afirma que “Marx
entiende los modos de conducta de los individuos como funciones del proceso
objetivo. En la historia transcurrida hasta hoy los individuos se han presentado
menos como sujetos libres que como ‘personificación de categorías económicas’”
Esta idea es también recogida por Karel Kosik, quien en su obra Dilectica de lo
concreto escribe:

Así pues, si se quiere conocer el funcionamiento de la sociedad, no es suficiente


tomar como objeto inicial de estudio la conducta de los individuos, pues aun
cuando sus comportamientos sean conscientes y voluntarios no podrían
fácilmente sustraerse del conjunto de relaciones que los disponen a actuar; no
estaría en sus manos representar de una manera diferente el papel que prescribe
una determinada configuración social, a través de la cual los individuos ponen en
movimiento estructuras económicas que encarnan y personifican, esto es,
estructuras reales que los condicionan a actuar y a ocupar un lugar específico en
la producción social global, por lo cual estos se comportan como representantes
de relaciones sociales en las que se mueven y llevan a cabo sus acciones. Esto se
reafirma con más fuerza en la formación económica específicamente capitalista,
donde el trabajo ocupa un lugar primordial en su forma abstracta como productor
de valores de cambio, y se convierte en principio constitutivo de relaciones
sociales que articulan un nexo social humano a través de mercancías en tanto
formas objetivadas de la mediación social que terminan condicionando todos los
ámbitos de la vida humana. En el análisis de Marx, la determinación específica del
trabajo que produce mercancías para el intercambio constituye el medio por el
cual se adquieren los bienes de otros productores con los que hay que entrar en
contacto a través del mercado.

Cada productor se sirve, pues, de su propio trabajo como un medio para acceder a
los productos de los demás. Lo que se ofrece es una mercancía o un servicio que
sirve de objeto útil para el consumidor, pero que esencialmente sirve de medio de
intercambio para quien lo vende. Que el producto del trabajo sea un objeto útil es
una condición social general de todo trabajo, pero que sea un objeto útil para
otros y nunca para quien lo produce es la determinación económica históricamente
específica de la sociedad capitalista. Que el producto nunca sea valor de uso
inmediato para su dueño es una condición que la mercancía impone en tanto
valor. La doble determinación de la mercancía como valor de uso y valor de
cambio expresa, respectivamente, el doble carácter del trabajo como trabajo
concreto y trabajo abstracto. En una sociedad de propietarios privados que
producen independientemente unos de otros el trabajo sirve de mediador social
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dado que crea una configuración objetiva que obliga al intercambio de productos.
Las relaciones sociales entre las personas dejan de ser relaciones abiertas y
directas, justamente porque el trabajo se convierte en mediador social por el que
las personas entran en contacto para adquirir los productos de los otros. No son
los individuos los que directamente participan de la mediación social, sino que se
trata más bien de una mediación social objetiva independiente de la voluntad de
quienes intercambian, los cuales han entrado ya en una interdependencia general
constituida por un tipo de trabajo que reemplaza las relaciones abiertas entre las
personas.

Después de exponer la naturaleza de los productos del trabajo como mercancías y


las condiciones que hacen posible las operaciones de intercambio entre ellas,
Marx procede en El capital a introducir a los poseedores de mercancías y los actos
de intercambio que se realizan entre ellos. De esta manera, una vez expuesto el
marco establecido por la producción de mercancías, Marx analiza el ámbito de la
circulación y las actividades mercantiles de las personas bajo los parámetros que
configuran sus relaciones mediadas por el intercambio. Toda esta estructura social
es el supuesto de las acciones posibles de los que participan en ella como
agentes en el marco establecido por la producción de mercancías. Así mismo
considera Maurice Godelier, quien en su libro Racional e Irracional en economía,
afirma que “no se puede partir de los individuos y de la forma general de
comportamiento orientado a un fin para analizar el contenido de la racionalidad de
los sistemas y de los agentes económicos”.

Sin embargo, en el contexto de la actual sociedad neoliberal el trabajo es


concebido como una actividad libre que los sujetos despliegan en un ámbito
abierto carente de restricciones y límites, llevada a cabo por individuos racionales
que se proponen un objetivo: extraer la máxima ganancia mediante el menor gasto
posible de recursos. Este marco de comprensión es defendido por la economía
neoclásica que “parte de los individuos que maximizan su utilidad y fundamenta
las relaciones de cambio en los cálculos de utilidad que realizan los individuos”
(Heinrich, 2018, p. 79).

En el mundo neoliberal la economía no está muy interesada en estudiar las


estructuras económicas, la posición social de las personas, ni los mecanismos de
producción o de intercambio, sino que más bien prefiere concentrarse en el
análisis del comportamiento humano a partir de la relación medios y fines. Para el
neoliberalismo, escribe Foucault (2007) citando a Lionel Charles Robbins, “la
economía es la ciencia del comportamiento humano” (p. 260). Con ello, la
economía deja de ser el análisis de procesos y toma principalmente en cuenta la
conducta, los fines y los cálculos racionales de quienes emprenden una acción
estratégica dentro del mercado. El cálculo racional, el goce, el placer y las
preferencias subjetivas es lo que se tiene en cuenta para considerar al individuo
en la actividad que desempeña. El individuo despliega su acción como un
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resultado del cálculo que debe producir los mayores resultados, por lo que cada
cual debe examinar los medios más efectivos para alcanzar metas más altas y
rentables que lo conduzcan al éxito y al triunfo de su empresa.

Con la figura del empresario de sí mismo, analizada por Foucault y tan


profusamente invocada en esta época, se alude a un tipo de individuo que se ve
impelido a asumirse como una persona que gestiona los recursos de los que
dispone para poder competir. Ser empresario de sí significa proyectarse,
capitalizarse, invertir en sí mismo, modelar la conducta y generar una nueva
subjetividad en consonancia con el mercado.

La libre concurrencia es presentada en el neoliberalismo como un espacio que


brinda ilimitadas posibilidades para el éxito individual. Basta con que cada quien
asuma retos y defina claramente sus propios fines y propósitos. El dinero, el
prestigio, la reputación, la obtención de logros y la conquista de metas, en una
palabra, el éxito social y económico parecieran estar disponibles para quien desea
acudir a ellos. El esfuerzo y el compromiso individuales se vuelven virtudes que
previenen contra el fracaso y la mediocridad. Cada quien es dueño de sí mismo y
cada uno está a cargo de su propio yo. La derrota está proscrita y el fracaso está
excluido como opción. Triunfar, tal es la meta con la que los hombres
estereotipadamente felices y optimistas de nuestra época se levantan cada día y
emprenden su tarea diaria: la de ser los dueños de sí mismos, administradores de
su tiempo y jefes de su propia empresa.

Sin embargo, acceder al reino prometido de la realización individual no es tan fácil


como arguyen los admiradores optimistas del modelo neoliberal. En la carrera
frenética por alcanzar la meta muchos empresarios entusiastas se quedan a lo
largo del camino. Las cifras en Colombia son reveladoras. Según el estudio de
Confecámaras sobre el comportamiento empresarial en 2017, el 70% de las
empresas que nacen en Colombia logran mantenerse durante el primer año, pero
6 de cada 10 empresas fracasan antes del quinto año de su fundación, y del total
de empresas que se cancelan cada año cerca del 98% son microempresas. Según
Romo, “aunque en el país se crean muchas empresas cada año, la tasa de
supervivencia de los nuevos emprendimientos es baja, 29,7%”. En países de la
OCDE como Reino Unido, Italia y Francia las empresas tienen una tasa de
supervivencia mayor, cercana al 50%. Entre las causas de los cierres se
menciona la falta de planeación, errores de gestión, escasez de recursos
financieros y desinformación del mercado que dificulta la toma de decisiones. El
emprendedor tiene que enfrentarse a un sinnúmero de factores para entrar en un
mercado invadido por grandes capitales que son los que en definitiva dominan el
mercado. De hecho, el capital económico y las ganancias proporcionales
condicionan en gran medida el mantenimiento a largo plazo de un proyecto
empresarial. Según el estudio ya citado, “solo un pequeño número de empresas
grandes concentran el 91% de las exportaciones totales de Colombia, las pymes
participan apenas con el 8% de las exportaciones y las microempresas aglutinan
solo el 1%”.
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Relacion con estado

El desarrollo político de una nación se alcanza a través de la construcción de un


Estado en el cual el conjunto de sus instituciones opera en beneficio del interés
general. El escenario de la democracia permite que esta operación se efectúe
contando con la voz mayoritaria de los ciudadanos y con la opinión que ellos
tienen acerca de los problemas y asuntos prioritarios por atender.

Se registra con persistente frecuencia una tendencia a la distorsión del escenario


democrático por la corrupción de las instituciones públicas mediante mecanismos
que las ponen al servicio de intereses privados y sectoriales. Cuando ello ocurre, y
sobre todo cuando ocurre de manera excesiva, la democracia se desvirtúa
absolutamente. En estas condiciones, se transforma en una fachada para legitimar
prácticas generalizadas de corrupción.

Esto sucede en condiciones de un muy precario desarrollo político de una nación,


y tiene la perversidad de constituir un escenario que se retroalimenta y agrava
hasta cuando un verdadero mecanismo de ruptura radical rompe el círculo vicioso
de su reproducción.

Por otra parte, la capacidad de interacción a nivel internacional y, en última


instancia, la soberanía de una nación, dependen de la existencia de instituciones
legítimas, dentro de las cuales se garantice la sucesión de gobiernos legítimos, la
existencia de instituciones parlamentarias respetables y la continuidad de una
justicia operante.

Las carencias o distorsiones en uno o varios de estos aspectos generan una


situación de debilidad que puede llegar a ser extrema, en la cual la soberanía se
ve profundamente afectada por las presiones externas o por la incapacidad de
ejercer una interlocución adecuada con los otros actores del sistema internacional.

De acuerdo con lo anterior, el aprovechamiento de los recursos naturales, la


creación de ventajas comparativas en los mercados internacionales, la distribución
de la riqueza, concebida esta distribución como igualdad en las oportunidades de
educación, de salud, de empleo, de bienestar, la interacción internacional y en
general, la movilización de una sociedad a través de sus instituciones en la
búsqueda del beneficio general, tienen como requisito el desarrollo político,
entendido éste como el adecuado funcionamiento de las instituciones públicas,
liberadas de los nocivos mecanismos de corrupción antes descritos.

En la actualidad existe un mayor nivel de conciencia y activismo en la ciudadanía


sobre la gravedad del problema de la corrupción y la impunidad. Pero es necesario
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generar un mayor consenso y voluntad de la ciudadanía para incrementar con


mayor energía y vigor las demandas de la transparencia e integridad en la gestión
pública.

En el camino hacia la construcción de procesos ciudadanos para promover la


transparencia y disminución de la corrupción pública y privada, será necesario,
profundizar las demandas y exigencias, renovar los métodos y prácticas,
acercarnos a la raíz y causas fundamentales del deterioro ético y moral de la
sociedad dominicana.

En estos momentos el equilibrio y la armonía entre las organizaciones sociales y


los actores estatales, se convierte en un camino espinoso por los distintos
intereses políticos partidarios y económicos que inciden en el Estado y se
interponen el interés general y colectivo.

Es necesario profundizar la participación de la población en el seguimiento,


monitoreo de toda la estructura del Estado, teniendo mucha claridad de las
debilidades o convivencia con el fraude, el dolo de los órganos rectores de
políticas públicas de promoción de la transparencia, la ética y la integridad, que se
pone al descubierto por los altos niveles de impunidad, por su inoperancia y
deficiente desempeño.

Para poder hablar de la creación de un verdadero Estado Social Democrático de


Derecho, la ciudadanía necesita un gobierno que muestre apertura, que acepte la
existencia de la corrupción rampante imperante en el país, que no la justifique, que
no la proteja o pretenda esconderla y minimizarla, es necesario autoridades que
admitan sus debilidades y procuren corregirlas.

La ciudadanía debe avanzar en un proceso de profundizar la democracia,


impulsando acciones, políticas y prácticas, que permita avanzar de una
democracia “representativa” ilimitada e imperfecta, a una democracia real. Donde
el pueblo se convierta en el sujeto protagónico en la construcción de su realidad
concreta, que pueda ser el soberano, el mandante de los mandatarios, como único
camino de democratizar la democracia.
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Relacionn con empresas

Las instituciones emiten reglas del juego en una sociedad y hacen a los
participantes actuar de acuerdo a ellas, mas fomalmente, son las limitaciones
ideadad por el hombre que dan forma a la interaccion humana. Por consiguiente,
estructuran incentivos en el intercambio humano, sea político, social o económico
(North, 2006:15). Es innegable que las instituciones afectan el desempeño de la
economía. Tampoco se puede negar que el desempeño diferencial de las
economías a lo largo del tiempo está influenciado fundamentalmente por el modo
en que evolucionan las instituciones.
Es fundamental en la economía el papel que han jugado y juegan actualmente: el
“Estado” y el “Mercado”. El Estado en el libre mercado ha pasado por dos etapas
definitorias: el Estado de Bienestar y el Estado Neoliberal. El Estado de Bienestar
ha participado en el mercado libre como regulador del mismo, en el caso de
México, emprendió durante casi todo el siglo XX hasta la década de los setentas
inversiones en infraestructura productiva, en empresas intensivas en capital y
aplicó incentivos fiscales, subsidios y protecciones modelo de sustitución de
importaciones para estimular la creación y desarrollo de nuevas empresas
privadas.
La grave crisis de los ochenta, con déficit público del gobierno, inflación y deuda
externa impagable originaron la extinción del Estado Benefactor y surgió una
nueva forma de gobernar, el Estado Neoliberal. El Estado Neoliberal da la apertura
al mercado libre sin protecciones y se transforma de un Estado Grande a un
Estado Mínimo. Se inicia la idea, de que especialmente el Estado de Bienestar
destruye el orden civil, y al mercado, pues éstos prosperan a partir de la iniciativa
individual. Los mercados “son máquinas en perpetuo funcionamiento, que
requieren solo un marco legal y ausencia de interferencia estatal para generar
crecimiento ininterrumpido”. Sin reglas restrictivas para regular al mercado, el
mercado se libera de las barreras nacionales y se convierte en un mercado global.
Es Coase posiblemente el primero en avanzar en la dilucidación sobre las causas
que dan lugar a la presencia de la “empresa” en un entorno en que opera la mano
invisible del mercado. La empresa emerge en su análisis, como organización
jerárquica cuando los costos de transacción entre las partes son elevados. Se
adentra, así tempranamente, en el estudio de los costos de transacción y los
efectos de los derechos de propiedad.
El surgimiento de la empresa en el escenario del libre mercado, se ubica en lo que
podemos llamar “Neoinstitucionalismo”, la adaptación de la empresa a las
instituciones, esta escuela hace uso del análisis contextual y deductivo, y
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concuerda en que las instituciones son relevantes, puesto que ellas definen a la
estructura organizacional que afecta los incentivos y, por ende, el comportamiento
de los sujetos. Las empresas responden a los altos costos de transacción y a las
fallas del mercado a través de la creación de mecanismos de organización o de
estructuras jerárquicas como un modo de enfrentar la incertidumbre y los
problemas de organización.

Aclarando que los mecanismos de organización tampoco garantizan la asignación


eficiente de recursos, porque los administradores enfrentan fallas de organización
en la toma de decisiones bajo incertidumbre. En el caso de México, se plantea la
permanencia de estructuras jerárquicas en un mercado competitivo, con un Estado
con autonomía relativa, por lo que las disputas dentro del bloque de poder son las
que determinan el patrón del desarrollo, siendo la élite política, los grupos obreros
organizados y las grandes empresas privadas los actores principales. Este modelo
de desarrollo apuesta por la Inversión Extranjera Directa (IED) y por los grupos
económicos mexicanos, para impulsar el crecimiento económico del país.
El Producto Interno Bruto (PIB) se ha convertido en una obsesión para los
economistas para medir el crecimiento. En Latinoamérica, entre 1981 y 1993,
mientras que el PIB aumentaba un 25%, la cantidad de población que vivía con
menos de 2.15 dólares al día pasó del 26.9% a 29.5%. Si toda la sociedad en su
conjunto no comparte el crecimiento económico, entonces significa que el
desarrollo ha fracasado. En el caso de México, con un PIB base de 2008, del 2010
al 2014 se ha tenido crecimiento, respectivamente: 5.11%, 4.04%, 4.01%, 1.39%,
2.12%. Pero ese crecimiento no se ha distribuido a la población en su conjunto. El
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social menciona a
51.5 millones de mexicanos con “episodios de hambre”, es decir, personas que en
los últimos tres meses dejaron de desayunar, comer o cenar por falta de ingresos.
El desarrollo consiste entonces en que comparta la riqueza, la comunidad o
sociedad, es decir, si hay crecimiento económico, la generación de ingresos debe
ser distribuida a toda la población. Este desarrollo debe ser acompañado de salud
y educación para la población en general, sin diferencias de estratos. Es la
educación una fuente de oportunidad para generar empleos (capital humano). El
desarrollo consiste en transformar la vida de las personas y no solo la economía.
Con el marco de la modelo neoliberal en México, sobrepuesto en los grupos
económicos, el mercado y un Estado limitado, las grandes empresas nacionales y
trasnacionales son los pilares para resolver los problemas económicos y generar
empleos. Sin embargo, desde la última parte del siglo XX y a partir de la crisis de
1982 en México se observó que las pequeñas unidades productivas no solo no
desaparecían, sino que cobraban relevancia en muchas regiones del mundo, en
América Latina y en México, y se convertían en alternativas fundamentales para la
sobrevivencia de amplios sectores de la población.
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Punto de vista del sistema neoliberal

El punto de vista del sistema neoliberal se refiere a una perspectiva económica y


política que aboga por la mínima intervención del Estado en la economía y
defiende la primacía del mercado como mecanismo para asignar recursos y tomar
decisiones. A continuación, se presentan algunos de los principios y argumentos
clave del neoliberalismo:

Liberalización económica: Los neoliberales creen en la importancia de abrir los


mercados a la competencia y eliminar las barreras comerciales y regulatorias. Esto
incluye la reducción de aranceles, la desregulación de industrias y la promoción de
la libre circulación de bienes y capitales.

Mínima intervención estatal: El neoliberalismo aboga por un gobierno limitado que


se enfoque en garantizar la seguridad de los contratos y la protección de la
propiedad privada, pero que evite la regulación excesiva y la planificación
económica.

Privatización: Los defensores del neoliberalismo favorecen la privatización de


empresas estatales y la transferencia de funciones del gobierno al sector privado,
argumentando que esto aumenta la eficiencia y la competitividad.

Reducción de impuestos: Los neoliberales suelen respaldar la reducción de


impuestos, especialmente para las empresas y los individuos con altos ingresos,
con la creencia de que esto estimula la inversión y el crecimiento económico.

Individualismo y responsabilidad personal: El neoliberalismo enfatiza la


responsabilidad individual y la toma de decisiones personales, argumentando que
las personas deben asumir la responsabilidad de su bienestar económico y no
depender en exceso del Estado.

Competencia y meritocracia: Los neoliberales creen en la importancia de la


competencia en el mercado y defienden la idea de que los individuos deben ser
recompensados en función de su mérito y esfuerzo.
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Crítica a la intervención estatal: Los neoliberales suelen criticar la intervención


estatal excesiva, argumentando que puede llevar a la burocracia, la ineficiencia y
la corrupción, y que puede distorsionar los incentivos económicos.

Es importante destacar que el neoliberalismo ha sido objeto de debate y crítica,


con argumentos que sugieren que puede llevar a desigualdades económicas, falta
de regulación en áreas críticas, y la priorización de las ganancias sobre el
bienestar social. La aplicación de políticas neoliberales varía según el país y el
contexto, y existen diversas interpretaciones y enfoques dentro de esta
corriente de pensamiento.
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Referencias

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%2F31045&usg=AOvVaw2Tn3X6C-6ep_fC_Lo6ZNTC&opi=89978449

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