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¿Qué son las leyes de la guerra y por qué son importantes?

Artículo 19 OCTUBRE 2016

Entonces, ¿qué son las leyes de la guerra y por qué son importantes?

• Las leyes de la guerra, o el derecho internacional humanitario (tal como se lo conoce


formalmente) son un conjunto de normas internacionales que establecen lo que se puede
y lo que no se puede hacer durante un conflicto armado.
• El principal objetivo del derecho internacional humanitario (DIH) es preservar un poco de
humanidad durante los conflictos armados, para así poder salvar vidas y aliviar el
sufrimiento, permitiendo además que sea posible volver a convivir cuando acabe la guerra.
• Para ello, el DIH regula cómo se libran las guerras basándose en dos premisas: debilitar al
enemigo y limitar el sufrimiento.
• Las normas de la guerra son universales. Los Convenios de Ginebra (que forman la base del
DIH) han sido ratificados por los 196 Estados. Son muy pocos los tratados internacionales
que tienen este nivel de apoyo.
• Todos los beligerantes deben respetar el DIH, tanto las fuerzas gubernamentales como los
grupos armados no estatales.
• Si las normas de la guerra no se respetan, hay consecuencias. Tanto los Estados como los
tribunales internacionales se encargan de documentar e investigar los crímenes de guerra.
Las personas que cometan crímenes de guerra podrán ser enjuiciadas.

10 cosas que las leyes de la guerra hacen


El derecho internacional humanitario...

1. ... protege a quienes no participan en un conflicto, como la población civil, el personal


sanitario o los trabajadores humanitarios.

2. ... protege a los que ya no pueden luchar, como los soldados heridos o los prisioneros.

3. ... prohíbe los ataques contra la población civil. Estos ataques se consideran crímenes de
guerra.

4. ... reconoce el derecho de la población civil a obtener protección contra los peligros de la
guerra y a recibir la ayuda necesaria. Se deben tomar todas las medidas posibles para
evitar cualquier daño a la población, sus casas o sus medios de subsistencia, como fuentes
de agua, cultivos o ganado.

5. ... establece que los enfermos y los heridos tienen derecho a recibir ayuda,
independientemente del bando al que pertenezcan.

6. ... especifica que los trabajadores sanitarios, sus vehículos y los hospitales dedicados a
tratamiento humanitario no deben ser atacados.

7. ... prohíbe la tortura y el trato denigrante a prisioneros.

8. ... especifica que los detenidos deben recibir alimento y agua, y también se les debe permitir
comunicarse con sus seres queridos.
9. ... limita el empleo de armas y tácticas durante los conflictos, a fin de evitar sufrimiento
innecesario.

10. ... prohíbe expresamente la violación u otras formas de violencia sexual en el contexto de
un conflicto armado.

DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO CONSUETUDINARIO


Transcripción parcial de la introducción del libro: “EL DERECHO INTERNACIONAL
HUMANITARIO CONSUETUDINARIO” VOLUMEN I: NORMAS, de JEAN-MARIE
HENCKAERTS y LOUISE DOSWALD-BECK, con contribuciones de Carolin Alvermann, Knut
Dörmann y Baptiste Rolle. Traducido por Margarita Serrano García. Auspiciados por el CICR.
(Primera edición: octubre de 2007)

El derecho internacional humanitario tiene su origen en las prácticas militares


consuetudinarias que se desarrollaron con el tiempo y en todos los continentes. No todos los
ejércitos aplicaron las “leyes y costumbres de la guerra”, como se ha denominado
tradicionalmente esta rama del derecho, y no lo hacían necesariamente con todos los enemigos,
ni tampoco todas las normas eran iguales. Sin embargo, típicamente se podía observar una
pauta de restricción del comportamiento hacia los combatientes y civiles basada principalmente
en el concepto de honor del soldado. El contenido de estas normas incluía, generalmente, la
prohibición de conductas consideradas innecesariamente crueles o deshonrosas, y no fue
desarrollado solamente por los propios ejércitos, sino que influyeron también en él los escritos
de los líderes religiosos.

El hito más significativo, desde el punto de vista de la catalogación de estas costumbres


en un documento, fue la redacción, por el profesor Francis Lieber, de las Instrucciones para el
Gobierno de los Ejércitos de los Estados Unidos en Campaña, promulgadas en 1893 como Orden
General n.º 100 del presidente Lincoln durante la Guerra de Secesión norteamericana. El Código
de Lieber, como se le conoce actualmente, influyó mucho en las ulteriores codificaciones de las
leyes y costumbres de la guerra y en la aprobación de reglamentos similares por otros Estados.
Juntos formaron la base del borrador de un convenio internacional sobre las leyes y costumbres
de la guerra que se presentó en la Conferencia de Bruselas de 1874. Aunque esta conferencia
no aprobó un tratado vinculante, gran parte del trabajo realizado en ella sirvió más tarde para
desarrollar, en 1899 y 1907, las Convenciones y Declaraciones de La Haya. Estos tratados no
codificaron todos los aspectos de las costumbres de la guerra, pero la importancia que éstas
seguían teniendo se reafirmó en la denominada “cláusula de Martens”, que se insertó por
primera vez en el preámbulo de la Convención de La Haya (II) de 1899, en los siguientes
términos:

Mientras aguardan que un código más completo de las leyes de la guerra pueda ser
dictado, las Altas Partes Contratantes juzgan oportuno hacer constar que, en los casos
no comprendidos en las disposiciones reglamentarias adoptadas por ellas, las
poblaciones y los beligerantes quedan bajo la salvaguardia y el imperio de los principios
del derecho de gentes, tales como resultan de los usos establecidos entre las naciones
civilizadas, de las leyes de humanidad y de las exigencias de la conciencia pública.
La importancia atribuida al derecho consuetudinario, a pesar —o a causa— de su parcial
codificación, se hizo más patente a raíz de los diversos procesos por crímenes de guerra
celebrados tanto después de la I como de la II Guerra Mundial, en los que fue un elemento
fundamental1.

El impulsor del desarrollo del derecho internacional humanitario ha sido el Comité


Internacional de la Cruz Roja (CICR), fundado en 1863. Él inició el proceso que concluyó con la
firma de los Convenios de Ginebra para la protección de las víctimas de la guerra de 1864, 1906,
1929 y 1949. Puso en marcha las Convenciones de La Haya de 1899 (III) y de 1907 (X), que
adaptaron los Convenios de Ginebra de 1864 y 1906, respectivamente, a la guerra marítima, y
que fueron las precursoras de los Convenios de Ginebra de 1949 para aliviar la suerte que corren
los heridos, los enfermos y los náufragos de las fuerzas armadas en el mar. Tomó asimismo la
iniciativa de completar los Convenios de Ginebra, que culminó con la aprobación de dos
Protocolos adicionales en 1977. El CICR ha impulsado el desarrollo y participado en la
negociación de otros muchos tratados, tales como la Convención de 1980 sobre ciertas armas
convencionales, la Convención de Ottawa de 1997 para prohibir las minas terrestres
antipersonal y el Estatuto de la Corte Penal Internacional de 1998. El reconocimiento de este
papel se ha reflejado en el mandato que la comunidad internacional ha encomendado al CICR
de velar por “la fiel aplicación del derecho internacional humanitario aplicable en los conflictos
armados” y por “la comprensión y la difusión del derecho internacional humanitario aplicable
en los conflictos armados y preparar el eventual desarrollo del mismo”. 2

Más de cincuenta años han transcurrido desde que se aprobaron los Convenios de
Ginebra de 1949 y casi treinta desde la aprobación de sus Protocolos adicionales. Este período
se ha caracterizado, lamentablemente, por la proliferación de conflictos armados, que han
afectado a todos los continentes. Durante esos conflictos, los Convenios de Ginebra —sobre
todo el artículo 3 común a los cuatro Convenios, aplicable en los conflictos armados no
internacionales—, proporcionaron, junto con sus Protocolos adicionales, una protección jurídica
a las víctimas de la guerra, especialmente a las personas que ya no participaban en las

N. de la T.: La traducción de las citas para las que no existe una versión oficial en español es del
CICR.
1
V. Knut Dörmann, Elements of War Crimes under the Rome Statute of the International Criminal Court.
Sources and Commentary, Cambridge University Press, 2003. 2 Estatutos del Movimiento
Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, aprobados por la XXV Conferencia
Internacional de la Cruz Roja, Ginebra, 23-31 de octubre de 1986, art. 5, párr.
2
Estatutos del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, aprobados por la XXV
Conferencia Internacional de la Cruz Roja, Ginebra, 23-31 de octubre de 1986, art. 5, párr. 2, apdos. c)
y g), respectivamente. Estos Estatutos los aprobaron los Estados Partes en los Convenios de Ginebra y
los miembros del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Este mandato se
dio por primera vez al CICR en el art. 7 de los Estatutos de la Cruz Roja Internacional, aprobados por
la XIII Conferencia Internacional de la Cruz Roja, celebrada en La Haya del 23 al 27 de octubre de 1928,
a tenor del cual “todas las denuncias referentes a presuntas violaciones de los Convenios internacionales
y, en general, todas las cuestiones que han de ser examinadas por un organismo específicamente neutral,
deben seguir siendo de la exclusiva competencia del Comité Internacional de la Cruz Roja”.
Ulteriormente, el art. VI, párrs. 4 y 7, de los Estatutos de la Cruz Roja Internacional aprobados por la
XVIII Conferencia Internacional de la Cruz Roja, que tuvo lugar en Toronto del 22 de julio al 8 agosto
de 1952, estableció que el CICR “asume las tareas que le son reconocidas por los Convenios de Ginebra,
trabaja para la fiel aplicación de ellos y recibe todas las quejas a propósito de las violaciones alegadas
contra los Convenios humanitarios” y “trabaja para el perfeccionamiento y la difusión de los Convenios
de Ginebra”.
hostilidades (los heridos, los enfermos, los náufragos, las personas privadas de libertad por
motivos relacionados con el conflicto y las personas civiles). Sin embargo, hubo innumerables
violaciones de esos tratados y de los principios humanitarios fundamentales, que ocasionaron
sufrimientos y muertes que podían haberse evitado si se hubiera respetado el derecho
internacional humanitario.

La opinión general es que las violaciones de este derecho no se deben a la inadecuación


de sus normas, sino más bien a la escasa voluntad de respetarlas, a la falta de medios para
hacerlas cumplir y a la incertidumbre en cuanto a su aplicación en algunas circunstancias, así
como al desconocimiento de su contenido por parte de los dirigentes políticos, los mandos
militares, los combatientes y el público en general.

En la Conferencia Internacional para la Protección de las Víctimas de Guerra, celebrada


en Ginebra del 30 de agosto al 1 de septiembre de 1993, se debatieron en particular los medios
para afrontar las violaciones del derecho internacional humanitario, pero no se propuso la
aprobación de nuevas disposiciones convencionales. En cambio, en su Declaración Final,
aprobada por consenso, la Conferencia reafirmó “la necesidad de hacer más efectiva la
aplicación del derecho humanitario” y solicitó al Gobierno suizo que reuniera a un grupo
intergubernamental de expertos, de composición no limitada, encargado de investigar los
medios prácticos para promover la plena observancia del derecho internacional humanitario y
la aplicación de sus disposiciones y de preparar un informe destinado a los Estados y a la
siguiente Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.3

A tal efecto, el Grupo Intergubernamental de Expertos para la Protección de las Víctimas


de la Guerra se reunió en enero de 1995 en Ginebra y adoptó una serie de recomendaciones
destinadas a reforzar el respeto del derecho internacional humanitario, en particular mediante
medidas preventivas para mejorar el conocimiento de ese derecho y hacer más efectiva su
aplicación. La Recomendación II del Grupo Intergubernamental de Expertos proponía que:

Se invite al CICR a elaborar, con la asistencia de expertos en derecho internacional


humanitario que representen a diversas regiones geográficas y distintos sistemas,
jurídicos, y en consulta con expertos de gobiernos y organizaciones internacionales, un
informe sobre las normas consuetudinarias del derecho internacional humanitario
aplicables en conflictos armados internacionales y de otra índole, y a que distribuya este
informe a los Estados y organismos internacionales competentes.4

En diciembre de 1995, la XXVI Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media


Luna Roja ratificó esta recomendación y encargó oficialmente al CICR la preparación de un
informe sobre las normas consuetudinarias del derecho internacional humanitario aplicables en
los conflictos armados internacionales y no internacionales.5 El presente estudio es el resultado
de la investigación efectuada en cumplimiento de ese mandato.

3
Conferencia Internacional para la Protección de las Víctimas de la Guerra, Ginebra, 30 de agosto-1 de
septiembre de 1993, Declaración final, RICR, n.º 119, 1993.
4
Reunión del Grupo Intergubernamental de Expertos para la Protección de las Víctimas de la Guerra,
Ginebra, 23-27 de enero de 1995, Recomendación II, RICR, n.º 133, 1996.
5
XXVI Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, Ginebra, 3-7 de diciembre
1995, Resolución 1, Derecho internacional humanitario: del derecho a la acción; Informe sobre el
seguimiento de la Conferencia Internacional para la Protección de las Víctimas de la Guerra, RICR, n.º
133, 1996.
Finalidad del estudio

El derecho internacional humanitario derivado de tratados está bien desarrollado, pues


cubre una amplia variedad de aspectos de la conducción de la guerra, brinda protección a las
víctimas de ésta y limita los medios y métodos bélicos permitidos. Los cuatro Convenios de
Ginebra de 1949 y sus Protocolos adicionales de 1977 proporcionan una extensa normativa para
la protección de las personas que no participan o han dejado de participar en los conflictos
armados. La regulación de los medios y métodos de guerra en el derecho convencional se
remonta a la Declaración de San Petersburgo de 1868, a las Convenciones de La Haya de 1899 y
1907 y al Protocolo de Ginebra relativo a los gases asfixiantes de 1925. Más tarde se abordó esta
cuestión en la Convención sobre armas biológicas de 1972, los Protocolos adicionales de 1977,
la Convención de 1980 sobre ciertas armas convencionales y sus cinco Protocolos, la Convención
de 1993 sobre armas químicas y la Convención de Ottawa de 1997 para prohibir las minas
terrestres antipersonal. La protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado está
regulada en detalle por la Convención de La Haya de 1954 y sus dos Protocolos. El Estatuto de
la Corte Penal Internacional de 1998 contiene una lista de crímenes de guerra sometidos a su
jurisdicción. La aplicación de esos tratados a los conflictos armados actuales tropieza, sin
embargo, con dos importantes impedimentos.

En primer lugar, los tratados sólo se aplican a los Estados que los han ratificado, lo que
significa que los distintos tratados de derecho internacional humanitario se aplican a los
diferentes conflictos armados en función de la adhesión de los Estados implicados. Si bien es
cierto que casi todos los Estados han ratificado los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, el
Protocolo adicional I aún no ha alcanzado una adhesión universal. Como este Protocolo sólo es
aplicable a las partes en un conflicto que lo hayan ratificado, su eficacia actual es limitada,
puesto que varios Estados que han estado implicados en conflictos armados internacionales no
son Partes en él. Del mismo modo, el Protocolo adicional II sólo es aplicable en conflictos
armados que se libran en el territorio de un Estado que lo ha suscrito. Mientras que unos 150
países han ratificado este Protocolo, diversos Estados en los que se libran conflictos armados no
internacionales no lo han hecho. El artículo 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra es
frecuentemente la única disposición convencional aplicable en esos conflictos armados internos.

En segundo lugar, estas numerosas normas convencionales no regulan gran parte de los
conflictos armados contemporáneos con suficiente detalle. Esto se debe principalmente al
carácter interno de la mayoría de los conflictos armados actuales que, por ello, y a pesar de que
su número vaya en aumento, son sometidos a muchas menos normas convencionales que los
conflictos internacionales. De hecho, los tratados que se aplican a los conflictos armados no
internacionales son pocos, en particular la Convención (enmendada) sobre ciertas armas
convencionales, el Estatuto de la Corte Penal Internacional, la Convención de Ottawa que
prohíbe las minas terrestres antipersonal, la Convención sobre armas químicas, la Convención
de La Haya para la protección de los bienes culturales y su segundo Protocolo y, como ya se ha
indicado, el Protocolo adicional II y el artículo 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra.
Aunque el artículo 3 común tiene una importancia fundamental, sólo proporciona un marco
rudimentario de normas mínimas y no contiene muchos detalles. El Protocolo adicional II sirve
de útil complemento del artículo 3, pero es menos exhaustivo que las normas que rigen los
conflictos armados internacionales contenidas en el Protocolo adicional I.

El Protocolo adicional II apenas contiene 15 artículos sustantivos, mientras que el


Protocolo adicional I tiene más de 80. Aunque estas cifras tal vez no sean tan importantes,
evidencian una diferencia significativa en la regulación de los conflictos armados internacionales
y no internacionales y la escasez de normas, definiciones, detalles y exigencias del derecho
convencional concernientes a éstos últimos. Esta es la situación reinante, a pesar de que la
mayor parte de los conflictos bélicos actuales no sean internacionales.

El Protocolo adicional II sólo contiene algunas normas expresas muy rudimentarias para
regular la conducción de las hostilidades. El artículo 13 dispone que: “No serán objeto de ataque
la población civil como tal, ni las personas civiles […] salvo si participan directamente en las
hostilidades y mientras dure tal participación”. A diferencia del Protocolo adicional I, el
Protocolo adicional II no contiene normas y definiciones específicas referentes a los principios
de distinción y proporcionalidad.

El sentido común exigiría que tales normas, y los límites que imponen a la conducción
de la guerra, fueran aplicables tanto en los conflictos armados internacionales como en los no
internacionales. El hecho de que, en 2001, se enmendara la Convención sobre ciertas armas
convencionales para ampliar su ámbito de aplicación a los conflictos no internacionales es un
indicio de que esta idea está ganando adeptos en la comunidad internacional. El presente
estudio demuestra que muchas normas del derecho internacional consuetudinario se aplican
tanto en los conflictos armados internacionales como en los no internacionales, y muestra hasta
qué punto la práctica de los Estados ha ido más allá del derecho convencional vigente y ha
extendido las normas aplicables a los conflictos armados no internacionales. La práctica de los
Estados ha colmado ampliamente, en particular, las lagunas del Protocolo adicional II en la
regulación de la conducción de las hostilidades, lo que ha dado lugar a la creación de normas
paralelas a las del Protocolo adicional I, pero aplicables, como derecho consuetudinario, a los
conflictos armados no internacionales.

El conocimiento de las normas del derecho internacional consuetudinario es, pues, útil
para las numerosas partes interesadas en la aplicación, la difusión y la ejecución del derecho
internacional humanitario, tales como autoridades públicas, personas que llevan armas,
organizaciones internacionales, componentes del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de
la Media Luna Roja y organizaciones no gubernamentales. Un estudio sobre el derecho
internacional humanitario consuetudinario puede también ayudar a reducir las incertidumbres
y las ocasiones de controversia inherentes al concepto de derecho internacional
consuetudinario.

El conocimiento de las normas del derecho internacional consuetudinario puede ser


asimismo de utilidad en una serie de situaciones en que hay que recurrir a ellas. Esto es
especialmente importante para la labor que realizan los tribunales y las organizaciones
internacionales. En efecto, los tribunales tienen que aplicar con frecuencia ese derecho, como
es el caso, por ejemplo, del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia que, en virtud del
artículo 3 de sus Estatutos, es competente para entender de las violaciones de las leyes y
costumbres de la guerra. Por eso, el Tribunal ha tenido que determinar si ciertas infracciones
del derecho internacional humanitario constituían violaciones del derecho internacional
consuetudinario y eran de su competencia. Además, en muchos países, el derecho internacional
consuetudinario es una fuente del derecho nacional y se puede invocar ante los tribunales del
país y dictar sentencia según él. El derecho internacional consuetudinario es asimismo
importante para el trabajo de las organizaciones internacionales, por cuanto representa
generalmente el derecho que obliga a todos los Estados miembros.
Alcance del Estudio

En este estudio no se ha intentado determinar la índole consuetudinaria de cada norma


convencional del derecho internacional humanitario y, en consecuencia, no se sigue
necesariamente la estructura de los tratados existentes. Se ha procurado más bien analizar las
distintas cuestiones con el fin de establecer qué normas del derecho internacional
consuetudinario pueden hallarse por inducción, basándose en la práctica de los Estados en
relación con esos temas. Puesto que el proceder elegido no consiste en analizar cada disposición
convencional para establecer si es o no consuetudinaria, no se puede concluir que una norma
convencional particular no es consuetudinaria por el mero hecho de que no figura como tal en
el estudio. Es importante señalar a este respecto que se considera que la gran mayoría de las
disposiciones de los Convenios de Ginebra de 1949, incluido el artículo 3 común, son de derecho
consuetudinario, y lo mismo cabe decir del Reglamento de La Haya de 1907. Además, dado que
192 Estados han ratificado hasta ahora los Convenios de Ginebra, éstos obligan a casi todos los
Estados como derecho convencional.

Se decidió analizar el derecho consuetudinario aplicable a la guerra marítima, puesto


que hace poco se llevó a cabo un importante replanteamiento en este ámbito del derecho, a
saber, el Manual de San Remo sobre el derecho aplicable a los conflictos armados en el mar. 6
Las normas generales contenidas en este manual se consideraron, no obstante, útiles para
evaluar la índole consuetudinaria de las disposiciones aplicables a todos los tipos de guerra.

Varios temas no han podido desarrollarse con suficiente detalle para incluirlos en la
presente edición, pero es de esperar que puedan abordarse en una futura edición actualizada.
Entre ellos, cabe mencionar la cláusula de Martens, la identificación de las personas y los bienes
expresamente protegidos, así como la protección civil.

Siempre que fue pertinente, se incluyó en el estudio la práctica según el derecho


internacional de los derechos humanos, ya que este derecho sigue aplicándose durante los
conflictos armados, como se indica explícitamente en los propios tratados de derechos
humanos. Sin embargo, algunas disposiciones pueden suspenderse, bajo ciertas condiciones, en
situaciones de emergencia pública. La aplicabilidad permanente del derecho de los derechos
humanos durante los conflictos bélicos ha sido confirmada por los órganos creados en virtud de
tratados en las numerosas ocasiones en que se ha analizado el comportamiento de los Estados,
especialmente durante los conflictos armados, así como por la Corte Internacional de Justicia.
Con este estudio no se pretendía, sin embargo, evaluar el derecho consuetudinario de los
derechos humanos, sino que el derecho de los derechos humanos se ha incluido a fin de ratificar,
reforzar y aclarar principios análogos del derecho internacional humanitario. Además, aunque
siguen siendo ramas separadas del derecho internacional, el derecho de los derechos humanos
y el derecho internacional humanitario se han influido mutuamente de manera directa, y
continúan haciéndolo, y ello por tres razones principales.

En primer lugar, una evaluación del respeto del derecho de los derechos humanos
requiere a veces determinar el cumplimiento o el incumplimiento del derecho internacional
humanitario. Por ejemplo, las medidas tomadas en estado de emergencia serán ilícitas, según el

6
Louise Doswald-Beck (ed.) Manual de San Remo sobre el derecho internacional aplicable a los
conflictos armados en el mar, preparado por juristas internacionalistas y expertos navales reunidos por
el Instituto Internacional de Derecho Humanitario, Livorno, 1994.
derecho de los derechos humanos, si violan el derecho internacional humanitario. 7 Por el
contrario, el derecho internacional humanitario contiene conceptos cuya interpretación
requiere incluir una referencia al derecho de los derechos humanos, como, por ejemplo, la
disposición de que nadie puede ser condenado por un delito como no sea por un “tribunal
legítimamente constituido, con garantías judiciales reconocidas como indispensables”.8 En
segundo lugar, el derecho internacional humanitario ha de contener disposiciones referentes a
los derechos humanos, como el artículo 75 del Protocolo adicional I y los artículos 4 y 6 del
Protocolo adicional II; y el derecho de los derechos humanos debe incluir normas relacionadas
con el derecho internacional humanitario, como las disposiciones referentes a los niños soldados
de la Convención sobre los Derechos del Niño y su Protocolo relativo a la participación de los
niños en los conflictos armados. En tercer lugar, y lo más significativo, existe una amplia práctica
de comentarios de Estados y organizaciones internacionales acerca del comportamiento de los
Estados durante los conflictos armados a la luz del derecho de los derechos humanos.9

7
Art. 4 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, art. 15 del Convenio Europeo de
Derechos Humanos y art. 27 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Todos disponen
que esas medidas de suspensión de los Estados no han de ser “incompatibles con las demás
obligaciones que les impone el derecho internacional”. La Carta Africana de Derechos Humanos y de
los Pueblos no permite tales suspensiones.
8
Convenios de Ginebra de 1949, art. 3, párr. 1, apdo. d).
9
V. en particular el cap. 32 sobre las garantías fundamentales.

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