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El documento resume los problemas que enfrentó Nicolás II como último zar de Rusia. A pesar de gobernar un imperio masivo, cometió errores como declarar una guerra humillante contra Japón en 1904 y no escuchar las demandas de su pueblo por reformas democráticas. Esto llevó a disturbios revolucionarios en 1905, forzándolo a permitir la creación de una Duma pero manipuló las leyes para mantener el control. Nicolás siguió una línea autocrática influenciado por consejeros reaccionarios a pesar de las crisis de 1905
El documento resume los problemas que enfrentó Nicolás II como último zar de Rusia. A pesar de gobernar un imperio masivo, cometió errores como declarar una guerra humillante contra Japón en 1904 y no escuchar las demandas de su pueblo por reformas democráticas. Esto llevó a disturbios revolucionarios en 1905, forzándolo a permitir la creación de una Duma pero manipuló las leyes para mantener el control. Nicolás siguió una línea autocrática influenciado por consejeros reaccionarios a pesar de las crisis de 1905
El documento resume los problemas que enfrentó Nicolás II como último zar de Rusia. A pesar de gobernar un imperio masivo, cometió errores como declarar una guerra humillante contra Japón en 1904 y no escuchar las demandas de su pueblo por reformas democráticas. Esto llevó a disturbios revolucionarios en 1905, forzándolo a permitir la creación de una Duma pero manipuló las leyes para mantener el control. Nicolás siguió una línea autocrática influenciado por consejeros reaccionarios a pesar de las crisis de 1905
Los problemas de Nicolás II no se concentraban únicamente en el oeste. El imperio ruso, que
ocupaba una sexta parte de la superficie terrestre del planeta, era un continente de por sí, con unas fronteras que se extendían desde los mares Báltico y Negro hasta el océano Pacífico. A finales del siglo XIX, el gobierno de San Petersburgo —donde radicaba por entonces la capital rusa— se unió a la carrera internacional por expandir las posesiones imperiales en Asia, a resultas de lo cual en 1896 obligó a Pekín a entregarle una concesión ferroviaria rentable en el norte de China. Pero el creciente poderío de Japón se veía con recelo, y en enero de 1904 un mal aconsejado Nicolás II decidió declararle la guerra: el resultado fue una humillante derrota terrestre y naval y la consolidación del poderío militar japonés como segura amenaza para Rusia durante las cuatro décadas siguientes. Tras meses de disturbios de carácter revolucionario, en 1905 Nicolás II se avino, muy a su pesar, a permitir la creación de un parlamento (o Duma). Pero la primera Duma, reunida en 1906, fue incapaz de mantener una postura firme ante la monarquía; y mediante la manipulación de la nueva ley fundamental en su beneficio, el zar disolvió la segunda Duma y modificó la normativa electoral a fin de obtener una tercera Duma más complaciente. Fuente 2 El último zar sucede a su padre Alejandro III en 1894 tras ser asesinado en un atentado. Desde el principio sigue la línea política de su antecesor, su máximo objetivo es mantener la autocracia zarista sin cambio alguno y, a pesar de su carácter débil e influenciable, debido a sus consejeros, actuaría de una manera enérgica con la oposición, por suave que esta fuese. La democracia y el parlamentarismo le parecían una aberración, la forma idónea de gobierno era la autocracia, él tenía el poder porque Dios se lo había dado y este gobierno personal era el único posible en Rusia. En su formación influyo Pobiodonostsev, un ideólogo reaccionario que fue ministro con Alejandro III. Este hombre escasamente inteligente y profundamente reaccionario se encuentra al frente del país en unos momentos excepcionales, ni que decir tiene que no estuvo a la altura de las circunstancias. De todo el cúmulo de errores, que fueron muchos, que cometió, ninguno fue tan grande como el de no oír a su pueblo y alejarse de él. 1905 es un año fatídico para Nicolás II. El país pasa por una etapa convulsa debido a derrotas militares, al encarecimiento de precios, malas cosechas... y todo esto se traduce en un clima social tremendamente inestable y las revueltas sociales adquieren tintes políticos cuando partidos y grupos organizados piden al zar un régimen más liberal. No había casi ningún rincón de Rusia que no se sintiera sacudido por la agitación.