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Fuente 1

Los problemas de Nicolás II no se concentraban únicamente en el oeste. El imperio ruso, que


ocupaba una sexta parte de la superficie terrestre del planeta, era un continente de por sí, con
unas fronteras que se extendían desde los mares Báltico y Negro hasta el océano Pacífico. A
finales del siglo XIX, el gobierno de San Petersburgo —donde radicaba por entonces la capital
rusa— se unió a la carrera internacional por expandir las posesiones imperiales en Asia, a
resultas de lo cual en 1896 obligó a Pekín a entregarle una concesión ferroviaria rentable en el
norte de China. Pero el creciente poderío de Japón se veía con recelo, y en enero de 1904 un mal
aconsejado Nicolás II decidió declararle la guerra: el resultado fue una humillante derrota
terrestre y naval y la consolidación del poderío militar japonés como segura amenaza para Rusia
durante las cuatro décadas siguientes.
Tras meses de disturbios de carácter revolucionario, en 1905 Nicolás II se avino, muy a su pesar,
a permitir la creación de un parlamento (o Duma). Pero la primera Duma, reunida en 1906, fue
incapaz de mantener una postura firme ante la monarquía; y mediante la manipulación de la
nueva ley fundamental en su beneficio, el zar disolvió la segunda Duma y modificó la normativa
electoral a fin de obtener una tercera Duma más complaciente.
Fuente 2
El último zar sucede a su padre Alejandro III en 1894 tras ser asesinado en un atentado. Desde el
principio sigue la línea política de su antecesor, su máximo objetivo es mantener la autocracia
zarista sin cambio alguno y, a pesar de su carácter débil e influenciable, debido a sus consejeros,
actuaría de una manera enérgica con la oposición, por suave que esta fuese. La democracia y el
parlamentarismo le parecían una aberración, la forma idónea de gobierno era la autocracia, él
tenía el poder porque Dios se lo había dado y este gobierno personal era el único posible en
Rusia. En su formación influyo Pobiodonostsev, un ideólogo reaccionario que fue ministro con
Alejandro III. Este hombre escasamente inteligente y profundamente reaccionario se encuentra al
frente del país en unos momentos excepcionales, ni que decir tiene que no estuvo a la altura de
las circunstancias. De todo el cúmulo de errores, que fueron muchos, que cometió, ninguno fue
tan grande como el de no oír a su pueblo y alejarse de él.
1905 es un año fatídico para Nicolás II. El país pasa por una etapa convulsa debido a derrotas
militares, al encarecimiento de precios, malas cosechas... y todo esto se traduce en un clima
social tremendamente inestable y las revueltas sociales adquieren tintes políticos cuando partidos
y grupos organizados piden al zar un régimen más liberal. No había casi ningún rincón de Rusia
que no se sintiera sacudido por la agitación.

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