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Hablemos de que Jimin ama el rosa y Jungkook es un idiota tatuado.

➫ no copias ni adaptaciones.
➫ fluff ; drama.
➫ jk bruto ; jm soft.

Tabla de contenidos

● Preludio.
● 001.
● 002.
● 003.
● 004.
● 005.
● 006.
● 007.
● 008.
● 009.
● 010.
● 011.
● 012.
● 013.
● 014.
● 015.
● 016.
● 017.
● 018.
● 019.
● 020.
● 021.
● 022.
● 023.
● 024.
● 025.
● 026.
● 027.
● 028.
● 029.
● 030.
● 031.
● 032.
● 033.
● 034.
● 035.
● 036.
● 037.
● 038.
● 039.
● 040.
● 041.
● 042.
● 043.
● 044.
● 045.
● 046.
● 047.
● 048.
● 049.
● 050.
● Finale.
● Extra ☆ Niñez

Preludio.
Trước Sau

Sus finos dedos delinearon la tela una vez más disfrutando del tacto que le brindaba
aquel trazo rosa decorado con brillantes de la misma tonalidad.

Dio dos cortos pasos para mirarse en el espejo largo que su madre había colgado en
la habitación. En su cara se dibujo una sonrisa de oreja a oreja apenas vio lo que
mostraba el reflejo.

Sí, ese era él.

Dio una vuelta para que el vestido que llevaba puesto girara con el. Si tuviese que
definir en pocas palabras lo que sentía dentro de su corazón en esos momentos diría
una frase bastante corta.

Se sentía bonito.

Llevar aquel vestido que su prima había olvidado en su casa el verano pasado en

que se hospedó ahí lo hacía sentir muy, muy, muy bonito.

Pero él sabía que estaba mal.


Su padre se lo había dicho en muchos tonos, hasta con uno que otro golpe que
dejaba marca en su escuálido cuerpo.

A sus cortos cinco años sabía que debía jugar a las luchas, con los autitos de carrera
o con cualquier deporte que incluyera un balón, también sabía que habían cortado su
cabello largo porque "así no lo podía llevar un jovencito", y por sobre todo sabía que
los niños no usaban vestidos.

El problema es que él no era feliz así.

Se vio una última vez en el espejo procurando retener la imagen en su cerebro para
luego sacarse por la cabeza el lindo vestido rosa. Con sumo cuidado lo doblo y volvió
a esconderlo en su armario dentro del lugar secreto para que nadie lo viese. Luego
tomó las prendas con las que su madre lo había vestido aquel día, las cuales
constaban en una camisa a cuadros más unos pantalones cafés y volvió a
colocárselas.

Cuando estuvo listo pasó frente al espejo una vez más para admirar su reflejo.

Jimin ya no se sentía bonito.

001.
Trước Sau

El despertador sonó avisándole a Jimin que ya era hora de levantarse. Abrió sus ojos
y miro él techo por un rato, cada vez se le hacía más difícil salir de su cama y
comenzar su día.

Soltó un suspiro cansado para enderezarse mientras pasaba sus manos pequeñas de
naturaleza por su cara tratando de quitar un poco lo somnoliento que se sentía. Estiro
sus brazos y luego puso los pies sobre el suelo de madera de su habitación.

Jimin dejó su cama dirigiéndose directamente a tomar una ducha, cepillar sus dientes
y peinar un poco su cabello. Cumplía su rutina diaria tratando de ignorar aquella
pesadez que sentía en el cuerpo conforme los palillos del reloj avanzaban.

Cuando se sintió listo caminó hasta su ropero de donde saco un suéter de lana rosa
que había comprado en el centro comercial hace unas semanas más unos pantalones
ajustados de tela blanca que hacían que sus piernas lucieran bellamente
contorneadas. Por último busco bajo su cama unas zapatillas blancas que
combinarían a la perfección con lo demás que traía. Se miro al espejo satisfecho por
su elección pero no le duró más de quince segundos.

Porque a nadie más le gustaba como el vestía.


Comentarios como marica, niña frustrada y lesbiana con pene eran parte de su día a
día. La gente a su alrededor no lograba entender que Jimin se sentía mucho mejor en
aquella ropa femenina que en el típico conjunto que llevaría un chico de su edad.

Bueno, Jimin era muy diferente a la mayoría. Con su cabello color lila y gargantillas en
forma de corazón que buscaban ocultar su manzana de Adán, se veía muy femenino
para la opinión del resto del mundo. Su habitación también reflejaba su personalidad
con su cama victoriana blanca, paredes de un tono rosa bien pálido y diversos
decorativos que solo las chicas ocupaban. A Jimin no le importaba lo que pensasen
de el, no le hacía daño a nadie siento el mismo.

Pero las cosas se estaban descontrolando de a poco.

Jimin podía aguantar las palabras, también podía pasar por alto lar burlas, pero
últimamente las cosas habían avanzado a ser casi netamente físicas. Los empujones
y golpes estaban siendo parte de su día a día aunque el no quisiese. La gente lo veía
como un bicho raro, así que lo trataba como tal, en su escuela desde los alumnos
hasta los profesores demostraban su descontento por su forma de ser. Muchas veces
el Director del centro vio como Jimin era arrastrado por sus compañeros para ser
golpeado en medio del patio y aun así no hizo nada, como si de un trapo sucio se
tratase.

Pero Jimin no quería que eso lo venciera, así que se levantaba cada día a pesar de
sentir que moría por dentro para demostrarle al mundo que el no lamentaba ser así.

Tomo el esmalte de uñas color rosa que tenía en el escritorio y empezó a pintar una
por una. Jimin era tremendamente detallista, rayando en la obsesión. Le gustaba lucir
impecable y limpio, como una princesa según él.

Cuando su reloj aviso que ya era hora de irse rápidamente busco su mochila de cuero
sintético rosa con pequeñas tachas plateadas y bajó las escaleras para ir a buscar
algo de comer a la cocina. Sorpresivamente su madre aún estaba en la casa bebiendo
café, al entrar le regalo una sonrisa a Jimin.

– ¿Ya te vas a la escuela, cariño? –le pregunta de forma suave Youngmi.

– Sí, mamá.

La señora Park miro de reojo a su hijo, desde que nació había considerado a Jimin
como el niño más precioso que había visto y esa belleza tan solo aumentaba con los
años, aunque los demás lo vieran como algo enfermo, para ella su hijo era una joya
preciosa que no todos sabían apreciar. Pero a pesar de lo que ella pensase siempre
tenía miedo de la vida que le deparaba a Jimin, conocía bastante bien a su hijo como
para saber todo lo que ha tenido que soportar por su forma de ser y le dolía el corazón
pensar en que las cosas no cambiarían dentro de poco. Para que una sociedad
machista y poco tolerante cambie algo muy grande debía pasar.

– Lleva una manzana de las que compre. No quiero que te de fatiga, Jimin.

– Claro, mamá –el chico camino hasta la mesa y saco una de las manzanas que allí
había– debo irme o llegare tarde.

– Bueno, cariño. Cuídate, ¿sí?

– Sí, mamá. Que te vaya bien en el trabajo.

Diciendo esto Jimin dejo un beso en la frente de su madre y esta se le quedo mirando
mientras el salía por la puerta. En su mente Youngmi rogaba para que a la vida de su
pequeño Jimin fuese mucho más fácil algún día.

❊◈ ❊ ◈❊

A veces cuando llegaba a la escuela se dedicaba a parecer una sombra. Evitaba a


toda costa chocar con alguien en el pasillo o si quiera levantar la mirada del piso,
Jimin tenía claro que cualquier cosa que hiciera podría molestar a uno de sus
compañeros así que prefería ahorrarse esos problemas.

De todas formas los susurros nunca cesan y si agudizaba el oído podía escuchar
claramente como la gente se burlaba de su suéter que tanto le gustaba. Sacó de su
mochila los audífonos morados que tenía y se los coloco mientras ponía play a una
canción de Coldplay para así aislar cualquier ruido molesto de su mente. Jimin no
podía hacer otra cosa que alejarse del mundo real lo que más pudiese.

El resto del día paso sin mayor problema, solamente se había ganado un "cuidado
marica" cuando entro al baño y había chicos ahí, como nota mental se dijo a si mismo
que debía ir apenas empezara el descanso, así no se encontraría con nadie. Almorzó
en el pasillo la manzana que su madre le había pedido llevar, porque obviamente a
nadie le agradaba su presencia en la fila para comprar el almuerzo, y se quedo
leyendo el pdf de "La chica del tren" que hace poco había descargado en su teléfono.

No, Jimin no tenía amigos. Ni uno solo. Nadie entendía su forma de ser y tampoco
estaban dispuestos a convivir con el, lo trataban como si tuviese una enfermedad
contagiosa alejándolo de todo para que no se les pegara. Suena casi masoquista pero
el se había acostumbrado a aquella soledad, ni siquiera sabía como se sentía tener
un amigo así que no podía extrañar algo que no conocía.

Su lectura fue interrumpida por un mensaje que había llegado a su teléfono,


rápidamente salió de la aplicación para revisarlo.

Mamá:
Lo siento, pequeño, hoy no podré ir por ti. Me han doblado el turno en el
hospital, llegaré para la cena, vuelve con cuidado.

Jimin suspiro pesadamente y le contesto que no se preocupara. Si había algo que le


revolvía el estomago era la idea de tomar el autobús, ahí si que tenía el infierno
asegurado ya que los de último año no lo dejarían tranquilo.

Estuvo durante las últimas clases preguntándose como podía evitar usar el autobús y
a la única conclusión que llego fue caminar hasta su casa. El camino era largo y debía
pasar por un barrio bastante peligroso pero con tal de evitarse un viaje en el que sería
constante blanco de burlas correría el riesgo.

El timbre sonó y Jimin salió rápidamente de la escuela para así llegar antes a casa. Al
parecer nadie había notado su presencia, eso era un punto a favor, así que pudo
seguir su camino de forma tranquila. Su paso era rápido, si se esforzaba en unos
quince minutos podría estar en su casa comiendo cereal y terminando sus deberes.

Ya estaba llegando a la parte del camino en donde el barrio peligroso hacía vista por
lo que acelero su ritmo. Apenas faltaban dos calles para llegar a su destino cuando
siente un fuerte tirón de su brazo, decir que su alma se escapo de su cuerpo del susto
sería poco.

– Hola, muñequita –habla un borracho mucho más alto que Jimin con ropa sucia y
aliento pesado que le daban ganas de vomitar– ¿qué te trae por aquí?

Jimin trago saliva buscando auxilio de alguien que estuviese en la calle pero no, era
como si la gente se hubiese esfumado de un segundo para otro. El tipo seguía
sosteniéndolo mientras que el trataba de zafarse sin éxito alguno. Pronto se vio
rodeado por una pandilla de borrachos que lo miraban de forma sucia, en cualquier
minuto Jimin iba a comenzar a llorar gracias al miedo que tenía.

– Lindas piernas –decía otro sujeto palmeando a un costado de sus muslos.

– ¡Suéltenme! –grito el chico agudamente, quería volver a su casa.

– Solo queremos divertirnos, preciosa. No deberías andar en barrios así tu solita.

El tipo iba a agarrarle el trasero y fue ahí que Jimin lo empujo con toda la fuerza que
tenía haciendo que este cayera al suelo. Trato de correr pero rápidamente otros dos
sujetos lo tomaron de los brazos para inmovilizarlo.

– Oye –le habla uno de los sujetos a su compañero– este no es una chica.

Jimin trago saliva, sabía que aquello solo aumentaría el enojo de sus captores. El
hombre que había empujado se levanto del suelo y dio tres pasos hacia el para luego
con fuerza bruta agarrar los genitales del chico. Jimin no pudo hacer otra cosa que
sollozar bajito al sentir el horrible tacto de aquel asqueroso hombre.

– Eres un maldito marica. Aquí odiamos a los maricas.

Y esa fue su sentencia.

Primero vino un golpe en el estomago que lo dejo sin aire, luego otro en las costillas
que lo dejo en el suelo. Escondió su cara entre sus brazos cerrando los ojos y
rogando que todo parara. El dolor que sentía era punzante, tan así que se ahogaba
con su propia saliva, ni siquiera el piso frío de la calle era capaz de calmar el ardor
que estaba sintiendo en todo su cuerpo. Ya no podía distinguir de donde venían los
golpes, ni siquiera si eran con pies o con las manos. La vista se le estaba nublando y
Jimin pensó que no podría aguantar otro minuto en esas condiciones, por un
momento deseo morir para que todo se acabara... No quería seguir en este mundo
donde las personas solo le hacían daño.

Cuando ya se estaba entregando al sueño profundo distinguió una sombra que


alejaba a los hombres que lo golpeaban de el. Ya no sentía dolor, tan solo quería
cerrar los ojos para descansar de una vez por todas. La sombra se acerco a él y
susurro algo que no logró entender.

Luego Jimin se desmayó.

{♡}

002.
Trước Sau

Apenas sus ojos se abrieron entró en pánico porque no sabía en donde estaba.

Los últimos recuerdos lúcidos que tenía en su mente eran de la pandilla de borrachos
que lo atacó mientras iba camino a su casa. Apenas las escenas vividas hicieron
presencia en sus pensamientos lo se sintió sucio, como si el tacto de aquellos
asquerosos hombres lo hubiera infectado de alguna forma.

Trató de ignorar esos pensamientos porque debía resolver una incógnita mucho
mayor. Alzó su vista mirando todo de reojo, definitivamente estaba recostado en el
sofá negro de alguna casa. Ahora la pregunta que le faltaba responder era: ¿De
quién?

Jimin colocó los pies sobre el suelo e intentó levantarse siendo detenido por un
intenso dolor en su costilla derecha. Sin querer soltó un aullido por el malestar y rogó
en su interior que no le hubiesen roto algo. Bajo su mano y palmeo la zona afectada
consiguiendo otro gemido de angustia, probablamente si le habían roto algo durante la
paliza.

Por segunda vez quiso ponerse de pie pero una voz a su espalda lo interrumpió.

– No trates de levantarte, debes descansar.

Jimin se giró lentamente hasta que vio a quien le pertenecían esas palabras. Un chico
un poco más alto que el con cabello rubio platinado y tez ligeramente bronceada lo
miraba fijamente desde un rincón de la habitación. Apenas lo vio no pudo evitar
preguntarse por qué estaba en lo que parecía ser su casa.

Porque sí, Jimin lo conocía.

– Vuelve a sentarte –pidió el chico.

De todas las personas y todos los lugares que existían jamás se imaginó que
terminaría acompañado de Kim Taehyung.

Mientras Jimin en la escuela era caracterizado por ser el marica de la clase Taehyung,
por otro lado, era el chico popular con quien todos querían sentarse para almorzar.
Todo el mundo lo respetaba a él y su grupo de amigos mientras que Jimin no hacía
otra cosa que observarlos desde la distancia.

Así que ver que el estaba ahí después de que le dieran la paliza de su vida era
confuso para Jimin.

– ¿Qué hago aquí? –pregunto suavemente.

– Tenías que estar en un lugar hasta que recuperaras la conciencia, no sabía donde
quedaba tu casa así que vinimos aquí.

Jimin se sentía cohibido al darse cuenta que su ropa estaba rasgada y con manchas
de tierra. Odiaba verse así, se sentía asqueroso. Siempre procuraba andar de forma
impecable, rayaba en la obsesión de verse limpio. Quería llorar pero la mirada de
Taehyung estaba sobre el así que intento contenerse.

– Quiero irme a mi casa –pidió bajito, necesitaba a su mamá.

– No puedes irte así, recuéstate y dame el número de tu casa para vengan por ti.

Jimin no tenía fuerzas para discutirle así que le dicto el número y Taehyung sonrió
para dirigirse a otra habitación para llamar. Jimin se quedo solo en medio de la sala
con solo sus pensamientos de compañía, lo que no era para nada bueno porque lo
único que había allí eran los recuerdos del asalto que sufrió. Aprovechando que no
había más personas ahí se permitió llorar un poco, sollozando por lo que le habían
hecho. No sabía que hubiese sido de él si Taehyung no hubiese llegado a salvarlo.

En ese momento escucho el sonido de una puerta y pensó que Taehyung ya había
llamado a su madre, pero no. Era la puerta de principal dejando que alguien entrara al
lugar. Jimin dio un respingo del susto, no estaba listo para habla con más personas
desconocidas así que rápidamente se recostó para hacerse el dormido mientras por el
rabillo del ojo observaba al intruso.

Era un chico alto que llevaba una chaqueta negra con una capucha cubriéndolo,
también traía unos pantalones negro y bototos grandes de los que usan en la milicia.
Estaba colgando una mochila verde en uno de los percheros mientras Jimin seguía
observándolo. Quería controlar los pequeños temblores en sus manos o el chico lo iba
a descubrir, aunque parecía bastante ido como para notar su presencia. El chico
seguía de espaldas cuando se saco la capucha dejando ver su cabellera negra y
varios aretes que tenía en las orejas más expansiones. Jimin conocía solamente a
una persona con esas características e iba en su escuela, no quería creerlo pero...

– Se que estas despierto –le habla el chico con un tono de voz grave– debes irte, no
necesitamos más cargas aquí.

Jimin abrió los ojos en el momento que el chico se da vuelta dejando ver su cara
mientras caminaba hacia el pasillo para luego encerrarse en una habitación dando un
portazo tan fuerte que Jimin llego a saltar del susto.

Yup, definitivamente era Jeon Jungkook.

Habían palabras simples para definir a ese pelinegro y sería: Perforaciones, tatuajes y
actitud de mierda. Era conocido como el dolor de culo de los profesores o rebelde sin
causa especifica. Tenía la parte superior del pecho y el cuello adornado con tatuajes
de distintos tipos, al igual que sus dos brazos y parte de sus piernas. Llevaba
expansiones de al menos 15mm más aretes en la oreja y en la nariz. En la escuela
nadie se metía en su camino porque sabían que llevarle la contra a Jeon era una
sentencia de muerte, varias veces lo había visto enfrentarse a golpes con chicos
mucho más granes que el y salir victorioso sin siquiera esforzarse. Jimin le tenía cierto
miedo a Jungkook, así que quería salir corriendo de allí.

Cuando trato de levantarse nuevamente de manera mágica Taehyung apareció


haciendo que se sentara nuevamente.

– Te dije que no te levantaras –lo regaño el rubio– hable con tu madre, estaba muy
preocupada casi llama a los policías... En fin, ya viene para acá.

– Disculpa... Pero necesito irme ahora.

Taehyung lo miro confundido para luego asomar su cabeza hacia el pasillo.


– ¿Llego Jungkook? –le pregunto a Jimin.

– Eh... Sí...

– Siempre se comporta como idiota pero no es tan malo, enserio. ¿Eres Jimin, no?

– Yo... Sí...

– Muy bien, Jimin. Ruego disculpes a mi mejor amigo porque enserio es un idiota
cuando se lo propone.

– Quizá le molesta tenerme aquí... Digo, debería irme ya...

– Claro que no, Jimin. Eres bienvenido aquí, Jungkook es idiota pero no tanto o si no
no te hubiese sacado de aquella pelea.

Jimin abrió los ojos de par en par cuando escucho lo último. El pensó que Taehyung
había sido quién lo había sacado de allí.

– Pero... Yo pensé que tu...

– Yo estaba con el pero créeme, soy el peor golpeando. Jungkook fue quien de
deshizo de los tipos y te cargo hasta la casa.

Ok, mientras más información recibía se mareaba. ¿Como es que Jeon Jungkook lo
había salvado y luego lo había tratado tan mal? Enserio no entendía. El era el chico
malo de la escuela y aunque nunca había hecho algo en contra suya pasaba de su
presencia como el resto del mundo.

Iba a preguntar algo pero el timbre del lugar comenzó a sonar.

– Debe ser tu madre.

Taehyung se levanto para abrir la puerta mientras Jimin miraba hacia el pasillo directo
a la habitación donde Jeon Jungkook se había encerrado después de tratarlo mal.
Aquel miedo que sentía gracias a la personalidad del pelinegro aun no lo abandonaba
pero tuvo que obligarse a si mismo que tenía que hacer algo para devolver lo que
Jungkook había echo por él.

O al menos debía agradecerle en persona.

{♡}

003.
Trước Sau
Buscó una chaqueta porque afuera el clima era helado. Estaba atrasado y tenía que
salir de ahí antes de que Taehyung le dijera algo.

Tomó un gorro negro que tenía para cubrir su cabello y luego empezó a meter todo lo
que necesitaría en su mochila vieja. Si hacia todo rápido no tendría la necesidad de
quedarse a escuchar el sermón que le tocaba. Había sido un día largo y si
normalmente la paciencia no era su fuerte, ahora no había ni rastros de ella.

Arremangó su chaqueta militar hasta los codos dejando ver su piel cubierta de tinta.
Le gustaba como habían quedado sus brazos después de las sesiones con su
tatuador, todo estaba unido simétricamente como si de una sola pieza se tratase.

Ya eran las nueve, debía salir del departamento lo antes posible. Colgó la mochila en
sus hombros y se dispuso a salir de la habitación. Había escuchado hacia un rato
como el intruso se había ido porque lo fueron a buscar así que podía salir de ahí sin
tener que dar una tediosa despedida.

Abrió la puerta con cuidado, estaba dispuesto a ser una sombra para no llamar la
atención. Su celular sonaba en el bolsillo, seguramente Namjoon estaba enojado
porque no aparecía y aunque le importaba una mierda lo que el pensara, tenía que ir
a ganar dinero.

Camino por el pasillo y posó su mirada en el sofá en donde hace unos veinte minutos
había un chico herido y que ahora se encontraba vacío. Jungkook agradeció
enormemente que ya se hubiese ido, odiaba tener extraños en su casa, aquel era su
santuario y apenas soportaba la presencia de Taehyung, a la que estaba obligado
porque su padre era quien les consiguió el departamento. Ventajas de ser un hijo de
papi millonario, según Jungkook.

Estaba a punto de abrir la puerta cuando sintió una tos falsa en su espalda. Soltó un
gruñido, Taehyung lo había atrapado en su intento de huida.

– Idiota –soltó su mejor amigo con el ceño fruncido.

– Voy tarde. ¿Podemos dejar el sermón para mañana?

– No tenías derecho a asustar a Jimin. Suficiente tenía con lo que le pasó hoy.

Jungkook revoloteó los ojos, ¿por qué debía preocuparse por lo que a ese chico le
pasaba? Tan solo le había dejado claro que tenía que irse, odiaba tener gente extraña
en la casa y Taehyung lo sabía.

– Me da igual –dijo con voz grave– solo le dije que si había despertado se fuera.

– ¡Casi sale corriendo del departamento!

– Pues por mi esta bien.


Todo el mundo conocía a Jungkook por dos cosas: sus transformaciones corporales y
su frialdad. Era un chico al cual le temían y con el que no se podía estar en
desacuerdo. Jungkook no socializaba mucho en la escuela, lo evitaba o sino estaría
metiéndose cada cinco segundos en peleas por comentarios idiotas de sus
compañeros. Y aunque eso era noble de su parte a Jungkook no le interesaba
preocuparse por los demás, bastante tenía con sus problemas como para agregarle
más peso a sus hombros. Su filosofía de vida era: Háganse cargo de sus propios
asuntos.

Esa tarde cuando iba caminando junto a Taehyung hacia el departamento divisaron
en la acera del frente un pelea de borrachos. Jungkook apenas presto atención
mientras que su amigo se detuvo y tiro de su manga. Jungkook trató de seguir
caminando pero Taehyung tiró de su brazo nuevamente mientras decía:

– ¿Ese no es Jimin?

Claro que conocía a Park Jimin. Habían estado en la misma escuela durante la
primaria y luego en la secundaria. El chico era una rareza para Jungkook, siempre
vistiendo de rosado, muy femenino pero para nada grotesco. Mirar a Jimin era como
ver un montón de algodón de azúcar, era tan dulce que te provocaba diabetes. Esa
era una de las razones por las que Jungkook tenía un rechazo hacia el, simplemente
no podía con algo tan... Frágil.

Jimin era de los chicos que lloraba cuando le decían cosas en vez de defenderse,
Jungkook revoloteaba los ojos cada vez que lo oía en el baño. Para él las cosas se
arreglaban fácilmente con un intercambio de puños o una discusión verbal. Siempre
pensó que lo único que Jimin hacia por su vida era querer llamar la atención, no le
veía otra explicación a que siempre se quedase callado ante lo que decía la gente.

Así que cuando lo vio siendo golpeado por esos hombres el iba a seguir caminando.

Había ignorado la presencia de Jimin durante años, no tenía un motivo para que las
cosas fuesen distintas ahora. Aunque Taehyung tirase de su brazo pidiendo que lo
ayudara Jungkook estaba decidido a seguir su camino porque aquel no era su
problema. Lo que le hizo cambiar de opinión fue el segundo en que levanto su cabeza
y vio a un tipo tocando descaradamente los genitales de Jimin.

La furia lleno la mente de Jungkook, al igual que los recuerdos.

Se soltó del agarre de Taehyung y cruzó la calle sin importarle que un auto pudiese
arrollarlo. Llego hasta el improvisado círculo que aquellos borrachos habían hecho
alrededor de Jimin y uno por uno fue encargándose de cada hombre. Sus puños
viajaban con velocidad a las mandíbulas o las bocas de los estómagos, Jungkook
tenía mucha experiencia peleando y sabía el punto exacto donde debía golpear para
deshacerse de esos idiotas.
Aunque eran cinco hombres al cabo de cinco minutos Jungkook los tenía a todos en el
piso. Siempre había sido hábil en las peleas, aunque estuviera en desventaja sabía
dar vuelta la situación a su favor. Miro hacia atrás encontrándose a Taehyung que
estaba hablándole a Jimin pero este último se había desmayado producto de los
golpes. Jungkook se acercó y con facilidad tomó en sus brazos al peli-morado,
pesaba tan poco como una pluma que no se le hizo difícil caminar con el hasta su
departamento porque no sabían dónde este último vivía.

Fue todo tan rápido que ni siquiera sopesó lo que traería consigo su buena acción del
día. No quería tener nada que ver con Jimin, eran sus asuntos y el debía aprender a
resolverlos... Pero sintió tanta impotencia que se le hizo imposible no intervenir.

Cuando llegaron a la casa dejo a Jimin en el sofá y el salió a fumarse un par de


cigarrillos sin siquiera despedirse de Taehyung. Quería alejar de su mente las
imágenes que se hacían presente en su cerebro, pensó que ya lo tenía superado pero
por culpa del afeminado todo había vuelto.

Se enojo consigo mismo al verse tan afectado por lo que le pasó a un chico con el que
no cruzó palabra en toda su vida, quizá por eso le había hablado tan mal. Aunque si
era sincero era muy normal en el responder de esa forma, era mucho más raro verlo
siendo educado. Y la mirada de perrito herido que Jimin le dio cuando le dijo esas
cosas solo aumento su enojo, no soportaba a la gente que dependía de los demás y
no podía defenderse sola.

– ¿Puedo irme ahora? –le pregunto a Taehyung cabreado– Voy muy atrasado y
necesito el dinero.

– Ya, vete –responde su amigo– pero tendrás que pedirle disculpas a Jimin.

– Claro, diez veces.

Salió del departamento dando un portazo. Jungkook estaba convencido de que


aquella sería la última vez que su camino se cruzaría con el de Park Jimin, lo prefería
así.

Pero Jungkook está muy equivocado.

{♡}

004.
Trước Sau

Cuando llegó a casa y su madre lo dejo en su habitación a solas pudo llorar.


Se metió más de tres veces a la ducha deseando alejar de su cuerpo aquella horrible
sensación que le habían dejado las manos de los hombres que lo atacaron. Se miraba
al espejo directo a los moretones que se había ganado y se sentía asqueado. El
cuerpo de Jimin era delicado y a el le gustaba que fuese así, pero ahora se veía tan
magullado que se sentía roto.

Esa noche cuando se fue a dormir lo único que hizo fue seguir llorando por lo que
había pasado y en medio de las lágrimas la imagen de Jeon Jungkook apareció en su
cabeza. Si no hubiese sido por el no tenía idea de cómo hubiese terminado todo ese
asunto.

Aunque fuese un idiota, Jungkook lo había salvado y Jimin debía agradecerle por eso.

•••

Al otro día trató de llevar las cosas con la mayor normalidad posible, intentaba ignorar
la cara de su madre quien lo miraba casi poniéndose a llorar. No había querido
preocuparla o que se sintiera culpable por no irlo a buscar como siempre lo hacía.
Nada de lo que había pasado el día anterior era su culpa.

– ¿Estás bien, Minnie?

No lo estaba, pero no lo diría. Su madre ya tenía bastante con lo raro que el era como
para seguir poniéndole peso en sus hombros.

– Sí, mamá –mintió sonriendo.

Ese día busco un suéter azul tejido a mano por su madre y lo combinó con unos jeans
claros más zapatillas rosas pastel. Tuvo que pintar y limar sus uñas nuevamente
porque gracias a la golpiza se habían arruinado. Además aplicó bastante maquillaje
en cualquier moretón que pudiese estar a la vista. Casi parecía que nada había
pasado.

– ¿Quieres que te vaya a dejar a la escuela?

– No, puedo irme solo.

Su madre seguía mirándolo con angustia y Jimin se sentía culpable. A veces cuando
estaba solo en su habitación se preguntaba a sí mismo por qué no podía ser un chico
normal, se ahorraría los maltratos y no molestaría a su madre con sus cosas.

– Tenemos que hablar de lo qué pasó ayer, Minnie.

Su madre ayer trató de hablar con él cuando subieron al auto pero Jimin solo se limitó
a decir que lo atacaron, todo de forma muy superficial mientras que su madre trataba
de que le hablara de cómo se sentir en verdad.
– Ya lo hablamos –contestó– además ya voy tarde a la escuela.

Dejo un beso en la cara de su madre y salió por la puerta sin mirar atrás.

La señora Park estaba con el corazón en la mano, su hijo había sido lastimado de
forma cruel el día anterior y no era capaz de hablar sobre ello. Como madre no podía
hacer otra cosa que preocuparse por el bienestar de Jimin y jurar que si veía a los
bastardos que le hicieron eso tomaría la justicia en sus propias manos.

•••

Cuando llegó a la escuela volvió a caer en su rutina de siempre.

No sabía por qué pero después de haber estado en la casa de Taehyung y Jungkook
pensó que algo cambiaría en su entorno, pero no. Apenas llego pudo escuchar los
susurros de siempre y uno que otro papel se estrechó contra su cabeza cuando
camino hacia su casillero.

Era tonto pensar que porque ellos lo habían ayudado algo iba a cambiar. Lo de ayer
había sido una espantosa coincidencia, pero coincidencia al fin y al cabo. No podía
esperar que las burlas se acabaran solo por eso, era imposible y una pérdida de
tiempo.

Camino hacia su primera clase que estaba atravesando él área verde de la escuela.
Como siempre iba mirando directo a sus pies para no tener que mirar a nadie a los
ojos y ganarse algún problema. Mientras se concentraba en las lindas flores que
habían salido en el césped unos pies con botas militares llamaron su atención. Jimin
alzó la vista encontrándose con la silueta de Jungkook dandole la espalda.

Mientras que Jimin era un chico tímido y muy responsable con los estudios, Jungkook
era todo lo contrario. Varias veces lo había escuchado decirle a los profesores que no
le interesaba asistir a un lugar donde le enseñaban cosas que jamás ocuparía en su
vida y que si no fuera porque la ley le exigía ir a la escuela hace mucho tiempo
hubiese dejado de ir. Lo interesante de todo eso era que Jungkook tenía excelentes
calificaciones sin siquiera esforzarse, aunque su actitud fuera un fiasco.

El punto era que verlo ahí despreocupado por llegar tarde a clases era totalmente
habitual para cualquiera de la escuela. Jimin siempre lo veía en los pasillos
saltándose clases y escabulléndose de allí con asombrosa habilidad. Nunca le dijo
nada, su relación con Jungkook se limitaba a mirarlo de vez en cuando y que el no
supiese que existía.

Pero lo salvó, eso era algo.


Junto el poco valor que tenía en su cuerpo y decidió caminar hasta el. Había decidido
que debía agradecerle lo que había hecho porque de seguro hubiese terminado en el
hospital si el no intervenía en la pelea.

Cuando ya estuvo a unos centímetros se detuvo, quería dejar una distancia prudente
por si tenía que salir corriendo de allí. No podía hacerse el tonto ya que se trataba de
Jeon Jungkook el matón de la escuela.

– Hola, Jungkook.

El nombrado se giró sobre sus talones y sus miradas se conectaron como imanes.
Las manos de Jimin comenzaron a temblar de los nervios pero ahora que ya estaba
allí no podía arrepentirse.

– ¿Se te perdió algo? –le pregunta Jungkook tan tosco como siempre.

– Y-yo... Yo solo venía a agradecerte lo de ayer. Taehyung me dijo lo que hiciste y no


podía quedarme sin darte las gracias. Sé que lo hiciste solamente por coincidencia
pero me salvaste... De verdad gracias, Jungkook.

Su voz salía un tanto entrecortada mientras que la mirada del chico estaba sobre el
como una lupa. Se preparó mentalmente para recibir cualquier insulto que viniese de
su parte y luego seguir con su vida como si nada.

– Eres bastante idiota, ¿te lo han dicho?

Si Jungkook supiera cuantas veces lo habían llamado de esa forma se sorprendería


así que solamente se limitó a asentir. No pudo evitar dirigir sus ojos a los brazos
cubierto de tatuajes de Jungkook, le gustaba mucho como los dibujos fluían en su piel
casi como si hubiese nacido con ellos.

– Deberías irte, las clases van a comenzar.

Jimin asiente por segunda vez dispuesto a irse porque ya había cumplido lo que tenía
en mente.

– Y no vuelvas a hablarme, mariposa. ¿Entendido?

Las palabras de Jungkook eran duras pero mucho menos amenazadoras de lo que
había temido. Agradecía al cielo no haberse ganado otra paliza.

– Sí. Muchas gracias y adiós Jungkook.

Se dio vuelta para caminar a la clase de historia mientras que Jungkook se dirigió al
baño para beber algo de agua. Para Jimin todo había salido bien mientras que Jeon
solo tenía sentimientos encontrados. Cuando este último llego a su destino vio a dos
chicos tonteando entre ellos obviamente sin ánimos de entrar a clases. Mientras el se
lavaba las manos pudo escuchar claramente cuando la conversación y burlas de esos
dos cambiaron de objetivo hacia otro chico.

– ¿Haz visto esos suéters de travesti que usa?

– Jimin es un verdadero marica, de seguro ya le ha prestado el culo a todo el mundo.

Ese día ambos chicos recibieron el puño de Jungkook en la cara mientras este les
advertía que si volvían a hablar de Jimin no se salvarían de la paliza que les
daría.

005.
Trước Sau

Cuando vio a Taehyung acercarse hasta el pensó que era una broma. Todo el mundo
los miraba sin entender y hasta Jimin no tenía idea de por qué se había sentado a su
lado en clases de Historia.

– ¿Como estás? –le preguntó el rubio sonriendo y Jimin no sabía qué decir
exactamente.

– Mejor...

Ok, acababa de llegar tarde porque había hablado con Jungkook para agradecerle lo
que había hecho por el y sorprendentemente no había salido lastimado, solo le había
dado una pequeña advertencia. Ahora Taehyung estaba hablando con el como si se
conocieran de toda la vida, eso era raro.

– ¡Me alegro! Ayer llame a tu casa pero tú madre dijo que ya estabas durmiendo.

– Sí, me recosté apenas llegue...

Jimin no sabía muy bien cómo debía seguir una conversación, normalmente la gente
pasaba de su presencia o tan solo se acercaban a él para insultarlo. Así que tener a
Taehyung cerca suyo con esa sonrisa tan amigable lo confundía un montón.

– ¿Y que tienes pensado hacer esta noche?

La pregunta lo tomo tan por sorpresa que se atragantó un poco con su saliva.
Normalmente en una noche de viernes se quedaría en su casa disfrutando de un
maratón de alguna serie de Netflix y si estaba hambriento pediría una pizza. Esos
eran los únicos planes que Jimin tenía pensados.

– ¿Por que? –pregunta y Taehyung ríe.


– Porque te quiero invitar a la fiesta que haré en mi casa hoy. Jungkook no estará así
que puedes estar tranquilo. No acepto un no por respuesta.

¿Una fiesta? Jimin nunca había ido a alguna, tan solo había visto películas sobre ello.
¿Que se suponía que debía decir? Lo más probable es que gente de la escuela
estaría allí y no quería que todo terminará en un desastre.

– No... No sé.

– ¡Por favor! –ruega Taehyung sonriendo– Enserio me gustaría que fueras, además te
serviría para distraerte de todo lo que paso ayer.

No podía negarlo, había esperado durante años que alguien se le acercará para
invitarlo a hacer cualquier cosa. No tenía amigos y esa era una de las mayores
razones por las que siempre había deseado un poco más que la compañía de su
madre. Pero a pesar de eso no podía dejar de pensar que no era la mejor ideas de
todas.

– Gracias Taehyung... Pero no creo...

– ¡Por favor, Jimin! Te presentaré a mis amigos y será fantástico.

– Yo no...

– Di que si, por favor –insistía el rubio.

Jimin no era muy bueno ignorando los pedidos de los demás, aunque eso significase
hacer algo que no quería. Siempre iba a escoger a cualquier persona por sobre el, su
baja autoestima se reflejaba en ello.

– Yo... Esta bien, iré.

– ¡Sí!

Taehyung lo abraza y Jimin se siente mareado con el contacto, era tan distinto a lo
que normalmente estaba acostumbrado que hasta el miedo se coló a través de su
piel. No tenía idea de como terminaría todo ese asunto de la fiesta y enserio esperaba
que nada saliera mal.

•••

Estaba enojado o más que eso, si había algo que Jungkook odiaba en el mundo era
cuando le avisaban las cosas a última hora.

Taehyung estaba frente a el sonriendo como siempre lo hacía mientras que Jungkook
estaba siendo consumido por la ira. Parecía que a su mejor le importaba muy poco lo
que el pensara del asunto, como siempre.
– Odio que uses el departamento para tus fiestas imbéciles –suelta gruñendo
esperando que eso ayudara a que Taehyung desistiera de la idea.

– La casa es tanto mía como tuya. Quiero hacer una fiesta y lo único que te pido es
que no aparezcas hasta las 2. De todas formas siempre llegas mucho más tarde
cuando sales a beber con Namjoon.

– ¡Pero no quiero a un montón de idiotas en mi puta casa!

– ¡Nuestra puta casa! Ya esta decidido, haré la fiesta. Como siempre cerraré tu cuarto
con llave para que nadie entre y limpiaré todo cuando termine.

– No jo...

– Basta, Jungkook –lo interrumpe Taehyung– ya dije que la decisión esta tomada así
que solo te estoy informando.

Su mejor amigo no dijo nada más, tan solo giró sobre sus talones para dejar a
Jungkook solo y de mal humor. Desde ese minuto su día se transformó en una
mierda. ¿Acaso era muy difícil entender que no le gustaba compartir su espacio
personal con gente desconocida? Para colmo, los amigos de Taehyung eran un
montón de idiotas descerebrados. Jungkook odiaba pasar tiempo con gente de la
escuela, sobre todo cuando se trataba de chicos que pensaban que el mayor logro de
sus vidas era anotar en un partido de fútbol americano.

Pero no podía hacer nada, Taehyung parecía bastante decidido.

Tendría que resignarse a desaparecer del mapa hasta que la fiesta hubiese terminado
y ahí recién podría volver a su hogar. Al menos sabía donde podía hacer algo
productivo mientras las horas pasaban. Sacó su teléfono y marco el tercer número de
su agenda, esperando escuchar la voz al otro lado.

– Hola, Kook –saluda Namjoon desde la otra línea– ¿A qué debo tu llamado?

– Cambié de idea, voy a pelear hoy también.

– ¿Enserio? Pensé que el dinero de ayer era suficiente para ti, las apuestas fueron
bastante altas.

– No es por el dinero, necesito estar lejos de casa unas horas.

– Te toca ir contra Hoseok, ¿lo recuerdas?

– El que se jactaba de que me ganaría y lo noquee en el segundo round.

– Ese mismo, ha estado pidiendo la revancha hace un mes ya.

– Pues se la daremos hoy. Prepara todo en el puente.


– De inmediato, te veo a las once.

No se despide, tan solo cuelga para guardar el teléfono e ir a casa a buscar sus
cosas. Si tenía suerte no tendría que toparse con la cara enojada de Taehyung. Apuro
el paso hacia su motocicleta cuando diviso entre medio de el tumulto de estudiantes
una cabellera morada que le había hablado justamente esa mañana.

Park Jimin estaba caminando directamente hacia el auto de su madre.

Varias veces Jungkook lo había observado realizando esta acción pero sin tomarle
mucha importancia. Se quedo de pie un momento hasta que Jimin se subió al asiento
del copiloto y desapareció en la calle principal.

Tuvo que obligarse a si mismo a seguir caminando. Quería alejar de su mente la


imagen de Jimin siendo golpeado por los borrachos que volvía a el cada vez que se lo
encontraba en la escuela. Al principio Jungkook se mostró recio a argumentar que
probablemente Jimin se había buscado todo aquello y por ende era su problema, pero
cuando escucho a los chicos del baño burlarse de el chico, fue como si las cosas
cambiaran de repente.

La verdad era que Jimin no le hacía ningún daño a nadie, pero de todas formas
parecía que el mundo estaba empeñado a lastimarlo. Jungkook no podía mentir y
decir que siempre se había interesado por su bienestar, pero tampoco podía seguir
haciéndose el idiota con lo que le pasaba al chico. Tenía claro que Jimin no podía
defenderse o simplemente no quería, quizá eso último era lo que le daba coraje,
porque si el peli-morado respondiera aunque sea alguno de los insultos que le
llegaban al día los demás lo respetarían al menos un poco.

Por ahora Jungkook se iba a encargar de ayudarle un poco.

006.
Trước Sau

Cuando abrió su ropero supo que no tenía ni idea de que usar.

Normalmente tomaría lo primero de color rosa que viera pero esta vez quería estar de
acorde a la ocasión, aunque no tenía ni idea de como era eso. Taehyung apenas le
había mandado la hora de la fiesta por mensaje así que no pudo rescatar ni una pista.
Tenía miedo de hacer el ridículo por su forma de vestir.

Al final se decidió por usar pantalones negros ajustados más una camisa roja floreada
y mocasines de charol. Le hubiese gustado algo mucho más delicado pero al menos
todo le quedaba ajustado al cuerpo para que así se viera su figura.
Aplicó delineador y encrespo sus pestañas para concentrar la atención en sus ojos
mientras que solo se coloco un humectante en los labios. Apenas alzó la mirada hacia
el reloj de su celular se dio cuenta de que ya era hora de salir y el corazón se le
acelero.

– Ya estas listo, debes irte –se dijo a si mismo frente al espejo para darse un poco de
ánimo.

Tenía bastante miedo, no lo iba a ocultar. Pero Taehyung había sido bueno con el y si
lo estaba invitando era por algo, o al menos eso era lo que quería creer. Le tomó al
menos unas cinco exhalaciones profundas para poder bajar las escaleras y
despedirse de su madre.

– Ya me voy –dice al llegar al último escalón mientras su madre esta viendo algo en la
televisión.

– Oh... Entonces si irás.

– Sí.

A pesar de que su madre no había puesto objeciones cuando le pidió permiso para
asistir sabía que ella estaba esperando que desistiera por su cuenta. Comprendía que
ella estaría preocupada, sobre todo después de el ataque que sufrió.

– ¿Llevas dinero para el taxi? –pregunta la señora Park y Jimin asiente.

– Sí, mamá.

Se había negado a que ella lo llevase, no quería dar a pie a nadie nadie para que se
burlase de el y aunque a su progenitora no le fascinaba la idea finalmente aceptó sus
motivos.

– Pásala bien –le desea su madre y Jimin asiente.

– Eso espero. No me esperes despierta.

Salió por la puerta y se dirigió a tomar el autobús.

Cuando llegó a casa de Taehyung podía escuchar la música desde la calle. Tuvo que
tocar el timbre más de tres veces a causa de eso y hasta pensó que al chico se le
había olvidado que lo había invitado. Pero apenas el rubio abrió la puerta con una
sonrisa en el rostro Jimin se sintió mucho más tranquilo.

– ¡Viniste! –chilla Taehyung y lo abraza efusivamente, como lo hizo en la escuela.

– No me lo hubiese perdido –susurra Jimin.

– Ven pasa, te presentaré a todos.


La casa estaba llena de chicos de la escuela que se le quedaron mirando apenas
entro. Jimin bajo la vista como era de costumbre y solo se fijo en seguir a Taehyung a
través de la estancia hasta la cocina. Estaba nervioso y asustado, muchas de las
personas que estaban ahí alguna vez se habían burlado de él, así que no parecían
muy contentos con su presencia y, al parecer, Taehyung ni cuenta se daba de ello.

– ¿Qué bebes, Jimin? –le pregunta cuando llegan a una improvisada barra de tragos.

– No, gracias. No bebo.

– Oh, entonces un refresco, ¿te parece?

– Sí, por favor.

Taehyung le sirve el refresco y justamente en ese momento llega un chico a su lado a


hablar con el mientras Jimin se dedica a beber el contenido del vaso.

– ¿Puedo usar la habitación de al fondo? –pregunta el chico que Jimin identifico como
uno de último año.

– Claro que no, Jin – responde Taehyung–Jungkook me mataría.

– ¿Entonces por qué esta la puerta abierta?

– ¿Qué? –lo ojos del rubio se abren de par en par– ¡Mierda, olvide cerrarla!

Jimin estaba tan perdido y concentrado en su bebida que apenas se dio cuenta
cuando Taehyung lo tomo por el hombro para pedirle ayuda.

– Jimin, hazme un favor, ten –el chico estira su mano con dos llaves en ella– ¿Puedes
cerrar la habitación de Jungkook? Yo debo seguir recibiendo a la gente.

– Pero... ¿Y si el...?

– Jungkook no esta –responde interrumpiendo Taehyung– así que no te preocupes


por eso.

– Oh, esta bien.

Una parte de Jimin enserio deseaba ver de casualidad a Jeon Jungkook por allí. Le
hubiese gustado borrar de su ser aquellas pequeñas mariposas que sentía en el
estomago cuando lo veía por los pasillos. Jungkook era rudo y tosco, el contraste
directo de Jimin. Era inevitable que se sintiera atraído hacia el, así como decían
muchas personas que recitaban el refrán de "los apuestos se atraen".

Se abrió paso entre las personas hasta llegar a la habitación del fondo. Estando allí
trago saliva antes de entrar, si Jungkook lo viera seguro lo echaría a patadas de allí.
Sabía que solo debía cerrar con llave pero al menos quería echar un vistazo de lo que
había allí. Respiro una vez más, giró el pomo de la puerta y al abrirla se encontró en
el mundo de Jeon Jungkook.

Las paredes eran verdes y estaban adornadas con dibujos hechos a mano. Jimin no
pudo evitar sentir curiosidad y adentrarse en el lugar, a nadie le haría daño si daba un
vistazo más profundo.

Puso atención en cada detalle. La cama estaba deshecha y había ropa en el suelo al
igual que varios libros de la escuela. A su izquierda diviso una torre de discos que
parecía ser lo único en orden del lugar. Aquella habitación era muy distinta a la suya,
la cual siempre se encontraba perfectamente organizada.

Paso sus dedos por los dibujos que había. Todos estaban hechos con carboncillo y
los temas variaban. En algunos había dibujado paisajes mientras que en otros habían
siluetas que se iluminaban a la luz de la luna. Los que más le gustaron a Jimin eran
los que estaban por el lado de la cama, porque esos lo conocía bastante bien al estar
impresos en la piel de Jeon.

No tenía ni idea de que Jungkook dibujaba tan bien y menos que el diseñaba sus
propios tatuajes.

Cada vez aparecían más cualidades que lo atraían de lleno hacia el castaño. Debajo
de toda esa fachada de matón que Jungkook había construido para el mundo, se
escondía un artista y bastante bueno. Jimin pensaba que fácilmente Jungkook podría
conseguir algún tipo de beca en una academia de arte si aplicara. Pero a la vez no se
lo podía imaginar tomando clases sin hacer algún tipo de desaire al profesor o algo de
ese estilo.

Siguió paseando por el lugar hasta que se sentó en la cama que tenía el olor de
Jungkook impregnando. A un costado de esta había una pequeña mesa de noche en
donde había colocada una lampara y un marco con una fotografía dentro. Jimin estiro
la mano hasta ella para tomarla con sus dedos. En la foto aparecía una mujer joven
sosteniendo a un niño de aproximadamente cinco años, ambos se estaban mirando y
parecían estar riendo sobre algo.

Jimin supo que se trataba de Jungkook cuando era pequeño.

Lastima que por estar concentrado en la fotografía no escucho los pasos de una
persona entrando y solo se dio cuenta de que había alguien más en la habitación con
el grito que le brindo el susto del siglo.

– ¿¡Qué mierda haces aquí!?

Era Jeon Jungkook y estaba enojado.


007.
Trước Sau

Movió de manera ágil sus pies para evitar el golpe que venía hacia su cara, se agacho
y desde aquella posición estampo su puño derecho en la mandíbula de su
contrincante dejándolo noqueado en el piso.

Era rodeado por un circulo de apostadores y todos gritaban "Kook" en merito a su


victoria. Sonrío de forma socarrona y sintió como Namjoon levantaba su mano para
sellar el encuentro de una vez por todas.

Así era siempre, derrotaba a tipos el doble de grandes que el mismo y se llevaba una
buena cantidad de dinero para poder subsistir. Además lo usaba como ejercicio para
liberar la tensión cuando tenía días en que no podía soportar a nadie.

Cuando ya era hora de irse se saco las vendas que se colocaba en las manos
mientras caminaba hacia Namjoon quien estaba contando el dinero que habían
ganado en la pelea.

– ¿Como han andado las apuestas? –le pregunta a su amigo.

– Eres una maldita maquina de hacer dinero, Kook.

– Ya me lo habías dicho. ¿Donde iremos a celebrar?

Apenas vio la cara confundida de Namjoon supo que su plan de perderse en algún bar
de la ciudad se había venido abajo en menos de tres segundos.

– Lo siento, debo ir por Jin a la fiesta de Taehyung. Tengo que comportarme como un
buen novio o me matará.

– Mierda...

Sin la compañía de Namjoon la idea de emborracharse perdió chispa. Jungkook no


era de los que iba a un bar solo, mucha gente se le acercaba y ya no le quedaba
paciencia como para espantarlos de forma "amable".

– ¿Te llevo a tu casa? –pregunta Namjoon– De todas formas voy para allá.

No le quedaba otra opción así que asintió. Tendría que encerrarse en su habitación
con los audífonos a todo volumen para ignorar la estúpida fiesta. Lo único bueno de
aquello era que estaría en su cama y descansaría de la pelea.
Cuando bajaron del auto de Namjoon para luego entrar al departamento Jungkook se
arrepintió de haber vuelto tan temprano.

La fiesta parecía estar en su apogeo porque habían muchos idiota borrachos en su


sala de estar. Casi golpea a uno que tenía los pies sobre el sofá pero se contuvo,
Taehyung le dijo que limpiaría después y siempre lo hacia, así que decidió caminar
entre el mar de gente para llegar lo más rápido que pudiese hasta su habitación, de
seguro si veía otro imbécil descuidando las cosas se volvería loco.

Apenas pudo evadir al montón de gente que estaba en el pasillo y llegó hasta el frente
de la puerta supo que algo estaba mal porque esta se encontraba semi-abierta. Juró
que si encontraba a extraños fornicando en su cama mataría a Taehyung.

Pero cuando entro se encontró con una imagen totalmente diferente. Park Jimin
estaba sentado sobre su cama mirando directamente hacia la única foto que tenía con
su madre. Decir que Jungkook se enfado era muy poco, estaba furioso.

– ¿¡Qué mierda haces aquí!? –gritó asustando al peli-morado.

– Ju-Jungkook... Yo...

– ¿Quién mierda te dejo entrar? ¡Esta es mi puta habitación!

Odiaba que invadieran su privacidad de esa forma y que afuera hubiese una fiesta no
ayudaba ni un poco. Jungkook era reservado, no dejaba que nadie entrase a su
habitación a excepción de Taehyung pero ni siquiera a el lo dejaba estar más de cinco
minutos allí. Aquel lugar era como su santuario donde estaban ubicadas sus cosas
más intimas y ver a alguien ajeno a el lo fastidiaba de enorme manera.

Aunque fuese Jimin.

– Yo... Yo lo siento. No era mi intención, fui un imbécil... Por favor no...

– ¿Acaso no entendiste lo que te dije hoy? ¡No quiero verte la maldita cara!

– Jungkook... No quería...

– ¡Cállate de una vez! –grita haciendo temblar a Jimin– Si hubiese sabido que no me
dejarías en paz hubiese dejado que te mataran a golpes en el callejón, así dejarías de
fastidiar al mundo.

Las palabras fluyeron de su boca de forma tan rápida que ni siquiera alcanzó a
procesarlas antes de decirlas. Vio justo el momento en el que Jimin parecía haberse
roto frente a el porque a pesar de no gimotear las lagrimas comenzaron a caer de su
rostro como cascadas y sus manos temblaban.

Jungkook se sintió como un idiota.


– Lo siento –susurra Jimin secándose las lagrimas– no volverás a saber de mi, lo
prometo.

Lo ve caminar hasta la puerta y no es capaz de decir nada para detenerlo, su propia


conciencia le decía que lo mejor era dejar de lastimar a ese chico que ya había sufrido
tanto. Pero antes de salir Jimin le dedico una última mirada y dijo:

– Dibujas genial, Jungkook.

Luego se fue cerrando la puerta tras de él.

Si hubiese sido cualquier otra persona le hubiese dado igual hacerlo llorar porque así
era Jungkook, un chico idiota y sin sentimientos. Pero ver a Jimin de esa forma le
clavó una daga en lo más profundo de su ser y por primera vez se arrepintió de algo
que había hecho.

Salió de la habitación y camino esta vez hacia la entrada para ir tras Jimin. La verdad
era que no estaba razonando para nada, ni siquiera cuando Taehyung le grito
preguntándole que le pasaba. Tan solo tenía en mente ir tras Jimin para pedirle
disculpas por la mierda que había dicho.

Al salir a la calle lo vio abrazándose a si mismo para cubrirse del frío mientras
esperaba un taxi. Aún seguía llorando y Jungkook se sintió como el hijo de puta más
grande del mundo. Por un momento dudo en acercarse, ni siquiera sabía que iba a
decir pero lo hizo de todas formas porque lo mínimo que podía hacer era pedirle unas
miseras disculpas.

Camino hasta Jimin y este no se dio vuelta a mirarlo para ocultar las lagrimas que
caían por sus mejillas. Jungkook se aclaro la garganta un par de veces hasta que
logro que sus miradas se encontraran. Jimin lucía como un animalito asustado y
Jungkook como el maldito cazador que había disparado.

– Oye, yo no... –trato de comenzar pero el peli-morado lo detuvo.

– Me han dicho cosas peores, Jungkook. No importa.

Escuchar eso solo lo hacía sentir peor y no tenía idea de como remediarlo. No estaba
acostumbrado a pedir disculpas ni mucho menos hacer sentir bien a las personas con
palabras, pero enserio necesitaba arreglar lo que había hecho o se volvería loco de la
angustia.

– Vamos a comer –suelta de la nada– hay un restaurante de comida rápida abierto las
veinticuatro horas... Al menos déjame hacer eso por ti.

Sí, bastante estúpido y patético, mas era lo único que apareció en su cerebro. Jimin lo
miraba sin entender y Jungkook supo que había sido el doble de idiota esta vez. Se
sentía como si hubiese roto un plato y mientras lo arreglaba rompía otro. Estaba muy
frustrado porque de seguro Jimin lo mandaría a la mismísima mierda junto con su
fabulosa idea.

Pero Jungkook no sabía que Jimin era una persona que jamás guardaba rencor.

– Esta bien –contesta aceptando y sorprendiendo a Jeon.

– ¿Enserio?

– Enserio –afirma con una sonrisa pero con las lagrimas aún en su cara– además
tengo mucha hambre.

Jungkook no entendía como era que después de todo lo que había dicho Jimin aún
podía regalarle una sonrisa y aceptar pasar tiempo con él. Le recordaba mucho a una
persona de su pasado que sin importa lo que sucediera, podía regalarle una sonrisa al
mundo.

Y Jungkook estaba asustado, porque ese tipo de personas son los que se meten
sin permiso en tu corazón.

[♡]

008.
Trước Sau

El corazón de Jimin latía de forma tan rápida que le asustaba.

Estaba caminando justo detrás de Jungkook quien no le había dirigido ni una mirada
desde que le había dicho que lo invitaría a comer. Se le hacía tan raro la cercanía que
existía y por eso caminaba a unos dos pasos de el, tampoco estaba dispuesto a que
se molestara con el nuevamente.

Por otro lado Jungkook no tenía idea alguna de lo que hacía ni de como hablarle a
Jimin. El no era el tipo de persona que se sentaba a conversar de la vida, con suerte
le dirigía un par de palabras a Taehyung durante el día y eso que ellos eran mejores
amigos. ¿Qué se supone que debía decir ahora?

Cuando llegaron al restaurante que estaba abierto las 24 horas Jungkook se encargo
de abrir la puerta para que Jimin entrase, a lo que este último le agradeció con una
sonrisa. Era gracioso como ambos no eran capaces de hablar ni siquiera dos palabras
al otro, como si fueran mudos.
Se sentaron en la mesa más alejada y para evitar contacto visual Jimin tomo la carta
con los alimentos que ofrecía el lugar así podría ordenar algo, mientras que Jungkook
se dedicaba a llamar a una camarera.

Jimin comenzó a tamborilear los dedos sobre la mesa y fue imposible para el castaño
no fijarse en las uñas perfectamente pintadas del primero. Jungkookno entendía del
todo lo que trataba de demostrar Jimin con esas cosas y lo femenino que llegaba a
ser lo confundía un montón.

– ¿Qué desean ordenar? –pregunta al llegar la camarera, una chica bastante joven y
bonita.

– Yo quiero la orden más grandes de papas fritas que tengas más una gaseosa, por
favor.

– Claro –asintió anotándolo en una pequeña libreta– ¿Y tú que querrás, querida?

La camarera se refería a Jimin quien no se inmutó cuando lo confundió con una chica.
Jungkook se le quedo mirando esperando que la corrigiera pero no, aquello nunca
llegó.

– También quiero papas fritas pero una versión más pequeña y un jugo de naranja,
gracias.

La chica se va y Jimin se queda jugando con la servilleta como si nada pasara. A


Jungkook se le hacía muy difícil entender su rollo, el por qué se vestía y actuaba
como chica. ¿Acaso Jimin quería ser una mujer? Había visto un reportaje en la
televisión de chicos que nacían con su cerebro programado como el de una chica y
que era algo con lo que venían de nacimiento. Se imagino que quizá ese podía ser el
caso de Jimin.

– ¿Por qué no le dijiste que eras un chico? –preguntó de la manera más suave pero
su voz salió igual de dura que siempre.

– Pues... Es algo sin importancia...

– ¿Acaso te gusta que te confundan con una chica?

La pregunta sorprendió a Jimin porque era algo mucho más complicado que solo decir
sí o no. Y no conocía a Jungkook como para empezar a hablar abiertamente con el.
Esa parte de su vida quería mantenerla en privado ya que necesitaba de alguien que
estuviese dispuesto a entenderlo por muy raro que sonara su explicación.

– ¿Hace cuánto dibujas? –preguntó ignorando lo anterior y Jungkook hizo una mueca.

– Yo te había preguntado primero.


– Sí, pero ya te respondí una pregunta y tú ninguna a mi. Eso es injusto.

La camarera llegó hasta su mesa con sus ordenes interrumpiendo la lucha de miradas
que se había instaurado entre ambos. Jungkook no quería parecer un chismoso o
algo parecido, pero al menos necesitaba una pequeña explicación para lograr
entender lo que era Jimin.

– Disfruten –dice la chica y se va.

Jimin estaba totalmente cohibido porque la presencia de Jungkook era muy imponente
para el. Siempre lo había visto desde lejos, con aquellos aires de grandeza y frialdad.
Se le hacía muy extraño tenerlo tan cerca y preguntando sobre cosas personales,
jamás se imaginó que terminarían en una situación así.

Jungkook se llevó una papa a la boca antes de ponerse a hablar, como si la comida
pudiese serenarlo un poco para tener paciencia con Jimin.

– Dibujo desde que tengo memoria –responde– es lo que mejor sé hacer.

– Son dibujos impresionantes, Jungkook. De seguro entrarías a alguna academia de


arte si los presentas.

– Para eso necesito dinero y no lo tengo, así que no es para mí.

Fue ahí cuando Jimin se preguntó dónde estaría la familia de Jungkook. El ya vivía
solo y eso que tenía 17 al igual que sí mismo. ¿No se suponía que debía estar
viviendo bajo el mismo techo que sus padres o algún familiar directo en vez de su
mejor amigo? Además, de algún lado debía salir el dinero para mantener todo.

– ¿Y tus padres no podrían costearlo?

Jungkook se rió mientras le daba un sorbo a su vaso. Jimin se sentía intrigado por la
personalidad del chico, tan tosca y sarcástica. Era como cuando decían que los
opuestos se atraían, algo lo impulsaba hacia el chico tatuado como si de magia se
tratase.

– Te toca a ti responder mi pregunta –lo acusó el castaño– ¿O vas a ser injusto


conmigo?

Aquel tono irónico molesto un poco a Jimin, pero no podía llevarse la contra a el
mismo. Al menos lo explicaría en las palabras más sencillas para que Jungkook no le
preguntase nada de ese tema de nuevo.

– Me gusta usar ropa de chica y hacer cosas de chica, me siento cómodo y lindo con
eso. Si alguien me hubiese preguntado al nacer que me hubiese gustado ser para
poder usar esas cosas sin que se burlaran de mi, hubiese respondido que mujer. Pero
no me incomoda mi cuerpo, en lo absoluto, solo el hecho de que gracias a el los
demás se burlan de mi forma de ser porque supuestamente no debería actuar así.

Eso fue todo y Jungkook se quedó en silencio meditando. Jamás fue el tipo de
persona que se metiese en los asuntos de los demás, si Jimin era de esa forma tan
poco convencional a el simplemente le importaba un carajo, porque no era algo que
interfiriese en su vida. Lo único que podía molestarle era el hecho de que Jimin no se
defendiese de lo que la gente decía, eso era lo que no podía tolerar.

– ¿Y dejas que los demás se burlen de ti sin hacer nada? –Jimin alza la mirada y
revolotea los ojos.

– La violencia solo trae más violencia.

– No hablo de golpes pero si alzar la voz. He visto como te tratan y nunca haces nada,
¿por qué?

– Te he respondido ya dos preguntas, ya me toca a mí –Jungkook bufa pero Jimin no


le hace caso– ¿Por qué me invitaste a venir aquí? No pensé que eras de los que se
disculpaba.

Y definitivamente Jungkook no lo era. La última vez que se disculpó fue cuando tenía
12 años y desde ahí solo hacia las cosas sin importarle mucho a quien pasaba a
llevar. Pero cuando vio la mirada rota de Jimin fue como si un balde de agua fría se
hubiese dado vuelta sobre el, no estaba a dispuesto a ser otra razón por las que ese
chico tan peculiar sufría.

– Lo que te dije fue una mierda –comenzó– ya has sufrido bastante como para yo ser
parte de aquello.

– No es como si alguien le importase lo que me hacen, digo, en la escuela hasta tú


hacías oídos sordos. Entonces, ¿por qué ahora?

Jungkook hubiese dicho que era porque ahora se había dado cuenta de lo delicado
que Jimin era y que no estaba dispuesto a ver qué alguien lo lastimase nunca más.

Pero no dijo eso.

– Pues soy de los que cree que cada uno debe solucionar sus problemas. Pero
parece que tú no quieres hacerlo, Jimin.

– Me quedo callado porque no me interesa iniciar una guerra interminable que solo
me hará cansarme más. La gente no entiende mi forma de ser y no está dispuesta a
hacerlo, no me esforzaré en algo que no tiene solución.

Jungkook mira a Jimin quien parece bastante ido mientras habla. No podía entender
cómo es que alguien podía aguantar tanto sin siquiera quejarse, claramente el mismo
no tendría la fortaleza para hacerlo porque siempre recurría a los golpes. A sus ojos
Jimin era una persona digna de admirar.

– Eres un tonto –le dile al peli-morado– pero como que me caes bien.

Y Jimin sonrió porque algo le decía que Jungkook era sincero.

[♡]

009.
Trước Sau

– ¿Cuál fue tu primer tatuaje?

Jimin y Jungkook iban caminando por la calle de vuelta a la casa del último. Eran casi
las cuatro de la mañana por lo que ya no había ni un alma en pena afuera.
Prácticamente estaban solamente ellos dos caminando sobre la acera.

Habían logrado mantener una conversación medianamente decente entre la comida y


la caminata. Aunque Jimin seguía nervioso por miedo a decir algo que le molestase a
Jungkook, debía admitir que ahora se sentía más cómodo y parecía que el contrario
también.

– Un reloj de arena en mi brazo izquierdo –contesta Jungkook–. Creo que me lo hice a


los trece.

Jimin se quedó pensativo, ahora notaba que esa valentía que emanaban de la
presencia de Jungkook no era algo que se formó a base de su apariencia. Para ser
capaz de tatuarte a los trece años sin remordimiento alguno a Jimin le parecía ser un
chico con muchas agallas y deseo con todo su ser haber sido así también.

– ¿Duele mucho? –sigue preguntando porque el tema de los tatuajes era un mundo
totalmente nuevo para él.

– Es un dolor soportable o nadie se haría tatuajes –indica Jungkook encogiéndose de


hombros–, pero no todos tenemos la misma tolerancia.

– Supongo que tu ya estas acostumbrado, pareces estar lleno...

– A veces me quedo dormido en las sesiones –dice Jungkook y Jimin lo mira


sorprendido–. Ya se me hace muy habitual el dolor de la aguja, además el chico que
me tatúa tiene el tacto suave.

– ¿Eso es posible?

– Claro que sí. O quizá yo soy el raro.


Jimin se tapa la boca y se ríe. Se le hacía tan extraño que alguien como Jungkook se
encontrase justo a su lado, hablando como si nada y bromeando. Ni siquiera sabía
que era posible interactuar con el sin salir lastimado, Jungkook era bastante conocido
en la escuela y no precisamente por ser una persona pacifica.

Los profesores catalogaban a Jungkook como un caso perdido o sin futuro. Ni siquiera
trataban de corregirlo si se ponía a hacer cualquier cosa en medio de la clase porque
no les interesaba ni un poco. Jimin siempre veía estas situaciones a lo lejos y
pensaba que al menos alguien compartía ese rechazo que le daban a el todos los
días sus maestros, mirando hacia un costado sin detenerse si alguien comenzaba a
lastimarlo.

La diferencia era que Jungkook sabía defenderse solo y Jimin no.

– ¿Y tu diseñas tus tatuajes? –esta vez el peli-morado habla mientras mete las manos
en su chaqueta a causa de la fría brisa que se hizo presente.

– Es un trabajo en conjunto, yo dibujo lo que me gustaría y Namjoon se encarga de


adaptarlo a mi cuerpo.

– ¿Es tu tatuador?

– Sí, el único que me ha tatuado en realidad. Fui su primer lienzo humano y tuve
suerte de que el maldito tuviese un talento innato.

Jungkook recuerda lo nervioso que estaba por su primer tatuaje. Estuvo


practicamente todo el día debatiendo entre si debía hacerlo o no, más que mal, existía
la enorme posibilidad de que todo resultará en un fiasco y tuviese que cargar con un
maldito error en su piel el resto de su vida. Pero Jungkook no era de los que se
arrepentía con facilidad y gracias a los azares del destino se gano una obra de arte en
su cuerpo que aún llevaba con orgullo.

– ¿Puedo verlo?

Jimin lo miraba con carita de gatito herido y Jungkook se sientió muy extraño. No era
de los que les gustaba mostrar cosas tan personales como sus tatuajes, la mayor
parte del tiempo usaba chaquetas pero cuando el calor era mucho llevaba camisetas
que dejaban ver los dibujos de tinta. Cada uno de ellos contaba una historia y en
conjunto eran la vida de Jungkook echa arte.

Pudo haberse negado, pudo haber dicho que le incomodaba o solo pudo haber dicho
que no quería. Pero en vez de eso se saco la chaqueta y sintió como el frio chocaba
contra su cuerpo mientras se arremangaba la camiseta con mangas tres cuartos que
traía puesta. Allí dejo ver a Jimin un reloj de arena en estilo Old School justo arriba de
su codo izquierdo.
– Wow –susurro Jimin.

El último estaba embobado con lo hermoso que era el tatuaje. Aunque hubiesen
pasado cuatro años, según Jungkook, desde que se lo hizo las líneas seguían solidas
y el color negro más el gris resplandecían bajo la luz del farol que estaba sobre ellos.
A Jimin siempre le gusto todo lo que tuviese que ver con el arte así que estuvo
perdido en el tatuaje de Jungkook unos minutos hasta que lo escucho hablar
nuevamente.

– ¿Puedo ponerme la chaqueta? El puto frío me esta congelando.

Jimin asintió apenado y Jungkook volvió a cubrir su tatuaje. Sin darse cuenta ya
estaban a una cuadra de la casa, todo había pasado tan rápido que el peli-morado no
quería que aquella extraña caminata se acabara. Hablar con Jungkook le había
gustado más de lo que alguna vez imagino.

– Creo... Que esperare el taxi aquí –susurro y Jungkook asintió.

– Esperare contigo –informa–, luego me iré a casa.

Quien los viera diría que eran las personas que menos imaginarías ver juntas a esas
horas en la calle. Mientras Jimin irradiaba inocencia y delicadez, Jungkook era todo lo
contrario con su semblante serio y personalidad dura. Totalmente opuestos,
totalmente distintos y aún así podían hablar. Aquello era mucho más que algo banal,
lo podrían tachar fácilmente como un milagro.

– Tus tatuajes son... –la voz de Jimin era dulce y baja– Geniales.

– Ahm... Gracias, supongo.

Ahora venía la parte incomoda en la cual ambos no tenían idea de que más decir pero
a la vez no querían que su extraña velada improvisada terminara. Jimin se miraba los
zapatos y Jungkook el cielo, no querían que sus miradas se encontraran porque
seguro ambos quedarían con las mejillas sonrosadas.

Jimin fue quien siguió la conversación.

– Te hacen ver rudo... Pero no eres malo como todos dicen.

Esa frase llevo a la tierra a Jungkook y le hizo recordar quien era el y quien era el
chico que estaba en frente suyo. Se sintió idiota al darse cuenta de todas las veces
que miro a un costado mientras los demás se aprovechaban de Jimin, el chico no le
haría daño ni a una mosca y aun así era considerado la escoria de la escuela.

Eso hacía enojar a Jungkook.


– Da igual lo que digan esos idiotas –dice mirando a Jimin–. Cuando hablen cosas de
más mándalos a la mierda.

– Yo no les hago caso...

– Eso no basta –lo interrumpe–, debes ser duro con ellos o jamás te dejarán en paz.

– Yo no...

– Tu sí –insiste Jungkook–. Ya basta de las mierdas pacifistas y que nada importa,


debes defenderte.

– Ni siquiera se dar un golpe...

– ¡Pues yo te enseñare!

Jimin queda un poco en shock ante la proposición y por un segundo su corazón latió
muy rápido. Pero no, de seguro Jungkook lo decía por ser amable, no debía hacerle
caso. Cuando esa noche quedase en el pasado ambos volverían a sus rutinas donde
ni siquiera se miraban en los pasillos.

En ese minuto Jimin divisa un taxi y levanta su mano para detenerlo. El automóvil se
estaciona a un costado y ambos chicos se miran sabiendo que era hora de
despedirse.

– Yo... Yo me voy... –susurra Jimin con sus mejillas coloradas y labio tembloroso por
el frío.

– Esta bien –concuerda Jungkook–, pero hablo enserio. El lunes después de clases te
estaré esperando en el gimnasio de la escuela.

Jimin no sabe que decir, tan solo abre la puerta del taxi y se introduce en este
mientras es vigilado por la mirada atenta de Jungkook. No sabía que significaba todo
eso y estaba tan nervioso que no podía pensar de forma correcta.

Antes de cerrar la puerta del automóvil escucha a Jungkook decir:

– ¿Te veo el lunes?

Y Jimin asiente.

[♡]

010.
Trước Sau

Jimin pasó la mano por su cabello, estaba muy nervioso.


Ese día se levanto mucho más temprano de lo normal. Le tomo al menos una hora
escoger su atuendo el cual termino siendo una camisa celeste más un jeans blancos y
bototos rosas que su madre le había regalado por su cumpleaños. Si hubiese contado
las veces que se miró al espejo le hubiesen faltado dedos.

Peino su cabello para que quedara uniforme, maquillo sus ojos con sombra morada
que combinaba a la perfección con su tinte y lavo sus dientes unas tres veces antes
de dirigirse a la escuela.

Había pasado un fin de semana entero desde la fiesta a la que fue invitado por
Taehyung y Jimin aún no podía creer que había estado conversando con Jungkook
por horas.

Claro, después de que casi se ganara una paliza de su parte.

Jimin había estado pensando durante dos días seguidos las mil y una cosas que pudo
haber dicho cuando tuvo la oportunidad. La verdad era que los nervios le habían
ganado esa vez, se había comportado de la forma más tímida imaginable.

Pero hoy era un nuevo día. Era lunes y eso significaba que vería a Jungkook en el
gimnasio cuando las clases terminasen.

No es que estuviese emocionado por el aprender a defenderse, a el no le venía la


violencia en si, pero el hecho de tener una excusa para acercarse nuevamente a
Jungkook le bastaba.

Por eso se había esmerado tanto en arreglarse, esperaba que el chico tatuado notara
el esfuerzo que había puesto en verse lindo. Aunque no se tratase de una cita a Jimin
le gustaba que lo viesen de forma impecable siempre.

Así que así se fue a la escuela, con el corazón acelerado y miles de escenarios
creados en su mente.

Lo que no le agradaba del asunto era que estaba tan emocionado que el día se le
estaba haciendo eterno, como si las clases se hubiesen puesto mucho más tediosas y
los profesores hubieran decido hacer todo a velocidad tortuga.

Jimin estaba perdido en sus pensamientos, tampoco era como si pudiese hacer otras
cosas. No tenía algún amigo con quien hablar o contarle de su día día y aunque ya
estaba acostumbrado a eso, a veces, en medio de su mente divagando empezaba a
añorar aquel contacto.

Quizá ahora Jungkook cumpliría esa función.

El día siguió tan lento como se esperaba. De vez en cuando Jimin alzaba su cabeza
en el pasillo, para ver si se topaba con el semblante serio de Jungkook y así pudiese
confirmar que su propuesta seguía en pie. Pero por más que espero no pudo toparse
con el chico en ningún momento.

Cabizbajo tomo las últimas clases que le quedaban y un sentimiento de incertidumbre


comenzó a llenar su cuerpo. Había pasado todo el día en una nube pero eso no
quitaba el hecho de que las cosas habían estado demasiado calmadas para el.

En un día normal Jimin podía recibir más de un insulto de parte de sus compañeros y
jamás faltaba la broma pesada sobre el durante las clases. Así que el hecho de que
nada de eso hubiese pasado en horas lo inquietaba.

Cuando la clase de matemáticas termino y salió al pasillo creyó que su buena racha
había terminado porque se topó de golpe con dos chicos de cursos mayores que
siempre se encargaban de humillarlo apenas lo veían. Jimin sabía que todo había sido
muy bueno para ser verdad y debía volver a su rutina de cada día.

Pero cuando se topó con ellos ocurrió algo muy extraño que lo dejo aún más
confundido. Los chicos lo miraron de pies a cabeza sin decir nada, pasaron de su
presencia para seguir caminando por el pasillo, casi como si Jimin no existiese.

Ok, eso era muy extraño.

Y si hubiese quedado ahí reflexionando o tratando de buscar una explicación pero el


último timbre había sonado lo que significaba que había llegado la hora de ver a
Jungkook.

El gimnasio estaba en el ala sur de la escuela así que comenzó su travesía mirando a
todos lados esperando toparse con el chico de camino allí pero al parecer aún no se
dignaba a aparecer. Cuando llegó a su destino el lugar se encontraba vacío así que
se sentó en las gradas a esperar.

Cuando pasaron quince minutos, decidió esperar media hora.

Llegando la media hora, dijo que solo esperaría diez minutos más.

Pasaron los diez minutos y pensó que diez más no le harían daño.

Llego a esperar una hora y se dio por vencido, Jungkook no vendría.

Se levanto de las gradas triste, enserio no quería creer que al chico se le había
olvidado su encuentro pero tampoco debería sorprenderse. No sabía por qué se había
dado esperanzas en primer lugar.

Cuando abrió la puerta del gimnasio había alguien al otro lado con el ceño fruncido y
un saco de boxeo colgado del hombro.

Jimin tembló al ver a Jungkook.


– Joder, los idiotas del equipo de luchas se demoraron una mierda en pasarme el
saco.

Eso era lo más parecido a una disculpa que iba a recibir de parte de Jeon así que con
rapidez le abrió la puerta para dejarlo entrar y lo siguió en silencio, tratando de que no
se notara que sus manos habían empezado a temblar de los nervios.

– Woosun es un idiota, hable todo el día con el entrenador para pedirle el saco y el
imbecil no quería entregármelo. Lo hubiese golpeado con gusto pero si lo hacía con
mayor razón no me hubiesen pasado el saco.

Jungkook sonaba muy enojado por lo que Jimin se ponía a un costado asintiendo a
todo lo que decía.

– ¿Aun no te cambias? –Esta vez en ceño fruncido era dirigida hacia el y Jimin se
atragantó.

– ¿Ca-cambiarme?

– Obviamente. ¿O pensabas que ejercitaríamos con esos zapatos, mariposa?

Jimin mira sus bototos. Eran sus zapatos preferidos ya que estaban cubiertos por
cuero sintético color rosa pálido. Eran demasiado lindos pero nada cómodos cuando
se hablaba de hacer ejercicio.

– No tengo ropa deportiva –admite en un susurro y Jungkook revolotea los ojos


mientras abre la mochila que traía.

A la cara de Jimin fueron lanzados una camiseta negra y un short del mismo color que
seguramente eran de Jungkook. El peli-morado miraba las prendas con horror, eran
demasiado grandes como para que el las usará.

– Ve a cambiarte ahora.

Jimin no protestó, prefería usar esa ropa fea a que Jungkook descargase su enojo con
el.

• • •

– Sal de ahí, mariposa –dice Jungkook golpeando la puerta del baño para chicos.

– ¡No, la ropa me queda enorme!

– ¡A quien le importa, carajo! ¡Solamente estamos tú y yo en el gimnasio!

Jimin suspira desganado y abre la puerta encontrándose con Jungkook frente a frente.
El castaño ya se había cambiado por una tenida parecida a la que le presto, salvo que
esta era gris. La camiseta de Jungkook tenía las mangas cortadas dejando ver sus
tatuajes y el short le llegaba hasta la rodilla sin problema. Todo se le ajustaba al
cuerpo no como a Jimin.

El peli-morado estaba teniendo una lucha con los pantalones cortos que se le caían
un poco cuando se movía, mientras que la camiseta podía pasar fácilmente como
vestido. Se sentía muy ridiculo con ese atuendo y al parecer Jungkook captó la idea
porque se estaba carcajeando.

– No quiero salir así –chilla Jimin haciendo puchero.

– No jodas, mariposa. Y salgamos antes de que nos siga haciendo tarde.

Al volver al gimnasio Jimin se dio cuenta que Jungkook ya había colgado el saco de
boxeo en un rincón y que si no se conseguía un cinturón, mientras golpeara esa cosa
quedaría con los pantaloncillos en los pies.

– Primero lo primero –sentencia Jungkook– golpéame con toda la fuerza que tengas.

Jimin abre los ojos de par en par ante la idea descabellada, obviamente niega con la
cabeza de inmediato y Jungkook frunce el ceño ante la respuesta.

– No te estoy preguntando. Golpea mi palma.

Jungkook era un mandón y Jimin ya estaba hartándose de eso. Así que uso esa
frustración para empuñar su puño directo a la palma derecha del castaño. Uso toda su
fuerza y a pesar de eso Jungkook lo miraba con una ceja levantada.

– ¿Me estás jodiendo, cierto? –lo escucha resoplar cansado y Jimin se sonroja–
tendremos que empezar desde cero. Prepárate para sudar, mariposa.

Jimin ya se arrepentía de haber aceptado.

[♡]

011.
Trước Sau

Hubo un momento en que a Jimin le cedieron las rodillas y se dejó caer al piso
mirando directamente hacia el techo del gimnasio. Todo su cuerpo dolía, le faltaba el
aliento y hasta se había mareado un poco. Hubiese dado lo que fuera por tomarse al
menos dos litros de agua en ese mismo instante.
– No te he dicho que descanses, mariposa.

La voz de Jungkook retumba en sus oídos pero Jimin no es capaz de moverse. Había
descubierto que además de ser un gruñón de primera, el chico tatuado era de esos
entrenadores que no te dejaba en paz hasta verte sin piernas o algo parecido.

Habían empezado con estiramientos, nada complicado para el pequeño cuerpo de


Jimin. Luego Jungkook había dicho que correrían a través de la cancha. Para la
tercera vuelta el pecho de Jimin ardía por no tener costumbre de ejercitarse pero poco
importó porque completaron las diez vueltas entre las quejas del peli-morado. Como
tercer ejercicio vinieron los abdominales que fueron una verdadera tortura después de
haber corrido anteriormente y que sus costillas aún se estuviesen contrayendo al
respirar. Jimin se iba a rendir pero Jungkook no se lo permitió, es más, apenas
cumplió con las tres series de 30 abdominales lo puso a golpear el saco de boxeo
pidiéndole a cada minuto que aumentase la intensidad. Las manos de Jimin estaban
entumecidas cuando Jungkook le dijo que podía parar... Solamente para dar otra
vuelta más a la cancha.

Lo peor del asunto era que Jungkook hacia las mismas cosas que el pero con el doble
de intensidad. Mientras Jimin corría el podía dar fácilmente dos vueltas a la cancha o
triplicar la cantidad de abdominales. Y ahora que estaba tirado en el piso sin poder
moverse Jungkook estaba saltando la cuerda de forma rápida como si fuese la cosa
más normal del mundo.

– Te juro que no puedo más –susurra Jimin apenas recupera el habla.

– Eres un quejica, apenas hemos empezado.

Jimin pudo haberse desmayado en ese mismo instante pero dio un suspiro largo para
luego enderezarse y mirar hacia Jungkook quien seguía saltando como si fuese la
cosa más natural del mundo.

– ¿Estás en algún equipo que tienes tanta resistencia?

Jungkook se ríe ante la idea, parece que Jimin era cómico en sus tiempos libres.

– ¿Me ves cara de no tener cerebro y apuntarme a un equipo donde la única meta de
esos idiota es llevarse porristas a la cama?

Jimin refunfuñó. Quizá el cansancio le estaba quitando lo inmune a los comentarios


sarcásticos de Jungkook.

– Con un no bastaba.

Odiaba sentirse sudado, necesitaba una ducha con urgencia pero parecía que su
súper entrenamiento aún no iba a finalizar. Jungkook dejó de saltar la cuerda tirándola
a un costado para luego acercarse al saco de boxeo, propinó varios puñetazos y
patadas muy certeros. Jimin estaba muy atento viéndolo, absorto en la fuerza que
utilizaba. El jamás podría llegar a ese nivel, no era grande ni tenía la capacidad.

– Levántate, mariposa.

Jimin quería negarse y gritar que ya no podía más del cansancio pero de todas formas
hizo caso. Cuando estuvo sobre sus piernas pensó que caería, estaban tan
entumecidas que apenas sentía. Jungkook lo miraba con una sonrisa burlona en el
rostro, Jimin frunció el ceño porque se suponía que debía ayudarlo, no convertirlo en
un chiste.

– No me mires así –lo riñe Jungkook y Jimin revolotea los ojos.

– Te estás burlando de mí –contesta Jimin enojado.

– Solo me hace gracia lo magullado que estás y es el primer día.

– No acostumbro a ejercitar, genio.

– Gracias por lo de genio –dice Jungkook en claro tono de burla–, además ya lo había
notado, eres muy delicado como para siquiera ejercitarte.

– ¿Y qué tiene de malo ser delicado?

Los cinco pasos que los alejaban fueron desechados de un sopetón cuando Jungkook
se acercó quedando casi encima de Jimin. El corazón del peli-morado latía con fuerza
gracias al cansancio y la cercanía. Podía sentir claramente como Jungkook respiraba
sobre su cara, poniéndolo nervioso a más no poder.

– Te hace débil –dice el castaño–, y eso es malo.

Diciendo eso Jungkook se volvió a alejar hacia el saco de boxeo. Jimin tragó saliva
sonoramente y decidió no hacer comentario alguno. Tampoco era como si tuviese
algo que agregar.

– Ven aquí –le llama Jungkook–, te enseñaré algo.

Jimin camina lentamente hacia el saco de boxeo donde Jungkook lo está esperando.
Al ponerse frente al bulto, el castaño se ubica detrás de él sin previo aviso. Jimin no
alcanza ni a respirar cuando la mano de Jungkook se posa en su abdomen,
haciéndole sentir la vergüenza más grande de toda su vida.

– Tienes que mantener la tensión aquí cuando des el golpe –susurra el castaño y está
tan cerca de su oído que Jimin piensa que se va a desmayar en cualquier momento.

– Y-yo... Y-yo...
– Tensa el músculo, mariposa.

Apenas puede distinguir la petición en la voz de Jungkook y para no ganarse un


regaño Jimin hizo caso, aunque se le hacía demasiado difícil teniendo un contacto tan
directo de parte de la mano del chico en su cuerpo.

– Ahora golpea.

El brazo de Jimin era flojo a causa del agotamiento por lo que tuvieron que repetir el
ejercicio muchas veces. Jungkook seguía con la mano en la misma posición para que
el peli-morado siguiera aplicando tensión. Fueron los quince minutos más largos de la
vida de Jimin, tenía la cara roja a más no poder y se le hacía imposibles
inhalar/exhalar de forma correcta.

– Ya, descansa.

Palabras más dulces jamás habían escuchado los oídos de Jimin, quien
inmediatamente se zafó del agarre de Jungkook con la cara roja de vergüenza
(aunque por suerte podía mentir diciendo que era debido al calor que le provocó
ejercicio) y se dejó caer sobre el frío piso del gimnasio como en el inicio, pero mucho
más cansado.

– Después de un par de entrenamientos más aprenderás –dice Jungkook tendiéndole


una botella de agua– no bebas de golpe, solo mójate la boca y escupe.

Jimin se rió tomando la botella en sus manos para luego hablar.

– Si no eres parte de ningún equipo, ¿Como es que sabes tanto de entrenamiento? –


Jungkook lo mira alzando una ceja – ¿O vas a un gimnasio?

– Algo así –responde el castaño.

– ¿Y donde?

– No entenderías.

Jimin frunció el ceño. A veces Jungkook lo trataba como si fuese idiota o algo y no le
gustaba. Sí, quizá era débil como para defenderse pero no era un tonto.

– Pues explícame –exige el peli-morado–, no soy un idiota si eso es lo que piensas.

– Jamás he pensado que seas idiota.

Jungkook le observa a los ojos y Jimin evita su mirada con vergüenza. Es ahí cuando
se topa con los tatuajes en los brazos del castaño por donde pequeñas gotas de
sudor comenzaban a caer. Tuvo que tragar saliva ante los absurdos pensamientos
que se estaban formando en su cabeza, debía dejar de creer que Jungkook se veía
demasiado guapo en ese momento.

– ¿Entonces quieres que te explique? –pregunta Jungkook sacándolo de su trance y


Jimin asiente.

– Esos misterios con los que andas a cada momento no me gustan.

Esta vez el que suelta una risa es Jungkook mientras Jimin se avergüenza un poco.
Estaba tan confundido y de seguro se debía al cansancio. O al menos eso le gustaba
creer...

– El viernes por la noche –dice Jungkook mientras baja el saco de boxeo de donde lo
había colgado– no hagas planes.

– ¿Donde iremos?

– Te mostraré mi gimnasio.

El solo hecho de pensar en pasar más horas con Jungkook le aceleraba el corazón y
le colocaba la piel de gallina. Si alguien le hubiese dicho antes que estarían
planeando salir juntos un viernes por la noche, lo más probable es que Jimin se
hubiese carcajeado en su cara.

– ¿Y puedo entrenar yo allí? –pregunta y Jungkook niega rotundamente con la


cabeza.

– Tu entrenaras aquí conmigo los lunes, miércoles y jueves. No quiero quejas,


mariposa.

Y Jimin ni siquiera había pensado en quejarse.

[♡]

012.
Trước Sau

Jimin no se había sentido tan cansado desde... Bueno, desde nunca.

Una semana con tres días de ejercicio y ya parecía que no iba a poder moverse más.
Jamás se había preocupado por su estado físico ya que comía muy poco y su
contextura siempre fue delgada, pero ahora que entrenaba junto a Jungkook se
arrepentía de todas las veces en que en vez de usar la escalera normal subió por la
eléctrica.
Ya era viernes, la escuela había terminado y se encontraba tirado en su cama sin
querer moverse. El día anterior había estado golpeando tanto el saco de boxeo que se
hizo un par de heridas en los nudillos y eso le hacía sentir muy enfadado. Jimin era
delicado, no le gustaban las cicatrices y el sudor era su pesadilla mortal. Así que estar
expuesto a eso lo hacía estar de mal humor todo el día.

Pero a pesar de eso no quería renunciar a los entrenamientos con Jungkook. El pasar
tiempo con el castaño se le estaba volviendo adictivo y hablando de eso hoy iban a
salir al supuesto gimnasio donde este entrenaba, a pesar de que no era una cita Jimin
estaba nervioso como si lo fuera.

Además de demorarse bastante arreglándose como le era costumbre se dio el trabajo


de curarse a sí mismo las heridas y colocar sobre ellas blanditas de color rosa más
dibujos de estrellas. Mientras estaba en eso la puerta de su habitación se abrió y su
madre entro por ella. Apenas vio sus manos un semblante de preocupación se le
dibujó en el rostro de la mujer.

– ¿Qué te ha pasado? –le pregunta y Jimin se encoge de hombros.

– Nada, mamá.

– Tienes heridas las manos, eso no es nada. ¿Alguien te ha echo daño en la escuela?

Por alguna extraña razón Jimin no quería hablar con su madre sobre Jungkook. No
era porque no hubiese confianza, al contrario, su madre era la única con quien podía
hablar de cualquier cosa. La razón era más egoísta, ya que quería que aquella
extraña interacción que estaba teniendo con Jungkook fuese solo para el.

– No, solo me caí –responde como si nada mientras arregla su cabello.

– ¿Y ahora saldrás?

– Solo iré al centro comercial.

– ¿Seguro que no pasa nada, Jimin?

El peli-morado odiaba preocupar a su madre, lo cual ocurría casi desde que nació. Le
dolía verla gastando su vida cuidando que no le pasase nada a el por su forma de ser.
Era desgastante y no sabía cómo su madre era capaz de aguantar todo eso.

– Mamá, te prometo que estoy bien.

Beso la frente de su madre antes de salir de la habitación mientras ella lo miraba irse.
La señora Park suspiro cansada pero confiaba en su hijo. Además hace mucho no
veía sonreír a Jimin de esa forma tan dulce.

•••
Jungkook estaba en la esquina de su casa jugando con el teléfono mientras esperaba
a que Jimin apareciera.

Había hablado con Namjoon por la tarde y en menos de 15 minutos se consiguió una
pelea donde ganaría bastante dinero. El arriendo del departamento estaría cubierto y
se quedaría con bastante para terminar las sesiones de tatuaje en su espalda con
Namjoon.

Jungkook era de esas personas demasiado confiadas, ni siquiera pensaba en que iba
a perder la pelea aunque se enfrentase a un tipo gigante que le doblegara la altura y
fuerza. Namjoon decía que esa era una de las razones por las que se ganaba el
respeto en los enfrentamientos, una persona con confianza en si misma era mucho
más astuta que las demás.

Volviendo a la esquina Jungkook movía los pies impaciente hasta que levanto la
cabeza encontrándose con una cabellera morada corriendo hacia el. Jimin parecía
una caricatura con sus piernas cortas y mejillas más rojas que un tomate a causa del
esfuerzo. Llevaba puesto unos jeans ajustados azules y una camiseta rosa lo bastante
larga para parecer un mini vestido.

– ¡Lo siento! –Se disculpa Jimin apenas llega a su lado– Me atrase en la ducha...

– Para la próxima me iré sin ti, mariposa. –Lo amenaza Jungkook y Jimin revolotea los
ojos.

– Eres muy gruñón para tener 18.

– Y tu un quejica de primera así que estamos empatados. Ahora, si no tienes nada


más que decir debemos ponernos en marcha.

Jimin se cruza de brazos como si le hubiese dado un berrinche pero no contesta,


Jungkook se endereza y comienza a caminar por la vereda seguido por el primero
para llegar a la pelea antes de que sea tarde.

Namjoon le había dicho que sería bajo el puente, la mayoría de los encuentros se
realizaban allí pero cuando había mucha presencia de la policía se movían a algún
sótano olvidado o bar de mala muerte. A Jungkook no le importaba mucho el lugar,
mientras las apuestas fueran altas el solo se preocupaba de asistir.

– ¿Donde vamos? –pregunta Jimin después de un rato mientras miraba de forma


asustada los callejones.

– Tu calla, mariposa.
Siguieron caminando hasta que el puente se asomó frente a sus ojos. Jimin estaba un
tanto asustado mientras que Jungkook le mandaba un mensaje a Namjoon para
avisarle que ya había llegado.

– Esto es como las películas de terror –susurra Jimin–, en esta parte me secuestras.

– Ya quisieras, mariposa.

"Quizá un poco", pensó Jimin.

Se detuvieron en un lugar demasiado oscuro y que apestaba a alcohol. Jungkook


seguía en el teléfono mientras que Jimin ya comenzaba a temblar del frío. El último
esperaba ir a un gimnasio, no a un terreno baldío donde no había otra cosa que latas
de cerveza vacías y botellas quebradas.

– ¡Eh, Jungkook! –se escucha desde la parte más oscura bajo el puente y Jimin casi
se hace en los pantalones.

– ¡Ya estabas tardando, negro! –grita de vuelta Jungkook mientras camina hacia la
oscuridad.

Jimin se pego a la espalda de Jungkook, como un niñito detrás de su madre cuando el


miedo le atacaba. Caminaron unos pasos hasta que pudo vislumbrar la silueta de un
chico frente a ellos. Jungkook encendió la linterna del teléfono y por fin Jimin logró ver
a el dueño de la voz.

Un chico tatuado igual que Jungkook.

– Por fin llegaste, Kook –dice el chico abrazando al castaño.

– Vamos, ¿donde hicieron el ring hoy?

– En el lado sur, justo al lado de la montaña de cajas de cartón.

– Ese lugar apesta a mierda –se queja Jungkook con el ceño fruncido.

– Vas contra Minghao, ¿crees que podrás con el?

Jungkook ni siquiera respondió, solo se rió como si fuese el chiste más grande del
mundo.

Jimin estaba parado ahí sin decir nada porque no entendía de que estaban hablando
los otros dos, seguía escondido tras la espalda de Jungkook cuando los ojos del otro
chico tatuado se posaron sobre el.

– ¿Quien es ella? –Preguntó y Jimin tragó saliva.


– Es el –masculla Jungkook un tanto cabreado–, y no dejarás que nada le pase
cuando yo esté peleando. ¿Entendido, Namjoon?

– Tranquilo, bro –dice el moreno–Solo me confundí pero ya entendí. Yo cuidaré de tu


amigo.

Jungkook asiente y los tres se ponen a caminar hasta el lado sur del puente. Jimin tiró
de la camisa del castaño para llamar su atención, alejándolo un poco del lado de
Namjoon.

– ¿Qué te pasa, mariposa?

– No entiendo nada de esto, Jungkook. ¿Vas a pelear con alguien?

– Te explicaré después. Quiero que te quedes al lado de Namjoon en todo momento,


¿bueno?

– Yo... Esta bien...

Mientras más avanzaban Jimin podía oír una multitud riendo y gritando. Miró hacia el
frente por sobre el hombro de Jungkook y se topó con una enorme fogata más gente a
su alrededor. Asustado Jimin se aferró del brazo de Jungkook mientras este último le
quedo mirando.

– No te pasará nada –susurra el castaño–, lo prometo.

Jimin asiente y sigue caminando en silencio. Mientras se siguen acercando pudo notar
como algunas personas comenzaban a saludar a Jungkook como si fuera un héroe o
algo parecido. Jimin apretó más su agarre porque tenía miedo de terminar perdido en
la multitud.

Cuando estuvieron frente a la fogata Jimin divisó a un tipo alto con chaqueta de
motoquero y bandana roja en la cabeza que comenzó a hablar a través de un
megáfono logrando que le dolieran los oídos del improvisto.

– ¡A llegado el favorito de la noche, Kook! –la gente grita apenas escucha y Namjoon
levanta la mano derecha de Jungkook– ¡Así que todo el mundo acérquese que la
pelea ya va a comenzar!

Jimin soltó a Jungkook mientras este sacaba de la mochila que llevaba colgada en la
espalda un par de vendas que comenzó a colocar sobre sus puños. Namjoon hablaba
con varias personas y recibía dinero. Por otro lado el pobre de Jimin no entendía nada
de nada.

– ¿Jungkook? –llama al castaño y este le toma por los hombros.

– Anda al lado de Namjoon, Jimin. Te veo cuando termine esto.


– Pero, Jungkook...

Fue ahí cuando el castaño tomó la cara de Jimin entre sus manos y lo miro tan
intensamente que este último sintió que se derretía por completo.

– Ya te explicaré todo. Quédate con Namjoon.

Y Jimin siente un beso en su frente antes de que Jungkook caminara hasta la


fogata.

[♡]

013.
Trước Sau

Cuando Jimin ve a Jungkook ubicado a un costado de la fogata con el contrincante de


este último justo al frente, lo único que puede hacer es rogar en su mente que al
castaño no le sucediese nada.

Estaban en un círculo de personas esperando a que el Árbitro (un hombre que


parecía estos motoqueros a la antigua con chaqueta de cuero y barba descuidada)
diese la señal. Jimin podía escuchar claramente a la multitud vitoreando a Jungkook a
pesar de que este aún no se movía. No quería dudar que el chico tatuado era bueno
en lo que hacía.

– Conocen las reglas –grita el hombre con el megáfono–, la pelea termina cuando uno
de los dos se rinda o simplemente no pueda seguir más. No pueden salir del círculo ni
ocupar objetos de cualquier tipo para dañar a su oponente. Fuera de eso cualquier
tipo de práctica de lucha es permitida.

A Jimin le dolía el estómago el mero hecho de pensar en todas las cosas que podían
suceder durante el encuentro y que hubiese un montón de personas empujándolo
para ver mejor tampoco ayudaba.

– Mantente cerca de mi –advierte Namjoon después de haber estado contando


dinero–, o sino Kook nos matará a los dos.

Ni siquiera dudó en las palabras del moreno así que se colocó bastante cerca de él
para no correr peligro. Desde donde estaban tenía la vista perfecta al perfil izquierdo
de Jungkook. Mientras le miraba el castaño se dio vuelta para regalarle una sonrisa
socarrona.

El cuerpo entero de Jimin tembló.


Hasta podía decir que aún sentía los labios de Jungkook rozando se frente. Fue como
si el momento hubiese pasado en cámara lenta y Jimin fuese el encargado de tomar
el detalle de cada segundo. Sentía sus mejillas calientes más el corazón acelerado,
todo por simple beso que ni siquiera llegó a sus labios.

Fue sacado de sus pensamientos gracias a que el Árbitro alzo las manos avisando
que en cualquier momento empezarían. El contrincante de Jungkook, un chico mucho
más alto con el cabello rojo, comenzaba a mover los brazos haciendo gritar a la gente
mientras que el castaño se ponía en posición como si estuviese analizando cada
movimiento. El corazón de Jimin latía demasiado rápido y no estaba seguro de si
podría soportar más tiempo así.

– ¡Ya es hora de que empiece la masacre! –grita el hombre haciendo que la multitud
aullara aún más alto– ¡Por el lado derecho tenemos al más despiadado del círculo,
conocido por todos por su nula piedad, Minghao!

El chico de cabello rojo alza las manos como todo un ganador mientras la gente lo
celebra. Jimin traga saliva, se ve muy intimidante y tiene miedo de que algo malo le
pase a Jungkook. El arbitro hace un gesto para que la gente dejase de gritar y
presentar de una vez por todas al castaño.

– ¡Por el lado izquierdo tenemos al favorito del público y el terror de todos los
boxeadores de mala vida, el maknae del círculo, Kook!

La gente literalmente se vuelve loca mientras que Jungkook parecía seguir


concentrado en los movimientos de otro chico. Jimin observaba aquel ceño fruncido
en el rostro del castaño y un escalofrío recorría toda su espina dorsal.

– ¡Sin más preámbulos! –grita el Árbitro sacando una bocina en lata del bolsillo– ¡Que
comience el círculo!

La bocina improvisada suena desatando el caos.

Jimin es empujado por la gente que quería estar más cerca de espectáculo. Aunque
Namjoon alcanzó a agarrarlo del brazo para que no se cayese de todas formas recibió
golpes a diestra y siniestra. Le era difícil mantener el equilibrio pero se obligaba a si
mismo a hacerlo para poder ver a Jungkook.

Por su parte el castaño estaba con los brazos en guardia y las piernas en fila, como si
fuera a entender que estaba esperando algo. Su contrincante, el tal Minghao, lo
miraba de forma

burlesca y el fue quien se acercó primero lanzado un golpe directo al abdomen de


Jungkook.

Jimin ahogo un grito.


El castaño retrocedió pero no bajo la guardia. Minghao lanzó al menos tres golpes
más al mismo punto, logrando que Jungkook hiciese una mueca. Jimin estaba con los
nervios de punta, dio un paso al frente con el propósito de pedirle a Jungkook que
dejase de pelear pero Namjoon lo detuvo de inmediato.

– Ni siquiera se te ocurra –le escucha decir al moreno–. Jungkook está bien, puedes
verlo por ti mismo.

Y Namjoon no se equivocaba porque mientras Minghao se jactaba con burlas de su


inminente victoria Jungkook contraatacó con un golpe directo a su mandíbula. El
mundo enloqueció por un segundo dejando a Jimin con la boca abierta.

Lo siguiente paso muy rápido. Jungkook brindó otro golpe certero a la mejilla de
Minghao más una combinación de puños que lograron romperle el labio. El chico se
tambaleó gracias a lo aturdido que estaba y ahí Jungkook atacó su abdomen con
varios golpes más. Jimin ya no respiraba gracias a la tensión que sentía y ver al
castaño haciendo de las suyas en el círculo era algo que lo dejaba sin palabras.

Minghao lanzaba golpes torpes que Jungkook lograba esquivar con la ligereza de una
pluma. Sus pies se movían de forma rápida al igual que sus puños hacia el cuerpo del
contrincante. La gente vitoreaba cada vez que Jungkook se movía y Jimin estaba
absorto con todo el espectáculo.

Cuando el chico de cabello rojo se tambaleó hacia atrás Jungkook le brindó una
combinación de golpe en la mejilla más uno hacia el mentón para dejarlo en el piso
directo a un knock-out.

El árbitro comenzó a contar de cinco hacia atrás para que Minghao se levantara pero
este no pudo hacer otra cosa que cerrar los ojos y quejarse del dolor. Cuando la
cuenta llegó al uno el hombre caminó hasta Jungkook levantando su mano para
anunciar que el había ganado el encuentro.

Esta vez Jimin gritó de felicidad junto a las demás personas.

La multitud avanzó hacia Jungkook y Jimin fue arrastrado por ella a pesar de que
Namjoon trato de afirmarlo. El chico trato de volver hacia el moreno pero en medio de
celebraciones no pudo divisarlo, ni siquiera a Jungkook que estaba siendo rodeado
por un montón de personas.

Hubo un momento en que Jimin se sintió ahogado y tuvo que luchar para alejarse del
mar de gente que ahora saltaba vitoreando a Jungkook. Jamás se vio sometido a
estar rodeado de un montón de personas empujándolo y ahora que lo estaba le
costaba demasiado respirar. Lucho un buen rato, en medio de empujones y
ganándose un par de insultos al avanzar hasta que por fin salió del caos pudiendo
llenar sus pulmones con aire renovado.
Cuando levantó la vista se dio cuenta de que se había alejado demasiado de la fogata
y que ahora volvía a estar en el lado más oscuro del puente. El cuerpo le tembló de
miedo cuando escucho sonidos extraños cerca de la pila de cajas desarmadas que
tenía en frente. Se dijo a sí mismo que debía volver lo más pronto posible hasta
Namjoon, si no moría del susto seguro Jungkook lo asesinaría por haber
desobedecido.

Dio media vuelta gritando el nombre del moreno para así encontrarlo más rápido
cuando un chico mayor se le pone en frente con una botella de alcohol en la mano
derecha. Jimin se detuvo en seco preso del pánico mientras los recuerdos de la paliza
que le dieron los borrachos volvía a su mente como una ráfaga de viento.

– Hola, preciosa –le saludo el chico con el aliento apestando a ron barato.

Jimin tragó saliva evitando que su mirada chocará con la del extraño. Se podía notar a
leguas como los nervios afloraban de sus poros y tan solo deseaba divisar a Jungkook
en medio de la enorme multitud que seguía celebrando.

– ¿Te vas conmigo después de la pelea? –El borracho sonríe y se acerca a Jimin
quien automáticamente retrocede temblando– No te haré nada que no quieras,
preciosa.

Sin poder evitarlo el extraño da dos pasos hacia el tomándolo por la cintura y logrando
que Jimin se le pegara al pecho. Al oler el aliento del borracho tan cerca pudo sentir
como las arcadas se acumulaban en su garganta al igual que sus lagrimas al no saber
qué hacer.

Pero el inconveniente no duró mucho ya que el borracho fue apartado del lado de
Jimin de sopetón siendo empujado directo al suelo. En ese momento todo el mundo
se queda en silencio mientras el peli-morado piensa que Namjoon llegó a su rescate,
aunque al alzar la mirada se da cuenta de lo equivocado que estaba.

– Vuelves a ponerle un dedo encima y te mato –amenaza Jungkook al extraño.

La multitud se arremolina sobre ellos aunque en silencio, siendo testigos del


espectáculo en primera fila mientras Jimin está congelado como una estatua.

– Tranquilo, Kook –se disculpa torpemente el borracho mientras trata de ponerse de


pie– No sabía que era tuya...

– No es ella. Es el y ya sabes que es mío. Te alejas o te rompo la cara.

Se podría decir que en ese momento Jimin entro en coma gracias a las palabras de
Jungkook.
(✧)

014.
Trước Sau

Jimin es arrastrado por Jungkook lejos de la fogata y producto de que el primero sigue
en estado de shock van tropezándose a cada instante.

El peli-morado observa a Jungkook aunque este tiene la vista hacia el frente sin dejar
que sus miradas choquen. Sentía el estomago revuelto y su mente no sabía hacer
otra cosa que repetir todo lo que Jungkook le había dicho al borracho una y otra vez.

"Ya sabes que es mío."

Jimin se llegó a preguntar si su imaginación le había jugado una mala pasada porque
todo parecía muy irreal. Lo único que tenía de prueba para decir que no estaba
soñando era el dolor que sentía en el brazo gracias al agarre de Jungkook. Al parecer
el castaño no se daba cuenta de la fuerza que estaba ejerciendo sobre el más bajo.

Aún seguían bajo el puente pero la luz de unos pocos focos les iluminaban el rostro.
Jimin aún no tenía idea de que era lo que debía decir y eso hacía que sus mejillas se
pusiesen rojas igual que un tomate. En esos escasos segundos agradecía que
Jungkook no lo mirase, aunque la tranquilidad le duró muy poco.

– Una cosa –empieza el castaño y Jimin ya se prepara para el sermón–, solo una
cosa te pedí y no me haces caso. Eres un busca problemas, mariposa.

Jimin no podía estar en más desacuerdo con lo dicho. El estaba seguro de que los
problemas lo buscaban a el porque por cuenta propia no deseaba complicarse más la
vida de lo que ya estaba. Era como si las cosas malas estuvieran a la vuelta de la
esquina cada vez que abandonaba su casa.

Pero no dijo nada de eso.

– Me perdí cuando la gente se abalanzó hacia ti –se excusa–, Namjoon intento


afirmarme pero de todas maneras no lo logró.

– ¿Y como mierda terminaste en la parte más oscura del puente?

– Con tantas personas encima comencé a sentirme mal, lo único que quería era salir
de allí así que camine hasta alejarme. Ni siquiera estaba atento a donde me dirigía...

Jungkook se detiene de golpe y Jimin choca con su espalda. Cuando el más bajo
levanta la cabeza se encuentra con la mirada seria del castaño, le fue inevitable
asustarse un poco.
– ¿Tu estás bien? –pregunta Jungkook tomando por sorpresa a Jimin.

El peli-morado ya se había dado cuenta de que estar alrededor de Jungkook era como
encontrarse frente a una caja de sorpresas. No hacía ni medio segundo que lo estaba
reprendiendo por no hacerle caso y ahora le preguntaba lo más preocupado si se
encontraba bien.

– Sí, lo estoy –asegura Jimin quien se sentía un tanto mareado por la ambigüedad del
castaño–. ¿Y tú cómo estás? ¿Te duele algo?

Jungkook niega con la cabeza. Minghao apenas lo había rozado así que se
encontraba en perfectas condiciones. Lo único anormal, o casi, era el enojo que
sentía desde que vio al maldito borracho tan cerca de Jimin. Fue como si la sangre se
le calentara en un segundo y ni siquiera se detuvo a pensar sus acciones.

Eso le asustaba bastante.

– Yo estoy bien –le informa al peli-morado como si nada.

Jimin iba a hablar pero fue interrumpido por el teléfono de Jungkook que vibra
demasiado fuerte como para que ambos se concentrarán en la conversación. Gracias
a esto el último mete la mano en su bolsillo sacando el aparato y deslizando el dedo
sobre la pantalla para contestar. Ambos pensaron que se trataría de Namjoon
buscándolos mas Jungkook frunció el ceño al escuchar la voz de su mejor amigo.

– ¿Qué quieres, Taehyung?

Jimin quería seguir escuchando pero el castaño hizo una seña para que no se
moviese de allí y camino unos pasos para seguir hablando por teléfono. Soltó un
suspiro cansado cuando Jungkook ya no estaba cerca, había tantas cosas que lo
mareaban y el hecho de que el cuerpo se electrificará cada vez que estaba cerca del
chico tatuado no ayuda ni un poco.

Observo a Jungkook por un rato. Sea lo que sea que estuviese hablando con
Taehyung no parecía ser bueno porque el castaño estaba alzando la voz y en su cara
se asomaba un ceño fruncido. Aunque no le gustaba verlo así, Jimin agradeció
enormemente que el enojo del más alto ya no estuviese dirigido hacia su persona.

Pasó menos de un minuto y Jungkook colgó la llamada para caminar hasta Jimin.
Definitivamente el castaño estaba cabreado, se le notaba hasta en la forma de
caminar.

– ¿Qué pasó? –Preguntó Jimin esperando no ser inoportuno.

– Taehyung ofreció otra fiesta así que aún no puedo volver a casa –se queja
Jungkook–, odio cuando mete a gente idiota a la casa.
Jimin recordó cuando Taehyung lo invito a la fiesta que organizó, a pesar de que se
llevó el susto de la vida por dárselas de metiche en las cosas de Jungkoook no se
arrepentía de haberlo hecho. Seguramente no hablaría con el castaño si no hubiese
pasado todo de esa forma.

Un ruido proveniente del lado de la fogata asusta a Jimin quien de forma automática
se pego al cuerpo de Jungkook. Este último le quedo mirando más no dijo nada, no le
molestaba tener al más bajo cerca, ni sentir su perfume de vainilla tan penetrante.

De las sombras emergió la figura de un chico. Apenas los ojos de Jimin se adecuaron
a la oscuridad pudo notar que se trataba de Namjoon caminando de forma rápida
hacia ellos.

– ¿Donde se habían metido? –Pregunta apenas llega al lado de ambos.

– Tuve que sacar a Jimin de allí porque un idiota trato de propasarse con el –informa
Jungkook seriamente–. Ahora, ¿se puede saber dónde mierda estabas tú que debías
cuidarlo?

– La multitud lo arrastró y cuando fui a buscarlo el jefe quiso hablar conmigo. Sabes
que no puedo negarme ni aunque así lo desee.

Jungkook asiente mientras Jimin los mira sin entender la conversación. Ya era hora
para que le dieran algunas respuestas o terminaría hecho un lío.

– Taehyung está haciendo una estupida fiesta en el departamento –habla el castaño


mirando a Namjoon–. ¿Puedo dormir en tu casa hoy?

El moreno se ríe ante la pregunta.

– Viejo, Seokjin se está quedando en la casa y a menos que quieras escuchar como
follamos no te lo recomiendo.

Jungkook rueda los ojos y bufa. No, definitivamente no quería exponerse a esa
situación o vomitaría toda la noche producto del asco. Jimin lo miraba tímido, notaba a
leguas que el castaño no quería regresar a su casa y solo para verlo bien dijo:

– Puedes quedarte en la mía...

Esta vez Namjoon y Jungkook lo miran incrédulo.

– ¿Lo dices enserio? –pregunta el castaño

– Claro, mi habitación es grande y mamá no se molestara si llevo a alguien... Ella


sueña con que haga amigos y esas cosas.
Jimin sabía que prácticamente se trataba de suicidio lo que proponía. Si no podía
estar tranquilo ni cinco minutos cuando se encontraba cerca de Jungkook no tenía
idea de cómo aguantaría estar toda la noche a su lado.

– Tu novio es muy tierno, Kook –dice Namjoon–. No sé porque está con un ogro como
tú.

Jungkook frunce el ceño y Jimin se pone rojo nuevamente.

– No es mi novio –le contesta Jungkook–, así que no me jodas.

Ok, el castaño era el rey de la bipolaridad y Jimin no podía hacer otra cosa que
quedarse en silencio preguntándose a sí mismo que era lo que Jungkook esperaba
conseguir con todas las cosas que decía. A veces podía comportarse muy
preocupado y protector, pero luego volvía a ser el mismo insoportable de siempre.

– Pero no me queda otra opción –agrega–... Hoy me quedaré contigo, mariposa.

Sería una noche larga, Jimin lo sabía.

(✧)

015.
Trước Sau

– Jamás había conocido a alguien que se dedicase a pelear –dice Jimin mientras
ambos van caminando hacia su casa.

Todo estaba muy silencioso a esa hora por la noche, practicamente podía escuchar
sus propios pensamientos mientras pisaba rítmicamente el asfalto frío. Podría
molestarle o hacerlo sentir incómodo pero estaba tan acostumbrado a la falta de ruido
que una parte de él se sentía más tranquila al alejarse del ajetreo del Círculo.

– De alguna forma debo pagar el apartamento. –Le contesta Jungkook quien lleva las
manos dentro de los bolsillos del pantalón.

– Eres bastante popular.

– Porque monto el espectáculo de que voy perdiendo, a la gente le gusta la mierda


tipo película.
Jimin asiente pero sabía que no era solo gracias a eso que las personas apostaban
por Jungkook. Al verlo pelear se dio cuenta de que no habían pasado ni dos minutos y
estuvo seguro de que el castaño iba a ganar. Aquella forma de analizar al oponente o
mover los pies con la ligereza de una pluma podía ser considerado fácilmente un
talento.

– No creo que solo sea eso –dice perdido sin esperar la respuesta de Jungkook–, mi
casa está en la próxima calle.

Caminaron un poco más hasta quedar frente a la casa rosa de Jimin (el mismo le
había dicho a su madre que ese tono quedaría perfecto en las paredes). Era pequeña
pero de dos pisos, tenía un ante jardín lleno de flores que su madre cuidaba con
devoción y una reja negra tipo victoriana que envolvía el perímetro.

"Muy Jimin", pensó Jungkook.

– Las luces están encendidas –dice el más bajo–, mi mamá debe estar esperándome.

Con rapidez busco la llave de la casa para meterla en la cerradura y luego abrió la
puerta de la reja dejando a Jungkook pasar primero. Mientras el castaño se quedaba
mirando cada centímetro del lugar Jimin se aseguró de dejar todo bien cerrado como
su madre le había pedido antes de salir.

– Tienes claveles –habla Jungkook con la mirada clavada en el arbusto que estaba
frente a el.

– Son los favoritos de mi mamá, yo prefiero los tulipanes.

Abriéndose paso por el ante jardín llego hasta la puerta principal. Como era
costumbre su madre la había dejado sin seguro para que el entrase de manera más
fácil, así que le hizo una seña a Jungkook para que lo siguiera.

– No te preocupes si mi mamá actúa algo extraña, nunca traigo personas a casa.

Algo se le revolvió a Jungkook dentro de su estómago y no de mala manera.


Últimamente se sentía muy raro cuando compartía su espacio con Jimin y aunque
tratase de negarlo el chico se estaba acercando demasiado a su interior.

– Da igual –contesta tratando de hacerse el indiferente aunque ni siquiera podía


convencerse a sí mismo.

Jimin abre la puerta y entra sonriendo a la casa. Jungkook iba detrás de él como un
perrito faldero sin dejar que ningún detalle del lugar se le escapara. La entrada era un
pasillo color crema donde habían colgadas fotos de Jimin cuando era pequeño y
algunas de su madre en la graduación de la escuela de Medicina. Luego había un
marco de madera que daba directo a la sala de estar en la cual la televisión estaba
prendida y una mujer de cabello negro se encontraba sentada en el sillón de
terciopelo gris frente a ella. Jungkook la queda mirando mientras Jimin se le acerca y
deposita un beso en su mejilla.

– Hola, mamá –la saluda el más bajo sonriendo.

– Pensé que tardarías menos en llegar, Minnie –le responde está con voz dulce.

– Lo sé, me he retrasado porque traje a un amigo que necesita quedarse a dormir.

En ese minuto la señora Park se levanta del sillón para posar su mirada sobre
Jungkook.

El castaño ya sabía lo que venía a continuación. Primero la mujer lo miraría asustada


y luego le susurraría cosas a Jimin sobre su aspecto, así era siempre que conocía a
gente mayor. Lo encontraban algo intimidante gracias a los tatuajes más los diversos
aros que tenía repartido en las orejas. A el no le importaba mucho lo que alguien
pudiese decir de su aspecto pero prefería mil veces ahorrarse el mal rato.

Y casi se desmaya cuando la madre de Jimin le sonríe de la forma más sincera.

– Hola, yo soy Park Youngmi –dice estirando la mano– madre de Jimin.

Jungkook se siente raro. Cuando estás tan acostumbrado a que la gente te trate casi
como si fueses un ser de otro planeta pues olvidas cómo reaccionar ante cosas tan
cotidianas como esa. Así que de forma torpe estira la mano hasta la mujer.

– Soy Jeon Jungkook –se presenta–, amigo de Jimin.

La señora pone la otra mano encima de la unión de forma maternal para luego mirar
al más bajo.

– Me alegro que estés haciendo amigos, Minnie.

Jungkook esta algo aturdido por la hospitalidad, un chico como el jamás era recibido
con una sonrisa de oreja a oreja en ningún lugar a menos que se tratase del Círculo.
Sin poder evitarlo su mirada viajó hasta Jimin quien tenía las mejillas rosadas gracias
a la vergüenza. Jungkook no pudo evitar reír ante aquello.

– Jimin –habla la señora Park cuando le suelta las manos al castaño–, le pasarás tu
cama a Jungkook. Ve a buscar el sofá-cama que guardo en el armario para que lo
lleves arriba y duermas en el.

El peli-morado asiente para luego tomar a Jungkook del brazo y guiarlo hasta la
escalera.

– Mi habitación es la primera puerta a la derecha, espérame allí.


– Claro –responde el castaño para darse vuelta y mirar a la madre de Jimin–. Buenas
noches, señora Park.

La nombrada sonríe. –Tienes permiso para llamarme Youngmin. Buenas noches,


Jungkook.

Este último baja la mirada y sube las escaleras para que no se note lo avergonzado
que estaba. Siguió las instrucciones de Jimin al pie de la letra llegando hasta una
puerta decorada con flores celestes, no dudo ni un segundo que aquella era la
habitación del más bajo.

Girando la perilla entró en territorio desconocido. La habitación de Jimin podía


resumirse en dos palabras: acogedora y rosada. Parecía que allí no vivía un chico de
17 años sino una princesa de esas que salen en la televisión. Todo estaba
perfectamente ordenado y las decoraciones eran vibrantes. Los muebles blancos
contrastaban directamente con los diversos floreros y marcos de tipo victoriano que
había repartidos en el lugar. En esos momentos se dio cuenta de lo detallista que
podía llegar a ser Jimin.

Debió haberse quedado quieto mientras se sentaba en la cama para esperar a Jimin,
eso era lo correcto pero claro... Jungkook quería inspeccionar al menos un poco el
nuevo planeta que estaba pisando. Era bastante doble moral de su parte ponerse a
mirar todo siendo que casi golpea a Jimin por hacerlo en su habitación. Se decía a si
mismo que se trataba de un ojo por ojo, solo lo hacía porque el chiquillo ya lo había
hecho.

Dio vueltas por todo el lugar observando cada detalle. Al lado izquierdo estaba la
cama más una mesita de noche, frente a el había un escritorio blanco con un espejo
enorme incorporado (para Jungkook parecía un tocador) y por el lado derecho estaba
el armario.

No supo por qué pero con curiosidad se dirigió hasta el último objeto mencionado.
Desde que conoció a Jimin se preguntaba si el chico usaría "ropa normal" o si toda su
vestimenta era de color rosa y derivados. Abrió las puertas del mueble encontrándose
con muchos tonos pastel y todo perfectamente organizado. No pudo evitar sonreír, de
todas formas no podía imaginar a Jimin con otro tipo de ropa, sería algo muy extraño.

"Además de que el rosa le queda lindo", dice en su mente y se da una bofetada


psicológica por eso.

Cerró las puertas para luego abrir el primer cajón que estaba debajo. Cuando su
mano estiro la perilla del objeto hacia atrás se arrepintió inmediatamente de andar de
metiche donde no debía.

Encontró el cajón de la ropa interior.


Y no era masculina.

Había bragas de encaje por todos lados, en su mayoría eran de colores claros como
blanco, rosa o damasco. Jungkook tragó saliva mientras sentía la cara hirviendo, o el
cuerpo completo quizá. No vio ningún bóxer o calzoncillo, parecía que allí solo existía
aquella lencería delicada. Iba a tomar una prenda en sus manos con la imagen de
Jimin en su mente cuando un ruido de la habitación lo detuvo en seco.

La perilla se estaba abriendo.

(✧)

016.
Trước Sau

La velocidad de la luz en el vacío es de 299.792.458 kilómetros por segundo pero


cualquiera que hubiese visto a Jungkook cerrar el cajón y correr hasta la cama para
hacer como si nada hubiese pasado diría que el chico había superado esa cifra por
creces.

Jimin abrió la puerta que se encontraba semi abierta con ayuda de su espalda
mientras arrastraba un enorme sofá-cama con las manos.

– Juro que nunca ocupamos esta cosa –dice el chico mientras Jungkook esta con la
vista pegada en el piso.

Si había algo peor que compartir el mismo metro cuadrado con la persona que te hace
sentir extrañas cosas en el estomago era peor estar imaginando en ese mismo
instante a la misma persona con bragas de encaje. Jungkook estaba a punto de saltar
por la ventana.

Jimin no tenía idea de lo que pasaba por lo que armo el sofá-cama con tranquilidad
mientras Jungkook tenía las manos sobre las piernas intentando disimular la erección
que se le había formado en los pantalones.

– ¿Necesitas que te preste una pijama o algo así? –pregunta el más bajo a Jungkook.

Era un mal momento para perderse en sus pensamientos sobre todo si en ese minuto
se pregunta que estaba usando Jimin bajo los pantalones en ese preciso instante.
Enojado consigo mismo y también con el chico decidió que debía irse a dormir antes
de que su cuerpo actuara de forma estupida.
– No –responde a secas quitándose los bototos y estirando las sabanas de la cama
hacia atrás para entrar en ella.

Jimin se extraño. Jungkook estaba actuando muy raro y no entendía por qué. No
parecía estar molesto cuando hablo con su madre, por muy al contrario se comporto
de forma educada. Trató de imaginarse todos los escenarios posibles pero no logró
hallar una respuesta certera, así que no le quedo más remedio que preguntarle al
castaño directamente.

– ¿Pasa algo?

"Pasa mucho", quería decir Jungkook.

– No.

– ¿Estas enojado? –insiste Jimin.

"Ni cerca", pensó Jungkook.

– No.

– ¿Seguro?

"Sí, estoy bastante seguro de que lo que siento no es enojo", respondía Jungkook en
su cabeza, "Mi problema es que estoy caliente porque encontré tus bragas".

Pero la insistencia del más bajo le hizo perder la paciencia.

– ¡Deja de joder de una puta vez! –Grita metiéndose de una vez a la cama y dándole
la espalda a Jimin.

Vaya que era un idiota por culpa de los nervios. Pudo haber inventado algo o
simplemente ser más amable pero como se comportaba igual que una estúpida roca
sin sentido del tacto no podía hacer algo mejor. Si a Jungkook le pagasen una
moneda por cada vez que era un imbécil de seguro a estas alturas sería millonario.

Y a pesar de el espectáculo que armó con el grito o el hecho de darle la espalda al


chico para no mirarlo aún no lograba sacarse la imagen de Jimin de sus
pensamientos. Era vibrante, lo hacía sentir débil porque nunca alguien había tenido
aquel tipo de efecto sobre el.

Bueno, eso duro hasta que escuchó sollozos provenientes del otro lado de la
habitación.

Jungkook nunca sintió lastima por las personas ni siquiera cuando las veía llorando,
simplemente se le hacía molesto porque el nunca molestaba a otros con lo que sentía.
Pero decir que no sintió nada cuando los sollozos de Jimin llegaron hasta sus oídos
sería mentir de la forma más descarada posible.

Apenas los separaba un metro de distancia pero Jungkook se obligaba a si mismo a


no darse vuelta para mirar al chico quien entre el llanto apagó la luz de la habitación y
se recostó en el sofá-cama.

¿Han oído a alguien sollozar con la voz entrecortada, casi como si les faltara el aire?
Pues eso era lo que escuchaba Jungkook en ese momento y el pecho se le estrujaba
bruscamente. Jimin no estaba llorando porque había visto una película romántica o
porque algo le hubiese provocado pequeñas lágrimas, sino que lo hacía de dolor y
gracias a las palabras del castaño.

Se sentía fatal, como la peor persona que hubiese pisado alguna vez la Tierra. No le
bastaba con ser un idiota con toda la gente sino que hizo llorar al único chico que se
ha dado el tiempo de estar con el a pesar de su maldito mal humor. Ni siquiera
Taehyung, que vivía con el pero pasaba encerrado en su propia habitación, o
Namjoon, que veía de vez en cuando, estaban dispuestos a pasar tanto tiempo con el
como Jimin lo hacía ahora que entrenaban juntos.

Así que por una vez hizo algo noble en su vida y se levanto de la cama para sentarse
justo al lado del sofá-cama. Todo estaba a oscuras mas podía ver el perfil de Jimin
gracias a los rayos de luna que se filtraban por la ventana. A pesar de que tuviese la
nariz roja y los ojos aguados, Jungkook jamás había visto a un chico tan precioso.

– Lo siento, mariposa –susurra despacio para no asustarlo.

– No quiero... –solloza Jimin entre ahogos– No quiero que me odies...

Jungkook jamás se había dado cuenta de como unas simples palabras podían
destrozarte el corazón a alguien hasta ese día. Ver a Jimin tan triste por su culpa era
peor que la Kriptonita para Superman.

– No te odio –le informa mientras estira su mano en busca de los dedos de Jimin.

– Pero siempre te enojas conmigo...

El castaño quería golpearse a si mismo por hacer sufrir a una persona tan dulce como
Jimin, aquello debería ser considerado pecado.

– Hazme un espacio –le pide al peli-morado con la voz más suave que pudo.

Obediente aunque sin dejar de llorar Jimin le dio un costado del sofá-cama a
Jungkook. Era pequeño por lo que quedaron muy juntos con una manta suave
encima. Podía sentir el aliento del más bajo en su cara y eso hacía que la piel se le
erizara. Ya no podía más, se negaba a seguir escuchando a Jimin llorar por lo que
entrelazo sus dedos para brindarle un soporte.

– Cuéntame algo de ti –le pide para distraerlo y el peli-morado pasa su mano por sus
propios ojos a fin de secar las lagrimas.

– ¿Qué cosa?

– Cualquier cosa.

De a poco Jimin deja de llorar para poder hablar y que Jungkook le entendiera.

– Estoy de cumpleaños el 13 de Octubre –dice mientras mira como el castaño le


acaricia los nudillos.

– ¿Estas jugando? Eso es una semana, Jimin.

– Es verdad, mi mamá ya mando a hacer el pastel...

Otro golpe al corazón de Jungkook. Se sentía un idiota por no saber casi nada de
Jimin y tenía claro que durante los siguientes días tendría que ponerse al tanto con
eso, pero por ahora solo le quedaba una cosa que hacer. Con cuidado alzó los brazos
y tomo la cara de Jimin haciendo que lo mirase.

– Escúchame, mariposa –le dice–. No te odio, lo que pasa es que soy un idiota y no
sabes como me gustaría golpearme a mi mismo por hacerte llorar... Lo pero de todo
es que ya lo hice, pero puedo prometerte que nunca más pasará y tampoco dejaré
que alguien vuelva a ponerte una mano encima.

Jimin esta quieto escuchando todo lo que Jungkook le dice. El corazón le late a mil
por hora y una sonrisa se le dibuja en los labios.

– ¿Puedo hacer algo sin que te enojes? –pregunta bajito y el castaño alza una ceja.

– Claro...

– Pero prometelo, Kook.

El interior del más alto se revuelve gracias a la forma en que el apodo sale de los
labios de Jimin siendo apenas capaz de mover la cabeza en forma de asentimiento.

– Di que lo prometes –exige Jimin.

– Lo prometo.

Y apenas la frase sale de su boca siente los labios del peli-morado estamparse contra
los suyos de forma suave. El mundo se detiene en ese instante porque Jungkook es
mandado directamente al cielo cuando las manos de Jimin se posan en su nuca
acercándolo más y puede jurar que no existe algo tan bello como eso.

Cuando se separan Jungkook queda con un montón de palabras atrapadas en la


garganta.

– Buenas noches, Kook –susurra Jimin.

El chico se da vuelta y se entrega a los brazos de morfeo antes de que el


castaño pudiese repetir el beso.

(✧)

017.
Trước Sau

Un beso podía tener tremendas repercusiones en el trato de dos personas. Jimin y


Jungkook estaban viviendo lo anterior de manera cruda.

Al otro día, después de compartir el espacio personal el uno con el otro, despertaron
casi al mismo tiempo. Los dos traían las mejillas sonrosadas debido al silencio
incomodo que se había instaurado entre ambos y ninguno fue capaz de hacer algo al
respecto. Como dos cobardes mantuvieron sus miradas fijas al piso hasta que
Jungkook escapó balbuceando algo hasta el baño.

Durante la mañana mientras el castaño se bañaba Jimin ordenó la habitación y dejó el


sofá-cama de vuelta a su escondite en deposito junto a las demás cosas olvidadas.
Cuando volvió a subir hasta sus aposentos Jungkook ya estaba con la mochila sobre
sus hombros surrando algo que apenas se le logró entender para luego casi correr
hacia la salida de la casa. El más bajo se le quedo viendo sin saber como sentirse en
realidad.

Y la semana estuvo aún más rara.

Jimin se presentó al gimnasio solo por curiosidad, no tenía idea si después de lo que
había pasado aquel acuerdo del entrenamiento seguiría en pie pero acudió de todas
formas. Apenas vio a Jungkook colocando el saco de boxeo sujeto de la barra el
estomago se le lleno de mariposas y las manos le temblaba ligeramente. Pensó que
allí hablarían de lo ocurrido.

Pero no.
Se le acercó sin decir nada y así se mantuvieron practicamente. No hubo un cómo
estas o alguna conversación. Jungkook le indicaba los ejercicios que debía hacer y le
corregía las posiciones al lanzar puñetazos sin tener mucho contacto con Jimin. Este
último estaba hecho un mar de nervios y ni siquiera sabía qué hacer ante la actitud
fría del castaño.

Sí, tenía claro que lo más probable era que Jungkook no sentía lo mismo por él pero
de todas formas no se arrepentía de haberlo besado. Los labios del castaño eran
suaves como crema batida y si el no correspondía sus sentimientos, al menos, Jimin
contaba con aquellos recuerdos. Aunque muy dentro de su interior necesitaba una
explicación por muy simple que fuese.

Así pasaron los días. Lo único que escuchó por parte de Jungkook era el número de
repeticiones que le mandaba a hacer. Ya cuando llegaba el momento de irse el
castaño ordenaba sus cosas, bajaba el saco de boxeo y se despedía con un
asentimiento de cabeza. Jimin siempre se le quedaba mirando hasta que desaparecía
por la puerta, suponía que el castaño no tenía idea de que se llevaba su corazón
consigo.

El viernes llegó a su casa fatigado y sin ganas de nada, su madre lo recibió con un
sándwich sobre la mesa que no sirvió para subirle el animo pero si para combatir la
fatiga y se quedó divagando en silencio un buen rato.

– Supongo que invitaras a Jungkook a la cena especial por tu cumpleaños, ¿no?

Las palabras de su madre logran hacerlo atragantarse mientras bebía un poco de


zumo. Jimin bajó la mirada porque ahora ni siquiera podía contar con Jungkook como
un amigo.

– No creo que él pueda venir –responde lo más indiferente posible aunque le queda
fatal.

– Invítalo de todas formas, Minnie. Es un chico muy educado y aquí siempre estamos
solamente los dos para celebrar. Estaría bien tener a alguien más para que no te veas
obligado a compartir solo con tu madre.

– A mí me gusta estar contigo –se defiende mientras da otro mordisco al sándwich.

– Lo sé, pero te vi tan feliz con ese chico... Se nota que la pasan bien juntos.

A Jimin se le estrujo el corazón al oír eso. Claro que lo pasaba bien al lado de
Jungkook, era la primera persona con la que compartía más de dos palabras y no se
alejaba de el como si tuviese la peste. También estaba el hecho de que cada vez que
lo miraba su estómago se volvía un revoltijo de mariposas, haciéndole actuar aún más
tímido de lo que ya era. En definitiva disfrutaba del tiempo con Jungkook, pero parecía
que todo se había arruinado después del beso.
Y a pesar de que tenía todas las cosas claras le haría caso a su madre para verla
feliz.

– Le diré que lo invitaste.

Cuando subió a la habitación tomó el móvil entre sus manos mirándolo


detenidamente. Tenía el número de Jungkook y solo bastaba un click para hacer la
llamada. Le tomó al menos quince minutos controlar los pequeños temblores de su
cuerpo para deslizar su dedo por sobre la pantalla. Allí, echo un maldito mar de
nervios, escuchó los característicos pitidos de la línea hasta que otra voz se hizo
presente.

– ¿Jimin? –el castaño sonaba muy confundido.

– Hola, Jungkook... Yo solo llamaba... Bueno, no hemos hablado pero esta idea fue de
mi madre y pues no quiero decepcionarla... Ya sabes, es mi cumpleaños, hacemos
una cena especial cada año pero ella quiere te invite y eso estoy haciendo... De todas
formas te puedes negar porque no es tu obligación, ni siquiera se por qué querrías
venir en primer lugar pero nunca está de más la invitación... Así que creo que eso es
todo, si no te presentas lo importa, le diré que estás enfermo. Adiós.

– Jimin...

Pero ya había colgado la llamada como para escuchar lo que Jungkook tenía que
decir. Prefería hacerse desde ya mismo la idea de que el castaño no se iba a
presentar.

Esa noche pensó mucho en lo que sentía por Jungkook, algo que en conclusión jamás
había sentido por alguien más. Era difícil ponerlo todo en palabras, pero
definitivamente se sentía en una nube cada vez que recibía atención por parte del
chico o lo llamaba "mariposa" aunque fuese en carácter despectivo. El corazón se le
aceleraba con su presencia y la lengua se le enredaba cuando tenía ganas de decirle
algo. Todo eso más el hecho de que fue mandado directo a Plutón cuando sintió los
labios de Jungkook contra los suyos le llevaban a la conclusión de que le gustaba
demasiado aquel idiota tatuado.

Se durmió soñando en besar a Jungkook una vez más.

El sábado bastante temprano se dirigió a la peluquería para cumplir la tradición que


había comenzado tiempo atrás. Cada vez que cumplía un año más de vida se
cambiaba el color del cabello para así recibir una nueva etapa de forma fresca. Quizá
a muchos les parezca tonto pero cada cierto tiempo Jimin necesitaba un cambio para
sentirse mejor consigo mismo y ese día junto con su estilista decidieron que era hora
de darle una oportunidad al color favorito de Jimin y decirle adiós al morado.
Apenas su cita en la peluquería terminó, ya trayendo consigo su cabello de color rosa,
se dirigió a casa la para ayudar a su madre con los preparativos de la cena. Ella
elogio lo bello que había quedado y le dio un gran abrazo mientras susurraba que era
muy feliz cuando lo veía ser el mismo.

El resto del día se dio unas cinco vueltas al súper mercado ya que a su progenitora
siempre se le olvidaba algo de "vital importancia" según ella. Decoraron la casa con
globos de color rosa y serpentinas doradas, Youngmin preparó la mesa con tres
puestos y Jimin se hacía el tonto mientras limpiaba los muebles de madera a pesar de
que sabía que uno de ellos no se ocuparía.

Estaba tan acostumbrado a pasar los cumpleaños solo con la compañía de su madre
que jamás pensó cuánto le afectaría que Jungkook no apareciese. Sabía que no eran
nada pero casi podía tomarlo como una decepción... Aunque no pudiese decir ni una
palabra el respecto.

Apenas estuvo todo listo subió las escaleras para cambiarse de ropa. Escogió unos
pantalones cortos tipo destroyed, una polera a rayas y un enorme abrigo peludo.
Cuando escuchó a su madre gritar que ya todo estaba listo se dio una última mirada al
espejo casi preparándose para decirle a su madre que otra vez pasarían su
cumpleaños ellos dos solos.

Mientras bajaba por la escalera oyó ruidos a las afueras de su calle. A Jimin le extrañó
por completo porque el lugar donde residía era de esos sectores tranquilos donde
vivían solo parejas de ancianos que apenas hacían ruido al ocupar sus automóviles.
Podía escuchar a varias personas discutiendo y su madre le regaló una mirada
extrañada.

– ¿Qué esta pasando allí afuera? –Pregunta y Jimin se encoge de hombros.

– Iré a ver.

Cuando abre la puerta lo primero que ve es una camioneta azul estacionada frente a
su casa. Allí dos chicos estaban bajando una caja a los cuales rápidamente reconoció
como Namjoon y Taehyung. No entendía que hacían ellos allí pero cuando vio a
Jungkook tomar la caja entre sus manos para caminar hasta la puerta pensó que se
desmayaría de la emoción.

– Feliz cumpleaños, mariposa –le saluda el castaño cuando esta lo suficientemente


cerca y deja la caja de cartón marrón con una cinta rosa de regalo frente a él.

– ¿Qué haces...?

Pero su pregunta fue interrumpida por el ladrido de la caja que resonó en...

Un momento...
¿La caja ladró?

(✧)

018.
Trước Sau

Un par de ojos le miraban atento, Jimin se sentía intimidado y a la vez muy


emocionado. Había abierto la caja para encontrarse con la sorpresa más linda en
cuatro patitas.

No sabía mucho de perros pero estaba un 90% seguro de que Jungkook le había
regalado un hermoso Dálmata que apenas le habían aparecido las manchitas. Sonrío
enternecido y tomó al cachorro entre sus brazos, se dio cuenta de inmediato que el
perrito era muy juguetón porque le dejó la cara babeada en menos de tres segundos.

– ¡Es precioso! –chilla mirando a Jungkook quien estaba sosteniendo la caja.

– Y es un demonio –se queja el castaño–. Me mordió la mano cuando intente meterlo


en la caja.

– ¡Eso es porque no le habías hecho los hoyos para que respirara! –Habla Taehyung
recibiendo un empujón por parte de Jungkook– Eres un insensible, Dios le de
paciencia a Jimin para aguantarte.

Ante aquel comentario el ahora peli-rosado se sonroja apretando contra su pecho al


cachorro. Aún estaba emocionado de ver a Jungkook ahí después de pensar que el
chico no aparecería y eso lograba inhabilitarlo para hallar las palabras correctas como
agradecimiento.

Jungkook deja la caja a un lado y se acerca hasta Jimin alzando una ceja.

– No nos vemos un día y te cambias el tinte –dice mientras se le escapa una sonrisa.

– Es una tradición tonta –responde Jimin evitando la mirada del castaño–... No pensé
que vendrías.

Jungkook iba a hablar pero en ese minuto llega Namjoon sosteniendo en sus manos
un collar negro con púas y la correa de juego para entregárselos a Jimin.

– Feliz cumpleaños –le felicita el moreno–. Mi regalo es un complemento del que te


dio Jungkook, espero que se vea rudo con esto.

– Muchas gracias, Namjoon –Jimin sonreía de oreja a oreja.


– ¡Mi regalo es el mejor de todos, Jimin! –chilla Tae entregándole una bolsa adornada
con flores en las manos.

Con un gesto de agradecimiento Jimin cogió el paquete para abrirlo y se sorprendió al


ver dentro de este un hermoso suéter tono rosa pálido tejido a mano. Lo primero que
se le vino a la mente fue que era idéntico al que los borrachos habían roto la vez que
Jungkook y Taehyung lo salvaron de la pelea. Aquella prenda era una de sus
favoritas, le había dolido mucho perderla en algo tan horrible y ahora se sentía muy
feliz de tenerla de vuelta. O una idéntica.

– Quisiera llevarme todo el crédito –habla Taehyung–, pero Jungkook fue quien me
ayudó a elegirlo.

Sorprendido Jimin busca la mirada del castaño que estaba pegada en el piso a causa
de la vergüenza. El corazón se aceleró al pensar que aquel chico tan tosco supiera
cómo llegar a su corazón a través de detalles y se sentía pequeño cuando recordaba
que no correspondía a sus sentimientos.

Acarició a su nuevo cachorro tratando de disimular la tristeza.

– Muchas gracias –dice–, todos los regalos son geniales, no debieron molestarse.

Al ver que su hijo se quedó afuera por mucho tiempo la señora Park sale a ver qué
había pasado encontrándose con la tierna escena. Jimin la mira y estira el cachorrito
hacia ella sonriendo.

– ¿Puedo quedármelo? –pregunta y ella toma al animal en brazos.

– Oh Dios –habla mientras acaricia al perro–, jamás pensé que que me harías abuela
tan joven, Minnie.

Todos ríen y Jimin se siente feliz. No recordaba la última vez en que lo habían venido
a ver por su cumpleaños, ni siquiera sabía si eso había pasado alguna vez. Siempre
eran el y su madre, su padre los dejo cuando era pequeño a causa de su personalidad
femenina o como el definía de "marica", por lo que nunca más supieron sobre aquel
hombre. No tenía abuelos ni tíos, nadie con quien más compartir las fiestas además
de Youngmin. Jimin no se quejaba, pero tampoco podía negar que todo se sentía
mejor cuando había alguien más que se preocupase por ti.

– ¿Y como lo llamarás? –pregunta Namjoon.

Jimin mira al cachorrito que descansa ahora sobre los brazos de su madre. Jamás
había tenido una mascota así que todo el tema era nuevo para el.

– Todo menos pelusa y ten en cuenta que es macho –ruega esta vez Jungkook.
El peli-rosado mira un tiempo al animal pensando en un nombre que lo identificase.
No tenía mucha imaginación pero después de un rato recordó que había leído un libro
donde los protagonistas también tenían un perrito y lo nombraban Baekdu. Le parecía
un nombre lindo para una criatura igual de linda.

– Le pondré Baekdu –concluye sonriendo.

– ¿Baekdu? –pregunta Jungkook alzando una ceja–. Bueno, es mucho mejor que
pelusa así que te apoyo.

– Ya que el animal ya está nombrado deberíamos irnos–habla Taehyung–, hay una


fiesta esperando por Jimin.

El nombrado abre los ojos sin entender. ¿Una fiesta? Pero si el no tenía amigos como
para montar una, en la escuela lo odiaban y no conocía a más gente además de los
presentes. Quizá Jimin no salía mucho pero tenía claro que una fiesta no podría
funcionar sin personas que asistan a ella.

– No te preocupes –dice Jungkook hablando como si leyera el pensamiento–, no abra


nadie de la escuela. Le he pedido a Taehyung que traiga amigos de el y a Namjoon
también, la idea es que conozcas personas nuevas así tendrás una fiesta de verdad
sin los idiotas que te molestan.

Jimin está atónito ante lo que escucha. Primero Baekdu, después el hecho de que
ayudó a Taehyung a elegir el suéter y ahora la fiesta que le había organizado.
Jungkook estaba comportándose como el chico perfecto esa noche después de no
dirigirle la palabra en toda una semana. Todo era tan confuso y aún así el corazón no
dejaba de latirle a mil por hora.

– Bueno, bueno. Por lo que veo hay una fiesta esperándolos –habla la madre de
Jimin– así que voy a acomodar al nuevo integrante de la familia en la casa para que
ustedes vayan a divertirse.

– Pero mamá... ¿Y la cena?

– Podemos cenar cualquier día, Minnie. Aprovecha y sal con tus amigos que después
tendrás que hacerte cargo de Baekdu tú solo. Si dejo que te lo quedes será tu
responsabilidad.

Jimin se emociona y abraza a su madre. Si había algo que tenía que agradecer de su
vida era que aquella mujer estuviese a su lado sin importar lo que pasara. Para el no
había mejor persona en el mundo que la señora Youngmin.

– Gracias, mamá –susurra en el oído de la mujer.


– No me agradezcas, bebé. Y ahora sube a cambiarte para que te pongas el lindo
suéter que te regalo tu amigo.

Asintiendo Jimin entra a la casa y desaparece por las escaleras. Taehyung y Namjoon
le avisan a Jungkook que los esperarían en el auto, mientras que este último se queda
a solas con la señora Youngmin frente al pórtico. El castaño no pudo evitar sentirse
nervioso, después de todo aquella mujer era la madre de Jimin.

– Muchas gracias por recibir al cachorro, Señora Park –le dice–. No quería incomodar
con mi regalo a Jimin.

– No te preocupes, Jungkook. A sido un lindo detalle de tu parte –la mujer hace una
pausa para darse media vuelta y cerrar la puerta tras ella, como si no quisiera que
Jimin la escuchase–. Y ahora que estamos solos, ¿me permites decirte algo?

Jungkook alzó una ceja confundido pero no dijo nada, sólo asintió.

– Tómalo como un consejo... Jimin tiene una personalidad muy especial y estoy
segura que lo haz notado, ¿no?

– Sí, señora.

– Bueno. El es un alma sensible y muy tímida... Pero eso no significa que el sea débil.

Ok, aquello era raro,ahora sí que el castaño no entendía nada. La señora Park estaba
erguida frente a el y eso la hacia ver un poco intimidante. Buen lejos había quedado el
Jungkook insensible que no le tenía miedo a nada.

– No entiendo a qué se refiere.

– Veo como lo miras, Jungkook. Como si fuese un cristal que en cualquier minuto se
puede romper. Jimin está muy lejos de ser eso, es un chico fuerte capaz de enfrentar
cualquier situación que se le presente... A lo que voy es que debes dejar de tratarlo
con el tacto de una pluma, no se trata de hablarle tosco pero ya no lo trates como si
fuese alguien débil. El adora estar contigo y se que la única razón por la que no te le
acercas más es porque tienes miedo de hacerle daño.

– ¿Cómo...?

– No preguntes cómo lo sé, Jimin no me ha dicho nada pero tengo intuición de madre
–la señora Park sonríe y Jungkook cree que en esos instantes es idéntica a su hijo–.
Solo no te preocupes por el, para eso estoy yo. Son jóvenes, disfruten lo bella que es
la vida y no te compliques tanto.

Jungkook asiente porque todas las palabras que habían salido de la boca de
Youngmin eran verdad. El miedo que tenía de no ser suficiente para Jimin lo había
llevado a alejarse después del beso que compartieron en la habitación del ultimo.
Quizá era hora para dejar de ser un cobarde y seguir el consejo de la mujer.

– Gracias, señora Park.

– No me agradezcas. Sé que cuidaras de el pero no te sobre exijas, Jimin puede


hacerlo por sí mismo. Solo date la oportunidad de dejarlo entrar a tu vida, descubrirás
que era todo lo que te faltaba así como me pasó a mi.

En ese momento la puerta se abre dejando ver a un Jimin con mejillas sonrosadas y
sonrisa grande. Jungkook le miro por un segundo con una mano en el estomago
gracias al montón de sensaciones que había en el. El chico era bello, ya no podía
negarlo por más que quisiera. Simplemente estaba cayendo hacia un acantilado de
emociones y todo gracias a ese chiquillo.

– ¿Todo listo? –Pregunta Jimin.

Jungkook y la señora Park se regalan unas miradas cómplices hasta que el primero
contesta:

– Ya es hora de irnos, Mariposa.

(✧)

019.
Trước Sau

Cuando Jungkook le dijo a Jimin que había organizado una fiesta en su honor era
cierto en cada sentido de la palabra.

El departamento del castaño se había convertido en una gran pista de baile. De la


pared colgaban globos y serpentinas rosas, muy parecido al tono de tinte que Jimin
había elegido hacía unas horas en la peluquería. Había un montón de personas
disfrutando de la música en el centro de la sala de estar y los tragos se encontraban
repartidos en cada superficie plana. Parecía que el departamento colapsaría en
cualquier minuto gracias a la cantidad de gente que caminaba de un lado a otro, pero
de todas formas se sentía un ambiente acogedor.

Taehyung se encargó de abrir la puerta dejándolos entrar y lo primero que se escuchó


desde el interior fue un fuerte rugido que decía "Feliz Cumpleaños, Jimin". El peli-rosa
se quedo boquiabierto de inmediato, a pesar de que no conocía a nadie se sintió feliz
de que todas esas personas estuviesen allí para celebrar su nacimiento (cosa que no
pasaba desde el jardín de niños, cuando nadie lo juzgaba por su forma de actuar o
vestir).

Uno a uno todos los invitados se fueron acercando a Jimin para saludarlo y
presentarse. El peli-rosado sonreía enternecido tratando de guardar los nombres de
cada uno en la memoria. Algunos le felicitaban por su cabello y otros halagaban la
ropa que llevaba puesta. Durante todo el proceso Jimin no hizo otra cosa que sentirse
en una nube de satisfacción, parecía que allí a nadie le importaba lo femenino que
fuera, estaban dispuestos a conocerlo a pesar de lo que demostraba su fachada y eso
era algo que no tenía precio para el.

– El es Jin –dice Taehyung señalando a un chico alto con cabello castaño–, creo que
ya lo habías visto en la fiesta anterior.

– Sí, aunque no pudimos hablar –concuerda Jimin para luego dirigirse al otro chico
sonriendo–. Hola, Jin.

– Ay Dios –exclama el castaño–, después de tantos años que pedí que trajeran a
alguien con sentido de la moda por fin mis plegarias han sido escuchadas. Siento que
nos llevaremos muy bien, Jimin.

El peli-rosa se sonroja de inmediato mientras sonríe de forma amable.

– Eso espero.

Durante la siguiente media hora Jimin estuvo conversando con Jin sobre las líneas de
ropa que le gustaban y hasta la música que cada uno escuchaba. Hubo un momento
en el cual se encontraba tan absorto en la conversación que ni siquiera se dio cuenta
cuando Jungkook llego a su lado mientras se terminaba el vaso con cerveza que se
había servido hace poco. El castaño se dedicaba a mirarlo en silencio y no decía ni
una palabra de lo feliz que le ponía ver a Jimin con sus casi ojos cerrados gracias a la
sonrisa genuina que se le formaba en el rostro. Prefería que sus pensamientos
siguieran ajenos al chico al menos por esa noche.

– Nam –habla Jin captando la atención del moreno quien estaba a un costado de
Jungkook–, ¿podrías traernos a Jimin y a mí unos shots? Este chico no ha bebido
nada y es su fiesta.

– No te preocupes –dice el nombrado–, yo no...

– El no bebe, Jin –interrumpió Jungkook saliendo de su silencio–. Apenas cumplió 17.

Seokjin pone cara de DragQueen ofendida al escuchar la negativa del castaño.


– ¿Y tu eres su novio que andas saltando por ahí para hablar por Jimin?

– No, pero...

Jimin baja la mirada al escuchar a Jungkook. Parecía que a pesar de que todo
estuviese saliendo de maravilla en la fiesta no significaba que tenía una oportunidad
con el chico tatuado.

– No, pero nada –Jin se pasa una mano peinando sus cabello con un claro aire de
frustración–. Deja al chico disfrutar de su fiesta.

Jungkook frunce el ceño para luego dirigir su mirada hacia Jimin quien se encontraba
frotándose las manos contra el pantalón en un claro gesto de nerviosismo. El castaño
se había prometido a si mismo no ser tan duro con el chico, tratar de no obsesionarse
con cuidarlo, pero parecía que cada célula de su cuerpo le exigía protegerlo de
cualquier mal por más mínimo que fuese. Ahí se daba cuenta de que cada palabra
dicha por la señora Park no era otra cosa sino la más pura verdad.

– Solo serán unos tragos, Kook –susurra el peli-rosa–. No pasará nada malo.

Justo en ese momento Namjoon llega con dos vasos rojos pequeños en las manos
que estaban llenos de vodka. Jungkook empuja su lengua contra la parte interior de
de su mejilla tratando de apaciguar el enorme "No" que quería salir por su boca.
Definitivamente necesitaba relajarse y dejar que Jimin disfrutase de la fiesta.

– Adelante –le dice ganándose una sonrisa de parte del chico.

Seokjin estira el vaso hacia Jimin y cuenta hasta tres para que luego este último lo
vaciase a través de su garganta. La expresión del chico se arruga a medida que el
líquido quemaba en su boca para luego dar paso a una risa sonora que lleno la
habitación. Por un segundo Jungkook pensó que había exagerado todo este tiempo y
se trato de idiota en su cabeza.

No tenía idea de lo que pasaría después.

Una botella de vodka y tres vasos de cerveza después.

– ¡Soy el rey del mundo! –gritaba Jimin subido sobre la mesa del comedor mientras
todos lo vitorean.
Bueno, todos excepto Jungkook.

En menos de dos horas las cosas se habían salido bastante de control. Todo
comenzó con Jin pidiendo más tragos para luego dar paso a Taehyung quien venía
con la grandiosa idea de que jugaran al beer pong donde Jimin perdió en todo
momento teniendo que beberse la botella de vodka casi por sí solo. A pesar de
aquello y los miles de regaños efectuados se podía decir que Jungkook seguía
teniendo un poco de control sobre la situación, eso hasta que alguien gritó que todos
fuesen a bailar en grupo al lado del dj, siendo así el principio del fin.

No, no mentiría diciendo que le molestaba como Jimin movía sus caderas al compás
de la canción, ni que odiaba como el sudor escurría por el cuello de este dándole un
aire demasiado sexy para su bien. Por muy al contrario, Jungkook estaba disfrutando
del espectáculo a menos de un metro de distancia ya que se negaba rotundamente a
bailar junto a los demás. Lo que en realidad le molestaba era cuando algunos chicos
que se encontraban en la fiesta se ponían contra la espalda de Jimin para tratar de
bailar con el. Eso sí que no podía tolerarlo por más que intentará así que se deshizo
de cada uno con un par de empujones y amenazas en susurros. El peli-rosa no se dio
cuenta, siguiendo con sus pasos seductores bajo la mirada devoradora de Jungkook.

Lo de la mesa fue lo último en ocurrir y es que varios comenzaron a aplaudir a Jimin


por su estupenda forma de bailar. El chico estaba tan encantado con los halagos que
no dudó ni un minuto en tomar más protagonismo convirtiendo el pedazo de madera
que había en el salón en un escenario. Jungkook estaba rojo gracia al enojo, no tenía
ni idea de que hacer con un Jimin así de borracho y no quería ser él quien tuviese que
terminar con la fiesta.

Mientras Jungkook estaba tratando de idear alguna solución en su cabeza la música


que se escuchaba a través de los parlantes cambió radicalmente de ritmo dando paso
a una melodía sensual. Jimin se queda quieto por un momento pero sin demora
comienza a menear su cuerpo de manera seductora. Parecía que habían puesto la
canción perfecta para que el peli-rosa dejase atrás cualquier rastro de que tan solo
era un chiquillo y dejar ver la criatura sensual que llevaba dentro. Todo el mundo le
está viendo con cara de querer comérselo mientras ejecutaba cada movimiento y
Jungkook no hacía otra cosa que arder en celos.

Hasta que el castaño explotó.

– ¡Demasiada ropa! –Grita alguien.

Jimin escuchó y sin perder el ritmo comenzó a deshacerse del suéter que llevaba
dejando en su lugar una sudadera por la cual se podía notar su piel semi bronceada
que parecía porcelana cuando las luces de colores se posaban sobre ella. Jungkook
pudo quedarse ahí mirando al chico porque este parecía una obra de arte, pero
cuando ve a Jimin acercando su mano hasta el final de la camiseta y así deshacerse
de ella se abrió paso en el improvisado círculo que se había formado alrededor de la
mesa para tomar al peli-rosa por las piernas y luego dejar caer el torso de este sobre
su hombro derecho mientras se escuchaban los berrinches de Jimin y los abucheos
de los demás por el término abrupto del espectáculo.

Jungkook era un celoso de primera y se negaba a que los demás viesen lo que era
suyo.

Jimin se movía de un lado a otro tratando de zafarse del agarre del castaño pero todo
intento era en vano. Jungkook tenía mucha fuerza y no le costó mucho llevar al chico
hasta su habitación, dejarlo caer sobre la cama y cerrar la puerta con seguro.

Jimin tenía las mejillas sonrosadas gracias al alcohol, el cual aumentaba el enojo que
estaba sintiendo hacía Jungkook por sacarlo de l fiesta cuando el lo estaba pasando
de maravilla. El castaño estaba de pie frente a él sin decir nada y con tan solo un ceño
fruncido alumbrando su semblante.

– ¿Por qué me trajiste aquí? –La voz de Jimin sonaba algo adormilada gracias a la
borrachera.

– Porque te estabas comportando como un idiota.

Cuando decían que el alcohol nubla todos tus sentidos no era otra cosa sino la
verdad. Parecía que las palabras de Jungkook habían tocado un punto fino en el
cerebro de Jimin quien ahora se había levantado de la cama para enfrentar al castaño
cara a cara con apenas unos dos centímetros de separación.

– Deja de decirme que puedo o no puedo hacer –las palabras salen de la garganta de
Jimin como ácido haciendo que el coraje comenzará a llenar el pecho de Jungkook.

– ¡Solo trato de cuidarte, imbécil!

– ¡Pues no lo hagas! Bien te olvidaste de mí durante una semana por el beso que te
di, así que haz lo mismo y déjame en paz.

Jungkook mordió su labio inferior reprimiendo los insultos.

– No tienes idea de lo que dices.

– Sí que la tengo y es que no te costaba nada decir "No siento lo mismo que tú, Jimin"
o un "No soy gay". Pero en cambio fuiste lo bastante cobarde como para hacer como
si nada hubiese pasado y luego aparecer el día de mi cumpleaños con regalos
maravillosos que solo logran confundirme más mientras el pecho me duele de lo
acelerado que tengo el corazón. Eres un idiota, Jungkook y yo soy aún más idiota
porque me gustas de verdad. Debería golpearte de una vez para ver si...
El sermón de Jimin llegó a su fin cuando sus labios fueron secuestrados con firmeza
por los de Jungkook. Gracias a la sorpresa ambos chicos cayeron sobre la cama
mientras sus lenguas chocaban sin vergüenza alguna y sus manos comenzaban a
recorrer el cuerpo del contrario. Parecía que todo el enojo que se generó entre ambos
durante la discusión se había disipado como por arte de magia.

Cuando se separaron Jungkook se quedó mirando a Jimin directo a los ojos dándose
cuenta que nunca se había sentido tan pequeño como en ese momento.

– Tu también me gustas de verdad, Jimin.

(✧)

020.
Trước Sau

Jimin se carcajeó, literal. Rompió a reír apenas escuchó decir a Jungkook que le
gustaba de verdad. Estaba borracho, bastante a decir verdad, pero no era idiota.

– Deja de decir estupideces –le pide al castaño en tono enojado–, y por una vez en tu
vida tomate lo que digo enserio.

Jungkook frunce el ceño. Jimin estaba tan borracho que ni siquiera podía distinguir el
hecho de que por primera vez en su vida estaba siendo sincero con sus sentimientos.
Le sacaba de quicio y es que apenas había juntado el valor para hacerlo. Pero como
Jungkook era un bruto de primera trataría a Jimin de la manera más dulce.

Según el, obviamente.

– Tu eres el estúpido.

El menor infla sus mejillas del coraje. Se veía como un pequeño hamster a quien le
habían quitado su comida preferida. Por supuesto que el chico le había llamado
estúpido, no podía esperar menos de un energúmeno que le gustaba golpear un
maldito saco de boxeo por hobby. A Jimin no se le notaba porque el era una tierna
florecilla el 99% del tiempo, pero cuando se enojaba podía hasta lanzar humo por las
orejas. Y el alcohol no ayudaba en la ecuación.

– Eres un... Eres una... –Jimin toma aire para luego gritar con todas sus fuerzas– ¡Una
rata de alcantarilla!
De inmediato se tapa la boca como si hubiese dicho la grosería más grande del
planeta. Jungkook le miraba con la típica cara de "Oh no, no dijiste eso" mientras que
a Jimin se le comienza a poner el rostro colorado. Esto pasaba cuando lo sacaban de
quicio, insultaba sin sentido y de la forma más tonta posible. La pena le consumía y
estuvo a unos segundos de pedirle disculpas a Jungkook por lo que había dicho,
claro, hasta que este abrió la boca.

– Enano idiota.

Jimin vuelve a inflar los cachetes indignado. No, eso si que no. Jungkook era un idiota
y no se merecía ningún tipo de disculpas. Mucha paciencia había tenido con el y
ahora no quedaba nada. ¿Quería pelear? Entonces Jimin pelearía.

– Cabeza de musculo sin cerebro –suelta de una vez y el contrario levanta una ceja.

– Pulga mutante –contraataca Jungkook con rapidez.

Jimin se acerca al chico para enfrentarlo. Quizá era más pequeño que el pero eso no
significaba que pudiese molestarlo. Jamás se había visto al peli-rosa tan enojado,
pero Jeon podía lograr sacar la peor parte del muchacho.

– ¡Amargado con complejo de patata!

Jungkook da un paso al frente.

– ¡Intento fallido de princesa!

– ¡Conejo mal parido!

– ¡No eres más que un niñito de mami!

Oh no, ese si que era un tema sagrado. Si antes Jimin estaba levemente sonrosado
por el enojo ahora era un tomate, y uno muy enfadado. Nadie le decía nada de su
madre ni por más idiota que fuese. Definitivamente había sido la gota que rebalsaba
de una vez por todas.

– ¡Y tu no eres más que un montón de tatuajes sin personalidad ni inteligencia!

Dicho eso Jimin fue estampado contra la cama.

Todo fue demasiado rápido. Primero estaba de pie discutiendo con Jungkook y luego
sintió las sabanas contra su espalda. Trató de zafarse pero el más alto tenía sus dos
manos afirmadas por sobre su cabeza, inmovilizándolo por completo. Jimin tragó
saliva de forma sonora, ahora el rostro de Jungkook estaba demasiado cerca del suyo
y eso le intimidaba. Podía sentir cada uno de los músculos del castaño contra su ropa
logrando que temblara.
Sacudió la cabeza y se dijo a si mismo que no podía demostrar ningún tipo de
debilidad, así que le sostuvo la mirada tratando de desafiarlo.

– ¿Dijiste que no tengo personalidad? –Le pregunta Jungkook.

– Sí –admite Jimin sin siquiera pensarlo–, y que eres un tonto.

Los ojos de Jungkook estaban sobre los suyos, jamás se había sentido tan observado
en toda su vida. Siguió tratando de zafarse del agarre sin éxito alguno. Pensó que al
menos con tanto entrenamiento que estaba teniendo su fuerza habría aumentado un
poco pero no había resultados. Jungkook dejo caer su peso sobre el para que dejase
de moverse indignando aún más a Jimin.

– Tu eres el tonto –dice y el peli-rosa frunce el ceño–, haz empezado esta pelea tonta
porque no me crees.

– ¿Y por qué debería? –Inquiere Jimin– Tu fuiste el que me dejo de hablar toda una
semana por un simple beso.

– No sabía como actuar, ¿esta bien?

– Pudiste haberme dicho algo, Jungkook, no ignorarme y aún así pasar tiempo
conmigo. ¡Fue una maldita tortura!

El semblante del castaño cambió a uno de pura confusión. Jamás pensó que su
cobardía podría haber afectado a Jimin de esa forma. Ahora se arrepentía de lo idiota
que se comporto, sin ser capaz de decir que a el también le había gustado ese beso.

– Lo siento –susurra dejando a Jimin perplejo.

De todas las cosas que podían durante esa noche, que no era para nada normal,
nadie jamás hubiese pensado o simplemente se le hubiese cruzado por la cabeza que
Jeon Jungkook, sí, el chico a quien toda la escuela le tenía miedo y que ni un alma se
atrevía a llevar la contra, le pediría disculpas de Jimin.

– Espera. Un. Minuto. ¿Jeon Jungkook se esta disculpando?

Y justo cuando el castaño se iba a defender alguien comienza a tocar la puerta de


forma estrepitosa. Los dos chicos tratan de ignorar pensando en que algún borracho
de la fiesta se había equivocado de puerta buscando el baño pero cuando escucharon
la voz de Taehyung al otro lado se separaron de inmediato.

– ¡Jungkook, están peleando aquí afuera, ven rápido!

– ¡Estoy en medio de algo importante, joder!

– ¡Trae tu trasero aquí, antes de que destrocen el departamento!


– ¡Mierda, ya voy!

Jungkook se levanta dejando a Jimin libre de una vez. El peli-rosa aún estaba
confundido y algo maredo, poco entendía lo que estaba pasando mientras que en su
cabeza solo se repetía la disculpa de Jungkook una y otra vez. No quería que el chico
saliera de habitación, necesitaba confirmar lo que había oído.

Ve como el castaño se acomoda la ropa y le saca el pestillo a la puerta. Jimin se


queda quieto y Jungkook se da media vuelta para mirarlo.

– Tu no te mueves de aquí –dice–, aún tenemos que hablar.

Termina de hablar y sale por la puerta cerrándola tras el. Jimin suelta un suspiro
mientras se deja de caer de espaldas a la cama. Sin querer sus fosas nasales son
llenadas con el intenso olor al perfume de Jungkook. Le gusta aquel aroma masculino,
le hacía temblar al igual que el recuerdo del beso que hace poco habían compartido.

– Creo que si le gusto –susurra antes de cerrar los ojos.

•••

– Gracias, Jungkook –dice Taehyung quitando el sudor de su frente–. Casi rompen la


mesa antes de que llegaras.

Dos borrachos se habían puesto a pelear en la fiesta y Jungkook fue el encargado de


separarlos, cosa que no le costo mucho. Tan solo tuvo que dar un grito, que uno de
los tipos se le echara encima, noquearlo con su puño derecho y luego sacarlo a
patadas del departamento. Todos los demás que estaban en la fiesta se quedaron en
silencio y por miedo de que Jungkook se enojase con alguno de ellos comenzaron a
abandonar el lugar lo más rápido posible. Solo quedaron Taehyung, Seokjin y
Namjoon quienes empezaron a ordenar el desastre que se había dejado.

– Iré a mi habitación –informa a sus amigos–. Espero que no me molesten más.

– ¿Dónde esta, Jimin? –Pregunta Jin alzando una ceja.

– En mi habitación –contesta y Namjoon pone cara de pervertido–. No jodas, negro.

– ¡Ya son novios! –chilla Taehyung– Que emoción, que emoción.


– No somos novios, dejen de molestar de una vez.

Jungkook estuvo a punto de irse pero Jin lo tomo del brazo obligando a que se
sentará en el sofá.

– Solo te diré una cosa, jovencito –habla con tono maternal–. Jimin es un chico que
vale oro, se ve a simple vista. Cuídalo, sino alguien más podría ver o especial que es.

Jungkook revolotea los ojos y se levanta del sofá para caminar hacia su habitación
mientras se despide de sus amigos levantando el dedo de al medio.

Cuando se adentró en el pasillo pensó en las palabras de Seokjin quedando con mal
sabor de boca. No quería ni imaginarse un escenario donde Jimin estuviese con
alguien más. Le asqueaba el hecho de que en su cerebro apareciese la imagen de
alguien más haciéndolo reír o ganándose aquellas miradas llenas de ternura que solo
Park sabía dar.

Y le asutaba.

Porque Jimin se le estaba metiendo en la cabeza como tantas veces negó.

Llegó al final del corredor y con su mano izquierda giró la perilla para abrir la puerta.
Quería asegurarse que esa noche quedase todo claro entre el más bajo y el. Faltaba
una conversación sincera para saber si esto que sentía en su pecho podía llegar a
algún lado. Y aunque venía con toda la disposición para que eso sucediera no
contaba con que Jimin yacía profundamente dormido sobre la cama.

Le hizo algunas señas pero el chico solo se quejaba para seguir durmiendo. Rendido
buscó una manta para que no pasará frío y con cuidado lo hizo moverse hacia un
costado para el recostarse a su lado. Apenas toco la cama de forma automática Jimin
se le acomodo en el pecho como si se tratará del lugar más cómodo del mundo y
Jungkook no pudo evitar rodearlo con sus brazos mientras depositaba un tierno beso
en su frente.

Quizá podía acostumbrarse a eso. Dormir con alguien junto a él.

(✧)
021.
Trước Sau

La noche estaba tranquila, las estrellas lograban asomarse en el firmamento y por la


ventana entraba una luz azulina reflejada por la luna directo hacía la cara de Jimin
haciendo el chico se comenzara a despertar de a poco.

No iba a mentir, no tenía ni idea de dónde estaba apenas abrió los ojos y se sentía un
poco mareado, pero cuando el olor masculino de Jungkook entro por su nariz de
inmediato se serenó. Levantó un poco la cabeza para darse cuenta de que estaba
sobre el pecho del chico el cual subía y bajaba de forma rítmica informando que
seguía profundamente dormido. Una sonrisa se le escapó de los labios, se encontraba
justo en el lugar que quería.

Gracias a la improvisada siesta se le habían pasado los efectos de la borrachera


siendo reemplazadas por una intensa sed. Miró hacia el lado izquierdo encontrándose
con un vaso lleno de agua, seguramente, colocado por Jungkook para cuando se
despertara. Con cuidado se sentó en la cama y tomo el objeto entre sus dedos para
poder beber su contenido. Gracias a los movimientos Jungkook, aún dormido, cambió
de posición recostándose sobre su hombro derecho con la cara hacia el lado de Jimin.

Terminó de beber el vaso de agua para luego acomodarse frente a frente a la cara del
castaño. En esa posición podía ver cada detalle del rostro de Jungkook, la forma en
que el tatuaje de una rosa en negro y gris se posaba sobre su cuello además de el
resto de la tinta que se esparcía por su cuerpo. El chico se había deshecho de la
chaqueta por lo que sus brazos estaban expuestos dejando a Jimin embobado
mientras memorizaba cada una de las figuras que allí se veían.

Inevitable fue empezar a delinear cada uno de los tatuajes con su dedo indice.
Comenzó con la rosa del cuello para bajar al hombro donde había un enorme dragón
que parecía feroz, casi igual que Jungkook cuando se ponía a pelear en el círculo.
Siguió bajando para encontrarse con un ojo realista que simulaba muy bien abrir la
piel para hacerse notar y hasta juraría que la pupila de este brillaba junto a la luz de la
noche. Jimin sonreía complacido mientras seguía con su tarea de forma exhaustiva y
detallista. Encontró el tatuaje de el reloj de arena que Jungkook le había mostrado el
día de la fiesta de Taehyung y bajo este último había una luna junto a un sol
danzando entrelazados bajo un manto de estrellas. No pudo evitar pensar en que
ellos se parecían demasiado a ese dibujo, eran muy distintos el uno del otro, casi
completamente contrarios.
Jimin se preguntaba si en algún minuto podrían conectarse de esa forma. Ser iguales
al sol y a la luna.

En ese momento recordó la pelea que tuvieron antes de que Jungkook saliera de la
habitación, sus mejillas se colocaron de un tono rosado y una sonrisa tonta se le
dibujó en el rostro. En medio de sus acusaciones el chico se le había declarado y
aunque le costó ahora le creía. Casi podía estar seguro de que Jungkook, quien se
veía tan rudo e incapaz de querer a alguien frente a los demás, sentía lo mismo que el
y le encantaba.

Siguió acariciando cada espacio de piel sin cansarse. El castaño se veía tan relajado
que Jimin llegaba a contagiarse. Una paz enorme le invadió mientras miraba como el
pecho de Jungkook se contraria junto con la respiración, jamás había sentido algo tan
hermoso y le daba un poco de miedo que aquel chico estuviese provocando todas
esas cosas dentro de su ser.

− Molestar a alguien mientras duerme es de mal gusto.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el susurro de Jungkook quien seguía con
los ojos cerrados. Jimin soltó una risita porque a pesar de estar supuestamente
durmiendo el castaño no podía dejar de ser un gruñón de primera como siempre.

− Tu estas durmiendo, no deberías quejarte −le responde ahogando otra risa.

Jungkook se mueve pero sigue rehusándose a abrir los ojos. Quien dijera que ese
chico jamás podría ser tierno pues Jimin le mostraría una foto de ese momento.

− No me dejas dormir −dice el castaño a modo de berrinche.

− No me dejas hacer lo que quiero, gruñón.

Jungkook abre un ojo a medias para ver a Jimin quien seguía bastante divertido
recorriendo la piel de su brazo. Cada vez que el dedo del peli-rosa viajaba por su
cuerpo una enorme corriente de electricidad golpeaba su espina dorsal. Se sentía
raro, con Jimin siempre se sentía raro.

− ¿Y qué quieres hacer? −Le pregunta.

− Quiero ver todos tus tatuajes...

Aquella afirmación parece despertar a Jungkook por completo para encontrarse con el
rostro de Jimin iluminado por partes con la luz que se filtraba por la ventana. Casi
queda embobado gracias al brillo que se le veía sobre la piel y la forma que el chico
sonreía parecía tratar de llevarlo al más bello de los infiernos.

− ¿Por qué quieres hacer eso?


Jimin se encoge de hombros.

− Siento que cuentan una historia y quiero saberla. Eres muy misterioso con tu vida,
Kook. Estoy seguro que a través de ellos podría conocerte mucho mejor.

Tragó saliva. Jimin había dado en el clavo perfecto que habría una herida vieja.
Tantos años tratando de crear una barrera para alejar al mundo entero de sus
sentimientos para que un chiquillo con cabello color chicle le viniese a pedir que
abriera una puerta que hace bastante consideraba cerrada. Quizá eso no era lo peor
del asunto, sino el hecho que el estaba completamente seguro de que si alguien debía
conocer todos sus secretos ese sería Park Jimin.

− Cuidado con lo que deseas −susurra tratando de dejar el tema de lado−. No creo
que quieras saber más cosas de mí, no soy un santo y creo que ya se nota.

Jimin pone cara pensativa antes de posar su mano en la mejilla de Jungkook


haciendo pequeños círculos reconfortantes. Sí, definitivamente ese chico quería
volverlo loco, o al menos eso pensaba el castaño.

− Conozco a este Jungkook. El bruto que no sabe expresar sentimientos y que esta
cubierto de tinta... Tu cuerpo te muestra como un chico duro a quien nadie puede
pasar a llevar pero me pregunto, ¿hay algo más? Siempre han dicho que las personas
van formando su personalidad gracias a sus experiencias. Si aquello es cierto, ¿qué
es lo que Jeon Jungkook oculta?

Con esos ojos fijos en el se siente demasiado expuesto. Ya no existía ninguna barrera
que impidiera a Jimin entrar para ver todo lo que el era en verdad. Se preguntaba a si
mismo si estaba listo o si era mejor gritarle para que se alejara nuevamente. No
estaba seguro y es que ahora dentro de el también existía la necesidad de dejarlo
entrar.

Tenía miedo... Mejor dicho estaba muerto de miedo.

− ¿Y qué pasa si lo que te muestro no te gusta? −Pregunta casi desecho− Jamás


podré ser lo que tu quieres, por eso preferí alejarme cuando me besaste. Estás
esperando demasiado de mí y jamás podré cumplir todas tus expectativas. No quiero
que te decepciones, mariposa.

Jimin sonríe nuevamente y Jungkook quiere gritarle que deje de hacerlo porque cada
vez su corazón late con más fuerza sin poder controlarlo.

− Yo quiero que seas tu mismo porque es así como me gustas, Jeon Jungkook.

Fue inevitable, intento detenerse pero no pudo. Cuando Jimin terminó de hablar lo
tomó por el cuello para besarlo con cuidado. Junto sus labios y le devoró la boca.
Necesitaba sentir la lengua de Jimin jugando con la suya, la suavidad traducida en
gestos. Su corazón ya desbocado saltaba de felicidad como si dijera: "Por fin haces
algo bien, idiota". Y es que por más que lo negará la única verdad era que el peli-rosa
sabía llegar hasta el de forma perfecta.

Después de un minuto se separan y Jungkook se levanta de la cama de inmediato. Si


no lo hacía ahora no lo haría nunca. Por un segundo Jimin pensó que se iría pero
cuando lo vio quitándose la camiseta se le cortó la respiración. Con un solo
movimiento la piel de Jungkook quedó descubierta frente a él al igual que la tinta que
ocultaba bajo la ropa.

Jimin le mira perdido. Con algo de torpeza se levanta de la cama copiándole al


castaño y así quedó frente a frente con él. Como ya lo había echo anteriormente esa
noche, alza su dedo índice para comenzar a delinear cada dibujo pero esta vez sobre
el abdomen plano y fornido de Jungkook. Allí sobre el pecho del chico había un
enorme tatuaje que comenzaba con las rosas del cuello formando una especie de
cadena y que tenía en medio un corazón realista con un niño jugando mientras una
mujer le acaricia el cabello. Bajo esto había una frase en inglés que Jimin pudo
traducir de inmediato.

"The life always goes on"

(La vida siempre sigue)

Un montón de dudas le invadieron en ese momento así que mira a Jungkook quien
esta con un semblante triste. No quería obligarlo a hablar de su pasado pero al menos
quería saber solo una cosa.

− ¿A quién perdiste, Kook?

El nombrado le abraza y es que esta buscando un soporte. Aquella historia había sido
enterrada en un rincón de su mente para ser olvidada pero ahora que la iba a contar
parecía cobrar vida en su interior una vez más. Es verdad lo que dicen sobre que
jamás se puede escapar del pasado.

− Es difícil vivir sin tu propia madre, ¿sabes?

(✧)

022.
Trước Sau

Hace mucho tiempo atrás.


− Jungkookie, ven aquí.

El pequeño castaño levanta la cabeza y sonríe. Estaba en el patio jugando con las
flores y su robot de juguete mientras esperaba que su madre preparara el almuerzo.
La voz que se se había escuchado era de ella y de seguro ya estaba todo listo para
comer, así que toma sus cosas con rapidez para entrar a la bella casa de campo en
donde ambos vivían.

− Mi lindo Jungkookie −le dice su madre cuando llega a la entrada−, ve a lavar tus
manos.

Como el niño obediente que era corrió hacia el baño en menos de un santiamén.
Jungkook siempre fue un infante inquieto y su madre tenía la paciencia suficiente
como para no desesperase con él. La relación entre ambos era muy fuerte y es que
solo contaban el uno con el otro, su pequeña familia no tenía más miembros, no
existía un padre (ya que se fue cuando Jungkook ni siquiera nacía) ni abuelos (que
murieron un año después de que su nieto llegase al mundo). Solo eran ellos dos,
madre e hijo contra el mundo.

Mientras Jungkook lavaba sus manitos distrayéndose con la espuma que se


acumulaba gracias al jabón su progenitora lo miraba desde el marco de la puerta del
baño. Sonrío, su hijo era una preciosidad y esperaba poder hacer todo lo que tuviese
a su alcance para ayudarlo a crecer. No importaba si ella estaba sola criando a un
niño de cinco años, daría todo de sí por Jungkook.

El niño se da cuenta que su madre lo esta mirando a través del espejo y le sonríe de
vuelta. Como era pequeño jamás le dio importancia a como cada cierto tiempo su
progenitora se sobaba la espalda haciendo una pequeña mueca de angustia casi
imperceptible. Cosas tan banales como esas solo marcaron su mente cuando creció...

Porque justo en ese momento el no tenía ni idea que el cáncer se acumulaba dentro
de su madre y que en un tiempo más se la llevaría de su lado.

•••

Las paredes de ese edificio eran blancas y no le gustaban. Quería dibujar sobre ellas
como su mami dejaba que lo hiciera en su habitación. Con un poco de color todo se
vería mucho más lindo y quizá eso ayudaría a los doctores para que pudiesen curarla
mucho más rápido. O al menos eso pensaba el dentro de su pequeña cabecita.

El cumpleaños número siete de Jungkook fue celebrado en un hospital. A su madre le


habían detectado un cáncer terminal aunque el no sabía de ese tema, tan solo notaba
las ojeras que ella tenía y que había perdido todo su lindo cabello que era del mismo
tono que el suyo. No le gustaba ver a su mami así, tan triste y pálida. Siempre pensó
que una de las razones por las que ella seguía enferma era gracias a esas feas
paredes que se estaban despedazando a su alrededor, aquel tétrico escenario no la
ayudaban a sentirse mejor. Muchas veces se había quejado de ello con el Doctor
recibiendo solo risas ahogadas de su parte pero ninguna solución.

Ese día, harto de esperar, tomó una de las hojas que las enfermeras le habían
regalado para que se entretuviese hacia unos días atrás y mientras esperaba a que el
médico dejase de revisar a su madre hizo un enorme dibujo de ambos en su casa,
jugando y riendo. Se lo daría a su mami para que se sintiera mejor y así podrían
volver pronto a su hogar.

Mientras Jungkook coloreaba el vestido con el que dibujó a su progenitora oyó a una
de las enfermeras gritar el nombre de otra para luego correr por el pasillo. Levantó la
cabeza asustado, el ambiente tranquilo que siempre imperaba durante el día en esa
zona del hospital fue quebrado por un choque de agitación. En menos de un minuto
todo el equipo médico se movía de un lado a otro, asustando a Jungkook por
completo. Dejó de hacer su dibujo para bajarse de la silla e ir hasta la habitación de su
mami, con ella se sentiría más seguro.

Dio varios pasos con sus piernitas delgadas mientras miraba a los Doctores que
entraban en la sala donde se encontraba su madre. Extrañado poso su mano sobre la
pared sin dejar de moverse. Cuando ya estaba frente a la puerta alzó la cabeza
mirando hacia dentro de la habitación. Gracias a su altura solo pudo ver la camilla y
una parte del rostro de su madre con los ojos cerrados. Quiso ir a despertarla pero
cuando intentó hacerse pasó entre el mar de gente fue detenido por una enfermera.

− No puedes entrar allí −le dijo y en ese momento Jungkook no sé dio cuenta de que
la voz de la mujer temblaba.

− Por favor, quiero ver a mi mami.

Por la cara de la enfermera comenzaron a rodar lágrimas y con sus brazos rodeó al
pequeño niño que acababa de quedar huérfano.

•••
Su mirada estaba fija en el cuadro que habían colgado en la pared hace poco. Era la
pintura de un bosque verde brillante con un riachuelo perdiéndose en la hierba. Los
detalles brillaban bajo la luz y las grandes trazadas del pincel daban la idea de que
todo estaba siendo mecido por el viento. Jungkook agradecía que al menos en esa
fea oficina tuviesen un poco de buen arte para entretenerse mientras escuchaba la
charla número cincuenta y seis sobre su comportamiento.

− ¡Eres incorregible, Jeon Jungkook! −Grita la mujer sentada en el sillón de cuero


quien se proclamaba gracias a una placa sucia sobre el escritorio como la Directora
del orfanato estatal− ¡Casi incendiaste la sala de estar y haz encerrado a una
encargada en el armario de la limpieza! ¿Acaso no te arrepientes?

El castaño de ahora 13 años suspira cansado. Su madre siempre le había inculcado el


ser sincero aunque la verdad doliese y en honor a su memoria no iba a faltar a uno de
sus principios.

− No.

La Directora sigue hablando sobre cómo el era considerado un niño problema y que
terminaría en la correccional por no saber comportarse en el entorno que le rodeaba.
Jungkook ya había escuchado esas mismas palabras al menos unas mil veces antes,
por lo que prefería concentrarse en la pintura nuevamente mientras esperaba
tranquilo por su sanción.

La Directora sabe que el chico ya no la está escuchando y el enojo florece de su


interior. Rápidamente se levanta de su asiento con el ceño fruncido y abre el cajón
con llave que estaba al lado derecho del escritorio. Odiaba a los niños irrespetuosos,
aquello solo podía corregirse con una buena lección. Una especie de terapia de shock
para que comenzaran a respetar a las autoridades.

− Está vez serán 20 −Aclara la mujer tomando las manos del chico para estirarlas sin
cuidado alguno mientras sostiene una vara de madera−. Y espero que agradezcas
que no he sacado el cinturón. Estira tus palmas ahora.

Jungkook lo hace. Los orfanatos no eran lindos.

Al no tener familia que se hiciese cargo de el después de la muerte de su madre


Jungkook fue ingresado al sistema, quedando bajo el cuidado de un orfanato estatal.
Cuando las personas hablan con pánico de los niños que terminan en este tipo de
lugares era con justa razón. Desde los ocho años, edad en la que llegó de forma
definitiva hasta allí después de varios hogares temporales, había sido testigo de cómo
los adultos trataban a los niños igual que trapos sucios, con golpes y malas palabras.
La comida escaseaba si no cumplías con tus deberes donde los explotaban
trabajando en tareas pesadas como acarrear ladrillos y vivían prácticamente
hacinados compartiendo una cama hasta con tres compañeros. Así que no, en
ninguno delos cinco años que Jungkook llevaba ahí volvió a ser feliz.

Ahora estaba recibiendo un castigo que no merecía, al escuchar como habla la


Directora de él cualquiera pensaría que hacia esas cosas a propósito. Eso no era más
que una vil mentira.

Lo que había pasado durante la madrugada con la luna aún en el firmamento fue que
la encargada de turno, una mujer espeluznante y rabiosa, estaba golpeando a un niño
mucho menor que Jungkook con un palo de escoba en la espalda. Este último se le
tiro encima gritando que se detuviera porque el pequeño estaba prácticamente
convulsionando en el piso. Entre el forcejeo la encargada golpeó la pared con
Jungkook aún en su espalda y el aprovechó de abrir la puerta del armario metiéndola
dentro para luego cerrar la puerta con una silla.

Ayudó a su compañero menor a levantarse para salir de allí, pero mientras eso
pasaba no notaron que gracias al forcejeo que tuvo Jungkook con la encargada
habían pasado a llevar varias velas, que se encontraban allí para iluminar durante la
noche, que cayeron sobre las cortinas de la ventana. Mientras los dos niños salían del
lugar las llamas empezaron un pequeño incendio que fue tomando fuerza y otros de
sus compañeros alertaron a los demás encargados y a la Directora.

Cuando lograron sacar a la mujer del armario esta había dicho que todo fue obra de
Jungkook, el chico problema que siempre causaba líos por defender a sus
compañeros aunque según esa ella solo era para llamar la atención. El compañero a
quien había ayudado quiso defenderlo pero el castaño no lo dejó, prefería recibir todo
el castigo el solo a que la encargada se ensañara con el pequeño de nuevo.

Así que mientras recibía los golpes de la vara sobre las manos siguió mirando la
pintura, aguantando el llanto.

Todos los días extrañaba a su madre. Los recuerdos seguían vivos dentro de su
mente y parecía ser lo único que le ayudaba a no sentirse desamparado en ese
horrible lugar. Ahora quedaba muy poco de ese niño pequeño que era Jungkook, tan
tierno y sonriente, desde que había llegado al orfanato su semblante fue cambiado por
una mirada fría y neutral, lo cálido que era desapareció y es que ya no era feliz.
Estaba solo en un mundo donde era tratado como basura.

Fue ese día cuando decidió que ya no podía vivir en el orfanato. La vida se le
consumiría si se quedaba allí y lo único que deseaba era buscar más pinturas como la
de pared que lograban llenar de color su vida, la cual ahora solo era blanco y gris.
Trece años tenía solamente, el no debía estar pensando en esas cosas, tenía que
disfrutar de su niñez pero se la habían arrebatado cruelmente, no había otra opción
que salir al exterior aunque ni siquiera tuviese una mochila en su espalda. Al menos
existía la oportunidad de construirse un nuevo camino desde cero.
Cuando el golpe número 20 llegó sus manos estaban rojas e hinchadas, apenas las
sentía pero el ardor no abandonaba ni siquiera la punta de sus dedos. Ya tenía
cicatrices gracias a otros castigos que anteriormente había recibido y en ese minuto
se encontraban al rojo vivo como una señal de que era hora de no seguir aguantando
esas atrocidades.

− Aprenderás −decía la Directora−, aprenderás aunque tenga que castigarte todos los
días.

Jungkook cerró los ojos. Una semana después escapó del orfanato.

•••

Las manzanas rojas brillaban a travez del ventanal. Al lado habían peras y más allá
unas naranjas. Todo estaba sobre distintos canastos de madera dentro de la pequeña
tienda logrando verse bastante apetitosas para cualquiera que pasara por la calle
principal a esa hora por la mañana.

Sobre todo para Jungkook quien babeaba por un mordisco.

Vivir en una casa de acogida fue mucho más difícil de lo que llegó a pensar. El lugar
solo le dejaba quedarse allí por la noche y durante el día debía irse. Jungkook no se
quejaba, intentó entrar a otras casas de este estilo pero todas le decían que al ser
menor de edad debían llamar a alguien del gobierno y lo llevarían de vuelta al orfanato
estatal. Así que por ahora esa era su única opción, aunque durante el día no comiese
nada más aparte del desayuno y cena que le ofrecían en su hogar temporario y
tuviese que vagar durante horas por las calles de la ciudad.

Apartó la mirada rápido antes de que su estómago comenzase a sonar. Siguió


caminando por la vereda mirando a los costados, tratando de distraerse con las
distintas tiendas que aparecían a través del camino. Varias eran de ropa y Jungkook
pensaba que ya era hora de idear un plan para poder conseguir más prendas de las
que traía consigo ya que estas se encontraban bastante manchadas (aunque las
lavaba prácticamente todos los días en la pileta de la plaza principal) y maltratadas.
Cabizbajo siguió caminando hasta que a un costado se encontró con un ventanal lleno
de dibujos. De inmediato su atención fue captada por ellos mientras que por encima
de su cabeza se acababa de encender un letrero de neón con letras tipo góticas.

"Tattoo Roses"

Jungkook siguió observando todos los dibujos embobado. Le gustaba la forma en el


lápiz era trazado logrando profundidad, como se captaba la luz y la sombra.
Demasiado bello, el nunca pensó que un tatuaje podría ser tan artístico como una
pintura colgada en la pared. Siguió observando cada diseño con profundidad al menos
quince minutos, parecía no querer alejarse de ese lugar.

− ¿Vienes a tatuarte?

El castaño se asusta al ver un chico un poco más alto que el asomado por la puerta
de la tienda. Este le sonreía mucho causando cierta incomodidad dentro de sí. No
quería que le echaran de allí como ya había pasado en tiendas anteriores por su
fachada. Aunque se sentía cohibido negó con la cabeza listo para marcharse de allí.

− No tengo dinero −contesta mirando hacia el piso.

Iba a caminar pero pronto escucha nuevamente la voz del chico hablándole.

− ¿Pero quieres tatuarte?

Jungkook detiene el paso en seco. Jamás lo había pensado pero durante toda su vida
admiró cada una de las formas de arte que había podido contemplar, el hecho de que
pudiese plasmar algo así en su piel parecía ser de otro mundo.

− Me llamo Namjoon. Soy aprendiz de aquí y necesito un lienzo para comenzar a


tatuar, no importa si no tienes dinero. ¿Te animas?

Jungkook lo mira de reojo. Quizá era una estupidez pero una oportunidad así no se le
repetiría otra vez.

− Yo... Claro...

Namjoon abre la puerta de par en par y ambos entran a la tienda. Desde ahí la tinta
ayudó a Jungkook a reconstruir su historia.

En este momento.

− Le pedí a Namjoon que me tatuara el reloj de arena porque el tiempo es la fuerza


más grande de todas. Puede arruinarte como reconstruirte. Es la única cosa además
de la muerte que jamás podrás recuperar si lo pierdes −Jungkook mira a Jimin antes
de continuar−. El tiempo ha echo de mi lo que soy ahora, no quise ser lastimado
nunca más así que no dejo que la gente se me acerque. Y te digo esto porque nunca
seré un príncipe azul, ni siquiera un mendigo de buen corazón como tú esperas. Soy
un jodido desastre y siempre lo seré...

Jimin había estado escuchando atentamente sin intervenir en ningún momento.


Cuando uno miraba a Jeon Jungkook caminando por el pasillo de la escuela lo único
que pasaba por tu menta era lo rudo que se veía con todos esos tatuajes adornando
su cuerpo. La mayoría pensaba que era por eso, para demostrar que era un chico
duro frente a lo demás y que nadie podía pasarlo a llevar por más que intentase, que
era lo suficientemente fuerte para deshacerse de cualquiera que lo hiciera enojar. El
también había caído bajo esos rumores, temiendo de un Jungkook sin sentimientos.

Ahora Jimin sabía que no era así.

− ¿Después donde viviste? −Le pregunta en voz baja tratando de no incomodar.

− Namjoon me ofreció quedarme en el estudio de su jefe, dormí en un viejo sofá al


menos hasta los 16. Después conocí a Taehyung y me pregunto si quería vivir con el
en un departamento que su padre le había regalado, en este punto ya me había
metido en las peleas del círculo y podía pagarle algún tipo de arriendo... Y aquí estoy.

Jimin seguía en silencio. Jungkook había pasado por mucho y ahora sabía que aquel
brillo de tristeza que a veces se veía en en sus ojos cuando fijaba la vista en un solo
lugar era gracias a eso. El corazón se le había estrujado pero no por lastima sino por
admiración. Al menos Jimin tenía a su madre para apoyarse con ella en los momentos
difíciles cuando las personas le trataban mal. Jungkook debió salir adelante solo, sin
tener a alguien que le ayudara ni le abrazara cuando las cosas parecían caerse a
pedazos.

Con cuidado acortó la distancia que había entre ellos. Los ojos oscuros de Jungkook
estaban fijos en el y Jimin posó una de sus manos en el pecho de este y la otra en la
parte de atrás del cuello. Su palma derecha podía sentir los latidos del chico que se
aceleraban gracias a su tacto debajo de la tinta repartida.

− No quiero tu lastima −dice Jungkook y Jimin niega con la cabeza.

− No la tengo. Eres maravilloso.

Jungkook revolotea los ojos.

Robé para comer más de una vez, golpeó gente para ganar dinero, soy un puto dolor
de culo para cualquiera que me conoce. ¿Eso es ser maravilloso?

Jimin seguía mirándolo y su rostro se asoma una sonrisa.

− No te tengo lástima −repite una vez más−. Solo me gustaría ser tan valiente como
tú, Kook.
El nombrado gira su cabeza hacia el costado y toma el mentón de Jimin con sus
dedos. Aquel chico era un verdadero sol que podía iluminar su vida en menos de un
segundo. Además, en esa posición el peli-rosado se veía como la pintura más bella
que alguna vez vio, ni el más azul de los océanos o el bosque más verde podía
hacerle justicia a ese hermoso rostro.

− Tú eres más valiente que yo, Mariposa.

Los labios de Jungkook buscan los de Jimin sellando así una noche de historias
con la luna de testigo.

(✧)

023.
Trước Sau

Jungkook no era de esas personas que entraban en pánico fácilmente. Más bien
siempre era él quien exigía a los demás que mantuviesen la calma cuando la situación
sobrepasaba los limites. Pero cuando despertó ese día y estiro la mano por sobre las
sabanas se levantó asustado mientras miraba a cada lado de la habitación.

Jimin no estaba.

La noche anterior ambos habían caído sobre la cama sin dejar abrazarse para luego
quedarse profundamente dormidos. Jungkook estaba tan cansado que no había
vuelto a despertar hasta ese momento, así que no había podido notar la ausencia del
peli-rosa. Por eso, con el pulso acelerado y tragando saliva, se colocó los zapatos
para salir de inmediato a revisar el resto del departamento.

Muchas cosas habían cambiado el día anterior y Jungkook estaba un poco mareado
gracias a eso. Había dado un gran paso en lo que sea que tuviese con Jimin primero,
diciéndole que si le gustaba, y segundo, hablándole de su pasado. Sentía que había
un peso menos encima de él y que quizá a pesar de ser un malhumorado podría tener
una verdadera oportunidad con el chico que estaba metido en sus pensamientos día
tras día.

Caminó por el pasillo y llegó hasta la cocina. Allí estaban Taehyung junto a Seokjin
hablando de forma animada sin hacer caso a su presencia. Miro hacia todos lados
pero no encontró rastros de Jimin. Algo dentro de su estomago le dolió, no quería
hacer un escándalo pero ahora se estaba preocupando mucho más.

− Si buscas a Jimin ya se fue.


Jungkook se da media vuelta mirando a Taehyung quien estaba de lo más
concentrado comiendo cereal. No lo entendía, Jimin le hubiese dicho que se iba.

− ¿Qué te ha dicho?

− Que su madre lo estaba llamando. Se levantó a prepararte el desayuno y luego le


pidió a Namjoon que lo fuese a dejar a su casa, dijo que estabas durmiendo tan bien
que no se atrevía a despertarte... Está todo sobre la mesa de la cocina por si tienes
hambre.

Miró hacia donde indicó su amigo encontrándose con una bandeja perfectamente
preparada. Jungkook no pudo evitar fruncir el ceño un poco. Definitivamente a Jimin
no le costaba despedirse al menos de pasada, ahora andaría de mal humor todo el
día por el simple hecho de que se quedo con las ganas de saborear un beso matutino.
Pero claro, no lo diría en voz alta.

Se sentó a la mesa y comenzó a comer todo lo que el chico le había dejado. Sus dos
amigos le miraban porque estaba tragando como una verdadera bestia que se
devoraría todo a su paso. La verdad era que comía de esa forma porque muchas
cosas habían pasado en la fiesta dejándolo realmente cansado, simplemente fue una
noche bastante movida y eso que ni siquiera asistió al círculo.

− ¿Y tú no tienes nada que contarnos? −Pregunta Seokjin levantando una ceja.

Jungkook lo mira y revolotea los ojos. Como odiaba que sus amigos fueran tan
chismosos, no lo dejaban disfrutar tranquilo de su comida.

− Nada que les importe.

Seokjin se coloca una mano sobre el pecho bastante ofendido pero a Jungkook le da
igual. Le gustaba mantener su vida privada lejos de cualquiera de esos dos porque
tenía lo primero que iban a hacer era llenar de preguntas a Jimin apenas lo vieran
cohibiendolo por completo.

− ¿Ya son novios? −Pregunta Taehyung.

− Que no les importa, idiotas.

− ¿Se besaron? −Pregunta Seokjin.

− Basta.

− ¿Al menos le dijiste que estas loquito por él? −Insiste nuevamente Taehyung.

− ¡Dejen de joder!
Jungkook se levanta con las mejillas ruborizadas para irse a su habitación. En ese
momento odiaba demasiado a sus amigos porque lograban hacerlo ver débil gracias a
los sentimientos que albergaba por Jimin. Todo este asunto era muy nuevo para él,
deseaba que alguien le explicara como controlar aquella calidez en el estomago que
aparecía cada vez que mencionaban al chico. Si seguía así terminaría actuando como
una colegiala enamorada más temprano que tarde.

Cuando Taehyung y Seokjin quedan solos en el comedor lo primero que hace es


mirarse para luego reírse a carcajadas. Ambos conocía hacía años a Jungkook y
jamás, durante todo ese tiempo, le vieron tan afectado por un chico.

− Me alegro de vivir con él en este minuto −admite Tae−, podré ver este cambio en
vivo y en directo.

− Siento que ahora Kook será más feliz −agrega Seokjin un tanto emocionado−. Jimin
es el chico perfecto para el porque es completamente su contrario. ¿No es romántico?

− Son el uno para el otro, definitivamente.

•••

− Y esta es mi habitación −dice Jimin mientras sostiene a Baekdu en sus brazos−.


Puedes entrar cuando quieres si prometes usar el patio de baño.

El peli-rosa acaricia a su nueva mascota que esta acurrucada contra su pecho.


Parecía que aquel pequeño lo quería por el solo hecho de ser su dueño y no podía
estar más emocionado. Era el mejor regalo de cumpleaños que alguna vez le dieron,
siempre había querido tener un perrito pero nunca se había animado a conseguirlo.

Ahora su sueño estaba cumplido gracias a Jungkook.

Era difícil poner en palabras todo lo que Jimin había experimentado durante la noche
anterior, pero la sonrisa que llevaba pegada en el rostro desde que despertó por la
mañana lo delataba fácilmente. Por más que intentara no podía lograr ocultar que la
felicidad estaba brotándole por los poros en ese minuto.

Ese día se despertó temprano porque su teléfono estaba sonando repetidamente en


el bolsillo de su pantalón. Cuando tomó el aparato en sus manos se dio cuenta de que
era su madre llamándole para que volviese a casa ya que debía irse a trabajar y no
quería dejar a Baekdu solo. A regañadientes, porque estaba demasiado cómodo
sobre el pecho de Jungkook, se levantó de la cama dejando un pequeño beso en la
frente de este último. El chico se veía tan tierno durmiendo que no fue capaz de
despertarlo, tan solo le pidió a los demás chicos que le avisaran que tuvo que irse.

Apenas llegó a su casa su madre se fue a trabajar y el se quedó a solas con Baekdu.
Mientras mimaba al animal no podía dejar de pensar en Jungkook y todo lo que había
hecho por su cumpleaños. Tenía mil mariposas revoloteando en su estomago y la
cara bastante roja gracias a los recuerdos que llegaban a su mente.

Fue despertado de su letargo gracias al sonido de su teléfono. Lo sacó de su bolsillo y


se dio cuenta de que tenía un mensaje. Desbloqueo la pantalla para meterse al chat
mientras mordía su labio inferior intentando no sonreír. No se trataba de otro sino del
chico que le había robado los pensamientos.

Jeon Jungkook:

Llegaste bien?

El corazón de Jimin comenzó a acelerarse mientras se preguntaba a si mismo como


serían las cosas desde ahora. Ya ambos habían admitido que se gustaban
mutuamente y habían compartido besos estando consientes de lo que pasaba. ¿Cual
era el siguiente paso?

Park Jimin:

Todo bien, mi madre tenía que irse a trabajar por eso tuve que volver temprano :(

Se queda mirando la pantalla esperando que Jungkook no se enojase con él. Mas que
mal, aunque el chico había admitido sentimientos por él y había compartido más de su
vida seguía siendo el tatuado malhumorado que Jimin conocía.

Jeon Jungkook:

Ya me lo imaginaba

Jeon Jungkook:

Por cierto, gracias por la comida

Jimin sonríe, le había dejado todo listo para que comiera por la mañana. Era su forma
de decir que estaba agradecido por la hermosa noche que pasaron juntos.

Park Jimin:

No es nada, Kook!
Le gustaba que todo fluyese de esa forma, sabía que la barrera que existía entre
Jungkook y él comenzaba a ser derribada de a poco. No negaba que faltaba mucho
aún, pero sí sentía que con paciencia se estaba ganando la confianza de castaño y
seguiría trabajando en ello para que ya nada quedase en medio de ambos.

Jeon Jungkook:

Entonces...

Jeon Jungkook:

Te veo el lunes en la escuela?

Park Jimin:

Nos vemos en la escuela :3

Jamás se imagino que llegaría hasta aquí, intentando algo con nada menos que Jeon
Jungkook. Si a Jimin le hubiesen dicho hacía meses atrás que eso pasaría de seguro
se hubiese reído a más no poder y es que los dos eran tan distintos que no le cabía
en la cabeza como algo así podría funcionar... Pero quería intentarlo.

Jeon Jungkook:

Esta bien, entonces te veo mañana

Jeon Jungkook:

Jimin?

Park Jimin:

Dime, Kook

Jeon Jungkook:

No vuelvas a irte sin despedirte

Jeon Jungkook

Al menos regalame un beso y luego te vas

Todo el cuerpo de Jimin se estremece. ¿Acaso Jungkook quería que se desmayara?


No podía negar que le gustaba demasiado que el castaño dijera ese tipo de cosas,
lograba darle más seguridad para decir que todo estaba avanzando hacia la dirección
correcta. En ese momento Jimin decidió dar rienda suelta a su corazón para que
hiciera lo que estimase conveniente sobre el castaño. Algo dentro de si mismo le
decía que podía confiar en Jungkook, que el sabría cuidar de sus sentimientos y no
dañarle como tanto temía que la gente lo hiciera.

Park Jimin:

Lo prometo

Definitivamente Jimin estaba listo para querer a Jeon Jungkook.

(✧)

024.
Trước Sau

La aguja comenzó a pasar por su piel trayendo consigo aquel ardor que conocía
perfectamente.

Jungkook había tenido que levantarse temprano ese día para ir a su última sesión del
tatuaje de su pierna derecha con Namjoon antes de asistir a la escuela. Iba de
bastante mal humor ya que se había quedado hablando con Jimin por mensajes hasta
la madrugada y había alcanzado a dormir muy poco. Casi golpea a un tipo porque lo
paso a llevar en la calle y apenas le dirigió la palabra a su amigo cuando llegó a la
tienda. Definitivamente no era su día.

− Deja de estar tan tenso, joder −Lo regaña Namjoon quien empieza a colorear el
tatuaje con negro−. No voy a terminar nunca si estas así.

Solo suelta un gruñido. Estaba de estomago sobre la camilla ya que el tatuaje estaba
ubicado en su pantorrilla y en esa posición menos podía tratar de serenarse. Tratando
de buscar la mínima paciencia que existía dentro de él hizo el intento de relajarse
colocándose los audífonos para poder escuchar algo de música. Eso siempre le
ayudaba.

El tatuaje que estaban terminando era el dibujo de un hombre sentado frente a un atril
mientras pintaba, Namjoon lo había echo en realismo y tan solo le faltaba rellenarlo
más un par de detalles. Aquello representaba el mayor sueño de Jungkook que era
vivir de la pintura. Siempre se había imaginado a si mismo en esa profesión, pero las
escuelas de arte eran tan costosas que lograban tirar su deseo por la basura sin
piedad alguna. Apenas tenía para vivir cómodamente, no podía darse el lujo de pagar
algo así.

− ¿Y qué pasó con Jimin? −Pregunta Namjoon captando su atención mientras limpia
la tinta y Jungkook se saca los audífonos de las orejas.

− ¿Tu también andas de chismoso?

− Seokjin me ha mandado a preguntar, pero yo también tengo curiosidad. ¿Ya están


en algo?

Namjoon era su amigo más antiguo y a quien más le tenía apreció por ser el primero
que le tendió una mano después de escapar del orfanato. Quizá por eso le costaba un
poco menos contarle ese tipo de cosas, además sabía de antemano que el no se
pondría a chillar de emoción como lo harían Taehyung y Seokjin, lo que era realmente
molesto.

− Eso supongo. Me dijo que yo también le gustaba.

Namjoon detiene la maquina de tatuaje para mover la silla hasta el escritorio donde
comienza a cambiar la aguja.

− Eso es bueno, Kook. ¿Cuantas citas llevan?

Jungkook se queda pensando mientras, después de unos dos minutos, vuelve a sentir
el pinchazo de la aguja en su piel. La verdad era que el y Jimin nunca habían tenido
una cita. Tan solo habían comido en un restauran 24 horas, ido al círculo y entrenado
juntos. Jamás habían salido en plan romántico.

− Ninguna −Responde y Namjoon abre los ojos.

− ¿Ninguna? −Pregunta− ¿Y qué estas esperando para invitarlo?

− Sabes que yo no soy así, Namjoon. No se me da eso del romanticismo y Jimin lo


sabe perfectamente.

La aguja sigue pasando y esta vez causa un poco de dolor al estar sobre la piel ya
lastimada. Jungkook ni se inmuta, esta tan acostumbrado que su cuerpo es capaz de
asimilarlo sin hacer muecas o estremecerse.

− Y me lo dirás a mí. Yo sé que no eres un tipo que estará regalandole flores todo el
día, pero al menos podrías intentarlo.

Jungkook hace una mueca. Ni siquiera tenía idea de como hacer eso. Siempre se
había burlado de esas parejas que eran demasiado cursis, llegando a despreciar todo
lo que tuviese que ver con el romanticismo. Era imposible que un chico como él
pudiese darle algo así a Jimin.
− ¿Intentar cómo?

Namjoon detiene la aguja y comienza a limpiar la tinta nuevamente.

− Conste que solo te daré mis secretos porque como que me caes después de tanto
tiempo aguantando tu terrible humor... Pero espero que al menos los utilices o juró
que te golpearé por hacerme gastar saliva.

− Al punto, idiota.

Su amigo se ríe.

− ¡Paciencia, joder! Bueno, ya ves que eso va a ser lo primero en lo que tienes que
trabajar. Cuando uno esta con alguien debe mejorar, ¿sabes? No cambiar, porque
todos tenemos nuestra propia naturaleza, pero sí podemos intentar ser mejores, no
solo por la persona que tenemos al lado sino por nosotros mismos.

− Que filosófico, negro.

− Filosofía que te va a servir así que presta atención, idiota −Namjoon prende la
maquina y vuelve a su trabajo pero sin dejar de hablar−. Así que primero lo primero,
debes llevarlo a una cita para que sepa que de verdad tienes intenciones de ese tipo
con él. Créeme que si no eres claro desde el principio esta relación sin nombre que
tienen va a fracasar.

Jungkook se queda pensando. Quizá su amigo si tenía un punto importante y es que


las cosas no estaban del todo claras entre él y Jimin. Definitivamente ya habían dicho
que se gustaban, aunque nada más que eso. Quizá era muy pronto para hablar de
noviazgo, pero al menos debía saber si iban en el mismo camino.

− Segundo, debes ser romántico pero no en la manera que muestran en las películas.
Haz cosas por él que en el fondo sabes que va a agradecer. Yo soy un jodido
desastre, Seokjin lo sabe. Cada vez que hago algo por mi mismo en la casa lo echo
todo a perder, pero siempre estoy dispuesto a ayudarle porque se que él lo necesita
aunque no me lo diga. Son cosas muy simples que hacen una gran diferencia.

− Eso de que eres un desastre no es nada más que la verdad.

− ¿Qué quieres que te diga? Lo único que sé hacer bien es tatuar y Seokjin tiene que
lidiar conmigo día tras día, deberían darle algún premio por eso... Lo que me lleva a la
tercera cosa. Preocúpate por el, hazle saber a cada momento que se puede apoyar
en ti cuando este mal. Actúa como su pilar y te aseguro que hará lo mismo porque se
nota que Jimin es de esos chicos que si es feliz te hará más feliz a ti a cambio.

En ese momento quería sacar alguno de los comentarios sarcásticos de siempre pero
no fue capaz. Todo lo que decía Namjoon tenía sentido y el quería hacerlo. Después
de hacerse el desentendido con lo que le pasaba a Jimin durante tantos años en la
escuela, ahora quería remediarlo. Quizá no podía cambiar el pasado del chico pero si
podía intentar hacer todo más brillante desde ahora en adelante.

− Entonces −dice al fin−, ¿lo llevo a una cita?

− Exactamente, Kook.

Y le haría caso.

•••

Llegó tarde a la escuela pero poco le importó. Lo único que quería era ver si tenía la
suerte de ver a Jimin por los pasillos lo que por desgracia no ocurrió. Ese año apenas
compartían una clase y sus horarios eran distintos. Tuvieron que ponerse de acuerdo
por mensajes para encontrarse en el gimnasio y entrenar cuando las clases
terminaran.

Durante todo el día Jungkook solamente estuvo pensando en una cosa y esa era
cómo pedirle a Jimin que le acompañase en una cita. Sabía que era algo bastante
sencillo pero el solo hecho de imaginarlo le hacía entrar en pánico. De seguro lo
arruinaría y el chico jamás va a querer verlo de nuevo. Deseaba que la inspiración
divina llegase a él para así estar seguro que no echar a perder todo lo que ya había
avanzado.

Pero le preguntaría, de eso no había duda.

Cuando el timbre suena y las clases se dan por finalizadas, Jungkook recoge sus
cosas con rapidez. Sin perder ni un segundo sale al pasillo para comenzar a caminar
hacia el gimnasio de luchas, que quedaba bastante alejado del edificio principal de la
escuela, donde pedía el saco de boxeo. Esperaba llegar antes que Jimin para así
poder ensayar lo que iba a decir a solas.

Ya con el saco en mano comenzó su marcha hacia el gimnasio principal. La escuela


ya estaba desocupada y apenas quedaban un par de almas dando vueltas. Jungkook
aceleró el paso adentrándose nuevamente en el pasillo principal para seguir su
camino. A pesar de que estaba bastante concentrado no pudo evitar distraerse con un
fuerte ruido de aluminio siendo golpeado. Por un momento se detiene porque al final
del pasillo se escuchan varias voces gritando aunque no se podía entender lo que
decían.

Dicen que la curiosidad mató al gato y Jungkook caería en lo mismo.

Dio varios pasos hasta llegar al final del corredor. Allí se encontró con un grupo de al
menos seis chicos alrededor de los casilleros acorralando a alguien como una
manada de depredadores. Jungkook dejó el saco de boxeo a un lado con cuidado
para que no lo notarán y agudizo la mirada para ver de quien se trataba.

Hubiese preferido no ver nada, hubiese preferido no escuchar aquel sollozó


desgarrador, hubiese preferido que fuese cualquiera menos él quien estaba siendo
tomado por el cuello de la camisa recibiendo golpe tras golpe en el estomago.

Fue como si algo se apoderara por completo de su cuerpo porque ni siquiera se


detuvo a pensar en la situación. Poco importó que ellos fueran más, corrió hacia el
circulo que se había formado para empujar a todo el mundo y arremeter de un
empujón a quien estaba sosteniendo al chico contra los casilleros. Ambos cayeron al
piso desatando el caos.

Ellos habían tocado a Jimin y lo pagarían.

(✧)

025.
Trước Sau

Jeon Jungkook:

Te parece si nos vemos en el gimnasio para entrenar después de clases?

Jimin lee el mensaje y sonríe inconscientemente, de forma rápida y sin perder tiempo
comienza a teclear la respuesta. Había estado esperando esa señal durante toda la
mañana que había estado en la escuela y se sentía muy feliz de que por fin hubiese
llegado. Ya quería ver a Jungkook.

Park Jimin:

Allí estaré
Aquello había sido lo más dinámico de su día. A pesar de que su vida había cambiado
bastante durante las últimas semanas su rutina escolar se mantenía intacta. Seguía
siendo un fantasma que escuchaba los susurros que sus compañeros decían cada
vez que pasaba por el lado de ellos. La diferencia estaba en que ya no le afectaba
tanto como antes, ahora tenía mejores cosas en las que preocuparse, cosas que le
hacían bien.

Sabiendo que ese día sería el primero en que vería a Jungkook después de la noche
de confesiones dio un énfasis mayor en verse bien. Se había puesto una camisa
floreada de color durazno más una chaqueta de cuero azul encima, también traía
unos diminutos shorts blancos y zapatillas del mismo tono. Casi llegó atrasado por
eso pero de todas formas se dedicó a pintarse las uñas de un tono holografico que su
madre le había conseguido el día de sus cumpleaños. Por último había delineado sus
ojos y puesto un poco de sombra rosa que combinaba perfectamente con su cabello.
Estaba listo para que Jungkook lo viese y le diera algún cumplido.

A pesar de que el resto del día se le hizo bastante largo entre química y álgebra por
fin escucho el bendito timbre sonar dando así el permiso para salir del salón e ir en
busca del chico tatuado. Se colgó la mochila en la espalda y bastante distraído salió
por la puerta con su marcha dirigida hacia el gimnasio.

Jimin estaba emocionado desde el día anterior. Habló con Jungkook por horas y ya le
dolían las mejillas de tanto sonreír. A pesar de que su conversación era más bien
trivial sobre lo que hacían o él mandando fotos de Baekdu jugando con sus zapatos, a
veces existían momentos en los que Jungkook le decía cosas que le revolvían el
mundo entero y que le hacían caer cada vez más por el chico.

Durante la noche pensó en lo que deseaba. Definitivamente Jimin quería ser algo con
Jungkook. La verdad es que no sabía exactamente qué o como definirlo, pero aquello
era lo que más repetía su corazón cada vez que pensaba en el castaño. Quería que
ambos estuviesen consientes de que algo existía entre ellos, poder tomarle la mano
en el momento que sea y que él le mirase a los ojos sonriendo. Esperaba que no
fuese mucho pedir.

En ese momento iba tan ensimismado en su nube mientras doblaba hacia la derecha
en el final del pasillo que no se dio cuenta que lo estaban siguiendo de cerca. Como si
nada siguió su paso con la sola imagen de Jungkook dentro de su mente y cuando ya
estaba a mitad de camino sintió un fuerte agarre en su muñeca para luego ser
empujado bruscamente contra la pared.

Jimin abrió los ojos preso del pánico cuando vio a uno de sus compañeros de clase
llamado Junghae frente a él.

− Sígueme, marica.
Sin poder evitarlo fue arrastrado por Junghae hacía la parte de la escuela que estaba
más desolada. Durante el camino intento zafarse y varios chicos vieron lo que estaba
pasando pero aún así nadie fue capaz de detenerlo. Jimin no esperaba más, las
personas seguían sin importarles lo que pudiese o no pudiese pasar con él.

Se detuvieron frente a uno de los casilleros más viejos del lugar donde cinco de sus
otros compañeros estaban esperando su llegada. Sin cuidado alguno Junghae lo
estampo contra el metal logrando que se golpeara duramente contra la espalda y
Jimin solo puede soltar un chillido de dolor.

− Jeon ya no esta aquí para defenderte, perra.

Con eso comienza una lluvia de golpes que terminaban sobre su débil cuerpo.

No era la primera vez que Jimin era atacado con violencia. Anteriormente había
recibido empujones y uno que otro golpe en la cabeza, pero ahora era distinto. Todo
estaba siento demasiado fuerte, demasiado doloroso. Ni siquiera sabía que le había
echo a ellos para que lo estuviesen haciendo sufrir de esa forma.

Hubo un momento en que apenas podía respirar gracias a los diversos puñetazos que
recibía, la sangre se le había subido a la cabeza y veía borroso de lo mareado que
estaba. Ya no podía ni siquiera moverse para tratar se zafarse del agarre que
Junghae tenía sobre su camisa, hasta el echo de intentar respirar dolía como si sus
pulmones se hubiesen transformado en fuego vivo.

Sin fuerzas y desamparado sus ojos comenzaron a cerrarse para que la imagen de
Jungkook apareciese en su cabeza. Le hubiese gustado tener el poder de
teletransportarse con su mente, porque así podría estar en menos de un segundo en
los brazos del chico donde se sentía completamente seguro y querido.

Cuando ya se había dado por vencido comenzó a sentir que estaba a punto de
desmayarse. Sus ojos se cerraron por completo dejando todo en una profunda
oscuridad solitaria lista para hacerlo dormir... Pero justo unos segundos antes de que
su cerebro se fuese a blanco y perdiese la conciencia fue soltado por Junghae y cayó
de bruces al piso.

Gracias a la caída sus ojos se abrieron y el pulso se le aceleró. El círculo de chicos ya


no le rodeaba sino que estaba concentrado justo frente a él. Sin entender buscó a
Junghae con la mirada quien estaba siendo brutalmente golpeado en el suelo por un
chico que estaba justo encima de él. Si antes Jimin estaba algo adormilado ahora
estaba más despierto que nunca.

Jungkook había llegado a su rescate.

Todo parecía haber sido sacado de una película. Mientras Jungkook golpeaba a
Junghae fue tomado de los brazos por dos de los otros chicos quienes lograron
ponerlo de pie pero no retenerlo. El castaño se zafo rápidamente del agarre y
tomando la misma posición que hacía cuando peleaba en el círculo noqueo en unos
segundos a ambos idiotas. Al ver eso un tercer chico intentó lanzar un golpe que le
dio en la mejilla pero Jungkook no se demoró mucho en encajarle un puñetazo directo
en la quijada que lo dejo en el suelo. En ese momento Junghae ya estaba de pie y se
lanzó una vez más en contra del castaño lo que fue una muy mala idea. Apenas se
acerco lo suficiente a Jungkook este le encajó un golpe directo a la boca del estomago
que lo dejó sin aire cayendo de rodillas al piso.

Jimin estaba con sus dos manos sobre la boca siendo testigo de todo ese caos.
Apenas quedaban otros dos chicos de pie que miraban con cara de asustados a
Jungkook.

− Vengan −les reta Jeon−. Tengo mucho más para ustedes dos.

Ante la amenaza los chicos se miran entre sí para luego salir corriendo por el pasillo.
Los únicos que quedaban de pie eran Jungkook quien recién había bajado la guardia
y Jimin que estaba en pleno estado de shock.

− Vamos, mariposa.

El castaño busca el saco de boxeo, que había dejado a un lado antes de la pelea,
poniéndolo sobre su hombro y luego le toma de la mano para comenzar a caminar a
través del pasillo dejando atrás a los chicos que estaban quejándose en el piso. Jimin
ni siquiera quería darse vuelta a mirar, tenía miedo de que Junghae volviese por ellos
así que se concentro en la espalda de Jungkook que se veía tensa a través de la
camiseta negra que ahora estaba empapada con sudor.

Unos segundos después llegaron al gimnasio y Jimin cerró la puerta tras de sí. Lo
primero que hizo Jungkook fue tirar el saco de boxeo al piso para luego dejarse caer
en una de las gradas. Estaba cansado, demasiado enojado y cansado. El peli-rosa de
inmediato corre hacia el totalmente preocupado. Cuando están frente a frente Jimin
nota que a Jungkook le sangra la nariz y tiene el labio partido.

− ¡Oh Dios, Kook! −Solloza y es que las lagrimas se le habían acumulado− ¡No
debiste haberte expuesto así, no debiste!

Jungkook hace una mueca.

− Esos malditos... ¿Estas bien?

Jimin asiente. A pesar de que aún le dolía el estomago a causa de los golpes estaba
más concentrado en como se sentía Jungkook. Se odiaba a si mismo por exponerlo a
esa situación siendo que no era su problema.

− Yo estoy bien... Aquí importas tu.


Con la manga de su chaqueta trata de limpiar la sangre que estaba en la cara del
castaño. A pesar de todo, Jungkook había salido con pocos hematomas, de seguro
los otros chicos amanecerían peor al otro día.

− Mariposa... Mariposa, detente...

Jungkook toma su mano con suavidad y Jimin piensa que le esta haciendo daño. Sus
ojos se encuentran como si hace mucho no se vieran y dentro de ambos una corriente
de calor recorre sus estómagos. Sin importar lo que había pasado ni la situación en la
que se encontraban aún no podían controlar la forma en que reaccionaban sus cuerpo
con la cercanía del otro.

− Debo decirte algo −susurra Jungkook.

Jimin se asusta.

− ¿Qué tienes, Kook?

Quizá el escenario no era el más favorable pero el castaño necesitaba dejar salir lo
que tenía atorado en el pecho o simplemente se ahogaría. Tenía justo frente a él al
rostro de un ángel, un ángel por el que haría cualquier cosa, hasta se metería en
peleas peores solo para conservar su sonrisa intacta.

− ¿Quieres tener una cita conmigo?

Jimin lo escucha y no puede evitar soltar una risa combinada con lagrimas. No
importaba que tan asustado estuviera, Jeon Jungkook siempre encontraría la manera
de hacerlo sentir seguro y en paz.

− Claro que sí, Kookie.

(✧)

026.
Trước Sau

− Han estado de suerte, el fuego no alcanzó a llegar a las paredes y solo quemó la
cocina. Un poco más y hubiesen incendiado el departamento entero... Quizá hasta el
edificio hubiese corrido peligro.
Jungkook escuchaba atentamente lo que decía el bombero sin levantar la mirada.
Jamás se había sentido tan idiota en su vida como en ese momento. Además Jimin
estaba a su lado aguantando una risa y eso no le ayudaba en nada para poder llevar
la vergüenza que le invadía por ser un distraído de primera. Le hubiese gustado salir
corriendo para desaparecer un par de horas o al menos hasta que todo el mundo
hubiese olvidado lo ocurrido.

Vaya, que manera de arruinar una primera cita.

− Sería mejor que para la próxima vayan a un restaurante −sigue diciendo el hombre
mientras anota algunos detalles de lo sucedido en el informe que estaba haciendo−,
es más práctico.

Enserio quería enterrarse vivo cuatro metros bajo tierra. Había echo demasiadas
cosas estupidas durante su vida, lo podía reconocer. Pero aquello superó su marca
personal y es que arruinar una cita por completo era algo que jamás pensó que sería
capaz de hacer. Apenado miró hacia un costado donde Jimin estaba envuelto en una
manta rosa entregada por los bomberos que combinaba perfectamente con su
cabello. Este nota que lo esta mirando y lo único que hace es sonreír. Jungkook no
entiende por qué lo hace si todo lo que habían planeado se había arruinado de la peor
forma, ¿acaso estaba loco?

− No sé por qué estas tan feliz −Le cuestiona al fin cuando el bombero se aleja de
ellos y Jimin se encoge de hombros.

− Según yo ha sido una noche memorable, ¿no lo crees?

No pudo evitar asentir y es que Jungkook lo creía al 100%. Definitivamente jamás


olvidaría esa noche, ni ese día, porque durante 24 horas seguidas todo le salió mal
hasta dar como resultado la peor cita que ha existido en el transcurso de la
humanidad.

Que idiota.

Antes de que todo saliera mal,

por la mañana.

− ¡Jungkook, levántate ahora o llegaras tarde a recoger tu traje!


Sus ojos estaban cansados y apenas podía abrirlos. La voz de Taehyung resonaba en
su cabeza mientras intentaba estirar su brazos hasta la mesa de noche donde su
celular yacía olvidado. Cuando la pantalla ilumino su rostro molestandole por completo
lo primero en que se fija es en la hora. Apenas le quedaban quince minutos antes de
tener que ir por su traje y eso le hizo dar un salto de la cama para vestirse como alma
que lleva el diablo.

− ¡Mierda! −Era lo único que podía decir mientras trataba de encajarse los zapatos en
los pies correctos.

La verdad es que el nunca en su vida había rentado ni comprado un traje, lo suyo


eran los jeans rotos y las chaquetas de cuero. Pero Seokjin había insistido tanto en
que sería un lindo detalle que vistiera bien para su cita con Jimin que al final accedió.
Lo malo es que ahora iba a tarde y si no se apuraba podría hasta perder la maldita
reserva del único traje que le quedo a la medida el día que fue a la tienda. Se suponía
que había puesto la alarma para que aquello no sucediera pero parecía que su celular
no quería cooperar con el es día.

Se abrochó la chaqueta gracias a la corriente de frío que sintió y salió de la habitación


listo para una carrera en busca de ahorrar tiempo.

− ¡Comprale flores! −Grita Taehyung cuando abre la puerta principal para salir.

− ¿Para qué necesita flores? −Preguntó confundido a lo que su amigo revolotea los
ojos.

− Solo hazlo y se las das, idiota.

No quiso contestarle porque eso le tomaría tiempo con el que no contaba así que tan
solo se limito a salir por la puerta y comenzar a correr hacia la tienda.

Al llegar hasta su destino debió haber imaginado o al menos sospechado que las
cosas saldrían mal del el momento en que el traje que había alquilado no estaba
disponible gracias a su tardanza. A pesar de que discutió bastante con el tipo que
manejaba el lugar no pudo conseguir mucho, tan solo le dieron la opción de escoger
otro. El problema era que por más que buscó terminó llevándose a casa uno que le
quedaba gigante y se le caía, aunque era el más decente dentro de los demás que
vio. Intentó darse ánimos diciendo que de seguro Jimin no lo notaría y con eso se
dirigió a su siguiente objetivo: las flores.

Le costó al menos dos horas encontrar una florería abierta para cumplir su cometido.
Era como si el mundo estuviera conspirando para que perdiese la paciencia y tan solo
se dedicase a gritarle a todo aquel que osaba hacerle las cosas difíciles (que en ese
momento era cualquiera que se le cruzara por delante). Tuvo que respirar muchas
veces para calmarse y tratando de hallar la poca serenidad con la que había nacido
se introdujo dentro de la única tienda que encontró aunque al estar allí no tenía idea
de que elegir.

− ¿Buscas algo en especial? −Le pregunta una mujer que estaba en el mostrador.

− Pues... No. Solo quiero flores para una cita.

Ella sonríe y se levanta de su asiento para ayudarle.

− La mayoría da rosas rojas para esas ocasiones porque tienen un aire muy
romántico. Podría hacerte un ramo si gustas.

Jungkook pensó en Jimin y dijo que sí.

Con las flores listas corrió de vuelta al departamento para vestirse mientras repasaba
todo lo que sucedería cuando el reloj marcase las 8. Su plan era llevar a Jimin a un
restaurante donde había pedido una reservación hacia ya una semana, apenas
obtuvo la afirmativa del chico para su cita. Después de disfrutar de la cena lo llevaría
hasta el puente de la ciudad que quedaba sobre el río de los enamorados, aquella
idea también vino de Seokjin aunque el no diría nada para llevarse todo el crédito. Por
último lo iría a dejar a su casa y con un poco de suerte todo saldría muy bien, hasta
podría ganarse algo más que unos besos.

Mientras se colocaba la última parte del traje escuchó como sus amigos habían
llegado al departamento. Por primera vez se alegraba que aquello escandalosos
estuviesen allí, al menos tendría una opinión honesta de como lucía. Terminó de
peinarse antes de salir para que Taehyung, Seokjin y Namjoon, que estaban sentados
en el sofá conversando, lo vieran.

Pero apenas puso un pie en la sala todos comenzaron a reír de manera histérica.

− ¡Joder! −Le escucha decir a Namjoon quien estaba a unos segundos de llorar
debido a la risa− Nunca te había visto usando algo tan horrible.

Jungkook gruñe y frunce el ceño. ¿Enserio se veía tan mal?

− Tiene remedio −Agrega Seokjin cuando ya todos se han calmado−, ven aquí.

Con ayuda de su amigo el traje comienza a quedarle más decente, lo que agradece
para sí mismo. Aún se le veía bastante grande pero al menos no parecía un estropajo
de feria. Ya terminando con eso Jungkook se mira el espejo y luego ve el reloj de la
cocina donde marcaba que apenas quedaba media hora para que Jimin tocase su
puerta y se fueran al restaurante. Por más que intentaba mostrarse sereno la verdad
era que sus manos comenzaron a sudarle gracias a los nervios, todo debía salir
perfecto.

− ¿Todo bien? −Pregunta Jin quien nota el extraño comportamiento del castaño.
− Todo bien −Miente y es que no quiere hablar de ello para recibir burlas.

Se iba a sentar en el sofá para seguir esperando que el tiempo pasará pero siente su
teléfono vibrar en el bolsillo y lo saca pensando que se trataría de Jimin. Pero cuando
ve que tan solo es un número desconocido y contesta de mala gana toda la paciencia
que había logrado reunir para no perder los estribos se fue bastante a la mierda en
menos de un segundo.

− ¿¡CÓMO QUE HAN CANCELADO MI RESERVACIÓN POR MAL CÁLCULO DE


LAS MESAS DISPONIBLES?!

Jungkook se negaba a creer que eso estaba pasando. Se había dado el trabajo de
escoger un restaurante bastante elegante para que Jimin se sintiese especial y ahora
los idiotas le salían con que su mesa no estaba disponible realmente. De seguro si
hubiese tenido al encargado en frente hubiese descargado lo mal que se sentía con
unos cuantos golpes o al menos le hubiese gritado hasta quedar sin cuerdas vocales.

Maldijo bastante hasta que la llamada terminó. Miró la hora nuevamente dándose
cuenta de que tenía 15 minutos para encontrar un lugar nuevo para ir y parecía que
su única opción sería llevar a Jimin al local de comida rápida que habría las 24 horas
donde pasaron la noche juntos después de que lo encontrase dentro de su habitación.

− ¿Y si cocinas tu? −Pregunta Taehyung y Jungkook se ríe de forma sarcástica.

− Claro, si quieres también vuelo en una escoba después.

− No es tan mala idea −Concuerda Jin en modo pensativo−, podría dejarte una receta
sencilla pero sabrosa con cada paso bien explicado. Cocina para tontos por Kim
Seokjin.

− ¿Y no puedes cocinarlo tu? −Jungkook sabía que no seria capaz ni de recrear un


arroz decente.

− Jimin ya va a llegar y si no quieres que esté en medio de su cita vas a hacerlo tú


mismo.

Meditó un poco antes de asentir. De todas formas si Seokjin le dejaba detallado todo
lo que debía hacer quedarían muy pocas probabilidades para que pudiera arruinarlo.
Rápidamente le dio una hoja de papel y un lápiz a su amigo para luego buscar en la
cocina todos los ingredientes que necesitaría. En su mente tan solo sopesaba el
hecho de que quizá sumaría más puntos que él hiciera las cosas por su cuenta en vez
de llevar a Jimin a un restaurante, o al menos se decía eso a sí mismo para no
sentirse desamparado.

Ya eran las 8. Seokjin terminó de anotar la receta y le explico algunas cosas claves
antes de salir del departamento con los demás chicos. Por fin quedó a solas y empezó
a preparar todo para que la comida estuviese lista. Hasta se estaba encomendando a
todos los santos que conocía para que la racha de cosas malas que habían iniciado
desde temprano se detuviera y le dejaran respirar.

Cuando puso a precalentar el horno pudo escuchar que el timbre de su departamento


estaba sonando. En ese momento se le aceleró el corazón y trago saliva repetidas
veces. Quería respirar normal pero estaba tan nervioso que se le hacía imposible.
Resignado se estiró y luego caminó con lentitud hasta la puerta, botó el aire que tenía
atrapado en los pulmones y por último abrió la cerradura.

Ahí estaba Park Jimin más bello que nunca.

El chico iba vestido con una camisa blanca perfectamente planchada y una chaqueta
de traje rosa encima. Sus pantalones eran negros y los zapatos que llevaba igual de
blancos que la camisa. Jungkook notó que se había maquillado y aquella sombra de
ojos hacia que los de el se iluminasen mucho más, además que los labios se le veían
demasiado apetitosos gracias a ese brillito rosa que se había colocado en la boca.
Enserio estaba embobado gracias a la imagen que le estaban regalando y lo único
que quería era estrecharlo contra sus brazos.

− ¿No me invitaras a pasar? −Pregunta Jimin riéndose bajito.

Jungkook sale de su trance y asiente torpemente.

− Claro, entra mariposa.

El chico pasa por su lado y cierra la puerta. Tener a Jimin vestido así a su lado le
hacía sentir un montón de cosas dentro del estómago. Jamás pensó que un chiquillo
sería capaz de hacer eso con él que siempre se mostraba tan recio ante cualquiera
cosa que involucrase encariñarse con alguien. El peli-rosa se estaba transformando
en algo muy especial y dudaba poder detenerlo ahora.

− Se que no era el plan −informa de inmediato−, pero nos quedaremos aquí a cenar.
Yo cocinaré.

Jimin alza una ceja confundido.

− ¿Cocinas?

− Te sorprendería, mariposa... Por cierto, tengo algo para ti.

Jungkook camina hasta la mesa donde había dejado el ramo de rosas que le había
comprado al chico. Después de tomarlo en sus manos se acercó a Jimin con una
sonrisa y estiró el regalo hacia el casi dándoselos en la cara. Ese día Jungkook
andaba mucho más bruto de lo normal debido a lo nervioso que se sentía y esperaba
que el peli-rosa no lo notara, aunque para ser sinceros era bastante imposible. Al
menos las flores ayudarían para ocultar aquel comportamiento torpe que estaba
teniendo, eran la cosa más romántica a la que nadie se podía resistir y de seguro
Jimin le daría las gracias de forma tierna como siempre lo hacía.

Pero lo único que recibió de parte del peli-rosa fue un estornudo.

Bueno, mejor dicho uno tras otro.

El chico estornudo cinco veces seguidas mientras alejó el ramo de su cara. Jungkook
se le quedó mirando confundido mientras Jimin trataba de controlar lo que hacía su
cuerpo. Definitivamente aquello era muy raro.

− ¿Estas bien, mariposa? −Le pregunta por fin cuando lo ve recompuesto.

− Soy alérgico a las rosas...

Y es así como las cosas comenzaron a ir de mal en peor.

(✧)

027.
Trước Sau

Si había algo que la ciencia podía comprobar con facilidad y de manera tajante era
que Jeon Jungkook estaba teniendo la peor de las suertes ese día. O al menos eso
era lo que el castaño pensaba ahora que ni siquiera pudo regalarle unas malditas
flores a Jimin sin echarlo a perder. Ni siquiera tenía idea de que se podía hacer tantas
cosas mal durante la primera cita, era todo un descubrimiento y no uno que le traía
regocijo alguno.

− Joder −maldice tirando el ramo de flores a la basura−, esto debe ser una broma.

Dejó a Jimin estornudando en la sala de estar mientras el se fue al baño a tirar el


regalo a la basura. Lo único que era capaz de hacer en ese minuto era atacar a todo
el mundo en su mente, preguntando por qué era que todo le salía tan pero tan mal.
Primera vez en su vida que hacía algo por alguien que no fuese el mismo y parecía
que nada, por más simple que fuese, quería funcionar. La verdad era que si la
situación fuera distinta de seguro ya se hubiese dado por vencido, horas atrás ya
habría salido a fumarse un cigarrillo mientras caminaba hasta olvidarse de su nombre
pero esa ya no era una opción para él porque una dulce mariposa lo estaba
esperando por el sentado en el sofá.
Cuando salió del baño y vio a Jimin lo primero en que se fijó fue en la nariz roja del
chico más los ojos húmedos. Jungkook se sintió mal pero no solo por el hecho de que
el había provocado aquella reacción alérgica sino también porque no podía dejar de
pensar en que Jimin se veía demasiado tierno así. Estaba siendo un verdadero idiota.

− ¿Necesitas algún medicamento? −Pregunta y Jimin lo mira no sin antes soltar un


pequeño estornudo.

− Ya se me quitara, no te preocupes...

− Si tú lo dices −Jungkook se frota las manos con nerviosismo, ya no sabía que decir
para no quedar como un completo estúpido−. Supongo que yo iré a cocinar, espérame
aquí hasta que termine.

Sin esperar una respuesta caminó hacia la cocina y se puso manos a la obra. Ya
había cortado todos los vegetales que ocuparía, pre-calentado el horno e hirvió lo que
estaba crudo. Tan solo le faltaba mezclar todo en una enorme fuente, ponerle
especias y dejarlo a fuego bajo para que se terminase de cocinar. De verdad estaba
concentrado en cada detalle para no arruinarlo, no se podía permitir a si mismo darle
alergia al chico y además obligarlo a comer algo que supiese mal.

Apenas tuvo todo listo metió la comida al horno y subió la temperatura para dejarlo
veinte minutos, como la receta que Seokjin había escrito decía. Satisfecho con su
trabajo se estiró para relajarse un poco antes de caminar a la sala de estar. Sin poder
evitarlo se quedó un momento apoyado en el marco de la puerta desde donde podía
ver perfectamente a Jimin jugando con el teléfono. Parecía estar de lo más
concentrado en el juego ya que arrugaba la nariz cada vez que una maniobra no salía
conforme lo esperado. Jungkook se fijó en cada sección del rostro del peli-rosa, hasta
en las ojeras que se le habían formado gracias a los golpes que había recibido hacía
unos días en la escuela. No importaba que tan lastimado estuviese, Jimin jamás
perdía ese encanto que le hacía tan peculiar.

− Se que me estás mirando, Kook.

Al escuchar su voz Jungkook se siente atrapado, ni siquiera espiar se le daba bien


hoy.

− ¿Algún problema con eso, mariposa?

Ve como Jimin sonríe y siente que el cuerpo entero se le derrite gracias a ello.

− Ningún problema, señor gruñón. Pero podría hacerlo más de cerca −diciendo eso
palmea el lado sobrante del sofá−. Ven, siéntate conmigo.

Jungkook ladea la cabeza como si se hiciera de rogar y le saca una risita a Jimin. Por
más que fingiera sabía perfectamente que no podía resistirse a lo que aquel le pedía.
Si de algo estaba seguro durante las últimas semanas era que que si iba a tener un
punto débil sería aquel chiquillo con cabello de chicle.

Camina hasta el sofá donde se deja caer a un lado del peli-rosa. Apenas están cerca
el chico posa suavemente la cabeza sobre su hombro, casi como un osito buscando
acurrucarse. Jungkook mira hacia el frente tratando de no temblar, había tantas cosas
que Jimin le hacía sentir y a las que no tenía ni la menor idea de cómo controlar.
Quizá podía verse duro en el exterior con el montón de tatuajes y piercings que
decoraban su fachada, pero la verdad era que se sentía cada vez más débil cuando
su piel rozaba la de Jimin, como si esta última fuera kriptonita pura para él.

− ¿Y qué haz cocinado? −Escucha preguntar al chico que sigue apoyado en su


hombro.

− Es sorpresa −contesta−. ¿Como sigue tu ojo?

− Duele menos, ¿cómo está tu labio?

− Ya no siento nada. Fue un simple rasguño.

− O quizá tú eres demasiado bruto para sentirlo −Jimin suelta una risita divertida−, ya
sabes, al chico malo nunca se le permite decir que algo le duele.

− ¿Chico malo? ¿Enserio crees que soy un chico malo?

Jimin se endereza mientras da una vista periférica a todo lo que es Jeon Jungkook en
general, fijándose en los detalles y todo lo interesante que saltaba a su vista. El
castaño se siente demasiado observado por lo que se fija en un punto hacia la nada
para evitar la vergüenza que le estaba consumiendo en ese minuto. Poco le importo al
peli-rosa que siguió con su trabajo sin detenerse en ningún momento.

− Bueno, ahora no eres un chico malo −Concuerda Jimin mordiéndose levemente el


labio−. El traje te hace ver demasiado tierno, eso no ayuda con tu reputación.

Jungkook finge poner cara de ofendido.

− ¡Eso me pasa por pasármela contigo! Haces que mi reputación se vaya por el
retrete, Jimin.

− ¡Oye, eso no es mi culpa!

− Claro que sí, mariposa. Tú y toda tu ternura me estás haciendo verme menos
amenazante.

− Entonces no te juntes conmigo −dice el peli-rosa cruzándose de brazos en post de


un digno berrinche de niño pequeño.
− Yo no quiero dejar de hacerlo. Me gusta pasar tiempo contigo, mariposa.

En ese momento sus ojos se encuentran. Quizá Jungkook había mirado muchas
veces a Jimin directo a los ojos pero era la primera vez en que veía un verdadero
brillo de felicidad en ellos. Algo dentro de su interior se estrujó completamente al
saber que el era causante de aquella singular luz en las pupilas del peli-rosa. Era
grande pero en ese momento se sentía demasiado pequeño y temeroso por no querer
arruinar todo lo que había avanzado.

− ¿Te gusta pasar tiempo conmigo? −Cuestiona en un susurro Jimin y Jungkook


asiente.

− Bastante.

− ¿Por qué?

No estaba seguro de cómo responder así que lo resumió en una frase bastante corta
pero que definía lo que sentía a la perfección

− Me haces sentir bien, mariposa.

Jimin sonríe y el también lo hace. Después de esa frase fue como si sus cuerpos se
transformasen en imanes porque de a poco comenzaron a acercarse. Jungkook posó
su mano en el mentón del peli-rosa fijándose por completo en los labios rojos de este.
Se le hacían tan apetecibles en ese momento, como si la cosa más dulce se le
hubiese puesto justo en frente.

− Me gustas, Jungkook −dicen Jimin un tanto ido logrando que los bellos de su brazo
se erizaran.

− Y tú me gustas a mi, mariposa.

De a poco las bocas de ambos se juntan de manera suave, sus lenguas comienzan a
coquetear y los cuerpos se deshacen del espacio que existía entre ellos. Dentro de
Jungkook había una explosión de colores en ese momento llenándolo de felicidad.
Sentía que siempre había pertenecido allí y que haría cualquier cosa para quedarse
de esa forma para siempre.

Besar a Jimin era algo demasiado perfecto.

Ni siquiera sé dieron cuenta como las cosas comenzaron a avanzar, ni como ambos
cayeron sobre el sofá quedando el peli-rosa bajo Jungkook. Allí ambos comenzaron a
moverse buscando acomodarse de forma correcta para conocerse más. Jimin posó
sus pequeñas manos en la espalda del castaño, aquella que siempre había visto tan
grande y fuerte. Le gustaba sentir en sus yemas la forma en que los músculos de
Jungkook se contraían bajo su tacto. Tenerlo tan cerca de sí mismo le parecía un
paraíso del que nunca creyó ser parte y del que de a poco se convertía en adicto.

Por su lado, Jungkook seguía devorándole la boca al chico que le traía loco. Saboreo
cada centímetro de los labios de Jimin mientras se deleitaba con los sonidos que
salían de la garganta de este cada vez que se movía un poco encima de el. Quizá
hubiese estado con muchas personas antes de llegar hasta el peli-rosa pero nunca
nada le había tomado tan por completo como lo que estaba sintiendo en ese
momento. Disfrutaba de tener a Jimin ahí, tan entregado hacia el. En ese momento no
necesitaba nada más y por muy tajante que sonase podía hasta morir porque estaba
siendo demasiado feliz.

Se separaron con lentitud mientras Jungkook aprovecha de acariciar la cara del chico
con devoción, como si quisiera guardar en su memoria cada detalle. En ese momento
un pequeño rastro de miedo comenzaba a esparcirse por su cuerpo. Jimin era tan
frágil y el lo único que deseaba era protegerlo del mundo entero para no dejar que
nada le pasase. Hubiese dado lo que fuera para volver el tiempo atrás, haberse dado
cuenta antes de que aquella hermosa criatura estaba en el mundo para evitar su
sufrimiento.

− No dejaré que nadie vuelva a tocarte nunca más, Jimin. Eso te lo puedo prometer.

El chico le mira conmovido mientras posa su pequeña mano sobre la mejilla de


Jungkook.

− No es necesario que lo hagas...

− Es necesario para mi, yo quiero hacerlo. Necesito saber que estás bien y que nadie
te hará daño porque... Joder, eres la cosa más perfecta que alguna vez vi en mi puta
vida, necesito mantenerte a salvo, necesito saber que estás bien para yo estar bien.
No puedo hacer como si no me importaras o como si no me afectaras, porque lo
haces, me mueves todo aquí dentro.

− Jungkook...

− Déjame terminar, mariposa. Porque quiero que sepas que estoy seguro de que tú
puedes con esto, eres demasiado fuerte, ni un pedazo de mierda puede contra ti...
Pero quiero que esa carga que traes hace tanto tiempo sobre tus hombros sea más
llevadera, lograr que las cosas sean más fáciles para ti. Soy un idiota de primera pero
voy a ayudarte... En lo que sea, yo...

− Jungkook, espera...

− ¡No quiero seguir esperando! Fui un idiota durante años ignorando un montón de
cosas que pasaban frente a mis narices y que te hacían daño porque siempre me
preocupe por mí y solo por mí. Ya no puedo vivir con ello, por favor, solo...
− ¡Basta, Jungkook! −Grita a Jimin empujándolo para que se levanten y dejándolo de
lo más confundido− ¡Hay humo en todo el departamento!

En ese minuto Jungkook mira hacia el techo encontrándose una enorme nube de
humo gris y por sus fosas nasales entró un pesado olor a quemado. Rápidamente se
levanto del sofá casi tropezándose y corrió hasta la cocina donde el horno que había
dejado encendido estaba en llamas gracias a que se le había quedado dentro un
pedazo de tela que uso para limpiarlo antes de meter la comida dentro.

Ahora si que lo había arruinado todo. Tanto la cocina como su declaración.

(✧)

028.
Trước Sau

Jamás en la vida estuvo tan avergonzado y es que todo había quedado echo un
desastre. Los bomberos le ayudaron a dejar la mayoría de las cosas en orden, pero
eso no ocultaba que ahora su cocina estaba reducida a un pedazo de chatarra color
negro gracias al fuego que le había consumido. Ni siquiera tenía alguna idea de que
haría para remediar todo ese alboroto.

− No es tan malo como parece −susurra Jimin por sobre su hombro tratando de
consolarlo.

Jungkook agradece internamente el intento del chico por hacerle sentir mejor consigo
mismo y tan solo suelta un suspiro pesado. La peor parte de todo era que ya le había
mandado un mensaje a su mejor amigo contándole todo de una vez sin anestesia
alguna de por medio, por lo que Kim Taehyung venía echo una furia directo hacia el
departamento. No es que le tuviese miedo a los berrinches que podría formar el chico,
pero sinceramente Jungkook no tenía cabeza para lidiar con ello en ese momento.

− Taehyung viene en camino y de seguro va a matarme —dice hacia Jimin quien


sigue de pie a un costado suyo—. Salgamos de aquí antes de que eso suceda.

El peli-rosa ladea la cabeza hacia un costado algo confundido. Jamás pensó que
Jungkook podría temer a lo que su amigo dijera, más que mal siempre parecía que los
demás le tenían miedo a el y a su mal humor por ser un bruto de primera.
− ¿Enserio te asusta Taehyung? −Cuestiona Jimin con una ceja levantada. Eso
sonaba muy sospechoso.

− Pues no —admite el castaño encogiéndose de hombros—, pero es mi excusa para


intentar remediar la peor cita que ha existido en la vida.

Jimin suelta una risa al escuchar a Jungkook y después ambos se enfundan en unos
abrigos que sacaron del armario para salir del departamento a caminar mientras la
luna seguía en su punto más alto. El castaño le abrió la puerta al más bajo y con eso
ambos se perdieron en la oscuridad de la noche.

Todo estaba desierto como era de esperarse a esas horas, eran las únicas almas
despiertas lo que les daba cierta tranquilidad a ambos de tener toda la privacidad
posible. Jungkook tenía la mirada perdida en el asfalto mientras daban paso tras paso
por las distintas calles de la ciudad, en su mente trataba de idear algo que pudiese
hacer para rescatar la velada, aunque ya tenía hasta miedo de respirar cerca de
Jimin. Parecía que algo tan simple como eso resultaría en una catástrofe horrible y no
estaba dispuesto en seguir cayendo en fracasos.

— ¿Estas bien, Kook?

Alza la mirada hacia Jimin quien está frente a él con sus ojos brillando bajo las luces
de los faroles. No podía creer que a pesar de todo siguiese ahí caminando a su lado
cuando el había estropeado hasta lo más mínimo. De seguro debió haber hecho algo
muy bueno en alguna de sus otra vidas para merecer que tan solo Jimin lo mirara.

— Sí, mariposa —contesta mientras mete sus manos en los bolsillos de la chaqueta—
. Es solo que quería que todo saliese bien hoy, ya sabes. Pero lo arruine por
completo.

En ese minuto Jungkook escucha como el chico se queda quieto de forma seca en
medio de su marcha. Jungkook hace lo mismo y cuando se da vuelta a mirarlo nota
que Jimin está con el ceño fruncido como si lo que había dicho era algo demasiado
idiota. Ahora sí que no entendía nada de lo que estaba sucediendo, ¿acaso ni hablar
se le daría bien? Eso era demasiado injusto.

— Tonto.

Escucho tan claramente que casi se le escapa una risa tonta de los labios. Ya, aquello
a pesar de venir enalgún tono bastante molesto a Jungkook se le hacía de lo más
tierno. Enserio, ¿qué estaba haciendo Park Jimin con él?

— ¿Por qué? —Le pregunta al peli-rosa quien se había cruzado de brazos mientras
colocaba el labio ligeramente fruncido.

— Porque hiciste de esta cita algo maravilloso. Tonto.


Traga saliva y el corazón le comienza a latir desbocado. ¿Por qué Jimin debía decir
esas cosas y hacerlo sentir tan débil cuando se suponía que el no dejaría que nadie lo
hiciera en ningún momento de su vida?

— Mariposa...

— No —le interrumpe de una vez—. Todo lo que hiciste para que tuviésemos nuestra
cita ha sido lo más tierno que han hecho por mi en años y además lo que me dijiste en
el sofá fue... Fue todo, ¿sabes?

Jungkook estaba totalmente petrificado. Tantos años fingiendo ser el tipo rudo al que
no le afectaba nada ya que siempre estaba demasiado desligado del mundo como
para preocuparse y ahora llegaba un chico de mejillas rosadas a su vida que le hacía
sentir un montón de cosas en el estómago que ya no podía controlar por más que lo
intentase. No estaba listo para todo eso, ni un poco.

— Ha sido una noche maravillosa —siguió diciendo el chico y en medio de eso sonríe
tan grande como a Jungkook le gusta que lo haga—. Enserio que lo fue.

En ese momento podía sentir como si estuviese en un montón de nubes que


danzaban en el cielo. Jungkook siempre se había limitado cuando se hablaba de
sentimientos, tan asustado de dejar su corazón al azar porque ya había sufrido mucho
durante su infancia como para tolerar el dolor que el amor traía consigo que
simplemente se había alejado de todo lo que pudiese recordarle aquello. Y ahora
estaba allí, totalmente cautivado por Jimin.

— ¿Por qué haces esto? —Le pregunta con voz queda y mirándolo directo a los
ojos— No lo entiendo.

Jimin no capta lo que dice.

— ¿Hacer qué?

Y cuando lo preguntó Jungkook posó amabas manos en el rostro del peli-rosa dando
así paso a un beso dulce. No importaba cuantas veces besara a Jimin durante su
vida, siempre precia que era la primera vez que le robaba el aliento de esa manera.
Fue allí que el más alto se dio cuenta de lo que estaba pasando justo frente a sus
narices, algo demasiado grande que no podía detener por más que lo intentase.

Se separan lentamente. Jimin sonríe y Jungkook también.

— Esto —responde al fin—. Ser tan tú y hacerme caer en tu trampa.

— Yo no te he tendido ninguna trampa, Kook.

— Pues dile eso a mi corazón, mariposa.


Porque sí. Jungkook se estaba enamorando de Jimin, su completo opuesto.

Con eso dicho el peli-rosa pasa ambos brazos por el cuello de Jungkook para que
ambos pudiesen fundirse en un abrazo apretado. Ya no quedaba espacio entre ellos y
lo agradecían, necesitaban sentir la presencia del otro lo más cercano posible ahora
que el frío de la noche comenzaba a colarse en la atmósfera. A pesar de eso ambos
estaban felices de encontrarse allí, juntos.

— Kook... Te quiero demasiado...

Aquel susurro le movió el mundo por completo y es que Jimin le hacía sentir cosas
que eran demasiado para el.

— Te quiero más, mariposa. Mucho mas.

Deja un simple beso en los labios de Jimin antes de que sus dedos buscarán los del
peli-rosa para así entrelazarlos. Jamás le había tomado la mano a alguien al caminar,
pero junto al chico todo sucedía de forma tan natural que enserio Jungkook estaba
pensando seriamente en que podría acostumbrarse a todo eso, ahora la idea de tener
pareja no se le hacía tan horrorosa.

Siguieron caminando y ya se le había ocurrido donde ir. Guiando a Jimin lentamente


cambiaron su marcha hacia el puente de los enamorados. Recordó que su plan
anterior era que al final de la cita fuesen hasta allí para disfrutar de la vista que este
entregaba a los transeúntes durante la noche. Quizá ahora podría hacer algo bien y
darle a Jimin una pequeña sorpresa que no se saliera de control.

Al llegar al lugar subieron al puente aún de la mano y no se detuvieron hasta llegar a


la mitad de este donde el río de la ciudad pasaba por debajo con un ritmo constante.
A los oídos de ambos llegaban el movimiento de las aguas más el leve silbido del
viento. Jimin se arreglo el cabello despeinado mientras que Jungkook pasó su brazo
derecho por el hombro del primero. Allí ambos se quedaron en silencio disfrutando de
la hermosa vista que tenían frente a ellos.

— Todo es muy lindo —susurra Jimin mientras apoya ligeramente la cabeza sobre el
hombro de Jungkook.

— No tanto como tú.

Jimin se ríe y abraza al castaño como un koala tratando de abrigarse lo más posible a
su lado.

— Kook, no tienes idea de lo mucho que me gusta que me digas cosas así.
Esta vez rodea al chico con ambos de sus brazos. Quería proteger a Jimin ante todo,
no dejar que nada ni nadie lo pasara a llevar. Se daba cuenta que daría su vida entera
para que ese chico sonriera, por muy pasado de la raya que eso sonase.

— Eres al único que se las diré.

Jimin alza la cara y deposita un suave beso en la mejilla de Jungkook porque algo le
decía en su interior que el chico jamás le mentiría con algo así. Mientras tanto solo
eso bastaba para dejar satisfecho al castaño.

— Haría cualquier cosa por ti —insiste Jungkook—. Enserio. Sé que está cita no fue lo
esperado y te lo quiero recompensar...

— Kook...

— ¡Hazlo por mi! —Ruega aprovechando de apretar un poco más el agarre en el


chico— Quiero remediar este de sastre, hacer esas mierdas románticas de película
por ti, mariposa. Solo dime que quieres, por favor.

Jimin se queda pensativo, ¿qué quería? Pero si le bastaba con tener a Jungkook allí a
su lado, no había necesidad de más. De todas formas pensó un poco, tan solo para
darle en el gusto al chico. Quizá había algo que deseaba y tan solo Jungkook podía
dárselo.

— Quiero tatuarme.

Jungkook abrió los ojos y Jimin le sonrió de forma traviesa. Nadie jamás habría
pensado que no eran tan distintos después de todo.

029.
Trước Sau

— ¿Tienes miedo?

Esa era una pregunta bastante abierta para contestar y dentro de la mente de Jimin
habían muchos pensamientos acumulados que no le dejaban tranquilo para hallar la
respuesta correcta. En ese momento se sentía como un niño pequeño al cual le
estaban haciendo una entrevista que podría definir su futuro.

— Creo que sí —admitió aferrándose al brazo del chico que estaba a su lado como si
este fuese una especie de pilar que lo mantendría a salvo si todo salía mal. Los dos
pares de ojos que encontraban allí con el se posaron sobre su semblante asustado y
Jimin pensó que ahora si había quedado en total evidencia.

— Pues no te ves muy convencido.


Se encontraban en una tienda del centro de la ciudad sentados sobre un sofá de
cuero rojo. La verdad era que todo el entorno le parecía bastante llamativo a Jimin, a
quien le gustaba como los adornos se balanceaban entre colores sólidos y como los
muebles se mimetizaban con el estilo post-moderno que rodeaba el lugar.
Definitivamente no era algo para temer, pero eso no impedía que hasta las piernas le
temblaran ligeramente ahora que ya se encontraban allí.

— Podemos venir otro día, mariposa.

Alza la mirada hacia el castaño quien se ve bastante calmado con una media sonrisa
en el rostro, casi como siempre parecía estar por más que las cosas se tornaran
difíciles. A veces envidiaba demasiado aquel semblante serio que poseía el chico y
que lograba ocultar de muy buena forma cualquier tipo de miedo existente. Jimin era
de ese grupo de personas a las cuales se le podía notar a leguas cuando estaba
asustado... Justo igual que en ese minuto.

— No, no. Ya estamos aquí.

Jungkook toma su mano cuando dice eso y puede sentir como el castaño intenta
relajarlo un poco. Al menos el estaba ahí y eso hacía todo mejor o al menos más
llevadero. Jimin sabía que no sería capaz de hacer eso por el mismo y sin ayuda, de
seguro terminaría corriendo como una gallina fuera del local apenas tuviese la
oportunidad de arrepentirse.

En medio de su conversación y con los dedos aún entrelazados escuchan que alguien
se acerca hasta donde ellos estaban. Rápidamente Jimin nota que se trata de
Namjoon, el amigo de Jungkook, lo que significaba que ya era hora de empezar. Más
que mal el sería el artista que le regalaría su primer tatuaje.

— ¿Listos? —Pregunta Namjoon cuando se queda erguido y Jungkook mira


nuevamente a Jimin.

— Puedes arrepentirte, mariposa. Enserio.

Pero en el fondo Jimin no quería arrepentirse, había tenido una semana completa
para analizar la situación y para pensar en todos los pros y contras que el tatuaje
podría traerle llegando a la conclusión de que a pesar de todo si quería hacerlo. No
podía seguir huyendo de las cosas que deseaba hacer solo por tener miedo, ese
sentimiento ya no debía consumirle más.

— No —responde más convencido esta vez—. Quiero hacerlo, Kook.

Con eso dicho Namjoon los guía a ambos a una pequeña sala donde había un sillón,
parecidos a estos que tenían los dentistas, con una luz encima y un pequeño
banquillo acolchado al costado. El cuarto estaba igual de adornado que la sala de
espera exceptuando una pared de color rojo intenso donde estaban colgando varios
cuadros que contenían dibujos realmente bellos. Jimin se quedó mirándolos, en
especial a uno que estaba colgando en medio donde se veía a un tigre bajando por
una cascada. Mientras más miraba aquel cuadro más se le hacían muy conocidas
esas pinceladas.

— Ese lo dibuje yo —admite Jungkook detrás suyo y Jimin se gira entendiendo de


dónde venía aquel deja vú.

— Me lo imagine, se parece mucho a los que están en tu habitación.

— ¿Haz entrado a la habitación de este bruto? —Pregunta Namjoon con los ojos bien
abiertos y llenos de sorpresa— Joder a nosotros no nos deja ni mirar de lejos.

— Callate, negro —Le riñe Jungkook y Jimin se ríe un poco.

— Digamos que la primera vez que entre tampoco estaba muy contento de que
estuviese allí —dice el peli-rosa y se encoge de hombros—, así que no fue una
bienvenida muy grata.

— Pero ahora puedes entrar cuando quieras —suelta Jungkook mientras pasa su
brazo por sobre los hombros de Jimin—, solamente tú.

— Joder —dice Namjoon y hace como que va a vomitar—, esto es como una
propuesta de matrimonio y jamás pensé que Kook diría algo así, puaj.

Jungkook pone mala cara y Jimin lo abraza por el torso con ternura. Le gustaba
cuando el castaño dejaba claro que tan solo el podía hacer muchas cosas, se sentía
afortunado y un tanto tímido ante aquel trato. Aún no se acostumbraba a que Jeon
Jungkook fuera tan tierno, a su manera, con él. Por qué por más que dijese cosas
tiernas aquel tacto duro y voz fría seguir siendo parte del chico.

— Ya, basta de cosas melosas —dice Namjoon tomando asiento en el banquillo de


madera—. Mejor dime que te vienes a tatuar.

En ese momento Jimin mira a Jungkook y es que definitivamente ahora no sabía que
decir.

— Yo... Aún no me decido —Admitió de lo más avergonzado porque ni siquiera se lo


había mencionado al castaño.

Había estado mirando en internet durante horas y nada parecía llamarle lo suficiente
la atención para poder llevarlo en su cuerpo durante el resto de su vida. También
intento idear alguna opción en su cabeza que se pudiese transformar en un diseño
lindo, pero eso tan solo terminaba en varios inventos suyos demasiado estúpidos que
se convertirían en los peores tatuajes que el mundo hubiese visto. Jimin estaba algo
perdido en todo ese tema y se sentía un poco avergonzado para admitirlo con
Jungkook ya que seguramente pensaría que era una idiotez.

— ¿Y tienes alguna idea, o un estilo que te interese? Podríamos partir con eso —
Insiste Namjoon tratando de hacerse al menos una visión de lo que a Jimin le podría
gustar.

— Pues idea no... Pero de estilo me gusta el watercolor... Creo que así se llama.

Había vistos varías fotos de tatuajes que parecían ser hechos con acuarelas y no con
agujas en la piel. Esos le gustaban porque eran más delicados y detallistas, casi como
si llevara una pintura en su cuerpo.

— ¿Sin líneas negras?

— Quizá un par pero que el color este disparejo con las líneas, como una pintura.

— Ya entiendo —en eso Namjoon se da vuelta para mirar a Jungkook con los brazos
cruzados y sonriendo—. Tu me haz echo diseños de ese estilo para otros clientes,
¿por qué no le dibujas algo a tu bolita de arroz?

Jungkook revolotea los ojos aunque Jimin parece fascinado con la noticia y es que
aunque el no tuviese la idea fija aúnde lo que deseaba obtener como tatuaje de
seguro el castaño podría hacer algo para su indeciso ser.

— ¿Podrías, Kook?

En ese momento si cualquier persona le hubiese pedido exactamente el mismo favor


Jungkook el de seguro le hubiese mando a la mismísima mierda porque si no era por
dinero jamás le daba a alguien sus dibujos. Pero como frente a el no tenía a cualquier
persona sino al chico que le tenía bastante colgado junto a sus sentimientos ni
siquiera pensó en negarse.

— Claro.

Jimin le besó la mejilla en forma de agradecimiento y aunque Namjoon los molesto a


ambos al final comenzaron a hablar del diseño que podrían crear para el. Jungkook
tomó una de las libretas que estaban en el escritorio de dibujo y comenzó a hacerle
varias preguntas al peli-rosa, desde el tamaño y el lugar del tatuaje hasta si llevaría
alguna frase distintiva. A decir verdad Jimin aún seguía bastante perdido con todo
pero cuando Jungkook comenzó a trazar líneas sobre el papel se dio cuenta que él
había captado la idea.

— ¿Qué dibujas? —Preguntó y aunque trato de asomarse un poco para ver Jungkook
escondió la hoja de inmediato.
— Sorpresa —le contesta el castaño tratando de seguir dibujando aunque Jimin
insistió.

— ¡Es mi diseño!

— Pero yo lo estoy haciendo así que te sientas y confías en mí. Tendrás el mejor
tatuaje de la vida.

Jungkook hablaba enserio y Jimin lo notó.

— ¿Piensas que dejaré que me tatúe algo que ni siquiera he visto? ¡¿Qué haré si no
me gusta?!

Pudo haber seguido enumerando varias razones lógicas por lo que eso era una
pésima idea pero rápidamente Jungkook atrapó sus labios en un beso corto donde a
Jimin se le escapó el aliento y Namjoon fingió arcadas desde un rincón de la
habitación. Al igual que al castaño Jimin sentía que tan solo tenía una maldita
debilidad que no podía controlar y esa era la forma en que su cuerpo reaccionaba
cada vez que sentía el tacto de Jeon Jungkook.

— Confía en mi —Le pidió el castaño en un susurro cuando sus bocas se alejaron—.


Quiero ver tu reacción genuina cuando este en tu cuerpo... Además, juro que este
será mi mejor trabajo y Namjoon también hará lo suyo.

Jimin mira al amigo de Jungkook quien desde su lugar hacia un gesto para que no se
preocupara. De verdad le estaban pidiendo mucho aunque una parte de él ya estaba
diciendo que sí debido a que nunca se había sometido a una situación tan fuera de lo
común y un poco de adrenalina se le estaba acumulando dentro del cuerpo. Era una
locura, le decía el lado razonable de su cerebro. Pero podrías intentarlo, contestaba
una vocecita que parecía ser su consciencia mezclándose de a poco con las ganas de
hacer algo descabellado.

— ¿Y bien? ¿Qué dices, mariposa?

Pues...

A la mierda.

— Esta bien.

Quien sabe como resultaría ese tatuaje.

030.
Trước Sau
Jungkook estaba sentado a un costado del sillón alto sosteniendo la mano de Jimin
quien ya estaba apretando sus dedos con fuerza aunque la aguja aún ni siquiera se le
acercaba a la piel. Desde la perspectiva que tenía el chico parecía un hámster
asustado ahora que estaba con la camisa abierta dejando el lado derecho de su
pecho expuesto al aire (cosa que sucedió porque sobre la clavícula que estaba allí
ubicada iría el nuevo tatuaje). En ese minuto Jungkook sabía que debería estar
calmando a Jimin para que toda la sesión no se volviese una horrible tortura, pero
parecía estar demasiado distraído mirando la piel blanquecina del peli-rosa que ahora
estaba expuesta ante el.

¿Por qué debía ser tan bello?

— Deja de babear y colocale la venda de una vez, Kook.

Soltó un gruñido hacía las palabras de Namjoon, quien estaba a punto de encender la
maquina de tatuajes y seguía molestándolo por su cercanía con el chico. La verdad
era que se estaba controlando bastante solo porque Jimin estaba allí presente y ya
había actuado demasiado como un energúmeno ante el como para que siguiese
aguantando su mal humor por cosas estupidas. Así que por eso se había mantenido
en silencio durante todas las bromas de su amigo, pero apenas Jimin ya no estuviese
con ellos Namjoon se ganaría una buena paliza.

— Ya, mariposa. Es hora de ponerte la venda.

Jimin asiente y es que ese era el acuerdo en el que habían quedado para que no
viese qué tatuaje le estaban haciendo durante la sesión. Quizá le ponía algo nervioso
pero Jungkook le había prometido que no se movería de su lado para que estuviese
tranquilo y al menos eso ayudaría un poco a sobrellevar el dolor que pudiese
provocarle la sesión.

— Esto es tan raro —susurra Jimin mientras el castaño amarra un pedazo de tela en
sus ojos dejándolo totalmente imposibilitado para ver cualquier cosa a su alrededor.

— Tranquilo, será pequeño así que Namjoon no se demorará mucho.

Jimin asintió pero por más que Jungkook tratase de quitarle los nervios de encima el
no soltó la mano de este último en ningún momento. Al menos así se aseguraría de
que el chico no lo dejase solo ni siquiera para ir al baño.

— ¿Ya están listos? —Esa pregunta viene por parte de Namjoon y Jimin asiente con
cuidado— Pues comencemos.

Cuando la maquina para tatuar se encendió el sonido característico de esta lleno el


lugar de una vez, como el zumbido de un enorme pañal de abejas. Jimin se tenso un
poco por eso, Jungkook lo notó y de inmediato se acercó al chico un poco más
moviendo el banco de madera más cerca de la camilla para que notase su cuerpo
aunque estuviese con los ojos vendados. A el no le gustaba ver a Jimin así, le
recordaba un poco al chico indefenso que veía caminando a través de los pasillos de
la escuela mientras todos se burlaban de el... Pero si el peli-rosa deseaba hacerlo el
simplemente se quedaría a su lado y haría todo lo que estuviese a su alcance para
calmar el miedo que traía consigo el primer tatuaje de este.

— Bien, aquí viene el primer pinchazo —anuncia Namjoon tomando la máquina entre
sus dedos—. Necesito que estés relajado y no te muevas, lleva tu mente a otro lado si
es necesario.

Jimin asiente y luego respira varias veces antes de sentir aquel ardor latente bajo la
clavícula derecha. Le dolía y por un segundo quiso saltar pero se mantuvo quieto
como las indicaciones de Namjoon habían dicho. Jungkook ya le había advertido que
los lugares cercanos a huesos podían ser más dolorosos gracias a que la piel de
estos sectores cuenta con capas más delgadas, no como en la zona de los muslos o
brazos donde estas son mucho más densas y ayudan a combatir un poco el dolor de
la aguja. Siguió respirando varias veces pensando que eso le ayudaría aunque no
mucho cambió mientras la maquina se enterraba varias veces más en su cuerpo. Por
inercia apretó con fuerza la mano de Jungkook quien no había dejado de mirar su
reacción en ningún segundo desde que la sesión había iniciado.

— Hablemos de algo, mariposa. Cuéntame cualquier cosa que ese te venga a la


mente.

Jungkook sabía que lo más apropiado en ese momento era distraer a Jimin del dolor
que pronto sería mayor ya que la aguja volvería a pasar sobre la piel lastimada y la
mejor manera para hacerlo era que este le hablase. Si lo hacía de seguro la mente del
chico tan solo se concentraría en lo que salía de su boca dejando en segundo plano el
dolor.

— ¿Qué quieres que te diga?

— Cualquier cosa, alguna anécdota, lo que sea, tu solo dime.

— Pues... ¡Auch! —Jimin había soltado un alarido ya que la aguja toco un punto
sensible pero rápidamente se recupero, ya que Namjoon se detuvo a limpiar la tinta,
logrando seguir hablándole a Jungkook— Cuando era pequeño... Mi madre me llevo a
clases de ballet...

— ¿Ballet? ¿Con el tutú y todo?

Jimin se ríe ante la broma de Jungkook y de a poco empieza a sentirse un poco más
relajado en medio de la sesión aunque no menos adolorido.

— Obviamente... No hay ballet sin tutú, Kook...


— ¿Y aún sabes bailar así?

— Supongo... ¡Auch! —En ese momento apretó la mano de Jungkook pero no dejó de
hablar— Ya sabes, ponerse en punta y las poses básicas...

Los minutos pasaban y Jimin seguía hablándole a Jungkook sobre su experiencia en


el estudio de ballet dejando en segundo plano el dolor de la aguja que tan solo de vez
en cuando provocaba dolores punzantes que no le dejaban hablar. Era en esos
momentos que el castaño subía su mano hasta su cabeza para acariciarle el cabello y
Jimin podía jurar que se sentía como un gatito mimado que estaba siendo calmado
por su dueño.

— Recuerdo una vez que llegué con mi tutú rosa puesto a la casa. No quería
sacármelo porque era muy lindo y mi mamá dijo que podía traerlo puesto hasta la
cena. Normalmente no podía hacer algo así porque mi padre no le gustaba ni un poco
cuando actuaba de forma muy femenina, pero como siempre llegaba tarde del trabajo
ambos pensamos que ni siquiera se daría cuenta... Ni siquiera nos imaginamos que
estaría allí cuando nosotros abrimos la puerta.

El pulgar de Jungkook comienza a hacer círculos sobre la palma de Jimin tratando de


alejar aquel sentimiento de pesadez que se le formaba en el pecho. Oír sobre el
pasado de Jimin eran una de esas cosas que podía hacer que Jungkook se sintiese
fatal consigo mismo. Después de todo el sabía que el peli-rosa tampoco había tenido
una vida fácil y aunque antes muchas veces se enfadó con el pensando que tan solo
se dedicaba a llorar ahora tenía bastante claro que el chico sentado frente a él era
demasiado valiente para este mundo.

— Cuando me vio yo salí corriendo a mi habitación y me encerré en el armario con


llave... Sabía que el se molestaría conmigo, lo tenía tan claro que ni siquiera le mire a
los ojos mientras corría por la escalera... Es tonto, lo sé. Todo por un miserable tutú
que ni siquiera le hacía daño a él pero si me hacía feliz a mí. Después con los años y
analizando la situación me di cuenta de que a él jamás le importé realmente, tan solo
quería que yo fuese normal...

El castaño miró por encima de su hombro a Namjoon que estaba con audífonos
puestos y no podía escuchar las palabras de Jimin. Se le hacía demasiado íntimo ese
momento ya que por primera vez el peli-rosa se estaba abriendo ante el como una
pequeña flor lo hace cuando la primavera llega. Quería que al menos aquellas
palabras fuesen solamente de los dos, así como lo había sido la conversación que
tuvieron en su habitación.

Después devolvió su mirada al chico sobre la camilla. Definitivamente deseaba saber


más de él.

— ¿Y qué pasó con tu padre?


El cuerpo de Jimin siempre se sentía débil cuando ese tema llegaba a tocarse, ni
siquiera cuando hablaba con su madre se libraba de aquel molesto nudo en la
garganta que no le dejaba pronunciar las palabras correctamente. En cualquier otro
momento hubiese preferido cambiar el tema de una vez para olvidarse de todo pero a
su mente llegaron los recuerdos de Jungkook hablándole sobre su madre y su vida
como huérfano haciéndole incapaz de mantenerse en silencio. Si aquel chico que
rehuía constantemente de sus emociones era capaz de hablar sobre si mismo
basándose en la confianza el también podía hacerlo.

— Es una historia larga...

— Tenemos tiempo, mariposa.

Esta vez la mano de Jungkook se posó en su cara y Jimin soltó un suspiro largo para
prepararse mentalmente. Enserio quería a ese chico tatuado y por eso le diría lo que
paso con quien hace años llamo "padre".

— Nunca nos llevamos bien...

Y con esa frase se habría una vieja herida que aún no había sanado.

031.
Trước Sau

Hace mucho tiempo atrás.

Sus padres le habían comprado una mesa pequeña y una silla que hacía juego
totalmente perfectos para su altura a los cuatro años de edad. Se suponía que allí
debía dibujar o simplemente jugar con el montón de juguetes de acción que recibía
para su cumpleaños o para navidad, siguiendo la línea de comportamiento que un
niño tenía conforme crecía...

Pero Jimin era distinto, siempre lo fue.

— ¿Un poco más de té, Princesa Chanmin?

Tenía su delgada pierna derecha sobre la otra y estaba bastante concentrado en


servirle té (agua de la llave) en un vaso de plástico a su osito de peluche con la tetera
vieja que su madre había comprado para la casa hacía años atrás y que ahora no
ocupaba porque ya tenía una nueva en la cocina. Era un juego improvisado pero que
a Jimin le hacía muy feliz, no como esos muñecos de acción grotescos que no le
gustaban para nada.

— ¿Qué dices, Princesa Chanmin? ¿Esta muy caliente el té?


Jimin era lo que todos llamarían un "afeminado de nacimiento". Siempre destacó por
identificarse con las cosas que supuestamente solo las chicas debían usar y se
interesaba más en el arte que en los deportes. Además de eso su apariencia también
era varias veces confundía con la de una chica gracias a su baja estatura, cuerpo
delgado, mejillas regordetas y cabello ligeramente largo mantenido así por su madre
(y por las súplicas que el hacía de jamás cortarlo). En la calle siempre felicitaban a
sus progenitores por la bella niña que estaban criando, aunque solo uno se alteraba y
dejaba bien en claro que el era un chico.

— ¡Joder, Jimin, otra vez!

La voz de su padre le hizo derramar el agua que había puesto en la vieja tetera sobre
su mesita. Jimin siempre se asustaba cuando el gritaba porque sabía que lo castigaría
como lo hacía cada vez lo encontraba haciendo cosas de niñas. Su padre odiaba las
cosas femeninas, odiaba el rosa y todo lo que le hacía feliz.

— ¡¿Cuando será el día en que aprendas?!

Con dureza le separa las piernas y tira al piso todos sus juguetes con los que estaba
tomando el té. Es ahí cuando Jimin comienza a llorar con fuerza gracias al susto que
le había generado ver a su padre tan descontrolado. En el fondo aunque tan solo
fuese un pequeño de cuatro años se cuestionaba a sí mismo por qué era así, porque
no podía hacer todo lo que su padre decía para que así lo quisiese y no ganarse esas
horribles reprimendas que han triste le ponían.

— ¡Así se sientan los hombres, entiéndelo!

Pero la verdad era, aunque su padre no quisiera verlo, que Jimin nunca quiso ser un
hombre...

El quería ser una princesa igual que su osito.

•••

Su parte favorita del día eran las clases de ballet. Las esperaba con ansias y siempre
le pedía a su madre que lo llevase más temprano para poder ocupar el estudio
haciendo volteretas mientras las demás niñas llegaban. Obviamente el era el único
chico allí, pero la miradas extrañadas de las madres de las otras bailarinas no
mermaban ni un poco la felicidad que le daba bailar como una verdadera princesa.
Jimin tan solo se concentraba en ser el mejor durante las lecciones y su profesora
siempre le felicitaba por el esfuerzo que ponía ora eso.

— Por favor, mami —había pedido un día mientras estaba en los brazos de la señora
Park—. Todas las niñas tienen uno, son muy lindos.

Fue así que su madre le hizo un bello tutú color rosa pastel que llevaba pequeños
brillitos incrustados en la tela y con el que fue a sus siguientes clases ganándose
varios elogios por parte de su profesora y compañeras.

Quizá para la mayoría tan solo se trataba de un pedazo de traje sin importancia, pero
para Jimin era mucho más que eso. Cuando lo usaba se sentía cómodo, como si
pudiese hacer cualquier cosa. Le encantaba la forma en la que el tutú se meneaba
cuando el daba vueltas bailando y sonreía al ver su reflejo en los enormes espejos del
estudio. Era allí cuando se sentía verdaderamente feliz y eso su madre lo veía, por
eso le daba en el gusto aunque el padre de Jimin estuviese en total desacuerdo.
Prefería ver a su hijo riendo que llorando en algún rincón de su habitación gracias a
que su marido no pudiese aceptarlo por completo.

Lástima que esa tarde nada salió bien.

— ¿Puedo quedarme con el tutú puesto, mami?

La señora Park no quería negarse, pero de todas formas debía hacerlo.

— Ya sabes cuál es el trato, bebé. Irás a tus clases de ballet si tu padre no sabe de
ellas y si te ve con ese tutú no te dejará ir.

— Pero el siempre llega después de la cena, mami... Puedo quitármelo antes de que
llegue.

La señora Park miró a su hijo a través del retrovisor y le fue imposible decirle que no a
ese lindo puchero y mejillas sonrosadas. Además, el pequeño tenía razón. Su marido
no llegaría hasta después de la cena gracias a su trabajo en la oficina. No habría
ningún problema en que Jimin siguiese con el tutú puesto si lo guardaban antes de la
que anocheciera.

— Está bien, pequeñín. Puedes quedarte con el tutú puesto.

Jimin le tiro un beso en el aire a su madre a modo de agradecimiento mientras está


sonreía con ternura al ver a su hijo tan feliz. Eso era lo único que deseaba para el
durante el resto de su vida...

Lástima que todo salió mal.

El señor Park llegó antes de lo esperado y ambos quedaron totalmente en shock


cuando bajaron del auto, abrieron la puerta y se dieron cuenta. Jimin llevaba su lindo
tutú rosa aún, dejando así en evidencia que habían desobedecido a su padre y que de
todas formas había tomado las clases de ballet que hasta ese día el hombre le tenía
totalmente prohibidas. Recuerda haber sentido tanto miedo que corrió por las
escaleras directo a su armario siendo seguido por su padre. Se encerró sin que el
pudiese abrir mientas ocultaba su pequeña cabecita entre sus piernas flectadas. Lloró
mucho mientras el señor Park golpeaba la puerta del armario y siguió llorando cuando
este se alejó por el pasillo para luego comenzar a escuchar los distintos gritos que
intercambiaba con su madre. Por más que Jimin se tapo las orejas con ambas manos
los gritos aún siguen presentes y latentes en su memoria, casi como si hubiesen
ocurrido el día anterior.

— ¡Será un maldito marica por tu culpa!

A los siete años el no tenía idea lo que marica significaba aunque sabía que era algo
muy feo y que por eso su padre se enojaba tanto con el. Jimin no quería ser un
marica, claro que no. Tan solo deseaba ser una niña porque así nadie le gritaría o
miraría raro por usar un tutú rosa.

Después de varias horas de gritos y golpes sordos en los muebles mientras el seguía
en posición fetal dentro de su escondite, Jimin oyó el portazo de la puerta principal
para luego, unos minutos más tarde, distinguir la voz de su madre hablando hacia el
interior del armario.

— Bebé, soy yo, ya puedes salir de allí.

Con cuidado se levanto y abrió el seguro. Apenas vio a su mami salto a sus brazos
como si un koala fuese y se aferró a ella mientras las lágrimas aún se deslizaban por
sus rechonchas mejillas. No quería oír más gritos, ni peleas, tan solo deseaba estar
con su mami y que nada malo volviese a suceder.

— Todo está bien, pequeño —susurraba su madre mientras dejaba besos en su frente
y acariciaba su cabello—. Ahora solo somos tú y yo, nadie te tratara así de nuevo.

Después de ese día Jimin jamás volvió a ver a su padre.

•••
En ese momento.

Una pequeña lágrima se escapó de sus ojos rodando lentamente por su mejilla y
empapando un poco la venda que le habían colocado en los ojos. A Jimin le ponían
demasiado triste todos esos recuerdos, por más que intentaba jamas había podido
alejar aquella angustia que sentía en el pecho de que su padre los dejara solo porque
no soportaba tener a un hijo amanerado. Era algo con lo que cargaba todos los días y
parecía que nunca podría superarlo por completo.

En ese momento después de terminar la historia sintió el pulgar de Jungkook sobre su


cara limpiando el llanto con suavidad. Jimin agradecía que estuviese escuchándolo,
no le interesaba contarle sus memorias a nadie más que no fuese ese chico.

— Eres demasiado fuerte, mariposa. Nunca lo olvides porque yo te admiro.

Después de escuchar eso un beso fue depositado en su frente. Ahora Jimin se sentía
tranquilo porque podía ser el mismo y había encontrado a alguien que lo quería de
verdad, con su personalidad demasiado femenina incluida. Quizá no tenía a su padre,
pero si tenía a un chico que le robaba el corazón cada vez que sonreía a su lado.

— ¡Listo! —Anunció Namjoon mientras se sacaba los audífonos y detenía la


máquina— Lo limpio y ya podrás verlo, Jimin.

El peli-rosa soltó un suspiro aliviado, su hombro dolía un poco gracias al tiempo que
estuvo quieto y le piel le ardía. Agradecía que ya todo había terminado y que podría
ver su nuevo tatuajes en unos pocos segundos más. Antes de que se levantase de la
camilla Namjoon rocío un líquido en la zona de la clavícula que ayudaría a la
hinchazón que provocó la aguja y luego limpio por última vez dejando listo el tatuaje
para que lo viesen.

— Ven, mariposa. Te guiaré al espejo.

Jimin se sostuvo de la mano de Jungkook y con ello se levanto de la camilla para


luego poner ambos pies en el piso y caminar a ciegas siguiendo al castaño. Su
corazón latía a mil, ya quería ver la obra de arte que sería parte de su cuerpo el resto
de su vida. Cuando se detuvieron supo que ya había llegado el momento y entrelazo
sus dedos con los de Jungkook para tener un soporte.

— Te quitaré la venda.
Bajo la tela Jimin tenía los ojos cerrados así que cuando está abandonó su rostro no
vio nada aún. Estaba tan nervioso que ni siquiera sabía si sería capaz de ver el
resultado final.

— Sin miedo, mariposa. Solo ábrelos.

Sus párpados se alzaron ligeramente y lo primero que vio fue a sí mismo y a


Jungkook frente al espejo de cuerpo completo que estaba en la habitación. Le tomó
unos segundos acostumbrarse a la luz, pero cuando lo hizo su vista se dirigió hacia su
clavícula donde se había tatuado el dibujo más bello que alguna vez vio.

Jimin se llevó una mano a la boca sin poder creerlo.

— Tú eres delicado, bello y colorido, como una flor. Además, tienes una personalidad
única que jamás debe ser cambiada sin importar que la gente pueda llegar a pensar
que no corresponde o que no es normal. Eres bellísimo, mariposa. Por eso he
dibujado este diseño.

Su tatuaje constaba con una hilera de flores rosas radiantes que parecían ser echas
de acuarelas en algún lienzo de una hermosa pintura y bajo estas estaba escrita la
frase en cursiva "I won't change". Mientras miraba aquella hermosa obra de arte no
podía dejar de pensar que era exactamente lo que deseaba y jamás logró
materializar. Jungkook esta vez había sobrepasado cualquiera de sus expectativas.

— Dios, Kook... Esto es bellísimo... Tú y Nam son unos artistas...

El castaño le abrazo por la cintura sin despegar la mirada del reflejo de ambos. Allí se
veían tan distintos que llegaba a dar risa pensar que ambos estaban teniendo
sentimientos tan profundos el uno por el otro.

— Solo quiero que siempre estés orgulloso de quién eres porque eso te hace
maravilloso.

Esta vez Jimin fue el que busco los labios del castaño para depositar un beso en ellos
y trató de transmitir en ese gesto todo lo que sentía dentro de sí hacia el chico. Nadie
jamás había demostrado que le quisiera de verdad, tan profundamente y aceptando
todo lo que el era. Si existía la felicidad pues Jimin pensaba que era eso, encontrar a
alguien que te diga lo maravilloso que eres sin importar que tan raro pudieses ser...

Y ahí se dio cuenta, ahora todo estaba tan claro como el agua.

Se estaba enamorando de Jungkook.


032.
Trước Sau

LEAN LA NOTA AL FINAL, PLS

— Y cuéntame, bebé. ¿Cómo te ha tratado ese chico?

Jimin estaba sentado en el piso de la sala de estar jugando con Baekdu y los nuevos
juguetes que le había conseguido cuando escuchó la pregunta de su madre. De
inmediato sus mejillas tomaron el mismo color que su cabello y se sintió demasiado
pequeño, no era un tema que se hubiese tocado tan directamente hasta ese momento
después de que pasará al menos un mes desde que el y Jungkook estuviesen en
algo, simplemente le tomó por sorpresa.

— ¿A qué te refieres, mamá?

Park Youngmi miraba a su hijo desde la silla donde estaba sentada tejiendo. Había
decidido que ese día quería saber un poco más de lo que ocurría en la vida de Jimin
porque a pesar de que le había dado todas las facilidades para que estuviese por su
cuenta durante el último tiempo ella seguía siendo una madre preocupada que solo
deseaba tener una buena relación con su único hijo y la luz de sus ojos.

— A tu relación con Jungkook, ¿qué más? —La mujer suelta una leve risita y
devuelve la mirada a su tejido aunque no sin dejar de hablar— Te he visto muy feliz,
eso de verdad me alegra.

Jimin asiente con una sonrisa en los labios. Era verdad que últimamente estaba
mucho más feliz de lo que nunca fue, parecía que había encontrado por fin a una
persona que lo quería sin importar su forma de ser y eso jamás se le cruzó por la
mente. Jungkook estaba bastante alejado de su prototipo de chico ideal, con su
personalidad tan tosca Jimin ni siquiera pensó que algún día pudiesen estar en la
misma habitación, pero ahora, con el pasar de los días, parecía que conocía al
castaño de toda la vida.

— El es muy bueno conmigo, mamá.


La señora Park deseaba escuchar eso solamente. Siempre vivió con el miedo de que
Jimin nunca pudiese desenvolverse con normalidad ya que la gente parecía estar
empeñada en discriminarlo por su forma de ser desde que era un pequeño infante.
Ahora ver que estaba a gusto sin aquel ceño triste que aparecía en su rostro cuando
llegaba de la escuela le hacía pensar que su trabajo estaba hecho, que su hijo estaba
siendo feliz como tantas veces deseó.

— Se ve que Jungkook es un buen chico, parece quererte mucho.

Jimin se ríe con ternura.

— Lo hace, me lo ha dicho... El puede ser alguien bastante complicado, pero me hace


sentir bien.

No podía evitar pensar en como las cosas habían cambiado y cómo parecía que todo
iba mejorando sin detenerse. Además, su nueva situación le ayudaba a pensar en su
futuro y lo que iba a hacer con este. El próximo año sería el último en la escuela por lo
que las aplicaciones para ir a la Universidad se acercaban. Jimin había estado los
últimos días pegado a su computadora buscando test vocacionales y averiguando
sobre distintas becas a las que podría optar para estudiar. Era la primera vez que
enserio se sentía capaz de hacer algo con su vida y se lo podía agradecer al chico
tatuado que lo hacía sentir valioso.

— ¡Dios que tarde es! —Exclama su madre con sorpresa cuando ve la hora en el reloj
colgado en la pared— Yo ya debería irme al aeropuerto.

La señora Park le había dicho a Jimin que se iría de viaje durante el fin de semana
porque en su trabajo le habían pedido que guiase un seminario al ser la jefa del área
de enfermería en el hospital de la ciudad. Aquello no pasaba a menudo por lo que
Youngmi no pudo negarse y Jimin se quedaría solo en casa durante tres días.

— ¿Quieres que te ayude con la maleta? —Le pregunta a su madre y esta niega con
la cabeza.

— Tan solo quédate con Baekdu, ya sabes como se pone cuando abrimos la puerta
principal, quiere salir corriendo a jugar con el perro del vecino.

— Esta bien.

Youngmi subió las escaleras y Jimin siguió jugando con su cachorro en el piso de la
sala. A decir verdad tenía bastantes cosas planeadas para hacer ese fin de semana
donde la casa estaría a solas para él, ya había invitado a Jungkook a dormir a lo que
el chico había respondido que después de su pelea en el círculo estaría allí. No le
había dicho nada de eso a su madre por miedo de que no le dejase estar a solas con
el castaño, más que mal ellos tenían algo, normalmente los padres tenían ciertas
objeciones cuando se trataba de que hubiese mucho tiempo a solas entre las
parejas...

El sexo seguía siendo un tema que jamás se había tocado en su hogar.

Últimamente a Jimin también le había inquietado ese tema. Como cualquier otro joven
normal las hormonas se le alborotaban cada vez que Jungkook lo atraía demasiado
con los brazos hacia su cuerpo y cuando las manos de este bajaban hasta su cintura
rodeando con ligereza el comienzo de su trasero parecía que Jimin se derretiría ahí
mismo. Jamás se había visto expuesto a algo parecido por lo que su poca experiencia
e inocencia sobre el tema le hacía sentirse demasiado nervioso cuando sentía que las
cosas con Jungkook avanzaban con rapidez. No tenía ni idea de como controlarse.

— Eres demasiado bello para ser real —recalcaba Jungkook cuando se besaban.

El castaño le decía cosas que simplemente le sacaban de su zona de confort y a


pesar de que aquello no le molestaba en absoluto se le hacía difícil saber como actuar
o que decir al respecto. No quería parecer un niño pequeño ante Jungkook quien de
seguro tenía mucha experiencia en esa área y eso le hacía sentirse inseguro, sobre
todo de su cuerpo. Jimin jamás fue el tipo de chico que podía andar sin camiseta
cuando se metía en la piscina o que mostraba un poco más de piel en la calle,
siempre que se miraba al espejo encontraba nuevos defectos que le disgustaban de si
mismo y tenía miedo de que Jungkook se fijara en las mismas cosas si algún decidía
mostrarle su ser completo.

— ¿Esta abajo mi cartera, Jimin? —La voz de su madre suena del segundo piso y
Jimin alza la mirada hacia la mesa donde el bolso de cuero sintético yacía olvidado.

— Esta aquí, mamá —Contesta fuerte para que la mujer lo escuche.

— Perfecto, ya estoy lista.

Unos minutos después Youngmi bajó las escaleras hasta la entrada arrastrando tras
de sí una maleta y a las afueras de la casa se escuchó el sonido de una bocina.

— Debe ser mi taxi, tráeme la cartera, Jimin.

El nombrado tomó con un brazo a Baekdu para luego levantarse e ir por el bolso de
su madre. Mientras caminaba por la casa seguía pensando en Jungkook, a pesar de
que quería pasar con el este fin de semana no podía mentir que le intimidaba bastante
que estuviese completamente solos. ¿Acaso había sido una buena idea? Eso lo
averiguaría más tarde, mientras tanto le estiro la cartera a su madre y se ubicó a un
costado de esta listo para despedirse.

— Te deje el número del hotel en el refrigerador —comienza Youngmi a enumerar


mientras ordena los últimos detalles— hay comida para mañana aunque el resto de
los días creo que tendrás que cocinar... De todas formas dejé dinero en mi mesa de
noche, suficiente para que compres una pizza para cuando Jungkook llegue...

Su madre siguió hablando aunque Jimin se encontraba con los ojos abiertos de par en
par cuando escuchó el nombre del castaño en medio de la oración. Así que había sido
lo bastante obvio como para que su madre se diese cuenta de lo que tenía planeado.
Definitivamente había fracasado como adolescente rebelde.

— No me mires así —dice Youngmi riendo—. No puedo creer que pensaras que no
me daría cuenta. No olvides, hijo mío, que yo también fui joven y algo atarantada.

Las mejillas de Jimin se colocan color carmesí para luego asentir con suavidad a lo
que decía su madre.

— No haremos nada malo, mamá. Lo prometo.

— Se que no harán nada malo, Jimin. Tan solo quiero que se cuiden mutuamente y
que también se respeten.

La bocina del taxi suena nuevamente y Park Youngmi se cuelga el bolso que su hijo le
estaba sosteniendo sobre el hombro derecho lista para su viaje.

— Cuídate mucho, cielo —dice finalmente despidiéndose—. Cualquier problema me


llamas al celular o al hotel.

— Sí, mamá. Ten un buen viaje.

Recibe un beso de su madre en la mejilla y luego está sale por la puerta directo al
automovil que la estaba esperando estacionado frente a la casa. Jimin volvió a
despedirse haciendo un gesto con la mano mientras tomaba la patita de Baekdu para
hacer lo mismo. Cuando su madre ya esta dentro del taxi y este se pone en marcha
hacia el aeropuerto cierra la puerta y deja a su cachorro en el suelo para que
revolotee en el lugar.

Oficialmente estaba solo y ya era hora de avisarle a Jungkook.

Mariposa:

Mi madre ya se fue. Dijo que podríamos comprar pizza así que ven rápido o me la
comeré solo.

Después de teclear aquello en la pantalla de su teléfono una sonrisa se le dibujo en el


rostro y dos minutos después recibió la respuesta que tanto esperaba.

Kook ♡:

Llego en 15 minutos
El fin de semana había comenzado y sería bastante largo.

(✧)

033.
Trước Sau

Se estiró en la cama mirando hacia el techo donde luces de colores estaban colgadas
de forma ordenada para que cuando la noche cayese estas iluminaran la habitación
suavemente. Mientras estaba en eso pensaba en lo mucho que le sorprendía como el
lugar irradiaba la personalidad de su dueño, a pesar de que ya había estado allí un
par de veces antes todavía se sentía demasiado extraño al encontrarse rodeado de
tantas cosas tan delicadas. Era algo así como un punto negro en un lugar que solo
era rosa, quien lo diría.

— Ya pedí la pizza, Kook —escucha que dicen desde la escalera avanzando hasta
donde el se encontraba—. Llegarán en media hora.

Jungkook se levanta de la cama y se sienta mientras observa cuando Jimin entra a la


habitación con uñas camiseta color damasco y los pantalones de jeans claros que se
le ajustaban de forma ceñida al cuerpo. Ya ni siquiera podía negarse a si mismo lo
loco que estaba por ese chico.

— Perfecto, Mariposa.

Cuando Jimin le pidió quedarse con él durante el fin de semana en que su madre
estaría fuera de la ciudad por asuntos de trabajo lo primero que vino a la mente de
Jungkook fue el día en que compartieron su primer beso en el viejo sofa cama que
habían sacado la primera vez que durmió en esa casa. A pesar que durante el tiempo
que había estado saliendo con Jimin había visitado su casa de forma rápida no se
había dado la oportunidad para que se quedase a dormir allí, hasta ese momento.
Mentiría si dijera que no le ponía un poco nervioso el asunto, aunque ni siquiera se
cruzó por su mente negarse a la proposición.

— ¿Estas cansado por la pelea?

La pregunta del chico le hace sonreír un poco. Jimin siempre era así con él, se
preocupaba a cada momento como se encontraba, si había comido, si se sentía
intranquilo. Durante mucho tiempo pensó que el nunca podría estar con una persona
así porque simplemente se sentiría sofocado, digamos que estar tantos años
acostumbrado a la soledad le hacía intolerante a las personas metiches, pero con el
peli-rosa todo parecía fluir tan natural que se le hacía imposible no sentirse afortunado
cuando esos cuestionamientos llegaban hasta sus oídos. Se le había olvidado lo que
era que alguien se preocupara por ti las veinticuatro horas del día.

— No —contestó de inmediato—, fue fácil y gane bastante... Tan solo quería venir a
verte pronto.

Jimin se acerca hasta el y Jungkook de inmediato se coloca en la orilla de la cama


para abrazarlo por la cintura mientras el primero comienza a acariciarle el cabello con
suavidad. No mentía cuando decía que solamente quería estar con el chico en ese
momento... O en cualquier otro.

— Jeon Jungkook me extrañaba, que lindo.

Se ríe ante la ocurrencia y alza la cabeza para dejarle un ligero beso en los labios al
peli-rosa. Tener a Jimin tan cerca de él y no hacerlo podía ser considerado fácilmente
como un pecado, al menos en su mente.

— Pues es un secreto —le contesta al alejarse—, no le digas a nadie.

— Tu secreto esta a salvo conmigo, Kook.

Se acomodaron sobre la cama para esperar por la pizza. Jungkook se estiro como
estaba en un inicio y Jimin se colocó en posición de koala a un costado con la cabeza
sobre su pecho, el brazo derecho rodeando su abdomen y la pierna derecha sobre las
suyas. Así era como Jungkook se sentía perfectamente bien, no necesitaba nada más
que eso para estar sereno y jamás pensó que Park Jimin, el chico que vió tan débil a
través de los pasillos de la escuela, sería quien le entregaría aquella sensación de paz
que tanto necesitaba en su vida...

Se preguntaba a si mismo si se merecía todo eso.

— ¿En qué piensas, Kook?

Lo último que había estado pasando por la cabeza de Jungkook los últimos días era
Jimin y nada más que Jimin. Trataba de que no se notara pero el hecho de que sus
amigos lo molestasen a cada momento cuando llamaba al chico para que se viesen
durante las tardes le hacía darse cuenta que su plan de pasar desapercibido no
funcionaba ni un poco. Quizá estaba siendo un poco pesado y es que seguía siendo
el mismo dolor de culo de siempre con cara de pocos amigos, solo que cuando estaba
con Jimin parecía que el niño sonriente que alguna vez fue durante su infancia volvía
a aparecer en todo su esplendor.

— En muchas cosas —responde pasan su dedo índice por la cara de Jimin y


delineando cada detalle de este—, aunque tu eres la principal.
Escuchó la risita de Jimin y luego sintió como este le tomaba la cara para besarle con
fervor. Si había algo que Jungkook adoraba en este maldito mundo era la forma en
que los labios de Jimin se movían sobre los suyos, tan suave y dulce como una
verdadera brisa de viento que se cuela entre los arboles. Además, le encantaba la
forma en que su corazón se aceleraba con el roce y el hecho de que su boca jamás
parecía tener suficiente de Park Jimin.

— Eres un —habla Jimin entre el beso—... Un mentiroso... De primera.

Jungkook mueve su brazo que yacía bajo el cuerpo de Jimin logrando que este se
acomodara a ahorcadas sobre sus piernas. En esa posición tenía un mejor acceso a
los labios que le volvían loco y se dedico a devorar la boca que tenía en frente
mientras sus manos recorrían la pequeña y suave espalda ajena.

— No te miento —aclara mientras baja a besar lentamente la quijada de Jimin,


logrando que este se estremeciera bajo su tacto—... Tu eres todo lo que pienso.

Sin poder evitar la forma en que su cuerpo se comportaba de la quijada del peli-rosa
bajó hasta el cuello de este. Maravillado con la forma en que sus labios calzaban de
manera perfecta sobre la piel ligeramente bronceada del chico comenzó a ejercer
presión sobre un punto exacto en busca de dejar una pequeña marca que dijese que
había pasado por allí.

— Kook —Suelta Jimin con los ojos cerrados y tragando saliva—... Ah, Kook.

La voz del chico era embriagante, Jungkook necesitaba más y por eso bajo sus
manos con cuidado hasta la cintura del peli-rosa donde sus dedos comenzaron a
explorar la piel oculta bajo la camiseta mientras Jimin se estremecía por el toque de
sus manos frías. Era excitante y se volvió aún más cuando a su mente llegó un
recuerdo que había sucedido en esa misma habitación y que le había dejado
totalmente caliente sin poder hacer mucho aquella vez...

¿Acaso Jimin traería bragas puestas?

Mentiría si dijera que ese pensamiento no llegaba a su cabeza cuando estaba a solas
en su habitación y eso le hacía sentir un poco mal. Jimin era delicado, puro en su
máxima expresión. Pensar así de él con aquella ropa interior de encaje que encontró
en el cajón puesta le hacía sentir sucio... Sucio y caliente. No quería que sus deseos
se interpusieran en lo que tenía con el peli-rosa, jamás podría obligarlo algo y de
seguro se tiraría de un puente si eso llegaba a pasar.

— Kook —gimotea Jimin cuando sus manos se acercan peligrosamente al inicio de


sus nalgas—... Mmm...

Su cordura se estaba yendo a la mierda.


Tenía claro que debía detenerse ahora porque simplemente no podría hacerlo
después, pero por más que intentó alejarse no pudo y es que Jimin no dejaba espacio
entre ambos, le besaba con fuerza y le hacía sentir en cielo. Sin poder aguantar
mucho más bajo sus dedos con lentitud disfrutando del recorrido y apenas llegó a su
destino apretó el trasero de Jimin mientras le mordía el labios sin suavidad alguna.

— ¡Ah! —Gime el peli-rosa con fuerza y es la primera vez que Jungkook oye aquel
sonido prehistórico salir de su garganta— Mmm, sigue.

No podía más.

En ese momento le hubiese importado muy poco quien estuviese en la casa porque lo
único que deseaba era estampar a aquel dulce chico contra la cama y hundirse en el
hasta el fondo, disfrutando en su interior. Pero no podía darse ese lujo cuando se
hablaba de Jimin quien se merecía algo mejor que un simple revolcón. Debía
encontrar aquella parte de su ser que era lo más semejante a un caballero, aunque
parecía estar bastante perdida dentro de su cuerpo bajo su naturaleza animal y
masculina que imploraba por un poco más de aquel chico que le traía loco. No podía
dejarse llevar... No podía...

Y parecía que el destino lo sabía porque en ese momento sonó el timbre anunciando
que la pizza había llegado.

De mala gana se separaron mientras respiraban con dificultad. Jimin estaba con las
mejillas rojas a más no poder y Jungkook tenía el cabello completamente
desordenado. El timbre seguía sonando bajándolos directo a la realidad por lo que el
castaño fue el encargado de calmar un poco las cosas.

— Iré a recibir la pizza.

Sacó a Jimin de su regazo para salir casi corriendo de la habitación antes de hacerle
caso a la voz que gritaba en su interior que volviese a terminar lo que había
empezado. Se preguntaba a si mismo hasta donde hubiese llegado todo eso si el
timbre no hubiese sonado mientras bajaba las escaleras. Ni siquiera le puso mucha
atención al repartidor cuando abrió la puerta para recibir la comida y pagarle ya que
su mente seguía nublada con pensamientos lujuriosos más los gemidos de Jimin
haciendo eco. Jungkook siempre se había considerado como un chico bastante
regular, para nada insistente cuando se trataba de sexo. Nunca se había visto
necesitado o algo por el estilo, pero después de lo que había pasado hace unos
minutos en la habitación de arriba se podía decir fácilmente que se volvió adicto al
pequeño peli-rosa.

— Me vuelves loco, Park Jimin —susurro para si mismo cuando ya había cerrado la
puerta y despedido al repartidor para luego volver a subir las escaleras esta vez con la
pizza en mano.
Caminó con lentitud tratando de que su cuerpo se controlase y abrió la puerta de la
habitación empujándola con su pierna derecha. Aún llevaba una erección encima y
rogaba al cielo que Jimin no se diese cuenta para no hacerlo sentir incómodo, no
quería ser el típico idiota que solo podía pensar en la calentura cuando estaba a solas
con alguien. Respirando con más lentitud alzó la mirada directo al chico quien seguía
sobre de la cama esperándolo y por un momento hizo caso omiso a lo que había
cambiado.

— Aquí traigo la pizza, supongo que...

Pero a Jungkook se le cortó la respiración cuando se dio cuenta en las condiciones


que se encontraba Jimin. El había dejado al chico sentado sobre la cama con sus
mejillas rosadas y perfectas... Vestido. Ahora el peli-rosa se encontraba sin la camisa
y con los pantalones desabrochados que dejaban ver un pedazo de tela de encaje
blanca la cual traslucía con sensualidad la piel de Jimin. No estaba preparado para
esa imagen mental, ni mucho menos a lo que escucharía decir al chico después.

— Kook... Quiero... Quiero que me hagas el amor.

En ese momento Jungkook tenia dos opciones. La primera (y por cierto, la más
sensata) era decirle a Jimin que era una mala idea y que no quería hacerle daño
porque pensaba que se merecía algo mucho mejor que el para su primera vez. La
segunda (que era dada por su corazón e instintos combinados) sería que dejase de
tratar al peli-rosa como una muñeca de porcelana y hacerle el amor con todos los
sentimientos que tenía acumulados en el pecho. Las dos opciones eran opuestas
entre sí aunque a Jungkook no le tomó más de unos segundos elegir una.

Tiró la pizza sobre el escritorio sin delicadeza alguna para luego dar grandes
zancadas hacia la cama donde Jimin le miraba con ojos expectantes y devorarle la
boca en un beso insensato.

Esta de más decir que eligió la segunda opción.

(✧)

034.
Trước Sau

Frente a él había una obra de arte sin duda alguna. Su mirada recorrió cada rincón del
hermoso cuerpo que tenía a su disposición y podía asegurar que jamás se había
sentido tan afortunado como cuando vio a Jimin sonreír de lado hacia su dirección
dejando ver aquellas mejillas sonrosadas que tanto le gustaban. Jungkook estaba con
el pecho acelerado, quería que todo saliera bien porque se tiraría del puente más alto
si llegaba a hacerle daño a tan bella criatura que ahora iba a descansar en sus brazos
y entregarse por completo.

No lo arruinaría, eso podía jurarlo.

No sabía muy bien como todo encajaba, pero casi sin problema se quitó la camisa por
la cabeza para colocarse entre las piernas de Jimin sin dejar de besarlo en ningún
momento. Jungkook estaba demasiado concentrado en el peli-rosa, poco importaba si
en ese minuto el mismísimo cielo se caía sobre ellos, el tan solo estaba enfocado en
la hermosa piel suave que estaba bajo suyo y como esta se erizaba cada vez que su
tacto llegaba hasta lugares sensibles.

— Mmm...

Los balbuceos de Jimin llegaban a sus oídos como la música más bella que alguna
vez escuchó. Jungkook quería hacer las cosas de forma lenta, poder disfrutar de todo
eso y guardarlo en su memoria para no olvidarlo jamás, así que con lentitud comenzó
a palpar cada rincón del cuerpo de Jimin, conociendo mucho más allá de lo que
alguna vez pudo ver y disfrutando de la sensación cálida que ahora rebalsaba todo su
interior. Observaba al peli-rosa directo a los ojos y notaba como la mueca de este
reflejaba lujuria pura combinada con el brillo más inocente que se le asomaba por las
pupilas. Jungkook necesitaba todo eso, necesitaba a Jimin completo o no podría vivir
tranquilo nunca más.

Con cuidado, controlando aquella parte bruta suya que deseaba estampar al chico
contra la cama de forma dura, lo acomodó de tal manera que pudiese tener acceso
completo a toda la piel de este. Jimin se veía entregado, aunque Jungkook no pudiera
saberlo dentro de la mente del peli-rosa estaba bien clara la idea de que lo dejaría
hacer cualquier cosa, porque confiaba en el más que nadie en este mundo.

La mano derecha de Jungkook se ubicó en el pecho de Jimin y con una lentitud


tortuosa fue bajando mientras formaba un camino por el abdomen de este último
hasta llegar más allá de las caderas, donde la pelvis de Jimin estaba cubierta aún por
los pantalones pero aún así se podía ver la bella tela de encaje que estaba
esperándolo. Extasiado y con la garganta algo seca Jungkook sonrío antes de dejar
unos besos repartidos en la zona íntima de Jimin. Poco importaba si la ropa aún
estaba en su lugar porque ese gesto logró que el peli-rosa arqueara la espalda
deseando mucho más contacto.

— Quieto, mariposa —susurra Jungkook en tono ronco—. Prometo que se pondrá


mejor.

El castaño lleva ahora sus dos manos hasta el principio del pantalón de Jimin para
bajarlo con bastante agilidad. Unos segundos después la prenda yacía en algún lugar
olvidado de la habitación y en su lugar había quedado el sueño de Jungkook hecho
realidad. Ni siquiera sabía cuánto le afectaría ver a Jimin con aquellas hermosas
mejillas sonrosadas y solo una braga blanca de encaje cubriéndolo. Hasta podía ver
como la punta de el miembro del chico se escapaba de la ropa interior gracias a la
erección que traía encima. ¿Acaso se podía ver más caliente en ese minuto?

— No me mires tanto —dice Jimin avergonzado y trata de cubrirse el cuerpo con sus
manos pero Jungkook lo detiene de inmediato aferrando sus dos manos contra la
cama con suavidad.

— Ni loco —contrarresta de inmediato—, quiero ver el cuerpo de mi chico por


completo.

Al escuchar eso de inmediato Jimin toma a Jungkook por el cuello para unir sus labios
en un beso necesitado. Sus dientes chocaron ligeramente y sus lenguas ansiaban la
una a la otra. El castaño ahogo varios gemidos en la garganta de Jimin mientras este
movía las caderas haciendo que las pelvis de ambos se envolvieran en un vaivén
exquisito. Se separaron al tiempo después mientras el más bajo llevo sus manos
hasta el inicio del pantalón de Jungkook.

— Debo igualar las cosas, Kook.

Así ahora fue el pantalón del castaño el que se perdió en algún lugar del suelo. Tan
solo la ropa interior les cubría y eso ayudaba para que el roce de sus miembros fuera
más duro. Los dedos de Jimin se enredaron en el cabello castaño de Jungkook
mientras este besaba con devoción el cuello del chico que yacía bajo suyo. Ejercía
presión de vez en cuando, sobre todo cerca de la clavícula de Jimin donde ya existían
manchas rojas que dejó a su paso. Era difícil ocultar aquel lado posesivo suyo ahora
que estaba probando lo más exquisito que se le pudo presentar en su vida. Al menos,
debía asegurarse de que cuando Jimin se viese al espejo por la mañana recordase
que esa noche lo hizo suyo, como estaba planeando hacer ahora.

Cuando los vaivenes ya no fueron suficiente el peli-rosa alzó las caderas ansiando
más contacto y obtuvo como respuesta la mano de Jungkook escurriéndose entre las
bragas que llevaba para estrujar su miembro de forma dura y logrando que el cuerpo
de Jimin explotara en mil sensaciones llenas de placer.

Le hizo ver estrellas.

Al principio comenzó a masturbarlo lento y duro, pero pronto Jungkook aumento el


ritmo subiendo y bajando sus dedos con rapidez y acariciando la punta del miembro
con el pulgar de forma intercalada ganándose a cambio un montón de gemidos por
parte de Jimin quien estaba al limite rodeando el extasis. Jungkook siguió con su
trabajo hasta que siente como el chico se tensa llegando al orgasmo y rápidamente
saca su mano del lugar para cambiarla por su boca. Apenas sus labios rozaron la piel
del pene de Jimin este soltó un quejido agudo y se vino directo en su boca. Jungkook
se tragó la mayoría del líquido satisfecho y cuando alzó la mirada hacia el frente se
dio cuenta el chico tenía las mejillas al igual que tomates, demasiado avergonzado.

— Lo siento —susurra con voz entrecortada—, yo jamás... Yo jamás...

Pero Jungkook le atrapa la boca en un beso demandante que dejaba bastante claro
para ambos que aquello era solo el principio de una larga noche. Cuando se separan
el castaño tiene fuego en la mirada y toma la cara de Jimin pasando el pulgar por sus
labios que ahora eran dos cerezas demasiado apetitosas para su bien.

— No he terminado contigo, Mariposa.

El siguiente objetivo de Jungkook era deshacerse de la última prenda que estaba


sobre el peli-rosa. Enganchó sus dedos en la tela de encaje y tiro de esta hacia abajo
haciendo un camino desde la pelvis de Jimin, pasando por los mulos y terminando en
los pies de este. Amaba el cuerpo del chico, era pequeño en comparación al suyo,
pero demasiado suave y perfecto. Se trataba de un completo contraste contra sus
músculos y tatuajes a pesar de que ahora Jimin ya tenía uno en su clavícula. Cuantas
veces pensó en que ese chico no podía ser lo que el buscaba en una persona, pero
ahora se decía idiota a si mismo de solo recordarlo, porque el peli-rosa era mucho
mejor de lo que alguna vez imaginó para si mismo.

Jimin estaba con la mirada perdida en los brazos que le apresaban. Siempre le había
gustado ver los dibujos de tinta que Jungkook traía sobre la piel y aquella no fue la
excepción. Quería memorizar todo, quería conocer el cuerpo del más alto de memoria
porque sentía que ese privilegio era solo suyo y debía aprovecharlo. Era verdad que
de los dos Jungkook siempre había mostrado rasgos más posesivos en cuanto a su
relación, pero últimamente a Jimin también se le habían pegado distintas maneras de
demostrar que aquel chico le pertenecía.

Jungkook decidió que ya era hora de que empezara a intentar algo nuevo cuando
notó que el miembro de Jimin despertaba una vez ante los estímulos que le estaba
brindando. Separó las piernas del chico y bajó su cabeza para dejar en la zona de los
muslos varios besos húmedos, actuando como si quisiera devorarse por completo la
piel del más bajo. La cabeza de Jimin más sus pensamientos estaban alejadas cerca
de la luna y gimió alto porque ya no deseaba más juegos, quería a Jungkook por
completo, al tiempo exacto en que este último comenzó a tantear su entrada con el
dedo índice.

— Debes avisarme si te duele, Mariposa.

Jimin asintió obediente y fue allí cuando Jungkook se abrió paso en su interior con
rapidez y dejando un beso en sus labios para evitar que se quejara. Se sintió extraño,
pero intentó relajarse mientras el más alto sacaba y metía el intruso de su cavidad.
Primero era uno, luego dos y al final tres. Tragaba saliva frenéticamente mientras
mordía su propio labio ahogando el dolor que sentía. En el fondo sabía que así sería,
más que mal se trataba de su primera vez, tampoco esperaba saltarse la parte del
dolor, aunque estaba tranquilo porque Jungkook lo cuidaría.

— Relájate, Jimin... Prometo que te va gustar...

Así hizo. Cerró los ojos y se concentró en las caricias de Jungkook, la forma exquisita
en que sus dedos lo palpaban, hasta la manera en que respiraba... Tan fuerte. No
pasó mucho tiempo antes de que Jimin sintiese que necesitaba más y que estaba listo
para el paso final. Levantó las caderas intentando llevar un ritmo mucho más rápido
hasta que Jungkook se dio cuenta y rápidamente este último se deshizo de la última
prenda que los separaba quitándose los bóxers con algo de desesperación. Jimin
estaba absorto en cada movimiento, ya no había barreras entre ellos como si todo
hubiese desaparecido mágicamente. ¿Qué más se podía pedir en aquel momento?

— Debes decirme si quieres que pare —susurra Jungkook mirándole a lo ojos y Jimin
asiente.

— Lo prometo.

Con eso Jungkook estiro aún más las piernas de Jimin posicionándose con su pene
erecto justo en la entrada del último y lentamente comenzó a abrirse pasó en el
interior, ahogando un gemido grave que su garganta quería expulsar a causa del
placer. El peli-rosa cerró los ojos y se llevo una de las manos a la boca para evitar
gritar, no pensó que le ardería tanto y tampoco quería asustar a Jungkook con su
reacción. El dolor se esparció por su pelvis hasta que el más alto estuvo por completo
dentro suyo, ahí se detuvo esperando a que Jimin se acostumbrase a la intromisión y
mientras lo hacía dejaba pequeños besos justo en el tatuaje que el peli-rosa había
conseguido hace poco y que el mismo diseñó.

— Veo que te gusta mi tatuaje —cuando se siente mejor Jimin suelta una risa
mientras habla y Jungkook asiente.

— Te queda mejor de lo que alguna vez pensé.

Se quedan mirando un largo tiempo y Jimin estira su cuello ligeramente para atrapar
los labios de Jungkook con una sonrisa en el rostro. Aquella sensación de que todo
estaba cayendo en su lugar como piezas de rompecabezas le inundaba hasta los
poros y se sentía muy feliz al estar junto al chico que quería, piel con piel sin que
nadie pudiese separarlos.

— No quiero hacerte daño —susurra Jungkook con la cabeza gacha al terminar el


beso y a Jimin le parece la cosa más bella que alguna vez vio.

— Estoy listo, Kook. Quiero ser tuyo.


Y como si fuera lo que exactamente Jungkook quería escuchar dentro de sus ojos se
prendieron dos llamas para luego empezar a moverse dentro de Jimin con suavidad y
lentamente. Se hundía en el chico con devoción, estremecido por la sensación de su
miembro siendo apretado por las paredes de Jimin y a pesar de que si fuera por el
estaría llevando las cosas de manera dura nada le apuraba por más que las
sensaciones exquisitas le hicieran vibrar entero, prefería cuidar al chico ante todo a
dejarse llevar por su bruteza. El peli-rosa por su parte se aferraba a sus hombros con
fuerza soportando cada embestida, pensó que seguiría doliendo, pero de un segundo
a otro Jungkook aumentó la velocidad y en un empuje profundo tocó aquella parte
íntima de él que le hizo soltar un grito repleto del más profundo placer.

— ¿Estas bien? —Pregunta Jungkook preocupado y a Jimin se le dibuja una sonrisa


tonta en los labios.

— Más, quiero más ahí...

Para Jungkook los pedidos de Jimin eran ordenes así que tomo las caderas del chico
para darse mejor soporte y empezó a penetrarlo más rápido y duro. Los gemidos de
ambos llenaron la habitación conforme el sonido de las pieles chocando se hacía más
fuerte. Jimin tenía la espalda arqueada intentando disfrutar de todo el placer que
estaba sintiendo mientras Jungkook seguía dando embestidas directas a su próstata y
este último soltó una de sus manos para que entrelazaran los dedos apenas Jimin dio
señales de estar llegando al límite. Era demasiado lo que ambos estaban sintiendo y
quizá por eso Jungkook susurro dos palabras que tenía atascadas en el pecho hacía
un tiempo ya cuando posó su cara entre el cuello y el hombro de su chico.

— Te amo.

Jimin gimió alto al escucharlo y se corrió sobre su abdomen de una vez llegando al
clímax de la forma más exquisita que alguna vez imaginó. Las manos de ambos aún
seguían entrelazadas mientras Jungkook dio unas últimas embestidas y liberó su
semilla dentro del peli-rosa con un gruñido de por medio. Ambos se quedaron quietos
respirando estrepitosamente y solo unos segundos después Jungkook se dio cuenta
de lo que había dicho y el hecho de que quizá era demasiado pronto. Ni siquiera
quería levantar su cara para mirar a Jimin porque tenía miedo de haberlo estropeado
todo con esas estúpidas palabras...

Pero el peli-rosa pensaba distinto.

— Yo también te amo, Jungkook.

Ahí fue cuando Jungkook alzó la vista con los ojos bien abiertos observando como por
la cara de Jimin comenzaban a deslizarse pequeñas lagrimas y no pudo evitar tomar
el pequeño rostro frente a él y empezar a dejar un montón de pequeños besos por
todos lados. Ambos rieron y se sintieron completamente satisfechos con lo que había
sucedido.

Esa noche Jimin y Jungkook durmieron abrazados sabiendo que se pertenecían


el uno al otro.

(✧)

035.
Trước Sau

Despertar gracias al sonido de los pájaros con la luz del sol entrando por la ventana
era algo nuevo para Jungkook. Normalmente la encargada de sacarlo de los brazos
de Morfeo sería su alarma puesta en su celular con ese objetivo o algún mensaje de
Jimin preguntado si se verían ese día. Nunca fue amigo de las mañanas, dormir hasta
tarde era algo que hacía con bastante regularidad si no debía asistir a la escuela. En
un momento común y corriente se hubiese molestado, un ceño fruncido aparecería en
su frente y de seguro gruñiría cual perro a cualquiera que se le cruzase en su
camino...

Pero ese día Jungkook despertó con una sonrisa de oreja a oreja.

Las imágenes de la noche anterior llegaban a su cerebro una tras otra, llenándolo de
un calor tranquilizador que venía de la parte más profunda de su pecho. Sonreía como
un idiota porque no existía situación más gratificante que tener a la persona que te
hacía sentir completo a tu lado, durmiendo cómodamente sobre tu pecho con el
cabello desordenado y su mejilla rozando tu piel. Paraíso, eso era, paraíso en toda su
extensión y por eso Jungkook se sentía el ser más afortunado del planeta.

No pudo evitar abrazar el chico por la espalda para acercarlo un poco más. Cuando
se trataba de Jimin, Jungkook se comportaba de la misma manera que lo haría un
drogadicto quien nunca se encontraba satisfecho con la cantidad que consumía.
Intentó ser suave para no interrumpir el sueño del peli-rosa, pero aunque lo intentó
pronto sintió al chico comenzar a removerse sobre su pecho dando la señal de que ya
estaba despierto como el.

— Buenos días, Mariposa.

Jimin se frota los ojos como un niño pequeño y luego mira a Jungkook sonriendo
profundamente. Estaban tapados por las sabanas de la cama del primero y aún
desnudos bajo estas, pero poco importó mientras se fundían en un abrazo apretado
con el que se inciaría un nuevo día.
— Buenos días, Kook —susurra Jimin con la voz un poco ronca gracias a la
somnolencia— ¿Haz dormido bien?

Jungkook giró su cuerpo sobre la cama para enterrar su cabeza entre la almohada y
el cuello de Jimin. ¿Qué si había dormido bien? Ni siquiera recordaba algún momento
en el que se sintiese tan jodidamente cómodo y feliz. Jimin no tenía idea de lo que
preguntaba y Jungkook no tenía idea de como contestar sin parecer una maldita
colegiala enamorada.

— Perfectamente, Mariposa.

Jimin le da pequeños besos en la mejilla mejilla y Jungkook simplemente se deja


mimar. Quería quedarse en ese lugar para siempre, con su chico al lado sin que el
resto del mundo importase. Jungkook era una persona sencilla y lo seguía siendo. No
necesitaba más que al lindo peli-rosa en su vida para que esta fuese maravillosa. Eso
lo había comprobado desde que fue lo suficientemente valiente como para intentar
algo con el y lo tendría considerado el resto del tiempo que le quedaba de vida.
Estaba seguro de eso.

— Creo que es hora de que comamos —susurra Jimin soltando una leve risa—. Hay
que consumir la pisa que dejamos en el olvido ayer, ¿no crees?

Jungkook ni siquiera se había acordado de que tiró sobre el escritorio la pizza como
un verdadero animal y ahora que Jimin lo había mencionado su estomago rugió
fuertemente, dejando en evidencia su apetito. Riendo un poco más fuerte que sus
jugos intestinales Jimin quita las sabanas de la cama para salir de esta y buscar en su
armario un pantalón de pijama antes de ir a la cocina a recalentar la pizza. Jungkook
estuvo atento a cada movimiento, no solo porque quería que Jimin volviese a la cama,
sino también porque este estaba desnudo y tenía una gloriosa vista hacia el culo más
apetecible que alguna vez vio.

— ¡Deja de mirarme, descarado! —chilla Jimin cuando se da cuenta de lo que esta


haciendo y Jungkook revolotea los ojos.

— No es culpa mía que tengas un culo de maravilla, Mariposa.

Jimin niega con la cabeza divertido y se coloca de un tirón el pijama que había
encontrado. El castaño ni siquiera disimula el bufido que sale desde su garganta
cuando su chico ya no esta con la piel descubierta y se deja caer en la cama una vez
más para conciliar el sueño al menos unos minutos más.

— Iré a calentar la pizza, vuelvo enseguida.

Escucha a Jimin salir de la habitación y se queda a solas mirando al techo. Habían


demasiadas cosas pasando en el interior de Jungkook en ese momento y por primera
vez no se sentía abrumado gracias a eso. Era como si no hubiese tiempo para
preocuparse de nada porque lo único que estaba claro en su cerebro era el hecho de
que debía disfrutar de Jimin. Disfrutar de sus besos, de su voz, de cuerpo, de su
esencia, de su risa, de su todo. No había espacio para más, al menos no en ese
momento, aunque si había algo que le estaba molestando desde el día anterior y que
tenía la misma fuerza interior que los pensamientos sobre su chico.

¿Debería pedirle a Jimin que fuera su novio?

Jungkook era un completo idiota para las relaciones porque jamás se preocupo en
conservar una. Para él lo que tenía con Jimin era igual de real y formal que una
relación de novios, pero jamás se había dado el tiempo para preguntarle al chico
sobre ello. Pensaba que Jimin estaba bien con su forma de llevar las cosas, ¿pero
qué pasaba si no era así? Conocía al peli-rosa y sabía que amaba las cosas
románticas y, a decir verdad, Jungkook estaba trabajando en ello aunque fuese contra
su propia naturaleza. Así que, no sabía si era el momento indicado para pedirle a
Jimin oficialmente que fuese su novio o si simplemente debía dejar las cosas como
estaban sin molestarlo. Tan solo deseaba hacer feliz al cabeza de chicle, nada más.

Prefirió dejar sus pensamientos de lado y bajar a la cocina a ayudar a Jimin con la
pizza. Se levantó de la cama tomando los pantalones que estaban a la orilla de esta y
para colocárselos se afirmó de la mesita de noche que había a un costado
removiendo un panfleto que se encontraba sobre la superficie. Se colocó la prenda y
dejándose llevar por la curiosidad ojeó el papel que había encontrado que, después
descubrió, se trataba de un folleto de Universidad. Jungkook se extrañó, a pesar de
que con Jimin hablaban de muchas cosas hasta el momento el tema de los estudios
superiores no había salido a colación. Digo, ni siquiera Jungkook tenía planeado
asistir a la Universidad.

— No deberías ser metiche, Jeon.

Se asustó un poco al escuchar la voz de Jimin ya que ni siquiera se percató que había
vuelto a subir las escaleras. De inmediato dejó el panfleto de lado sintiéndose de lo
más entrometido mientras el chico daba pequeñas zancadas hacia él.

— Venía a decirte que ya estoy calentando la pizza y que deberías bajar —habla
Jimin sentándose a un lado de Jungkook sobre la cama—, pero veo que estabas
bastante ocupado.

El castaño se encoge de hombros disgustado.

— No me dijiste que querías ir a la Universidad...

Jimin había estado esperando tener esa conversación hacía semanas pero parecía
que el momento nunca llegaba y ahora se encontraba de sopetón con el. Suspira de
forma cansada y trata de no preocuparse porque el tema debía salir tarde o temprano.
— Es una de mis opciones... Ya sabes, tener una carrera. He estado ojeando algunas
y me ha llamado la atención estudiar para ser profesor, ¿puedes creerlo?

Claro que Jungkook podía creerlo. Jimin era inteligente y tenía buenas calificaciones,
jamás se hubiera atrevido a cuestionar su intelecto, pero en ese momento aún estaba
un poco confundido con el tema y lo que significaría para ellos que el peli-rosa se
marchase a una Universidad fuera de la ciudad a finales de año. Sabía que debía
ocultar las dudas que se generaban en su interior, pero le costaba un montón.

— ¿Planeas irte muy lejos? —Pregunta de inmediato tratando de que no se


distinguiera la voz queda que se le formaba en la garganta.

— Pues no lo sé, todas las buenas Universidades están en Seúl, la gran ciudad. Pero
también hay otras a los alrededores... Yo aún estoy viendo mis posibilidades.

Jungkook no deseaba ser egoísta, Jimin tenía derecho a seguir sus sueños, hacer
planes que no lo tomasen en cuenta porque era una persona autónoma, pero tenía un
opresión en el pecho que no le dejaba ver todo con claridad. En el fondo tenía claro
que se estaba comportando como un bebé mimado y no podía esperar que Jimin
fuese un bueno para nada sin metas en la vida como él lo era. El peli-rosa si tenía
futuro y no podía quitárselo.

— Ya veo —susurra en voz ronca—... Es genial, yo...

— Espera —le interrumpe a Jimin metiendo la mano al cajón de la mesita de noche y


revolviendo todo en su interior—. Creo que haz visto solo un folleto.

El castaño iba a preguntar a qué se refería, pero Jimin fue más rápido y le estiró a
Jungkook un panfleto que se encontraba un tanto arrugado aunque aún se podía leer
perfectamente su contenido. Sin poder evitarlo el más alto de los dos abrió los ojos
preguntándose a si mismo si acaso se trataba de una broma.

El folleto era de una Escuela de Artes.

— No pude evitar hacer un poco de investigación por ti, lo siento —Jimin parecía
avergonzado mientras frotaba sus manos con nerviosismo—... Pero tus dibujos son
geniales y allí piden un examen donde debes presentar tus trabajos... Tan solo pensé
que podrías tenerlo considerado aunque quizá ya tienes tus planes...

Jungkook no tenía planes, ni siquiera fe en si mismo y quizá por eso algo se removió
en su interior al notar que Jimin si creía en él. Era difícil de explicar, pero Jungkook no
perdía el tiempo preocupándose del futuro porque siempre parecía demasiado
incierto. Toda su vida vivió preocupado del presente, pensando en cómo se las debía
ingeniar para criarse por sí solo sin una madre que lo guiara. La Universidad nunca
estuvo en su mira porque ni siquiera sabía si tendría las agallas como para
enfrentarse a un proceso de admisión y esa era la única verdad.
— Yo...

Pero esta vez su intento de hablar fue interrumpido por el timbre resonando por las
paredes de la casa. Los dos chicos se miraron confundidos porque la madre de Jimin
no llegaría sino hasta el domingo.

— ¿Esperas a alguien? —Pregunta Jungkook.

— No... Quizá es uno de los chicos que nos vino a ver.

En sincronía se levantaron de la cama y se colocaron camisas para tapar sus torsos


desnudos. El timbre sonó un par de veces más hasta que Jimin gritó que ya iban a
abrir la puerta. No hubo respuesta del otro lado lo que fue mucho más raro, pero de
todas formas bajaron la escalera con rapidez para ver quien era la persona que los
molestaba a esa hora. Jimin tomó las llaves que su madre le había dejado y metió una
en el cerrojo para luego girar el pomo de la puerta. Jungkook estaba detrás de él y vio
el momento justo en que la puerta se abre dejando ver la silueta de un hombre
enfundado en un traje que se veía caro y con el semblante serio. No lo reconoció y se
preguntó si Jimin lo hacía apenas el tipo habló.

— Jimin...

Y aunque Jungkook quería preguntarle al chico de quien se trataba lo único que pudo
hacer en ese momento fue ver como Jimin azotaba la puerta en la cara del hombre
para luego empezar a temblar de forma frenética. El castaño no entendía que sucedía
y a pesar de que comenzó a preguntar pronto tuvo que guardar silencio al tener que
sostener a Jimin entre sus brazos porque estaba demasiado pálido y las lagrimas
descendían por sus ojos. No entendía nada y le dio mucho miedo ver al peli-rosa así,
tan perturbado.

— ¿Qué pasó, Mariposa? ¿Quién es ese tipo?

Jimin, quien estaba con la vista perdida en algún punto fijo en la nada, apretó su mano
con fuerza y sollozó con la cabeza agacha cual ciervo herido y casi como si le
hubiesen dado la noticia de que alguien murió. Jungkook trataba de calmarlo, pero
poco sirvió. Lo único que saco después de unos minutos fue escuchar unas palabras
que jamás se le había pasado por la cabeza que las oiría, mucho menos de la boca
de Jimin.

— Era... Era mi padre —susurró el chico y una vez más se largó a llorar.

Y algo muy parecido a un mal presentimiento invadió a Jungkook.

(✧)
036.
Trước Sau

Las siguientes horas fueron un verdadero caos para Jungkook porque a pesar de que
deseaba consolar a Jimin no tenía ni idea de cómo hacerlo. Tan solo se limitó a
abrazarlo mientras le susurraba al oído la promesa de que no lo dejaría en ningún
momento y que podía contar con que estaría a su lado sin importar nada. A pesar de
que el chico le sonreía agradecido por sus palabras en el fondo sabía que no era
suficiente, se ponía en el lugar de Jimin y notaba que por más que intentase que no le
afectará lo que sucedía, era casi imposible sacarlo del trance en el que ahora se
encontraba.

Su padre. ¿Ese hombre era su padre?

Habían hablado una vez de ello y nada bueno. A Jimin le afectaba demasiado tocar el
tema así como le pasaba a el mismo cuando se mencionaban los recuerdos de su
madre, por lo que era de esperarse que el chico ahora estuviese casi catatonico
rogando que llamase a a la señora Park para contarle lo que había sucedido.
Jungkook asintió pero antes dejó a Jimin recostado sobre el sofá cubierto con una
manta y a punto de dormirse gracias al cansancio, luego con cuidado se dirige a la
habitación donde estuvo hablando con la madre del peli-rosa al menos media hora
tratando de explicar lo poco y nada que entendía de la situación. Fue ese el momento
exacto en que Jungkook se sintió bastante inservible para estar con Jimin.

Después de la llamada Jungkook se frotó la cara con fuerza y bajo las escaleras para
ir hasta el sofá donde se encontró a un Jimin despierto mirando directamente a un
punto hacia la nada. Jamás le había visto de esa forma, tan retraída y sin emoción.
Normalmente el peli-rosa era el tipo de persona que sonreía sin importar la situación y
era quizá por eso que Jungkook lograba encontrar algo de consuelo en su aura cada
vez que las cosas le sobrepasaban, pero ahora estaba jodidamente asustado porque
aquello había desaparecido.

— Estuve casi diez años sin el —susurró Jimin perdido y Jungkook se acercó de
inmediato hacia el—. Diez años preguntándome que hubiese pasado si tan solo fuese
un chico normal, sin mis manías femeninas.... ¿Estaría orgulloso de mi? ¿Me hubiese
enseñado a jugar beisbol? ¿Me habría dicho que soy lo mejor de su vida? —Un
sollozo escapa de su garganta y Jungkook toma su mano entrelazando los dedos de
ambos con fuerza, comportándose algo así como un soporte para su chico— Yo había
dejado eso atrás porque tengo a mamá a mi lado y ella nunca me juzgó... Él no tiene
derecho a aparecer de nuevo, no tiene derecho a volver a mi vida con tan solo llamar
a la puerta... ¡Yo no lo quiero aquí!
Y las lágrimas de Jimin vuelven a rodar por sus mejillas cuales cascadas mientras
Jungkook solo es capaz de abrazarlo dejando claro que no se no movería de allí hasta
que todo mejorase. Ver a Jimin en ese estado era la peor tortura que alguna vez le
dieron, porque simplemente no podía hacer nada para quitarle aquel dolor que venía
desde el interior del chico y que amenazaba en forma de susurros destruirlo por
completo.

Al día siguiente Park Youngmin llegó a casa temprano por la mañana encontrándose
a los dos chicos acurrucados en el sofá como si fueran dos animalitos indefensos que
esperaban la llegada de algún protector. Dormían profundamente y no quiso
despertarlos, solo se limitó a dejar un beso en la frente de su hijo y luego subió las
escaleras a dejar su maleta en orden intentando aligerar dentro de su mente los
pensamientos explosivos que le carcomían desde que recibió la llamada de Jungkook
el día anterior.

No podía creerlo. Después de tantos años una vez más volvía a sentir miedo del
padre de su hijo. Durante estos últimos años Jimin había sido su única preocupación
por lo que casi no recordaba el asunto sobre el abandono de su ex marido. No tenía
tiempo para preocuparse de esas cosas, se decía a sí misma. Su misión era cumplir
con el deber de cuidar de su hijo así que no podía dejarse llevar por el dolor que le
había causado la separación a pesar de que sí se casó enamorada y no era de
piedra. Su propio bienestar pasaba a segundo plano cuando se hablaba de Jimin,
pero jamás se arrepentiría de ello porque después de mucho tiempo su hijo volvió a
ser feliz, cosa que por un momento pensó que jamás volvería a ver...

Sus pensamientos fueron fueron interrumpidos con un sonido proveniente del primer
piso y aquel miedo que había parecido en ella se intensificó cuando escuchó el timbre
sonar. De inmediato bajó las escaleras y lo primero que vio al llegar hasta la entrada
fue a Jimin abrazando a Jungkook como si su vida dependiese de ello. La señora Park
casi volvió en el tiempo hasta esos años donde su hijo era un pequeño de siete años
que lloraba cada vez que su padre le gritaba que era demasiado femenino. No podía
soportarlo y sabía que Jimin tampoco.

— Llévatelo a la habitación, Jungkook.

El castaño asintió y se llevó al chico aunque este parecía no estar muy convencido.
Solo cuando estuvo segura de que ambos estaban asegurados en el lugar se atrevió
a abrir la puerta. Pero claro, nada la preparó para volver a enfrentarse a su ex esposo,
aquel que la abandonó hacía diez años y de quién no supo hasta ese día. Mirarlo
directamente a los ojos fue como rememorar todas las peleas, todo lo que alguna vez
le hizo daño no sólo a ella sino también a su pequeño Jimin.

Park Dongyul había dejado de ser el padre de su hijo hace mucho.


Por más que se viera como si nada había cambiado (ya que el hombre lucía
prácticamente igual a como se fue) a simple vista se podía notar que todo estaba roto
entre ambos y entre su pequeña familia en general. Lo último que supo de él era que
se había mudado a la gran ciudad para empujar su propia empresa, como nunca pudo
hacerlo cuando estuvo con ellos. Ahora miraba al individuo frente a ella que llevaba un
traje a la medida más un maletín en la mano derecha y se daba cuenta de que no era
otra cosa sino la llave a un montón de recuerdos tristes.

— Youngmin... —La voz del hombre es dura, tal y como la recordaba, le hace temblar
un poco, pero logra disimularlo— Ha pasado mucho tiempo...

Claro que había pasado mucho tiempo, diez años. El hijo que había dejado atrás
ahora tenía diecisiete y era casi un adulto. La vida había seguido dejando pensar la
señora Park que con eso no tendría que preocuparse nunca más de ex esposo. Pero
ahora le veía ahí, plantado frente a ella como si nada, metiendose los malditos diez
años al bolsillo como si fuesen cualquier cosa.

Estaba enojada, frustrada y triste.

— Deberías irte, Dongyul. Tú no tienes nada que hacer aquí.

Intentó cerrar la puerta pero el hombre la detuvo con un papel en mano. Youngmin no
entendía que estaba pasando hasta que escuchó las palabras más temidas
pronunciadas por Park Dongyul.

— He venido con una orden de la corte. Comencé un proceso para obtener la


custodia de Jimin —sentencia con voz aún más dura y más potente—. Quiero que mi
hijo este conmigo porque yo puedo darle la vida que merece y la educación que
necesita... He vuelto por él, no por ti.

Todo se congeló tanto así que se podía ver que la señora Park se había quedado sin
respiración. De todas las cosas que aquel individuo podría haber echo en su contra
aquello era la peor, porque claro, no podía olvidar el hecho de que Dongyul era
abogado y uno bastante reconocido a nivel nacional. El solo pensamiento de que
pudiesen alejar a Jimin de su lado le hizo sentir débil, a punto de desmayarse. ¿Cómo
se suponía que iba a enfrentar todo eso ella sola?

— Será mejor que abras la puerta y hablemos como gente civilizada, Youngmin.

Pero no le daría aquel gusto, de eso estaba segura. Por eso la señora Park tan solo
se limitó a abrir la puerta, coger el papel que su ex marido estaba estirando y decir en
voz alta:

— Pelearé en la corte. No me interesa por cuanto ni contra quien, pero tú no te


llevarás a mi hijo.
Y la puerta se cierra de un portazo mientras Youngmin tiembla al igual que un
cachorro herido. Al ver el papel que ahora estaba en sus manos se da cuenta de que
es real y que está citada al siguiente día a declarar para empezar con el proceso
judicial que conllevaba la pedida de custodia por parte de su ex marido hacia Jimin.
Ella no era experta en términos legales y ya estaba tratando de idear la forma en que
conseguiría un abogado para la situación. No podía ser cualquiera, debería ser el
mejor si quería enfrentarse a Dongyul y tener posibilidades de ganar. El tiempo se le
acababa tan rápido que hasta respirar le costaba más de lo necesario, debía hacer
algo, cualquier cosa.

Y en ese momento oye a alguien en la escalera.

Pensó que se trataría de su hijo y ni siquiera estaba segura de cómo le diría la razón
por la que su padre había vuelto después de tantos años. Se giró con pesadez, pero
apenas se dio cuenta de que no se trataba de Jimin el pecho le descanso un poco.

— ¿Qué ha sucedido? —Le pregunta Jungkook y Youngmin solo se pasa las manos
por la cara con hastío y cansancio.

— Quiere llevarse a Jimin... Quiere llevárselo con él... Ha venido hasta con la orden
de la corte.

Jungkook tragó saliva y de inmediato miró hacia atrás. Jimin seguía en la habitación y
probablemente no había escuchado aquella atrocidad. Se preguntaba a si mismo
como tomaría aquel golpe bajo después de haberse desmoronado con tan solo ver a
su padre durante unos segundos. Casi parecía que un tornado estaba pasando por la
casa de los Park destruyendo todo a su paso sin que pudiesen detenerlo.

— El padre de un amigo es abogado —susurra cuando vuelve a mirar a Youngmin—,


puedo hablar con el para que los ayude.

La mujer asiente.

— Sí, por favor, Jungkook... Necesito toda la ayuda posible.

Ambos se miran sin tener mucho más que decir. Jungkook deseaba hacer algo para
mejorar las cosas, pero claramente estaba fuera de su alcance. Tan solo le quedaba
intentar actuar como un pilar para Jimin, quien ahora se enteraría de todo y ni siquiera
sabía si podría soportarlo. Puede ver a través de los ojos de la madre del chico la
angustia que ahora reinaba en el ambiente. Con eso podía darse cuenta de lo frágil
que es la vida y como está pueda dar un giro de 180 grados sin previo aviso.

— Jungkook... —Le llama por última vez la mujer antes de que este se devuelva a la
habitación.

— ¿Sí?
También podía notar el miedo en la señora Park, ese sentimiento genuino de pánico
por perder a Jimin y era inevitable que se le traspasará un poco del mismo. ¿Qué
pasaría si finalmente el padre del chico se lo llevaba? ¿Lo volvería a ver alguna vez o
simplemente quedaría como un vago recuerdo en su memoria? La única respuesta
que tenía bastante clara en su mente era que no estaba listo para dejar ir a Jimin.

— Cuídale —le pide con un hilo de voz la señora Park—, cuídale mucho, por favor.

Jungkook asiente. Esa era una promesa.

(✧)

037.
Trước Sau

El cielo estaba oscuro, tuvo que sentarse a un costado del ventanal para poder
observar la noche poblada de estrellas que estaba tomando a lugar justo en frente
suyo. Todo estaba en silencio seguramente porque eran las cuatro de la mañana y
tanto su madre como Jungkook se encontraban durmiendo intentando descansar un
poco el cuerpo y la mente. Jimin debería estar haciendo lo mismo, pero simplemente
se le hace imposible con el torbellino de pensamientos en el que se ha convertido su
mente durante el último día.

Su padre había vuelto y quería llevarlo con él.

La idea le causaba escalofríos y se ponía rígido de tan solo imaginarlo. Luchó tanto
tiempo para poder adecuarse a su forma de ser, sin importarle las miradas de odio ni
la discriminación constante. Le era inevitable asegurar que su padre le haría
retroceder años de intentos por auto-amarse y se negaba a darle aquello. Había
puesto mucho esfuerzo, le gustaba ser femenino aunque al resto le pareciese extraño
y, más importante aún, había encontrado a alguien que lo amaba sin importar los
detalles de su personalidad. No quería tirar eso a la basura por un extraño que le
abandonó diez años atrás al no ser capaz de comportarse como un padre
comprensivo que apoyaría en todo a su hijo.

Inevitablemente abrazo sus piernas y escondió el rostro entre las rodillas para
comenzar a llorar y amortiguar el ruido. Sus ojos ya estaban bastante hinchados al
haber estado sollozando durante horas, pero era como si algo se hubiese activado en
su interior liberando todas aquellas lagrimas que estuvo guardando durante su
infancia y que ahora encontraban otra vez el motivo para correr lejos de sus ojos. Le
dolía, le dolía todo gracias al miedo que le carcomía por dentro.
— Deberías volver a la cama, Mariposa.

Alzó el rostro encontrándose con la mirada dulce de Jungkook siendo iluminada por el
reflejo de la luna. Le fue inevitable apoyar su cabeza en las rodillas sin dejar de
observarlo, disfrutando de aquella belleza natural que emanaba el castaño aunque
llevase el cabello despeinado y las ojeras se le acentuarán en el rostro.

— Creí que no te había despertado al bajar —contesta finalmente—, lo siento.

Jungkook se le acerca para tomar asiento justo a su lado. Apenas le mira porque
parece estar bastante absorto en el cielo y Jimin no le culpaba. Era raro ahora
encontrar noches tan estrelladas como esa.

— Siempre me doy cuenta cuando sales de la cama —admite Jungkook casi en un


susurro para si mismo—... No puedo seguir durmiendo cuando no te siento a mi lado,
supongo que me he acostumbrado demasiado a ti.

A Jimin se le dibuja una pequeña sonrisa en el rostro, muy corta, pero realmente
genuina. Todo gracias al chico que tenía justo a su lado y que hacía que su corazón
latiese a mil por hora.

— ¿Acaso Jeon Jungkook se ha enamorado de mí? Eso sí que no podría creérmelo.

Aquello sale con ligereza de su boca y apenas nota lo que ha dicho en realidad.
Intentó que sonase gracioso como siempre bromeaban entre ellos, pero se dio cuenta
de que Jungkook no lo tomó así. El chico miraba hacia el piso de forma seria, con el
semblante perdido en la nada. Por un momento Jimin pensó que lo había arruinado,
que quizá era demasiado pronto para hablar de temas así, pero cuando escuchó las
palabras de Jungkooo el corazón casi se le sale del pecho.

— ¿Algún problema con eso? Ha sido inevitable para mi.

Las mejillas se le tornan rosadas porque a pesar de que Jungkook haya hablado con
aquel tono tosco que empleaba el noventa por ciento del tiempo Jimin sabía que
aquella era una declaración, por más tonto que sonase.

— ¿Es enserio? —Le pregunta sin poder creerlo por completo, quizá lo comprendió
mal— ¿Es enserio, Kook?

Y Jungkook por fin se digna a mirarlo aunque se siente débil. Bajo la luz de la luna
ambos chicos comparten un silencio de al menos unos segundos y tan solo se puede
escuchar sus respiraciones. Ni siquiera sabían por qué estaban tan nerviosos
después de haber avanzado tanto.

— Ayer te dije que te amaba... Supongo que hablo enserio.


Sí, Jimin lo había escuchado y también le dijo que lo amaba, pero el amor se podía
sentir no tan solo con el chico que te gusta, sino también existía el amor de los amigos
y el fraternal. Enamorarse era algo más profundo, algo que marcaba el punto sin
retorno cuando se hablaba de sentimientos.

— Es que enamorarse es mucho más... Prácticamente me estas dando tu corazón y


debes estar seguro... Quizá yo no sea...

Su cháchara simplemente es interrumpida por las labios de Jungkook moviéndose


suavemente sobre los propios y haciéndole olvidar lo que estaba diciendo. No
importaba cuanto intentase explicarse, Jungkook no dejaría que siguiera planteando
algo así porque Jimin se merecía todo aunque él no lo creyese.

— Tu te mereces más que eso —susurra cuando el beso termina y posa su mano en
una de las mejillas de Jimin—, y yo te lo daré todo... Absolutamente todo de mí.

Algo se asusta en el interior de Jimin al escuchar tales palabras. Jungkook estaba


demasiado dentro en su corazón y sería muy difícil sacarlo si las cosas salían mal.
Tiene miedo, miedo de ser abandonado de nuevo y esta vez por el chico que ama con
locura. Siente que nunca será suficiente, que en algún momento Jungkook se
aburriría de él así como su propio padre lo hizo.

No podría soportarlo.

— No quiero perderte —le dice finalmente escondiendo su cabeza en el hombro del


castaño—... Si te pierdo a ti ya nada tendrá sentido para mí.

Jungkook lo entiende por completo y es que se siente de la misma forma. Jimin había
llegado a su vida como esa parte que le faltaba después de haber perdido a su madre
hacía tantos años. Jamás se había compenetrado tanto con alguien y de aquella
forma tan profunda. Dudaba que eso fuera algo que se pudiese repetir, así que si
perdía a Jimin no quedaba nada más.

— No me perderás porque yo no quiero perderte a ti.

Esa noche se quedan abrazados mirando las estrellas. Poco importaba si las cosas se
ponían peor después, al menos por unas horas no les preocupaba nada más que
estar en los brazos de otro.

Y eso bastó, al menos por un momento.


• • •

Salió temprano de la casa de Jimin para ir a hablar con Taehyung. Sabía que el padre
del chico podía ayudarles y prestar consejos legales a la señora Park, por lo que iba
caminando bastante apurado para alcanzar el autobús que le dejaría frente al
departamento. Había descansado muy poco por la noche y seguía igual de
preocupado que antes, parecía que no era capaz de controlar la presión de los
acontecimientos, aunque claramente no lo demostraba frente a ninguno de los Park.
Ese era el momento donde Jungkook debía guardarse todo lo que sentía (como la
mayoría del tiempo) y dedicarse a ayudar (lo que no sucedía nunca).

Cuando llegó a la parada de autobús se dispuso a esperar mientras le mandaba un


mensaje a Jimin indicándole que lo vería por la tarde. Ese día ambos faltarían a la
escuela porque el peli-rosa dijo no ser capaz de sentirse cómodo sabiendo que su
madre estaría declarando en la corte mientras el asistía a clases de matemática.
Jungkook entendió por completo y le dijo que el le acompañaría hasta que regresase.
Debían esperar la respuesta de Youngmin para estar seguros de si comenzarían con
el proceso legal.

A pesar de que estaba bastante distraído mientras tecleaba sobre la pantalla del
teléfono pudo escuchar el motor de un auto deteniéndose frente a él. Confundido alza
la vista encontrándose con un vehículo negro aparcado sin importarle que existiese un
semáforo justo delante de él. Jungkook iba a gritarle algo para que se moviese, pero
antes de poder hacerlo la ventana del copiloto se baja y deja ver a quien estaba
conduciendo el automóvil.

¿Acaso era un chiste de mal gusto?

— Pareces ir atrasado a algún lado —la voz del hombre era grave, casi como la de un
asesino serial—, ¿te llevo?

Era primera vez que miraba tan de cerca al padre de Jimin y parecía que algo había
aflorado desde su interior quemandolo todo a su paso. Tuvo que apretar los puños
con fuerza para evitar alterarse.

— ¿Por qué me subiría a un auto con usted?

El hombre sen encoge de hombros, casi como si le costase muy poco convencerlo.
— ¿Acaso no te interesa saber por qué hago esto? Si eres cercano a mi hijo de
seguro te lo estarás preguntando, porque Youngmin no me deja explicar nada.

Había un punto crucial que era verdad. Jugnkook venía carcomiéndose el cerebro
desde que todo había comenzado preguntándose a si mismo muchas cosas. ¿Por
qué volver ahora? ¿Por qué después de tanto tiempo? Y esas preguntas no podían
ser contestadas por nadie más que el despreciable hombre que tenía justo al frente.
Quizá era una mala idea y si Jimin se enterava podría enfadarse bastante con él, pero
habían muchas dudas que necesitaban explicación, demasiados cabos sueltos que
requerían respuestas.

Así que se levantó, abrió la puerta del auto y se sentó en el lado del copiloto.

— Espero que lo que tenga que decir sea importante —sentencia cuando se coloca el
cinturón porque no dejará que aquel hombre pueda intimidarlo—, no estoy para perder
tiempo con nadie.

Park Dongyul sonríe de lado mientras pone en marcha el auto.

— Yo también quiero saber muchas cosas, chico. Podemos ayudarnos mutuamente.

Ambos se miran unos segundos con los semblantes totalmente serios para luego
volver la vista hacia el frente. Era imposible predecir lo que pasaría en ese momento,
pero Jungkook estaba decidido a obtener respuestas que pudiesen ayudar a Jimin.

O al menos eso intentaría.

038.
Trước Sau

— ¿Te ha hablado de mi alguna vez?

El silencio se había instaurado entre los dos ocupantes del automóvil mientras este
avanzaba a través de las calles de la ciudad. Jungkook fue incapaz de retener la risa
amarga que se le formó en la garganta. La pregunta estaba demasiado fuera de lugar,
así como la situación.

— Pues claro que lo hizo. Pero nada bueno salió de allí.

Solo dijo eso y se limitó a observar cada rincón del vehículo, tratando de buscar
alguna pista que pudiese servirla a Jimin y su madre. La verdad era que no había
mucho ahí, tan solo el olor a auto lujoso y cuero. Todo estaba ordenado, sin polvo.
Notaba que el tipo a su lado era meticuloso y ordenado, además de obviamente
poseer bastante dinero como para ir viajando en un auto así.
— Sé lo que estarás pensando —empieza tratando de simpatizar el señor Park—...
Que soy un mal padre por haberme ido durante tanto tiempo, pero yo no quise
abandonar a Jimin de esa forma... Les mandaba dinero cada mes, una suma bastante
considerable que volvía a aparecer en mi cuenta al otro día porque Youngmin jamás
lo aceptó.

— ¿Y solo de eso se trata? —Pregunta Jungkook con el ceño fruncido— ¿Esto es por
dinero? Porque aunque no soy padre se muy bien que los hijos necesitan mucho más
que eso. A Jimin no le faltó lo material, pero si una figura paterna que lo apoyase sin
importar nada.

Ve como Dongyul aprieta un poco el volante. Dio justo en el blanco al parecer.

— No tienes idea, tu no estuviste ahí. ¿Sabes lo malditamente difícil que es ver como
se burlan de tu propio hijo por ser un afeminado? Intente protegerlo, intenté que
aprendiera a ser normal.

— Pues es más idiota de lo que pensé entonces —sentencia de una vez Jungkook
apretando los puños y viendo como los nudillos se le colocan blancos—. Porque
enseñándole a un niño a gritos y golpes es la formula perfecta para el fracaso... Usted
no debía enseñarle a ser normal, debía estar con él para que supiese que todo estaría
bien. Él sufrió mucho y ahora esta sufriendo de nuevo porque el jodido padre que le
abandonó hace años volvió como si nada, como si todo el daño que le había echo
jamás sucedió. ¡Mierda! ¿Acaso no puede pensar en el por un momento?

Su respiración era bastante agitada y tuvo que calmarse para no gritar como un loco
dentro del auto. En ese momento a Jungkook solo le importaba una cosa y esa era
que nadie volviese a lastimar a Jimin. No importaba contra quien tuviese que
enfrentarse para lograrlo, no estaba dispuesto a que su chico pasase por más cosas
que las que ya había vivido durante su vida.

— ¿Estas con él, no?

La pregunta llega cuando Jungkook ni siquiera se da cuenta y queda por unos


segundos perplejo. No entendía qué tenía que ver eso con la conversación, pero
tampoco iba a ocultar su relación con Jimin.

— ¿No crees qué deberías preocuparte de otras cosas en vez de preguntarme si


estoy con tu hijo? A lo que, por cierto, la respuesta es sí.

Dongyul niega suavemente con la cabeza y hace una mueca que Jungkook apenas
puede notar.

— Me interesa la vida de Jimin... Aunque no me parezca como la esta llevando.


Aquella fue la gota que rebalsó el vaso y Jungkook sintió que ya no podía actuar como
una persona civilizada por más que lo intentase.

— ¿Me esta jodiendo? —comienza y aprieta la mandíbula— ¿Te atreves a cuestionar


la forma en que vive tu hijo después de que le abandonaste durante años? Eres un
maldito y un maldito con ganas. Jimin es gay, es femenino, es él. ¿¡Por qué mierda no
le dejas vivir en paz!? ¡Jamás le ha echo daño a nadie! Son las personas las que han
jugado con él y lo han lastimado, ¿eso esta bien?

— ¿Tu no entiendes nada, cierto? Pues claro que no si apenas eres un mequetrefe
que no tiene idea de lo que es el mundo real... La vida que Jimin lleva siempre será
así, siempre sufrirá por lo mismo. Dime, ¿acaso alguien se mete contigo? —Jungkook
no responde y Dongyul vuelve a apretar el manubrio del auto— Pues estoy seguro
que no ya que tu maldita fachada con tatuajes y mierdas en la cara da miedo, pero
ese no es el caso de Jimin. No quiero que mi hijo siga así, tu mismo dices que lo
lastiman por comportarse de aquella forma y yo quiero llevármelo de aquí para que
pueda empezar una nueva vida en la Universidad, alejarse de este maldito lugar que
le consume.

— ¿Y lo alejarás de su madre para que eso suceda? Si conocieras un poco a Jimin


sabrías que aquello lo mataría, le desgarraría por dentro. El vive por su madre y
también me tiene a mi aquí para defenderlo. No necesita de usted y su jodido dinero
para la Universidad, lo solucionaremos y será feliz, ¿entendió? Es mejor que vuelva
por donde vino porque ya es bastante tarde para dárselas de padre del año —con eso
último Jungkook se desabrocha el cinturón de seguridad rápidamente y fulmina con la
mirada al padre de Jimin—. Detenga el auto, voy a bajar.

Dongyul solo suelta un suspiro cansado antes de estacionar el auto a un lado de la


acera, no le veía el caso a seguir insistiendo con esa conversación al igual que
Jungkook quien se bajo del auto con destreza y miró una última vez al hombre.

— En el fondo sabes que tengo razón —sentencia Dongyul como último intento—,
Jimin jamás será feliz aquí por más que tu y Youngmin lo tengan en una burbuja.
Cuando este solo lo volverán a lastimar y así será día tras día. ¿Eso es vida para ti?
¿Así será feliz?

Algo inevitablemente hace eco en la mente de Jungkook y no pudo evitar pensar en la


vez que habían golpeado a Jimin en la escuela más el hecho de que seguramente si
el no estuviese pegado a él a todo momento cuando asistían a la institución eso se
volvería repetir. Quiere alejar aquello de su mente, pero simplemente no puede
negarse a si mismo que existía algo de verdad en las palabras de aquel hombre...

Pero no, Jimin no se iría con él.


— Le sugiero que piense en su hijo y en el daño que usted le hará si lo aleja de su
hogar. Jódase la vida solo, a él no lo toque o yo mismo voy romperle cada hueso del
cuerpo.

Cierra la puerta con fuerza y sale de allí antes de cometer una locura.

• • •

No recordaba haber estado tan nervioso en toda su vida, ni siquiera las lamidas que
Baekdu propinaba contra su mejilla eran capaces de hacerle sentir un poco mejor. Se
encontraba solo en casa esperando a su madre y a Jungkook. Este último le había
mandado un mensaje diciendo que se demoraría un poco más de lo previsto, pero
que llegaría lo antes posible. A pesar de que Jimin dijo que no le importaba la verdad
era que necesitaba mucho del castaño en esos momentos. Con Jungkook se sentía
seguro, solo el lograba poner en un ritmo normal su agitado corazón y siempre sabía
que decir para poder animarle un poco. Ni siquiera se había dado cuenta el momento
en que se volvió tan dependiente del chico, pero ya no podía evitarlo.

Dio vueltas en la cama para hacerse bolita mientras Baekdu caminaba sobre suyo,
como todo cachorro hacía alguna vez con su dueño. Jimin sabía que no podía
quedarse así para siempre, sufriendo en silencio gracias a los recuerdos de su
infancia y con las lagrimas amenazando salir por sus ojos cada cinco minutos. Debía
enfrentar la situación, ser fuerte para apoyar a su a su madre y no una simple carga
por la que todos debían preocuparse.

Pero le costaba, le costaba demasiado.

Le gustaría que todo no le afectase de esa forma, que ver aquel hombre no provocase
nada en su interior además de desprecio, pero Jimin estaba herido, profundamente
herido y dolido. Desde que su padre le dejó a los siete años se preguntaba a si mismo
qué había echo mal, o por qué no podía dejar de ser así. Hubo años durante los
cuales se obligaba a jugar con autitos de juguete pensando que con eso volvería a ver
a su padre cruzando el umbral de la entrada. Perdió la esperanza a los trece, dando
paso a una fuerte depresión que le carcomió por años y que había pensado que logró
superar meses atrás, pero ahora parecía que todo ese esfuerzo se había ido a la
basura porque su progenitor apareció nuevamente y ahora quería sacarlo de su hogar
como si de una maldita mascota se tratase. Era injusto, demasiado injusto.

Mientras seguía con la mirada pérdida y divagando con sus pensamientos logró
escuchar la puerta del primer piso abrir y luego cerrarse. Al igual que un resorte se
levantó de la cama para ver de quién se trataba y aunque cuando bajo esperaba
encontrarse con Jungkook solo vio a su madre sentándose en el sofá de la sala con la
cabeza agacha y las manos cubriéndole el rostro. Jimin tragó saliva asustado, casi
como un acto reflejo. Algo malo había sucedido, de eso estaba seguro. Por un
segundo pensó en devolverse a su habitación para ocultarse de cualquier cosa y
esperar a Jungkook para que le ayudase a enfrentarlo, pero se lo prohibió a si mismo.
Debía hacerlo por sí solo, ayudar a su madre con todo lo que fuese necesario.

Caminó hacia ella a paso lento y se sentó a un costado del sillón antes de posar su
brazo sobre la espalda de la mujer. Podía sentir los pequeños sollozos que emanaban
de la garganta de Youngmin y a pesar de que no deseaba preguntar lo hizo.

— ¿Qué pasó, mamá?

La mujer levantó la mirada con los ojos cristalinos para poder observar a su hijo.
Llevaba el semblante de una mujer asustada y aterrada de que pudiesen quitarle lo
más importante de su vida, rota en su más pura expresión. Jimin no tenía idea de qué
hacer, mucho menos cuando escuchó lo que su madre tenía para decir.

— El juicio es en una semana, ha logrado adelantarlo todo gracias a sus malditos


contactos. No podemos detenerlo, lo intenté y no pude.

Jimin tembló. ¿Qué pasaba si finalmente debía irse con su padre? Para él aquel
hombre solo era un desconocido, alguien que formó parte de su vida y luego se fue
sin dejar rastro. No había un lazo entre ellos, ni nada parecido. ¿Cómo podría vivir
con alguien que no conoce?

— ¿Puedo... Puedo yo hacer algo? —La pregunta se escucha más como un ruego y
su madre le pone una mano en su mejilla como lo hacía cuando era pequeño y había
tenido una pesadilla.

— Yo no quería llegar hasta este extremo, no quiero exponerte... ¡No es justo para ti,
hijo!

— ¿Qué es lo que debo hacer? Por favor, dímelo.


Youngmin esta desesperada, siempre buscó proteger a Jimin y ahora sentía que le
estaba fallando a su hijo. Solo había una opción, el abogado de la corte se lo había
dicho y ella se negó rotundamente pensando que podría solucionarlo por su cuenta y
ahora parecía ser la última oportunidad que quedaba para que Dongyul no se llevase
a Jimin.

— Tendrías que declarar —susurra con voz perdida y las lágrimas corriendo por sus
ojos—... Es la única opción que nos queda.

Y al peli-rosa le tembló el cuerpo. No quedaban más opciones.

039.
Trước Sau

Los nervios le consumían mientras tomaba la mano de Jungkook y entrelazaba los


dedos de ambos. Sentía que iba a devolver su desayuno gracias a la enorme presión
que yacía sobre sus hombros y quizá, solo quizá, terminaría corriendo apenas viese
una puerta abierta que diese hacia la libertad, lejos de aquel horrendous y frío tribunal.

— Estas temblando, Mariposa. Debes calmarte al menos un poco.

La voz de Jungkook le asustó, pero rápidamente se compuso para asentir levemente


con la cabeza. El chico tenía toda la razón y lo sabía. Eran las dudas que se
generaban dentro de su cerebro las que no le dejaban relajarse ni un segundo antes
de la declaración. ¿Qué pasaba si decía algo que no era correcto? ¿Qué sucedería si
finalmente solo le daba más razones al tribunal para mandarlo con su padre? ¿Qué
sería de la relación con su madre si debía irse? La mente de Jimin era un torbellino de
cuestionamientos sin respuestas y por eso no podía concentrarse en lo que iba a
decir.

— Basta de preocuparte, Mariposa —sentencia Jungkook con voz grave como si


pudiese leerle la mente—. Quiero que estés tranquilo porque sin importar lo que digas
nada malo pasará. Estoy aquí contigo, ¿recuerdas?

Jimin asiente rendido. Jeon Jungkook era el único idiota que podía ser un altanero de
primera y hacerlo sentir bien en medio de una crisis nerviosa. Con cuidado se acercó
al chico para dejar caer su cabeza en el hombro de este y así estar más cómodo
durante la espera. Soltó un suspiro tratando de liberar toda la presión que le estaba
consumiendo y Jungkook apretó el agarre de sus manos con cariño.

— Eres tonto —susurra el castaño dejando un beso en su cabello—, todo saldrá bien.
Lo prometo.
Y justo cuando Jimin iba a responder a lo que Jungkook le había dicho una mujer
esbelta con traje negro y semblante serio se les acerca interrumpiendo la escena. Era
intimidante, aunque no tanto como el castaño quien se irguió casi en estado de alerta
listo para defender a su chico cual perro guardián.

— ¿Quién es Park Jimin? —Pregunta la mujer sin rodeos al estar lo suficientemente


cerca de ambo y de inmediato el peli-rosa se hunde en el asiento.

— Eh...

ー ¿Por qué pregunta? ーInterrumpe Jungkook como guardaespaldas y la mujer


revolotea los ojos sin estar dispuesta a lidiar con un chiquillo así en ese momento.

ー Debe declarar ーresponde la mujer de mala ganaー. Quien sea de los dos que me
siga, no tengo tiempo para gastar.

A pesar de que Jungkook estuvo tan solo a un nanosegundo de ponerse a pelear con
la mujer por su tono al hablarles rápidamente Jimin se levantó del asiento regalándole
una sonrisa tranquilizadora. Todo sería rápido y mientras menos se demorará en
terminar la declaración podrían volver antes a casa. Antes de que se marchara
Jungkook aprieta el agarre de sus dedos una última vez tratando de darle un poco de
la fortaleza que le faltaba.

ー Te esperaré aquí mismo ーPromete y Jimin asiente agradecido.

ー No tardaré... Eso espero.

Se sueltan y al instante Jimin se siente más vacío mientras se dedica a seguir por los
pasillos de mármol a la mujer de traje que camina rápido a pesar de los tacones
negros de punta que lleva puestos. De a poco el corazón comenzaba a latir dentro de
su pecho a un ritmo muy acelerado y tuvo miedo de desmayarse antes de siquiera
comenzar a dar la declaración. La falta de sueño por quedarse hablando con su
madre hasta las tres de la madrugada también está ayudando a hacer estragos en su
tranquilidad. Se recordaba a cada momento que todo eso lo hacía por ella, para que
nadie pudiese separarlos y de allí era que sacaba fuerzas para animarse a si mismo.
Por más que le costase iba a asegurarse de quedarse con su madre, porque por más
que su familia fuese pequeña y bastante disfuncional para Jimin era perfecta.

La sala donde le tomaron la declaración era muy parecida a las que salen en las
películas cuando interrogan a los sospechosos de algún crimen, exceptuando que allí
no había ningún espejo por donde la gente viese lo que pasaba dentro, solo paredes
dolorosamente blancas que no transmitían ningún tipo de emoción. La mujer le pidió
que se sentase en uno de los costados de la mesa y ella hizo lo mismo pero
quedando frente a él. Ahora sí que estaba intimidado, sobre todo cuando la mujer
sacó una grabadora del bolsillo junto con una pequeña agenda y un lápiz. Escuchó
primero el sonido del botón de encendido en el aparato electrónico y prontamente a
este le siguió la voz neutral de la desconocida.

— Por favor, di tu nombre y edad ahora.

Jimin traga saliva y asiente.

— Park Jimin. Tengo diecisiete años.

— Muy bien, Park Jimin —la mujer anota en la agenda como si fuesen datos de suma
importancia y no le mira en ningún momento—. Supongo que sabes a qué haz venido,
¿no?

— A declarar... Sobre la disputa de mis padres en el tribunal.

— Muy bien —le felicita la mujer mientras sigue anotando—. Dime, Jimin. ¿Hace
cuando que están separados el señor y la señora Park?

— Nueve o diez años... Demasiado tiempo...

La mujer vuelve a anotar una vez más y Jimin comenzó a tamborilear sus dedos sobre
la mesa tratando de buscar un poco de calma para responder las demás preguntas.

— Ya veo. ¿Y durante ese tiempo haz podido ver a tu padre?

— No, hace unos días fue la primera vez en que lo vi después de la separación.

La mujer asiente y vuelve a escribir.

— ¿Tú madre te ha prohibido verlo en algún momento? —Jimin niega con la cabeza
de inmediato ocultando la pequeña llama de desconfianza hacia la interrogadora—
Necesito que las respuestas sean verbales, Jimin.

— No —confirma con voz queda—. Ella jamás me dijo nada, el fue quien desapareció
sin dejar rastro...

— ¿Seguro de eso? ¿Ella te lo dijo?

Jimin frunció levemente el ceño porque no entendía a que venía tanta pregunta sobre
si su madre le ocultaba algo acerca del abandono que su progenitor había echo hacia
tantos años. Las respuestas para Jimin eran simples, los no estaban precisos para
cada pregunta y aún así parecía que a la mujer no le bastaba con ello. No entendía
hasta dónde quería llegar con todo eso siendo que era obvio que su padre fue quien
le abandonó de pequeño, no Park Youngmin.
— ¿Por qué ella me prohibiría a verlo? —Responde con una pregunta y bastante
cabreado— No ganaría nada con eso, solo me haría daño y mi madre no sería capaz
de eso... Fue mi padre quien se alejó de nosotros porque yo no era el hijo masculino
con el que soñó y porque desde pequeño me prohibió ser femenino. Ya verá usted
que finalmente termine siendo todo lo que el detesta. Así que, ¿por qué no me
pregunta algo que realmente sirva en mi declaración?

Esta vez la mujer lo mira y se acomoda las gafas que lleva sobre el puente de la nariz.
Por un segundo Jimin piensa que se ha pasado con lo que dijo, pero prontamente la
voz de su interrogadora le hace ver que ese no era el problema.

— Pues debo corroborar la información que tu padre le entregó al tribunal. Ha


presentado pruebas de que le mandaba cheques a tu madre todos los meses sin falta
y ella nunca los recibió, tan solo los devolvía en el correo. ¿Ella te mencionó algo de
aquella situación?

Jimin queda atónito con la boca ligeramente abierta mientras escuchaba cada palabra
e intentaba procesarla en su cerebro. No, estaban equivocados. Debían estarlo. Su
madre le hubiese dicho si su padre hizo algo parecido, ¿no? Además, poco importaba
el dinero para ellos, quizá su madre más de una vez se vio en apuros económicos,
pero nada de gravedad como si les fuese a faltar un plato de comida en la mesa.

— No me dijo nada —contesta esta vez mirándose las manos—... ¿Acaso ustedes
están seguros de que esos registros son reales? Fácilmente pudo falsificarlos para
ganar el caso, el sabe como funcionan estas cosas.

Ante su duda la mujer de inmediato se levanta y sale de la habitación dejando a Jimin


hundido en el asiento como un niño pequeño asustado. Pasaron al menos dos
minutos antes de que volviera y esta vez llevaba en sus manos varios papeles que
dejó caer sobre la mesa con el semblante serio que la caracterizó desde que estaban
allí. Jimin tragó saliva sonoramente antes de acercarse hasta los archivos y cuando
los tuvo los suficientemente cerca para leerlos se dio cuenta de que se trataba de un
montón de transacciones bancarias, todas para su madre y que luego eran devueltas
a quien las depositaba. No podía ser, no podía...

— ¿Alguna vez tu madre te entregó las cartas que tu padre te mandó?

Silencio. Todo el cuerpo de Jimin se quedó estático.

— ¿Disculpe?

— Tu padre te mandó varias cartas durante estos años — aclara la mujer y saca un
sobre que venía junto con los papeles para estirarlo hasta sus manos—. Todas están
aquí, ¿haz leído alguna?
Mucha información y poco tiempo para que Jimin lograra procesarlo todo de una
forma debida. La quijada se le abre lentamente nuevamente y el pulsó se le acelera
más. ¿Cómo era posible que le hubiesen ocultado algo como eso? No, debía ser un
error. Un terrible error.

— Mi madre —tartamudeo distante apenas recuperó el habla—... Ella...

Quizá la mujer notó el mini estado de shock en que se encontraba y se apiado de él


porque rápidamente tranquilizó a Jimin con unas sencillas palabras.

— Quizá esto es mucho para ti y necesitas más tiempo para procesarlo. Puedes
llevarte algunas de las cartas para leerlas y sacar tus propias conclusiones después.
Por ahora seguiremos con la declaración ¿Te parece?

Asiente abstraído, aunque claramente las cartas no salen de su mente por más que la
mujer trata de llevar el resto de la entrevista de la forma más normal posible. Le
preguntó por la forma en que vivía con su madre, cómo le iba en la escuela y también
como se sentía respecto a la figura paternal de la que había carecido durante sus
años de infancia. Jimin respondía a todo de forma monótona al igual que un robot y
miraba un reloj que encontró colgado en la pared deseando que las manecillas se
movieran mucho más rápido para alejarse corriendo de allí. No era miedo lo que
sentía, era angustia, de la más pura que no te dejaba pensar de forma correcta y eso
era peligroso.

— Hemos terminado —señaló la mujer después de casi media hora de preguntas y


Jimin asiente hacia ella agradecido—. Toma las cartas, ya puedes ir a casa.

Casa... Jimin no quería ir a casa.

Salió de la habitación y siguió el mismo pasillo por el que había llegado hasta allí. Si
antes se había encontrado en ese lugar devorado por el miedo, ahora Jimin era un
torbellino de sentimientos que se expresaban a través de un rostro sin vida. Tenía las
cartas en la mano derecha y un montón de dudas dentro de su pecho. ¿Por qué su
madre le ocultaría que su padre había intentado comunicarse con él? Recordaba que
durante años había esperado noticias de su padre, no hacía mucho tiempo en el que
ya se había dado por vencido. Su madre lo sabía, pero siempre le consolaba diciendo
que no necesitaban de él y que siempre estarían bien los dos. ¿Acaso era para
protegerlo? ¿O lo había echo por sus propios resentimientos? ¿Se suponía que su
padre era el bueno?

Cuando logró divisar a Jungkook sentado en el mismo lugar en el que lo había dejado
algo en su cerebro se activo. Lo necesitaba tanto. Jimin se consideraba demasiado
débil, muy fácil de romper, per cuando estaba con Jungkook podía creer que tenía la
oportunidad de conquistar el mundo entero si se lo proponía. Eso era lo que el chico
provocaba en él y ya se estaba volviendo adicto a ello. Se quedó quieto unos segundo
observándolo a la lejanía, tenía el perfil iluminado por un rayo de luz que entraba por
la ventana frente a él y el ceño fruncido tan conocido para Jimin que diría que se
trataba de el rostro normal de Jungkook. Quiso disfrutar de esa obra de arte unos
segundos más, pero prontamente el chico se da cuenta de su presencia y ambos de
quedan mirando con detención.

Jimin rápidamente corre a los brazos de Jungkook.

Sentía que no podía con tantas cosas que le atacaban de repente y cuando sus
brazos se enrollaron en el cuello de su chico le fue inevitable no comenzar a soltar
lagrimitas de frustración. Definitivamente era débil, un maldito pedazo de porcelana
que se había caído al suelo y ahora se encontraba con sus pedazos esparcidos en el
suelo. Ni siquiera las grandes manos de Jungkook sosteniéndole por la cintura eran
capaces de calmar su propio desprecio interno.

— ¿Qué ha pasado? —Pregunto el castaño demasiado preocupado después de que


había derramado las lágrimas suficientes para volver a hablar de forma normal.

— No quiero ir a mi casa —le dice con la voz entrecortada—, por favor, llévame a
donde sea menos allá.

Al escuchar eso y ver a Jimin tan herido Jungkook supo exactamente a donde
irían.

040.
Trước Sau

Jungkook podía lucir rudo por fuera, casi impenetrable para la mayoría que solo se
cruzaba con el por la calle debido a su apariencia física. Los tatuajes, las expansiones
y la ropa oscura no hacían otra cosa que acentuar los rasgos duros que le
caracterizaban, dejando tras de sí la imagen de un chico despiadado incapaz de sentir
algo además de rabia. Definitivamente esa era su forma de separar al mundo de su
interior, el mecanismo de defensa que utilizaba para no demostrarse débil y así nadie
tuviese pena de él ni de su vida en general.

Pero en el fondo era un cobarde. Siempre lo fue.

Corría lejos de los problemas como si no fuera la gran cosa. Le tenía terror a revivir el
pasado y usualmente se alejaba tanto de la personas que hasta olvidaba sus propios
sentimientos. Había podido vivir así durante los últimos años porque dejó de
experimentar aquel cariño de hogar desde que era un pequeño infante. ¿Qué pasaba
cuando no existía nadie que se preocupase por ti? Fácil, te volvías desconfiado, casi
paranoico. Jungkook huía lejos de las muestras de cariño porque para el todo era
demasiado falso, muy obligado. No había razones suficientes para que le entregase
su corazón a alguien, ni para encariñarse de más...

Eso hasta que conoció a un pequeño chico que le dio un vuelco de 180 grados a su
vida. Debía agradecerle a Park Jimin por eso.

Y como ese chico le había ayudado finalmente a volver a sus raíces, recordar a su
madre y abrirse una vez más al mundo, debía hacer todo por él ahora que se
encontraba en una situación difícil. Por eso habían tomado el subterráneo esa tarde,
Jungkook llevaría a Jimin al lugar que visitaba siempre que se sentía demasiado
sobrepasado por la vida en general, esperando que eso le ayudase a sentirse mejor
consigo mismo mientras la tormenta que se encontraba en ese minuto en su interior
se calmara. O al menos eso pretendía intentar.

El peli-rosa no había dicho nada en el transcurso de toda la mañana y aquello le tenía


bastante preocupado. Habían estado en silencio desde que salieron del tribunal y ni
siquiera sabía si era el momento indicado para hablar con él o preguntarle sobre lo
que sentía. Jungkook era bastante primitivo cuando se hablaba de sentimientos
ajenos así que intentó hacer lo mejor que pudo mientras le rodeaba por la cintura con
su brazo derecho apenas tomaron el tren subterráneo. La mirada de Jimin iba perdida
en la ventana y Jungkook se preguntaba qué era lo que sucedió en la entrevista que
lo puso de esa manera.

— ¿Te sientes muy mal, Mariposa?

A cambio solo recibió una mirada triste que pronto volvió a fijarse en la ventana. No
quería presionarlo, por eso volvió a quedarse en silencio pero sin alejarlo de su
cuerpo. Esperaba que cuando llegasen al menos pudiese hacerlo sentir más tranquilo
para hablar, necesitaba saber que le pasaba a Jimin.

Unos veinte minutos más de viaje y Jungkook sabía que estaban cerca. Se alejaron
del subeterraneo y subieron para esta vez perderse a través de las calles. Entrelazó
sus dedos con los de Jimin intentando guiarlo mientras miraba hacia el frente de
forma atenta. Había pasado demasiado tiempo desde que caminó por última vez a
través de aquel sector y muchas cosas estaban cambiadas. Esperaba que su sentido
de la orientación no le fallase esta vez porque tampoco quería que finalmente se
perdieran y hubiese otra preocupación caída en los hombros de ambos... De todas
formas Jungkook siguió caminando a paso firme y pasando frente a edificios viejos
mientras de vez en cuando miraba furtivamente a Jimin para asegurarse de que iba
bien. Le tomó al menos unas tres calles más antes de reconocer por completo donde
estaban y detener la marcha frente a su destino. Un escalofrío le recorrió el cuerpo
apenas estuvieron frente a frente con el lugar que había abandonado en sus
recuerdos hacia años ya.
— Auch —se quejó Jimin cuando se detuvo porque estaba lo bastante distraído como
para ver que habían dejado de caminar chocando así de bruces con la espalda del
castaño. De inmediato Jungkook se da vuelta y le acaricia la mejilla tratando de
consolarlo levemente.

— Lo siento —se disculpa de inmediato con voz queda—, es que acabamos de llegar.

En ese minuto, al recobrar sus sentidos, Jimin alza la mirada para ver donde se
hallaban y apenas lo hizo el corazón se le encogió de golpe para que luego sus ojos
se fijasen en Jungkook. De todos los los lugares a los que pudieron haberse dirigido
aquel era el único que jamás se le había cruzado por la cabeza. ¿Qué estaba
pasando? ¿Por qué Jungkook lo había llevado hasta allí? ¿Acaso...?

Pero no pudo seguir pensando gracias a la voz de su chico.

— Vamos, Mariposa.

Y con eso Jungkook tiro de sus dedos para que entrasen al lugar y caminaran un poco
más. Jimin miraba todo demasiado retraído, sin tener idea de qué decir. Más de una
vez se vio a si mismo tratando de articular una frase y siendo cortado por su propia
respiración. Intento calmarse mientras se fijaba en los detalles del paisaje que ahora
les rodeaba. Jamás había estado en un lugar así aunque siempre pensó que sus
miedos eran fundados en escenarios muy parecidos al que ahora le abrazaba a la
distancia. Aún se preguntaba qué significaba todo eso, pero decidió confiar en
Jungkook y apretar sus manos entrelazadas mientras lo seguía a paso rápido.

Caminaron aproximadamente unos diez minutos en silencio mientras Jungkook


seguía tirando de los dedos de Jimin. ¿Hace cuanto no venía? Años, había dejado de
hacerlo hacía años y ahora podía sentir el peso de los recuerdos sobre sus hombros.
Aún no era capaz de mirar al peli-rosa y lo prefirió así, de seguro la palidez ya se
estaba notando al igual que el ligero temblor que se asomaba en su labio inferior. Se
repetía a si mismo que lo hacía por su chico, en ese minuto el era quien necesitaba
toda la fortaleza y esperaba que con lo que tenía que decir fuese suficiente.

— Jungkook... —Le escuchó llamarle más aún no llegaba el momento.

— Falta poco —le interrumpe—, espera.

Y en menos de unos minutos Jungkook detuvo su andar para posicionarse justo en


frente de un pequeño pedazo de mármol. De forma instantánea Jimin se abrazo de su
hombro ocultando un poco la cara, casi con miedo. El castaño le acarició los dedos
intentando decir que todo estaba bien, que era algo que deseaba hacer hacía mucho
tiempo y funcionó. Jimin le miro a los ojos intranquilo, pero en ningún momento se
alejo de su lado...

Ni siquiera cuando se pararon frente a la tumba de su madre dentro del cementerio.


— Sé que esto no es real —comienza en un susurro y a Jimin se le colocan los ojos
brillantes—, no sé como funciona la muerte ni mucho menos, pero quería que la
conocieras... De seguro te hubiese amado tanto como yo lo hago...

Jimin había presentido a donde irían apenas vio el cartel de bienvenida al cementerio
que se ubicaba en la entrada. Estaba nervioso porque esa era una parte de la vida de
Jungkook de la que este siempre rehuía, casi como si ya fuera suficiente cuando le
contó sobre la muerte de su madre y su vida en el Orfanato. Jimin se había prometido
a si mismo que no lo presionaría más y que si Jungkook iba a hablar con él sería por
su propia cuenta... Por eso no estaba preparado para encontrarse ahí justo ese día.

— Debes creer que estoy loco por traerte aquí, pero tengo mis razones, Mariposa —la
voz de Jungkook es calmada, pero aún así Jimin puede sentir lo nervioso que esta al
ver los músculos de este tensarse debajo de la camiseta negra—... Yo... Yo
necesitaba mostrarte el lugar que siempre me tranquilizaba en los momentos
difíciles... Ya ni recuerdo cuantas veces me escape del Orfanato para venir aquí
aunque después me ganase un castigo... Tampoco recuerdo cuando fue el minuto
exacto en que sentí tanta vergüenza de en lo que me convertí que deje de visitar este
lugar —Jimin posa su pequeña mano en la cara del castaño y este se lo agradece con
una leve sonrisa—... Cuando las cosas se ponían demasiado difíciles venía a
conversar con ella por muy estúpido que suene... Eso me ayudaba a poner las cosas
en perspectiva y a extrañarla un poco menos.

— Kook... Yo no sé que decir...

— Solo escúchame, ¿sí? —aquella petición suena como un ruego y Jimin asiente con
el corazón abierto, listo para dejar que Jungkook dejase salir todo lo que tenía
preparado— Quiero que sepas que entiendo todo lo que estas pasando ahora y que
haría todo lo que estuviese a mi alcance para evitar que pases por esto, pero no
puedo... Debes estar dolido porque están volviendo a ti recuerdos que creías
enterrados y no sabes cuanto entiendo eso —una risa melancólica sale de los labios
de Jungkook antes de seguir hablando—... Yo siempre fui de los que corría para no
rememorar, para hacer como si nada hubiese pasado... Pero la única verdad de eso
es que no sirve de nada, solo te haces daño y te hundes en un puto mar de tristeza...
No sé cómo explicarlo de forma exacta, pero por lo menos yo estuve tan perdido en
esa mierda que no fui capaz de visitar a mi propia madre al cementerio durante años...
Yo no quiero que te pase lo mismo a ti, Mariposa...

— No es tu culpa —habla de inmediato el peli-rosa con tono afligido—. Kook, no creas


que ella te odiará por eso...

— Sé que donde sea que este no me odia... Pero yo me odio a mi mismo por ser un
cobarde creyendo que si no decía nada sobre mi pasado este desaparecería por arte
de magia...
Jimin no sabe que más decir, pero en el fondo tiene claro cual es el punto al que
quiere llegar Jungkook. El pasado le estaba pisando los talones desde que su padre
volvió a entrar en su vida sin permiso alguno. Aquello había sido algo que Jimin no
estaba siendo capaz de controlar y quizá por eso todo le estaba afectando
demasiado.

— No sé qué hacer —admite en voz baja—, tengo miedo de lo que pueda pasar... Y
de las cosas que no sé...

— ¿Eso tiene que ver con la entrevista? —pregunta de inmediato Jungkook apenas
encontró la ocasión— Supe de inmediato que algo había sucedido cuando me pediste
que no te llevase a tu casa... ¿Qué esta mal, Jimin?

Y es ahí donde el peli-rosa se siente pequeño, jodidamente pequeño y débil. El


intentaba ser más duro, alguien que no fuese lo suficientemente frágil como para ser
roto con una simple brisa de viento, pero siempre fallaba como en ese momento. Dejó
caer su cara en el pecho de Jungkook y las lagrimas empezaron a recorrer su rostro
sin que pudiese detenerlas por más que lo intentase. Jamás podría ser como su chico,
siempre iba a ser roto de alguna u otra manera.

— Hay... Hay cartas —logró pronunciar entre el llanto y mientras la mano de Jungkook
recorría su espalda de arriba hacia abajo—... Él me mandó cartas y mamá nunca me
las entregó... No quiero leerlas, no quiero tener nada que ver con ellas, Kook...

Y con esa simple confesión las lagrimas de Jimin se multiplicaron y Jungkook lo rodeo
fuertemente en sus brazos para ser el soporte que necesitaba. Ni siquiera se fijaron
en como los minutos pasaron a su alrededor, en ese momento solo eran los dos
dejando claro que pasara lo que pasara nada los separaría, o al menos eso era lo que
Jungkook necesitaba dejar en claro.

— Sé que lo que diga no servirá de mucho en este momento —susurra contra el


cabello de su chico con ternura—... Te apoyaré sin importar nada. Si no quieres leer
las cartas no te obligaré a hacerlo, hasta te ayudaré a quemarlas si te parece
correcto... Pero en el fondo creo que eso no te ayudará en nada y quizá más adelante
quieras saber qué fue paso... Además, no significa que traiciones a tu madre ni nada
por el estilo, estoy seguro de que ella tenía sus razones para actuar como actúo y
quizá debas pedirle una explicación... Lo que trato de decir es que pienses bien antes
de decidir que hacer y que sin importar como resulte yo estaré aquí, porque tu eres
todo lo que me importa en este mundo.

Jimin alza el rostro cuando Jungkook termina de hablar y lo primero que hace es
tomar el rostro del último entre sus manos para dejar un beso fuerte en los labios de
quien le había quitado hasta el más minimo aliento hacia mucho tiempo. Se
preguntaba a sí mismo que había echo para que su camino se cruzase con alguien
tan maravilloso como Jungkook y a la vez se prometió con los ojos entrecerrados que
también estaría ahí para el chico si en algún minuto era él quien necesitaba apoyo.

Al terminar el beso se fundieron en un abrazo duradero y mientras Jimin era alzado


levemente los brazos de Jungkook su mirada se dirigió a la tumba frente a ellos donde
el nombre Jeon Sunmi resaltaba sobre el mármol blanco. Una pequeña sonrisa se le
escapó de los labios antes de cerrar los ojos y enviar un mensaje al cielo.

"Su hijo es el mejor hombre que ha pisado esta tierra, señora Jeon."}

041.
Trước Sau

Jimin aún no se sentía listo para enfrentar a su madre por lo que simplemente le
mandó un mensaje precisando que ese día se quedaría en el departamento de
Jungkook. Luego de unos minutos recibió a cambio otro texto que decía "cuídate
mucho" y con eso guardó el aparato en sus pantalones tratando de que las emociones
no se revolvieran en su interior una vez más. Podía sentir la mirada del castaño
apenas cerró la puerta de la habitación tras de sí y por unos segundos quiso
desaparecer, al menos para no ser siempre tan débil frente a Jungkook.

Se recostaron sobre la cama y no tardó mucho tiempo antes de que Jimin dejase caer
su cabeza en el pecho de su chico para intentar encontrar algo de sueño reparador.
Las manos del castaño viajaron hasta su cabeza acariciándole el cabello y aunque
esa era una de sus cosas preferidas no la podía disfrutar en su totalidad.

— Sigues tenso, Mariposa.

Las palabras que Jungkook le había dedicado en el cementerio habían logrado que
una parte dentro de sí se sintiera más tranquila, pero eso no bastaba para alivianar
todas las emociones que le ahogaban hacía días. Como un niño pequeño oculto su
cabeza entre el hombro y el cuello del castaño, esperando que aquel aroma
masculino que tanto adoraba le ayudase a sentir algo de paz para poder dormir.

Los brazos de Jungkook le rodearon por completo esta vez pegándolo más a su
cuerpo y Jimin se sentía tan cómodo que no quería moverse ni un centímetro. No
sabe cuánto tiempo estuvo así, ni si el el cansancio le había afectado el cerebro, pero
de la nada le invadió la necesidad de mover su cara para acercarse a la oreja de
Jungkook y ronronear:

— Hazme olvidar por hoy.

Y el castaño no supo a lo que se refería hasta que sintió los labios de Jimin paseando
con lentitud por su cuello. La electricidad le hizo temblar, congeló su corazón e hizo
vibrar su interior. Jungkook era bastante impulsivo y ante una proposición como esa
no se hubiese echo de rogar, pero las circunstancias eran distintas y Jimin se
encontraba herido. No era momento de pensar con su lado perverso.

— Mariposa, no estoy seguro...

Pero Jimin atrapó sus labios sin dejarle siquiera pensar en las consecuencias.
Jungkook era débil cuando se trataba de las cosas que hacia su chico para
descolocarlo por completo, no existía manera en que su sano juicio pudiese controlar
los impulsos descabellados que le invadían cada vez que su piel rozaba de manera
suave la de Jimin. Quería ser un buen novio, un caballero, pero simplemente se le
hacía demasiado difícil.

De todas formas cuando se separaron tomó el rostro del peli-rosa con ternura para
hacerle una pregunta sencilla.

— ¿Estas seguro? No quiero hacerte daño.

Y Jimin sonrío.

— Tu jamás me harías daño.

Nuevamente sus labios se unen bajo la luz que emanaba la ampolleta colgada desde
el techo. Jungkook sabe que no tiene escapatoria, hay un chico precioso en sus
brazos y por más que quiera hacerse creer a sí mismo de que es capaz de controlar
sus malditos impulsos, la verdad es que no hay manera en que pueda apaciguar las
ganas que tenía de hacer al peli-rosa suyo en ese instante.

Sus manos viajan de forma traviesa hasta la cintura de Jimin y con un leve empujón lo
deja sobre su torso. Lo levanta con tanta facilidad que Jimin parece tener el peso de
una pluma y este último suelta una risita por ese motivo. Los labios de ambos
chocaban haciendo ruidos obscenos, subiendo de a poco la temperatura de la
habitación. La tela de la ropa comienza a friccionar entre ambos y el peli-rosa amarra
sus brazos en el cuello de su contrario para darse soporte.

— Eres lo único que me mantiene a flote —susurra Jimin en el oído de Jungkook


logrando que este temblase un poco—, lo único que me hace no perder la razón...

Lo decía enserio, no se atrevería a mentir con ello. En ese momento no hacía otra
cosa que desear estar con Jungkook, concentrarse en entrelazar su alma con la del
chico. Eso era todo lo que necesitaba, alejar cada uno de los malos pensamientos que
le estaban ahogando y haciendo ser miserable. Pensar solamente en lo que le hacía
sentir como alguien que era amado...

En Jungkook. Su Jungkook.
El castaño apega mucho más los cuerpos de ambos y su mano derecha viaja por la
espalda de Jimin palpando cada rincón como si intentase reconocer los centímetros
que están frente a él. Puede escuchar las últimas palabras dichas por su amado
repitiéndose en su mente como si no hubiese un mañana y se siente afortunado
porque ese chico, de sonrisa brillante y ojos preciosos que se pierden cada vez que
sonríe, es suyo. Completamente suyo.

— No te dejaré ir —le promete alzando su mano y enredando sus dedos en el cabello


de Jimin—, jamás lo haré... Te amo...

Lo demás pasa rápido.

La ropa se pierde mientras sacan prenda por prenda y las dejan esparcidas por el piso
de la habitación. Jimin se preocupa de apretar cada uno de los músculos de Jungkook
disfrutando de los gruñidos que este suelta cada vez que movía sus caderas en
círculos sobre la pelvis en busca de sentir la erección del más alto a través de la tela
de sus bragas. La imagen que Jungkook tenía en frente era demasiado erótica,
demasiado excitante. Le encantaba ver a Jimin con ropa interior de encaje, le
encantaba como la piel de este se mimetizaba con la tela y la forma en que sus dedos
podían jugar con ella. Era demasiado para él, Jimin siempre era demasiado para él.

Los movimientos siguieron, los roces ya no satisfacían del todo las sensaciones que
dentro de su cuerpo se aglomeraban. Con cuidado Jungkook bajo sus manos hasta la
ropa interior de Jimin, apretando las nalgas de este sin vergüenza alguna. El peli-rosa
se arquea sonriendo satisfecho, quiere mucho más de aquellas manos grandes que
aprisionan su piel al igual que una trampa mortal. Los sentimientos se esfuman, se
propagan para luego perderse en el rincón más escondido de su mente porque ya no
hay espacio para nada más...

Solo para Jungkook. Su Jungkook.

El castaño detuvo las caricias y con cuidado comenzó a sacar la ropa interior de
encaje para descubrir la erección rosada de Jimin que saltó hacia él de forma
necesitada. A Jungkook le encantaba brindarle placer a su chico, por eso cuando lo
tuvo desnudo sobre él lo tomo por la espalda para rodasen sobre la cama y el
quedase encima. El peli-rosa le mira aún sonriendo y sin previo aviso bajo hasta la
pelvis de este metiendo en su boca el miembro y succionandole con fuerza logrando
que Jimin soltase un chillido de placer.

— ¡Kook! Oh Dios, Jungkook...

Y esa era una señal para el castaño. Lamió toda la extensión del sexo de Jimin
mientras que este se retorcía levemente bajo su actuar. La respiración del chico era
acelerada y Jungkook no pudo evitar aprovecharse de eso y jugar con su lengua justo
en la punta del miembro que se erguía necesitado frente a él. Jimin arqueó la espalda
y se aferró con dificultad al hombro de Jungkook intentando que este acelerase el
ritmo de la mamada.

Jungkook sonrío malvado.

— ¿Qué pasa, Mariposa? —Le pregunta con voz ronca y juguetona deteniendo su
actuar— ¿No te gusta lo que hago?

— Nngh~ Jungkook —responde Jimin con el alma en un hilo—. Más... Nngh~ más.

— No te entiendo, pequeño... Dime que quieres...

Jimin no podía creer que Jungkook estuviese jugando de esa manera con él aunque
muy en el fondo estaba disfrutando del tono de las palabras que el chico le dedicaba.
Como deseaba no haber tirado las almohadas durante el ajetreo de desnudarse, si
hubiese tenido una a mano la estaría mordiendo porque los dedos de Jungkook
estaban jugando en la extensión de su erección y eso le hacía sentirse en las nubes.

— Más... Más rápido...

Las palabras salen de forma turbulenta por su garganta y Jungkook sonríe satisfecho.
Con eso se concentro en chupar y lamer de forma rápida el miembro erecto de Jimin
buscando el ritmo que volvía loco a su pequeño peli-rosa. Era difícil mantener su
mente fija en lo que estaba haciendo, sobre todo si el chico que se encontraba bajo su
cuerpo gemía eroticamente y se retorcía en pleno éxtasis. Jungkook estaba
demasiado necesitado de aquel cuerpo sobre el suyo, pero prefirió seguir en su tarea,
complaciendo a Park Jimin como si no hubiese un mañana.

Muslos tensos, espalda curva y gemidos escandalosos. Jimin llego al éxtasis dejando
su esencia en la garganta de Jungkook y este último la trago como si fuera el elixir
más exquisito de la tierra. Avergonzado por su comportamiento el peli-rosa busca los
labios de su chico con delicadeza, logrando derretirse en el tacto sobre su piel
después de un merecido orgasmo. Jungkook estaba satisfecho con su actuar, pero
para el jamás sería suficiente. No si se trataba de su Mariposa.

— Mío, mío, mío —susurraba mientras bajó su rostro hasta la clavícula tatuada de
Jimin y dejaba besos a diestra y siniestra.

— Tuyo, solamente tuyo, Jungkook.

Aprovechando lo relajado que Jimin se encontraba estiró su brazo por la espalda del
chico para comenzar a tantear de forma suave la entrada rosa que le esperaba lista
para que fuesen uno. Se tomó su tiempo y fue al ritmo del peli-rosa. Ni siquiera notó el
momento en que de un dedo entrando y saliendo a ritmo tortuoso terminó en los tres,
eso más un sudado Jimin rogando que entrase de forma profunda y rápida en su ser
para ser llenado por completo. Con cuidado, pero intentando mantener la velocidad en
sus movimientos, quitó la última tela de ropa que le cubría y reveló su erección
necesitada entre las piernas de su chico. Allí se posicionó bombeando levemente su
propio miembro para asegurarse de que estuviese listo.

— Jungkook... —Gime Jimin en forma de ruego y el nombrado sonríe victorioso.

— Ven aquí...

Toma las caderas, aprieta los dedos sobre la piel con la mano derecha y con la
izquierda dirige su sexo hacia la felicidad. Entra despacio, no hay prisa, disfruta de
cada parte de el que se retuerce y de como su espalda es levemente arañada por las
lindas uñas pintadas de Jimin. Un grito es ahogado en un beso cuando empuja todo
hacia dentro, los vaivenes comienzan cuando esta seguro de que todo esta bien y
sonríe mientras menea la pelvis de atrás hacia adelante, entrando y saliendo,
tomándolo todo y más.

Jimin esta perdido en algún lugar en medio del éxtasis, sobrecogido por las
sensaciones y demasiado entregado como para que se detuvieran en ese momento.
El sonido del cuerpo de Jungkook chocando contra su trasero era obsceno, sucio,
pero le gustaba demasiado. Se aferraba a todo lo que le pudiese dar algún soporte
para recibir cada embestida. En el rostro tenía dibujada una sonrisa porque no
importaba mucho si ardía cada rincón desde su pelvis hacia abajo, el placer podía
amortiguar cualquier clase de dolor que en ese minuto se hubiese producido entre
ambos.

Además, estaban juntos. Nada era más importante que eso.

— Jimin —le llamaba Jungkook casi como si lo reclamara, envolviéndose en las letras
del nombre de su amado.

— Kook... Jungkook...

Las embestidas eran más rápidas, más profundas, llegaban al punto indicado donde
Jimin se sentía como gelatina y luego volvían a entrar para unirlos de una manera
mucho más desgarradora. Como pudo alzo las caderas mucho más y buscó
entrelazar sus dedos con los de Jungkook. Dos movimientos más mientras ambos se
miraban directamente a los ojos y Jimin se vino sobre su propio abdomen soltando un
sonoro gemido.

— Te amo —le susurro una última vez el castaño para proporcionar las últimas
embestidas y llenar el interior de Jimin con su semilla.

Cayeron cansados el uno frente al otro intentando que sus respiraciones volviesen a
la normalidad. Se sonrieron mutuamente mientras de a poco el sueño comenzaba a
apoderarse de sus cuerpos exhaustos. Los dedos de Jungkook dibujan círculos sobre
el pecho de Jimin mientras este descansa la cabeza sobre sus propias palmas listo
para dejarse caer en los brazos de Morfeo después de un agotador día lleno de
emociones.

— Siempre estaré para ti, Mariposa... No lo olvides...

Y quizá eso era lo que necesitaba para armarse de valor. Tan solo bastaba la bella
voz de Jungkook para llenarlo de valentía y hacer lo que había estado aplazando
durante todo el día. Sin contestar lo dicho se levanto de la cama y se dirigió al
escritorio que estaba frente a esta donde, cuando llegó, había dejado las cartas que le
habían dado en el tribunal. Con ellas en mano volvió a recostarse en la cama siendo
recibido por los brazos de Jungkook que le estrecharon fuertemente contra el pecho
de este. Allí todo estaba bien, ese era su lugar favorito y el único en el que sería
capaz de leer todo lo que no sabía.

— No te vayas nunca —le pide Jimin al castaño mientras abre la primera carta.

— No lo haré —contesta Jungkook.

Esa noche Jimin leyó todas las cartas de su padre.

042.
Trước Sau

Park Youngmin estaba desconcertada y bastante nerviosa. El texto que su hijo le


había enviado el día anterior diciendo que se quedaría esa noche con su novio le hizo
pensar lo peor, aunque no se atrevió a preguntar. De inmediato creyó que algo malo
había sucedido durante la entrevista en el tribunal y que quizá por eso Jimin no quería
volver a casa, pero fue lo suficientemente cobarde como para no decir nada. Siempre
decían que al ser adultos te podías enfrentar de manera mucho más madura a los
problemas y la verdad era que las personas mayores eran muchas veces las que
cometían los peores errores.

Sin importar mucho lo que pudiese pasar se quedó en la sala de estar tratando de
ordenar todos sus pensamientos mientras buscaba con anhelo una salida para todos
los problemas que se le venían encima. Apenas quedaba una semana para el juicio y
a pesar de que ya contaba con un abogado para la ocasión no se sentía preparada lo
suficiente. Conocía bastante bien al señor Park como para quedarse tranquila y tenía
claro que cuando este quería salirse con la suya siempre lo hacía. No podía dejar que
aquello sucediera, no esta vez cuando quien estaba en juego era su hijo.

Mientras meneaba el pie izquierdo de forma nerviosa pudo percibir el momento exacto
en que la puerta principal se abrió. Giró la cabeza de forma automática para observar
como Baekdu, quien había estado descansando a su lado en el sofá durante todo ese
tiempo, corrió hasta la entrada dándole la bienvenida al visitante. Desde donde se
encontraba pudo divisar como entraba a través de la puerta una cabellera rosa
desordenada que se agachó de inmediato para jugar con el animal que le recibió.
Sonrío porque su corazón se sentía un poco más relajado al ver a su hijo allí, sano y
salvo. No pasó más de un minuto para que se levantara con rapidez aproximándose,
pero cuando sus ojos se encontraron con los de Jimin supo que algo estaba mal y se
detuvo a mitad de camino.

¿Por qué su hijo lloraba?

El chico apartó la mirada de inmediato y tomó en sus brazos a Baekdu dispuesto a


subir las escaleras dejando atrás a su madre. Youngmin tembló por completo, los
secretos hacían un zumbido en su cerebro a pesar de que intentaba convencerse a si
misma que era imposible que Jimin se hubiese enterado de algo. Se suponía que los
años habían echo lo suyo y habían logrado borrar todo para jamás hacerle daño a la
única persona que amaba con su vida. No debía preocuparse, no debía.

Porque era imposible que Jimin lo hubiese averiguado, ¿no?

— ¿Estás bien, Jimin?

El chico, que ya había avanzado dos escalones de las escaleras con su mascota aún
en brazos, se detuvo de golpe y se quedó quieto ante la pregunta. En ese minuto Park
Youngmin fue invadida por el miedo más asfixiante que se pudiese conocer... Era el
miedo a que su propio hijo pudiese odiarla, miedo a los secretos que le caromían por
dentro, miedo a no ser lo suficientemente fuerte para enfrentar sus errores.

Y cuando Jimin se dio vuelta lo supo.

Su miedo se había hecho realidad.

— ¿Cuando pensabas decirme que mi padre intento hablar conmigo?

Youngmin se quedó donde estaba esperando que todo fuese un sueño y su hijo no se
hubiese dado cuenta de la equivocación que había cometido. Tragó saliva bajo la
mirada acusadora de Jimin y trató de encontrar las palabras correctas para explicar
porque había hecho algo como eso. Porque tenía sus motivos, aunque nunca se dio el
tiempo para explicarle a su hijo.

— Lo siento tanto, Minnie —comienza y le tiembla la voz—... No debí ocultártelo, pero


tenía miedo de que te hiciera daño, yo no podía verte asustado de nuevo...

Era verdad, cada palabra que salía de la boca de Youngmin era verdad. La única
razón por la que le ocultó a su hijo que su padre si había intentado hablar con el era
porque tenía miedo. Estaba aterrada de pensar que aquel hombre pudiese manipular
a Jimin para volverlo un niño infeliz, un niño que debía ocultar su verdadero ser para
agradar a su padre. Ella había consentido durante años ese comportamiento con su
silencio, pero no quería que su único hijo pasase por eso de nuevo.

— Es que no entiendes lo que hiciste, mamá —le reprocho Jimin— ¿Crees que estoy
molesto porque no me entregaste las cartas de mi padre? ¿O porque no me dijiste
que trato de buscarme para tratar de poner excusas sobre lo que hizo? Pues no, no
tiene nada que ver con eso porque ni siquiera con las mil excusas que me dio en esos
malditos papeles podrían solventar el hecho de que me abandonó durante 10 malditos
años.

A pesar de que eso debió haber calmado un poco lo que estaba sintiendo Youngmin,
lo único que podía hacer en ese minuto era fijarse en los ojos cristalinos de su hijo
quien se veía demasiado indefenso mientras tenía a Baekdu en brazos como si fuera
su único soporte en ese momento.

— ¿Entonces? —Pregunto y Jimin negó con la cabeza.

— El problema es que por no confiar en mi le diste una ventaja a el juicio a ese


hombre. ¿Entiendes? Y yo no quiero irme a vivir junto a un desconocido que ahora
acaba de recordar que es mi padre... ¡No quiero!

Con eso dicho Jimin subió las escaleras y con un portazo que retumbo en toda la casa
se encerró en su habitación dejando a su madre perpleja al final de la escalera y sin
saber que hacer para remediar el gran error que había cometido.

Definitivamente a veces lo adultos cometían los peores errores.

•••

— ¿Todo bien?

Esa es la primera pregunta que Jimin recibe al abrir la puerta y ver a Jeon Jungkook
con una chaqueta de cuero esperando su salida. A veces le gustaba imaginar como
las cosas serían si pudiese tener una vida normal sin problema. ¿Acaso sus padres
seguirían juntos? ¿Acaso invitarían a Jungkook a cenar junto a ellos y le dirían que lo
cuidase mucho? ¿Acaso su padre podría aceptarlo sin prejuicios y darse cuenta de lo
feliz que era junto a ese chico?
Eso nunca lo sabría.

— Eso creo —contesta alzando los hombros—, no hable mucho con ella ayer, solo
me encerré en mi habitación hasta hoy... Supongo que necesitaba estar enojado para
no sentirme peor después.

Realmente eso último fue idea de Jungkook cuando estaba leyendo las cartas de su
padre. El chico le había dicho que era mejor que dejase salir cualquier tipo de enfado
que tuviera con su madre para que más adelante aquello no quedase guardado en su
interior y estallase por algo mínimo. Jimin encontró sentido en sus palabras y a pesar
de que no quería estar molesto con su madre porque en el fondo entendía su actuar,
prefirió dejar salir todo de una vez para que lo pudiesen dejar atrás lo más pronto
posible. Debían enfrentar el juicio juntos y sin problemas de por medio, como la
pequeña familia que siempre fueron.

— Me alegra que mis consejos sirvan de algo —dice Jungkook con una sonrisa en los
labios mientras se acerca y besa su mejilla—. Ya verás que todo esto terminará
pronto.

Jimin asiente y con eso dicho ambos comienzan su camino hacia la escuela. A pesar
de que pasaron un período intermitente en el que los problemas se abalanzaron sobre
ambos y faltaron a clases para poder encontrar una forma de superarlos, decidieron
tácitamente que era hora de volver a la rutina escolar. Los exámenes finales estaban
a la vuelta de la esquina, al igual que las aplicaciones para la universidad. No podían
dejar que más cosas extras los alejasen de sus obligaciones, sobre todo en este
punto de la vida...

Además, Jungkook tenía algo importante que decir.

— Mariposa...

Jimin le mira. Ya habían llegado al patio central de la escuela después de un largo


camino a pie y venía casi colgando del brazo derecho de Jungkook cuando este se
detuvo en seco. Confundido miró de inmediato a su chico tratando de buscar que
estaba mal porque este llevaba un semblante serio y estaba mordiendo ligeramente la
parte interior de su propio labio.

— ¿Qué tienes, Kook?

Y en ese minuto a Jungkook le hubiese gustado decir un montón de cosas... Como el


hecho de que deseaba aplicar a la universidad que Jimin le había recomendado para
estudiar artes o también el hecho de que deseaba que cuando se fuesen ambos de la
escuela para comenzar con los estudios superiores se consiguieran un pequeño
departamento juntos donde pudiesen vivir cómodamente y estar al lado del otro todo
el tiempo que deseasen. Muchas cosas más flotaban por su mente, pero ninguna
logró salir por su boca porque algo más pasó en ese momento que no le dejo
moverse.

Recibió un golpe seco en la cabeza.

Es Jimin quien ve el momento exacto en que alguien por la parte de atrás corre hacia
ambos y con una especie de piedra forrada en plástico golpeó con fuerza la cabeza
del castaño logrando que este cayese directamente al suelo. El tiempo de reacción
fue de unos segundos porque al principio solo pudo soltar un grito de miedo mientras
era testigo de como los rodeaba un grupo de chicos con mascaras en la caras. Se
sintió indefenso de inmediato, pero eso no le impidió lanzarse lo más cerca que
pudiese de Jungkook para intentar protegerlo de los diversos golpes que ahora recibía
estando en el suelo.

— ¡Basta! —Grita desesperado— ¡Déjenlo, por favor déjenlo!

El problema fue que pronto los golpes que antes eran para su chico ahora estaban
llegando hasta él logrando que quedase en el piso a un costado de Jungkook
recibiendo las patadas múltiples que venían por un costado y los puñetazos que
entraban por el otro. En ese momento Jimin lloraba de dolor porque sentía como si
sus entrañas estuvieran siendo extirpadas sin anestesia alguna y el ardor provocado
por los hematomas y la sangre le hacia perder el poco aire que podía acumular en los
pulmones...

Pero en medio del tumulto tomó la mano de Jungkook y no la soltó.

Eran unos seis tipos contra dos chicos indefensos y uno de ellos estaba inconsciente.
Era en momentos como ese que Jimin no podía entender el nivel de maldad que
podía existir en las personas, porque aquel no era otra cosa que un claro crimen de
odio y no un robo que salió mal. Eso lo supo en el momento que reconoció una voz en
medio de los golpes.

— Tu te lo buscaste, marica.

Y de lo que más se arrepentía era haber llevado a Jungkook consigo, hacerlo parte de
la mierda que vivía día a día. No era justo que la única persona que le había
demostrado algo de empatía y cariño sufriera de las mismas cosas solo por el hecho
de acompañarlo. ¿Acaso era el karma de una vida pasada? ¿Qué había hecho mal
para merecer todo aquello?

Solo quería dejaran ir a Jungkook.

— Por favor —susurraba con loss ojos llenos de lagrimas y la boca ensangrentada
gracias a una de las patadas que recibió justo en ese sector—... Dejen... Déjenlo...
Pero nadie le hizo caso. Nadie fue a salvarlo porque la única persona que en algún
momento se tomaría la molestia de defenderlo de esa situación yacía a su lado siendo
brutalmente golpeado de igual forma. Estaban perdidos y Jimin lo sabía.

Los golpes se detienen minutos después cuando el dolor ya se hace insoportable. A


pesar de que no es capaz de ver con claridad aún así distingue una sombra que se
posa justo a su costado y luego es tomado del cabello quedando frente a frente con la
máscara que cubría a su agresor. Jimin chilla de dolor y lo último que escucha es:

— Nadie se ríe de mi, puta. Ni tu, ni Jeon.

Luego su cabeza es azotada contra el piso y Jimin se pierde en la oscuridad.

043.
Trước Sau

Tuvo una pesadilla horrible que le angustió por completo. La oscuridad le rodeaba y lo
único que podía escuchar eran los diversos sollozos de Jimin con su nombre en
medio. Miraba hacia todos lados tratando de encontrar a su chico y ayudarle, pero sin
importar cuánto corría ni cuanto lo llamase a gritos solo había más oscuridad a su
alrededor, sin rastros del pequeño peli-rosa.

En medio de su angustia los segundos parecían horas y su pecho comenzó a arder.


Gritó desesperado, intentando encontrar a Jimin, intentando saber que sucedía, pero
nada de eso sirvió y estuvo a punto de darse por vencido sino hubiese sido porque un
rayo de luz le llegó directo al rostro haciendo que comenzase a abrir sus ojos
despacio.

Por eso cuando despierta y lo primero que ve es a la señora Park sabe de inmediato
que algo esta mal.

— ¿Dónde esta Jimin? —La pregunta sale de forma automática por su boca antes de
sentir un profundo dolor en su costilla derecha y la señora Park corre hasta su camilla
para contenerlo contra esta.

— Debes descansar, Jungkook...

Pero no, Jungkook no quiere descansar, no después de que los recuerdos de lo que
pasó se acumularon en su mente haciéndole volver al punto donde iba caminando con
Jimin hacia la escuela y fue golpeado en la cabeza perdiendo así el rastro del chico.
¿Descansar? No hasta que viera que el peli-rosa estaba bien.

— ¡Dígame dónde esta! —Grita logrando que su voz retumbe en cada rincón de la
habitación— ¡Maldita sea, debo verlo!
Y es ahí cuando una enfermera entra para intentar que Jungkook se mantuviese
estable, pero este parecía un toro enfurecido pidiendo saber de Jimin mientras la
señora Park solo dio tres pasos hacia atrás tratando de buscar las palabras correctas
que decir. Ella también estaba preocupada y lo entendía, pero no sabía si era peor
decir lo que estaba pasando o hacerle caso al médico que dijo que Jungkook no debía
pasar por emociones muy fuertes para que se recuperara lo más pronto posible.

Pero no podía dejar al chico así.

— ¡Escúchame, Jungkook! ¡Te diré donde esta Jimin!

Como si se tratase de un botón de emergencia Jungkook dejó de moverse sobre la


camilla y se queda mirando de Park Youngmin esperando escuchar que todo estaba
bien, que el hecho de que estuviese en un hospital de paredes blancas no significaba
nada y tan solo había sido un mal sueño del que acaba de despertar.

— Los encontraron golpeados en el piso dentro de la escuela —comienza la mujer


con la mirada pegada en el piso—... Los trajeron en una ambulancia hasta aquí y el
doctor dijo que tenías una costilla fracturada, pero nada de gravedad...

— Solo dígame por qué Jimin esta aquí —exige Jungkook demandante—, es lo único
que me interesa saber.

Y la señora Park se lleva la mano derecha a la boca intentando no llorar.

— Golpearon a Jimin en la cabeza —comienza y el corazón del castaño se paraliza—


... Aún esta en urgencias y no ha salido del pabellón, he estado esperando por horas,
pero no me dicen nada... Jungkook, esto no es...

Pero el castaño ya no escucha nada a su alrededor. De un segundo a otro el mundo


se silencia de una vez y lo único que puede percibir son distintos ecos distantes
mientras la imagen de Jimin estaba dentro de su cerebro haciendo estragos. No
entendía como las cosas podían ser tan frágiles en su vida si apenas el día anterior
tuvo a su chico entre los brazos, siendo suyo de la forma más perfecta que existe.
¿Acaso era una broma del destino?

— Sí lo es —contesta interrumpiendo a la señora Park—, es mi culpa, yo debía


protegerlo... Yo debí haberlo evitado...

Park Youngmin se siente al final de la camilla y sostiene la mano del chico con cariño
maternal. Ella podía ver lo afectado que Jungkook se encontraba y lo menos que
deseaba en momentos como esos era que la persona que tanto bien le había hecho a
su hijo estuviese así por algo que no era culpa de ninguno de los dos.

— No —lo corrige—, en esto no tienes nada por lo que sentirte responsable,


¿entiendes? Se que harías todo por proteger a Jimin, pero hay cosas que no
podemos controlar por más que lo deseemos... En este momento necesito que te
recuperes y esperemos que Jimin se estabilice, después hablaremos de lo sucedido y
daremos con el verdadero culpable de todo esto, ¿esta bien?

Jungkook asiente, de todas formas no podía hacer nada más.

Solo esperaba que Jimin saliera ileso.

•••

A veces imaginaba su vida si desde el comienzo hubiese sido un chico normal que
cumplía con todo lo que esperaban de él. ¿Hubiese tenido la oportunidad de ser
popular en la escuela? ¿Tendría muchos amigos? ¿Quizá muchas novias? Porque
esas eran las cosas que esperaban de él, todo se le fue arrebatado por eso. Su forma
de vestir disgustaba al mundo, justo igual que su manera de hablar y sentir las cosas.

No puedes ser femenino. No puedes sentarte así. No te puede gustar un chico.

No. No. No.

¿Pero qué estaba mal realmente? Nunca llegó a entenderlo. ¿Cuál era el problema en
que le gustase pintarse las uñas y usar ropa de chica? Nunca le hizo daño a nadie,
nunca buscó hacer el mal en el mundo. ¿Es que acaso no le podían dejar vivir su vida
en paz? Porque he ahí el mayor problema de todos, además de criticarlo por su forma
de ser se llevaba las peores humillaciones por parte de personas que con las que ni
siquiera compartía un saludo.
¿Cuánto más tendría que aguantar?

Estaba cansado, desganado, quebrado. Intentó muchas veces seguir adelante a


pesar de que todo se veía color negro. Una parte de él lo hacía por su madre, porque
ella siempre le apoyó sin importar que su forma de ser no fuese la que todos
aprobaban. Ella lo defendió siempre, le dio todo el amor que una madre podía darle a
un hijo y siempre estaría agradecido por ello. Otra parte lo hacía porque quería
demostrarle al mundo que a pesar que intentaban derribarlo una y otra vez el se
levantaría con la frente en alto para ser feliz, sobre todo que ahora tenía una persona
a su lado que le entregaba todo el amor que alguna vez buscó.

Pero estaba tan dañado, tan lastimado que por primera vez se estaba dando por
vencido de manera completa. ¿Cómo seguiría luchando si ni siquiera era capaz de
encontrar la fuerza para hacerlo? Antes podía hallarla escondida en el fondo de su
interior, justo donde también estaban sus peores miedos siendo controlados, pero
ahora ya no la veía. Era como si se hubiese esfumado por completo dejandole a la
deriva, sin ganas de seguir avanzando ni de seguir intentando.

No era justo y no quería seguir buscando pretextos para darse a sí mismo hasta creer
que podía con todo ello. Era demasiado y simplemente no podía más, por eso abrazó
la oscuridad que le rodeaba tan intensamente se dejó ir. No estaba dispuesto a
despertar y seguir esforzándose, intentado vivir de forma normal su vida que de lejos
se veía destinada al fracaso. Si así debía terminar todo que así fuese...

Pero recordó lo único que le mantenía luchando...

Jungkook.

Sus ojos se abrieron perezosamente y el mareo se hizo presente de inmediato. No


había una luz que le golpease el rostro, todo parecía seguir hundido en la oscuridad
en la que se había encontrado después de desmayarse. Sin entender donde estaba
intento enderezarse para tener una mejor perspectiva, pero pronto sus oídos captaron
dos voces que parecían estar escondidas tras la gran puerta frente suyo. De
inmediato notó la camilla que lo mantenía recostado y se quedó quieto tratando de
distinguir quien hablaba allí afuera.

— Esto era lo que querías lograr, ¿no? Que nuestro hijo terminase en un maldito
hospital por culpa de una paliza.

Oh, la voz de su padre inconfundible a pesar que apenas lo había escuchado una vez
en diez años de ausencia.

— ¿Nuestro hijo? —Preguntó su madre— ¿Ahora es nuestro hijo?

— Que tu no me hayas dejado acercarme antes es toda tu culpa, Youngmin. Debes


aceptarlo.
— No te hubieses ido sin dejar rastros en primer lugar, fuiste un bastardo y ahora
intentas culparme porque quieres que Jimin se vaya contigo. ¿Acaso crees que el te
ve como su padre? ¡Eres un extraño!

Sintió la garganta arder un poco porque la discusión fue como un reloj que controlaba
el tiempo y lo devolvió a su infancia donde aquellas palabras compartidas entre sus
padres eran la rutina de cada día. Casi podía sentir como el mismo se volvía a
convertir en un pequeño niño de siete años con miedo de la separación de sus
progenitores porque sabía que era el culpable.

— Sé los errores que cometí —responde su padre—, sé que fui un hijo de puta que no
pudo con la situación, pero de lo único que siempre tuvo miedo fue a que Jimin
resultase lastimado... ¡Y eso es justo lo que ha sucedido en tus narices!

— ¡No es algo que pueda controlar! —Objeta su madre con un cansancio


característico— No es problema de Jimin ni su forma de ser, es problema de la mierda
que piensa las demás personas y el hecho de que no quieren dejarlo vivir en paz...

— Entonces, ¿te das cuenta de que él jamás podría ser feliz aquí? No lo dejarán vivir
tranquilo, necesita un nuevo comienzo ahora que asistirá a la universidad y yo puedo
darle eso.

Jimin tiembla. No quiere aunque suene como algo razonable.

— ¿Crees que alejarlo de su madre que lo conoce de toda la vida le hará bien? Pues
no, estas equivocado, será peor.

El señor Park suelta un suspiro frustrado.

— Veo que tu plan es esperar que nuestro hijo se mejore de esta maldita paliza,
meterlo a la misma escuela de mierda y esperar que vuelvan a dejar en el suelo con
ocho puntadas en la cabeza... Porque supongo que tu escuchaste lo que el médico
dijo, eso de que de milagro Jimin esta vivo porque con lo fuerte que fue el golpe pudo
haber cerrado los ojos y no haberlos abierto nunca más.

Esa declaración le hace temblar a Jimin porque recuerda que estuvo a punto de darse
por vencido antes de despertar. ¿Entonces si se hubiese quedado allí la muerte se lo
hubiese llevado? El solo pensamiento logra asustarlo, jamás estuvo tan cerca de dejar
esta vida sin darse cuenta.

— Yo no quiero que le hagan daño —dice su madre—... Pero no puedes llevártelo, tu


no lo entiendes...

— ¿Sabes qué entiendo, Youngmin? Que hoy Jimin fue atacado por un grupo de
psicopatas a los que no le temblaron los puños al dejar a nuestro hijo tirado en el piso
con su vida tendiendo de un hilo, y también sé que Jimin no fue el único herido, ese
tal Jungkook también terminó en el hospital ¿o me dirás que eso fue un simple efecto
colateral de la situación? Se te esta yendo de las manos y si no reaccionas a tiempo
terminaremos perdiendo al chico.

Se le encogió el corazón y de pronto el pulso se le acelero causándole un dolor en el


pecho. Jungkook estaba herido y por su culpa, ¿qué se suponía que debía hacer
ahora?

— Ese tal Jungkook es el novio de tu hijo —acota su madre—, y si aún no eres capaz
de decirlo con todas sus letras mejor dejemos esta conversación para los tribunales.

Y las voces se callan mientras Jimin se hunde en la camilla pensando en solo una
cosa: Jungkook.

•••

Por la mañana después de que sus padres le fueran a visitar para ver como estaba
Jimin les dijo a ambos que podían irse y que el estaría bien. A pesar de que ninguno
de sus progenitores quería moverse de la habitación le pidió distintas cosas a ambos
para que no viesen ninguna excusa para quedarse. A su madre le pidió ropa y a su
padre cosas para el aseo personal. Con eso y el transcurso de media hora por fin se
vio solo en la sala de hospital donde se estaba quedando y apenas la enfermera se
tomó su hora de descanso se levantó de la camilla para irse hacia el pasillo.

Debía ver Jungkook.


Le había sacado información a la enfermera sobre la habitación del castaño y pronto
se vio encaminado a encontrarla con un mapa del lugar que sacó del mesón de la
recepcionista. Jungkook se encontraba en el otro ala del hospital donde las
emergencias de menor gravedad se atendían. Le costó caminar de buena manera
gracias a su herida que le hacía marearse, pero con esfuerzo encontró la habitación y
no dudo en abrirla de par en par cuando estuvo frente a ella.

Pero allí no había nada.

Pensó que se había equivocado de lugar hasta que ve un trozo de papel sobre la
camilla recién hecha que tenía escrito su nombre en letras negras. Tragando saliva y
con mucho miedo se acercó hacia ella para tomarla entre sus dedo y darla vuelta.
Detrás de su nombre habían unas pocas palabras que poco después comprendería
como una nota de despedida.

"Lo siento, Mariposa"

Y algo dentro de Jimin sabía que no fue finalmente el quien se dio por vencido, sino
Jungkook.

044.
Trước Sau

El camino se le hace demasiado largo y demasiado absurdo, ni siquiera es capaz de


poder llevar la cuenta de cuantas veces desde que había salido del hospital dio
aquellos exactos pasos hacia el mismo destino, ni cuantas veces tuvo que aguantar
sus propias lagrimas para llegar a tocar la puerta de la forma más respetable posible,
aunque no podía hacer mucho para ayudar a su imagen. Aún tenía la cara hinchada
más raspones en la piel que daban cuenta del dolor que seguía sintiendo en su
cuerpo a pesar de que el alta ya estaba en su poder. Pero sin importar nada de eso
allí estaba él, caminando para intentar encontrar algo que había perdido y sin la
menor idea de si esta vez podría encontrarlo.

Jimin se sentía perdido en el silencio.

Porque eso había recibido durante esas dos semanas desde que la paliza había
tomado lugar en su vida. El silencio sepulcral que le llenaba por completo y le hacía
sentir miserable. Un silencio tan profundo que le hacía volver al punto donde no tenía
a nadie con quien poder hablar, a quien recurrir, a quien apoyar. Hubo momentos en
los que pensó que aquella época por fin había desaparecido para siempre de su
existencia, hasta tenía pesadillas en las que volvía a ser el chico solitario y odiado por
el mundo en general. Se recordaba a si mismo despertando y sudando frío, tratando
de cerrar los ojos para recordarse a si mismo que la soledad había terminado gracias
a que ya tenía alguien que lo amaba por se quien era y no quien debía ser, eso le
calmaba para conciliar de nuevo el sueño... Ahora se daba cuenta de que el problema
era que ya no se trataba de una simple pesadilla.

Cinco pasos más y ya estaba en su destino sin escudos para proteger a su magullado
corazón. Soltó un suspiró pesado antes de posar su dedo índice sobre el timbre y
cuando escuchó el sonido característico de este en el interior del lugar dio un paso
hacia atrás cerrando los ojos. Ya era casi un ritual, en tan solo unos segundo de
espera deseaba con todas sus fuerzas de que esta vez las cosas fuesen diferentes,
que por fin pudiese despertar de la horrible pesadilla en la que se encontraba
atrapado. Jimin necesitaba que las cosas cambiaran, Jimin deseaba que él abriese la
puerta esta vez...

Pero eso nunca sucedía.

— Hola, Jimin —le saluda Taehyung con una sonrisa cansada, pero sincera—... Algo
me decía que serías tu.

Era ahí cuando la esperanza abandonaba su cuerpo y la tortuosa rutina a la que se


había sometido comenzaba a funcionar una vez más. Podía verlo en los ojos de
Taehyung, aquella lastima que le tenía le hacía sentir muy miserable, pero parecía
que no tenía opción. Necesitaba saber que había pasado, dónde estaba, conocer la
explicación a todo eso antes de que colapsara por completo... Y ese final estaba muy
cerca.

— De verdad lo siento por insistir tanto —susurra mirando sus propios pies—... Solo
me preguntaba si ya habría vuelto a casa...

Y ahí Taehyung le decía lo que no quería escuchar.

— Lo siento, Jiminnie... Él aún no ha vuelto...

Le ardía el pecho, ¿qué había hecho mal?

— ¿Estas seguro? ¿No te ha llamado? Quizá pueda verlo en otro lugar, necesito
hablar con él...

Pero Taehyung tenía la misma respuesta y la misma mueca triste que el día anterior,
hace tres días y hacía una semana. Lo que significaba solo una cosa y Jimin podía
entenderlo perfectamente antes de que siquiera escuchase su voz.

— Lo siento mucho, Jimin... No tengo noticias de Jungkook...

¿Y qué importaba cuantas veces se lo dijesen si el siempre volvía a tocar la puerta?


¿Qué importaba si parecía que su pobre corazón ya no podía con ello? ¿Qué
importaba si ya había perdido hasta el más mínimo ápice de dignidad al ir a buscarlo
día tras día?
Nada... Porque Jimin seguía igual de enamorado...

Y sin saber donde había ido su Jungkook.

— Lamento molestarte tanto, Tae —se disculpa esta vez a modo de despedida—... Si
sabes algo avísame, ¿sí?

Por su parte Taehyung siempre parecía dispuesto a cooperar.

— Serás al primero a quien le diga, Jimin.

Finge una sonrisa a medias agradecido y hace un gesto con la mano para despedirse.
Por su parte, Taehyung observa la silueta de un chico destrozado por completo darse
la vuelta y comenzar a caminar lejos del lugar que tanto le lastimaba. El hecho de ver
a Jimin en esas condiciones, de sentir el dolor en su voz, notar como le lastimaba
cada vez que le daba la negativa hizo que cerrase la puerta con fuerza. Se escuchó el
golpe sordo en todo el departamento antes de que caminara lejos de la entrada
dirigiéndose al pasillo de las habitaciones.

Esto no podía seguir así.

Por eso fue hasta la última puerta y sin avisar la abrió de par en par. Taehyung estaba
muy cansado, era él quien había tenido que mentir durante todo este tiempo mirando
a Jimin directamente a los ojos. Odiaba hacerlo, trataba de convencerse de que era
por lealtad, porque se lo pidieron de manera expresa y tajante, pero ni siquiera eso
podía borrar la mirada que el pobre chico le daba cada vez que contestaba sus dudas
con excusas baratas. Todo había llegado demasiado lejos y por eso dijo fuerte y claro:

— Esto debe terminar ahora mismo, Jeon Jungkook. Estas siendo un maldito imbécil
sin cerebro.

Sentado sobre la cama un chico castaño, con ojeras y con apariencia casi fantasmal
se da cuenta de que ya no esta solo en su habitación. Parecía una pintura sobre un
personaje miserable, un espejismo triste y solitario que quitaba el aliento, un cobarde
que estaba escondiéndose del mundo para que no lo juzgasen.

En eso se había convertido Jeon Jungkook.

Alza la mirada con los puños cerrados cuando ve a su amigo entrar por la puerta.
¿Cuantas veces le había pedido que se mantuviese lejos del asunto y tan solo le
dijese a Jimin que se había ido sin dar explicaciones? Se hacía esa pregunta a si
mismo y también se cuestionaba el por qué Taehyung, quien era la única persona a la
que fue capaz de pedirle aquello, hacia que el infierno que estaba viviendo mucho
más difícil para él. Era en ese momento, y durante muchos más desde hacía dos
semanas, en los que deseaba desaparecer de la faz de la tierra.
— No te metas, Taehyung —sentencia con amargura—. Este no es asunto tuyo ni de
nadie, así que no hagas amenazas estúpidas y vete de mi habitación porque no te he
invitado.

Pero el nombrado ya estaba cansado porque todo lo que estaba sucediendo no tenía
ni pies ni cabeza. Siempre había intentado no entrometerse en los asuntos de su
amigo al estar bastante seguro de que Jungkook podía solucionar todo por su cuenta,
pero esta vez era distinto. Taehyung no entendía en que momento las cosas habían
llegado hasta ese punto, cuando fue que el castaño que se encontraba justo en frente
suyo se convirtió en el peor de los cobardes. ¿Qué había pasado entre él y Jimin para
que llegasen al extremo de el esconderse en su habitación para no verlo? No había
lógica en lo que sucedía y lo peor de todo es que era otra persona la que salía
lastimada con esa confusión.

— Es fácil, demasiado fácil decirlo cuando no eres tu quien tiene que abrir la maldita
puerta y ver a Jimin destrozado —suelta desesperado y en busca de hacer entrar en
razón a su amigo—. Ha venido más de quince veces a tocar el timbre durante la
última semana y por si no lo sabes las semanas solo tienen siete días, Jeon Imbécil
Jungkook. ¡Date cuenta de lo que estas creando!

Una punzada de dolor recorre de golpe el corazón del castaño que se encontraba
tendiendo en un hilo fino, casi corriendo peligro de que este cayera directo al piso y se
hiciese añicos sin poder arreglarse una vez más. Claro que sabía que Jimin a tocado
a su puerta quince veces y también sabía que el chico estaba sufriendo, todo por su
culpa, todo por sus acciones... Pero Jungkook sabía lo que estaba haciendo,
Jungkook solo seguía adelante con aquella locura por la felicidad de Jimin...

Y eso era lo único que importaba.

— Sal de mi habitación, Taehyung —sentencia de manera definitiva Jungkook—. No


vuelvas a hablar del tema.

Ve a su mejor amigo atónito ante su comportamiento, pero Jungkook esta decidido a


no dar marcha atrás. Se recuesta sobre la cama y empieza a ojear un libro que hacía
poco había conseguido mientras que desde el marco de la puerta Taehyung le
fulminaba con la mirada, totalmente decepcionado y dolido. En todos los años de
amistad que llevaban y a pesar de que siempre lo trato mal nunca llegó a ver aquel
semblante en su amigo.

— Te lo advertí, idiota —dice riendiendose antes de salir del cuarto como se le había
pedido—. Con esto lo vas a perder para siempre, ¿y sabes? El te amaba por
completo, por quien tu eras... Pero cuando tu lastimas tanto a una persona esta queda
con heridas de por vida que terminan esfumando cualquier especie de cariño que
hubiese podido existir... ¡No quiero que eso suceda, yo los he visto, están
enamorados el uno del otro! Sea lo que que este sucediendo podrán superarlo si lo
hacen juntos... Por favor, Jungkook... Búscalo...

La piel de Jungkook arde de rabia y quiere gritar todo lo que tiene atorado dentro de
su ser. Como si el no supiese lo que se venía, como si no supiese que estaba
rompiendo el corazón de la única persona que amaba, como si no supiese que
después de esto perdería a Jimin para siempre...

Como si ese no fuese el plan.

— No lo dejes ir, Jungkook... Yo se que tu lo amas tanto como él a ti...

Eso es lo último que Taehyung dice antes de cerrar la puerta tras de sí. Jungkook
mira las hojas del libro frente a él, pero su mente esta en otro lado al igual que su
alma. Todo dolía y era un dolor que conocía muy bien. Lo había sentido cuando le
dijeron que nunca volvería ver a su madre y nunca creyó que volvería a sentir algo tan
destructivo como aquello alguna vez en su vida. ¿De qué te servía haber construido
un escudo a tu alrededor para nadie te lastimase si apenas alguien lo atraviesa
terminas completamente roto?

Y lloró. Gritó y lloro justo como cuando se entero de la muerte de su madre. Lloró
porque lo tuvo todo y lo estaba dejando ir.

Jungkook estaba solo, había vuelto a estar solo con sus pensamientos para que así la
única persona que dio todo de si por él pudiese tener un futuro brillante. Porque solo
podía soportar aquella tortura si sabía que podía asegurar el bienestar del amor de su
vida para siempre. El trato que había hecho fue mirando solamente hacia la felicidad
del único chico que se merecía el universo entero como recompensa y es que al verlo
lastimado sobre la camilla de hospital se dio cuenta que solo existía una forma de
protegerlo y si debía hacerlo para nunca más verlo en esas condiciones pues no
había nada que discutir. Jungkook lo dejaría ir solo porque no podía permitir que
volviesen a hacerle daño a su lindo peli-rosa...

Y esperaba, rogándole al cielo, al universo y las estrellas, que algún día Park
Jimin lo perdonase.

(✧)

045.
Trước Sau

Dos semanas antes.


— Espero no molestar.

Jungkook ve al hombre entrar por la puerta y no dice nada. No esta de ánimos para
pelear cuando no puede pensar en otra cosa que no sea la salud de Jimin, por lo que
el hecho de que el señor Park estuviese en ese momento dentro de su habitación en
el hospital era la menor de sus preocupaciones. El hombre esta serio y se sienta
sobre la silla destinada a las visitas sin dejar de mirarle. Ninguno dice nada por unos
segundos hasta que la voz grave del seños Park se posiciona en el lugar.

— El Doctor dice que tu costilla no tardará en sanar —le informa aunque Jungkook ya
lo sabía—, parece que más pronto de lo esperado te darán el alta.

Quizá era porque Jungkook era una de las personas más desconfiadas del mundo,
pero por ningún segundo creyó que el padre de Jimin venía simplemente a charlar con
el por su estado de salud.

— ¿Qué necesita? —Pregunta con un alto tono de sarcasmo y el seño Park se ríe por
lo bajo.

— No se te escapa nada a ti ¿no, Jeon Jungkook?

— Será mejor que sea rápido —amenaza de una vez al hombre sin dudar su
respuesta—, no tengo tiempo para usted y el horario de visitas terminó.

— Lo sé —admite el señor Park—, lo sé... Pero necesito discutir este asunto contigo,
es importante... Supongo que cualquier cosa que tenga que ver con Jimin te importa...
Digo, son novios, ¿no?

Jungkook se sorprende por dentro más su cara siguió inmutable. Sea lo que sea que
se traía el señor Park en las manos parecía ser bastante serio y no debía bajar la
guardia.

— Pensé que ya habíamos tenido una conversación sobre Jimin. ¿No basto con que
lo mandase al diablo aquella vez?

— Pues no —confirma el hombre—. A decir verdad, y siendo completamente sincero


contigo, te di el beneficio de la duda... Quería saber si cambiarías de opinión una vez
que te dieras cuenta como estaban funcionando las cosas aquí y el peligro que estaba
corriendo Jimin quedándose en esta ciudad... Aunque no pretendía que lo vivieran de
esta forma.

Jungkook no sabía a lo que se refería así que prefirió mantenerse firme en su


posición.
— Si cree que con esto usted ha ganado el juicio se equivoca. La señora Park va a
ganar y Jimin se quedara donde pertenece, ¿entendió?

— Creo que tu no me entiendes a mí, Jungkook. No espero que esto me beneficie en


el juicio... Lo que verdaderamente me importa e interesa es que esto demuestra que
la gente de esta ciudad no tiene respeto por Jimin, llegando al punto de dejarlo
inconsciente en la acera y no solo a él... A ti también.

Jungkook niega con la cabeza.

— Lo que me pase a mi no importa —aclara de inmediato—, solo importa Jimin.

— Claro que si importa, Jungkook. ¿No ves acaso al nivel de violencia que se llegó?
¿Acaso no te das cuenta que Jimin pudo haber muerto?

La última pregunta es la que cruza su pecho como una daga casi dejandole sin
respiración porque el solo hecho de imaginarse a su Jimin pálido y sin vida parecía
ser algo demasiado imposible y que sin embargo estuvo a punto de suceder horas
atrás.

— Él... Él —por primera vez la voz le tiembla al igual que los dedos—... Él se pondrá
bien...

Ahí el padre de Jimin se levanta para caminar hacia la camilla y poner su mano sobre
el hombro de Jungkook.

— Sí —clarifica—, él estará bien, no te preocupes por eso ahora... Lo que te vengo


hablar tiene más que ver con lo que pasará después del juicio.

Jungkook le mira y se muerde el labio inferior intentando pensar con la cabeza fría.

— Vaya al grano —suelta y el señor Park asiente.

— Tengo contactos en la corte, ¿sabes? Ellos me informan sobre el proceso y me han


dicho que todo parece indicar que me otorgarán la custodia de Jimin.

Quiso gritar porque era injusto, todo era demasiado injusto y no quería perder a Jimin.

— Se ha comprado a todo el tribunal —le acusa—, a todo el maldito tribunal...

Pero el hombre niega con la cabeza.

— No, Jungkook, te equivocas. No he hecho nada además de proporcionar pruebas al


tribunal para ganar el juicio. Soy lo bastante seguro de mi mismo para pararme frente
a esas personas sin pasar dinero por debajo de la mesa.
El problema era que Jungkook no sabía si debía creerle, no sabiendo que ese era el
mismo hombre que abandonó a su propio hijo durante diez años y ahora volvía de la
nada a quitárselo a su madre.

— Lo diré así —continua—, la única razón por la que me otorgaran la custodia es


porque la madre de Jimin no le entregó todas las cartas que le envié ni acepto el
dinero que le depositaba en la cuenta bancaria... Si no hubiese sido por eso se la
hubiesen dado a ella porque es una buena madre y esa es la verdad.

Las cosas que el señor Park decía no tenían ni un poco de sentido y solo lograban
confundir aún más a Jungkook.

— Yo no quiero alejar a Jimin de su madre, solo quiero que no vuelvan a hacerle


daño. Si volví fue porque me enteré de lo que estaba sucediendo con él en la escuela
y supe que debía dejar de alejarme para ofrecerle ayuda a mi hijo... El ambiente
donde esta no lo dejará en paz, los mismos chicos que les hicieron esto lo volverán a
hacer, es un círculo vicioso... Y yo solo quiero sacar a Jimin de esto.

— ¿Y por qué ahora? —Cuestiona Jungkook— ¿Por qué ahora que tan solo le queda
un año para sea mayor de edad?

— Porque solo hay dos razones por las que Jimin no se iría conmigo a menos que
tenga una orden judicial que lo disponga... La primera es miedo de dejar a su madre
sola, aunque con el tiempo lo superaría al ver que no tengo razón alguna para alejarlo
de ella, no les quitaré el contacto o algo parecido como él cree, si tan solo me
escuchará sabría que aquella nunca ha sido mi intención.

— ¿Y la segunda? —vuelve a cuestionar interrumpiendo— Si esta tan seguro de que


aquello lo superaría podría pasar lo mismo con esa, así que no entiendo por qué
estamos hablando.

— Creo que tu sabes quien es la segunda razón por la que Jimin sería capaz de
desacatar al tribunal para no irse conmigo, Jungkook. Siempre lo haz sabido.

Y lo sabe. Lo sabe apenas su mirada se encuentra con la del señor Park y lo sabe
cuando rememora los momentos que ha tenido con Jimin.

Es él. Siempre ha sido él. Jimin no se iría con su padre por él.

Por eso el señor Park vino a hablar a su habitación, el hombre esta buscando que le
ayude a que Jimin se vaya con él para siempre despojándolo de aquella segunda
razón. En ese momento a Jungkook le duele la cabeza y cree que va a vomitar.
¿Acaso le estaba pidiendo que renunciara a Jimin para siempre?

— Se lo que sientes por Jimin es real, Jungkook. Por lo que te pido que entiendas por
qué te estoy hablando de esto... Solo quiero darle una mejor vida a mi hijo, lejos de la
gente que le ha hecho daño para que por fin tenga un nuevo comienzo. En la capital
podrá ir a la Universidad, podrá conocer otras personas, generar nuevo lazos y
nuevas experiencias, allá son más comprensivos, entenderán más. Quiero eso para
Jimin y entregarle todo lo que no pude durante estos diez años, porque es lo que se
merece por derecho propio... Pero se que eso no sucederá si el sabe que tu estas
aquí, no se irá a ningún lado sin ti y eso lo pude notar a simple vista... Por favor,
ayúdame a entregarle una mejor vida a Jimin...

Si hay una cosa que puede ser llamada debilidad para Jungkook esa sería nada más
y nada menos que Park Jimin. A pesar de que nunca creyó que podría enamorarse lo
hizo y de la forma más profunda que existía. Por aquel peli-rosa tan especial sería
capaz de saltar el barranco más alto para solo ver su sonrisa una vez más. No
importaba si tenía que enfrentarse a un ejercito entero con tal de asegurar la
seguridad del chico, hasta caminaría sobre brasas hirviendo para jamás verlo sufrir
otra vez. Lo amaba más que nada y más que a todo, por eso solo tenía una cosa clara
para responderle al señor Park...

Y es que Jungkook haría cualquier cosa por Jimin

— Escúcheme bien —dice quitando la mano del hombre que estaba sobre su
hombro— porque lo diré una vez y si no cumple con esto lo lamentará de por vida.
Seré capaz de perseguirlo por mil infiernos si se que ha tratado a Jimin de alguna
forma que le haga daño, ¿entiende? Va a tenerle lista una habitación rosa pastel y
decorada con muchas mierdas rosas porque es su puto color favorito. Si es necesario
llamará a una decoradora para que deje ese lugar como si una princesa viviese
dentro, con muebles blancos y luz clara porque el odia que su habitación sea opaca...
También lo dejará vestirse como quiera y hasta le dará su maldita tarjeta de crédito
para que gaste un montón de dinero en sueters rosados y pantalones cortos. Si quiere
usar un vestido para salir de la casa va a dejarlo porque él es quien decide que usar,
no usted ni la gente. Tendrá que tragarse los esteriotipos para solo velar porque él
sea feliz con la ropa que le gusta... Por eso cuando lo vea bajar por la escalera le dirá
fuerte y claro: "Te ves muy lindo, hijo"... Usted no tiene idea de cuando adora los
cumplidos así que mínimo le hará unos cien al día si es necesario, para que se sienta
hermoso y amado... ¡Y ni siquiera se le ocurra alejarlo de Baekdu porque esa maldita
bola de pelos y pulgas es preciada para él! Se lo llevará también y le tendrá una puta
casa para perros que parezca mansión, ¿ya? ¡Y no olvide los regalos de cumpleaños
y para navidad! Serán esmaltes de uñas de todos los colores existentes, con brillos,
estrellas, que sé yo. El ama pintarse las uñas y siempre andará con un color nuevo
cuando lo vea así que también dígale lo lindas que le quedaron... Debe tener claro
que Jimin es especial, ¡es un puto ángel caído del cielo! Tan único y maravilloso que
es irrepetible. Tendrá ayudarle a sentirse cómodo con lo que es, demostrarle que a
pesar que fue un hijo de puta durante diez años puede ser su padre ahora.
Reconstruirá el corazón destrozado que le dejó a su hijo dándole una vida de
ensueño, consintiendolo ante todo y tratandole como una joya preciada. Jimin será
feliz, usted lo hará feliz o juró... Yo juró...

Mientras hablaba Jungkook ni siquiera noto como las lagrimas comenzaron a rodar
por su cara una por una liberando el dolor que sentía en ese momento. Con fuerza se
paso la mano por los ojos intentando mantenerse fuerte, no por el mismo, sino por
Jimin. Debía dejar lo que sentía de lado, ahora solo importaba asegurar el futuro de su
pequeño peli-rosa.

—Si es que no hace una de estas cosas y lo termina alejando de su madre créame
que lo sabre e iré a donde sea para patearle su viejo culo hasta que no recuerde ni
siquiera como se llama... ¿He sido claro?

El señor Park parece demasiado sorprendido ante la petición del chico, aunque
finalmente no duda le cree al ver esa mirada decisiva que tenía encima.

— Es una promesa —contesta—... ¿Tenemos un trato?

Cuando la mano es estirada hacia el sabe que todo se termina allí, ya no habría vuelta
atrás ni arrepentimientos. Dejaría ir a Jimin por su propio bien, para que conociese
otra vida en la que no fuese juzgado, en la que nadie lo golpease por ser femenino.
Jungkook se alejaría porque era lo correcto a pesar de que sentía que le estaba
vendiendo su alma al diablo.

— Es un trato —concreta y le da la mano al señor Park.

¿Escucharon eso? El corazón de Jeon Jungkook se acaba de marchitar porque


su mariposa se iría para siempre.

(✧)

046.
Trước Sau

Cada vez que mira por la ventana durante los siguientes días el clima parecía igual de
gris que su interior. Se preguntaba a si mismo si la naturaleza era capaz de leer su
mente, porque todo se sentía igual de triste como el mismo y no tenía idea de si
aquello era algo bueno o solo una razón más por la que paulatinamente se volvería
infeliz para siempre.

Jimin creía que se estaba perdiendo a si mismo.


Ni siquiera los tiernos besos de cachorro que Baekdu dejaba en su mejilla por las
mañanas parecían poder sanar aquella amargura que traía dentro de sí. Había dejado
de insistir en ver a Jungkook y tan solo se dejó caer sobre su cama enterrándose allí
por días completos en los que solo podía mirar hacia el techo de su habitación
mientras se cuestionaba qué era lo que había salido mal y como algo que parecía ser
tan sólido y perfecto había desaparecido de su vida como por arte de magia.

Faltaba muy poco para el juicio y la decisión que definiría el rumbo que tomaría su
vida desde ahora en adelante. El estomago le daba vueltas al igual que su mente, no
creía estar preparado, pero tenía claro que aquello no le ayudaría a detener el
proceso. Solo le quedaba resignarse y rogarle al universo para que la balanza de la
justicia se inclinase hacia su madre. Lo único que deseaba en ese minuto era
quedarse al lado de la mujer que fue su pilar durante años porque no se sentía capaz
de seguir adelante sin ayuda de al menos una persona que le quisiera.

Siempre pensó que cuando uno deseaba algo con todo el corazón no debía rendirse
ante ello, sino luchar porque esa era la única forma en que los sueños se podrían
volver realidad ante tus ojos. Luchó por ser quien era y luchó durante muchos años
para aceptarse a si mismo, eso había funcionado al menos hasta ahora. Por eso
intentó luchar por Jungkook de igual manera y hasta mucho más fuerte, pero todos los
intentos que hizo ni siquiera fueron capaces de conseguirle una audiencia con el chico
que se negaba a dirigirle la palabra. Una parte de él lo entendía porque nadie podía
vivir protegiendo a una persona día y noche sin cansarse en absoluto, pero había otra
parte que gritaba desesperada dentro de él que aún existía una oportunidad para
arreglarlo todo.

Jimin ya no quería escuchar a esa voz.

Su somnolientos pensamientos fueron interrumpidos por la vibración de su teléfono


sobre la mesita de noche y sin siquiera haber mirado la pantalla del aparato supo de
inmediato que se trataba de su madre. Park Youngmin se había acostumbrado desde
el día de la golpiza a llamarlo después de que su horario de trabajo terminase para
saber como estaba y avisarle que dentro de poco estaría en casa. Jimin al principio se
sentía algo sofocado con las atenciones de su madre, pero últimamente parecía que
aquello era lo único que podía reconfortarlo al menos un poco para no sentirse tan frío
por dentro.

De inmediato deslizo el dedo hacia un costado para contestar e intentó que su voz no
sonase tan desolada antes de hablar.

- Hola, mamá. ¿Cómo va todo?

Podía escuchar los tacones de su madre en el cemento y los ruidos de la ciudad a su


alrededor. Ya casi había olvidado lo que se sentía estar afuera como una persona
normal. Las únicas veces en las que dejaba su casa era para ir hasta el departamento
de Jungkook y preguntar si se encontraba allí, y a decir verdad estaba más
preocupado de mantener la compostura que de fijarse en el paisaje que le rodeaba...
¿En eso se había convertido?

-Hola, cariño. Todo bien, bastante trabajo. ¿Tu como haz estado? ¿Necesitas que te
lleve algo para acompañar la cena?

No sabe por qué quiere llorar al escuchar la tierna y dulce voz de su madre, pero lo
termina haciendo lo bastante bajito para no asustarla. Estaba demasiado sensible y
alterable. El juicio le pisaba los talones, Jungkook desapareció de su vida y ya no
tenía ganas de seguir luchando. Parecía que todo estaba cayendo a pedazos frente a
sus ojos y sabía que no era lo suficientemente fuerte para enfrentarlo todo el solo.

-Pequeño... ¿Jimin? Pequeño, escúchame.

No quería que se preocupara, pero tampoco parecía que podía dejar de llorar. Los
sollozos salían de su garganta como si hubiesen estado acumulándose durante
mucho tiempo para ser liberados todo de una vez y le ardía cada vez que intentaba
aguantar los quejidos que provocaba el molesto nudo que le apresaba. Estaba harto
de ser tan débil, ¿acaso no podía comportarse como un chico de 17 años normal que
no dependiese de alguien cuando las cosas iban mal?

-Lo siento -susurra-. Yo intento, de verdad que lo hago...

Ni siquiera podía articular las frases sin soltar un par de lagrimas en el camino. Cerró
los ojos con fuerza deseando que todo se detuviera, que el mundo quedase en pausa
al menos unos momentos para poder juntar fuerzas y enfrentar lo que se venía. Ni
siquiera sabía si aquello era demasiado pedir.

- Mi Jimin, mi pequeño Jimin -la voz de su madre es dulce y casi puede imaginarla
regalandole esa sonrisa tan cordial que siempre estaba para él en los momentos más
difíciles- ¿Es que acaso aún no entiendes que no tienes que esforzarte tanto en
intentarlo?

La voz de su madre siempre había ayudado para que encontrase algo de paz, pero en
ese momento y con esa pregunta que no comprendía por completo parecía que no
surtiría el mismo efecto.

- ¿De qué hablas, mamá?

Puede escuchar como la mujer suelta una suave risa antes de comenzar a hablar.

- Toda la vida haz sido igual, Jimin. Te esfuerzas para afrontar las cosas y das todo de
ti para poder sobrellevar cada uno de los obstáculos que pueden aparecer en medio
de tu camino. Pero, querido, es tanto lo que haz luchado que ahora estas agotado y
crees que no podrás con todo lo que esta sucediendo. Ya es hora de que dejes de
exigirte tanto, haz hecho un excelente trabajo desde que eras apenas un niño y nunca
te haz otorgado al menos un descanso. Desde que naciste y te tuve por primera vez
en mis brazos supe lo especial que eras. Irradiabas una luz que embobaba a medio
mundo y transmitías una belleza poco común que aún así podía lograr captar la
atención de cualquiera que te mirase al menos un segundo. No sé si son instintos de
madre que aparecen de la nada, pero de inmediato estuve segura de que estabas
destinado a grandes cosas, es una corazonada que sigue dentro mío y que cada vez
late con más fuerza, hijo.

No se había dado cuenta de que las lagrimas dejaron de drenarse y ahora estaba
absorto escuchando atentamente el discurso que su madre estaba dando.

- Te vi crecer encantada. Ni siquiera cuando te ponías mis tacones simulando que


ibas a comprar a una tienda me pareció que era algo que no estaba permitido para los
niños. Cometí el grave error de hacerle caso a lo que las personas que me rodeaban
decían y comencé a intentar apagar aquella luz tan especial que tenías. No te dejaba
usar ni hacer lo que querías a menos que fuese en secreto, porque comenzó a crecer
dentro mí el miedo a que este mundo tan hostil en el que vivimos te hiciese daño por
ser diferente. Así vivimos durante unos años hasta que tu padre se fue. Ese día
prometí protegerte, pero sabía que jamás lograría que fueses feliz si seguía
manteniendote en la oscuridad, no podía seguir tratándote como un pedazo de cristal
y eso hice, Jimin. Me costó mucho, pero logre tener la confianza suficiente como para
dejar que enfrentarás la vida que realmente te haría sentir pleno y a pesar de que
sabía que era difícil yo estaría a tu lado para ayudarte en lo que fuese necesario. Por
eso, mi pequeño, quiero que sepas que siempre me demostraste lo fuerte que eras. Si
caías te levantabas de inmediato, si te decían cosas eras capaz de dar un paso atrás
y volver a salir al mundo cuantas veces fuese necesario, si todo parecía complicado
sonreías y seguías adelante. Eso no lo hace cualquiera, hijo. Eso solo puede lograrlo
alguien que tiene el coraje suficiente para afrontar lo más terrible que el destino le
hubiese preparado. Eres único, Jimin, enserio que lo eres.

Recordaba todo eso y también la hermosa sonrisa que su madre le entregaba cada
vez que le veía jugar. Esa era la única razón por la que pudo con todo eso aunque era
solo un niño, sin su madre no estaría donde esta ahora.

- Sé que ahora tienes el corazón roto y crees que ya no cuentas con la energía
suficiente para salir adelante. La primera vez que sientes aquel dolor siempre parece
que estas agonizado y que no hay nada peor... Pero créeme que lo superaras. No es
algo de horas o días, es un trabajo duro y estoy realmente segura de que tú, mi hijo,
eres capaz de afrontarlo. Para mí, Jimin, eres un ejemplo a seguir y estoy orgullosa de
que el destino me regalase a un hijo como tú. Siento que si te comportaras como los
demás jamás hubiese aprendido tanto. Tu eres mi guía a pesar de que eres mi hijo,
contigo he aprendido a superar los altibajos que la vida me ha puesto en frente y
estoy segura que de los dos tú eres el más fuerte, porque se que no me necesitas
tanto como yo te necesito a ti.

Se sintió como un tonto. De verdad no creía aquello, siempre había pensado en si


mismo como un chiquillo necesitado que sin apoyo se desmoronaba igual que una
casa de naipes. Su madre parecía no ver nada de eso, no quería que se engañase a
si misma.

- Mamá, no -susurra contra el teléfono-. Eso no es cierto.

- ¡Claro que lo es! Que tu no te des cuenta es muy distinto, pequeño. Si no fueras tan
fuerte como yo pienso lo más probable es que ni siquiera estaríamos hablando...
¿Entiendes?

De verdad quería creerlo, pero le costaba, demasiado.

- Solo quiero que deje de doler -pidió.

- No puedo hacer que deje de doler, hijo, aunque así quisiera... Solo quiero que
tengas claro que saldrás de esto y yo estaré ahí. Además, sé que no es lo que quieres
escuchar pero lo diré de todas formas, siento que esto es un malentendido y que
pronto todos los problemas que tenemos van a terminar. Mis corazonadas nunca
fallan, eso lo sabes.

Se secó las lagrimas y susurró un "sí". Ya debía dejar de lamentarse, si se mantenía


en así moriría de tristeza y no era esa la forma en que quería terminar. Tomaría las
palabras de su madre y trataría de cambiar su situación. Aquella era la última luz de
esperanza que pareció filtrarse en su interior por lo que iba a aprovecharla. Debía
enfrentar un juicio y había decidido que por ahora tendría que olvidarse de Jungkook
aunque pareciese imposible.

- Eso espero, mamá -dice terminando de secarse las lagrimas-... Creo que iré a
cepillar a Baekdu, la cena esta lista, ¿quieres que te espere y te acompañe?

- No, Jiminnie. Tu vieja madre puede comer sola. Tu descansa, ¿sí?

- Sí, mamá. Nos vemos...

- Nos vemos, pequeño. No olvides que te amo.

- Yo también, mamá. Yo también.

Al mismo tiempo cuelgan el teléfono y la conversación termina. Un poco más


animado, Jimin mira hacia el frente donde Baekdu estaba fijamente observándolo y se
levanta a cepillarle como había dicho antes. Quizá no todo era fácil y tendría que
encontrar las fuerzas para seguir luchando. Lo haría por su madre, quería demostrar
que era tan fuerte como ella decía. Tan solo esperaba que aquella corazonada que la
mujer tenía se hiciese realidad y que todo fuese un malentendido.

Enserio lo deseaba.

Por su lado, la señora Park deja su móvil en uno de los bolsillos de su chaqueta para
luego emprender su viaje a casa. Normalmente no se demoraba mucho, pero aquella
acción se vuelve un poco dificultosa una vez que que aparato queda atrapado entre el
cierre defectuoso que hace días le daba dolor de cabeza. Soltó un suspiro cansado,
ya debía cambiar la vieja prenda o le seguiría provocando problemas.

- Dios, no ahora -se queja antes de detener su marcha e intentar arreglar lo que
sucedía.

Le tomó unos minutos, pero lo consiguió. Ahora su teléfono se encontraba


resguardado perfectamente y la luz verde para cruzar le daba la señal para seguir su
camino. A pesar de que no había hecho nada imprudente, quizá las cosas hubieran
sido distintas si tan solo hubiese visto el auto que se avecinaba a gran velocidad y que
no fue capaz de detenerse en la luz roja. Quizá hubiese tenido el tiempo suficiente
para hacerse un lado y evitar el impactó. Todas esas posibilidades pasaron por su
mente en una milésima de segundo cuando la luz del coche la segaron y sintió el
ruido ensordecedor de la bocina del auto tratando de hacer la última jugada para
evitar la tragedia.

Creyó morir.

Dolor. Mareo. Olor a humo. Su cuerpo se impactó contra el asfalto, pero no tan fuerte
como para quitare la vida. Se sentía conmocionada y solo después de unos segundos
pudo tener la fuerza para levantar la mirada para ver que había sucedido. El auto rojo
que iba a exceso de velocidad yacía contra un poste con el capó destruido. Algo le
decía que lo había logrado esquivar, pero era extraño porque no se había movido ni
un centímetro debido al shock. Intentó levantarse y solo pudo lograrlo con la ayuda de
un hombre que la tomó del brazo. Aún no podía pronunciar alguna palabra, pero podía
escuchar claramente todo lo que decía el desconocido.

- ¿Esta usted bien? Oh mierda, que tragedia. ¿Qué le duele? Llamaremos una
ambulancia para usted y el chico que la salvó. No debe preocuparse...

Pero ella se detuvo y lo miró asustada.

- ¿Chico?

El hombre asintió.

- Si no fuera por ese chico el auto la hubiese arrollado completa. Créame, fue heroico,
yo lo vi todo. Usted cayó a un costado y el recibió el impacto. Voló por los aires y
aterrizo detrás del coche que luego se estampó contra el poste. Creo que esta
sangrando, pero hay más gente viéndolo y llamando a los paramedicos.

Se sintió anonadada ante la nueva información y alzó la mirada hacia el tumulto de


gente que se habían formado en un círculo. Pidió en un susurro al desconocido que la
llevase hasta allí y a pesar de que le dolía el cuerpo se abrió paso entre los
observantes. Una parte de si misma sabía que debía alegrarse, dar gracias al cielo
por estar viva y poder ir a casa con su hijo, pero había algo dentro de su corazón que
le hacía sentirse fatal. De seguro era el hecho de que ella pudo ver a su salvador unos
segundos antes del impacto y lo único que deseaba era que fuese una cruel broma
del destino o una simple ilusión.

Pero no lo era.

Se llevo las manos a la boca y comenzó a llorar de inmediato. La vida era todo,
menos justa.

- ¡Jungkook! -Gritó y se agacho al lado del cuerpo del chico que sangraba desde la
cabeza y tenía diversas heridas- ¡Dios, no puede ser, Jungkook!

Y mientras las lagrimas caían sobre el pecho del castaño este abrió un poco los ojos
para ver a la señora Park. Ni siquiera allí, mitad inconsciente, se arrepentía de lo que
había hecho. Jamás se hubiera perdonado a si mismo si aquella mujer moría. No iba
a dejar que Jimin sufriese más de lo que él mismo le había hecho sufrir.

Así que susurró:

- Dígale que lo siento.

Y cerró los ojos.

(✧)

047.
Trước Sau

Cuando crees que todo esta bien y que lo peor ya ha pasado siempre sucede algo
que te trae de vuelta a la realidad, sin miramientos ni un poco de piedad, todo cambia
tan rápido que ni siquiera te da el tiempo suficiente como para cuestionarte el por qué
las cosas son así y si alguna vez el destino cruel dejaría que fueses feliz.

Jimin se sentía así.


Se encontraba en ese estado donde todo sucede de manera borrosa desde hacía
horas. Recuerda estar terminando de cepillar a Baekdu cuando el teléfono suena y el
nombre de su madre ilumina su pantalla. De inmediato pensó que la mujer le
preguntaría si llevaba algún postre para la cena de los que compra en la pastelería
favorita de ambos, pero apenas escucha la voz temblorosa de Youngmin se da cuenta
de que las cosas van mal. Muy mal.

—No sé de donde salió, no sé por qué lo hizo —susurraba su madre mientras las
lagrimas caían contra el microfono del móvil—... El no dejó que me atropellaran...
Jungkook ocupó mi lugar.

Agregó que lo habían ingresado al mismo hospital donde los atendieron el día de la
golpiza y Jimin no espero a recibir más información antes de salir corriendo por la
puerta sin siquiera preocuparse del frío abrumador que caía lentamente sobre la
noche en la ciudad. Su mente se había vaciado y en su lugar solamente estaba el
rostro de Jungkook. Tenía miedo, el mismo miedo que le inundó al momento de verlo
inconsciente a su lado cuando en la escuela los acorralaron para golpearlos. Era el
terror que podía sentir una persona cuando sabía que podía perder a quien amaba en
ese mismo instante. Jimin siempre había deseado en su fuero interno jamás volver a
sentir algo parecido, porque la opresión que tenía en el pecho le ahogaba a tal punto
que si no corría rápido sentía que desmayaría antes de llegar al hospital.

Así que corrió, corrió y corrió.

Su brújula interna fue la que hizo el trabajo de llevarlo hasta el lugar, ni siquiera
recordaba que calles tomó para llegar hasta allí y poco le importaba. Cuando vio las
enormes puertas del hospital las abrió de par en par y se dirigió a una enfermera para
que le diese la información de Jungkook y su madre.

— Los acaban de ingresar —informó la mujer de la manera más suave posible—,


debes esperar unos momentos antes de verlos. ¿Quieres un vaso de agua con azúcar
mientras tanto?

Negó con la cabeza. Solo quería ver a Jungkook.

Las salas de espera de los hospitales eran un verdadero infierno, sobre todo en el
sector de urgencias. Todo el mundo tenía cara de preocupación y algunos de
profunda tristeza. Estar en un lugar así era la peor manera para calmar la histeria que
Jimin sentía en ese minuto, porque parecía que el sentimiento solo crecía para
hacerse colectivo. Le incomodaba y el hecho de que el tiempo pasara lentamente en
las manillas del reloj hacía todo, menos ayudarle.

Dos horas después de que llegase vio a su madre salir de la sala donde atendían
directamente las urgencias. Un parche blanco le cubre la mejilla y cojea un poco al
caminar. Rápidamente le ayuda a sentarse sobre una de las sillas de plástico y se
agacha frente a ella para acariciarle una de las manos. Se sentía mejor al verla
completa, sin nada grave de por medio, pero la angustia aún no abandonaba su
cuerpo.

— ¿Qué ha pasado? —Pregunta porque apenas tiene claro lo del accidente.

— Me ha salvado —contesta su madre—, ni siquiera se detuvo a pensarlo.

Escucha el relato de la mujer con atención y aún así quedan preguntas en su mente.
¿Qué hacía Jungkook cerca del trabajo de su madre? ¿Es que acaso no se dio cuenta
que podía perder la vida lanzándose contra el automóvil como si nada? ¿Por qué se
sacrificaría después de que le abandonó aquella vez en el hospital solo con una nota
de por medio?

Su madre le dijo que preguntó a las enfermeras que le atendieron por Jungkook y solo
dijeron que lo ingresaron para someterlo a cirugía porque se había fracturado varios
huesos de la espalda producto al golpe directo que se dio contra el asfalto. Jimin se
llevó las manos a la cara y restregó sus ojos que estaban a punto de soltar algunas
lagrimas. No quería llorar, solo quería creer que todo saldría bien y podría ver a
Jungkook una vez más.

— ¿Por qué hizo esto? —La pregunta era más para el universo, pero su madre se la
contesto de todas formas.

— Porque te ama, cariño. Sabe que si me pasa algo a mí tu sufrirías. Solo por amor
se cometen locuras así.

Se acurrucó sobre las piernas de su madre casi igual como lo hacia cuando era un
niño pequeño que le tenía miedo a los monstruos de la oscuridad. Allí, mientras la
mujer le acariciaba con cuidado el cabello, cerró los ojos con fuerza. Deseaba que
Jungkook estuviera bien, deseaba verlo en frente suyo con aquella sonrisa socarrona
que siempre llevaba y deseaba poder tomar su mano una vez más.

Deseaba mucho. Quizá más de lo que alguna vez recibiría.

•••
Horas antes del accidente.

— ¿Puedes dejar de actuar como un maldito idiota suicida, Jungkook? Esto ya es


demasiado.

Escuchaba a Namjoon hablando por sobre los gritos de la gente y de inmediato


frunció el ceño a su dirección para que dejara de entrometerse en sus asuntos.

— ¿Quién mierda te dijo donde estaba? —gruñó mientras se vendaba las manos
llenas de heridas acumuladas durante las últimas semanas.

— Taehyung esta preocupado y yo también. Además, me han mandado miles de


mensajes diciendo que no me pierda esta pelea en el círculo porque Kook va
enfrentarse a dos contrincantes a la vez por iniciativa propia. ¿Es que acaso ya te
volviste loco?

"Definitivamente", pensó aunque no le dijo nada a su amigo.

— Eh, Kook —llama uno de los chicos nuevos que organiza—. ¿Te falta mucho? Ya
vamos a comenzar.

El niega con la cabeza y rápidamente termina con el vendaje y se pone de pie para
marcharse, pero de inmediato es detenido por la mano de Namjoon que le toma por el
brazo con fuerza.

— No hagas esto, Jungkook. Esta no es la manera correcta de sacar el dolor que


llevas por dentro.

Y lo sabe, pero el problema es que no conoce otra manera. Jamás había sido tan
infeliz y la única forma en que sentía que todo se esfumaba era cuando entraba en
una pelea. Allí solo importaba el dolor físico y ese era mucho más fácil de llevar a
diferencia del que se había proporcionado el mismo alejando de su lado al chico que
amaba por el bien de este.

Así que se suelta del agarre de Namjoon diciendo:

— Vete a casa. Tu tienes quien te espere.

Luego se fue a abrir paso en la multitud mientras la mirada de su amigo aún estaba en
su espalda. No esperaba que lo entendiese, pero si deseaba que al menos dejase que
se autodestruyera en paz, porque era lo único que le quedaba ahora que ya no tenía
lo más importante en su vida.
La pelea comienza unos minutos después con la típica entrada y presentación de los
peleadores. Jungkook ni siquiera se toma la molestia de analizar a su competidores,
aquello era parte del pasado cuando lo importante era ganar y llevar dinero a casa.
Ahora solo deseaba ahogar su tristeza con un montón de golpes de por medio y para
eso no debía actuar de forma inteligente. Se puso en posición frente a los chicos que
debía enfrentar y a la señal del organizador comenzó la masacre.

Se podría decir que acertó en algunos golpes, pero en la mayoría solo fue un sacó de
boxeo para sus oponentes. Quizá la cosa hubiese sido distinta si se hubiese
aprovechado de todos los puntos débiles que había descubierto en ambos mientras
se movían frente a él, pero así estaba bien. El dolor alejaba la tristeza, los golpes que
recibía alejaban la imagen de Jimin de su cabeza. Era una técnica peligrosa, pero la
única que le quedaba para enfrentar todo lo que estaba pasando más el hecho de que
su corazón estaba echo añicos y jamás volvería a ser el mismo. No sin su peli-rosa.

Siempre supo lo destructivo que podía llegar a ser y ahora lo estaba demostrando. No
era capaz de enfrentar su situación y por eso se estaba desasiendo de él mismo. Era
esa una de las razones por las que siempre pensó que era un cobarde,
definitivamente el único chico valiente que alguna vez conoció fue Park Jimin y no
pudo aprender nada de él a pesar de lo mucho que le amaba.

La pelea termina con el en el suelo escupiendo sangre y con su cuerpo hecho polvo.
Se queda ahí unos minutos hasta que escucha como la gente se aleja y solo ahí
comienza a intentar levantarse para irse. Cuando esta de pie mira el lugar de punta a
punta dándose cuenta que Namjoon ya no estaba por ningún lado. Era mejor que su
amigo se alejase de su lado como le había pedido anteriormente, en ese minuto se
sentía justo igual que un tornado que destruía todo a su paso y no quería que ninguno
de los chicos se convirtiese en un efecto colateral de su destructivo ser.

Se puso la mochila que había llevado al hombro para comenzar un largo camino a
casa perdido en la luz de los faroles que iluminaban la noche de la ciudad. Sí, su
técnica de reemplazar el dolor interior con el físico daba resultado al menos los
primeros 15 minutos después de que terminaba la pelea, pero luego todo volvía a ser
igual y se sentía miserable una vez más. Paso tras paso su cuerpo se sentía más
pesado y de a poco la mente en blanco que había obtenido durante su sangriento
ritual era llenada con muchos recuerdos que dolían más que caminar sobre brasas
ardientes.

Jimin sonriendo. Jimin sonrojado. Jimin dando sus pequeños pasos tras él. Jimin con
su cabello rosa al viento. Jimin dándole un tierno beso en la mejilla y luego en los
labios.

Jimin. Jimin. Jimin.


Estaba jodido, tristemente jodido. Antes no creía en el amor de pareja, para él eso
jamás funcionaba por más que las personas lo intentasen una y otra vez. Era una
perdida de tiempo, así lo definió durante años y luego se dio cuenta de lo equivocado
que estaba. El amor de pareja existía, sí. Pero solo encontraras una vez en la vida a
la persona correcta con la que compartirás una conexión tan especial como esa. El lo
había hecho, pero lo dejo ir porque el estar juntos significaría que Jimin jamás podría
avanzar en su vida donde era tan discriminado por su forma de ser. No iba a
amarrarlo, no podía hacerlo. Jimin iría a la universidad y viviría con su padre para
construir una nueva vida lejos de la gente que le hizo daño. Así sería feliz y por la
felicidad de ese pequeño peli-rosa haría hasta lo imposible.

Sigue caminando y a perdido el rumbo. Sabe que no esta ni cerca de llegar a casa
pero poco le importa. Prefiere seguir dando paso tras paso hasta que sus pies no den
para más, al menos así llegara lo bastante demacrado al departamento como para
dormir profundamente y no soñar con Jimin.

Se detiene frente a un semáforo en rojo. Las calles aún se encuentran transitadas a


pesar de que la noche ya cayó y sin importar que hay varias voces mezcladas en el
ambiente pronto puede distinguir una a lo lejos que conoce muy bien. Piensa que es
una ilusión, pero allí esta. La única persona que le recordaba tanto a Jimin con el
mismo chico.

—No, Jiminnie. Tu vieja madre puede comer sola. Tu descansa, ¿sí?.. Nos vemos,
pequeño. No olvides que te amo.

La señora Park estaba caminando justo hacia su encuentro detrás suyo. Las piernas
le temblaron y la pegó la mirada al piso de inmediato. No quería que la mujer le viese,
no sabía como iba enfrentarla después de lo que había hecho. Ella siempre fue
amable con él y le había abierto las puertas de su casa sin siquiera mirarle mal por
estar cubierto de tatuajes y piercings. Esa mujer había pasado a ser una de las pocas
personas a las que apreciaba y en el fondo sabía que la había decepcionado. No,
definitivamente no estaba listo para mirarle a los ojos.

— Dios, no ahora.

La escucha de nuevo y mira hacia atrás de reojo. La mujer esta tratando de arreglar
algo con su bolso mientras la luz sigue en un rojo. Jungkook se da cuenta de que
pronto va a cambiar y decide que apenas esto suceda va a correr para alejarse lo más
pronto del lugar sin ser visto. Esa es su oportunidad.

Pero nada ocurre como lo imagina.

Alza su mirada para ver hacia los lados y pronto divisa un automóvil rojo acercándose
a toda velocidad. La madre de Jimin ahora esta su lado. La luz da verde. El automóvil
sigue acercándose a gran velocidad. La mujer comienza a caminar si darse cuenta de
ello. El automóvil toca la bocina, pero ya es muy tarde, la va alcanzar. Solo quedan
unos segundos antes de que se produzca el impacto y por su mente solo pasa una
cosa.

—Siempre me doy cuenta cuando sales de la cama —admite casi en un susurro


para si mismo—... No puedo seguir durmiendo cuando no te siento a mi lado,
supongo que me he acostumbrado demasiado a ti.

A Jimin se le dibuja una pequeña sonrisa en el rostro, muy corta, pero realmente
genuina.

— ¿Acaso Jeon Jungkook se ha enamorado de mí? Eso sí que no podría


creérmelo.

— ¿Algún problema con eso? Ha sido inevitable para mi.

— ¿Es enserio? —Le pregunta sin poder creerlo por completo, quizá lo
comprendió mal— ¿Es enserio, Kook?

Y Jungkook por fin se digna a mirarlo aunque se siente débil. Bajo la luz de la
luna ambos chicos comparten un silencio de al menos unos segundos y tan
solo se puede escuchar sus respiraciones. Ni siquiera sabían por qué estaban
tan nerviosos después de haber avanzado tanto.

— Ayer te dije que te amaba... Supongo que hablo enserio.

— Es que enamorarse es mucho más... Prácticamente me estas dando tu


corazón y debes estar seguro... Quizá yo no sea...

— Tu te mereces más que eso —susurra cuando el beso termina y posa su


mano en una de las mejillas de Jimin—, y yo te lo daré todo... Absolutamente
todo de mí.

Y lo dio todo. Todo lo que tenía. Su propia vida.

Empuja a la señora Park y recibe el impacto. El dolor es mucho más profundo que los
golpes recibidos durante la pelea y apenas puede soportarlo. Sale disparado por la
fuerza de choque y cae sobre el asfalto. Su espalda es la más afectada, parece que
todos los órganos se le saldrán disparados por la boca. Duele, duele mucho, pero a
pesar de ello no se arrepiente. Mira hacia al lado y ve que la madre de Jimin esta lejos
del lugar gracias al empujón que le propino. Estaba a salvo. Lo logró. Siente alegría y
dolor combinados. Su cuerpo entumecido comienza a perder fuerzas. No quiere cerrar
los ojos porque no tiene idea si despertará otra vez. La gente le rodea y trata de
decirle que todo estará bien. No les cree. Después de unos minutos puede sentir
como alguien se arrodilla a su lado. Es la señora Park preguntando por qué lo había
hecho. Ojalá la respuesta fuera sencilla, pero no podía perder tiempo tratando de
explicarle. Tenía algo importante que decir.

— Dígale que lo siento.

Cierra los ojos. Ahora lo único que ve es la sonrisa de Park Jimin.

(✧)

048.
Trước Sau

Blanco. Todo era blanco. Demasiado blanco.

Abre los ojos despacio y una luz cegadora le impide darse cuenta de donde esta. De
todos modos, cuando ya se acostumbra, no hay nada que que ver. Parecía
encontrarse sumergido en una neblina brillante que le llevaba al igual que las
corrientes marinas. Intentando caminar se dio cuenta de que todo su cuerpo flotaba
igual que una pluma y ni siquiera podía sentir su piel cuando se tocaba la punta de los
dedos. Todo era extraño y sintió miedo.

"¿Acaso estoy muerto?", pensó al recordar el choque.

Se hizo pasó a través de la neblina, pero no encontró nada además de la luz blanca
que parecía perseguirle. ¿Qué se suponía que debía hacer en ese momento? ¿Acaso
se quedaría atrapado allí para siempre? Siguió su andar intentando encontrar una
salida o alguien que pudiese ayudarle. Tenía miedo. No quería quedarse así. Se
suponía que había algo más allá o al menos eso era lo que todo el mundo decía de la
muerte. ¿O eso era todo?

Corrió a través de la niebla y solo se detuvo cuando escucho una voz a su espalda.

— ¿Quién anda ahí?

Se congeló por completo. Desde que era un pequeño niñato que no escuchaba
aquella voz tan cerca suyo y parecía que estaba soñando. Era imposible. No quería
girarse por miedo de que tan solo fuese una jugarreta de su imaginación y es que
dentro de si mismo sabía que no sería capaz de soportar algo como eso así que quiso
seguir su marcha, pero de nuevo la voz hizo eco en el lugar.
— ¿Eres tú, Jungkookie?

Su cuerpo se giró por inercia lentamente. La neblina de a poco se disipaba dejando en


su lugar una silueta humana. Los ojos se cristalizaron de inmediato cuando comenzó
a ver como la imagen se aclaraba más y más frente a sus ojos. Se trataba de una
mujer con cabello negro, tez pálida y labios rojizos. Llevaba un vestido de pliegues
amarillo y varias flores parecían danzar sobre este. Era como una visión, una que
Jungkook jamás pensó que se haría presente.

— ¿Mamá? —Susurra y siente el pecho cálido.

— Mi pequeño niño —contesta la mujer con una sonrisa en los labios—, cuanto haz
crecido.

No podía creerlo, era simplemente imposible, pero por más que su cerebro deseaba
no hacerse ilusiones con ello su cuerpo reacciono de forma independiente y caminó
hasta la mujer para estrecharla en sus brazos. En ese momento volvía a ser el niño
pequeño que perdió a su madre cuando no debía. Se sentía débil y solo quería que
todo fuese real. Que ella estuviese ahí ahora cuando más la necesitaba.

— Mi Jungkookie querido —decía la mujer mientras lo abrazaba con fuerza aunque el


parecía solo seguir sintiendo una calidez en su pecho— ¿No crees que haz venido a
verme mucho antes de lo que corresponde?

— Mamá... No puedo creerlo... Estas aquí...

La mujer lo aleja lentamente y le regala otra sonrisa. Hace tanto no la veía y aún así
conocía perfectamente aquella mueca dulce que le regalaba desde que apenas era un
bebé. Muchas veces pensó que había superado la muerte de su madre, pero no
importaba cuantos años pasasen, el seguía necesitandola cada día a su lado, sobre
todo cuando todas las cosas parecían ir en su contra.

— Siempre he estado contigo, pequeño. Estaba esperándote para que nos


volviéramos a encontrar, pero tu aún no debías venir, aún no.

La mujer le acaricia la mejilla y Jungkook comienza a llorar. Siempre intentó ser fuerte,
sobrevivir sin el cariño de su madre. Pero nunca logró hacerlo. Necesitaba más de
eso, tenerla a su lado y ahora por fin se cumpliría.

— Esta bien, mamá... Yo me quiero quedar contigo... Aquí, donde sea.

La mujer ladea la cabeza y luego mira hacia la luz cegadora. Jungkook pensó que se
iba y la tomo de la mano para que no sucediera. No quería perderla de nuevo.
— Jungkookie —dice la mujer mirándolo de nuevo—, tu puedes venir conmigo si eso
quieres... Pero aún te queda mucho por hacer y hay alguien que te esta esperando,
¿lo recuerdas?

Y lo recordó. De inmediato pensó en Jimin y lo mucho que deseaba estar a su lado.


Quería volver a verlo, volver a sentir su piel. Pero si volvía el se quedaría estancado.
No quería eso, por eso había aceptado el trato que le ofreció el señor Park. No
soportaba la idea de que alguien volviese a hacerle daño a su chico.

— Debes decidir, hijo —vuelve a hablar su madre—. Solo tu puedes tomar la decisión
de volver o quedarte aquí... Pero quiero que sepas que yo siempre te esperare y que
el tiempo pasa mucho más rápido de lo que piensas. Debes disfrutar de él con quien
tu desees, mi Jungkookie querido.

No sabía que hacer. Deseaba estar con Jimin el resto de sus días, pero sabía que eso
no era lo mejor para el chico. No era el momento para comportarse de forma egoísta.
Por otro lado, una eternidad sin su pequeño peli-rosa sonaba a un verdadero infierno.
Todo era muy confuso en ese momento y tenía miedo de quivocarse al elegir.

— Sigue tu corazón, Jungkookie. Esa siempre es la decisión correcta.

Y su corazón solo gritaba una cosa.

Jimin. Jimin. Jimin.

Abrazo a su madre una última vez. Quizá pasaría mucho tiempo antes de que se
vieran de nuevo, pero al menos tenía el consuelo que sin importar aquello se
volverían a encontrar.

— Prometo volver cuando sea mi tiempo, mamá.

— No lo dudo, hijo. Aquí estaré esperándote.

Se alejan y pronto la figura de su madre comienza a desvanecerse en la niebla


brillante. La toma de la mano y una lagrima comienza a rodar por su mejilla
lentamente. Ella solo sonríe, sabe que este solo es un hasta pronto, pero aún así
duele demasiado. Ambos se quedan ahí quietos y antes de que desaparezca por
completo Jungkook le hace una petición.

— ¿Puedes también cuidar a Jimin, mamá? No quiero que sufra nunca más.

La mujer asiente.

— Por ti lo que sea, mi Jungkookie.

Es lo último que dice y luego todo vuelve a ser blanco.


•••

Le cuesta unos segundos abrir los ojos y lo único que puede sentir es la somnolencia
provocada por todos los medicamentos que le estaban empleando. Tiene una
mascarilla de oxigeno puesta y una aguja con suero insertada en el brazo. Le duele
mucho la espalda, al igual que la cabeza, pero aún así abre los ojos completamente
para ver donde se encuentra. Esta vez si reconoce un lugar, más bien una habitación.
Se ve a si mismo sobre la camilla y el techo blanco le cubre la cabeza. Parecía que
venía despertando de un sueño, aunque apenas puede recordar sobre que. Un mareo
le envuelve y antes de que intente levantarse una mujer vestida con el uniforme del
hospital de la ciudad entra en el lugar.

— Por fin, bello durmiente —le dice la desconocida en tono jovial—. Hemos estado
esperando que despertaras.

¿Esperando? No entendía, su memoria estaba fallando. Lo último que recordaba era


estar caminando por la calle sin ganas de llegar a su departamento. Todo lo demás
esta confuso dentro de las borrosas imágenes que su cerebro intentaba enviarle. A
causa de esa confusión nuevamente intenta levantarse, pero la enfermera se lo
impide.

— Tranquilo, chico —dice—. Estas bien, debes estar confundido y en normal. Sufriste
un accidente, por eso estas aquí, pero ahora todo irá mejor. Solo debes descansar.

No se siente cómodo, pero tampoco tiene las fuerzas suficientes para llevarle la
contraria a la mujer. Por eso se deja caer sobre la camilla y los ojos comienzan a
cerrarse de nuevo. Tiene sueño, quiere dormir hasta que el dolor que tiene en su
espalda se alivie.

— Muy bien, chico, así es —la enfermera le acomoda la almohada y le sonríe—. Tu


solo duerme, yo y tu amigo estaremos al pendiente de ti como hasta ahora.

¿Amigo? ¿Es que alguno de los chicos estaba allí? De inmediato comenzó a revisar
lentamente la habitación y justo al lado derecho de la camilla halló su objetivo. Había
un pequeño sofá individual de terciopelo verde con una persona sobre el. A pesar de
que no podía ver muy bien si pudo distinguir dos cosas. La primera es que la persona
estaba cubierta por una vieja manta color azul mientras dormía profundamente y la
segunda, mucho más importante, es que esta tenía una despeinada cabellera rosa
que ahora parecía algo desteñida, pero que dentro de su mente conocía
perfectamente.

Jimin estaba justo a su lado.

— Hace tres días que no se mueve de aquí —Informa la enfermera cuando nota que
lo esta mirando—. Le he dicho que vaya a dormir a su casa, pero se niega. No quiere
dejarte solo, es un chico testarudo.

No puede hacerlo, pero dentro de si mismo sonríe. Esta feliz de ver al chico allí
porque es a la única persona que le interesaba ver en ese momento. Además, el
hecho de saber que le había cuidado durante tres días de inconsciencia le hacía sentir
el más afortunado. Algo bueno debió haber hecho para merecer aquello por parte de
aquel lindo peli-rosa que ahora dormía con su cabeza apoyada en uno de los
respaldos para mano del sofá individual.

La enfermera empieza a ordenar unas cosas y Jungkook es testigo del momento


exacto en que hace un ruido lo bastante alto como para despertar a Jimin. Este salta
en su asiento y hace una mueca somnolienta. Mira hacia todos lados y luego a la
camilla. Allí los ojos de ambos se encuentran y por un segundo no importa nada más,
solo el hecho de que en ese momento sus miradas se funden una vez más cuando los
dos habían pensado que jamás volvería a suceder.

Dos segundos pasaron y Jimin se levanta de inmediato a tomar una de las manos de
Jungkook que ahora se encontraba hinchada debido a los diversos tratamientos a los
que le estaban sometiendo. Sonríe. De cerca el peli-rosa se veía mucho más bello de
lo que ya era, a pesar de que ahora traía el cabello despeinado y tenía la forma del
sofá marcado en una de sus mejillas. Nada de eso importaba cuando tenía a su lindo
Jimin justo al frente sonriendole de esa manera que solo el sabía hacer.

— Por fin —susurra—... Tenía tanto miedo de que no despertaras.

La mano de Jimin toca su cara y cree que esta en el paraíso. ¿En qué momento pudo
pensar en alejarse de ese chico que era el único que le hacia tan feliz? Había sido un
idiota, lo sabía, pero era hora de enmendar sus errores.

— Eres un tonto —sigue hablando Jimin y las lagrimas salen por sus ojos—... ¡Pudiste
haber muerto y no te importó! Yo... Yo te lo agradezco por salvar a mi madre, jamás
podré pagártelo... Pero yo no sé... No sé que hubiese hecho si...

Jungkook apreta su mano para indicarle que no es necesario que diga nada más y
Jimin lo entiende de inmediato. No puede hablar gracias a la mascarilla y en ese
momento es en donde más desearía hacerlo. Necesitaba pedirle disculpas por
haberse alejado sin explicación, debía decirle que no ha pasado un día en que no le
doliese no poder hablarle. Que siempre le amaría. Eternamente. Sin importar lo que
sucediera con ambos. Que deseaba que tuviese un futuro brillante alejado de esta
maldita ciudad que tanto daño le causo. Que daría lo que fuera por asegurar su
felicidad, aunque eso significara que el mismo fuese infeliz.

Había eso y mucho más, pero por el momento solo Jimin era el dueño de las
palabras.

— Sé que te alejaste de mi por algo y aunque no lo creas te entiendo... Pero ahora


quiero que sepas que no me moveré de aquí hasta que te recuperes, ¿oíste? Voy a
quedarme, sin importar nada. Aunque después, cuando te recuperes, me eches a
patadas. Debo pagar mi deuda contigo. Salvaste a mi madre y pusiste en peligro tu
vida. Me quedaré hasta que vuelvas a ser el mismo dolor de culo de siempre, después
me iré si eso es lo que deseas.

Jungkook quería decir que no quería aquello, pero entendió que ese era el resultado
que había planeado. A pesar de que deseaba tener a Jimin consigo para siempre,
cuando volviese a estar bien tendría que alejarlo de su vida. Por su bien. Porque
quería que fuese feliz.

Pero por ahora, ese simple apretón de manos bastaba. Eso y lo que Jimin le dijo
antes de quedarse dormido.

— Te amaré siempre, Kook.

049.
Trước Sau

Un mes después.

— ¡Muy bien, hora de levantarse, hoy es un día muy importante!

Las cortinas de la ventana son corridas sin piedad alguna y el sol mañanero entra
directo a posarse en su rostro. Se mueve para todos lados sobre la cama soltando
quejidos y pronto siente algo baboso en su cara. Rendido, termina abriendo los ojos
para encontrarse la enorme cara de un crecido Baekdu que esta mirándole fijamente
mientras menea la cola de felicidad. Sonríe, le gusta despertar de esa forma.

— No era necesario que me despertaran —dice—, había puesto la alarma.


Se sienta sobre la cama y le hace una seña al cachorro para que suba. Allí comienza
con unos leves cariños en la barriga del animal antes de alzar la mirada hacia la
persona que estaba justo al frente de su cama.

— Pero hoy es importante, cariño —concluye su madre sonriendo—. No todos los


días le dan el alta alguien del hospital.

Asiente con la cabeza. Lo sabe. Hoy es un día importante porque por fin Jungkook
saldría del hospital.

El último mes había sido tanto raro como complicado. Como le prometió al chico en la
camilla de su habitación estuvo al pendiente ayudándolo con su recuperación después
de la operación. Hubo mucha terapia de por medio para devolverle la movilidad de su
cuerpo y en eso Jimin estuvo sin quejarse acompañándolo a todas las sesiones de
rehabilitación que le fueron programadas. Además, le visitaba siempre. Todos los días
si le era posible. Aquella se había convertido en su rutina para que el chico no se
sintiese solo dentro de las paredes de ese enorme hospital y había funcionado hasta
ese momento. El último día en que Jungkook estaría confinado a quedarse allí.

Estaba feliz por él, claro que sí. Sabía que ya se encontraba mejor y a pesar de que
tenía que caminar con muletas debido a una fractura en el pie, producto del mismo
accidente, podía valerse por si mismo. Estaba muy feliz sí. Pero dentro suyo había
una pequeña preocupación que le aquejaba hacia días y no quería que eso arruinase
el día.

— ¿Y qué esperas? —Pregunta su madre captando su atención nuevamente— ¡Ya


vístete, es hora de ir por Jungkook!

Jimin sonríe. Es hora de ir por Jungkook.

•••

Mira el pequeño jardín que se ve desde la ventana de su habitación durante unos


minutos. Le gustaba esa vista sobre todo ahora que las flores estaban en su punto
más bello y el sol las iluminaba de forma esplendorosa. Acercó rápidamente la libreta
con el lápiz que tenía a un costado y comenzó a trazar líneas basándose en el paisaje
que tanto disfrutaba. Ese sería su último dibujo sentado sobre esa camilla. Esperaba
que quedase lo bastante bien como para colgarlo en la pared de su habitación en el
departamento.

Escuchó la puerta abrirse y luego la conocida voz jovial de la enfermera Minna.

— Buenos días, campeón. ¿Cómo te sientes en el gran día?

Alza la mirada y sonríe.

— Mejor que ayer. Gracias por preguntar.

No podía creer que el mes ya había pasado y volvería a casa. Cuando el doctor le
había informado sobre el período de rehabilitación que pasaría en el hospital se sintió
bastante perdido. Era mucho tiempo viviendo en un lugar que no era su espacio
propio y con gente que no conocía. Aquella era la peor combinación para él, sin
embargo logro llevarlo a cuestas. Claro, con bastante ayuda de por medio.

— ¿Vendrá Jimin por ti? —Pregunta Minna mientras deja la bandeja de su último
desayuno como residente sobre su regazo— Quiero despedirme de él también.

— Ese el plan —contesta—, a menos que ya se haya aburrido de hacerse cargo de


un fracturado.

Minna se ríe antes de decir:

— Claro que debe estar aburrido, si eres un gruñón de primera. Pero ese chico te ama
tanto que nunca se irá de tu lado, Jungkook.

No puede evitar sonrojarse ante las palabras de la enfermera y eso que no era la
primera vez que decía algo parecido. A pesar de que su situación con Jimin era
bastante difusa y ambos habían acordado en permanecer distantes en cuanto a lo
sentimental, parecía que Minna no se dejaba engañar por esa fachada. Ella siempre
decían que eran el uno para el otro y que tan solo estaban perdiendo el tiempo
actuando como si no sintiesen nada cada vez que sus manos se rozan.

Jungkook solo se hace el desentendido.

— Eres una chismosa, Minna. Suerte mía que ya me voy de aquí.

— Me extrañaras, mocoso. Nadie te acomodará la almohada como yo lo hago.

Ambos se ríen y luego Jungkook vuelve a concentrar en el dibujo que estaba creando.
Aquel se había convertido en su pasatiempo predilecto para que las horas que pasaba
en el hospital no se le hicieran tan tediosas. Juraba haber hecho más de 100 dibujos
durante toda su estadía y usaba de modelo las locaciones del mismo hospital para
inspirarse. Bueno, eso y a su musa personal.

Porque siempre dibujaba a Jimin.

Le era difícil llevar el tipo de trato que ahora tenían sin algo amoroso de por medio, así
que desahogaba su frustración dibujando al chico día y noche. Desde retratos de
rostro hasta de cuerpo entero. En blanco y negro y en colores. Con carboncillo y con
acuarelas. Jimin quedaba bien todo, solo por el hecho de ser él mismo. Era algo que
no podía explicar, pero si había algo que disfrutaba hacer eso era dibujar era al chico
que amaba desempeñando cualquier tipo de actividad. Era sobre el papel que
demostraba el amor que encerraba dentro, su única salida para no volverse loco al
tenerlo tan cerca y no poder hacer nada. Sin eso no hubiese sido capaz de soportar
todo ese mes en que estuvo al lado de Jimin durante su recuperación.

Iba a estar eternamente agradecido del peli-rosa por haberle acompañado durante
aquel tortuoso proceso, sobre todo durante las primeras terapias que tanto le sacaban
de quicio. Era difícil para él verse a si mismo imposibilitado para hacer muchas de las
cosas que eran normales en su vida diaria, desde mover los brazos hasta mantenerse
sentado. Tuvo que aprender todo eso nuevamente y fue un martirio, pero allí siempre
estuvo Jimin conteniendo y ayudando a realizar cada ejercicio por más difícil que
pareciese. Eso era algo que no cualquiera hubiera hecho, sobre todo si era por él.

Pero el hecho de tener al chico tan cerca también le hacía sufrir por dentro. Ambos
sabían que había una fecha límite y por fin había llegado. Jimin dijo que le dejaría en
paz cuando se recuperara y a pesar que aún faltaban un par de cosas por mejorar ya
estaba listo para volver a vivir su vida como un individuo independiente. Cada uno se
haría a un lado, era un acuerdo tácito que había entre ambos y que a pesar de que
jamás lo habían hablado si estaba bastante claro. Aquel era el último día en que
estarían juntos, luego se dividirían en caminos distintos.

Quizá por eso estaba tan triste.

Intentó animarse mientras seguía dibujando. No quería que Jimin le viese triste, eso
era lo que menos necesitaban hora. Debía ser fuerte, era lo mínimo que podía hacer
antes de alejarse para siempre.

Minna, que ya había terminado de ordenar la habitación, se gira en 90 grados cuando


escucha que el teléfono de la habitación comienza a sonar. No se demora en
contestar para preguntar que necesitaban y su cara cambia cuando le responden al
otro lado de la línea. Da las gracias y luego corta la llamada mientras lo mira.

— Tienes visita —informa confundida—, me acaban de decir que hay un hombre


preguntando si puede entrar a verte... Pensé que no tenías familia, Jungkook.
Y no la tenía, pero ya podía imaginarse de quien se trataba.

— Es un conocido. Hazlo pasar.

Minna asiente y sale de la habitación. La espera dura unos minutos antes de que la
puerta se vuelva a abrir y deje entrar una silueta familiar. Jungkook estaba
confundido, no sabía que hacía aquel hombre visitándole.

— Buenos días, Jungkook —le saluda y el asiente.

— Buenos días, señor Park.

No lo había visto desde la vez que conversaron en el hospital cuando era Jimin quien
se encontraba grave. Fue desde ese momento en que se alejó del chico para que se
fuese con su padre y comenzase una nueva vida. No entendía que hacia él allí si
había seguido el trato que habían hecho al pie de la letra, a pesar del sufrimiento que
había ganado por ello.

— Veo que haz mejorado bastante —dice sonriendo—, es bueno verte así. Igual de
fuerte que siempre.

Era extraño ver al señor Park tan relajado. Siempre le pareció un hombre imponente y
jamás se lo hubiese imaginado hablándole como si se conocieran de años.

— Sí, supongo que así debe ser.

Ambos se quedan callados unos segundos antes de que el señor Park comience a
pasearse por la habitación de forma lenta. Parecía como si estuviese organizando las
ideas que tenía en su cabeza y eso le ponía un poco nervioso..

— ¿Necesita algo? —Pregunta Jungkook esta vez más serio— De todas las personas
que podrían visitarme usted es la última en la que hubiera pensado.

El hombre suelta una risa triste y responde:

— Lo sé, pero aunque no lo creas tengo una buena razón para haber venido. Más
bien una despedida.

Jungkook alzó una ceja. No entendía nada.

— ¿Perdón?

— Vengo a despedirme. Vuelvo a mi ciudad hoy por la tarde.

Aquello era algo bastante inesperado y lo primero que se cruza por la mente de
Jungkook es su pequeño peli-rosa.

— ¿Se llevará a Jimin? —Pregunta de inmediato y el hombre niega con la cabeza.


— No. Supongo que sabes que el juicio esta sometido a una pausa indeterminada,
¿no?

— Jimin me dijo que habían pedido que todo se detuviera debido al accidente... No
me explicó más detalles.

— Con eso es suficiente. El juicio se suspendió y no se volverá a retomar. He bajado


la demanda.

Jungkook abre los ojos de par en par. Definitivamente no estaba preparado para
escuchar algo así, ni menos en ese minuto cuando le iban a dar de alta en un par de
horas.

— ¿Y a qué se debe ese cambio? —Le es imposible no fruncir el ceño y que su voz
suene dura— ¿Es que acaso no quiere volver a reconstruir su relación con Jimin
como me dijo? ¿Era mentira todo?

— Pues no, Jungkook, no lo es —responde el señor Park quedándose de pie a su


costado derecho y mirándolo fijamente—. He bajado la demanda porque me di cuenta
de lo equivocado que estaba al querer obtener las cosas de esa manera y porque me
arrepiento mucho el haberte pedido que te alejases de mi hijo cuando tu también solo
buscas velar por su bienestar. Te pido disculpas a pesar de que sé que eso no te
devolverá el tiempo que perdiste, pero quiero recompensarte por todo lo que
sacrificaste. Por eso también me hice cargo de tu cuenta del hospital, ya esta saldada
y no debes preocuparte.

Jungkook estaba demasiado shockeado como para contestar. Ni siquiera estaba


seguro de como comenzar. ¿Qué era exactamente lo que estaba sucediendo en ese
momento?

— Pero no te equivoques, no estoy renunciando a Jimin. Seguí tu consejo y le prepare


su habitación en mi casa tal y como dijiste. Él verá en que momento la ocupa, sobre
todo si quiere ir a una Universidad que quede cerca de allí. A pesar de que sigo
creyendo que este no es el lugar más apto para que siga su vida, dejaré que el lo
decida y sé que tu también lo cuidarás mientras eso sucede.

Jungkook suelta una risa triste.

— Creo que en estas condiciones no puedo hacer mucho por él. ¿No le parece?

El señor Park niega con la cabeza.

— A mi me parece que haz hecho suficiente, Jungkook. Tu acto de valentía fue algo
que me dejó sin palabras y me hizo darme cuenta de que tu amor por mí hijo es algo
que nunca llegaré a entender del todo, pero que si es real aquí y donde sea. Además,
salvaste la vida de Youngmin, debemos recompensarte por eso el resto de tus días...
Por eso quiero comenzar con esto, para que con el tiempo aceptes mis disculpas.

El Jungkook del pasado hubiese mandado a ese hombre a la mierda en ese preciso
instante y quizá le hubiese golpeado en la cara sin remordimiento alguno, estaba
seguro de ello. Pero el Jungkook de ahora que había aprendido mucho durante el
último tiempo de su vida y que se había enamorado tenía una opinión sumamente
distinta. Él si creía en el perdón.

— Solo esfuércese en ser el mejor padre para Jimin —responde—, el lo merece.

El señor Park asiente y coloca la mano sobre su hombro de forma cariñosa.

— Eres un buen chico, Jungkook. Lo siento por no darme cuenta de ello antes.

El chico sonríe a medias.

— Todos cometemos errores, señor Park.

Con ello parece concluir la conversación. El hombre se despide deseándole lo mejor y


se encamina a la puerta, aunque antes de salir de la habitación se da vuelta para
decir una última cosa.

— Que mi error no te aleje más de Jimin. Ustedes deben estar juntos.

Esta vez Jungkook sonríe y contesta:

— Haré lo que pueda.

(✧)

050.
Trước Sau

Mira por la ventana durante todo el viaje. Juega con sus dedos de forma nerviosa y de
vez en cuando se muerde el labio inferior. Le dolía un poco el estomago, quiere que
esa sensación tan molesta termine de una vez, pero es inevitable. Ya falta poco para
llegar al hospital y su madre se orilla con el auto para entrar al estacionamiento de los
visitantes.
— Estoy tan feliz por Jungkook —dice la mujer sonriendo—, debe ser un verdadero
fastidio no poder estar en tu casa cuando más lo necesitas.

— Se ha acostumbrado —aclara Jimin ladeando la cabeza—, al principio le costó,


pero después entendió que solo lo hacían por su bien.

Como siempre sucedía cuando el pequeño peli-rosa se encuentra raro su madre lo


nota de inmediato. Entran al aparcamiento, se estacionan y cuando están listos para
salir del automóvil la señora Park pregunta:

— ¿Qué sucede, Jiminnie?

El nombrado, que ya iba a abrir la puerta del copiloto, detuvo su actuar y se quedó
mirando los pies. Ni siquiera sabía como explicar lo que sentía. Tenía un montón de
sensaciones dando vuelta en su interior y no las podía definir. Era un revoltijo extraño,
entre felicidad, tristeza y miedo. ¿Cómo poner en palabras todo eso sin sonar como
un loco?

— No sé —respondió rendido—, de verdad que no sé, mamá.

Su madre lo mira comprensiva y estira la mano para acariciarle el cabello.

— Supongo que se trata de incertidumbre sobre lo que pasara con ustedes después
de este día. ¿O me equivoco?

Jimin sonríe. A Park Youngmin jamás se escapa algo.

— Es una estupidez, lo sé. Lo mío con Jungkook terminó y durante este mes eso no
iba a cambiar... Supongo que solo quiero que este día se acabe pronto, sé lo que
viene y lo que me dolerá.

— Pues sí. La verdad es que sí. Podrías hacer eso... O podrías intentarlo una vez
más.

Jimin niega con la cabeza. Claro que no. Durante el último mes se prometió a si
mismo que solo se acercaría de otra forma a Jungkook si el le dejaba hacerlo. Pero no
fue así. El chico no quiere que vuelvan a estar juntos o al menos eso es lo que
entiende con su actuar. Las cosas estaban claras, ya no podía seguir nadando contra
la corriente.

— Él no quiere, mamá. No puedo obligarlo a hacer algo que no quiere.

La señora Park se ríe sin disimulo.

— Ustedes, niños, se complican mucho desde el principio. Siempre tratan de ocultar


todo lo que sienten y por eso están donde están. ¿Qué el no quiere estar contigo? Si
así fuera no hubiese soportado tu constante presencia durante un mes entero.
Créeme, Jimin. Seré vieja, pero sí se como funciona el amor y ustedes dos siguen
enamorados igual que el primer día que los vi regalándose miradas en la casa.

Se sonroja por las palabras de su madre y empieza cuestionarse muchas cosas.


¿Podría ser cierto que Jungkook si quiere estar a su lado? Tiene sentido, pero el
miedo de terminar haciéndose ilusiones de más era lo que ganaba en su interior.
Nuevamente estaba entre la espada y la pared decidiendo si era hora de arriesgarse o
dejar que las cosas siguieran el curso natural que estaba planeado. Lo malo era que
el ya se había arriesgado una vez y salió totalmente herido en aquella oportunidad.

Su madre nota lo callado que esta y dice:

— No pienses tanto, hijo mío. Solo ve y haz lo que sientas que debes hacer. Les daré
tiempo a solas para que arreglen todo y subiré después, ¿bien?

No tiene mucho que poder, por eso contesta:

— Bien.

Abre la puerta del auto y se baja. Aún no tenía claro lo que haría exactamente, pero
deseaba que el universo le diese alguna señal para arreglar las cosas. Cierra la
puerta mientras se despide de su madre moviendo la mano y la señora Park le regala
una sonrisa de ánimo. Con eso Jimin sigue su camino. Eran unos cinco minutos de
caminata los que había entre el estacionamiento y el hospital, pero aún así se sentía
lo bastante nervioso como para considerarlos el camino más largo que pudiese tomar.
Ni siquiera podía encontrar las palabras correctas para preguntarle a Jungkook lo que
pasaría con ambos. Un "¿qué mierda hacemos ahora?" no sonaba muy convincente.

Siguió su camino mientras rememoraba el último mes de su vida. A pesar de que los
diversos cuidados que Jungkook requería significaban un esfuerzo anímico y físico
extra para ambos, jamás se había sentido tan bien haciéndole compañía a alguien. Se
dedicaban a realizar los ejercicios dados por el doctor, asistir a rehabilitación y jugar
cartas cuando se encontraban en sus tiempos libres. Para Jimin estar con Jungkook
nunca había sido complicado y lo notó desde la primera vez que caminaron juntos
buscando un lugar donde comer durante la madrugada de la fiesta de Taehyung. Eran
distintos, tan distintos que cualquiera se preguntaba como es que habían terminado
juntos. Pero quizá todos esos detalles que parecían separarlos los terminaban
uniendo aún más. Le gustaba estar con Jungkook porque le gustaba él. Era mucho
más simple de lo que alguna vez pensó y solo ahora se daba cuenta de ello.

Entro al hospital y subió al cuarto piso para ir en busca de la habitación D-14. Pasó
por la recepción donde varias enfermeras que ya lo conocían le saludaron
alegremente y les sonrío en agradecimiento. Sería la última vez que las vería y sentía
mucha gratuidad hacia ellas al siempre estar pendiente de lo que el y Jungkook
necesitaran. Quizá más adelante volvería a visitarlas para dejar regalos para todas,
nunca estaba de más.

Se acercó a la enfermera principal y pidió el libro de visitas para anotarse antes de


entrar a la habitación de Jungkook. Antes de abrir el cuaderno viejo y purpura que
conocía de memoria sintió que le tocaban el hombro y por inercia se giró para
encontrarse con Minna, la enfermera que estaba asignada a la recuperación de
Jungkook.

— Supongo que vienes por el chiquillo ese —dice aparentando que no soportaba al
castaño—, gracias al cielo ya no tendré que preocuparme por ustedes dos.

Jimin sonríe y le da un abrazo corto de despedida. Minna también había sido muy
importante durante aquel mes. Sin ella a Jimin jamás le hubiesen permitido poder
visitar a Jungkook de manera tan seguida para ayudarle en la recuperación. Se
habían visto tan solo una vez antes de que ella abogara con el Doctor que lo mejor
para el castaño era que tuviese su compañía. Apenas una vez se atrevió a
preguntarle por qué lo había hecho si ni siquiera habían hablado ni se conocían y ella
simplemente le contestó:

— Creo que el hecho de que no quisieras apartarte de su lado significa que no hay
mejor persona para cuidarlo que tú.

Extrañaría a Minna y sus constantes bromas. También sabía que en el fondo ella los
extrañaría a ambos a pesar de que más de una vez le provocaron un dolor de cabeza
las veces en que intentaban escabullirse para salir al jardín que a Jungkook tanto le
gustaba. Cuando eso sucedía ella siempre terminaba haciendo la vista gorda y les
daba 20 minutos antes de traerlos a ambos por las orejas hasta la habitación.

— Muchas gracias por todo, Minna —susurra cuando dejan de abrazarse y la mujer
asiente.

— Nada de gracias. Solo cuídense para que nunca más estén confinados a un
hospital durante tanto tiempo porque alguno de los dos se le ocurrió probar suerte
chocando con un auto.

Jimin se ríe y contesta:

— Cuenta con ello.

Se da vuelta para terminar de anotarse en el libro de visitas y apenas abre la hoja


donde se encuentra el número de la habitación de Jungkook nota que ya hay otro
nombre escrito. Eso era muy raro, porque los chicos solo visitaban a Jungkook los
fines de semana y ese día era martes. Además, después se dio cuenta que el nombre
a un costado tenía su mismo apellido. Lo que era más raro aún.
¿Qué hacía su padre visitando a Jungkook?

Extrañado anota su nombre justo debajo y desea preguntarle a Minna si vio a alguien
hablando con Jungkook, pero esta ya se ha ido a seguir con sus funciones de
enfermera. Suelta un suspiro y siente que de nuevo el miedo emerge de su estomago.
Era muy extraño y las cosas extrañas muy pocas veces eran buenas. A pesar de que
tiene ese mal presentimiento rondando en su cabeza, cierra el cuaderno y se dispone
a ir a ver a Jungkook. La única forma que le quedaba para despejar sus dudas era
preguntarle directamente al chico.

Conoce el camino de memoria y en apenas unos segundos esta frente a la habitación


D-14. Sería la última vez que entrase y la nostalgia le invade. Había tenido buenos
momentos en esa habitación por muy raro que sonase y a pesar de que prefería que
Jungkook estuviese en el que sí era su hogar, iba a extrañar el lugar. Dejando las
sensaciones de lado posa la mano en la perilla y la gira. Con un leve empujón ya
estaba dentro de la habitación y lo que vio allí era era todo menos lo que esperaba.

Vacía. Completamente vacía.

Las cosas de Jungkook ya no estaban sobre la pequeña mesa que se ubicaba a un


costado de la camilla y esta última estaba ordenada, como si nadie hubiese estado
nunca en ese lugar. Casi sintió que fue teletransportado al pasado porque esa misma
imagen ya la había vivido una vez y se quedo quieto mientras tragaba saliva
sonoramente. El deja vú que le apresaba se hizo mucho más intenso cuando ve sobre
la camilla un trozo de papel que llevaba escrito su nombre. Debía ser una broma, una
cruel broma que le hacia sentir como si en el pecho le hubiesen clavado un maldito
puñal que acababa de forma directa con su corazón.

Le tomó unos segundos acercarse hasta la nota. Cuando la tomó entre sus dedos
sintió todo menos calma. Conocía la letra, era de Jungkook sin duda alguna y tenía
miedo de leerla. La última vez que algo así sucedió entre ambos finalmente fue una
despedida amarga, tan amarga que pensó que todo había acabado entre ellos dos.
Sus manos tiemblan. No quiere leerla, pero debe hacerlo. Gira la nota y allí esta el
mensaje claro. Una lagrima rueda por su mejilla y sabe que todo llegó a su final.

"Lo siento, Mariposa."

Y es allí, justo allí cuando esta leyendo la nota, que su vida da un giro de 180 grados.
Muchas veces las historias de amor no terminan como uno desea. A veces debes
alejarte para encontrarte a ti mismo y a veces hay que dejar ir ese amor por el bien de
alguno de los dos. No siempre hay finales felices, de vez en cuando solo te
encuentras con un final y ya. La vida te da lecciones y debes aprender a apreciarlas,
buscar después una oportunidad para volver a sentir aquella conexión tan especial
que encontraste. No era fácil y Jimin se había esforzado durante toda su vida en ello.
Tuvo caídas, golpes y tomó malas decisiones. Aprendió a amarse por quien era y
sintió lo que era ser amado...

Por eso, esta vez, si habría un final feliz.

— Y de verdad lo siento, Mariposa.

La voz viene desde su espalda y se gira de inmediato para encontrarse con el dueño
de esta. De inmediato lo vio en todo su esplendor, con la luz del sol chocando contra
su piel mientras su cuerpo era sostenido por dos muletas. Estaban frente a frente.
Mirándose. Jimin recuerda que la primera vez que lo miró a los ojos se dio cuenta de
que era una persona que llevaba mucho dolor en su espalda, justo como el también lo
hacía. Eran dos almas dañadas que se encontraron y que por fin estaban listas para
dejar todo el sufrimiento detrás.

— La primera vez que escribí esa nota me fui sin explicarte porque lo hacia. La verdad
es que soy un cobarde, me sentía incapaz de enfrentarte y darte una explicación. Si te
veía me arrepentiría de mi decisión y no podía hacerlo. Solo me aleje porque creía
que por mi te quedarías en esta ciudad donde te hicieron tanto daño y pensé que la
única manera en que serías feliz iba a ser comenzando de cero en un lugar nuevo,
una vez que tu padre ganase tu custodia. Mi único objetivo era que estuvieses bien
porque no quería que nadie más volviese a hacerte daño. Aquella vez que nos
golpearon me sentí como un maldito bueno para nada porque no fui capaz de
protegerte como tantas veces me lo prometí a mi mismo. Eso me persiguió y fue la
razón por la que me aleje. En mi lógica si me terminabas odiando te irías con tu padre
sin sentirte atado a mi en ningún sentido, tendrías una vida nueva y serias feliz, para
mi eso era todo lo que importaba... Pero me equivoque.... Realmente lo hice.

Esta vez Jimin había dejado de llorar. Siempre lo hacía cuando las situaciones lo
superaban, pero ahora, escuchando a Jungkook, sentía que de a poco todo estaba
cayendo en su lugar y que no debía soltar lagrimas por ello.

— Nos hice daño, a ambos. Te hice sufrir y yo sufrí también. Tuve al amor de mi vida
en mis brazos y lo empuje fuera de ella sin piedad alguna. Por eso te pido perdón
ahora. Quiero que sepas que jamás me había enamorado de una manera tan
profunda como contigo. Soy capaz de hacer cualquier cosa por ti, Jimin. Solo dime
que suba un risco para gritar tu nombre y lo haré. Pide que salte del edificio más alto y
no dudaré ni un segundo. Pídeme todo lo que quieras, haré todo solo por ver tu
sonrisa. No importa lo que sea, una vez te dije que te daría todo de mí y es la verdad.
Todo lo que soy, lo que fui y lo que seré, es tuyo. Eso es lo que tengo para ofrecer si
me aceptas una vez más en tu vida.

En ese momento Jimin comienza a acercarse a Jungkook. Las cosas habían


cambiado, ya no eran los chicos de antes. La primera vez que hablaron jamás
creyeron que llegarían hasta allí. Jungkook le salvó una vez. Jimin le dio las gracias.
El destino se encargó de juntarlos porque eran lo que el otro necesita en su vida.

— Cuando desperté de la operación tu me dijiste algo y yo no pude contestártelo. Me


susurraste que siempre me amarías y me sentí el chico más afortunado del planeta
justo allí, a pesar de que estaba muerto de dolor. Quería responderte, pero no pude.
Tenía miedo de decirlo después porque parecía que al terminar este mes nos
alejaríamos para siempre, justo como lo había planeado para segurar tu felicidad.
Mientras los días pasaban y la fecha se acercaba me sentía más y más miserable.
Tenía las palabras atoradas en mi garganta y no era capaz de decirte nada, pero
ahora quiero decírtelo. Necesito decirte que yo también te amare siempre, Mariposa.

Solo unos centímetros le separaban y Jimin tomo la cara de Jungkook entre sus
manos. Hace mucho no lo hacía y a pesar de ello se sentía igual que la última vez.
Justo como si calzaran al igual que piezas de un rompecabezas.

— La pregunta es... ¿Tu aún me amas a mí, Jimin?

Y la respuesta no es una frase, sino un gesto. El pequeño peli-rosa se pone de


puntitas y toma el rostro de Jungkook para hacer que los labios de ambos se
encuentren. Durante el beso sonríe, sonríe de verdad. Allí, justo allí era donde se
encontraba su lugar feliz. El castaño se había equivocado pensando que sin él iba a
hallar la felicidad, no había nada que le hiciera más feliz que tener al chico que amaba
justo a su lado.

Así que se separa y dice:

— Tu eres mi felicidad, Jeon Jungkook.

El le sonríe y contesta.

— Y tu la mía, Mariposa.

Opuestos. Eso eran. Rosado y negro. Suave y áspero. Peli-rosa y castaño. Uñas
pintadas y tatuajes. Dulce y agrio. Formaban las combinaciones más extrañas y nada
de eso importaba. Jimin era quien le enseñó a Jungkook a amar otra vez y Jungkook
era quien le mostró a Jimin que podía ser amado por quien era, sin cambiar ni un
poco. Muchos dirían que estaban destinados al desastre y la verdad era que les
faltaba mucho para aprender, pero lo importante es que lo harían juntos. Justo como
debía ser.

Y con un último beso sellaron su unión.

Finale.
Trước Sau
Porque después después de un final feliz la vida siempre continua su

curso.

— ¡Ven aquí revoltoso!

En ese momento un hombre sale corriendo detrás de un perro que parecía no

tener ni la más mínima intención de hacerle caso a su dueño. El animal daba

vueltas por el césped sin importarle que el hombre estuviese haciendo un

esfuerzo sobre humano por alcanzarlo. Se escuchaban los gritos del dueño del

perro y los ladridos de este último como si se burlase. La escena era extraña,

sobre todo porque detrás de ellos iba otro hombre, pero de cabello rubio y

vestido con un un enorme abrigo rosa pálido para protegerse del frío, riendo a

carcajadas.

— ¡Si sigues persiguiéndolo así mas va a correr! —Grita el rubio y el hombre

detiene su marcha para dejarse caer sobre el césped del lugar como si le

hubiesen pegado un tiro.


El perro, que en ese minuto estaba lo bastante lejos como para verse pequeñito,

se da cuenta que su dueño ya no lo persigue y también se detiene. En menos

de unos segundos se devuelve de golpe para llegar hasta el hombre que estaba

con los ojos cerrados fingiendo un desmayo. Lo olisquea y mueve con su

hocico, pero nada. Solo cuando el perro empieza a aullar preocupado su dueño

abre los ojos y lo agarra del arnés.

— ¡Te he atrapado!

El animal no se queja, simplemente empieza a lamer la cara de su dueño con

mucho cariño. Es ahí cuando el hombre rubio los alcanza y le regala una sonrisa

a ambos al ver tan tierna escena.

— Deberían dejar de comportarse como niños o no llegaremos nunca.

El hombre más alto le pone la correa al perro una vez más al escuchar eso y

luego se levanta para darle la mano al rubio que apoya la cara en su hombro.

Estando todos allí parece el momento perfecto para tomar un retrato familiar.

— Pues vamos, ya queda poco, Mariposa. Tu madre nos espera.

Jimin sonríe y todos comienzan a caminar al mismo ritmo esta vez.

El tiempo es relativo, siempre lo ha sido. Pasa volando cuando menos lo

esperas y diez años pueden irse en un abrir y cerrar de ojos. Eso había

sucedido con ellos. Dentro de unos meses se cumplirían once años desde que

habían salido del hospital juntos y seguían igual, sin darse tregua alguna.

Jungkook se había recuperado casi por completo, a pesar de que varias


cicatrices habían quedado en su espalda a causa de la operación, y hasta ese

día le agradecía a Jimin por ello. Después de que el castaño fue dado de alta las

cosas comenzaron a cambiar de a poco, pero esta vez nada los ahuyento y se

tomaron de las manos para comenzar a formar un camino juntos.

Jimin logró entrar a una Universidad en la capital. Se convirtió en profesor de

Literatura y estaba profundamente enamorado de su trabajo. Durante su tiempo

de estudiante fue a vivir por un año con su padre. Le costó bastante tomar

aquella decisión, pero tanto Jungkook como su madre le apoyaron a pesar de

que eso significaría que apenas los vería hasta terminar la Universidad. De

todas maneras se embarcó en ello por su futuro y con el tiempo comenzó a

construir una nueva relación con el señor Park, quien ahora respetaba a su hijo

en todo lo que era y deseaba ser.

Las cosas mejoraron aún más después de su primer año en Seúl. Jungkook,

que se había quedado en la ciudad natal de ambos y a quien veía durante las

vacaciones y en algún fin de semana donde alguno de los dos viajaba para ver

al otro, llegó un día a la puerta de la casa de su padre con una propuesta

bastante clara y directa.

— Me han aceptado en la Academia de Arte, pero tengo un problema. Necesito

un rommate para arrendar un apartamento, ya sabes como esta la economía.

¿Conoces a alguien interesado?

Jimin le lleno de besos en la cara y luego dijo:

— Conozco a la persona indicada.


Vivieron juntos mientras ambos estudiaban y terminaron sus carreras con un

año de diferencia. Jungkook se convirtió en un ilustrador que a menudo tenía

exposiciones de sus obras en las galerías más conocidas del país y Jimin se

dedicó a la enseñanza en una escuela para niños de escasos recursos. Fue una

época de prosperidad para ambos. Tan solo les tomo dos años de ahorro para

dar pie y comprar una casa en donde comenzarían el camino que habían

escogido para seguir juntos. Quizá hasta con nuevos miembros en la familia de

por medio, quien sabía. Sencillamente eran felices y se sentían plenos con el

otro, nada de lo que sucedía parecía indicar lo que se avecinaba.

Porque siempre habían momentos malos en la vida. Muy malos.

— ¿Giramos a la derecha o a la izquierda aquí? —Pregunta Jungkook.

— Derecha—contesta Jimin—. Está casi al principio.

Siguen su camino con Baekdu a un costado. La brisa de los arboles choca

contra sus cuerpos y el frío cubre el ambiente. Jimin ya había olvidado como

eran los días de invierno en ese lugar. Por temas de trabajo ya no visitaban la

ciudad a menudo y muchas veces la nostalgia le inundaba. Por donde veía

estaba lleno de recuerdos y a pesar de que su vida era mucho mejor ahora,

nunca olvidaría de donde venía. Esa era la regla principal para tener éxito.

— ¿Es aquí? —Pregunta nuevamente Jungkook cuando giran.

— Sí, tercera fila, al lado del árbol frondoso.


Cuando llegan al punto se quedan quietos de inmediato, hasta parece que

Baekdu es capaz de dilucidar donde se encuentran porque copia el actuar de

sus dueño. Jimin se suelta del agarre de Jungkook y se pone de cuclillas

abrazando sus rodillas. Hace mucho no iba y se sentía algo culpable. Por lo

menos ahora había echo acto de presencia en una fecha importante, ni siquiera

el se hubiese perdonado a si mismo si no hacía lo hacía. El viento helado mueve

su cabello rubio y sonríe directo al suelo donde un pedazo de mármol le daba la

bienvenida.

— Feliz cumpleaños, mamá —dice y se lleva la mano a la boca dejando un beso

en sus dedos que luego posó sobre la lápida de la señora Park.

Sí, había momentos tristes.

Hace cuatro años, cuando ellos apenas habían terminado de estudiar y recién

comenzaban su vida laboral, Youngmin enfermó terriblemente. Los doctores

identificaron varios tumores cancerígenos en su espalda baja y ninguna

posibilidad para remover siquiera uno. Existían tratamientos que le hubiesen

otorgado unos meses más de vida, pero la señora Park se negó. Le dejó claro

ambos que su voluntad era otra.

— Dejaré este mundo cuando tenga que hacerlo.

Jimin le discutió, Jungkook entendió de inmediato aunque sin saber por qué.

Fue un año bastante difícil, sobre todo porque vivían lejos y no la podían ver

todos los días. Ya cuando la salud de Youngmin se vino abajo Jimin decidió

pasar todo el verano con ella ya que no debía hacer clases y Jungkook dejó las

exposiciones para concentrarse en hacer trabajo digital que pudiese hacer


desde cualquier lugar. Fue el último verano que pasaron juntos, dos meses

completos antes de que un día ella cerrase los ojos para no volver a abrirlos

nunca más.

El último en hablar con ella fue Jungkook.

— ¿Necesitas un vaso de agua o algo, suegra? —Se había acostumbrado a

llamarla así una vez que con Jimin ya fueron novios oficiales que vivían juntos.

— No, cariño. Estoy perfectamente. Vete a dormir con Jimin.

— El ya esta durmiendo. Siempre cae rendido en la cama sin importar que no

hubiese echo nada durante el día. A mi, en cambio, me cuesta conciliar el

sueño.

— Yo soy igual. Desde que era un bebé le envidie eso a mi hijo.

Se rieron y Jungkook se despidió para cerrar la puerta de la habitación de

Youngmin, pero antes de hacerlo por completo ella dijo:

— Gracias.

— ¿Por qué? —Le pregunto Jungkook.

— Por cuidar de Jimin y dejar que el cuide de ti. Ambos son fuertes. Serán muy

felices y superaran lo que sea.

Esa fue la última frase que Jungkook escuchó de la mujer. Al otro día cuando

Jimin se levantó a darle el desayuno y vio como el brazo de Youngmin yacía


caído a un costado de la cama mientras su pecho estaba inmóvil. Ambos

sintieron que una parte de sus corazones se había ido junto con la señora Park.

— ¡Feliz cumpleaños, suegra! —Saluda Jungkook quien también se agacha

para quedar frente a la lápida— He estado cuidando bien de Jimin, por si no lo

sabe. Baekdu sigue siendo un desastre y yo la extraño mucho.

Jimin suelta una risita pequeña y vuelve a apoyar la cabeza sobre el hombro de

Jungkook.

— Creo que mamá sabe lo que hacemos. A veces siento que nos cuida de

donde sea que este.

— Sí —concuerda Jungkook abrazándolo por la espalda—, tenemos dos

ángeles guardianes. Quizá hasta ya se conocieron allá arriba.

— Eso sería fantástico. Consuegras y amigas.

Se quedan así un rato. Baekdu se cuesta a un lado de la lapida como lo hacia

en la cama de la señora Park mientras Jimin habla con ella como si lo pudiera

escuchar y Jungkook se dedica a ser el apoyo de su novio. A pesar de que la

vida tenía tanto sabores dulces como amargos ambos estaban satisfechos de

llegar hasta donde lo habían hecho y sentían que aún quedaba mucho por

recorrer.

— Una vez converse con tu madre sobre ti —habla Jungkook en el oído de

Jimin—, me pidió que no te cuidase tanto, porque tu eras lo suficientemente


fuerte para hacerlo por ti mismo ¿y sabes? Siempre tuvo la razón. Yo nunca fui

el más fuerte de los dos. Ese eras tú.

— Los dos somos fuertes —aclara Jimin—, y nos ayudamos mutuamente para

serlo.

— Por eso. Yo no sería fuerte sin ti, Mariposa.

Se regalan un beso. Así era como todo parecía siempre ser el punto culmine por

el que tanto habían luchado. En los labios del otro podían encontrar desde un

consuelo hasta los secretos más buscados del universo. Todo cobraba sentido

allí, con esa conexión tan pura que se creaba y que también servía para

demostrar todo el amor que sentían el uno por el otro.

— ¿Vamos a ver la casa ahora? —Pregunta Jungkook al terminar el beso.

— Unos minutos más y vamos.

— Hecho.

Además de visitar la tumba de Park Youngmin por su cumpleaños, también

tenían otros asuntos que atender en la ciudad. La casa donde Jimin se había

criado ahora se encontraba desocupada. Ellos no volverían a vivir allí porque

tanto como sus trabajos como el hogar que ellos habían construido estaban en

Seúl. A Jimin le tomó casi un año decidir, pero finalmente le dijo a Jungkook que

vendería la casa. El dinero les serviría para ampliar la suya y guardar el resto

para el viaje por los cinco continentes que querían hacer. Encontraron un
comprador casi de inmediato y mañana entregarían las llaves para despedirse

del lugar que vio el comienzo de todo para siempre.

Se fueron del cementerio directo hacia la casa. Debían recoger las últimas

cosas que quedaban, aunque hace mucho ya habían vaciado las habitaciones y

los muebles ya no estaban allí. Tan solo debían traer consigo unas cajas del

ático que se les olvido llevar la última vez que habían visitado el lugar y limpiar

un poco.

En el auto se demoraron unos veinte minutos en llegar y cuando Jimin vio la

casa pensó que lucía mucho más resplandeciente que la última vez que

estuvieron allí. Se bajaron y entraron de inmediato. Todo estaba sumamente

vacío y lo único que se podía ver era la luz entrando por la ventanas y llegando

como un rayo directo al piso. Baekdu comenzó a olisquear todo el primer piso

mientras que Jimin subió de inmediato al segundo seguido por Jungkook. Abrió

la puerta de la habitación de su madre y podía jurar que el olor característico de

ella aún seguía allí a pesar de que ya no había nada con su recuerdo. Sonrió y

cerró la puerta. Giró un poco para ver que Jungkook estaba inspeccionando la

que solía ser su antigua habitación y le siguió el paso. Apenas cruzaron el

umbral la mente de ambos se llenó de recuerdos y de todo lo que había

sucedido allí, en esas cuatro paredes.

— Nuestro primer beso fue aquí — susurra Jimin entrelazando sus dedos con

los de Jungkook.

— Y nuestra primera vez también —responde este último llevando la mano de

Jimin hasta sus labios para besarla.


— El tiempo pasa muy rápido...

— Y aún así cada día te amo más que el anterior.

Jimin se ríe y abraza a Jungkook por el cuello dejando un beso en su barbilla.

— Si la gente supiera que tu eres el romántico empedernido tu reputación se iría

por el retrete, Kook.

Si había algo que a Jungkook le enloquecía por completo era cuando Jimin le

llamaba "Kook" con voz gruesa y los labios curvados en una ligera sonrisa

traviesa, justo como ahora lo estaba haciendo. Así no tenía ni una oportunidad

de poder controlar el lado salvaje suyo.

— Pero es un secreto —dice acercando a su novio por la cintura—, solo tu

conoces ese lado mío.

— Y no se lo diré a nadie —aclara Jimin—, claro, si pagas un precio.

— ¿De cuanto estamos hablando, Mariposa?

— ¿Cuanto estas dispuesto a dar, Kook?

Lo hizo otra vez y Jungkook de inmediato lo tomó por la nuca estampando los

labios de ambos con fuerza mientras que cerraba la puerta de golpe con el pie

para que Baekdu no los interrumpiera. Miles de fuegos artificiales explotaron en

el interior de ambos mientras la ropa caía prenda por prenda al piso de madera.

Primero las chaquetas, luego las camisas y por último los pantalones. Sin dejar

de tocarse se agacharon hasta quedar recostados sobre el piso, Jungkook sobre


Jimin. Allí ambos comienzan a explorar el cuerpo del otro con los labios. El rubio

delineaba con la puntaa de sus dedos los tatuajes de Jungkook y este último se

dedicaba a lamer la clavícula tatuada de su novio. Después de 10 años aquel

seguía siendo el único tatuaje de Jimin y para Jungkook siempre sería el más

bello del mundo.

La ropa interior aún estaba puesta y el castaño fue el encargado de dejar un

camino de besos desde los labios del rubio hasta el comienzo de su ingle.

Durante su viaje se encuentra con una lindas bragas negras de encaje que le

pedían a gritos su atención. Aquellas eran sus favoritas y es que ese color hacia

que la piel de Jimin se viese mucho más rosada y delicada. Se deshace de ella

con la boca, dejando varias mordidas y besos de por medio, y luego con sus

dedos largos se dedica a estimular el miembro del chico quien comienza a

gimotear debido al placer proporcionado.

— Nghh~ Kook, Kook.

La voz de Jimin le deleitaba y pronto se vio a si mismo deshaciéndose de su

propio bóxer para remplazar su mano con su miembro. Movía las caderas

ritmicamente haciendo que las erecciones chocaran y se rozaran entre ellas.

Casi podía sentir como el climax se acercaba cuando Jimin en un dos por tres lo

empuja hacia el lado y se sube sobre su ingle sin pudor alguno.

— Preparame, Kook —pide el rubio con voz ronca y demandante.

Jungkook no es capaz de hacerse de rogar y pronto empieza a explorar la

entrada de Jimin con los dedos. Es ayudado por el rubio quien se mueve de

arriba hacia abajo para que estos entren de forma profunda y pronto su canal
esta lo suficientemente dilatado para poder recibir a Jungkook. El castaño

detiene sus dedos y posiciona el culo de Jimin justo sobre la punta de su pene.

Mientras el chico comienza a bajar cree que no hay sensación más exquisita

que esa, porque esta sintiendo milímetro a milímetro como su miembro se

entierra en la entrada de Jimin.

— Ah~ Así, Mariposa.

Cuando esta completamente a dentro Jimin comienza a mover sus caderas de

adelante hacia atrás y luego de arriba hacia abajo, mientras que Jungkook

comienza con las embestidas siendo ayudado por el impulso de sus piernas. Lo

único que se escucha en la habitación son los gemidos de ambos más el

choque de los testículos de Jungkook contra el culo de Jimin. El castaño busca

la profundidad una vez más y es capaz de tocar aquel punto sensible en su

chico quien ante la sorpresa termina apoyando los brazos en sus rodillas para

seguir el ritmo de las sentadillas que estaba haciendo.

— ¡Nnghh~ Kook, me voy a venir!

Y Jungkook toma eso como una señal para dar las últimas embestidas duras.

Jimin esta vez apoya las manos en su pecho y gime fuerte antes de correrse

sobre su propio abdomen. Por su parte Jungkook sigue penetrándolo hasta que

finalmente el orgasmo llega a el y termina liberando su semilla en el interior de

Jimin no sin antes gritar su nombre y que este resonará en toda la casa.

Caen rendidos sobre el piso. Se limpian con uno de los pañuelos que Jimin traía

en el bolsillo de abrigo y se quedan abrazados desnudos tratando de recuperar

el aliento que habían perdido. Jungkook besa la frente de Jimin y lo abraza de


manera que la cabeza de este quedase en su pecho. Así ambos quedaron

cómodos a pesar de que estaban sobre una superficie dura y se resguardaron

del frío arropándose con la prendas que habían tirado al piso.

— Hemos echo un desastre —declara Jimin sin evitar soltar una risa y Jungkook

le acompaña en ello.

— Somos un desastre —aclara el castaño.

— El único desastre que funciona —contraataca Jimin—, a pesar de que tu eres

demasiado agrio.

— Pero eso es tu culpa por ser tan dulce.

Jimin se levanta y deja un beso en los labios de Jungkook.

— Entonces somos un desastre agridulce. Una buena, pero rara

combinación.

Jungkook se ríe y concluye:

— Te amaré siempre, Mariposa.

— Y yo te amaré siempre a ti, Kook.

✨ FIN ✨

Extra ☆ Niñez
Trước Sau
Esta frente al vitral de la tienda mirando directamente hacia el maniquí que lleva un
vestido rosa platinado corte corazón, peluca rubia y guantes blancos decorados con
brillos. Su pequeña mano acaricia el vidrio como si eso fuera suficiente para
adueñarse del lindo vestido, aunque sabe que eso no sucederá. El era un niño y la
gente le decía constantemente que esas no eran cosas que un niño usaba. Dentro de
sí mismo siempre estuvo la duda de cuál era el daño que un inofensivo niño con un
vestido podía hacerle al mundo, y es que debía ser algo grande para que las personas
se escandalizaran de manera tan grave cada vez que veían algo así.

Su madre le llama. Jimin se da media vuelta cabizbajo y vuelve al auto.

Habían salido a hacer las compras de la semana y ya era hora de volver a casa. En
ese entonces tenía 6 años y su padre estaba en un viaje de negocios por lo que
pasaría el día con su madre, lo que se le hacía muy agradable ya que la mujer nunca
le impidió jugar con lo que le gustaba o actuar de manera más femenina. Jimin era
muy feliz cuando su mami estaba a su lado.

— ¿Qué estabas viendo, Jiminnie? —Le pregunta la mujer que ya ha dejado las
bolsas con comida en el asiento trasero y ahora subía a su hijo a la silla del auto.

— Un vestido, mami. Era muy lindo.

Ante eso la señora Park se da media vuelta y ve la tienda frente a la cual su hijo
estuvo parado hacía unos minutos. Podía ver claramente el vestido al que se refería y
no pudo evitar sentir una punzada en el pecho. Aquello siempre le pasaba cuando el
miedo de no ser capaz de hacer completamente feliz a su hijo se hacia presente.

Suspira. El mundo era demasiado complicado para una alma tan pura como su bebé.

— ¿Te gusta? —Pregunta y Jimin asiente con la cabeza— Muy bien ¿Y recuerdas
que hoy vamos al Festival de primavera? Pues todos los niños pueden llevar el disfraz
que quieran. ¿Quieres vestirte de princesa, Jiminnie?

La sonrisa que se dibujaba en la cara de su hijo le parecía impagable.

Con eso dicho bajan del auto y se devuelven a la tienda para comprar el vestido, la
peluca y los guantes. Jimin no deja de dar pequeños saltitos mientras sostiene la
mano de su madre con anhelo. Para él la mujer era su heroína y su mejor amiga. No
importaba que fuera, podía hablar de todo con ella y siempre se sentiría protegido.
Mientras su padre le regañaba por hacer cosas de niñas, ella se ponía en frente y lo
defendía diciendo que era perfecto tal y como era. Quizá no significaba mucho en ese
momento siendo tan pequeño, pero sería una de las cosas que le harían ser fuerte a
medida que creciera.

El Festival de primavera era a las afueras de la ciudad y llegaba todos los años con
sus luces de colores y sus infinitos juegos. A Jimin le gustaba ir. La comida era
deliciosa y siempre se divertía mucho. Los años anteriores nunca iba disfrazado
porque realmente no podía usar los trajes que quería ya que su padre siempre
andaba con ellos, pero ese año su corazón palpitaba rápido en su pequeño pecho de
la emoción de poder usar el lindo vestido que su madre le había comprado. Iba a ser
la princesa más linda de todas, eso lo podía apostar.

Cuando llegaron a la casa comenzaron los preparativos e inmediato. En auto el viaje


duraba unos 40 minutos y el Festival comenzaba a las 9 pm quedándole apenas unas
dos horas para irse. Su madre le ayudo con mucha paciencia a colocarse el vestido
que se le ajustaba perfectamente a su piel de porcelana y luego se dieron el tiempo
para maquillar un poco el rostro de Jimin. Tan solo necesitó una pizca de sombra de
ojos rosa, un poco de brillo labial y colorete en las mejillas para quedar igual que las
princesas que siempre veía en televisión. Cuando vio su propio reflejo en el espejo de
su habitación sonrió tan grande que al otro día le dolería la boca por ello.

El último paso era la peluca. Su madre se dio el tiempo de hacerle un peinado


trenzado y ondular el cabello antes de colocársela. Jimin la ayuda y luego de un par
de minutos más ya tenía su disfraz completo y se había convertido en la versión más
feliz de sí mismo.

— ¿Cómo me veo, mami? —Le preguntó y la mujer le sonríe.

— Como el niño más lindo de este mundo, Jiminnie.

Y Jimin se sentía igual.

Toman el auto y comienza el trayecto al Festival. Jimin va mirando todo el tiempo por
la ventana, perdido en el paisaje de los arboles. Estaba demasiado feliz. Ya tiene todo
un itinerario armado en su cabeza sobre las cosas que hará cuando llegue allí, los
juegos a los que se subiría y toda la comida que probaría. Lo que más deseaba era
que las demás personas le vieran con su vestido. Quería recibir elogios y hasta que le
agarraran las mejillas, a ese nivel llegaba su excitación.

Cuando llegan al Festival prácticamente Jimin se baja corriendo del auto y comienza a
apurar a su madre para que entren.

— ¡Vamos, vamos! ¡Ya ha comenzado!

Frente a el estaba la entrada en forma de arco decorada con serpentinas y luces de


colores que daba la bienvenida al Festival de primavera. Apenas pagaron sus boletos
salió corriendo hacia dentro, seguido por la señora Park de cerca. Era temprano, pero
ya estaba lleno de niños que llevaban disfraces de todo tipo. Desde animales hasta
superheroes. También pudo divisar la ansiada fila de puestos de comida y al final de
todo se encontraban juegos como un castillo inflable gigante, el carrusel y una rueda
de la fortuna. Era mucho para los ojos de Jimin y ya no sabía por donde empezar.
— ¿Qué tal si primero vamos por unas manzanas acarameladas? —Pregunta su
madre y Jimin asiente.

— ¡Sí, por favor!

Así pasaron el rato en el festival, comiendo y jugando en las diversas atracciones.


Jimin estaba en un punto culmine de felicidad. Se sentía tan libre que por el se
quedaría a vivir en el Festival por siempre y no volvería a casa donde su padre le
obligaba a usar ropa que nunca le gustó. Allí era feliz, allí podía ser la princesa que
siempre soñó.

Hubo un momento en el que su madre necesito ir al baño así que se acercaron a la


zona de niños donde habían personas haciéndose cargo de lo que parecía ser una
guardería.

— No te muevas de aquí, Jiminnie —dice su madre—. Vuelvo enseguida, ¿sí?

Jimin asiente y ve como su madre se marcha.

En donde estaban habían varios niños más esperando a sus padres, así que pronto
Jimin se vio a si mismo revoloteando esperando poder hacer algún amigo ya que
nunca había tenido uno. Pidió jugar a las escondidas junto con un grupo de niños
vestidos de animales que le miraron de arriba a abajo antes de decir:

— No jugamos con chicas.

Y Jimin se ríe. Eso no sería un problema.

— ¡Yo soy un niño! —Contesta orgulloso— ¡Hoy me vestí de princesa!

Tenía seis años. Aún no tenía idea de lo crueles que podían ser los demás infantes
cuando algo que no entendían se les paraba en frente.

— ¿Un niño? —Pregunta el que esta vestido de león y hace una mueca de asco—
¡Vas vestido de chica, eres un fenómeno!

Fue una frase con pocas palabras, pero cortaba mas que una daga y ahora el corazón
de Jimin ya no se aceleraba de felicidad, sino de la tristeza más pura que había
sentido. Los demás se ríen de lo que dijo el chico y no logra entender. ¿Se reían
porque quería jugar con ellos vestidos de princesa? ¿Por qué era tan raro? ¿Es que
acaso nadie podía dejarlo ser feliz?

— Vete de aquí —habla esta vez el que esta vestido como un lobo—. Nos pegaras lo
raro.

Y el último chico le propina un empujón que logra que se desplome en el suelo bajo la
mirada de varios niños más. Quiere llorar y pronto se ve a si mismo haciéndolo. Ahora
el vestido que tanto adoraba estaba rasgado a un lado producto del empujón y
cubierto con algo de polvo del piso. Hace apenas unos momentos era una princesa
hermosa, llena de brillos y felicidad. Ahora, tirado allí, tan solo era un niño
completamente triste por culpa de las palabras de quienes serían sus amigos si fuera
igual de "normal" que ellos.

Llora mientras cubre con sus pequeñas manos sus ojos. No sabe si alguien más lo
observa y poco le importa. Solo quería que su madre llegase pronto para poder irse
lejos de allí, lejos de esas palabras horribles y lejos del que no sería el primer golpe
que recibiría por su forma de ser.

— ¿Estas bien?

Levanta la mirada. Frente a Jimin hay un chico vestido de Spiderman al cual la


mascara le tapa completamente el rostro. Inconscientemente levanta los brazos para
proteger su cara. Tenía miedo que quisiese hacerle lo mismo que los otros niños y es
así como espera pacientemente sentir un golpe que nunca llega.

Alza la mirada. El chico está estirando la mano para darle algo.

— Ten.

Lo que el chico le estaba ofreciendo amablemente era un montón de dulces de esos


que pintaban la lengua. Jimin no lo entiende, pero de todas formas quita las manos de
su cara llena de lagrimas y las estira para recibir el regalo. Es así como Spiderman le
llena ambas manos con los dulces antes de hablar una vez más.

— Tu vestido está lindo. Esos niños son unos idiotas.

Estaba tan sorprendido que le tomo al menos un minuto volver a la realidad y querer
agradecerle al chico, que parecía tener su edad porque eran del mismo tamaño, por
su gesto, pero en ese mismo momento escucha la voz de su madre llamándole desde
la entrada de la zona de niños.

— ¡Hijo —dice la señora Park a lo lejos—, aquí estoy! ¡Vamos!

Ve a su madre haciendo las señas y luego vuelve a mirar a Spiderman. Debía irse,
pero antes de eso le sonríe a quien le había de vuelto la felicidad de estar en el
Festival de primavera.

— Gracias, Spiderman.

Diciendo eso se pone de pie y corre a encontrarse con su madre. Recuerda que el
resto de la noche pensó solamente en el niño con disfraz de Spiderman y se prometió
a si mismo que algún día, sí volvía a verlo, le daría muchos dulces a cambio y le
preguntaría su nombre para que fueran amigos por siempre. Esa noche durmió con
una sonrisa de oreja a oreja a pesar de que ahora el vestido que le enamoró en la
vitrina yacía roto en un rincón de su habitación.

Eso le enseñó que a pesar de todo, siempre habría una buena persona que te
tendería la mano en la adversidad.

Cuando Jimin se pierde en la multitud de la mano de la señora Park, el niño vestido de


Spiderman se queda jugando un poco más antes de escuchar la voz de madre
llamándolo también.

— ¡Ven, Jungkookie! ¡Ya debemos volver a casa!

Jungkook asiente y se va corriendo mientras que de su cabeza no sale la


imagen de la linda princesa que estaba llorando en un rincón.

· · · ·
— ¿Qué es esto? —Pregunta Jimin tomando el pedazo de papel en sus manos y de
inmediato la cara se le ilumina como si un foco se hubiese encendido.

Jungkook alza los hombros como si no fuera la gran cosa.

— Pensé que como íbamos a la tumba de tu madre podríamos aprovechar el resto del
día y hacer algo. ¿Quieres?

Por la mente de Jimin pasan un montón de recuerdos y sonríe. A pesar de que ya no


era un niño para ir disfrazado, el solo hecho de asistir le hacia sentir la misma felicidad
que cuando era pequeño. Por eso besa la mejilla de su novio, creyendo que era una
linda coincidencia que le estuviese regalando entradas para el Festival de primavera
que tanto adoraba.

— Muchas gracias, amor —dijo y Jungkook sonríe.

El castaño se sonroja, pero como siempre mantiene el semblante serio intentando que
no se note lo mucho que le afectaban los mimos de Jimin.

— Ve a arreglarte, Mariposa. Tenemos que salir en veinte minutos más.

Jimin ríe y luego sale corriendo escalera arriba para llegar a su armario, con su fiel
perro Bekdu siguiéndolo de cerca, y así decidir que atuendo usar en el Festival. Lo
único de lo que estaba completamente seguro era que deseaba encontrar algo con
que combinar los nuevos zapatos rosas que se había comprado el día anterior, ya que
a su novio le habían gustado bastante cuando se los mostró y ese era uno de esos
días en los que quería impresionar al castaño para que no desviara la mirada de su
persona.

Por su parte, Jungkook se dejo caer sobre el sofá de la sala mirando las entradas. Sin
querer le es imposible no sonreír. Hace un par de noches había recordado aquel día
cuando tenía seis años y fue al Festival de primavera vestido de Spiderman y ayudo a
una princesa en apuros con un par de dulces que había guardado para si mismo. Le
tomó unos minutos, pero claramente se dio cuenta que era Jimin. Aquellos ojos no
podría olvidarlos aunque quisiera, por lo que estaba seguro.

Y le contaría. Justo después de darle los anillos de compromiso.

Quién diría que Spiderman se casaría con una princesa.


· · · ·

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