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BALANCE DE LA IMPLEMENTACIÓN DE
LA LEY DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA
A NIVEL MINISTERIAL (2011-2014)
Profesor patrocinante:
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………….. 3
OBJETIVOS………………………………………………………………………….. 6
PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN.……………………………………………….. 7
METODOLOGÍA…………………………………………………………………….. 11
MARCO CONCEPTUAL Y ANTECEDENTES…………………………………… 13
La ruptura del movimiento social y el sistema político chileno……………… 16
Sociedad civil y movimiento social en la arena pública……………………… 19
Participación y movilización en el Chile actual……………………………….. 22
Las opciones que se abren …………………………………………………….. 25
El Estado frente a la Sociedad Civil: mecanismos de participación……….. 27
Aprendizajes para la participación …………………………………………….. 37
Los avances en Chile de una normativa para la asociatividad y
participación ciudadana en la gestión pública…………………………………. 39
El Consejo Ciudadano y el Plan de Fortalecimiento del Gobierno de Lagos 40
La Ley presentada en 2004……………………………………………………… 43
La Agenda Pro Participación Ciudadana de Bachelet.……………………..... 44
Indicación sustitutiva del Gobierno de Bachelet.……………………………… 45
Instructivo presidencial del primer gobierno de Bachelet……………………. 46
La Ley promulgada en 2011……………………………………………………. 47
Instructivo y Política de Participación Ciudadana en el Gobierno de
Piñera…..………………………………………………………………………….. 47
ANALISIS…………………………………………………………………………….. 50
Implementación y alcances de la política de participación ciudadana del
gobierno…………………………………………………………………………... 50
Principales cambios generados en cada Ministerio o servicio asimilado a
partir de la puesta en marcha de la ley………………………………………… 56
Instalación de los Consejos de la Sociedad Civil y su incidencia en la
gestión……………………………………………………………………………… 60
CONCLUSIONES……………………………………………………………………. 81
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………. 88
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INTRODUCCIÓN
Once años pasaron para que esta iniciativa legislativa, nacida en un Gobierno de
la Concertación, finalmente viera la luz, bajo la administración de un Gobierno de
centro – derecha, a quien tocó la tarea de dirigir su implementación.
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Respecto del origen de esta Ley, en 2001 el Plan de Fortalecimiento del Ministerio
Secretaría General de Gobierno señalaba que “se hizo indispensable la
formulación conjunta de una propuesta que permita remover los obstáculos
históricos que han impedido que el desarrollo de la sociedad civil sea acorde con
los procesos de modernización de otros sectores de la sociedad, en el marco del
proceso de consolidación democrática” (SEGEGOB, 2001: 3). Es decir, se trata de
una legislación que en su origen pretende saldar una “deuda histórica” del sistema
político con respecto a sus niveles de conexión con la sociedad civil.
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SEGEGOB, y que con posterioridad se fueron planteando con más fuerza. Allí
reside la relevancia de una normativa como la Ley de Participación.
Por otro lado, la puesta en marcha de la Ley llegó junto con un cambio de
gobierno, de la mano de la primera administración liderada por una coalición de
centro derecha, después de cuatro períodos de la Concertación de Partidos por la
Democracia. Paradójicamente, en 2011 el nuevo gobierno cumple su primer año,
al tiempo que promulga la Ley de Participación Ciudadana y enfrenta el año de
protestas callejeras más masivas desde el retorno de la democracia.
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OBJETIVOS
Objetivo General
Objetivos específicos
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PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN
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A lo anterior, y como un tercer factor, se suma el cómo una administración de
centro derecha, conformada por sectores políticos comprometidos con el legado
político y/o económico de la Dictadura, implementa una legislación nacida de una
demanda social histórica por mayor participación de la sociedad civil, y
fortalecimiento de sus organizaciones.
Sobre aquello, se vislumbra un potencial dilema entre un sector político que mira
con recelo al movimiento social y a sus organizaciones, visto en la obligación de
implementar una normativa que busca generar nuevos espacios de
involucramiento de la sociedad civil organizada en la gestión de la administración
pública. La nueva legislación surge a partir de una promesa de los sectores
políticos de centro izquierda de generar una transformación que permita avanzar
en la construcción de un modelo político más participativo, componente
postergado durante la transición.
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1. El desarrollo histórico de autoritarismo político en Chile, y específicamente el
modelo de transición pactada desde 1990, dieron origen a la deuda que la Ley
de Participación Ciudadana viene a saldar, pero al mismo tiempo generaron
una legislación ad hoc, que si bien implica un avance y una ventana de
oportunidad, también puede ser implementada sin un empoderamiento real de
la sociedad civil.
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5. Tal como en las administraciones anteriores, esto permite situar a la
participación como un instrumento de gestión, sin mecanismos efectivos de
empoderamiento social. Por ello, si bien la implementación de la nueva ley en
el Gobierno de Sebastián Piñera, puede resultar incómoda, por ser un
compromiso político de las administraciones anteriores, no implicaría una
amenaza sustancial al modelo de gestión centralizada, y por ende, podría ser
acogido sin mayores oposiciones.
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METODOLOGÍA
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MARCO CONCEPTUAL Y ANTECEDENTES
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sociedad, sin embargo, tampoco existen sistemas de toma de decisión de manera
participativa y/o directa, de carácter vinculante, que permitan generar los cambios
anhelados. El sistema de representación pierde legitimidad ciudadana y no existen
otros canales para poner los temas sobre la mesa.
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ACCION señala respecto de la Ley que “su proceso de implementación y
formulación de reglamentos no ha contado con espacios reales de debate. Los
reglamentos han sido elaborados en breves periodos, sin difusión y sin dar tiempo
y espacio a la iniciativa y opinión ciudadana, a pesar de los esfuerzos que algunas
de nuestras organizaciones realizaron. Finalmente la primera propuesta conocida,
que se refiere a los consejos ciudadanos comunales, plantea alteraciones a la
propia Ley en desmedro de las facultades y amplitud de dichos consejos, como
son en lo referido a los plebiscitos, al nombramiento de los consejeros y a la
participación de organizaciones gremiales y ONG. Frente a ello, se ha entablado
una demanda ante la Contraloría por la inconstitucionalidad de las medidas
propuestas” (ACCION, 2012: 21). En noviembre de 2012, representantes de
organizaciones ciudadanas se reunieron con el Contralor General de la República
para denunciar incumplimiento de la ley a nivel municipal. Así también en abril
2013, diversas organizaciones, convocadas por la Mesa de Seguimiento, se
reunieron para analizar la implementación de la ley a nivel nacional, concluyendo
que existían falencias como: “Insuficiencia en la difusión de la Ley; Incumplimiento
de los plazos de reglamentación por parte de las autoridades de Gobierno;
Incumplimiento de la Ley y de los dictámenes de la Contraloría por parte de las
autoridades; manipulación alcaldicia en la Constitución de los Consejos de la
Sociedad Civil” (Nota web de CONADECUS, 2013). La Mesa ha continuado su
labor hasta la actualidad, con propuestas de mejora a la Ley, como las
presentadas el Consejo Nacional de Participación Ciudadana convocado por
Bachelet, entre las cuales destacan: 1) Implementación de una agenda política
que desarrolle iniciativas de participación ciudadana y fortalezca la representación
de la Sociedad Civil en la gestión pública; 2) Desarrollar un Plan Nacional de
Participación Ciudadana; 3) Otorgarle la presidencia de los Consejos Comunales
de la Sociedad Civil, a algunos miembros ciudadanos del Consejo; 4) Asegurar
que las elecciones para conformar los Consejos Nacionales y Comunales sean
convocados, organizados y realizados por los consejeros en funciones, con el
apoyo logístico y financiero de la respectiva autoridad; 5) Reponer el guarismo 5%
para la realización de plebiscitos comunales; 6) Modificar la ley sobre el Ministerio
Secretaría General de Gobierno de acuerdo a la legislación, para establecer una
autoridad de control, seguimiento y análisis del sector OSFL; entre otras (Minuta
Audiencia Pública del Consejo, 26 de abril 2016).
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La ruptura del movimiento social y el sistema político chileno
16
de exclusión material que genera el sistema, como en los escasos mecanismos
políticos para representar e involucrar a la ciudadanía.
Así, hoy vemos que un 67% piensa que Chile es un país poco o nada
democrático; que entre un 15% y un 18% considera que la democracia funciona
regular o derechamente mal a raíz de la desigualdad; que sólo un 8% tiene
confianza en el Congreso y apenas un 5% en los partidos políticos; que el 65% no
cree que al Congreso le importe mucho lo piensa la gente “como uno”; y que, en
cambio, el 53% aprueba que las personas participen en manifestaciones públicas
para lograr sus objetivos políticos (PNUD, 2016)
Por ende, se hace necesario revisar la particularidad del caso chileno, al cual
además podemos sumar los escándalos de corrupción destapados desde 2014,
los cuales acentuaron aún más la distancia que ya se había producido entre
política institucional y sociedad, y que sirvieron para agudizar esta ruptura, dando
la apariencia de que la causa de ella era una crisis de confianza (Garretón, 2016).
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legitimidad por parte de la ciudadanía” (PNUD 2014: 39). El déficit que presenta el
país al respecto tiene el potencial de comprometer a futuro la gobernabilidad, la
estabilidad y la paz social que tanto se ha valorado.
Durante buena parte del siglo XX en Chile, los partidos políticos chilenos fueron la
entidad estructuradora de la política y del cambio social, principalmente a partir de
un sentido de clase, que ordenaba el arco político según el sector social de
pertenencia (un partido obrero, uno de las clases medias, uno de los
terratenientes, de los campesinos, de los comerciantes, etc.). Sin embargo, ya en
la década de 1970 se comienza a producir una pérdida de importancia del clivaje
de clases en la estructuración tanto de los partidos como de los movimientos
sociales. Se produce un giro cultural con una la “creciente autonomía de la cultura
como espacio de constitución de identidades políticas” (Barozet, 2016: 27).
La relación de estos partidos con el movimiento social o, más bien, con los actores
sociales específicos que aspiran a representar, se va desdibujando, al punto de
quedar relegados de la toma de decisiones durante la transición.
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Así, se despolitiza crecientemente la sociedad, en tanto las organizaciones
sociales se ajustaron a una primacía de las élites políticas, pasando a apoyar la
nueva estrategia político – electoral, de naturaleza eminentemente conciliadora en
el plano social (Boeninger citado en Delamaza, 2016: 117).
Los movimientos sociales que lucharon para terminar con la Dictadura no pudieron
constituir sus propios proyectos sociales durante la transición y hoy no tienen
espacios relevantes de influencia política, más allá de la presión social, la cual
depende en buena medida de su cobertura mediática. De esta forma, no se
revirtieron los sustentos de las transformaciones neoliberales de la Dictadura
(privatizaciones, municipalización, falta de planificación, desmovilización,
desprotección de la economía doméstica, etc.) al tiempo que se garantizaba, de
esta forma, la paz social.
A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX surgen los sindicatos y
mancomunales, y luego organizaciones de empleados públicos. A mediados del
siglo XX, aparecen las organizaciones de pobladores urbanos y el movimiento
cooperativo, fruto de las migraciones hacia la ciudad y las reivindicaciones
laborales, influenciadas por partidos de izquierda así como por la Iglesia Católica.
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Sin embargo, no fue hasta el gobierno de Frei Montalva (1964 - 1970), que se
generó desde el Estado una política para organizar y movilizar a los sectores
populares, buscando integrarlos al sistema, a través de la política de promoción
popular. Así también se fueron generando más políticas sociales, y creciendo las
demandas desde los diversos sectores sociales hacia un Estado de Compromiso,
cuya lógica terminó por quebrarse en 1973. El proceso de ampliación y politización
de la organización social en Chile fue frenado en seco por el Golpe Militar.
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público, a promover transformaciones institucionales y políticas, y a incidir en las
agendas públicas” (PNUD, 2014: 254). Así también, estas formas de participación
no están necesariamente asociadas a la incidencia sobre el Estado, a la manera
de participación ciudadana en la gestión pública, sino que pueden tener un
carácter autónomo, de organización y participación social.
Por otro lado, como recuerda Barozet, varios movimientos sociales representan
intereses corporativos, en contraposición al papel de los partidos políticos, que
“idealmente implica recoger demandas de forma transversal en pos del bien
común, ya que no todos los movimientos sociales logran plantear en el caso
chileno proyectos de transformación amplia de la sociedad que permitan ir más
allá de los intereses sectoriales” (Barozet, 2016: 45).
Al mismo tiempo, “la sociedad civil no puede obtener por sí misma la solución y
puesta en práctica de los derechos que pregona. Sus respuestas normalmente
son aproximadas y experimentales respecto de los problemas generales de la
sociedad. En ocasiones es el agente que los hace visibles en el espacio público,
demandando soluciones y respuestas al Estado” (Delamaza, 2016: 111).
En suma, tan cierto es que los partidos no pueden gobernar eficientemente sin la
sociedad civil, como que ésta y los movimientos sociales no pueden reemplazar a
los partidos.
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Se plantea una diversidad de reivindicaciones, sin embargo, Barozet las organiza
en cuatro grupos: “demandas corporativas, demandas de mayor protección y
regulación frente a la economía liberal, demandas identitarias y finalmente
reivindicaciones de cambio de modelo” (Barozet, 2016: 38).
Al respecto, Delamaza nos recuerda que en otros países de América Latina “el
proceso ha sido diferente y se ha abordado la “innovación democrática” para
hacerla eficaz” (Delamaza, 2016: 113). Tales son los casos, por ejemplo, de las
nuevas Constituciones en Colombia y Bolivia, los presupuestos participativos en
Brasil o la planificación participativa en Rosario, Argentina, por mencionar algunos.
En Chile, en cambio, las respuestas han sido tímidas, sin generar nuevos
acuerdos institucionales que permitan canalizar las demandas. Reformas como la
nueva Ley de Participación Ciudadana van en este sentido, sin embargo, como
veremos más adelante, sus alcances han sido limitados.
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participar en procesos de deliberación y, en última instancia, definir los temas que
integran la agenda pública. Al mismo tiempo, los intereses y voces de muchos
otros permanecen ausentes en términos prácticos de las esferas de poder y de las
instituciones representativas, a la vez que encuentran obstáculos importantes para
ser escuchados y participar de los procesos deliberativos en los asuntos públicos.
Así, la desigualdad política reproduce y profundiza la desigualdad económica, y
viceversa, bloqueando la posibilidad de avanzar en establecer una igualdad
efectiva para todos y todas” (PNUD, 2014: 41).
Por otro lado, los Informes de Desarrollo Humano 2000, 2002 y 2009 muestran
que menos de la mitad de los mayores de dieciocho años declara participar en
alguna organización social o voluntaria, y que las organizaciones en las que más
se participa en el país son las religiosas y deportivas (por ende, sin objetivos de
incidencia política). Las cifras de estos informes también muestran que un 33,3%
de personas declaró pertenecer a alguna organización en 2000 al tiempo que un
32% declaró lo mismo a 2012, es decir prácticamente sin variación.
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Lo anterior es preocupante, pues da cuenta de una sociedad civil que no se está
agrupando formalmente en torno a intereses y problemas en común, lo que
contribuiría a mejorar la interlocución con el Estado, e incrementar el espacio para
las opiniones, preferencias y demandas de la ciudadanía en los asuntos públicos.
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El Informe del PNUD señala que en 2011 salieron a las calles casi la misma
cantidad de personas que la suma total de manifestantes que lo hicieron entre los
años 2009, 2010, 2012 y 2013.
Por otro lado, la World Values Survey indica que de un 30% de la población que
declaró participar en manifestaciones políticas en 1990, se bajó a un 15% en 1996
(PNUD, 2014: 258). La Encuesta de Auditoría a la Democracia 2016, por su parte,
muestra un 18% a 2012 y 16% en 2016. Sin embargo, también muestra que si en
2008 sólo un 36% aprobaba que las personas participaran manifestaciones
públicas para lograr sus objetivos políticos, esta cifra sube al 53% en 2016.
Estas cifras deben ser leídas teniendo en cuenta dos matices. Por un lado, al
comparar las opiniones de los ciudadanos de países OCDE con las de los chilenos
y chilenas (2005 - 2008), se constata que Chile es mucho menos tolerante y se
adhiere menos a formas contestatarias de participación política y social: por
ejemplo, un 64% declara que nunca participaría de una manifestación pacífica
versus el 25% promedio OCDE.
Por otro parte, tal como señala la Auditoría 2014, “no es posible afirmar que las
manifestaciones masivas de los últimos años sean inéditas en Chile. A lo largo de
su historia, el país ha vivido momentos de importante movilización ciudadana
cuando pareciera que la vía institucional no permite avanzar en la dirección y la
velocidad que la ciudadanía espera. En dicho sentido, el actual escenario resulta
novedoso para el contexto del Chile pos autoritario, pero no necesariamente
inédito” (PNUD 2014: 256).
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la jurisprudencia internacional (demandas el Estado por negación de información
pública o por la inexistencia del matrimonio igualitario, por ejemplo).
Por lo tanto, el desafío político es construir nuevos lazos entre sociedad y Estado,
para superar la tarea no abordada durante el pacto de la transición. Este no es un
proceso sencillo ni breve, y dependerá tanto de las nuevas respuesta que pueda
generar el sistema político, si decide hacerse a cargo a cabalidad de este
problema, como de la sostenibilidad de las dinámicas de movilización social, que
tensionan al sistema y mantienen vigente la demanda por cambios.
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sociedad, sino la expresión pública de los grupos que habían quedado sepultados
y atomizados bajo el imperio de la política de los consensos, y sus actores
protagónicos, exclusivos y excluyentes” (Delamaza, 2016: 128). También lo señala
Barozet: el gran tema ausente del debate público ha sido “la elaboración de una
alternativa al actual modelo de desarrollo basado en la extracción de materias
primas” (Barozet, 2016: 52).
Por su parte, Garretón indica que “asistimos a la crisis de la relación entre elites,
instituciones y sociedad, la crisis del sistema. Y ello no se resuelve o supera
reemplazando a unos u otros, aunque pueda ser necesario en un momento, sino
cambiando radicalmente las reglas del juego y las instituciones en que esta
relación se sustentó; es decir, sustituyendo el actual modelo socioeconómico y
político” (Garretón, 2016: 12).
27
política. Esto ha dado lugar a vertientes teóricas que proponen un nuevo modelo
de gobernanza multinivel, en base a redes y espacios de concertación local
(Blanco y Gomá, 2003).
Una perspectiva en este sentido, es la que plantea que la legitimidad del Estado
se sostiene en un buen desempeño de éste en la provisión de sus servicios. Se
trata del modelo “gerencial”, y que confía en una buena gestión y entrega de
servicios a la población como fuente de legitimidad en sí misma de la labor de
gobierno.
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Frente a esta situación, diversos autores proponen reforzar el aspecto participativo
de nuestra democracia, manteniendo su componente representativo, pero
integrando nuevos actores. Blanco y Gomá (2003) caracterizan el contexto
sociopolítico contemporáneo en base a la noción de complejidad, y lo hacen en
base a cuatro puntos: las dificultades del conocimiento extensivo (por su creciente
fragmentación y multiplicidad); la pluralidad de valores, intereses y preferencias;
una insostenible concepción jerárquica de los procesos de gobierno; y la creciente
interdependencia de problemas y actores políticos. Frente a esto, se plantea
formas de gobierno basadas en la aceptación de la complejidad, el sustento en
redes plurales y la adopción de nuevos instrumentos democráticos. Esto, porque
en democracia tanto la decisión misma, como la forma en que se tomó son
importantes, pero también porque finalmente las consecuencias de una decisión
política nunca son enteramente previsibles, y siempre pueden afectar a unos en
favor de otros, por lo que es fundamental un debate inclusivo y la construcción de
consenso amplios (Delamaza, 2006). En esta propuesta, ya no son los partidos los
que exclusivamente articulan los proyectos nacionales – como élites electas
gobernando en nombre del bien común-, sino que comparten este rol con los
movimientos sociales, las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía.
1
Participativos en términos declarativos, pues veremos que algunos de ellos no califican para esta
clasificación.
29
Por su parte, el Plebiscito comunal es un mecanismo por el cual el Alcalde o
Alcaldesa somete a votación las materias de administración local relativas a
inversiones específicas de desarrollo comunal, a la aprobación o modificación del
Plan Regulador o a otras de interés para la comunidad local, siempre que sean de
competencia municipal. Tiene como requisito un acuerdo del Concejo Municipal, a
requerimiento de dos tercios de sus integrantes; a solicitud de dos tercios del
Consejo de la Sociedad, ratificada por dos tercios del Concejo, o por iniciativa de
los ciudadanos inscritos en los registros electorales de la comuna. Sin embargo,
un análisis realizado por Danae Mlynarz en 2013 muestra que sólo cuatro han sido
convocados en el país: en 1994 en Las Condes, en 2003 en Zapallar, en 2009 en
Vitacura y en 2011 en Peñalolén. Sólo el de Vitacura fue a requerimiento de la
ciudadanía. Por su parte, en 2016 el Consejo Nacional del Participación
Ciudadana y Fortalecimiento de la Sociedad Civil señaló que “los plebiscitos
comunales locales son en la práctica irrealizables por sus barreras de entrada y
costo”, en referencia al número de firmas requeridas y el costo asociado a
lograrlas.
Respecto del Acceso a la Información Relevante, la Ley dispone que cada órgano
de la Administración del Estado deberá poner en conocimiento público la
información relevante acerca de sus políticas, planes, programas, acciones y
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presupuestos, asegurando que ésta sea oportuna, completa y ampliamente
accesible. Dicha información se publicará en medios electrónicos u otros.
Para el caso de las Cuentas Públicas, se indica en la Ley que los órganos de la
Administración del Estado, anualmente, darán cuenta pública participativa a la
ciudadanía de la gestión de sus políticas, planes, programas, acciones y de su
ejecución presupuestaria.
Por último, la legislación establece que los Consejos de la Sociedad Civil tienen un
carácter consultivo, y estarán conformados de manera diversa, representativa y
pluralista por integrantes de asociaciones sin fines de lucro que tengan relación
con la competencia del órgano respectivo.
31
desde las organizaciones de la sociedad civil a los espacios de participación
abiertos por el Estado, es que éstos no tienen un carácter vinculante. Es decir, sus
resultados no son obligatorios para la autoridad.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Escalera_de_la_participación
Con esta matriz podemos apreciar que ciertos mecanismos presentados como
participativos en realidad no lo son, pues sólo entregan información. Un segundo
nivel, llamado instrumental, en realidad sólo entrega información de vuelta al ente
público, pero no implica una acción en base ella. Por último, la participación
empoderadora es aquella que entrega algún nivel de poder a la ciudadanía sobre
los resultados del proceso. Este es el nivel de participación efectiva al que se debe
apuntar, en tanto sólo en este nivel se producen transformaciones. Las formas de
información unilateral desde el Estado, o de aquella que permite a la ciudadanía
hacer llegar su opinión a este, sin efectos sobre su actuar, son formas válidas y
necesarias de relación, pero no constituyen verdaderos espacios de participación.
Otra forma de clasificación está basada en estudios catalanes, que ordenan los
tipos de participación entre “asociativos y personales. En los primeros la
participación se realiza en nombre de organizaciones o asociaciones, mientras en
los segundos se participa de manera individual, en tanto ciudadano/a. A su vez la
33
participación asociativa puede ser relativa a temas sectoriales, o bien ejercerse en
el plano territorial. Y la personal puede ser intensiva, es decir, que requiere de
mayor tiempo de dedicación y sucesivas acciones a realizar (...), o bien extensiva,
que alcanza a muchas personas, pero a través de actos simples y fáciles de
realizar” (Delamaza, óp. cit: 17). Asociando esta categorización con las fases de la
política pública, se puede obtener la siguiente matriz:
Otra forma de apreciar esta variedad es según el criterio bajo el cual se quiere
implementar mecanismos participativos, y las desventajas y ventajas que éste
puede tener a la luz de la experiencia histórica.
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Figura 4: Matriz de clasificación de la participación ciudadana, según
criterios relevantes y ventajas
Al respecto, Delamaza menciona el estudio del caso peruano, realizado por María
Isabel Remy en 2005, el cual “muestra que la efectividad política de los
35
mecanismos no institucionalizados, particularmente la protesta pública, resulta
mayor que la que se obtiene a través de los mecanismos institucionalizados”,
especialmente cuando éstos “no operan para materias significativas ni cuentan
con gran legitimidad entre la población peruana. De tal manera que el desafío no
consiste solamente en institucionalizar, sino dotar a este nuevo tipo de
instituciones, de atribuciones y consecuencias prácticas que las hagan relevantes
a los ojos de la población y los ciudadanos” (óp. cit: 16). En este aspecto, los
avances de la política chilena están aún al debe.
36
Aprendizajes para la participación
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mayor parte de los trabajos coinciden en señalar que los resultados concretos que
se obtienen de los mecanismos participativos que se ponen en práctica dependen
en gran medida de la existencia y capacidad existente en las contrapartes de la
sociedad civil. Estas son las que pueden hacer exigibles los mecanismos, cuya
mera promulgación legal o instalación administrativa no resulta suficiente”
(Delamaza, 2008: 81).
Las posibles consecuencias de este panorama nos las recuerda Delamaza, quien
nota que “no toda participación se ejerce por la vía institucional, ni tampoco toda
participación incidente en las políticas y la gestión pública se realiza por vías
institucionales. De hecho, la relevancia de las vías institucionales tiene relación
con su capacidad de canalizar efectivamente las demandas existentes en la
sociedad reduciendo los costos de transacción implicados y con una expectativa
razonable de obtener resultados positivos. En la relación entre el Estado y la
sociedad en América Latina esos elementos no han estado tradicionalmente
presentes, predominando relaciones de cooptación e incorporación subordinada
(populismo, clientelismo, caudillismo) o la confrontación, sea por la vía de formas
más o menos violentas o por la vía de los movimientos sociales y de protesta
organizada que realizan presión por obtener sus demandas, buscando impactar
las políticas por fuera de la institucionalidad (BID, 2006)” (Delamaza, 2008:16). Un
ejemplo patente de aquello nos lo entrega la institucionalidad contemplada en el
Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, que no ha tenido siempre capacidad
de canalizar los conflictos ciudadanos con grandes proyectos de impacto, por lo
general para la generación de energía. Ese fracaso ha generado masivas
38
protestas a lo largo del país, como fue el caso del desahuciado Hidroaysén, como
también prácticas deslegitimadoras del sistema por parte de la misma autoridad,
como fue el llamado telefónico del Presidente Piñera que terminó por finiquitar el
proyecto de Barrancones en Punta de Choros.
Como ya se ha revisado, existe variada literatura que analiza la relación entre los
gobiernos de la Concertación y las organizaciones sociales, que en su mayoría
recalca que la llamada política de acuerdos cerró las puertas a una mayor
profundización democrática del Estado. En términos institucionales, entre los
principales avances, podemos señalar que en la década de 1990 se creó la
División de Organizaciones Sociales (D.O.S) en el Ministerio Secretaría General
de Gobierno (SEGEGOB) y el Departamento de Enlace Gobierno-ONG en el
Ministerio de Planificación y Cooperación (MIDEPLAN) que el año 1998, desarrolló
un “Plan de acción para el fortalecimiento de la sociedad civil y de las
organizaciones privadas sin fines de lucro y con fines públicos”.
39
Ley del Tercer Sector que incluya un nuevo marco legal, un registro público, un
tratamiento tributario para fomentar las donaciones, una instancia gubernamental
que norme y fiscalice; fomento de la participación ciudadana a través de Consejos
Asociativos comunales, regionales y nacionales.
Como es posible apreciar, ya quedan sentadas aquí las bases para iniciativas
tendientes a un nuevo trato y una mayor institucionalización de la participación
ciudadana en la gestión pública.
40
propuestas tendientes a permitir una libre y expedita constitución de las
organizaciones, mayor libertad de asociación y facilidad para su reconocimiento,
asegurando el "derecho a asociarse sin permiso previo", garantizado en la
Constitución Política. He ahí el origen de lo que sería la futura Ley de Participación
Ciudadana.
2. Modificar la Ley para que los Consejos Económico y Social puedan auto
convocarse por temas de relevancia local, obligando a su tratamiento en el
Concejo Municipal.
5. Facilitar que las personas pudieran donar una parte de la devolución de los
impuestos para organizaciones de la sociedad civil, estipulándolo al momento de
realizar su declaración.
41
6. Generar recursos adicionales para el Fondo de Desarrollo Vecinal a partir
de los recursos adicionales que tendrían los municipios por el reavalúo de
propiedades inmuebles.
Sin embargo, estudios de la época señalan que se lograron avances muy escasos
en la incorporación de la participación ciudadana en la gestión pública. Por
ejemplo, de 106 iniciativas comprometidas por diferentes reparticiones en la fase
inicial de aplicación del Instructivo, hasta diciembre de 2004, se constata que el
50% de las iniciativas planteadas no pueden “considerarse como de participación,
sino que se refieren a creación de condiciones para ella y a mejorar el contacto
con los usuarios a través del uso de tecnologías de la información y comunicación
42
(TIC) y cambios en los sistemas de atención. Un 31% incorpora mecanismos de
difusión y consulta y sólo un 19% establece formas de participación que incluye
decisiones compartidas y compromisos y apoyo a organizaciones” (Espinoza,
2007 en Delamaza, 2008: 25)
43
6. Crea el Fondo de Fortalecimiento de las Asociaciones y Organizaciones de
Interés Público con presupuesto del Ministerio Secretaria General de Gobierno,
aportes de la cooperación internacional y donaciones. La administración de dicho
fondo se entrega a un Consejo con representantes de la sociedad civil;
44
La agenda se construyó sobre cuatro ejes:
El artículo 72 obliga a los órganos del Estado a dar cuenta pública anual,
directamente a la ciudadanía, de la gestión de sus políticas, planes, programas,
ejecución presupuestaria, etc. Tales órganos deberán responder a las
observaciones y planteamientos que eventualmente se formulen a dicha cuenta.
45
El artículo 73 indica que los órganos antes mencionados deberán, de oficio o a
petición de organizaciones de interés público, señalar las materias de interés
ciudadano en que se requiera conocer la opinión de la ciudadanía. El proceso de
consulta a que se refiere el párrafo precedente deberá ser pluralista y ecuánime.
Las opiniones vertidas en el proceso de consulta en cuestión tendrán que ser
evaluadas por el órgano respectivo.
El artículo 74 señala que los órganos que conforman la Administración del Estado
podrán establecer Consejos de la Sociedad Civil, integrados por representantes de
organizaciones de interés público relacionadas con la competencia del órgano
estatal de que se trate. Tales Consejos podrán ser permanentes o conformarse
para abocarse a materias específicas.
46
La Ley promulgada en 2011
47
Si bien la nueva legislación tiene alcances limitados en profundización de la
participación ciudadana, con ella se generan avances que podrían abrir la puerta a
los nuevos bríos de las demandas ciudadanas por incidir en la agenda de
gobierno, especialmente desde 2011. Desde la mirada de un gobierno de centro
derecha, esto podría generar rechazo en sectores políticos más conversadores, o
bien ser visto como una oportunidad desde sectores liberales que buscan aplicar
el modelo gerencial de administración pública. Una participación moderada podría
ser vista como un aporte a la modernización de la gestión.
48
Estado y los ciudadanos. De esta manera el gobierno abre espacios para la
participación ciudadana responsable, y las personas, como sujetos con
capacidades, derechos y deberes, se involucran con el quehacer gubernamental
fomentando así la transparencia, la eficacia y la eficiencia de los servicios y
políticas públicas”.
Otros sugeridos
a) Cabildos ciudadanos
b) SIAC
c) Diálogos participativos
d) Ventanillas virtuales de opinión
e) Apertura de datos de Gobierno
f) Ley de Transparencia
g) Escuelas de gestión pública para dirigentes sociales
h) Fondo de fortalecimiento de las organizaciones de interés público
49
ANALISIS
Programa de Gobierno
51
Como se puede apreciar, los objetivos políticos planteados por el Gobierno se
refieren a la supervisión ciudadana para el perfeccionamiento de las políticas y
servicios, su eficacia, eficiencia y efectividad. Nada refiere respecto de la
legitimidad en la toma de decisiones, a partir de su apertura con la ciudadanía (por
lo menos más allá de su información “oportuna y de calidad”). Se vislumbra aquí
una visión de la participación más emparentada con las encuestas de satisfacción
de clientes que retroalimentan los servicios de empresas privada, que con la
profundización democrática. Es decir, una mirada desde el enfoque gerencial.
Por otro lado, el Instructivo indica que los órganos de la administración del Estado
propenderán a realizar las instancias de participación consideradas en la Ley de
Participación Ciudadana, las cuales corresponden a Cuentas Públicas
Participativas, Consejos de la Sociedad Civil y Consultas Ciudadanas. Por su
parte, también promueve las siguientes nuevas modalidades de participación:
a) Cabildos Ciudadanos;
b) Plataformas digitales participativas;
c) Diálogos participativos;
d) Escuelas de gestión pública para dirigentes sociales;
e) Sistema integral de información y atención ciudadana;
f) Promover la eficiencia y oportunidad en la implementación de la Ley de
Transparencia y Acceso a la Información.
52
antigua objeción de sectores conservadores respecto de los derechos sociales,
reflejada en una frase común en dichos círculos, que versa algo así como que
“todos están preocupados de sus derechos, pero nadie de sus deberes”. Si bien la
noción de corresponsabilidad connota una importante relación de reciprocidad que
debe existir en los procesos participativos, no es menos relevante considerar que
el ejercicio de todo derecho siempre lleva una responsabilidad. Lo segundo es que
no se menciona la profundización democrática como un aspecto relevante en una
política de participación ciudadana. La ampliación de la base de la toma de
decisiones, como un elemento legitimador del sistema político no se alude como
factor, como sí se había mencionado en el programa presidencial. En cambio –y
este es el tercer punto- se señala como una necesidad del “mejoramiento de los
servicios” y la eficacia y eficiencia de éstos y de la política pública.
Por otro lado, la política se plantea tres objetivos estratégicos con los respectivos
dispositivos que les permitirían llevarlos a cabo, según el siguiente esquema:
Fortalecimiento
Información y consulta a la Control
de la sociedad
ciudadanía ciudadano
civil
DAD
53
Ventanillas virtuales de opinión Sociedad Civil2 fortalecimiento de
las organizaciones
Consejo de la Sociedad Civil de interés público
Ley de
Consulta ciudadana
Transparencia
Apertura de datos de Gobierno
Fuente: Política para la participación ciudadana en el marco de la corresponsabilidad, Gobierno de
Chile
54
de Gobierno. En marzo 2014, realizó una nueva Cuenta Pública, más sucinta, pero
que puso al día las principales cifras. Entre los avances que en ellas se indican, se
cuenta:
55
realizadas fuera de la Región Metropolitana. El Gobierno estimó que 39.195
personas participaron en total en ellas en 2012, mientras que en 2013 se hicieron
652 Cuentas con 46.761 participantes.
3
Si bien existen documentos de Gobierno con orientaciones, por ejemplo, para la realización de las cuentas
públicas, esto no son obligatorios, por lo que se desconoce cómo ellas se aplicaron en la práctica. En la web,
sólo es posible encontrar algunos documentos de cuentas públicas que incorporan respuestas muy
puntuales a consultas recibidas en dichos procesos por parte de algunos/as ciudadanos/as.
4
Ver figura 5
56
Normas Ministeriales de Participación Ciudadana
N=23. Fuente: elaboración propia en base a respuestas de solicitudes de información pública a los
23 Ministerios.
57
Consulta Ciudadana. En septiembre 2012 el Servicio Nacional de la Mujer genera
una nueva Norma, solo con ajustes menores de forma. Con fecha 25 de marzo
2013 el Ministerio de Salud modificó su Norma específicamente para excluir al
Ministerio de la obligación de contar con un Consejo de la Sociedad Civil, y así
manteniéndola solamente para sus Subsecretarías y Secretarías Regionales
Ministeriales.
Por otro lado, se pudo constatar que sólo dos Ministerios consideraban
mecanismos adicionales a los obligatorios por ley. El Ministerio de Justicia
consigna las Plazas de Justicia, las cuales corresponden a “un espacio
desconcentrado de difusión y promoción en lugares públicos de las políticas,
planes, programas y acciones del Ministerio de Justicia y sus servicios
dependientes o relacionados”. Es decir, se trataría en realidad de un espacio de
difusión y no de participación. Por su parte, el Ministerio Secretaría General de
Gobierno, indica dos mecanismos adicionales: las Escuelas de Gestión Pública
para dirigentes sociales y el Fondo de Fortalecimiento de las Organizaciones de
Interés Público, ninguno de los cuales, considerando las categorías presentadas
en la revisión teórica de esta investigación, corresponde estrictamente a
mecanismos de participación ciudadana en la gestión pública, aunque sí son
espacios relevantes de fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil.
58
Gráfico N° 2: Mecanismos considerados en la Norma de Participación
N=23. Fuente: elaboración propia en base a respuestas de solicitudes de información pública a los
23 Ministerios.
59
Instalación de los Consejos de la Sociedad Civil y su incidencia en la gestión
Los resultados de la información generada por este estudio muestran que si bien
todas las Normas de Participación a nivel ministerial fueron actualizadas para
incluir al Consejo de la Sociedad Civil como mecanismo de participación, poco
menos de la mitad de los Ministerios efectivamente los crearon a nivel Ministerial.
La cifra no es contradictoria con la oficial de Gobierno, en la cual se contaron
también Consejos creados a nivel regional o la homologación de otros Consejos
público - privados.
N=23. Fuente: elaboración propia en base a respuestas de solicitudes de información pública a los
23 Ministerios.
5
Se consideran también Consejos creados al alero de las Secretarías Regionales Ministeriales o sus
equivalentes para otros órganos.
60
En el caso del Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones, este no creó un
Consejo de carácter Ministerial, sino uno para cada Subsecretaría. Por su parte el
Ministerio de Minería indicó que el Consejo se conformó por Decreto, identificando
a los Consejeros/as designados, pero que si bien este se convocó en dos
oportunidades durante 2013, no pudieron constituirse y sesionar por falta de
quórum.
Ministerios Consejos
Directorio Nacional del Consejo de la
Consejo de la Cultura y las Artes
Cultura y las Artes*
Consejo Consultivo Nacional del Medio
Ministerio del Medio Ambiente
Ambiente*
Consejo Asesor del Ministro de Agricultura
Ministerio de Agricultura para transformar a Chile en una Potencia
Forestal Sustentable
Consejo Nacional Consultivo de la Empresa
de Menor Tamaño, Consejo Consultivo de
Ministerio de Economía Promoción Turística, Consejo de
Responsabilidad Social para el Desarrollo
Sostenible
Consejo Consultivo del Sistema Integrado
Ministerio de Hacienda
de Comercio Exterior (SICEX)
Comisión Asesora Presidencial para la
Ministerio Secretaría General de la Protección de los Derechos de las Personas
Presidencia y de la Probidad y Transparencia
Administrativa
* Sólo en estos casos se considera pertinente la homologación con el Consejo de la Sociedad Civil
61
Ambiente. Ambos Consejos derivan de la naturaleza colegiada que estos
Ministerios tienen en su origen, y su creación se relaciona con la gestión en
general de dicha cartera. Además obedecen al compromiso político, durante la
tramitación de los proyectos que crearon estos Ministerios (servicio con rango
ministerial en el caso del CNCA), de contar con espacios para la sociedad civil
involucrada en sus respectivos temas. Se abundará sobre esto más adelante.
La tabla permite identificar que entre las autoridades que efectivamente llevaron a
cabo sus Consejos están representados los dos partidos de la coalición de
gobierno, así como una buena cantidad de independientes. Hay que considerar
que el primer gabinete de Sebastián Piñera, estuvo en su mayoría conformado por
personas sin afiliación política. A la información se ha agregado también quienes
posteriormente conformaron un tercer partido de centro derecha que se unió a la
alianza: Evolución Política o Evópoli. Por lo tanto, no hay una vinculación directa
que permita establecer una relación entre el tipo de militancia que tuviera la
autoridad y su disposición a implementar este mecanismo participativo. También
se puede apreciar que hay Ministerios del comité político (SEGEGOB), del social
(Desarrollo Social) y del económico (Energía), así como carteras antiguas
62
(Relaciones Exteriores) y nuevas (Medioambiente). Ninguno de estos factores
podría interpretarse que tienen causalidad directa en la conformación o no de los
Consejos.
N=23. Fuente: elaboración propia en base a respuestas de solicitudes de información pública a los
23 Ministerios.
Los Ministerios que la Cuenta Pública 2013 indica que contaban con Consejo de la
Sociedad Civil a nivel central son 11: Cultura, Desarrollo Social, Educación,
Energía, Justicia, Medio Ambiente, Minería, Relaciones Exteriores (a nivel de
Subsecretaría), Secretaría General de Gobierno, Mujer (en constitución),
Transporte y Telecomunicaciones (a nivel de Subsecretarías), y Vivienda y
Urbanismo. Estas cifras coinciden con la información de este estudio, con dos
diferencias: en el Servicio Nacional de la Mujer, las actas muestran que este se
constituyó en enero 2013 (por ende ya estaba conformado a la fecha de la Cuenta
Pública); y en el caso de Minería, este estaba constituido por decreto, pero nunca
sesionó.
Por otro lado, la Cuenta Pública de Participación 2014 indica que se habían
constituido 288 Consejos en todo el país, con 5.025 consejeros/as. Los
Ministerios que contaban con la mayor cantidad de Consejos de la Sociedad Civil
constituidos al año 2013 son Agricultura (73), Desarrollo Social (38), Salud (37),
Justicia (25), y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (24) (Gobierno de
63
Chile, 2014: 17 - 18). Es importante, de todas formas, hacer notar que la Cuenta
hace alusión además a Consejos creados en todas las regiones, al alero de las
Secretarías Regionales Ministeriales o sus equivalentes, así como de los órganos
relacionados de cada Ministerio, de lo cual no se cuenta con datos en este
estudio.
64
Gráfico N° 5: Forma de definición de Consejeros/as (2014)
N=12. Fuente: elaboración propia en base a respuestas de solicitudes de información pública a los
23 Ministerios.
65
Gráfico N° 6: Forma de participación del Ministro/a en el Consejo (2014)
N=12. Fuente: elaboración propia en base a respuestas de solicitudes de información pública a los
23 Ministerios.
Otro tema importante de considerar sobre los Consejos, es si estos cuentan con
un reglamento que defina con mayor especificidad cómo este funcionará. Esto
dado que ahí se pueden establecer condiciones que faciliten la participación y le
den mayor relevancia al quehacer del Consejo. Además, entrega más confianza
en dicha institucionalidad a las organizaciones, al tener claras las reglas del juego
al momento de postular y/o asumir la tarea de participar en un Consejo.
66
Gráfico N° 7: Cuenta con Reglamento del Consejo de la Sociedad Civil (2014)
N=12. Fuente: elaboración propia en base a respuestas de solicitudes de información pública a los
23 Ministerios.
6
Al respecto, el Acta de sesión ordinaria de julio 2016 señala “El Consejo Nacional deja constancia de la
dificultad que existe para definir la calidad de interés público de una organización. Se argumenta la falta de
elementos distintivos en la Ley N° 20.500 para diferenciar a una organización de interés público de una
organización sin fin de lucro”.
67
indudable que son una voz que debe ser escuchada en carteras como el Ministerio
del Trabajo, sin embargo, cuando se trata de sindicatos que tienen sólo por
finalidad el bienestar de sus asociados, su carácter de interés público se podría
cuestionar. Con todo, este tipo de instituciones son las menos representadas,
manteniéndose en segundo lugar la academia. Esto podría deberse a que las
autoridades buscan voces “expertas” para el rol consultivo del Consejo, además
de una comprensión de los Consejos de la Sociedad Civil más en la manera de
comisiones asesoras que espacios de participación de la ciudadanía.
68
bien articulan intereses colectivos, por lo general cargan demandas gremiales que
no necesariamente representan un sentir colectivo, sino el específico de sus
asociados. Sin embargo, a la vez también se podría considerar que la facilitación
de diálogos diversos, por ejemplo, entre expertos/as académicos, dirigentes
sociales y técnicos de gobierno podría enriquecer el nivel de la discusión.
69
propuestas. En razón de aquello, a continuación se revisará el trabajo realizado
por los Consejos a partir de un análisis de sus sesiones.
Sesiones realizadas
En primer lugar, es posible apreciar que tres carteras se destacan por haber tenido
un trabajo más activo de sus Consejos: Medio Ambiente, Transporte y
Telecomunicaciones y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
N=97. Fuente: elaboración propia en base a respuestas de solicitudes de información pública a los
23 Ministerios.
*El Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones estableció un Consejo para cada
Subsecretaría en lugar de uno a nivel ministerial
7
En agosto 2016, ingresó a trámite en la Cámara de Diputados, el proyecto de ley que crea el Ministerio de
las Culturas, las Artes y el Patrimonio, el cual mantiene en su estructura un Consejo Nacional.
71
y reglas internas, con relativa prescindencia de directrices de la autoridad, la cual
a su vez, tuvo apertura para permitir esta forma de trabajo. Esto significó que la
convocatoria a reuniones quedara en manos de los/as mismos/as consejeros/as y
no a la espera de lo que dispusieran las Subsecretarías. Más adelante se
profundizará en el análisis del trabajo de estos Consejos.
Temáticas tratadas
En relación a los temas tratados, se constata que la dinámica más común en las
sesiones es que un profesional del Ministerio, por lo general de carácter directivo,
realice una presentación respecto de alguna política, programa, informe, proyecto
de ley u otra acción ministerial, la cual luego es comentada por los/as consejeros,
quienes también realizan consultas y entregan opiniones. En la casi totalidad de
consejos se realizaron sesiones con este fin. Al respecto, se constata que con esto
existe una contribución al acceso de la información de los representantes de la
sociedad civil, los cuales pueden interiorizarse de primera fuente sobre los temas
de interés para su quehacer. Además, se podría suponer que para las autoridades
y equipos del Ministerio, la posibilidad de contar con el escrutinio del Consejo sería
un aliciente para realizar una mejor gestión, aunque de esto no es posible contar
con antecedentes verificables. Por otro lado, la sesión da la oportunidad para que
los tomadores de decisión del Ministerio escuchen las opiniones de la sociedad
72
civil, las que, de ser convincentes, podrían efectivamente considerar. Sin embargo,
dado que la legislación sólo entrega a estos consejos un carácter consultivo, no es
claro cuál es el impacto que sus opiniones puedan tener en la acción de los
Ministerios. Incluso en el caso del Consejo de la Cultura y las Artes, en el cual el
Consejo Directivo tiene atribuciones deliberantes, se vieron reflejadas quejas al
respecto de parte de los Consejeros. En la sesión N° 91 de junio 2012, un
Consejero observó, respecto de su labor, que "cada idea que ellos han entregado,
encuentra una contra argumentación y finalmente se termina por no considerar los
comentarios entregados. El acta indica que "su posición no es entrar a defender
cada idea. Cuestiona si con este funcionamiento tiene sentido su asistencia a
futuras reuniones. Espera que alguna de las ideas arrojadas sea incorporada, ya
que de lo contrario no tiene sentido la asistencia de los Directores pues su
participación se reduce a acatar propuestas y notificarse de las mismas” (Acta 91
del Directorio Nacional del CNCA, 2012: 36).
Un segundo tema que ocupó buena parte de las sesiones de los Consejos de la
Sociedad Civil fue respecto de su organización interna. Acá se vieron temas como
los planes de trabajo, cantidad y fecha de próximas sesiones, grupos de trabajo y
otros. También en algunos casos se ocuparon sesiones para revisar y ajustar las
propuestas de Reglamento que les presentaron algunos Ministerios a sus
Consejos, como en la Secretaría General de Gobierno, y las Subsecretarías de
Transporte y Telecomunicaciones. También acá podemos observar sesiones en
las que se realizaron elecciones de cargos como Presidente/a, Vicepresidente/a y
Secretario/a. De esto hay constancia en las actas de siete Consejos: de Energía,
Medio Ambiente, Servicio Nacional de la Mujer, Cancillería, Secretaría General de
Gobierno y las Subsecretarías de Transporte y Telecomunicaciones.
73
Ambiente y un Consejero de la Secretaría General de Gobierno. Éste también se
quejó por la lentitud en la promulgación de los Reglamentos requeridos con la
entrada en vigencia de la Ley de Participación Ciudadana. En el Consejo de Medio
Ambiente, también se planteó una queja por considerar que los/as consejeros/as
no contaban con información suficiente y con la antelación necesaria para debatir
los temas de las sesiones. En la Subsecretaría de Transporte hay registro de un
duro intercambio del recién electo Secretario del Consejo con la Subsecretaria, a
raíz de no tener la misma interpretación sobre las atribuciones de autonomía
versus carácter consultivo del Consejo. En el Consejo de la Subsecretaría de
Telecomunicaciones se planteó una solicitud de ampliar ciertos debates a más
organizaciones, lo que fue tomado con cautela por una mayoría de consejeros/as
que prefirieron mantener ciertos temas al interior del Consejo. Esto generó el
congelamiento de la participación de una organización. Así también, otro
consejero se alejó del Consejo en alegato por no haber sido recibido por el
Subsecretario. Dicho consejero representaba al canal de televisión comunitaria de
Señal 3 de La Victoria, quien quería entrevistarse con la autoridad por el proyecto
de ley de televisión digital. Salvo para el caso de la ampliación del Consejo de
Telecomunicaciones, que finalmente abrió una nueva convocatoria con la que
entraron nuevos consejeros/as, no hay constancia de una solución concreta de los
Ministerios respecto de las quejas planteadas.
Otro tema que se vio reflejado en mucho menor medida en las sesiones del
Consejo, fue la presentación formal de propuestas por parte del Consejo, o por lo
menos de un grupo de consejeros/as. Sólo hay registro de que esto haya ocurrido
en el Ministerio de Educación y las Subsecretarías de Transporte y de
Telecomunicaciones. En Energía, como se dijo, se menciona que se entregó un
documento que no fue respondido, pero este no fue presentado en sesión o por lo
menos no hay acta de aquello. Como se ha dicho, la dinámica observada más
generalizada es que los/as consejeros/as realizan propuestas acotadas respecto
de presentaciones por parte del Ministerio, las cuales son más bien de carácter
personal. No hay indicios de que dichas intervenciones personales puedan haber
74
sido previamente preparadas con las organizaciones que los/as consejeros/as
representan.
También son limitadas las ocasiones en que el Consejo invitó a terceros/as para
escuchar otras perspectivas o testimonios sobres los temas. De la revisión de las
actas se constató que esto ocurrió en cuatro ocasiones. El Consejo de Educación
sesionó una vez en Concepción (abril 2013) y allí escuchó al Director de
Educación Municipal de Hualpén y al ex alcalde de la misma comuna, sobre la
política para involucrar a los apoderados en la educación de sus hijos. El Consejo
de Medio Ambiente invitó a un astrónomo para exponer sobre el desarrollo
científico en esta área, relacionado con la normativa de contaminación lumínica.
En el Consejo de Telecomunicaciones se invitó a un representante del Ministerio
de Vivienda y Urbanismo para escuchar sobre las normas para la instalación de
antenas. Por último, sólo en el caso de la Subsecretaría de Transportes existe
constancia de haber escuchado un testimonio ciudadano respecto de problemas
posibles de solucionar por parte del Ministerio. Es el caso de una mujer a la cual
no se le permitió subir su bicicleta como equipaje en un bus interurbano. Sobre
este caso se abundará más adelante.
Para poder analizar la capacidad de incidencia que han tenido los Consejos de la
Sociedad Civil en la gestión ministerial, se revisará en primer lugar la definición
que de ellos se hace en la Ley de Participación Ciudadana. Al respecto la nueva
legislación indica “Los órganos de la Administración del Estado deberán establecer
consejos de la sociedad civil, de carácter consultivo, que estarán conformados de
manera diversa, representativa y pluralista por integrantes de asociaciones sin
fines de lucro que tengan relación con la competencia del órgano respectivo”
(Gobierno de Chile, 2011: 12). Consecuentemente, este es el rol asignado a los
Consejos dentro de la Política de Participación Ciudadana de la administración
Piñera, a lo cual agrega que “estos consejos deben ser autónomos e
independientes. Tienen atribuciones consultivas y su principal función es
acompañar la toma de decisiones de la política pública” (Ídem).
75
COSOC para discutir temas que la SUBTRANS quiera tocar, es necesario aclarar
que el COSOC tendrá su propia agenda y decidirá por sí mismo qué temas tratar,
en base a los intereses ciudadanos. La Subsecretaria tiene reparos ante ese
planteamiento y hace referencia a la naturaleza consultiva del COSOC, la cual
considera incompatible con un COSOC con agenda propia. Aunque no hay
consenso sobre el fondo, se manifiestan voluntades para trabajar en temas que
emanen tanto del COSOC, como de la SUBTRANS. B) Sobre el rol del COSOC, el
Secretario señala que el Consejo debe tener, entre otros, un rol de fiscalización
sobre la SUBTRANS, cosa que la Subsecretaria no comparte. El Secretario
insiste, leyendo un extracto del Instructivo Presidencial para la implementación de
la Ley de Participación Ciudadana, que indica dentro de los objetivos estratégicos
“promover el control ciudadano de las acciones desarrolladas por todos los
órganos públicos. Este objetivo abre el espacio a la fiscalización ciudadana”. La
Subsecretaria a su vez insiste en su posición argumentando que el sentido que
tiene la fiscalización en esa definición es más bien bajo la óptica de usuarios del
sistema de transporte, monitoreando por ejemplo a las empresas prestadoras de
servicios, pero no considerando una fiscalización sobre la SUBTRANS. El punto
queda sin acuerdo. C) El Secretario le señala a la Subsecretaria la conveniencia
de que el Ministro, quien pretende dar a conocer un Plan de Transporte en los
próximos días, presente previamente el Plan al Consejo, para así cumplir con la
Ley de Participación, la cual establece el derecho a la participación en la
generación de políticas y planes. La Subsecretaria rechaza la idea, argumentando
que el Ministro no tiene que pedirle autorización al COSOC para tales anuncios. El
Secretario concuerda en que no hay obligación de que el COSOC vise el plan,
pero que el sentido de la Ley es justamente que el COSOC dé opiniones y
retroalimente las iniciativas en vez de que se anuncien sin procesos de
participación ciudadana. La Subsecretaria no comparte el planteamiento. El punto
queda sin acuerdo” (Acta de sesión N° 1 COSOC de la SUBTRANS, 2012: 2 - 3).
76
aprecia una innovación por parte de la autoridad, así como una empoderamiento
por parte de las organizaciones de la sociedad civil que se tomaron estos
espacios. Así lo muestra, por ejemplo, el intercambio registrado con la
Subsecretaria de Transportes sobre el rol del Consejo, pero también otras
experiencias que se pueden apreciar de las actas de sesiones, que además fueron
redactadas por los/as mismas consejeros/as.
8
Esta Memoria del Consejo no está publicada oficialmente en las actas, sin embargo, el documento fue
facilitado al investigador por parte de uno de sus integrantes.
77
libertad de darnos un reglamento afín con el marco de propósitos definidos" (Acta
N° 4, 2013: 3). También se aprecia división de tareas para entregar opiniones en
otros espacios de trabajo: “se acuerda la participación de un integrante del CSC-
SUBTRANS en el trabajo que está realizando la I. Municipalidad de Providencia y
la CONASET, con las zonas pilotos para el estudio de calmado de tránsito” (Acta
N° 7, 2013: 1). La gestión de reuniones con autoridades fuera de las sesiones del
Consejo: “el presidente llamará a Francisca Yáñez, de CONASET, para tramitar
una reunión relativa al tema de las velocidades máximas en ciudades”, para el
conocimiento de otras iniciativas: “se designa a Elena Olivares para que se
acerque a la Municipalidad de Providencia y aprenda sobre el estudio de “zonas
30” que esa Municipalidad está haciendo, reportando luego al CSC sus hallazgos”
(Acta N° 8, 2013: 1). Y también reuniones de trabajo autónomas, fuera del ámbito
institucional del Ministerio: “se fija para el sábado 27 de julio de 2013, en la casa
de Bicicultura, una reunión de trabajo sobre la Política Nacional de Transporte, en
preparación del Diálogo Ciudadano” (Acta N° 7, 2013: 1), y el consecuente
desarrollo de coordinaciones para iniciativas propias en el marco de una identidad
como Consejo: “planeación de campañas conjuntas de las organizaciones que
integran el COSOC, en función de las respuestas de la Subsecretaría a las
solicitudes del CSC y de los intereses y capacidades de estas organizaciones”
(Acta N° 6, 2013: 2). Además, este Consejo desarrolló un documento para
entregar a las nuevas autoridades que asumieron con la segunda administración
Bachelet, titulado “Requerimientos del CSC SUBTRANS a la SUBTRANS”, el cual
fue entregado al nuevo Ministro en la primera sesión en que el Consejo se reunió
con él.
Por último, es destacable también que este fue el único Consejo para el cual se
tiene registro de haber recibido un testimonio ciudadano respecto de una
normativa cuya aplicación se podía mejorar con gestiones de la misma instancia.
Al respecto, el Acta N° 4 de abril 2013 señala que se “ha invitado a la afectada de
una situación de discriminación grosera por parte de la empresa de buses
interurbanos Pullman. Esto último para que doña Graciela relate al COSOC la
pesadilla que tuvo que atravesar, en tanto pasajera y consumidora consciente de
sus derechos, cuando le fue negado el derecho a portar su bici plegable como
equipaje, problema que afectó este verano a un gran número de ciclistas. En esta
materia la Sra. Horta solicita respuesta a carta enviada al COSOC pidiendo que
solicite a la SUBTRANS que se pronuncie sobre la regulación de las bicicletas
como equipaje; a su vez introduce el testimonio de la afectada, señora Graciela
Robles, quien asistió a la sesión como invitada y narró su experiencia” (Acta N° 4,
2011: 2). Posteriormente, se registra como acuerdo del Consejo que “se
continuará trabajando en el envío de oficios, como el que enviará la Subsecretaria
a las empresas de buses, medios de transporte donde existen dificultades para
78
subir bicicletas como equipaje: transbordador, tren, metro tren, etc.” (Acta N° 6
2013: 1). Luego, en enero 2014, se registra que “sobre el oficio para transportar
bicicletas como equipaje, este aun no sido enviado, pero está listo para la firma y
su publicación, por lo que se acuerda enviar una carta al jefe de gabinete de la
SUBTRANS con el objetivo de solicitar respuestas por la demora a una a la
publicación del oficio sobre Bicicletas como equipaje en buses rurales e
interurbanos” (Acta N° 10, 2014: 2). Y finalmente, en marzo 2014, se “acusa recibo
de información de la SUBTRANS en que ésta pide a los SEREMI’s que recuerden
a las empresas de transporte que las bicicletas son consideradas equipaje. Se
agradece la gestión de la SUBTRANS, pero: a) Se lamenta que la SUBTRANS no
haya mencionado el rol que tuvo el CSC en promover esta iniciativa; b) Se
comenta que la redacción del mensaje pudo ser mucho mejor. Se espera que en
futuras gestiones similares la SUBTRANS comparta con el CSC un borrador del
mensaje antes de enviarlo, a fin de que el CSC pueda sugerir mejoras” (Acta N°
11, 2014: 2). Por lo tanto, como se puede apreciar, se verifica en este caso un
ejemplo de gestión exitosa por parte del Consejo para lograr acciones del
Ministerio en línea con uno de sus intereses, en el que además se jugó un rol
representativo e intermediador con una problemática particular, reflejo de
problemas de implementación a nivel nacional. Por supuesto, se trata de un éxito
acotado, sin embargo, en el marco de la escasez de procesos de incidencia
significativa por parte de los Consejos de la Sociedad Civil, el logro resulta
interesante de relevar.
Otro buen ejemplo de incidencia los constituyen los dos Ministerios que fueron
constituidos originalmente como Consejos, son los casos del Consejo Consultivo
del Ministerio del Medio Ambiente y del Directorio Nacional del Consejo de las
Cultura y las Artes.
Se pudo apreciar que a estos Consejos se les presentaron diversas materias para
ser sometidas a su consideración. Los acuerdos al respecto fueron siempre
consignados formalmente en acta, buscando lograr su aceptación por parte de
los/as consejeros/as. Sin embargo, se ha señalado ya que estos existen con
anterioridad a los Consejos de la Sociedad Civil dispuestos por la Ley de
Participación Ciudadana, y que cuentan con normativas especiales que les dan
más atribuciones.
79
balance del año anterior, y conocer el anteproyecto de presupuesto. La memoria
anual del Consejo será pública. El Directorio publicará un resumen de su
contenido y un balance consolidado en un medio escrito de circulación nacional,
sin perjuicio de otras medidas que considere necesarias para darles suficiente
difusión en todo el país. Será responsabilidad del Presidente del Consejo
organizar anualmente una cuenta pública del mismo, con el fin de recibir de las
personas e instituciones de la sociedad civil observaciones y propuestas sobre su
marcha institucional; 3) Proponer al Presidente de la República los proyectos de
ley y actos administrativos que crea necesarios para la debida aplicación de
políticas culturales y para el desarrollo de la cultura, la creación y difusión
artísticas y la conservación del patrimonio cultural; 4) Resolver la distribución de
los recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes a que se refiere
el Título II de la presente ley, y 5) Designar a las personas que integrarán los
Comités de Especialistas, la Comisión de Becas y los jurados que deban intervenir
en la selección y adjudicación de recursos a proyectos que concursen al Fondo
Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, quienes deberán contar con una
destacada trayectoria en la contribución a la cultura nacional o regional" (artículo
6° de la Ley 19.891). En este caso, el Ministerio es un Consejo, más allá de contar
con un Consejo consultivo. La naturaleza colegiada está en su origen, por lo que
la implementación de la Ley de Participación Ciudadana tuvo poco impacto en
este sentido para el CNCA, el que más bien tuvo que homologar las instancias
consignadas por la nueva ley a la estructura colegiada con la que ya contaba.
80
CONCLUSIONES
Otro tanto ocurre con la Política de Participación Ciudadana, que surge como un
mayor desarrollo de lo dispuesto en el Instructivo, indicando que el control social
constituía uno de los objetivos estratégicos del Gobierno. Sin embargo, este
adolece de un componente deliberativo, que la literatura señala como central para
alcanzar este nivel de involucramiento de la ciudadanía en la gestión pública. En
cambio, se limita al acceso a la información pública y la posibilidad de contar con
una respuesta oportuna por parte de la autoridad.
Se desliza del análisis de estos documentos, la opción del gobierno por un modelo
“gerencial” respecto de la participación ciudadana, en la cual esta no pretende ser
directamente coartada, pero sí limitada a constituir simplemente un insumo para
81
mejorar la labor del gobierno, hacerla más eficiente. La ciudadanía aquí es vista
como un aporte en términos de poder contar con mayor información que permita la
mejora continua de los servicios, a la manera de las encuestas de satisfacción que
se aplican a los clientes en el sector privado. El problema en esto no radica en que
puede existir un aporte desde la ciudadanía respecto de la evaluación de la
gestión, pero no se puede limitar a ella. Carece este modelo de un horizonte
político que vea a la participación como un eje central de la definición misma de
democracia.
Por otro lado, respecto de los principales cambios generados en los Ministerios o
servicios asimilados a partir de la puesta marcha de la ley, se pudo constatar la
actualización de todas las Normas Generales de Participación Ciudadana, las que
sin embargo se limitaron a incluir los nuevos Consejos de la Sociedad Civil, sin
aprovechar la oportunidad para incorporar nuevos mecanismos a partir de la
invitación realizada por la Política de Participación del propio Gobierno o de
procesos internos de reflexión al respecto dentro de cada Ministerio.
9
Énfasis que en todo caso no es patrimonio exclusivo de esta administración.
82
decisiones al interior de dichas reparticiones. Por otro lado, si bien la mayoría de
los/as consejeros representan a organizaciones de la sociedad civil, ya sea
comunitarias u ONGs, también hubo buena presencia de representantes de la
academia, sindicatos, colegios profesionales y gremios. Al respecto, se considera
que la presencia de organizaciones diversas podría enriquecer el nivel de la
conversación, sin embargo, el análisis de las actas de sesiones no arroja
elementos concluyentes al respecto.
También fue posible constatar que dentro de los Consejos se repiten dos formas
de inequidad que atraviesan a nuestro país. Por un lado, el porcentaje mayor de
consejeros (hombres) por sobre las consejeras (mujeres), considerando que éstas
últimas participan más en organizaciones sociales (23,4% versus 21% de hombres
según CASEN 2013). Por el otro, que los Consejos sesionaron casi
exclusivamente en Santiago y sin financiamiento para representantes de
organizaciones de otras ciudades, que les permitiera viajar a cumplir su función.
Así también, se vio que los Consejos tendieron a cerrarse en su propia
conformación, con muy pocas ocasiones en las que se invitó a las sesiones a
personas externas a éste o al Ministerio, a objeto de contar con mayor información
u opiniones respecto de los temas tratados.
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sus reglamentos, e incluso algunos logros de incidencia a nivel menor, pero
relevantes. Ambos mantienen su nivel de actividad hasta la actualidad.
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vieran reflejados en las Normas de participación ciudadana. Otros hechos no
tratados en esta investigación, refuerzan este punto, como la lentitud en la
dictación de otros Reglamentos que la ley mandataba, el prácticamente nulo
crecimiento del Fondo de Fortalecimiento de Organizaciones de Interés Público o
las dificultades para poner en marcha el Registro de Organizaciones de Interés
Público por parte del Registro Civil.
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contar con una base social de apoyo, con propuestas y no sólo demanda, que se
tome los espacios aun cuando estos sean limitados en términos normativos. La
“creatividad ciudadana” para articular los diferentes espacios e instrumentos para
la incidencia permite de todas formas impulsar cambios, aunque estos sean más
lentos en ambientes adversos.
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conectó ambas, tomando la apertura de espacios de participación ciudadana como
posibles instancias para canalizar las demandas ciudadanas. Probablemente las
orientaciones políticas de centro derecha hacen difícil generar dicha ligazón, la
cual es también corolario de las acciones al respecto tomadas durante los
gobiernos de la Concertación.
En 2013 ganó la elección por amplia mayoría –aunque con baja participación
electoral- la Presidenta Michelle Bachelet, con la promesa de un segundo mandato
que tenía por Programa de Gobierno básicamente las mismas demandas que se
habían manifestado en las calles. En términos de participación, el principal
compromiso fue sentar las bases para una Nueva Constitución, nacida en
democracia y que representara mejor las preferencias de los chilenos y chilenas.
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