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Asesinato de Calvo Sotelo
Asesinato de Calvo Sotelo
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La noticia del asesinato de Calvo Sotelo causó una enorme conmoción, no solo por el
hecho en sí —era el líder más destacado de la oposición—, sino también porque los
autores del magnicidio eran miembros de las fuerzas de seguridad «que llevaban como
auxiliares a militantes socialistas —uno de ellos, escolta de Indalecio Prieto— y
como jefe al capitán de la Guardia Civil Condés, también ligado al PSOE».23 Pero lo
que probablemente causó un impacto aún mayor fue la falta de respuesta del gobierno
del Frente Popular presidido por Santiago Casares Quiroga y del presidente de la
República, Manuel Azaña.4
Índice
1 Antecedentes
2 Los hechos
2.1 La venganza por el asesinato del teniente Castillo
2.2 El crimen
2.3 El hallazgo del cadáver
2.4 Los autores y la investigación judicial
3 Las consecuencias
3.1 La respuesta del Gobierno de Casares Quiroga
3.2 La respuesta de las izquierdas
3.3 La conmoción en las derechas (y en los sectores liberales): el funeral
3.4 La reunión de la Diputación Permanente de las Cortes
3.5 El impacto en los militares
3.5.1 El inicio de la sublevación
4 Valoración
5 El asesinato de Calvo Sotelo durante el franquismo: la mitificación del
«protomártir»
6 Notas
7 Referencias
8 Bibliografía
Antecedentes
José Calvo Sotelo era el líder indiscutido de la derecha antirrepublicana,89
especialmente tras la derrota de la «política posibilista de Gil Robles» en las
elecciones de febrero de 1936 que «supuso, de forma paradójica, el espaldarazo a
las tesis de Calvo Sotelo, que había señalado la esterilidad» de la misma.10 Su
ideología antidemocrática la puso de manifiesto en numerosas ocasiones. En la
campaña de las elecciones generales de noviembre de 1933 dejó claro que se proponía
derribar el Parlamento por su «decrepitud irremisible y estéril», y prometió que el
que surgiera de las elecciones «será el último de sufragio universal por luengos
años».11 Esa misma promesa la volvió a repetir durante la campaña de las elecciones
siguientes, las de febrero de 1936: «Hemos de procurar a toda costa que estas
elecciones sean las últimas».12 «No creo que cuando un pueblo, como España ahora,
se diluye en el detritus de la ignominia y padece la ulceración de los peores
fermentos, pueda ser fórmula eficaz para sanarlo, depurarlo y vivificarlo, la
apelación al sufragio inorgánico, tan lleno en sus entrañas de yerros e
imperfecciones. [...] Los pueblos que cada dos o tres años discuten su existencia,
su tradición, sus instituciones fundamentales, no pueden prosperar. Viven
predestinados a la indigencia», dijo Calvo Sotelo.13 Como alternativa al «Estado
liberal democrático», que «no puede resolver el problema español», proponía la
implantación de un «Estado corporativo y autoritario».11
El diputado de Izquierda Republicana Mariano Ansó calificó a Calvo Sotelo como «el
enemigo más caracterizado del régimen».14 El entonces director del diario
monárquico ABC Luis de Galinsoga recordó veinticuatro años después de su asesinato
en un artículo «su inquebrantable propósito de llegar hasta la última consecuencia
de su combatividad contra la República; a la que había aborrecido desde su origen
mismo y con la que no transigió jamás, ni aun en los momentos en que la República
parecía vestirse con la piel de cordero».15 En efecto, desde el mismo día de la
proclamación de la Segunda República Española Calvo Sotelo participó activamente en
la conspiración golpista de 1936 que desembocaría en el golpe de Estado de julio de
1936. Fueron frecuentes sus invocaciones a la intervención del Ejército para acabar
con la «anarquía» que había traído consigo el Gobierno del Frente Popular y estuvo
informado de los planes de la sublevación que dirigía el general Mola —incluso
llegó a ofrecerse a este como un combatiente más a las órdenes del Ejército—.1617
En la sesión de las Cortes del 16 de junio, «quizá la más dramática» y «la más
citada de la historia de la República»,282930 también intervino Calvo Sotelo para
decir, entre frecuentes interrupciones y gritos,28 que en España había «por todas
partes, desorden, pillaje, saqueo, destrucción»31 y para defender de nuevo la
instauración de un Estado autoritario y corporativo y proclamarse fascista: «A este
Estado lo llaman muchos Estado fascista, pues si ése es el Estado fascista, yo, que
participo de la idea de ese Estado, yo que creo en él, me declaro fascista».3233 Un
diputado exclama: «¡Vaya una novedad!».34 A continuación Calvo Sotelo hizo un
llamamiento a la intervención del Ejército («también sería loco el militar que al
frente de su destino no estuviera dispuesto a sublevarse a favor de España y en
contra de la anarquía, si esta se produjera», dijo Calvo Sotelo),3536 lo que
provocó las protestas de los diputados de izquierda y la airada reacción del
presidente del gobierno Santiago Casares Quiroga quien lo hizo responsable de
futuras intentonas golpistas, responsabilidad que Calvo Sotelo aceptó (Casares
Quiroga dijo: «Me es lícito decir que después de lo que ha hecho su señoría hoy
ante el Parlamento, de cualquier caso [no "cosa", como transcribiría la
historiografía franquista] que pudiera ocurrir, que no ocurrirá, le haré
responsable a su señoría»; a lo que Calvo Sotelo respondió: «Yo tengo, señor
Casares Quiroga, anchas las espaldas. Su señoría es hombre fácil y pronto para el
gesto de reto y para las palabras de amenaza. [...] Me doy por notificado de la
amenaza de su señoría. [...] Es preferible morir con gloria a vivir con
vilipendio»; a continuación lo comparó con el ruso Kerenski y con el húngaro
Karoly).28373839
El 1 de julio se celebró la que sería la última sesión plenaria de las Cortes antes
de la guerra civil y que resultó la más conflictiva. Se produjeron frecuentes
gritos, interrupciones e incidentes. El momento más grave tuvo lugar cuando tras la
intervención de Calvo Sotelo, que fue interrumpida, como era habitual, en numerosas
ocasiones,4041 el diputado socialista caballerista Ángel Galarza le lanzó al líder
monárquico una amenaza nada velada. Tras protestar vehementemente de que en las
Cortes se pudiera hacer apología del fascismo, como acababa de hacer a su juicio
Calvo Sotelo —había dicho, por ejemplo, que «los partidos políticos son cofradías
cloróticas de contertulios» y que la solución a los problemas «se encontrará en un
Estado corporativo»—, dijo que contra Calvo Sotelo «encuentro justificado todo,
incluso el atentado personal» (esas palabras no constaron en el Diario de Sesiones
por orden del presidente de la Cámara, pero fueron recogidas por algunos
periódicos).4243 Un periodista presente en el hemiciclo transcribió así la
intervención de Galarza:44
...se extraña el orador de que venga a hablar al Parlamento en favor de la
independencia de la justicia quien, como el señor Calvo Sotelo, ha participado en
los siete años de dictadura, que su partido y, en general, todas las agrupaciones
socialistas son enemigas de la violencia personal. Pero contra quien pretende ser
jefe del movimiento fascista español y conquistar el poder por la violencia, para
llevar a quienes militan en los partidos de izquierda a los campos de concentración
y a las cárceles, la violencia es legítima, y se puede llegar en tal caso hasta el
atentado personal.
El discurso de Galarza fue aplaudido por su compañeros de partido, pero el
presidente de las Cortes Diego Martínez Barrio, visiblemente indignado, intervino
inmediatamente para replicarle: «La violencia, Sr. Galarza, no es legítima en
ningún momento ni en ningún sitio; pero si en alguna parte esa ilegitimidad sube de
punto es aquí. Desde aquí, desde el Parlamento, no se puede aconsejar la violencia.
Las palabras de S.S., en lo que a eso respecta, no constarán en el Diario de
Sesiones». Galarza respondió: «Yo me someto, desde luego, a la decisión de la
Presidencia, porque es mi deber, por el respeto que le debo. Ahora, esas palabras,
que en el Diario de Sesiones no figurarán, el país las conocerá, y nos dirá si es
legítima o no la violencia».4546