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Docente:
Arnold Carvajal
UNIVERSIDAD DE NARIÑO
Programa de Licenciatura de Musica
En los albores del siglo XIX, Europa experimentaba transformaciones significativas que
reverberaban en la vida cotidiana y, por supuesto, en el mundo de la música clásica. Ludwig
van Beethoven, en plena efervescencia creativa, emergía como una figura central en este
paisaje en constante cambio. El Rondo Op. 51, No. 1, también conocido como "Rondo alla
ingharese quasi un capriccio", se desenvuelve en este contexto histórico tan fascinante.
La Europa de principios del siglo XIX se hallaba en medio de un torbellino de eventos que
dejaban su marca indeleble en la sociedad. La Revolución Francesa, que había desafiado las
estructuras políticas y sociales establecidas, ya había tenido lugar, generando un nuevo sentido
de individualidad y libertad que permeaba todas las esferas de la vida. La música clásica, como
forma de expresión artística, no estaba exenta de esta ola de cambio.
En el caso específico de Beethoven, la época estaba marcada por su propia batalla personal.
Afrontando la pérdida progresiva de su audición, el compositor se encontraba en una
encrucijada entre la genialidad creativa y la adversidad física. Este conflicto interno se refleja
claramente en sus composiciones de este período, incluido nuestro Rondo objeto de análisis.
La Viena de esos días era un hervidero cultural donde artistas, músicos y pensadores
convergían para dar forma a nuevas corrientes de pensamiento. Beethoven, siendo una figura
destacada en este entorno, contribuía no solo con su virtuosismo musical, sino también con su
capacidad para desafiar las convenciones establecidas. La música dejaba de ser simplemente
un entretenimiento aristocrático para convertirse en una poderosa herramienta de expresión
individual y colectiva.
El Rondo Op. 51, No. 1, entonces, no es solo una composición aislada; es un eco de su tiempo,
una respuesta a las tensiones y transformaciones que caracterizaban la sociedad y la vida de
Beethoven. La obra captura la intensidad de un período histórico en el que las viejas
estructuras cedían paso a una nueva era de expresión artística y libertad individual.
En conclusión, sumergirse en el contexto histórico de esta obra nos permite apreciarla no solo
como una pieza musical, sino como un testimonio sonoro de una época que forjó la identidad
de Beethoven y moldeó la evolución de la música clásica.
Rondó en Do mayor (moderato e grazioso)
op.51 N°1
Lo primero que salta a la vista es la relación entre la duración de las secciones; si bien los
episodios B y C duran 25 compases cada uno, y los refranes no sobrepasan los 16 compases
de duración la pieza tiene una Coda de 30 compases, factor que no era muy usual hasta
Beethoven; este rasgo estilístico de darle el peso equivalente de una sección a la Coda fue
puramente innovación del compositor y en esta pieza de transición entre su obra temprana y su
obra media se establece lo que será común en sus trabajos venideros; esta implementación fue
uno de los hechos adelantados a su época.
Este rondó a grandes rasgos tiene la forma A - B - A - C - A - Coda, claro ejemplo del
denominado Rondó clásico. en esta etapa de Beethoven el recurso armónico utilizado aún es
totalmente clásico moviéndose con cadencias auténticas imperfectas y perfectas. Durante la
pieza el primer refrán establece la tónica axial (Do mayor) en el episodio B se usa una breve
secuencia (compás 24) dónde se pasa a Sol mayor para luego transitar brevemente por Re
mayor con el objetivo de establecer Sol mayor como nueva tónica del episodio. Luego se
retoma la tónica axial en el siguiente refrán el cual dura solo la mitad de su referente para
proseguir a la sección más contrastante de la pieza: la sección C. Este episodio está en la
tónica paralela (Do menor) y cambia drásticamente tanto el modo como el ritmo y la tensión del
rondó; hacia la salida de la sección se dilucida un La bemol mayor (relativo del nuevo Do
menor)
el cual es usado para un nuevo refrán caracterizado por realizar su 2da semifrase (compás 77-
78) una octava por arriba del original, probablemente para resaltar la sonoridad de ese La
bemol mayor. terminado este refrán variado pasa inmediatamente al refrán original, tal cual se
planteó al comienzo para, al parecer, cerrar la pieza.