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LA PRODUCCIÓN DE MANTONES DE

MANILA EN SEVILLA. UNA DINÁMICA


TRADICIÓN ARTESANA l
ENCARNACiÓN AGUILAR CRIADO

LOS ORíGENES también en México , en un proceso Resulta llamativo que algo que consi-
que tendió a enriquecer los diseños deramos tan genuinamentenuestro nos
El mantón de Manila es una prenda de orientales originales a los que se su- llegara desde tierras lejanas, en forma
adorno fem enin o, cuya introducción maron la exuberante y colorista flora y de préstamo cultural, que fue rápida-
en España se realizó durante la etapa fauna americana. mente asimilado por nuestras tradicio-
colonial a partir del comercio con El éxito de su producción y uso entre nes. Así, los originales bordados de flo-
América . Sabemos que su confección las mujeres de las colonias america- res, animales y toda la escenografía
se inició en el siglo XVIII , y que nos lle- nas ha llevado a muchos autores a fijar con los que en China o en México se
garon a bordo del galeón de Manila, la su origen en tierra mex icanas (Váz- solían adornar las prendas de seda fue-
embarcación que, partiendo del puerto quez Parladé, J. , 1992), apoyándose ron incorporándose paulatinamente a
filipino de Manila, realizaba el tráfico en el hecho de que nunca formó parte los mantones de Manila (Stone, C.,
comercial entre las lejanas tierras de de la vestimenta china, y sí de las mu- 1997). Aquellos motivos que referían a
China, las colonias americanas y Es- jeres de la alta sociedad latinoameri- creencias, mitos y tradiciones de aque-
paña. El galeón de Manila realizaba cana, donde se constata que su uso llas lejanas tierras, y que por tanto tení-
anualmente un viaje en el que trans- fue incluso anterior al de las europea y an significado para las culturas que los
portaba, junto a muchos otros lujosos por supuesto al de las españolas. crearon, fueron simplemente adoptados
enseres, las ricas telas de seda crea- En España tendió a popularizarse a por su belleza, colorismo y exotismo, ol-
das por la floreciente industria china. partir del siglo XIX, llegando a constituir vidando y desconociendo cualquier otra
Tras arribar en tierras americanas, con un accesorio ornamenta l en muchos función que no fuera la meramente or-
sendas paradas en los puertos mexi- trajes regionales , de gran uso sobre namental.
canos de Acapulco y Veracruz, se pro- todo en Andalucía. Pronto se convirtió La historia está llena de préstamos
veía de otras mercancías de ultramar, en una pieza de artesanía, muy apre- culturales de este tipo y quizás ésa es
para poner rumbo definitivo hasta Se- ciada en el mercado nacional por su la mayor riqueza del actual mantón de
villa, desde donde se centralizaba to- visto sidad. Actualmente constituye Manila. Una prenda que nos remite a
do el comercio metropo litano de los además un accesorio de vestuario fe- un pasado de intercambios comercia-
productos traídos del lejano Oriente y men ino en ciertas celebraciones y les y culturales. Una prenda tan nues-
de las colonias americanas. acontecimientos sociales, además de tra que sin embargo no se comenzó a
A bordo del galeón de Manila llega- un complem ento de adorno necesario realizar en España, y concretamente
ron la seda y con ella los afamados en el ritual festivo de muchos de nues- en Andaluc ía, hasta bien entrada la
bordados chinos que terminaron por tros pueblos. década de los años treinta del presen-
dar forma y nombre a estas piezas
cuadradas de seda , profusamente
bordadas y rematadas con flecos que,
lógicamente, se denominarán ..manto-
nes de Manila». De China pues partie-
ron la materia prima y el mismo diseño
de los bordados, lo que exp lica los
motivos orientales que caracte rizan a
los mantones : las flores y canastas,
los pájaros, pavos reales y otras aves
exóticas, las pagodas y las escenas
chinescas.
Sabemos que el obligado y necesa-
rio tránsito mercantil de la flota espa-
ñola por Amér ica determinó que los
mantones comenzaran a prod ucirse

1 Este trabajo se inscribe en el grupo de in-

vestigac ión - Patrimonlo Etnológico, Recursos


Socioeconómicos y Símboüsmo- , Plan Andaluz
de Invest igac ión . Junt a de Andaluc ia (HUM-
0398). Ha sido subvencionado por el proyecto
de investigación ..El estudio del Patrimonio Cul-
tural como factor de desarrollo: Una propuesta
de actuación- oD.I.G. y C.I.T. Ministerio de Edu-
cación y Cultura (P.B. 97-0708).

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de esas dimensiones, unida al deseo
de mayor comodidad para su uso, los
han hecho disminuir, hasta alcanzar en
la actualidad las tres medidas estan-
darizadas: los pequeños de 100 x 100
cm; los medianos de 130 x 130 cm, y
los grandes de 150 x 150 cm. -
La cantidad de seda utilizada en ca-
da mantón va en proporción al tamaño
y a la mayor o menor densidad del di-
bujo del mismo. De esta forma, cada
uno lleva un peso de seda estipulado ,
que el comerciante controlaba con ca-
da una de las piezas de tela a bordar
en su entrega a la maestra. Tanto el
número de mantones, sus medidas,
como la cantidad de seda asignada
quedaban registrados en la contabili-
dad del fabricante, para evitar otro uso
alternat ivo de los mismos. Esta medi-
da nos remite, más allá de su efecto
fiscal concreto, al control que éstos
ejercían sobre la producción en su glo-
balidad , que en primer lugar se asen-
taba en la propiedad de la materia pri-
te siglo , cuando , coincidiendo con la dan a la prenda sus características ma de los mantones.
efervescencia de la Exposición Uni- formales y la dotan de una vistosidad El monopolio tradicional se ha roto
versal de 1929, distintos comerciantes colorista que explica tanto su aprecio actualmente, y aunque se mantiene la
se instalaron en Sevilla y comenzaron como prenda de adamo femen ino, co- distribución vía comercios como anta-
a vender los mantones que realizaban mo su valoración como pieza de arte- ño, hoy tanto los tejidos como los hilos
mujeres de diversos pueblos andalu- sanía local en este país y en el extran- pueden adquirirse en establecimien-
ces, en su mayoría sevillanos, donde jero. tos especializados de Sevilla , o traer-
hasta la actualidad continúa su pro- se desde Barcelona o Italia. Esta cir-
ducción (Aguilar Criado , E., 1998). cunstancia ha facilitado el incremento
1. Los materiales
de un nuevo tipo de maestras , que tra-
El tejido base era inicialmente la seda bajan para clientes particulares y, ya
EL PROCESO DE PRODUCCiÓN natura l o manila , como era denomina- sin problemas , pueden prescindir del
da popularmente, aludiendo a su pro- intermed iario, obteniendo una ganan-
La complicada ejecuc ión de cada una cedencia Lo cierto es que la delicada cia mayor por su trabajo .
de estos mantones lleva tras de sí mu- trama de este tejido de origen fue la El resto de los materiales necesa-
chos años de aprend izaje, que, hasta causante de que muchas de estas rios para la realización de los manto-
los años sesenta, se realizaba en los prendas hayan terminado de rajarse nes sí son propiedad de las bordado-
talleres de las maestras. Ellas eran las con el paso del tiempo. Este inconve- ras y de las maestras. De un lado
encargadas de dibujar sus diseños so- niente , y el hecho de que por su finura están lo que podemos denominar el
bre la tela y de enseñar a las bordado- fuera difícil de colocar en el bastidor utillaje empleado , que son, en esen-
ras y f1equeras las destrezas mínimas sin que terminara por resbaiarse ;ha cia, agujas , alfileres, dedal, dedil, o ti-
que les permitirían años después rea- provocado su sustitución actua l por el jeras, en lo que se refiere a los útiles
lizar sus respectivos trabajos. Se tra- crespón. Este tejido posee parecido del bordado ; lápices y rotuladores , pa-
taba de un proceso lento de aprendi- brillo y caída que la seda. Su trama pel de seda y cristal, en lo que se re-
zaje que , muchas de estas mujeres, más densa facilita su conservación, al fiere a los del dibujo. El mobiliario ne-
comenzaron cuando sólo eran unas igual que se mantiene más tirante so- cesario es también propiedad de estas
niñas y que han segu ido ejercitando bre el bastidor, lo que ha mejorado la mujeres y se compone de bastidor,
hasta llegar a la edad adulta , trasm i- ejecución del bordado. banquillos o caballetes y sillas.
tiéndolo a sus hijas o vecinas, sobre Se denominan sedas a los hilos uti- El bastidor de caballetes constituye
todo cuando , a partir de los sesenta, lizados en el bordado y en los flecos . el utillaje fundamental y específico de
muchas de estas maestras cerraron El nombre alude a su compos ición ori- esta actividad, y se usa tanto para rea-
sus talleres y pasaron a contro lar una ginal. Como suced ía con el tejido, ac- lizar el dibujo como para bordar el
prod ucción que se desarro llará desde tualmente la seda es artific ial en su mantón . Es llamado así por descansar
entonces como trabajo a dom ic ilio . mayoría y tiene unas características sobre dos banquillos o caballetes de
(Agu ilar Criado, E., 1995). distintas : mayor grosor y colores más madera en forma de V invertida con
brillantes. un listón de madera que une y refuer-
El proceso técnico de elaboración El tamaño de los mantones ha ido za sus dos lados. Existe una variedad
de los mantones de Manila modificándose también según la evo- más pequeña y de forma redonda , es
lución de las modas, y así mientras los el bastidor de tambor, utilizado por las
Los mate riales básicos para la elabo- originales se bordaban sobre piezas niñas en la primera fase del aprendi-
ración de los mantones lo const ituyen cuadradas anchas, generalmente de zaje.
el tejido de seda y los hilos sobre el 160 y hasta de 180 cm, la imposibili- El bast idor se estructura a partir de
que se borda. Son materiales que le dad de encontrar en el mercado telas dos barrotes o barras de made ra (de

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pino f1andes o de cedro) con unas ra- 2.1. El diseño y el dibujo na. La experiencia de los años y el co-
nuras a cada extremo a modo de oja- de los mantones nocimiento de unos diseños que se re-
les donde se insertarán las varillas. piten, hacen que las maestras dibujen
Éstas constituyen dos listones de Una vez seleccionado el dibujo con-
con mucha rapidez, así que no suelen
madera más fina y agujereadas que, creto, la maestra procederá a su tras- tardar más de un día en ejecutar este
al ser introducidas en los barrotes, paso sobre el tejido, operación que primer paso. De cualquier forma hay
formarán un rectángulo estrecho y previamente requiere montar y atiran-
que señalar que una buena maestra
largo. Sobre cada uno de los barrotes tar el mantón sobre el bastidor, utili- debe tener cualidades propias no sólo
y fijada con pequeñas puntillas de ca- zando las correspondientes cuerdas y en cuanto a la técnica de dibujar, sino
varillas. Lograda la superficie tensa
beza gorda, se colocará una tira de en la ejecución apropiada del diseño
lona dura y fuerte de unos 8 ó 10 cm, deseada se pegará con alfileres, bajo específico de cada mantón. Las ca-
es lo que se conoce como las tiran- la tela, el papel con el dibujo A partir racterísticas finales de éste dependen
de entonces comenzará el diseño,
tes, que permanecerán siempre uni- de la adecuada realización de esta pri-
das a los barrotes . Las varillas, por apoyándose para cada trazo en un pe- mera etapa, y sólo la pericia de la bor-
queño trozo de cristal que sujetará la dadora conseguirá culminarla
su parte también se unen al mantón
mano por debajo del dibujo. Se consi-
mediante otras tirantas de semejante
tamaño y naturaleza a las anteriores , gue así dibujar con fuerza sobre la te-
la, cosa que facilita la superficie sólida 2.2. El bordado
pero agujereadas cada 3 ó 4 cm en
del cristal, al tiempo que su transpa-
las que se introduce una cuerda , que Una vez despegada del bastidor la te-
finalmente, al enrollarse sobre las va- rencia permite el paso de luz para el
la dibujada, será entregada a la bor-
trasvase del dibujo. Como el diseño
rillas, atirantarán la tela del mantón, dadora, que acudirá al domicilio de la
del mantón es simétrico, el dibujo se
logrando que éste ofrezca una super- maestra a recogerla. Ésta, en su casa,
copia por cuarterones, por lo tanto se procederá a montarla de nuevo y a ati-
ficie plana y dura que facilite su bor-
trata de una operación que habrá de
dado. rantarla sobre su propio bastidor para,
repetirse hasta cuatro veces para
a continuación, tensarla sobre la lona
completarla en su totalidad ; su éxito fi-
2. Las técnicas de trabajo sujeta a los barrotes, operación nece-
nal depende del cuidado extremo en
saria para ejecutar adecuadamente
El proceso técnico completo de reali- la colocación del papel, que evitará in-
las puntadas del bordado. Después se
zación de un mantón se subdivide en clinaciones y rupturas de los motivos.
colocarán cuatro clavos o punt illas
una serie de técnicas, vinculadas a su El dibujo sobre mantón negro com-
grandes, dos en cada varilla, en su
vez a cada etapa específica en la que plica la operación, pero como ellas
agujero correspondiente, para evitar
se especializan las distintas trabaja- mismas dicen "se buscan sus ma-
que los barrotes se cierren sobre
doras. Se suceden en el siguiente or- ñas", generalmente las maestras se
aquéllas y se afloje el mantón. La téc-
den: el dibujo del diseño sobre la tela, colocan cerca de alguna puerta o ven-
nica del tensado es fundamental para
tarea realizada en exclusiva por la tanal que permita la entrada de luz
la buena elaboración del bordado, que
maestra; la posterior ejecución del hasta el nivel del suelo, así que al ba-
ha de trabajarse sobre un tejido libre
bordado , en la que puede intervenir jar la persiana hasta la mitad de su re-
de dobleces o arrugas.
ésta, pero que generalmente es reali- corrido consiguen concentrar la entra-
A continuación, la tela se enrollará
zada en su totalidad por las bordado- da de la luz desde abajo y oscurecer
sobre uno de los dos palos transver-
ras. Finalmente, el f1ecado, tarea que arriba, lo que proporciona trasparen-
sales del bastidor, de forma que sólo
desarrollan por entero otras trabaja- cia a la tela. Por eso esta operación se
quedará a la vista la estrecha superfi-
doras, denominadas flequeras. realiza preferentemente por la maña-
cie sobre la que se trabaja. Ello lleva a
la repetición de la operación a lo largo
de toda la labor: destensar el mantón,
enrollar su parte ya bordada, para vol-
verlo a tensar sucesivamente a medi-
da que se vaya completando cada
parte, y así hasta finalizar su paciente
ejecución . Las bordadoras se senta-
rán frente a su bastidor en un lugar
bien iluminado, generalmente al pie de
una ventana, o bien frente a las crista-
leras que dan paso a los corrales de
sus casas. Durante su trabajo parcial-
mente reclinadas en su silla, descan-
sarán uno de los brazos sobre uno de
los barrotes y situarán sobre la misma
tela los materiales que irán utilizando
continuamente : tijeras , dedal, aguja,
dedil, sedas, etc.
Todas ellas cuidan extremadamente
la limpieza de su trabajo, pues cual-
quier mancha puede estropear por
completo su labor. Así mientras se es-
tá bordando , el bastidor suele estar
parcialmente cubierto con trozos de
tela, especialmente el barrote sobre el
que descansa el brazo de la bordado-

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que también así lo ha exigido el co-
merciante o el cliente directamente.
Generalmente la bordadora suele
combinar a su gusto; está suficiente-
mente adiestrada en una tarea que la
mayor parte de ellas han repetido des-
de hace muchos años y, por lo tanto,
sabe qué técnicas o qué colores son
los más adecuados para cada tipo de
diseño.
En la elección de los colores para
los motivos no existen reglas estable-
cidas. Sobre este fenómeno actúa de-
finitivamente la construcción del uni-
verso imaginario y colorista que
caracteriza al mantón. Ciertamente la
naturaleza impone sus tonos: troncos
marrones, hojas verdes, flores amari-
llas, rosas rojas, etc. Esto no es óbice
para que la fantasía de la bordadora
haga que hojas o plantas aparezcan
con colores irreales. El secreto, como
dicen ellas, no está tanto en el empleo
de unos colores determinados como
en el efecto del conjunto: ceel combina-
do». Su continua utilización complica
ra, para evitar roces y manchas. Por sedas del mismo color que el crespón, un trabajo, por el que se exigirá más
las mismas razones, el mantón se cu- con lo que el resultado se enriquece dinero. Se refieren con ello al elemen-
bre totalmente cuando se da por ter- utilizando la escala completa de tona- to que conforma la vistosidad, la ar-
minado el trabajo diario. lidades. Se utiliza igualmente cuando monía final de un mantón. Conseguir
La técnica del bordado consiste en se quiere matizar motivos grandes este efecto se considera una cualidad
el relleno de cada motivo previamente (flores, pájaros, etc.). Esta técnica jun- que responde más, a tener un arte
dibujado con las distintas puntadas, to al realce, consigue un efecto espec- personal, que al proceso de aprendi-
distintas , según se trate de coser los tacular de sombras y volumen. La uti- zaje.
cabos , denominación que aquí reci- lización de cada una de ellas impone Afirmaciones de este tipo son habi-
ben los tallos de las flores y de las ho- una organización específica al trabajo tuales entre bordadoras y maestras
jas, los panetes, los centros de las Ilo- de cada mantón. . que, en realidad, a partir de ellas ex-
res , o los restantes motivos : flores, El realce, paso que proporciona vo- presan su peculiar relación con el
palmas , chinos, pájaros, casas, etc. lumen al bordado , se suele emplear mantón. Así, como si éste poseyera
Esta operación se realiza según una en los motivos de mayor tamaño y se cualidades animadas, se habla de la
técnica base conocida como el punto dividen en tandas , se rellena sobre gracia o del hechizo del mantón, valo-
mantón, una puntada específica en los puntadas anteriores logrando de este res que finalmentetodos deben poseer,
mantones , y así mientras el bordado modo un relieve muy preciso. El se- y que van tomando forma sólo en la
en blanco requiere una puntada más creto de conseguir buena calidad radi- medida que se le sepa trasmitir su ar-
recta, la del mantón tiene un trazo li- ca en trabajar un buen pisado, en sa- te. Esta cualidad corresponde a la bor-
geramente inclinado y de mayor ex- ber emplear la puntada de realce y en dadora, y consiste, más allá de la téc-
tensión. Ésta va determinada por el tener dominio y gusto en el rebaje de nica, en una cualidad de su trabajo.
motivo que se esté bordando o por el colores. Estas técnicas eran obligadas En el primer caso, se alude al dominio
tamaño del mismo. Cuando es muy en la época de los talleres. Actual- de unas destrezas que se pueden
grande (pétalos, cuerpos de animales, mente su mayor o menor uso de- aprender y mejoran tras la repetición a
etc.), se dividen en partes más peque- penderá sobre todo del dinero que se lo largo de los años de los mismos tra-
ñas o tandas que van bordándose de le ofrezca a la bordadora por su traba- bajos. En el segundo, se refiere a la
una en una. jo. De ahí que se utilice menos en los posesión innata de una cualidad per-
En general, la mayor complicación mantones encargados para las casas, sonal, que se desarrolla en lo que de
de un bordado consiste en el número y que sí se empleen, en cambio, en la creatividad tiene este tipo de trabajo.
de pisadas y de escalas de colores mayoría de los motivos de los manto- Es evidente que el adecuado aprendi-
que tenga cada motivo. La primera nes para particulares. zaje de las técnicas del bordado se
técnica consiste en montar una punta- la complicación de todas estas ope- valora como fundamental para el he-
da sobre la otra de forma que se pisen raciones dependen de cada diseño. cho de ser bordadora, pero es igual-
continuamente , sin que se aprecie la Algunos son espec ialmente comple- mente importante la separac ión que
transición de cada puntada y sin que jos, pues suponen la utilización con- ellas mismas establecen entre lo que
se vislumbre la tela del mantón. La se- junta de diversas técn icas en cada se considera un simple dominio de co-
gunda supone la utilización sucesiva motivo. nocimientos y lo que muchas definen
de los distintos tonos de un color en En principio, la elección de los colo- como un arte , no susceptible de
una misma flor, consiguiéndose así lo res queda por cuenta de la bordadora, aprenderse, y que, por ello, sólo lo po-
que también se llama el rebaje. aunque a veces la maestra da algu- seen las buenas bordadoras. Así se
El rebaje se emplea con mayor asi- nas orientaciones acerca de cuál debe explica esa autoestima a una labor a
duidad en los mantones bordados con ser el tono o color predominante, por- la que muchas se refieren con orgullo.

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pueblo alcanzó un número similar a
los ya señalados de los bordado : tres
o cuatro , y cerraron en la misma épo-
ca y po r las mismas razones que
aquéllos.
Por idénticas causas también el f1e-
cado constituye hoy un trabaj o a do-
micilio, en el que la función de estas
primeras maestras ha terminado por
limitarse al de ser meras intermedia-
rias entre las casas comerciales, o las
actuales maestras del bordado y sus
posteriores f1 equeras. Por ello, algu-
nas de las más jóvenes, ni siquiera co-
nocen los secretos de esta técnica,
heredaron el trabajo de sus madres, o
de alguna vecina, controlan el flujo de
relaciones que posibilita el trabajo a
otras mujeres del pueblo, a las que les
reparten la tarea, especificándoles el
tipo de fleco a realizar, en cada caso.
En realidad, esto es algo que ya viene
fijado por cada mantón, determinado
por las características del mismo que,
dependiendo de su menor o mayor ca-
tegoría, requerirá un tipo u otro de fle-
Este elemento ideológico nos parece ser de otra forma, cada una de ellas co. Igual suerte corre su colorido, tra-
fundamental a la hora de analizar este suele ser ejecutada por una mujer dis- zado con las mismas hebras de seda
trabajo, en la medida que, introduce tinta, espec íficamente espec ializada en la que se bordan, y con el color pre-
un factor fundamental para compren- en una en concreto. dominante de las mismas, o en conso-
der la percepción que estas mujeres En princip io existe la figura de la nancia con el tejido base, variaciones,
hacen de él, influyendo igualmente en maestra f1equera que , como en el ca- como sabemos que las modas, o la
su mayor o menor identificación con el so del bordado era la persona que preferencia de cada comprador se en-
mismo. ten ía el taller en el pueblo , al que le cargarán también de señalar previa-
llegaban los encargos de los comer- mente.
ciantes, después de que la maestra Los encargos llegaban a estas
2.3. El flecado bordadora se los hubiera remit ido , maestras a través del cosario del pue-
Supone la ejecución del último proce- perfectamente limpios y planchados. blo, remitidos desde las casas comer-
so de trabajo que completará definiti- Era ella la que enseñaba a bordar a ciales, precisamente por eso la figura
vamente cada mantón. Ya hemos se- sus aprendizas , que más tarde se mítica de uno de ellos ha quedado vin-
ñalado que se trata de un proceso conve rtirán en sus trabajadoras. El culada como la de introductor de esta
independiente a los anteriores, por lo número de talleres existentes en el actividad en Cantillana. Hoy llegan
que de labor tiene su utillaje, útiles y
técnicas precisas. Su misma realiza-
ción, separada espacialmente de los
lugares de producción de los borda-
dos, en el pueblo de Cantillana, acre-
cienta el sentido de su independencia
con respecto al del bordado.
En esta etapa el utensilio básico se
denomina la bandera. Hace referencia
a una especie de tablilla larga y de po-
co grosor que, convenientemente fo-
rrada en telas, amortigua el trasvase
del punzón. Se sostiene , a partir de
los agarres de su base, encima del
respaldo de una silla. Se consigue así
la inmovilidad necesaria para una pie-
za, sobre la que se colocará la tela
completamente bordada, para pegarle
los hilos de seda en sus bordes que, a
continuación, se tejen en una trama
que compondrán finalmente el fleco.
Este proceso está a su vez dividido
en diferentes etapas, cada una de ella
referente a las distintas técnicas nece-
sarias para culminar apropiadamente
el f1ecado completo. Como no podría

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también por esta vía, o bien a través Muchas trabajadoras actualmente jer, de diferentes dimensiones, y suje-
de la misma maestra, encargada de ejecutan entonces el trenzado de los ta también a las modas. Son por lo ge-
llevarlos hasta el pueblo. Cada cua- flecos, pero generalmente, las telas ya neral de mayor longitud que el enreja-
dro, como ellas suelen denominar a la dispuestas son enviadas a casa de do, cuyas dimensiones máximas
tela ya bordada, lleva escrito en un pa- otra flequera, que sentada igualmente suelen ser actualmente de 50 cm. Es-
pel las instrucciones precisas de colo- frente a su bandera, compondrá con la ta zona, denominada barba, es la que
rido, tipo y tamaño de flecado. En el rapidez asombrosa de sus manos, las con su movimiento, basado también
pasado, a partir de ahí, iba a manos distintas partes del fleco. en la densidad de los hilos, determina-
de las mujeres que en su taller, y, ac- La técnica del f1ecado no requiere rá el porte armonioso que adquiere el
tualmente en sus casas, se encargan mayor utillaje que las propias manos movimiento del mantón. Le proporcio-
de hacerles la bastilla, realizando un de la mujer que con la diligencia y el na además peso, y sus características
diminuto dobladillo en su borde, que saber de los años irá entrecruzando definitivas, en virtud de su colorido y
constituirá la base sobre la que se pe- cada grupo de hilos, normalmente con de su caída libre y móvil. Constituye
ga el fleco , impidiendo que la trama de el siguiente, o con dos o tres más co- pues el accesorio final y necesario de
la tela se deshilache. mo máximo, para terminar anudándo- todo mantón.
Esta primera labor la realizan muje- los en nuevos grupos, con nudos, sim- Merece la pena que nos detenga-
res especialistas, diestras en trazar ples o compuestos, y realizados con mos brevemente en una cuestión que
adecuadamente la base pequeña y técnicas específicas, las que le mar- continuamente repiten las flequeras ,
recta de una superficie, lo suficiente- que el dibujo específico de cada fleco. convencidas de su función esencial en
mente firme para que facilite la correc- Este se realiza con el trozo de los hilos la confección de la prenda. Esta apre-
ta inserción de los numerosos hilos del más cercanos a la tela, zona que a ciación nos remite, una vez más, a la
fleco. De su correcto trazado, rodean- partir de entonces será conocida co- percepción que estas mujeres tienen
do el cuadrado recto de los bordes del mo el enrejado, pues tal es la técnica de su propio trabajo, en directa rela-
mantón, sin apelmazamientos, ni arru- de entrecruzamiento de hilos que la ción con la importancia de la labor
gas dependerá la posterior caída de caracteriza. Sobre esta superficie se concreta que cada una realiza, que en
los flecos. Las características técnicas distribuyen las varias franjas de punto, el caso de estas últimas, y según repi-
de este primer paso imponen su eje- de dimensiones variables . Es lo que ten incesantemente, consiste, ni más
cución sobre una mesa, que permite ellas denominan vueltas, diferencia- ni menos, que en la responsabilidad
mantener las dimensiones específicas das entre ellas por la combinación es- de terminar el mantón. Ciertamente
de la bastilla, que se cose con una pecífica de trenzados y nudo, final- así lo hacen, entre otras cosas porque
aguja e hilo de seda con las puntadas mente distribuida en orden a su éste no es tal hasta que no se le teje el
características del dobladillo. En la pri- complejidad, comenzando por la pri- fleco, y esta realidad continuamente la
mera época de los talleres de flecado mera: la vuelta lisa, seguida de la es- subrayan ellas mismas, mediante la
existían unas mesas largas donde va- terilla: cruce denso de hilos, en forma forma de denominar a la tela bordada
rias mujeres ejecutaban esta labor simple o doble y con sucesión variable que les llega acompañada del papel
previa al f1ecado. de dibujos, formados por sus caracte- con las órdenes específicas de fleca-
A partir de ese momento, el mantón rísticos nudos, que terminan por darle do. Para ellas, se trata sólo de un cua-
quedará listo para el siguiente paso. nombre a cada diseño en su conjunto : dro, ni más ni menos que eso, aun-
Se trata de la técnica precisa de inser- jazmín, cruzaito, abierto, piña, doble que, desde luego, perfectamente
tar los hilos en la tela. Se denomina piña, la piña de gusano y sin gusano, bordado, al cual, sólo llaman por su
urdir, y consiste en ir agujereando la cachimba, jazmín de palomita, alegría, nombre, cuando han finalizado su la-
tela con ayuda de un punzón , para in- punta, etc. bor. Lo devuelven a la maestra, que
troducir cada vez, y a escasos centí- También para el fleco existen multi- corta por igual los hilos y lo remite a su
metros, el pequeño número de sedas tud de diseños , de su mayor o menor destinatario, comerciante o maestra
agrupadas que, al rematarse con un complejidad, determinados, por la de de bordadoras, o cuando, al faltar al-
nudo sencillo, evita su caída y delimi- sus nudos y la densidad de hilos en el gunas de estas partes, se lo entregan
ta la largura definitiva del fleco. Se tra- trenzado ; diseños antiguos y moder- a su cliente directamente.
ta de una labor paciente, ejecutada ya nos que ya no se hacen o que se rea- La opinión de las bordadoras es
por primera vez sobre la bandera, co- lizan por encargos puntuales para exactamente la contraria, por razones
locada sobre su silla, a una altura un adornar mantones también particula- evidentes ellas se creen las deposita-
poco más baja que la cabeza de la res. Éste es el caso del clásico de la rias de la gracia del mantón, que sin
bordadora, que se sentará frente a ella esterilla, más complicada, porque lle- un adecuado diseño, diestramente
para ir realizando la certera labor de va un urdido en grupo de tres, mien- bordado, sería un simple trozo de tela
traspasar la tela, colocando los hilos tras los cruces se efectúan con dos de con flecos . Estas consideraciones ,
en forma equidistante , anudándolos y ellos, con sus nudos menudos carac- que expresan la identidad específica
cortándolos según la largura requerida ter ísticos, denominados cachimba que estas mujeres elaboran a partir de
para su posterior f1ecado; finalmente , cuando son más gruesos. Resultan de su trabajo, se presentan una vez más
remontando las cuatro esquinas del tan complejo trazado que sólo los co- en la comparación entre ambas fases.
cuadrado en forma redondeada , colo- nocen ..las más antiguas ». Resuma- Como mucho, bordadoras y f1equeras
cando los hilos a una distancia menor mos afirmando que las razones de la reconocen que sus labores son com-
y en una sucesión de ligera inclinación evolución de los flecos y sus factores plementarias, necesarias por igual pa-
progresiva , que conseguirá el efecto determinantes son las mismas que las ra completar una prenda que debe ar-
curvo deseado . Si esta operación se del bordado, como lo son las conti- monizar adecuadamente la bellezas
realiza con la necesaria destreza , con nuas combinaciones ce cruces y de de ambas partes, la destreza y el buen
la distancia precisa entre cada grupo puntos, que dan lugar a diseños nove- hacer de los intervinientes en una y
de hilos y sin producir arrugas en la dosos, como el punto de pirámide. otra etapa. Puesto que todos se nece-
bast illa , el mantón queda definitiva- El acabado final del flecado es la sitan, se conocen, y se relacionan a
mente listos para el flecado. caída natural de los hilos, parte sin te- partir de valores de fidelidad, de rnu-

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NARRIA
tua confianza y de responsabilidad en cantidad de trabajo rea lizado y el pulares: las caritas chinas o los chini-
el trabajo, los comerciantes y maes- precio pagado por el mismo , relación tos han terminado por identificarse los
tras tienen fijadas sus f1equeras espe- que parte ya de la demas ía que un motivos originales según códigos pro-
cíficas, éstas conocen los gustos res- trabajo manua l crea. Volvemos así a pios. Estos últimos, por otro lado, han
pect ivos , el tipo de mantones más la determinación de los costos de ido perdiendo importancia frente a los
usuales y la gama de flecos que aqué- producción sob re los diseños, y la de decoración floral, actualmente más
llos prefieren, así que los repiten ex- consiguiente elección o preferenc ias apreciados por los gustos del mercado
clusivamente para ellos, o innovan al- que ambas partes ajustan antes de nacional.
gunos diseños, a petición de los iniciar la labor. En este caso son las Resumamos diciendo que lo que
mismos. Por las mismas razones de propias flequeras las que ponen va- convierte a todo este fenómeno en re-
seguridad en el buen hacer, laboriosi- lor a su trabajo, y las que suben las levante ha sido, tal y como señalába-
dad y confianza de sus flequeras, los tar ifas cada año. La capacidad de mos al principio, el efectivo uso que de
comerciantes y maestras no suelen negociación ha ido subiendo al ter- esta prenda se hace en Andalucía. Un
cambiarlas, a no ser que las mayores minar el monopolio de las casas co- uso que ha terminado por salvar dis-
dejen paulatinam ente de flecar para merciales, así que este ajuste supo- tancias culturales, acortando la lejana
traspasarle su trabajo a otra mujer del ne finalmente -tal y como sucedía presencia en el tiempo y en el espacio
pueblo, quien, desde entonces repeti- con los bordados - la ejecución favo- de los orígenes de esta prenda que va-
rá el ciclo de trabajo. rable a unos diseños más que a gamente se recuerda en el nombre ac-
Maestras, bordadoras y f1equeras otros , de ahi , que las demandas tam- tual. Un camino en el que hubo mucho
reconocen que la valoración de unas bién se encausen en este mismo de innovaciones, y de simplificación de
técnica sobre las otras , en parte se sentido . los diseños y motivos, también, en me-
realiza porque en realidad cada una nor medida, de creación. Un proceso
desconoce la de la otra. Al igual que complejo que acabó por acoger una
suced ía con las bordadoras , las f1e- LA EVOLUCiÓN DE LOS DISEÑOS tradición de artesanía textil que hoyes
queras han elaborado sus propia es- eminentemente andaluza, porque aqui
cala de valores de las cualidades que La evolución de los mantones actua- se produce, independientemente que
debe poseer una buena f1equera. Son les nos habla del trasvase cultural de no lo fuera así en su origen. Son cam-
cualidades que, claramente, sólo se esta prenda desde unas tradiciones a bios que nos habla del dinamismo ac-
atribuyen a trabajadoras concretas, las otras, y de su adaptación a las modas tual de las artesanías y de su capa-
que explican la relación casi personal y a los distintos gustos de sus com- cidad para adaptarse a distintos
que éstas establecen con el mantón, pradores (Aguilar Criado , E., 1999). contextos socioeconómicos.
al que se sienten tan unidas, casi co- Hoy día nuevas composiciones de di-
mo atrapadas por él, una sensación seños y colores caracterizan al man-
que expresan cuando comentan que tón. Este cambio formal ha sido para- BIBLIOGRAFíA
" el mantón es muy hechicero" . Como lelo a otro que nos parece mucho más
si tal vinculación dependiera de una interesante, nos referimos a las nue- Aguilar Criado, E. 1995. «Los procesos
cualidad natural del mismo, cuando en vas denominaciones que actualmente productivos artesa nales: Una aproxi-
realidad es el resultado de un proceso reciben muchos de los motivos tradi- mación teórica», en Sociología del Tra-
técnico de trabajo que determina la ex- cionales, identificados ahora con los bajo ., 24, pp. 39-74.
presión de destrezas, pero también de nombres con que son conocidos po- 1999 [1998]. Las Bordadora s de Mantones
pularmente en Andalucía. Así que no de Manila de Sevilla.Trabajo y Género
creatividad de sus trabajadoras, ensi-
en la Prod ucción Doméstica. Ed. Área
mismadas en la lenta labor que termi- busquemos inútilmente en ellos peo- de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla
na por convertir puntadas, cruces de nías, flores del cerezo, hojas o tallos y Servicio de Publicaciones de la Uni-
hilo y nudos en fisonomías concretas, de bambú, o cestos de frutas, según versidad de Sevilla.
formas y motivos que lentamente con- se denominaban los motivos origina- 1999. «Entre la tradición y la modernidad.
siguen hacer aparecer en el mantón. les chinos. No es que todos hayan de- Las artesanías, una propuesta de aná-
Es un proceso, que como todo el que saparecido, sino que aquí se los cono- lisis». En E. Aguilar Criado (Coord.),
conlleve creación específica, termina cen como campanillas, caracolas , Patrimon io Etno lógico . Nue vas Pers-
por atraparlas, por identificarlas con su mariquitas, panetitos, cordones, ma- pec tivas de Estudio. Ed. Instituto Anda-
cetones, y con otros términos diferen- luz del Patrimonio Histórico. Fundación
trabajo.
Machado. Sevilla, pp.130-155.
La elección del fleco no sólo se re- tes. Del mismo modo, si vamos a en-
Stone, C. 1997. Sevilla y los Mantones de
laciona con el tipo y la calidad del cargar un mantón, no nos ha de Manila. Ed. Ayuntamiento de Sevilla.
mantón , tamb ién, como sucedía con sorp render que en primer lugar la Sevilla.
el traba jo del bordado , se hace en maestra nos pregunte si lo preferimos Vázquez Parladé, J . 1992. «Los mal lIama-
función al valor del trabajo ejecuta- de casas y chinos o de pája ros y fia- dos mantones de Manila». Buenavista
do. Esto es, existe un ajuste entre la res, términos con que, junto a los po- de Indias, 1. pp. 58-78.

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