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Toca Penal: /2021

Sentenciada: MARÍA CRISTINA ARREGUÍN JIMÉNEZ


RECURSO DE AGRAVIOS DE DEFENSA

C. Magistrado de la Decima Sala del H. Supremo


Tribunal de Justicia del Estado de Jalisco.
Presente:

MARÍA CRISTINA ARREGUÍN JIMÉNEZ, POR MI PROPIO DERECHO, por


medio del presente ocurso, la que suscribe me dirijo ante Usted, C. Magistrado
con respeto y solemnidad, con base y fundamento legal previsto en los numerales
01, 08, 14, 17, 20, 133 y 136 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, lo concatenado en los numerales que prescribe el código penal en los
arábigos 1, 2 y 3, así como los diversos 1, 2, 3, 316, 317, 319 Y 320 del Codigo de
Procedimientos Penales en el Estado de Jalisco y en relación con el diverso 101
fraccion I de la Ley Orgánica del Poder Judicial del Estado de Jalisco.

Así mismo, por medio de este escrito, vengo a expresar los AGRAVIOS que
me causa la SENTENCIA de fecha DOCE DE ABRIL DE DOS MIL VEINTIUNO,
mismos que se expresan, para los efectos de que una vez que se resuelva, se
REVOQUE LA SENTENCIA en contra de la suscrita MARIA CRISTINA
ARREGUIN JIMENEZ y se ordene la INMEDIATA LIBERTAD, del Interior del
Centro Femenil de Reinserción Social en el estado de Jalisco con residencia en
Puente grande, esto tomando en consideración los siguientes argumentos de
hecho y de derecho:

Antes de abordar la sustancia de los agravios que en esta vía se ofrecen,


es preciso y esencial determinar de forma clara cuál es su objetivo, en este orden
de ideas hay que recordar que su fin primigenio, así como su fundamento legal, se
basa en demostrar el A quo, al dictar la SENTENCIA de fecha DOCE DE ABRIL
DE DOS MIL VEINTIUNO, en la cual se declara a la suscrita MARIA CRISTINA
ARREGUIN JIMENEZ como PENALMENTE RESPONSABLE de la comisión de
los delitos de ROBO CALIFICADO Y HOMICIDIO CALIFICADO, fue omiso en
revisar de manera precisa y cabal cada uno de las pruebas aportados por la
defensa de la suscrita, así mismos, es carente en realizar una valoración de
la prueba de manera pormenorizada, siendo inexacta e imprecisa, más aun,
cambiando los hechos y los supuestos por los que la suscrita fui
sentenciada, a virtud de las pruebas recabadas a partir del auto de formal prisión,
las que fueron desahogadas cronológicamente durante la secuela procedimental
en la que se actúa y estas no fueron analizadas ni mucho menos valoradas ni de
manera sucinta, vulnerando de esta manera los derechos fundamentales de la
suscrita MARIA CRISTINA ARREGUIN JIMENEZ.

Lo anterior se expone en atención a lo establecido por el artículo 321, ya que el


suscrito, pretende establecer a este unitario la examinación de la resolución
recurrida, ya que en la misma se violaron los principios reguladores de la
valoración de la prueba y aunque pareciera increíble, el Juez de la Causa
pretende cambiar y alteraron los hechos por los cuales se dictó la formal prisión al
suscrito, por lo que dicho numeral antes citado establece:

Artículo 321.- El recurso de apelación tiene por objeto


examinar si en la resolución recurrida no se aplicó la ley
correspondiente o se aplicó ésta inexactamente, si se
violaron los principios reguladores de la valoración de la
prueba, si se alteraron los hechos o no se fundó o motivó
correctamente.

Por tales consideraciones, solicito de la manera más atenta que este


Tribunal Unitario se sirva estudiar todos y cada uno de elementos dentro de la
causa, ya que al emitir la sentencia, se incumplió con los lineamientos legales de
nuestro sistema penal, es más pareciera que se pretende condenar con meras
apreciaciones subjetivas, sin una adecuada fundamentación y motivación, por
tanto, me permito expresar diferentes:
AGRAVIOS

PRIMERO: Es menester establecer que el A quo, violenta de manera


flagrante, lo estipulado por el numeral 14 de la constitución, el cual establece que
las mínimas actuaciones en las cuales debe de actuar, ahora bien, en este orden
de ideas, no sólo ha quedado debidamente demostrado, que tanto los hechos
sobrevenidos en la causa, así como las pruebas desahogadas, desvirtúan de
manera total dos cuestiones, la primera; los elementos objetivos o externos de la
materialidad de la comisión de los delitos de ROBO CALIFICADO Y HOMICIDIO
CALIFICADO y la segunda; los elementos con los que erróneamente el Juez de
Causa pretende acreditar la responsabilidad de la suscrita MARIA CRISTINA
ARREGUIN JIMENEZ.

PUNTOS PETITORIOS DE LOS AGRAVIOS:

1.- TORTURA. Afirma que su declaración ministerial fue obtenida a base de


tortura. Agrega que no fue asistida por su defensor en sede ministerial y que
tampoco se le facilitó consultar la averiguación previa.

2.- DEFENSA ADECUADA. Al emitir su declaración ministerial no se le dieron a


conocer los hechos que se le imputan y los derechos que le asistían como
detenida.

3.- DEFENSA ADECUADA. Es ilegal el nombramiento de defensor de oficio que


se realizó antes de que rindiera su declaración ministerial, porque el defensor que
se le asignó fue el mismo que asesoró a los otros coinculpados, los cuales tienen
intereses contrarios.

4.- DEFENSA ADECUADA. Al rendir su declaración preparatoria, el defensor que


la asesoró no demostró contar con título de licenciado en derecho. Asimismo,
sostiene que en este acto procesal tampoco se le dio a conocer el hecho ilícito que
se le atribuye, el nombre de su acusador ni las pruebas de cargo. Agrega, que
tampoco tuvo acceso al expediente, y que su abogado defensor no tuvo
oportunidad de consultarlo, porque después de aceptar y protestar el cargo,
enseguida inició su declaración preparatoria.

5.- PRESUNCIÓN DE INOCENCIA. Alegó que se vulneró ese principio, porque: a)


la sala de apelación pasó por alto que el juez de la causa suplió la deficiencias que
presenta el pliego de consignación que formuló el Ministerio Público; y b) las
pruebas de cargo fueron valoradas de manera equivocada, pues son insuficientes
para demostrar el delito y la responsabilidad que se le atribuye en su comisión.

6.- LEGALIDAD. La Sala de apelación incurrió en diversos vicios formales, al


incurrir en las siguientes omisiones: a) de fundar y motivar debidamente la
sentencia reclamada, b) de exponer las consideraciones con las cuales se
demuestra el delito y su responsabilidad penal y c) de establecer cómo se
demostró las calificativas premeditación y ventaja.

7.- INDIVIDUALIZACIÓN DE LA PENA. Plantea distintas causas que considera


ilegales al establecer la penalidad que se le impuso en la sentencia de primer
grado.
8.- PRINCIPIO DE ADQUISION PROCESAL. Las pruebas ofrecidas en el juicio no
solo benefician a su oferente, sino a las partes que puedan aprovecharse de ellas.

Atento al principio de comunidad o adquisición procesal en materia penal,


cualquier prueba - ya sea directa o indirecta- que obre en el proceso, influye en las
pretensiones de las partes, aun cuando hubieran sido ofrecidas por la contraparte
del oferente; es decir, las pruebas ofrecidas en el juicio laboral no pertenecen a
quien las aporta y, por ende, no puede sostenerse que sólo a éste beneficien,
puesto que, una vez introducidas legalmente al proceso, deben considerarse para
determinar la existencia o inexistencia del hecho a que se refieren, sea que resulte
en beneficio de quien las ofreció o de la parte contendiente, que bien puede
invocarlas, ya que, de acuerdo con el principio citado, las pruebas no sólo
benefician a la parte que las ofrece, sino a las demás que puedan aprovecharse
de ellas, lo cual obedece a la naturaleza jurídica del proceso (que es un todo
unitario e indivisible). Así, las pruebas de una de las partes pueden resultar
benéficas a los intereses de la contraria del oferente, así como a los del
colitigante; de ahí que las Juntas estén obligadas a examinar y valorar las que
obran en autos, a fin de deducir la verdad histórica que debe prevalecer en el caso
justiciable, sin importar quién las ofreció, en razón de que, una vez desahogado el
medio de convicción, ya no pertenece a las partes, sino al proceso, con la
aclaración de que el juzgador debe atender la forma en que fueron ofrecidas y
desahogadas legalmente, lo que significa que si una prueba no está ofrecida,
admitida y desahogada conforme a derecho, presentará un vicio de origen que no
podrá generar derecho alguno en favor de una de las partes.

Del análisis de las constancias se advierte que en la declaración preparatoria, no


se justificó si la persona designada como defensor del inculpado es licenciado en
derecho o abogado, ni se advierte que obre en actuaciones constancias de la
cédula profesional correspondiente, lo que trastocó el derecho a la defensa técnica
adecuada prevista en la fracción IX del apartado A del artículo 20 de la
Constitución, en relación con el derecho fundamental al debido proceso porque no
existe certeza de que el acusado rindió su declaración preparatoria asistido de un
profesional en derecho, en la cual, de acuerdo con la responsable confesó los
hechos atribuidos. Por lo tanto, se actualizó una violación a las leyes que rigen el
procedimiento penal conforme a lo dispuesto en términos del artículo 173 de la
Ley de Amparo, en relación a las fracciones XIII y XXII de este el derecho del
imputado a contar con una defensa. Sustenta su decisión en las tesis: “DEFENSA
ADECUADA EN MATERIA PENAL. LA FORMA DE GARANTIZAR EL EJERCICIO
EFICAZ DE ESTE DERECHO HUMANO SE ACTUALIZA CUANDO EL
IMPUTADO, EN TODAS LAS ETAPAS PROCEDIMIENTALES EN LAS QUE
INTERVIENE, CUENTA CON LA ASISTENCIA JURÍDICA DE UN DEFENSOR
QUE ES PROFESIONISTA EN DERECHO”8 , “DEFENSA TÉCNICA. NO DEBE
PRESUMIRSE POR EL HECHO DE QUE SE ASIENTE EN LA DECLARACIÓN
MINISTERIAL DE UN INCULPADO QUE QUIEN LO ASISTE ES DEFENSOR DE
OFICIO, SI NO EXISTE SUSTENTO ALGUNO DE ESA CALIDAD9 ”; “DEFENSA
ADECUADA EN MATERIA PENAL. LA VIOLACIÓN AL CARÁCTER TÉCNICO
DEL DERECHO HUMANO GENERA LA ILICITUD DE LA DECLARACIÓN
RENDIDA POR EL IMPUTADO SIN LA ASISTENCIA JURÍDICA DE UN
DEFENSOR PROFESIONAL EN DERECHO, POR LO QUE DEBE SER OBJETO
DE EXCLUSIÓN VALORATIVA

Establecido lo anterior es de notar que el A quo no realiza ni análisis y


valoración, toda vez que de la comparación de las probanzas que fueron
desahogadas en el procedimiento así como al perfeccionar las establecidas en el
auto de plazo constitucional, con las que fueron tomadas en consideración al
dictar la formal prisión y con las cuales temerariamente dicto el fallo que en esta
vía se combate, se arriba a la conclusión que las primeras prevalecen sobre las
segundas dado que aportaron datos novedosos para dejar en claro que el hoy
apelante NO PARTICIPE en la concepción, preparación y ejecución de los delitos
que se me imputan, sin dejar de lado que el A quo se volcó sobre la insuficiente
apreciación de las pruebas tomadas para dictar auto de formal prisión queda de
sobremanera expuesto la violación flagrante a la valoración de la prueba.

Por ello, se reitera a usted C. Magistrado, que LOS AGRAVIOS planteados


en esta vía, deberán considerarse no solo fundados, por estar ajustados al marco
de la Ley y a la valoración de la prueba, sino también procedente pues de su
análisis escrupuloso y metódico se apreciara de manera fiel, que los escasos
elementos de convicción que comprobaban de manera frágil e indiciaria la
acreditación de la participación probable de la suscrita MARÍA CRISTINA
ARREGUÍN JIMÉNEZ, en la comisión de los injustos imputados, han quedado
desarticulados, es decir, han quedado plenamente disueltos y sin que exista un
paliativo jurídico que los pueda mantener con la eficacia probatoria que tenían en
el dictado del plazo constitucional y mucho menos en la sentencia que falazmente
expone el A quo.

SEGUNDO: Una vez que el suscrito se empeñó en explicar el objeto y


alcance de la postura jurídica relativa a las pruebas donde el A quo, dejo intocado
al no analizar ni valorar las pruebas plateadas por la defensa, me permito explicar
a este A quem, distintos ejes que dejaron de valorarse, dejando al suscrito en
estado de indefensión y más importante aún es que se vulnerando todos los
derechos humanos que deben de ser ponderados por una autoridad jurisdiccional,
en el entendido de que el Juez de la Causa en todo momento tuvo conocimiento
por parte del suscrito que fui objeto de tortura en las instalaciones de la
representación social donde se tuvo una confesión por parte de los elementos
ministeriales y por parte del agente del Ministerio Público al coaccionar y tortura al
suscrito, situación que en todo momento el Juez de la Causa dejó de lado
violentando los principios básicos establecidos en nuestros ordenamientos legales,
en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como en los
tratados internacionales suscritos por el Estado Mexicano.

Es evidente que para determinar el sentido en que se debe de resolver un


injusto penal, debe de ser mediante una sentencia condenatoria que vaya más allá
de toda duda razonable, lo que tendría por consecuencia una pena que
corresponda al grado de participación de la agente, sin embargo es latente que a
lo largo del injusto penal que se impone al suscrito, no ha quedado ni de manera
indiciaria la responsabilidad penal del suscrito es más, está menoscabada y
viciada tanto la investigación, la instrucción y la sentencia, con confesiones
obtenidas por medio de la tortura, lo que sin duda ha sido superado por nuestros
tribunales máximos y que el Juez de la Causa soslayo en todo momento, de aquí
es que se establecería justamente la inexistencia de pruebas sobre las cuales se
puede establecer una participación del suscrito en los delitos que se me imputa,
menos aún la comisión a título de dolo o culpa del hoy apelante, lo que tendría a
colación una sentencia resolutoria en favor del suscrito.

No se debe dejar pasar, que si bien es cierto el Juez de la Causa pretende


hacer un análisis de la obligación que le corresponde de pronunciarse respecto a
las violaciones a los derechos humanos de los cual el suscrito soy garante es a
todas luces notoria su falta de animadversión, negligencia y carencia de
motivación respecto de la inocencia del suscrito, pues no basta con establecer una
sola defensa adecuada para garantizar la seguridad jurídica y acceso a la justicia
de toda persona, es más se debe de realizar un estudio pormenorizado y
adecuado de los derechos humanos con los cuales cuenta el suscrito, atendiendo
a los principios de universalidad, indivisibilidad, interdependencia y progresividad
de los mismos, ya que con esto se podría establecer de manera cabal la postura
sobre la cual recaería la sentencia que emita el Juez de la Causa.

Así, al advertirse que la suscrita apelante fui objeto de tortura y que cuento
con estrés postraumático, el Juez de la Causa debe de excluir las confesiones
emitidas ante la autoridad ministerial en la averiguación previa de mérito, pues al
darle valor a las mismas estamos en presencia de una violación directa a los
derechos humanos dentro del proceso penal, pues los mismos implicarían una
autoincriminación lo que no resulta legal, pues al tratarse de una confesión que
implica una supuesta responsabilidad penal bajo los criterios de las reglas de
exclusión de las pruebas ilícita no deben de ser tomadas en consideración al
momento de emitir una resolución, como de manera ilícita pretende establecer el
Juez de la Causa.

Sobre esa premisa se estableció que tratándose de la tortura, en el


supuesto de haberse determinado su existencia como violación al derecho
humano de debido proceso tal y como ocurre en el caso en particular, se debe
excluir todo medio de convicción que se hubiera obtenido o que derivara
directamente de la misma, lo que en el asunto que nos ocupa son las confesiones
que dan información incriminatoria.

Al respecto, la Suprema Corte de la Justicia de la Nación dijo que se debe


atender la jurisprudencia que emitió la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en el caso Cabrera García y Montiel Flores Vs. México, donde
determinó:

“167. Por otra parte, este Tribunal considera que las


declaraciones obtenidas mediante coacción no suelen ser
veraces, ya que la persona intenta aseverar lo necesario para
lograr que los tratos crueles o la tortura cesen. Por lo anterior,
para el Tribunal, aceptar o dar valor probatorio a declaraciones o
confesiones obtenidas mediante coacción, que afecten a la
persona o a un tercero, constituye a su vez una infracción a un
juicio justo. Asimismo, el carácter absoluto de la regla de
exclusión se ve reflejado en la prohibición de otorgarle valor
probatorio no sólo a la prueba obtenida directamente mediante
coacción, sino también a la evidencia que se desprende de dicha
acción. En consecuencia, la Corte considera que excluir la prueba
que haya sido encontrada o derivada de la información obtenida
mediante coacción, garantiza de manera adecuada la regla de
exclusión.”
SOLICITO SE NULEN TODAS LAS DECLARACIONES MINISTERIALES
VERTIDAS POR MIS COPROCESADOS GERARDO ARREGUIN VILLEGAS Y/O
GERARDO AGUILA ARRIEGO, JESUS FERNANDO ACOSTA PAYAN YA QUE
FUERON OBTENIDAS MEDIANTE TORTURA Y EL ARRAIGO ESTATAL LO
CUAL RESULTA TOTAL Y ABSOLUTAMENTE INCONSTITUCIONAL

Las declaraciones vertidas con anterioridad, resultan totalmente violatorias


de Derechos Humanos, toda vez que no cumplen con los requisitos legales
establecidos, NO debiendo ser tomadas en consideración ya que las autoridades
quienes deben de cuidar en todo momento la constitucionalidad de los actos, no
solo de valorar lo percibido por los sentidos de cada uno de los testigos que
depongan en su presencia, sino de cumplir los requisitos mínimos que nos exige la
ley, y que como principal dato es el conocimiento directo de los hechos, materia
del presente asunto, y que como nos ocupa en el asunto que se ventila, los
mismos son de oídas y a partir de ello analizar su deposado, conlleva a una
confusión, en tanto que la fuente de su información puede ser variada y, en esa
medida, el alcance probatorio de su dicho puede dividirse, si se califica a la
persona que emitió el testimonio como de oídas, se desestimará el alcance
probatorio de lo que narró en el procedimiento penal; en cambio, si lo que se
califica es su dicho, es decir, los hechos que proporcionó, se advertirá:

1) que lo que haya conocido directamente tendrá valor probatorio de


indicio y será ponderado por la autoridad investigadora o judicial conforme
al caso concreto, según su vinculación con otras fuentes de convicción; y,

2) que lo que no haya conocido directamente, sino a través del relato


de terceros, no tendrá ningún valor probatorio.

Es de explorado derecho que las declaraciones de quienes participan en un


procedimiento judicial deben ser valoradas por el juzgador, teniendo en cuenta
tanto los elementos de justificación concretamente especificados en las normas
positivas de la legislación aplicable, como todas las demás circunstancias,
objetivas y subjetivas que, mediante un proceso lógico y un correcto raciocinio,
conduzcan a determinar la mendacidad o veracidad del declarante, pues éste no
sólo es un narrador de un hecho, sino ante todo de una experiencia que percibió a
través de sus sentidos y no por referencia de terceros y por ende, su declaración
debe apreciarse con tal sentido crítico.

sin dejar pasar lo previsto en el numeral 88 del Código Federal de


Procedimientos Civiles señalo como HECHO NOTORIO la Sentencia dictada del
Amparo en Revisión 423/2017 del índice del Segundo Tribunal Colegiado en
Materia Penal y Administrativo del Vigésimo Primer Circuito, debido a que guarda
correspondencia con el presente asunto ya que excluyó del material probatorio el
parte informativo de fecha veinte de mayo de dos mil quince, suscrito por los
elementos de la Policía Federal adscritos a la División de Inteligencia.

En resolución del Juicio de Garantías citado con antelación específicamente


en fojas 245 y 246 el Órgano de Control Constitucional determino.

La nulidad de derecho, esto es, el acto que adolece de un vicio que afecta a los
requisitos esenciales que la ley exige para su existencia y que no es subsanable
en modo alguno, incluida la ratificación de las partes, es inexistente y,
consecuencialmente, jamás podrá producir efecto jurídico alguno.
Toda prueba obtenida con violación de las garantías fundamentales será nula de
pleno derecho, por la que deberá excluirse de la actuación procesal. Igual
tratamiento recibirán las pruebas que sean consecuencia de
las pruebas excluidas, o las que solo puedan explicarse en razón de su
existencia.”
De ahí la derivación de lo que se denomina regla de exclusión probatoria, según
la cual debe ser excluido para su valoración cualquier elemento de prueba que se
haya obtenido o incorporado al proceso en violación a una garantía constitucional
o de las formas procesales dispuestas para su producción.
La prueba, es sin lugar a dudas, una de las consideraciones más importantes
dentro de la tramitación de cualquier proceso, pues es a través de ella, que las
partes involucradas pueden demostrar al juzgador, la veracidad de todos aquellos
hechos controvertidos que pretenden dirimir, para el efecto de favorecer a sus
respectivas pretensiones procesales. Sin embargo, en materia penal, esta
concepción se vio modificada a partir de la entrada en vigor del sistema acusatorio
y adversarial.
Esto es así, debido a que, a diferencia de un sistema acusatorio, en un modelo
inquisitivo la prueba tenía una serie de características muy específicas, es decir,
las pruebas que presentaba el Estado (Fiscalía) gozaban de un mayor valor
probatorio en comparación con aquellas presentadas por el acusado, lo que
conocemos comúnmente como “prueba tasada”, e incluso el propio juzgador
gozaba de la facultad de recabar pruebas de manera oficiosa y, además, la
víctima y el acusado no tenían la oportunidad de confrontar la veracidad de las
pruebas en presencia de un Juez en audiencia pública, lo que por ende, implicaba
la omisión del principio de contradicción e inmediatez y a la par, el menoscabo de
diversos derechos fundamentales bajo una óptica garantista.

No menos importante es el hecho de señalar que, la confesión en aquel viejo


sistema, constituía una de las pruebas reinas, la cual cabe decir, en muchos de los
casos era arrancada a través de viejas prácticas como la tortura y otros tratos
crueles e inhumanos, y, lo peor, incorporada bajo la maliciosa frase “la persona
detenida de manera libre y espontánea confiesa…” para que obvio, pudiera ser
considerada valida.

De lo anterior, es evidente que no existía la figura de “nulidad probatoria” o más


bien, era poco utilizada, pues su inaplicación permitía que lo ilegal se convirtiese
en legal, dentro de la secuela de un proceso de carácter penal. Desde luego, en la
actualidad y bajo una perspectiva que hace extensiva la protección de los
derechos humanos y fundamentales de toda persona, nuestro Código Nacional de
Procedimientos Penales prevé en sus numerales 97, 264 y 346 la figura de
“nulidad de la prueba”, pero aquí, es importante hacer una pausa y reflexión;
distinguir la diferencia entre una prueba que deviene ilícita de otra considerada
ilegal, pues de manera por demás errónea, son empleadas como una especie de
sinónimos.

Se dice que, la prueba es ilícita, cuando se obtiene con violaciones a derechos


humanos o fundamentales, lo cual produce su nulidad de oficio o a petición de
parte, mientras que, las pruebas ilegales son aquellas que contravienen las
formalidades establecidas en el Código Nacional de Procedimientos Penales, que,
si bien pueden tener por efecto también su nulidad, estas últimas pueden ser
saneadas o convalidadas.

Tal aclaración es necesaria y pertinente por las secuelas procesales que pueden
devenir de su correcta o incorrecta apreciación, pues ello influirá en la estrategia
legal a seguir por cada sujeto procesal (Ministerio público, Asesor Jurídico o
Defensor) para lograr los fines perseguidos por el Estado o bien, para el empleo
de una defensa técnica y adecuada por parte de quien, en sus hombros tiene la
responsabilidad de defender de manera efectiva la libertad de una persona.

Dicho argumento, se robustece además, mediante la tesis jurisprudencial (1ª./J.


139/2011) emitida por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, donde se afirma que “exigir la nulidad de la prueba ilícita es una garantía
que le asiste al inculpado durante todo el proceso y cuya protección puede hacer
valer frente a los tribunales, en ese sentido, si se pretende el respeto de ser
juzgado por tribunales imparciales y el derecho a una defensa adecuada, es claro
que una prueba cuya obtención ha sido irregular, no puede sino ser considera
invalidada” pues en caso contrario, el inculpado estaría en condición de
desventaja para hacer valer su defensa.

En conclusión, la nulidad probatoria es un tema que resulta primordial en el


funcionamiento de este sistema acusatorio adversarial, pues a través de esta
figura se podrán dotar de invalidez, todos aquellos actos que no revistieron las
reglas que para tal efecto se prevén, sin pasar por alto el hecho de que, la ilicitud
de la prueba es aquella que produce su nulidad por devenir de una vulneración de
derechos humanos y fundamentales sin posibilidad de saneamiento o
convalidación, mientras que, la ilegalidad de la prueba aunque produce en primer
instancia su nulidad, puede ser saneada o convalidad conforme a lo previsto en el
Código Nacional de Procedimientos Penales. Tesis (11.20.P.61P (10ª.)

Por último, no se debe pasar inadvertido lo resuelto por la Primera Sala de Justicia
de la Nación en su tesis registrada bajo el rubro “PRUEBA ILÍCITA. LÍMITES DE
EXCLUSIÓN.” la cual nos muestra, que la prueba ilícita aplica tanto a la prueba
obtenida como resultado directo de una violación constitucional como a la prueba
indirectamente derivada de dicha violación, existiendo ciertos límites también
sobre su exclusión, esto es: a) si la contaminación de la prueba se atenúa; b) si
hay una fuente independiente para la prueba; y c) si la prueba hubiera sido
descubierta inevitablemente, debiendo observarse para su aplicación cada caso
en concreto, por existir elementos que tornan posible que no se excluya la prueba.

Código Nacional de Procedimientos Penales.

Artículo 97. Principio general Cualquier acto realizado con violación de


derechos humanos será nulo y no podrá ser saneado, ni convalidado y su
nulidad deberá ser declarada de oficio por el Órgano jurisdiccional al momento
de advertirla o a petición de parte en cualquier momento.

Los actos ejecutados en contravención de las formalidades previstas en este


Código podrán ser declarados nulos, salvo que el defecto haya sido saneado
o convalidado, de acuerdo con lo señalado en el presente Capítulo.

Artículo 264. Nulidad de la prueba. Se considera prueba ilícita cualquier dato


o prueba obtenidos con violación de los derechos fundamentales, lo que será
motivo de exclusión o nulidad.

Artículo 346. Exclusión de medios de prueba para la audiencia del debate.

1. Por haberse obtenido con violación a derechos fundamentales;


III. Por haber sido declaradas nulas

PRUEBA ILÍCITA. EL DERECHO A UN DEBIDO PROCESO COMPRENDE EL


DERECHO A NO SER JUZGADO A PARTIR DE PRUEBAS OBTENIDAS AL
MARGEN DE LAS EXIGENCIAS CONSTITUCIONALES Y LEGALES.

Tesis 1ª./J, 139/2011. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro III,


diciembre de 2011, Tomo 3, pág. 2057. Se puede consultar en:

PRUEBA ILÍCITA Y PRUEBA CON DEFICIENCIA FORMAL O IRREGULAR.


SUS DIFERENCIAS.

Tesis (11.20.P.61P (10ª.)[3]. Gaceta del Semanario Judicial de la Federación,


Libro 53, abril de 2018, Tomo III, pág. 2272. Se puede consultar en:

PRUEBA ILÍCITA. LÍMITES DE EXCLUSIÓN

Tesis: 1ª. CCCXXVI/2015. Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro


24, noviembre de 2015, tomo I, pág. 993.

CAPÍTULO SEGUNDO
DE LAS REGLAS PARA LA EXCLUSIÓN DE LA PRUEBA

Artículo 50.- Serán excluidas o declaradas nulas, por carecer de valor probatorio,
todas las pruebas obtenidas directamente a través de actos de tortura y de
cualquier otra violación a derechos humanos o fundamentales, así como las
pruebas obtenidas por medios legales pero derivadas de dichos actos.

Las pruebas referidas en el párrafo anterior únicamente podrán ser admitidas y


valoradas en juicio, en aquellos casos en que se solicite su inclusión a fin de
probar los hechos de tortura u otras violaciones a derechos humanos de los que
fue objeto una persona, y en contra de aquella que sea investigada o imputada por
la comisión de tales hechos.

Artículo 51.- En cualquier etapa del procedimiento, cuando el órgano


jurisdiccional advierta la
inclusión o el desahogo de un medio de prueba obtenido a través de actos de
tortura, o por cualquier otra violación a derechos humanos o fundamentales,
declarará la exclusión o nulidad de la prueba, según corresponda.

Cuando a petición de parte se solicite la exclusión o nulidad de un medio de


prueba sobre el que haya razones fundadas para presumir que hubiere sido
obtenido de actos de tortura o por cualquier otra violación a derechos humanos o
fundamentales, el órgano jurisdiccional, escuchando a las partes, se pronunciará
al respecto. En todos los casos, el Ministerio Público tendrá la carga de acreditar
que la prueba ha sido obtenida de manera lícita.

Artículo 52.- Cuando se hayan excluido medios de prueba en virtud de haber sido
obtenidos
mediante una violación a los derechos humanos o fundamentales y a juicio del
Ministerio Público los medios de prueba admitidos no fueran suficientes para
fundar la acusación, solicitará el sobreseimiento de la causa. En este caso, el Juez
de Control hará cesar las medidas cautelares que se hubieren impuesto y, en su
caso, ordenará la inmediata libertad de la persona procesada.
Durante el juicio, únicamente podrá solicitarse la nulidad de una prueba admitida
por el órgano
jurisdiccional competente sobre la que ya se decretó su licitud, cuando no se
hubiera conocido de su ilicitud de manera previa o surgieran indicios o evidencias
supervinientes que hicieran suponer
fundadamente que la misma fue obtenida a través de actos de tortura u otras
violaciones a derechos humanos o fundamentales. En este caso, el tribunal de
enjuiciamiento se pronunciará sobre su nulidad y se continuará con el desarrollo
del juicio.

Procederá el reconocimiento de inocencia de la persona sentenciada, cuando se


desacredite
formalmente, en sentencia irrevocable, la prueba o pruebas en las que se fundó la
condena, en virtud de haberse obtenido a través de una violación de derechos
humanos o fundamentales, de conformidad con lo que establece el Código
Nacional de Procedimientos Penales.

Artículo 53.- Cuando el Juez advierta la existencia de cualquier dato o medio de


prueba obtenido a
través de un acto de tortura, dará vista con efectos de denuncia a la Fiscalía
Especializada competente a efecto de que se inicie la investigación penal
correspondiente.
Toda investigación, persecución, procesamiento y sanción del delito de tortura
deberá ser
competencia exclusiva de las autoridades del orden civil.

Artículo 54.- De conformidad con las facultades establecidas en los artículos 99 y


101 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación, los visitadores judiciales darán
seguimiento a las vistas con efectos de denuncias del delito de tortura que hagan
los órganos jurisdiccionales en el ámbito de sus competencias.

Ergo, en virtud de lo antes planteado, solo se está en condiciones de


establecer que de entre todas las pruebas recabadas por el agente investigador,
únicamente de la confesión de la sentenciada se desprende un indicio que tiende
a incriminarme en el delito de HOMICIDIO CALIFICADO Y ROBO CALIFICADO;
pero a dicho testimonio no se le puede reconocer la calidad de “datos bastantes”
para acreditar mi probable responsabilidad; por identidad jurídica son aplicables
los criterios que a continuación se señalan:

Tesis aislada número VI.20.107 P. de la Novena Época, número de registro


201363 del Segundo Tribunal Colegiado del Sexto Circuito, publicada en el
Semanario Judicial de la Federación, Tomo IV, septiembre de 1996. Materia
Penal, Página 519 de rubro y texto:

“CONFESION DEL PROCESADO. POR SI MISMA ES


INSUFICIENTE PAR ACREDITAR SU RESPONSABILIDAD
PENAL.- la confesión judicial del procesado, por tener valor
probatorio indiciario en la causa penal es por sí misma insuficiente
para tener por acreditada la responsabilidad penal en el ilícito que
se le imputa; por tanto, dicha confesión para adquirir valor
probatorio pleno debe adminicularse con otros medios de
convicción que la robustezcan y la hagan creíble. “

De igual forma ilustra a lo anterior la Tesis aislada número II.2ª P. 11p (10°),
Decima Época, número de registro 2000738 del Segundo Tribunal Colegiado en
Materia Penal del Segundo Circuito, publicada en el Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Libro VIII, Mayo de 2012, Tomo 2, en Materia Penal,
página 1817 de rubro y texto:

“CONFESIÓN EN EL PROCEDIMIENTO PENAL. AL TENER VALOR


INDICIARIO. ES FACULTAD DEL JUEZ ROBUSTECERLA Y ADMINICULARLA
CON OTROS MEDIOS DE CONVICCIÓN QUE LA HAGAN VEROSMIL, A FIN DE
INTEGRAR LA PRUEBA CIRCUNSTANCIAL CON VALOR PROBATORIO
PLENO: De una interpretación armónica y sistemática de los artículos 285 y 287
del Código Federal de Procedimientos Penales, se advierte que la confesión tiene
valor indiciario lo que debe entenderse cuando es apreciada de manera aislada;
en tanto que, cuando ésta, siendo libre y espontánea se robustece y admicula con
otros medios de convicción que la haga verosímil, en un sistema mixto de
valoración de las pruebas, como es el contenido en el referido Código es facultad
del Juez ordinario, acorde con la ley y la jurisprudencia integrar la prueba
circunstanciada con valor probatorio pleno.” Lo subrayado no es de origen

En ese contexto y como puede advertirse del citado estudio que realiza el
Aquo, solo relacionó en forma general el acervo probatorio, sin establecer la parte
vital que en su caso corrobora la deficiente acusación ministerial, sobre todo al
efectuar la correspondiente descripción de las peculiaridades del delito de
HOMICIDIO Y ROBO que se incrimina injustamente a la suscrita, ni la autoría,
participación, ni tampoco la puesta en peligro o lesión al bien jurídico como lo es la
seguridad jurídica.

Así las cosas, y como se advierte de los considerandos de la sentencia


emitida por el JUZGADO DECIMO TERCERO DE LO CRIMINAL DEL PRIMER
PARTIDO JUDICIAL DEL ESTADO DE JALISCO EL DOCE DE ABRIL DE DOS
MIL VEINTIUNO, BAJO LA CAUSA PENAL 197-2012-A, de la Sentencia
impugnada, el A quo NO HIZO EL ESTUDIO con respecto a la acreditación o no
de los elementos que integran el delito en sí de ROBO CALIFICADO Y
HOMICIDIO, tampoco razonó con que pruebas acredita cada uno de ellos, y que
valor le corresponde a estas de acuerdo con el Código de Procedimientos Penales
para el estado de jalisco, para concluir indebidamente que con la simple relación
de pruebas a que alude en su resolución, se acredito dicho delito, así como la
responsabilidad penal del suscrito en su supuesta comisión, sin razonar
jurídicamente ni precisar la adecuación entre los motivos aducidos y las normas
aplicables al caso concreto, todo lo cual conlleva a considerar de ilegal la
sentencia que aquí se combate.

Sirve de apto a lo anterior la jurisprudencia XI). 2°. T/13, emitida por el


Segundo Tribunal Colegiado del Décimo Segundo Circuito de rubro;

“SENTENCIA PENAL. NO SATISFACE LOS REQUISITOS


CONSTITUCIONALES DE FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN SI CON LA
SIMPLE RELACIÓN DE PRUEBAS SE CONCLUYE QUE SE ACREDITARON
LOS ELEMENTOS DEL CUERPO DEL DELITO”.

DECIMO SEXTO. Causa agravio la vulneración al derecho fundamental del


Debido Proceso, contenido en el artículo 14 Constitucional, debido a que el Juez
natural se excedió en sus facultades Constitucionales al subsanar las
conclusiones deficientes ofertadas por el Ministerio Público de la Federación como
a continuación se cita:

El artículo 24 Constitucional delimita de manera limitativa las facultades de


la figura del Agente del Ministerio Público, señalando de manera textual lo
siguiente:

“Artículo 21. La investigación de los delitos corresponde al Ministerio


Público y a las policías las cuales actuaran bajo conducción y mando de aquel en
el ejercicio de esta función.

El ejercicio de la acción penal ante los tribunales corresponde al Ministerio


Público. La ley determinara los casos en que los particulares podrán ejercer la
acción penal ante la autoridad judicial.

La imposición de las penas, su modificación y duración son propias y


exclusivas de la autoridad judicial…”

De lo anterior se desprende de manera clara e indiscutible, que la autoridad


del Ministerio Púbico, le corresponde de manera exclusiva la titularidad tanto de la
investigación de delitos como de la prosecución y/o ejercicio de la acción penal.
Constituyéndose por ende, en un Órgano Técnico Acusador, en razón a que es a
dicha institución, a quien la Constitución le confiere en exclusiva las anotadas
facultades.

Por ende le Ministerio Público es un ente cuya exclusivas facultades y


funciones cotidianas, hacen presuponer que el mismo resulta especialista en
derecho, quien formula el pliego acusatorio; y el Juzgador no debe orientarlo a la
forma en que debe hacerlo o con que pruebas debe realizarlo, pues lo único que
debe solicitarle es que cumpla con la obligación que la Ley le impone de realizar
correctamente su función, en la elaboración del pliego de acusación.

El Juez debe limitar su actuar a resolver la responsabilidad del inculpado en


base al pliego acusatorio y no determinar los hechos y conductas a cuestiones
inexistentes o diversas a las que se le imputan.

Si el Ministerio Público no especifica en su pliego acusatorio los hechos y la


conducta que se atribuye al inculpado, la autoridad judicial carece de facultades
para deducir y configurar dichos elementos a través de la revisión oficiosa de los
medios de convicción deficientes aportados por el Órgano Investigador, para el
efecto de fincar responsabilidad penal al inculpado mediante una sentencia. Por
tanto, cuando se actualice una deficiencia de esta índole, el Juzgador deberá
limitarse a analizar las circunstancias precisadas en el pliego acusatorio; destacar
que la omisión en que incurrió el acusador constituye un impedimento para
constatar la acreditación del cuerpo del delito y la demostración de la probable
responsabilidad, que son presupuestos jurídicos para el dictado de una sentencia,
o en su casi ordenar su libertad ante la falta de elementos para acreditar el delito y
su responsabilidad penal en su comisión.

De tal manera que l autoridad judicial deberá de analizar el pliego


acusatorio formulado por el Agente del Ministerio Público, sin subsanar las
deficiencias que pudiera contener, pues ello sería violatorio de los artículos 20,
apartado A, Fracción III y 21 párrafos primero y segundo de la Constitución
Federal.

Es imprescindible citar que el Legislador a impuesto diversos Principios


para la protección de los Derechos Humando de todas las personas, entre los que
se destaca lo resuelto por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación a través de criterios jurisprudenciales con carácter preponderante como lo
son los Principios de Interpretación Conforme y Pro Persona, inmersos en el
párrafo segundo del artículo 1° de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos; por conducto de los cuales se debe realizar una interpretación
conforme no solo al ordenamiento legal interno de los Estados miembros, sino
conforme a los Tratados Internacionales suscritos por ellos mismos, de manera tal
que invariable e indefectiblemente, en caso de duda o discordancia, se opte por
aquella fuente de derecho que le favorezca en mayor medida a los individuos o le
conceda mayor protección a sus derechos fundamentales. Y es que precisamente
esa fue la intención del Legislador; es decir, que siempre se tome en
consideración de manera preponderante aquella interpretación que le resulte más
favorecedora a la persona.

El artículo 1°en su segundo párrafo dispone:

Artículo 1°.-…Las normas relativas a os derechos humanos se interpretaran


de conformidad con esta Constitución y con los Tratados Internacionales de las
materias favoreciendo en todo tiempo a las personas las protección más amplia.

Aunado a que la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación


ha establecido el criterio en el mismo sentido; e incluso, ha ido más allá, al
establecer que en caso de que el mismo derecho humano se encuentre previsto
tanto en la Constitución, como en alguno de los Tratados Internacionales de los
que nuestro Estado sea parte, se debe aplicar aquella fuente, que le resulte más
favorecedora a la persona. Por lo que enseguida inserta la siguiente jurisprudencia
que establece:

Tesis Jurisprudencial 1°/J.107/2012 (10°), de la Primera Sala visible en el


Semanario Judicial dela Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro XIII,
octubre de 2012, Tomo 2, registro 2002000, pág. 794.

“PRINCIPIO PRO PERSONA, CRITERIO DE SELECCIÓN DE LA NORMA


DE DERECHO FUNDAMNETAL APLICABLE”

DE igual forma la Tesis Aislada 1ª. XXVI/2012 (10ª) de la Primera Sala,


visible en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro V, febrero de
2012, Tomo 1, Decima Época, registró 2000263, Pág. 659, de rubro:

“PRINCIPIO PRO PERSONA EL CONTENIDO Y ALCANCE DE LOS


DERECHOS HUMANOS DEBE ANALIZARSE A PARTIR DE AQUEL”.

Por tanto se estima incorrectamente la actuación desplegada por el Aquo


de excederse en sus facultades de subsanar las deficientes formulación de
conclusiones ofertadas por el Representante Social; ya que la autoridad judicial
estaba impedida de mutuo propio variar en perjuicio del suscrito la valoración del
material probatorio y en su lugar debió imperar el Principio Pro Persona a mi
favor.

En este caso, el Juez de la Causa tuvo conocimiento de conductas


relacionadas con el ilícito de tortura que son las confesiones en la etapa
ministerial, y aun cuando se acredito mediante el dictamen pertinente,
considerando dichas confesiones en la etapa ministerial para dictar un fallo
condenatorio en contra del suscrito, pues consideró que con todos los medios de
prueba se acreditó la responsabilidad penal, además de que convalidó el valor
probatorio que otorgó la declaración ministerial.

Lo que pone de manifiesto que el Juez de la Causa desconoce los criterios


de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que ha
establecido sobre el tema de la tortura, en los que reiteradamente se ha señalado
que corresponde al Estado la investigación de los hechos posiblemente
constitutivos del delito de tortura ejercida en contra de una persona que está
sujeta a un proceso penal, tal y como acontece con el suscrito.
Máxime que, en el caso, con motivo de los actos de tortura, existe un
impacto en el proceso penal instruido en contra del suscrito, pues con la base para
tener por acreditada la responsabilidad del suscrito, ya que de manera
coaccionada, desde la declaración ministerial aceptó su participación en los
hechos; probanza que al haber sido concatenada con el diverso material
probatorio existente en la causa penal, se tuvo por acreditado el delito imputado y
su responsabilidad penal en la comisión del injusto penal.

Al tenor de lo establecido con antelación, se aprecia que la sentencia


recurrida está fundada en confesiones que han sido motivo de una denuncia de
tortura, y que la misma ha sido verificada a través del medio idóneo, un dictamen
realizado en términos del protocolo de Estambul a la suscrita MARIA CRISTINA
ARREGUIN JIMENEZ, existiendo así una violación de derechos fundamentales
que impacta en el proceso penal, soslayando la obligación de proceder a la
exclusión de las confesiones incriminatorias que resultaron de la aludida violación.

En lo conducente, resulta ilustrativa la tesis aislada 1a. CCCXXVI/2015


(10a.), sustentada por esta Primera Sala, de rubro y texto siguientes:

“PRUEBA ILÍCITA. LÍMITES DE SU EXCLUSIÓN. La


exclusión de la prueba ilícita aplica tanto a la prueba
obtenida como resultado directo de una violación
constitucional, como a la prueba indirectamente derivada de
dicha violación; sin embargo, existen límites sobre hasta cuándo
se sigue la ilicitud de las pruebas de conformidad con la cadena
de eventos de la violación inicial que harían posible que no se
excluyera la prueba. Dichos supuestos son, en principio, y de
manera enunciativa y no limitativa, los siguientes: a) si la
contaminación de la prueba se atenúa; b) si hay una fuente
independiente para la prueba; y c) si la prueba hubiera sido
descubierta inevitablemente. Sobre el primer supuesto, a saber, la
atenuación de la contaminación de la prueba, se podrían tomar,
entre otros, los siguientes factores para determinar si el vicio
surgido de una violación constitucional ha sido difuminado: a)
cuanto más deliberada y flagrante sea la violación
constitucional, mayor razón para que el juzgador suprima
toda evidencia que pueda ser vinculada con la ilegalidad. Así,
si la violación es no intencionada y menor, la necesidad de
disuadir futuras faltas es menos irresistible; b) entre más vínculos
(o peculiaridades) existan en la cadena entre la ilegalidad inicial y
la prueba secundaria, más atenuada la conexión; y c) entre más
distancia temporal exista entre la ilegalidad inicial y la adquisición
de una prueba secundaria, es decir, que entre más tiempo pase,
es más probable la atenuación de la prueba. En relación con el
segundo supuesto es necesario determinar si hay una fuente
independiente para la prueba. Finalmente, el tercer punto para no
excluir la prueba consistiría en determinar si ésta hubiera sido
descubierta inevitablemente en el proceso. Dicho supuesto se
refiere, en general, a elementos que constituyan prueba del delito
que hubieran sido encontrados independientemente de la
violación inicial. La aplicación del anterior estándar debe hacerse
en cada caso concreto.”

Lo expuesto se robustece las reglas de exclusión probatoria ante la


demostración de la correspondiente violación de derechos humanos con impacto
en el proceso penal seguido en contra de la víctima de la tortura, en la que la
Primera Sala ha sido firme en sostener, que si se pretende el respeto al derecho
de ser juzgado por tribunales imparciales y el derecho a una defensa adecuada,
una prueba obtenida de forma irregular, ya sea por contravenir el orden
constitucional o el legal, debía ser considerada como inválida; por tanto, ninguna
prueba que fuera en contra del derecho debía ser admitida y, si pese a ello
ya se había desahogado, debía restársele todo valor probatorio.

Sobre esa premisa se estableció que tratándose de la tortura, en el


supuesto de haberse determinado su existencia como violación al derecho
humano de debido proceso, se debe excluir todo medio de convicción que se
hubiera obtenido o que derivara directamente de la misma.

Ahora bien no se debe dejar desapercibido que existe el criterio por nuestra
suprema corte de justicia de la nación donde se establece la necesidad de reponer
procedimientos cuando exista una confesión de hechos imputados, en el
entendido de que toda aquella información obtenida por actos inhumanos, crueles
o cualquier tipo de tortura deben de ser excluidos del andamiaje probatorio a
evaluar en una sentencia, lo que es evidente no hizo el Juez de la Causa, aún
cuando tenía los estudios necesarios y pertinentes que acreditan la existencia de
la tortura en el suscrito.

Ahora bien en ese entendido y ha contrario sensu debe de aplicarse lo


establecido por la jurisprudencia número de registro 2015603 emitida por la
primera sala de la suprema corte de justicia de la nación de la 10ª época emitida
en la caseta del semanario judicial de la Federación que establece:

TORTURA. ES INNECESARIO REPONER EL


PROCEDIMIENTO CUANDO NO EXISTA CONFESIÓN DE LOS
HECHOS IMPUTADOS O CUALQUIER ACTO QUE CONLLEVE
AUTOINCRIMINACIÓN DEL INCULPADO. En el criterio emitido
por esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, en la jurisprudencia 1a./J. 10/2016 (10a.), (1) de rubro:
"ACTOS DE TORTURA. LA OMISIÓN DEL JUEZ PENAL DE
INSTANCIA DE INVESTIGAR LOS DENUNCIADOS POR EL
IMPUTADO, CONSTITUYE UNA VIOLACIÓN A LAS LEYES DEL
PROCEDIMIENTO QUE TRASCIENDE A SU DEFENSA Y
AMERITA LA REPOSICIÓN DE ÉSTE.", se establece que la
omisión de la autoridad judicial de investigar una denuncia de
tortura como violación a derechos fundamentales con repercusión
en el proceso penal, constituye una violación a las leyes que rigen
el procedimiento, que trasciende a las defensas del quejoso en
términos de los artículos 173, fracción XXII, de la Ley de Amparo,
1o., párrafo tercero, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, así como 1, 6, 8 y 10 de la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura y,
consecuentemente, debe ordenarse la reposición del
procedimiento de primera instancia para realizar la investigación
correspondiente y analizar la denuncia de tortura, únicamente
desde el punto de vista de violación de derechos humanos dentro
del proceso penal, a efecto de corroborar si existió o no dicha
transgresión para los fines probatorios correspondientes al dictar
la sentencia. No obstante, en aquellos casos en que no exista
confesión o algún otro acto que implique autoincriminación como
consecuencia de los actos de tortura alegados, no resulta
procedente ordenar la reposición del procedimiento de
conformidad con la jurisprudencia antes citada, pues en esos
supuestos la violación a derechos humanos derivada de la tortura
carece de trascendencia en el proceso penal por no haber
impacto; sin embargo, fuera de esos supuestos de excepción,
deberá procederse como se describe en el criterio jurisprudencial
de referencia. Es decir, que la jurisprudencia a que se alude
tendrá aplicación siempre que se trate de asuntos en los que,
como consecuencia de la tortura, se haya verificado la confesión
o cualquier manifestación incriminatoria del inculpado, porque en
tal caso, la autoridad jurisdiccional estará obligada a realizar una
investigación a fin de determinar si se actualizó o no la tortura y,
de corroborarse ésta, deberá ceñirse a los parámetros
constitucionales fijados en relación con las reglas de exclusión de
las pruebas ilícitas, esto es, que de no acreditarse el señalado
supuesto de excepción, el citado criterio jurisprudencial operará
en sus términos.
Se establece lo anterior toda vez que en el caso en particular que impone
una sentencia el suscrito, si se establece de manera adecuada la omisión de la
autoridad judicial de analizar de manera pormenorizada la imputación de delito de
tortura, más aún que sí o para en la averiguación previa declaración ministerial
donde de manera supuesta el suscrito admite los hechos, más aún importante,
una ampliación de declaración ministerial donde se vuelve a ratificar de manera
supuesta los hechos que se me imputa, sin embargo de manera explícita el
suscrito expuso al Juez de la Causa que fui objeto de tortura y que dichas
declaraciones fueron emitidas bajo coacción y violentando mis derechos humanos,
sumado a esto la existencia del dictamen pertinente de acuerdo al protocolo de
Estambul donde se establecen las directrices necesarias para determinar de
manera cabal la existencia la tortura.

Ante tal manifestación incriminatoria del suscrito, el Juez de causa debió de


excluir dichas declaraciones y ratificaciones emitidas en sede ministerial pues las
mismas fueron a base de la tortura, situación que soslayo en todo aspecto
violentando el debido proceso y los principios rectores de nuestro sistema jurídico
mexicano y más importante aún, violentando todos y cada uno de los principios
que establecen los tratados internacionales.

No se debe dejar pasar, que en el injusto penal que nos ocupa está
acreditado de manera cabal a través de un mecanismo idóneo para aprobar la
tortura con el dictamen de protocolo de Estambul y que sin duda el Juez al dejarlo
de lado y establecer que no robustece de manera alguna la violación alegada por
el suscrito, refleja en sí una transgresión de manera flagrante a los derechos
humanos y procesales del hoy sentenciado, pues dicho dictamen fue emitido y
basado en instrumentos internacionales que son las herramientas menesteres en
los casos de tortura, establecidos en el manual para la investigación y
documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas crueles inhumanos o
degradantes, que el mismo es más conocido como el protocolo de Estambul, dicho
protocolo o manual establece los parámetros mínimos que se deben examinar se
modulan para establecer en los sistemas legales la existencia o no de una tortura,
tal y como acontece en este caso donde el suscrito si fui objeto de tortura.

Tiene exacto anclaje lo establecido por la tesis aislada con números de


registro 2016654 emitida por el pleno de la suprema corte de justicia de la nación,
publicada en Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 53, Abril de
2018, Tomo I, página 338, que a la letra expone dos.

TORTURA. MECANISMOS PARA PROBARLA DENTRO


DEL PROCESO PENAL EN EL QUE SE DENUNCIA. La tortura
constituye una violación grave a los derechos humanos que debe
probarse por las vías legales idóneas para aclarar los hechos,
identificar a los responsables, facilitar su procesamiento y obtener
reparación para las víctimas. No obstante, al no poder presumirse
la actualización de la tortura, es necesaria la práctica de
exámenes para acreditarla; sin embargo, no existen criterios
unificados a nivel nacional e internacional sobre cómo probar la
tortura, ni una certificación para médicos y psicólogos sobre el
tema, pero existen diversos instrumentos internacionales que
fungen como herramienta para atender potenciales casos de
tortura, entre los que se encuentra el Manual para la investigación
y documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes, conocido coloquialmente
como Protocolo de Estambul, en el que se recogen parámetros
mínimos de examen que pueden ser modulados en cada país, en
atención a las particularidades de cada sistema legal y a los
recursos técnicos y económicos disponibles. En este sentido, el
Protocolo referido constituye una de las vías mediante las cuales
puede comprobarse la existencia de tortura, sin que obste la
posibilidad de realizar otros exámenes o pruebas que permitan,
en su caso, sancionar a los responsables, tales como la mecánica
de hechos y de lesiones que resultan de suma importancia, ya
que permiten lograr la obtención de información útil a la vez que
disminuyen el riesgo de revictimizar a la persona que alega haber
sufrido la tortura.

De dicho criterio podemos establecer que el dictamen emitido con base en


el protocolo de Estambul constituye la vía más importante que existe para
comprobar la existencia de tortura, pues en la misma se establece la mecánica de
los hechos las lesiones y de vital importancia el impacto psico emocional que
tuvieron los actos emitidos en contra del hoy apelante.

Asimismo no se debe dejar pasar que cuando se tiene de manera formal,


legal y material acreditada la tortura en las declaraciones ministeriales emitidas
por el suscrito el Juez no debió de darles certeza ni mucho menos veracidad, pues
aceptarlas y darles valor probatorio a las mismas para fundar una sentencia de un
delito tan gravoso como lo es la delincuencia organizada, conlleva una violación
flagrante a los derechos humanos de seguridad jurídica y legalidad, pues de
ninguna manera se cumplen con los estándares mínimos requeridos para tener
por cierta dicha declaración.

Siendo el Juez de la Causa la autoridad encargada de impartir justicia y


dilucidar todos y cada uno de los asuntos que se ponen en conocimiento del
mismo, su actuar resulta contradictorio a los estándares mínimos requeridos tanto
en nuestra constitución, nuestras leyes federales y los tratados internacionales,
pues en estos se establece el principio de presunción de inocencia y la prohibición
absoluta de realizar actos de tortura en contra de cualquier persona para
perjudicar a una persona, por lo cual debe de excluirse y negarle todo valor o
alcance probatorio que pudieran tener dichas declaraciones.

En ese mismo sentido, es importante señalar a este Tribunal de Alzadaque


un órgano judicial como lo es el Juez de la Causa no puede convalidar un acto
violatorio de derechos humanos como de manera errónea lo pretende hacer en la
sentencia que de manera injusta dicto en contra del suscrito, es decir, un órgano
jurisdiccional no puede pasar por alto los actos expuestos de violaciones emitidos
por un representante social, pues tiene la obligación de conocer la verdad y entre
ella se encuentra la veracidad o falsedad de las declaraciones ministeriales.

De particular importancia resulta destacar que la Corte Interamericana de


Derechos Humanos ha precisado que la obligación estatal de investigar y
sancionar las violaciones de derechos humanos se encuentra dentro de las
medidas positivas que deben adoptar los Estados para garantizar los derechos
reconocidos en la Convención.

Lo cual tiene como sustento la garantía consagrada en el artículo 1.1 de la


Convención Americana sobre Derechos Humanos. Obligación que implica el deber
de los Estados Parte de organizar todo el aparato gubernamental y, en general,
todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder
público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y
pleno ejercicio de los derechos humanos. Como consecuencia de esa obligación,
los Estados deben prevenir, respetar, investigar y sancionar toda violación de los
derechos reconocidos por la Convención y procurar, además, el restablecimiento,
si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la reparación de los daños
producidos por la violación de derechos humanos.

Ahora bien, como se ha señalado en el presente agravio la Primera Sala ha


establecido que por la trascendencia de afectación al derecho humano a la
integridad personal, con motivo de la comisión de actos de tortura, se requiere que
dicha conducta sea investigada desde dos vertientes, como delito en estricto
sentido y como violación a los derechos humanos de la persona sometida a
algún procedimiento penal, a partir de pruebas que presuntamente se
obtuvieron con motivo de actos de tortura a los que fue sometido el inculpado, lo
que de ninguna manera realiza el Juez de la cusa, lo que impide al hoy apelante
tener un debido proceso y acceso a la seguridad jurídica que garantiza el Estado
Mexicano.
Por lo que no debe de soslayarse lo establecido por la corte al momento de
resolver y establecer en la en la tesis aislada 1a. CCVI/2014, la denuncia de
tortura ante cualquier autoridad que establece:

C.1. Obligación de investigación.

Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justician de la


Nación, en la tesis aislada 1a. CCVI/2014, estableció que frente a
la denuncia o alegada tortura ante cualquier autoridad, surgen
diversos deberes que es imperativo cumplir por aquéllas en el
ámbito de su competencia. Lo cual se determinó conforme a los
enunciados siguientes:

(1) Las personas que denuncien actos de tortura tienen el


derecho a que las autoridades intervengan de forma expedita
para que su acusación sea investigada y, en su caso, examinada
a través de un juicio penal; en ese sentido, las autoridades tienen
la obligación de investigar la tortura para, en su caso, esclarecerla
como delito, así como de realizar y proseguir de modo diligente
las investigaciones necesarias para deslindar responsabilidades
por su comisión.

(2) La obligación de proteger ese derecho recae en todas


las autoridades del país y no sólo en aquellas que deban
investigar o juzgar el caso.

(3) Atento al principio interpretativo pro persona, para


efectos del mencionado derecho, debe considerarse como
denuncia de un acto de tortura a todo tipo de noticia o aviso que
sobre ese hecho se formule ante cualquier autoridad con motivo
de sus funciones.
(4) Cuando una persona ha sido sometida a coacción para
quebrantar la expresión espontánea de su voluntad, deben
excluirse las pruebas obtenidas mediante la misma.

Directrices que retoman los parámetros fijados por la Corte


Interamericana de Derechos Humanos, en el sentido de que de la
Convención Interamericana contra la Tortura deriva el deber del
Estado de investigar, cuando se presente denuncia o cuando
exista razón fundada para creer que se ha cometido un acto de
tortura en el ámbito de su jurisdicción. Obligación que deriva del
derecho internacional y no puede desecharse o condicionarse por
actos o disposiciones normativas internas de ninguna índole. Ello,
al margen de que la tortura no se haya denunciado ante las
autoridades competentes.

Debiéndose entender por razón fundada la existencia de


indicios de la ocurrencia de actos de tortura…

C.2. Omisión de la investigación, como violación a las


leyes del procedimiento que tiene trascendencia en la
defensa del quejoso.

Como ha quedado precisado, el derecho a la integridad


personal (física, psíquica y moral), comprende el derecho
fundamental a no ser torturado, ni a ser sometido a tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes. Derechos que se traducen en
una prohibición absoluta y de carácter inderogable a cargo del
Estado.

Por tanto, para los efectos de la reparación de una posible


violación a ese derecho fundamental, es necesario precisar si la
omisión de las autoridades judiciales de investigar una denuncia
de tortura realizada en el proceso, constituye o no una violación
procesal.

La respuesta a este planteamiento ha sido analizada por


esta Primera Sala al resolver la Contradicción de Tesis 315/2014.
En dicha ejecutoria se estableció que el derecho a un debido
proceso, contiene un núcleo duro que debe observarse de
manera inexcusable en todo el procedimiento jurisdiccional, y que
se garantiza a través del cumplimiento de las formalidades
esenciales del procedimiento, cuyo conjunto integra la "garantía
de audiencia".

Lo cual, permite que los gobernados ejerzan el derecho a


contar con una defensa adecuada previo a que mediante un acto
de autoridad se modifique su esfera jurídica en forma definitiva,
que puede implicar la privación de la libertad, propiedad,
posesiones o derechos.

Lo anterior, conforme a la parte correspondiente de la


jurisprudencia, en materia constitucional, 1a./J.11/2014,
sustentada por esta Primera Sala, con el rubro: “DERECHO AL
DEBIDO PROCESO. SU CONTENIDO.”

Por tanto, se precisó en la ejecutoria que las formalidades


esenciales del procedimiento constituyen el mínimo de garantías
que debe tener toda persona cuya esfera jurídica pretenda
modificarse mediante la actividad punitiva del Estado.

De ahí que el cumplimiento de las formalidades esenciales


del procedimiento es una obligación impuesta a las autoridades
que se traducen en: 1) la notificación del inicio del procedimiento
y sus consecuencias; 2) la oportunidad de ofrecer y desahogar las
pruebas en que se finque la defensa; 3) la oportunidad de alegar;
y, 4) el dictado de una resolución que dirima las cuestiones
debatidas y la existencia de un medio de impugnación.

De ahí que cuando se violan las formalidades esenciales


del procedimiento, ello se traduce en un impedimento para el
gobernado en el ejercicio pleno de su derecho fundamental de
defensa previo al correspondiente acto privativo, que lo ubicó en
un estado de indefensión. Lo cual fue precisado por el Tribunal
Pleno de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, al emitir la
jurisprudencia P./J. 47/95, con el rubro: “FORMALIDADES
ESENCIALES DEL PROCEDIMIENTO. SON LAS QUE
GARANTIZAN UNA ADECUADA Y OPORTUNA DEFENSA
PREVIA AL ACTO PRIVATIVO.”

De lo anterior podemos establecer que el suscrito debe de contar con el


derecho a contar con una defensa adecuada previo a que mediante un acto de
autoridad se modifique su esfera jurídica en forma definitiva, que puede implicar la
privación de la libertad, propiedad, posesiones o derechos, por lo que los actos de
tortura resultan ser contrario a lo establecido por nuestra legislación nacional asi
como la internacional de la cual el estado mexicano es parte.

Lo anterior, conforme a la parte correspondiente de la jurisprudencia, en


materia constitucional, 1a./J.11/2014, sustentada por esta Primera Sala, con el
rubro:

DERECHO AL DEBIDO PROCESO. SU CONTENIDO.


Dentro de las garantías del debido proceso existe un "núcleo
duro", que debe observarse inexcusablemente en todo
procedimiento jurisdiccional, y otro de garantías que son
aplicables en los procesos que impliquen un ejercicio de la
potestad punitiva del Estado. Así, en cuanto al "núcleo duro", las
garantías del debido proceso que aplican a cualquier
procedimiento de naturaleza jurisdiccional son las que esta
Suprema Corte de Justicia de la Nación ha identificado como
formalidades esenciales del procedimiento, cuyo conjunto integra
la "garantía de audiencia", las cuales permiten que los
gobernados ejerzan sus defensas antes de que las autoridades
modifiquen su esfera jurídica definitivamente. Al respecto, el
Tribunal en Pleno de esta Suprema Corte de Justicia de la
Nación, en la jurisprudencia P./J. 47/95, publicada en el
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época,
Tomo II, diciembre de 1995, página 133, de rubro:
"FORMALIDADES ESENCIALES DEL PROCEDIMIENTO. SON
LAS QUE GARANTIZAN UNA ADECUADA Y OPORTUNA
DEFENSA PREVIA AL ACTO PRIVATIVO.", sostuvo que las
formalidades esenciales del procedimiento son: (i) la notificación
del inicio del procedimiento; (ii) la oportunidad de ofrecer y
desahogar las pruebas en que se finque la defensa; (iii) la
oportunidad de alegar; y, (iv) una resolución que dirima las
cuestiones debatidas y cuya impugnación ha sido considerada por
esta Primera Sala como parte de esta formalidad. Ahora bien, el
otro núcleo es identificado comúnmente con el elenco de
garantías mínimo que debe tener toda persona cuya esfera
jurídica pretenda modificarse mediante la actividad punitiva del
Estado, como ocurre, por ejemplo, con el derecho penal,
migratorio, fiscal o administrativo, en donde se exigirá que se
hagan compatibles las garantías con la materia específica del
asunto. Por tanto, dentro de esta categoría de garantías del
debido proceso, se identifican dos especies: la primera, que
corresponde a todas las personas independientemente de su
condición, nacionalidad, género, edad, etcétera, dentro de las que
están, por ejemplo, el derecho a contar con un abogado, a no
declarar contra sí mismo o a conocer la causa del procedimiento
sancionatorio; y la segunda, que es la combinación del elenco
mínimo de garantías con el derecho de igualdad ante la ley, y que
protege a aquellas personas que pueden encontrarse en una
situación de desventaja frente al ordenamiento jurídico, por
pertenecer a algún grupo vulnerable, por ejemplo, el derecho a la
notificación y asistencia consular, el derecho a contar con un
traductor o intérprete, el derecho de las niñas y los niños a que su
detención sea notificada a quienes ejerzan su patria potestad y
tutela, entre otras de igual naturaleza.

Por lo que el Juez de la Causa deja de lado las formalidades esenciales del
procedimiento, aun cuando las mismas constituyen el mínimo de garantías que
debe tener toda persona cuya esfera jurídica pretenda modificarse mediante la
actividad punitiva del Estado.

De ahí que el cumplimiento de las formalidades esenciales del


procedimiento es una obligación impuesta a las autoridades que se traducen en
garantizar al suscrito un dictado de una resolución que dirima las cuestiones
debatidas, más aun cuando dichas cuestiones se sostienen bajo actos violatorios
de derechos humanos en contra del hoy apelante.

Bajo ese contexto, consciente de la gravedad que implica la práctica de la


tortura, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en sesión
de doce de agosto de dos mil nueve, al resolver el Amparo Directo 9/2008 ,
determinó que el derecho a no ser objeto de la misma es absoluto.

Con fundamento en lo dispuesto por el artículo 22 de la Constitución


Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Ley Federal para Prevenir y
Sancionar la Tortura y la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos o Degradantes, precisó que el Estado Mexicano tiene
diversas obligaciones a fin de prevenirla y sancionarla.

Entre dichas obligaciones se distinguen aquéllas tendentes a contemplarla y


castigarla como delito, de las que están encaminadas a identificarla como
violación a la integridad personal, con repercusión al derecho humano de debido
proceso. En dicho precedente se señaló que para estar en condiciones de cumplir
de manera adecuada esas obligaciones, todos los agentes estatales tienen el
deber de suministrar la evidencia que posean respecto a la misma y claramente se
dijo, en torno al delito de tortura, que éste no podía presumirse, sino era necesario
que se probase.

Antecedentes En los tiempos que actualmente está viviendo el Estado Mexicano el


cateo, la prisión preventiva y el arraigo penal, son las técnicas de investigación
criminal más recurridas por los Ministerios Públicos Federales en México, desde la
Reforma Constitucional en donde se establece legalmente el arraigo, en el 8º
párrafo del artículo 16 Constitucional. Esto nos da una mezcolanza de los
procedimientos de justicia penal y de seguridad pública en que el arraigo, por
ejemplo, se vuelve una mera herramienta de la prisión preventiva, de ahí la
conveniencia de determinar como un subsistema de excepción consistente en la
aplicación de una especie de pena pre procesal, que ajusta las garantías judiciales
de las personas, colocándolas en un limbo jurídico en que no son ni indiciadas ni
inculpadas, y en la mayoría de los casos desconocen a la persona que los acusa,
bajo la figura de los testigos anónimos, o testigos protegidos, de los cuales se han
documentado diversos casos de testimonio rendido bajo tortura. La persona en
situación de arraigo ni siquiera está vinculada a proceso penal alguno,
simplemente se le ha privado de la libertad para ponerla a plena disposición de la
autoridad investigadora, trastocando las reglas de la normalidad democrática. El
esquema mismo del arraigo, se iguala a una forma de debilitamiento de la
personalidad y las barreras de resistencia psíquica de la víctima, típica de las
características de tortura. Anteriormente al año 2008, siempre se demandó que el
arraigo era totalmente anticonstitucional, puesto que no se encontraba dentro de la
Constitución y las autoridades lo utilizaban de forma arbitraria y a su libre albedrío,
y con este actuar de las autoridades violaban el derecho a la libertad personal,
pues como lo estableció la Suprema Corte de Justicia de la Nación en su
momento en la siguiente tesis, que a la letra dice:
ARRAIGO PENAL. EL ARTÍCULO 122 BIS DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS
PENALES DEL ESTADO DE CHIHUAHUA QUE LO ESTABLECE, VIOLA LA
GARANTÍA DE LIBERTAD PERSONAL QUE CONSAGRAN LOS ARTÍCULOS 16,
18, 19, 20 Y 21 DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL87.
Tesis aislada: P. XXII/2006, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
Novena Época, 176030 6 de 13, Pleno, Tomo XXIII, Febrero de, 2006, Pág. 1170,
(Constitucional, Penal). De rubro “ARRAIGO PENAL. EL ARTÍCULO 122 BIS DEL
CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS PENALES DEL ESTADO DE CHIHUAHUA
QUE LO ESTABLECE, VIOLA LA GARANTÍA DE LIBERTAD PERSONAL QUE
CONSAGRAN LOS ARTÍCULOS 16, 18, 19, 20 Y 21 DE LA CONSTITUCIÓN
FEDERAL
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos permite,
excepcionalmente, la afectación de la libertad personal del gobernado mediante la
actualización de las condiciones y los plazos siguientes: a) en caso de delito
fagrante obliga a quien realice la detención, a poner sin demora al indiciado o
incoado a disposición de la autoridad inmediata y ésta al Ministerio Público, quien
realizará la consignación; b) en casos urgentes, tratándose de delitos graves y
ante el riesgo fundado de que el indiciado se sustraiga a la justicia y no se pueda
acudir ante un Juez, el Ministerio Público puede realizar la detención bajo su
responsabilidad, supuesto en que tendrá, ordinariamente, un plazo de 48 horas
para poner al detenido a disposición de la autoridad judicial, la que de inmediato
ratifcará la detención o decretará la libertad; c) mediante orden de aprehensión
dictada por autoridad judicial, quedando obligada la autoridad ejecutora a poner al
inculpado a disposición del Juez, sin dilación alguna y bajo su más estricta
responsabilidad; d) por virtud de auto de formal prisión dictado por el Juez de la
causa, dentro del improrrogable plazo de 72 horas a partir de que el indiciado sea
puesto a su disposición; y, e) tratándose de sanciones por infracciones a los
reglamentos gubernativos y de policía, se permite el arresto hasta por 36 horas.
Como se advierte, en toda actuación de la autoridad que tenga como
consecuencia la privación de la libertad personal, se prevén plazos breves,
señalados inclusive en horas, para que el gobernado sea puesto a disposición
inmediata del Juez de la causa y éste determine su situación jurídica. Ahora bien,
el artículo 122 bis del Código de Procedimientos Penales del Estado de
Chihuahua, al establecer la fgura jurídica del arraigo penal, la cual aunque tiene la
doble fnalidad de facilitar la integración de la averiguación previa y de evitar que
se imposibilite el cumplimiento de la eventual orden de aprehensión que llegue a
dictarse, viola la garantía de libertad personal que consagran los artículos 16, 18,
19, 20 y 21 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pues no
obstante que la averiguación todavía no arroja datos que conduzcan a establecer
que en el ilícito tenga probable responsabilidad penal una persona, se ordena la
privación de su libertad personal hasta por un plazo de 30 días, sin que al efecto
se justifque tal detención con un auto de formal prisión en el que se le den a
conocer los pormenores del delito que se le imputa, ni la oportunidad de ofrecer
pruebas para deslindar su responsabilidad.
Violación a los derechos humanos En el arraigo hay un abuso que las autoridades
hacen a discreción, lo cual desmiembra una serie de garantías no sólo por la
forma en que es girado, sino también por lo que respecta a su vigencia que puede
ser de 40 días o duplicarse hasta 80 a solicitud del Ministerio Público Federal,
pues si una persona es sospechosa de estar cometiendo delitos en delincuencia
organizada, la orden de privarla de su libertad será totalmente de una forma
especial aplicando la fgura del arraigo, tal y como lo establece el párrafo 8º del
artículo 16 Constitucional88. Especifcando que el tema del arraigo sólo es
competencia del Ministerio Público Federal, puesto que sólo se decretará en
delitos que se traten de delincuencia organizada; la misma Suprema Corte de
Justicia de la Nación lo aclaró en la siguiente tesis: ARRAIGO. EL ARTÍCULO 121
DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS EN MATERIA DE DEFENSA SOCIAL
PARA EL ESTADO DE PUEBLA, EN SU TEXTO ANTERIOR A LA REFORMA
PUBLICADA EN EL PERIÓDICO OFICIAL LOCAL EL 4 DE ENERO DE 2012,
QUE PERMITÍA DECRETARLO CONTRA EL INDICIADO, SIN ESPECIFICAR
RESPECTO DE QUÉ DELITOS, VULNERA EL ARTÍCULO 16, PÁRRAFO
OCTAVO, DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL89. A partir de la reforma a la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, publicada en el Diario
Ofcial de la Federación el dieciocho de junio de dos mil ocho, la fgura del arraigo
se reguló en el artículo 16, párrafo octavo, y se estableció su procedencia única y
exclusivamente para delitos de delincuencia organizada, materia en la cual, por
disposición expresa del precepto 73,fracción XXI, inciso b), constitucional,
corresponde legislar sólo al Congreso de la Unión. En ese sentido, el artículo 121
del Código de Procedimientos en Materia de Defensa Social para el Estado de
88Artículo 16 constitucional párrafo 8º…La autoridad judicial, a petición del
Ministerio Público y tratándose de delitos de delincuencia organizada, podrá
decretar el arraigo de una persona, con las modalidades de lugar y tiempo que la
ley señale, sin que pueda exceder de cuarenta días, siempre que sea necesario
para el éxito de la investigación, la protección de personas o bienes jurídicos, o
cuando exista riesgo fundado de que el inculpado se sustraiga a la acción de la
justicia. Este plazo podrá prorrogarse, siempre y cuando el Ministerio Público
acredite que subsisten las causas que le dieron origen. En todo caso, la duración
total del arraigo no podrá exceder los ochenta días… 89Véase Tesis aislada:
VI.2o.P.21 P (10a.): Tribunales Colegiados de Circuito, Gaceta del Semanario
Judicial de la, Federación: Libro 17, Abril de 2015, Tomo II, Décima Época Pág.
1665, 2008821, 6 de, 74, (Constitucional) bajo el rubro “ARRAIGO. EL ARTÍCULO
121 DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS EN MATERIA DE DEFENSA SOCIAL
PARA EL ESTADO DE PUEBLA, EN SU TEXTO ANTERIOR A LA REFORMA
PUBLICADA EN EL PERIÓDICO OFICIAL LOCAL EL 4 DE ENERO DE 2012,
QUE PERMITÍA DECRETARLO CONTRA EL INDICIADO, SIN ESPECIFICAR
RESPECTO DE QUÉ DELITOS, VULNERA EL ARTÍCULO 16, PÁRRAFO
OCTAVO, DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL.
El arraigo penal además en su aplicación en sí misma, es una forma de tortura, ya
que si acatamos el concepto de tortura que establece la Convención contra la
Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes108, adoptada
por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el día 10 del mes de diciembre
del año de 1984 y que su texto original de la comentada Convención, fue
publicado en el Diario Oficial de la Federación, el jueves 6 de marzo de 1986, en el
artículo 1.1 establece claramente lo siguiente: Artículo 1 1. A los efectos de la
presente Convención, se entenderá por el término “tortura” todo acto por el cual se
infija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean
físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una
confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha
cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier
razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o
sufrimientos sean infringidos por un funcionario público u otra persona en el
ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o
aquiescencia. No se considerarán torturas los dolores o sufrimientos que sean
consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes o
incidentales a éstas.
Aunado a lo anterior, la Convención de Viena establece en su artículo 27, respecto
al derecho interno y la observancia de los tratados, que una parte no podrá invocar
las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de
un tratado. Esta norma se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 46.,
y el Estado Mexicano está desconociendo la Convención contra la Tortura y otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, puesto que, como ya ha sido
explicado con anterioridad, el arraigo penal es una forma fragrante de tortura que
se está aplicando en el Estado Mexicano en aras de justifcar la lucha en contra de
la delincuencia organizada, que como ya se ha explicado también, no está siendo
efectivo puesto que la gran mayoría de los arraigados salen libres por falta de
elementos para procesar. Organismos Internacionales ya han hecho
observaciones al Estado Mexicano; tal es el caso del informe que el Subcomité
para la Prevención de la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes
hizo en su visita a México en 2010, donde relató lo que observó y recomendó lo
siguiente en los párrafos 237 y 238. 237. El SPT desea recordar al Estado
mexicano que la persona privada de libertad debe ingresar al lugar de detención
plenamente informada e inducida sobre sus derechos y deberes y de las
condiciones de su privación de libertad y que debe ser tratada humanamente con
respeto a sudignidad. 238. El SPT considera que la fgura jurídica del arraigo
puede llegar a propiciar la práctica de la tortura al generar espacios de poca
vigilancia y vulnerabilidad de los arraigados, quienes no tienen ninguna condición
jurídica claramente defnida para poder ejercer su derecho de defensa. El SPT
recomienda la adopción de medidas legislativas, administrativas o de cualquier
otra naturaleza para evitar que la práctica del arraigo genere situaciones que
puedan incidir en casos de tratos crueles, inhumanos o degradantes109. En el
informe que rinde la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, sobre la
situación de violación a los derechos humanos en México (OEA/Ser. L/V/II. Doc.
44/15 31 de diciembre 2015)110, puntualizó en su numeral 314 lo siguiente: La
CIDH ha manifestado anteriormente su preocupación, sobre la existencia de la
fgura de arraigo, y ha exhortado al Estado a eliminarla de su normativa interna111.
Durante los últimos años, la Comisión ha recibido numerosas denuncias sobre la
utilización del arraigo para detener a personas sospechosas en casas particulares,
hoteles e instalaciones militares, sin el respeto de las garantías judiciales, y
propiciando que las personas privadas de libertad se enfrenten al riesgo de ser
sometidos a malos tratos, e incluso tortura. Asimismo, esta Comisión advierte que
diversos órganos de Naciones Unidas, y Organizaciones de la Sociedad Civil,
tanto a nivel nacional como internacional, han señalado que el arraigo fomenta el
uso de la detención como medio de investigación vulnerando derechos como la
libertad personal y las garantías personales, además de que propicia un clima en
el que las personas privadas de libertad corren el riesgo de ser sometidos a malos
tratos y tortura112. En consecuencia, el Relator Especial de Naciones Unidas
sobre la Tortura, el Comité contra la Tortura, el Grupo de Trabajo sobre
desapariciones forzadas o involuntarias, y la Relatora Especial sobre la
independencia de los magistrados y abogados han solicitado al Estado Mexicano
su eliminación.

Cita la tesis de rubro: “DERECHO DE LA PERSONA DETENIDA A SER PUESTA


A DISPOSICIÓN INMEDIATA ANTE EL MINISTERIO PÚBLICO. LA RETENCIÓN
INDEBIDA GENERA COMO CONSECUENCIAS Y EFECTOS LA INVALIDEZ DE
LOS DATOS DE PRUEBA OBTENIDAS DIRECTAS E INMEDIATA EN AQUÉLLA.
AL SER CONSIDERDOS ILÍCITOS”
Jurisprudencia de la Segunda Sala 16/2016, Gaceta del Semanario Judicial de la
Federación, Décima Época, Materia Común, Libro 27, febrero de 2016, Tomo I,
página 729, registro IUS 2011123

La sentencia que se combate es carente de todal lógica ya que es menester


que existan indicios robustecidos con una serie de pruebas, que concatenados
lógica y naturalmente, permitan de manera fundada y motivada a la autoridad
responsable, arribar a la conclusión de tener por demostrada la participación del
hoy quejoso, en relación a los ilícitos por los que se dictó en mi contra,
indebidamente, sentencia condenatoria.

En este sentido se debe de ponderar aquel principio básico del cual todo
ser humano es garante, la presunción de inocencia, presunción que debe de
suponer siempre en todo juicio legal, con mayor cabida en el asunto que nos
ocupa, teniendo como premisa básica del principio, la acreditación de los
probables hechos, por parte de la Representación Social, misma que no realizó y
que a contrario sensu, efectuó diligencias claramente ilegales, carentes de
credibilidad y valor jurídico, dicho principio debe de valorarse de manera adecuada
ya que resulta ser uno de los derechos fundamentales más grandes y debe ser
accesible a todos los seres humanos, derechos fundamentales que el Estado
Mexicano debe de salvaguardar.

Lo antes expuesto encuentra sustento en la Tesis Aislada 1a. CCXVII/2015


(10a.), con número de registro 2009468, de la Décima Época, consultable en la
Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, en el libro 19, de junio de 2015,
en el tomo I, en la página 597, materia Constitucional Penal, de rubro y texto
siguiente:

“…PRUEBAS DE DESCARGO. EL JUZGADOR DEBE


VALORARLAS EN SU TOTALIDAD A FIN DE NO VULNERAR
LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA DEL IMPUTADO. Una de las
particularidades de la valoración de las pruebas en materia penal
tiene que ver con que en muchas ocasiones las partes plantean al
menos dos versiones total o parcialmente incompatibles sobre los
hechos relevantes para el proceso, las cuales están recogidas
respectivamente en la hipótesis de la acusación y en la hipótesis
de la defensa. Al mismo tiempo, en el material probatorio pueden
coexistir tanto pruebas de cargo como pruebas de descargo.
Ahora bien, sobre estas últimas, no sólo deben considerarse de
descargo aquellas pruebas que apoyan directamente la hipótesis
de la defensa, sino también cualquier medio probatorio que tenga
como finalidad cuestionar la credibilidad de las pruebas de cargo,
o más ampliamente, poner en duda algún aspecto de la hipótesis
de la acusación. De ahí que los jueces ordinarios deben valorar
todas las pruebas de descargo para no vulnerar la presunción de
inocencia de la que goza todo imputado…”

Amparo directo en revisión 3457/2013. 26 de noviembre de 2014.


Mayoría de cuatro votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Olga Sánchez Cordero de
García Villegas y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Disidente: Jorge
Mario Pardo Rebolledo. Ponente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
Secretario: Arturo Bárcena Zubieta.

Esta tesis se publicó el viernes 26 de junio de 2015 a las 9:20


horas en el Semanario Judicial de la Federación.
Debiendo de considerar los alcances legales de dicho principio, ya que este
no basta solo con la intención de la Representación Social de acreditar un hecho,
sino que versa sobre le necesidad de todo ser humano a tener acceso un debido
proceso, en tales tesituras, la Representación Social debió de haber acreditado de
manera precisa todos y cada uno de los elementos del delito.

Resulta aplicable al caso, el contenido de la tesis de la Novena Época, con


número de Registro: 172433, Instancia: Segunda Sala, Tesis Aislada, Fuente:
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo XXV, de fecha Mayo de
2007, en Materia: Constitucional, Penal, visible en la Página: 1186, misma que al
rubro y texto indica:

“…PRESUNCIÓN DE INOCENCIA. ALCANCES DE ESE


PRINCIPIO CONSTITUCIONAL. El principio de presunción de
inocencia que en materia procesal penal impone la obligación de
arrojar la carga de la prueba al acusador, es un derecho
fundamental que la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos reconoce y garantiza en general, cuyo alcance
trasciende la órbita del debido proceso, pues con su aplicación se
garantiza la protección de otros derechos fundamentales como
son la dignidad humana, la libertad, la honra y el buen nombre,
que podrían resultar vulnerados por actuaciones penales o
disciplinarias irregulares. En consecuencia, este principio opera
también en las situaciones extraprocesales y constituye el derecho
a recibir la consideración y el trato de "no autor o no partícipe" en
un hecho de carácter delictivo o en otro tipo de infracciones
mientras no se demuestre la culpabilidad; por ende, otorga el
derecho a que no se apliquen las consecuencias a los efectos
jurídicos privativos vinculados a tales hechos, en cualquier
materia…”

De igual forma, es aplicable al caso, el contenido de la Jurisprudencia de la


Novena Época, del Pleno, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y
su Gaceta, tomo XVI, de Agosto de 2002, visible en la Página: 14, de la voz y
texto siguientes:

“…PRESUNCIÓN DE INOCENCIA. EL PRINCIPIO RELATIVO


SE CONTIENE DE MANERA IMPLÍCITA EN LA CONSTITUCIÓN
FEDERAL. De la interpretación armónica y sistemática de los
artículos 14, párrafo segundo, 16, párrafo primero, 19, párrafo
primero, 21, párrafo primero, y 102, apartado A, párrafo segundo,
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se
desprenden, por una parte, el principio del debido proceso legal
que implica que al inculpado se le reconozca el derecho a su
libertad, y que el Estado sólo podrá privarlo del mismo cuando,
existiendo suficientes elementos incriminatorios, y seguido un
proceso penal en su contra en el que se respeten las formalidades
esenciales del procedimiento, las garantías de audiencia y la de
ofrecer pruebas para desvirtuar la imputación correspondiente, el
Juez pronuncie sentencia definitiva declarándolo culpable; y por
otra, el principio acusatorio, mediante el cual corresponde al
Ministerio Público la función persecutoria de los delitos y la
obligación (carga) de buscar y presentar las pruebas que
acrediten la existencia de éstos, tal y como se desprende de lo
dispuesto en el artículo 19, párrafo primero, particularmente
cuando previene que el auto de formal prisión deberá expresar
"los datos que arroje la averiguación previa, los que deben ser
bastantes para comprobar el cuerpo del delito y hacer probable la
responsabilidad del acusado"; en el artículo 21, al disponer que "la
investigación y persecución de los delitos incumbe al Ministerio
Público"; así como en el artículo 102, al disponer que corresponde
al Ministerio Público de la Federación la persecución de todos los
delitos del orden federal, correspondiéndole "buscar y presentar
las pruebas que acrediten la responsabilidad de éstos". En ese
tenor, debe estimarse que los principios constitucionales del
debido proceso legal y el acusatorio resguardan en forma implícita
el diverso principio de presunción de inocencia, dando lugar a que
el gobernado no esté obligado a probar la licitud de su conducta
cuando se le imputa la comisión de un delito, en tanto que el
acusado no tiene la carga de probar su inocencia, puesto que el
sistema previsto por la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos le reconoce, a priori, tal estado, al disponer
expresamente que es al Ministerio Público a quien incumbe probar
los elementos constitutivos del delito y de la culpabilidad del
imputado…”

Llevándonos esto a lo estipulado por los Tribunales Nacionales y ante la


inexistencia de medios de prueba idóneos para acreditar el hecho delictuoso en mi
contra y tomando en consideración el testimonio de las personas a mi favor, es
necesario puntualizar que no hay una prueba que se pueda concatenar con otra
para acreditar algún elemento del delito, y que al contrario genera una gran duda
para la verdad histórica de los hechos.
De lo anterior, se desprende que el principio tutelado en los instrumentos
internacionales referidos, establece una presunción a favor del acusado de un
delito, según la cual, éste es considerado inocente mientras no se haya
establecido su responsabilidad penal mediante sentencia firme. Ahora bien, como
se ha visto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha concluido que ese
principio se encuentra inmerso en los artículos 14, párrafo segundo; 16, párrafo
primero; 19, párrafo primero; 21, párrafo primero, y 102, apartado A, segundo
párrafo, de nuestra Constitución Federal (establecido de manera expresa en el
Apartado B, fracción I, del texto vigente del artículo 20 de la citada Carta Magna),
razón por la cual, si se constata que una resolución como la que constituye el acto
reclamado en el presente juicio de garantías, no cumple con lo ordenado en los
preceptos constitucionales citados, como en el caso acontece, es evidente que
transgrede el principio de presunción de inocencia consagrado en nuestra
Constitución Federal y en los Tratados Internacionales invocados, que igualmente
lo reconocen.

Lo anterior lo sostuvo la Primera Sala de nuestro Máximo Tribunal Federal,


en la tesis aislada I/2012 (10ª), aprobada en sesión privada de dieciocho de enero
de dos mil doce, cuyo rubro y texto son los siguientes:

“…PRESUNCIÓN DE INOCENCIA. EL PRINCIPIO RELATIVO


ESTÁ CONSIGNADO EXPRESAMENTE EN LA CONSTITUCIÓN
POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, A PARTIR
DE LA REFORMA PUBLICADA EN EL DIARIO OFICIAL DE LA
FEDERACIÓN EL 18 DE JUNIO DE 2008. La Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación ha reiterado en diversos
asuntos que el principio de presunción de inocencia es un derecho
universal que se traduce en que nadie puede ser condenado si no
se comprueba plenamente el delito que se le imputa y la
responsabilidad penal en su comisión, lo que significa que la
presunción de inocencia la conserva el inculpado durante la
secuela procesal hasta que se dicte sentencia definitiva con base
en el material probatorio existente en los autos…”.

Por otra parte, el Tribunal en Pleno sustentó la tesis aislada P. XXXV/2002,


publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época,
Tomo XVI, agosto de 2002, página 14, con el rubro:
“…PRESUNCIÓN DE INOCENCIA. EL PRINCIPIO RELATIVO
SE CONTIENE DE MANERA IMPLÍCITA EN LA CONSTITUCIÓN
FEDERAL.”, en la que estableció que en la Ley Suprema, vigente
en ese entonces, no estaba expresamente establecido el principio
de presunción de inocencia, pero de la interpretación armónica y
sistemática de sus artículos 14, segundo párrafo, 16, primer
párrafo, 19, primer párrafo, 21, primer párrafo, y 102, apartado A,
segundo párrafo, se advertía que los principios constitucionales
del debido proceso legal y el acusatorio resguardaban
implícitamente el diverso de presunción de inocencia. De ahí que
el perfeccionamiento de la justicia penal en nuestro país ha
incidido en que este principio se eleve expresamente a rango
constitucional a partir de la reforma publicada en el Diario Oficial
de la Federación el 18 de junio de 2008, para quedar ahora
contenido en el artículo 20, apartado B, denominado: “De los
derechos de toda persona imputada”, que en su fracción I,
establece: “I. A que se presuma su inocencia mientras no se
declare su responsabilidad mediante sentencia emitida por el juez
de la causa…”.

En el presente caso, el Juez de la Causa indebidamente atribuyó al


apelante la carga de demostrar su inocencia, y eximió al Ministerio Público de su
obligación de acreditar los elementos constitutivos de los elementos del tipo penal,
por los que se dictó sentencia al suscrito, así como la probable responsabilidad
penal; valorando las pruebas en contravención a los principios básicos que las
rigen; razón por la cual es procedente que su Señoría me otorgue el Amparo y
Protección de la Justicia Federal por la violación flagrante de mis derechos
humanos.

Sirve de apoyo a lo anterior, la tesis II.2o.P. J/20, con número de registro


1012270, emitida por el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal del
Segundo Circuito, de la Novena Época, Septiembre de 2011, página 2303 de
rubro y texto siguientes:

“…DEBIDO PROCESO Y PRESUNCIÓN DE INOCENCIA. NO SE


TRANSGREDEN LA CONSTITUCIÓN NI LOS TRATADOS QUE
RECONOCEN ESTOS PRINCIPIOS CUANDO LA AFECTACIÓN
A LA LIBERTAD DEL QUEJOSO SE JUSTIFICA POR
HABERSE CUMPLIDO LOS REQUISITOS LEGALES EXIGIDOS
CONFORME A LA NORMATIVIDAD APLICABLE. La
circunstancia de que determinados principios como los de debido
proceso legal y presunción de inocencia no sólo estén
consagrados en la Constitución Federal, sino también en tratados
internacionales, no significa que no pueda justificarse una
sentencia de condena o que todo acto de autoridad que afecte los
intereses del procesado, como su libertad, trastoquen dichos
principios. Por el contrario, lo que en ellos se establece es la
condicionante de que dicha afectación al quejoso, en su caso, se
vea justificada por la constatación de haberse observado o
cumplido los requisitos que la propia ley contempla para que esa
afectación quede enmarcada dentro de la legalidad en aras del
interés público que es inherente al proceso penal y, en general, a
la persecución de los delitos. Luego, si se obtiene que el sentido
del fallo se justifica por haberse cumplido los requisitos legales
exigidos por el caso y con base en la normatividad aplicable,
resulta obvio que no se transgreden los principios aludidos y
consagrados en la Constitución ni, por ende, los posibles tratados
que igualmente los reconocieran...”.

El reconocimiento del derecho a la presunción de inocencia envestido por el


artículo 20 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos comporta
un cambio esencial en la naturaleza de esta regla básica de la ordenación de un
proceso penal. Una vez consagrada constitucionalmente, la presunción de
inocencia ha dejado de ser un principio general del derecho que ha de informar la
actividad judicial (in dubio pro reo) para convertirse en un derecho fundamental
que vincula a todos los poderes públicos y que es de aplicación inmediata.

Así las cosas, la presunción de inocencia, además de constituir un principio


o criterio informador del ordenamiento procesal penal, es ante todo un derecho
fundamental. En esta lógica, la Convención Americana sobre Derechos Humanos
reconoce el derecho a la presunción de inocencia en su artículo 8.2, el cual
establece lo siguiente:

“…8.2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se


presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su
culpabilidad…”.

La Corte Interamericana ha destacado la importancia del derecho a la


presunción de inocencia al señalarlo como un fundamento de las garantías
judiciales, según el cual las personas deben ser consideradas inocentes hasta que
se acredite plenamente su culpabilidad.

En el mismo sentido, la Corte Interamericana ha sostenido que:

“…El derecho a la presunción de inocencia es un elemento


esencial para la realización efectiva del derecho a la defensa y
acompaña al acusado durante todo el proceso hasta que una
sentencia condenatoria que determine su culpabilidad quede
firme, de modo que este derecho implica que el acusado no debe
demostrar que no ha cometido el delito que se le atribuye, ya que
el onus probandi corresponde a quien acusa…”.

Así las cosas, a través de la consagración de este principio se entiende que


la eficacia del proceso penal deriva ahora de su carácter de medio civilizado de
persecución y represión de la delincuencia. Civilizado en tanto respeta los
derechos fundamentales de los individuos, lo que convierte al proceso penal en un
proceso con todas las garantías, lo cual es la aspiración del constituyente al
establecer todos los derechos de defensa.

La naturaleza y alcances del derecho fundamental a la presunción de


inocencia determinan una configuración compleja en su contenido, pues influyen
con notoria eficacia tanto en el tratamiento que debe darse al imputado antes y
durante el desarrollo del procedimiento, como en la actividad probatoria que se
practique con el objeto de demostrar su culpabilidad, sin dejar de lado su singular
trascendencia en el contexto general de todo el proceso penal. Así, de la
presunción de inocencia es posible predicar que tiene, básicamente, un triple
significado:

1. Como regla de tratamiento respecto al individuo.

2. Como regla probatoria, y;

3. Como regla de juicio o estándar probatorio en el proceso.


Las vertientes más estudiadas de la presunción de inocencia son las que se
refieren a su cualidad de regla probatoria y de estándar probatorio o regla de juicio
que debe ser aplicada en el momento de dictar sentencia.

La presunción de inocencia como regla probatoria es un derecho que


establece los requisitos que debe cumplir la actividad probatoria y las
características que deben reunir los medios de prueba para poder considerar que
existe prueba de cargo válida y destruir así el estatus de inocente que tiene todo
procesado. En consecuencia, no cualquier prueba puede enervar la presunción de
inocencia, sino que ésta debe practicarse de acuerdo con ciertas garantías y de
una determinada forma para cumplir con esa finalidad. En esta línea, deben existir
pruebas que puedan entenderse de cargo, es decir, pruebas sobre la existencia
del delito y la responsabilidad del acusado, y que hayan sido suministradas por el
Ministerio Público con respeto a los principios y garantías constitucionales que
rigen su práctica. Así, puede decirse que este derecho entra en juego en un
momento anterior a la valoración de las pruebas, cuando el juez examina si las
pruebas presentadas por la acusación pueden considerarse válidamente como
pruebas de cargo.

Por otro lado, la presunción de inocencia como regla de juicio o estándar


probatorio puede entenderse como una norma que ordena a los jueces la
absolución de los inculpados cuando durante el proceso no se han aportado
pruebas de cargo suficientes para acreditar la existencia del delito y la
responsabilidad de la persona. Así entendida, la presunción de inocencia no aplica
al procedimiento probatorio (la prueba entendida como actividad), sino al momento
de la valoración de la prueba (entendida como resultado de la actividad
probatoria).

Al resolver el amparo directo en revisión 715/2010, la Primera Sala de la


Suprema Corte de Justicia de la Nación, estableció que para poder considerar que
existen indicios que constituyan prueba de cargo suficiente para enervar la
presunción de inocencia, el juez debe, entre otras cosas, cerciorarse al valorar el
material probatorio disponible, de que estén desvirtuadas las hipótesis de
inocencia efectivamente alegadas por la defensa en el juicio y, al mismo tiempo,
descartar la existencia de contra indicios que den lugar a una duda razonable
sobre la hipótesis de culpabilidad sustentada por la parte acusadora.

En esta lógica, es importante señalar que la valoración de la prueba es, en


principio, una facultad exclusiva de los tribunales ordinarios. Sin embargo, existen
ocasiones en las cuales los jueces y tribunales deberán examinar la actividad
probatoria desarrollada en el proceso ante el tribunal ordinario, para determinar si
la misma tiene el valor jurídico necesario para contrarrestar la presunción de
inocencia. No se trata de que el tribunal de amparo sustituya la interpretación de
los hechos realizada por el tribunal ordinario por entenderla más correcta o más
adecuada, sino que, por el contrario, sólo ha de extenderse a aquellos
supuestos en los que la resolución judicial pueda poner en riesgo la vigencia
de un derecho fundamental apoyándose en una indebida valoración de las
pruebas.

Pues bien, existe otra vertiente de la presunción de inocencia que ha sido


menos estudiada y que en nuestro caso reviste una importancia capital: la
presunción de inocencia como regla de trato en su vertiente extraprocesal. Esta
faceta de la presunción de inocencia constituye un derecho fundamental a recibir
la consideración y el trato de no autor o no partícipe en hechos de carácter
delictivo o análogos a éstos y determina, por ende, el derecho a que no se
apliquen las consecuencias o los efectos jurídicos aunados a hechos de tal
naturaleza. En pocas palabras, la Constitución no permite condenas anticipadas.

Además, la violación a la presunción de inocencia como regla de trato


puede afectar de una forma mucho más grave aún los derechos relativos a la
defensa. Puede introducir elementos de hecho que no se correspondan con la
realidad y que, en el ánimo del Tribunal, y sobre todo de las víctimas y de los
posibles testigos, actúen después como pruebas de cargo en contra de los más
elementales derechos de la defensa.
Así, la presunción de inocencia se relaciona tanto en el proceder de las
autoridades en su consideración a la condición de inocente de la persona, como
con la respuesta que pueda provenir de las demás partes involucradas en el juicio.

Como lo señalamos anteriormente, de la presunción de inocencia es posible


predicar que tiene, básicamente, un triple significado: como regla de tratamiento
respecto al individuo, como regla probatoria y como regla de juicio en el proceso o
estándar de prueba.

Como regla de tratamiento, el derecho fundamental a la presunción de


inocencia exige que cualquier persona imputada por la comisión de una conducta
tipificada como delito, sea tratada como inocente durante el trámite del
procedimiento e, incluso, desde antes de que se inicie, pues puede ser el caso
que ciertas actuaciones de los órganos del Estado incidan negativamente en dicho
tratamiento.

Así las cosas, la presunción de inocencia determina una configuración


compleja en su contenido y que, en los términos desarrollados en esta sentencia,
no se ve limitada al actuar de los jueces, pues dicha presunción se debe mantener
incluso frente a la opinión pública.

Sentado lo anterior, es de invocarse por resultar aplicable al caso concreto,


el criterio jurídico plasmado en la siguiente jurisprudencial del Apéndice de 1995,
de la Sexta Época, Tomo II, en su Página 77, que nos explica:

“…DUDA ABSOLUTORIA. ALCANCE DEL PRINCIPIO IN


DUBIO PRO REO.- El aforismo "in dubio pro reo" no tiene más
alcance que el consistente en que en ausencia de prueba plena
debe absolverse al acusado…”

En el mismo orden de ideas, es aplicable el criterio jurisprudencial con


número de registro 811,869, de la Quinta Época, publicado en el Semanario
Judicial de la Federación, en el tomo III, página 1322, que a la letra versa:

“…DUDA ABSOLUTORIA.- El estado de duda que implica la


obligación legal de absolver al acusado, sólo produce efectos
cuando la hesitación racionalmente fundada recae respecto a si el
acusado cometió o no el delito que se le imputa…”.

También se encuentra apoyo en la jurisprudencia con número registro


811869, de la Quinta Época, publicada en el Semanario Judicial de la Federación,
en su tomo III, página: 1322, del rubro y texto siguientes:

“…DUDA Y PRUEBA INSUFICIENTE, DISTINCIÓN ENTRE LOS


CONCEPTOS DE. En el aspecto de la valoración de la prueba,
por técnica, es claro que existe incompatibilidad entre los
conceptos de prueba insuficiente y duda absolutoria, ya que
mientras el primero previene una situación relativa a cuando los
datos existentes no son idóneos, bastantes, ni concluyentes para
arribar a la plena certidumbre sobre el delito o la responsabilidad
de un acusado, esa insuficiencia de elementos incriminatorios
justamente obliga su absolución por falta de prueba; en tanto que
el estado subjetivo de duda, solo es pertinente en lo que atañe a
la responsabilidad o irresponsabilidad de un acusado, y se
actualiza cuando lejos de presentarse una insuficiencia de prueba,
las hay en grado tal que son bastantes para dubitar sobre dos o
más posibilidades distintas, asequibles y congruentes en base al
mismo contexto ya que con facilidad podría sostenerse tanto un
argumento como otro, y en cuyo caso, por criterio legal y en
términos del artículo 247 del Código de Procedimientos Penales
para el distrito Federal, se obliga al resolutor de instancia, en base
al principio de los más favorable al reo, a su absolución…”.

Mismo que se ha recogido por diversos instrumentos internacionales, que


desde luego, deben ser acatados, acorde a la reforma actualmente vigente,
publicada en el Diario Oficial, mediante el cual se modificó la denominación del
capítulo primero del título primero, cuya denominación actual dice: De los
Derechos Humanos y sus Garantías, Instrumentos internacionales dentro de los
que encontramos:

“…DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL


CIUDADANO. Que en su artículo 9o. señala: "Todo hombre será
considerado inocente hasta que haya sido declarado culpable…”.

“…DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS.


Estableciendo en el artículo 14: "Toda persona acusada de un
delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras que
no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público
en el que se hayan asegurado todas las garantías necesarias para
su defensa…”

“…PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y


POLÍTICOS. Mismo que establece en el artículo 14.2: "Toda
persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la
ley…”

“…CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS


HUMANOS. Que en su artículo 8o. establece: "Toda persona
inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia,
mientras no se establezca legalmente su culpabilidad…”

Ahora bien es importante considerar que nuestro país se ha comprometido


a respetar lo dispuesto por el PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES
Y POLÍTICOS, mismo que en el artículo 2º apartado 1 y 3 inciso b), señala:

“…1. Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se


compromete a respetar y a garantizar a todos los individuos que
se encuentren en su territorio y estén sujetos a su jurisdicción los
derechos reconocidos en el presente Pacto, sin distinción alguna
de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra
índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o
cualquier otra condición social…

…3. Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se


compromete a garantizar que:…

…b) La autoridad competente, judicial, administrativa o legislativa,


o cualquier otra autoridad competente prevista por el sistema legal
del Estado, decidirá sobre los derechos de toda persona que
interponga tal recurso, y a desarrollar las posibilidades de recurso
judicial….

Apreciándose en el mismo instrumento internacional, en el artículo 9º, apartado 4


y en el 15, apartado 5, respectivamente:

“…4. Toda persona que sea privada de libertad en virtud de


detención o prisión tendrá derecho a recurrir ante un tribunal, a fin
de que éste decida a la brevedad posible sobre la legalidad de su
prisión y ordene su libertad si la prisión fuera ilegal…”

Indicando el segundo de los ordinales referidos:


“…5. Toda persona declarada culpable de un delito tendrá
derecho a que el fallo condenatorio y la pena que se le haya
impuesto sean sometidos a un tribunal superior, conforme a lo
prescrito por la ley…”.

Por su parte, la CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS


HUMANOS O PACTO DE SAN JOSÉ DE COSTA RICA, en su artículo 8º,
apartado 2, inciso h) ordena:

“…h) Derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior…”

La misma ordenanza indica en el numeral artículo 25, apartado 1 y 2, incisos a y


b:

“…1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o


a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales
competentes que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la
presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por
personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales…

…2. Los Estados Partes se comprometen:…

…a) A garantizar que la autoridad competente prevista por el


sistema legal del Estado decidirá sobre los derechos de toda
persona que interponga tal recurso…

…b) A desarrollar las posibilidades de recurso judicial…”

En las apuntadas condiciones, y siendo evidente que el acto reclamado,


resulta violatorio de derechos humanos de la quejoso que suscribe la presente
demanda de garantías, contenidas en el artículo 19, de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos; ello hace procedente solicitar, atenta y
respetuosamente a su Señoría, que al momento de resolver la presente demanda,
me conceda el Amparo y Protección de la Justicia Federal que atentamente
solicito.

ESTABLECIDO TODO LO ANTERIOR SOLICITO DE MANERA SE


REVOQUE LA SENTENCIA QUE SE COMBATE, TOMANDO EN
CONSIDERACIÓN LAS NEGLIGENCIAS DEL JUEZ DE LA CAUSA, YA QUE
NO SE CUMPLEN LOS PRINCIPIOS DE LEGALIDAD, CONSTITUCIONALIDAD
NI DE CONVENCIONALIDAD Y QUE SON OBLIGATORIOS POR NUESTRO
SISTEMA JURÍDICO PENAL, POR LO QUE, ES INDISPENSABLE QUE SEAN
TOMADOS TODOS Y CADA UNO DE LOS DERECHOS ESTABLECIDOS A
FAVOR DEL SUSCRITO, YA QUE COMO QUEDA CLARO EN NINGÚN
MOMENTO SE DEMUESTRA PLENAMENTE LA PARTICIPACIÓN DEL HOY
QUEJOSO EN LOS SUPUESTOS HECHOS FABRICADOS POR LA
REPRESENTACIÓN SOCIAL. POR TALES CONSIDERACIONES Y
PRINCIPALMENTE POR HUMANIDAD DE ESTA AUTORIDAD SOLICITO SE
DICTE SENTENCIA ABSOLUTORIA EN FAVOR DE LA SUSCRITA MARIA
CRISTINA ARREGUIN.

CAPÍTULO DE SUPLENCIA.

Con fundamento en lo dispuesto por el artículo 364 del Código Federal de


Procedimientos Penales, en atención a que en el caso lo solicita el directamente
la Sentenciada MARÍA CRISTINA ARREGUÍN JIMÉNEZ, solicito de la manera
más atenta de suplir las deficiencia dentro de los agravios interpuestos por el
suscrito, tomando en consideración que no se sigue perjuicio al interés social, ni
se contravienen disposiciones de orden público, que son de difícil reparación los
daños o perjuicios que se ocasionarían al apelante con la ejecución del acto,
solicito se me conceda la ayuda en relación a LA SUPLENCIA DE LA
DEFICIENCIA.

Por lo expuesto; A USTED C. MAGISTRADO, atentamente pido se


sirva:

PRIMERO. Tenerme por presentada a la suscrita MARÍA CRISTINA


ARREGUÍN JIMÉNEZ en tiempo y forma, con el escrito de cuenta
expresando agravios en mi favor.
SEGUNDO. Admitir los agravios esgrimidos en el presente escrito, para los
efectos legales a los que haya lugar.

TERCERO. Me adhiero a los escritos de agravios presentados por mis


coprocesados y a los medios de convicción de descargo que me beneficien en
base a los principios de adquisición procesal.

CUARTO. En su momento procesal oportuno resolver y revocar la


SENTENCIA de fecha DOCE DE ABRIL DE DOS MIL VEINTIUNO, en contra de

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