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Así mismo, por medio de este escrito, vengo a expresar los AGRAVIOS que
me causa la SENTENCIA de fecha DOCE DE ABRIL DE DOS MIL VEINTIUNO,
mismos que se expresan, para los efectos de que una vez que se resuelva, se
REVOQUE LA SENTENCIA en contra de la suscrita MARIA CRISTINA
ARREGUIN JIMENEZ y se ordene la INMEDIATA LIBERTAD, del Interior del
Centro Femenil de Reinserción Social en el estado de Jalisco con residencia en
Puente grande, esto tomando en consideración los siguientes argumentos de
hecho y de derecho:
Así, al advertirse que la suscrita apelante fui objeto de tortura y que cuento
con estrés postraumático, el Juez de la Causa debe de excluir las confesiones
emitidas ante la autoridad ministerial en la averiguación previa de mérito, pues al
darle valor a las mismas estamos en presencia de una violación directa a los
derechos humanos dentro del proceso penal, pues los mismos implicarían una
autoincriminación lo que no resulta legal, pues al tratarse de una confesión que
implica una supuesta responsabilidad penal bajo los criterios de las reglas de
exclusión de las pruebas ilícita no deben de ser tomadas en consideración al
momento de emitir una resolución, como de manera ilícita pretende establecer el
Juez de la Causa.
La nulidad de derecho, esto es, el acto que adolece de un vicio que afecta a los
requisitos esenciales que la ley exige para su existencia y que no es subsanable
en modo alguno, incluida la ratificación de las partes, es inexistente y,
consecuencialmente, jamás podrá producir efecto jurídico alguno.
Toda prueba obtenida con violación de las garantías fundamentales será nula de
pleno derecho, por la que deberá excluirse de la actuación procesal. Igual
tratamiento recibirán las pruebas que sean consecuencia de
las pruebas excluidas, o las que solo puedan explicarse en razón de su
existencia.”
De ahí la derivación de lo que se denomina regla de exclusión probatoria, según
la cual debe ser excluido para su valoración cualquier elemento de prueba que se
haya obtenido o incorporado al proceso en violación a una garantía constitucional
o de las formas procesales dispuestas para su producción.
La prueba, es sin lugar a dudas, una de las consideraciones más importantes
dentro de la tramitación de cualquier proceso, pues es a través de ella, que las
partes involucradas pueden demostrar al juzgador, la veracidad de todos aquellos
hechos controvertidos que pretenden dirimir, para el efecto de favorecer a sus
respectivas pretensiones procesales. Sin embargo, en materia penal, esta
concepción se vio modificada a partir de la entrada en vigor del sistema acusatorio
y adversarial.
Esto es así, debido a que, a diferencia de un sistema acusatorio, en un modelo
inquisitivo la prueba tenía una serie de características muy específicas, es decir,
las pruebas que presentaba el Estado (Fiscalía) gozaban de un mayor valor
probatorio en comparación con aquellas presentadas por el acusado, lo que
conocemos comúnmente como “prueba tasada”, e incluso el propio juzgador
gozaba de la facultad de recabar pruebas de manera oficiosa y, además, la
víctima y el acusado no tenían la oportunidad de confrontar la veracidad de las
pruebas en presencia de un Juez en audiencia pública, lo que por ende, implicaba
la omisión del principio de contradicción e inmediatez y a la par, el menoscabo de
diversos derechos fundamentales bajo una óptica garantista.
Tal aclaración es necesaria y pertinente por las secuelas procesales que pueden
devenir de su correcta o incorrecta apreciación, pues ello influirá en la estrategia
legal a seguir por cada sujeto procesal (Ministerio público, Asesor Jurídico o
Defensor) para lograr los fines perseguidos por el Estado o bien, para el empleo
de una defensa técnica y adecuada por parte de quien, en sus hombros tiene la
responsabilidad de defender de manera efectiva la libertad de una persona.
Por último, no se debe pasar inadvertido lo resuelto por la Primera Sala de Justicia
de la Nación en su tesis registrada bajo el rubro “PRUEBA ILÍCITA. LÍMITES DE
EXCLUSIÓN.” la cual nos muestra, que la prueba ilícita aplica tanto a la prueba
obtenida como resultado directo de una violación constitucional como a la prueba
indirectamente derivada de dicha violación, existiendo ciertos límites también
sobre su exclusión, esto es: a) si la contaminación de la prueba se atenúa; b) si
hay una fuente independiente para la prueba; y c) si la prueba hubiera sido
descubierta inevitablemente, debiendo observarse para su aplicación cada caso
en concreto, por existir elementos que tornan posible que no se excluya la prueba.
CAPÍTULO SEGUNDO
DE LAS REGLAS PARA LA EXCLUSIÓN DE LA PRUEBA
Artículo 50.- Serán excluidas o declaradas nulas, por carecer de valor probatorio,
todas las pruebas obtenidas directamente a través de actos de tortura y de
cualquier otra violación a derechos humanos o fundamentales, así como las
pruebas obtenidas por medios legales pero derivadas de dichos actos.
Artículo 52.- Cuando se hayan excluido medios de prueba en virtud de haber sido
obtenidos
mediante una violación a los derechos humanos o fundamentales y a juicio del
Ministerio Público los medios de prueba admitidos no fueran suficientes para
fundar la acusación, solicitará el sobreseimiento de la causa. En este caso, el Juez
de Control hará cesar las medidas cautelares que se hubieren impuesto y, en su
caso, ordenará la inmediata libertad de la persona procesada.
Durante el juicio, únicamente podrá solicitarse la nulidad de una prueba admitida
por el órgano
jurisdiccional competente sobre la que ya se decretó su licitud, cuando no se
hubiera conocido de su ilicitud de manera previa o surgieran indicios o evidencias
supervinientes que hicieran suponer
fundadamente que la misma fue obtenida a través de actos de tortura u otras
violaciones a derechos humanos o fundamentales. En este caso, el tribunal de
enjuiciamiento se pronunciará sobre su nulidad y se continuará con el desarrollo
del juicio.
De igual forma ilustra a lo anterior la Tesis aislada número II.2ª P. 11p (10°),
Decima Época, número de registro 2000738 del Segundo Tribunal Colegiado en
Materia Penal del Segundo Circuito, publicada en el Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Libro VIII, Mayo de 2012, Tomo 2, en Materia Penal,
página 1817 de rubro y texto:
En ese contexto y como puede advertirse del citado estudio que realiza el
Aquo, solo relacionó en forma general el acervo probatorio, sin establecer la parte
vital que en su caso corrobora la deficiente acusación ministerial, sobre todo al
efectuar la correspondiente descripción de las peculiaridades del delito de
HOMICIDIO Y ROBO que se incrimina injustamente a la suscrita, ni la autoría,
participación, ni tampoco la puesta en peligro o lesión al bien jurídico como lo es la
seguridad jurídica.
Ahora bien no se debe dejar desapercibido que existe el criterio por nuestra
suprema corte de justicia de la nación donde se establece la necesidad de reponer
procedimientos cuando exista una confesión de hechos imputados, en el
entendido de que toda aquella información obtenida por actos inhumanos, crueles
o cualquier tipo de tortura deben de ser excluidos del andamiaje probatorio a
evaluar en una sentencia, lo que es evidente no hizo el Juez de la Causa, aún
cuando tenía los estudios necesarios y pertinentes que acreditan la existencia de
la tortura en el suscrito.
No se debe dejar pasar, que en el injusto penal que nos ocupa está
acreditado de manera cabal a través de un mecanismo idóneo para aprobar la
tortura con el dictamen de protocolo de Estambul y que sin duda el Juez al dejarlo
de lado y establecer que no robustece de manera alguna la violación alegada por
el suscrito, refleja en sí una transgresión de manera flagrante a los derechos
humanos y procesales del hoy sentenciado, pues dicho dictamen fue emitido y
basado en instrumentos internacionales que son las herramientas menesteres en
los casos de tortura, establecidos en el manual para la investigación y
documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas crueles inhumanos o
degradantes, que el mismo es más conocido como el protocolo de Estambul, dicho
protocolo o manual establece los parámetros mínimos que se deben examinar se
modulan para establecer en los sistemas legales la existencia o no de una tortura,
tal y como acontece en este caso donde el suscrito si fui objeto de tortura.
Por lo que el Juez de la Causa deja de lado las formalidades esenciales del
procedimiento, aun cuando las mismas constituyen el mínimo de garantías que
debe tener toda persona cuya esfera jurídica pretenda modificarse mediante la
actividad punitiva del Estado.
En este sentido se debe de ponderar aquel principio básico del cual todo
ser humano es garante, la presunción de inocencia, presunción que debe de
suponer siempre en todo juicio legal, con mayor cabida en el asunto que nos
ocupa, teniendo como premisa básica del principio, la acreditación de los
probables hechos, por parte de la Representación Social, misma que no realizó y
que a contrario sensu, efectuó diligencias claramente ilegales, carentes de
credibilidad y valor jurídico, dicho principio debe de valorarse de manera adecuada
ya que resulta ser uno de los derechos fundamentales más grandes y debe ser
accesible a todos los seres humanos, derechos fundamentales que el Estado
Mexicano debe de salvaguardar.
CAPÍTULO DE SUPLENCIA.