Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
William Kelly
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-
Valera Revisada en 1960 (RV60.
Lectura Bíblica:
"Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo
siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su
majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la
magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia.
Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.
Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos
como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero
de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna
profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída
por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados
por el Espíritu Santo".
2ª Pedro 1: 16-21
La esperanza del cristiano mucho se ha visto afectada por el hecho de ser confundida
con la palabra profética. No se niega que la profecía es de Dios. Tal como nos dice este
mismo pasaje nosotros hacemos bien en estar atentos a ella; sin embargo sigue siendo
cierto que la esperanza cristiana tiene otro carácter aunque ambas cosas proceden de la
misma fuente de bondad y verdad. Ellas no son del hombre sino que son reveladas por
Dios. Pero la importancia de ver la diferencia entre la esperanza del cristiano y la profecía
se sentirá cuando recorramos el terreno de algunas de las Escrituras que tratan de ambas.
De hecho no necesitamos ir más allá del pasaje que tenemos ante nuestros ojos esta
noche para ver cuán firmemente el Espíritu Santo distingue entre ellas. Es más, Él incluso
contrasta una con otra. Debido a que el pasaje es a menudo malinterpretado y su fuerza
perdida por no aprehender la diferencia misma que el Espíritu Santo establece aquí yo
sólo puedo prologar la presente conferencia con unas pocas palabras acerca de este tema.
"Tenemos también", dice el apóstol, "la palabra profética más segura", o más
confirmada. Él quiere decir que la escena en el monte de la transfiguración fue una
confirmación de la profecía. Los santos del Antiguo Testamento tenían la palabra profética.
En cuanto a esto nosotros tenemos una indudable ventaja sobre ellos. Aquello que Dios
se complació en conceder a testigos escogidos en el monte santo presentó de manera
vivencial ante sus ojos la escena central a la cual tiende toda profecía, — a saber, la venida
y el reino de nuestro Señor Jesús de lo cual leemos en el versículo 16. Sobre aquel monte
no fue presentada una mera descripción profética sino que fueron presentadas como una
escena real ante los ojos de ellos las grandes características sustanciales del reino de Dios.
1
Allí estaban los santos muertos representados como resucitados en Moisés; allí estaban
los santos trasladados que no habían pasado por la muerte vistos en la persona de Elías;
allí estaba el Señor Jesús, la cabeza y el centro de toda bendición y gloria. Había además
santos en cuerpos naturales no transformados representados por Pedro, Jacobo y Juan.
Por lo tanto todo el grupo era una especie de sello que confirmaba lo que los profetas
habían presentado al pueblo de Dios para que ellos lo esperasen. De este modo,
"tenemos", como él dice, "la palabra profética más confirmada, a la cual hacéis bien en
estar atentos como a una antorcha", más bien una lámpara o vela", que alumbra en lugar
oscuro".
Pero él nos muestra algo más y no sólo esto sino algo diferente y de carácter
superior: "hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros
corazones". Esto no significa hasta que el día del Señor Jesús resplandezca sobre el
mundo. Tal interpretación destruye todo el valor de esta parte de la frase y de hecho
conduce a las almas a confundir la esperanza cristiana con la palabra profética y las deja
bajo dicha confusión. Se insinúa que la profecía es buena y que se le debe prestar atención
pero por otra parte hay algo aún mejor. Ustedes hacen muy bien al sacar provecho de esa
palabra. El cristianismo, y la esperanza que coloca ante el alma no altera en absoluto el
valor de los antiguos oráculos sino que los confirma como seguramente sabemos; pero
además el cristianismo no sólo introduce un fundamento más bienaventuradamente
revelado y conocido para el alma, no sólo un andar más elevado para el creyente ahora
sino que cuando el fundamento se vuelve más profundo y ampliado, cuando el andar se
vuelve más celestial así también la esperanza se incrementa y resplandece
proporcionalmente. Por eso dice: "hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana
salga en vuestros corazones". De hecho nunca se dice que el lucero de la mañana sale
sobre el mundo ni podría tener ningún sentido justo. En realidad es un asunto del corazón
y de que amanezca el día y salga allí el lucero de la mañana.
2
un mayor grado de resplandor sino otra luz mucho mejor sobre todo lo que Dios nos ha
dado en Cristo.
Es de esta manera como la verdadera fuerza del pasaje es hecha evidente. Tenemos
la palabra profética más segura o confirmada por la visión en el monte santo y de ninguna
manera neutralizada por el cristianismo. Esto no podría ser. A decir verdad todo el Antiguo
Testamento recibe una confirmación más sólida desde el Nuevo y ello es visto por nosotros
como aún más bienaventurado de lo que cualquier judío jamás vio sin importar cuán santo
él pudo ser. La venida de Cristo con sus vastos y eternos resultados no dejó de imprimir
un nuevo valor a cada parte de la palabra de Dios más allá de lo que concebía cualquier
alma que no tuviera experiencia más allá de esos tempranos días. Pero al mismo tiempo
el mismo pasaje que afirma no sólo la confirmación de la palabra profética sino su
importancia actual muestra que hay una luz mejor que debe ser buscada porque no sólo
es divina sino celestial, — una luz que resplandece en la persona de Cristo. Dicha luz
3
emana de Él en virtud de Su obra y de Su gloria en lo alto y nos asocia en corazón y
esperanza con Él mismo allí.
Nadie que Le conoce discutirá que Cristo es la luz verdadera. Rechazado por la tierra
él está a la diestra de Dios desde donde resplandece sobre el alma y le permite
contemplarle así atraída y unida a Él en el cielo. Esta es precisamente la gran verdad que
se pierde cuando la palabra profética es confundida con la esperanza cristiana. Por tanto
se verá a partir de estas observaciones preliminares que el cristiano no carece de nada de
la verdad profética en el Antiguo o Nuevo Testamento. La profecía le pertenece como parte
de la preciosa herencia de la revelación que Dios le ha presentado. Ciertamente estos
vívidos oráculos no nos son quitados en ningún sentido pero al mismo tiempo también
debemos recordar cuidadosamente que si bien nosotros heredamos lo que los santos del
Antiguo Testamento poseían tenemos como actual don de la gracia de Dios una
resplandeciente esperanza que se adapta a la nueva condición a la que somos llamados.
Por lo tanto no es necesario que temamos decir que esta es la idea en la mente del Espíritu
Santo aquí. "Tenemos la palabra profética más confirmada, a la cual hacéis bien en estar
atentos como a una lámpara" (me atrevo a traducir literalmente porque así es presentado
mejor el contraste) "que alumbra en lugar oscuro". Esto no disipa la oscuridad como puede
ser observado. Sin duda cuando ya no se podía tener más el Espíritu de Dios hizo que la
lámpara de la profecía fuera suficiente para guiar al peregrino sumido en oscuridad; pero
ahora hay otra luz. Ahora encontramos en Cristo revelado arriba la fortaleza que evita que
el alma se canse y la luz que elimina toda oscuridad de delante de ella; o, como se dice
aquí, "hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;
entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación
privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos
hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo". Es decir, si ustedes
aíslan la profecía y la toman como una mera declaración expresada independientemente
del propósito de Dios ustedes cortan el hilo divino de la verdad. La profecía no es de
interpretación privada; no proporciona su propia solución sino que debe ser tomada como
una parte necesaria de la suma total del testimonio de Dios en cuanto al reino venidero
del Señor Jesucristo. Dios tiene ante Él la gloria de Su Hijo y como en todo lo demás
también en la palabra profética, esa es la clave. Esto es sobre todo el objetivo de Dios.
Por lo tanto tómenla ustedes simplemente en fragmentos y hagan que cada parte, por así
decirlo, se explique por sí misma y se limite a sí misma y aunque uno puede encontrar
hechos amplios, interesantes y de peso en la profecía que la historia corrobora y por lo
tanto proclama como evidencias de la profecía aun así el pensamiento de Dios se pierde
si ella es leída de esta manera. Para beneficiar correctamente el alma y glorificar a Dios
uno debe tomarla como Su testimonio de la gloria de Cristo porque en verdad nunca ella
fue en modo alguno la voluntad del hombre. El hombre es competente para presentarme
un hecho pero no la verdad acerca de cualquier tema y menos aún acerca de esa vasta
escena de gloria que Dios ha formado y que ha revelado también para la gloria del Señor.
Habiendo hecho estas pocas observaciones preliminares espero dirigir esta noche
de manera breve y sencilla la atención al testimonio que la Escritura presenta de estas
dos cosas y más particularmente, — tal como es mi gran objetivo y deseo, — explayarme
acerca de la esperanza cristiana que es esa especial presentación celestial de la verdad
4
de Dios respecto a la venida de Cristo por nosotros que es de tan inefable importancia
para todo hijo de Dios.
Al considerar el Nuevo Testamento hay una porción que reclama nuestra especial
atención acerca de un tema como éste. ¿Necesito decir que me refiero a las dos epístolas
a los Tesalonicenses? 1ª Tesalonicenses capítulo 1 nos presenta el carácter de esos santos
desde su más temprana recepción del evangelio. Ustedes recordarán que los
tesalonicenses no eran más que una asamblea de creyentes recién reunida. Ellos no
habían conocido el evangelio por mucho tiempo. Ellos son contemplados como testigos
sencillos y sinceros en todas sus grandes cualidades prácticas de la vida cristiana. Es
indudable que había algunas cosas que faltaban en cuanto al orden exterior y que faltaba
más enseñanza que ellos necesitaban profundamente. También había errores que
circulaban cerca si es que no circulaban entre ellos que los amenazaban en algunos
aspectos. Pero a pesar de todo esto ellos se presentan perceptiblemente ante nosotros
como una reunión selecta y fragante de hijos de Dios en este mundo malvado. Ahora bien,
permítanme preguntar, ¿cuál es la verdad prominente que los caracteriza? Al igual que
otros ellos tenían a Cristo como el libertador y el descanso de sus almas; tenían como
todos a Cristo como su vida y su justicia; pero, ¿qué era lo que les daba la especial lozanía
de hermosura que yo creo que debe ser evidente incluso en un conocimiento casual? ¿Qué
atrajo hacia ellos de manera tan notable el afecto del apóstol? Yo admito que ustedes
tienen esos afectos cristianos nuevos, plenos y fuertes entre él y los filipenses y en
circunstancias sorprendentemente diferentes. Ellos tenían experiencia y es muy dulce ver
que esos filipenses que eran maduros en la verdad y experimentados en la obra podían
ser tan evocadores de Cristo y tan cordiales y sencillos como los que estaban en el vigor
de la juventud. Pero en cuanto a los tesalonicenses ellos no habían necesitado lecciones
rudimentarias y humillantes para mostrarles su senda de separación del mundo. Desde el
principio ellos habían roto con él decididamente. Ahora bien, ¿qué era lo que atraía y
refrescaba tanto el corazón del apóstol cuando consideraba a estos santos jóvenes en la
fe? ¿Qué fue lo que más que cualquier otra cosa en el pensamiento del Espíritu de Dios
les imprimió un carácter peculiar? ¡Cuán lamentable, aquello que debería ser peculiar!
Pero así fue: así es. ¿Hay algo que resplandezca tanto en el relato inspirado tanto acerca
de la condición de ellos como de la propia apreciación del apóstol acerca de ellos como la
sencillez de corazón con la que estaban llenos de Cristo como la esperanza de sus almas?
Por eso no hay un solo capítulo en las dos epístolas que no traiga de una manera u otra
la venida del Señor ante nosotros y en algunos más de una vez. Sin importar cuál sea el
tema de alguna manera el Espíritu de Dios vuelve a tratar la venida de Cristo. Era la
esperanza en la que ellos vivían; era la perspectiva que Él aprobaba como la fortaleza y
el gozo de la vida de ellos. Lejos de debilitar este poderoso manantial que obraba en sus
almas por el contrario Él la confirma a ellos y los elogia y les hace ver la verdad en cuanto
a ella más perfectamente y los establece en ella como un depósito sagrado que habían
recibido así cordialmente del Espíritu Santo.
Por lo tanto yo insistiría ante los que están oyendo esta noche para que no sean
desanimados de ninguna manera por personas que estoy persuadido que no han deducido
de la palabra de Dios sus pensamientos acerca de este tema. Todos sabemos que hay una
tendencia continua a considerar la esperanza de la venida del Señor Jesucristo como un
alimento inadecuado al menos para aquellos que han sido traídos recientemente al
conocimiento de Cristo. Nosotros tenemos aquí a Dios mismo resolviendo esta dificultad
ya que Él corrige en gracia todo error de la mente humana. Tenemos aquí una aprobación
divina para dirigir al niño en Cristo hacia la venida de su Señor como la esperanza de Su
pueblo. Permitan que yo exprese mi creencia de que los defectos más habituales y los
peligros más comunes están mucho más en el otro aspecto. Existe el hecho demasiado
grande de evitar llevar la esperanza del regreso del Señor ante la familia de la fe ya sea
recién convertida o no. Algunos albergan el pensamiento de un cierto tiempo en el que
ellos deben establecerse en el evangelio y luego ser entrenados regularmente y en primer
lugar en la verdad general de Dios para que puedan estar preparados gradualmente para
recibir esa "esperanza bienaventurada." Ahora bien, lejos está de mí cuestionar de alguna
manera la sabiduría del desarrollo gradual del pensamiento de Dios en las Escrituras. Pero
aquí Su palabra es clara, perentoria y decisiva, mostrando muy claramente el secreto de
la frescura espiritual en los cristianos jóvenes en cuanto a la fe a quienes el Nuevo
Testamento tan notablemente nos los elogia por el brillo y vigor de fe de ellos, o como se
dice, la obra de la fe, el trabajo del amor, la constancia en la esperanza de ellos. (1ª
Tesalonicenses 1: 3). Nosotros encontramos el verdadero motivo en esto, — a saber, que
ellos que habían creído el evangelio predicado por el apóstol mismo no sólo habían recibido
la palabra de verdad, el evangelio de la salvación sino que fueron conducidos a la
esperanza bienaventurada del regreso del Señor en gloria y de Su reino. Ustedes pueden
recordar que una parte de la acusación presentada contra el apóstol Pablo en Tesalónica
7
fue que él era un enemigo de la constitución romana y que desechaba a César al proclamar
a otro rey, a Jesús. Tenemos así en los Hechos de los Apóstoles (Hechos 17) datos que
corresponden claramente a lo que tenemos aquí. La historia de Lucas nos permite ver que
el resplandeciente futuro del reino no fue ocultado a estos cristianos cuando Pablo los
visitó y les predicó por primera vez al igual que aquí ya que desde su conversión misma
esperaban de los cielos al Hijo de Dios. El apóstol expuso la verdad fundamental de un
Cristo sufriente y resucitado, a Jesús; pero además a partir de la historia inspirada y por
sus propias epístolas es evidente que él insistió desde el principio en la venida y en el
reino del Señor Jesús.
De este modo parece que la esperanza del cristiano es digna de su fundamento. Así
como hay un solo Señor y una sola fe Dios le ha dado una sola esperanza y dicha esperanza
es Cristo. Si la verdadera esperanza no es presentada de acuerdo con la Escritura al
creyente inexperto él no sólo está en peligro de caer sino que caerá inevitablemente en
los diversos pensamientos y expectativas con los que la tradición humana ha poblado el
futuro. ¿Qué es lo que ustedes encuentran que muchos que han sido cristianos por largo
tiempo están esperando? ¿Acaso no están algunos trabajando no sólo para reunir almas
para Cristo en el cielo sino para mejorar el mundo ahora? ¿Es esa la esperanza cristiana?
Otros parecen esperar poco más que cuando ellos mueran ir y estar con Cristo. Preciosa
verdad es que al partir estaremos con Él en lo alto. Dios no permita que yo menosprecie
esto o que diga una palabra para debilitar su importancia pero esto no es la esperanza
cristiana. Por muy dulce que es estar así con Cristo mi parte de ello ciertamente no es
más que una condición imperfecta, es decir, mi partida como un espíritu separado incluso
para estar con el Salvador. Bienaventurado como ello es y mucho mejor incluso que
permanecer aquí lejos de Él en los pesares y fracasos del mundo aun así ello no es la
8
esperanza tal como Dios habla de ella. La esperanza cristiana no es nuestra ida a estar
con Jesús sino que Jesús venga desde el cielo por nosotros para que seamos arrebatados
y podamos así estar siempre con Él. ¿Acaso no hay ninguna diferencia o ello es meramente
un asunto secundario? ¿Es una diferencia trivial si es que cada uno individualmente
después de la muerte va al cielo o si Jesús viene por todos nosotros desde el cielo cuando
lo mortal será absorbido por la vida? ¿Dicen ustedes, «no hay ninguna diferencia pues
todo estará bien para usted? Ah, ya veo cuál es la raíz de la objeción en que ustedes
insisten, a saber, ustedes están ocupados en sus cosas. Si ustedes están bien, ¿es ésta la
única consideración? ¡Qué pobreza de pensamiento, qué bajeza de sentimientos para el
alma del santo cuando sus esperanzas se limitan así al horizonte de su propio bienestar!
¡Él está bien! ¿Acaso la cruz no les ha hecho bien? La sangre de Cristo los ha lavado de
sus pecados y ustedes han sido hechos reyes y sacerdotes para Dios el cual los ha sellado
en Cristo con el Espíritu Santo de la promesa que es las arras de nuestra herencia para la
redención de la posesión adquirida para alabanza de Su gloria. En lo que respecta al
objetivo actual, ¿acaso no es con el propósito mismo de conducir tu corazón ensanchado
y libre para entrar en Sus pensamientos y en Su gloria?
Y dónde y sobre qué resplandece Su gloria? ¿Sobre usted? ¿Sobre mí? Gracias a
Dios resplandece sobre Cristo el Único digno. Entonces, ¿no será ello incluso infinitamente
mejor para nosotros que si resplandeciera sólo sobre usted o sobre mí para mostrar lo
que nosotros somos en nuestra debilidad, en nuestro egoísmo, en nuestros pequeños
pensamientos y corazones tan indignos de Su gracia? Dios no lo ha dejado para que
nosotros lo decidamos. Él no ha hecho que formar nuestra esperanza sea nuestra actividad
ni definir el objeto adecuado de nuestra fe. Él nos ha dado a Cristo en todas partes, —
Cristo nuestra esperanza no menos que Cristo el objeto de nuestra fe.
Permitan ustedes que exprese el caso de otra manera. Ustedes suponen que en la
práctica no hay diferencia alguna porque para ustedes no es más que un asunto menor el
hecho de que ustedes vayan a Cristo o de que Cristo venga a buscar a Sus santos; en
resumen, ustedes piensan que después que el pecado y la salvación han sido resueltos
todo lo demás debe ser sólo cuestiones secundarias. Pero yo respondo que si hay un hecho
de importancia primaria por encima de todos los demás; si una verdad que siendo más
majestuosa en sí misma abarcará dentro de su alcance a toda criatura de Dios más allá
de la disputa, la tardanza o el ocultamiento ella es ese cambio más poderoso en su carácter
el cual será preludiado por la venida del Señor Jesucristo. Y algunos afirman que ello es
¡una cosa secundaria! El cielo, la tierra y todo lo que hay en ellos, por no hablar del mundo
invisible, los perdidos, con el diablo y sus ángeles, — todo el universo de Dios, a lo largo
del tiempo debe inclinarse virtualmente a la vez y formalmente a su debido tiempo ante
el Señor Jesús en aquel día. Desde el comienzo de los tiempos nunca ha habido nada
comparable a ella excepto una hora; esa hora que yo concedo enteramente con toda mi
alma, que es más allá de toda comparación, solitaria, exclusiva, que no tiene rival en el
tiempo, en efecto, que permanecerá siendo única por toda la eternidad, — a saber, la hora
de la Cruz cuando el Salvador murió por nuestros pecados. Pero la venida del Señor Jesús
no será un rival de la cruz sino su triunfo; no le restará valor sino que demostrará y
mostrará a todos el pleno poder y la bienaventuranza de la cruz. Es imposible que Dios
pudiese introducir alguna vez algún esquema incluso de bien que viniese, no diré a
colisionar con la cruz sino que viniese en la más pequeña independencia de esa escena, a
9
saber, independencia de la debilidad y del padecimiento de nuestro gran Dios y Salvador.
Por el contrario la segunda venida de Cristo no será como esa vez en que Dios glorifica a
su Hijo en Él mismo a Su diestra en el cielo lo que sin duda es el gozo actual de la fe, y
tal como sabemos fue una deuda pagada al resucitar a Jesús de los muertos y
estableciéndole a Su diestra en los lugares celestiales: el advenimiento del Señor será el
acto introductorio o primer acto de aquella transformación poderosa en la que Dios nunca
permitirá un retorno, una detención o un freno hasta que Su gloria sea establecida tanto
en los cielos como en la tierra y en cada parte de Su creación; y por lo tanto yo debo
repetir que lejos de que ello sea en cualquier aspecto un asunto dudoso o subordinado,
no sólo es la verdad segura de Dios sino que es secundaria a la cruz solamente en
importancia y solemnidad. De hecho y en sí misma es la aplicación del poder reconciliador
de la cruz; es el comienzo de la exhibición por parte de Dios a todo ojo de lo que la cruz
de Cristo es, lo que la fe conoció antes pero que Dios manifestará luego por grados a toda
criatura. Por lo tanto es evidente que ninguna objeción puede estar menos fundamentada
en la verdad que la noción de que se puede desistir de la venida del Señor Jesucristo o
que puede ser despreciada como si fuera un asunto insignificante incluso si es verdad.
10
Cristo así como al amor de Dios. Cristo espera pacientemente para venir y los santos
deben cultivar la comunión con Él en esto.
Por otra parte en Lucas llegamos a lo que ilustra más particularmente por una parte
la gracia de Dios y por otra parte el corazón del hombre. Por lo tanto y tal como podíamos
esperar la venida de Cristo es puesta en estrecho contacto con los afectos y con la
conciencia. El motivo es evidente. Lucas es el gran moralista de los cuatro evangelistas y
por lo tanto el anuncio del regreso de Cristo comparte un carácter concordante. De
acuerdo con esto en Lucas 12 tenemos la actitud correcta del creyente en relación con el
advenimiento del Señor. Esta es la manera en que el Señor la presenta en los versículos
35 y 36: "Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed
semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que
cuando llegue y llame, le abran en seguida". El pensamiento es enteramente peculiar de
Lucas. Las palabras, "le abran en seguida" como expresión de una constante expectativa
es una frase que no es encontrada ni en Mateo, ni en Marcos, ni en Juan sino sólo aquí.
¿Y por qué? Porque dicha actitud supone una condición de corazón y por lo tanto está de
acuerdo con lo que incumbe a Lucas el cual no sólo traza lo que Dios es para el hombre
en Su gracia sino también el efecto de Su gracia sobre el corazón. Que la lección no sea
en vano. Observen ustedes la manera en que el Señor hace que resalte esta disposición
interior y exterior para recibirle a Él mismo como siendo la condición correcta que el santo
11
debe cultivar a la espera de Su regreso. Es evidente y es cierto que esto supone la venida
del Señor como la esperanza inmediata y al creyente esperándole sin saber cuándo Él
viene pero esperando constantemente que Él venga estando él cierto en cuanto a que Él
viene aunque incierto, por así decirlo, en cuanto a cuándo Él viene. ¿Cuál es el efecto de
esto sobre la fe y la incredulidad? El corazón incrédulo se duerme; el siervo malvado dice
en su corazón: "Mi señor tarda en venir", y se aprovecha de su ausencia, comiendo y
bebiendo con los ebrios y golpeando a sus consiervos. Pero, ¿qué del corazón fiel? ¿Qué
hace aquel que es nuevo en el disfrute de la esperanza cristiana? Él espera con
predisposición de alma para que cuando el Señor llame él pueda abrir la puerta en seguida
sin nada que lo impida, sin ningún objeto que detenga el corazón, sin planes que deban
ser llevados a cabo primero, sin pensar en ascender en el mundo o en establecer la familia,
o en ayudar a edificar alguna torre de humana soberbia en menor o mayor grado. Él está
más allá de los intereses y los planes y esperanzas de los hombres. Si su corazón estuviera
allí tan sólo un poco el regreso del Salvador no podría ser bienvenido pues arruinaría los
intereses, estropearía los planes y frustraría las esperanzas. El santo que Le anhela y nada
desea tanto como Su venida ya ha encontrado en Su preciosa sangre la redención, el
perdón de pecados, está vivo para Dios por medio de Él y ha recibido en el Espíritu Santo
un nuevo poder para glorificar a Dios dándose cuenta de que él es uno con Cristo y con
los ricos y eternos intereses de Su amor. Allí donde Cristo no es esperado de manera
sencilla e inteligente existe el peligro de hacer un pequeño mundo incluso del servicio
cristiano. La vida religiosa de la cual la venida de Cristo no es la esperanza tiene sus
energías y sus objetos donde uno a menudo detecta algún barniz de este tipo; pero
ciertamente esto es el abuso de aquel campo que el Espíritu de Dios ofrece al creyente
pues Él motiva a la Esposa a decir a su Señor, "Ven", nos lleva a esperar de los cielos al
Hijo de Dios; en efecto, y no meramente eso sino que cuando el Señor llame Él quiere que
le abramos "en seguida".
13
al cielo sino) os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis".
(Juan 14: 3).
Ahora podemos avanzar examinando algunas Escrituras, por así decirlo, a distancia
y brevemente en esta conferencia preliminar. Ustedes encontrarán en el Nuevo
Testamento que hemos presentado la esperanza o la palabra profética, — según sea el
caso, — conforme a la exigencia de las circunstancias o más bien como la gracia de Dios
la presentó adecuada a cada caso particular. Tomen por ejemplo la epístola a los Romanos.
Tenemos el asunto judío planteado y respondido. Si Dios fue tan bueno como para enviar
Su evangelio gratuitamente a los gentiles, ¿qué sucede con las claras promesas que
antaño Él había dado a los judíos? Esto nos lleva de inmediato a la palabra profética y
nosotros contemplamos allí en visión el despliegue de los consejos de Dios para Su pueblo
Israel en la tierra. El Redentor vendrá de Sion y para ser el libertador del judío. Pero, ¿es
ésta la esperanza cristiana? Ello es un asunto de Sion; es la palabra profética. No hay
ninguna dificultad en absoluto en distinguir entre la esperanza correcta y peculiar del
cristiano y los acontecimientos predichos que sólo pueden ser esperados porque son según
la palabra profética. En la escueta verdad es evidente que si todavía yo estoy esperando
ser libertado, si no conozco al Salvador que ya ha venido y sólo estoy esperando un
libertador que venga de Sion para quitar mis pecados, yo ignoro o abandono el
cristianismo por completo. "¡Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la
impiedad"! (Romanos 11: 26, 27). ¿Es esto en lo que usted ha zozobrado? Sin duda es
allí donde se corre el peligro de que la confusión de la esperanza cristiana con la palabra
profética lleve a sus víctimas. El ejemplo presentado puede ser palpable pero estén
seguros que en un grado u otro esta es la gran trampa en cuanto al tema que estamos
considerando. El esfuerzo de Satanás es judaizar a la Iglesia en todo. Él no se satisface
con atacar el fundamento e introducir la ley total o parcialmente (a veces insistiendo
acerca de lo totalmente oscuro como la única forma para ser salvos y otras veces
rebajando más sutilmente la obra del propio bendito Señor Jesucristo a un mero
cumplimiento de la ley incluso cuando Él murió por nuestros pecados). Si esto fuera así,
14
¡Cristo en la cruz sólo estaba cumpliendo con Su deber! ¡Qué manera de ignorar el pecado
y su juicio así como la redención! ¡Qué ceguera absoluta ante la infinita gracia de Cristo
incluso en Su senda terrenal por no hablar de Su muerte! ¡Qué manera de dar preferencia
a la mera imaginación en vez de dar preferencia a las Escrituras! Yo nunca he leído en la
palabra de Dios que Cristo gustó la muerte por la ley, sino que "por la gracia de Dios" Él
gustó la muerte por todos. (Hebreos 2: 9). Sin duda Él cumplió la ley pero, ¿acaso fue de
la ley que el Hijo unigénito viniera del cielo, naciera de la virgen, anduviera haciendo el
bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo muriera por los pecadores? No; es el
contraste explícito del amor divino con cualquier afecto del hombre. Hagan ustedes que
ello sea un asunto de nada más que la ley y yo afirmo que ello es el diablo borrando y
degradando el amor de Dios tanto como es posible bajo la pretensión de honrar Su ley. Y
además en cuanto al andar también Satanás los cegaría a ustedes para que no sean
imitadores de Dios como hijos amados. Justamente así él rebajaría la esperanza.
Lamentablemente ello es demasiado dolorosamente consistente con los sonidos que uno
oye. ¿Acaso no hay hombres que declaran que el cielo se abre para nosotros pero no en
virtud de la preciosa sangre de Jesús sino de la ley guardada o de tanto deber cumplido
cabalmente? Frente a la cruz, frente al más solemne juicio de Dios sobre el pecado en las
agonías del Hijo de Dios ellos prefieren lo que la ley exigía y lo que todo hombre bajo la
ley estaba obligado a dar. Es cierto y es seguro que Cristo como hombre y como israelita
estuvo sujeto a la ley y glorificó a su Padre aquí como en todas partes. Pero, ¿es esto lo
que la Escritura llama justicia de Dios para todos los que creen? (Romanos 3: 21-31).
Aquí es donde Israel cayó. ¿Es éste el lugar donde el cristiano está llamado a estar firme?
Después de todo, ¿es ésta la verdadera gracia de Dios en la que estamos? ¿Es por gracia
por medio de la fe que somos salvos? ¿O hay alguna otra forma mejor de la cual habla la
Escritura? Incluso si nosotros consideramos la práctica cristiana, ¿acaso no hay tal cosa
como la gracia que hace que el creyente padezca haciendo el bien? (1ª Pedro 3: 17). ¿O
es que se ha llegado a esto, a saber, a que el andar cristiano ha de ser quitado también
además de falsificar el fundamento tal como hemos visto? Lamentablemente ello es
demasiado cierto. No es de extrañar entonces que si el enemigo ha tratado de privar al
cristiano de todo esto él no ha dejado de insuflar también su pestilente aliento sobre el
objeto de nuestra esperanza.
La alusión a Romanos 11: 26-27, ha mostrado cuán ruinosa sería para el cristiano
la plena adopción de la esperanza judía. Pero de hecho tal es en gran medida la esperanza
tal como muchos la ven. La consecuencia es que los que la reciben en alguna medida
están en la misma proporción inseguros de si después de todo el Señor ha quitado sus
pecados o no. Ellos siguen buscando, esforzándose, arrepintiéndose a menudo,
aprendiendo siempre, y nunca parecen llegar al conocimiento de la verdad. Dios (¡bendito
sea Su nombre!) es más fiel a ellos que ellos a Él o a Su verdad. Ciertamente Su
misericordia es eterna. Él se compadece de Sus hijos dolorosamente engañados así y se
niega a aceptar la palabra de ellos. Ciertamente Él los rescatará a pesar de sus ideas no
Escriturales. Pero no obstante, el deber de aquel que vela es poner a cada alma en guardia
contra la judaización que se está produciendo, — contra las palabras y los modos de obrar
de la sinagoga de Satanás, de los que se dicen ser judíos y no lo son sino que mienten.
(Apocalipsis 3: 9). Uno apenas puede nombrar una sola rama de la verdad cristiana que
ellos no oscurezcan, nieguen o destruyan en detrimento de la honra de Dios y para rebajar
a Su Cristo.
15
En Romanos 13: 11, 12, el carácter y la proximidad del "día" son presentados como
motivos para una santa sinceridad en nuestros modos de obrar prácticos. Ya es hora de
"levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que
cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras
de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz". Lo que nos corresponde es andar
honestamente como en la luz del día. (Romanos 13: 13).
En cuanto al resto de las epístolas nosotros encontramos la venida del Señor según
la profecía o según la esperanza cristiana, — tal y como lo requiere el contexto. De este
modo en 1ª Corintios "la manifestación (o aparición)" del Señor (no la "venida") es
presentada en 1ª Corintios 1: 7. En aquel entonces se verá cómo se ha utilizado cada don.
— El apóstol los exhorta (1ª Corintios 4: 5) a no juzgar hasta que venga el Señor el cual
sacará a la luz lo oculto de las tinieblas y manifestará las intenciones de los corazones; y
entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios. Antes de eso es vano esperar alabanza y
es erróneo juzgar lo oculto. - Así también encontramos la venida del Señor presentada en
conexión con el recuerdo de Él en el Partimiento del Pan. (1ª Corintios 11). Ella es nuestra
esperanza congregacional, por así decirlo, y no sólo individual y por tanto en estricta
consonancia con la Epístola. Luego (1ª Corintios 15) tenemos la resurrección de los que
son de Cristo ligada a Su venida cuando ellos reinan con Él sobre una tierra liberada, no
con el trono blanco ante el cual el resto de los muertos están de pie y son juzgados, ni
con "el fin" cuando todo el juicio haya terminado y Él entregue el reino y Dios sea todo en
todos. Ustedes ven así que tenemos luz proyectada sobre cada parte del andar cristiano
y de la verdad, sobre todo lo que Dios vio que necesitaban los santos a los cuales se les
hablaba, sí, en efecto, para los santos en todos los tiempos.
Tomen ustedes por otra parte las alusiones indirectas a la venida del Señor. Algunos
hermanos cuando tenían algo contra otros iban a juicio delante de los injustos. (1ª
Corintios 6). ¿Y cuál es el arma del apóstol? ¿Acaso es simplemente la visión indecorosa
de un hermano demandando a otro ante un tribunal de justicia? El apóstol no insta a la
corrección moral que cualquiera debería sentir sino que deja entrar la luz de aquel día
sobre los litigantes. Él dice, "O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el
mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O
no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?" (1ª Corintios 6: 2, 3). Entonces, ¿cómo
podían ellos presentarse ante el mundo para ser juzgados? Él los avergüenza por la
incongruencia de que los cristianos, futuros jueces del mundo, busquen el juicio de ese
mismo mundo sobre los asuntos de ellos. ¿Puedo aventurarme a decir que la
incongruencia de que un cristiano se presente ante el mundo para castigar al mundo era
un pensamiento reservado para un día de confusión aún más oscuro? — Además en el
capítulo siguiente nos enteramos de que había algunos que deseaban mejorar su condición
de aquel entonces, — esclavos que estaban impacientes por ser libres; hombres y mujeres
que tenían prisa por cambiar su condición casándose, etc. ¿Cuál es el lenguaje del apóstol?
¿Qué aconseja el Espíritu Santo? Leemos, "El tiempo es corto". (1ª Corintios 7: 29). La
moraleja era clara para el cristiano pues la gran verdad de la venida del Señor subyace
en ello. Ya sea que la prueba abunde: si Él está cerca, ¿por qué estar ansioso? ¿por qué
dejar que tu voluntad trabaje? ¿Qué importan las circunstancias del tiempo presente? No
es sólo que el Señor puede llevar al amo a dar libertad a su esclavo, libertad que él puede
16
usar, valorar y por la cual estar agradecido. Pero si no sucede así, ¿qué entonces? El
esclavo cristiano tiene ya una mejor emancipación y pronto se acabará la escena; "porque
la apariencia de este mundo se pasa". (1ª Corintios 7: 31).
Nosotros vemos así el gran uso que se hace de la venida del Señor y la manera en
que la propia venida se insinúa en los asuntos más corrientes. Yo concibo que es muy
importante tomar nota de la mezcla indirecta de esa verdad con los diversos elementos
de la vida cristiana al leer la palabra de Dios. El apóstol la asume como una verdad que
está constantemente ante los ojos de los santos. Lejos de ser un asunto discutible o incluso
si se me permite una teoría poco influyente, ella era por el contrario la gran esperanza
viva que los creyentes que padecían tenían y necesitaban para sostenerlos que los llenaba
de gozo, paciencia, triunfo y separación celestial. Ustedes pueden consultar las siguientes
Escrituras: Hechos 3: 19-21; Romanos 8: 18-25; Filipenses 1: 6, 10; Filipenses 2: 16;
Colosenses 3: 4; 1ª Timoteo 6: 14; 2ª Timoteo 1: 18; 2ª Timoteo 4: 1, 8; Tito 2: 13;
Hebreos 9: 27-28; Hebreos 10: 25, 37; Santiago 5: 8-9; 1ª Pedro 1: 5, 7, 13; 1ª Pedro
4: 7, 13; 1ª Pedro 5: 4; 1ª. Juan 2: 28; Judas 14, 24).
17
el cielo pero Él no retarda Su promesa. Digan lo que digan los burladores el día del Señor
vendrá como ladrón.
William Kelly
18
Versión Inglesa:
https://www.stempublishing.com/authors/kelly/5_2comg/l1_hope.html
www.graciayverdad.net
19