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Analisis de Entrevistas - VictorHugoBernalH
Analisis de Entrevistas - VictorHugoBernalH
El Colegio de México
Maestría en Estudios de Género | 2022-2024
Curso de Preparación de Tesis 2: Representaciones, sexualidades y feminismos
Profesoras: Dras. Ana Paulina Gutiérrez, Rocío Andrea Castillo Garza, Itza Amanda
Varela Huerta y Pilar Velázquez Lacoste.
Estudiante: Víctor Hugo Bernal Hernández
Preguntas de investigación
Pregunta general:
¿Cómo las prácticas sexuales clandestinas que realizan los varones en los espacios
ubicados en la zona de la Terminal de Autobuses de Toluca reproducen o
reconfiguran una moral sexual normativa en relación con el deseo homoerótico y la
masculinidad?
1
cómo se conforman y Se parte del supuesto de que
la forma en que se
se relacionan la posiblemente convergen
masculinidad frente a la articula la
masculinidad y la continuidades, tensiones o
moral sexual normativa masculinidad y la
moral sexual reconfiguraciones de la
moral sexual
en el contexto de las normativa en el masculinidad y la moral sexual
normativa en el
prácticas sexuales contexto de las normativa en las prácticas
contexto de las
clandestinas entre prácticas sexuales sexuales clandestinas entre
prácticas sexuales
varones en la zona de la clandestinas entre varones en la zona de la
clandestinas entre
Terminal de Toluca? varones en la zona de
varones en la zona de Terminal.
la Terminal.
la Terminal.
Inicialmente este trabajo se diseñó a partir del término “cruising”, el cual hace referencia a
las interacciones relacionadas con la búsqueda activa y negociación para un encuentro
sexual casual con otro hombre desconocido o extraño en un espacio social, siendo la
característica del anonimato una central (Aveline, 1995; Langarita 2013; Lee, 1990). Sin
embargo, al hacer aproximaciones a campo, pude identificar que para el caso de los Baños
de la Terminal de Autobuses de Toluca, algunos varones, no la mayoría pero sí, en algunos
casos, comparten su nombre o llegan a compartir su número de teléfono, por lo que la
característica del anonimato no necesariamente es central. También pude identificar que
algunos varones se van conociendo pues, en tres momentos, en un periodo de dos meses vi
saludarse o escuché conversaciones entre sí en el Baño sobre algún varón que conocían en
común a quien tenían agregado en Facebook.
1
Siguiendo a la Real Academia Española (2023), el término articular es un término que se refiere a “unir dos
o más piezas de modo que mantengan entre sí alguna libertad de movimiento”. En el caso en específico, se
desea analizar la manera en que se conforman la masculinidad y la moral sexual normativa ubicando en el
centro al varón que realiza prácticas sexuales clandestinas en la zona de la Terminal.
2
desempeñan, es por ello que tomé la decisión de afinar el proyecto y centrarme en las
prácticas sexuales clandestinas entre varones que realizan en la zona de la Terminal.
Así para efectos del presente proyecto, se estudiará la zona de la Terminal a partir del flujo
mencionado por los interlocutores mismos y comprenderá tres lugares de encuentro sexual:
los Baños de la Terminal de Autobuses; los Baños de Vapor Nava y las Cabinas de la
Terminal, siendo los últimos dos lugares comerciales. Este ajuste también enriquece el
proyecto, pues me permitirá conocer y contrastar las diferentes estrategias de relacionarse y
apropiarse del espacio, lo cual será enriquecedor para efectos de la tercer pregunta
específica, y poder identificar las implicaciones subjetivas entre uno y otro.
Hasta el momento llevo dos entrevistas transcritas y analizadas y una más pendiente de
culminar, pues al interlocutor lo llamaron mientras estabámos conversando y se tuvo que
reagendar. A continuación presento algunos datos de las personas hasta ahora entrevistadas,
con el respectivo ajuste en sus nombres por motivo de confidencialidad.
3
Edad 54 años 27 años 30 años
Método etnográfico
Preguntas Objetivos Técnicas Herramientas
¿De qué forma se Describir y distinguir la
articula la masculinidad forma en que se articula
y la moral sexual la masculinidad y la
normativa en el contexto moral sexual normativa
de las prácticas sexuales en el contexto de las
clandestinas entre prácticas sexuales
clandestinas entre Método etnográfico en
varones en la zona de la
varones en la zona de la la zona de la Terminal y
Terminal?
Terminal. el sitio Cruising México
en los foros específicos
¿Cómo los varones que Examinar la manera en a partir de los tres
realizan prácticas los varones que realizan componentes de la
sexuales clandestinas prácticas sexuales etnografía:
con otros varones en la clandestinas con otros - Observación Entrevistas
zona de la Terminal varones en la zona de la participante transcritas; Diario
perciben su deseo y sus Terminal perciben su - Diario de de campo y Foros
experiencias deseo y sus experiencias campo impresos que
homoeróticas frente a la homoeróticas frente a la - Entrevista componen el sitio
moral sexual normativa? moral sexual normativa. etnográfica
Cruising Mx sobre
Adicionalmente se la zona de la
¿Cómo los varones se Distinguir y analizar el
4
relacionan y apropian de modo en que los varones realizarán entrevistas a Terminal.
los espacios en la zona se relacionan y apropian profundidad para
de la Terminal para de los espacios para las completar cuando no
realizar prácticas prácticas sexuales ocurran entrevistas
sexuales clandestinas clandestinas con otros etnográficas al no ser la
con otros varones y qué varones en la zona de la intención de los varones
implicaciones subjetivas Terminal y qué que acuden inicialmente
tiene frente a la moral implicaciones subjetivas conversar.
sexual normativa? tiene frente a la moral
sexual normativa.
Explicado lo anterior, ahora presento un reporte de campo, de acuerdo con las dos
entrevistas analizadas y mi diario de campo. Para efectos de esta entrega, por cuestión de
tiempo me centraré en abordar únicamente los hallazgos relacionados con la segunda
pregunta específica de investigación. No obstante, en la siguiente entrega se incluirá los
datos empíricos hallados de las dos preguntas específicas faltantes. Se cuenta con bastante
material sobre masculinidad y espacio, respectivamente.
¿Cómo las prácticas sexuales clandestinas que realizan los varones en la zona de la
Terminal de Toluca continuan o reconfiguran una moral sexual normativa en
relación con la masculinidad y el deseo homoerótico?
¿De qué forma los varones que realizan prácticas sexuales clandestinas en la zona
de la Terminal de Toluca continuan o reconfiguran una moral sexual normativa en
relación con la masculinidad y el deseo homoerótico?
Estrategia metodológica
En primer lugar….
….
5
Reporte de campo
¿Cómo los varones que realizan prácticas sexuales clandestinas con otros varones en
la zona de la Terminal perciben su deseo y sus experiencias homoeróticas frente a la
moral sexual normativa?
En el caso, de Juan, de 54 años, casado, quien expresa que le gustan hombres y mujeres y
que ha acudido para encuentros sexuales a Los Baños Nava y los Baños de la Terminal de
Autobuses de Toluca, su primera experiencia sexual ocurrió con un hombre, a la edad de
los 9 años, con un vecino, dos años mayor, quien lo comenzó a tocar en alguna ocasión que
se quedó en su casa y le gustó. A partir de esta experiencia, él continuó manteniendo
encuentros sexuales con su vecino, recuerda con él haber experimentado su primera
eyaculación, alrededor de los 11 años, y, posteriormente, continuó manteniendo relaciones
sexuales con él e inició sus primeras experiencias sexuales también con mujeres; sin
embargo, en ese momento y en los años subsiguientes, después de experiencias diversas
con hombres y mujeres, no se inclinó por ninguna posición identitaria.
“De ahí, no manches, como todo chavito, ¿no? Con mi vecinito y con las chicas,
porque también tenía dos vecinas, una se llamaba María y la otra se llamaba Julieta
que eran hermanitas y empecé a coger con la grande […] y, no maches, me gustaba
un chingo, a cada rato quería que le diera, yo tenía como trece y este… Jugábamos a
las escondidillas y mientras nos encontraban, en chinga… Yo la tocaba y ella se
dejaba muy bien. Y una vez nos tocó escondernos a las dos hermanas y a mí. Y
empecé a cogerme a la hermana grande […] y la otra, me decía, tenía como diez
años la morrilla, esas palabras nunca se me van a olvidar, me dice, yo también
quiero, hazme a mí también, no pues que me quito y que me agarro a la otra, ¿no?
Unas pinches experiencias, riquísimas” [Se ríe] [Hombre, 54 años, extracto de
Entrevista].
En el anterior fragmento es posible notar que Juan describe sus primeras experiencias de
manera placentera y naturaliza que “como todo chavito” comenzó su vida sexual: “De niño
sí fui muy cogelón, o sea, oportunidad que tenía no la dejaba pasar”. Él narró que, desde su
infancia, “se cargó más hacia los chicos”. Él expresó:
“De hecho no falta la clásica chica que se te acerca o se te fija en la secundaria más
que nada, ¿no? O, bueno, también en la primaria, chicas así… Y luego igual te
sientan con la chica y te dicen órale llégale, llégale... Se llamaba Alejandra, sí, pero
nunca me animaba a cogermela, ah pero si fuera chavito, chingue a su madre vamos
al río y ahí... Ahí sí no le tenía miedo” [Hombre, 54 años, extracto de Entrevista].
Es interesante destacar que a pesar de haberse inclinado en mayor medida por mantener
encuentros sexuales con varones, su deseo homoerótico no se vio condensado en alguna
posición identitaria. Sería pertinente profundizar en futuras entrevistas con él, por
mencionar una posibilidad, en qué momento escuchó por primera vez las palabras “joto”,
“maricón” o “puto” y a quién iban dirigidas dichas “marcas” las cuales, según (Eribon,
2000), buscan a señalar la diferencia en relación con el deseo homoerótico o para
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evidenciar trasgresiones que pudieran existir en el comportamiento sobre los mandatos
normativos de género. Lo anterior, con la finalidad de contextualizar posibles condiciones
que en su experiencia le hayan posibilitado la no identificación o evitación de dichas
posiciones.
Particularmente, Juan percibe su deseo homoerótico como un aspecto íntimo: "Es algo
privado, no tengo por qué estar gritandole a la ciudadanía lo que soy, esa es mi vida
privada". Percibe su deseo de manera individual "yo y nada más yo", pero al mismo tiempo
existe tensión, pues si bien abiertamente, como se había mencionado antes, él no se ubica
en alguna posición identitaria, él, posteriormente, expresó "no necesito andar gritando ni
diciendo ni poniendome cosas para que se den cuenta que soy gay". Al cuestionarle sobre si
se definía gay y evidenciar la contradicción aparente en su discurso, él respondió "No, lo
que pasa es que ni yo mismo me identifico, no sé. Porque me gustan hombres y mujeres,
pero gay, así que yo me sienta asi como... [comienza a mover sus manos, simulando una
manera femenina], no”.
“ […] mira yo creo que de todo lo malo, lo bueno es que me cargué para el lado de
los chicos porque si me hubiera cargado así como soy de piche caliente si me
hubiera cargado para el lado de las niñas tuviera tres cuatro pinches viejas ahí
formadas y un chingo de hijos, le digo. Yo le digo no lo vas a aceptar, yo creo que
no lo vas a aceptar tampoco pero de lo malo yo creo que es lo bueno”. […]
“Se quedó callada porque su papá de ella también era bien putillo pero con las viejas
y mi suegra puta madre le sufrió un chingo, yo creo que se sufre más cuando
7
engañas a tu vieja con mujeres que con hombres” [Hombre, 54 años, extracto de
Entrevista].
Así, con lo expuesto hasta aquí, tengo algunas probables pistas para comenzar a situar la
percepción de su deseo homoerótico frente a la moral sexual normativa 2 e identificar que, a
pesar de contravenirla en razón de su deseo no exclusivamente heterosexual, existe cierto
proceso de apropiación3 o acomodación, ya que, el interlocutor, al ser varón, es posible
advertir que continúa y se beneficia del mandato de género de tener la posibilidad de
experimentar mayor libertad y permisividad sexual fuera del matrimonio, con la diferencia
de que su comportamiento relacionado con su deseo y experiencias homoeróticas no tiene
implicaciones de descedencia o relaciones prologadas en el tiempo con otras mujeres,
aspecto que él valora en algún grado positivo o con potencial de causar menos sufrimiento
en el orden heterosexual y esto se debe a que probablemente sus prácticas no lo trastocan
sino lo continuan. Estas intuiciones se ven reforzadas más adelante.
Por otra parte, en el caso del otro interlocutor, ahora Pedro, de 27 años, soltero, quien se
identifica bisexual, se aproximó al ejercicio de la sexualidad a los 12 o 13 años de manera
individual, a partir del hallar cuentos pornográficos pertenecientes a su tio. Él narró:
“cuando me masturbaba en lo único que pensaba era en penetrar una vagina”. Más adelante
continuó mirando pornografía ahora a través de su celular por medio de videos que le
compartian sus amigos a través de infrarrojo. Su primera experiencia sexual ocurrió con
una compañera de la escuela a la edad de 19 años, “eramos amigos nunca formalizamos
algo, fue en su casa, yo la iba a dejar y un día que no estaba su mamá pues lo hicimos, la
experiencia fue agradable”.
En el caso de su deseo homoerótico, él compartió que inició por curiosidad a los 20 años a
partir de mirar videos pornográficos y publicaciones en redes sociales sobre “culitos ricos
de hombres”, él señaló: “Todo inició por curiosidad […]”. De manera previa, no había
experimentado interés sexual por ningún hombre. Él declaró:
“En ese entonces yo los veía y sí me excitaba. Después quedaba con ese sentimiento
de pero qué estoy haciendo, no me pueden gustar los hombres, y pasaban otros días
y de nuevo curiosidad y… No sé, volvía a ver ese tipo de videos”. […]
“La experiencia en el sexo ya la había tenido [con mujeres] y pues ya ni era nada
nuevo ver cómo cogia un hombre y una mujer. Por el otro lado ver gozar de un
hombre a otro hombre parecía tentador. Cuando yo pensaba que todo eso no era
normal, yo me ponía a investigar en Internet qué es lo que podría ser. También soy
curioso investigando temas que me importan, jeje. Y pues creo que el haberme
2
Romero (2017) expresa que existen una serie de instituciones “moralizadoras” que buscan “normar cuerpos,
géneros y sexualidades sosteniendo una moral de género diferenciada para las mujeres y los hombres, basada
en la aplicación de estereotipos de género en torno al uso lícito del cuerpo” (p. 15). En este sentido, en
consecuencia, es posible afirmar que tales instituciones configuran y refuerzan una moral sexual normativa
específica y diferencial en razón de género, pero también en el ámbito del deseo y las prácticas sexuales, lo
cual podría producir una jerarquía sexual, en línea con lo que ya señalaba Rubin (1989)
3
De acuerdo con la Real Academia Española (2023), el término apropiar hace referencia a “acomodar o
aplicar con propiedad las circunstancias o moralidad de un suceso al caso de que se trata”. En el presente
trabajo se parte del supuesto de que los varones acomodan o aplican con “propiedad” la moralidad sexual de
acuerdo con lo que les sea más conveniente al tener el orden a su favor.
8
informado fue lo que hice para que ese sentimiento de represión se fuera”. […]
Desde ese momento fue en que dije soy bisexual aunque aún no había tenido esa
experiencia en persona” [Hombre, 27 años, extracto de Entrevista].
De esta forma, en su caso fue la “curiosidad” por experimentar “algo tentador”, mismo que
se podría interpretar como “algo apatecible” o “deseable” lo que fue construyendo su deseo
homoerótico, en coexistencia con su interés y su experiencia heterosexual previa. Por otra
parte, es posible identificar que para él, fue el acto de haber accedido a información
relacionada con el término “bisexual”, lo que le permitió identificarse en concordancia con
su vivencia y sin la posible angustía que podría suponer que solamente le gustaran los
hombres, en sus palabras de aquel momento “no me pueden gustar los hombres”, explorar
con él en mayor medida los motivos de este pensamiento o las emociones asociadas a esta
aseveración podría brindar luz sobre la moral sexual normativa.
Curiosidad y morbo
Pedro se percató de manera casual alrededor de los 21 años, pues, en su traslado por
motivos escolares, diario debía pasar a la Terminal de Autobúses de Toluca. En alguna
ocasión requirió pasar al baño y halló “a varios hombres actuando de manera extraña así
que me quede con la curiosidad y decidí ver qué hacían y vaya sorpresa”. Él mismo me
contó que en esa ocasión "al principio sólo veia, no me animaba a hacer algo. Pero pues la
curiosidad me terminó ganando, así que decidí experimentar".
9
Hasta aquí, puedo interpretar que parece ser que la curiosidad puede ser aquello que
moviliza el deseo homoerótico en las prácticas sexuales clandestinas en la zona de la
Terminal. Las anteriores entrevistas tienen similitudes con algunas primeras interacciones
que tuve con algunos otros varones en los Baños de la Terminal de Autobuses, ellos me
comentaron: “Es que aquí lo que hay es el morbo, no hay otra cosa” [Hombre, 48 años,
extracto de Diario de campo]. “Es morbo nada más y de repente sí he cruzado algunos
teléfonos” [Hombre, 67 años, extracto de Diario de campo]. En este sentido, me pregunto,
¿Qué relación guardan la curiosidad y el morbo? ¿Y qué relación tienen con el deseo y las
experiencias homoeróticas en los espacios en los cuales ocurren prácticas sexuales
clandestinas?
10
En el caso del morbo, aun falta elementos que desentrañar, pero tengo dos intuiciones,
mismas que requieren mayor evidencia empírica, pero que enuncio a partir de las
entrevistas y mis aproximaciones a campo al hacer etnografía. La primera, es probable que
el morbo implique lo mismo que la curiosidad, aquello que posibilita la expresión del deseo
y la experiencia homoerótica, salvo que, en su caso, el morbo hace énfasis en la ocurrencia
de una trasgresión en el espacio, de un deseo sexual que podría ser considerado ilegitimo, a
diferencia de la curiosidad que únicamente focaliza la apertura o amplitud para
experimentar el deseo y las prácticas homoeróticas. La segunda intuición que tengo sobre el
morbo es que, probablemente, puede ser una práctica en sí misma, que si bien es placentera,
puede no incluir la penetración o no llegar a la eyaculación, por eso es que en ocasiones es
percibida como “no hacer nada”.
Víctor Hugo: Pero, ¿Por qué se fue? ¿Tú crees que a lo mejor le dio miedo el ruido
del torniquete de que tal vez pensó que alguien entraba y se fue?
Hombre: No, me dijo muchas gracias, era lo que yo quería. O sea, tres chupaditas y
se acabó, por eso te digo que es puro pinche morbo”. [Hombre, 48 años, extracto de
Diario de campo].
Con lo discutido hasta aquí, quiero cerrar este apartado que los varones al significar su
deseo y sus experiencias homoeróticas en la zona de la Terminal, sea a partir de la
curiosidad o el morbo, en ambos casos, puede ser que revele la posibilidad de no
circunscribirse o enclaustrarse en una posición identitaria sexual, ser curioso o morboso
para realizar prácticas sexuales clandestinas en algún sentido podría ser una acomodación
para continuar la moral sexual normativa propia de los varones, se es curioso o morboso
pero no gay o puto, intuición que valdría la pena mirar con mayores datos empíricos.
Juan, desde hace un año comenzó a explorar lugares de encuentro sexual y en su narración
es posible notar que percibe su deseo y sus prácticas homoeróticas en dichos espacios como
momentos de ocio o diversión “me desbalago un ratito como el pinche perro y luego
regreso [en referencia a su hogar con su familia]. Él comenta “voy a disfrutar mis años que
me queden de vida y voy a conocer a chicos, hacer amigos, a salir […] por eso ahora
cualquier cosa que dicen que es extraña digo chingue su madre, voy a ver qué pedo”.
Específicamente su percepción sobre su edad fue un elemento que lo motivó a acudir a
dichos espacios, pues él comentó “puta madre, ya voy de bajada” [en referencia a que su
vida sexual estaba disminuyendo]. Previamente en su niñez y juventud, a través de lo que
comparte, es posible identificar que él mantenía diversos encuentros sexuales con hombres
que conocía en la calle, cerca de su casa, principalmente vecinos, pero es probable que por
su edad dentro de las jerarquias de deseabilidad sexual, su capital erótico se haya visto
afectado con el paso del tiempo, lo que se traduce en la necesidad de tener que acudir
11
recientemente a espacios específicos para encuentros sexuales entre varones; sin embargo,
requiero ahondar en este punto con él en futuras entrevistas para confirmar o conocer a más
detalle por qué su vida sexual “iba de bajada”.
En el caso de Pedro, él señaló que "todas las veces que ha pasado [En referencia a los
Baños de la Terminal de Autobuses] es por casualidad o porque tengo ganas”, él expresó
que no lo planea, por lo cual para él la espontaneidad es un elemento que caracteriza su
práctica. Al mismo tiempo, él narró que “todos esos encuentros pasan como un evento más,
realmente no siento la atracción por un hombre. Es más el deseo sexual”. Sobre este punto,
él mismo señaló que si bien se considera bisexual, “esa atracción sentimental casi no la ha
experimentado con hombres”, aunque él reveló que sí le ha ocurrido en dos ocasiones hacia
“compás” pero con ninguno de los dos salieron en “plan romántico” y ambos terminaron
casandose, a ninguno de ellos los conoció en la zona de la Terminal, por lo que, en
contraste, en éste espacio él sólo percibe que sus experiencias homoeróticas se tratan
únicamente de sexo, no tiene el interés de conversar o conocer a alguien, a pesar de que
algunos lo han intentado o le han pedido su número, él siempre corta la conversación, les da
un nombre o teléfono falso.
Asimismo, ambos entrevistados perciben que la adrenalina se haya presente en las prácticas
sexuales clandestinas especialmente en los Baños de la Terminal de Autobuses, pero
difieren en la sensación sobre este elemento. Mientras que para Pedro, esto es lo que más le
excita “hacerlo, con el riesgo de que te cachen”, a Juan este elemento no le convence
completamente:
“me gusta pero me asusta […] muchos dicen, no que más adrenalina, sí wey pero en
un pinche segundo te lleva la patrulla y la chingada ya valiste madres […] por eso
voy checo, reviso, curioseo, me saco la verga y me salgo” [Hombre, 54 años,
extracto de Entrevista].
Por otra parte, para Pedro, si bien el elemento que te “cachen” se vuelve excitante, en
relación con algún polícía o personal de limpieza; no obstante, frente a otros varones que se
encuentren también mirando en la zona del mingitorio, él percibe cohibirse si está
practicando sexo oral o le están haciendo pues percibe que un riesgo latente que existe es
que alguien te grabe, por lo cual él decide no realizar “nada” ahí, únicamente “ver” y
“tocar” y para el sexo oral, él prefiere ingresar a un cubículo con quien esté interactuando y
cerrar la puerta.
12
la presión de establecer vinculos prolongados en el tiempo, por lo cual la interacción se
encuentra acotada.
Sobre el último punto, circunscribir de manera clara la interacción sexual en las prácticas
sexuales clandestinas es importante también para Juan, pues se espera que cada parte
“respete su tiempo” y “no te cause problemas”, pues no debe interferir con la vida familiar
o el resto de las esferas de la persona que acude.
Otra cuestión pendiente por motivos de extensión pero que ha sido identificada para esta
entrega es que los espacios que componen la zona de la Terminal tienen un aspecto
diferencial sobre la percepción que tienen los varones sobre su deseo y experiencias
homoeróticas. Mientras que se percibe con más adrenalina los Baños de la Terminal de
Autobúses, los Baños de Vapor Nava y las Cabinas de la Terminal, son identificados como
más seguros o con mayor confianza para tener un encuentro sexual, pues no se requiere
“estar al pendiente” ante alguna vigilancia al tratarse de espacios comerciales destinados a
dicho fin; no obstante, salvo la perceción de percibirlos “más seguros”, la clandestinidad,
los códigos y las interacciones son comunes, elementos que serán abordados a mayor
detalle en futuras entregas.
13
ANEXO
El Colegio de México
Preámbulo
Cruising proviene del inglés y es un término que alberga distintos significados. De
acuerdo con Cambridge Dictionary (2022), podría hacer referencia a dos
acepciones formales. En primer lugar, como sustantivo, se refiere a la actividad de
viajar en un barco con fines recreativos en el cual las y los pasajeros disfrutan la
experiencia abordo. El propósito o valor de la experiencia es la vivencia en sí
misma de placer o descanso. En segundo lugar, el término podría hacer referencia
a la acción de viajar en un vehículo a una velocidad constante o a la acción de
salir y manejar un auto para buscar o revisar algo. En tales acepciones el tema del
viaje y el movimiento es crucial. Sin embargo, adicional a ello, la palabra cruising
retomando a Foucault (1968), funciona también como una heterotopia en sí misma
al “minar secretamente el lenguaje” (p. 11) y coexistir con otro significado, otro
14
viaje o movimiento, pero en esta ocasión uno en el ámbito de la sexualidad,
particularmente de algunas prácticas sexuales de hombres que tienen sexo con
otros hombres. Así, cruising hace referencia a las interacciones relacionadas con
la búsqueda activa y negociación para un encuentro sexual casual con otro
hombre desconocido o extraño en un espacio social (Aveline, 1995, Lee, 1990) 4.
En el contexto mexicano se pueden rastrear algunos hallazgos
históricos durante la época del Porfiriato, de búsqueda y encuentro erótico casual
entre varones, particularmente en baños y vapores públicos al ser lugares en los
cuales se podían reunir hombres desnudos sin asumir algún estigma y mediante
miradas perspicaces o lenguaje corporal discreto aproximarse a otro hombre para
un encuentro sexual (Macías, 2004; citado en Moreno, 2020).
15
sexual homoerótica significan sus encuentros sexuales anónimos frente a la
trasgresión que supone su experiencia a los entramados culturales de
heterosexualidad obligatoria y homonormatividad de la identidad gay. Al mismo
tiempo, se pretende interpretar la manera en que los varones con una identidad de
deseo sexual homoerótica negocian capital erótico para participar en encuentros
sexuales anónimos en la terminal de autobuses de Toluca. Por último, se desea
distinguir la manera en que interviene el cuerpo y los sentidos en la experiencia de
placer sexual al participar en encuentros sexuales anónimos. Así, para desglosar
ello, a continuación se presentan las preguntas de investigación y los objetivos,
posteriormente, se enuncia el problema y el espacio a investigar. Por último, se
presenta el estado del arte, la justificación y una aproximación a la estrategia
metodológica correspondiente.
Pregunta general:
Preguntas específicas:
16
3. ¿Cómo interviene el cuerpo y los sentidos en la experiencia de placer
sexual al participar en encuentros sexuales anónimos en la terminal de
autobuses de Toluca?
Objetivo general:
Objetivos específicos:
1. Explorar y analizar la forma en que los varones con una identidad de deseo
sexual homoerótica significan sus encuentros sexuales anónimos en la
terminal de autobuses de Toluca frente a la trasgresión que supone su
experiencia a los entramados culturales de heterosexualidad obligatoria y
homonormatividad de la identidad gay.
2. Conocer e interpretar la manera en que los varones con una identidad de
deseo sexual homoerótica negocian capital erótico para participar en
encuentros sexuales anónimos en la terminal de autobuses de Toluca.
3. Comprender y distinguir la manera en que interviene el cuerpo y los
sentidos en la experiencia de placer sexual al participar en encuentros
sexuales anónimos en la terminal de autobuses de Toluca.
17
sobre los procesos sociales e históricos que han conducido a la criminalización,
patologización y estigma hacia las prácticas sexuales homoeróticas permiten
comprender condiciones que las han situado, en muchas ocasiones, en la
clandestinidad y la necesidad o el deseo por parte de los sujetos de aprovechar o
crear fisuras en la cotidianidad para buscar y negociar encuentros sexuales con
otros hombres de manera anónima para evitar implicaciones sociales negativas en
su propia vida. Al respecto Esparza, Yuni y Urbano (2020) declaran que la
experiencia de los hombres que actualmente practican cruising no se explica
únicamente como decisiones individuales, sino que responden a una serie de
prácticas en las cuales se les sitúa a algunos hombres en la periferia por el orden
heterosexual obligatorio, lo cual, al mismo tiempo, al ejercer su sexualidad al
margen, refuerza la concepción de sexo “anómalo” o “trasgresor”. Lo anterior,
pareciera iluminador, al permitir trazar una explicación estructural del fenómeno,
pero corre el riesgo de uniformar diferentes realidades que podrían coexistir y
desestimar procesos de agencia y resignificación por parte de los sujetos.
18
campo sexual se configuran relaciones sociales que orientan el deseo y lo
estructuran, lo cual tiene el efecto de erotizar a determinados cuerpos, sujetos u
objetos, lo que produce grados de deseabilidad y distribución de capital erótico
que jerarquiza a los sujetos con grados diferenciales de poder (Green, 2008).
19
le será atribuido menor capital erótico por lo cual, al ser excluidos de espacios
homoeróticos “privilegiados”, una posibilidad para ellos de acceder a encuentros
sexuales casuales se configura en espacios públicos favorecidos por el
anonimato. Sin embargo, es probable que aquí nuevamente se reproduzcan una
serie de marginalizaciones eróticas, pero que también ocurran estrategias eróticas
o prácticas derivadas de aprendizajes eróticos en los cuales los participantes
adapten su apariencia, comportamiento o movimientos con la finalidad de
asociarse con cierto grado de deseabilidad de acuerdo con el espacio erótico que
se investigue.
Por un lado, de acuerdo con un informe institucional del gobierno del Estado
de México, con información recopilada por UMPLAN (2021), dicha terminal es la
principal y más grande de la zona metropolitana, ubicada al centro-sur de la
ciudad, por lo cual conecta diferentes destinos locales, al interior del estado, y
diversos destinos nacionales. Es decir, este lugar tiene la posibilidad de ser punto
de encuentro entre zonas geográficas rurales, urbanas y semiurbanas, elemento
que lo dato de valor al converger múltiples identidades de deseo sexual
provenientes de diferentes partes geográficas.
20
Por último, a través del uso de redes sociales, específicamente Twitter 6, se
ha identificado interacciones entre diferentes usuarios, lo cual le ha posicionado de
manera virtual a la terminal de autobuses de Toluca como un espacio de
encuentros sexuales anónimos, al invitarse a asistir y, al mismo tiempo, alertarse
de tener cuidado de no ser captados por personal de limpieza o el guardia de
seguridad.
Estado de la cuestión
Para la construcción del estado de la cuestión decidí considerar investigaciones
empíricas que tuvieran directamente como objeto de estudio el cruising o la
búsqueda activa y negociación para un encuentro sexual anónimo entre varones
desconocidos o extraños en espacios públicos y semipúblicos 7. La metodología
consistió en una pesquisa de publicaciones académicas (entre 2000 y 2022) 8
sobre estudios empíricos en revistas indexadas y como parte de capítulos de
libros que fueron localizados. Se empleó el catálogo general de la biblioteca Daniel
Cosío Villegas del Colegio de México y sus bases de datos, específicamente
Proquest, Taylor & Francis, SAGE y ERIH Plus. Además, se consultaron bases de
acceso abierto como fueron Redalyc y Scielo, todas ellas a partir de búsquedas
claves con los siguientes términos: cruising sex men; sexo anónimo hombres;
prácticas sexuales clandestinas hombres; cuarto oscuro hombres; clubes sexo
6
Se han identificado diversos perfiles activos de Twitter que invitan a la práctica de cruising en diversos
lugares de Toluca. Entre ellos: Cruising Toluca y alrededores (@YahirEdher, 2022) y Cruising Toluca
(@cruising_toluca, 2022).
7
Para efectos del presente retomo la distinción que elabora Teutle y List (2015) sobre los lugares de
encuentro sexual anónimo y las reflexiones que comparte Bobadilla (2018; 2020) sobre los LUPIS (Lugares
Públicos de Intercambio Sexual). Los lugares públicos de encuentro sexual son aquellos espacios abiertos que
han sido apropiados para que se configuren como espacios sexuales a ciertas horas como pueden ser parques,
jardines o plazas. Estos lugares pueden ser semipúblicos generales o semipúblicos dirigidos (Teutle y List,
2015). Los primeros son aquellos que cobran una cuota de entrada y que fueron creados originalmente para un
uso diferente, no sexual. Generalmente son lugares que cuentan con secciones que han sido apropiadas para la
práctica del sexo, por ejemplo, servicios sanitarios de algunos lugares o establecimientos, el último vagón del
metro, saunas o vapores generales, entre otros. Por último, los lugares semipúblicos dirigidos son aquellos que
también cobran una cuota de entrada, pero poseen un propósito expreso de intercambio sexual, generalmente
dirigidos para la recreación de hombres, entre ellos se encuentran los cuartos oscuros, saunas o vapores
específicos, clubes de sexo gay, cines porno, etc.
8
La decisión sobre este periodo de tiempo fue con la finalidad de ubicar un campo reciente de estudio de
cruising; sin embargo, reconozco el valor decisivo y pareteaguas de investigaciones previas en relación con el
homoerotismo y clandestinidad, entre ellas, Carrier (1995) y Núñez (1994).
21
hombres; saunas sexo hombres; espacio público sexo hombres; capital erótico
encuentros homoerotismo9.
La pesquisa de artículos desarrollada busca contextualizar la investigación
y se pretende continuar actualizando a lo largo de los estudios de maestría con la
finalidad de seguir robusteciendo el encuadre y proporcionar al momento de la
culminación del proyecto de tesis un panorama actualizado en los estudios del
sexo anónimo entre varones. La recopilación consistió en 30 artículos que se
ordenaron en los siguientes bloques específicos: 1) Estudios en ciencias de la
salud sobre cruising; 2) Estudios socio-antropológicos sobre cruising; 3) Estudios
socio-antropológicos sobre identidad gay, placer sexual, cruising y capital erótico.
Por su parte, se comenzó a sistematizar un cuarto grupo de investigaciones
empíricas: 4) Estudios sobre sexualidades no heteronormativas y los sentidos al
ubicar que podría existir una posibilidad analítica de abordar el tema de placer
sexual en encuentros sexuales anónimos y capital erótico desde una perspectiva
sensorial10.
22
problematizar las relaciones de poder que se configuran en el contexto e
interacción de los encuentros sexuales anónimos. En esta línea, se encontraron
los siguientes estudios:
23
sexual específico, esto les dificulte establecer acuerdos y negociar las condiciones
para un encuentro sexual anónimo seguro al encontrarse en una posición de
vulnerabilidad11. Analizar la configuración de capital erótico en un campo sexual
concreto permite visibilizar las relaciones de poder que se configuran y complejizar
las condiciones de distinción y jerarquización social que podrían orientar y
condicionar la interacción sexual de los varones en espacios de encuentros
sexuales anónimos.
Por otra parte, igualmente desde ciencias de la salud, Reece & Dodge
(2004a), realizaron un estudio en Estados Unidos con hombres que realizaban
prácticas de cruising con otros hombres en espacios universitarios. Los autores
apuntaron que el cruising ha sido descrito por algunos como “inhabilidad para
controlar el comportamiento sexual”, siendo empleados términos como
“compulsividad sexual” y “adicción sexual” para describirlo (Pincu, 1989; Schwartz
& Brasted, 1985; citados en Reece & Dodge, 2004a, p. 89). Así, se buscó analizar
en qué medida los hombres que realizaban dicha práctica habían sentido que su
comportamiento había salido de control o si habían experimentado o notaban
alguna consecuencia negativa, además de documentar si habían identificado la
necesidad de buscar ayuda. La metodología empleada fue de tipo mixto, es decir,
se aplicó una escala psicométrica (Sexual Compulsivity Scale), y 26 entrevistas
semiestructuradas. La escala psicométrica utilizada midió preocupaciones
obsesivas que causan malestar en relación con comportamientos, pensamientos o
sentimientos relacionados con las prácticas sexuales. La muestra consistió en un
70% hombres asumidos gay; 16.7%, bisexuales; 10%, heterosexuales; y, 3.3%,
fueron hombres que no se asumían en alguna de las categorías.
Se identificó que las prácticas realizadas más frecuentes fueron
masturbarse (100%, n=26), masturbación mutua (100%, n=26), sexo oral (57.7%,
n=15) y en menor medida sexo anal (11.5%, n=3). A partir de estos resultados, se
encontró que las preocupaciones obsesivas de los hombres participantes sobre
sus prácticas sexuales puntuaron en mayor medida que los resultados que se
habían obtenido con la misma escala en hombres y mujeres heterosexuales en
11
De acuerdo con Herrera, Kendall y Campero (2014), la vulnerabilidad es una posición que se ocupa a partir
de procesos de inequidad y desigualdad social en un espacio.
24
otras investigaciones, quienes fueron tomados como referencia para contrastar
(Reece & Dodge, 2004a). Este hecho no lo detallaron en mayor medida los
autores; sin embargo, una interpretación posible desde ciencias sociales para
comprender el hallazgo, más allá de una posición patologizante compulsiva, es
que al operar un sistema heteronormativo que excluye o estigmatiza a ciertas
prácticas sexuales, es probable que, ante la trasgresión, quienes participen
puedan experimentar preocupación o malestar ante su experiencia homoerótica,
producto de aprendizajes culturales que asocien su experiencia con el “sexo malo”
(Rubín, 1989). Por lo anterior, es pertinente explorar la forma en que los varones
con una identidad de deseo sexual homoerótica significan sus encuentros
sexuales anónimos frente a la trasgresión que supone su experiencia a los
entramados culturales de heterosexualidad obligatoria y homonormatividad, ésta
última fortaleciéndose con mayor frecuencia en las últimas dos décadas a partir
del desarrollo de un modelo de vida gay blanco, rico, en pareja, monogámico
(Love, 2012; citado en Canseco y Mattio, 2018).
Desde otro lugar, Schrimshaw, Siegel y Downing (2010) investigaron los
comportamientos sexuales de riesgo de hombres que tenían sexo con hombres,
que no se asumían homosexuales, y que adicionalmente mantenían una relación
de pareja con una mujer estando casados o a través de una relación, mínimo de
tres meses, para identificar la ocurrencia o no de prácticas sexuales de riesgo en
Nueva York, Estados Unidos, a través de entrevistas semiestructuradas y un
cuestionario. Los resultados arrojaron que respecto las interacciones sexuales con
hombres, se encontró que los participantes reportaron tener con mayor frecuencia
sexo anal (protegido o no) cuando habían conocido a un hombre en internet
(82%), a través de sus amigos, trabajo o vecinos (79%) o en bares o clubes (60%).
En menor porcentaje cuando lo habian conocido en el gimnasio (33%) o en áreas
de cruising como parques o sanitarios públicos (23%). En esta línea, lo mismo
ocurrió particularmente sobre la experiencia de tener sexo anal sin condón, con
más frecuencia ocurría si al compañero sexual lo habían conocido en internet
(55%), en bares o clubes (55%) y a través de sus amigos, trabajo o vecinos (47%).
En menor porcentaje ocurría si lo habían conocido en el gimnasio (20%) o en
25
áreas de cruising como parques o sanitarios (13%). El sexo oral fue la actividad
sexual que reportaron estos hombres con mayor frecuencia en estos últimos dos
lugares. Con lo antes expuesto, este estudio, a primera vista podría sugerir el tipo
de práctica que podría ser más frecuente en el lugar de estudio elegido dadas las
condiciones materiales de mayor practicidad pero también abre la posibilidad, sin
ser su objetivo expreso, de abrir la reflexión para preguntarse si, en los espacios
de cruising, existen prácticas sexuales concretas diferenciales de acuerdo con los
capitales eróticos con que se cuenten.
En otro sentido, Gama, Abecasis, Pingarilho, Mendão, Martins, Barros &
Dias (2017) investigaron en Portugal, a través de un cuestionario, la relación entre
diferentes comportamientos sexuales de riesgo con la prevalencia de VIH y
características demográficas de algunos hombres que realizaban prácticas
sexuales con otros hombres en lugares de cruising. Los participantes fueron
reclutados a partir de la invitación en bares o clubes gay, organizaciones y eventos
comunitarios. Además, se solicitó que los participantes difundieran el estudio entre
conocidos y en sus redes sociales para animarles a participar. Se encontró que del
total de la muestra el 63.7% reportó que acudían a lugares de socialización gay
para conocer parejas sexuales, mientras que el 36.7% acudía a lugares de
cruising. Aquellos hombres que acudían en mayor porcentaje a estos últimos
fueron aquellos significativamente con mayor edad, con menor nivel educativo,
con mayor frecuencia estaban desempleados y reportaban un menor nivel de
ingresos que aquellos que acudían a lugares de socialización gay. De la misma
manera se encontró que aquellos hombres que acudían a espacios de cruising
participaban con mayor frecuencia en comportamientos sexuales de alto riesgo
como tener un mayor número de parejas sexuales, tener relaciones sexuales en
grupo y sin protección con personas con las cuales desconocía su estatus
serológico. De esta forma, si bien este estudio, de manera similar que el realizado
por Fernández-Dávila (2009), no menciona el concepto de capital erótico, más allá
de únicamente características demográficas, es pertinente problematizar las
interacciones sexuales que ocurren en los espacios de encuentros sexuales
anónimo tomando en consideración principios de distinción y jerarquización social
26
para visibilizar relaciones de poder concretas que pueden operar e influir en la
participación en encuentros sexuales anónimos.
Con lo expuesto hasta aquí, es notable destacar otras investigaciones
localizadas también dentro de ciencias de la salud (Binson, Woods, Pollack, Paul,
Stall & Catania, 2001; Reece & Dodge, 2004b y Rusow, Fletcher & Reback,
2017), las cuales igualmente buscaron identificar patrones comportamentales
asocidos con el cruising y las prácticas de riesgo. La riqueza de tales
investigaciones para la conceptualización del presente proyecto radicó en
permitirme conocer el tema desde un marco particular individual sobre la
comprensión de la salud e identificar sus limitaciones en la comprensión de lo
social, al estar los comportamientos no dirigidos únicamente de manera individual,
sino, como expresa Herrera, Kendall y Campero (2014), se encuentran
determinados también por desigualdades sociales, situación también presente en
el ámbito de la sexualidad.
27
abiertamente alguna interacción o pareja posible: “Estoy bien; no, gracias; ¡No!”
(2007, p. 10). Entre los tipos de prácticas que observaron fue masturbación,
masturbación mutua, sexo oral y sexo anal, todas ellas fueron precedidas por
gestos o proposiciones que sugerían tales actos con la finalidad de avanzar en la
interacción sexual o no. Este estudio analizó los códigos o gestos corporales para
iniciar un encuentro sexual anónimo como fue mirar sostenidamente a otros;
señalar o acariciar sus genitales, lamerse los labios o sacar la lengua. El estudio
no lo menciona expresamente; sin embargo, al ser relevante el lenguaje corporal
para propiciar o no un encuentro sexual, esto sugiere la relevancia de profundizar
sobre cómo interviene el cuerpo y los sentidos en la experiencia de placer sexual y
la forma en cómo los varones negocian su capital erótico para participar en
encuentros sexuales anónimos.
Por su parte, Díaz-Benítez (2007) realizó una etnografía a través de la
técnica de observación acompañante12, en un cuarto oscuro, ubicado en una
discoteca dirigida para público LGBT+ en Rio de Janeiro, Brasil. Su objetivo
consistió en analizar los procesos de comunicación entre practicantes de sexo
anónimo a partir del lenguaje no verbal, como son gestos, localizaciones y
desplazamientos en el espacio físico, para mostrar expectativas e intenciones
sexuales en su búsqueda y negociación por un encuentro sexual. La investigadora
manifestó que el sentido privilegiado en la interacción es el tacto ya que ésta
comienza con tocar y dejarse tocar. Acceder a una caricia o evitarla es la forma en
cómo se configura la interacción en dicho lugar con la finalidad de continuar la
aproximación o terminarla. Así, ella señaló que los gestos son la principal forma de
comunicación en dicho espacio; en contraste, con el lenguaje verbal, pues la
intención no es conocer a la otra persona, sino que justamente el espacio funciona
a partir del desconocimiento del otro y la ausencia de sentimientos románticos. Si
bien, la investigadora apuntó que, en tal contexto, otros sentidos como el olfato o
el gusto son más eficaces que la propia vista, su investigación no profundizó en
12
Díaz-Benítez (2007), a partir de un ejercicio de reflexividad sobre la técnica de observación acompañante,
destacó que las interacciones en el cuarto oscuro son eminentemente masculinas; por lo cual, al encontrarse en
campo desarrollando observación, su presencia como sujeto generizado le imposibilitaba participar. Si bien
ella reconoció que se podría asumir que la observación en sí misma implica “participación”, desde un
ejercicio sincero de la práctica antropológica, le parece conveniente nombrar su técnica de recolección de
datos “participación acompañante”.
28
ellos, lo cual sería interesante explorar en futuras investigaciones, en diversos
contextos en los cuales se lleve a cabo la práctica del sexo anónimo entre
varones. Díaz-Benítez (2007) destacó que la oscuridad es un factor decisivo en el
funcionamiento de las dinámicas acontecidas en el cuarto oscuro. Aquellos que:
en el resto de la disco no tendrían éxito […] pueden en la oscuridad relacionarse
sexualmente con personas que quizá en otro contexto las excluirían, o bien,
interactuar con los que se orientan directamente a la oscuridad por las mismas
razones, pues están siendo rechazados por apariencia, color o estilo:
generalmente son aquellos considerados feos, muy negros, muy gordos, muy
viejos o muy afeminados. (Díaz-Benítez, 2007, p. 103)
En este sentido, con lo antes descrito, vale la pena preguntarse, ¿la práctica de
cruising podría responder a dinámicas sociales en las cuales la experiencia sexual
homoerótica es atravesada por otros principios de distinción y jerarquización
social? ¿Podría el cruising, en algunos casos, ser no sólo una práctica de
resistencia homoerótica frente a la normativa heterosexual dominante sino
también, para algunos hombres, una práctica de apropiación frente a otros
órdenes de poder?
Un año más tarde, Richard Tewksbury (2008), publicó un estudio
empleando el método documental para recolectar y sistematizar información de un
sitio web sobre lugares en los cuales se realizaba cruising en Estados Unidos. La
información del sitio era actualizada por usuarios practicantes de cruising, quienes
compartían recomendaciones y advertencias sobre lugares que habían sido
identificados con vigilancia policial o peligrosos para los hombres que acudían. Los
resultados mostraron que los lugares más referidos fueron parques públicos,
espacios comerciales eróticos para adultos, gimnasios y campus universitarios.
Para efectos del presente proyecto, esta investigación, más que clarificar
espacios posibles en México en los cuales también pudiera ocurrir cruising, es útil
para conocer el panorama y encontrar las distinciones del presente proyecto, ya
que lejos de continuar en el mismo camino de visibilizar la amplitud de
experiencias sexuales y espacios en que acontece, uno de los intereses es
conocer la forma en que los varones con una identidad de deseo sexual
homoerótica negocian su capital erótico y significan sus encuentros sexuales
anónimos.
29
Por otra parte, un año después del anterior estudio, Braz (2009) realizó una
etnografía en 2006, en locales comerciales para encuentros sexuales o clubes de
sexo a través de observación participante, entrevistas con algunos asistentes 13 y
entrevistas con los empresarios o encargados de los espacios. Además, él analizó
los sitios web de dichos negocios y algunos sitios relacionados con la búsqueda
de pareja y/o encuentros sexuales en São Paulo, Brasil. El autor planteó que en
los sitios web identificó una alta estima por la masculinidad, con independencia de
la posición sexual, es decir, hombres que se declaraban “activos” o “pasivos”, se
describían, al mismo tiempo, “no afeminados” y con interés de encontrar un
hombre igualmente masculino. No se asociaba la penetración con una expresión
de género femenina.
Así, al observar al interior de los clubes de sexo, era evidente el
funcionamiento del mandato de la masculinidad, principalmente en los espacios
destinados para tener encuentros sexuales, donde predominaba la penumbra y el
silencio, por lo cual el lenguaje corporal a través de la apariencia y actitudes
relacionadas con lo masculino, configuraban a determinados hombres como
sujetos deseables de llevar a cabo un encuentro sexual; mientras que, aquellos
que no eran leídos de dicha forma, eran situados, en su mayoría, como
espectadores, hombres con los cuales no se buscaba tener una interacción sexual
directa por poseer un cuerpo no leído como deseable ya sea por poseer una
corporalidad no masculina, no asociada con la juventud, por poseer un peso no
atractivo, por la clase o en razón de su color de piel14.
Asimismo, Langarita (2013) realizó una etnografía en Barcelona, España,
(principalmente en el parque de Montjuïc)15 entre 2009 y 2012. Este método le
permitió mapear las rutas que emprenden en el parque los hombres que buscan
un intercambio sexual anónimo y conocer las estrategias que utilizan en sus
13
Las personas que acudían eran hombres entre 25 y 50 años de edad, con una presencia mayoritaria entre
30 y 40 años (Braz, 2009).
14
Sin embargo, también el investigador encontró que, en algunos momentos, el color de piel podía ser
asociado con mayor virilidad que se materializaba en la creencia que se poseía un mayor tamaño del pene, por
lo cual en esos casos podría funcionar como un valor atractivo para tales cuerpos.
15
Si bien su trabajo se centró en mayor medida en el parque de Montjuïc, Langarita (2013) también
recolectó datos en otros espacios como la playa de la Mar Bella, en parte del bosque y de la playa de Sitges,
en la pineda de Gavà y en los baños de una estación de transporte público en Barcelona, España.
30
procesos de comunicación. El declaró que realizar entrevistas representó un
obstáculo dado el intercambio verbal que implicaba la ruptura del silencio; no
obstante, ocho hombres accedieron.
Langarita (2013) encontró que el silencio es una estrategia que facilita la
interacción sexual, pues salvaguarda el anonimato ya que ayuda a los
participantes a separar su vida social de la práctica sexual y con ello “minimizar los
efectos negativos de los significados estigmatizantes de la homosexualidad” (p.
320). Sobre esto, el autor no profundiza en mayor medida, pero podría ser
relevante reflexionar, ¿qué implicaciones emocionales o no podrían estar
asociadas a “ese” silencio? ¿Podría ser el silencio un efecto ante la posibilidad de
experimentar “culpa” o “vergüenza”16 ante un encuentro sexual con otro hombre?
¿Qué otros significados podrían estar presentes en la experiencia de los sujetos
dada la trasgresión que supone a la heterosexualidad obligatoria y la
homonormatividad de la identidad gay?
Frente al silencio, el autor plantea que se privilegia la vista para realizar
lecturas corporales sobre los participantes, ubicando ciertos cuerpos más
deseables que otros en términos de edad, origen étnico y grado de masculinidad.
Ante esto, si bien el autor evidencia desigualdades entre los sujetos en relación
con su posición erótica en el espacio, él no explora qué estrategias derivadas de
aprendizajes eróticos podrían utilizar los participantes para adaptar su apariencia,
comportamiento o movimientos con la finalidad de asociarse con cierto grado de
deseabilidad de acuerdo con el espacio erótico que se trate, razón por la cual es
pertinente profundizar su investigación.
31
(2015) se enfrentaron, en ocasiones, con el reto de que los participantes no
deseaban participar en una entrevista, por lo cual se tomó la decisión
metodológica de emplear el uso de chats y correos electrónicos para continuar con
la comunicación con los participantes que así lo desearon.
Uno de los objetivos de su estudio fue analizar las relaciones sociales y los
encuentros sexuales entre varones que ocurrían en las saunas o baños de vapor
desde un enfoque de género con la finalidad de identificar qué discursos asumían
o cuestionaban sobre su sexualidad, masculinidad y sus prácticas homoeróticas.
Teutle y List (2015) identificaron que la búsqueda o el deseo por acudir a los
baños de vapor se debía por la intención de mantener ocultas sus prácticas
sexuales, al no ser directamente identificados como ámbitos de sociabilidad gay;
lo cual era benéfico para ellos pues no ponía en riesgo que su masculinidad fuera
cuestionada en el ámbito público.
Por otro lado, los autores señalaron que, al interior, a partir de las
relaciones sociales de género, existía una jerarquía sobre los cuerpos, ocupando
un lugar inferior aquellos hombres “afeminados”, “pasivos”, asumidos como
“homosexuales o gay”; mientras que los hombres “no asociados con alguna
identidad”, “masculinos” y “activos” ocupaban una posición superior. En su lugar
de observación, él destacó el interés nulo por algunos hombres de crear lazos
afectivos con otros hombres y, por el contrario, el deseo de delimitar su interacción
únicamente al ámbito sexual. Esto él lo interpretó como una forma de actualizar
plenamente el mandato de la masculinidad hegemónica: “[…] en la idea continua
de que los hombres son activos, sin afecto, y muy alejados de los papeles
designados a la mujer […]” (p. 117), lo cual sugiere que una posición de escucha
podría implicar una posición feminizada.
En otro espacio, otros investigadores, en esta ocasión Córdova y Pretelín
(2017) publicaron un estudio desarrollado de manera colaborativa en un cine
porno, llamado Luis Buñuel, en el puerto de Veracruz. La metodología empleada
fue etnografía, a través de observación participante y entrevistas. Una decisión
metodológica importante que se realizó fue que, a comienzos del estudio en 2000,
ante el ingreso a campo de Jesús Pretelín, él inicialmente había aceptado
32
intercambios homoeróticos con algunos participantes con la finalidad de
desarrollar rapport; sin embargo, se tomó la decisión metodológica de suspender
tales prácticas con la finalidad de situar distancia en relación con la técnica de
entrevista y evitar posibles conflictos de interés con los entrevistados. Uno de los
objetivos de su investigación fue explorar qué hombres acudían al cine Buñuel y
su relación con el régimen de sexualidad (sexo/género/deseo/práctica sexual).
En relación con sus resultados, ellos identificaron pluralidad de experiencias
homoeróticas, las cuales se manifestaron con mayor amplitud de la dicotomía
“hombre-choto” (2017, p. 106), sino que existían una serie de rasgos que se
entrecruzaban y, en ocasiones, se yuxtaponían sobre la lectura que se realizaba
sobre su cuerpo y su comportamiento de los hombres que tenían prácticas
sexuales con otros hombres. Los asistentes eran leídos socialmente entre sí y
ubicados en cierta posición en el espacio, al mismo tiempo que de acuerdo con su
finalidad o expectativa sexual orientaban y negociaban con su cuerpo de
conformidad con lo que buscaban. Sin embargo, más allá de posiciones fijas, el
estudio resaltó que las posiciones podían tener matices ya que un hombre que
asistiera podía “transitar, de acuerdo con las circunstancias” […] (p. 106) a
mostrarse tapado17, aceptado18, obvio19, puto20, mayate21, entre otras posiciones.
Años después, Bobadilla (2018) presentó parte de los resultados de su
investigación empírica realizada en un establecimiento comercial llamado Aqua
Steam, con salas de vapor y espacios de esparcimiento (chapoteadero, bar,
cafetería, terraza, área de masaje, entre otros), ubicado en los márgenes de la
capital de Aguascalientes. Su etnografía empleó técnicas de tipo cualitativo,
17
Hace referencia a la experiencia de hombres que se asumen homosexuales, pero que han construido una
identidad social como heterosexual con el objetivo de mantener cierto estatus (Córdova y Pretelín, 2017).
18
Esta posición se caracteriza por ser hombres que asumen públicamente su homosexualidad en diversos
contextos (Córdova y Pretelín, 2017).
19
Se caracteriza por experiencias en las cuales, sean tapados o aceptados, los sujetos muestran actitudes o
comportamientos asociados culturalmente con lo femenino (Córdova y Pretelín, 2017).
20
Son sujetos que pueden ser obvios o no. Asumen un rol receptivo para la penetración anal o el sexo oral y
su intención principal es interactuar sexualmente con hombres masculinos, activos, mayates, pero también, en
algunos casos, con otros putos ante la no consecución de su pretensión principal (Córdova y Pretelín, 2017).
21
Son sujetos que además de ser leídos socialmente con una expresión de género masculina, se asumen como
tales y se repliegan en cumplir los mandatos heteronormativos al asumir una posición activa en el acto sexual
y a rechazar la recepción anal y oral (Córdova y Pretelín, 2017).
33
específicamente observación participante y entrevista a profundidad con algunos
asistentes del lugar y con el personal de servicio.
Entre sus hallazgos, Bobadilla (2018) encontró que a tal espacio comercial
acudían hombres citadinos, de clase media, con estudios superiores y medio-
superiores, de estrato socioeconómico medio a medio alto. En el caso del primer
nivel de estudios, la mayoría poseía la condición civil de casado; y, en el caso del
segundo, un buen porcentaje se encontraba en el clóset y otros eran abiertamente
gay en diversos contextos. En consonancia con el resto de las investigaciones
aquí mostradas, el cuerpo tuvo un papel principal en la percepción y evaluación
por parte de los usuarios al ser un factor decisivo para aproximarse o no para una
interacción sexual. De acuerdo con el investigador, al ingresar todos únicamente
con los accesorios de un pareo y sandalias, el cuerpo, en un primer momento,
posibilitó ser expuesto en igualdad de circunstancias “lo cual iguala y pone en
perspectiva la relación que entre estos se puede suscitar” (p. 52). No obstante, el
autor identificó que la edad, al tener un correlato directo en el cuerpo de algunos
hombres mayores, los situó en una posición de desventaja para participar en un
encuentro sexual, siendo su aproximación, según Bobadilla, “cuasi evasiva y
finalmente tímida” (2018, p. 54).
Por otro lado, la interacción, al interior de las salas de vapor, se originaba al
igual que en la investigación de Díaz-Benítez (2007), a través de la aproximación
por el tacto; mientras que, en los lugares abiertos de esparcimiento, ocurría
principalmente a través de intercambiar miradas, movimientos corporales de
seducción (un guiño, un gesto, cierta forma de caminar) o a través de pequeñas
conversaciones casuales. Un hallazgo que no había sido identificado en otro
estudio, pero que resaltó Bobadilla (2018), es que en su lugar de observación, en
ocasiones, se desarrollaban vínculos de amistad, convivencia o socialización entre
los sujetos, razón por la cual el autor problematizó la importancia de no
esencializar la práctica del intercambio sexual entre varones desconocidos como
necesariamente anónima, sino que depende de dinámicas contextuales y que, en
algunos casos, pueden establecerse otro tipo de relaciones entre los sujetos, de
acuerdo con los intereses y condiciones específicas de los participantes.
34
Dos años más tarde, Bobadilla (2020) publicó la continuación de su trabajo
en el mismo espacio y en esta ocasión, precisó que hacer observación participante
en su campo implicó asumir y reconocer que su interacción supuso, en algunos
momentos, interacción sexual con algunos informantes a partir de dos premisas
mínimas: no situarse en una posición de riesgo, pues toda interacción supondría
para él protección a través del uso de condón y la elección de participar o no con
algún usuario permitiría corroborar qué códigos o respuestas se configuran ante la
“negativa o indiferencia” (p. 195) por parte de algún participante hacia cierta
aproximación.
Al mismo tiempo, él profundizó que si bien la interacción social en este
espacio comercial, en algunos casos, podría dar lugar a lazos amistosos 22,
generalmente, si ocurrían, se mantenían circunscritos en dicho espacio, pues en el
ámbito exterior las conductas sexuales podían ser otras, incluso opuestas, como
en el caso de los hombres casados con mujeres cis. El hecho de delimitar
marcadamente las interacciones sexuales a dicho espacio lo observó
principalmente en adultos mayores de 50 años. Él expresa: “El factor edad,
aunado a la condición civil e identitaria, además de inhibir e invisibilizar
gradualmente al individuo, le amortaja sexualmente, teniendo el sujeto que
negociar consigo mismo para desmontar el orden normativo y agenciar emprender
la recuperación y resignificación de su cuerpo mediante la conquista de su deseo”
[…] (p. 201). Así, con lo anterior, se puede observar la configuración de jerarquías
eróticas, sobre ciertos cuerpos leídos como sexualmente deseables, capaces de
producir placer, en contraposición con otros que son ubicados en una menor
posición de la jerarquía.
El mismo año, pero en otra parte del mundo, Esparza, Yuni y Urbano (2020)
publicaron reflexiones teórico-metodológicas como parte de un trabajo más amplio
que se encuentran realizando sobre prácticas sexuales clandestinas en espacios
públicos, realizadas por hombres que tienen sexo con otros hombres, y los
factores de riesgo asociados con la transmisión de VIH. Su aproximación consistió
en una etnografía en los baños de la terminal y en el parque Adán Quiroga,
22
Incluso Bobadilla (2020) encontró que algunos de sus informantes relataron experimentar en sus encuentros
diversas emociones o afectos que manifestaban “en caricias, abrazos y besos” (p. 211).
35
ubicados en la provincia de Catamarca, Argentina, a partir de observación
participante, registro fotográfico para documentar aspectos materiales del espacio
(no las prácticas sexuales de los sujetos), conversaciones informales y,
conversaciones más estructuradas, cercanas a la entrevista en algunos casos
posibles. Los investigadores sostuvieron que las prácticas sexuales entre varones
de forma clandestina se configuran como una “licencia de la masculinidad
hegemónica” (p. 5), siendo el ocultamiento la condición para su realización,
además de, en ocasiones, “la feminización como inferiorización para la
consumación del acto sexual” (p. 13) Ellos expresaron que la experiencia de tales
hombres no se explica únicamente como decisiones individuales, sino que
responden a una serie de prácticas en las cuales se les sitúa en la periferia por el
orden heterosexual obligatorio, al mismo tiempo que reafirman el “discurso de la
anomalía y la transgresión” (p. 6). En este sentido, los investigadores
reflexionaron que la clandestinidad funciona como un dispositivo, en el cual el
ocultamiento es un permiso temporal-situado que confina su experiencia a un
espacio específico, siendo una aparente libertad, regulada y demarcada. Lo antes
mencionado, si bien es llamativo pues permite trazar una explicación sistémica del
fenómeno sobre los motivos que le ubican en la periferia, corre el riesgo de
desestimar relaciones de poder que pueden permear las interacciones sexuales, al
no tratarse de meras elecciones individuales, además corre el riesgo de
invisibilizar procesos de agencia y resignificación por parte de los sujetos y
uniformar diferentes realidades que podrían coexistir en el campo sexual.
En este sentido, los estudios socio-antropológicos hasta aquí localizados
son valiosos para mapear el campo de estudios sobre cruising en el cual se
pretende insertar este proyecto de investigación y también posibilitan demarcar
ausencias que podrían ser investigadas. Una primera ausencia, según se observa
en los estudios antes mencionados, consiste en que hasta ahora la investigación
se ha centrado de manera expresa en analizar las interacciones sexuales y los
códigos y gestos corporales que convergen para llevar a cabo un encuentro sexual
anónimo; sin embargo, el diferenciador en este proyecto consiste en que me
centraré en explorar y analizar la forma en que los varones con una identidad de
36
deseo sexual homoerótica significan sus encuentros sexuales anónimos frente a la
trasgresión que supone su práctica en los entramados culturales de la
heterosexualidad obligatoria y la homonormatividad de la identidad gay. Asimismo,
un segundo diferenciador en esta propuesta, consiste en conocer e interpretar la
manera en cómo los varones que participan en encuentros sexuales anónimos en
la terminal de autobuses de Toluca negocian su capital erótico a partir de la
estructura de deseo que se ha configurado en dicho espacio y la forma en que se
perciben a sí mismos.23
Green (2008), entre 1994 y 2004, realizó en Nueva York, investigación de tipo
cualitativa con treinta hombres racializados, asumidos gay, que asistian a sitios de
encuentro sexual comerciales (bares, clubes y saunas) localizados en Chelsea y
West Village, en los cuales acudían en su mayoría hombres gay, de clase media,
blancos. Al ser espacios orientados con un fin sexual, este elemento les proveía a
estos espacios ser seguros para la socialidad gay, proveía condiciones de
anonimato, objetivación y competencia. El objetivo de la investigación consistió en
realizar un estudio de caso en campos sexuales concretos para analizar la
estructura del deseo sexual de hombres gay. Green (2008) encontró que la raza
en dichos sitios configura una estructura de probabilidades sobre los intercambios
sexuales, además de dinámicas de elección y negociación sexual con potenciales
parejas, a partir de configurarse una estructura de deseo determinada, dominada
por hombres blancos.
23
Por último, para cerrar este apartado se enuncian investigaciones identificadas que han sido localizadas
también sobre cruising, las cuales serán incorporadas al comienzo del siguiente semestre: Braz, (2008);
Brown (2008); Frankis & Flowers (2009); Hernández (2020); Laguarda (2005); List (2018); Martins, Toneli,
Beiras (2018); Qian (2017); Rojas (2016) y Salehin & Vitis (2020).
37
Esta situación, algunos hombres, la reapropiaron al negociar activamente la
diferencia racial y con ello, en algunos casos, producir el efecto de aumentar su
capital erótico al adaptar su presentación frente a otros hombres para que
coincidiera con su percepción esperada, una sexualidad asociada con lo
incontenible, lo salvaje y con ciertos atributos físicos, una sexualidad que se
podría interpretar cercana a lo “esterotipicamente masculina” en la cultura
heterosexual obligatoria. Lo antes dicho favorecía, para algunos hombres
racializados, una interacción sexual acotada en el tiempo, pero no para el
establecimiento de relaciones de pareja a largo plazo, en caso de que existiese la
expectativa por parte de algunos hombres racializados. Esto coincide con la
investigación que más adelante se mostrará realizada por Parrini y Flores (2014),
ambas coinciden en que, en algunos casos, la diferencia se erotiza, lo cual podría
favorecer encuentros sexual pero, al mismo tiempo, reproducen concepciones
discriminatorias y establecen un muro o limite para la posibilidad de interatuar
fuera del espacio sexual.
ya sabes, supongo que hay sentimientos sutiles […], bueno, ya sabes, este tipo en
realidad me está haciendo un favor al acostarse conmigo, y debo asegurarme
que… [Él esté complacido], ya sabes, de eso se trata […]. (Entrevistado; Green,
2008, p. 42-43, traducción propia)
38
Así, el estudio de capital erótico y homoerotismo es fundamental para comprender
la experiencia del sexo anónimo y profundizar en los significados que tienen las
prácticas sexuales desde una mirada relacional, no patoligzante, que sea
traducible a mediano plazo en políticas públicas eficaces y dignas sobre salud
sexual.
Por otro lado, Parrini y Flores (2014) realizaron una investigación con
hombres gay de distintas edades, de 18 a 45 años, contactados a través de la
técnica de “bola de nieve”, provenientes de la Ciudad de México, con la finalidad
de estudiar las construcciones de la masculinidad a través de sus narraciones
sobre placer sexual. Su estudio parte de concebir el placer sexual como un tipo de
experiencia que cuenta con tres registros. Por una parte, el placer sexual es una
experiencia individual con alto valor atribuido socialmente. Por otra parte,
concentra la elaboración de discursos sociales normativos y, por último, es un
espacio en el cual puede ocurrir trasgresiones en mayor o menor medida
conscientes o volutarias de las diferentes normatividades. De la misma manera,
Parrini y Flores (2014) expusieron que estudiar las narrativas de hombres gay
sobre el placer sexual permitirá profundizar en la comprensión de la experiencia
homoerótica y su relación con la construcción de la masculinidad. Como ténica de
recolección de datos, emplearon entrevistas grupales, en las cuales segmentaron
su muestra por grupos de edad y actividades profesionales o actividad deportiva
similar, obteniendo cuatro grupos.
Por otra parte, tres años después, Parrini (2018) publicó su trabajo
etnográfico realizado en Tenosique, ciudad ubicada en el estado de Tabasco,
México. En este trabajo él encontró que, en ocasiones, se configura un flujo
particular entre hombres gay y migrantes, principalmente hondureños.
40
[…] entre un punto y otro, como una relación entre diferencias, permite pensar dos
registros distintos. Por un lado, el deseo como un flujo entre diferencias eróticas,
corporales, sexuales, subjetivas y sociales; por otro, como una diferencia entre
colectivos, comunidades y sociedades. Si utilizara un lenguaje más clásico, diría
que una relación entre diferencias, articula los niveles macro y micro. […]. La
diferencia no corresponde sólo a la relación entre dos o más términos, también
incluye el flujo que dicha relación genera. (Parrini, 2018, p. 315)
Los primeros desean […] juventud, virilidad y belleza de los segundos; éstos los
bienes y los cuidados que pueden recibir de aquéllos. Esto no excluye la búsqueda
del placer sexual. […] ¿Qué tiene para intercambiar un migrante joven y pobre? Su
cuerpo, su sexualidad. ¿Qué tiene para ofrecerle un hombre gay? Comida,
alojamiento, dinero. Pero también placer, entretención, cuidados, conversación.
[…] Si no hay diferencias no hay flujos. (Parrini, 2018, p. 316-317)
Con lo expuesto hasta este momento, el papel y el valor de la diferencia podría ser
clave en el estudio de los encuentros sexuales anónimos.
Desde otro lugar, Caraballo (2021) analizó las interacciones de ligue 24 entre
hombres gais de la ciudad de Tijuana por medio de trabajo etnografico a través del
uso de entrevistas itinerantes y en profunidad, así como observación libre en
espacios físicos y virtuales, estos últimos en su mayoría en Grindr. Su objetivo
consistió en analizar el deseo sexual entre hombres frente a la asimilación de las
relaciones entre personas del mismo sexo con el modelo de amor romántico
heterosexual. Él parte de la premisa de que el valor de masculinidad “está
24
Él define “interacciones de ligue gay” al “conjunto de prácticas, más o menos ritualizadas, a través de las
que los hombres gais se presentan ante otros como un potencial objeto deseado, con el fin de entablar
relaciones sexuales pasajeras o vínculos afectivos amorosos” (p. 536), siendo este último componente una
diferencia con la práctica de cruising; sin embargo, analíticamente es cercano el término con las matizaciones
correspondientes.
41
sujetado a principios de distinción y jerarquización social que exceden las
consideraciones conscientes en torno a la expresión de género” (p. 543). Así, él
propone el valor de la masculinidad en un espacio determinado que se intersecta
con otros capitales, propuestos por Pierre Bourdieu, quien es retomado en el
trabajo de Caraballo (2021).
Por último, una de las grandes aportaciones del investigador fue concebir
que cierta configuración de capitales puede proveer distinción simbólica, producto
del capital simbólico, y que son estas distinciones de prestigio las que dotan de
42
valor al cuerpo. De manera específica para evideciar esto, él rescata el concepto
de símbolos de blanquitud:
43
Torres (2019) publicó los resultados de un estudio etnográfico que realizó
entre 2011 y 2017, con varones con vínculos serodiscordantes homoeróticos en la
Ciudad de México, a partir de un análisis sensorial. Analizó de manera
retrospectiva cómo los participantes habían construido sus vínculos y qué papel
había tenido el sentido del tacto como forma de acercamiento o alejamiento
corporal. Encontró que el contacto con fluidos corporales derivados de las
prácticas sexuales significa para ellos una posibilidad de acceso al placer y a la
cercanía emocional, al mismo tiempo que un espacio de tensión. Si bien las
personas entrevistadas poseían características particulares diferentes a las
personas que el presente estudio espera acceder, Torres (2019) dio cuenta de la
relación entre espacio público y privado en la configuración del ámbito erótico-
afectivo y reflexionó cómo al tener, los participantes, determinada “orientación
sexual” posibilitó para ellos “resignificar los espacios públicos y tener prácticas
sexuales homo en algunos contextos de clandestinidad y anonimato. Sensaciones
de placer, excitación, miedo cariño y hasta adrenalina acercan a los cuerpos
mediante el tacto en la intimidad” (p. 196). Es valiosa la aportación de Torres
(2019) al sugerir sensaciones presentes en las prácticas sexuales entre varones
en el espacio público, sensaciones que valdría la pena explorar a través de
conocer de manera empírica los significados que le atribuyen los practicantes de
cruising a su experiencia. Sólo un aspecto es limitado respecto al estudio de
Torres (2019), al concluir que debido a poseer determinada “orientación sexual” es
posible resignificar el espacio público, ya que no necesariamente es una
potencialidad exclusiva de hombres homosexuales sino que, como se ha revisado
a lo largo de las investigaciones empíricas aquí mostradas, en los espacios de
cruising confluyen diversidad de experiencias no únicamente acotadas al ámbito
de las identidades sexuales, sino en interacción con otros órdenes normativos de
clase, raza, género, edad y peso que podrían estar vinculados en la experiencia
de mostrarse y ser percibidos como sujetos deseables disponibles o no para un
encuentro sexual en espacios públicos.
En otro sentido, Viscaya (2019) publicó, desde una perspectiva sensorial,
los resultados de su estudió etnográfico realizado entre 2011 y 2016 sobre los
44
significados que los hombres le atribuían a su experiencia sexual clandestina en el
último vagón del metro. La metodología empleada por el estudio fue de tipo
cualitativo utilizando: 1) diarios de campo; 2) análisis hemerográficos y etnografía;
3) encuestas y 4) entrevistas semiestructuradas. El autor estudió el papel de la
mirada como una forma decisiva de aproximación y vinculación erótica de los
cuerpos por medio de la cual algunos hombres interactúan para acceder a la
materialización de su deseo “ver y ser visto[s]” (p. 260) en su búsqueda y
negociación por un encuentro sexual. Por otra parte, no es punto de análisis del
autor, sin embargo, en los fragmentos de las entrevistas que aparecen en su
publicación, él hizo evidente que no son sujetos asilados en el espacio, sino que
también ocurre interacción con otros actores en éste: “hay espectadores cuyo
morbo los hace participes curiosos” (Informante E, 2014; citado en Viscaya, 2019,
p. 262). Este estudio expone que, de acuerdo con los participantes entrevistados,
ellos establecen encuentros vacíos de conexión emocional con otros. Sin
embargo, ¿cómo los hombres que practican cruising significan emocionalmente su
experiencia en relación con la percepción que tienen sobre sí?
45
movimientos con la finalidad de asociarse con cierto grado de deseabilidad para
un encuentro sexual?
Justificación
La experiencia sexual de hombres que tienen sexo con otros hombres, con
independencia de su identidad sexual, es una experiencia generizada, pues es
ubicada en una posición de subordinación frente a estructuras heterosexistas y
también homonormativas, esto último dada la visibilización reciente de la identidad
gay, que excluye aquellas trayectorias de vida que no encajen con el modelo gay
blanco, rico, en pareja, monogámico. Así, ambos regímenes antes descritos
circunscriben sus prácticas en la clandestinidad por contradecir el orden social
esencialista, heterosexual, homonormativo y reproductivo asociado culturalmente
a la diferencia sexual (Rubín, 1989). Asimismo, como se mostró en el estado del
arte, al interior de dichos campos sexuales en los cuales se desarrollan los
encuentros sexuales anónimos también ocurren desigualdades eróticas. Por todo
lo anterior, es que el género es una herramienta conceptual pertinente en este
proyecto de investigación, pues permite cuestionar las relaciones de poder al
tiempo que muestra su articulación con otros órdenes sociales dominantes como
son raza, clase, edad, entre otros (Tepichín, 2018).
Por último, cabe destacar que al estudiar la experiencia de cruising se
amplía la comprensión de la sexualidad, pero, al mismo tiempo, se extiende el
conocimiento sobre la conformación y negociación de capitales eróticos presentes
en la interacción sexual y los significados relacionados con la experiencia de sexo
anónimo y las identidades de deseo sexual, lo cual revela y favorece la
comprensión sobre la organización y el funcionamiento de la sociedad.
48
terminal de autobuses para describir las dinámicas de interacción al interior y
exterior de los sanitarios para identificar horarios de mayor afluencia y
descripciones generales del espacio y de las personas que los frecuentan.
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