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Francisco de Miranda y su origen social

Si de orígenes sociales se trata a partir de ellos podremos entender

problemas de castas dentro de la sociedad colonial. En este caso corresponde a

la familia Miranda donde nace el precursor Francisco de Miranda, en el seno

de una familia de pequeños mercaderes canarios.

Estos blancos de orilla veían en el tráfico mercantil su posibilidad de

ascender en la esfera social a través de alianzas y negocios entre sus

miembros. Su procedencia y su afán por sobresalir le generó considerables

tensiones con la elite tradicional, que desconfiaba de ese grupo y que no quería

admitirlo en su seno y mucho menos que quisiera situarse por encima de ellos

en la escala jerárquica del poder civil y militar de la colonia.

Los Miranda procedían de la categoría que calificaba como vagabundos.

Buscaban en los centros comerciales su medio de vida como almaceneros,

pulperos y contrabandistas.

Eran mal vistos por la generalidad "a causa de los escándalos, muertes y

daños que ocasiona tal casta de hombres perdidos, defraudan grandes sumas al

real tesoro y por lo común fueron considerados perniciosos, sujetos rebeldes

e insubordinados.

Un incidente de castas altamente desagradable para esta familia es el

que vamos a relatar que aconteció en la ciudad de Caracas que se vincula con el

padre de nuestro destacado precursor que marca influencia en la decisión de

Miranda de marcharse a Europa.

Este incómodo y escandaloso incidente fue promovido por los criollos

principales de la capital en contra Sebastián Miranda, su padre, en abril de

1769.
Una narración de lo acontecido fue hecha por Ángel Grisanti en 1950 en

su libro El proceso contra don Sebastián Miranda, padre del precursor de

la Independencia continental; y por la profesora Inés Quintero en su libro El

último marqués, publicado por la Fundación Bigott y en su tesis doctoral El

marquesado del Toro 1732-1851. (Nobleza y sociedad en la provincia de

Venezuela), donde se hace extensa alusión a este episodio.

Los hechos ocurrieron de la siguiente manera:

El 17 de diciembre de 1764 Don Sebastián ingresa a la compañía de Blancos

Isleños en calidad de capitán de leva y recluta; allí sirve hasta el 21 de abril de 1769.

El 16 de abril de aquel año se le designa capitán de la sexta Compañía de

Fusileros del batallón de Blancos, en una ceremonia a fin de instalar las compañías

de milicias, donde se reunieron la mayoría de los oficiales que habían recibido

nombramientos aquel día.

Ante este evento los blancos dirigen un memorial al capitán general para

expresarle que, no tenían la intención de cumplir con el real servicio, ni

estaban dispuestos a aceptar los empleos otorgados si no se excluía a

Sebastián Miranda como oficial del batallón de blancos.

Don Sebastián renuncia 6 días después debido a que el Cabildo de

Caracas, manejado por los mantuanos, objeta esta designación, por no reunir

condiciones indispensables, y así se entabla un ruidoso pleito, que llega a la

difamación, ya que oficiales de las milicias nobles acusan a Miranda ante el

gobernador de la provincia José Solano y Bote, de «mulato, comerciante e

indigno» para desempeñar el cargo que le había sido conferido.

El Cabildo caraqueño quiso prohibirle el uso de uniforme y bastón militar,

por lo que Miranda realiza informe de limpieza de sangre y calidad suya y de su


esposa e intenta proceso contra los mantuanos Nicolás de Ponte y Martín Tovar

Blanco, por haberle injuriado «...en la tertulia del gobernador, dudando de su

limpieza y de su derecho de usar uniforme y bastón...». Apelado el caso ante el

rey Carlos III, este envía carta de hidalguía fechada el 28 de noviembre de

1772

La negativa obedecía a que todos ellos pertenecían a las primeras

esferas de la ciudad y eran descendientes de sus más ilustres pobladores; en

consecuencia, no podían alternar con un individuo de inferior calidad, que

notoriamente ejercía el oficio de mercader y que, como tal, estaba casado con

una panadera.

Esta circunstancia constituía para los mantuanos una ofensa a los

méritos de sujetos de su clase y un agravio a la calidad de sus familias si

convenían en admitir a un sujeto de baja condición, y de quien se decía era

mulato, para que compartiese junto a ellos la distinción de oficial en el batallón

de blancos de la ciudad.

La representación estaba firmada por Juan Nicolás de Ponte y Mijares,

Francisco Felipe Mijares de Solórzano, marqués de Mijares; Martín Tovar y

Blanco, Francisco Palacios y Sojo, José Galindo y Gabriel Bolívar y Arias, todos

ellos connotados mantuanos caraqueños-

El argumento:

No estaban dispuestos a alternar en el batallón de blancos con un

hombre tan bajo, que tenía tienda abierta de mercader, que estaba casado con

una mujer de baja esfera, sin ninguna estimación y que, además, ejercía el

oficio de panadera.
Lo que les molestaba de manera más visible era que pudiese valer lo

mismo ser un plebeyo isleño de Canarias, cajonero y mercader que un noble

como los mantuanos que dirigieron la misiva.

El Marques del toro y otros blancos distinguidos a ingresar como

oficiales de las milicias de blancos NO aceptaron la incorporación de Sebastián

miranda como capitán de un batallón por ser un mercader sin blasones ni

hidalguía que, además, estaba casado con una panadera.

El pleito fue un escándalo total.

El rey sancionó una Real cédula en la cual le dio la razón al padre de

Miranda, este incidente fue determinante en la biografía de Francisco, que

muy poco tiempo después abandono Venezuela. No regreso sino, 35 años

después para enfrentarse de nuevo a los mantuanos .

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