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La unión de tres corazones separados

Es difícil expresar con palabras la profunda sensación de añoranza que invade mi


corazón cada día que pasa sin tenerlos cerca. Esta carta nace del profundo sentimiento
de extrañarlos, de esa nostalgia que se agiganta con el tiempo y la distancia que nos
separa. A medida que las estaciones cambian y los días se convierten en meses, la
ausencia de ustedes se vuelve más palpable, como una melodía que resuena en mi mente
y que no puedo dejar de tararear.

A menudo, me encuentro reflexionando sobre los momentos que compartimos, los


recuerdos que construimos juntos. Cada risa, cada lágrima, cada pequeño detalle de
nuestras vidas compartidas se convierte en un tesoro que atesoro con cariño. Pero, a
medida que la geografía nos ha separado, estos recuerdos también se tornan un
recordatorio constante de la distancia que nos separa físicamente.

La distancia no solo es medida en kilómetros, sino en los pequeños gestos que solíamos
dar por sentado. Extraño esas cenas familiares donde todos nos reuníamos alrededor de
la mesa, compartiendo historias y risas. Extraño las miradas cómplices que solo los
hermanos pueden intercambiar, esos gestos silenciosos que hablaban más que mil
palabras. Extraño la sensación reconfortante de saber que, sin importar lo que sucediera,
ustedes estaban ahí, a mi lado, listos para apoyarme.

No puedo evitar pensar en las celebraciones que hemos perdido, los cumpleaños sin su
presencia, nuestro primer sobrino y sus primero años de vida, las festividades que
parecen incompletas sin sus risas y abrazos. Cada día festivo se convierte en un
recordatorio agridulce de lo mucho que los extraño. Las tradiciones que solíamos seguir
juntos ahora parecen incompletas, como un rompecabezas al que le falta una pieza
crucial.

La tecnología moderna nos ha acercado de formas asombrosas, pero nunca puede


reemplazar la sensación de tenerlos físicamente a mi lado. Las videollamadas y
mensajes de texto son como ventanas a sus vidas, pero no pueden capturar
completamente la esencia de estar juntos. A veces, mientras hablamos a través de una
pantalla, desearía poder tocar sus manos, sentir el abrazo cálido que solo un hermano
puede brindar.

La vida sigue su curso, y aunque he construido nuevas amistades y relaciones, hay un


espacio vacío que solo ustedes pueden llenar. Compartir mi vida diaria con ustedes se ha
convertido en un anhelo constante, y cada logro, cada desafío superado, parece
incompleto sin poder compartirlo con mis hermanos.

A pesar de la distancia, me esfuerzo por mantenernos conectados de todas las formas


posibles. Envío mensajes, fotos, y trato de estar al tanto de sus vidas tanto como sea
posible. Pero a veces, me encuentro preguntándome cómo sería tenerlos cerca
nuevamente, cómo sería poder compartir una tarde tranquila o un paseo sin
preocuparnos por la diferencia de horarios.

La distancia física ha traído consigo una mayor apreciación por los momentos que
pasamos juntos. Aprendí a no dar por sentado la compañía de los seres queridos, a
valorar cada encuentro como un regalo precioso. La distancia también ha fomentado un
crecimiento individual, pero también ha dejado un espacio vacío que solo la presencia
de ustedes puede llenar.

Aunque la distancia es una barrera, también es una prueba de la fuerza de nuestro


vínculo. A pesar de la separación física, somos hermanos, y eso es algo que nada puede
cambiar. En la distancia, descubro la importancia de la familia, de las raíces que
compartimos y que nos mantienen unidos incluso cuando la geografía intenta
separarnos.

A medida que escribo estas palabras, siento la necesidad de expresar lo agradecida que
estoy por tenerlos como hermanos. La distancia no disminuye el amor que siento por
ustedes, sino que lo hace más profundo. Cada día que pasa lejos de ustedes me hace
apreciar más la magia de tener hermanos, esa conexión única que trasciende el tiempo y
el espacio.

En cada rincón de mi vida, encuentro pequeños recordatorios de ustedes. Una canción


que solíamos escuchar juntos, una receta que compartimos, una broma interna que solo
nosotros entendemos. Estos pequeños detalles se han convertido en hilos que tejen la
tela de nuestras vidas separadas, recordándome constantemente que, aunque estén lejos
físicamente, siempre están presentes en mi corazón.

Aunque la distancia pueda ser abrumadora a veces, quiero que sepan que su ausencia no
ha disminuido la importancia que tienen en mi vida. Al contrario, cada día que pasa
lejos de ustedes fortalece mi deseo de reunirnos nuevamente, de crear nuevos recuerdos
que compensen el tiempo perdido.

Hasta que ese día llegue, seguiré anhelando el momento en que podamos abrazarnos
nuevamente, compartir risas y crear nuevos recuerdos juntos. La distancia puede ser un
desafío, pero también es una prueba de la resistencia de nuestro lazo fraternal.
Nuevamente lo digo y es que estamos separados por la geografía, pero unidos por el
amor inquebrantable que solo los hermanos comparten.

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