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Hoy me encuentro aquí frente a ustedes con un corazón lleno de emociones, pero también
con la difícil tarea de decir adiós a esta etapa que hemos compartido juntos: la etapa de
sexto grado. A medida que mis palabras encuentran su camino, sé que las lágrimas podrían
acompañarlas, pero quiero que sepan que estas lágrimas son un reflejo de la profunda
gratitud y amor que siento por cada uno de ustedes.
Mirando hacia atrás, veo un camino lleno de aprendizajes, risas, desafíos superados y
amistades que han llegado para quedarse en mi corazón. Cada uno de ustedes ha sido una
parte esencial de mi historia en esta escuela, y las memorias que hemos creado juntos son
tesoros que atesoraré toda mi vida.
A mis queridos compañeros, la idea de no vernos todos los días duele, pero sé que
llevaremos con nosotros los lazos de amistad que hemos construido. Las risas compartidas
en el aula, las travesuras en el recreo y los momentos difíciles que superamos juntos son
parte de lo que somos hoy.
A nuestras familias, a quienes hemos visto crecer junto a nosotros, gracias por su apoyo
constante. Ustedes han sido nuestro pilar en los momentos difíciles y nuestras mayores
celebraciones en los momentos de alegría.
Hoy, al despedirnos de esta etapa, quiero pedirles que no olvidemos nunca el impacto que
hemos tenido los unos en los otros. Las lágrimas que derramamos hoy son testigos de las
conexiones profundas que hemos formado y de la tristeza que sentimos al cerrar este
capítulo.
No sé qué nos depara el futuro, pero sí sé que llevaremos con nosotros el amor, la amistad y
los recuerdos que hemos compartido. Este no es un adiós, sino un hasta luego, porque las
verdaderas amistades y los momentos especiales no conocen límites de tiempo ni espacio.