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POEMA 9.

LA MÁS BELLA NIÑA / DE NUESTRO LUGAR - Luis de Góngora


Laia Lucía Flores

La más bella niña


de nuestro lugar,
hoy viuda y sola
y ayer por casar,
viendo que sus ojos 5
a la guerra van,
a su madre dice,
que escucha su mal:
«Dejadme llorar
Orillas del mar. 10

»Pues me distes, madre,


en tan tierna edad
tan corto el placer,
tan largo el pesar,
y me cautivastes 15
de quien hoy se va
y lleva las llaves
de mi libertad,
Dejadme llorar
Orillas del mar. 20

»En llorar conviertan


mis ojos, de hoy más,[1]
el sabroso[2] oficio
del dulce mirar,
pues que no se pueden 25
mejor ocupar,
yéndose a la guerra
quien era mi paz,
Dejadme llorar
Orillas del mar. 30

»No me pongáis freno


ni queráis culpar,
que lo uno es justo,
lo otro por demás;

si me queréis bien, 35
no me hagáis mal;
harto peor fuera
morir y callar,
Dejadme llorar
Orillas del mar. 40

»Dulce madre mía,


¿quién no llorará,
aunque tenga el pecho
como un pedernal,
y no dará voces 45
viendo marchitar
los más verdes años
de mi mocedad?
Dejadme llorar
Orillas del mar. 50

Váyanse las noches,


pues ido se han
los ojos que hacían
los míos velar;
váyanse, y no vean 55
tanta soledad,
después que en mi lecho
sobra la mitad.
Dejadme llorar
Orillas del mar».60

La más bella niña


de nuestro lugar,
hoy viuda y sola
y ayer por casar,
viendo que sus ojos 5
a la guerra van,
a su madre dice,
que escucha su mal:
«Dejadme llorar
Orillas del mar. 10

»Pues me distes, madre,


en tan tierna edad
tan corto el placer,
tan largo el pesar,
y me cautivastes 15
de quien hoy se va
y lleva las llaves
de mi libertad,
Dejadme llorar
Orillas del mar. 20

»En llorar conviertan


mis ojos, de hoy más,[1]
el sabroso[2] oficio
del dulce mirar,
pues que no se pueden 25
mejor ocupar,
yéndose a la guerra
quien era mi paz,
Dejadme llorar
Orillas del mar. 30

»No me pongáis freno


ni queráis culpar,
que lo uno es justo,
lo otro por demás;

si me queréis bien, 35
no me hagáis mal;
harto peor fuera
morir y callar,
Dejadme llorar
Orillas del mar. 40

»Dulce madre mía,


¿quién no llorará,
aunque tenga el pecho
como un pedernal,
y no dará voces 45
viendo marchitar
los más verdes años
de mi mocedad?
Dejadme llorar
Orillas del mar. 50

Váyanse las noches,


pues ido se han
los ojos que hacían
los míos velar;
váyanse, y no vean 55
tanta soledad,
después que en mi lecho
sobra la mitad.
Dejadme llorar
Orillas del mar».60
El poema La más bella niña / de nuestro lugar es un romancillo-letrilla escrito hacia
el 1580 por Luis de Góngora, cuando él no contaba ni tan solo con veinte años.
Se trata de una de las obras maestras de la serie de romances líricos (puedes dar la
definición de romance, porque después veo que hablas de la influencia de los
romances y canciones populares en su obra) del importante autor del barroco
español.
A diferencia de la mayoría de sus contemporáneos, en Luis de Góngora, ni la
religión ni el amor ocupan un lugar importante en su vida o en sus composiciones.
Parece que le domina un solo sentimiento, el de la belleza. Su poesía está
caracterizada por el carácter burlesco que le da a sus obras.

La estrofa utilizada es el romancillo, es un poema de arte menor compuesto por


versos hexasílabos que riman en asonante los pares quedando sueltos los impares,
agrupados en estrofas de ocho versos rematadas por un estribillo que forma un
pareado.
Góngora imita las canciones tradicionales medievales al utilizar un estribillo y una
estrofa típica de las historias cantadas en verso. Sin embargo, se nota que es un
poema culto, no folclórico, por la perfección de la métrica y de la estructura interna,
así como por el uso de figuras retóricas.

Este romancillo se divide en dos partes:


1ª parte: (verso 1-8) – Presentación de la joven que se desahoga con su madre por
la partida de su marido a la guerra, después de ser recién casados, cosa que
significaba que también se llevó con él las “llaves de su libertad”. Esta primera parte
está escrita en tercera persona.

2ª parte: (verso 11-60) – En esta segunda parte se encuentran las lamentaciones


en primera persona de la joven, haciendo referencia a su casamiento en una edad
muy temprana, y las peticiones a su madre, su confidente, para que la deje llorar por
lo poco que le ha durado la compañía de su esposo y por haberse quedado sola.
El tópico literario que prima en el poema es, sin duda, el del vulnus amoris porque el
autor trata de expresar a través de esta composición el dolor que causa la marcha
de un ser querido, la pérdida de un amor.

Ya desde la primera estrofa nos encontramos ante unos versos rompedores e


incomprensibles. El narrador nos rompe toda la armonía poética con la
contraposición, la antítesis del tercer y cuarto verso “hoy viuda y sola”, “y ayer por
casar”. Se trata de una exageración para mostrarnos el desgarro del corazón de la
mujer que, emocionada porque iba a casarse ve truncada la ceremonia de boda por
la celebración, probablemente, de un funeral.

La segunda estrofa es también dolorosa aunque paradójicamente más narrativa. La


dama entiende que sin el amante, ella no es libre “y lleva las llaves / de mi libertad”.

La siguiente estrofa, explica la razón por la que se marcha su amante. Ella está
intranquila porque probablemente no vuelva a verlo más “yéndose a la guerra / quien
era mi paz”.

La última estrofa, también desgarradora, nos muestra una mujer absolutamente


frágil que terminará por no entender el mundo y no querer estar en él. Parece como
si Góngora quisiera decir que la dama ha muerto con la marcha de su marido y que
ya no tiene sentido velar su vuelta.

Las figuras más destacadas serían: la elipsis del verbo (“hoy viuda y sola, ayer por
casar”); paralelismo (“tan corto el placer, tan largo el penar”) y antítesis (placer/penar,
guerra/paz, bien/mal, viuda/por casar, ayer/hoy); sinécdoque o metonimia (“sus
ojos”); comparación (“como un pedernal”) y, metáforas (“me cautivastes” por me
casasteis, “llaves de mi libertad” por matrimonio).

En cuanto al estilo, nos hallamos lejos de la complejidad estilística de las


composiciones cultas de Góngora, existe no obstante, una mayor elaboración que
en la lírica tradicional anterior al siglo XVII.

PERFECTO

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