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EL AMOR ES OBEDIENCIA

Para las personas se nos hace fácil decir que amamos a alguien, pero cuando hay que
demostrar ese amor, se nos hace difícil. El verdadero amor no son simples palabras, son
hechos reales en favor del ser amado. Por eso si decimos que amamos a alguien lo
tenemos que demostrar con nuestras acciones en favor de ellos. Los discípulos que habían
permanecido cerca de Jesucristo durante casi toda su vida ministerial en la tierra, decían
que le amaban profundamente. Ante estas palabras de sus discípulos, el Señor les dijo:
Que su profundo amor solo lo demostrarían por medio de la obediencia a las enseñanzas
que les había compartido durante todo el tiempo que habían permanecido junto a Él, por
eso el Señor les dijo: “Si me aman, obedezcan mis mandamientos.” Juan 14:15 NTV.

Al igual que los discípulos de Jesucristo, muchos cristianos decimos que amamos
profundamente a nuestro Señor, pero cuando tenemos que demostrarlo, no lo podemos
hacer, ya que no obedecemos fielmente a sus enseñanzas y mandamientos que se
encuentran en las Sagradas Escrituras, y si lo hacemos, lo hacemos a medias, y sin la
dedicación que se merece. Nuestro amor a Jesucristo no solo deben ser palabras, deben
ser hechos reales, por eso si decimos que le amamos, lo debemos demostrar con nuestra
obediencia total a sus palabras. Debemos tener una estrecha relación con Él, por medio del
estudio de su palabra, la oración, el ayuno, la vigilia, y el congregarnos con otros hermanos
de la fe, para servirnos los unos a los otros por medio de los dones y talentos que hemos
recibido del Espíritu Santo. El cumplimiento de todas estas acciones demuestra nuestro
profundo amor al Señor, porque estas acciones serán la muestra tangible de nuestra
obediencia a su pedido.

Jesucristo dijo a sus discípulos, que la muestra de su amor seria la obediencia, estas
mismas palabras del Señor son para todos sus seguidores de la actualidad, y serán también
para todas las generaciones de creyentes que vendrán después de nosotros. El Señor nos
dice a todos una y otra vez: “Si me aman obedezcan mis enseñanzas y mandamientos”. Ya
que conocemos este pedido que el Señor nos hace, que nuestro amor al Señor, ya no sean
simples palabras que los lleve el viento, sino que sean hechos reales que reflejen nuestro
profundo amor a Aquel que entregó su vida en la cruz para demostrar su profundo amor por
nosotros. Por eso, es momento de que consagremos nuestras vidas para vivir en completa
obediencia a nuestro Señor, cumpliendo cada una de sus enseñanzas y mandamientos,
sirviéndole con los diferentes dones y talentos que hemos recibido, y proclamando al mundo
entero Su gran amor para dar salvación y vida eterna en los lugares celestiales.

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