Es un creyente con un deseo que le quema el corazón por compartir a Cristo a otros, para que
estos lo compartan con otros (2 Timoteo 2:2).
El maestro es Jesucristo a través del Espíritu Santo, y la Palabra de Dios. Para ser transformados a
la semejanza de Cristo.
Nadie puede ser un discípulo sin desearlo profundamente, especialmente a causa de todo el
esfuerzo y la devoción que implica ser un discípulo verdadero.
Lucas 14:25 “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre y madre, y mujer e hijos, y hermanos
y hermanas, y aún también su propia vida, no puede ser mi discípulo.” (menor magnitud o
menos importante)
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Mt 6;33
Mateo 16:23 “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”.
2- El discípulo es fiel
Así como se dice del amor y de la justicia, la fidelidad de Dios forma parte de DIOS; son
inherentes a su divinidad. Por tanto, la fidelidad es una característica que se nos exige a
nosotros como discípulos de Dios.
1Co 1:9 “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro
Señor”.
Esto incide directamente en este punto: solo unido y comprometido con Dios es que el
hombre puede ser fiel, fidedigno, confiable y estar firme.
El hombre es fiel cuando obedece la voluntad de Dios y sus estatutos.
Otra vez fue y oró por segunda vez, y dijo: Padre mío, si esta copa no puede pasar de mí sin que
yo la beba, que se haga tu voluntad (Mt 26:42).
No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la
voluntad de mi Padre que está en los cielos.
El Dios al que hemos creído es fiel, él no puede negarse a sí mismo, porque aún sí
fuéremos infieles, él permanece fiel; ya que Él no puede negarse a sí mismo. 2Ti 2:13
Aunque pasemos por tribulaciones y problemas en esta vida pasajera aquí en la tierra, se
nos exhorta a permanecer firme y fiel sabiendo que tenemos un galardón en los cielos y la
corona de vida eterna. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
Apocalipsis 2:10b
“Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y
sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; el cual es fiel al que le constituyó, como
también lo fue Moisés en toda la casa de Dios”. Hebreos 3:1-2
Cada discípulo de Cristo debe mostrar fidelidad en el uso de todo lo que le es entregado para usar.
Debemos seguir el ejemplo de Cristo que fue fiel hasta la muerte, cumpliendo su propósito a
plenitud. Incluso en lo más mínimo, pues;
“El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto,
también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará
lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?” Lc 16:10-12
“Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré;
entra en el gozo de tu señor”. Mateo 25:21
La fidelidad es la característica del discipulado que nos garantiza la eternidad en el gozo del Señor.
Juan 13:34-35 “Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a otros como yo os he
amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. En esto conocerán todos que son
mis discípulos.”
El que Cristo nos mande a amar indica que el amor no es solamente un sentimiento o una
preferencia; es lo que uno hace y cómo uno se relaciona con otros; es decir, una decisión, un
compromiso, una manera de comportarse. Jesús declara que el mundo conocerá que somos sus
discípulos si nos comportamos amorosamente los unos hacia los otros (JUAN 13:35).
Cismas, disputas, críticas mordaces y difamación, son contrarias al espíritu de Cristo. Su amor fue
un amor sacrificial, incondicional; es un amor constante y espontáneo, que vela por los mejores
intereses del ser amado. Él nos manda que nos amemos como él nos ha amado (1Co 12:12; Mt
25:37-40).
Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor
amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que
yo os mando. JUAN 15:12-14
Juan 14:16-17 “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para
siempre. El Espíritu de verdad a quién el mundo no puede aceptar, porque no lo ve ni lo conoce,
pero vosotros si lo conocen porque mora con vosotros y estará en vosotros.”
Juan 8:31-32 “Entonces Jesús les dijo a los judíos que habían creído en Él: si se mantienen fieles a
Mi Palabra serán realmente mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad os hará libres.”
5- Es Obediente
Fue primordial en Cristo durante su ministerio terrenal.
“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado,
vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”; Hebreos 5:8-9
Esto nos indica que Cristo aprendió cómo obedecer; como Hijo de Dios siempre había obedecido.
Cristo experimentó el precio de la obediencia a Dios cuando sufrió y murió por la humanidad.
Entonces nosotros como discípulos de Cristo, como seguidores de Él, debemos ser obedientes
como él fue obediente.
Él da a conocer su voluntad mediante su voz o su palabra escrita, y frente a ella no hay neutralidad
posible. Prestar atención humilde es obedecer, mientras desestimar la Palabra de Dios es
rebelarse o desobedecer (Sal 81.11; Jer 7.24-28).
La obediencia a Dios es una entrega total a su voluntad y, por consiguiente, obediencia y fe están
íntimamente relacionadas. Nuestra fe en Dios nos lleva a vivir una vida de obediencia a su
palabra y a sus estatutos.
y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones
por amor de su nombre; Rom 1:5
“Yo amo a Dios” es una frase que escuchamos comúnmente entre las personas
inconversos. Sin embargo, nos percatamos que esta frase no es verdad, porque las
acciones de esas personas se alejan bastante de los mandamientos dados por Dios para
sus hijos.
El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será
amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor,
¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me
ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El
que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre
que me envió. Juan 14:21-24
La prueba más segura de nuestro amor a Cristo es la obediencia a las leyes de Cristo.
Cuando el amor sincero a Cristo está en el corazón, habrá obediencia. Dios no sólo amará a los
creyentes obedientes, pero se complacerá en amarlos, reposará en amor a ellos. Estará con ellos
como en su casa. Estos privilegios están limitados a los que tiene la fe que obra por amor, y cuyo
amor a Jesús los lleva a obedecer sus mandamientos.
6- Evangelísticamente Audaz
Marcos 16:15 Él les dijo, “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda la creación.”
En Mt 28:18-20). También vemos que Jesús llama a sus discípulos a dirigirse a la gente de todas las
naciones y enseñarles cómo conocerle y vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Enseña a otros
que Cristo debe ser el centro de su vida.
Una de las claves para multiplicar discípulos es la intencionalidad. El multiplicar discípulos tiene
que hacerse con una meta, estrategia y decisión específica. Si no hay intencionalidad de nuestra
parte, difícilmente lo haremos. Esta intencionalidad empieza con un compromiso a hacer la
multiplicación de discípulos una prioridad en la vida. De ahí, que prioridad significa dedicación de
tiempo –horas y días de la semana.
Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os
envío. Juan 20: 21
CONCLUSIONES
El discípulo cristiano se conoce por sus frutos, es decir que se conoce por sus características.
Entre las características que debe tener un discípulo cristiano encontramos que el discípulo
cristiano es; comprometido, fiel, amoroso, humilde, obediente y es audaz para el evangelio.
Estas características deben estar presente en nuestras vidas y de esa forma poder cumplir con esa
gran comisión de ir por todo el mundo y hacer discípulos cristianos, es decir que sean seguidores
de Cristo.