2022

“La Justicia Salvadora de Dios, y la

urgente proclamación del Evangelio”

Enrique Alberto Baez

Centro Bíblico Filadelfia Formosa-Argentina.

27/06/2022
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ROMANOS
CAPÍTULO 5
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ROMANOS

“La Justicia Salvadora de

Dios, y la urgente
proclamación del
Evangelio”

No tiene copyright: De dominio

público. Fuente del texto: Realizado
por la Iglesia Filadelfia Clorinda,
mediante el Ministerio CBFFA: Centro
Bíblico Filadelfia Formosa-Argentina.
A cargo de Enrique A. Baez.

Mail:

filadelfia9108geologo@gmail.com

La Iglesia Filadelfia de Clorinda, está

bajo el apoyo misionero del
Ministerio Venga tu Reino de la
Iglesia Presbiteriana de la provincia
de Buenos Aires, donde pastorean:
Pierre P. J. Machare y Luis C. Baez.

Mail: Luiscbaez82@gmail.com
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ROMANOS
Índice
Capítulo 5
Completamente en paz para con
Dios..............................................................5

La gracia es principio y garantía de la

gloria en las tribulaciones………...…..6

La paciencia, trae más beneficios de las

heridas que la tribulación pueda
dejarnos ….………………………......6

La esperanza no avergüenza, si está

sellada con el Espíritu Santo…………7

No sólo débiles, éramos impíos, cuando

Cristo murió por nosotros………..…..8

Si morir por alguien recto es casi

improbable, morir por el injusto es
¡indescriptible!.....................………….9

El justo por los injustos……………....9

Justificados en su sangre....………….10

Reconciliados por su muerte, y salvos

por la vida de Jesús………….……....11

Jesucristo crucificado…………….….12

La caída de Adán……………...….….13

Dos reinos opuestos entre sí...............15

La justificación de vida.........................16

Un portal hacia la vida eterna……....17

Sobreabundó la gracia….……….…..18

Testimonio………………….…..…..19

Bibliografía………….….…..………24

ROMANOS
CAPÍTULO 5
Completamente en paz
para con Dios
5.1 Justificados, pues, por la fe,
tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo
(v. 1) James Strong, 2002; #4100. Pág.
651; “fe” del griego: “πιστεύω
pisteúo”; tener fe (en, o con respecto
a, persona o cosa); Confiar (en Cristo
el bienestar espiritual de uno):
Encomendar, fiar, guardar, confiar,
creer, creyente.
Hch 13:39 “y que de todo aquello de
que por la ley de Moisés no pudisteis
ser justificados, en él es justificado
todo aquel que cree”.
Cuando creemos en Jesús, solo en su
nombre, recibimos su justicia
imputada a todos los que creemos,
solo por fe «pisteúo», hemos pasado
a ser justificados.
(v. 1a) “Justificados, pues, por la fe”,
Implica conducirnos bajo la dirección
de la justicia de Cristo por la fe,
produce en nosotros la armonía en su
máxima expresión para con Dios, que
adquirimos los cristianos; cuando
creemos plenamente en la Palabra de
Dios, tanto que podemos decir así
como está escrito, “tenemos paz para
con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo” (v. 1b).
Thomas Brooks (1608-1680);
expone: «la justicia mediadora de
5
Cristo es tan perfecta; tan plena, tan
exacta, tan completa y tan totalmente
satisfactoria para la justicia de Dios
que la justicia divina exclama: ¡Tengo
suficiente y no necesito más! ¡He
encontrado redención, y estoy
completamente en paz contigo!»
Cuando tenemos fe en Jesús, tenemos
paz para con Dios, pues nuestra paz
está en Cristo y por medio de Cristo.
Jn 16:33 “Estas cosas os he hablado
para que en mí tengáis paz. En el
mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo”.
5.2 por quien también tenemos
entrada por la fe a esta gracia en la
cual estamos firmes, y nos gloriamos
en la esperanza de la gloria de Dios.
La justicia imputada de Cristo es la
base de todo creyente en la cual es
declarado justo, y es la plataforma
real, segura y firme en el cual el
cristiano establece su confianza con
seguridad, en un estado de paz,
gracia, gozo y descanso eterno (Col
1:23).
Moody expresa «La gracia es el favor
inmerecido de Dios, de declarar
justos a los que han puesto su
confianza en Jesús».
La justicia imputada de Cristo nos da
por medio de la fe, el acceso al estado
de favor de Dios llamada gracia, la
cual es la base de nuestra firmeza (Ef
3:11,12), porque nos da acceso a la
presencia de Dios por la obra
redentora de Jesús (Heb 9:12,15).
Las puertas de entrada al trono de la
gracia, del Lugar Santísimo, están

abiertas por medio de Jesús (Heb
4:16). Es tan sublime y glorioso
descansar en la esperanza de la gloria
de Dios que será revelada, en la que
habremos sido transformados a
semejanza gloriosa del Dios eterno, la
gloria de nuestro Señor Jesucristo (2
Ts 2:14; 2 Ti 2:10; Col 1:27).
1 Jn 3:2 “Amados, ahora somos hijos
de Dios, y aún no se ha manifestado lo
que hemos de ser; pero sabemos que
cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal
como él es”.
La gracia es principio y
garantía de la gloria en
las tribulaciones
5.3 Y no sólo esto, sino que también
nos gloriamos en las tribulaciones,
sabiendo que la tribulación produce
paciencia;
Matthew Henry, dice: «La gracia es
principio y arras de la gloria; la gloria
es corona y consumación de la gracia»
(v. 3a) “Y no sólo esto, sino que
también nos gloriamos en las
tribulaciones”. El que ha puesto su
esperanza en Jesús, lleva implícito el
gozo de su salvación, y la fe lo
introduce a un estado de gracia que
por la obra de Cristo nos ha sido
otorgada, como también nos ha sido
imputada la justicia de Cristo; con
esto en mente, la gracia es principio y
garantía de la gloria en las
tribulaciones.
Diccionario de la Lengua Española,
2011; «Tribulación» (Del lat.
6
tribulatio, -onis): 1. Congoja, pena,
tormento o aflicción moral; 2.
Persecución o adversidad que padece
el hombre.
Hch 14:22 “confirmando los ánimos
de los discípulos, exhortándoles a que
permaneciesen en la fe, y diciéndoles:
Es necesario que a través de muchas
tribulaciones entremos en el reino
de Dios.”
(v. 3b) “sabiendo que la tribulación
produce paciencia”; esto nos anima y
nos lleva a comprender, que las
tribulaciones de todo creyente,
cuando es sostenida por la fe, en la
esperanza de la gloria de Dios, somos
fortalecidos en la gloria que Cristo
nos ha dado (Jn 17:22), haciendo que
toda debilidad se consuma en el
poder del evangelio, porque es poder
de Dios para todos los que creemos
en el nombre de Jesús, de allí que las
tribulaciones dan como respuestas la
paciencia, que es santificada en la
gracia de nuestro Señor Jesucristo.
La paciencia, trae más
beneficios de las heridas
que la tribulación pueda
dejarnos
5.4 y la paciencia, prueba; y la prueba,
esperanza;
La aplicación correcta de la paciencia,
es la garantía necesaria que los
cristianos debemos ejercer para
ganar nuestras almas (Lc 21:19); así
también debemos entender que la
paciencia de nuestro Señor es para
salvación (2 P 3:15). De esta manera,

vemos que el horizonte de las
pruebas e incertidumbres que
agobiada nuestras almas; las congojas
de la vida, y toda pena que afligía el
espíritu de los creyentes, desde la
tristeza hasta las heridas más
profundas del corazón, encuentran
esperanza en un precioso refugio
guardando la palabra de la paciencia
de Jesús (Ap 3:10). Para que al final
del horizonte de nuestro andar diario
sobre la Tierra, hallemos paz, y
alcancemos la consumación de la
gracia, obteniendo la corona
incorruptible de gloria (1 P 5:4; Ap
3:11), en la gloria que Jesucristo nos
tiene reservado, y así estaremos
siempre con nuestro Señor (1 Ts
4:17-18).
La esperanza no
avergüenza, si está
sellada con el Espíritu
Santo
5.5 y la esperanza no avergüenza;
porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que nos fue
dado.
(v. 5) James Strong, 2002; #26. Pág.
494; “amor” del griego: “ἀγάπη
agápe”: Afecto o benevolencia; festín
de amor: Ágape, amado, amor de
aquel que acepta al otro tal y como es
el, amor sacrificial que entrega
libremente sin pedir nada a cambio y
no se detiene a considerar el valor de
su objeto. Describe el amor
incondicional de Dios por el mundo.
(v. 5a) “y la esperanza no avergüenza”
7
De ninguna manera podría
avergonzarnos la esperanza, porque
nos lleva a la altura del más elevado
exponente del amor, sellada con el
Espíritu Santo (Ef 1:13), porque
desde el día que hemos rendido
nuestros corazones a Cristo, creyendo
que Dios lo resucitó de entre los
muertos, para nuestra justificación
(Ro 4:25), no hemos sido
avergonzados (Ro 10:11); pues,
confirmados en la fe, el Espíritu Santo
nos ha fortalecidos en la paciencia,
ayudándonos a guardar la palabra de
la paciencia de Jesús; en el cual hemos
oído la palabra de verdad, el
evangelio de nuestra salvación,
porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que nos fue dado
(v. 5b).
Cuando el corazón del justificado se
centra en la esperanza
bienaventurada (Tit 2:13), es porque
en realidad se encuentra siguiendo el
curso de las corrientes del amor
ágape (1 Jn 4:7-8), y aflora en el
carácter distintivo de todos los
justificados, de los que han entendido
que la justicia de Cristo, ha sido
imputada a todo aquel que cree (Ro
4:5-6).
Jn 7:38-39 “El que cree en mí, como
dice la Escritura, de su interior
correrán ríos de agua viva. Esto dijo
del Espíritu que habían de recibir los
que creyesen en él; pues aún no había
venido el Espíritu Santo, porque Jesús
no había sido aún glorificado.”
Esto produce un gradiente de
esperanza; esperanza que no

avergüenza en los que son llamados y
oyen la palabra de Dios; pues han
bebido también de las aguas del amor
de Dios (Jn 4:10,14; Ro 8:28), que nos
impulsa a ser parte de la gran
comisión; que nos ha sido
encomendado por nuestro Señor
Jesucristo, para que todo aquel que en
Él crea, no se pierda, más tenga vida
eterna (Jn 3:16; Jn 10:10).
No sólo débiles, éramos
impíos, cuando Cristo
murió por nosotros
5.6 Porque Cristo, cuando aún éramos
débiles, a su tiempo murió por los
impíos.
Porque Cristo (v. 6a), Cristo es la
respuesta y el fundamento de nuestra
justificación. Solo cuando creemos
en Cristo, por fe somos declarados
justos por los méritos de la
obediencia de Jesús; obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz (Flp 2:8);
y así como su sangre borra nuestros
pecados, por los méritos de su
obediencia recibimos nuestra
justificación. Y de esta manera Dios
recibe a los justificados como si
fuéramos Cristo (2 Co 5:14-17),
porque Dios ve la sangre de su Hijo
rociados o cubiertos sobre nosotros
(1 P 1:2), y de esta manera el Padre
nos acepta, y nos recibe a los que
creemos en el nombre de Jesús, que
es el nombre exaltado por el Padre,
nombre sobre todo nombre; en el
cual se dobla toda rodilla de los que
están en los cielos, y en la tierra, y
debajo de la Tierra; y toda lengua
8
confiese que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre (Flp 2:9-
11).
(v. 6b) “cuando aún éramos débiles”:
La debilidad era la condición en la
que nos encontrábamos en el mundo
(Heb 5:1-4). El comentario de la biblia
Vulgata Latina, 1851; pág. 164; dice:
«En el decaimiento espiritual, y en la
corrupción del pecado en el que
nacemos todas las personas;
incapaces de hacer cosa alguna que
pueda ser agradable a Dios, ni
merecer la menor gracia de bondad,
enfermos en el pecado, débiles y
enemigos de Dios».
De débiles que éramos, y acusados
por la culpa; la vergüenza y el pecado,
no podíamos hacer nada mejor por
nosotros mismos, que adoptar como
identidad el odio; muchas veces
arrastrados por el rencor afloraban
en la violencia, otros humanos
acudían en sus debilidades a vivir
confundidos en la lascivia y en actos
sexuales impuros; otros fueron
derrotados en vicios desde el
cigarrillo y el alcohol, hasta los
abismos psicodélicos de las drogas. Y
así un sin números de debilidades
que colapsaban en las subducciones
del pecado (1 P 4:1-6).
Mc 1:15 “diciendo: El tiempo se ha
cumplido, y el reino de Dios se ha
acercado; arrepentíos, y creed en el
evangelio”.
(v. 6c) a su tiempo murió por los
impíos. Si vemos nuestra condición
del pasado o quizás sea aún el
presente de muchos; es preciso saber

que Dios dispuso desde la eternidad
para la dispensación de los tiempos
(Heb 9:26-28), destinado antes de la
creación del mundo; pero que ha sido
revelado a la iglesia (Ef 1:4,10), o sea,
para que sea manifestada a nosotros
en los últimos tiempos; por amor a
nosotros, la muerte y resurrección de
nuestro Señor Jesucristo hizo posible
nuestra reconciliación con Dios (2 Co
5:18-20), porque nos rescató de
nuestra vana manera de vivir; para
que el débil pueda decir, fuerte soy en
Cristo que sustenta mi fe (2 Co
12:10); que me acepta y me imputa su
justicia, y hace que nuestra fe y
esperanza sean en Dios (1P 1:18-21).
Si morir por alguien recto es
casi improbable, morir por
el injusto es ¡indescriptible!
5.7 Ciertamente, apenas morirá
alguno por un justo; con todo, pudiera
ser que alguno osara morir por el
bueno.
Las probabilidades de que alguien
muera por uno que humanamente es
calificado como un justo; o incluso,
por alguien que califica como bueno;
es extremadamente inusual, y
asombroso. Cuando se trata de
ponerse en el lugar de la muerte por
alguien que es bueno o justo, la
empatía se desvanece a tal punto de
que es muy poco probable que
alguien muera por otro.
Jn 15:13 “Nadie tiene mayor amor
que este, que uno ponga su vida por
sus amigos”.
9
El amor sacrificial de los hombres en
contraste con el amor y la muerte
sacrificial de Jesús, es lo que el
Apóstol Pablo escribe en los
versículos 7 y 8; poniendo en
relevancia el corazón de Dios
mostrando su incomparable amor,
manifestado por nosotros en su Hijo
Unigénito en propiciación por
nuestros pecados (Jn 10:11; 1 Jn
4:9,10).
El justo por los injustos
5.8 Mas Dios muestra su amor para
con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros.
En esto exaltamos el amor de Dios,
que no escatimó ni a su propio Hijo,
sino que lo entregó por todos
nosotros (Ro 8:32); a Jesús, en todo lo
que hizo y en todo lo que padeció
cumplió perfectamente la ley (Mt
5:17,18; Gl 4:4,5), redimiendo a los
que estaban bajo la ley; pues la ley ha
sido nuestro tutor para llevarnos a
Cristo, a fin de que fuésemos
justificados por la fe. De manera que
toda ley ha sido consumada en la
perfección del amor de Cristo (Gl
5:14; Ro 13:8,10).
¿Por qué debemos dirigir nuestra
mirada hacia Jesús?
Heb 12:2 “puestos los ojos en Jesús, el
autor y consumador de la fe, el cual
por el gozo puesto delante de él sufrió
la cruz, menospreciando el oprobio, y
se sentó a la diestra del trono de
Dios.”
Cuando ponemos los ojos en Jesús;
podemos ver su gloria llenándolo

todo con su amor y muerte sacrificial,
amor ágape; amándonos más que a
su propia vida, se entregó por
nosotros (1 P 3:18); sin importarle
que lo escupieran (Mc 15:19), y
prefirió los latigazos que molían su
carne (Mc 15:15, Is 53:4,5),
entregando su espíritu en una
agonía indescriptible; soportando el
oprobio para que las almas que su
Padre le ha dado (Jn 10:28,29), no
fueran al tormento eterno del infierno
(Mt 3:12; Ap 14:11); para que todos
los que en Él crean, no se pierdan,
más tengan vida eterna.
Justificados en su sangre
5.9 Pues mucho más, estando ya
justificados en su sangre, por él
seremos salvos de la ira.
Pues mucho más (v. 9a). ¿Por qué
dice mucho más? Porque el apóstol
hace un contraste entre dos tiempos;
pasado y presente, porque si Dios nos
amó cuando aún estábamos en los
abismos de nuestros delitos y
pecados; ¿Cuánto más nos amará
ahora que estamos justificados en la
sangre de Cristo (Jn 14:21)?
(v. 9b) estando ya justificados en su
sangre, significa que la justificación se
sustenta en la sangre de Cristo (Ro
4:25); somos aceptados por Dios al
ser declarados justos, en la
justificación que se fundamenta en la
obediencia de Cristo y de transferir
(imputar) a nuestra cuenta esa
obediencia desde el momento en que
hemos creídos, como si nosotros
hubiéramos hecho la justicia que
Cristo hizo por nosotros (Hch 13:39);
10
pues, no hay ningún mérito que
nosotros hubiéramos hecho para ser
dignos de ser declarados justos (Ro
3:26); sin embargo somos justificados
al ser representados por Cristo (1
Juan 4:17), su obediencia hasta la
muerte, y muerte de cruz.
Cuando creemos en Jesús, la fe nos
lleva a una posición de naturaleza
divina; donde la sustitución o
representación del Hijo de Dios, o sea,
el justo por injusto, nos otorga la
justificación en su sangre; somos
hechos justicia de Dios en él (2 Col
5:21), y con su sangre no solo nos
redime para Dios (Ap 5:9), sino
también nos absuelve de todo pecado
(Ap 1:5; 1Jn 1:7), y mediante su
propia sangre nos santica (Heb
13:12); y nos hace victoriosos (Ap
12:11).
The Everlasting Righteousness, de
Horacio Bonar; Chapel Library, dice:
«Nuestro carácter no es transferido a
Cristo, pero nuestras deudas sí. Y
cuando aceptamos el modo de
transferencia de Dios, hacemos
intercambio total por el cual somos
absueltos de toda culpa, y pasamos a
un estado de “no condenación”. El
pecado contado a Cristo como
nuestro Sustituto, y la justicia
contada a nosotros como los
aceptadores de ese Sustituto, esto es
liberación, paz y vida eterna».
(v. 9c) por él seremos salvos de la ira:
La justicia imputada de Cristo, nos
salva de la ira venidera de Dios (Ro
1:18).

1 Ts 1:10 “y esperar de los cielos a su
Hijo, al cual resucitó de los muertos, a
Jesús, quien nos libra de la ira
venidera.”
Reconciliados por su
muerte, y salvos por la
vida de Jesús
5.10 Porque si siendo enemigos,
fuimos reconciliados con Dios por la
muerte de su Hijo, mucho más,
estando reconciliados, seremos salvos
por su vida.
Podemos notar que nuestra
reconciliación con Dios, tiene un alto
precio, que se asigna por la muerte
de su Hijo. ¿En qué condiciones
estábamos antes de ser
reconciliados? Nuestra condición era
hostil y enemigos de Dios; andábamos
en otro tiempo alejados, extraños y
con pensamientos ajenos de la
ciudadanía celestial (1 P 2:10,24);
con el alma herida, y subyaciendo en
una existencia oscura de pecados (Ef
2:3), cargadas de trabajo; de culpas, a
veces invadida por el miedo, o el odio
y el rechazo; y hasta éramos
enemigos en nuestras mentes (Col
1:21-22). Por eso no deberíamos
pasar por alto, el epicentro de nuestra
justificación; que siendo sus
enemigos cuando hacíamos por
naturaleza obras malas, fuimos
reconciliados con Dios por la muerte
de su Hijo, nuestro Salvador y Señor
Jesucristo (Heb 9:28).
Matthew Henry, dice: «”Por su vida”
no significa la vida terrenal del Señor,
sino la vida del Jesús resucitado
11
convertido en “espíritu vivificante”;
reconciliados por el Cristo humillado,
somos salvos por el Cristo exaltado».
Si por medio de la muerte de Cristo
fuimos reconciliados (2 Co 5:18); más
aun, a través de Cristo resucitado
llegaremos hasta el fin nuestra fe (1 P
1:9), que es la salvación de nuestras
almas, que alcanzamos por la vida de
Jesús, el cual aboga e intercede por
todos nosotros (Ro 8:34; 1 Jn 2:1,2;
Heb 7:25).
Col 3:3,4 “Porque habéis muerto, y
vuestra vida está escondida con
Cristo en Dios. Cuando Cristo,
vuestra vida, se manifieste, entonces
vosotros también seréis manifestados
con él en gloria.”
5.11 Y no sólo esto, sino que también
nos gloriamos en Dios por el Señor
nuestro Jesucristo, por quien hemos
recibido ahora la reconciliación.
Y no sólo esto, la justificación conlleva
esperanza en la salvación (v. 10), que
produce en nosotros un estado de
gloria en Dios que es otorgada a todos
los cristianos; que han sostenido su fe
y comunión por medio de nuestro
Señor Jesucristo, por quien hemos
recibido ahora la reconciliación (v.
11).
La reconciliación con Dios, por la
muerte de su Hijo, lo hemos recibido
ahora, el reloj de la reconciliación
inicia en el creyente desde el primer
instante que creyó en Jesús.
Un ejemplo claro que trae firmeza y
convicción a nuestra fe, es
proponernos saber aún más de lo que

ocurrió en la cruz, a Jesucristo
crucificado (1 Co 2:2); pues con la
cruz en el centro (1 Co 1:17; Jn
19:17,18) , vemos por un lado, los
que rechazan, pisotean y son
enemigos de la cruz de Cristo (Flp
3:18,19); como fue uno de los
malhechores que estando en el
tormento de su propia cruz (Lc
23:32,39), prefirió la maldición de los
perdidos, y las horribles
consecuencias de las almas en pena
(Job 24:12,13); de la eterna llamas del
infierno (Sal 140:10; Mt 23:33), fue a
encontrarse con todos aquellos que
en su libre albedrío se negaron a
creer en Jesucristo (Jn 3:36); el cual
es el destino de los que por elección y
decisión propia, rechazan una
salvación tan grande; la vida eterna
que nos otorga Jesús (Jn 6:47,63),
espíritu vivificante (1 Co 15:45).
Jesucristo crucificado
Sin embargo, el otro malhechor
estando en la condenación de su
propia cruz; porque sus hechos
ameritaban la muerte (Lc 23:40,41),
puso sus ojos en Jesucristo
crucificado (1 Co 1:23), y vio al autor
y consumador de la salvación (Heb
12:2); veía como se derramaba la
sangre de la cruz de Cristo (Col
1:20), y vio todo su pecado que se
transfería hacia Jesús; y no solo sus
pecados, sino todos los pecados del
mundo caían sobre Jesús (Is 53:6,7);
fue cuando entonces el malhechor,
reconociendo sus faltas, y en actitud
de arrepentimiento dijo: “Acuérdate
de mí cuando vengas en tu reino” (Lc
23:42). Desde ese momento corrió el
12
reloj de la reconciliación con Dios,
mediante la muerte de Jesús para
ese malhechor (Lc 23:43), y para
todos nosotros. ¿Cuál fue el mérito
del malhechor para que su alma no
fuera condenada en el infierno? La
respuesta es “CREER en JESÚS” (Jn
5:24; Jn 11:25).
Jn 3:17,18 “Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo sea
salvo por él. El que en él cree, no es
condenado; pero el que no cree, ya
ha sido condenado, porque no ha
creído en el nombre del unigénito
Hijo de Dios”.
Así como este malhechor se convirtió
en uno de los salvados por el Señor;
también nosotros recibimos la
salvación cuando creemos en Jesús
(Hch 2:21), la reconciliación con Dios,
inicia desde el primer momento en
que creemos en Jesús; recibimos
reconciliación ahora, de allí viene
nuestro especial motivo en el que nos
gloriamos en Dios por el Señor
nuestro Jesucristo.
5.12 Por tanto, como el pecado entró
en el mundo por un hombre, y por el
pecado la muerte, así la muerte pasó a
todos los hombres, por cuanto todos
pecaron.
Por un hombre entró el pecado en el
mundo; cuanta importancia implica la
primogenitura, el primer hombre de
la creación de Dios sobre el planeta
tierra (Gn 2:7), el primer ser viviente
de la especie humana, la primera
persona con la que Dios mantenía una
comunicación verbal directa (Gn 3:9);

sin embargo, la pérdida de la
comunión con Dios, tiene su génesis
en la desobediencia a la Palabra del
Creador (Gn 2:7); de esta manera
entra el pecado en el mundo, y desde
ese momento, la tierra sufre los
azotes de la maldición (Gn 3:17); y el
dolor entra en el parto de las mujeres
hasta nuestros días; y la pérdida de
algunos calificados atributos de la
mujer fueron transferidos (Gn 3:16).
La caída de Adán
La caída de Adán acciona el
instrumento de destrucción a toda su
descendencia (Pr 26:2); y se instala
las consecuencias del acto de Adán a
toda la humanidad desde el
nacimiento, por cuanto todos pecaron
(Ro 6:23).
El pecado es la puerta de ingreso de la
muerte (Gn 2:17), y es imputada a
todos los seres humanos (Stg 1:15).
Mathew Henry propone que «la
argumentación Paulina a pesar que
en el original, o sea, (el verbo en
griego está en aoristo; en el pasado y
de una vez por todas) exige la
interpretación de que si todos
pecamos en Adán, entonces todos
morimos en Adán». Esta es la sencilla
razón de cuan necesario fue el
segundo Adán en la humanidad (1 Co
15:45,47); y al recibirlo
personalmente, adquirimos otra
naturaleza aparte de la humana; esto
es, la naturaleza divina que se recibe
en la justificación que se nos dio en
Jesucristo, el postrer Adán (1 P 1:4).
13
1 Co 15:22 “Porque así como en Adán
todos mueren, también en Cristo
todos serán vivificados.”
5.13 Pues antes de la ley, había
pecado en el mundo; pero donde no
hay ley, no se inculpa de pecado.
Pues antes de la ley, había pecado en
el mundo (v. 13a). Desde Adán hasta
Moisés; eran tiempos de
dispensaciones donde no tenían ley
escrita, sin embargo había pecado en
el mundo; a través del pecado inicial y
es génesis de todos los pecados de la
humanidad, que deriva a partir del
pecado y transgresión de Adán.
Pero donde no hay ley, no se inculpa
de pecado (v. 13b). Aquí podemos
notar que los que pecaron antes de la
ley; no eran imputados del mismo
modo que aquellos que pecaron
durante la ley, debido a que el pecado
y la transgresión no se inculpa
cuando no había ley (Ro 4:15); no
tenían los estatutos, decretos y
ordenanzas escritas de la ley mosaica.
Del versículo 13; no solo entendemos
respecto al pecado que había en la
tierra, vale exponer lo que Thomas
Brooks (1608-1680) dice: “El
creyente no es un perdedor; sino
ganador, por la caída de Adán. Por la
pérdida de la justicia de Adán
contamos con una luz más gloriosa y
duradera de lo que era la de Adán”.
5.14 No obstante, reinó la muerte
desde Adán hasta Moisés, aun en los
que no pecaron a la manera de la
transgresión de Adán, el cual es figura
del que había de venir.

En el Comentario Bíblico de Charles
Spurgeon, respecto al (v. 14) explica:
«De modo que el pecado de Adán
surtió efecto sobre la raza humana
antes de que viniera la ley, e incluso
sobre aquellos que no tenían
transgresión personal; es decir, de
infantes inconscientes, causándoles la
muerte».
1 Co 15:45 “Así también está escrito:
Fue hecho el primer hombre Adán
alma viviente; el postrer Adán,
espíritu vivificante”.
Adán transfirió a su descendencia una
herencia corruptible sellada con el
pecado original de su propia
transgresión, el segundo Adán;
Jesucristo, transfirió a los que
creemos en su nombre, una herencia
incorruptible (1 P 1:4); sellada con el
Espíritu Santo, y abundancia de la
vida eterna (1 Co 15:48). Si
prestamos atención, el versículo 14
termina diciendo: “el cual es figura
del que había de venir”, haciendo
referencia al postrer Adán, espíritu
vivificante, y así como hemos traído
la imagen del terrenal; traeremos
también la imagen del celestial (1
Co15: 49), en semejanza a la Cristo
resucitado; una mayor gloria, los
justificados recibiremos cuerpos
incorruptibles (1 Co15: 51,52), una
nueva creación, mucho más excelente
que lo que hemos adquiridos en la
primera creación que tuvo su génesis
en Adán (1 Co15: 22).
5.15 Pero el don no fue como la
transgresión; porque si por la
transgresión de aquel uno murieron
los muchos, abundaron mucho más
14
para los muchos la gracia y el don de
Dios por la gracia de un hombre,
Jesucristo.
La tipificación de Adán por medio de
la figura de Jesucristo, se hace
mención por comparación o analogía
en los versículos 12 y 14; cabe
destacar que el don de Dios por la
gracia de un hombre; Jesucristo, no es
comparable con toda la desgracia que
nos dio Adán.
El pecado original que inicia por la
transgresión de Adán, es transferido
por herencia ancestral a todos
nosotros desde que nacemos, y como
desgracia recibimos la corrupción del
cuerpo que se degrada hasta la
muerte (v. 12); ahora bien, faltaría las
palabras en el idioma español, para
describir una comparación tan
grande con la gracia que nos entrega
el postrer Adán; Jesucristo, por la cual
somos salvos (Hch 15:11); que nos
traslada a su reino (Col 1:13), y nos
comunica nuevos dones (Ef 4:7,8);
nos otorga la fe, poder y vida eterna.
Jn 1:15,16 “Juan dio testimonio de él,
y clamó diciendo: Éste es de quien yo
decía: El que viene después de mí, es
antes de mí; porque era primero que
yo. Porque de su plenitud tomamos
todos, y gracia sobre gracia”.
5.16 Y con el don no sucede como en
el caso de aquel uno que pecó; porque
ciertamente el juicio vino a causa de
un solo pecado para condenación,
pero el don vino a causa de muchas
transgresiones para justificación.
Moody dice «El resultado de la única
transgresión de Adán fue

condenación; muchas transgresiones
pusieron a actuar el don gratuito de
Dios, y el resultado o meta del mismo
es absolución».
El juicio de Dios vino a causa de un
solo pecado, la transgresión de Adán.
Donde Dios hace juicio; es para
absolución o para condenación, y
observamos que la desobediencia de
aquel uno que pecó; es el origen de
todos los pecados que se integrarán a
posteriori (Ro 3:23), puesto que
todos nosotros añadiríamos hasta el
presente mayores pecados (v. 16);
que en potencia infinita se
aumentaría aún más por nuestras
innumerables transgresiones, por lo
cual notamos que el justo juicio de
Dios; es para condenación, la causa
de un solo pecado de Adán aborda
consecuencias exponenciales no solo
para él; y para su prole (Ro 5:12),
sino para todo el planeta; fue tanto,
que hasta la tierra fue maldita (Gn
3:17), a causa de un solo pecado que
desencadena un gradiente de
pecados, que tiene su origen en el
huerto del Edén (Gn 3:1,23).
Los pecados de toda la humanidad
incluyendo la transgresión de Adán;
se interpolan en una provisión divina
de Dios, sin faltar a la justicia (Ro
3:25,26), la dadiva de Dios vino a
causa de muchas transgresiones para
justificación; a través de la obra
redentora de Jesucristo, el sacrificio
expiatorio de Cristo ha satisfecho
totalmente la justicia divina (Ro
4:25); por lo que ninguna
condenación hay para los justificados,
para todos los que creemos y
permanecemos en esta gracia (Ro
15
8:34), este don o dadiva que es en
Cristo Jesús.
Dos reinos opuestos
entre sí
5.17 Pues si por la transgresión de
uno solo reinó la muerte, mucho más
reinarán en vida por uno solo,
Jesucristo, los que reciben la
abundancia de la gracia y del don de
la justicia.
Aquí el apóstol Pablo menciona el
contraste entre dos reinos; que se
establecieron a través de dos puntos
de partidas, distintos y opuestos
entre sí; uno es el reino de la muerte
(17a); como herencia por la
transgresión de uno, de nuestro
ancestro Adán, y como consecuencia
del pecado; y el otro es el reino de la
vida (17b), que está abundantemente
disponible; única y exclusivamente
para todos aquellos que creemos en
Jesucristo, vida inmortal que se
recibe por fe; creyendo en Jesús.
Jn 1:12,13 “Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios; los cuales no
son engendrados de sangre, ni de
voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios.”
Todas aquellas personas que
recibimos la abundante gracia de
Cristo; es porque en el proceso nos
hemos descubiertos a nosotros
mismos, nos hemos analizados y
hallados pecadores, y declarados
culpables (Ro 3:10-20); porque
hemos quebrantados las leyes santas,

justas y rectas establecidas por Dios;
y nos aterra una palabra de sentencia
como la que está escrita en Mateo
25:41-46: “Apartaos de mí, malditos”.
Cuando entendemos las
consecuencias que acarrean el
pecado; y la triste condición en la que
nos encontrábamos, es cuando viene
al corazón las palabras de Jesús.
Entonces proclamamos que no solo
recibimos la gracia, sino que también
hemos recibido el don de la justicia
(v. 17); donde el pecador convencido
de su condición, no solo reconoce sus
faltas, hay aún algo mayor, que le
duele ser la persona que ha sido, y en
una nueva actitud donde obra el
arrepentimiento (Tit 2:11-12); y
escala el eslabón más alto, que se
alcanza cuando el pecador creyente
se aparta de su iniquidad e invoca el
nombre de Cristo (2 Ti 2:19); porque
en Cristo esta nuestra garantía, por
su sangre expiatoria y sus
sufrimientos ha satisfecho
completamente la justicia divina en la
sangre de su cruz (Col 1:20); ha
pagado todas nuestras deudas, una
vez y para siempre con una sola
ofrenda en propiciación por nuestros
pecados (1 Jn 2:2; Ro 3:25); cuando
entendemos que hemos recibido este
don de la justicia, podemos responder
con seguridad “En Jehová está la
justicia” (Is 45:24,25). Porque Cristo,
en su perfecta obediencia hasta la
muerte; y muerte de cruz, ha
cumplido la Ley en nuestro lugar (Flp
3:9), de ahí recibimos cuando
creemos, la abundante gracia y el don
de la justicia que se nos ha imputado
o transferido a todos los creyentes
16
(Ro 3:22), para nuestra justificación y
salvación; donde el imperio de la
muerte no tiene potestad sobre
nuestra alma, porque Jesucristo nos
ha trasladado a su reino (Col 1:13); el
reino de la vida eterna (Jn 11:25), y
nos ha librado de la potestad de las
tinieblas.
La justificación de vida
5.18 Así que, como por la
transgresión de uno vino la
condenación a todos los hombres, de
la misma manera por la justicia de
uno vino a todos los hombres la
justificación de vida.
Aunque parezcan repetitivos estos
versículos; desde el v. 12 hasta el v.
19; son contiguos entre sí, y es
notable la relevancia que amerita la
antítesis, mediante la mención de su
contraste: a) Entre la transgresión de
Adán, y la justicia de Cristo. b) Entre
la condenación que entró en el
mundo por un solo hombre, y nuestra
justificación por un único hombre;
Jesucristo, vino a todos los hombres
la justificación de vida (v. 18).
1 Jn 5:11 “Y este es el testimonio: que
Dios nos ha dado vida eterna; y esta
vida está en su Hijo.”
La obra de Cristo en la cruz, convoca a
todos los hombres a recibir la
justificación de vida (Ro 3:22);
significa a toda la humanidad, sin
distinción de género ni de edad;
hombres y mujeres, todos somos
llamados a recibir salvación y
justificación (1 Ti 2:4), que nos es
otorgada por Dios al recibir a Jesús;

creyendo en él, en su nombre (1 Ti
2:5).
Un portal hacia la vida
eterna
Al poner nuestra mirada en su obra
redentora, recordando todo lo
acontecido en el Gólgota (Jn 19:17-
18); queda establecido un portal
hacia la vida eterna (Jn 10:9), y esa
vida está en el Hijo de Dios; lleno de
gracia y misericordia, para que todo
ser humano, sin distinción de género;
de raza, o religión, en cualquier lugar
del planeta; no se pierda y tenga vida
inmortal (Jn 8:51; Jn 11:25), no hay
nada que te detenga (Mt 7:13-14).
Si puedes creer en Jesucristo, si lo
recibes en tu vida; Él estará contigo
todos los días, hasta el fin del mundo
(Mt 28:20); y te dará de beber de
aguas vivas, bautizándote con su
Espíritu Santo (Lc 3:16); para
llenarnos de poder, porque en el
mundo se necesita poder para vencer
los obstáculos del día a día, por lo
cual Dios nos otorga poder de ser
hechos hijos de Dios (Jn 1:11-13),
mediante Jesucristo; para triunfar en
su nombre (1 Jn 4:4), nuestro Señor y
Salvador que nos imputa su justicia,
por medio de la cual podemos
presentarnos justificados ante el
trono de Dios (Ro 4:25).
5.19 Porque así como por la
desobediencia de un hombre los
muchos fueron constituidos
pecadores, así también por la
obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos.
17
El apóstol Pablo muestra en qué
posición designa Dios a los hombres
en relación a la desobediencia de un
hombre “Adán”, en contraste de la
posición de los hombres por la
obediencia de uno “Jesús”.
El adjetivo “muchos”, es un
cuantificador indefinido, que significa
«abundante»; y proviene del vocablo
latino multus, según la real academia
española (RAE); y que es aplicado en
términos bíblicos en función de los
creyentes: «Muchos» designa a todos
los que no creen en Jesucristo, y por
efecto de la continuidad de un
hombre; la transferencia de la
desobediencia de Adán, todos fuimos
constituidos en el pecado; declarados
culpables (Ro 11:32), sumados a la
desobediencia de los que no creen, los
muchos son constituidos pecadores.
Así también, los «muchos», en
relación a los que creemos en
Jesucristo, por la obediencia de Él,
somos constituidos justos (Ro 4:5);
significa que no solo somos
perdonados, sino también somos
justificados. Debemos tener en cuenta
que el verbo «serán» está en tiempo
futuro, dando a entender que la
justicia imputada mediante la
obediencia de Cristo (Flp 2:8); estuvo
vigente para todos los siglos que
pasaron, está en vigencia para este
siglo; y para los siglos venideros,
“seremos declarados justos”.
Heb 5:8,9 “Y aunque era Hijo, por lo
que padeció aprendió la obediencia;
y habiendo sido perfeccionado, vino a
ser autor de eterna salvación para
todos los que le obedecen;”

Matthew Henry dice: «serán
constituidos justos, no porque el
apóstol se refiera a la consumación
escatológica; sino porque esta
justificación se aplicará a lo largo de
los siglos, a los que vayan recibiendo
la gracia de la justicia como un don
obtenido mediante la obra de Cristo
en el Calvario».
Sobreabundó la gracia
5.20 Pero la ley se introdujo para que
el pecado abundase; mas cuando el
pecado abundó, sobreabundó la
gracia;
El erudito bíblico Charles Spurgeon
dice: « ¡Bendito sea Dios por eso! El
pecado puede ser un río, pero la
gracia es un océano. El pecado puede
ser una montaña; pero la gracia es
como el diluvio de Noé, que
prevaleció sobre las cimas de las
montañas quince codos hacia arriba».
Pero la ley se introdujo para que el
pecado abundase (v. 20a). La ley fue
colocada como punto de inflexión
entre el primer Adán alma viviente; y
el postrer Adán, espíritu vivificante (1
Co 15:45); la ley se introdujo con
Moisés, como punto medio en la línea
de tiempo, entre el pecado de Adán; y
la redención de Cristo para salvación
de todos los creyentes.
¿Y para qué fue puesta la ley? La ley
fue puesta para que el pecado
abundase. Significa que con el
conocimiento de la ley se han
desbordado en una gran envergadura
de extensos pecados; y con más
agravantes sobre todos aquellos
18
pecados cometidos antes de que
estuviese la ley (Gl 3:19).
¿Cuál fue el propósito de la ley? El
propósito de la ley no radica en
alabar el pecado; por eso dice: mas
cuando el pecado abundó (v. 20b),
en sentido moral señala a la
humanidad la multiplicación caótica
de los pecados; y el propósito de la
ley no es multiplicar el pecado, sino
mostrar explícitamente a las personas
la cuantificación de los pecados
cometidos (Ro 7:7). Con el fin de que
las personas se aperciban de su
condición, y abandonen sus malos
hábitos y espaciosos caminos (Mt
7:13). De tal manera; que a través de
la ley, la humanidad llegue hasta el
camino angosto; tan angosto, que
para transitar en él, no cabe la maleta
del orgullo; pues la arrogancia y toda
transgresión solo aumentan el daño
que produce el pecado (Mt 7:14), es
allí donde el creyente se ve reflejado y
convencido, recibe el regalo o don de
la gracia; pues escrito está
“sobreabundó la gracia”(v. 20c);
entonces el creyente puede
comprender que la ley fue nuestro
tutor o ayo, para llevarnos a Cristo (Gl
3:24); que es donde hallamos la
puerta estrecha, y entramos en el
camino angosto que lleva a la vida,
abundante vida (Jn 10:9,10); pues la
ley por medio de Moisés fue dada,
pero la gracia y la verdad vinieron
por medio de Jesucristo (Jn 1:17).
Jn 14:6 “Jesús le dijo: Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida; nadie
viene al Padre, sino por mí”.

5.21 para que así como el pecado
reinó para muerte, así también la
gracia reine por la justicia para vida
eterna mediante Jesucristo, Señor
nuestro.
Desde la caída Adán, el pecado reinó
en la dimensión de la muerte;
estableciéndose un imperio tan
grande y cruel constituido por el
pecado, cuyo reinado tiene como
único objetivo gobernar para la
muerte (Ro 6:23); donde aquellos
que han adoptado la identidad como
el odio; al punto que no solo se
irritan con los demás, sino que
consumidos por el odio, pecan contra
Dios (Pr 19:3), buscando refugio en la
destrucción de sus almas, amando la
muerte (Pr 8:36; Lc 20:38).
Sin embargo, ocurre una ruptura de
los lazos de la culpa, y del yugo de las
maldiciones (Is 10:27); en la
dimensión espiritual cuando la
persona decide dimitir al pecado (Ro
6:21; 1 Ti 1:13); necesita de un poder
mayor para vencer, y esto se logra
con la inserción a un reino más
poderoso que el reino de las tinieblas
(1 Jn 4:4); es allí donde ocurre el
cambio, cuando tomamos la decisión
de acercamos a Jesús, que es
Todopoderoso (Ap 1:8); y cuando
confesamos con nuestra boca que
Jesús es el Señor; y creemos en el
corazón que Dios le levantó de los
muertos, seremos salvos (Ro
10:9,10); y recibimos el don de la
gracia que reina por la justicia (Ro
9:30); la justicia que es por fe, que es
la justicia imputada de Cristo a
nosotros, que nos posiciona a una
justicia más segura y de mayor honor,
19
para vida eterna mediante Jesucristo,
Señor nuestro.
Testimonio
Cuando empecé mi vida cristiana no
comprendía muchas cosas de lo que
la Palabra de Dios me enseñaba; a
pesar de que siempre encontraba
personas que procuraban
encaminarme para que mi comunión
con Dios sea eficiente, la
incertidumbre me acechaba; y la
realidad era mi verdugo; los temores
de toda índole invadían mi alma, y a
pesar que en aquel momento, forzaba
mi paz con una delgada sonrisa de
disimulo y elocuencia, para que los
demás no notarán mi falta de
preparación espiritual; a pesar que en
lo más profundo de mi espíritu estaba
convencido de mi salvación, el amor
de Dios me consumía y quedaba
seducido por el evangelio.
Pasaban los días; y con tremenda
pasión amaba a Jesús; y aun así, la
incertidumbre agobiaba mi
seguridad.
Pasaron los años, y fui formándome
en el conocimiento de la teología, y
paralelamente investigaba acerca de
las ciencias de tierra, no obstante; la
preocupación y la ansiedad eran mis
sombras; el miedo de no dar un buen
testimonio de mi fe, hacía que no
hallase el genuino descanso de la
libertad que en Cristo debía tener;
hasta que fui comprendiendo que
seguir un evangelio diferente de
aquel que enseña las Escrituras, era
mi mayor problema; por poco no solo
me autodestruía, sino que también

estaba haciendo daño a mi familia, y a
otras personas de la cual yo fui el
mentor.
Cuando el creyente recurre a la Ley
para hallar justificación, se convence
de pecado. Entonces veía la
intolerancia de otras iglesias que
acudían a un evangelio ortodoxo,
plegados de condenación y legalismo,
y en mi locura de caerles bien a los
que predicaban sin empatía, yo iba
con el mismo desenfreno con el
mensaje de ellos; haciendo lo mismo,
pero por dentro estaba la confusión
que me oprimía.
El legalismo se rige en la mayor parte,
por las ataduras de la ley, y aunque
no exista ni judío ni gentil que llegue
por sus propios esfuerzos a
cumplirlo; logran llegar
parcialmente a una pequeña tilde de
la ley, donde el menor de sus pecados
lo condena.
Por mucho tiempo después de ser un
mentor cristiano; mis mejores obras
no eran más que testigos en mi
contra; porque obraba en mi propia
justicia, y lo único que alcancé fue
corromperme espiritualmente, y
corromper también el espíritu de los
demás, convirtiendo la paz en
terrorismo espiritual.
¿De qué manera fui un terrorista
espiritual? Aquí le digo con mucho
dolor y arrepentimiento. Mi
terrorismo espiritual comenzó
cuando caí en el engaño del legalismo;
recurriendo a un evangelio diferente,
ortodoxo, y lleno de protocolos, que
envés de apacentar al rebaño de
20
Jesús, los oprimía con un montón de
reglas, violentando la paz y el espíritu
de las personas que procuraban llevar
santidad a través de las cargas
espirituales que hasta a mi me
costaba llevar; donde en un tiempo
casi de lunes a lunes teníamos cultos,
y no me daba cuenta de los problemas
de estrés y agotamiento que eso
acarrearía. En parte lo hice por
dejarme arrastrar por otros líderes
espirituales, y en parte porque me
ganaba el orgullo, y principalmente la
ignorancia de no escudriñar bien las
Escrituras, es así como nacen las
sectas, infundiendo terror, y usando
como armas la manipulación del
miedo al pecado, de perder la
salvación, de fallarle a Dios, y de
perder la coinonía entre otros
miembros de la iglesia.
Lo que hacíamos como iglesia era lo
más vil de las manipulaciones; en la
intención de formar cristianos por
obras, sin dejar que la gracia opere;
les haré mención de la hipocresía de
las manipulaciones que yo hacía:
 Cohibía a mi hijo mayor, a no
mirar algunas películas, de
músicas e incluso algunos
dibujos animados en su niñez,
y de igual manera, también
exigía a las demás personas de
la iglesia a cumplirlos.
 Perseguía a mis hijos, a mi
esposa, a mis hermanas y
sobrinos que congregaban con
nosotros, y a los demás
hermanos de la iglesia, a una
rigurosa forma de vestir.
 21

 Perseguía el uso de los estilos heridas del terror de haber estado en

de los cabellos en hombres y un evangelio diferente.
mujeres.
Así como yo, hay muchos mentores
 Condenaba de una manera
espirituales que no tienen el coraje de
inflexible el pecado sin
confesarse, ni de arrepentirse, porque
ninguna empatía,
han sido ganados por el orgullo, o
disciplinándolos con la biblia,
porque no tienen las hormonas bien
espiritualmente los oprimía.
puestas para huir del engaño, con la
 Todo lo bíblico llevaba a los
fachada de muy espiritual, seguirán
extremos, forzando una
siendo reos de sus malas
santidad que se perdía.
interpretaciones bíblicas, siguiendo
 Cada tanto nos
las corrientes sadomasoquistas
extralimitábamos en grandes
espirituales de otros líderes
trabajos hasta quedar
corruptos, convirtiendo la santidad
agotados para cubrir los
en una cortina de humo, en
gastos; de manera
terrorismo espiritual; haciéndose
sobrehumana invitando a los
daño a ellos mismos; causando dolor
pastores, evangelistas, y
a sus familiares y a la iglesia de
misioneros de nuestra propia
Cristo; por seguir un evangelio
iglesia central. Arrastrados por
diferente (1 Co 11:4).
las manipulaciones de
quedarnos bien con nuestros También se han levantados otros
líderes, y dejándonos devorar tipos de terroristas espirituales desde
por los aplausos y la el siglo pasado, y no califican como
hipocresía. iglesia ni como secta, sino como una
mafia de guantes blancos, que se
Entre todo esto que nombré, son las
aprovechan de las necesidades de la
principales formas de vivir las
gente, manipulando las emociones y
manipulaciones de una secta atada al
usan el marketing del tráfico de
legalismo. Sé que hay muchas iglesias
milagros y profecías, con un mensaje
corrompidas espiritualmente en
de autosuperación cargados de
reglas despiadadas y ortodoxas, que
prosperidad, que usan como
es el común denominador de las
herramienta de manipulación los
iglesias legalistas de duro trato con el
pactos, coberturas de los más
cuerpo, que en el intento de forzar
grandes, y de la doctrina de la
santidad; se corrompen
siembra; y crean grandes show y
espiritualmente; similar a un
espectáculos de entretenimiento de
terrorismo espiritual, y algunos se
estilo pintoresco, teatral como si
corrompen incluso moralmente, de
fuera un circo; dedicados al negocio
los cuales, muchos de los que han
más lucrativo de estos tiempos,
logrado escapar del legalismo, hoy día
donde después de los
están en mundo, azotados por las
narcotraficantes, le sigue la mafia de
guantes blancos, que son audaces

para despojar de la gente no solo la
fe, sino de los bienes materiales de las
personas, éstos sinvergüenzas; no
solo presentan otro tipo de evangelio,
sino que predican a otro Jesús, a un
Jesús no bíblico, recibiendo a otro
espíritu, el espíritu de la apostasía (2
Co 11:4, 13,14,15,20; 2 Ts 2:2,3).
Estos tipos de movimientos extraños,
mezclan la verdad con la mentira;
venden la gracia de Dios como
indulgencias de la época medieval
bajo el engaño de la siembra con
promesas de prosperidad,
profanando las Escrituras con lo más
aberrante de sus manipulaciones,
aquí les mencionaré algunas:
 Las profetisas se autonombran
profetas; como ejemplo, no
existe la profeta mamerta, lo
correcto es la profetisa
mamerta (Lc 2:36). Al igual
que no existe la pastor
mamerta, lo correcto es la
pastora mamerta.
 Los pastores y líderes
espirituales, llámese apóstol;
convencen a sus seguidores a
nombrarlos papá o papito, y a
las pastoras mamá o mamita.
(En mi investigación le hago
mención como la doctrina de
los Paitas y Maitas, significa
que descaradamente han
metido el espiritismo y la
brujería en la iglesia, pero sus
seguidores no se percatan que
los Pai=papá, y Mai=mamá;
son los líderes de la Umbanda
y otras agrupaciones
hechiceras, que se han
22
infiltrado, sigilosa y
ocultamente en las iglesias).
 Estos pastores umbandistas
“Papitos o Pai” enseñan a los
miembros de la Iglesia a odiar
la cruz; debido a que la
palabra de la cruz, interfiere
con sus conjuros de la
hechicería; la palabra de la
cruz despierta a la Iglesia por
eso el apóstol Pablo no
permitió que nadie lo detenga
y se propuso predicar
Jesucristo, y a éste crucificado
(1 Co 2:2); el mensaje de la
cruz rescata a los zombis
espirituales (1 Co 1:17, 18,
23).
 Otra manera que se identifican
la mafia de guantes blancos, es
con la presunción de
“cobertura”; haciendo que los
hermanos caigan en una
especie de pertenencia y
dependencia, al estilo tal que
sus manipuladores tengan
total apertura y cobertura de
las familias víctimas que caen
en sus trampas, la realidad de
los ladrones de guantes
blancos, es que ellos
prosperan, y su pequeño
círculo de estafadores,
alcanzando así riquezas
desmedidas, sin importar que
tengan familias de su
cobertura o iglesia que están
pasando por hambre; y son
tan osados y malditos
embusteros, que se atreven a
decir que si están pasando por
hambres y escasez algunos de
los feligreses; es porque no

han puesto en sus sobres
ungidos y mágicos la suficiente
cantidad de dinero como
siembra; o no han pactados lo
necesario, engañados por la
avaricia para honrar a sus
súper apóstoles y pastores Pai
(Papitos). De esta manera
utilizan la manipulación del
miedo y de la “CULPA”.
La ley muestra nuestros pecados;
pero la gracia nos hace salvos,
cuando venimos a Cristo, no solo
nos absuelve de pecados, si
reconocemos nuestras faltas y nos
arrepentimos; recibimos por fe la
justicia para vida eterna. Cristo
nos imputa o transfiere su justicia,
desde que entendí esto, la culpa
no puede intimidarme, el
acusador no puede señalarme,
porque mi justicia es aquella
que Cristo me transfirió; en esta
justicia vivo creyendo, en esta
justicia como creyente he de
morir, y en esta justicia me
levantaré y apareceré un día ante
el tribunal de Cristo, para
asombro de todos los ángeles
escogidos, y terror de todos los
que han rechazado Jesús.
Para terminar este capítulo, debo
indicar que en estos cinco meses
de estar en el sur, en la Patagonia
Argentina, he experimentado un
gran cambio en mi vida; saliendo
en el curso de las bendiciones de
Dios; luego de salir Formosa, y de
haber orado, con el apoyo de mi
familia; de mi amada esposa e
hijos, de los hermanos y
colaboradores de la iglesia
23
Filadelfia, de mis hermanas de
sangre, de mi cuñado Rodolfo; de
las tíos Milciades, Águeda y
Cristina; salía yo por primera vez
por tanto tiempo sin saber lo que
pudiera acontecer en el camino;
en la búsqueda de trabajo en mi
profesión de geólogo.
Cuando estuve entre mis primos
hermanos, y los hermanos del
ministerio Venga tu Reino de
BsAs, pude comprobar la
intensidad con el que sirven a
Dios; la pasión con el siguen a
Cristo, se refleja no solo en las
familias y colaboradores de la
obra de Dios en la iglesia, sino
también en la familia pastoral,
cabe destacar mi gratitud a Dios y
a los pastores Pierre Macharé y su
esposa Wendy De’ Ita; y a los
pastores Luis Baez y su esposa
Natalia Rizzo; que me recibieron
con un caluroso y tierno trato
junto con los hermanos de la
Iglesia, me han dado su apoyo, y
entre los cuales agradezco a mi
primo Sergio Baez, y a todos los
que le acompañan.
Intentaba llegar a la zona más
austral sin conocer a nadie,
excepto a Cesar Cubilla, un amigo
de Piedra Buena, una pequeña
población en la provincia de Santa
Cruz; donde Dios me abrió las
puertas, y me hizo hallar gracia
ante los ojos de la gente, ganando
amistades, pero sobre todo;
manteniendo comunión con el
Espíritu Santo.

Fue entonces cuando conocí a
Nuevo Nombre, una Iglesia en
crecimiento, y con un gran
potencial de avivamiento en la
dirección de Dios; donde pastorea
David Aybar y su esposa Johanna
Propato, un matrimonio pastoral
apasionados por la obra de Dios;
que predican con la biblia y con el
ejemplo, y hablan con
transparencia ante la iglesia; cabe
destacar que Dios puso en
acompañamiento de la obra a los
Copastores Gustavo Godoy y su
esposa Nancy Ramos, un
matrimonio pastoral dedicados a
servir con fervor y con pasión en
la obra del Señor. Además, en la
obra acompañan familias y
jóvenes colaboradores entregados
a la gracia para la ministración del
evangelio, que de mencionarlos a
cada integrante puede que me
salte algún nombre, de la cual Dios
conoce a cada uno, que todo lo
que hacen para Dios, es grato de
recordar y de alta estima. Doy
gracias a Cristo por los pastores,
que me han dado lugar para
ministrar la Palabra de Dios cada
semana. Mi intención es dar a
conocer la obra de Dios;
glorificando el nombre de Jesús,
haciendo mención de ellos, no
solo en mis oraciones; sino
también mencionándoles en este
libro, recordando uno de los
lugares más australes de la
Argentina.
Cuando tememos nuestra vista fijada
en la justicia de Cristo; la gracia de
Dios es el mensaje de la que siempre
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anunciamos, cuando llevamos el
evangelio en nuestra predicación.
Bibliografía
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Portavoz de la Gracia. Justicia
imputada Nº7. Chapel Library.
 25

Copyright 2010, Pensacola, Florida,

USA.

Comentario Bíblico Moody, N.T; 1965,

redactado por Everett. F. Harrison.
Casa Bautista de Publicaciones, TX
79914 EE UU.