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por los hallazgos casuales, la presencia de grupos de aficionados
50 AÑOS EN LA ARQUEOLOGÍA MONFORTINA: a la arqueología (Centro Excursionista de Elda, Grupo Rescate
de Novelda…etc) y la consecuente intervención de profesionales
EL PILAR ESTELA DE MONFORTE DEL CID que, como científicos expertos en este campo en aquellos años,
caso del propio Enrique Llobregat, Martín Almagro Gorbea,
Rafael Ramos Fernández, entre otros, acudieron a conocer los
hallazgos esporádicos de este y tantos otros enclaves del Vinalopó.
En este periplo de acontecimientos entre los que se encuentran
estos, denominados por la investigación contemporánea, y también
matizados por la normativa vigente en materia de patrimonio, como
hallazgos casuales, toma protagonismo en este mismo espacio y en
A propósito del pilar estela Contextualización de la aparición de la pieza esta misma época, los años 70, la cantera localizada en el arenero
del Vinalopó, tal como indicábamos en párrafos anteriores. El
mismo Ginés Ruíz Nicolás, extraía dos años antes de la aparición
de un camión que llevaba arena a una obra de Elche me dijo que
eran históricas me eché a reír. Me pidió todos los toros, los rotos y
los enteros, y mi jefe, Rafael Giménez Pertusa, me dijo que no había
ningún problema, que se los llevara, que no valían para nada porque
ni siquiera se podían utilizar como bolos para hacer cimientos. Así
que se los llevó muy agradecido, pero sin pagar ni una sola peseta”.
Las palabras del operario, al contactar con el transportista, procedían
de la situación generada previamente tras el traslado de algunas de
esas piezas a las obras en ejecución entre la Plaza de Cervantes,
esquina Calle Cura Bascuñana de la vecina localidad de Elche.
La extraña disposición y factura de algunos de ellos, procedentes
de la cantera monfortina, despertarían la curiosidad del maestro

S
e podría considerar a 2022 como un año de celebraciones
donde además parece que vamos dejando pasar una pandemia.
Año en que se conmemora como todos bien sabemos el centenario
de la Revista de Fiestas de Monforte del Cid, efeméride celebrada
en la localidad como bien podremos apreciar en el interior de
esta publicación que ahora nos ofrece una entretenida lectura.
Si bien, y en otro orden de cosas, quizás pase algo más
desapercibido otro aniversario no tan conocido entre la
multitud. Nos referimos a la aparición, casi por casualidad,
de las piezas originales del pilar estela de Monforte del Cid,
monumento de adscripción ibérica localizado en la cantera
del arenero del Vinalopó en las inmediaciones de la partida
366 de la Agualeja, lugar que tantas alegrías, arqueológicamente
hablando, ha proporcionado para la localidad monfortina.
Era de justicia por ello, mencionar y reflexionar sobre este
hallazgo en este número especial de la revista, atendiendo,
además, a las nuevas cuestiones metodológicas y de
interpretación, tanto en su aspecto cronológico como funcional,
que envuelven a esta característica pieza de la Contestania ibérica.
Desde su localización, como hemos mencionado, en la partida
de la Agualeja, y su traslado fortuito, sin conocimiento del
valor de la pieza, a la vecina localidad de Elche, el pilar –
estela, monumento ibérico de Monforte del Cid, ha suscitado
bastante expectación entre la comunidad científica, pero
también entre la comunidad vecinal del municipio desde
donde se produjo su traslado. Se merece, por ello, unas líneas
que nos acerquen al periplo de su descubrimiento, pero casi
más si cabe, a la interpretación científica de esta pieza en el
contexto científico actual que, en pocas palabras, apuesta
por una reinterpretación de los valores funcionales e incluso
cronológicos, como veremos a continuación. Por supuesto, no
es cuestión de desarrollar una tesis o trabajo de investigación
sucinto en este espacio, si bien, trataremos de condensar y
exponer de manera científica y, sobre todo comprensible para
el lector, el valor del monumento y la interpretación del mismo.
del toro, varios fragmentos de elementos escultórico ibéricos, al de obras encargado de los trabajos, quien informaba de la
Si debemos referirnos a la zona conocida como “arenero del principio, sin conocimiento de la naturaleza de los mismos, de tal tipología de los sillares al entonces arqueólogo, Alejandro Ramos
Vinalopó”, dentro de la partida de la Agualeja, las primeras modo que, las piezas y grava extraídas, se marchaban en camiones Folqués, en el mes de abril de 1972. (ALMAGRO-GORBEA,
referencias modernas que conocemos al respecto del mismo, a diversas obras en los municipios vecinos, mientras que otras, “los M y RAMOS, R. 1986). Las diferentes piezas localizadas en el
se remontan a los años 70, precisamente con la aparición de peores” se apartaban en varios montones de desecho localizados camión de obras serían trasladadas al Museo de Elche previa
este monumento ibérico, al que dedicamos estas líneas1. en la misma explotación. Así, en una entrevista concedida autorización de la Dirección General de Bellas Artes. (Informe
por el protagonista al diario información, éste comentaba: del Archivo General de la Administración, Alcalá de Henares,
Junto al hallazgo fortuito de los fragmentos correspondientes localizado en el Archivo Administrativo de Monforte del Cid).
al hito ibérico, no menos importante es el conocido hallazgo “Yo no sabía la importancia que tenía aquello y cuando el chófer
del toro echado, también de época ibérica, localizado en la
cantera del Arenero un mes febrero de 1974. Como bien es
conocido por casi todos, D. Ginés Ruiz Nicolás, trabajador
de la mencionada cantera, quien había estado directamente
relacionado con el hallazgo anterior de varias piezas de
bulto redondo en las inmediaciones de su excavación y
367
trabajo diarios, reconocía esta pieza tan característica hoy
en día en la sala del Museo Ibero de Monforte del Cid, entre
las tierras y arenas extraídas del margen del río Vinalopó.
Será este acontecimiento el que, verdaderamente, comience
a sentar los cimientos del reconocimiento de esta zona del
medio Vinalopó, como un enclave de uso de considerable
importancia, a medio camino entre la Alcudia de Elche y el
Monastil de Elda, clave para los periodos ibérico y romano.
La antesala que dará paso al comienzo de la arqueología
sistemática en este punto concreto de la geografía alicantina,
como estamos observando, (ABAD, L; SALA, F; ALBEROLA,
E.M. 1995), se remonta a principios de los años 70, momento
en el que todavía no se vislumbraba el potencial arqueológico
de este espacio enmarcado entre los ríos Tarafa y Vinalopó, a
medio camino entre las partidas de la Agualeja y Camino del río.
Como decimos, dos años antes de la aparición del toro echado
mencionado, se localizaba en este mismo punto, un conjunto
de piezas escultóricas pertenecientes a un monumento de
adscripción ibérica, denominado desde ese momento pilar estela
del arenero o de Monforte del Cid. Se podría decir, por tanto,
que los acontecimientos que marcan el mapa arqueológico de la
comarca en estos albores de los años 702 son casi fortuitos, casi
por casualidad. Hitos significativos junto al Vinalopó, como otros
tantos existentes en estos periodos, dentro del mundo marcado

1
Sin obviar por supuesto, las referencias a la historia monfortina desarrolladas por Obermaier en los albores del siglo XX; los estudios de la zona de Francisco Figueras Fotografía de las piezas localizadas en Monforte del Cid, una vez trasladadas al museo arqueológico de Elche. Podemos apreciar en la derecha de la imagen una de las partes
Pacheco, realizados para la elaboración de su “Geografía Valenciana” en 1914; y las reflexiones a propósito de la arqueología Alicantina expuestas por el Padre José Belda, del capitel en forma de gola del pilar estela. (AGA 2007)
erudito con una amplia profusión investigadora entre 1930 y 1940. Por supuesto, no pasando por algo a D. Enrique Llobregat, quien pasaría por los territorios de Monforte
del Cid entre otros, para la concepción de su elaborada tesis doctoral “La Contestania Ibérica”, (1972).

Abril de 1972. Se identifican las piezas del pilar estela ibérico; febrero de 1974 aparece el toro echado.
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El análisis escultórico de este monumento plantea de origen
un problema asociado a su propia denominación, la de pilar
estela, tal como lo concebimos para los monumentos áticos,
(griegos) teniendo presente que estos, no presentan tratamiento
escultórico en su parte trasera, mientras que el monumento de
Monforte sí lo hace. Los pilares y monumentos griegos, por
tanto, están concebidos para una aproximación en la mayor
parte de los casos frontal.
Existen excepciones en este mundo ático de referencia como
la Demosion Sema, Cenotafio dedicada al Heróon, ancestro
o héroe. Si bien esto implica que no eran tumbas, sino
proyecciones para verse en su contexto de referencia con
la exaltación de un personaje representativo de la ciudad o
poblado. En ellos sí tenemos una programación arquitectónica
y ornamental que nos permite girar alrededor del monumento.
Así se rinde culto a ese lugar, acontecimiento y conjunto que
se quiere presenciar.
En cuanto al contexto geográfico, no tenemos referencias
de aparición de este tipo de monumentos más al norte de la
delimitación marcada por el curso del río Júcar, o la propia
ciudad de Valencia. Este tipo de bloques con cornisas de gola
como la existente en Monforte del Cid, se concentran en tres
grupos regionales: El foco del estrecho de Gibraltar y Cádiz;
el foco de Cástulo en la alta Andalucía, con las minas de plata
como elemento vertebrador; por último, el área contestana,
incluyendo la zona de Cartagena. Es decir, el sureste donde
nos encontramos.
368 Existen conjuntos de este tipo en la necrópolis de la Silla del
Papa, en Tarifa, Cádiz, con conjuntos de golas similares a las
del pilar estela de Monforte. También en la propia Alcudia
de Elche existen ejemplos de gola, esta, convirtiéndose cada
vez más en un rasgo identitario. Son esos elementos definidos
como propios de la cultura fenicio-púnica. Si bien no podemos
afirmar rotundamente, que este tipo de monumentos sean
púnicos, siquiera que estas construcciones estén directamente
influenciadas, pues el mundo ibérico también tiene sus propios
rasgos característicos.
En plena revisión teórica, se plantean algunos otros rasgos, a
parte de los comentados, para intuir la influencia púnica en
el monumento de Monforte del Cid. Tenemos que buscar un
paralelo en alguna de las estelas del toffet de Cartago, que
presenta el mismo remate en la parte superior, el filete, la
nacela, la moldura denominada de “falsas puertas”, típica de
influencia púnica, que aparece en el monumento de Monforte.
Mencionemos, además, la presencia de grabados en forma de
posible monumento funerario con un remate piramidal. Se trata
de un rasgo muy frecuente en el ámbito púnico, localizado en la
arquitectura funeraria, en los sepulcros, etc. Posiblemente quien
realizaba el grabado, sería de origen púnico e identificaba este
edificio con los rasgos de los vistos en su territorio, asociados
a su cultura. Se trata de un ejemplo bien identificado con el
mundo cartaginés que trataba de asegurar la suerte y el futuro o
la salvación de la persona que realizaba este grabado. Aparecen
en asentamientos gaditanos, o en el norte de África. (Prados,
2021. Inédito). En ocasiones se ha identificado también a
este elemento como una representación del alma, claramente
relacionado con un símbolo para garantizar su salvación.
En definitiva, y teniendo muy en cuenta la asociación de estas
molduras, la decoración marcada por el filete con las ovas y
dardos, la nacela lisa y el baquetón con gotas, de clara tipología
o procedencia decorativa ibérica, todo ello asociado además
a la gola, nos muestran la verdadera identidad de la cultura
ibérica, con ese rasgo característico que les llevó a interpretar y
sintetizar rasgos de otras culturas.
Algunas cuestiones para el futuro
Sin entra a afirmar certezas absolutas, en todas estas cuestiones
planteadas, una de las más importantes, pero a su vez, de las
más controvertidas es la interpretación funcional de la pieza.
Además, añadimos a esta situación, la posición de un animal
en su remate superior. No debemos olvidar que el monumento
no está localizado en un contexto arqueológico, pero, además,
tampoco tenemos evidencias en la gola o en su parte superior,
de localización de improntas o marcas bien definidas que
atestigüen un elemento colocado como remate de estas
dimensiones y características.
En cualquier caso, en lo que respecta a su localización y
al entorno en el que se encontró, así como las condiciones
arqueológicas del mismo, hemos de advertir que debió
tratarse de un entorno poco poblado, sin presencia de grandes
asentamientos cercanos, junto a un cruce de caminos, lugar de
encuentro o de paso entre caminantes, hecho que se remarcaría
con la presencia de estos monumentos o hitos del paisaje,
condicionándolos con una funcionalidad diferente a la asociada
a los monumentos funerarios.
Quizás, existió una necrópolis en la zona, todavía no
identificada, a pesar de la excavación de algunos espacios de
cenizas, así como restos de elementos asociados a bases de
túmulo publicadas recientemente. En todo caso, sin un contexto
de necrópolis definido, y sin un análisis de restos óseos, resulta
complejo fijar estos conceptos, siendo necesaria una excavación
arqueológica sistemática en profundidad. (Abad, et alii. 1995;
Molina, F. 2020).
Podemos hablar quizás, de un elemento de sacralización del
espacio, es posible que, con una necrópolis cercana, un elemento
con un valor religioso, pero también político del espacio, un
lugar donde, tras conocer la presencia de este monumento, las
gentes, años después, tuvieron la intención de enterrarse, algo que
tendremos que comprobar con la arqueología del futuro.
Este hecho está abierto a la interpretación, no pudiendo definir por
ello, entre otras cuestiones, la presencia de animales o remates en
la parte superior de este tipo de monumentos. Tampoco podemos
cerrarnos a la interpretación de estos como hitos funerarios.
Simplemente podríamos estar ante un hito caminero, posible
indicador para una vía de paso, el vado de un río, etc. Puede
asociarse a un monumento conmemorativo, en este caso, pudiendo
estar relacionado a un lugar de culto, santuario, espacio sagrado
vinculado al agua.
No en vano, esta partida a orillas del río Vinalopó, aún no ha dicho,
ni mucho menos, la última palabra. Resulta este, un espacio abierto
a la investigación futura, donde la arqueología y las nuevas técnicas
de interpretación del territorio, tienen todavía mucho que decir.
José David Busquier.
Arqueólogo. Director del Museo Ibero Romano de Monforte
del Cid. (IBERO)
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