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La clave inadvertida

hasta hoy para el


aprendizaje de las
Matemáticas
Por: Mtro. Jorge Alfonso Sierra Q.
Director General de
Neuromatemáticas JASQ

Sobre todo, en nuestra cultura occidental, las matemáticas jamás han gozado del
gusto de estudiantes y padres de familia, y hasta de muchos docentes de primaria.
Esta animadversión conlleva a una predisposición inamistosa hacia el estudio de
esta materia, que desemboca previsiblemente, en estados anímicos de desagrado,
preocupación, hasta ir convirtiéndose en miedo, ansiedad y hasta pánico y terror
ante la sola palabra matemática.
El problema mayor estriba en que el estado emocional es factor fundamental pues
el que precede al aprendizaje, y no solo de las Matemáticas. Es decir, la
predisposición anímica en que se ubica el alumno ante el adiestramiento, no puede
ser de apatía, fastidio o desgano, y menos de desconfianza o temor.
Y aquí entramos al tema que nos interesa. ¿Cuánto de educación emocional
requerimos en nuestros estudiantes para desterrar de una vez por todas esas
fobias a las matemáticas que tanto daño le hace, primero a la salud de educandos y
profesores, y luego a la sociedad entera?
Reflexionemos: Las emociones están con nosotros desde antes de nacer. Siempre
sentimos. Es lo primero que hacemos. Somos primero seres que sentimos y luego
que pensamos.
Si enseñamos a nuestros niños y jóvenes a conocer sus estados emocionales, a
saber cómo se expresan, se regulan y, sobre todo, cómo se gestionan, habremos
dado el paso más importante y esencial para el aprendizaje sosegado de las
matemáticas.
Hay un problema que debemos resolver antes: el énfasis que hemos puesto hasta
hoy en pretender enfocarnos solamente en la parte cognitiva del aprendizaje de
esta materia, sin tener en cuenta – y hasta ignorado - esta parte emocional, al
punto de haber construido casi un pavoroso paradigma: creer que hay “estudiantes
dotados por la naturaleza para aprender matemáticas y otros que no”.
Existe ya el consenso científico por demás, de que, ante situaciones de estrés,
ansiedad o miedo, el ser humano se paraliza, no piensa correctamente, y a este
fenómeno se le conoce como “secuestro emocional”.
Por ello, si queremos frenar el preocupante índice de fracaso – y hasta de
abandono- escolar, por las dificultades a que se enfrentan nuestros estudiantes en
el aprendizaje de las matemáticas, no nos queda otro remedio que incorporar en la
enseñanza de esta materia, todo lo que conlleve a una educación emocional
robusta tanto de niños como de adolescentes.
Y hacerlo también, sin ninguna duda, con los Docentes.
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