f

♦ V A R I A S
♦ ♦
♦ ♦
♦ Los suscriptores que no han e e c ib id o los ♦
EJEMPLARES CORRESPONDIENTES DE NUESTROS
NUMEROS ANTERIORES DEBEN SABER QUE NO ES
OMISION NUESTRA SINO DEL CORREO A QUIEN NOS
HEMOS DIRIGIDO, PERSONALMENTE Y POR ESCRI­
TO, DENUNCIANDO LOS EXTRAVIOS OCURRIDOS EN
LA CAPITAL E INTERIOR.

A nuestros Agentes; rec lam am o s a l correo

LA P^U^TA DE EJEMPLARES QUE NOS COMUNICAN.

A nuestros colabordclores: r o g a m o s,a n u e s ­

tros COLABORADORES NOS ENVIEN SUS TRABA­
JOS ANTES DEL DIEZ DE CADA MES.

Se comunica A los se ñ o r e s a g e n t e s q u e en
LO SUCESIVO DEBEN DIRIGIR SU CORRESPONDEN­
CIA Y GIROS A NOMBRE DE LA DIRECCION Y EN LA
CALLE URUGUAY 1767.

♦
EL INFORME DE LAS SUSCRIPCIONES DEBEN
REMITIRSE POR ADELANTADO DE ACUERDO CON
♦
ESTOS PRECIOS:
POR 6 MESES $ 1.00
POR 1 AÑO ” 2.00 ♦
♦
I
lector
Ricardo E. Jannlcelli EL BATLLISMO U r u g u a y , 1767

Prestigiada por el "Gran Comité Popular de Acción Batllista"

Todo articulo, colaboración, etc.; tiene autor responsable y lleoará la firm a, seudón me o inicial del mismo
Unicamente los de la Dirección no llevarán firm a

T LLE
Apenas han transcurrido 3 meses de la muerte de Batlle
y la inseguridad en el porvenir de la Repúilica que presintieron\
entonces multitud de conciencias ciudadanas, encuentra un eco
en el murmullo desgraciado que vientos del norte han hecho llegar
hasta nosotros. — Se habla de revolución y se une a esa palabra^,
de infeliz amenaza, el nombre de un viejo caudillo político vincu­
lado a la plana mayor de nuestros adversarios tradicionales. Ante
esas noticias que llenan de estupor a los hogares nacionales y traen
a la memoria episodios nefastos de nuestra historia política, una
exclamación unánime de voces amigas y adversarias, una exte-
rioriíación colectiva de nobles sentimientos patrióticos, invoca la
figura vigorosa y ejemplar del Batlle que ha poco se ha ido. Por­
que 7riientras él vivió, la paz fué un orgzdlo de nuestra patria y
porque gracias a la enérgica e inteligente acción del coloso^ titán
los campos perdieron la aridez pobladora de montoneras semi-
salvajes para abrirse en surcos fértiles'que cobijaron la simiente
productiva de una democracia modelo. Batlle siendo padre de
esta fundamental reforma en la vida nacional, era asimismo su,
principal garantía y su más formidable defensor.
Al dejarnos para siempre, una sensación de soledad y de
inseguridad, embargó nuestros espíritus porque con él desapare­
cía una columna imbatible en su enérgica oposición al revolucio-
nismo aventurero, y un amigo de todos en el camino de la justicia
y la razÓ7i.
La figura de Batlle iluminaba al justo y horrorizaba al
perverso.
Aun no cumplidos los tres meses de la desaparición del
prestigioso demócrata, se oyen amenazas insistentes de una in­
tentona subversiva que bien puede considerarse como un resavio
del salvajismo primitivo.
 EL BÁTLLISMO

“ Nada han aprendido, nada han olvidado”, dijo Batlle

refiriéndose a la mayoría de nuestros adversarios. — Y es así;
con esa psicología que no ha sabido ennoblecerse al contacto de la
civilización contemporánea, que se proclama la revolución en un
manifiesto publicado por empresistas donde abundan las frases
huecas y sonoras para evidenciar una ves más sus rancios y re­
trógrados principios, llevando como bandera de ESTA CHIRI­
NADA la viiella a la constitución del año 30/ Quieren un solo
mandón: quieren ha.sta un dictador! Hombres incapaces de com­
prender todas las libertades que la nueva constitución les ha.
ofrecido, se sienten estúpidamente molestados. No se avienen a
una democracia que es ejemplo en él universo entero; no se avie­
nen a la grandiosa obra realizada por Batlle.
A los malos hijos, a los descarriados, a los que atenían con­
tra su madre la Patria, hay que castigarlos ejemplarmente...
Confiamos en el Presidente de la Eepíiblica atentos a sus
buenos antecedentes; confiamos igualmente en el honor y valentía
de nuestro ejercito, respetuoso d^ la constitución y las leyes. Y
confiamos seguramente en la intervención del pueblo. Si ha
muerto y hemos perdido el mejor baluarte de las causas justas,
no olvidemos que sus enseñanzas son ahora del pueblo y que su
espíritu se ha infiltrado en el corazón de su patria. Por eso aun.
esperando y deseando que la situación porque atraviesa en estos
instantes la República — cuando esto escribimos — sea transi­
toria y rápidamente normalizada, mantengámonos en una pre­
vención justa y atenciosa, dispuestos a reprimir con rígida y es-
carmentadora severidad, toda manifestación que atente contra él
orden público y que contraríe la constitución y las leyes.
 ELBA TLLISM O

■ ■■•vi-'
•7; '0
' ' \ i....

Un magnifico exponente de la obra realizada por el Municipio batllista de Montevideo, en materia de

pavimentación. Carretera Montevideo - Colón.

¡ Cuánta injusticia I
“Dia de la familia:” vale decir,
dia en que la madre pobre vé au­
mentado su dolor moral de to­
das las horas, ante la ausencia del
hijo que partió de su lado para
aliviar en algo la miseria de la fa­
milia y que es ahora victima, tal
vez, del trato cruel del patrón in­
humano que usa de él como de
cosa propia, dispensándole menos
consideraciones que las debidas a
las bestias mismas.
“Año nuevo:” vale decir, dia en
que los pobres, obligados a per­
manecer inactivos, tienen tiempo
para pensar en que la vejez, con
todo el séquito de miserias que
ella depara a los desheredados,
está ya mas cerca y en que, con
el año que se vá, han perdido un
poco más de energias, por lo que
ha de serles en adelante ya más
difícil soportar con salud el in­
gente desgaste de fuerzas que
demandan las rudas jornadas y la
labor penosa...
“Dia de los niños” : vale decir,
dia en que el niño pobre, en el du­
ro jergón de paja que le sirve de
lecho, tarda en conciliar c! .sueño
pensando en el “mal’ que habrá
cometido para que los “reyes ma­
gos” no lo hagan objeto de sus
preferencias y en la “bondad” de
los niños ricos con quienes ellos
tan pródigos se m uestran...
i Cuánto sarcasmo!
Y pensar que el lujo y los pla­
ceres de los que se divierten son
posibles, precisamente, merced a
la miseria y al trabajo de los que
sufren!
Y pensar que los mismos que
apesar de vivir en la holganza y
no haber hecho nunca nada por
merecer la felicidad de que di.s-
friitan, son los que tiran en pocos
minutos y en diversiones y jolgo­
rios, mucho más de lo que los
obreros ganan en largos días de
ruda y penosa labor y, lo que es
más grave, son generalmente los
mismos recalcitrantes defensores
de un regimen social que tales
infamias conciente
i Cuánto egoismo!
Sin embargo, todas éstas injus­
ticias podrian ser corregidas si
los que son victimas de ellas, au-

E1 Catllismo se propone obtener la conservación en propiedad del Estadó de las tierras que actual­
mente le pertenecen y de las que le pertenezcan en lo sucesivo.
 10
naran sus esfuerzos y sus volun­
tades para extirparlas.
¡ Cuántos obreros contribuyen
con sus votos a sostener un regi­
men social en el que la felicidad
es exclusivo patrimonio de sus
explotadores! ¡ Cuánta incom­
prensión ! i Cuanta gente del pue­
blo que, enseguida por pasiones
estériles, prefiere, a su mismo
bienestar, el triunfo de su divisa!
El dia en que nuestro partido
pueda hacer efectivos sus postu­
lados de bien y de justicia, tam­
bién los pobres gozarán de la fe­
licidad a que el pasaje por la vi­
da dá derecho y entonces, tam­
bién los niños pobres tendrán
sus "reyes magos.” ........
E.
Correligionarios
que triunfan
Los conocidos hombres piibli-
cos, Sr. Tomás Berreta y doctor
Alberto Cima han pasado a inte­
grar el Concejo Nacional en su
calidad de suplentes por licencia
concedida a los titulares D;. Bal­
tasar Brum y Victoriano C. Mar-
tinez. El señor Berreta venia des­
empeñando ya ese importante
cargo durante la licencia del Dr.
Caviglia.
Eximidos que estamos, por ser
notoria la actuación brillante y
prestigiosa, la personalidad de los
los nuevos y temporarios conse­
jeros, de sañalar la labor cumpli­
da por ellos en los cargos do re­
presentación que han ocupado,
nos concretamos a expresai
nuestra seguridad de que conti­
nuarán bregando en el Ejecutivo
colegiado con la inteligencia y ac­
tividad que los caracteriza, i>or
llevar adelante nuestro programa
politice.
El Consejo Nacional designó
últimamente para integrar el Di­
rectorio del Banco Hipotecario
al señor Ricardo Barrandeguy
que tuvo la oportunidad en ges­
tión anterior, en ese mismo
puesto de responsabilidad y de
El País recuerda con admiración uno de los últimos esfuerzos de Don Pepe por el bien de sus seme­
jantes: su concurrencia al Royal para discutir con el puetlo el avanzado proyecto de jubilaciones ge­
nerales.
EL BATLLISMÜ
trabajo, de demostrar sus gran­
des condiciones de hombres de fi­
nanzas, de actividad y honradez,
evidenciadas también en el des­
empeño de la Administración de
los más importantes diarios de la
capital “El Dia y “El Ideal”.
En un acto de justicia el Con­
Un vibrante discurso del Sr. Batlle y Urdóñez pio-
nunciado por radiotelefonía en el año 1922
Correligionarios!... Con orgu­
llo podemos afirmar que somos
nosotros, cjue es nuestro parti­
do, racionalista y avanzado, quien
cierra el paso a la falange del
oscurantismo y asegura a nues­
tro pais el sereno goce de todas
las conquistas del pensamiento,,
guiándolo por senderos de luz.
Pensad, correligionarios: es
vuestro partido el que se afana
por difundir la instrucción, el
que pugna por la gratuidad de la
enseñanza, y crea liceos y con­
trata sabios en los paises más
adelantados del mundo y erige
institutos de ciencia... y él es,
también, el que se opone a que
se restrinja la instituc.ón, a que
se suprima la gratuidad de la
enseñanza, y a que se derruyan
los institutos cientificos erigi­
dos, por falsas y deleznables ra­
zones de miseras economias.
Si un dia, alguno de vuestros
hijos, o de los hijos de nuestros
adversarios, presta el concurso
de su saber al adelanto de las
ciencias, y honra a su pais, hon­
rándose a sí mismo, en su aporte
a la creación de algún nuevo por­
tento de la ciencia, lo deberá en
gran parte a nuestro partido, que
se afana por crear un ambiente
de intelectualidad en la Repúbli­
ca, y ha estado siempre y está
ahora dispuesto a prestar el apo­
yo que sea necesario, a la cre­
ciente ilustración del pais.
Pero no quiero hablaros, solo,
en esta hora solemne en que pal­
pamos, puede decirse, el poder
del pensamiento, del homenaje de
nuestro partido a la verdad y a
la ciencia; quiero también re­
cordaros su dedicación constante
sejo Nacional lo redije, reelec­
ción de que fué privado al termi­
nar su primer gestión por razo­
nes politicas que influyeron en el
ánimo de un ex consejero colora­
do.
Nuestras felicitaciones al señor
Barrandeguy.
a la aplicación de la justicia, o
sea a la atribución de cada ser
humano a la parte de bienes a
que tiene derecho para hacer
efectivo su destino.
Ciencia o verdad, y bien; he
ahí los dos astros que, ,en el cie­
lo del ideal, señalan con su ful­
gor el derrotero de nuestro par­
tido. Por eso fué en el pasado,
en justas de recuerdo inmarcesi­
ble, el paladín de la civilización,
frente a la barbarie prepotente;
por eso es ahora, que se agu­
diza la lucha por la vida y la mi­
seria, el paladín de las justicie­
ras reparaciones sociales y de la
comunión de todos en la libertad,
la igualdad y la fraternidad.
Sí 1... Que los bienes que la
Ciencia descubre en el seno de
la Naturaleza no refuercen a los
que ya son poderosos, ni hundan
cada vez más en la miseria a los
que ya lo están; que se distribu­
ya el bien en la medida de las
necesidades y los m éritos; que
la juventud tenga horas serenas
en que sin angustias, se prepare
para las tarcas remuneradoras de
la vida; que en todos los hoga­
res haya un asiento para la feli­
cidad ; que seamos, en suma, un
pueblo sano, fuerte, ilustrado y
venturoso en el que no falte la
posible y necesaria porción de
alegría ni aún para aquellos que
la Naturaleza condena a una in­
ferioridad irreparable.
Tal es el idael de nuestro par­
tido; tal la meta de su esfuer­
zo; tal el resorte que lo mueve
en todos los detalles de su ac­
ción ; tal la causa del afán con
que ambiciona el triunfo.
Preparaos, correligionarios, pa­
ra vencer. La felicidad de to-
 EL BATLLISMO 11

dos, la de nuestros adversarios
como la nuestra, nos lo exige.
Llegamos del pasado carga­
dos de laureles; nos ponemos en
marcha hacia el porvenir para
aumentar esa gloriosa carga.
Todos los que están agobiados
por la injusticia, son nuestros
protegidos.
Todos los que no están cega­
dos por el prejuicio nos esperan.
Repetid estos vivas en todos
los ámbitos de nuestra tie rra:
Viva la República, feliz y jus­
ticiera.
Viva el Partido Colorado, que
la guía”.

Algunas anécdotas de Batlle, por Orosmán Moratorio

Publicamos a continuación una página inédita que
aquel brillante escritor y espíritu selecto que
fué Orosmán Moratorio escribió hace más de
tres años, tocando algunos aspectos de la perso-
nalidad del señor Batlle y Ordóñez.
Se trata de un trabajo de subido valor en el
que se revela al par que el cincelador cxquisi»
to, el observador concienzudo, “que supo re»
vestir la doliente miseria de los hombres con
el manto purísimo de un idealismo sin conta°
minaciones.”
E.
La lucha que alrededor de la elección presidencial
hubo de producirse en los últimos dias del gobierno
de Juan Lindolfo CuestaSj pareció en algunos instan­
tes que iba a aportar un conflicto semejante al que
pocos años antes se habia producido y qUe terminó
con la elección presidencial de Idiarte Borda. Eran
varios los candidatos que estaban en juego en 1903 y
casi todos eran figuras de arraigo en el ambiente del
país; Eduardo Mac-Eachen, José Batlle y Ordóñez,
Juan Carlos Blanco, Domingo Mendilaharzu, tenían
partidarios dentro de la Asamblea General, a la que
la primitiva Constitución confiaba la elección de pre­
sidente de la República.
Pero esa vez las crcunstancias quisieron que, por
diversos' motivos, fuera elegido de esos cuatro can­
didatos el hombre de mayor volumen político y de
mayor caudal político; el hombre que tenía verdade­
ro arraigo popular; el hombre que tenía una tradi­
ción dentro del Partido Colorado desde los días glo­
riosos de la Defensa de Montevideo; el hombre que
desde la prensa — en la época en que el periodista
debía tener diariamente en peligro su tranquilidad
personal y su existencia — había luchado en defensa
de las libertades públicas usurpadas por la tiranía
santista: el hombre que había llegado al campo de
batalla, en la juvenil y heroica jornada del Quebra­
cho. a mantener, cuando ya no había otro recurso, los
principios sustentados en la prensa. Se le conocía
bien, se sabía todo cuanto podía dar de sí ese hom­
bre capaz de todas las energías, capaz de afrontar to­
do y de estrellarse contra todo en el afán de mante­
nerse en la lucha contra las tiranías, con­
tra las tiranías abiertas y contra las tiranías
solapadas. El primero de Marzo de 1903 y los días
siguientes, el país entero pudo comprobar que se ha­
llaba en la Presidencia de la República el hombre más
popular de cuantos habían alcanzado esa posición
hasta entonces. Y hasta ahora mismo todavía. El pri­
mero de Marzo de 1903 se abría ante los ojos del país
una g'"an esperanza, una hermosa esperanza de
tran.sformación y de regeneración.
Pin ese entonces todavía existía un hombre que ha­
bía llegado a la Presidencia de la República con gran
prestigio popular y a cuya elección babía contribui­
do en primer término el propio Batlle y Ordóñez. Era
hombre de fuerte talento y de agudo ingenio y su
elección presidencial señaló una época puesto que pu­
so término a los gobiernos militares que sufrió l.i
República; y uno de esos días de Marzo de 1903, pre­
guntaron al doctor Julio Herrera y Obes qué opi­
nión tenía del nuevo Presidente de la República, pre­
gunta a la qüe el doctor Herrera contestó con esta
frase, que es necesario recordarla para conservarla:
“Batlle es un toro que se ha subido al tendido!”
Sin duda alguna, la frase iba dirigida contra Bat­
lle, pues la intención era aviesa. El doctor Herre-
• ra, hombre de tendencias aristocráticas, que no supo
interpretar o no quiso interpretar nunca el senti­
miento del pueblo, era de los que estaban en el te Mi­
do y también era de los que estaban en el tendido
quien le hizo la pregunta. En la frase había, pues,
una intención despectiva, pero había también una
certera observación, una verdad absoluta.
Batlle fué, efectivamente, y ho}" se puede repetir
con la seguridad de que se afirma una verdad incon­
movible, '‘un toro que se subió al tendido”. Batlle tra­
jo al gobierno la expresión popular; Batlle trajo al
gobierno el sentimiento popular y desde el día en
que llegó él por primera vez a la presidencia de la
República, está en el gobierno, y ya nadie ha de sa­
carlo de allí, el pueblo, tantas veces burlado y escar­
necido y ultrajado por los malor gobernantes ante­
riores. ,
Con anterioridad al primero de marzo de 1903. el
pueblo estaba en el ruedo y los gobernantes y los po­
líticos logreros estaban en el tendido y disfrutaban
del espectáculo que en el redondel les ofrecía la lidia
popular, el toro, siempre sometido, siempre reduci­
do por la astucia y por el engaño. Para que la befa
terminara, era preciso que un día el toro saltara del
redondel al tendido. Y ya hemos visto cómo el doctor
Julio Herrera y Obes tuvo el talento suficiente para
darse cuenta de que, al fin, el toro había saltado al
tendido!
El símil tenía otro valor más. El toro era Batlle.
Batlle en nuestro país, como el toro en la fauna, es
la expresión de la entereza, de la energía, de la fuerza
irreductible, de la confianza inquebrantable en si mis-

Dice el programa Batllista que el impuesto debe gravar las grandes herencias, tratándose de reducir
o suprimir las que pesen sobre las pequeñas heren cias y legados.
 12 EL BATLLISMO
mo. Lo tenemos todavía, a través de medio siglo de
lucha, a los setenta años de edad, ágil, fuerte, enérgi­
co, tenaz, irreductible, batiéndose a pie firme y con
brazo rudo.
Sigue siendo exacto el simil de Julio Herrera.
Es lógico, es natural que un. ser de estas cualida­
des, que ha conseguido sobreponerse a todos, que
tiene una tenacidad que asombra, que tiene una te­
nacidad que parece superior a las fuerzas humanas,
que tiene un optimismo que nadie ni nada podrá que­
brantar ya, es lógico y natural que este hpmbre le­
vante grandes resistencias, provoque fuertes adver­
sidades )’ levante enconados odios. Todos los vence­
dores, todos los grandes, todos los fuertes, ha tenido
esa misma reacción de parte de quienes se s'enten
sometidos por ellos. Los contemporáneos de los gran­
des hombres jamás les han perdonado su grandeza.
Y como era natural que ocurriera, como era ne­
cearlo que ocurriera, alrededor de Batlle ha surgi­
do siempre la fábula, la leyenda, cuando no el embus­
te en toda su mezquindad y en toda su torpeza. De
ahi que sea necesario decir esto, que tiene toda la
forma de una paradoja pero que no es en cambio
más que una extricta verdad: Batlle, el hombre más
popular del pais, el que por más largo tiempo y el
que más persistente y visiblemente ha influido en la
política y en los destinos de la República, no ese su­
ficientemente conocido por todos.
Los adversarios de Batlle, que por fuerza habrían
de ser adver.sarios obstinados y rencorosos — como
son los adversarios de todos los hombres que influyen
en una época y que la orientan, — han ido poco a po­
co creando alrededor de Batlle una personalidad y
un ambiente monstruosos. Así llegó a surgir este ca­
lificativo de El Ogro, recogido en el cieno de las ba­
jas pasiones de los politiqueros montevideanos y lle­
vado a España por la sorprendida inconciencia de un
indiecito mejicano que ostenta al cuello un titulo de
doctor como llevaría un collar de colmillos.
Se ha dicho, y se ha repetido siempre, que Batlle
es oseo, huraño, seco, duro. Tanto se ha dicho, de tan
diversas maneras se ha afirmado esto, que ha suce­
dido lo que lógicamente debia suceder: que muchos
de los mismos batllistas, de los que no conocen a
Batlle personalmente, han llegado a creer de buena
fe en una doble personalidad de Batlle: la del hombre
público y la del hombre en privado.
Tiene esto mucho de absurdo, sin embargo. Llegar
a suponer que un hombre, en lo fundamental, no es
del mismo modo procediendo públicamente que pro­
cediendo privadamente, es negar la sinceridad de ese
hombre. Y de Batlle, sobre todos y más que ninguno
porque hace más de veinte años lo estamos viendo
obrar y pensar diariamente; de Batlle, sobre todos y
más que ninguno, nadie tiene el derecho de negar
la sinceridad. Aceptemos el error, porque es condi­
ción ineludible de todo ser hulnano, pero no suponga­
mos, por un solo momento que no ha sido siempre
absoluta, rotunda, la sinceridad de Batlle.
Tiene dos recias líneas esenciales esta individuali­
dad; La energía, una energía que evoca el recuerdo
Por iuniciativa del Batllismo los extranjeros pueden ejercer la ciudadanía sin renunciar a su nacio-
nalidad de origen.
de los cíclopes de la leyenda, y el optimismo, un op­
timismo siempre en vibración, un optimismo siem­
pre joven atemperado y equilibrado por larga y pro­
vechosa experiencia. Esas dos características, con­
vergiendo en él han dado esa personalidad única en la
historia politica de nuestro pais y han sido la causa
de que haya sido ese hombre un decisivo elemento
de renovación y de transformación de la cultura so­
cial y política del pais.
Hay en la vida de Batlle un instante que lo pin­
ta en toda la grandeza de su energía y de su fé. Me
refiero al 30 de Julio de 1916, el dia en que, haciendo
uso por prirriera vez del voto secreto, la mayoría del
electorado nacional se pronunció en contra de la
transformación del organismo gubernativo que pre­
tendía — por iniciativa de Batlle — transformar en
colegiado el Poder Ejecutivo, No es necesario recor­
dar la impresión de abrumadora sorpresa que el re­
sultado de esa votación dejó en el ánimo de los de­
rrotados, puesto que se esperaba con ansiedad la re­
forma constitucional, como medio de evitar al pais
muy hondos y muy viejos males. No es necesario re­
cordar tampoco la sensación de arrogante de triun­
fo definitivo que el resultado de esa elección dejó
en el ánimo de los triunfadores.
La atención de todo el pais, la atención de cada
uno de los habitantes de la República, quedó fija en­
tonces en Batlle. ¿Qué decia Batlle? ¿Qué liarla Bat­
lle? Todos'sus adversarios esperaban que Batlle die­
ra por terminada su vida politica y esperaban que
fuera a vivir sus últimos años oscura y silenciosa­
mente en algún ignorado rincón de Europa.
Sin embargo, pocos días después le figura de Bat­
lle aparecía arrogante y serena como siempre, en la
prensa y en la tribuna política. ¿Qué hace ese hom­
bre? ¿No se da cuenta de que ha fracasado ya, de
que no tiene ya nada que hacer y que el puqblo lo
repudia? Así, desatentariiente, así ligeramente, de­
cían de él sus enconados enemigos de siempre, sa­
tisfechos al creerse libres para toda la vida, del hom­
bre que había desbaratado cuando no impedido sus
planes’ de predominio político.
Batlle no cejó en su empeño, ni un sólo momento
pudo pensar en que su obra estaba terminada, en
que todos tenían razón contra él y en que él no te­
nia razón contra todos. Su energía y su optimismo
habrían de salvarlo y habrían de salvar al pais, si
no era entonces, más adelante, de los grande.s males
dolorosamente comprobados, que contenia el viejo
régimen constitucional.
Vencido en las urnas, contra la voluntad expre­
sada en las urnas, y que evidentemente no era ex­
presión sincera de la voluntad popular, Batlle con­
siguió establecer en la reforma constitucional el go­
bierno colegiado. ,
Y ahora, a diez años de aquella elección y después
de ocho años de experiencia gubernativa, la inmen­
sa mayoria del pais, la casi totalidad del país, es co-
legialista. Batlle consiguió establecer el colegiado
y logró, caso maravilloso, convertir en entusiastas
colegialistas a sus más enconados adverarios.
 EL BATLLISMO 13

De Batlle puede decirse, en consecuencia, que es
el hombre que tiene la voluntad de vencer.
En esa voluntad de vencer, influye siempre en
primer término la confianza optimista. De ahí que
sorprenda a muchos la forma de proceder de este
hombre en el campo de sus aspiraciones. Jamás
hace una cosa ni intenta una cosa para hoy, para lo
inmediato. Todo lo realiza o lo piensa para el por­
venir, para los que han de sucederle. Jamás piensa
en disfrutar él de una obra que se propone ejecutar;
sólo piensa en trabajar para los demás, para las ge­
neraciones que vengan. Y esta es, evidentemente,
condición esencial de los grandes espíritus, de los
grandes hombres, de los predestinados a dejar en el
mundo una huella profunda de su paso por él.
Por eso sus adversarios que no lo han compren­
dido, se sienten desorientados ante cada nueva em­
presa o ante cada nuevo propósito de Batlle. Por
más que se empeñan en conocer su propósito, un se­
creto propósito según ellos, no aciertan a explicár­
selo, porque a cada uno de esos propósitos le atri­
buyen—juzgándolos por la propia pequenez— un fin de
mero interés personal. Por eso se sorprenden y lo
califican de mal político, cuando ven, al fin, que no
le llevaba un pequeño interés político sino que le mo­
vía una aspiración generosa.
(Continuará en el próximo número).

La hermosa placa que el club “Joaquín Suárez” de la 3.a sección colocó en la tumba del Sr. Batlle y Ordóñez

—El batllismo aspira a crear un seguro mínimo obligatorio contra la desocupación, enfermedad e
invalidez.
 14
OMISION
Al pie del fascimil de un autó­
grafo del señor Jaures — perso­
nalidad universalmente conocida,
eminente socialista francés —
publicado en nuestro número an­
terior, se omitió la traducción del
original. Dice a s í:
“Me llevo del benévolo y gene­
roso acogimiento que se me ha
hecho un recuerdo agradecido.
He comprobado con placer que
la República del Uruguay bajo
una dirección firme, previsora y
leal realiza un hermoso esfuerzo
de democracia y de progreso so­
cial. y deseo vivamente que la
Francia, que con tantos amigos
cuenta aquí, aprenda diariamente
a conocer mejor la obra que se
realiza en este país.”
Montevideo 11 de Setiembre de
1911.
Juan Jaures
LEAN LOS MERITORIOS
FUNCIONARIOS POLICIA­
LES, EL CONCEPTO QUE DE
ELLOS TIENE UN CARAC-
TERIZADO MIEMBRO DEL
PARTIDO NACIONA-
L IS T A !!...
Transcribimos a continuación al­
gunos párrafos del discurso
que en la Cámara de Repre­
sentantes pronunció el dipu­
tado Viera, — personaje des­
tacado en el seno del Parti­
do Nacionalista, •— durante
la sesión celebrada por dicho
cuerpo el dia 12 de Diciem­
bre p.pdo., oponiéndose al
salario mínimo de 70 pesos
que el batllismo de fendió te­
nazmente para nuestros mo­
destos policianos, siendo de­
Gran Café, Bar y Billares
de
JERONIMO CASTRO
Gral. FLORES 2952
..................
........ ^ w ww wyw 9 » WT T *
EL BATLLISMO
rrotado por riveristas y na­
cionalistas que votaron en
contra sin una sola ecepción.
(Las palabras que siguen es­
tán transcriptas de la versión
taquigráfica de las sesiones
de la Cámara de diputados).
“Señor Viera. — Yo en lo que
“a mi se refiere, no estoy de
“acuerdo con las manifestación
“del señor diputado Prando, por-
“que soy completamente contra-
“ria a todos los proyectos pre-
“sentados sobre aumento de suel-
"do a las policías. Entiendo, se-
“ñor Presidente que nuestras po-
“licías no son acreedoras ni si-
“quiera a que se les contemple
“desde el punto de vista ese, de
“aumento de sueHo.
“Entiendo, señor Presidente, y
“lo quiero señalar con todas las
“energías de que soy capaz, que
“nuestras policías son pésimas.
“Para mí, — y es una profun-
“da convicción, — nuestra Poli-
“cía si debiera ser considerada
“para algo, es para disolverla.
“Nuestro instituto policial se
"forma reclutando lo peoí que
“pueda haber.
“Es común y puedo citar casos,
“en que se lleva a ocupar los
“puestos de guardia civiles a la-
“drones ..................... a idiotas, a
“imbéciles.”
Y bien ; repetimos lo del titulo:
lean los meritorios funcionarios
policiales el concepto que de ellos
tiene un caracterizado miembro
del partido nacionalista y agre­
gamos : mediten en lo que será un
partido que tiene entre sus diri-
jentes a personas que se permi­
ten decir tales enormidades; me­
diten en que por ese partido.
JULIO A. VITALE
CONTADOR PERITO MERCANTIL
(aliado eii la emergencia con el
riverismo), seguirán talvez por
mucho tiempo más, percibiendo
sueldos de verdadera miseria y
luego, cuando llegue el momento
de elejir a los que han de gober­
narlos, procedan de acuerdo con
lo que les dicte su conciencia... !
E.
HAY MUCHAS INJUSTICIAS...
Las inmensas diferencias que
existen entre pobres y ricos son
una gran injusticia. Es necesario
que esas diferencias disminuyan;
es necesario que los pobres vivan
mejor, cpie sean felices, que no
tengan para ellos solamente la
tarea, en tanto que para los de­
más queda el bienestar.
EL PEON DE ESTANCIA ES
UN PARIA
Duerme en un galpón, junto
a los cueros y a los fardos de
lana; no tiene, por lo general,
más familia que la de las vincu­
laciones pasajeras; su sueldo
mensual es de doce, diez, ocho
y hasta seis pesos, su alimenta­
ción deficiente, su libertad nula.
Hay excepciones; pero la regla
general es ésta.
Entretanto, sirve a la indus­
tria más próspera, más segura y
de más grandes rendimientos que
hay en el país. El precio de las
vacas,, de los cueros, de las la­
na se ha ido a las nubes: pero
los paisanos continúan dormien-
do en el suelo, comiendo mal,
sin familia, sin nido, ni siquiera
como el del pájaro hornero, sin
dinero y sin libertad.
PEDENAL 1853
Tcléf. Uruguaya 6J3 Aguada
Cooperativa 34S B ella Vlata
 EL BATLLÍSMO
De l señor GUZMAN
Publicamos a continuación el discurso que pronunció,
en ocasión del homenaje a Batlle tribu*
tado por los carteros a los dos meses del
fallecimiento del gran repúblico, el talen*
toso escritor señor Cuzmán Papini y Zas.
Como en todas sus producciones el Sr.
Papini hace sentir porque habla su alma
de poeta.
Los Carteros Nacionales que admiran la obra bat-
llista, al testimoniar con un bronce simbólico su adhe­
sión a esa obra de alta civilidad, obedencen, con sere­
na decisión, a un mandato de su conciencia. ¡ Bellos
espírtus son los que obedecen a la conciencia, que
es la sinceridad silenciosa de la vida interior!
Como funcionarios del Instituto a que pertenecéis,
contasteis, —en vuestra defensa— con la alianza del
noble apóstol, cada vez que se buscó el mejoramien­
to de vuestra existencia administrativa y cada vez
que, contra un comando excesivo — se irgtiió vues­
tro derecho o vuestra dignidad. La conservación
del derecho y de la dignidad es la limpidez dcl man­
tel sobre el que se coloca el pan hogareño ganado
con las fatigas de la frente honrada. A veces nos
da mayor felicidad la tutelación del decoro que el
aumento del subsidio. El hombre que vive exento
de injusticias siente la integridad del gozo espiritual,
cuando con sus lijos y su esposa tras los cansancios
del trabajo cotidiano, en la hora doméstica de la
concentración familiar, forma una ronda apacible
y pura como una oración, en torno de la lámpara
asidua que resplandece sobre la mesa o vela al bor­
de del lecho sosegado, en los hermosos episodios de
la familia amorosa.
Como ciudadanos del Uruguay os beneficiasteis
también en las orientaciones morales y económi­
cas con que Batlle modificó las antiguas rutas de le­
gislación del pais. En una sociedad anquilosada en
una inmutable manera él alarmó con su avancismo
de ideólogo progresista. La antigualla, con la ran­
ciedad de su tradicionalismo extemporáneo, en ese
avancismo que fué una sintonización con los tem­
pos nuevos, creyó ver el derrumbe nocivo e irrepa­
rable ; crej’ó ver la ceniza volcánica, la ceniza pom-
peyana, mortaja de la vida y señorio de la m uerte;
y no adivinó la ceniza fecunda del Fénix reflore­
ciente. En la aliada de las ideas se reproduce, aun­
que no con el objetivismo de los cuerpos, la trage­
dia de las selvas. En éstas, los árboles añosos, los
árboles seculares, abofeteados por los vendábales o
astillados por el hacha instantánea de los rayos, se
desgajan, caen mutilados, fallecen entre el coro so­
llozante de las hojas susurradas; y de los residuos
de esos mártires surgen retoños que con otra for­
ma y otro vigor perpetúan el principio germinal
de la especie; surgen retoños, vegetaciones filiales,
con más brios de savia, con más densidad de fibra,
con más opulencia de esmeraldas, con más posibili­
dad de dar cobijo a nuevos nidos, de dar coloración
a nuevas florecencias, y con una probabilidad mayor
de dar más sombra al fatigado pasajero. Asi es el
génesis de las ideas sustitutiva. De la caducidad de
unas surge el esplendor de otras. Las ideas no mue­
ren : son cimientos de otras, cuando el tiempo les
decreta su falta de aptitud: renacen en un proceso
is
PAPINI Y ZAS
evolutivo, y adquieren más capacidad y más belleza.
La idea, como la materia universal es una evolución
permanente. Tal es su destino. El conservadoris-
mo no distinguió ese avatar. No comprendió que’ el
ataque de Batlle nunca fué un impulso negativo, sino
que siempre fué una acción reconstructiva. Sobre
una negación aposentaba una afirmación. Levanta­
ba torres hacia las estrellas con los ladrillos de los
viejos caserones solariegos. Por eso los coros ago­
reros que gemian la aspereza del iconoclasta, y los
coro? lacrimosos que arpaban sus lamentaciones an­
te el derrumbamiento de los antiguos muros, ingre­
saban, luego, para disfrutar bellezas imprevistas
por ellos a las creaciones ulteriores. No fué Batlle
un nihilista. Fué un remoldeador de la vida nacio­
nal, a la que ajustó el deber civilista de perfeccio­
nar nuestra democracia. Para el vino nuevo creó
nuevos odres, amplificando la fórmula del trasiego
clásico. La vida nueva tuvo su ley nueva, en su dis­
tinción expresiva. Batlle sintió un desacuerdo repul­
sivo ante el quietismo mentábante el remanso de la
acción, ante la hostilidad a la renovación creciente,
ante el éxtasis del lampadario atento en su guardia
vestálica al mantenimiento de la misma luz, en la
misma lámpara, y en el mismo templo. Nadie, con
más ardentia que él, en estas tierras timidas, cuya
prudencia las ancla en estacionamientos conserva­
dores, nadie con más fe profética que él, sintió el
dinamismo del reformador y dió decisión ejecutiva
al dilema de D’Anunzio: o renovarse o morir... Los
hombres como Batlle pueden ser comparados con
la noche: la noche borra el dia, lo tacha con la tiza
de la luna en el pizarrón negro de las tinieblas pro­
fundas, y lo sustituye con el esplendor de oro y rosa
de las nuevas alboradas.
He dicho.
Cuide su salud
TOME BEBIDAS
SINALCO
BILZ-NARAN|A
U M O N - S O D A
 16 EL BATLLISMO
Soolüiigm o
irisfs á® l®s Partidas Tradieloiiaiei
Or!ginaiídad e ímpoptanoia h ís ló flo a de( B atliísm o
Historicidad de la vida pública de Emilio Frugoní
Con “la cordialidad de un obrero de la misma fe”'
el Sr. Carlos Benvenuto nos envió en un
acto de gentileza, que mucho agradece­
mos, el libro “Concreciones” de que es
talentoso autor. Al agradecer su deferen­
cia esta Revista se hace el honor de
transcribir unas páginas de este libro
relativas al tema del epígrafe.
Señor doctor Emlio Frugoni;
Sus apreciaciones acerca del socialismo y del bat-
llismo, recientemente aparecidas en el IMIJARCIAL
merecen comentarse por varias razones. Me per­
mitiré intentarlo. En primer lugar, porque en oca­
sión que hacia insospechable la imparcialidad, abordé
su obra con todo el fervor que me fué dable y que
tal tema merece; desde entonces, me interesó, no
tanto como poeta —que lo es de muy estimable va­
lor— cuanto como hombre. Lo que entonces me sor­
prendió, fué que, de pronto, en el curso de la refle­
xión, se perfiló su “hombre” como diria Vaz Ferrei-
ra, en una magnitud histórica, palpitante y actual
para nuestras cuestiones sociales vivas. En torno a
él, en efecto, polarizaban yesclarecian poco a poco
su más vital significado nuestros problemas ma­
yores.
La poesía y la vida pública de usted, que son un
todo, sugieren de manera natural apreciaciones: por
un lado, sobre el valor del socialismo militante con­
temporáneo, como orientación formadora de poe­
tas, artistas y sobre todo, de hombres. Las ideas
sobre este punto no las desarrollaré en esta ocasión.
Cuando se piensa la vida de usted como experiencia
política e histórica en nuestro medio, dimana otra faz
de consideraciones. Por esa vía y confrontando el
“intento” surja, elaborado por la misma realidad, un
instrumento que preste a la acción política “criolla”
autóctona, más entereza y exaltación humana de la
que nuestro pensamiento le suele conferir.
El estudio sobre usted antes aludido, comenzaba
así: “Rodó, Vaz Ferreira y Frugoni, en planos dis­
tintos y en cosas diferentes, son, si cabe expresarse
de tal grosera suerte, las tre más altas personalida­
des del panorama espiritual del Uruguay.” Lo re­
cuerdo porque conservo intacta la admiración que de­
be sentirse por un hombre en quien la vida es una lec­
ción de nobleza, pensamiento, aceión y poesía.
Continuando una ojeada al artículo aludido, leo con
sorpresa: “Este hombre presenta un singular moti­
Privar del derecho de votar a los guardia civiles es una aberración que no se justifica. Téngase pre­
sente que el voto es secreto, que es la coacción, si existe y no el voto, lo que debe suprimirse.
w BaÜismci'
vo de historicidad. Personifica una manera del “pri­
mer encuentro” de nuestra “criolla” realidad con la
cultura en los hombres creadores de historia: los po­
líticos.
Representa así, a su modo, un momento precioso
en nuestra vida colectiva: el tránsito entre dos fases
de nuestros viejos partidos tradicionales.”
Refleja desde fuera y condensa bajo una intensa
luz, uno de los elementos que los han hecho entrar
en fecunda crisis. “Su acción y su ideología son ne­
cesariamente coetáneas de la relegación cada día más
terminante del tradicionalismo, de significado casi
sempre incierto y oscuri, — a un plano de más en más
subalterno e inofensivo.” Tal etapa es una de las más
ricas de interés de nuestra historia. Acaso convenga
reflexionarla ya. Su conocimiento será el de nuestra
propia situación, él nos capacitará para obrar con
mayor acierto en nuestra vida pública tan necesita­
da de ello.
Desconcierto entre la cultura intelectual y la vida po­
lítica. El Batllismo, herramienta original de nues­
tra historia.
La cultura dominante entre nosotros pareciera ha­
llarse en una singular encrucijada. Es la encrucijada
en que termina el intelectualismo. Estamos viviendo,
sin duda, una magnífica realización; pero nuestro
pensamiento no acierta a encontrar con ánimo ente­
ro, con toda el alma, una justificación de nuestros
“hechos.” Nuestros políticos, los que quizá están
arando significativamente en el humus de nuestra
historia, actúan de manera relativamente fecunda y
se justifican de un modo insuficiente hasta la ñoñez.
¿Hay ahí un síntoma de impotencia especulativa?
Entre paréntesis, ese infantilismo especulativo de
nuestra cultura, es un síntoma de la carencia de espí­
ritu que padece nuestra Universidad. En el curso de
ésta y de las que podrían seguirla, se intentaré evi­
denciarlo con un propósito constructivo más que me-
armente crítico.
Quizás exista hoy, en la velada realidad de "nues­
tros” hechos, una especie de herramienta intelectual
para “nuestra” acción. Tala instrumento, que ya
existiría vitalmente preformado, tendría una dobde
particularidad. Por una parte, sería original. Brota­
ría dinámica y espontáneamente del vivir d enuestra
historia. Esto, en las cosas vitales e históricas, es
garantía de realidad de concepto. Quizá en el batllis-
ino esté actuando esa herramienta de acción histó­
rica.
Además, poseería un peregrino mérito: sería in­
mediata y totalmente eficaz para la obra que él dis­
cretamente debe imponerse. Tal virtud, sencilla y es-
 EL BATLLISMO
El señor Batlle y Ordoñez en una sesión de la Asamblea General, momentos antes de prestar juramento en
( U calidad de presidente del Consejo Nacional de Administración
tupenda, no la alcanzan, apesar de los muchos esfuer­
zos que se gesteji, las fórnuilas ideológicas ni las
fuerzas sentimentales elaborada sen otros medios de
historia y madurez social y económica diversa a la
nuestra y trasplantadas acá por la literatura social-
anarco-comunista, con un acierto que empieza ya
a descubrir aspectos débiles.
Ha llegado la hora de que una altiva noción de
nuestra historia, conceptuada con una ideología me­
nos verbalista e intelectualizada que la que campea
tanto en nuestra prensa como en nuestra Univer­
sidad, esclarezca el sentido fecundo y muy serio de
la acción política en que vivimos, nos movemos
y no nos vemos. I.a trivialidad social-anarco-comu-
nista) comprende en un todo, diversos elementos
que, — apesar de la mutua repugnancia que se pro­
fesan y del ilusorio cuan profundo distanciamiento
en que se creen vivir, — están esencialmente en la
misma actitud. Podrían, sin embargo, lograr los
17
mismos aciertos. Un deber de nobleza fuerza abor­
dar sus errores en un signo más depurado: eñ usted
Además, frente a la predica vaga y por ello mis­
mo verbalmente amenazadora de esas tendencias,
hay realizaciones firmes. Debe existir una razón
teórica en que éstas se sustenten. Hal en la anterior
inducción marxismo de buena ley.
Entre nosotros se mueven dos actitudes que en­
carnan dos sensibilidades distintas para vivir la his­
toria. Una constituye un instrumento intelectualis-
ta de acción. Es la del socialismo que procede por
abstracción ideológica, o histórica.
—Confecciona utopías conceptuales generosas.
Estas son tanto más cómodas para resolver los con­
flictos morales de la acción política, cuanto que tie­
nen muy poco que ver con "nuestra” realidad viva.
Ese abstraccionismo elabora en política el tipo del
"hombre globo” de prédica "separada” de la vida
de que nos habla Vaz Eerreira. El deja el lastre que
 w ^m .

EL BATLLISMO

significaría la intuición de la realidad concreta, por
el suelo, como una molesta barquilla. Asi puede ele­
var su programa a una altura impresionante desde
la cual nos amonesta con toda impunidad.
La otra constituye un instrumento de acción his­
tórico- vitalistá, si se tolera lo ampuloso de las pala­
bras. — Ejemplo de ello lo suministra el batllismo.
Por eso lo estudiaremos.
Sólo se requiere una elemental contracción es­
tudiosa para desentrañar la sólida justificación de
nuestra vida política. Quizá ella se evidencie por sí
misma examinando de frente la actitud de los que,
con tan poco resultado como los socialistas, atacan
la realización práctica d nuestra política. Es ])reciso
demostrarles que precisamente esas armas de las
que creen tener monopolio, — la ciencia, la historia
y la realidad, — son, parcialmente, sus enemigos. Si
ello sucede así es por su culpa, por su trivialidad.
Creen, los representantes de aquellos grupos so­
ciales, que nuestra historia, sobre todo nuestra his­
toria reciente, es imbécil. Es el cansado leit motif
que entonan en todos los grados. Pero no hay his­
toria imbécil. Marx lo sabía muy bien. Los que se
dicen sus discípulos son quienes deben olvidarlo?...
Tres acontecimientos: Rodó, \'az Ferreira y Batlle.
Una exclamación de Unamuno.
Los acontecimientos sobresalientes de nuestra
historia, desde hace treinta año, son: Rodó, realce
espiritual de nuestra cultura, operado por la gracia
de una estética intuición de la dignidad de la vida;
Vaz Ferreira, primera y abismante emancipación
de nuestro pensamiento; y Batlle, creador de una
acción política emanada seriamente de una aprehen­
sión profunda, ya que no total, del ritmo de nuestra
historia. El ha dado intuitivamente, — como pudie­
ra hacerlo un poeta y como efectúa siempre un hom­
bre de acción, — una unidad sintética y realizadora
a dos momentos críticos que otros no acertaron a
unir de manera vital y dinámógénica.
En ese sentido puede decirse que el advenimiento
del batllismo en la historia de nuestro país, ha sido
el hecho más importante desde la independencia a la
fecha.
El ha resuelto y de la manera más fecunda, el
drama nacional por excelencia; Una modalidad pa­
sional grave, exaltada, tocada de un fervor heróico
y a la vez bárbaro, desangraba nuestro pueblo. La
lucha armada era un Organo institucional, subrep­
ticio si se quiere, pero decisivo en nuestra vida ví-
vica. La vida públca estaba presionada por la inmi­
nencia de la intervención de ese rodaje político tan
original como desastroso. Hemos vivido ochenta
año a razón de una tragedia armada cada dos años!
Ese angustioso problema preocupó a todo hombre
sano. Y surgieron dos tipos de soluciones. Ambas
estaban bien intencionadas pero eran de eficacia
muy distinta. Unas eran utópicas y las otras pene­
tradas del sentido de la realidad psicológica nues­
tra. Entre éstas se encuentra el batllismo. El, sin in­
currir en el perjuicio libresco del solciaiismo, sin
arrebatarse con alucinaciones cataléticas como el
comunismo, sin aceptar exclusiva y pasivamente la
tradición, ha hecho una síntesis posibilista y mutua­
mente vitalizadora de los dos términos entre cuya

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 EL BATLLISMO
estéril oposición se debatían los m ás: la idealidad
con la realidad, las exigencias de justicia social, mo­
dernas y universales, con el “hecho” real y contun­
dente de nuestra historia, nuestra tradición o, si
se quiere, nuestras costumbres. Y con eso ha hecho
una síntesis ágil y viva que vitaliza y estimula los
dos términos. Es algo movediza y no está definida
por completo. Pero ella concentra en sí todas las
potencias social, sin mutilar la realidad nuestra ni
postergar la idealidad humana.
El batllismo ha procedido como si tuviera un mé­
todo sin tenerlo conscientemente. Para el socialis­
mo la realidad es económica. El batllismo ha pro­
cedido como si tuviera la intuición de que no hay
realidad económica: la realidad es, sencillamente,
humana: Eso le da libertad hasta para ser econo-
misma, en lo que se deba ser.
Pero no lo fuerza a ser sistemático. Ha estado en
comunión simpática, en compenetración vital, con
la modalidad humana tal como la ha modelado la
historia original de nuestro pueblo.
Y pior eso la realidad le ha respondido. Y por eso
ha podido hacer algún bien. Y, lo que es el progra­
ma máximo de todo político, por eso ha podido re«
formar nuestra realidad. En este terreno ha hecho
tanto, que el batllismo ha realizado toda una pro­
funda revolución evolutiva.
Ha cambiado todas las costumbres políticas del
país. Ha domado lo áspero del tradicionalismo. Lo
ha curado de su vaciedad y desorientación ideológi­
ca. Y en ese orden de cosas, lo ha puesto al uníso­
no con las corrientes modernas más sabias y promi-
soras.
Por eso puede decirse con fundamento que el bat­
LA PENA DE
Dos fundamentales son las razones que tuvo Bat
lie, siendo Presidente de la República, para reusarse
a poner el cúmplase a unas penas de muerte decreta­
das por la justicia y para expresar su decidido pro­
pósito de renunciar a su alta investidura de no llegar
a tiempo — como llegó — la ley que suprimiera para
siempre esa aberración de la legislación nacional! No
tiene derecho la justicia a privar de la vida a nadie,
ni es su rol cometer crímenes en actitud de venganza,
posea o no certeza sobre el delito cometido por el
acusado. La justicia puede equivocarse y hay casos
indudables de equivocación de la misma; la injusticia
que derivaría de ese error o equivocación no podría
jamás subsanarse, de aplicarse como pena o sanción
la muerte.
El lector comprende el significado de la actitud del
señor Batlle y Ordóñez asumida en esa oportunidad.
Comprende también el valor de sus razones. Nos­
otros nos concretamos a hacer el relato de dos casos
de errores cometidos por la justicia, en que aparece
ejercitándose en toda su brutalidad, la pena que ha
sido desterrada hace muchos años de nuestro Código
gracias a nuestro gran Batlle.
F.s asoiración de nuestro Partido la supresión de los impuestos al trabajo, ya existentes; su progra­
ma obliga a sus representantes a rechazar los nuevos que se quieran crear.
19
llismo resolvió de la manera más atinada el proble­
ma nacional por excelencia.
Su advenimiento es quizá el hecho más importan­
te de nuestra vida independiente.
Siento que tal afirmación puede escandalizar. Es
elinconveni ente inevitable del tratar temas histó­
ricos atigentes a personas vivas. Más aún, sé todas
las bajas sugerencias que eso produce. Creo que
cartas como la'suya, aparecida en el Imparcial, ha­
cen imprescindible asumir estas actitudes molestas
y algo absurdas. Hay libertad de apreciar las cosas
como plazca.
No ha llegado el momento de reanalizar a Rodó,
ni tampoco el más arduo y delicado de estudiar a
Vaz Ferreira.
Ese gran auscultador intuitivo de lo infrahistóri-
co, Unamuno, me ha confirmado con dos palabras,
acaso definitivas, aquella certeza interior respecto
al batllismo.
Incurriré por ello en una aparente indiscreción.
Un reportaje cjue el doctor Carlos Quijano, a nom­
bre de El País le hiciera el año pasado, suministra
la irresistible tentación para cometerla. El gran vas­
co, después de pasar revsta a sus juicios sobre los
hombres uruguayos que se le iban recordando y de
ponerles reservas a cada uno, — sin sospechar, co­
mo era natural, que se hallaba ante un nacionalista
y la descortesía que ello significaba, exclamó des­
bordando su radical necesidad de admiraciones pu­
jantes. — Pero ahí ustedes tienen un hombre: Bat-
lle!
Saluda a Vd. con alta estima.
1925
MUERTE
El primero es el caso del artesano francés que pagó
su vida, acusado de traidor, a raíz de habérsele esca­
pado de su taller unas palomas mensajeras que guar­
daba hacía tiempo; buen padre de familia y mejor
francés, como pudo comprobarse posteriormente —
gracias al esfuerzo perseverante de su señora, había
tenido la mala suerte de ver casi destruido su modesto
hogar de trabajo — que era también el nido de sus
palomas — al explotar una granada enemiga.
El segundo caso que vamos a citar lo ha relatado
“El Ideal” de los últimos días: transcribimos la na­
rración y los comentarios que la acompañan:
“Un granjero inglés fué condenado a muerte y eje­
cutado en la horca, acusado de haber asesinado a una
hija suya de diez años de edad.
El granjero en cuestión era un hombre de agrio
carácter que inspiraba una profunda antipatía a los
vecinos del lugar; y esa antipatía iba en aumento por
los bruta’es castigos que aquél aplicaba a la niña,
que perdió la madre a los dos años de edad y vivió
una vida de tormentos al lado del padre.
Puede decirse que la niña fué criada como uno de
los tantos animales de la granja, sin piedad y sin afec-
 22 EL BATLLISMO

tos; sin ninguna protección que la distanciara de los
irracionales: ni siquiera aprendió a leer y escribir.
A pesar de la obstinada negativa del presunto de­
lincuente el sumario se vistió con actuaciones que
configuraron exactamente el delito imputado y el
granjero fué ahorcado por mandamiento de la ley.
Cuatro años después aparece la hija que se creia
asesinada y que habia huido de la casa paterna por
los brutales castigos que recibia vagando de región en
región hasta encontrar una ocupación satisfactoria.
La presencia de la niña nos presenta aquel drama
en toda su bárbara e irreparable injusticia; el gran­
jero ajusticiado era inocente.
Al recordar este episodio dice un escritor que el
granjero pagó cofl su vida el delito de no haber ense­
ñado a la niña a leer y escribir, pues dada la notoriedad
que tuvo el proceso y el comentario nutrido y frecuente
que le dedicaron los diarios, aquélla se habria enterado
de la situación de su padre concurriendo presurosa a
salvarlo.
Como moraleja de un cuento infantil las palabras
que anteceden pueden producir una impresión favo­
rable. Como corolario de un drama sólo agregan una
acusación contra un hombre que fué asesinado en
nombre de la ley. Y ese asesinato no se justifica.
El granjero no fué victima de su error sino del
error de los jueces. Y los jueces a su vez fueron víc­
timas de la ley.
La pena de muerte es un rudo contraste de la civi­
lización contemporánea; un absurdo inadmisible en las
ansias de perfección que ha satisfecho la humanidad.
Por abrumadoras que sean las pruebas que se amon­
tonen contra un hombre y por repugnante que sea el
delito cometido, siempre queda una puerta para dar
entrada al error, inseparable compañero de la fatali­
dad de los hombres. Y sin el error, queda el senti­
miento de respeto que inspira la vida de todos los re­
presentantes de la especie.
La pena de muerte es una aberración que aceptaron
los tiempos pretéritos como fruto de la ignorancia y
que persiste en nuestros días como una de tantas ma­
nifestaciones tradicionales que la sociedad alienta sin
otra lógica que el de haberlas recibido del pasado.
Nuestro país pagó tributo a ese defecto de la rueda
universal y acogió la pena de muerte como una solu­
ción indiscutible; pero las incesantes evoluciones de!
tiempo constituyen la corriente hidráulica que modi­
fica los aspectos de la condición humana y que rec­
tifica los errores de la sociedad. A esas evoluciones
se subordinó el Batllismo cuando honró su programa
de gobierno con la idea enérgica y entonces estupenda
de abolir la pena de muerte.
La legislación del Uruguay avanzó un siglo al su­
primir de su jurisprudencia la pena de muerte y aba­
tió para simepre el deshonor que significa matar a un
delincuente y la irreparable infamia de posibles injus­
ticias. El delincuente es en muchos casos un hombre
anormal, en quien pueden abrirse todas las válvulas de
los buenos sentimientos y las del arrepentimiento sin­
cero y regenerador. La vida es un derecho humano y
una propiedad de la naturaleza, que no pueden ser so­
metidos ni a la venganza ni al error.
F u n n A n i c ía
ALMACEN DE CUEROS CURTIDOS
E IMPORTACION ==^.-.". ■ .
La casa mas surtida en artículos para repujar
C AL L E U R U G U A Y 979
Teléf. Uruguaya 21(4 Central
MO.STEVIDEO

las causas, y que enseñó que es

Un discurso de Anatole France
No siempre se podrá estar de
acuerdo con ¡as ideas de
Anatole France, pero siem­
pre hay que estar de acuer­
do en que es un gran escri­
tor; magnífico.
Anatole France, artista ex­
traordinario, es asimismo
un hombre fuerte y bueno;
ciudadano efemplar.
Su amor a ¡os hombres se
vuelve en nosotros amor a
él. Como gran enseñanza y
ejemplo de alta ciudadanía
se publica a continuación
una alocución suya, honda
y bellísima, naturalmente,
pronunciada — oh. Genio
— en el acto de homenaje
a Diderot, “Amigo del Pue­
blo", celebrado en el ¡ocal
IVagram, París, el 30 de
Julio de 1900.
En. D.
Ciudadanos:
Maestros, que son nuestros ami­
gos, han venido a aquí para hablar­
nos de Diderot-fílósofo y de Di-
derot-sabio. No me corresponde a
mi, sino a Duclaux, haceros ver en
Diderot el precursor de Lamark y
de Darwin; es a Ferdinando ,Bui-
sson, a Gabriel Seailles. a quienes
corresponde habiaros del filósofp
que prefirió el examen útil de los
hechos a la estéril investigación de
preciso preguntarle a la natura­
leza, no “Por qué?” al modo de
los niños, sino “Cómo?”, al mo­
do del químico y del físico.
En cuanto a mi, no tengo más
que una palabra que deciros. Quisie­
ra haceros ver a Diderot, amigo del
pueblo.
El hijo del cuchillero de Lan-
gres era un hombre excelen».
Contemporáneo de Voltaire y de
Rousseau, fué el mejor de los
hombres del mejor de los siglos
Tuvo la pasión de las ciencias ma­
temáticas y físicas, de las artes y
de los oficios. Conocer para amar,
fué el esfuerzo de su vida entera.
Amaba a los hombres y las obras
pacíficas de e'.los. Concibió el gran

—El Batllismo está comprometido por mandato expreso de su programa de principios a reconocer
el voto a la mujer en todos los casos en que lo ejerce el hombre.

designio de elevar el nivel de los
oficios manuales, rebajado por la
aristocracia militar, civil y religio­
sa. La Enciclopedia, cuyo plan
concibió genialmente y cuyo eje­
cución persiguió con tanto valor,
es el primer gran inventario del
trabajó suministrado por el prole­
tariado a la sociedad; y con qué
celo, con qué ardor y conciencia,
Diderot y sus colaboradores levan­
taron ese inventario se encarga
de hacérnoslo conocer el prospecto
de la Enciclopedia. “Nos hemos
dirigido — se dice alli — a los
más hábiles obreros de Paris y del
reino. Nos tomamos el trabajo de
ir hasta sus talleres, de interrogar­
les, de escribir a su dictado, de
desenvolver sus pensamientos, de
obtener de ellos los términos pro­
pios de sus oficios, confeccionando
tablas, de definirlos, de conver­
sar con aquellos que nos habían
proporcionado memorias, y (pre­
caución casi indispensable) de rec­
tificar en largas y frecuentes con­
versaciones con unos lo que otros
hablan expresado imperfectamen­
te, oscuramente, y algunas veces,
con deslealtad.”
Y añade Diderot;
“Enviaremos dibujantes a sus
talleres; se harán esquemas de má­
quinas y útiles, y no se omitirá na­
da de lo que pueda presentarlos
distintamente ante los ojos.” ^
Ciudadanos:
En la hora en que lo^. enemigos
coaligados de la ciencia, de la paz
y la libertad, se arman contra la
República y amenazan ahogar la
democracia bajo el peso de todo
aquel.o que nada piensa o que no
piensa sino contra el pensamiento,
habéis estado bien inspirados en
recordar, para honrarla, la memo­
ria de ese filósofo que enseñó a
los hombres la felicidad por el tra­
bajo, por la ' ciencia y el amor, y
que, vuelto completamente hacia el
porvenir, anunció la nueva era, el
advenimiento del proletario en el
mundo pacificado y consolado.
Su penetrante mirada ha entre­
visto nuestras luchas actuales y
nuestros éxitos futuros. Por eso,
Diderot, entusiasta y metódico, re­
cogía los títulos de los artesanos
¡)ara co ocarlos por encima de los
títulos de los nobles y de los gran­
des. Y es imposible engañarse so­
—Es aspiración del Batllismo obtener para los obreros y empleados de las empresas del Estado la
participación en las utilidades de éstas.
EL BATLLISMO
bre sus intenciones, tan extraordi­
narias para su tiempo. “Conviene
— ha dicho — que las artes libera­
les, que se han cantado bastante a
si mismas, empleen en adelante su
voz en celebrar las artes mecáni­
cas, y en sacarlas del envilecimien­
to en que el prejuicio las ha teni­
do tanto tiempo.”
He ahí, pues, — ¡cosa extraña,
nueva, maravillosa 1 — honrados •
les oficios, a mediados del siglo
XVIII. Los artesanos permane­
cían humildemente encorvados ba­
jo el desdén tradicional. Y Diderot
les grita: “Alzaos! Vosotros no
os eréis despreciables sino porque
se os ha despreciado. Pero de
vuestra suerte depende la suerte
de toda la humanidad 1”
Diderot ha insertado en la En­
ciclopedia la siguiente definición
del obrero manual, del jornalero:
“Jornalero; obrero que trabaja
con sus propias manos a quién se
paga diariamente la jornada. Esta
especie de hombre constituye la
mayor parte de una nación, y un
DE MERCEDES
Discurso pronunciado en el acto de la inauguración del “1er. sub - comité
del Gran Comité Popular de Acción Batllista"
Hoy cumplen sesenta días, que
el hombre a cuyo lado luchába-
bamos por la implantación de las
buenas ideas, cayó abatido por la
fuerza inexorable que renueva las
generaciones. Cayó don José Bat-
lle y Ordóñez como si fuera un ár­
bol gigantesco abatido por el tem­
poral. Nosotros sentimos su des-
gajamiento y percibimos el dolor
. de la tierra al abrirse en surco para
recibirlo. . . Pero el árbol habia
dado fruto copioso y estaba ya cu­
bierto de semilla m adura...
Ese grano dorado que brotó del
árbol generoso, se ha extendido
sobre el polvo que lo recibió y fruc­
tificará dentro de nuestros cora­
zones... No fructificará! Está
fructificando ya, levantando la
corteza dura de los corazones más
alejados; haciendo un remover de
entusiasmos en los espíritus más
frio s... I
Encendiendo llamaradas entre
escombros, porque esa semilla ge­
nerosa que brotó del cerebro del
hombre genial, tiene fuerza y savia
y fuego suficiente para cubrir to­
23
buen gobierno debe tener en vista
su suerte, con preferencia. Si el
jornalero es miserable, la nación
es miserable.
¿Es demasiado afirmar, des­
pués de todo esto, que Diderot
cuya memoria rememoramos hoy,
Diderot, muerto hace ciento diez
y seis años, nos toca de muy cerca;
que es de los nuestros, un gran ser­
vidor del pueblo, un defensor del
proletariado? La victoria del pro­
letariado es segura. Los esfuerzos
desordenados de nuestros adver­
sarios son menores que nuestras
propias diferencias y las indecisio­
nes de nuestro miedo, que pueden
retardarla. E s segura, porque la
propia naturaleza de las cosas y las
condiciones de la vida, la ordenan
y la preparan. Ella, la victoria, se­
rá metódica, razonada, armoniosa.
Ya se dibuja sobre el mundo con
el rigor inflexible de una construc­
ción geométrica.
Traducción de C. M. P. Montevi­
deo, 1929.
PI NTO
da la tierra uruguaya con la ro­
ja flor de ceibo de generosidad,
de altruismo y de sacrificio por
todos y para todos los hombres,
que es el batllismo, partido de
ideales generosos, que seguirá
en la estela del recuerdo de Bat-
lle su gigantesca marcha triun­
fal!
¿No lo vemos ya, correligiona-
. rios? ¿No sentimos cómo desde
la desaparición de nuestro Jefe
querido se aprietan más las filas
del batllismo y vuelven a él los
descarriados, y se estremecen en
las sombras los que un dia fueron
traidores, y sienten ahora como
si desde las profundidades del
misterio, los remordiese el apar­
tamiento del nombre venerado
que los guió en la tremenda ba­
talla contra el oscurantismo de
un pueblo que él amó hasta el
sacrificio, hasta el dar toda una
vida por un ideal de regenera­
ción popular? Si. Desde el dolo­
roso medio dia del 20 de Octubre,
en que se cerraron para siempre
los ojos de Don José Batlle, yo
 24 EL BATLLISMO

siento un rumor que viene de le­
jos ; un murmullo que se acre­
cienta como un golpear de atabe-
les; un ruido confuso que dice de
latir de pulios, de jadear de pe­
chos, de palpitar de corazones...
Y ese rumor que avanza como
las olas y se acrecienta con los
dias, es la voluntad del pueblo
uruguayo que se viene a las filas
batllistas como el avance del mar
sobre la costa que lo espera...
Es el pueblo uruguayo, dormi­
do en parte por las luchas mez­
quinas de partido, y despertado
en estos momentos por el grito
solemne de la conciencia que les
dice ahora lo que Batlle hizo por
su pueblo, el camino sembrado
que dejó, y el porvenir que trazó
su mano fuerte, luminoso y es­
pléndido camino para su pueblo
liberado, para su pueblo feliz, pa­
ra su pueblo caminando a la van­
guardia de todos los pueblos ci­
vilizados, con una legislación jus­
ticiera y una moral purificado-
ra . .. 1
Los hombres como Batlle no
pueden ser juzgados a los resta­
llidos enloquecidos de las contien­
das politicas. Para que su luz
refluja con los destellos que le
pertenecen, hay que juzgarlo así,
como lo han podido juzgar ahora
sus adversarios. Tristemente, si­
lenciosamente, despaciosamen­
t e . . . i Cayó la enorme figura de
Batlle 1 Ha muerto el gigantesco
político que llenó con su nombre
medio siglo de la historia más in­
teresante del U ruguay! Silencio
en las polémicas! Silencio en las
columnas de los periódicos! Sólo
la voz terrible de la verdad puede
lanzar ahora su clarinada en la
llanura aquietada por el vuelo
trágico de la m u e rte ...!
¿Qué hizo Batlle? ¿Qué fué lo
que realizó este hombre para que
tras de su cuerpo rígido se lanza­
se el país como una catarata que
se desborda en dolor de cataclis­
mo?
Hechos, obra, acción. Ahí que­
da como una lápida indestructible,
el libro “Batlle y el Batllismo”,
que dos hombres de conciencia
clara publicaron para ejecutoria
eterna de la verdad. Ahí está en
ese libro la ■obra realizada por
Batlle. Sin retóricas, sin frases
huecas, sólo la ley con su palabra
sin contradicciones; la versión ta­
quigráfica declaranclo para todos
los tiempos, quién fué el promo­
tor de las leyes protectoras del
obrero, y quienes, nacionalistas,
que se opusieron a ellas; y la ley
de las 8 horas, y el pan de los vie­
jos, y la gratuidad de la enseñan­
za, y la protección a la mujer y
al niño, y todo lo que construyó
como un edificio cívico de gigan­
tescas proporciones aquel esta­
dista admirable, está ya para
siempre sujeto y expuesto entre
las páginas de ese libro, ante el
cual tendrán que caer en silencio
todas las diátribas que nuestros
enemigos quieran levantar ante
su paso triunfal por la Histo­
ria. . . 1
Yo estaba de pie en las dos no­
ches dolorosas del velorio a Bat­
lle, y mis ojos recorrían los le­
treros dorados que ostentaban
como dedicatoria las innúmeras
coronas: “A Batlle la Asistencia
Pública, que fué su creador”. "A
Batlle la Universidad de Mujeres,
que fué su fundador”. "A Batlle
la Usina Eléctrica”. “A Batlle el
Teléfono” y los Bancos, etc., etc.,
etc, ¿ Pero qué había en el U ru­
guay antes de Batlle? me pre­
guntaba y o ...
Había rutina y generales crue­
les, y tiranos sanguinarios, y

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EL BATLLISMO 25

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El grabado muestra el interior de uno de los innumerables “conventillos” que se “levantan” en nuestra urbe,
constituyendo una afirmación dolorosa de injusticia social. — Antros de miseria, de suciedad, de harapos, son
ellos los que sirven (¡oh sarcasmo!), de habitación a los trabajadores que levantan los soberbios palacios y
las regias mansiones! Focos de tuberculosis y de sífilis; testigos de las mil y una privaciones de los hombres
que no tuvieron la suerte de nacer en “cuna de oro”, don ellos la vivienda de los que elaboran, con el sudor
de su frente y con los músculos de sus brazos, la grandeza de la República! Generalmente los propietarios de
estos conventillos son personas adineradas que no contentas con expiotar a los obreros en los talleres y en
las fábricas, siguen explotándolos al cobrarles a buen precio el tugurio que se ven obligados a tomar a fin de
tener un lugar donde poder echarse a descansar y acaso llorar sus v ig ilia s... — El batllismo se ha preocu­
pado fundamentalmente de corregir estas evidentes injustícias. — En nuestro número anterior publicamos un
bien meditado proyecto del Dr. Baltasar Brum sobre “Casa para todos”. En nuestro número próximo publi­
caremos un interesantísimo proyecto presentado por un grupo de diputados departamentales batllistas a la
Asamblea Representativa de Montevideo, por el que se emitirían bonos por valor de quince millones de pesos
a fin de construir, en parajes centrales de la ciudad grandes edificios o casas comunes que fueran todo un
exponente de confort e higiene y que se arrendarían a los obreros a largos plazos y por un precio insignifi­
cante. Por el mismo proyecto se iría a lá expropiación y demolición de todos los conventillos. — Tememos,
sin embargo, que todo esto no quede más que en simples proyectos, pues para su sanción son necesarios los
votos nacionalistas, a quienes muy poca consideración merecen los obreros; y como además, los dueños de
los conventillos son gente r ic a ...

E.

—En procura de un mayor bienestar para la clase trabajadora el batllismo se ha empeñado en sacar
triunfante el salario minimo de setenta pesos, las jubilaciones para todos los que trabajan, la regla­
mentación del trabajo de mujeres y niños, el seguro contra la desocupación.
 '.t ; '■ ■Tí - ■

26 EL BATLLISMO

frailes dominadores, y oscuran­
tismo, y oprobio m oral... !
Y esta observación viene abora
a todas las conciencias... Viene
con el silencio de su muerte. Vie­
ne con la quietud de su tumba.
Viene ahora que las contiendas
de ios políticos se han acallado...
Y por eso ,correligionarios, los.
corazones uruguayos vinieron
hacia nuestro partido como la ola
de la m a r.. . Por eso en los Clubs
se inscriben todos los días nuevos
partidarios, que antes militaban
en las filas contrarias... Porque
el árbol ha dado sus frutos y hoy
deja la semilla tendida en el sur­
c o ...
Y cuando se deja una semilla
coirto la que ha dejado Don José
Batlle, no se muere jam ás! Vive
con nosotros su espíritu, vive su
obra, viven sus preceptos, y sus
consejos...
Y yo en esta noche, correligio­
narios amigos del Cerrito de la
Victoria, como obrera y como
mujer, os digo poniendo en la voz
todo mi amor por la causa batllis-
ta que es la causa del obrero y de
la mujer también, que Batlle está
con nostros y lo estará siempre;
y que a los sesenta días de su
desaparición, como diremos los
que vivamos dentro de treinta
años, podemos decir con toda el
alm a:
¡VIVA BATLLE!

Hombres que yo conocí: José Batlle y Ordoñez

Apesar de haberse publicado en "La Razón” de Bue­
nos Aires y en “EL DIA” el notable
artículo del talentoso periodista Sr. Folco
Testena, lo hacemos también nosotros
con el doble propósito de honrar nuestra
revista con tan hermosa producción y pa­
ra que los múltiples lectores que sabemos
coleccionan los números de la misma,
pueden conservar esta página que consi­
deramos interesantísima.
Un telegrama publicado por los diarios italianos,
anunció oportunamente el fallecimeinto de don José
Batlle y Ordóñez. La noticia me causó una verda­
dera pena, pues be conocido personalmente al enér­
gico político uruguayo y tuve el honor de conversar
con él en momentos tristes y álgidos de su vida po­
lítica y por ser yo ajeno a las violentas pasiones que
desencadenaban ráfagas de amor y de odio a su al­
rededor, pude desentrañar con cariñosa objetividad
los aspectos multiformes de aquel espíritu y decir
lo que no habían sabido ver los enemigos. Creo, hoy
también, que José Batlle y Ordóñez razones tuvo
para quejarse más de sus adictos que de sus adver­
sarios: a todo precursor le pasó y probablemente le
pasará lo mismo.
Queda dicho que José Batlle y Ordóñez íué un
precursor.
Tuve la suerte de afirmarlo hace muchos años;
y mi breve monografía sobre el descollante varón
apareció más tarde en folleto y en idioma inglés, sin
que nadie me pidiera permiso para publicarlo, pero
conservando mi 'nombre; fué aquella la única rela­
ción editorial que tuve en Norte América.
Lo conocí durante su segundo período presiden­
cial, allá por el año 1912, creo. El vivía casi aislado
en una quinta de Piedras'Blancas, embargado por la
congoja c irritado por la defección; se le había muer­
to una hija que adoraba y se había separado ’de él
su partidario predilecto: el doctor Pedro Manini y
Ríos.
En el caserón de Piedras Blancas, rodeado de ár­
boles frutales y viñas, respirábase una paz geórgi­
ca. ' En la cancela, sentado y amodorrado, un vigi­
lante ; a lo largo de la alameda, otro vigilante; en
el vestíbulo un coronel; no había, ostensiblemente,
otros militares que velasen en la residencia del pri­
mer magistrado. En una sala dos señores jugaban
al ajedrez; se levantaron, saludaron, volvieron a sus
torres y reyes. Silencio. Mi acompañante era un
viejo masón, yerno de Jacinta Pezzana, amigo del
presidente desde los tiempos de Latorre. 'Vino el
edeíán del presidente y me rogó que aguardara unos
minutos; me habló del luto que acongojaba a “don
Pepe”.
Y apareció él, “don Pepe” bajo el dintel de un bu­
fete. Alto, apuesto, recio, lindo hombre en la ple­
nitud de su edad anciana, los ojos cansados bajo el
peso de *us párpados, los hombros ligeramente en­
corvados.
Me habían hablado de su sequedad; yo encontré
una cordialidad afectuosa. Quiso que me sentara,
miró un papelito que tenía en su mesa, probablemente
los informes de la policía sobre mí persona.
Con que un poco amigo y un poco enemigo, usted.
Amigo por italiano y enemigo por socialista.
•—Rectfico, Excelencia; amigor por italiano, ad­
mirador en todo caso, por garibaldino. En lo demás,
quizá se trate sólo de la interpretación de una pala­
bra : si Vuestra Excelencia hubiese aplicado sus atre­
vidas reformas en nombre del Socialismo, boy lo
proclamarían adalid del socialismo; por otro lado
en Italia,en Francias, en otros países en donde la
fortuna de las palabras declina, un gobernante como
Vuestra Excelencia tendría el apoyo de los parti­
dos socialistas, lo cual quiere decir que no le habrían
permitido realizar su obra de reformador.
—Eso de e.xcelencia resulta largo en la oración y
nos haría perder tiempo. Hable usted como le habla­
ría el señor Batlle, periodista.
Hablamos una hora larga. El me explicó las ra­
zones de su proyecto tan resistido entonces, el Eje­
cutivo colegiado; me habló de su democracia inte­
gral, de lo que serían, necesariamente, los gobier­
nos del porvenir. Tenía una visual política amplisi-

En el concepto batllista los mandatos de los representantes del pueblo en los organismos de gobier­
no son revocables y revocabilidad debe decretarse, de mediar el incumplimeinto de los compromisos con­
traídos con el electorado, a solicitud de la más alta autoridad del Partido a que el representante per­
tenezca.
 EL BATLLISMO
ma, pero algo nublada por las realidades chocantes
de la política hogareña de la pequeña república. Ha­
bía en él un precursor que no sabía libertarse de
las obligaciones del caudillo. Tal vez le faltara la
ductilidad del talento, perdiendo en agilidad lo que
ganaba en hondura.
Yo lo escuchaba admirado. Sin pretender discutir
con él, le manifesté algunas dudas. Por ejemplo,
que muchas de sus progresistas leyes allí en el U ru­
guay, eran superfinas por el momento, puesto que
el bienestar económico general no las reclamaba, y
por otro lado aquellas leyes, sin dejar de ser ópti­
mas, no podrían aplicarse en los países europeos, por
la razón opuesta: por la excesiva pobreza general
y la carencia de recursos de los gobiernos.
Muy justamente él me hizo observar que era el
presidente de la República uruguaya y no el jefe
del gobierno de nu país europeo y que si sus leyes
sociales, afortunadamente, no tenían amplia aplica­
ción en el presente, era necesario precaverse para el
futuro, y de cualquier modo afirmar con sanciones
legales los deberes del Estado, y de la Sociedad frente
a las clases productoras y menos afortunadas.
En aquello días Se había producido el cisma del
Partido Colorado; el doctor Manini y Ríos, hombre
de confianza de Batlle y queridísimo por él, se ha­
bía separado del partido y del gobierno por una cues­
tión de principios, o sea por no aceptar el preoycto
de Batlle sobre el poder colegiado. Manini y Ríos,
joven osado, univertsitario, demócrata de espíritu
pero aristócrata por temperamento, más tarde o más
temprano se hubiera separado de Batlle, que era so­
bre todo, un político realizador. Luego surgieron
complicaciones e intereses políticos y administrativos
meramente uruguayos; pero en aquellos días la di­
vergencia entre Batlle y Ordóñez y Manini y Ríos,
entre el Partido Colorado tradicional y el Rivcrismo
que surgia, fué doctrinaria: loS riveristas eran giron-
dines que se alejaban de la montaña, algo amedren­
tados por la altura de las cumbres. En otras palabras,
"don I’epe” aparecía como anarquista para la men­
talidad culta, elegante, bien peinadita de la pequeña
burguesía uruguaya que quería ser democrática y lo
era sinceramente, pero sin pasar los lindes de lo sa­
bio y de lo cuerdo. Batlle, en cambio, aún concedien­
27
do mucho a las exigencias partidarias y a la realidad
contingente, marchaba derecho por la senda que se
había trazado y quería aplicar la ‘democracia al cien­
to por ciento, sin tergiversaciones.
Ya se hobia desencadenado la polémica áspera en­
tre batllista y riveristas, y nadie medía los golpes; sin
embargo, el presidente Batlle dijo sólo pocas pala­
bras de los que lo habían abandonado, sin rencor, sin
sombra de malquerencia. (Cabe agregar que a los po­
cos días, el doctor Manini Ríos, explicándome las ra­
zones de su actitud y combatiendo las ideas de Bat­
lle, no tuvo palabra que no fuese respetuosa para el
luchador que había sido, politicamente su maestro).
Habíamos convenido, con el edecán del presidente,
que 3'0 le haría leer el relato de mi coloquio, antes de
enviarlo a mi diario. Cumplí con lo prometido, y
aguardé en el hotel la ordenanza que me devolvería
las carillas. En cambio, ya de noche, vino el mismo
edecán: el presidente estaba muy satisfecho de mi
imparcialidad y del modo cómo yo había interpretado
sus pensamientos y program as; pero vería con agra­
do que yo suprimiera dos breves párrafos:
—Mi general, táchelos usted con el lápiz, estare­
mos listos.
No era posible. El presidente había manifestado su
deseo de convencerme él mismo sobre la razón que le
inducía a pedirme que borrara unas pocas palabras,
Volvi a Piedras Blancas a la mañana siguiente. Bat­
lle me pidió la supresión de lo que yo decía sobre su
actuación en la Conferencia de La Haj'a.
—De esto, mi amigo, no hemos hablado. Usted po­
drá muy bien desarrollar el mismo tema aparte, y si
es sincero, como creo, dejar también sus alabanzas
no para mí, sino por mi modo de ver la política intér-
nacional. Hágame este servicio y esperemos que en
un día no lejano mi modo de ver pueda generalizar­
se y pueda sustituir el arbitraje obligatorio a la ma­
tanza de los pueblos.
Pasaron los años. Volvía a ver a “don Pepe” des­
pués de la guerra. Me recibió en la dirección de “EL
DIA”, en la calle Mercedes. Se acordaba de mí. Vol­
vimos a hablar del arbitraje y de los problemas gene­
rales creados por la guerra. Poco hablamos de la po-
(Coiitinúa en la pág. 29).
 28
La formidable obra de Batlle en el periodismo
SOBRE LA LEY DE OCHO
HORAS DIJO BATLLE
No es verdad que, debido a la
ley de las ocho horas, esa ansie­
dad sea más difícil de satisfacer.
Las largas jornadas quebrantan
al obrero, debilitando sus múscu­
los y obscureciendo su inteligen­
cia. Uno, de temperamento de
acero, podría triunfar; pero mil
caerán extenuados de fatiga a su
alrededor o embrutecidos por el
exceso del esfuerzo irán a empa­
parse de alcohol en las tabernas,
único deseo que tendrán tiempo
de satisfacer. Además, lo largo
de las jornadas no aumenta el va­
lor del trabajo que puede realizar
un hombre. ¡ Al contrario! ¡ Lo
disminuye! ¡Es una ley económi­
ca I I La abundancia del artículo
hace bajar su precio, y la escasez
lo levanta I Por otro lado, la de­
fensa del propio interés es impo­
sible. No hay tiempo ni capacidad
intelectual para pensar en él. No
hay tampoco tiempo para apala­
brarse,' para asociarse, para or­
ganizar la resistencia.
“Porque (reproducimos otra
vez las palabras de “La Demo­
cracia”) aquí no hay gran indus­
tria, ni masa obrera, ni burgue­
sía acaudalada, ni pavorosos pro­
blemas de carácter social. Nues­
tro pais, no es otra cosa que una
pobre y oscura republiquita, don­
de todo está en ciernes, sin capi­
tales, con muy escasa población y
algún que otro embrión de fábri­
ca. No tenemos más que dos co­
sas en abundancia, el desierto y
el atraso. Ni siquiera constitui­
mos un verdadero Estado, pues
de los elementos que integran es­
te organismo político apenas si
existe el territorio, faltándonos
la organización jurídica estable,
desde que nuestra condición nor­
mal es la anarquía. Y siendo asi,
¿qué significa la racha anticapi­
talista que sopla en las alturas
oficiales? A nuestro juicio, no
tiene fundamento legitimo; no
expresa una exigencia del am­
biente, ni es tampoco la resultan­
te obligada de una etapa social.
“Esa prédica pseudo-liberal no
es sincera, no es generosa, ni es
la semilla del bien arrojada con
mano pródiga a los surcos de la
tierra fecunda.
“N o: esa prédica es un disfraz.
EL BATLLISMO
un mascarón, una vocinglería que
encubre y disimula el desenfreno
de los intereses,” etc., etc., etc.
Tal es la irritación del diario
nacionalista. Y lo peor es que irá
en aumento.
El gobierno, en efecto, no se
limita a patrocinar la jornada de
ocho horas; desea, también, que
sea sancionado el proyecto que
establece un día completo de des­
canso por cada cinco de trabajo,
y el que asigna una pensión a to­
dos los ancianos de más de se­
senta años y privados de medios
de vida, sin exceptuar a los que
militan en las filas del partido na­
cionalista, proyectos que serán
tomados en consideración por la
Asamblea tan pronto como infor­
me a su respecto la comisión co­
rrespondiente.
Seremos una pobre y oscura
republiquita; pero tendremos le-
yecitas adelantaditas. — (“El
Día’” Octubre 24 de 1915).
DIJO BATLLE SOBRE LOS
PEONES DE ESTANCIA
“Entre nosotros, en nuestra
campaña, sin que se haya em­
pleado la violencia para adueñar­
se de la propiedad, con el asenti­
miento de toda la sociedad, la tie­
rra está en manos de unos, y
otros tienen que trabajar pa.ra los
que la poseen.
La situación de nuestros paisa­
nos no puede ser más desespe­
rante. No hay en las regiones en
que viven otro trabajo que el de
las estancias y no pueden vivir
si no son admitidos por el dueño
de la tierra a trabajar en algo en
ellas.
De esa situación resulta que el
paisano tiene que trabajar por lo
que el propietario quiere darle y,
así, ha sido general, en nuestra
campaña, que el peón de estancia
no ganase más de seis o siete pe­
sos por mes, es decir, lo estricta­
mente necesario para que pudie-
vivir, y si se le daba eso era por­
que el propietario necesitaba del
peón; no moría el peón porque se
le necesitaba. Con esto, no hago
una acusación a los propietarios.
La sociedad entera lo ha sancio­
nado: los propietarios, la casi to­
talidad de ellos, han adquirido la
■tierra con el producto de su tra­
bajo ; y, si se quiere modificar esa
situación, es necesario que no pe­
se sobre ellos solos lo que cueste
modificarla, sino sobre la socie­
dad entera que la ha autorizado,
que la ha creado, que la ha soste­
nido y que la mantiene actual­
mente.” — (“EL DIA”. Agosto
21 de 1925).
Treinta pesos de sueldo para
los peones de estancia, es mucho;
Los peones de estancia nacio­
nalistas que ofrecieron o dieron
su sangre en 1904 y en 1910, de­
ben sentir algo parecido al estu­
por si saben que el mismo parti­
do a que sirvieron, entonces, sin
saber bien lo que hacían, pero
valerosamente y dispuestos a sa­
crificarse por él, los estima en tan
poco.
Treinta pesos mensuales es
mucho para ellos! — (“EL DIA”
Marzo 16 de 1920.)'
“El País” dice: “no fué ley bat-
llista la sancionada por nuestra
Cámara” sobre salarios rurales
pero se abstiene de entrar en -de­
talles para demostrar la exactitud
de esta afirmación.
No fué ley completamente bat-
llista, porque nosotros habíamos
propuesto treinta pesos mensua­
les. de sueldo, y no se votaron
más que veinte, debido a la resis­
tencia de riveristas, lussichistas
y albertistas. Pero los veinte pe­
sos sancionados estaban com­
prendidos en los treinta que
nosotros proponíamos. Riveri.s-
tas, lussichistas y albertistas lo­
graron recortar diez pesos de
nuestro proyecto. Eso es todo.
Pero no es eso sólo. El proyec­
to de veinte pesos de sueldo, san­
cionado en la Cámara, se empan­
tanó en el Senado y no habría
pasado de allí sin nuestro empe­
ño, secundado por el de los sena­
dores vieristas. Todos los sena­
dores blancos le negaron su voto,
y el único riverista que había en
aquella alta corporación, el doc­
tor Silva, que actuaba como sena­
dor, supliendo al doctor Sorín, le
hizo fuerte oposición, que obligó
al doctor Sorín a renunciar al mi­
nisterio para ocupar su puesto,
poniendo en la necesidad al sena­
dor riverista de retirarse del Se­
nado. — “EL DIA” de la tarde.
Mayo 24 de 1923).
(Continúa en la pág. 31).
 ' ■f ■

EL BATLLISMO 29

(Viene de la pág. 27). de los amigos despidiera al amigo fallecido, el poeta

lítica uruguaya, muy enrevesada en aquellos días con
la lucha que sostenían entre sí las tres fracciones del
coloradismo, siempre extremista la de EL DIA, reac­
cionaria abiertamente la de Viera, doctrinal y docto­
ral la de “La Mañana.” Contra todas las fracciones
coloradas arremetían los muchachos blancos de “El
País,” y no tardó mucho, la polémica tuvo el desen­
lace fatal que podia preverse por la exitación de los
ánimos; el viejo Batlle y Ordóñez llevado al terreno,
hirió de muerte a Wáshington Beltrán, muchacho
impetuoso, de una gran inteligencia y generoso co­
mo el que más. Yo solía ver todos los días a Beltrán
I en una tertulia de literatos que se reunía en una es­
pecie de trastienda de un café; y el día del lance, to­
dos los contertulios — y los había de todos los par­
tidos — nadie supo contener el llanto. Era un Vier­
nes Santo y el otoño montevideano tenía todos los
halagos de los días primaverales. No podíamos con­
vencernos que hubiese muerto aquel muchacho afa-
. ble, leal, rebosante de vida, sediento de vida. Alguien,
M y- interpretando el deseo de todos, dijo que en nombre
Julio Raúl Mendilaharzu. Nos fuimos como todos los
días, cada cual a nuestros quehaceres.
Batlle había matado a Beltrán; pero Beltrán, de
haberlo podido hubiera matado a Batlle. Y tal vez n o ;
a pesar del odio político, ni el uno ni el otro hubie­
ran querido llevar tan lejos las consecuencias de su
enemistad. Yo estaba convencido de que Batlle debía
experimentar una. enorme amargura. Reproches no,
ni arrepentimientos, pues.la lid había sido leal y él,
Batlle, frente a su adversario, tenía la désventaja de
la edad y de la estatura, pues Beltrán era de talla
normal y Batlle en cambio, ofrecía al adversario el
blanco de su enorme cuerpo. Ni reproches pues, ni
arrepentimientos. La culpa genérica la tenía la cos­
tumbre bárbara del duelo y la culpa especial la tenia
el destino. Con todo, una gran amargura debía acon­
gojar a Batlle. Subí, con un compañero de EL DIA a
la'casa de “don Pepe” al lado de su diario. Había mu­
cha gente en la antesala. Me di cuenta que mi pre­
sencia no tenía objeto, que allí yo podía pasar por en­
vidioso o por entrometido, y me fui.
Pasaron meses. En Europa, el tratado de Versa-

Ai cumplirse el segundo mes del fallecimiento del Sr. Batlle y Ordóñez. Homenaje organizado por el club
batllista “Joaquín Suárez" de la 3.a sección de Montevideo

El batllismo aspira a la declaración por ley de que “la mujer madre merece bien de la República cual­
quiera sea su estado civil”.
 30 EL BATLLISMO

lies no había satisfecho a nadie y se manifestaba por
lo que e ra : una parodia feroz, un documento que, ni
hecho adrede, podía servir mejor a la preparación de
una nueva guerra. Lo único que quedaba en pie, des­
de el punto de vista doctrinario y como núcleo de un
pensamiento que podía ser desarrollado en el porve­
nir, eran los catorce puntos de Wilson.
Wilson no había entendido mucho de los proble­
mas europeos; hombre de cátedra, tampoco había
entendido lo que acontecía en Europa,a raíz de una
paz obtenida con los mismos medios y la misma men­
talidad que empujara a la guerra a los imperios cen­
trales. Habia escrito en forma de aforismos o de
versículos bíblicos sus catorce puntos, sin imaginar
tampoco que Norte .América no malograria sus ne­
gocios para obedecer a las máximas puritanas de
aquel ingenuo y teyco presidente. Con todo, ijuedaba
de los catorce puntos, dasaparecida la sustancia, el
aroma; una aspiración evangélica a la paz, un 'de­
seo de cortarles uñas y colmillos a la humanidad vio­
lenta,, una esperanza de inducir a los hombres a jus­
tificar su definición de animales racionales.
Y bien, todo lo que hay de idealismo alcanzable
y realizable en los catorce puntos de Wilson, perte­
nece a José Batlle y Ordóñez, Fué el caudillo colo­
rado del Uruguay quien, entre su primera y su se­
gunda presidencia representando a su patria en el
Congreso Internacional de La Haya de 1907, presen­
tó el proyecto de arbitraje obligatorio, con la santa
ilusión de hacer desaparecer la guerra entre los
pueblos.
Demasiado tarde o temprano.
Demasiado tarde llegaba ' la propuesta de don
ropeos habían hecho de la guerra su primera preo­
cupación; todas las energías nacionales, sin que
los pueblos lo imaginasen siquiera', se orientaban ha­
cia la guerra. Como si todos los gobiernos quisie­
ran, aplicar la paradoja atribuida de Tayllerand, que
la palabra sirve para disfrazar el pensamiento, de
trecho en trecho se organizaba una conferencia pa­
ra la paz y se hacía un tratado de paz; nadie enga­
ñaba a nadie; pues todos sabían que los secretos de
Estado eran secretos de Polichinela, pues cada go­
bierno pagaba a espías y a espías de los espías, alu­
vión podrido de lodo desparramado en los Estados
Mayores, en los Gabinetes ministeriales, en los as­
tilleros, en los hogares. Ahora están buscando la
responsabilidad de la guerra continuando en la far­
sa, pues todos saben que a lo sumo, lo que se puede .
buscar es el responsable de la chispa, pero la pólvo-
ras^las tenían todos secas, y también la voluntad de
prenderlas. '
Demasiado tarde llegaraba la propuesta de don
José Batlle y Ordqñez. Y también demasiado tem­
prano, pues hoy mismo llega con anticipación la
propuesta de -Arístedes Briand.
Los europeos, que aún cuando lo saben lo ignoran
todo de las repúblicas del Plata, ya sea la afirma­
ción humanitaria de Sáenz Peña, ya sea la doctrina
de Drago, ignorarán también la figura de Batlle y
Ordóñez. Hombre al fin, Batlle tuvo sus debilida­
des y sus defectos y cayó en errores como todo hijo
de madre. Pero los venideros uruguayos justiprecia­
rán las lej'es sociales y civiles de Batlle, lo mismo
que justiprecian hoy los argentinos las leyes de Ri-
vadavia. Y Batlle y Ordóñez tendrá su nicho entre
los precursores de la paz de los pueblos.
“La Razón”, Santa Margherita, octubre de 1929.

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iiir

(I'ieiic de la páy 28).
DIJO BATLLE SOBRE EL
PAN DE LOS VIEJOS:
“El proyecto está inspirado en
un sentimiento de humanidad.
Es duro y amargo llegar a los
sesenta y cinco años, y verse
obligado a continuar ganándose
el pan de cada día con el sudor
de la frente. Es más duro y más
amargo aún haber perdido ya las
últimas energías, y tener que pe­
sar, como carga inútil, sobre hi­
jos o parientes pró.ximos, que no
pueden bastarse a sí mismos.
En esa situación, los últimos
días de la existencia que debían
transcurrir siempre en la paz de
los crepúsculos, se convierten en
días de dolor y de humillación.
El proyecto viene a dar así un
poco de calma y dulzura a la an­
cianidad desvalida.
No se necesitará más que un
título para poder obtener esta
pensión; el título de ser viejo, el
de haber cumplido los sesenta y
cinco años.. A nadie se pregunta­
rá que antecedentes tiene, cuál
ha sido su vida anterior, qué fal­
,Frente a las puertas del Cementerio Central desfilaron un sinnúmero
de autobuses, adhiriéndose al homenaje que en memoria del Sr. Bat-.'
lie y Ordónez organizó el club “Joaquín Suárez” de la 3.a Sección
de Montevideo
También la propiedad territorial —excluida la edificación y mejoras— debe servir de base al im­
puesto : aclemás, en el concepto batllista deben reducirse y suprimirse los impuestos que pesen sobre los
pequeños propietarios.
EL BATLLISMÜ
ta ha ccmietido. .Sólo habrá limi­
taciones para los que no sean vie­
jos del país o que no hayan vi­
vido mucho tiempo en él. Ni si­
quiera habrá un poco de remolo-
neria para reconocer su derecho
a vivir tranquilos a aquellos que
tanto dieron que hacer en 1901,
y que, ahora mismo, estarían dis­
puestos a echar una cana al ai­
re en cualquier momento.
Los sesenta y cinco cumplidos
])urgarán de toda falta.
Es necesario, ahora, que nacio­
nalistas, contubernales, tombolis-
tas, no pongan peros a esta le3'.
El proyecto está arreglado de tal
manera que ni los ricos ni los po­
bres tendrán que hacer un esfuer­
zo apreciable para concurrir a
constituir los recursos que se re­
quieren. El proyecto podrá san­
cionarse con gran rapidez, y den­
tro de pocos meses podrá ya, no
haber viejos menesterosos en el
país”. (EL Df.A 1 de Enero de
1916).
V, más adelante —frente a la
oposición de la prensa nacionalis­
ta— proseguía Batlle, con acen­
tos de hondo humanitarismo:
31
“La Democracia" no se opone
a que se les de a los ancianos de
qué vivir cuando han llegado ;í
una edad en que el descanso es
necesario y la vida se convierte
en una dolorosa e ímproba carga
si el anciano tiene que ganársela
[)or sí mismo.
Pero no conceptúa acertado
el proyecto que el gobierno reco­
mienda ; tiene dos razones; vea­
mos la primera:
No piensa que “merezca igual
trato el obrero que ha llevado una
vida regular, seria, organizada,
atento a las necesidades de .su ho­
gar, con hábitos de orden y de
ahorro que el que ha gastado su
salario ol>scuramente, sin preocu­
paciones de familia, llevando una
e.xistencia desarreglada, acciden­
tada y que puede seguirse en las
crónicas policiales”.
El error del diario nacionalista
es claro. Cree que la pensión de
ocho pesos mensuales que se
quiere asegurar a los ancianos es
un premio.
N o; no es un premio.
Es una porción de alimento, es
un pedazo de techo que se pro­
porciona a los -que, por su avan­
zada edad, o por haberse invali­
dado no pueden proporcionárse­
los a si mismos. Sería odioso dar
de comer y abrigar a los que hu­
biesen sido juiciosos durante su
existencia entera y deja morir
de hambre y de frío a los que no
lo hubieran sido,
.Además, seria injusto.
Los desarreglos de conducta
son por lo general el resultado de
la educación que se ha recibido;
de las necesidades que se padece,
del ambiente en que se vive, etc.
Por otra parte los ancianos me­
nesterosos no pesan únicamente
sobre si mismos. Pesan también
sobre sus hijos, sobre sus fami­
lias, <|ue pueden no haber come­
tido faltas, y que tendrían que
sostenerlos si la sociedad no lo
hiciera.
El Estado no debe decir al an­
ciano desvalido: hombre, usted
fué pn calavera, usted fué un
desordenado... Muérase, ahora, de
(Continúa en la pág. 34).
 T
32 EL BATLLISMÓ

"Caras y Caretas” y del “P. B.

M AÑAS QUE PA SA R A N
Por RAFAEL BARRET
Entró de pupila pobre en uno
de los numerosos colegios del Sa­
grado Corazón que hay por ahi.
Pagaba quince pesos mensuales.
Tenia doce años, y su padre, que
ciertamente no brillaba por su in­
telecto, la venia a ver de cuando
en cuando. Las hermanitas la
hadan limpiar la cocina, lavar los
pisos. Empezó a toser, a dema­
crarse. Siguieron obligándola a
lavar pisos, lo cual no la alivió.
Apenas ya podia tenerse en pié.
Se arrastraba. Sus compañeras
se abogaron por ella ante la m a­
dre superiora, pero la santa mu
jer contestó: "son mañas que
pasarán”.
Si, la niña no tenia nad.t. Un
poco de tisis. Cuando al íin no
hace muchos dias, el padre la sa­
có del venerable establecimiento,
y la hizo reconocer, supo que es­
taba tuberculosa en último gra­
do. Mañan que pasan... que qui­
zá hayan pasado con la mártir
para siempre en la- hora en que
mi pluma la recuerda.
Habria sido menos cruel su
destino en un colegio laico? No
sé... no creo que haya gran dife­
rencia entre ser sierva de laicos
o de religiosos. ¿Y en un.i casa
particular ? Lo dudo. Hay tan­
tas damas excelentes que buscan
con ansia una huerfanita que
criar, un pequeño organismo a
quien hacer sufrir, sin desembol­
so y en propiedad obsoluta! Y no
olvidemos que las niñas muy po­
bres son todas huérfanas. Si re­
sucitara Dickens, el pintor de la
infancia perseguida y torturada,
no le faltarían asuntos.
Tener padres es cuestión de
dinero. Y tener hermanas. Las
del Sagrado Corazón reservan su
fraternidad para las pupilas ricas.
No nos indignemos; se figura
que Dios existe separado de los
hombres y le consagran la ma­
yor parte de su lástim a; repar­
tiendo el exiguo resto entre los
privilegiados pecadores ron cu­
yos fondos se alimenta el culto.
Da gozo ver esas fotografías de
T.”,. donde aparecen los obispos
rodeados de sus devotas amigas,
sudando lujo, o donde se nos
muestra un elegante sacerdote,
invitado a una partida de caza,
y ocupado en bendecir a los pe­
rros. La iglesia concede a los ri­
cos el cielo y la tierra. En cuan­
to a los pobres que se contenten
con el Paraíso.
Niña mia, si los tormentos de
la tesis, que se te habrá enseña­
do a aprovechar, te aseguran la
salvación eterna, qué más puedes
decir? No te engañaron; Dios
habita tu ulcerado pecho, y su­
birás al paraíso. Pero no encon­
trarás allí a las hermanitas del
Sagrado Corazón, ni a la madre
superiora. Quisiera que estuvie­
ran contigo, y no es posible. No
es que sean perversas, no... Tie­
nen mañas que pasarán. Es que
no saben. Es que adoran el oro
y la fuerza; es que están todavía
engañadas por simulacros. Com­
padécelas. Hace tanto tiempo
que se fué tu padre Jesús 1 El te
hubiera dicho: “anda, hija m ia;
tu fe te ha sanado”. Y correrías
al sol, entre las flores, y serías
feliz. Te hadan lavar pisos, ha-

EL COMBATE DE LA CRISIS
6RAN TALLER DE ZIN6UERIA Y HOJALATERIA
= = = = = DE

JUAN MAURICIO POMI

Se construyen tanques para agua de todas formas y

medidas. — Se arreglan cocinas económicas y clarabo-
Has. — Se hacen composturas de bombas y primus
VENTAS POR MAYOR Y MENOR
Se compra Plomo, Zinc y Bronce

1849 - S I E R R A - 1849

Al lado del Puente MONTEVIDEO

 EL BATLLISMO 33

cían poner en cuatro patas tu

cuerpo flaco, porque no conocen
a Jesús. Las desdichadas idóla­
tras de un corazón pintado no
conocen a Jesús...
Y sin embargo Cristo, en pun­
to a cristianismo, es también una
autoridad. Pero no está a la mo­
da. Los cristianos de hoy le con­
sultan poco. Suelen preferir
otros directores. Se han hecho
materialistas, se han rodeado de
fetiches, necesitan pedazos d e
palo que dorar, que besar, y en su
odio' a todo lo que sea e.spiritu,
han cubierto de tatuajes la bella
tradición. No han leído a San
Pablo. Y sus plegarias chorrean'
un meloso prosaísmo que suble­
varía, no digo a los dioses, sino a
cualquier mortal de buen g usto;
no han conservado la pureza pri­
mitiva de su cedro, y pretenden
refrescarlo con alucinaciones de
semi-imbéciles como la Alacoque ; Los carteros de la Capital, al cumplirse el segundo mes del falleci­
no recuerdan que los preceptos miento del Sr. Batlle y Ordóñez, tributaron al eximio estadista desapa­
del fundador se reducen a uno;
recido, un expresivo homenaje, colocando en su tumba una artística
amar, y envenenados de política
de política, de codicia y de ambi­ placa recordatoria
ción, o sea de odio, practican una
beneficencia que es la caricatura
siniestra de la realidad.. Y los no ble. Quizá no seamos tan malos ganismos. el desempeño de tan in­
cristianos me inquietan doble­ como lo parecemos, pero ¡larece- grata tarea y de acuerdo con sus
mente, pues difícil es volver la mos mu}' malos, parecemos de­ nobles sentimientos, ha propuesto
espalda al cristianismo sin vol­ monios, y entre nosotros los án ­ en colaboración con el doctor
vérsela al amor. ¿Y qué será de geles se enferman y huyen es­ Grauert, esforzado defensor de los
nosotros sin amor ? pantados. Perdónanos, niña, y derechos sociales de los humildes,
Vives aún, niña doliente? Te desde el seno de la infinita som­ un paliativo a esa miserable situa­
irá s ; llegará un instante en que bra, que para tí será la infinita ción, que consiste en la computa­
el fatigado fuelle de tus pulmon- luz, ruega porque nuestros vicios ción de tres años de servicio por
citos echará su último soplo. S í; pasen, ruega para que pasen cuatro, en lo referente a los bene­
esta atmósfera es aún irrespira- nuestras mañas. ficios de la Jubilación.
Nada más digna de aplauso que
esa proposición, que lleva en su
Una iniciativa de alta justicia social ejecutoria, el alivio de una injus­
Con mucho agrado publicamos tina mas por naturaleza y peligrosas en ticia social, que reside en un mo­
interesante colaboración del grado sumo para su salud, los ha­ desto núcleo, que por su propia
inteligente y activo correli­ ce acreedores, siquiera por huma­ condición, merece ser contemplado.
gionario Dr. Lorenao S. nidad, de una mayor consideración Pero, como el doctorGiudice lo re­
Mussio, cuyas ideas avanza­ por parte del Estado, del cual son conoce, esa iniciativa no resuelve
das, faz'orablcs al mejora­ eficaces servidores. el terrible problema y es por dicha
miento de los humildes, son La brillante pluma dej doctor causa que me permito plantear una
Giúdice, ha trazado con su recono­ solución, que a mi juicio, es más
índice inequívocos de su fe
amplia y equitativa y que creo que
batllista. cida destreza, en la exposición de
motivos, el cuadro doloroso de la repitiendo las palabras del Dr. Giu-
Con este título, "El Ideal” del
situación de los obreros encarga­ dice “en nombre de la solidaridad
23 de Noviembre del pasado año,
humana”, nadie podrá rechazar.
rei)roduce y comenta los funda­ dos de la incineración de los resi­
mentos del Proyecto de los doc­ duos, rdeogidos en la Ciudad, asi II
tores Giúdice y Grauert, que se re­ como ha puesto de manifiesto, co­ Hace ya más de tres años, que
fiere a la Jubilación de algunos mo profesional conciente de su mi­ ocupándome de la situación del
obreros del Corralón Municipal, sión, las consecuencias funestas
cuyas condiciones de trabajo, pési­ que determinan en esos pobres or­ (Continúa en la pág. 35).

—Por iniciativa y empeño del batllismo fueron anulados los viejos registros electorales plagados de
grandes fraudes que eran una afrenta para nuestra cul tura democrática.
 34
{P’iene de la pág 31).
hambre, o cuando caiga la pri­
mer helada del próximo invierno.
Debe decirle; ¿qué edad tiene
usted?, ¿sesenta y cinco años? Y
bien: ya no puede trabajar !.. Pe­
ro, aunque pudiera, a su edad, es
necesario que descanse. No le
pregunto quien ha sido; veo lo
que es. Ahi tiene usted esa pen­
sión que le asegura el abrigo y
el pan indispensables.
¿No le parece al diario nacio­
nalista que es mejor asi?...” (EL
DIA, enero 9 de 1916).
SOBRE LA MUJER Y EL NI­
ÑO, DIJO BATLLE:
“En el número 52 del progra­
ma de acción de nuestro Partido
solemnemente se proclama el pro­
pósito de declarar por ley, que
la madre, cualquiera que sea su
estado civil, esto es, casada o sol­
tera, merece bien de la República.
Nos interponemos, asi, entre
ella y el prejuicio social que pre­
tende abatirla cuando no ha cum­
. que debe producir el ejemplo da­
plido los ritos de la religión o los
preceptos del código, para ser
madre; y la declaramos sagrada,
siendo un mandato que recibe de
la naturaleza, el de perpetuar la
especie.
Resolvemos sotener, así, a la
mujer cuyo aniquilamiento injus­
tamente, se quiere; y garantir al
niño su primer derecho esencial
el derecho al calor, al perfume, al
pecho próvido al cariño y al am­
paro de la madre.
Queremos, además, salvaguar­
dar su vida en su azaroso co­
mienzo.
¡Cuántos perecen en las entra­
ñas de la madre, que no osa
afrontar a sus acusadores, y bus­
ca en la muerte, para ella y para
su hijo legítimo, un refugio se­
guro !
Y, al primer vagido, cuántos
son estrangulados, sofocados, o
entregados a la intemperie, para
que los ultime, en la soledad y
complicidad de la noche, al de­
rrumbarse el juicio de la pobre
madre, casi siempre, también,
una niña, ante la necesaria confe­
sión de la falta, que ella como sus
acusadores, reputa inmenso deli­
—Contra el natural egoísmo de las fuerzas conservadoras, el Batllismo lenta pero seguramente va
imponiendo sus puntos de vista inspirados en la protección a los humildes.
EL BATLLISMO
to, la falta de haber concebido a
su hijo sin la solemnidad previa
del matrimonio, solemnidad que
contemplaríamos como un acto
de impudor, si no estuviésemos
tan acostumbrados a ella.”
PARRAFOS DE BATLLE SO-
BRE LA PENA DE MUERTE
La pena de muerte es la más
brutal de las instituciones anti­
guas que están en pie en los tiem­
pos modernos, y su conservación
debe atribuirse al sentimiento
irreflexivo de horror y de odio
que inspira el delincuente, y no,
de ninguna manera, a la influen­
cia que ha podido ejercer en la
legislación un conjunto de ideas
sistemáticamente impuestas a la
inteligencia del hombre por su
evidencia y vigor lógico”.
“La pena de muerte no produ­
ce más que un resultado positi­
vo: el aniquilamiento de un hom­
bre que encerrado en una cár-
cl no era ya un peligro para la
sociedad, y la desmoralización
do por la sociedad misma de su
falta de respeto a la vida huma­
na. (EL DIA, 23 de abril de
1894),
Y en otra oportunidad en que
la sociedad se defendía, matando,
Batlle desde su diario, siempre
fiel a sus principios, exponía, nue­
vamente, sus ideas contrarias a
la pena de muerte.
Decía Batlle:
“Y bien: por qué se ha muer­
to a un hombre a sangre, fría, a
mansalva, con premeditación de
muchos meses, con un enseña­
miento que no encuentra igual
sino en los crímenes de su mis­
mo género, en esos crímenes le­
gales que hacen agonizar a la
víctima durante cuarenta y ocho
horas en la capilla y la torturan,
antes, durante muchos meses y,
con frecuencia, durante años, en
la cárcel? Porque es necesario
defender a la sociedad; para de­
fender a la sociedad: tal es la
contestación. Pero no se expli­
ca con la prolijidad conveniente
cómo pueden convertirse en una
defensa social esos actos de in­
finita crueldad.
“No es así, no obstante, como
han de resolverse los problemas
sociales. No es la pasión lo que
debe decidir ni los nervios hipe-
rexitados. Es el raciocinio tran­
quilo, la inteligencia serena... Y
si se quisiera hacer actuar a la
sensibilidad solamente, no se de­
bería proceder con dolor, ocul­
tando una parte de los motivos
que pueden agitarla”.
(EL DIA, Noviembre 7 de 1895).
SOBRE LA MUJER:
PARRAFOS DE BATLLE
Batlle, como siempre, ha sido
desde la prensa, desde el Go­
bierno, un decidido portavoz de
las reivindicaciones femeninas. Y
ha sido el inspirador, el supremo
inspirador de las iniciativas rea­
lizadas en la República para con­
ceder todos los derechos políti­
cos y civiles a la mujer, porque
él lo dice “ellas soportan con sin
igual valor y resignación, al dar
a la luz, a los propios hombres, y
criarlos después, un sacrificio do­
loroso en bien de la patria y de la
especie muy superior al de los
combatientes de la guerra.”
Estableciendo la participación
de los obreros en los beneficios
de las Empresas del Estado, dijo
Batlle;
“En primer término, se empe­
zará a destruir el prejuicio de
que el obrero no debe salir de la
miseria. Después, se aplicaría
siempre el producto de cada em­
presa a ella misma, cumpliéndo­
se así el principio que nosotros
sustentamos de que todo cuanto
una empresa del Estado produz­
ca debe aplicarse a dar más buen
servicio a sus clientes y a mejo­
rar la situación de los empleados
y obreros: por último, se haría
sentir a los servidores de cada
empresa las consecuencias de su
propia conducta cuando ella dis­
minuyese las utilidades o, pu-
diendo hacerlo, no las aumenta­
se, lo que no ocurriría si los obre­
ros de las empresas debieran ver­
se favorecidos o perjudicados por
la conducta de los de otra”.
 EL BATLLISMÓ 35

(Viene de la pág. 33).
Personal Secundaria de la Asisten­
cia Pública Nacional, publiqué en
una Revista de los Enfermeros del
Hospital Maciel, varios artículos
en los ■que encaraba un problema
similar, al que han dedicado su
atención los doctores Giudice y
Grauert y aún cuando me refería
ííit preferentemente en ellos al gremio
citado, señalaba la conveniencia de
extender las soluciones presentadas
a otras depedencias del Estado y
en mi pensamiento se hallaba pre­
sente, el Municipio, donde existían
muchos obreros en condiciones se­
mejantes a los de la A. Pública y
cuya situación conocía perfecta-
mehte por intermedio del doctor
Pazos, Médico de dicha repartición
én la fecha señalada. Y como prue­
ba de lo que antecede, voy a repro­
ducir uno de los párrafos iniciales
del primer artículo publicado con
dicho fin, en el N.'' 10 de la Revis­
ta Vida Hospitalaria, aparecido en
Agosto de y en el que me ex­
presaba en la siguiente forma:
“Debo anticipar, que las conside­
raciones que iré exponiendo, po­
drían aplicarse igualmente a otras
Instituciones dependientes del Es­
tado, pero es indudable que la na­
turaleza de algunas de ellas, como
la Asistencia Pública, exigen con
mayor apremio una amplia refor­
ma, concorde con la época demo­
crática en que vivimos y con la ele­
vada Legislación de que nos enva­
necemos.”
HI
. Han pasado ya tres años, que
desde las columnas de ese modes
to periódico de los Enfermeros del
Maciel, expuse mi manera de pen­
sar con respecto a un problema se­
mejante al que ponen en el tapete
los doctores Giudice y Grauert. Yo
lo relacionaba sobre todo con ,los
empleados secundarios de la A.
Pública; los doctores Giudice y
Grauert, con los Obreros encarga­
dos de la incineración de las basu­
ras dependientes del Municipio. Y
bien, en el fondo es el mismo asun­
to, tal como le trataremos de de­
mostrar, y a ambos le son aplica­
bles las mismas soluciones, que
considero deben ser más amplias y
generosas, que las mejoras en los
beneficios de la Jubilación.
IV
Desde hace varios años en las
Instituciones del Estado, se ha es­
tablecido como norma general, que
toda persona que desea ingresar
en calidad de empleado, deberá ser
sometido a un examen médico ge­
neral, siendo su resultado un fac­
tor fundamental para su acepta­
ción o rechazo. Es decir, que el Es-

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—Son innumerables las leyes de mejoramiento social que el País debe a la iniciativa y al esfuerzo del
Partido Batllista.
 36
tado exige a sus futuros subordi­
nados, una integridad fisica com- ’
pieta, garantizándose en esa fpr-
ma para el futuro.
Si esta medida, encierra un prin­
cipio lógico de orden administrati­
vo, es evidente que surge de ella
una consecuencia que parece ha-
3er pasado desapercibida y que el
Estado está en la obligación de te­
nerla muy en cuenta si quiere que
en todas sus decisiones impere la
justicia.
Desde que el Estado requiere
que sus empleados ingresen per­
fectamente sanos, es lógico supo­
ner que contrae la obligación de
protegerlos cuando estos se enfer­
men debido al trabajo que efec­
túan. Ahora bien, el Estado se ha
conformado con establecer el segu­
ro contra los accidentes de traba­
jo, con lof cual subsana la situación
de aquellos empleados que han te­
nido la desgracia de lesionarse en
el desempeño de sus obligaciones,
pero ño considera, estableciendo
una injusta excepción, como tales,
las enfermedades que puedan ad­
quirirse, ya sea por las malas con­
diciones en que se efectúa el tra­
bajo, o por la naturaleza pernicio­
sa del mismo. Y sin embargo, tan
accidente de trabajo puede consi­
derarse la fractura de una pierna,
que determina la pérdida de la mis­
ma, en un obrero de la Aduana, co­
mo la Tuberculosis que adquiere
un enfermero de la Asistencia Pú­
blica, en contacto permanente con
enfermos de esa clase, o la que ad­
quiere un obrero del Municipio
encargado de la incineración de
las basuras, por la pésima forma
en que debe ejercer sus funciones.
Esta injusta diferencia, que ha
escapado a la observación del Le­
gislador, es la que deseo poner
claramente de manifiesto y es la
que exige una modificación radi­
cal admitiendo como principio ge­
neral “Que todo empleado del Es­
tado que contraiga por la Índole del
trabajo que realiza o por las con­
diciones que lo efectúa, una afec­
EL BATLLISMO
ción de cualquier naturaleza, me­
rece la más amplia consideración
del Estado, equiparándolas a un
verdadero accidente de trabajo.”
Partiendo de esta base y dándo­
le el alcance general establecido, se
lograría reparar la angustiosa si­
tuación, que el doctor Giudice ha
palpado en el ejercicio de su co­
metido, como Médico del Munici­
pio ; se evitaría igualmente que
multitud de empleados de la Asis­
tencia Púhiica afectados de enfer­
medades serias, especialmetne de
Tuberculosis, tuvieran que morir
desamparados, minados no solo por
la enfermedad sino también por la
miseria; se impediría finalmente
que muchos otros obreros y em- .
plea dos de otras reparaciones del
Estado, sufrieran situaciones seme­
jante, por la razón sencilla de que
este ha olvidado de consignar entre
sus disposiciones, la que le obliga
á ser justo y humano con aquellos
que están a su servicio.
Pero, como a primera vista, las
manifestaciones anteriores po­
drían ser juzgadas por aquellos
que desconocen la severidad pro­
blema, como el producto de un
exceso de sentimentalismo, es
preciso que detallemos concreta­
mente las situaciones que se
crean con bastante frecuencia y
que especialmente el Médico está
en condiciones de apreciar en to­
da su magnitud.
Cerca de dos lustros de vida de
Hospital, me han permitido com­
penetrarme de la situación del
Personal Secundario de la Asis­
tencia Pública, cuyos componentes,
acechados de continuo por las afec­
ciones con que conviven, carentes
en absoluto de protección contra
las mismas, pagan con frecuencia
doloroso tributo a la negligencia
del Estado, que no ha sabido esta­
tuir leyes que los amparen.
Ha sido precisamente de la ob­
servación atenta de los hechos, que
Í íí^ " -
pude comprobar con toda exacti­
tud, cuando fui por el breve plazo
de dos meses Médico de los Em­
pleados de la Asistencia Pública,
que han surgido las ideas que ex­
preso en estas columnas y que han
dado cimiento a esta exposición.
Pero deseando dar una idea con­
creta del asunto, voy a referir uno
de los casos, que por otra parte,
son frecuentes, y que permitirán
hacer un juicio definitivo del mis­
mo.
Siendo Médico de Certificacio­
nes de la A. Pública, tengo que
examinar un empleado, que ya go­
zaba de licencias por razones de
salud. Presentaba lesiones claras
de Tuberculosis Pulmonar, contro­
ladas debidamente por el Labora­
torio y la Radiografía y en tales
circunstancias extiendo una licen­
cia por el término de seis meses,
convencido que en ese tiempo no
podría curarse, pero le aconsejo
volver al término de la misma.
Enterado de la licencia, el em­
pleado me plantea la siguiente si­
tuación :
Hace sólo cinco años que in­
gresó a la A. Pública y ya hace
nueve meses que tiene licencia
por enfermedad. De acuerdo con
las disposiciones corrientes las li­
cencias por enfermedad, se con­
ceden por el término de un año,
feneciendo el cual, el empleado
deberá reiniciar sus tareas. Si no
se halla en condiciones de hacer­
lo, debe acogerse a los beneficios
de la Jubilación, siempre que ten­
ga qomo mínimo diez años de
servicio; en caso contrario es
exonerado de su puesto.
En este caso, el empleado no
])odía jubilarse, por no tener el
tiempo suficiente y estaba en la
angustiosa situación de tener que
volver enfermo a sus tareas, ya
que pesaba sobre él la amenaza
de la destitución, lo que signifi­
caba la más cruenta miseria para
si y los suyos.
Y bien, este hombre, ingresó
a la Institución ,en perfectas con-
 diciones de salud; la índole de' sus
tareas, así como la mala forma
en que la realizaba le provocó
una enfermedad grave, un verda­
dero accidente de trabajo, y sin
embargo el Estado está exempto
de responsabilidad en casos seme­
jante, por no existir una disposi­
ción que corrija tan inhumana si­
tuación.
Pero supongamos que ese em­
pleado hubiera tenido diez o doce
años de servicio y se hubiera podi­
do acoger a la jubilación, que de
acuerdo con ese tiempo correspon­
dería a un tercio de su sueldo. ¿Es
justo, qué un empleado que ha de­
jado en el trabajo, el don más pre­
cioso de todo ser humano, la salud,
reciba comp pago a su sacrificio,
el tercio de un sueldo de .$ 50, en
tan precarias condiciones?
Este caso, con diferencia de
matices, se repite a menudo y no
es preciso, e-v?ocar sentimientos
humanitarios para comprender la
enorme injusticia social que se
comete en semejantes circunstan­
cias.
Estos mismos hechos ha podi­
do apreciar seguramente el Dr.
Giúdice como Médico Municipal
y las numerosas situaciones simi­
lares que ha tenido que resolver
lo han llevado a elevar su protes­
ta contra ese estado de cosas y su
iniciativa tiende a aliviarlo, pero
como el lo manifiesta, está muy
lejos de resolver ese complicado
problema.
Existen múltiples argumentos,
para justificar la necesidad de es­
tablecer en forma definitiva la
protección del Estado a los em­
pleados que se enferman a su ser­
vicio. Bastaría revisar las esta­
distas de los empleados fallecidos,
especialmente en la Asistencia
Pública, por enfermedades con­
traídas en la Institución (y creo
que algo semejante debe ocurrir
en el Municipio) para convencer­
se de lo afirmado anteriormente.
VI
La elevada Legislación Social
de nuestro país, que se ha enri­
quecido en estos últimos años por
la acción generosa y altruista del
Partido Batllista, exige la solu­
ción ecuánime del problema que
hemos presentado.
Si las numerosas Leyes de
Trabajo promulgadas, han logra­
do humanizarlo, disminuyendo su
amplitud, elevando los .salario.s,
creando los descansos necesarios,
es preciso contemplar también la
situación de los empleados en*
fermos, debido a las tareas que
desempeñan y establecer la más
amplia protección para ellos y su
familia.
Nadie podrá discutir que una
enfermedad contraída en el tra­
bajo o por el trabajo, no sea simi­
lar a un accidente traumático
ocurrido en el mismo y el Estadp,
que no puede ser el patrón egoís­
ta, que antepone su conveniencia
personal a cualquier otra cosa,
debe buscar la fórmula capaz de
corregir este déficit de su Legis­
lación.
VII
Partiendo de los conceptos ex­
puestos, podrían formularse las
siguientes conclusiones:
I.” — Todo empleado del E sta­
do, que contraiga una afección
determinada por el trabajo que
desempeña, recibirá la máxima
protección por parte de éste.
(Viene de la pág, 34).
OPINIONES DE BATELE SO-
BRE LAS HUELGAS
(Artículos escritos en el año 1896.
“Simpatizamos con las huelgas.
“Cuando una se produce, y se
produce bien, de una manera re­
flexiva, con probabilidades de éxi­
to, con elementos de resistencia
que ponen verdaderamente en ja­
que a los patrones, nos decimos;
he ahí los débiles que se hacen
fuertes y que, después de haber
implorado justicia, la exigen. Y
nos olvidamos de que estamos
más bien, enrolados en el número
de aquéllos, para sentir como pro­
letarios, y soñar con un estado
político en que la riqueza se halle
mejor repartida y pesen de ma­
nera más equitativa que ahora,
sobre grandes y chicos, las fati­
gas del trabajo social”. (EL DIA
enero 3 de 1896).
“Entre nosotros el movimien­
to obrero debe ser considerado
como el advenimiento del pueblo
trabajador a la vida pública, y así
visto ese movimiento adquiere
una importancia nacional. Va a
entrar en la vida pública, en efec­
to, esa enorme masa de hombres
que había creído hasta ahora que
su interés consistiría, y su deber,
en trabajar en silencio, ajenos a
toda agitación popular, en la es­
trecha esfera de acción en que
ejercían su oficio”.
“He aquí una clase social nu­
merosísima, y poderosa por tan­
2. V — Mientras persista su
afección, cualquiera sea el tiempo,
que lleve de servicio y la duración
de la imposibilidad para el traba­
jo controlada periódicamente por
el Médico, el empleado recibirá
la asignación correspondiente a
su sueldo habitual.
3. ®— En caso de producirse el
deceso del empleado por la cau­
sal señalada, el Estado, pasará
una pensión a las personas me­
nores de edad o ancianos que es­
tuvieran bajo la protección del
fallecido.
4. ’ — El Banco de Seguros del
Estado, se encargará de dar cum­
plimiento a estas disposiciones,
mediante los recursos que cree
para dicho fin el Poder Legisla­
tivo.
Lorenzo S, Mussio.
to, que había vegetado hasta aho­
ra entre nosotros sin que se preo*'
cupase sólidamente de sus inte­
reses, sin dar muestras de vida, y
que, de pronto, despertada por el
rumor de la lucha que sostiene
esa misma clase social en casi to­
das las naciones del mundo civi­
lizado se dispone a hacer valer
sus aspiraciones y derechos de
una manera inteligente y eficaz.
“El capitalista puede esperar,
puede sostener muchos días, y
meses, privado del trabajo de uno,
de varios o de numerosos obre­
ros : eso le causará, acaso, algún
quebranto en las utilidades, pero
no lo sume en la miseria, no lo
priva de su pan, del pan de .cu mu­
jer, del pan de sus hijos. Con al­
guna mortificación puede, pues,
resistir.
Para el obrero aislado no hay
resistencia posible: al segundo,
al tercer día, el hambre golpea a
su puerta, la desolación se adue ­
ña de su hogar y tiene que ir, do­
blando la frente de humillación y
dolor, a aceptar aquel-mismo pre­
cio que antes habia rechazado, o
menos aún si el empresario quie­
re imponerle esa vejación más.
¿Qué hacer para modificar una
situación asi?
Constituir fuerzas; crear po­
tencias que en momentos dados
puedan oponer una resistencia
eficaz a la de los otros de su gre­
mio; frente a la fuerza pecunia­
ria acumulada por el patrón, pre­
sentar la fuerza de trabajo acu­
mulado por la asociación.
 38 EL BATLLISMO

La supresión de los impuestos que gravan al trabajo

Continuamos la publicación del notable discurso pronunciado por
el señor Ratlle y Ordóñcz en la Convención del Parti­
do, sobre la necesidad y justicia de suprimir los impues­
tos que jrravan al trabajo nacional. (Véase nuestro nú­
mero anterior)
Señor Batlle y Ordóñez. — Los principios que he y va siendo mayor no siempre cuando mayor es la ca­
propuesto que se incorporen al programa del partido, pacidad de pagar de aquel a quién se grava .
no tienen por objeto determinar el cuantum ni la La herencia, la tierra, son gravadas con dificultad.
forma de los impuestos. Es más fácil establecer un impuesto a la aduana, que
Hay entre nosotros, en nuestra misma agrupación, los que han de percibir o han de dejar grandes heren­
una desorientación completa sobre la fuente en que cias, son personas relacionadas con los que hacen las
deben buscarse los recursos necesarios para cubrir las leyes, y que pueden hacer oir, por tanto, sus razones.
necesidades sociales. Con frecuencia, además, los grandes terratenientes,
Cuando se proyecta una mejora, una obra cualquie­ los grandes propietarios tienen sus abogados en el
ra, y, como es natural, se requieren recursos para seno del Cuerpo Legislativo que aparentan defender
realizarla, se echa mano de lo primero que se presen­ el interés en,general como diputados, pero que en
ta a la imaginación: y, desgraciadamente, con fre­ realidad suelen defender, como abogados u hombres
cuencia, se busca el recurso necesario, no en las fuen­ de negocios, el interés de aquél que los ha encargado
tes más abundantes y donde podrían obtenerse con de los suyos.
más facilidad y con menos dolor para los que tienen Es una inmoralidad; pero esa inmoralidad ha apa­
que abonarlos, sino en las fuentes escasas y gravan­ recido en el Cuerpo Legislativo con toda evidencia.
do a menudo a los necesitados. No hace mucho, cuando se trataba de las enormes
Revisando los impuestos de patentes, he notado sumas que quería cobrar la Empresa Berlan al Esta­
que el que pone un escritorio para hacer copias a má­ do, se vino a descubrir que uno de los que con más
quina de escribir, tiene un impuesto y que se va aún empeño la sostenía en el Cuerpo Legislativo y se opo­
más lejos: el que vende helados en verano a los niños nía a que se restringiese la suma que quería cobrar,
que reparten los diarios, tiene otro impuesto. Des­ era un procurador a sueldo a su servicio, procurador
pués el impuesto se extiende a todos los que trabajan indirectamente afecta a todos, mucho más fácil esta-

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M O N T E V I D E O
 EL BATLLISMO

blecer un impuesto al trabajo, que establecer un im­

puesto a la tierra o un impuesto a la herencia.
La razón es simple: los propietarios de la tierra y
encargado de sus asuntos ante los jueces, que proyec­
taba hasta el recinto de las leyes la tarea de que es­
UVAL I
taba encargado. — (Aplausos) JU G O DE UVAS
El trabajo, por lo genera!, en nuestro país, es débil;
no tiene con frecuencia representantes ocultos u os­
tensibles ante las autoridades. Son pocos los hom­
bres que por medio del trabajo hacen gran fortuna y
por eso es más fácil crear impuestos al trabajo.
Yo he querido, pues, con el proyecto que he presen­
tado, y que ha hecho suyo el Comité Ejecutivo, que
nuestra agrupación estudie cuáles son las fuentes en
que deben buscarse los recursos necesarios para aten­
der a los servicios y obras que realice el Estado, y
es por éso que mi proyecto se limita a indicar las
fuentes que deben preferirse para extraer de ellas
esos recursos..
Por lo pronto yo propongo que el trabajo sea en
absoluto exonerado de impuestos.
El trabajo es siempre beneficioso para la sociedad.
Si extendemos la vista a la superficie de la tierra,
veremos que la naturaleza da el aire, la luz, el agua y
algunos frutos, pero que todo lo que representa el
bienestar para el hombre, las ciudades, los puertos,
los canales, los caminos, los puentes, los telégrafos,
los ferrocarriles, todo lo que constituye la civiliza­ EL MEjOR TONICO NATURAL
ción, es la obra del trabajo. Los mismos dones de la
naturaleza no se obtienen sin trabajo, porque es pre­
ciso. casi siempre necesario, extraerlos de donde se
encuentran, transportarlos, ponerlos al alcance del
Carlos Sapelli y Hno.
consumidor y todo eso es un trabajo.
Así pues, aunque se exonere de impuestos al trabajo,
la contribución grande que deberá exigirse a la he­
este pagará esa generosidad con creses, porque su rencia, si predominan en la dirección del país parti­
obra será siempre grande y siempre pasará de una dos como el nuestro.
generación a la otra y acabará por constituir la ver­ El Dr. Acevedo Alvarez nos hablaba de un impues­
dadera riqueza social, la base del bienestar del hom­ to escalonado; pero ese impuesto seria siempre pe­
bre, de su adelanto y de su cultura. queño, y perjudicial en el momento en que se apli­
El Dr. Acevedo Alvarez hacía notar que, en Euro­ case.
pa el trabajo era exonerado de la mitad de los im­ Si la sociedad hace sus cuentas bien y calcula lo que
puestos que se obtienen de otra fuente. Quiere decir que en toda obra humana ha puesto, lo que de toda obra
allí se ha sentido esa necesidad y a pesar del espíri­ humana le corresponde por el concurso que le ha
tu conservador que predomina casi siempre en las na­ prestado, ha de considerar que los impuestos que
ciones Europeas, se ha reconocido esta bondad excep­ actualmente se cobran al trabajo y que yo propongo
cional del trabajo, que no se encuentra en ninguna que se supriman, serian todavía pequeños si real­
otra parte. mente se le quisiese hacer pagar algo que esté en
Yo estoy seguro de que si lo instasen al Dr. Ace­ relación con los beneficios que de la Sociedad recibe.
vedo Alyarez, el creería que deberíamos ir algo más Yo no he propuesto, pues, un impuesto durante la
adelante^ue los Europeos y por lo menos nos con­ vida del que trabaja, porque pienso que debe esti­
cederla unas tres cuartas partes de exensión del im­ mularse su actividad; pero si propongo que cuando
puesto, en favor del trabajo; pero yo no le pido que el trabajador cese de existir, la Sociedad se apropie
lo haga, porque si él lo hiciera, el valor de sus argu­ una parte considerable de lo que deje.
mentos quedaría, por ese hecho, reducido en tres Esto es lo fundamental de lo que he manifestado
cuartas partes. El mismo reconocería que habría que respecto al impuesto del trabajo.
reducir su valor en esa proporción. Ya ha hecho bas­ Se han hecho algunas observaciones. Se ha dicho
tante, en mi concepto, con admitir que se reduzca a que los que no dejan nada al morir, no retribuyen a
la mitad. la Sociedad el concurso que la Sociedaad le ha pres­
Esa reducción de la contribución del trabajo que­ tado; y eso es verdad. Si alguien ha trabajado y ha
dará enormemente compensada, por otra parte, con obtenido beneficio considerable, y al desaparecer de la

—Todo batllista está en el deber de interesarse, enterándose, de como cumplen los representantes
del Partido en los organismos de gobierno con los dictados del programa partidario.
 40 EL BATLLISMO

tierra o de la vida nada deja, ese ha utilizado los servi­ ve al trabajador se vería probablemente muy dismi­
cios sociales sin retribuirlos, ha consumido todo lo que nuida.
Además, el Dr. Acevedo Alvarez nos decia: “No
ha producido, y lo ha ayudado a producir la Socie­ gravaremos las posibilidades del trabajo: gravare­
dad. Pero yo creo que es preferible a este impuesto mos solamente esas satisfacciones que el trabaja­
que parece justo que se aplique a los que trabajan,
viven y gozan y nada dejan; considero que es más dor ha llegado a darse.” ¿Pero quién puede asegu­
conveniente renunciar a él, que aplicarlo a todos, rar que teniendo que pagar el impuesto el traba­
jador, renunciaría a sus satisfacciones para aplicar
porque no sabemos qué traba ha de poner ese im­ todos sus recursos al trabajo? Lo posible es que
puesto al trabajo. ocurriese lo contrario porque cuando un hombre se
Es posible que un impuesto creado con el objeto
ha habituado a cierta manera de vivir, difícilmente
de impedir que alguien abandone la existencia sin renuncia a ella porque casi siempre le es imposible
haber contribuido con algo al sostén de la Sociedad, hacerlo, por todo lo que lo rodea y por sí mismo.
detuviese la actividad de muchos; hiciese fracasar a Ese impuesto a lo supérfluo, gravaría proba­
muchos y diese, así, pésimo resultado.
Al señor Acevedo Alvarez no lo complacía que blemente lo necesario, es decir, aquello que en la So­
un hombre que hubiese destinado su vida al traba­ ciedad está vivamente interesada, que es la activi­
jo, hubiera trabajado con éxito, pudiera darse satis­ dad industrial.
facciones, y consideraba que, por lo menos a ése que (Continuará en el próximo número)
por la exterioridad de su vida demostrase que no
todos sus recursos los aplicaba a extender su ges­
tión, se le hiciesg extensivo el impuesto. Yo creo que
siendo tan beneficioso los resultados del trabajo no
deben cercenarse las satisfacciones a quiénes lo
producen. Un hombre que ha trabajado y que pue­
de vivir cómoda, lujosamente, cuando su negocio, su
trabajo, le da el resultado que él esperaba, es un es­
timulo para la actividad de los demás. Lo que guía
a un hombre a destinar su tiempo a una actividad
productora, es el empeño de satisfacer sus ne­
cesidades de realizar sus aspiraciones, de ayudar a
las personas a quienes profesa simpatía y conside­
ra dignas de esa simpatía; y si la Sociedad o el Es­
tado, que es lo mismo en este caso, no se preocupase
sino de saber quién se da alguna satisfacción para
hacer llegar hasta él el impuesto, la fuerza que mue­

^ CASA DE NEUMATIC^OS

T a lle r do R e p a ra c ió n y V u lc an iza c ió n
L U B R I F I C A N T E S Y N A F T A

AVDA. 18 DE JULIO, 1480

T e lé fo n o ; L a U ru g a a y a , 3 2 7 4 • C o lo n ia
M O N T EV ID E O
E n t r e M éd an o s y V ázquez

El Batllismo aspira a que se destinen sumas de consideración a la adquisición de tierras por el Es­
tado y a que estas se arrienden o alquilen al mejor postor y con el producido de ese alquiler o arren­
damiento se adquieran nuevas tierras.

El Batllismo ha realizado en el país el más vigoroso esfuerzo en favor de la cultura popular, hacien­
do gratuita la enseñanza, creando la Universidad de Mujeres, los Cursos Nocturnos, los Liceos De­
partamentales, etc.
 r?

F A M I LI A S :
Si usted desea presentar una
buena mesa pida a su proveedor
productos de
BERTONi Hnos.
Los f i a m b r e s que f a b r i c a n
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tevideo,
Las conservas f abr i c adas por
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aceptadas.

tk
 K r ..1

lollle I la laoallilaa alacloral

IHIIIIUIIIIIIIIIIIIIlillllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllilllllllllllillllllllllllllllllllllilllilllliliilill

Eu su programa de gobierno de 1903 dijo Batlle: “ El re­

medio de todos nuestros males es la libertad, la legalidad electo- I

ral. He aquí el gran acuerdo, el acuerdo obligatorio al que esta­

mos todos en el deber de someternos. Ese es el pacto de unión r
de concordia que periódicamente debemos realizar. Esa sería la
tarea: hacer una verdadera legalidad desde el principio del pro­
ceso electoral hasta su fin, desde la instalación de las mesas
inscriptoras hasta los más altos fallos de los tribunales, respetar
j hacer respetar en toda su amplitud y en todas sus consecuen­
cias los resultados del sufragio”.

La conducta del Batllismo se ha mantenido siempre eu

cuadrada en las normas que ordena ese principio. Pruebas; cuan­
do llamó a las urnas al nacionalismo derrotado en la revolución
de cuya provocación injusta la Historia lo muestra responsable
y de cuya aversión no se puede estar seguro a juzgar por los
aprestos belicosos actuales del caudillejo Nepomuceno; cuando
exigió la anulación de los viejos registros preñados de inscripcio­
nes fraudulentas y logró por su iniciativa y empeño la formación
de otros nuevos más exactos; cuando, al integrarse la Corte
electoral con mayoría parcial empresista, pugnó por la integra­
ción normal de esc Cuerpo como mejor manera de garantizar el
desarrollo correcto, de las actividades preparatorias a los actos
comiciales y la imparcialidad de los fallos sobre los resultados de
los mismos.
Es de esperarse que para Abrü, que es, en definitiva, para
cuando se ha aplazado la reforma que la justicia y la cordura •
reclama, se mostrará el Empresismo respetuoso de aquéllas ideas
que traducen el vivo anhelo de perfeccionar las Intituciones.

Sv