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Bauer Bruno y Karl MArx - La Cuestion Judia
Bauer Bruno y Karl MArx - La Cuestion Judia
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LA CUESTIÓN JUDÍA
ISBN 978-84-7658-906-9
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1. Esto lo vio bien Carl Schmitt que tenía entre sus libros las obras anota-
das de Bruno Bauer, cf. M. Tomba, 2004, «La questione ebraica: il problema
dell’universalismo politico», en Bruno Bauer, Karl Marx, 2004, La questione
ebraica, a cura du Massimiliano Tomba, Manifestolibro, Roma, 10, nota 3.
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4. Vide infra el apartado I del texto de Bauer La Cuestión Judía, pp. 6 y ss.
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10. Y si una cosa tiene clara Bauer es que «la libertad no puede ser ni supli-
cada ni regalada sino conquistada», citado por Tomba, 2004, 28, nota 90.
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11. Estas citas pertenecen al párrafo titulado «Los derechos del hombre y
el Estado cristiano» (vide infra, pp. 21 y ss.).
12. Sobre este punto insiste M. Tomba, 2006, 28, y remite para mayor desa-
rrollo a M. Tomba, 2002, Crisi e critica in Bruno Bauer. Il principio di esclusione
come fondamento del politico, Bibliopolis, Nápoles, 135-136 y 138 y ss.
13. Citado por Tomba, 2004, 38.
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16. Las citas de este párrafo se encuentran infra, pp. 140, 138.
17. Es la misma crítica que hace Jacob Taubes a Carl Schmitt: mientras que
a Taubes le interesa lo que hay de político (mesiánico) en la religión, a Schmitt
lo que le fascina es reducir la política a teología, cf. Reyes Mate, 2006, «Retra-
sar o acelerar el final. Occidente y sus teologías políticas», en Reyes Mate y J.A.
Zamora (eds.), Nuevas teologías políticas, Anthropos, Barcelona, 27-65.
18. K. Marx-F. Engels, 1967, Die heilige Familie, Europäische Verlagsan-
talt, Frankfurt, 115. [Trad. cast.: La Sagrada Familia. O crítica de la crítica
contra Bruno Bauer y consortes, Akal, Madrid, 1977.]
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20. Luigi Ferrajoli, «De los derechos del ciudadano a los derechos de la
persona», en H.C. Silveira Gorki (ed.), 2000, Identidades comunitarias y de-
mocracia, Trotta, Madrid, contradice la interpretación marxiana de «ciuda-
dano» y de «hombre» al sostener que «los revolucionarios de 1789, cuando
hablaban de hommes, pensaban evidentemente en los citoyens franceses y
proclamaban los derechos fundamentales como droits de l’homme y no como
droits du citoyen para atribuirles, al menos externamente, mayor universali-
dad» (246), o sea, que «ciudadano» y «hombre» tendrían los mismos dere-
chos pero la ventaja de hablar de «hommes» es que así se dejaba bien claro
que esos derechos eran los de todo hombre. El inconveniente que tiene esta
interpretación es que no se corresponde con ninguna realidad y no ha fun-
cionado en ningún lugar. Cada vez que el hombre se presenta con el mero
título de ser humano, nadie le reconoce ningún derecho «ciudadano». La
interpretación de Marx es la realidad. Hasta el propio Ferrajoli lo reconoce
al final de su escrito: «los derechos (del hombre) se han convertido en dere-
chos de la ciudadanía, exclusivos y privilegiados, a partir del momento en
que se trató de tomarlos en serio y de pagar su coste» (248).
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todas las capas sociales del imperio sin que se corra el riesgo de que la cons-
titución se venga abajo». Infeliz, pues, el Estado cuyas normas fundamenta-
les, que afectan al ciudadano, no respondan a los derechos humanos, que
son los derechos de todo hombre, en M. Mendelssohn, 1988, «Acerca de la
pregunta ¿a qué se llama ilustrar?», en VV.AA., ¿Qué es la ilustración?, Tec-
nos, Madrid, 5-6.
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22. Engels lo explica bien: «el Estado, nacido para tener a raya los antago-
nismos de clase, surge históricamente en el seno de un conflicto de clases y
es, por lo general, el Estado de las clases económicamente dominantes y que
así devienen políticamente dominantes. De este suerte consigue un nuevo
instrumento para someter y explotar a la clase oprimida», F. Engels, 1970,
Der Ursrpung der Familie, des Privateigentums und des Staats, Dietz Verlag,
Berlín, 193. [Trad. cast.: El origen de la familia, la propiedad privada y el Esta-
do, Fundamentos, Madrid, 1970.]
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25. Para explicar esta compleja relación entre Estado y demos, Abensour
recurre al concepto feuerbachiano de «reducción», Abensour, 1997, 61.
26. Antonio G. Santesmases, ya en Marxismo y Estado, Centro de Estu-
dios Constitucionales, libro publicado en 1986, intenta salvar ese «momento
político» del marxismo consistente en reconocer, sin absolutizar, la impor-
tancia del Estado.
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27. Para Feuerbach «el ser divino no es más que el ser del hombre libera-
do de los límites del individuo, es decir, de los límites de la corporeidad y de
la realidad, y objetivado, o sea, contemplado y adorado como un ser distinto
de sí», Fusaro, 2007, 6.
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28. «El dinero es el celoso Dios de Israel ante el cual no puede prevalecer
ningún otro Dios» (vide infra, p. 160).
29. «Lo que Marx muestra es que la privación a los judíos de los derechos
civiles es una anomalía ya que ellos son de por sí miembros activos de la
sociedad civil, es decir, de la burguesía. Los judíos han jugado un papel histó-
rico en el desarrollo del crédito y de la banca», en Jacques Aron, 2005, Karl
Marx, antisemite et criminel?, Didier Devillez Editeur, Bruselas, 65-66.
30. «El judío se ha emancipado a la manera judaica, no sólo al apropiarse
del poder del dinero sino por cuanto que a través de él y sin él el dinero se ha
convertido en una potencia universal y el espíritu práctico judío en el espíri-
tu práctico de los pueblos cristianos» (vide infra, p. 158). La emancipación
mediante el dinero no significa sólo lograr reconocimiento social por la for-
tuna, sino aprovechar el dinero para la promoción cultural y científica, cf.
Aron, 2005, 52.
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35. Reyes Mate, 1997, Memoria de Occidente, op. cit., 169 y ss.
36. Citado por Bensaïd, 2006, 104.
37. Esta transformación en H. Arendt, 2000, Orígenes del totalitarismo 1
(Antisemitismo), Alianza Editorial, Madrid.
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38. K. Marx, 1953, Grundrisse der Kritik der politischen Okonomie, Euro-
päische Verlagsantalt, Berlín, 891 y ss.
39. R. Rosdolsky, «La Nouvelle Gazette rhénane et les juifs» (1947), edita-
do en Bensaïd, 2006, 171. Rosdolsky, dirigente comunista ucraniano, de ori-
gen judío, perseguido por el nazismo y el estalinismo, descubrió Los Manus-
critos de 1857-1858.
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43. Del que ya me he ocupado en Reyes Mate, 2003, «El Nathan de Les-
sing y el Nathan de Rosenzweig», en VV.AA., Religión y tolerancia, Anthro-
pos, Barcelona, 15-39.
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47. Esta opinión es compartida de alguna manera por Shlomo Ben Ami.
Ante el Parlamento español, 27 de enero de 2007, explica que Israel «es prisione-
ro de una paranoia: la memoria de la Shoah... Si la nación más fuerte del Próxi-
mo Oriente habla en cada guerra y ante cada amenaza de vuelta de la Shoah,
somos nosotros mismos quienes frivolizan la Shoah» (Bensoussan, 2008, 286).
48. Jacques Rancière, 2005, La haine de la démocratie, La Fabrique édi-
tions, París.
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REYES MATE
Investigador en Filosofía/CSIC
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Bruno Bauer
LA CUESTIÓN JUDÍA
(DIE JUDENFRAGE)
Karl Marx
Bruno Bauer
INTRODUCCIÓN
I
FORMULACIÓN CORRECTA DE LA CUESTIÓN
¡Ved, exclaman, en qué paró España una vez que sus ma-
jestades muy católicas condenaron a la población judía al
exilio, a una población industriosa, activa y esclarecida!
Ahora bien, España no declinó porque le faltara la pobla-
ción judía, sino porque la intolerancia, la falta de libertad y el
espíritu de persecución constituían el principio de su gobier-
no. Ella declinó por su propia culpa. Debía declinar bajo la
presión de esos principios, aun si toda la población judía hu-
biera permanecido dentro del Imperio. La situación de Fran-
cia, ¿se habría hecho desesperada porque la revocación del
Edicto de Nantes empujó al exilio a legiones de hugonotes?
¡No!, la arbitrariedad de su gobierno, la consolidación de
los privilegios de los estados, la puesta bajo tutela del pueblo,
las exenciones de que gozaban la nobleza y el clero, eso y sólo
eso llevó a Francia a encontrar una solución únicamente en
la revolución. Quién sabe si los limitados hugonotes habrían
contribuido particularmente a la liberación de su patria: en
resumidas cuentas, Francia prescindió de ellos.
También España se liberó sin los judíos de la opresión del
catoliquísimo gobierno y la cuestión consiste más bien en
saber si, de haber permanecido en España, habrían aportado
una colaboración importante a esa liberación.
Si los Estados cristianos son únicos responsables de la
caída y el ascenso de su poderío, aun cuando los judíos inter-
vengan, la manera como eso se produce está prescripta por el
principio del Estado cristiano y podemos, por lo demás, exi-
mirlos del reproche de haber causado la ruina de un Estado,
por ejemplo, de Polonia.
Polonia
La sociedad burguesa
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El número de criminales
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El comportamiento de la conclusión
con relación a su hipótesis
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CONSIDERACIÓN CRÍTICA DEL JUDAÍSMO
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III
LA POSICIÓN DEL CRISTIANISMO
CON RELACIÓN AL JUDAÍSMO
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IV
LA POSICIÓN DE LOS JUDÍOS
EN EL ESTADO CRISTIANO
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CONCLUSIÓN
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VI
LOS JUDÍOS FRANCESES CON RELACIÓN A
LA RELIGIÓN DE LA MAYORÍA DE LOS FRANCESES
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VII
DISIPACIÓN DE LAS ÚLTIMAS ILUSIONES
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El judaísmo ilusorio
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1. En francés en el original.
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La ilusión fundamental
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Conclusión
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Bruno Bauer
* Bruno Bauer, Die Fähigkeit der heutigen Juden und Christen, frei zu
werden. Veintiún pliegos desde Suiza. Editados por Georg Herwegh, Zurich
y Winterthur, 1843, pp. 56-71.
© de la traducción: Jorge Navarro Pérez.
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Karl Marx
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¿Y la sureté?
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II
CAPACIDAD DE LOS ACTUALES JUDÍOS
Y CRISTIANOS PARA SER LIBRES*
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TEXTOS
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