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LA POLÍTICA FISCAL
La política fiscal es el conjunto de intervenciones que realiza el sector público en los
gastos e ingresos públicos para incidir en el nivel de actividad y tratar de moderar los
ciclos económicos y los desequilibrios macroeconómicos (inflación, paro, déficit
exterior, etc.).
La política fiscal se ejecuta a través del gasto público y los impuestos tratando de incidir
en el nivel de gasto privado (consumo e inversión) de la economía. El gasto agregado o
demanda agregada de una economía es igual a la suma del consumo (C), inversión (I),
gasto público (G) y las exportaciones netas (X-M):
DA = C + I + G + (X-M)
El gasto público está constituido por las compras de bienes y servicios (bienes y servicios
de consumo e inversiones en capital fijo) por parte del sector público. No incluye las
transferencias (pensiones o seguros de desempleo) que, a efectos de la incidencia de la
política fiscal en el gasto privado, operan como si fuesen un impuesto negativo.
Los instrumentos claves de la política fiscal son:
a) Instrumentos discrecionales
• Gasto público
• Transferencias
• Impuestos (directos)
Se denominan discrecionales porque el Estado tiene la libre potestad de decidir
sobre ellos, es decir, de modificar su importe de manera deliberada, sin
restricciones (más allá de la preceptiva aprobación parlamentaria).
Los inconvenientes fundamentales que presentan como mecanismo para luchar
contra las recesiones son los dilatados procesos legislativos y burocráticos que a
veces requiere su tramitación desde que se decide realizar el gasto hasta que
realmente se ejecuta. Por otra parte, el auge de las ideas liberales en las últimas
décadas, relegó a un segundo plano las políticas fiscales activas o discrecionales
y, a su vez, han ido ganado espacio institucional las prácticas destinadas a limitar
el grado de discrecionalidad de los gobiernos, sometiendo su actuación en
materia fiscal a reglas restrictivas aplicadas a aspectos tales como el nivel
máximo de déficit público, deuda pública, techo de gasto, etc. No obstante, las
dos últimas grandes crisis económicas (la financiera de 2008 y la del coronavirus
de 2020) han relanzado y situado en primer plano las políticas fiscales activas.
b) Estabilizadores automáticos
Además de los instrumentos fiscales discrecionales, hay otros instrumentos de
carácter automático, que actúan sobre el gasto agregado, independientemente
de las decisiones del gobierno en una coyuntura concreta. Son los denominados
estabilizadores automáticos, que son gastos e ingresos públicos que cambian sus
niveles mecánica y automáticamente con las variaciones de la actividad
económica, y producen por ello cambios en el nivel de gasto agregado.
Tienden a atenuar las oscilaciones de las recesiones y expansiones de la
demanda, es decir, a suavizar los ciclos económicos, y van contra la tendencia
del ciclo: compensan la caída del gasto cuando el PIB real disminuye y
contrarrestan el gasto cuando el PIB real aumenta.
Los principales estabilizadores automáticos son:
• Impuestos (directos)
Además de poder ser modificados discrecionalmente por parte del
gobierno, los impuestos, una vez establecidos, afectan de manera
automática a la recaudación de ingresos por parte del Estado a medida
que se producen cambios en el nivel de actividad económica. La
recaudación del impuesto sobre la renta depende del nivel de ingresos
de los trabajadores y del nivel de empleo, y éstos se modifican con las
recesiones o expansiones de la economía. Los cambios en el ciclo
económico también alteran los ingresos de las sociedades y, por tanto,
los pagos de impuestos que abonan al Estado.
En resumen, los ingresos de los impuestos, manteniendose constantes
los tipos impositivos, aumentan con la expansión económica y se
reducen con la recesión, por lo que actúan en sentido contrario al ciclo
económico: contribuyen a reducir las expansiones y a paliar las caídas en
las recesiones, proporcionando más estabilidad, es decir, ayudan a que
las oscilaciones del ciclo económico sean más suaves.
• Transferencias estatales como seguros de desempleo, ayudas al
bienestar social, subvenciones a empresas, etc.
Estas transferencias se modifican automáticamente dependiendo del
nivel de actividad económica. Si hay recesión en la economía, aumentan
los parados y las personas y empresas que necesitan ayudas, lo que hace
que aumenten las prestaciones y, con ello, se suaviza la caída de la
demanda agregada, y se modera la recesión económica. En el caso de
una expansión de la economía, se crea más empleo, mejoran las rentas
de la población y los ingresos de las empresas, por lo que son necesarias
menos ayudas y los estabilizadores actúan en sentido inverso atenuando
la recuperación de la economía.
El efecto de los estabilizadores sobre las cuentas públicas es mayor en
los países que tienen políticas públicas más extendidas y en los que el
porcentaje de impuestos sobre el PIB es mayor.
El saldo de las cuentas públicas
o Superávit público
Se produce superávit cuando los ingresos son superiores a los gastos. Tiene como
efectos que contrae la demanda agregada y, por tanto, la producción y el
empleo. En sentido inverso, permite reducir la deuda pública y los pagos de
intereses de la deuda, lo que libera recursos que el Estado puede aplicar al
aumento de otros gastos o a la reducción de impuestos.
o Déficit público
Es el resultado de un nivel de gastos superior al de los ingresos. El mayor gasto
contribuye a una expansión de la demanda agregada que favorece el crecimiento
de la producción y el empleo, pero requerirá financiación e implicará un aumento
de la deuda y del pago de intereses.
Podemos distinguir diferentes tipos de déficit:
• Déficit cíclico
Es el que es debido al ciclo económico. Corresponde al deterioro de las
cuentas públicas producido por la actuación de los estabilizadores
automáticos ante una disminución de la actividad económica, que
acaban generando:
- menores ingresos al disminuir el empleo y los ingresos de la
población
- mayores gastos por seguros de desempleo, ayudas familiares,
subvenciones a empresas, etc
El déficit público tiene un componente cíclico y otro estructural y para su
estimación hay que descomponer el PIB entre su componente cíclico y su
componente tendencial (PIB potencial).
• Déficit estructural
El que no está relacionado con:
- factores cíclicos (auge o recesión de la economía)
- ni gastos de carácter extraordinario
Es el que se produciría cuando la economía estuviese en su nivel de
producción potencial, es decir, el nivel máximo de producción que no
genera tensiones inflacionistas. La diferencia entre el déficit registrado
en un ejercicio y el déficit estructural sería el déficit cíclico.
La normativa europea (Pacto de Estabilidad y Crecimiento y su reforma
mediante el paquete de six-pack, de diciembre de 2011) establece, con
el fin de evitar la insostenibilidad de las finanzas públicas, un límite
máximo para el déficit estructural de cada país del 0,5 % del PIB. España
abordó en 2011 una polémica reforma del artículo 135.2 de la
Constitución para adaptarse a la normativa europea, y en 2012 aprobó
una Ley Orgánica que estableció un límite ligeramente más estricto del
0,4%, que entraría en vigor a partir de 2020. No obstante, las especiales
circunstancias de la crisis del coronavirus hicieron que se pospusiese
dicho objetivo.
• Déficit primario
Es el que resulta de la diferencia entre los gastos e ingresos públicos, sin
contar el pago de intereses de la deuda pública. Es igual al déficit total
menos el pago de intereses de la deuda pública. Se trata de extraer del
déficit la parte de los gastos sobre la que el gobierno no tiene ningún
margen de maniobra, pues la deuda está contraída en ejercicios
anteriores.
El saldo primario nos permite valorar la sostenibilidad de la deuda de un
país. Si hay déficit primario, el Estado se verá obligado a aumentar su
deuda para financiarlo, poniendo en riesgo su sostenibilidad financiera.
Sin embargo, si existe superávit primario, dispone de recursos para pagar
los intereses de la deuda. Se considera que una deuda es sostenible
cuando se produce superávit primario, de ahí que una de las condiciones
que le exigen los acreedores a los países que acuden a programas de
rescate de su deuda pública es que salden sus cuentas con superávit
primario.
o Presupuesto equilibrado
Cuando el saldo de ingresos y gastos es cero, se habla de presupuesto
equilibrado. Son varias las escuelas de economía de carácter liberal que son
críticas con las políticas fiscales activas y que plantean la conveniencia del
presupuesto equilibrado, de modo que los gobiernos no adopten decisiones
fiscales deliberadas para incidir en la estabilización económica.
No hay duda de que la obligación de saldar con equilibrio las cuentas públicas
todos los años impone elevadas restricciones y limitaciones a la política fiscal.
Una alternativa más flexible, y que no tiene por qué plantear problemas de
sostenibilidad financiera, es procurar el equilibrio presupuestario en el ciclo
Cuando los gastos del sector público superan a los ingresos es necesario financiar ese
exceso con algún tipo de recurso. Son varias las opciones de las que disponen los
gobiernos al respecto, pero todas ellas presentan algún tipo de problema, por lo que es
preciso evaluar adecuadamente cuál es la que resulta más conveniente aplicar en cada
momento, de manera que limite lo menos posible el potencial futuro de la economía.
1. Emisión monetaria
Consiste en que el gobierno pida préstamos al banco central, que crea dinero,
monetizando de esta manera el déficit. El Estado se beneficia del denominado
señoreaje, que es su capacidad para obtener ingresos valiéndose de su derecho
a crear dinero. Es una fórmula muy atractiva para los gobiernos, en el sentido de
que les resulta poco costosa en términos políticos, pero tiene el inconveniente
de que genera inflación, pues si aumenta el dinero sin variar los bienes reales se
produce una mayor presión sobre los precios. La superior disponibilidad de
dinero deprecia la capacidad adquisitiva del dinero ya existente. De hecho, opera
como un impuesto: el impuesto inflacionario.
Hoy, esta vía de financiación del déficit no está permitida en buena parte de los
países del mundo, pues a partir de la década de 1990 proliferaron las medidas
orientadas a dotar de independencia a los bancos centrales respecto de los
gobiernos, para evitar, entre otras cosas, la posibilidad de financiar los déficits
públicos con emisión monetaria. Se trataba de evitar que la política fiscal
colisionase con el principal objetivo de la política monetaria: el control de la
inflación.
No obstante, también existe una limitación económica en el medio plazo de esta
vía de financiación. La mayor inflación, derivada del aumento de la cantidad de
dinero, hace que suban los tipos de interés y que consiguientemente se reduzca
la demanda de crédito, lo que puede desacelerar la actividad económica. Por
otra parte, superado un determinado nivel de inflación, la recaudación tributaria
se resiente. En definitiva, es muy probable que la financiación continuada de los
déficits por la vía de la emisión monetaria conduzca a una situación
hiperinflacionaria, con menor actividad económica y con deterioro de las
finanzas públicas.
b) Escuela keynesiana
Los autores de esta escuela plantean que el efecto desplazamiento o
expulsión de la inversión privada solo es posible cuando existe pleno empleo
de los factores productivos. En este caso, un aumento del gasto público sólo
será posible si se produce un desplazamiento de recursos del sector privado
al sector público. Pero, en su opinión, los gobiernos incurren en déficits
públicos en situaciones de baja demanda y producción, en las que existen
recursos ociosos, por lo que la mayor presión del sector público sobre la
demanda agregada no produce necesariamente la desviación de recursos
privados.
Como ya se ha dicho, la política fiscal actúa sobre el nivel de demanda agregada para
estabilizar la economía. Dependiendo de cuál sea la fase del ciclo económico que
atraviesa la economía del país y de los objetivos del gobierno, cabe aplicar tres tipos de
política fiscal:
Producción potencial
Producción real
Brecha deflacionista
Tiempo
La capacidad de influencia de las políticas fiscales activas varía en función del grado de
participación del gasto público sobre el PIB, siendo mayor a medida que el peso del gasto
es mayor.
Keynes planteó en la Teoría General que las variaciones en el gasto público, las
transferencias y los impuestos acaban afectando al nivel del PIB, pero de una manera
amplificada: con un efecto multiplicador.
El multiplicador fiscal indica cuánto variaría el PIB ante una modificación del gasto
público, las transferencias y los impuestos. Si, por ejemplo, tras un aumento del gasto
público en 100 el PIB crece en 200 el multiplicador sería 2.
Los cambios en los gastos, las transferencias y los impuestos alteran la demanda
agregada y, por tanto, la producción. No obstante, una misma medida puede tener
efectos opuestos, haciendo que la magnitud real del multiplicador dependa de cuál de
los efectos sea más potente en cada momento. Las medidas de carácter expansivo
(aumento del gasto público y las transferencias y reducción de impuestos) afectan de
forma positiva al crecimiento del PIB (aumentan la demanda agregada y con ello la
producción), pero también lo pueden hacer en sentido negativo (generan déficit público
y, por tanto, una mayor emisión de deuda, que puede tensionar al alza los tipos de
interés, que hacen que se reduzca la inversión, reduciendo con ello la inversión privada
y, consiguientemente, la producción). En general, el efecto positivo suele ser superior al
negativo.
1
𝑀(𝐺) =
1−𝑃𝑀𝐶(1−𝑡)+𝑚
Siendo:
−𝑃𝑀𝐶
𝑀(𝑇) =
1−𝑃𝑀𝐶(1−𝑡)+𝑚
El cálculo de la variación de la producción que se deriva de una variación del gasto, las
transferencias y/o los impuestos se realiza mediante las fórmulas siguientes:
1 1
1) ∆𝑃 = ∆𝐺 ∗ 𝑀(𝐺) = 2000 = 2000 =
1−0,80+(1−0,30)+0,20 1−0,8(0,7)+0,2
1 1
2000 = 2000 = 2000 ∗ 1,56 = 3120
1−0,56+0,2 0,64
0,80
2) ∆𝑃 = ∆𝑇𝑟𝑎𝑛𝑠𝑓 ∗ 𝑀(𝑇𝑟𝑎𝑛𝑠𝑓) = 1000 =
1−0,80(1−0,30)+0,20
0,8 0,8 0,8
1000 = 1000 = 1000 = 1000 ∗ 1,25 = 1250
1−0,8(0,7)+0,2 1−0,56+0,2 0,64
−0,80 −0,80
3) ∆𝑃 = ∆𝑇 ∗ 𝑀(𝑇) = 500 = 500 =
1−0,80(1−0,30)+0,20 1−0,8(0,7)+0,2
−0,8 −0,8
500 = 500 = 500 ∗ (−1,25) = −625
1−0,56+0,2 0,64
Sumando los tres resultados (3120 + 1250 – 625) se obtiene que la producción
experimentaría un aumento de 3745 unidades monetarias.
Pudiera ser que el gobierno sólo decidiese utilizar uno de los instrumentos de política
fiscal, permaneciendo constantes los otros dos, o que utilizase dos de ellos. Los cálculos
se efectuarían a partir de los instrumentos que registran variación.
Enfoques doctrinales de política fiscal
Existe una importante discrepancia y debate doctrinal e ideológico acerca del papel del
sector público en la economía, y más concretamente sobre el rol específico de la política
fiscal.
Las posiciones oscilan entre los que defienden la mínima participación del Estado en la
economía y la neutralidad de la política fiscal (clásicos, neoclásicos, neoliberales,
conservadores, neocons, etc.) a los que defienden una notable intervención del Estado
y la práctica de políticas fiscales activas (keynesianos, postkeynesianos,
socialdemócratas, socialistas, etc.).
• El equilibrio presupuestario
• Acompasar la variación del gasto público al aumento del PIB
• Aplicación de normas estrictas en los niveles de déficit, deuda, etc.
Los segundos consideran que el Estado debe desempeñar un rol activo importante
porque:
1. Escuela Clásica
Sus planteamientos se pueden resumir en los siguientes aspectos:
- Son partidarios de otorgarle el mayor protagonismo al mercado, de
modo que el Estado desarrolle un papel mínimo, dedicado a la provisión
de bienes públicos y algunas infraestructuras.
- La política fiscal debe ser pasiva, neutra, con presupuesto equilibrado y
limitada a procurar la eliminación de obstáculos a la actividad económica.
Para ello plantean que:
- los impuestos no entorpezcan ni desincentiven la actividad del
sector privado, y se mantengan en bajos niveles.
- los gastos públicos no sustituyan a la actividad privada. Si un bien
puede ser proporcionado por el sector privado, el Estado debe
abstenerse de participar en su producción y oferta.
2. Escuela Neoclásica
Aceptan una ligera mayor intervención en la economía que los autores de la
Escuela Clásica, en el sentido de que son proclives a que el Estado actúe en
aquellas áreas en las cuales hay fallos del mercado. Sin embargo, en ningún caso
son partidarios del uso de políticas fiscales discrecionales para incidir en el ciclo
económico. Consideran que los mercados se ajustan automáticamente, si bien
en el largo plazo. Para ellos, la recuperación de la economía tras un eventual
desequilibrio es una mera cuestión de tiempo. Cualquier intento de
estabilización por parte del Estado resultaría ineficaz e ineficiente.
Los principios básicos de política fiscal que plantean son los siguientes:
• Limitación del gasto público al mínimo posible.
Consideran que el gasto público perjudica más que beneficia el
funcionamiento de la economía. Los agentes privados gastan más
eficientemente que el Estado, por lo que es preferible que los recursos
permanezcan en sus manos.
• Neutralidad impositiva
Los impuestos deben ser de tal naturaleza que dificulten lo mínimo
posible el desarrollo económico de un país.
• Equilibrio presupuestario
El presupuesto anual debe tener saldo cero. Solo admiten cierto déficit
presupuestario para financiar inversiones que sean capaces de
desarrollar una producción que genere excedentes suficientes para
pagar los intereses de la deuda, es decir, que sean inversiones
autoliquidables.
3. Escuela Keynesiana
Rechaza la idea previa de los economistas neoclásicos de que ante una recesión
los mercados, operando libremente, alcanzan el pleno empleo de manera
automática, y que sólo era una cuestión de tiempo. Keynes plantea, por el
contrario, que los países pueden permanecer por mucho tiempo con tasas de
desempleo altas en épocas de crisis, y que no se podía esperar a la recuperación
del mercado en el largo plazo
“El largo plazo es una guía engañosa para los asuntos del presente.
En el largo plazo todos estaremos muertos. El trabajo de los
economistas es demasiado fácil y demasiado inútil si en un periodo
de turbulencias lo único que nos dicen es que cuando haya pasado la
tormenta el océano volverá a estar en calma”
El postulado o principio central de Keynes es que la intervención del gobierno
con la política fiscal puede estabilizar la economía, permite rescatarla de la
recesión. ¿Cómo? Para Keynes el principal determinante del nivel de actividad
económica es la evolución de la demanda agregada.
DA = C+ I + G + (X-M)
4. Escuela Monetarista
Surge en la década de 1950, siendo su representante más sobresaliente Milton
Friedman.
Critican a los keynesianos porque, a su juicio, sobreestiman el grado de
inestabilidad de la economía. Consideran que la economía habitualmente opera
en un nivel en el que las empresas producen a la medida de su capacidad normal.
Las inestabilidades son producidas más bien por erróneas intervenciones de las
políticas macroeconómicas y, sobre todo, por fluctuaciones de la oferta
monetaria, y en menor medida por cambios en el consumo y la inversión.
Parten de la Ecuación Cuantitativa del Dinero de Irving Fisher:
𝑀∗𝑉 =𝑃∗𝑄
siendo M la oferta monetaria, V la velocidad de circulación del dinero, P el nivel
general de precios y Q el volumen de transacciones o la producción física.
Y señalan que, sin modificaciones en la oferta monetaria, la política fiscal no
tiene efectos. Si, por ejemplo, el gobierno aumenta el gasto público y no se
produce un incremento paralelo de la oferta monetaria, no habrá consecuencias
en la producción. Además, según su concepción, los aumentos de la oferta
monetaria más que expandir el producto real, lo que ocasionan es una mayor
inflación.
Para esta escuela, la política clave para garantizar la estabilidad
macroeconómica no es la política fiscal, sino la monetaria.
Su propuesta, dado que suponen que la velocidad de circulación del dinero es
constante, para mantener un crecimiento económico estable es someter la
oferta monetaria a un aumento fijo.
Política fiscal del lado de la demanda Política fiscal del lado de la oferta
Precios Precios
OA OA’
OA’’
DA’’
DA’ DA
En los dos gráficos se puede comprobar el efecto distinto que, según los
autores de esta escuela, producen las políticas fiscales orientadas a expandir la
demanda (que logran aumentar la producción, pero también los precios) y las
dirigidas a aumentar la oferta (hacen que se expanda la producción y que se
reduzca el nivel de precios).
¿Qué medidas de política fiscal plantean?
Su política fiscal se centra en:
• la reducción de los impuestos directos (a los ciudadanos en general y a
las empresas)
acompañada por medidas de:
• desregulación de la economía
• estímulo de los avances tecnológicos
Los economistas de la oferta tienen una visión distinta de los keynesianos
acerca de cómo actúan los impuestos en la economía. Ambas corrientes
comparten que las reducciones de impuestos aumentan la renta disponible,
pero, mientras para los keynesianos, el aumento de la renta disponible impulsa
la demanda agregada, para los economistas de la oferta, la incidencia se
concentra en los mayores incentivos que tienen los agentes económicos para
trabajar, ahorrar e invertir, redundando todo ello en un aumento de la
oferta agregada.
Por ejemplo, al disminuir los impuestos directos a los trabajadores, éstos ven
aumentar su ingreso disponible, lo que actúa como un incentivo para trabajar
más horas al año, e incluso que los que antes no estaban dispuestos a trabajar
ahora sí lo estén. De esta manera aumentará la oferta de trabajo, y si bien ese
aumento hará que disminuya el salario, la reducción será menor que la
ganancia de ingreso debida a los impuestos más bajos. Con esta mayor oferta
de trabajo y salarios más bajos, los empresarios estarán dispuestos a contratar
a más trabajadores y producir más, haciendo que aumente la oferta agregada.
La curva de Laffer
Los autores de la economía de la oferta utilizan este instrumento metodológico
para fundar su planteamiento teórico. Esta curva representa una ecuación
matemática que relaciona los tipos impositivos con la recaudación fiscal.
Su objetivo es mostrar que, en ciertas circunstancias, la reducción del tipo
impositivo puede provocar un aumento de la oferta agregada y, a su vez, de la
recaudación fiscal.
Recaudación fiscal
0 100
Tipo impositivo
Se observa en la gráfica que hay puntos de recaudación cero (cuando los tipos
impositivos son cero o del 100%) y que hay un punto óptimo o máximo de
recaudación. En el tramo de la curva situado entre el tipo cero y el nivel máximo
de recaudación, la recaudación aumenta a medida que sube el tipo impositivo,
mientras que, en el tramo comprendido entre el nivel óptimo y el tipo del
100%, la recaudación disminuye a medida que aumenta el tipo impositivo.
Según Laffer, la mayor parte de los países desarrollados tienen una estructura
impositiva que se corresponde con el segundo tramo de la curva, de forma que,
si se reducen los tipos impositivos, además de aumentar la renta disponible y
estimular la oferta agregada por el incentivo que ello supone en el trabajo, el
ahorro y la inversión, se logrará aumentar la recaudación fiscal. En definitiva, la
reducción de impuestos aumentará el PIB real y no generará déficit público.
Los problemas que presenta este planteamiento radican en que no es posible
conocer:
- en qué punto de la curva se encuentra una economía
- cuál es la forma de la curva
Recaudación fiscal
A B
0 100
Tipo impositivo