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Antología de Navidad

BUENOS AUGURIOS

EDITORES:
COSTANTINO LILIAN R.
SOSA MANSILLA ARIEL

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Ed. Atelier
1ª edición
ISBN: 978-631-00-2344-1
Antología cuentos y poesías navideñas : buenos augurios / Anniabel
Martínez
Gómez ... [et al.] ; compilación de Lilian Raquel Costantino ; Ariel Sosa
Mansilla. -
1a ed ilustrada. - Plaza Huincil : Lilian Raquel Costantino, 2023.
Libro digital, PDF
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-631-00-2344-1
1. Navidad. I. Martínez Gómez, Anniabel. II. Costantino, Lilian Raquel,
comp. III. Sosa Mansilla, Ariel, comp.
CDD 808.80334

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Dedicatoria
Por fin llegan esas preciosas fiestas en las que nos reunimos en
familia, disfrutamos de bocados deliciosos y, sobre todo, nos rodeamos
del amor de los que más nos quieren. Y qué mejor forma de celebrar las
fiestas que deseando una bonita Navidad a quienes nos acompañan en
la vida compartiendo la lectura de bellas historias navideñas, donde la
Paz, Amor y Esperanza reinan en nuestros hogares.
Ed. Atelier

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Índice
LA NAVIDAD Y LOS RECUERDOS .............................. 13

ESENCIA NAVIDEÑA ...................................................... 18

NAVIDAD PALENQUERA................................................ 20

DESDE LA CAMA TREINTA Y UNO ............................. 22

LLEGÓ LA NAVIDAD: ...................................................... 26

NAVIDAD 2023 ................................................................. 27

UN NUEVO CORAZÓN .................................................... 30

QUE HERMOSA ES LA NAVIDAD ................................ 33

AZÚCAR GLAS .................................................................. 35

EL PESEBRE NAVIDEÑO............................................... 36

UN MILAGRO DE NAVIDAD .......................................... 39

LA NAVIDAD DE LUISA .................................................. 44

NAVIDAD DE UN VAGABUNDO ................................... 48

UNIDOS EN NAVIDAD .................................................... 49

LA MAGIA DEL AMOR .................................................... 51

EL DÍA QUE LOKI ROBÓ LA NAVIDAD ...................... 54

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FE DURANTE LA NOCHE. ............................................ 57

ÍD MILÁD SA'ÍD ............................................................... 60

BOLAS DE NIEVE ........................................................... 64

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Anniabel Martínez Gómez

Es el fin de una etapa y a la vez un nuevo


comienzo. Es ser feliz, y también recordar a las
personas que ya no están en nuestra vida. Es
fiesta y encuentro de las familias. Es volver a
casa de tus padres.
Leidis Sánchez Fariña

Aquí estoy otro año más aparentando ser lo que


no soy, otro año en el que tengo que contar
como va mi trabajo en el hospital, las
operaciones grandiosas que he hecho. Compré
una revista para pasar el tiempo desde La
Habana hasta Santa Clara, cuatro horas a lo
sumo en ómnibus, pasan lento entre los
reguetones repetidos del reproductor.
Ahí estarán mis padres orgullosos del hijo
ortopédico que trabaja en el Carlos J Findlay, y
tendré que inventar otra guardia de Laura, para
justificar que este año tampoco esté.
Las fechas navideñas acusadas de comercial,
para muchos, un reencuentro con Dios, para
otros nada o casi nada y así una gama de

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sensaciones que puede experimentar cualquier
persona, en lo particular estás fechas tienen un
significado especial pues lo mejor es que así lo
siento, a pesar de vivir en un país que trató de
eliminar estos festejos por casi 60 años.
Diciembre representa alegría, representa los
colores que dan vida, es llegar a una etapa
donde se cierra un ciclo aunque llegando el otro
año sigamos con los mismos problemas,
diciembre tiene olor a unión de familias, a
reconciliación, a perdonar, en diciembre se baila
de felicidad, la comida en la mesa nos pueden
traer memorias de los que ya no están y alguna
que otra lágrima puede escapar, en diciembre el
sazón es el de la tradición ,el de todas las
abuelas, diciembre es más que unas fechas
festejamos con los que queremos y cargamos
esperanzas para soñar y pelear por los retos.
Yeral Quintanal Mena

En esta revista todos dicen lo mismo,


reflexionar, soñar, tener metas. Será que todos
estos artistas viven la vida ideal, esa en la que
se puede, aunque sea un día ser feliz. Y no es
que yo no tenga momentos felices, pero no son
justamente en Navidad. Y vendrá la tía Martina
con el abuelo Pedro cada vez más sordo, mi
hermano con mis sobrinos cada vez más

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gordos. Reiremos todos en un circo donde to
soy el payaso principal.
Si ellos supieran que no terminé la
especialidad, que Laura es una amiga que me
hizo el favor un día, si supieran que estoy tan
flaco por mi enfermedad y no por las guardias.
Y vendrá mi madre a embutirme de comida, y
yo a disimular las náuseas de los
medicamentos. A decir que no tomo por la
gastritis mientras el tío Alberto insiste en que
un día es un día, con aliento a alcohol malo,
con la piel amarilla de la cirrosis.
Para muchos, la Navidad es un momento para
reunirse con seres queridos, compartir comidas
especiales, intercambiar regalos y participar en
tradiciones arraigadas, como decorar el árbol de
Navidad o cantar villancicos. Es una época en la
que se refuerzan los lazos familiares y se crean
recuerdos duraderos. Navidad conmemora el
nacimiento de Jesucristo, y representa un
momento de reflexión, esperanza y renovación.
También puede ser un momento para
reflexionar sobre el año que termina, establecer
metas para el futuro y buscar un renovado
sentido de propósito y optimismo.
Es un momento para disfrutar de la compañía de
amigos y familiares, participar en eventos
festivos y permitirse un respiro de la rutina
diaria.
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Llanuris Llanes García

Un momento para “reflexionar de esperanza y


renovación”, que lindo se ve todo en el papel, y
no digo que en el fondo todos necesitamos ese
toque de optimismo para seguir viviendo, pero
que lejos se ven las esperanzas desde el barcón
de mi apartamentico a punto de derrumbarse.
Qué difícil es renovarse sin tener apenas para
comer y mucho menos reflexionar con el
estómago vacío, o más bien lleno de pastillas.
Como ser uno mismo cuando todos ya te
construyeron, según su molde de hijo, nieto,
hermano, sobrino ideal.
Mi madre devota, dará gracias a Dios antes de
comer.
Navidad es cuando celebramos el nacimiento de
Jesús, nuestro señor y Salvador, muchos
intercambiamos regalos, alegría, amor,
fiestas...pero no debemos olvidarnos de Cristo,
su amor incondicional

Ana Beatriz Portal Martin

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LA NAVIDAD Y LOS RECUERDOS
Cuquis Sandoval Olivas

Adrián había viajado por todos los mares.


Marinero en un barco de carga había estado en
muchos puertos. Los días eran largos y duros,
sin embargo, disfrutaba cuando el arrebol del
cielo anunciaba el descanso. Sus amistades se
resumían en unos compañeros de viaje que
conocía desde hacía años. Prefería su soledad,
su viaje interior por los paisajes de un mar
siempre cambiante. El horizonte le ofrecía miles
de historias que contarse a sí mismo. No tenía
familia por su profesión o porque nunca había
querido sacrificar la existencia tal como la vivía.
Al envejecer y acercarse el momento de la
jubilación temió lamentar su vida sobre el mar.
Así que lo anticipó proyectándose en sus deseos
más íntimos y esforzando la imaginación. Al
contrario de lo que se hubiera podido pensar,
compró una casa aislada de todo y lejos del
mar. No quería ver partir a los demás y
quedarse en el muelle de su vejez. Quiso que la
casa, por su tamaño, recordara el poco espacio
de su camarote. En la parte trasera, una
terraza dominaba el jardín, tal la proa de una
nave. Lo que le molestaba era el muro de piedra
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que impedía que su mirada se perdiese en el
horizonte. Estaba determinado a derribarlo en
cuanto se instalará definitivamente.
Ese día llegó rápido. Hubo fiesta, copas y
cantos con los compañeros de siempre. Y
cuando todos estaban medio ebrios, Adrián se
marchó sin darse vuelta. Viajó toda la noche
hacia su nueva existencia. Al amanecer ya
estaba derribando el muro, sacando piedras,
deshaciendo sus cajas y baúles. Pasó varias
jornadas laborando como un forzado para
alcanzar las imágenes que se había forjado
durante las últimas travesías.
Ahora, de día, podía acostarse en la hamaca
frente a la alfombra verde de un pasto que se
desarrollaba ondulante ante su mirada. Como
en otra época, su vista se perdía en el horizonte
y le procuraba la paz del descanso. De vez en
cuando, algún pájaro rompía el silencio del
lugar. No era gaviota ni charrán. Bien sabía que
pronto aprendería su nombre. Por la noche,
observaba el cielo estrellado y puro. El viento
entre las hojas de los lejanos árboles se
transformaba en sus oídos en el murmullo de
las olas. Una rana, salida de no se sabía dónde,
saltaba alegre y muda en medio de su mar.
Solo le faltaba a su paisaje marino la espuma
blanquecina, penacho cremoso de las
ondulaciones. Pero eso también lo había
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previsto. De uno de sus viajes, había traído de
vuelta bulbos de hymenocallis littoralis o lirio
del mar. Los plantó repartiéndolos por toda la
extensión verde y esperó a que las primeras
hojas anunciaran las flores estrelladas. Muy
pronto, vio aparecer llamas de un verde más
claro que la hierba y que formaban fuentecitas
a ras del suelo. La rana parecía divertirse con
las plantas como si fueran algas entre las que
pudiera esconderse y jugar. Adrián se alegró y
ante sus ojos aparecieron espumillas blancas,
espejismo de su imaginación. Varias veces al
día paseaba por entre los lirios observando su
crecimiento.
Una mañana despertó y se precipitó a ver si
durante la noche se había preparado una flor.
No vio nada, solo hierba. Recordaba
exactamente dónde había plantado los bulbos.
Iba de un lugar a otro. Lo seguía la rana
desconcertada. Adrián se ahogaba en su
desesperación y las dudas. Se sentó pensando
que su vejez y sus ansias de cambiar el lugar le
jugaban una mala pasada. De pronto, se
despabiló, tomó una pala y cavó.
Inmediatamente dio con los bulbos y se serenó.
Perplejo, decidió aguardar de nuevo hasta que
crecieran otra vez las hojas, lo que sucedió.
Esperanzado, se proyectó en un mar de ideas y
de sueños, navegando por sus ilusiones. La

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rana reanudó con sus saltos y sus juegos en el
mar verde de Adrián.
Pero, otra mañana se vio enfrentado a la
desaparición de las hojas. Buscó una pista que
le permitiera comprender el misterio. Era
hombre de mar y como tal seguramente se le
escapaban algunas sutilezas del mundo
terrestre. Nada sino las gotas de rocío en la
hierba.
Veló toda la noche como cuando amenazaban
los piratas. Desde su hamaca, equipado con un
catalejo, vigiló las pocas hojas que quedaban. Al
alba, vio aparecer un caracol, dos caracoles,
tres, que se deslizaban lentamente hacia los
lirios. En unos segundos se tragaron las
últimas hojas. Hasta le pareció escuchar el
ruido de las mandíbulas masticando el vegetal.
Se le empañaron los ojos y miró la rana que le
rogaba con su mirada que encontrase remedio a
la situación.
Había oído hablar de que la cerveza
emborrachaba a los caracoles sin matarlos, por
lo tanto. De esta manera se podría conservar
sanas y salvas las plantas. Primero, tuvo que
dar tiempo a los lirios para que produjeran
nuevas hojas. Cuando se dio el momento,
Adrian veló, como la primera vez, toda la noche
con su catalejo orientado hacia los tarritos de
cerveza dispuestos al pie de los lirios. Y como la
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primera vez, al alba, llegó la procesión. ¡Qué
sorpresa fue observar a dichos gasterópodos
embriagarse con grandes sorbos de cerveza y
acompañar su festín con los brotes de los lirios!
Adrian los vio saciarse y alejarse de nuevo por
el mismo camino. Otra solución debía
encontrar. La rana parecía impacientarse.
Se le ocurrió la idea de construirles un navío
pirata ya que de tal manera se comportaban,
robando sus tesoros. En un rincón del jardín
clavó unas tablas y dispuso ahí ensaladas
apetitosas que satisficieran su voracidad.
Unas semanas después al despertar vio su mar
florecido de lirios blancos, espumillas mecidas
por el dulce aire del lugar. En medio del océano,
la rana dio un salto y croó de triunfo en el
horizonte despejado.

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ESENCIA NAVIDEÑA
Ivonne Carrasco Rodríguez
Dinorah viaja navideña por la carretera, a
pesar del pronóstico del mal tiempo, que
anunciaba una tormenta invernal con fuertes
ventiscas, las tres horas que la separaban de su
pueblo, le parecía que valía la pena arriesgarse
para llegar puntual a la cena de nochebuena, se
saboreaba las delicias culinarias que de seguro
estaban preparando su madre y abuela,
visualizaba su llegada a la casa cargada de
costosos regalos para toda su familia, el abrir la
puerta y deleitarse con las luces y las
decoraciones típicas, observar los rostros de
sus seres amados y abrazarlos, le encantaban
las coronas, guirnaldas y el árbol. La abue
como cada año, colocaría su ridículo nacimiento
en el borde de la chimenea.
A medio camino, el cielo encapotado de pronto
descargó sus nubes de nieve y la visibilidad era
nula, el motor falló y solo alcanzó a
estacionarse en un acotamiento para evitar
algún accidente, empezó a oscurecer y la
temperatura descendió, su teléfono estaba
descargado y no tuvo otra opción que cerrar el
carro y caminar para pedir ayuda; no sabía qué
rumbo tomar, la noche se hizo más cerrada y la
invadió una gran angustia y desesperación, al
sentirse perdida.
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Recordando las oraciones que en su infancia la
abuela le enseñó, comenzó a orar pidiéndole al
Santísimo ayuda para estar a salvo, a lo lejos
divisó una luz mortecina que fue su faro
salvador, conforme se acercaba vio que era un
viejo establo y casi congelada entró,
humildemente se acercó a algunos animales
que dormían en la paja y se acurrucó a su lado
para entrar en calor, agradeció al Señor ese
sencillo techo y asombrada, recordó la historia
del nacimiento del hijo de Dios, que también fue
en un humilde lugar semejante a ese y empezó
a llorar al sentir en su corazón por primera vez,
la verdadera esencia de la navidad.

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NAVIDAD PALENQUERA
Jary el Primo Hermano

La navidad en el Palenque,
se vive con devoción,
sean todos bienvenidos,
a cantar con el corazón.

Al ritmo de la marimba,
bombo, cununo y guasá,
con todos mis niños,
te invitamos a canta.

Desde el 16 hasta el 24,


es la novena nuestra,
y el 26 de diciembre,
celebramos una gran fiesta.

Donde repartimos los regalos,


a toditos sus ahijados,
bailamos, tocamos, cantamos,
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y disfrutamos de la comida,
pasteles y helados.

Que viva la navidad,


del Palenque el Primo Hermano.

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DESDE LA CAMA TREINTA Y UNO

Alexander Elías

"La mayoría de las personas idealizan la


navidad, bueno, la mayoría de las personas
idealizan todo, hasta que despiertan" (nota del
autor)
Nunca pensé pasar las fechas decembrinas
hospitalizado, ni siquiera se me pasó por la
cabeza que a alguien le pudiera suceder
semejante inconveniencia, lo que era mi
ignorancia. Por lo general, a estas alturas del
año “todo el mundo” está haciendo preparativos
para la cena navideña, eso era lo que yo creía y
no pensaba que hubiera más. Para mí y para
un montón de gente es tiempo de reunirse en
familia, de compartir regalos, de cantar
villancicos, de acentuar las costumbres
aprendidas y afirmar los afectos. Sin embargo,
aquí estoy, canalizado y bajo el tibio abrazo de
la dipirona. Estoy sólo entre cortina y cortina,
queriendo agua como los peces en el río.
Desde muy temprana edad encontré que la
navidad, lo mismo que los domingos, no son lo
que toda la gente dice que son. Y no es que no
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me guste la algarabía de diciembre o los
descansos dominicales, es que soy colombiano
y me siento exhausto de fingir la nieve gringa en
un arbolito tropical, me da hartera tener que
pagar facturas eléctricas exorbitantes cada
enero, sólo para que los vecinos vean que si
puedo costear un alumbrado que no necesito,
en verdad, ya no puedo seguir tarareando
villancicos absurdos en las novenas, por más
pegajosos que sean, cuando lo único que quiero
es un buñuelo, un aguinaldo y al final, brindar
con mis amigos por la vida y beber como beben
los peces en el río.
Tengo que reconocer que me incomoda ver
ejércitos de asalariados en los centros
comerciales, sudando petróleo ocho horas al
día, bajo el disfraz rojo y blanco de papá Noel,
más por necesidad, que, por tradición, aunque
en este país tan feliz, al parecer, la necesidad es
una penosa tradición. Y no es que tenga un
plan antinavidad o que no soporte la felicidad
de los demás, simplemente no tengo un papel
que desempeñar en esta farsa prefabricada por
la iglesia y difundida por Hollywood para el
resto del mundo en películas e historias
plagadas de verdades a medias. En este país
tan conservador y tradicionalista en todas las
navidades hasta los curas beben y beben y
vuelven a beber.

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Que alguien le dé un sedante al paciente que en
los decibeles más agudos grita su dolor a todo
pulmón, que alguien me preste un tapa oídos
para poder concentrarme en mi propio suplicio.
Definitivamente los hospitales no son los
lugares más adecuados para las reuniones
familiares en navidad. Y, sin embargo, la virgen
se está peinando.
Otro doctor me pide que diga por enésima vez lo
que me pasa, mis síntomas, me hace un tacto
al abdomen y al final me dice, ya vamos a ver
qué le hacemos. Se va y repite la misma
promesa a los demás pacientes que están
conmigo en la sala de hospitalización. A lo lejos
los pajaritos cantando.
Cosa curiosa, los católicos de mi país no
conmemoran, sino que festejan, cada ocho de
diciembre, la inmaculada concepción de María y
en la noche de víspera, encienden velitas en
faroles para afianzar un dogma que apenas
cumple ciento sesenta y nueve nueve años en el
dos mil veintitrés, si analizamos
desapasionadamente este misterio, resulta que
lleva poco tiempo siendo verdad y moda,
comparado con la edad de Matusalén. Mis
compatriotas también hacen pesebres con
casitas, edificios, arbolitos, ovejitas inmóviles y
los pastores de plástico, queu como los pastores
de iglesia, las cuidan sin pastorear, y para
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colmo, ponen a la virgen y a san José junto con
los reyes magos desde finales de noviembre, y
además juran que de verdad Jesús nació un
veinticuatro de diciembre a las doce de la
noche. Y son fanáticos por ver a Dios nacer.

Mientras salen los resultados de laboratorio, la


mona me mira escribir y se ríe de mí, al ver que
yo también cometo errores hortográficos, me
dice, si ves amor, todo el mundo tiene lapsus.
Ella tiene razón, siempre he sabido que todos
somos falibles, incluso los doctores enferman, y
los tanatólogos también se mueren cuando no
están tendiendo en el romero.
Pronto llegarán de visita los familiares que viven
lejos, acordamos que la cena para este año
fuera sencilla, pienso que la navidad también es
esclavitud para las mujeres que cocinan en
casa y de eso también estoy cansado, mejor
dicho, avergonzado. La virgen está lavando.
El goteo es lento, el dolor amplio y la
incertidumbre inefable, a estas alturas de la
vida ya no importa comprar regalos, comprar
ropa, comprar. Tengo hambre y no me dejan
probar bocado, pienso que la navidad tiene que
ser otra cosa, algo más espiritual. No imaginen
que me estoy muriendo, por el contrario, estoy
más vivo que nunca, lo sé porque duele

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LLEGÓ LA NAVIDAD:
María Benarda Marastoni

La Navidad, no es solo un día de festividad


también es alegría, amor, paz reencuentro y
reflexión.
Lo más importante es celebrar la llegada del
Niño Dios.
Que una noche se manifestó una estrella
brillante en el firmamento y guio a los Reyes al
nacimiento de Jesús.
Trayendo un mensaje de amor, esperanza, paz y
unión.
La Navidad: no solo es compartir con los seres
queridos, que nos acompañan día a día en
nuestras vidas.
Son un eslabón central y potencial, que dan
fuerzas para seguir adelante
En cada uno, hay un gesto de amor, nacido del
corazón, nos llena el alma.
Pido, al niño Dios que en ningún hogar falte los
alimentos y la unión en nuestras familias

26
NAVIDAD 2023

Doris Estrada Campos.


Acá estamos de nuevo en navidad. Con un poco
menos de entusiasmo que otros años. Con el
cansancio lógico del trajín diario, los hijos, el
cónyuge y la familia. Hice algunas compras de
fin de año, un poco más acotada que años
anteriores: juguetes para los s más pequeños
remeras a las s adolescentes y a los más
grandes algún libro o un perfume. Mi ánimo
está caído, pero no quiero echarle culpas a
quienes me fines ajenos. Yo también soy
responsable. Me hago cargo. Debiera comenzar
a cambiar cosas.
* Dejar de meterme en dos uniones que no me
suman.
*No permitir que todo me afecte, yo decido si le
doy a importancia que le cabe a cada cosa.
*Pongo tope a las ofensas y las tomo como
negativas.
*Comienzo a respetar a cada uno, cómo
corresponde, sin olvidar de respetarme.
*Volver a sonreír.
*Hacer cosas que me hagan feliz.
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*Ser creativa de nuevo.
Y me prometo recuperar pedacitos de mí
infancia, saltar la soga, jugar a la pagana,
contar hasta cincuenta mientras todos se
esconden.
Recupero mis trenzas largas, con moños azules,
mis poesías a la bandera y mis compañeros de
séptimo grado.
Vuelvo a mojarme la cara con el agua del río,
me tiró al sol, sobre la arena de la isla y limpio
una manzana con la mano para comerme la
luego.
Recupero la alegría navideña, comprendiendo
que los problemas son del tamaño que
queremos y comienzo a armar la mesa.
Invito a aquel que me molesta. Abrazo a aquel
que me ofende. Perdono y olvido. Voy
prendiendo las luces del árbol, busco los
manteles blancos y ubico las copas que había
guardado. Los regalos están envueltos y los
villancicos ya se oyen desde la ventana.
Brindo por todos los que han estado en mí vida
y que aún a pesar de los errores siguen
estando. Por los que han partido, por los que
llegarán. Por el respeto, la humildad y
solidaridad. Brindo por la empatía, por el afecto
fraterno y el abrazo. Brindo por un mundo sin
guerra, ni pobreza. Brindo por un país de
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hermanos sí. Cuando los ideales no converjan.
Brindo porque seamos mejores, autocríticos,
sinceros. Brindo por la familia y los hijos.
Brindo por las alegrías y por las tristezas que
nos enseñan. ¡Salud, amigos! ¡¡Feliz navidad!!

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UN NUEVO CORAZÓN
Ana Bertha Pérez Ramírez

En una tierra lejana del antiguo mundo vivía un


hombre tan rico como malo, que de joven le
había vendido su alma al diablo.
Lo había hecho cuando lo invocó en el desierto,
era muy pobre y no tenía ni para comer, el
maligno no solo le ofreció riquezas, sino
también poder y fama a cambio de su corazón y
de que le sirviera de por vida y así fue.
Era dueño de grandes extensiones de tierra,
tenía cientos de hombres a su servicio, así como
el poder de quitar y poner gobernantes a su
antojo. Nunca ayudaba a nadie, al contrario,
era un usurero y cobraba altos intereses, por lo
que casi nadie podía devolverle lo prestado y
generalmente les despojaba de sus posesiones
sin sentir ningún remordimiento.
Sin embargo, a pesar de tenerlo todo se sentía
solo, le dolía el desprecio de quienes, sin
decirlo, lo veían a los ojos, no tenía un solo
amigo ni alma alguna que le prodigara afecto.
Una noche del mes de diciembre salió al balcón
de su recámara y miró al cielo. Asombrado, vio
una gran estrella que venía en movimiento
hacia su propiedad, se detuvo arriba de uno de

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sus establos en donde se resguardaban sus
animales.
Con curiosidad caminó y encontró a uno de sus
trabajadores afuera del pórtico.
Le cuestionó que hacía ahí si ya era media
noche, el empleado se puso nervioso y empezó a
tartamudear tratando de darle respuesta, le
temían pues, era violento y les golpeaba cuando
infringían el reglamento.
Tenían estrictamente prohibido dejar que algún
extraño entrara a sus propiedades.
Enojado, al ver que no podía articular palabra,
lo empujó y entró en el establo, con los ojos
llenos de furia vio la presencia de tres intrusos
y se acercó para echarlos fuera, no sin antes
llenarlos de insultos. Era un hombre alto y
fuerte, vestido con una delgada túnica café, una
mujer de menudo aspecto, de tez muy blanca y
hermosa, vistiendo una túnica blanca con una
frazada azul que le cubría la cabeza y en medio
de ellos un bebé recién nacido, acostado en un
pesebre de paja y envuelto con una manta
blanca.
Cuando el hombre se aproximó, el niño fijó su
mirada en él y se quedó paralizado, sintiendo
que su corazón latía de prisa y un calor le
recorría el pecho, cayó de rodillas ante el

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pequeño y lágrimas empezaron a rodar por sus
mejillas de manera incontenible.
En ese justo momento, el pacto hecho con
satanás, quedó para siempre desecho y ese
hombre fue libre.

32
QUE HERMOSA ES LA NAVIDAD

Mirna Lorena Morales Valles

La niña asomaba ansiosa por la ventana, ponía


atento su oído a escuchar muy de lejos el ruido
deseado, el rugido de un motor grande que
llevaba en sus adentros a una parte de su
pequeño corazón.
Sentía la angustia de sus ausencias, no
llegaban y la noche ya era dueña del tiempo, las
luces tintineantes del árbol en la salita, el frío
de la temporada, más la oscuridad presagia
pena, sin saber ella tanta palabra, simplemente
anhelaba la llegada.
Al interior de su amoroso hogar las mujeres
iban y venían presurosas, los buñuelos, los
tamales, los ponches y cuanta delicia se
esmeraban en preparar, algo comprendía
aquella niña, entre tanto afán, sus mujeres
mayores tan solo pretendían apaciguar también
sus miedos, sus nervios y la ausencia.
Ya casi pasaban las 11 de la noche, el reloj
arrogante no esperaba, ni daba tregua a la
angustia de la niña, así fuera que tenía un
hermoso rostro del niño Jesús en su parte
inferior, indolente marcaba segundo a segundo,
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minutos y horas. Ya estaban las luces del árbol
tan hermoso que mamá había decorado, la niña
lo contempla, ¡Que hermosa es la navidad!, más
está incompleta, no estamos todos, ella se aflige
pensando ¿Dónde vendrán?, ¿llegarán?,
¿Estarán bien? Su familia ha sido su lugar
seguro, sus hermanos, cada uno a su modo,
han cubierto al padre ausente y ella, la niña
siente que faltarán a la mesa esa navidad y eso
la entristece hasta las lágrimas.
Justo el buen niño Jesús, aquel que nació en
medio de la tribulación, atendió aquella pena de
la niña, detuvo el tiempo veinte minutos antes
de las doce, un freno de motor apabullante
rompió el silencio, todos corrieron, la niña con
su alegría, las esposas amorosas, la madre
agradeciendo a sus santos, y los otros
hermanos a recibir a los viajeros que así mismo,
venían presurosos para completar aquella
nochebuena.
Bendecidos sean los choferes y sus familias.
¡ ¡ Feliz navidad ! !

34
AZÚCAR GLAS
Versos Flotantes

Copos blancos
de azúcar glas
en una fiesta
de cumpleaños,
en una casa
por la navidad.

Copos blancos
en porciones
de un pastel,
en diciembre
vino a nacer
el día doce.

Copos blancos
en las paredes
hechos de papel
"Feliz cumpleaños",
eso es lo que pone
en un gran cartel.

35
EL PESEBRE NAVIDEÑO
Walkidia Vanessa Báez Romero

Hace muchos años, en Asís, en Umbría, Italia;


se escuchó el llanto de un recién nacido,
seguido de felicitaciones cargadas de emoción.
En el hogar de la familia Bernardone, había
venido al mundo, Giovanni. Su padre, Pietro,
un rico comerciante de telas y su madre,
Joanna, una noble de Provenza.
Giovanni creció y recibió una educación regular
como cualquier otro de su estatus social.
Recibió de su padre el apodo de Francesco o el
Francesito, motivado por el gusto que su
progenitor profesaba por los viajes a Francia y
por esa tierra, aunque también se dice que
podría deberse a que Giovanni hablaba muy
bien el francés.
Al crecer, durante la guerra, fue tomado
prisionero. Su cautiverio se prolongó por todo
un año y en una de sus incursiones a luchar
escuchó una voz que le indicaba regresar a su
ciudad natal. A partir de ese momento su vida
cambió, pues se lo veía meditativo y en soledad
la mayor parte del tiempo. En su interior se
estaba gestando un nuevo camino que lo
llevaría a una vida de humildad, alejada de las
riquezas materiales y deleites mundanos.
36
Este nuevo Giovanni se entregó a una vida de
servicio, convivió con leprosos y dicen que su
propio padre lo encadenó en un calabozo
creyéndolo loco, opinión compartida por la
gente de la ciudad. Liberado por su madre,
vendió su caballo y mercancías de su padre y se
alejó con la firme convicción de reconstruir la
Capilla de San Damián, guiado por mensajes
celestiales.
Su padre, más preocupado por los bienes que
por su hijo, acudió ante las autoridades, que
desestimaron el caso por un tema de
jurisdicción, lo que llevó a que la misión de
impartir justicia recayera sobre el obispo Guido.
El muchacho no solo devolvió el dinero, sino
que allí, en presencia de todos, se despojó de
todos sus bienes y vestiduras, proclamando a
Dios como su verdadero padre. Ante tal
demostración, el obispo lo envolvió en su
manto.
Francisco reconstruyó varias iglesias hasta que
le fue revelada su verdadera misión: la prédica
del evangelio y esta vez su mensaje fue
escuchado con atención. A partir de allí formó
la orden de los franciscanos y luego vinieron
otras.
Mucho hay para hablar de San Francisco de
Asís, pero hoy quiero contarte y a esto viene la
historia, que allá por 1223, hace 800 años, fue
37
él quien en el pueblo de Greccio, recreó, por vez
primera, el nacimiento de Jesús.
Convocó a los vecinos del pueblo para que
representaran a María, José, al niño y colocó
un buey, una mula y otros animales.
Así, dio lugar a una tradición que se extendió
por la tierra entera, para que las personas
pudiéramos ver y sentir como real aquel
momento en el que el hijo de Dios vino al
mundo en las más humildes condiciones,
rodeado de la gente más pobre, pero muy rica
en cuanto al amor.
Y entonces, en cada hogar, incluyendo este,
siempre se celebró la navidad armando un gran
pesebre. Recuerdo que, durante mi niñez, en
catequesis, interpreté a la Virgen María.
Aquellos eran grandes acontecimientos para
todo el barrio.
Hoy, te lo cuento, con la ilusión de que puedas
tú también, transmitir el verdadero sentir y
motivo del pesebre, pero sobre todo de la
navidad.

38
UN MILAGRO DE NAVIDAD
María Estrella Dorce Mota

En el lindo país de Venezuela vivía la familia


Lluna con sus hijos Juan y Alma, de nueve y
trece años de edad. Eran preciosos,
bondadosos. La casa era pequeña. Estaban
tristes porque se acercaba la Navidad. No
tenían para comer. La ropa se la daban en una
asociación humanitaria que ayuda a los más
necesitados.
El párroco de la iglesia les llevaba algunos
alimentos. Sus padres, Carlos y Saray,
desesperados, no paraban de intentar encontrar
la solución, esperando que sucediera el milagro
de la Navidad para dejar la amargura atrás.
Alma y Juan fueron a pasear por el centro
comercial. Al ver las bellas luces de colores, se
pusieron muy contentos. Había rojas, verdes,
azules, amarillas… A la vez estaban tristes,
miraban a las familias contemplando los regalos
navideños. Como todos los niños, tenían la
ilusión de tener un simple juguete, pero para
ellos era imposible. Aun así no perdían la
esperanza. Los hermanos se cogieron de las
manos, mirándose a los ojos, pidiendo un
deseo. Soñaban con comenzar una nueva vida,
siendo felices.
39
La familia Crowford iba paseando con sus hijos,
Marta y Migue. Observaron dos niños
desolados. Se acercaron a ellos preguntándoles:
–¿Os sucede algo?
Ellos respondieron:
–Se acerca la Navidad, somos una familia
pobre, ni siquiera tenemos para comer, aunque
veamos las luces y los regalos. Lo que deseamos
de corazón para nuestros queridos padres y
nosotros es un poco de comida para poder
sobrevivir día a día. También paz, salud y amor
para el mundo. Hace mucha falta. Este mundo
de tanta violencia, guerras, tantas familias de
diferentes países del planeta sin ningún tipo de
apoyo ni recursos como Cuba, Colombia,
Venezuela, etc. A las personas que acosan en
los colegios, haciéndoles la vida insoportable,
habiendo incomprensión, almas rotas
desgarrándose de dolor.
Los Crowford, emocionados por la historia, le
dijeron:
–Nosotros os ayudaremos en todo lo que
podamos para haceros más llevadero el duro
camino de la vida. No os preocupéis. Tenemos
una casa grande, un jardín de flores, caballos.
Vendréis a vivir con nosotros hasta que podáis
tener vuestra propia casa.
40
A Alma y Juan les caían las lágrimas por sus
mejillas, mientras escuchaban dichas palabras.
Se les dibujaba una sonrisa inmensa de
emoción.
–Queremos darles las gracias por su
preocupación y ayuda. Vosotros son unas
grandes personas. Han aparecido como unos
ángeles caídos del cielo en un momento
complicado. Lo estamos pasando fatal. Señores
Crowford, vengan a nuestra humilde casa. Les
presentaremos a nuestros padres.
Entonces todos se marcharon al coche de siete
plazas. Se dirigieron hacia allí mientras
cantaban alegremente. Al llegar a la casa, los
hijos de la familia Lluna, radiantes de felicidad
en sus caritas, gritaban: ¡Mamá, papá, os
presentamos a la increíble familia Crawford,
Rafa, María, Marta y Migue!
Carlos y Saray respondieron:
-¡Encantados de conocerles!
Rafa y María dijeron:
-¡A ustedes!. Vimos a Juan y Alma, y nos
acercamos a ellos para saber qué les sucedía.
Nos contaron todas las penurias que están
pasando. Se acabó el sufrimiento, les ofrecemos
nuestra ayuda. Vénganse a vivir con nosotros.

41
Carlos y Saray exclamaron:
-¡Ay Dios mío, no tenemos palabras! Ha
sucedido el milagro que esperábamos. Millones
de gracias. Muy amables. Dios les bendiga
junto a la Virgen y su Hijo Divino por siempre.
Esa misma noche la familia Lluna marchó a la
casa nueva. La familia Crowford preparó una
cena riquísima para darles la bienvenida. Antes
de cenar, todos rezaron. La familia Lluna dio las
gracias por todo lo que tenían. Después se
fueron a dormir. Descansaron profundamente
porque se les estaba cambiando la vida,
después de tanto que habían padecido.
A la mañana siguiente, Marta y su hermano
Migue, compartieron todos sus juguetes con
Juan y Alma, los nuevos integrantes de la casa.
Hasta les regalaron uno a cada uno.
Se sentían tan bien, que les parecía un sueño.
Se había convertido en realidad, saltaban
emocionados. Saliendo al jardín, vieron un
caballo hermoso y una preciosa yegua, que se
llamaban Luz y Bella. Un color blanco pureza.
Les acariciaron con ternura y cariño. Por un
momento se olvidaron de las adversidades.
Conectaron de una manera especial.
Faltaba tan solo un día para la esperada
Navidad. Así que juntos empezaron a decorar el
árbol, hasta montaron un Belén grande.

42
Para ese mágico día los Crowford compraron
para la familia Lluna dos bonitas bicicletas y
ropa que necesitaban. Para sus padres
prepararon una magnífica sorpresa. No se lo
podían llegar a imaginar: una casa acogedora
más espaciosa que la anterior para que vivieran
con sus hijos.
Esa noche empezó a nevar. Todos los árboles se
cubrieron de un manto blanco. Hacía frío y el
ambiente daba paz. Al despertar, todos
comenzaron a organizar los preparativos de
Nochebuena. Pusieron los regalos debajo del
árbol. Sería una cena inolvidable, mágica, con
risas y cantando villancicos.
A las doce de la noche nació el Divino Niño
Jesús. Comenzó la Navidad, las campanas
sonaban.
Todos corrieron hacia el árbol, abrieron los
regalos. Juan y Alma se quedaron
impresionados. Los Crowford entregaron una
llave a la familia Lluna, mientras les decían:
-A partir de ahora tienen otra oportunidad, aquí
su casa. Les deseamos lo mejor de corazón.
Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo. Uno para
todos y todos para uno.

43
LA NAVIDAD DE LUISA
Valeria Wuillez

Luisa nunca había visto el mar. Siempre había


vivido en las montañas con su rebaño de ovejas.
Sus padres habían construido un pequeño
chalet al pie de las praderas alpinas. Dos
habitaciones, una para ellos, otra para su única
hija, Luisa, y una cocina donde la estufa reunía
a los tres. El padre hubiese preferido un hijo,
pero adoraba a Luisa que sabía orientarse por
la montaña y que no temía al lobo en las
noches estrelladas de trashumancia. Pasaba las
semanas de verano en el aprisco con su padre y
el rebaño. Luego, aprendió a convivir sola con la
naturaleza.
Luisa pasó la escuela primaria y dejó de
estudiar. Su padre no le daba importancia al
aprender. Saber escribir, leer y contar era lo
esencial. A Luisa le gustaba estar en el aula,
pero no tenía ninguna amiga con quien hablar.
Nadie veía la quietud del manto blanco y frío de
las montañas. Las faldas montañosas eran, en
invierno, solo un terreno de juego y a nadie se
le ocurría contar el murmullo del río bajo el sol
o la suave lluvia musical que tocaba, plic plic,
en la chapa del refugio.

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Cuando su padre iba a la ciudad, le compraba
un libro. Ella lo elegía después de meditar,
entre las últimas páginas de los que había leído
ya. Su lectura acompañaba el silencio de sus
padres en torno a la estufa. Viajaba a miles de
años o distancia del lugar. Se llevaba a las
praderas unos libros, aunque ya los hubiera
leído todos. Leía en voz alta para sus ovejas y
para sí misma.
Fue aquella Navidad una de las más gélidas.
Era tan intenso el frío que les obligaba a
guardar a los animales en el establo. No
necesitan pesebre. Luisa soñaba con el único
regalo que había pedido: los cuentos de
Andersen. En la escuela, la maestra les había
narrado el cuento de la Sirenita.
Afuera, la nieve caía y el cierzo helado formaba
torbellinos. Pese a ello, se debía ir a por leña
que ya no alcanzaba para calentar la pequeña
casa.
Aquella mañana de Navidad, Luisa se propuso
caminar hasta el bosque de pinos. Abrigada
para resistir al frío y calzada de raquetas partió
con el hacha y el trineo. Había cumplido quince
años meses atrás.
Le costaba andar. Avanzaba en dirección a los
pinos. Un profundo silencio acompañaba sus
pasos que solo rompía el crujir de la nieve bajo
su peso. De pronto, se le hundió el pie derecho.
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En un ruido sordo que apenas duró, cayó su
cuerpo varios metros abajo. Ligera de
complexión, no se había roto nada. Miró hacia
arriba y se dijo que nunca podría salir sola de
aquella trampa. Tenía que esperar a que su
padre, preocupado, la viniera a buscar. Eso
tardaría, pero seguro que vendría y abriría a
tiempo el regalo de Navidad.
No debía dormir para que no se le congelara
todo el cuerpo. Entonces se le ocurrió una idea:
un teatro de marionetas para una
representación extraordinaria de Don
Perlimplín. Con la nieve dio forma y vida a sus
personajes preferidos vistiéndolos de hojas.
Luisa conocía las réplicas de memoria. Daba
voz a todos sus seres de nieve y ella misma
hacía de duende. Cambió el final de la historia y
todo acabó con fiesta y banquete.
Terminada la representación, su padre aún no
la había llamado. En lugar de desesperarse,
decidió representar la Sirenita de Andersen,
anticipando la lectura tan anhelada. Los
paisajes marinos le harían entrar un poco de
calor, pensó. Menguaba la luz del día. El frío se
había hecho más intenso. Le costaba mover los
dedos de las manos y las extremidades de los
pies eran estalagmitas de la cueva en la que
estaba.

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En su nuevo espectáculo, decretó que
desempeñaría el papel de la Sirenita. Comenzó
el cuento y su viaje a fin de conseguir un alma
eterna. No quería convertirse en espuma de
mar. Luisa pensaba que, además, en su
situación, la confundirían con la nieve por el
color. Al final, como la niña del cuento, le
acariciaron los últimos rayos del sol. Escuchó
voces tenues. Las hijas del aire, razonó. Sonrió
y se durmió aplacada.
Qué sorpresa al despertar, no estaba en su
reino acuático sino en su cama. Su madre y su
padre a sus lados. Sentía su cuerpo todavía
cansado. En la mesilla de noche, el libro de
cuentos de Andersen. En la tapa, le sonreía la
sirenita.
Sus manos vendadas le dolían. En cambio, ya
no sentía las extremidades de sus pies. Le
había nacido una cola tal vez.
Unos días después, con lágrimas en los ojos, los
padres le ofrecieron a Luisa otro regalo: nuevos
zapatos para poder andar sin los dedos que el
invierno helado le había robado. Apenados por
lo que le había pasado a su hija, le preguntaron
si tenía un deseo. Intimidada, Luisa bajó la
mirada y se atrevió a decir:
-«Ser la Sirenita de Andersen, vivir en el reino
del mar y tener un alma inmortal ».

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NAVIDAD DE UN VAGABUNDO
Paula Duval

Todos los miramos con ignorancia, y a veces


somos ciegos como piedras del camino, de la
realidad que nos rodea él es un ser humano
más solitario que un perro abandonado que el
destino lo llevo a vivir en la calle.

Camina todo el día, buscando un poco de


comida para calmar su hambre, pero Dios no se
olvida y abandona a sus hijos desamparados
porque siempre hay una mano solidaria que, a
pesar de su soledad y tristeza, hay seres en esta
tierra que no se olvidan de aquel que más
necesita.

48
UNIDOS EN NAVIDAD
María Estrella Dorce Mota

Se acerca la Navidad,
los niños emocionados están
viendo las preciosas luces de colores.

Los árboles adornados,


el Belén angelical.
Esperan con ansias el nacimiento del Niño
Jesús
para reunirse en familia,
cantar villancicos,
disfrutar de la Nochebuena.

Pero hay familias sin ropa,


sin un bocado que llevarse a la boca,
durmiendo en las calles frías,
sin alegría,
en soledad.

Esperando que alguien les tienda la mano


y poder vivir una feliz Navidad,

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sentir el calor de la humanidad.

La Navidad no son los regalos,


es todo el amor que nos brindamos,
estar todos juntos,
pero hay familias rotas.
Faltan familiares.
Desde aquí lo sentimos,
son estrellas en el cielo,
que eternamente brillarán.

En Navidad suceden cosas mágicas, especiales,


nacimientos, reencuentros, reconciliaciones.

Son fechas que, a pesar de las adversidades,


nos dan luz, paz y amor.

Unidos será un mundo mejor.

Ayudémonos en todo lo que podamos


como buenos hermanos,
viviremos mejor.

50
LA MAGIA DEL AMOR
Mayela Ropele Maul

Iker y sus amigos, salieron corriendo del salón


de clases, dirigiéndose hacia el patio para
elaborar el más fenomenal mono de nieve, se
dividieron las comisiones; unos buscarían los
objetos necesarios para formar la cara y la
indumentaria, mientras otros, formarían el
cuerpo, entre este grupo se encontraba Iker.
Mientras realizaban su tarea, Sebastián
comentó que le había escrito la carta a Santa
Claus, para pedirle sus juguetes, luego cada
uno compartió sus peticiones, solo Iker no
comento nada.
-Fiola le preguntó ─ ¿tú ya escribiste tu carta?
-Iker contestó ─ no, mi papá no cree en él,
jamás le escribimos.
-¿quién te trae los juguetes?
-nunca recibo juguetes.
Todos se miraron a los ojos y en silencio
terminaron su trabajo. Esa noche, Iker decidió
escribirle a Santa Claus a escondidas de su
papá, rotuló el sobre, la colocó bajo su

51
almohada, por la mañana, la pondría en el
buzón que está camino a la escuela. La navidad
se acercaba, focos de colores adornaban el
pueblo completo, ¡se veía espectacular! El
aroma a pino se mezclaba con las luces y los
adornos que colgaban de las ramas del abeto,
la estrella en lo más alto de este brillaba con la
luz que proyectaban los troncos que ardían
en la chimenea.
Varias veces durante la cena, Iker abría la
conservación sobre el tema de escribirle a
Santa Claus, pero siempre su papá cerraba la
plática diciendo.
-¡son puras mentiras! además, la Navidad no se
trata de regalar juguetes. Iker antes de
acostarse, oraba para que Santa Claus recibiera
su misiva.
Durante la cena de navidad, la familia
agradeció a Dios por las bendiciones recibidas.
Parado frente a su ventana, admiró la danza de
los copos de nieve, no pretendía dormir,
pero el sueño lo venció. ¡Despertó temeroso! con
sigilosos pasos llegó al árbol, y al ver que
debajo de él se encontraban los juguetes que le
había encargado a Santa Claus, calló de
rodillas y soltó un sollozo.
52
La voz de su padre le tocó el alma
-!No lo puedo creer, Santa Claus existe!

53
EL DÍA QUE LOKI ROBÓ LA NAVIDAD
Ariel Sosa Mansilla
Érase una vez, en el frío y oscuro invierno de
los vikingos, un travieso y astuto dios llamado
Loki. Loki siempre estaba buscando nuevas
formas de causar problemas y divertirse. Su
última idea era robar la Navidad vikinga, una
celebración llena de alegría, regalos y
festividades.
Loki sabía que todos los habitantes del poblado
se reunirían en el gran salón del jefe vikingo
para celebrar la Navidad. Así que decidió
infiltrarse en la fiesta y arruinar todos los
regalos y decoraciones. Con su habilidad para
cambiar de forma, Loki se convirtió en un elfo
diminuto y se coló dentro del salón sin ser
detectado.
Una vez dentro, Loki empezó a causar estragos.
Rompió los jarrones de cristal, destruyó las
luces que adornaban el salón y escondió los
regalos que estaban debajo del enorme árbol de
Navidad. Todo mientras se reía maliciosamente.
Poco a poco, los vikingos comenzaron a notar
que algo andaba mal. Sus regalos habían
desaparecido, las luces estaban rotas y el
espíritu navideño había desaparecido por

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completo. La tristeza invadió el salón y el jefe
vikingo, preocupado por su pueblo, decidió
actuar.

Convocó a todos los vikingos y pidió su ayuda


para descubrir quién estaba detrás de esta
maldad. Juntos, buscaron pistas y recorrieron
el salón en busca del culpable. Fue entonces
cuando uno de los niños vikingos notó algo
extraño. Había visto a un pequeño elfo
merodeando cerca del árbol de Navidad.
El jefe vikingo y los demás vikingos siguieron al
niño hasta el árbol, donde encontrarían a Loki
tratando de esconderse. Lo atraparon
rápidamente y lo llevaron ante el jefe vikingo
para que se enfrentara a su destino.
Loki admitió su culpa y se disculpó con todos
los vikingos por arruinar su Navidad. El jefe
vikingo, con ternura, decidió perdonar a Loki,
pero le impuso una tarea para enmendar su
error. Loki tendría que ayudar a reconstruir el
salón y reemplazar todos los regalos que había
arruinado.
Y así, Loki aprendió una lección valiosa: que las
bromas y travesuras pueden ser divertidas,
pero también pueden lastimar a los demás. A
partir de ese día, Loki prometió usar sus

55
habilidades para hacer el bien y nunca volver a
robar la alegría de la Navidad vikinga.
Desde entonces, la Navidad en el poblado
vikingo se convirtió en una celebración aún más
especial gracias a la lección aprendida de Loki.
Y todos los años, recordaban el cuento del
travieso dios que había robado la Navidad, pero
que también había encontrado redención.

56
FE DURANTE LA NOCHE.
Isaías Gallegos Santos

Los pasos en eco rebotaban con ansiedad en las


paredes del callejón, entre charcos aplastados y
sombras repentinas tras las farolas,
persiguiendo a dos figuras azabache
deformándose a su paso entre la noche; Dos
figuras, acechadas por la luna, que en estas
fechas descansa hasta arriba, sobre las escasas
nubes, pero densa neblina, misma que es
cortada por el fugaz paso con suela rígida de
las botas embadurnadas de lodo seco y ligeros
manchones de sangre todavía fresca, producto
de lo que llaman “una mala noche”.
─ ¡Deténgase! –se deja oír, entre pujidos de
cansancio, detrás de la primera
sombra; solo respondidos por pasos más
apresurados-.
“Creo que hay un callejón hacia la avenida
cruzando ese muro”, pensaba –sin pensar-, ya
habiendo ganado distancia de las pisas de
detrás, mientras distribuía en su mente la
disposición de la ciudad.
En su cabeza, si bien repleta de oportunidades
y callejuelas en dónde poder escabullirse, no
había medio centímetro más de espacio para

57
algo diferente a lo que acababa de pasar, del
porqué a la aún caliente recámara del arma en
el bolsillo derecho de su gabardina, el barro
rojizo en su calzado y la criatura
difuminada que le perseguía; ese ente
desconocido, incapaz de ver con ojos ciegos, en
vez de testigo inoportuno.
─ ¡Pare ahora mismo! –grita, agotando su
autoritaria voz a mitad de la oración,
pero sin perder fuerza, solo denotando su
cansancio-.
Iba perdiendo metros en la carrera hacia la
nada, entre charco y charco, pensamiento y
pensamiento, grito y grito, distinguiendo, ahora,
el gorro de lana negra, la gabardina y las botas
del irruptor de su vigilia nocturna.
“No puedo parar ahora, él murió, y ya estoy
muy lejos” dijo para sí internamente, seguro de
sus pasos, pero sin saber qué haría después.
Podía pensar en sus hijos, su esposa, su
hermano, en qué clase de vida podría darles si
desfallecía de letargo; Podría pensar, también,
en la próxima navidad, el verdadero porqué de
la muerte de su compañero, aún si esta pudo
ser detenida por cientos de factores,pero solo
uno provocarla de esa forma. Estaba ya por
saltar el muro.

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─ ¡Deténgase –trepidando sus palabras con
cada paso, aspirando lentamente,
ahorrando las escasas reservas de aire-, o iré a
dispararle! –sentenció, sin preocuparse de cómo
hablaba-.
Solo siendo respondido por el ávido salto al
muro blanco de aquel hombre robusto y
bigotón, observando cómo, mientras recuperaba
el aliento y desenfundaba, subía la primera
pierna por encima de la barra clara, embarrada
de café, que significaba esa pared, pero no la
segunda.
El estruendo resonó en el callejón, seguido de
tres tiros desesperados, asustados, dispersos y
sin precisión, dejando un agujero rojizo –como
las botas del ladrón- en el hombro derecho del
saco oscuro e inmóvil que se disfrazaba con el
oscuro suelo. Podría pensar en su mujer, la
oficinista de medio sueldo que conoció en el
trabajo; su hijo de diez años, con ganas de ser
policía, como su tío, al crecer; su hermano, a
quien quería hacer sentir orgulloso dando una
buena cena, y no el arroz quemado del otro año,
no el regalo mediocre a su hijo del otro año, no
la ausencia del otro año.

59
ÍD MILÁD SA'ÍD
(ESTOY AQUÍ PARA QUEDARME)
Lilian Costantino
Moad era un pequeño niño que habitaba
silencioso las paredes de aquel orfanato. Sus
padres habían muerto al poco tiempo de que
cumpliera ocho años.
Añoraba el abrazo de su padre o la cálida
sonrisa de mamá como si fuera su único tesoro.
Al llegar diciembre esos recuerdos se hacían
aún más presentes, se había refugiado en el
interior de su mente durante mucho tiempo,
conversaba con ellos tratando de rescatar
aquellos sentimientos, aferrándose a ellos. Los
aromas le rememoraban su infancia, el olor
cítrico de las naranjas recién cosechadas, el
humeante te de menta y el sonido de los leños
prendidos fuego en la cocina de su pequeña
casa era lo único que ansiaba.
—Mamá, papá, ¿me extrañan como yo a
ustedes?
—Mi amor, siempre estamos contigo. Aunque
no podamos abrazarte físicamente, nuestras
palabras de aliento y amor están en tu corazón.
—Moad, has crecido fuerte y valiente. Estamos
orgullosos de ti. Sigue siendo el niño amoroso
que siempre has sido -repetía su padre-.

60
Diciembre era un mes difícil, muchos niños en
el mundo festejaban las navidades entre el
alborozo, canticos, un pesebre que
representaba el advenimiento del Jesús,
mientras otros, tan parecidos a él solos se
encontraban en ese triste encierro, faltó de
afecto, de aromas a ricas comidas preparadas
por las manos afectuosas de una madre. Como
solía hacerlo la suya cuando se reunían en una
gran mesa familiar para orar por todos los
niños del mundo pues Navidad eran
festividades musulmanas, pero sí supone “la
conmemoración del nacimiento de un profeta
estimado por los musulmanes”. Aun así el
sentía que reunirse alrededor de la mesa, para
orar y disfrutar de una cena tradicional como el
cous cous, dátiles y el sabroso te de menta
hubiera Sido bienvenido.
—Maestra, ¿por qué celebramos ciertas
festividades, aunque no sean parte de nuestras
tradiciones?
— Moad, celebramos el nacimiento de un
profeta especial en estas fechas. Aunque no sea
una festividad musulmana, nos recuerda la
importancia de la compasión y la bondad.
—A veces, desearía poder celebrar en familia
como lo hacían mis padres.
— La familia es un regalo valioso, Moad. Pero
recuerda, tu comunidad y tus compañeros
61
también son como una gran familia. Juntos,
encontramos consuelo y amor.
Compartía su mundo con niños en su misma
condición, y aunque silencioso más que
ninguno, crecía imaginando un mundo mejor.
Nunca había festejado su cumpleaños, ¿cómo
podía ser que un niño en cualquier parte del
mundo o de cualquier religión no supiera que
era festejar su nacimiento?
Había encontrado allí seres especiales, que le
enseñaron las leyes del Corán, así se convirtió
en un ser, en un hombre creyente de su dios
Allah.
—Maestro, ¿por qué es tan importante la
oración en nuestras vidas?
—Moad, la oración es nuestra conexión directa
con Allah. Nos guía, nos fortalece y nos acerca a
la paz interior. A través de ella, encontramos
consuelo en los momentos difíciles.
—Pero a veces, echo de menos a mis padres.
Extraño sus abrazos y sus palabras de aliento.
—Entiendo, Moad. Allah nos brinda consuelo y
fuerza incluso en la ausencia de nuestros seres
queridos. Recuerda, Él siempre está contigo.
Podría haberse llamado Juan, Pedro o Martha,
solo un niño con una vida de perdidas,
abandono y pena, como tantos en el mundo,
que buscan el refugio de un abrazo amoroso,
62
una caricia suave que seque una de sus tantas
lágrimas, para sanar sus heridas.
Su vacío era inmenso, pero aun así estaba
repleto de bondad, hacia sus hermanos y más a
un a los niños que cruzaba en su peregrinar por
las viejas calles de su pequeña ciudad Mechra
Bel Ksiri, un pequeño pueblo de agricultores.
Moad, encontró consuelo en su fe. Mientras
paseaba por las calles de Bel Siri, conoció a un
anciano, Moad, sin dudarlo, extendió su mano
para ofrecer apoyo. La historia de Moad se
extendió por el pueblo, y la gente comenzó a
reconocer su nobleza y generosidad,
organizando una celebración en su honor.
Aunque Moad nunca pudo celebrar su
cumpleaños ni las festividades de su infancia,
ahora experimentaba la celebración del amor y
la solidaridad. Moad comprendió que había
construido una nueva familia a su alrededor.
Moad se convirtió en una inspiración para
todos, recordándoles que el amor y la
compasión pueden llenar los vacíos más
profundos. Y así, Moad, el niño que alguna vez
habitó las paredes de un orfanato, se convirtió
en la luz que iluminó todo un pueblo.

63
BOLAS DE NIEVE
Anaybe Paipilla
Los niños se perdieron hace tres años. La
última vez que se supo de ellos fue la noche de
las velitas. Dorotea, su madre ha buscado por
cada rincón donde le dicen que probablemente
los vieron. Por Colombia no se ve la nieve si no
visitas un nevado, ella sabe que el sueño de sus
dos pequeños era conocerla y hacer muñecos de
nieve.
Por eso, ha viajado por cada rincón del país,
recorriendo los sitios donde tal vez hayan ido.

─Muy necia usted, comadre, los chinos


asustados no van en busca de los sueños,
quien sabe a donde los vendieron. Le decía su
gran amiga y madrina de bautizo del único niño
que le quedaba a su lado.
Misael, tenía la edad que llevaban perdidos sus
hermanitos. Dorotea se movía entre las alegrías
que Misael le daba y la esperanza de vida de
sus otros pequeños.
Solo le faltaba visitar el Nevado Chiles, Misael,
se quedaba con su madrina. Ninguno conocía
papá. El último, los abandonó tachándola de
loca por hacer lo que hacía en cada Nevado que
visitaba y el primero murió intentando cruzar la

64
frontera a Estados Unidos, o eso fue lo que
dijeron.
Ella sabía que era una locura lo que hacía, pero
por sus hijos, valía la pena intentarlo todo. En
cada población donde se ubicaba el nevado a
visitar, lo primero que pagaba o pedía era
vehículos que funcionaran como quitanieves.
Complicado por la región. Lo que si hubo fue
solidaridad, la gente se unía y entre todos
armaban grandes bolas de nieve, el rastro que
había decidido dejar a sus pequeños por los
años de ausencia. Su meta y su última
esperanza era completar un enorme muñeco de
nieve, visible, que llamara la atención para que
sus hijos llegaran hasta ella.
En ese viaje decidió llevar a Misael con ella. Los
noticieros televisaron la hazaña de la madre
desesperada y la comunidad se hizo más
grande para poder completar el muñeco de
nieve. En cada nevado dejaba una gran bola de
nieve y pistas de lo que seguiría haciendo. La
noche de navidad llegó y un gran número de
personas se reunió en la parte baja del nevado
Chiles Gente de todas partes, incluso de fuera
del país. Desde cualquier sector bajo del nevado
se divisaba el enorme muñeco de nieve. Fue
necesaria la ayuda de las autoridades
prestando los helicópteros con adaptaciones

65
para mover las enormes bolas blancas. Todo
estaba listo, solo faltaba que diera resultado.
El amanecer del 26 de diciembre nada nuevo
había pasado. Los niños seguían perdidos, la
madre desolada tomó a su pequeño y decidió
volver a casa, mientras el muñeco se derretía.
Miembros de la Fuerza aérea la llevaron a su
tierra en uno de los helicópteros disponibles
para su ayuda.
Llegando al camino que la conducía a su
morada, una gran romería rodeaba la vivienda.
Habían armado frente a su casa, un gran
muñeco “Bola de nieve”, lo llamaron. Lo
hicieron con esas máquinas de hacer nieve.
Solo faltaba colocarle una yuca pintada de
naranja, como nariz.
─Todo se desvanece. Así como se derritieron las
bolas de nieve y el gran muñeco de nieve en el
último nevado, así lo hará este, y mis hijos no
aparecerán.
Dijo Dorotea ya sin esperanza. Casi al mismo
instante patrullas de la policía aparecieron en
la puerta de su casa. Venían a trasladarla con
el pequeño Misael al aeropuerto. Solo le dijeron
que debía viajar de nuevo al Nevado Chiles.
Confusa tomó el avión. Al llegar allá, mucha
gente la esperaba también. Sus ojos llenos de
lágrimas volvían aún más borroso el camino
recorrido. Dentro de la cabaña, cerca de la
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fogata, una mujer de mediana edad con una
niña sobre su regazo la esperaba. Era su hijita,
ya tenía seis años, pero su carita era la misma.
La arrebató de sus brazos y la tomó en los
suyos.
─Su niño nos codujo hasta acá, siempre supo
que usted no los dejaría de buscar.
─¿Dónde está mi hijo?
─Lo siento, murió hace ocho meses, tratando
de atravesar un río. Era un niño muy valiente.
Sé que su felicidad no es completa, pero no
debe arrepentirse de nada. Usted, los mantuvo
llenos de amor con cada pista.

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