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Armonía y Tonalidad
Armonía y Tonalidad
Armonía y Tonalidad
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La polifonía, sin embargo, a pesar de ser menospreciada durante el surgimiento de la homofonía, fue y
sigue siendo revalorada, cultivada y desarrollada de manera universal; el propio Schoenberg emplea, en su
sistema dodecafónico, muchos de los principios polifónicos tradicionales.
fundamental, es decir: la tercera mayor, que corresponde a la relación de
4/5; la tercera menor, que corresponde a la relación de 5/6, y la quinta,
que corresponde a la relación de 1/3. Estos intervalos son consonantes,
produciendo tal impresión en nuestro oído a causa de que guardan
correspondencia con la división matemática de la escala (Fubini, 2005,
pág. 173).
Por su parte, el concepto de tonalidad resulta ser anterior y, en cierto sentido, más
fundamental que la armonía; si bien puede ser entendido como fundado en la naturaleza,
presenta ciertas características que lo acercan a las consideraciones ético-políticas de la
filosofía aristotélica. La tonalidad puede describirse como un principio (Cardona, 2010,
pág. 6) mediante el cual los distintos sonidos musicales, emanados de las distintas
proporciones naturales, se ordenan en torno a un sonido principal, el cual funge como
tónica.
En este contexto, podemos entender la tonalidad como un sistema jerárquico, en donde los
sonidos son categorizados en distintos rangos y funciones, siempre en torno a un sonido
principal: “…ésta se define por un sistema de jerarquización de notas, de triadas basadas
en la armonía natural y los sobre tonos de la nota, siendo un método donde hay notas de
2
La estructura básica del acorde se compone de estas tres notas. La evolución de la armonía llevará a la
concepción de acordes de 4, 5 o más notas distintas.
mayor importancia que otras, donde la ordenación es clave para la adecuada armonía”
(Muñoz Mora, 2016, pág. 4). El principio de tonalidad ha acompañado a la música desde
siempre: existen muy diversos sistemas tonales, de acuerdo con su origen geográfico e
histórico, y la tonalidad como principio ha sido un elemento proporcionador de coherencia
y sentido musical.
La teoría de los Armónicos nos enseña que, acústicamente, existe una jerarquía natural de
los sonidos,3 la cual se transmite a las construcciones melódicas; a través de éstas, la
armonía hereda este orden jerárquico en donde el papel central, que en la tonalidad está
representada por la nota tónica, es ejercido por un acorde principal, el cual funge como
centro gravitacional de todas las relaciones y movimientos armónicos. En esencia, esta
teoría nos explica que cada sonido o frecuencia emitido físicamente por un instrumento u
objeto, va naturalmente acompañado de otros sonidos o frecuencias que determinan sus
características tímbricas; en estos sonidos adicionales se puede observar el orden
jerárquico del principio tonal, así como los fundamentos de las estructuras armónicas:
3
La nota generadora de la serie de armónicos (o sea, el primer armónico) es la que domina auditivamente
(aparece 4 veces en los primeros 8 armónicos). (Cardona, 2010, pág. 8)
En esta serie, el do es el que suena con mayor fuerza, porque ocurre más
veces y porque además es realmente el sonido fundamental, es decir:
resuena él mismo (Schoenberg, Tratado de Armonía, 1974, pág. 19).
Más que explicar esta teoría, nos interesa hacer notar cómo, a través de estos postulados,
los principios de la tonalidad y la armonía se revelan como fundamentados en la
naturaleza: cada sonido lleva en sí mismo los demás sonidos que constituyen su estructura
tonal, cada sonido tiene una participación que le da un cierto estatus o jerarquía: la
fundamental aparece más veces, luego la quinta, luego la tercera, etc.; asimismo, la
estructura triádica del acorde aparece en los primeros armónicos de la serie. Esta noción
fue muy importante para la argumentación teórico-musical que se llevó a cabo a partir del
Racionalismo cartesiano, en donde la imitación de la naturaleza era una cualidad
deliberadamente buscada y deseada en la música y en cualquier otra expresión artística:
Ya sea en uno u otro sentido, esta validación de la música por medio de la naturaleza ha
trascendido a través del tiempo, y constituye uno de los principales argumentos de su
permanente papel rector en la música, particularmente la occidental. El propio Arnold
Schoenberg se expresó en este sentido:
El hallazgo de nuestra escala mayor, la secuencia do, re, mi, fa, sol, la,
si, cuyas notas se basan en los modos griegos y eclesiásticos, puede
explicarse como una imitación de la naturaleza; intuición y combinación
han cooperado para que la cualidad más importante del sonido, sus
armónicos superiores, que nosotros representamos –como toda
simultaneidad sonora– sobre la vertical, sea trasladada a la horizontal, a
lo no simultáneo, a lo sonoro sucesivo (Schoenberg, Tratado de Armonía,
1974, pág. 19).
Sin embargo, la noción del origen natural de la tonalidad y la armonía empezó a trastocarse
a partir de una importante convención musical que comenzó a ser discutida durante el siglo
XVII y quedó plenamente establecida durante la primera mitad del siglo XIX: la adopción
de la escala temperada, o temperamento musical.4 La implementación de este sistema
tonal, en donde todos los tonos y semitonos de la escala musical representan distancias
iguales y/o proporcionadas,5 no sólo representó una solución a diversos problemas
prácticos,6 sino que abrió las puertas a nuevos e inusitados caminos para la armonía
musical. La equivalencia de tonos y semitonos creó los fenómenos de la enarmonía7 y el
cromatismo,8 con la notable consecuencia de una ampliación del espectro y posibilidades
de la armonía.
Así pues, la música occidental, a partir del siglo XIX, fundamentó su desarrollo armónico
y melódico en una premisa artificial o “convencional”, que sin duda representó un avance
en las cualidades expresivas de la música –las cuales se ponderaban desde la época de los
4
La propiedad más notable del temperamento igual es la igualdad de altura entre las notas enarmónicas,
que se deriva de la utilización de un solo tipo de semitono. Así pues, en este sistema no existen comas, sino
que el semitono temperado es el menor intervalo posible entre dos notas consecutivas. También existe un
solo tipo de tono, semejante (4 cents menor) al tono pitagórico y al tono grande del sistema justo.
(wikipedia, 2020) La adopción del sistema temperado permitió grandes avances en la interpretación musical,
la fabricación y diseño de instrumentos musicales, y el desarrollo de la armonía en general.
5
Todos los tonos son iguales; todos los semitonos son igualmente idénticos, y representan exactamente la
mitad de un tono.
6
Todos los instrumentos de afinación fija se vieron beneficiados con esta medida: la mayoría de los
instrumentistas de aliento requerían de la utilización de distintos instrumentos disponibles en distintas
tonalidades; el empleo de la escala temperada simplificó el instrumental requerido por este tipo de
ejecutante. Los instrumentos de teclado se vieron particularmente agraciados: por su tamaño, resultaba
impráctico utilizar varios instrumentos con distintas afinaciones, por lo que un cambio de tonalidad
resultaba sumamente impráctico, debido a la engorrosa preparación que se requeriría para afinar las notas
adecuadas para una nueva tonalidad.
7
La enarmonía en música es el nombre que se aplica a la relación entre dos o más sonidos que, a pesar de
poseer distintos nombres, se aproximan en su entonación, resultando casi idéntica en la afinación
temperada, como la de los instrumentos de teclado modernos.
Por ejemplo, dos notas que se llamen de distinta manera pueden, a veces, coincidir en la misma tecla de un
piano, en el mismo traste de una guitarra, o en la misma combinación de llaves de una flauta traversa. A esta
coincidencia se le llama enarmonía, y resulta en una afinación idéntica (wikipedia, 2020).
8
Cromatismo es un término musical que hace referencia al uso de las notas intermedias de la escala o
semitonos, que en la música diatónica permanecen "fijos" en su posición: mi-fa, si-do. El cromatismo afecta
a la estructura melódica y da lugar a las llamadas notas alteradas (bemol, sostenido), que tienen importancia
como efectos expresivos (wikipedia, 2020).
Afectos– pero, al mismo tiempo, y casi inconscientemente, se abandonó la noción
fundamental de un orden natural en la estructura musical. El orden natural que dictaba las
distintas jerarquías de los sonidos de la escala musical en torno a una tónica quedó un tanto
desenfocado, al imponerse un criterio de igualdad entre los distintos tonos y sus partes, los
semitonos. Schoenberg es categórico al argumentar sobre esta nueva condición:
…los armónicos más cercanos contribuyen más, los más lejanos menos.
La diferencia entre ellos es de grado, no esencial. No son –ya lo expresa
la cifra de sus frecuencias– opuestos, como tampoco lo son el número
dos y el número diez; y las expresiones “consonancia” y “disonancia”,
que hacen referencia a una antítesis, son erróneas (Schoenberg, Tratado
de Armonía, 1974, pág. 16).
En este punto de nuestro análisis, como ya lo habíamos anticipado, nos acercamos a las
concepciones ético-políticas de Aristóteles. Schoenberg combate la idea de que la
jerarquización de las notas musicales obedece a razones de índole natural, en un sentido
análogo al que los filósofos de la política contractualista 9 combatían las ideas políticas
clásicas que establecían las jerarquías políticas y las clases sociales como un dictado
natural y divino. El propio Aristóteles contemplaba la noción de jerarquías “naturales”:
“Mandar y obedecer no sólo son cosas necesarias, sino también convenientes, y ya desde el
nacimiento algunos están destinados a obedecer y otros a mandar” (Aristóteles, Política,
Libro I, 1988, 1254a 2). La propia noción de subordinación a una figura de autoridad es
básica en la teoría política aristotélica, en donde todas las formas de asociación humana,
como la familia, la comunidad y el Estado, deben ser encabezadas por un líder, idealmente
único. A este respecto, Tomás de Aquino dice:
9
Jean Jacques Rousseau, Thomas Hobbes, John Locke, entre otros.
enderezan, se halla siempre una que rija las demás (Aquino, 1964, pág.
6).
Esta noción de un principio rector del orden establecido nos remite a las causas del ser
explicadas al referirnos sobre la Metafísica aristotélica. Como ya habíamos dicho, el ser de
las cosas de la realidad se explica por cuatro causas principales; 11 estas causas pueden
relacionarse en una concatenación12 que puede dar lugar a una extensa secuencia, pero,
bajo ninguna circunstancia, considera Aristóteles, esta cadena causal es infinita.
11
Causa formal, causa material, causa eficiente y causa final.
12
Por ejemplo: la causa de la lluvia es la nube, cuya causa es la condensación del vapor, cuya causa es una
serie de eventos térmicos y atmosféricos, etc.
la causa de donde procede el principio del movimiento (por ejemplo,
que el hombre sea puesto en movimiento por el Aire, y éste por el Sol,
y el Sol por el Odio, y que de esto no haya nunca fin) (Aristóteles,
Metafísica, 1990, 994a 1 – 5).
Este principio fundamental, origen inicial de todas las cosas, es lo que Aristóteles llama el
motor inmóvil. Para el estagirita, el motor inmóvil es, como su nombre lo sugiere, el origen
de todo movimiento, generación o transformación, la sustancia primigenia, incorruptible e
inconmovible que permite el paso de la potencia al acto. Es la representación de la
perfección, la inmutabilidad y de toda aspiración ética, física y metafísica del ser humano:
“Este principio del que «dependen el cielo y la naturaleza» es Vida. Pero ¿qué clase de
vida? La más excelente y perfecta de todas…”13 (Reale, 1985, pág. 63)
No es de extrañar, pues, que esta noción de lo unitario como perfección, regido por un
principio fundamental, fuera una especie de modelo racional que permeara y continúa
influyendo en todas las concepciones lógicas, intelectivas y racionales que concibe el
hombre; es un patrón que el ser humano busca constantemente y que, al momento de
encontrarlo, identifica como fuente de contacto con lo perfecto o lo divino, con lo que debe
ser. Así pues, al igual que en las concepciones políticas, la detección de este patrón
racional en las estructuras de la tonalidad y la armonía estableció la noción de una ley
inamovible y perfecta, que hace resonancia con las leyes universales.
Pero la comprensión de los fenómenos acústicos nos ha enseñado que esta supuesta
perfección de las leyes musicales es una falacia o, al menos, no se corresponde
13
En este punto, la influencia metafísico-aristotélica en la teología cristiana se hace evidente: el motor
inmóvil presta muchas de sus características a la concepción monoteísta de Dios: “…¿en qué piensa Dios?
Dios piensa en la cosa más excelente. Pero la cosa más excelente es Dios mismo. Por tanto, Dios piensa en sí
mismo; es actividad contemplativa de sí mismo; es pensamiento del pensamiento…” (Reale, 1985, pág. 64)
exactamente con los principios del ordenamiento universal en base a un único principio
rector. Por ejemplo, el sistema tonal temperado nos permite establecer una conducción
armónica circular y cerrada entre los doce distintos tonos de la escala musical, lo que se
conoce como círculo de quintas:
*Diagrama: Cardona, A. De los principios musicales de la armonía tonal-funcional. Universidad Nacional de Costa Rica,
2010, Pág. 10
En este mismo sentido, Schoenberg insiste en que las leyes de la tonalidad, supuestamente
naturales, están más cerca de la convención que de la naturalidad. Como ya hemos citado,
Schoenberg considera que, en los testimonios científicos y cognoscitivos de la acústica
respecto a los sonidos y sus armónicos, no hay evidencia de estados de contradicción,
jerarquía o subordinación reales entre los distintos sonidos, no hay diferencias de esencia
que permitan concebir positivamente estas distinciones. Por lo tanto, para este autor, las
distinciones de jerarquía y subordinación, las leyes tonales y armónicas, son una
construcción intelectual, atribuida a los sonidos desde la conciencia humana, más que una
parte de su esencia intrínseca.
…es seguro que el mundo sensorial está en relación con ese complejo
total de los armónicos. Si los más lejanos no pueden ser analizados por el
oído, son en cambio percibidos como timbre… Se captan con el
inconsciente, y cuando afloran a la consciencia se analizan y se establece
su relación con el complejo sonoro total... (Schoenberg, Tratado de
Armonía, 1974, pág. 16)
Sin embargo, el temperamento representó una ruptura más profunda de lo que aparenta.
Aceptar el sistema temperado implicó acceder a desafinar ligeramente la escala musical;
esta circunstancia fue la principal fuente de escrúpulos para aceptarlo, pero al final, la
enorme practicidad de este sistema acabó por imponerse; hoy en día, aceptamos esta escala
“desafinada” sin ningún tipo de cargo de conciencia ni incomodidad auditiva. 17 Así pues,
acatamos este alejamiento de la condición natural de la música en virtud de cierta
practicidad, pero con la feliz consecuencia de la ampliación de las posibilidades, tanto
técnicas como expresivas, de la armonía.
18
Es decir, la fuerza de atracción que la tónica ejerce sobre la dominante.
Así pues, Schoenberg ve en el abandono de la tonalidad la búsqueda de la verdadera
naturalidad de la música, por lo que el sistema tonal puede entenderse como una
construcción artificial convenida a través del tiempo cuya evolución nos acerca a la música
verdadera. En la medida en que nuestro oído, y nuestra capacidad de procesar y entender la
música se eduque y se perfeccione, seremos capaces de descubrir la música verdadera,
natural y más elevada, como aquélla que abandona los prejuicios y límites que impone la
tonalidad.
19
A la fecha es muy considerable la cantidad de teorías, procesos y técnicas que han dejado de lado el
sistema tonal tradicional. Podemos citar el expresionismo musical, el dodecafonismo y el microtonalismo
(con todas sus variantes). Asimismo, la cantidad de compositores que han experimentado con alguna
variante de atonalismo es inmensa y continúa en aumento; debemos citar a grandes nombres considerados
ya como clásicos: Schoenberg, Berg, Webern, Stravinsky, Lutoslawski, Varese, Xenakis, Stockhausen, Berio, y
un larguísimo etcétera.
20
Es decir, fuera de los cánones del sistema tonal.
concepto musical es considerablemente más joven que la tonalidad, y el tiempo dirá cuál es
su papel dentro del devenir musical universal.