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Ensambles y escalas en arqueología

Oliver T. J. HARRIS
[Assemblages1 and Scale in Archaeology. En: Cambridge Archaeological Journal 27:1, 127–129, 2017.
Traducción: Andrés Laguens, Noviembre de 2018]2

El creciente interés por los conjuntos ya ha abierto una serie de importantes líneas de investigación en
arqueología, desde las capacidades morfogenéticas de la materia hasta un replanteamiento del concepto de
comunidad. En este documento, quiero explorar cómo los ensambles nos permiten reconceptualizar el problema
crítico de la escala. Los arqueólogos han vacilado entre gastar energía en los "grandes procesos" de cambio
como la evolución de la humanidad, la colonización del mundo o los orígenes de la agricultura, y centrarse en la
naturaleza momentánea y fugaz de un presente etnográfico a pequeña escala. Donde los arqueólogos han
intentado integrar diferentes escalas, el resultado ha sido recurrir a los enfoques impulsados por Annales o por
las aproximaciones perspectivistas del tiempo y sus capas de historia fijas, lineales y ontológicamente
incompatibles. En contraste, usaré ensambles para examinar cómo podemos repensar tanto el surgimiento de
escalas múltiples y su papel en la historia, sin reducir las diferencias de pequeña escala al resultado epifenómico
de eventos más grandes, o tratar los procesos históricos a gran escala como meras reificaciones de las cosas
"reales" en el terreno de la vida cotidiana. Como veremos, este enfoque también tiene consecuencias para el
tipo particular de realidad que otorgamos a las categorías arqueológicas a gran escala.

Introducción

Los ensamblajes son una herramienta poderosa para reconceptualizar el mundo que nos rodea, para
abrir nuevos tipos de preguntas y para desafiar algunas de las suposiciones ontológicas sobre las
cuales descansa la arqueología. Recientemente se han empleado para reevaluar todo tipo de
elementos de nuestra disciplina, desde la naturaleza de nuestra pedagogía en el presente (por
ejemplo, Cobb y Croucher 2014), a través de los tipos de experiencias afectivas generadas por
encuentros particulares en el presente o el pasado (Hamilakis 2014) y los mundos de la cerámica
medieval (Jervis 2014), a la naturaleza misma de la arqueología y la práctica arqueológica (por
ejemplo, Fowler 2013; Lucas 2012; Witmore 2014), para dar solo algunos ejemplos. También han
sido influyentes en mi propio trabajo en varias áreas (Harris 2013; 2014a, b; 2016a, b; próxima
publicación). Sin embargo, una de las fortalezas de los ensamblajes que hasta ahora solo se ha
discutido de pasada es la forma en que trabajan a múltiples escalas, desde un átomo hasta una
galaxia; desde el acto de escribir en un teclado hasta el desarrollo de Internet. En este artículo
exploraré este tema en más detalle. ¿Cómo los ensambles nos permiten repensar el tema de la
escala en arqueología, y como nos permiten desarrollar nuevas formas de conceptualizar la
interacción de múltiples escalas en el pasado?

Para examinar esto, comenzaré con una breve revisión de algunos de los diferentes modos en los
que los arqueólogos han tendido a pensar sobre las escalas. Sostengo, en paralelo a otras
aproximaciones recientes (por ej. Robb y Harris ; Robb y Pauketat 2013), que cualquier intento por
privilegiar una escala de análisis única es inevitablemente reduccionoista. Luego voy hacia los
ensambles para explorar cómo ellos trabajan a múltiples escalas. Como se define más abajo, la teoría

1
“Assemblage” en el original. Ensamblado, ensamblaje, asamblea, montaje, reunión, colección, son términos
que serían traducciones apropiadas del término, pero que no son de uso común en la arqueología de habla
hispana, o al menos en Argentina. Quizás un término de uso común podría ser “conjunto”, pero éste no se
aproxima a la idea del autor, en cuanto a un conjunto de elementos diferentes articulados y produciendo un
efecto, tales como un ensamble musical. Por eso optamos por la traducción de “assemblage” como “ensamble”
[N. del T.]
2
Traducción para uso académico exclusivamente. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
HARRIS, Oliver Ensambles y escalas /2

de los ensambles comienza con una ontología plana (DeLanda 2002), de manera tal que si bien
existen diferentes escalas de análisis, no necesitamos otorgar un estatus particular a ninguna de
ellas, o incluso suponer que están en juego reglas radicalmente diferentes. Después de exponer la
naturaleza multiescalar de los ensamblajes, examinaré un estudio de caso que se desarrolla en una
escala desde una sola olla hasta un período arqueológico completo. Fundamentalmente, como
veremos, estas escalas diferentes no están completamente separadas, sino que más bien están
integradas dentro de ensambles. Esto, a su vez, identifica nuevas formas de pensar sobre las
categorías arqueológicas ni como reificaciones impuestas externamente ni simplemente verdades
históricas esenciales definidas internamente.

La escala en arqueología

Si bien el espacio impide una revisión detallada de los diferentes enfoques arqueológicos a la escala
(para un análisis completo, ver Robb & Pauketat 2013), es necesario marcar algunos puntos para
ubicar lo que pueden ofrecer los ensamblajes en un contexto adecuado. Pocos arqueólogos negarían
que el pasado se puede pensar en diferentes escalas y que las diferentes preguntas se enfocan en
función de la lente analítica empleada. Claramente, los arqueólogos tienen acceso a ambos
momentos de intimidad asombrosa, como el entierro de un niño, y procesos que duran milenios,
como el desarrollo y la expansión de la agricultura. Sin embargo, como han demostrado Robb y
Pauketat (2013), la realidad es verdaderamente más complicada que esto. La propagación de la
agricultura es, por un lado, un proceso de larga duración, pero, por otro lado, es el resultado de
personas, plantas y animales específicos que hacen cosas nuevas en formas nuevas en lugares
nuevos (Robb 2013). De manera similar, el entierro de un niño puede hablarnos de momentos de
dolor y trauma, pero también depende de la comprensión de la edad, el cuerpo y la muerte, que se
forman y se transforman a lo largo de milenios (Robb y Harris, 2013). Por lo tanto, prestar atención
únicamente a la gran o pequeña escala será inevitablemente insuficiente (DeLanda 2006; Robb &
Harris 2013; Robb & Pauketat 2013). El punto crítico, por lo tanto, es que los arqueólogos tienen que
trabajar en múltiples escalas de análisis para involucrarse realmente con los problemas históricos
que enfrentamos, ya sea que estemos interesados en los momentos de duelo o en el cambio
económico de gran alcance (Robb y Pauketat 2013).

Por supuesto, esto ha sido conocido durante mucho tiempo por arqueólogos influenciados tanto por
los historiadores de Annales en general (por ejemplo, Knapp 1992) como por el desarrollo específico
del perspectivismo temporal de Geoff Bailey (1981; 1987; 2007). Ambos enfoques han enfatizado
que el pasado corre simultáneamente en diferentes escalas. El historiador de Annales, Fernand
Braudel (1972) dividió estas escalas en eventos de corto plazo, corrientes de mediana escala y la
mayor escala de la longue durée3.1 En el perspectivismo de tiempo, por otro lado, Bailey (2007, 202)
argumenta que las escalas deberían estar determinadas por la pregunta en consideración. Sin
embargo, en ambos casos, las relaciones entre las escalas no están bien investigadas y a uno le
queda la clara impresión de que lo que importa es el largo plazo (Robb y Pauketat 2013, 12). De
hecho, críticamente, como ha señalado Jan Harding (2005, 95), la forma en que se ha interpretado el
enfoque de Braudel corre el riesgo de colocar a la estructura de la historia fuera de los procesos que
la producen, haciendo a las diferentes escalas trascendentes y eternas, más que inmanentes a las
actividades que las forman4.

3
O al menos es sabido que los arqueólogos lo han hecho (cf. Olivier 2006, 90).
4
Harding (2005, 88) defiende un enfoque genealógico que rastrea las historias de prácticas específicas,
instituciones y cultura material, centrándose en el nivel humano. Si bien este enfoque es excelente para tratar
con una escala específica de la historia, en realidad no aborda la necesidad de pensar sobre el pasado de
manera multiescalar.
HARRIS, Oliver Ensambles y escalas /3

La arqueología multiescalar debe mejorar, y dos enfoques recientes sugieren formas útiles de
avanzar. John Robb ha desarrollado el concepto de escalas múltiples que van desde la agencia
individual, a través de conceptos de tradición a través de campos y paisajes de acción, hasta
ontologías históricas (Robb 2008; 2012; 2013). Éstos interactúan de una manera no determinista y
nos permiten pensar en el pasado de maneras que no reducen ni la gran escala a una amalgama de lo
pequeño, ni la pequeña escala a los simples epifenómenos generados por lo grande. He encontrado
que ellos son enormemente productivas y en muchos aspectos son compatibles con los elementos de
la teoría de los ensambles, como se explica a continuación (ver, por ejemplo, Robb & Harris 2013,
223). Sin embargo, el rango de estos términos puede impedirnos detectar la estructura ontológica
compartida que los subyace, y puede sugerir que tipos de procesos radicalmente diferentes operan a
diferentes escalas. Esto es problemático, como ha argumentado Andrew Jones (2012, 36), no porque
todos los procesos sean en realidad lo mismo – claramente no lo son, como veremos – sino porque
sugiere que las diferencias entre procesos a diferentes escalas son absolutas más que relativas, que
difieren no solo en la forma, es decir, sino también en el status ontológico. Por lo tanto, una base
filosófica más consistente puede proporcionar una base más firme para este tipo de análisis. El
segundo enfoque es la noción de atados [bundling]5 de Timothy Pauketat (2013a, b)6. Basándose en
la arqueología y las historias orales de los nativos americanos, Pauketat ha examinado cómo sus
mundos se centran en paquetes o atados [bundles] que operan a múltiples escalas, desde un atado
de medicina individual hasta la manera en que un sitio como Cahokia agrupa a las personas, el
tiempo y el cosmos (Pauketat 2013a). Sin lugar a dudas, la noción de atado permite a Pauketat
(2013a) desarrollar una narrativa transformadora del cambio histórico y religioso. Además, tiene
mucho en común con las ideas de ensamble, no menos en su énfasis en el devenir, en el papel de los
no humanos y en su capacidad para lidiar con múltiples escalas (por ejemplo, Pauketat 2013b, 39).
Sin embargo, al mismo tiempo, no estoy seguro de que adoptar otro enfoque culturalmente
específico y aplicarlo al período y lugar que estudio (Europa neolítica) sea necesariamente útil7. Dado
que no estoy trabajando en un contexto de nativos americanos, necesitamos un enfoque que ofrezca
la posibilidad de analizar estas ideas sin importar otras connotaciones culturales. Por lo tanto, en
contraste con la noción de Pauketat de atados, me propongo asumir el desafío planteado por Chris
Gosden (2013, 207), quien señala que el trabajo de Gilles Deleuze tiene mucho que ofrecer a los
arqueólogos al pensar en múltiples escalas, y utilizar este como una provocación para explorar estos
temas a través de ensambles.

Los ensambles en múltiples escalas

¿Qué son los ensambles?

5
Bundling, bundle: la idea principal es la de un manojo de elementos envueltos por algo, a la manera de un
manojo de cosas envueltas en un paquete o en un atado. Podría traducirse como fardo, pero este término
implica algo voluminoso, y un bundle o un atado suele ser pequeño, fácilmente manipulable y transportable.
Opté por la traducción de “atado”, ya sea como objeto *a bundle = un atado] o como el resultado de la acción
de agrupar cosas y atarlas [bundling = el atar (como acción), el atado (como el sustantivo de la acción de atar)].
[N. del T.]
6
Hay algunos paralelismos interesantes que se pueden trazar en otra ocasión entre el concepto de
paquete/atado y el énfasis reciente puesto en la envoltura, tal como lo expresó Colin Richards (2013).
7
Es un tema para otro debate, pero es interesante observar que muchos de los análogos antropológicos
populares en la arqueología en los últimos años, desde el perspectivismo de Viveiros de Castro (1998) hasta los
conceptos de partibilidad de Strathern (1988), tienen un carácter distintivo, y a menudo reconocido, de
cualidad deleuziana para ellos (ver, por ejemplo, Viveiros de Castro 2009).
HARRIS, Oliver Ensambles y escalas /4

Mi argumento es que los ensambles pueden ofrecernos una aproximación multiescalar al pasado que
ofrece una ontología robusta y no nos obliga a trabajar con escalas predeterminadas, ni nos pide que
importemos un análogo externo. Sin embargo, antes de exponer este argumento en detalle, vale la
pena tomarse un momento para ofrecer una definición clara de lo que quiero decir con el término
"ensamble", ya que puede ser utilizado por diferentes autores de diversas maneras.

Los ensamblas en su definición más básica son "composiciones que actúan" (Due 2002, 132).
Compuestos de componentes más o menos heterogéneos, son reuniones que actúan sobre, pero no
definen totalmente, sus partes constituyentes. Esto significa que las partes pueden separarse de un
ensamble e incluirse en otro sin transformar totalmente la parte en sí misma – esto es lo que
DeLanda (2006, 10) llama relaciones de exterioridad. Para Deleuze y Guattari (2004, 97–8; cf.
Dewsbury, 2011), los ensambles se definen a lo largo de dos ejes diferentes8. El primer eje capta
cómo los ensambles siempre contienen elementos materiales y expresivos, es decir, no se limitan
simplemente a los componentes físicos, sino que pueden incluir signos, gestos, símbolos y todo tipo
de otros elementos también. Esto significa que, cuando adoptamos la teoría de los ensambles, no
hay razón para rechazar el significado, la identidad o la emoción de nuestro vocabulario
arqueológico, como algunas lecturas de la arqueología simétrica o del nuevo materialismo sugerirían
que deberíamos (Lucas 2012; Olsen et al. 2012). El segundo eje describe cómo estas composiciones
siempre se unen (se territorializan) y se separan (se desterritorializan) (Deleuze & Guattari 2004,
98)9. Así, los ensambles nunca son fijos, sino que siempre están deviniendo. A su vez, trabajar con
ensambles no consiste simplemente en describirlos en un momento particular – como en algunas de
las descripciones más estáticas asociadas con la teoría del actor en red – sino en concentrarse en el
proceso, para ser preciso en el proceso histórico específico a través del cual emerge el ensamble.
Debido a que nos ocupamos de procesos históricos, podemos tratar el trazado de estratos geológicos
por un río de la misma manera que podríamos tratar la evolución de una especie en particular: como
ciertos actos de territorialización que operan de una manera particular en cierta forma sobre ciertos
componentes más o menos heterogéneos (DeLanda 1997). También debemos abrazar la
morfogénesis inherente a la materia, la forma en que elementos aparentemente inanimados del
mundo tienen tendencias particulares, forman ciertas clases de formas en ciertas circunstancias
(cristales, curvas, burbujas) y cómo éstas juegan un rol vívido en la emergencia de clases particulares
de ensambles (Bennett 2010; DeLanda 2002; 2007; Harris 2014b): ‘una vida propia de la materia’
como dijeron Deleuze y Guattari (2004, 454).

Sostengo que los ensamblajes, como parte de un giro más amplio hacia el pensamiento deleuziano,
ofrecen a la arqueología una serie de ventajas. Para comenzar, como se mencionó anteriormente,
está enraizado en una ontología plana (DeLanda 2002). Eso significa que no toma un aspecto
particular del mundo, como los seres humanos, y presume que ocupan un nivel ontológico
radicalmente diferente al resto de la existencia; su aceptación de la vitalidad de la materia da la
bienvenida a una gran cantidad de actores al escenario histórico y los retorna del desierto creado por
nuestras tradiciones de excepcionalidad humana. Tampoco supone que el mundo pueda dividirse en
categorías opuestas simples, ya sean cultura y naturaleza, orgánicas e inorgánicas, biológicas y

8
DeLanda (2006) define un eje adicional que corre entre la codificación y la decodificación para tratar las
propiedades específicas del lenguaje, el ADN y ciertos otros elementos del mundo. Aquí me atendré a la
variante original de Deleuzian y dejaré de lado la compleja relación con la codificación y la decodificación (ver
Deleuze y Guattari 2004, 61).
9
Los términos territorialización y desterritorialización parecen ser desagradables, pero de hecho capturan un
elemento crítico de la forma en que estos procesos, para Deleuze y Guattari, no son solo una recopilación de
cosas en el espacio geográfico y su inevitable ruptura, sino también un flujo de sustancias que se unen y se
separan topológica e intensivamente (es decir, con grados de energía). Cuando sea posible, limitaré el uso de
estos términos en el resto del documento, excepto donde se hace referencia a estas implicaciones específicas
(para obtener más información al respecto, consulte DeLanda 2006, 10–12; Deleuze & Guattari 2004, 555–6).
HARRIS, Oliver Ensambles y escalas /5

geológicas. Por lo tanto continúa el progreso realizado por los arqueólogos en los últimos 20 años al
intentar separarnos de los dualismos cartesianos ahora ampliamente reconocidos como
problemáticos – para para ponerlo de manera leve (Harris, de próxima aparición). Este escape de los
dualismos también se aplica a eso entre la ciencia y las artes o entre datos e interpretación (Harris
2014b). Segundo, su énfasis en el proceso significa que tenemos que atender a la historia y su
desarrollo; no es simplemente un intento de describir mejor el pasado (aunque esto no es algo malo
en sí mismo). Por lo tanto, no nos aleja de hacer preguntas históricas críticas. En tercer lugar, y
finalmente, los enfoques basados en ensambles no son simplemente no representacionales, sino más
bien más-que-representacionales (Harris, de próxima publicación). Si bien la arqueología
posprocesual puede haber sido "hiper-interpretativa" en ocasiones (Garrow 2013), un enfoque
basado en ensambles no excluye la importancia del significado, la creencia, el deseo o la emoción
(Harris 2013; 2014b; 2016b; de próxima publicación). Más bien, vuelve a colocar estos elementos en
una ontología más matizada y sofisticada.

Demostrar todos estos beneficios llevaría un tiempo considerable, y esperamos que las referencias
anteriores guíen a un lector dudoso a otras publicaciones donde estos argumentos se han hecho de
una manera más sostenida. Sin embargo, en lugar de simplemente revisar estos debates aquí, quiero
en cambio centrarme en lo que los ensambles pueden ofrecernos con respecto a las preguntas
arqueológicas en torno a la escala.

Ensambles en diferentes escalas

Una de las grandes ventajas a la hora de tratar con ensambles y el tema de la escala es que nos
permite tratar diferentes niveles de análisis del mismo modo ontológico (Jervis 2014, 24). Podemos
tratar un átomo de hidrógeno individual como un ensamble de quarks, y a las moléculas de agua
como ensambles de dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno, así como podemos tratar un
lago de agua como un ensamble. Este último es obviamente mucho más complicado ya que incluye
no solo las moléculas de agua, sino también los minerales disueltos en el agua arrastrada desde un
río que fluye dentro y fuera del lago, plantas de diversos tipos, peces y nutrias que se alimentan de
los peces, y así sucesivamente (cada uno de los cuales es, por supuesto, también un ensamble). De
manera similar, podemos tratar a las personas individuales como un ensamble – de huesos, carne,
disposiciones culturales, necesidades, deseos, intenciones, recuerdos y más – e igualmente podemos
tratar a comunidades enteras como tales. Aquí el ensamble está formado por personas, por
supuesto, pero también por plantas, casas, animales de diversos tipos, instituciones, reglas, etc.
(Harris 2014a). Esto significa que todos los ensambles están en sí mismos formados por otros
ensambles (DeLanda 2016). En todos los casos, cada uno de estos ensambles tiene un proceso
histórico específico – Deleuze (2004, 307) lo llamaría individuación – que lo creó, por ejemplo, la
nucleosíntesis en una estrella que formó el átomo de oxígeno, o el proceso geológico que formó el
lecho del lago. Además, así como los ensambles se componen de otros ensambles – en sí mismos son
multiescalares – también los procesos que conducen a ellos. Así que el lago y sus habitantes
mencionados anteriormente se formaron a través de un proceso que se puede dividir en
subprocesos que podemos analizar como geológicos y biológicos, y la comunidad (más que humana)
se formó a través de una gama de desarrollos geológicos / biológicos / históricos (DeLanda 1997;
2002; 2006; 2016). Por lo tanto, en lugar de argumentar que debemos entender que los procesos
históricos operan de manera diferente en varias escalas, como ocurre con el perspectivismo
temporal (Bailey 2007, 200), podemos usar la misma aproximación ontológica para comprender
cómo surgieron las entidades en diferentes escalas en el pasado. ¿Cómo podría funcionar esto en un
entorno arqueológico?

Las escalas múltiples de la arqueología


HARRIS, Oliver Ensambles y escalas /6

Para explorar esto, quiero ver un conjunto específico de ensambles arqueológicos que forman parte
de la Gran Bretaña neolítica, el primer período de la agricultura en ese país. Esto data de c. 4100–
2500 cal a.C., y se caracteriza por la presencia de alfarería y plantas y animales domesticados por
primera vez, y la construcción de diferentes tipos de monumentos (Thomas 2013; Whittle 2003;
Whittle et al. 2011). Sin embargo, en lugar de comenzar con esta gran escala de ensamble, quiero
comenzar con un solo artefacto y luego volveremos al período arqueológico en su totalidad.

El artefacto con el que quiero comenzar es una sola olla neolítica, conocido hoy en día como P2307 o
M79 (fig. 1). Esta olla ha figurado con fuerza en varias narraciones arqueológicas (por ejemplo, Harris
2005; Pollard 2008; Pryor 1998; 2014), debido a su contexto (o más bien a su ensamble más amplio:
cf. Alberti & Jones 2013, 27–30), como veremos a continuación. Las ollas son objetos útiles para
pensar porque se prestan bien a las ideas de ensamble. La cerámica está hecha de arcilla, antiplástico
y manos que se juntan, estas últimas mezclan lo anterior, dando forma y enrollando la mezcla en la
forma correcta. Nuestra olla específica aquí fue ensamblada con conchilla fina usada como
antiplástico, presumiblemente traída de otra parte (Kinnes 1998, 167). Tenía la forma de un cuenco
redondo con un diámetro interno de aproximadamente 11 cm y un borde enrollado decorado con
una decoración incisa en diagonal (Kinnes 1998, 167). Esto muestra que otro elemento fue
temporalmente parte de este ensamble, ya que una herramienta se habría utilizado para crear estas
incisiones. Estas incisiones son una parte de lo que Deleuze y Guattari (2004, 98) denominarían el
elemento enunciativo del ensamble, un modo en el que puede llegar y comunicarse con el mundo
que lo rodea, en este caso tanto con personas contemporáneas como con los arqueólogos que lo
encontrarían en los próximos años10.

Habiendo sido formada de esta manera, la


olla se cocinó, haciéndola temporalmente
parte de otro ensamble que involucra
madera de diferentes tipos, pedernal para
producir chispas y quizás otras ollas que se
cocinaron junto con ella. Después de ese
proceso, la olla puede haber sido utilizada
por un tiempo, tal vez para contener leche
o para cocinar carne. A esta escala, la olla
actúa para unir estas diferentes relaciones,
y para reunir sustancias que vinculan
lugares particulares, animales y personas.
Surgió como resultado de un proceso
histórico específico – la fabricación de esta
olla del Neolítico temprano y los actos de
creación y consumo que se vieron
atrapados en esto. Críticamente,
considerar a este ensamble como un
proceso histórico significa que debemos
asignar creatividad a través de los
diferentes materiales que la componen,
Figura 1. Olla M79. (Según Pryor 1998, 170, fig. 181) desde la arcilla que permite que se forme,
a la conchilla que altera la propiedad de la

10
Esto podría ser leído como introduciendo en el debate una distinción función/estilo o una ideal/material. Sin
embargo, Deleuze y Guattari dejan en claro en su énfasis en la doble articulación que la relación entre
contenido y expresión es mucho más complejas que esto, y siempre involucra tanto a la forma como a la
sustancia en cada lado (ver Deleuze y Guattari 2004, 44-82).
HARRIS, Oliver Ensambles y escalas /7

arcilla, a las vacas que le proveen la leche y la capacidad de la leche para alimentar y sostener a los
seres humanos (Harris 2014b). Aquí vemos la importancia de lo que los materiales aportan al
proceso, su capacidad de morfogénesis señalada anteriormente. El papel del alfarero aquí como un
elemento clave que une a estos no debe ser ignorado, pero tampoco necesita tomar primacía
ontológica. La agencia aquí no "pertenece" a ningún elemento, sino que es emergente y relacional;
es inmanente en la concurrencia en el ensamble.

La olla ya está alcanzando, aquí, a ensambles de mayor escala. Al final de su vida útil, ésta continuó a
medida que la olla fue incorporada a otro ensamble, una serie de objetos depositados a lo largo del
fondo de una zanja (segmento de zanja numerada 7) en el recinto de Etton en Cambridgeshire (Fig. 2)
(Pryor 1998, 33), excavada en algún momento alrededor de 3700 cal a.C. (Whittle et al. 2011). Los
recintos con terraplenes [causewayed enclosure]11 son una clase de monumentos que se encuentran
en el sur de Gran Bretaña entre el trigésimo octavo y el comienzo del siglo treinta y tres cal a.C.,

Figura 2. Sección 7 de los depósitos que incluyen a la olla M79 (marcada como B2307). (Según
Pryor 1998, 33, fig. 30.)

11
Los "Causewayed Enclosures", o también " Recintos de fosos Interrumpidos" son los primeros ejemplos
conocidos de cierre de un espacio abierto en Gran Bretaña. Datan de principios del Neolítico Británico (4.000 -
3.300 A.C.). Este tipo de monumentos coincidió con la introducción de la agricultura y la ganadería, la minería
del silex, el uso de piedras duras para la fabricación de hachas, la construcción de casas largas comunales
(como las del Neolítico Danubiano) y monumentos ceremoniales como Cursus y Túmulos Largos. El nombre de
estos monumentos hacen mención a las técnicas constructivas: la zanja o fosa y el dique o banco de tierra.
(Tomado de: Lorenzo, Carlos Manuel, 2014, “El Neolítico Inglés I: ¿Que son los Causewayed Enclosures?”, donde
se puede ampliar la información. En: http://megalitismoatlantico.blogspot.com/2014/12/el-neolitico-ingles-i-
que-son-los.html) [N. del T.]
HARRIS, Oliver Ensambles y escalas /8

definidos por uno o más circuitos interrumpidos de zanjas (Whittle et al. 2011). Discutiré estos sitios,
y Etton, más en un momento – este sitio forma la siguiente escala de ensamble – pero aquí quiero
ver específicamente el acto de depositación que incluyó nuestra olla. Corriendo a lo largo de la parte
inferior de la zanja cerca de una de los terraplenes, el depósito estaba formado por una mandíbula
de zorro, la olla descrita arriba boca abajo, un peine de asta decorado y un segundo cuenco de
cerámica (más pequeño) (Pryor 1998, 33). ¿Cómo podemos pensar en estos objetos colectivamente,
en lugar de individualmente, como un ensamble? Una opción sería enfatizar los posibles significados
simbólicos que cada uno de estos podría traer consigo, como lo he hecho en otros lugares (Harris
2005, 44–5). No me gustaría descartar tales explicaciones. El punto sobre los ensambles no es negar
la importancia de lo que podría representar un cráneo de zorro, o si una olla invertida
metafóricamente podría estar en lugar de una calavera o una cabeza (Edmonds 1999; Harris 2005).
Más bien, esto no es todo lo que es un ensamble tal; los ensambles son más-que-representacionales
(Harris 2016b; de próxima publicación; Pollard 2008). El proceso que produjo este ensamble reunió a
estos diferentes elementos materiales; a su vez, crearon nuevas conexiones – nuevas conexiones
físicas, materiales –entre ellas que tuvieron consecuencias enunciativas, significativas. Estos objetos
surgieron de conjuntos particulares de relaciones, como hemos discutido para una de las ollas, y
llevaron a todas estas cosas a producir dentro del nuevo ensamble. Por lo tanto, si las personas
neolíticas conceptualizaron a los zorros como "seres poderosos" o no (Pollard 2008, 57) es solo una
parte de la imagen. Esta es una pregunta interesante para investigar, pero también podemos atender
a las cualidades materiales del cráneo del zorro, que no son simplemente el resultado de lo que las
personas en el pasado pensaron de él. Eso trae relaciones a ciertos lugares y otros animales a este
ensamble y los fija aquí. Este conjunto particular de objetos se unió a través de una práctica histórica
específica de depositación, que claramente implicaba que las personas involucradas tomaran
decisiones explícitas. Pero el proceso también superó las elecciones que hicieron; reunió otras
conexiones y significados, se inspiró en las tradiciones de la práctica, habría tenido consecuencias
afectivas para otros observando, que podrían haber sido otras que aquellas elecciones que
pretendían las personas directamente involucradas (cf. Harris & Sørensen 2010). Los ensambles
siempre se exceden a sí mismos y generan nuevas capacidades en el mundo para afectar y ser
afectados, porque siempre se están convirtiendo en otra cosa.

Este acto de cavar la zanja y hacer este depósito es solo uno de los muchos que conformaron el
recinto de Etton (Fig. 3). Alrededor de 187 m de diámetro, y formado por una única zanja
interrumpida de 14 segmentos, Etton es uno de los recintos con terraplenes más pequeños de
Inglaterra (Pryor 1998, xix). Inicialmente, construido probablemente entre 3705 y 3670 cal a.C.
(Whittle et al. 2011, 324), se visitó esporádicamente durante los siguientes cuatro o cinco siglos
(Beadsmore et al. 2010; Whittle et al. 2011). A lo largo de todo esto, y de hecho después, Etton
estaba en proceso de convertirse, de surgir como un conjunto, del cual el depósito descrito
anteriormente es solo un componente. Cada visita involucró la excavación, ya sea inicialmente para
hacer el cercado, o más tarde para crear pozos, o recortar las zanjas. En estos espacios se
depositaron toda clase de cosas diferentes, incorporadas en el ensamble del recinto. Hemos visto
algunos de ellos en el depósito descrito anteriormente, pero otras estructuras vieron objetos de
madera colocados en el suelo, cráneos humanos posicionados para enfrentar terraplenes, hachas de
piedra pulida insertadas en fosas, etc. (Pryor, 1998). Otros objetos se rompieron y destruyeron
deliberadamente, se desterritorializaron como entidades individuales mientras que se incorporaron
simultáneamente en el sitio. Muchos de los objetos pueden haberse originado localmente, pero
otros vinieron desde el norte de Gales; este era un sitio que incorporaba tanto lo cercano como lo
lejano dentro de su ensamble, como Pollard (2008, 52) señala acertadamente. Si bien los tipos de
ocupación y consumo que tuvieron lugar en el sitio podrían no haberse visto fuera de lugar en otras
localidades neolíticas (Pryor 2014), está claro que hubo un ritmo particular en la forma en que Etton
devino. Las personas visitaron y se fueron, se territorializaron y desterritorializaron del conjunto. En
HARRIS, Oliver Ensambles y escalas /9

Figura 3. El recinto de Etton. (Según Pryor 1998, 100, fig. 103)

comparación con otros sitios contemporáneos y locales, Beadsmore et al. (2010) notan las
cantidades relativamente pequeñas de depositación, dado el tiempo durante el cual el sitio estuvo
en uso en general. Esto sugiere un patrón de involucramiento muy particular, sin duda relacionado
con el hecho de que Etton se habría inundado durante parte del año (Pryor 1998, 364). De hecho, las
cualidades materiales del agua son críticas para las capacidades de Etton como un ensamble. El flujo
y reflujo del agua no solo condicionó cómo y cuándo iban y venían las personas, sino que también
garantizaba que los artefactos orgánicos depositados en el lado occidental del recinto siguieran
formando parte del ensamble a través del presente para que los arqueólogos lo recuperen.

Etton emergió, por lo tanto, como un tipo particular de ensamble a través del proceso histórico de
una comunidad particular de personas, animales, lugares, agua, cosas y plantas que se unieron y se
separaron en los siglos entre 3700 y 3200 años antes de Cristo. Sin embargo, Etton no estaba solo; no
surgió únicamente como un solo ejemplo, el único recinto con terraplén. Era parte de un proceso
histórico más amplio, otro ensamble, que involucraba recintos en el sur de Gran Bretaña. Este
proceso tuvo su propio flujo temporal, su propio proceso de llegar a ser. Como se señaló
anteriormente, los recintos con terraplenes no se construyeron en Gran Bretaña antes de mediados
del siglo 38 a.C., y el proceso de construcción tiene un patrón ampliamente compartido. Su
construcción alcanza un máximo alrededor de 3650 cal a.C. antes de disminuir, alcanzando un punto
bajo con solo unos pocos recintos construidos alrededor de 3575 cal a.C., solo para volver a subir a
un segundo pico alrededor de 3550 a.C., antes de volver a declinar (Whittle et al. 2011, 698 ). Por lo
HARRIS, Oliver Ensambles y escalas /10

tanto, los patrones locales de prácticas que produjeron Etton formaron parte de ensambles
emergentes mucho más amplios en todo el sur de Gran Bretaña en este momento.

Múltiples escalas a la vez

De la manera en la que he descrito las tres escalas de ensamblado hasta el momento – la olla, el
depósito y el recinto – las diferentes escalas parecen haber sido cuidadosamente anidadas una
dentro de otra, como una muñeca rusa, como Lesley McFadyen (2008, 307) lo pone evocativamente
(cf. DeLanda 2006, 33). Sin embargo, las cosas son mucho más complicadas que eso, y es aquí donde
podemos ver cómo una aproximación desde los ensambles ofrece una visión diferente de una
arqueología multiescalar. Lo primero que se debe tener en cuenta es que todas nuestras entidades
operan simultáneamente a múltiples escalas (McFadyen 2008). Así que la olla M79 no es solo un
ensamble en sí mismo, también es parte de un conjunto de ollas que existió en partes del este de
Inglaterra durante el Neolítico temprano que en el presente llamamos Mildenhall Ware. También es
parte de un ensamble de gran alcance que llamamos cerámica, que apareció hace 20,000 años en
China (Wu et al. 2012) y que sigue siendo ampliamente fabricado en diferentes formas en todo el
mundo hoy en día. Una sola olla, entonces, es tanto un ensamble en sí mismo como parte de
innumerables otros ensambles que operan en múltiples escalas diferentes simultáneamente. Todos
estos están presentes dentro del tejido material del objeto y, sin embargo, se extienden a través del
espacio y el tiempo de diferentes maneras.

En el extremo opuesto del espectro, aunque nos hemos aproximado a Etton como la escala más
grande, también fue en cualquier momento de su historia una ubicación inmediata y de pequeña
escala, un lugar al mismo tiempo. Por lo tanto, si hubiéramos elegido, podríamos haber tratado esto
como un ensamble de pequeña escala. Como señala John Protevi en su estudio multiescalar de los
procesos que producen y afectan los cuerpos en el mundo contemporáneo, cada nivel incluye todas
las diferentes escalas; lo que sucede es que, a través de nuestro análisis, el nivel de escala en estudio
constituye el "punto más alto de intensidad" (Protevi 2009, xvi). Por lo tanto, la relación entre escalas
no es una simple que involucre nociones euclidianas de espacio y tiempo, sino que es más bien
topológica, o plegada, entretejiéndose dentro de una sola entidad. Están, en este sentido, siguiendo
Pauketat (2013a, b), atados. Como el favorito de Deleuze y Guattari (2004), el rizoma, hay conexiones
dentro de conexiones aquí, intersecciones y entretejidos que pueden ponerse de manifiesto.

Una objeción a esto puede ser cuestionar la realidad de estos diferentes ensambles. Si bien pocos
arqueólogos negarían que una olla individual tenga una realidad como entidad tanto en el pasado
como en el presente, muchos han expresado un escepticismo bastante razonable acerca de la
realidad de categorías tipológicas como "Mildenhall Ware", o "recinto con terraplén [causewayed
enclosure]", para el caso. ¿Estas escalas de análisis tienen alguna realidad para ellos, o son
simplemente cosas impuestas por el arqueólogo para poner orden en los conjuntos caóticos del
pasado (cf. Fowler 2013; Sørensen 2015)? ¿Quizás este es otro ejemplo de trabajo a gran escala que
trae consigo una reificación no deseada? Un elemento clave de la teoría de los ensambles tanto para
Deleuze como para DeLanda es el compromiso con el realismo (DeLanda 2002, 4). Los ensambles
realmente existen en esta ontología; no son meramente los productos del pensamiento humano. Sin
embargo, la teoría de los ensambles también rechaza cualquier noción de una esencia; que hay
alguna forma de 'cuenquicidad Mildenhall' esencial que comparten todas las ollas en esta categoría
(DeLanda 2010, 81)12. No podemos simplemente definir un conjunto de cualidades taxonómicas –
forma, tamaño, material – que estas ollas tienen que compartir, tampoco, como encontraríamos
rápidamente (como con todas las tipologías) que hay muchos ejemplos que encajan en este modo,

12
Aquí, la diferencia entre esto y la ontología orientada a objetos de Graham Harman (2012) debería ser
evidente (cf. Fowler y Harris 2015).
HARRIS, Oliver Ensambles y escalas /11

pero no en aquel, que coinciden de alguna manera, pero no de otras. En lugar de centrarse en la
forma representacional final de estos objetos y tratar de rastrear sus similitudes, la teoría de los
ensambles nos pide una vez más que reconozcamos cómo se comparten los procesos de
individuación, en lugar de los resultados finales (Lucas 2012, 196). Por supuesto, para las tipologías
de cerámica, este proceso es uno donde el presente (el trabajo de los arqueólogos, microscopios,
cortes delgados, etc.) y el pasado (el trabajo de la arcilla, los alfareros, el antiplástico, etc.) se unen –
pero no son menos reales para eso (Fowler 2013)13. Lo que comparten dos recintos con terraplén, o
dos recipientes tipológicamente relacionados, por lo tanto, es un proceso histórico, uno que tuvo
lugar con particular intensidad a lo largo de los siglos intermedios del cuarto milenio cal a.C. y los
siglos veinte y veintiuno A.D. Lo que se produce es una población de entidades reales – las ollas en sí
mismas – y esta población es un ensamble tan real como cualquiera de los artefactos individuales
(Lucas 2012, 195). La comprensión crítica es que estas escalas de análisis no son simplemente la
imposición del analista, aunque surgen en parte de nuestro trabajo, sino que, en cambio, son
siempre reales y siempre relacionales (Fowler y Harris, 2015).

Los ensambles en la escala más grande

¿Podemos llevar esto más lejos, sin embargo? ¿Podemos ir más allá de la escala de un conjunto
particular de monumentos para reflexionar sobre los procesos a través de los cuales emergieron
ellos, y todas las demás manifestaciones de monumentos, casas, cerámica y agricultura que vemos
en Gran Bretaña entre 4100 y 2500 a.C.? ¿Existe una realidad para el conjunto del neolítico británico
como un ensamble? Como Robb ha argumentado perceptivamente, con referencia al fenómeno
europeo más amplio, ha habido "una insistencia no declarada de que si ‘el neolítico’ no se puede
definir de forma monotética no tiene ningún valor analítico" (Robb 2013, 672; 2014; Thomas 2015,
1080– 83). ¿Necesita este ser el caso? Recientemente, Emilie Sibbesson y Andrew Jones han
recurrido a ensambles para explorar cómo podemos tratar al período en Gran Bretaña entre 10,000 y
4000 a.C. como una multiplicidad. Basándose en esta terminología deleuziana, exploran cómo
pueden coexistir múltiples relatos de este período, cada uno con su propia realidad ontológica,
enfatizando el ritmo variable de cambio a largo plazo (Jones y Sibbesson 2013, 164). Este es un
enfoque enormemente prometedor, pero me pregunto si podemos agregarlo para comprender
mejor cómo los cambios en los siglos alrededor del 4000 a.C. en Gran Bretaña representan algo
bastante específico y significativo, lo que DeLanda de diversas manera denomina una bifurcación
(1997, 15), o en su trabajo posterior, una transición de fase (2002; Harris 2014b)14. Como John
Barrett ha demostrado, la transición a la agricultura fue un "cambio ecológico fundamental" (2011,
89). Sin embargo, al mismo tiempo, cuando separamos las diferencias entre el Mesolítico y el
Neolítico, también podemos rastrear mucho en la continuidad, como señalan Jones y Sibbesson
(2013), y como Vicki Cummings y yo hemos argumentado en otra parte (Cummings y Harris 2011;
2014). Igualmente, los cambios que tienen lugar a lo largo del Neolítico no se pueden negar (véase
Crellin, este volumen), ni menos el surgimiento y la desaparición de tipos de monumentos, como los
recintos de terraplén que discutimos anteriormente15. El cambio y el devenir son constantes (Crellin,
este volumen; Pauketat 2013a, 55). Dado esto, ¿cómo podemos sostener que hay algo compartido

13
Un argumento que sugiere que las tipologías – ya sea de ollas o monumentos – son simplemente impuestas
al material por los arqueólogos, acepta implícitamente un modelo "hilomórfico" (Deleuze & Guattari 2004,
450), donde la forma siempre se impone desde el exterior sobre una materia fundamentalmente caótica.
(Protevi 2009, 15).
14
Y véase Robb y Pauketat (2013, 25–6) sobre los puntos de inflexión.
15
Por supuesto, tampoco deben dejarse de lado los cambios anteriores dentro del Mesolítico (por ejemplo,
Jones y Sibbesson 2013, 159).
HARRIS, Oliver Ensambles y escalas /12

en la realidad entre las diferentes comunidades que conforman el Reino Unido neolítico, cosas que
las hacen "neolíticas" y no "mesolíticas" o " de la Edad de Bronce" (cf. Robb 2013)? ¿Podemos
comprender qué hace a una comunidad "neolítica" sin recurrir a una noción problemática de un
"paquete" compartido y unificado que, como las tipologías taxonómicas mencionadas
anteriormente, siempre será insuficiente?16. La respuesta requiere que exploremos un último
elemento de la teoría de los ensambles.

Un elemento clave del pensamiento de Deleuze es la manera en que distingue entre lo virtual y lo
real, siendo ambos igualmente reales (Deleuze 2004, 260; Lucas 2012, 167). Lo virtual captura el
espacio de potenciales que existen en el proceso de devenir a través del cual emergen las cosas. Por
lo tanto, diferentes ensambles para Deleuze tienen muchas capacidades virtuales, además de sus
propiedades concretadas17 (DeLanda 2006, 10). Así, por ejemplo, nuestra vieja amiga, la olla M79,
tiene muchas propiedades concretadas – un peso que es el resultado de su relación con la gravedad,
por ejemplo, o un color que es el resultado de sus procesos de fabricación y cocción – pero también
tiene varias funciones virtuales que pueden concretarse a través de nuevas relaciones. Tiene la
capacidad de contener líquidos, por ejemplo, o de ser usada para cocinar, o de ser rota en pedazos y
compartida como fichas para crear nuevas relaciones, o de ser aplastada y empleada como
antiplástico en otras ollas. Estas son reales, en el sentido de que no podemos entender el papel que
una olla como ésta jugó en el Neolítico si no las consideramos, pero no son concretas. Es un espacio
virtual como este, sugiero, lo que es compartido por diferentes comunidades neolíticas en Gran
Bretaña. No es el uso de un tipo particular de olla, o la construcción de monumentos particulares, o
incluso la dependencia de la agricultura lo que hace que a estas sociedades Neolíticas. Estas
similitudes, cuando existen, forman un paquete después del hecho (Deleuze 2004, 147).

La disposición específica de los elementos virtuales de un ensamble, las capacidades que ofrece, sus
singularidades o puntos particulares de inflexión (cf. DeLanda 2002, 61), nos permite identificar lo
que Deleuze y Guattari llaman un diagrama (2004, 156; DeLanda 2016 , capítulo 5; cf. Normark 2010,
134). Un diagrama es el elemento virtual – pero recuerde que siempre es real – de un conjunto que
puede concretarse [actualizarse] de manera diferente. El diagrama de la Gran Bretaña neolítica aquí
se estructura en torno a los elementos específicos de la alfarería, la construcción de monumentos, la
agricultura con ciertos cultivos, los sistemas de creencias centrados en la ascendencia, el poder y el
potencial de la piedra y las relaciones que los vinculan (cf. Deleuze 2004, 260). Tome un período
diferente, como el Mesolítico, y algunos de estos serían iguales, pero otros no. Se aplican diferentes
elementos y relaciones (Thomas 2015, 1081). Por lo tanto, lo que las comunidades neolíticas
británicas comparten es su surgimiento a través de un proceso multi-escalar modelado por este
diagrama. Éstos crean toda una serie de formas en las que se puede concretar el neolítico británico,
desde las aldeas pobladas del Neolítico tardío de Orkney, a través de los recintos con terraplén del
Neolítico temprano en el sur de Gran Bretaña, o los monumentos henge de la misma región 1000
años después. Claramente, no es necesario que todos los elementos estén presentes de la misma
manera para que estas sociedades todavía estén conectadas de manera reconocible por este proceso
histórico compartido. Este énfasis en el proceso en sí también enfatiza que nuestro diagrama no
trasciende el neolítico británico, sino que es bastante inmanente dentro de él; por lo tanto, no
16
Thomas (2003) ha sugerido el útil término "repertorio" para pensar la realidad del neolítico sin reducirlo a un
paquete. El problema con el repertorio es que tiende a privilegiar la agencia de personas, en lugar de abarcar a
los múltiples constituyentes de los ensambles que hemos identificado anteriormente. Hay mucho más que
decir sobre esto y sobre los debates más amplios en torno a la transición al neolítico en Gran Bretaña, pero el
espacio impide su discusión aquí.
17
Actualized, en el original, que significa realizadas en el sentido de haber sido concretadas, no actualizadas en
el sentido de ajustarlas al presente. Algo similar sucede con el término actual, cuyo siginificado es “real”, pero
como concreto, verdadero (en el sentido de efectivo, concretado, y no en el sentido de verdad). Por lo tanto
nos pareció más adecuado traducir actual en este contexto con la idea de algo concretado, o pasible de ser
concreto (en oposición a lo virtual). [N. del T.]
HARRIS, Oliver Ensambles y escalas /13

debemos apelar a ninguna forma de "esencia". Aquí vemos el "sobre de posibilidades", como Robb
describe el Neolítico (2013, 667), dada la nueva compra ontológica como un diagrama virtual18.

Esto es importante porque nuestra capacidad para trabajar en escalas múltiples nos obliga a ser
capaces de conceder una realidad a las cosas que existen, tanto en la escala más grande como en la
más pequeña. Si queremos comprender los mundos de la Gran Bretaña neolítica, tenemos que ser
capaces de examinar tanto los procesos detallados en el terreno, la fabricación de ollas, la excavación
de una zanja y los procesos a gran escala de los cuales forman parte. He argumentado aquí que, para
entender el pasado, tenemos que trabajar en múltiples escalas, debemos entender cómo surgen
nuevos tipos de formas de vida, como el Neolítico, desde el más pequeño de nuestros ensambles
hasta el más grande, y cómo estas escalas se entrelazan en los mismos conjuntos de materiales.
Entender a las ollas neolíticas como productos de procesos históricos reales, como ensambles con
sus propias líneas de devenir, es esencial para entender el patrón más amplio de cambios que
tuvieron lugar en Gran Bretaña a lo largo del cuarto y tercer milenio a.C. Sin embargo, al mismo
tiempo, para comprender las ollas en este período, tenemos que controlar las transformaciones y
cambios a escala más amplia que se estaban produciendo, sobre el surgimiento de nuevos tipos de
comunidad. Esto significa que debemos otorgar realidad a las entidades en todas las escalas de una
manera que celebre su transformación continua y su realidad simultáneamente (cf. Fowler y Harris,
2015). Los ensambles nos permiten hacer precisamente eso.

Conclusión

Los arqueólogos dedican mucho tiempo a analizar la escala, discutiendo si las cronologías íntimas a
pequeña escala exigen que nos enfoquemos más que nunca en la vida cotidiana de las personas en el
pasado (Whittle 2011), o si necesitamos ampliar nuestro foco histórico para incluir marcos de tiempo
más grandes (Robb 2007). Discutimos si es posible hacer preguntas de agencia en el Paleolítico
Inferior, o si cualquier discusión sobre el crecimiento generalizado de la población en el Neolítico es
inevitablemente reductiva. Los académicos se han basado en una variedad de enfoques para tratar
estos problemas de escala, incluidos los relatos influenciados por Annales, como el perspectivismo
del tiempo. Sin embargo, estos enfoques han tendido a tratar cada escala de tiempo de manera
independiente, y a menudo al final, implícitamente, ven la escala más grande como la más
importante. En este documento, he argumentado que abrazar los ensambles abre el potencial para
reconsiderar las múltiples escalas en las que opera el pasado. De manera crucial, no hace que la gran
escala sea el lugar donde suceden todas las cosas realmente importantes, ni tampoco la descarta
simplemente como la reificación de las prácticas en pequeña escala donde los humanos son los
únicos actores críticos. Desde la capacidad morfogenética de la materia, a través de las prácticas de
personas y cosas juntas, hasta los procesos históricos que vieron un tipo de vida, a un tipo de
ecología (sensu Barrett 2011), reemplazada por otra, estas diferentes escalas se unen y se entrelazan
dentro de una aproximación arraigada en los ensambles. Esto significa que podemos rescatar
términos como el Neolítico británico para que no sean tratados como totalizadores, esencializadores,
invenciones reificadas, y devolverles su lugar dentro de una ontología materialista transformada de
ensambles. Críticamente, estas diferentes escalas están interrelacionadas, no situadas
jerárquicamente, y de esta manera los ensambles, junto con conceptos relacionados como la
agrupación o atado, nos pueden ofrecer una manera radicalmente nueva de pensar acerca del
proceso histórico y la transformación del mundo.

18
Deleuze (2004, 263) destaca que lo virtual no es lo mismo que lo posible. Hacerlo simplemente posible
elimina un nivel de realidad y crea una relación de semejanza. Para Deleuze, las singularidades que crean el
potencial para hacer tipos específicos de ollas no se parecen a las macetas en sí mismas, sino a la posibilidad de
que surjan procesos específicos que diferencien estas ollas de otras.
HARRIS, Oliver Ensambles y escalas /14

Agradecimientos

Muchísimas gracias a Yannis Hamilakis y Andy Jones por la invitación a hablar en su excelente sesión
en TAG en Manchester en 2014, y a la gran cantidad de personas que se han tomado el tiempo para
ayudarme a reflexionar sobre la teoría de los ensambles y el mundo en general de la filosofía
deleuziana, sobre todo Pwyll ap Stifin, Bob Carter, Hannah Cobb, Rachel Crellin, Chris Fowler y, en
numerosos viajes largos en automóvil, Ellie Rowley-Conwy. Comentarios excelentes y útiles sobre el
artículo fueron proporcionados por Rachel, Mark Gillings y dos revisores anónimos. Todas las
renuncias habituales se aplican.

Oliver J.T. Harris


School of Archaeology and Ancient History
University of Leicester
University Road
Leicester LE1 7RH
UK
Email: ojth1@le.ac.uk

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Biografía del autor

Oliver J.T. Harris es profesor asociado de arqueología en la Universidad de Leicester. Su investigación


se centra en la teoría arqueológica y el neolítico británico. Es co-director del Proyecto de Transiciones
de Ardnamurchan, que analiza los cambios a largo plazo en la costa oeste de Escocia. Es coautor,
junto con John Robb y otros, de The Body in History: Europe from the Paleolithic to the future
(Cambridge University Press, 2013) y, junto con Craig Cipolla, de Archaeological Theory in the New
Millennium (Routledge, de próxima publicación. ). Su investigación ha sido publicada en revistas que
incluyen World Archaeology, Archaeological Dialogues and American Anthropologist.

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