Está en la página 1de 13

VISTA

DE LA
HABANA
AÑO 1840

CRÉDITOS Y AGRADECIMIENTOS:
BIBLIOTECA MIGUEL DE CERVANTES

HERMEROTECA: “SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL”


TOMO II Nº 33 DE 16 DE AGOSTO DE 1840 PAGS 257-258
PR
REPARA
ACIÓN TRANSC
T CRIPCIÓ
ÓN Y MO
ONTAJE
E EN PD
DF:
CES
SAR OJEDA

Derrechos registra
ados

Crea
ative Comm
mons Reco
onocimien
nto-NoCom
mercial- CompartirIg
gual 2.5
VISTA
A DE LA HA
ABANA – C
CUBA – AÑ
ÑO 1840
A pocos minutos del trópico de Cáncer se extiende la justamente
celebrada isla de Cuba, reina de Las Antillas, por su riqueza,
dimensión, importancia, civilización y nombradía.

Situada á la entrada del seno mejicano, créela el viajero la llave


de un vasto continente; al mismo tiempo que, considerando sus
campos extensos y feraces , sus ocho grados de oriente a ocaso y uno
de norte á sur, parece colocada entre ambos mundos, por la mano de
la naturaleza, para ser el depósito del comercio universal. Heredera de
la primicia que tuvo un tiempo Santo Domingo, ondea con toda su
antigua gala y esplendor la bandera vencedora en San Quintín y
Chumba. Hija mas amorosa que amada, sostiene el crédito de la
célebre opulencia castellana, y sufrida, a la par que rica , muestra al
mundo cuan firmemente están anudados los lazos que la unen á la
nación de sus padres, á la cuna de su grandeza.

Pero tan vasto y celebrado territorio, florón tan bello de la corona


de Castilla, es en la península española tan poco conocido, tan
tibiamente estimado, tan ingratamente juzgado, cual pudiera serlo un
país remoto de extraño y enemigo dominio. Así es, que el mayor
número de españoles que lleva á aquellos países el mandato del
gobierno ó el deseo del propio engrandecimiento, llega á ellos con
ideas tan extrañas que se sorprende á vista de cuanto le ofrece la
realidad. Así es como el gobierno contribuye menos de lo que pudiera
a los adelantos de aquellos países, porque suele carecer de datos
para formar su sistema de administración, y no siempre es feliz en la
elección de delegados. Ínterin en escritos más serios y extensos que
este manifestamos nuestros principios acerca de cuestión tan
importante, describiremos, imparcial viajero, la célebre ciudad de la
Habana, capital de la hermosa isla de Cuba.

Cuando en Ias inmediatas horas al mediodía sopla benigna la


brisa del Oriente , los numerosos buques que de todas las partes del
universo se encuentran á la puerta de aquel rico mercado, pueden
desplegar sus anchas lonas, y hacer rumbo hacia la extensa bahía de
la Habana. Desde luego se complace el viajero en notar la diversidad
de banderas que allí diariamente concurren, siendo muchas las
españolas ó norte-americanas; el número infinito de vapores y barcos
de vela que cruzan desde la Habana hasta el vecino y rico puerto de
Matanzas, y las muchas Telas que en las tempranas horas del día
zarpan del puerto.

A la izquierda divisase El Morro , importante fortaleza, coronada


con la bandera de Castilla y el sinnúmero de señales que anuncian á
los habitantes de la población los viajeros que se acercan á sus
limpias y frecuentadas costas, inmediato á este castillo, la roja
Cabañil, vastísima fortificación más importante todavía , aunque
dominada por una inmediata eminencia. A la derecha del puerto y
enfrente del Morro la Punía, que parece otro de los centinelas que
guardan la extensa bahía. Y si la vista se dilata por los vecinos
campos, hijos de una naturaleza riquísima y joven, se ven las
delgadas y poéticas palmas, los sombríos cedros, las colosales y
robustas ceibas, los aromáticos naranjos y las ricas caobas. Se ven
los arboles que producen el delicado caimito, el suave y erguido
mango, los torcidos cocoteros, las doradas cañas y, tendidas por el
suelo, esas frescas, vistosas, regaladas piñas, reina de las frutas del
universo. Se ven los mangles amorosos de las aguas, y el término de
algunos ríos que traen de lejos sus puros cristalinos raudales. Es
limpia la entrada del puerto, y no es necesario práctico para
franquearla; y es gozo ver á menudo que pasan los buques bajo los
cañones del Morro, tan oprimida dejan la boca del puerto las
numerosas velas que aprovechan para entrar el soplo blando de la
brisa.

Ya dentro es otro y más elevado el género de reflexiones y


sentimientos que embargan el alma y ocupan la mente. Si es español
y joven el viajero, aquella será probablemente la vez primera que vea
la bandera nacional sobre el cantillo de popa de un bajel apoyada por
numerosos cañones; allí probablemente verá por primera vez los
restos de esa gloriosa marina española que pereció en Trafalgar; verá
naves, escasas en número, pero todavía orgullosas de su antigua
reputación, siendo modelo de buen gusto, lujo, disciplina é inteligencia.
Y le causara sorpresa ver el primer puerto español en importancia, tan
concurrido y animado, con esa multitud de naves, de banderas, de
botes, y esa confusión de voces, fardos y trabajadores en los
espaciosos y cómodos muelles. Y el ver atracadas embarcaciones de
tres mástiles á las gruesas tablazones del muelle, haciendo asi
facilísima la carga y descarga de efectos. Aquella confusión, aquel
laberinto, aquella animada existencia esparce orgullo y alegría en el
alma, y engendra tristes pensamientos si el viajero se dirige á aquel
puerto desde el cadavérico abandonado de Cádiz.

La Habana está situada en una extensa llanura, construida sobre


mas de trescientas mil varas cuadradas de terreno, tiene una
inclinación más o menos sensible desde el extremo terrestre de la
población hasta la bahía, si bien el nuevo género de construcción ha
modificado mucho las escabrosidades. Es el terreno sobre que el que
esta edificada la población un banco calcáreo grueso, de una dureza
generalmente extrema. Hay parajes no obstante, en que es
desmoronable. Esta superposición es perfecta, sin vacios, de manera
tal, que en algunos sitios estos principios calcáreos han comenzado la
formación de una piedra nueva de que habrá con el tiempo cantidades
grandes.

La mala corriente que se da á las aguas en esta ciudad hace su


insalubridad, á juicio de algunos. Personas hay que opinan que pocas
ciudades existen cuyo suelo sea más susceptible de comodidad y
salubridad. Otras, por el contrario, imaginan que sin el auxilio de
cloacas, ninguna mejora se podrá conseguir jamás en la limpieza
pública. Lo cierto es que, á pesar de ser tan conocidos los estragos del
vómito, no se ve al gobierno buscar bastante los medios de que esta
plaga desaparezca. Conviene que se tenga presente un hecho
práctico de suma importancia en este asunto. Una de las poblaciones
del sur de los Estados-Unidos era diezmada anualmente por el vómito;
un celoso magistrado cuidó de que las aguas, hasta entonces mal
repartidas, sirviesen á la limpieza pública , y con este sencillo remedio,
prudentemente aplicado, ha desaparecido del lodo aquella
enfermedad, sin que se haya repelido un solo raso de vómito.
El aspecto de la Habana es curioso; las calles son todas tiradas
á cordel y en divisiones iguales; pero esta regularidad en el conjunto
no está igualmente observada en los detalles. Así que sorprende el ver
al lado de un suntuoso palacio una mezquina y asquerosa casa, y la
construcción más moderna y elegante al lado de la más antigua é
irracional. Notase en los edificios disparidad tan extrema, pero sin
sorprender por cierto, pues nada es menos extraño que ver una iglesia
antiquísima y un teatro moderno.

La población está sembrada de magnificas obras públicas. El


paseo de Tacón , el Campo de Marte , la plaza de Armas, los dos
Teatros, la casa de Gobierno, el Templete que está en el sitio en que
se dijo la primer misa en aquel país, la Catedral en que descansan los
restos de Colon, el Cementerio, mandado formar por el obispo
Espada, cuya memoria es tan amada en aquel país, y el Marqués de
Someruelos, capitán general entonces de la isla, magnifico asilo
cruzado en todas dilecciones por hermosas calles de árboles; la casa
de Beneficencia , obra pesada de arquitectura de fines del siglo
pasado. Este establecimiento se halla en un estado admirable de
limpieza y administración. Suele invertir sesenta mil duros anuales, y
cuenta con un crecido sobrante. El convenito de San Francisco es el
monumento de arquitectura más importante de cuantos tiene la
Habana. Su arquitectura es pesada, maciza. Su nave principal tiene
dos órdenes de capillas, y sobre los cuatro arcos de la mayor elevase
un espacioso cimborrio, desde donde se extienden interiormente unas
bellas galerías pintadas de verde y oro. Tiene su torre 46 varas de
elevación, y es la más alta de la ciudad. La sillería del coro es de
caoba de la isla, y está exquisitamente tallada.

El teatro de Tacón, que llevamos dicho, es el mejor en que


resuena la lengua española, pero desgraciadamente la compañía que
allí representa es escasa por lo general en mérito. La distancia á la
península, el poco adelanto en este ramo aun en los más de los
teatros de España, y el infundado temor al vómito y al mar, es
obstáculo para que muchos buenos artistas se dirijan á aquellos
países, en donde les esperaría una fortuna regular. El dueño de este
teatro es empresario de los dos principales que tiene la Habana. Dos
son las compañías que trabajan a sus órdenes: la italiana de ópera y
la española. La primera suele hallarse compuesta de artistas muy
distinguidos, buscados en Italia: La Albini que estaba allí el último año
fue escriturada en mil duros mensuales, viajes pagados y un beneficio
que se puede valuar en dos mil y quinientos duros. Montresor era el
aplaudido tenor de la época. Y como la compañía se hallaba tan
completa y aun doble, la empresa perdía, pero en cambio ganaba
extraordinariamente con la comedia. El teatro de Tacon está muy
concurrido siempre, y en este solo una vez por semana hay ópera, así
como en el de la Habana solo una vez hay función dramática. Pero es
moda en este último abonarse, y la aristocracia toda del país, que es
mucha, rica y generosa, casi sostiene el teatro con sus palcos.

La riqueza del país es grande; tiene su origen en la agricultura,


aunque se cree en el exterior que aquel país es meramente comercial.
Los grandes propietarios son las personas notables del país, al paso
que los comerciantes, ó son hombres desconocidos y vulgares que
han hecho su fortuna á fuerza de trabajo y economía, ó son
dependientes de casas extranjeras, salvo ligeras excepciones. Pero
ente los comerciantes y los agricultores hay poca unión. Por lo general
aquellos dueños del dinero oprimen a estos; y en otro sitio
demostraremos la necesidad de proveer buenas leyes sobre la
materia.

La extracción suele ser inmensa; hay año que no baja de


cuatrocientas mil cajas de azúcar y de un millón da arrobas de café,
sin contar el tabaco en rama y trabajado, los bocoyes de miel de
fuerza, las tercerolas miel de abeja, la cera y las pipas de aguardiente.

Este estado de prosperidad hace que la industria este protegida.


Testigo y muestra de ello es el célebre camino de hierro que va a
Cuines desde la Habana. Tiene 48 millas, pudiéndose calcular que
produce anualmente cerca de doscientos mil duros entre carga y
pasajeros. Son diferentes los caminos que se están construyendo, y
creemos que en breve la isla estará ocupada, en sus sitios más
importantes de cómodos ferrocarriles.

Este movimiento unido al de mil y ochocientos buques que


entran en el puerto, y cerca de dos mil que salen de él anualmente,
darán una idea del adelanto de la Habana.

Sus aduanas solas producen cerca de seis millones de duros,


con lo cual es facilísimo de explicar como ascienden las rentas de la
isla á nueve millones de duros.

Diremos dos palabras acerca del estado intelectual de la Habana


, y aunque tampoco es este el sitio de extendernos sobre la materia,
daremos una idea de él, diciendo que conocemos 10 imprentas en la
Habana, fundadas todas en un siglo, porque la más antigua, que es la
de Gobierno, es de 1747. Tiene esta 10 prensas y 59 operarios. La
más moderna es la de Oliva, fundada en 1838, por donde se ve que se
imprime bastante en aquel país. Y lo mas extraño es el lujo de las
impresiones, al cual no podemos comparar las nuestras. Consiste tan
notable diferencia en el buen papel y tipo que de los vecinos Estados
unidos se lleva, y de la prohibición que experimentamos en España de
tamaña ventaja.

Hay dos periódicos, el uno de los cuales hace la fortuna de su


editor, no, por la novedad de las materias que trata en sus
extensísimas columnas, sino por su antigüedad, y falta de
concurrentes. El gobierno de la isla no está autorizado á conceder
permiso para el establecimiento de periódicos, ni con la previa
censura, rigorosamente observada en el país. El de la península no
concede tampoco semejantes permisos. Acaba de negar uno á una
respetable corporación de la Habana para la fundación de un periódico
de agricultura y artes.

La literatura por lo tanto no tiene campo, porque, si bien esta ha


existido siempre sin periódicos y con censura; no obstante, ha habido
siempre cierta tolerancia con el filósofo y poeta. Allí la hay ó no , según
el capricho del censor. Véase allí por lo tanto mil anomalías. Se han
tolerado frases atrevidísimas, y condenándose otras casi inocentes ó
inocentes del todo.

Entre los escritores de prosa que allí mas lucen pueden contarse
los señores Luis Caballero, Delmonte y Echevarría, que gozan de alta
reputación ; y entre los poetas los señores Velez, Milanes, Andueza y
algunos más de menor nombradía. El ilustre Heredia, que pertenece á
la poesía nacional, ha muerto recientemente en Méjico. Pero el poeta
primero á mi entender, sino en gusto, en genio al menos de aquellos
países, es un mulato de Matanzas, llamado Plácido. Sus cantos
revelan un corazón de león, y una frente de águila. Cuando
analicemos las obras de todos estos escritores se convencerán
nuestros lectores de la verdad de nuestras observaciones.

Hay igualmente en la Habana dos imprentas litográficas,


recientemente fundadas, y es fuerza confesar que ese ramo está
como el de la imprenta, y generalmente todo lo que es industria en
mayor adelanto que en Madrid. Periódicamente se publican allí vistas
hermosas de los edificios del país, que muestran un gran estado de
adelantos, lo cual unido á las bellas ediciones que allí se hacen,
actualmente la de Calderón. La impresión de un Semanario en ingles
para el comercio. Y otras mejoras de esta especie, podemos tener
orgullo los españoles de que sea provincia de España la rica isla de
Cuba.

Sus habitantes viven con lujo, pero es inexacta la idea que de su


molicie se tiene. Todos los ricos allí son propietarios; todos los
propietarios, agricultores; y estos viven continuamente en faenas y
ocupaciones. Seis meses del año, es decir, el tiempo todo de la zafra
ó cosecha, viven en el campo, y no siempre en sus deliciosas y
cafetales, sino en sus productivos y nada hermosos ingenios.

Las quintas no obstante que rodean la Habana son de un gusto


exquisito. Las de los condes de la Fernandina Villanueva y
Santovenia, la llamada del Obispo son de un lujo y elegancia á que
nada se puede comparar en las cercanías de la metrópoli.
A ciertas horas del día la Habana ofrece un aspecto realmente
extraño; en sus calles, poco cuidadas, rara vez secas, no descansa
jamás el pie de las bellas americanas, y el forastero, ignorante de los
usos del país, ó poco acomodado para sostener un carruaje, ó curioso
y observador, que discurre por aquellas calles , se ve casi solo, sin
encontrar más que hombres de color, ocupados en sus faenas, y
muchedumbre infinita de quitrines , carruajes del país que embaracen
su marcha. Es tal el número de estos, que es necesario la atención
más cuidadosa para no ser atropellado por alguno, si bien la destreza
de los caleseros que los dirigen, y la conducción bien entendida, dan
garantía de seguridad.

Pero estos carruajes excitan la curiosidad del viajero: sus ricos


estribos y adornos de plata, el radio inmenso de sus ruedas, el
tapacete con que se pueden preservar del sol ó la lluvia los que dentro
van, el traje curioso del calesero, el bien enjaezado caballo, todo con
remates de bruñida plata, ofrece un espectáculo curioso. Cuando á
cierta hora de la tarde, el sol ha perdido su fuego y el calor disminuido,
si se ve discurrir las calles á uno de esos ligerísimos quitrines, caído el
fuelle y tapacete, llevando dos ó tres bellísimas cubanas, de las que ve
el observador desde el breve y bien calzado pie hasta el rico y
abundante cabello, cree que ningún carruaje se puede inventar más
elegante y lindo que aquel para país de mujeres tan hermosas.

Pero, dolorosamente, es entonces solo cuando puede el viajero


recrearse en la vista de aquellas interesantes criaturas; poco
aficionadas á la sociedad, rara vez se las ve en reuniones, paseos,
bailes y teatros ; las noches que destina en todas partes el joven al
dulce y sencillo trato con el sexo encantador, en la Habana es fuerza
dedicarlo al blando y regalado sueño; porque , el hombre más
relacionado en el país no tiene á donde ir, si se exceptúa, en las
tempranas horas, á los hermosísimos y grandiosos teatros, de los
cuales el de Tacón es el mejor en que resuena la lengua de Calderón
y Cervantes.
Al propio tiempo, por una contradicción extraña, no hay país
ninguno más afecto á novedades. Basta anunciar la función más
insignificante, pero nueva, para que los teatros se llenen de gente.
Pero la uniformidad seca, la imaginación viva de aquellos naturales, y
el lujo hace disminuir las fiestas extraordinarias.

Cualquiera puede creer, al recordar el origen de aquella


población, su gobierno y relaciones, que son muchos los puntos de
contacto que tienen con nuestros hábitos y costumbres las de aquellos
países. Sin embargo, nada hay menos parecido que nuestro carácter
moderno, y el de nuestros hermanos de ultramar. En nosotros, el
hastío de la vida , el desengaño de los sucesos nos abruma, nos hace
insensibles al entusiasmo; en ellos, por el contrario, la fe ejerce su
influjo poderoso; nosotros somos fríos porque vivimos en el prosaico
presente , ellos son entusiastas porque ven el poético porvenir.

Así que, aman á los hombres que descuellan, creen en las ideas
nobles, grandes, y abrazan con ahínco todas las empresas que
prometen un porvenir risueño. Por eso, se ven multiplicarse los planes
para la construcción de caminos de hierro; por eso se adoptan todas
las ideas que, desarrolladas, pueden dar felices resultados, y por ello
hallan cumplida protección todos aquellos" que proponen algo nuevo,
algo útil. En suma, bujo el aspecto material, la riqueza y poderío de la
isla va creciendo considerablemente, y es de esperar que continúe
progresando.

Bajo el orden intelectual, son muchas las consideraciones que es


preciso tener presentes para imponerse del estado de aquel país.

Del sistema de gobierno deriva necesariamente el de educación,


y no es este el momento ni el sitio, en tan estrechos límites, de
analizar uno y otro; preparamos para el público otro trabajo más serio
sobre la isla de Cuba, y en él trataremos de probar que el estado de la
instrucción pública de aquella isla no está en relación con su
prosperidad y adelanto industrial, y que si el gobierno no trata de
establecer un buen sistema de enseñanza , es fuerza que se consolide
de día en día mas el carácter justamente suspicaz de los americanos,
y seamos responsables al mundo del inmenso partido que no
hayamos sabido sacar de un país y de unos hombres en quienes
vertió el cielo sus mas preciosos y abundantes dones.

JACINTO DE SALAS Y QUIROGA.

También podría gustarte