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EUCARISTIA DE PRIMERAS COMUNIONES

MONITOR/ A. queridos amigos: sean bienvenidos a nuestra celebración con Jesús, el señor. Él
quiere estar con nosotros y acompañarnos siempre; por eso, nos invita a escuchar su palabra y
comulgar con su cuerpo.
Todos nosotros de modo especial niños y catequistas, hemos preparado con alegría y esfuerzo
este encuentro con Jesús.
Nuestra reunión de catequesis nos ha permitido conocer mejor quien es Jesús y que nos dice,
para que vivamos como hijos de Dios; y nos han servido para prepararnos a celebrar la
primera confesión y, ahora, la primera comunión.
Hoy, estos niños comienzan un nuevo camino que, sin duda, deben continuar; acercándose a
confesar cuando se alejen de Dios y participando en la misa dominical.
Disponemos nuestro corazón para participar en esta eucaristía, con respetuoso silencio y viva
atención. Vamos a ponernos de pie y cantemos.
MONITOR/A: se pueden sentar.
Atención, amigos, ahora es Dios quien nos habla. Estas palabras son importantes, porque nos
ayudan a saber como tenemos que comportarnos para vivir como buenos cristianos. Abramos
los oídos y el corazón para enterarnos bien de lo que hoy nos habla el señor. Escuchemos en
silencio y con atención esta lectura.
Lectura del libro del Deuteronomio 30, 15-20
Moisés habló al pueblo, diciendo: —«Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y
el mal. Si obedeces los mandatos del Señor, tu Dios, que yo te promulgo hoy, amando al
Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás
y crecerás; el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para conquistarla.
Pero, si tu corazón se aparta y no obedeces, si te dejas arrastrar y te prosternas dando culto a
dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que morirás sin remedio, que, después de pasar el
Jordán y de entrar en la tierra para tomarla en posesión, no vivirás muchos años en ella.
Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra; te pongo delante vida y muerte,
bendición y maldición. Elige la vida, y viviréis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios,
escuchando su voz, pegándote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que había
prometido dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob». Palabra de Dios.
MONITOR/A: siempre debemos estar agradecidos y alegres con nuestro padre Dios.
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sion, Que el Señor cambie nuestra suerte,
nos parecía soñar: como los torrentes del Negueb.
la boca se nos llenaba de risas, Los que sembraban con lágrimas
la lengua de cantares. R cosechan entre cantares. R.
Hasta los gentiles decían: Al ir, iba llorando,
«El Señor ha estado grande con ellos». llevando la semilla;
El Señor ha estado grande con nosotros, al volver, vuelve cantando,
y estamos alegres. R. trayendo sus gavillas. R.
MONITOR/A: En esta carta a los santos efesios, el apóstol Pablo enseñó que el Señor
estableció Su Iglesia y llamó líderes tanto para perfeccionar como para unir a los santos.
También instó a los miembros de la Iglesia a dejar atrás su vida anterior y a comenzar una
nueva vida como seguidores de Cristo. Escuchemos con atención.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1-6
Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que
habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos
mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que
habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo
trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. Palabra de Dios.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO: San Juan nos hable que Cristo es todo para nosotros,
y debemos 'permanecer' en Él permanentemente, de continuo, firmemente, para siempre.
Para que el fruto del Evangelio florezca y bendiga nuestra vida, debemos ceñirnos con
firmeza a Él, el Salvador de todos nosotros, así como a Su Iglesia, que lleva Su santo nombre.
T: Aleluya, Aleluya
L. Yo soy el camino, y la verdad, y la vida —dice el Señor—; nadie va al Padre, sino por mí.
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el
labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda,
para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado;
permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por si, si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto
abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mi lo tiran fuera,
como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis
en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto
recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos. Como el
Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos
de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría este en
vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».
Palabra del Señor.

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