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El abstencionismo, dentro de las varias connotaciones que tiene esta palabra, pienso que la más
exacta es la que lo define como la ausencia constante en las urnas del votante; es deliberado, no
es casual sino causal; una actitud razonada, premeditada, que expresa un rechazo a los partidos, a
los candidatos, al sistema mismo. (Definición de Román Eduardo Cantú)
Existen convincentes argumentos en contra de la obligatoriedad del voto, porque quien vota
forzado, vota mal. La libertad de voto implica la posibilidad de la no participación; la abstención es
así una actitud cívica o ética, es un derecho como el de votar; resulta incompatible la obligación de
acudir a las urnas con la libertad de sufragio, acto privado por excelencia. Las sanciones al
incumplimiento de tal deber – además de suponer un arma poderosa y por ende peligrosa en
manos de la Administración– son normalmente inoperantes e ineficaces. Aunque en aquellos
ordenamientos que han establecido la obligatoriedad del voto, la abstención ha descendido
apreciablemente, sin que ello haya implicado una mayor conciencia política e integración en los
asuntos colectivos de la ciudadanía.
La abstención electoral en México se debería combatir con procedimientos más rigurosos como la
obligatoriedad del voto, pero también fomentando desde los propios poderes públicos la
participación generalizada en los asuntos de interés público, siendo la participación electoral una
modalidad participativa más, siendo esta la más importante. Se debe hacer frente a la misma a
través de la democratización efectiva de los partidos políticos, de otorgar sentido efectivo y no
meramente ritual al acto electoral, donde los partidos políticos nos consideren a los ciudadanos
sus súbditos.
Esta consideración de la abstención como derecho legítimo de los ciudadanos, y que es índice de
un estado de opinión tan significativo como las mismas variaciones en el número de votos de las
fuerzas políticas, no puede hacernos dejar de lado los efectos o consecuencias: por un lado, lo lo
que formula el escepticismo respecto de las elecciones como forma más importante de la
democracia representativa y por tanto respecto del nivel o grado de consentimiento en un sistema
político en el que el sufragio es el principal modo de expresión y elemento fundamental para la
integración funcional de los ciudadanos.
Estas propuestas las abordaremos en una siguiente entrega. Mientras deberemos discernir nuevas
soluciones para combatir el abstencionismo.