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Una cosa es ocupar una posición inferior en la pirámide imperialista y otra es

ser colonia

México, ¿Colonia del imperialismo?


Diego Torres, Miembro del Buró Político del PCM

Desde hace un par de décadas se ha vuelto costumbre referirse al sentido y


magnitud del flujo de mercancías y sobre todo de capital para caracterizar el
grado de desarrollo y los rasgos del capitalismo en un país dado. En este caso
hablamos de México, donde son bastantes los que caracterizan en mayor o
menor medida la economía del país como colonia o con rasgos de colonia.

Para llegar a esta conclusión parten de dos premisas. La primera, y más débil,
de ellas es que el país que compra es subyugado por el que vende o viceversa,
siempre dependiendo de la magnitud. Partiendo de esta premisa se aduce que
el capitalismo en México es dependiente pues la base productiva de muchas
mercancías que son consumidas en el país se encuentra en Estados Unidos.
De hecho más del 80% de las exportaciones totales de México tienen como
destino a los EUA, de la misma manera que desde los EUA México obtiene el
74.8% de sus importaciones.

Una cosa es ocupar una posición inferior en la pirámide imperialista y otra es


ser colonia, una cosa es dependencia y otra la interdependencia. No puede
hablarse de dependencia en la situación descrita arriba, en la pirámide
imperialista son complementarias las economías que ocupan una posición
dominante, intermedia e inferior. Lo mismo con relación a México aplica para
los EUA, para ellos México es su segundo destino de exportaciones y su
tercera fuente de importaciones, la falta de ese mercado le afectaría
sobremanera. Para mantener su economía andando los EUA depende en sus
importaciones de petróleo en casi 1/5 parte de lo que le exporta México. Por
ejemplo, se habla mucho de la dependencia alimentaria de México con relación
a los EUA y el caso dramático del maíz. Aunque esto es realmente cierto no
deja de ser irónico que el principal productor de harina de maíz en el mercado
de EUA sea Grupo GRUMA (Maseca), capital monopolista que tiene su asiento
en México. Así se puede pasar revista a más ramas.

Estas ideas pertenecen a una concepción económica burguesa llamada


mercantilismo. Si estas ideas tuvieran concordancia con la realidad en
cualquier momento de desarrollo del capitalismo se pudiera llegar a la
descabellada conclusión de que durante el siglo XVII, atendiendo a la magnitud
de su mercado, un país tan atrasado como España colonizaba países de un
grado desarrollo más avanzado como Inglaterra, Holanda o Francia, grado de
desarrollo demostrado en El Capital de Marx.

La segunda, y más sólida, premisa ya es un lugar común. Esto es asociar los


flujos de inversión extranjera directa (IED), es decir de capital, con una
situación de dominación colonial. Es decir se insiste en que la inversión de
capital necesariamente, es decir en cualquier época y cualquier lugar, implica el
fenómeno de la repartición territorial. Por tanto el gigantesco flujo de IED hacia
México desde los EUA y la UE supone que México es una colonia extranjera.
Que la burguesía “nacional” traicionó su cometido, que unos apátridas pro-
yanquis entregaron los bienes de la nación, etc. La autodeterminación de la
nación burguesa ya desarrollada es la determinación a extraer ganancias y no
otra cosa.

Aquí hay un error de comprensión. Lenin explica como en la época en que el


mercado alcanza el punto de saturación en que surgen los monopolios estos
dirigen preferentemente sus inversiones a países de desarrollo atrasado y esta
dominación económica se vuelve política en el sistema colonialista mundial.
Hágase favor de poner atención: El capital se invierte en países que tienen
atraso no los vuelve atrasados. Los flujos de IED no implican necesariamente
subdesarrollo ni colonización, esa es una lectura unilateral sobre la obra de
Lenin.

1. Si esto fuera cierto también se llegaría al ridículo de que México coloniza a


una nación que ocupa una posición ligeramente superior a la suya como es
Brasil. A donde se dirigen 21 mil millones de dólares, cerca de la mitad de todo
el flujo de IED desde México. O al despropósito de que EUA es actualmente
una colonia de China.

2. Si esto fuera cierto no sería posible explicar como el flujo de capital tiene
sobre todo a las mismas potencias imperialistas como principales receptáculos.
EE.UU., Alemania, Gran Bretaña, Italia ocupan simultáneamente los primeros
lugares como fuente y como destino de IED. La mayor parte de las inversiones
de IED se realizan entre países capitalistas avanzados. ¿Resulta que ahora
todos son colonia de todos?

3. Debe dejar de apelarse aún de recriminar a la llamada burguesía “nacional”


su falta de consecuencia. No existe situación de colonia y los arreglos
imperialistas entre monopolios beneficiaron al capital con base en México. La
exportación de capitales, no solo existe sino que se fortalece. De enero de
1995 a diciembre de 1997 la transferencia de activos por empresas y
ciudadanos mexicanos al exterior sumó 6 mil 551.6 millones de dólares. Para
efectos comparativos, por cada dólar de capital exportado por México entre
1995 y 1997 se exportaron 9 dólares entre enero de 2007 y diciembre de 2009.
La magnitud del capital transferido al exterior en los últimos tres años superó
ligeramente el ingreso de nueva inversión extranjera en los seis años
precedentes, que fue de 56 mil 173.5 millones de dólares, según el Banco de
México.

4. La IED como establecimos no significa subdesarrollo, significa de hecho


desarrollo capitalista. Inclusive en la época de colonialismo crudo, la inversión
de capital significaba el desarrollo de telégrafos, comunicaciones, vías férreas,
canales, presas, etc. Significaba efectivamente destruir las relaciones de
producción anteriores y sobre sus ruinas construir las capitalistas. El fin del flujo
de capital es la acumulación ampliada, ni más ni menos. No es el problema el
desarrollo sino el sentido que tiene este, los fenómenos con los que está
imbricado el desarrollo capitalista: hambruna, guerra, explotación, crisis,
destrucción del ambiente, etc.
La lucha de clases disgregó en gran medida el sistema colonialista mundial.
Toda la economía mundial, en prácticamente cualquier parte del globo está
atravesada por lazos imperialistas hoy, por relaciones de producción
capitalistas en su fase más desarrollada. Así como Marx explica como el flujo
de mercancías en el mercado mundial iba volviendo capitalistas las relaciones
de los países “bárbaros” y “semibárbaros”, hoy los países que alcanzaron su
libertad en las luchas anticolonialistas desarrollaron en su interior también su
fase imperialista con el flujo de capital. Las diferencias entre las economías de
muchos países hoy no corresponden con una situación de colonización,
corresponden con la ley del desarrollo desigual.

Conclusiones

El imperialismo con su grado de concentración y centralización, con su


descomposición del mercado, significa que más que nunca están sentadas las
bases para el socialismo. Expropiar solamente a los monopolios significa
permitir la planificación de más del 70% de la economía. Las grandes crisis
engendradas por las contradicciones que exacerban los monopolios pone a la
orden del día la cuestión del poder y control obrero. El comunismo está más
vigente que nunca, en eso podemos creo estar de acuerdo. ¿Pero con qué
pasos concretos avanzaremos, tomando en cuenta la posición de México?

Que México se encuentre en ese sistema mundial en una posición inferior con
relación al capital de la Unión Europea o de los EUA, una posición intermedia, y
que por ello resienta como una de las economías más golpeadas por la crisis
no debe impulsarnos a adoptar una táctica de lucha de liberación nacional.

Me explico. Durante la época de lucha anticolonialista, se adoptó una táctica de


lucha por la liberación nacional en Asia, América Latina, África. Desde los
tiempos de Lenin los comunistas adoptaron esta táctica para lograr múltiples
objetivos como forma de avanzar en su estrategia: Debilitar las posiciones del
imperialismo, desfondar la base que permitía mantener una aristocracia obrera
en las metrópolis, abrirle frentes al imperialismo para aliviar la presión sobre la
Unión Soviética, asegurar la neutralidad de varios países en la lucha entre los
dos sistemas, etc. Se estimaba que existían las condiciones para movilizar a
todo el pueblo en una lucha contra la nación opresora, se procedía entonc es a
una alianza amplia que incluía sectores de la burguesía, se adecuaban las
consignas, etc. La idea era transformar la lucha de liberación nacional o la
revolución democrática en lucha por el socialismo. Hubo casos exitosos como
Vietnam, Cuba, etc. Hoy día, una parte importante de la izquierda en México
está planteando una táctica similar.

El problema radica en que como dijimos, México no es colonia. Esto no es una


cuestión de discusión académica. Se trata de que objetivamente existen otras
fuerzas, que existe otra formación socio-económica, que existe otra
composición en la sociedad que estamos tratando de transformar. El peor error
que podemos cometer es basar nuestras acciones no en lo que se encuentra
en la realidad sino en lo que queremos creer. Quien sostenga la táctica de
transformar la lucha de liberación nacional en lucha por el socialismo no va a
encontrar éxito hoy en nuestro país. Su programa no logrará satisfacer a las
capas decisivas de obreros pues no podrá distinguirse de la socialdemocracia,
sus alianzas le impondrán condiciones que no le permitirán avanzar, sus luchas
no podrán dar el salto de parciales a totales, de defensivas a ofensivas, pues
su análisis le indicará un comportamiento de las fuerzas que no se cumplirá.

Desde hace años hemos comprobado en la práctica como quienes dijeron que
lucharían por la “Revolución Democrática” como táctica en los hechos
abandonaron todas las posiciones revolucionarias y pasaron a formar parte de
la burocracia del Estado de los monopolios. Lo mismo pasa, conforme se
acentúe el carácter imperialista del capital en México quienes luchan contra el
“imperialismo extranjero” se verán arrastrados al pantano. Decir que luchamos
contra el imperialismo extranjero sin tener clara conciencia del carácter
imperialista de la burguesía que existe en México, sin tener claro que se trata
de la fusión de capitales y de la repartición de un mercado común, nos coloca
en la posición de luchar por “mejorar” la posición de nuestros monopolios, nos
coloca en la posición de luchar por relaciones capitalistas “más equitativas”,
nos coloca en la posición de “embellecer” el capitalismo. Significa a la larga con
completa independencia de nuestras intenciones, sin importar el discurso, que
inclusive puede ser de lucha por el socialismo, en una identidad política con la
socialdemocracia. Esto lo podemos observar ya, en el reflujo una a una las
organizaciones que sostienen este punto de visto son arrastradas a alguna
forma de entendimiento con los oportunistas que dominan las posiciones claves
del movimiento sindical y social.

El desarrollo desigual y sus consecuencias para México no son premisas para


replegarnos a la lucha de liberación nacional, son precisamente las condiciones
previas para la victoria del socialismo en un país, “la cadena imperialista se
rompe en su eslabón más débil”.

El Partido Comunista de México seguirá machacando en esta y otras


cuestiones ideológicas pues hay una necesidad de basar la estrategia y la
táctica en una rigurosa interpretación científica del movimiento de las fuerzas
que existen la sociedad. Ese es nuestro papel y avanzaremos en él hasta
lograr que las posiciones viejas sean desechadas en el seno del proletariado a
favor de unas que permitan la contraofensiva.

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