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Michel Foucault éQué es un autor? coleccién textos minimes Universidad Autonoma de Tlaxcala Usivercnan Auréyoca pe TLAxcALA Rector, licenciade Héctor I. Ortiz Ortiz Seeretario Académico, ingeniero Alfredo Vazquez Galicia Secretaria de Invastigacién, doctor Luis A. Angulo Montejo Secretaria Administratizo, licenciado Armando Espinoza Judérez Seeretario de Finanzas, contador piiblico Héctor Vazquez Galicia Secretarto de Extensién Universitaria, Hcenciado Juan Méndez Vazquez Jefe del Departamenta de Difusién Cultural, Martin Pérez Zenteno. gQué es un entor?, es el titulo de la conferencia presentada por Michet Foucoult a la Sociedad Francesa de Filosofia el 22 de febrero de 1969, publicada en el Bulletin de ja SFP de julio- septiembre de 1969. La traduccién de Corina Tturbe se publiod on Dialéctica, nimero 16. Universidad Auténoma de Tlaxcala, Privada Guillermo Valle nimero 14, 90000, Tlaxealn, Tlax. México. PRESENTACION Miche] Foucault, profesor del Centro Universitario Experimental de Vincennes, @@ proponfa desatro> Ilar frente a los miembros de la Sociedad Francesa de Filosofia los siguientes argumentos: “¢Qué importa quien habla?” En esta indiferen- cia se afirma el principio ético, quizds el mds fun- damental, de Ja escritura contempordinea. La des- aparicién del autor se convirtié, para la critica, en un tema dominante en lo sucesivo. Pero Jo esencial no es constatar una vez mds su cesaparicién, (hay que loealizar, como lugar vacio —indiferentes y aprenHante.a la vez—jlosysitiosyenmdondeerejerce su funeién. Ll, Elnombre de autor: imposibilidad de tratarlo como una ‘escripcién definida; pero imposibilidad igualmente @e tratarlo comosun nombre propio commun. 2, Lavelacion de apropiacidn: el autor no es exac- tamente ni el propietario ni el responsable de sus textos, no es ni su praductor ni su inventor. Cual es la naturaleza del “speech act” que permite decir que hay obra. 3. La relacion de atribucidn. El autor es sin duda aqué] al que se le puede atribuir Jo que ha sido dichowo escrito, Pero la atribucién —aun cuando se trate de un autor conocido—esyelFésultado de operaciones criticas complejas y raramente justifica- das, Las incertidumbres del “opus”, 4. La posicién det autor. Posicién del autor en ci libro (utilizacién de Jas conexiones; fumcién de los prefacios; simulacros del escriptor, del solista del_confidente, del memorista). (en el disenrso filos6fico, por ejemplo). Posicién del autor é€ una Gampondisentsivo» (Qué es el fundador isciplina? gQué puede significar e] “regreso a...” como momento decisivo en Ja transformacién de un campo discursivo? ) RESUMEN DE LA SESION La sesién se abrié a las 16:45 hrs, en el Collége de France, sala no. 6, bajo la presidencia de Jean Wahl, Jean Wau. Hoy tenemos el gusto de que se en- cuentre entre nosotros Michel Foucault. Estuvimos umn poco impacientes por su llegada, un poco in- quietos por su retraso, pero ya esta aqui. No se Jos presento, es el “verdadero” Michel Foucault, el de Las palabras y las cosas, el de la tesis sobre La lo- cura, Le dejo la palabra enseguida. Mice. Foucauur, Creo —sin estar por lo demas muy seguro— que cx Lradicional tracer a esta Socie- dad de Filosofia el resultado de los trabajos ya erminados, con el fin de que sean examinados y criticados. Desgraciacdamente lo que hoy les traigo es demasiado pobre, me temo, para merecer su atencién: se trata de presentarles un proyecto, un ensayo de andlisis enyas grandes Hneas apenas en- treveo todavia, pero me parecié que esforzandome por trazarlas frente a ustedes, pidiéndoles juzgar- las y rectificarlas, estaba, “como buen neurético”, heuscando un doble beneficio: primero el de some- ter los resultados de un trabajo que todavia no existe al rigor de sus objeciones, y el de benefictar- lo, en el momento de su nacimiento, no séle eon su padrinazgo, sinc con sus sugerencias, ¥ quisiera pedirles algo mas: no se resientan con- migo si, al escucharios dentro de un momento plan- tearme preguntas, experimento todavia, y sobre to- do aqui, Ja ausencia de una voz que hasta ahora me ha sido indispensable; comprenderén que al] rato todavia buscaré invenciblemente escuchar a mi primer maestro. Después de todo, él fue el primero al que le hablé de mi proyecto inicial de trabajo; desde luego, me hubiera hecho mucha falta que asistiera al esbozo de éste y que uma vez mas mc ayudara en mis incertidumbres. Pero después de todo, puesto que la ausencia es el primer lugar del discurso, acepten, les ruego, que sea a él, en pri- mer lugar, a quién me dirija esta tarde. Fl tema que propuse: “gQué es un autor? evi- dentemente tengo que justificarlo un poco frente a ustedes. Si elegi tratar esta cuestidn quizas un poco ¢x- trafia, es porque primero queria hacer una cierta critica de Io que en otro tiempo Jlegué a escribir, y zegresar sobre algunas imprudencias que llegué a cometer. En Las palabras y las cosas intenté ana-~ lizar masas verbales, especies de capas discursivas, que no estaban escondidas por las acostumbradas unidades de] libro, de Ia obra y del autor. Hablaba en general de Ja “historia natural’, o del “andlisis de las riquezas”, o de “Ia economia politica”, pero para nada de obras o de escritores. Sin embargo, a lo largo de ese texto utilizé de manera jugenua, es decir salvaje, nombres de autores, Hablé de Buffon, de Cuvier, de Ricardo, etedtera y dejé funcionar esos nombres en una ambigiiedad muy molesta, de suerte que se podian formular legitimamente dos 8 tipos de ohjeciones, y en efecto asi fue. Pus un Jado, se me dijo: no describe correctamente a Buffon, ni el conjunto de Ja obra de Buffon, y lo que dice sobre Marx es irisoriamente insuficiente con rela- cién al pensamiento de Marx. Estas objeciones es- taban evidentemente fundamentadas, pero no pien- so que fueran totalmente pertinentes respecto a lo que yo hacia; porque el problema para mi no era deseribir a Buffon o a Marx, ni restituir lo que ha- bfan dicho o querido decir: simplemente buscaba encontrar las reglas segiin las cuales habian for- mado algunos conceptos o conjuntos tedricos que se encuentran en sus textos, Se hizo también otra objecién: usted forma, me dijeron, familias mons- truosas, acerca nombres tan claramente opuestos conio los de Buffon y Linné, pone a Cuvier al lado de Darwin, y esto en contra del juego mas visible de los parentescos y cde las semejanzas naturales. Diré otra vez que no me parece que la objecién convenga, porque jamas busgaé hacer un cuadro genealégico de las individualidades espirituales, no quise constituir un daguerrotipo intelectual del sa- bio o de] naturalista ce los siglos KVU y XVII; no quise formar ninguna familia, ni santa ni perversa, simplemente busqué —lo cual era mucho mas mo- desto— las condiciones de funcionamiento de prac- ticas discursivas especificas. Entonces, me dirin, gpor qué haber utilizado, en Las palabras y las cosas, nombres de autores? No habia que utilizar ninguno, o bien definir la manera como los utilizé. Esta objecidn esta, creo, perfecta- mente justificada: intenté medir sus implicaciones y consecuencias en un texto que aparecera muy pronto; ali intento darle estatuto a grandes unida- des discursivas como las que se Jlaman Ja Historia Natural o la Economia Politica; me pregunté se- gin qué métodos, qué instrumentos, se les puede localizar, escandir, analizar y describir, He aqui la primera parte de un trabajo emprendido hace al- gunos afios, y ahora terminado. Sin embargo, otra cuestién se plantea: Ja del au- tor, y es sobre ésta que quisiera hablarles ahora. Dicha nocidn de autor constituye el momento fuer- te de individuaciéa en la historia de las ideas, de los conocimentos, de las literaturas, también en la historia de la filosoffa, y en Ja de las ciencias, In- cluso hoy, cuando se hace Ja historia de un concep- to, o de un género Jiterario, o de un tipo de filoso- fia, creo que en ellae@ se consideran menos tales wmidades come escansiones relativamcnte débiles, secundarias y sobrepnestas en relacién con Ja uni- dad primera; sdlida y fundamental, que es Ia del autor y de Ia obra. Dejaré a un lado, al menos en Ja exposicién de esta tarde, e] andlisis histérico-sociolégico del per- sonaje del autor. Cémo se individualizé @liauter en una cultura como Ja nuestra, qué estatuto se le dio, a partir de qné momento, por ejemplo, em- pezaron a hacerse investigaciones de autenticidad y de atribucién, en qué sistema de valoracién quedd atrapado) en gué momento se comenzé @ contar Ja vida ya no de Jos héroes sino de Jos autores, cdmo se instauré esa categoria fundamental de Ja erf- ticay elyhombre=y-lavobra’ todo esto mereceria sin duda alguna ser analizado. Quisiera»per-clanomen- to abordar Ja unica relacién del texto con el autor, m la manera como cl texto apunta hacia esa Egurs que le es exterior y anterior, al menos aparente- mente, Tomo de. Beckett Ja formulacién del tema del que quisiera partir: “Qué importa quien habla, dijo alguien, qué importa quien habla.” En esta indi- ferencia, creo que hay que reconocer uno de los principios éticos fandamentales de la escritura con- tempordnea. Diga “ético” porque esta indiferencia no es tanto un rasgo que caracteriza la manera en que se habla o en que se escribe; es mfs bien una especie de regla inmanente, retomada sin cesar nunea aplicada completamente, un principio que Nosmarca.la_escrituracomoresultadowsinouquesla domina come practica. Dicha regla es muy cono- cida como para que sea necesario analizarla dema- siado; haste aqui especificarla por medio de dos de sus grandes temas, PiedeUécise princrorque la escritura cle hey se ha librado del tema de la expresién: sdlo se refiere a si misma, y sin embar- go, no esta atrapada cn la forma de la interioridad; se identifica a su propia exterioridad desplegacta. Esto quiere decir que es un juego de signos orde- nado no tanto por su contenido significado coma por Ja naturaleza misma del signifeante; pero tam- hién que esta regularidad de la escritura se experi- ments siempre del Jado de sus limites; siempre esta transgrediendo e invirtiendo esta regularidad que acepta y a Ja cual juega; da/eseritura $e despliega come un fuege que infaliblemente va siempre mis alla de sus reglas, y de este modo pasa al exterior. En la escritura no se trata de Ja manifestacién o dela exaltacion del gesto de escribir; no se trata de ia sujecion de un sujeto a un lenguaje; Geptrata de la apertura de un espacio en donde el sujeto escritor no deja de desaparecer. El segundo tema es todavia mas familiar! se(trata del parentesco de la escritura con la muerte. Este lazo trastoca un tema, milenario; Jamarracionlowla epopeya de los griegos estaba clestinada a perpe- tuar la inmortalidad del héroe, y si el héroe acep- taba morir joven, era para que su vida, de este modo consagrada y magnificada por la muerte, pa- sara a la inmortalidad, la narracién rescataba esta muerte aceptada) De distinta manera, Ja narracién arabe —pienso en Las mil y una noches— tenia co- mo motivacién, por tema y pretexto, el no morir; se hablaba, se contaba hasta e] amanecer para apartar la muerte, para rechazar ese plazo que de- bia ceirar la) boca dé! narrador. F\ relato de Shere- zada es el reverso obstinado del asesinato, es el esfuerzo de todas las noches para llegar a mantener la muerte fuera del circulo de Ja existencial/ Nues- tra cultura ha metamorfoseado este tema de Ja na- rracién o de Ia escritura hechas para conjuntar Ja muerte; ahora la escritura esta ligada al sacrificio, al sacrificio mismowdella vida) desaparicién volun- taria que no tiene que ser representada en los li- bros, puesto que se cumple en Ja existencia misma del escritor. La obra que tenia el deber de traer ja inmortalidad recibe ahora el derecho de matar, de\servasesinaydeysujantor, Vean a Flaubert, a Proust, a Kafka. Pero hay algo mas: esta relacién de Ja escritura conjlammertesenmanifiestastambién en la desaparicién de los cardcteres individuales del sujeto escritor,; mediante todos los ardides que establece cutre €l y lo que escribe, el sujeto eseritor clesvia todos los signos de su individualidad parti- cular; Ja marca del escritor ya no es mds que la singularidad de su ausencia; tiene que representar el papel del muerto en el juego de [a escritura. Todo esto es conocido, y hacemmuchouriemporque Ja critica y Ja filosofia tomaron nota de esta desapa- ricién o de esta muerte del autor. Sin embargo, no estoy segure qite se hayan saca- do rigurosamente todas las consecuencias requeri- das por esta observacién, ni que se haya tomado con exactitud Ja medida de este acontecimiento. Mas precisamente, nié/parece que un cierto nume= ro de nociones destinadas hoy a sustituir el privi- legio del autor, de hecho bloquean y esquivan lo que debia ser despejado. Tomaré solo dos de di- chas nociones que son, creo, singularmenie impor- tantes hoy en dia. La nocién de obra) primero. Se dice, en efecto (y uta vez mag es una tesig muy familiar) «quello ‘propio de Ja critica no es poner de relieve Jas rela- iciones de la obra con el autor, ni querer reconsti- tuir a través de los textos un pensamiento o uma experiencia; mds bien tiene que analizar la obra en su estructura, en su arquitectura, en su forma intrinseca y en el juego de sus relaciones internas. Ahora bien, hay que plantear un problema en se- guida: “yQué es una obra?”, gqué, es, pues, esa curiosa unidad que se designa con el] nombre de obra?, ide qué elementos esta compuesta? Una obra, ino es aquéllo que escribis aquél que es un autor? Se ven surgiy las dificultades.Simindivi- duo no fuera un autor, gpodria decirse que Jo que cseriic, o dijo, lo que dejé en sus papeles, Jo que se pudo restituir dc sus palabras, podria ser Jlama- do una “obra”? Mientras Sade no fue un auter, squé Gran entenees Sus papeles? Rollos de papel sobre los cuales, hasta el infiniis, durante sus dias de prision, desenvollaba sus fantasmas, Mas supongamos que tuvieramos que ver con up autor: jtodo lo que escribié o dijo, todo lo que dejéutrasé)tormayparte desswobra? Problema a ta vez tedrico y técnico. Cuando se emprende Ia pu- blicacién de Jas obras de Nietzsche, por ejemplo, gen dénde hay que detenerse? Hay )quepublicar todo, ciertamente, pero gqué quiere decir este “todo”? Todo lo que el propia Nietzsche publicd, de acuerdo. Los borradores deysusyolras?»Cierta- mente. gLos proyectos de aforismos? 41, También los tachones, las notas al pie de los ame Si. Pero euando en el interior deunycuadernonl!eno de aforismos se encuentra una referencia, la indicacién deainacita o de una direecién, una cuenta de la lavanderia:(gobrao no obra? GY por GUE Ho? Y esto indefinidamente. Entre las millones de iitellasique alguien deja después de su muerte, gcdmo puede definirse una obra? La teoria de Ia obra no existe, y los que ingenuamente emprenden Ja edicién de las obras no cuenten con dicha teorla y su trabajo empirico se paraliza muy pronte. Y podriamos con- Unuar: gpuede decirse que Las mil y wna noches constituye una obra? 2¥ los Stronata de Clemente de Alejandria o las Vidas de Diédgenes Laercio? Se advierte cudntas preguntas se plantean a pro- posito de esta nocién de obra, de mode quefreml ia insuficiente afirmar: prescindamos del escritor, d4 prescindamos del autor y vaywmos a estudiar la obra en si misma. La palabra “obra”, y Ja unidad que designa son, probablemente, tan problemati- cas como la individualidad del autor. Otra nocion, me parece, bloquea Ja constatacién de Ja desaparicién de] autor y retiene de algim modo el pensamiento al borde de dicha desapari- cidén; con sutileza, conserva atin la existencia del autor, Se trata de Ja nocién de escritura, Rigurosa- mente, deberla permitir no sdélo prescindir de la referencia al autor, sino darle estatuto a su nueva ausencia) En el estatuto que actualmente se le ca a Ja nocién de escritura/ no Se trata, en efecto) ni de] gesto dé escribirynide la iarca {sintoma o sig- no) de Jo que alguien hubicse querido decix: hay unicsfuerzo extraordinariamente profundo per pen= sar la condicidn general de todo texto; la condictén ada vez del espacio en donde se dispersa y del tiem- po en donde se cdespliega. Me pregumtoe, si reducids, a veces a unt use corrien- te, esta nocién no transpone, en wi anonimate tras- cendental, los caractores empiricos de] autor. O&P we que uno sé contenta con borrar las marcas demasiado visibles de la empiricidad del autor ha- ciendoyjugar, una paralelamente a otra, una contra otra, dos maneras de caracterizarla: Ja modalidad religiosa. iin efecto, olorgaria a la escritura un es- latuto original) gno es de hecho una manera de retraducir en términos trascendentales, por una parte, la afirmacién teolégica de su carActer sagra- do, y por otra, la afirmacidn critica de sa cardcter creadar? Admitir que por la historia misma que hizo posible, Ja escritura est4 en cierto moda sa- meticda a Ja prueba del alvide y de la represién, dO €5 ACasc seoresentar en términos trascenden- tales el principio religioso del sentido escondido (con la necesidad de interpretar) y el principio critico de las significaciones implicitas, de las de- terminaciones silenciosas, de los contenidos oscuros (con la necesidad de comentar)

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