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Capitulo 2 ’ Literatura y lectura Modos de leer Deciamos que la selecci6n de los textos que conforman el canon literario se apoya en criterios que responden a concepciones especifi- cas de lo que es |a literatura. El critico o el docente‘deciden qué es lo que vale como literatura y desde alli establecen sus recortes. Es sabido, ademas, que no hay criterios univocos y que lo que entra en un programa de literatura para un profesor no tiene cabida en el de otro. Ala hora de decidir qué textos ensefiar, los docentes se pegaran mas © menos al canon; en el mejor de los casos, elaborarén su propio sistema de inclusiones y exclusiones. Pero no sélo se trata de dar cuenta de los textos sino del modo de leerlos8, Estas dos cuestiones, qué leer y como leer, articulan ‘nuestra prdctica y establecen el territorio de toda posible confron- tacién. Como especialistas de la literatura se nos pide una respuesta, que tomemos partido por tal o cual texto y que seamos capaces de valorarlo y justificar esa valoracién. Cada vez que disentimos con la ® Sequimos para este concepto los distintos Seminarios y Cursos de Teoria Literaria dictedos por Josefina Ludmer en la Facultad de Filosofia y Letras de la UBA entre 1985 y 1988. 26 interpretacion que otro hace de un texto; cada vez que insistimos en que lo més relevante de ese texto es la estructura y no los personajes, por ejemplo, lo que sucede es e/ enfrentamiento en cada caso de dos modos de leer. . ‘ Recortes, interpretaciones y lectores Para desmantelar esos modos de leer, es decir, para llegar a saber cémo se construyen y cémo funcionan, se les pueden aplicar dos preguntas: 1. gqué se lee?, zqué lee alguien en el texto? 2. :desde dénde se lee?, zqué lugar social real 0 imaginario ocupa el lector que lo leva a hacer esa lectura y no otra? En un texto se puede leer la estructura, el lenguaje, la intriga, las figuras retdricas, el autor, la épaca, los efectos en la recepcion. Se puede comprar un texto por la contratapa © por el indice. Vale decir que el texto o corpus literario tiene lugares privilegiados por el lector, lugares en los cuales ha establecido su relacién pasional, es decir, su lectura. Hablamos de corpus literarios porque también se pueden recortar fendémenos como la literatura del boom, la gauchesca o la novela de caballerias. Algunos leeran en el boom una némina de autores y obras-y, en ellos, constantes que permitan sostener el conjunto como textos de ruptura de proyeccién mundial; otros leeran las cifras de venta, el fenémeno editorial, y asegurarén que como apuesta literaria nunca existio. Pero, ademas de elegir zonas, el lector, invariablemente les da sentido. Este es el segundo momento de la pregunta: zqué interpre- tacion se daa lo que se ley6? Una de las selecciones que Borges realiza desde su lugar de critico es la gauchesca, es decir, dentro del corpus de la literatura argentina privilegia un objeté en el cual a su vez vaa jerarquizar elementos y darles sentido. En "La poesia gauchesca”’ de su libro Discusién vemos cémo elige a Martin Fierro y a José Hemandez como el texto y el autor faro y desde alli establece una tradicién, una serie de nombres hasta llegar a “la obra maxima”: Bartolomé Hidalgo (‘‘el iniciador"), Ascasubi (“un precursor borroso et de Hernandez"), Estanislao del Campo y Antonio Lussich. A su vez, inicia la reflexion con una hipotesis fuerte sobre su objeto: la literatura que lleva el nombre de “gauchesca” fue hecha por intelectuales de Buenos Aires. Hace derivar esta afirmacion del lenguaje, con lo cual tenemos otro recorte dentro del universo textual de la gauchesca que le permite dar cuenta del origen del género. Estos ejemplos sirven para pensar la segunda pregunta. Cuando nos enfrentamos a un modo de leer, la pregunta por el lugar desde dénde se genera ese modo es la pregunta por el lugar desde donde se realiza esa practica de lectura (la docencia, la critica, la teoja) y por el.lugar que se elige dentro de la literatura para hacerla Nosotros leemos desde el lugar de profesores cuando decidimos que un texto es demasiado largo o complejo para un adolescente, cuando buscamos una letra de rock para abrir la unidad de discurso poético, cuando dejamos a un lado textos o autores que creemos alejados de la realidad de nuestros alumnos. Todas estas elecciones las hacemos desde nuestra posicién de docentes, por eso las llamamos sociales y desde alli hacemos el recorte y también otorgamos sentidos. Un soneto de Gongora para analizar hipérbaton, la literatura fantastica para dar cuenta de un determinado proceso de ficcionalizacién, etc. Ademis, cada uno de nosotros puede ocupar profesionalmente distin- tos lugares. Como coordinador de un taller de escritura no voy a leer de! mismo modo que como profesor ni como escritor de un articulo para una revista o de una ponencia para un congreso. Ademiés de este jugar (que es el que nos convoca) existe otro que tiene que ver con aquella o aquellas zonas de la literatura que cada uno elige secretamente como la propia, zonas donde originariamente comenzé nuestra relacién con la literatura y en donde se alimenta. Seria interesante en este punto recordar cuales fueron los libros que nos leyeron, cuales los que leimos sin obligacién y las circunstancias de esas lecturas. . Recordar personajes, escenarios y autores que lograron nuestré reconocimiento. Hacer, si se quiere, nuestra propia biografia como lectores para evitar que nuestro lugar de lectores profesionales atente contra ese otro espacio, el de nuestra relacién pasional con fa literatura. Tres lecturas de E] Matadero Para iniciar nuestra reflexion acerca de qué es la literatura, cudles n los textos que la representan y aquellos que no! elegimos con- poner justamente textos del canon con aquellos que, por diversas azones, quedan afuera. La pregunta justificaba esta heterogeneidad jorque de lo que se trataba era de problematizar el 9 los criterios que ponen en juego en la eleccién del corpus. Ahora, la pregunta sobre 1s modes de leer parece imponernos una operacién contraria en el jomento de elegir los materiales. Aqui nos interesa la heterogeneidad de lecturas y no la de textos literarios. * Seleccionamos E! Matadero de Esteban Echeverria para evitar el debate sobre la pertenencia 0 no a la literatura y concentrarnos en el de sus interpretaciones. El Matadero es un texto de los programas oficiales, de la tradicién literaria y de Ja cultura nacional. Vamos a ver ahora como es leido por Fermin Estrella Gutierrez y Emilio Suarez Calimano (texto 1) y por Ricardo Piglia (texto 2) y también una de las lecturas obligadas que los alumnos, bajo el ratulo de “Comprobacién de lectura" en Marta Marin, deber4n transitar. EI matadero, segun Estrella Gutiérrez y Suarez Calimano Ei matadero es un relato 0 vigoroso cuadro de costumbres, y se describen en él, con colores y técnica realistas —muchas décadas antes de la aparicion del “realismo”—, escenas en los mataderos en la ¢poca de Rosas, y constituye también un valiente documento histérico, por cuanto registré -a riesgo de Ia vida nrisma del autor- los aspectos mas brutales de la dictadura. “Estas paginas —dice Juan Maria Gutierrez— no fueron escritas para darse a la prensa tal cual salieron de la pluma que Jas trazé, como lo prueban Ia precipitacién y el desnudo realismo Con que estan redactadas”. Sin embargo, este breve boccto -del cual volveremos a hablar cn otro lugar-, no esta excento de valor literario y ¢s cl primer cuento que aparece en la literatura argentina. Echeverria fire, en efecto, un alma sensible que vivid intensamente las juchas y Jos ideales de su época, ideales a los que sacrificé su eer eo tranquilidad y su fortuna, arriesgandolo todo en defensa de la libertad, y un poeta que supo ver y expresar, como no lo habia hecho ningin poeta antes que él, lo que hay de grande y bravio en la naturaleza det continente.? Qué leen Estrella Gutierrez y Surez Calimano en El Matadero? Lo primero que leen es una forma “relato” o “cuadro de costuimbres” ala cual adscriben el texto. Estos conceptos quedan homologados y sin problematizar. Lo segundo que aparece es la corriente literaria con sus “colores” y sus “técnicas”’: el realismo. Ahora bien, esta mencién al movimento literario no se amplifica en ningun momento. ; Las “técnicas", uno de los posibles pivotes. para moverse en el campo de la literatura, no son tomadas en cuenta para un encuadre del texto y “el realismo” queda circunscripto a su denotacién mas superficial: El Matadero es realista por su menci6n a fas “escenas en los mataderos en la época de Rosas”. El texto se convierte, entonces, en un “valiente documento historico, por cuanto registré —a riesgo dela vida misma del autor— los aspectos més brutales de la dictadura”. Lo que vale de este “breve boceto” es su carécter historico contesta- tario y, por lo tanto, su autor-paladin de la lucha por la libertad. Ahora también, este “breve boceto”, a pesar de “lo breve" y de “lo boceto", no est exento de valor literario. El texto de Echeverria se consagra como “el primer cuento que aparece en la literatura argentina” sin ningtin tipo de explicitacién, por parte de los autores, de los criterios, percepciones y formas de evaluacién que hacen posible ese enun- ciado. El "valor" es inherente al texto, por lo tanto “objetivo”. * Seria interesante detenernos a pensar en el uso del verbo ““apare- cer”. Por lo general, estas formulaciones (“nace”, “aparece”, “surge”, etc.) tienden a presentar a los acontecimientos literarios como ines- perados, apartados de su pasado inmediato por un proceso misterioso de ruptura. En este sentido, valdria la pena preguntarse por la manera en que los manuales piensan la continuidad y la discontinuidad en los cambios. que articulan el corpus de textos literarios. : 9 Estrella Gutiérrez, Fermin, y Suérez Calimano, Emilio, Historia de la lteratura americana vargentine, Buenos Alres, Kapeluz, 1941, 30 El matadero segtin Ricardo Piglia El origen. Se podria decir que la historia de la narrativa argentina empieza dos veces: en El matadero y en la primera pagina del Facundo. Doble orlgen, di- gamos, doble comienzo para una misma historia. De hecho los dos textos narran ]o mismo y nuestra litera- tura se abre con una escena basica, una escena de violencla contada dos veces. La anécdota con la que Sarmiento empieza el Facundo y el relato de Echeverria son dos versiones (una triunfal, otra paranoica) de una confrontacién que ha sido narrada de distinto modo a Jo largo de nuestra literatura por lo menos hasta Borges. Porque en ese enfrentamiento se anudan slgnificaciones diferentes que se centran, por supuesto, en la formula central acufiada por Sarmiento de la lucha entre civill- zacion y barbarie. La primera pagina del Facundo. Sarmiento inicia el libro con una escena que condensa y sintetiza lo que gran parte de Ja literatura argentina no ha hecho mas que desplegar, releer, volver a contar. JEn qué consiste esa situacién inlcial? “A fines de 1840 salia yo de mi patria, desterrado por lastima, estropeado, lleno de cardenales, puntazos y golpes recibidos e] dia anterior en una de. esas bacanales de soldadescas y mazor- queros. Al pasar por los bafios de Zonda, bajo las Armas de ta Patria, escribl con carbén estas palabras: On ne tue point les Idées. El gobierno a quien se comunicé el hecho, mandé una comisién encargada de descifrar el jeroglifico, que se decia contener desahogos innobles, insultos y amenazas. Oida la traduccion “Y blen, di- Jeron, qué significa esto?” Anécdota a la vez cémica y patética, un hombre que se exilia y huye, escribe en francés una consigna politica. Se podria decir que aban- dona su lengua materna del mismo modo que abandona su patria. Ese hombre con el cuerpo marcado por ta violencia deja también su marca: escribe para no ser entendido. La oposicion entre civilizacion y barbarie se cristaliza entre quienes pueden y quienes no pueden - 31 jeer esa frase escrita en otro idioma: el contenido politico de la frase esta en el uso del francés. El relato de Sarmiento es la historla de una confromtacion y de un trlunfo: los barbaros son Incapaces de descifrar esas palabras y-se ven obligados a llamar a un traductor. Por otro lado esa frase (que es una cita de Diderot, dicho sea de paso) se ha convertido en la mas famosa de Sar- miento, traducida libremente por él y nacionalizada como: “Barbaros, las ideas no se matan”. E] lenguaje y el cuerpo. La historia que cuenta EL matadero es como la contracara atroz de} mismo tema, O si ustedes quicren: E] matadero narra la misma con- frontacién pero de un modo paranoico y alucinante. En lugar de huir y de exiliarse, el unitario se acerca a los suburbios, se interna en el territorio enemigo. La violen- cia de la que Sarmiento se zafa esta ahora puesta en primer plano. Si en el relato que inicia el Facundo todo e] poder esta puesto en el uso simbélico del lenguaje extranjero y la violencia sobre los cuerpos es lo que ha quedado atras, en el cuento de Echeverria todo esta centrado en el cuerpo y el lenguaje (marcado por la violencia) acompafia y represente los acontecimigntos. Por un lado un lenguaje “alto”. engolado, casi ilegible: en la zona del unitario el castellano parece una lengua extranjera y estamos siempre tentados a traducirla. Y por otro lado una Jengua “baja”, popular, Hena de matices y de flexiones orales. La escicién de los mundos enfrentados toca también a) lenguaje. El registro de la lengua popular, que esta manejado por el narrador como una prueba mas de la bajeza y la animalidad de los “barbaros", es un acontecimiento historico y es lo que se ha mantenido vivo en El matadero,!0 La pregunta de rigor: qué lee Piglia en El Matadero? - Piglia clige un objeto mas amplio que el texto: “la historia de la narrativa argentina", desde Echeverria hasta Borges y la {formula de Sarmiento “civilizacidn y barbaric” como la sintesis del enfrentamiento que cuenta invariablerente esa historia. Lee E} Matadero junto con la primera pagina del Facundo para dar cuenta del origen de la 1° Pigha, Ricardo. Le Argentina en pedazos. Buenos Aires; La Urraca, 1992. 32 narrativa nacional. Lee en los dos textos dos escenas representativas de ese enfrentamiento, No adscribe los textos a clasificaciones genéri- cas {realismo, costumbrismo, romanticismo, etc.) sino que entra en un. espacio que denomina “escena para Interpretar la lengua y surelaciori con la patria, sus limites, las fronteras del idioma que delimitarian la antinomia civilizacion-barbarie, Estrella Gutierrez y Sudrez Calimano encuentran en El Matadero un documento que se limita a describir en forma pintoresca aspectos de un momento histérico puntual Asi, la escena del matadero se presenta como autosuficiente en su realidad histérica; el autor simplemente la registra con un instru- mento transparente: el lénguaje. No da cuenta de lo que de literario tiene el texto (lo que tiene de relato, lo que tiene de realista) ni de la inscripcién de su autor en la tradicién literaria. Piglia, en cambio, profundiza en la relacién entre literatura y realidad a partir del andlisis de la misma escena. La consideracién de elementos como ta anécdota y el lenguaje le permiten establecer una tradicién interpretativa muy fuerte y continuada: la de la narvativa argentina y la del enfrentamiento entre civilizacién y barbarie desatada en 1840. Ei matadero segiin Marta Marin!! Marin, Marta, Literatureéspatola e hlspanoamertcanc, Buenos Aires, Kapehusz, 1985. Nombre... CUPS 0... cesesseee eons OCH... Acetone * Comprobacién de lectura : EL MATADERO, Esteban Echeverria |. Rodee con un circulo Ia letra que corresponda a la respuesta correcta 1. El matadero es: auna novela bun cuento ‘c.un ensayo 2. El texto empieza con: a una descripcién de lugar bla matanza de los animales c una larga introduccion 3. El relato termina con: a la muerte del unitario bel asesinato del unitario una refiexién politica 4 ef suicidio de! unitario IL Ordene los siguientes acontecimientos tal como aparecen en el texto, numerandotos del uno al nueve en [os espacios en blanco a la lzquierda: .episodio del inglés .e! toro escapa el nifio decapitado escasea la came episodio del unitario rogativas a las iglesias . 10......desetipeién del matadero 11 ..uhay lluvias e inundaciones 1 12....descripcién de las negras achuradoras I Indique si las siguientes afirmaciones son verdaderas 9 falsas, rodeando con un clrculo fa letra correspondiente: 13 El autor se manifiesta contra Rosas. ! ve 14, El autor se manifiesta contra el clero Ve 15, El inglés se porta cobardemente. VF 16. Rosas Se hace presente en el matadero. ve 17. Matasiete era un negro. VF 18. El matadero era una imagen del pals. VF 34 IV. Sobre los espacius en blanco que preceden a las palabras de la columna dela lzquierda, coloque la letra que corresponda de la columna de la derecha. Sefale correspondencia entre actitudes y personajes: demagogico 2 Matasiete .cadicioso b inglés Jindiferente © unitario arrogante 6 | Rosas .valiente e camiceros salvaje { — negras elancélico , Sefiale correspondencias entre objetos y personajes: obarba a Rosas b _ Matasiete cc nifio d _ sacerdotes e f 9 inglés unitario mujeres Vale la pena enmarcar la lectura de este texto en la apreciacién que hace Mouralis!? de los manuales escolares, de la forma en que los alumnos los usan y de sus caracteristicas textuales. Dice Mouralis : .--los alumnos no {os leen continuamente sino que los hojean para extraer material que se dispondré de modo diferente del orden cronolégico para cumplir con los distintos ejercicios a que da lugar la ensefianza de la literatura. El cardcter museografico del manual se vincula asimismo con la forma material de este tipo de obra: merced a los recursos de la tipografia, se presenta la materia que los constituye bajo una forma estandarizada segin una division rigurosa; el lector no tiene més que limitarse a consurnir lo que el conservador le ha preparado..... *? Mouralis, B. Op. cit, Y més adelante caracteriza a estos textos por la presencia de un mecanismo de censura . por el cual se realiza un proceso de distiibucién entre lo que se debe retener y lo que no merece formar parte de la pagina, unidad significante por excelencia del discurso sobre la literatura del manual. La pagina, reproducida de manera normalizada se transforma, asi, en el sustituto de la obra. Nos detendremos aqui en el caracter estandarizado de las formas y de las formulas que el texto propone y en la recepcién pasiva que le propone a los alumnos. También este texto representa, como los anteriores, un modo de leer. Es decir que le podemos aplicar las preguntas por el recorte que hace del texto base (qué lee) y por la interpretacin (qué sentido le otorga a lo que lee). Ahora bien, antes de determinar estos modos en que el texto de Marin se vincula con el de Echeverria, parece imprescindible analizar las relaciones que establece con sus lectores. El texto configura el recorrido obligatorio que deberan hacer los alumnos por E! Matadero. Esta lectura obligada, adosada al corpus de obras y autores que selecciona e! manual, confirma un modo de relacién entre docente y alumno y entre éste y la literatura. Cabe recordar nuevamente a Mouralis!3; el piiblico escolar retiene en primer lugar la idea de que existe una identificacién total entre el espacio del manual y el de la literatura: los autores y los textos estan en el manual porque son literarios y son literarios porque figuran en el manual... Parafraseéndolo, se podria agregar que, en segundo lugar, el publico escolar retiene la idea de que existe un modo de leer inapelable que constituye e| saber sobre los textos. En lineas generales, los manuales no se desvian del consagrado interrogatorio que develara certeramente si el alumno ha leido y ha entendido, Los alumnos, en vez de ser responsables de las preguntas, en vez de participar en la construccién de un sentido en dialogo con el texto, es el culpable (para detectar eso sirve la pesquisa) de las respuestas. 19 Mouralis, B. Op. cit. 36 Veamos cuéles son las operaciones de lectura que propone el texto. En el punto primero se le pide al alumno que “rodee con un circulo la letra que corresponda a la respuesta correcta” y seguidamente, el criterio por antonomasia: la pertenencia de E! Matadero a un género. Suponemos que previamente se lo ha informado sobre las caracteristi- cas genéricas distintivas y que el alumnno ser certero en laclasificacién. Laadscripcién de un texto al género, més alla de las caracteristicas formales de! mismo, responde a una operacién de lectura compleja. El género no actuaria, entonces, como una categoria tranquilizadora sino como un término que pone en juego saberes (de la teoria literaria, de la historia, de: la sociologia, etc.) y que es, en este sentido, productivo. Creemos que la nocién de “género” debe ser considerada en su dimensién histérica. Quiere decir que no existen caracteristicas for- males que tiplfiquen un género de una vez y para siempre. Esto genera indefectiblemente una nueva complicacién para la operacién que se le pide al alumno. El punto 2 de este primer ejercicio propone, ya dentro del texto, una fragmentacién. Lo interesante aqui es ver el entrecruzamiento de criterios para la determinacién de! comienzo del texto. Se le pide al alumno que seleccione, como en el punto anterior, “la” respuesta correcta y, dentro de las opciones, figuran “a. una descripcién del lugar, b. ia matanza de los animales y c. una larga introduccién”. Esta Ultima nos remite a la consagrada estructura “introduccién-nudo-de- senlace", aplicada hasta el cansancio e indiscriminadamente a cualquier texto por autores de manuales y profesores. Los puntos ay b son compatibles con el c, por lo que ya tenemos una falacia notoria yun grupo considerable de alurnnos desorientados. Aesto nos referiamos cuando hablabamos de superposiciones de criterios. No sélo queda desplazada la interpretacién y con esto la posibilidad de miltiples respuestas, sino la pretendida seguridad del alumno frente a un saber que se le presenta como cientifico (en su consideracién mas superficial) bajo la tranquilizadora (?) formula de verdadero-falso, : Seguramente en Ja resolucién del punto 3 algunos alumnos debatiran entre ell la diferencia entre "muerte" y “asesinato" y no faltaré un suspicaz que diga que un unitario que entra al matadero es un suicida mientras rodea con un tfculdila tetrd slic LesqUBMLie on esta Comprobacién de lecturd ce nuarigrar; sei Yoda, llenar espacios en blanco y, en este: planilleo; demobtrafquBeeilrg se ley6 El Matadero. Bere mS SSS" Tratemos ahora de ver qué leyé en El Matadéro Mart& Marin y a partir de qué concepcién de Ia literatura. Mas alla de la pesquisa, el texto dedica un espacio considerable al orden de los acontecimientos en el relato. Cémo empieza, cémo termina y qué pasa en el medio (ejercicios 1 y 2 del punto I y punto Il} son preguntas que reducen el texto y que lo cierran en una lectura preocupada s6lo: por el sequimiento lineal del relato (primero pasa esto, después lo otro, etc.). La consigna “ordene los siguientes acontecimientos tal como apare- cen en el texto” muestra abiertamente una concepcién del lector pasivo que no puede desarticular el texto, pegar saltos, pensar la estructura como algo elaborado o establecer nuevas relaciones entre los segmentos del relato. El ejercicio Ill se dedica a detectar a través de seis proposiciones si se ha dado con la interpretacion correcta. Siguiendo en la linea de las consignas anteriores, se le pide al alumno que “marque” el texto indicando la verdad o falsedad de las frases. Esta operacién desplaza otra menos mecénica y ms compleja que es ja escritura y que ocupa desde hace unos anos el interés tanto de los manuales como de los docentes. Vale la pena, enfonces, detenernos breverente en una conside- racién que parece periférica al problema de los modos de leer. Alcontestar este punto Il, es esperable que el alumno establezca relaciones entre las oraciones y produzca a partir de algunas respuestas una secuencia del tipo “El autor se manifiesta contra Rosas a través de un cuento (respuesta a punto I) que se desarrolla en el matadero. Sj bien Rosas no aparece alli como personaje, el matadero era una imagen del pais bajo su gobierno”. Esta secuencia podria generarse a partir de una consigna donde se le pida al alumno que seleccione algunas proposiciones y que las una. Estas operaciones de seleccion y de cohesin forman parte del proceso de composicién del texto y resultan, a diferencia dél simple marcado de las respuestas correctas, muchisimo més interesantes ya que enfrentan al alumno con el uso de la lengua. 38 Deciamos que la escritura ha pasado a ser, en los ultimos afios, un tema insoslayable no sélo para los profesores de literatura sino también para fa critica y para la teorla literaria. Nociones como “discurso”, “texto” o “enunciacién” se unen a ella y ponen en juego la idea de un sujeto que se construye como tal a través del uso del lenguaje. E] tipo de propuestas de “llenado” o “marcado” niegan este sujeto y refuerzan la consabida maxima de que los javenes no saben escribir inhibiéndolos desde-el comienzo. En el extremo opuesto figurarian las numerosisimas y heterogéneas propuestas de taller que es necesario revisar a la hora de su implementacion en el aula para evitar caer en la misma maxima. Ensefiar a escribir supone ensefiar a desarrollar una competencia compleja. Si pedimos a nuestros alumnos que escriban una metafora porque es lo que aprendieron a reconocer en textos de Lugones o de Garcia Lorea es casi seguro que los resultados nos decepcionen y los decep- cionen. Las diferencias entre los modos de leer que vinimos analizando se originan en la pregunta segunda (desde donde se lee). Existe, entonces, una posicion desde dénde cada uno de los autores realiza su lectura que tiene que ver con su actividad especifica Por un lado Estrella Gutiérrez y Suarez Calirnano en tanto autores de manuales atravesados por la légica del mercado editorial escolar construyen sus abordajes al texto de Echeverria para satisfacer las necesidades del curriculum escolar. En sus lecturas el “valor” de un texto literario se presenta como un atributo dado: no es necesario justificar el “valor de E] matadero ya que por estar incluido en el manual no habremos de cuestionar su carécter literario. Por otro lado, Piglia, en su funcién de critico, justifica su propia lectura a través de un aparato interpretativo que le permite atribuir un sentido y otorgar valores al texto. Mientras que ef autor de manual se limita a repetir lecturas cristalizadas de la tradicién escolar, el critico construye una nueva lectura resignificando las anteriores.

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