Está en la página 1de 2

“Poética del cuerpo, mitos de un silencio” Exposición de Maigualida Espinoza.

La obra de la artista Maigualida Espinoza Cotty reunida para esta exposición, pone
de manifiesto tópicos de trascendencia simbólica, que navegan subterráneamente, por
las canteras del pensamiento analítico y filosófico, en su vertiente de perspectiva
psicoanalítica, y otros caminos contemporáneos, más conectados con la expresión
artística de las artes de lo visual.

Ante la mirada del espectador se despliegan las imágenes de cuerpos femeninos, en su


individualidad, en su individualidad o en afán de entes reunidos, acaso fraternalmente,
con miradas de clara profundidad; serenas, melancólicas, y en el proceso de seguir sus
actitudes, nos encontramos con la mutilación corporal, encaminada hacia una noción
de normalidad cotidiana.

Los ojos que miran de estas mujeres, nos muestran el reconocimiento de una
hermandad particular. Serenas, comedidas, ellas observan a sus espectadores con
alguna tristeza.

En la medida en que avanzamos esa serenidad se despliega y reconocemos un cierto


heroísmo en su actitud, antes de focalizarnos en el área que nos participa de la
mutilación de alguna parte de sus cuerpos.

El acompañamiento con animales, (colibrí, caballito de mar, peces) que señalan


movimiento, contrastan en otros casos, con la rigidez de la figura humana, sentada o,
solo mostrada muy parcialmente.

El entorno, sus paisajes de ubicación construidos con elementos originarios de


diversos contextos y colocados en combinaciones particulares por su mixtura,
parecen romper con las circunstancias de una fecha histórica, o un acuerdo estético ya
pre-existente.

Rostros femeninos entristecidos, miradas lejanas, acaso nostálgicas, cuerpos desnudos


y ojos distantes en actitud, señalan una melancolía misteriosa infranqueable.
El cuerpo femenino se rodea de elementos, muchos de los cuales forman parte de una
tradición decorativa conocida, con vínculos simbólicos referidos
consuetudinariamente a la mujer, como: la luna, flores, corazones, inclusive
pequeños fetos en el interior de la cavidad materna. Pero la artista cambia el
escenario de unos a otros contextos, y con ello abre puertas nuevas a la
contemplación de la ruptura y yuxtaposición de paisajes codificados con ubicaciones
libres.

El imaginario de la artista recorre un mundo de relaciones de orden histórico, icónico,


con raíces ancestrales.

Podríamos hablar de la presencia de la Sombra, con su cadena de claves


psicoanalíticas. Y del mismo modo las imágenes creadas por la artista caminan sobre
una larga historia del imaginario manejado por la pintura figurativa, anclada en
fondos seudo-urbanos de la más novedosa abstracción.

Estos rostros femeninos nos transmiten una visión paradójica. Estos seres en posición
de descanso, y fraternas en actitud, traducen una actitud misteriosa que encubre acaso
un sufrimiento legítimo, que sin embargo, forma parte, de un estar sereno, en su
propia compostura.

Las mujeres presentes en las obras de la artista, se perciben en un estado de espera,


rodeándose de elementos que desechan la posible definición de un tiempo y un
espacio determinados.

Las culturas híbridas nos llevan a imaginar un mundo urbano sin fronteras, donde, sin
embargo, lo estable son estos cuerpos femeninos de misteriosa apariencia, y acaso con
un modo acorazado de ocultar sus sentimientos.

Laura Antillano

También podría gustarte