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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, un anciano llamado Don

Agustín. Don Agustín vivía en una casa de madera que había sido su hogar durante toda su vida.
Aunque los años habían dejado huellas en su rostro, su espíritu aún estaba lleno de vitalidad y
curiosidad.

Un día, mientras caminaba por el bosque cercano, Don Agustín encontró una extraña piedra brillante
en el suelo. La piedra emitía una luz tenue y parecía tener inscripciones misteriosas. Intrigado, el
anciano decidió llevarla consigo de vuelta a su hogar.

Al llegar a casa, Don Agustín colocó la piedra en una pequeña mesa en su sala de estar. Para su
sorpresa, la piedra comenzó a brillar con más intensidad, y un suave zumbido llenó la habitación. De
repente, un portal dimensional se abrió frente a él.

Con valentía, Don Agustín decidió cruzar el portal. Se encontró en un mundo completamente
diferente, lleno de colores vibrantes y paisajes asombrosos. Criaturas mágicas volaban en el cielo, y
los árboles susurraban secretos antiguos.

En su viaje, Don Agustín conoció a una hada sabia que le contó sobre la piedra mágica. Resultó ser
una Piedra de los Sueños, capaz de llevar a aquellos que la poseían a mundos más allá de su
imaginación. La hada le explicó que la piedra había estado esperando a alguien con un corazón puro
y curioso, y Don Agustín era ese alguien.

A medida que exploraba este nuevo mundo, Don Agustín descubrió la importancia de la amistad, la
comprensión y la conexión con la naturaleza. Aprendió a apreciar cada momento y a ver la magia en
las pequeñas cosas de la vida.

Después de un tiempo, Don Agustín decidió regresar a su hogar, llevando consigo no solo la Piedra de
los Sueños, sino también un corazón lleno de experiencias y sabiduría. Aunque el portal se cerró
detrás de él, el recuerdo de su viaje mágico perduró en su corazón y en las historias que compartió
con su comunidad.

Y así, Don Agustín continuó viviendo en su pequeño pueblo, pero ahora con una perspectiva
renovada y la certeza de que la magia está en todas partes, solo esperando a ser descubierta por
aquellos con ojos abiertos y corazones dispuestos a soñar.

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