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La acción de la gracia en la justificación 147

«POR CRISTO»

La preposición «por» (ά)1 que habitualmente tiene un sentido causal, pretende indicar
cómo el Padre, por Cristo, produce la novedad del hombre inserto en Él.

17. La acción de la Gracia en la Justificación

1. Fuentes bíblicas
Hay dos afirmaciones principales: la primacía absoluta de la misericordia divina, y la
eficacia de esta acción por la que el pecador es realmente justificado.

1.2. La iniciativa divina en la obra de la conversión


En el AT, la historia de Israel es típica respecto a la acción de Dios con cada hombre. El
pueblo escogido es conducido hacia la salvación porque Dios mismo lo elige, no porque
tenga mérito alguno para ello (Ex 19,4-5). Sobre todo acentúa el Deuteronomio esta
gratuidad: la vocación de Israel no depende de la grandeza cuantitativa (Dt 7,7), ni de la
cualitativa (Dt 8,17), sino del amor gratuito de Yahvé (Dt 10,15). Los profetas insisten en
este tema: Jeremías reconoce que el pueblo es pecador, pero espera que Dios lo salvará por
amor a su nombre (Cf. Jr 14,7-9). Esta convicción se acentúa en el destierro: sólo de Yahvé
puede venir la salvación (Jr 24,6-7; Is 48,8-11). Ezequiel describe con dramática crudeza la
gratuidad de la elección divina (Ez 16); en Dn 9,9-14 aparece Israel como consciente de su
propia indignidad moral.
En el NT, los Sinópticos muestran cómo la conversión tiene su origen en la
vocación divina: Jesús viene a llamar a los pecadores, toma la iniciativa como el pastor
respecto a la oveja extraviada (Lc 15). El Padre llama a todos, aunque no sean dignos (Lc
14,15-24). El llamado del Padre no consiste sólo en la predicación externa, sino que
implica un impulso y una iluminación (Mt 11,25-26). En Hechos, la predicación de los
apóstoles es eficaz por la acción del Espíritu Santo (Hch 13,48).
San Pablo no solamente muestra la precedencia de la iniciativa divina, sino también
su necesidad absoluta; lo describe en Ef 2,1-10:

1
A. OEPKE, άen G. KITTEL, G. FRIEDRICH, GLNT, II, 907-920.
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a) Los pecadores están muertos y sin esperanza; dos principios los mantienen así: el
principio externo (el espíritu maligno) y el interno (la concupiscencia). Por ello, se ven
arrastrados irresistiblemente hacia la condenación.
b) Dios ama a los pecadores, antes que sean amables, haciéndolos dignos de su
amor, por eso, su intervención misericordiosa no es provocada por la actividad del pecador.
c) Para designar la acción divina, utiliza las palabras ί2y ί3, que en
otros textos de refieren a la creación: la justificación no proviene de las buenas obras,
aunque las exige y posibilita. Esta misma visión aparece en Tit 3, 3-7.
San Juan describe la obra de la salvación mediante categorías antitéticas (mundo-
Dios, muerte-vida, tinieblas-luz, mentira-verdad). Cristo es el único que vence al príncipe
de este mundo y quien da la posibilidad de nacer a una nueva vida.
Sobre todo en Jn 15,1-10, se presentan las relaciones entre Cristo y los discípulos
mediante la parábola-alegoría de la vid y los sarmientos. Evoca Is 5,1-7. Sin Cristo, el
hombre no puede hacer nada para ser amado por el Padre y alcanzar su complacencia.
En Jn 6,44-45.65 se muestra que ya el primer acto de fe se produce bajo el influjo
de la gracia: para venir a Cristo (creer) se requiere la ayuda del Padre, descrita de tres
maneras: atrae, enseña y da.
a) El v. 44 habla de «atracción», usado ya en el AT para indicar la influencia
interior, con que Dios suscita el efecto del hombre (Os 11,4; Jr 31,3), aunque puede haber
resistencia a esta atracción (como señala el mismo Oseas).
b) El Padre «enseña» (Is 54,13; Jr 31,33-34). Jn 3,1-10 presupone esta enseñanza
interior gracias al Espíritu.
c) El v. 65 describe este influjo del Padre como un don, que hace hombre capaz de
algo que antes le era imposible (Cf. Jn 3,27).
De aquí se infiere que el hombre es totalmente incapaz de orientarse hacia la
salvación con un acto de fe, ya que esto lo da el Padre mediante un don interior, que
modifica su horizonte cognoscitivo y afectivo.

1.2. La eficacia de la acción divina


En el AT, Dios no imputa los pecados (Sal 32,2), sino que los cubre y se olvida de ellos (Jr
31,34); ya no tendrá en cuenta los pecados que ha perdonado, no como una amnistía, sino
porque realmente los cancela (Is 43,25). La palabra usada significa la destrucción completa

2
Cf. H. BRAUN, έίίςήςen G. KITTEL, G. FRIEDRICH, GLNT, X, 1117-1190.
3
Cf. W. FOERSTER, ίίςίίήςen G. KITTEL, G. FRIEDRICH, GLNT, V, 1235-1330.
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de algo. Otra imagen es la de «lavar», «purificar» (Sal 51,4): el hombre no es capaz de


limpiarse del pecado por sus propias fuerzas (Jr 2,22); en cambio, la acción de Dios es
totalmente eficaz, aun allí donde parecería imposible (Is 1,18; Sal 51,9).
En el NT, la remisión de los pecados es el objeto propio de la misión de Jesús (Mt
1,21); el bautismo está orientado al mismo perdón, que es un acto que sólo puede realizar
Dios o aquellos a quienes El ha dado esta posibilidad (Cf. Mt 9,2-8; Lc7,48-49; Jn 20,23).
Las imágenes utilizadas son semejantes a las del AT: borra, quita, lava los pecados: Dios
destruye en el pecador todo lo que era objeto de su ira.
Para san Pablo esta acción de Dios es designada como «justificar, justificación». Si
en el AT designaba el acto con el que Dios reconoce, declara y premia la inocencia (1R
8,32), aquí tiene un sentido totalmente distinto: es un don gratuito (Rm 3,23-24), ya que es
el pecador quien la recibe (Rm 4,5). Dios «constituye» al pecador en su estado de justicia
(Cf. Rm 5,18-19). La palabra utilizada ί4 significa poner eficazmente algo en un
estado determinado. Los aspectos de esta justificación paulina aparecen en Tito 3,5-7.
Este acto de Dios que justifica también es llamado gracia (άς)5. Designa el
origen divino de la justificación (el amor y misericordia de Dios), así como también su
efecto en el hombre, el don concedido; son dos aspectos íntimamente unidos, como causa y
efecto.
La justificación no es un efecto necesario de los actos humanos (ni siquiera
preparatorios), porque es concedida «por gracia» (Rm 3,24; Ef 1,5-8). En Rm 5,1-2
aparece la gracia como un don ya recibido y que permite al hombre gloriarse en la
esperanza de la vida futura. Esta realidad de la gracia se muestra también en que el
cristiano puede apartarse de ella (Gal 5,4), debe perseverar en ella (Hch 13,43), y puede
recibirla con mayor o menor abundancia (2Co 4,15).
Mientras que el término «gracia» designa sobre todo su procedencia de la pura
misericordia divina, el término «santificar» (ά)6 indica el efecto de esta acción
divina. Todos los cristianos están ya santificados (Hch 20,32; 1Co 1,2), y son, por tanto,
herederos de la vida eterna. Esto parte de un llamado de Dios a la santidad (Rm 1,7; Hb
10,10) y se da por estar unidos a Cristo (Flp 1,1).

4
Cf. A. OEPKE, ίίάςen G. KITTEL, G. FRIEDRICH, GLNT, IV, 1335-
1344.
5
Cf. H. CONZELMANN, ίάίάςen G. KITTEL, G. FRIEDRICH, GLNT, XV, 493-640.
6
Cf. O. PROCKSCH, άςάόςόςύen G. KITTEL, G. FRIEDRICH, GLNT, I,
233-310.
La acción de la gracia en la justificación 150

Este origen divino de la justificación y la realidad que produce, se expresan al


describirla como la infusión de una nueva vida. Ya desde ahora vivimos en esta nueva
existencia, que es la misma vida de Cristo en nosotros (Gal 2,19-20); es necesario caminar
en ella (Rm 6,4), muertos al pecado y viviendo sólo para Dios (Rm 6,11-13).
Sobre todo es San Juan quien habla de la vida: es necesario renacer por el agua y el
Espíritu Santo (Jn 3,4-5), para no perecer, sino tener la vida eterna (Jn 3,15). Ya desde
ahora hemos pasado de la muerte a la vida (Jn 5,24) porque amamos a los hermanos (1Jn
3,14; 5, 18). Distingue Juan, sin embargo, dos etapas: la presente y la perfecta, definitiva;
que se manifestará en la parusía (1Jn 3,2). Se obtiene sólo de Dios (Jn 1,13).
Es caracterizada por su trascendencia respecto a la disposición del pecador y por su
eficacia radical, como nueva creación (Cf. 2Co 5,17-18; Gal 6,15).

2. La crisis semipelagiana y la teología escolástica


El semipelagianismo es más una reacción antiagustiniana que un sistema en sí mismo.
Tarta de tomar en serio la voluntad salvífica universal de Dios y la responsabilidad del
hombre en la obra de la salvación: dos verdades que Agustín había descuidado en el ardor
de la polémica. Su principio fundamental es que la voluntad Salvífica de Dios no es
verdaderamente universal, a no ser que la diferencia entre elegidos y condenados dependa
exclusivamente de la voluntad humana, a la que corresponde aceptar o rechazar la llamada
de Dios a la Salvación.
De aquí se derivan dos consecuencias:
* La predestinación consiste sólo en que Dios sabe desde siempre cómo responderá
cada hombre a la llamada de la gracia, sin ninguna predilección por los predestinados. Esto
se aplica incluso a los niños bautizados muertos antes del uso de razón y a los pueblos
paganos.
* El comienzo de la conversión proviene del hombre: ya que su voluntad está
enferma, pero no muerta: es capaz de «llamar al médico».
En resumen, y con terminología postridentina, diríamos que en el semipelagianismo
el hombre puede y tiene que prepararse para la Justificación con sólo las fuerzas de su
naturaleza; y aunque no puede hacer un acto de amor perfecto «caridad» sin la gracia
interior de Dios, puede prepararse a ella sin dicha gracia.
San Agustín, en la primera fase de su pensamiento teológico, se acercó a los
semipelagianos. Poco a poco, sin embargo, fue afirmando la primacía absoluta de la gracia
divina sobre la acción humana. Sus discípulos, al desarrollar su pensamiento, trataron de
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limar algunas asperezas, y distinguían dos aspectos en la acción de la gracia: el aspecto


sanante (a partir de debilidad del hombre caído) y el aspecto elevante (es necesaria la
gracia para todo acto positivo, que consiste en un influjo del Espíritu santo, y que introduce
a los hombres en la intimidad del Padre). La doctrina antisemipelagiana encuentra eco en
la liturgia, donde se pide frecuentemente la gracia preveniente para que el hombre pueda
comenzar a moverse por el camino del bien.
Esta problemática se la plantea el Concilio de Orange (529), y sus conclusiones
fueron aceptadas por Bonifacio II, quien expone la doctrina de la Iglesia: es imposible
hacer un acto de fe sin la gracia interna del Espíritu Santo en el entendimiento y en la
voluntad.
En la Teología Escolástica, se elaboraron sobre tres sistemas sobre la acción de
Dios en la conversión del hombre.

v. Amor, Bondad, Compasión, Favor, Gracias, Misericordia


Gen 39:21 Jehová estaba con José .. y le dio g en
Exo 3:21 daré a este pueblo g en los ojos de los
Num 11:11 ¿y por qué no he hallado g en tus ojos
Deu 33:16 la g del que habitó en la zarza venga
Rth 2:10 ¿por qué he hallado g en tus ojos para
1Sa 16:22 David .. pues ha hallado g en mis ojos
Est 5:2 cuando vio a la reina .. ella obtuvo g ante
Psa 45:2 la g se derramó en tus labios; por tanto
Psa 84:11 sol y escudo .. g y gloria dará Jehová
Pro 1:9 adorno de g serán a tu cabeza, y collares
Pro 3:4 hallarás g y buena opinión ante los ojos
Pro 3:22 y serán vida a tu alma, y g a tu cuello
Pro 13:15 el buen entendimiento da g; mas el
Pro 31:30 engañosa es la g, y vana la hermosura
Ecc 10:12 las palabras .. del sabio son llenas de g
Dan 1:9 puso Dios a Daniel en g .. con el jefe de
Hos 14:4 los amaré de pura g; porque mi ira se
Zec 4:7 sacará .. con aclamaciones de: G, g a ella
Zec 11:7 dos cayados: al uno puse por nombre G
Zec 12:10 derramaré .. espíritu de g y de oración
Mat 10:8 sanad .. de g recibisteis, dad de g
Luk 1:30 porque has hallado g delante de Dios
Luk 2:40 el niño crecía .. la g de Dios era sobre él
Luk 2:52 Jesús crecía .. en g para con Dios y los
Luk 4:22 las palabras de g que salían de sus labios
Joh 1:14 vimos su gloria .. lleno de g y de verdad
Joh 1:16 de su .. tomamos todos, y g sobre g
Joh 1:17 la g y la verdad vinieron por .. Jesucristo
Act 4:33 abundante g era sobre todos ellos
Act 7:10 y le dio g y sabiduría delante de Faraón
La acción de la gracia en la justificación 152

Act 7:46 halló g delante de Dios, y pidió proveer


Act 13:43 a que perseverasen en la g de Dios
Act 15:11 por la g del Señor Jesús seremos salvos
Rom 1:5 por quien recibimos la g y el apostolado
Rom 3:24 siendo justificados gratuitamente por su g
Rom 4:4 no se le cuenta el salario como g, sino
Rom 4:16 es por fe, para que sea por g, a fin de que
Rom 5:2 tenemos entrada por la fe a esta g en la
Rom 5:15 abundaron .. g .. por la g de un hombre
Rom 5:17 reinarán en vida .. los que reciben la .. g
Rom 5:20 el pecado abundó, sobreabundó la g
Rom 5:21 así también la g reine por la justicia para
Rom 6:1 ¿perseveraremos .. para que la g abunde?
Rom 6:14 pues no estáis bajo la ley, sino bajo la g
Rom 11:6 y si por g, ya no es por obras; de otra
Rom 12:6 diferentes dones según la g que nos es
Rom 16:24; 2Co 13:14 la g de nuestro Señor
1Co 15:10 pero por la g de Dios soy lo que soy
2Co 1:15 ir a .. para que tuvieseis una segunda g
2Co 4:15 que abundando la g por medio de muchos
2Co 6:1 a que no recibáis en vano la g de Dios
2Co 8:1 os hacemos saber la g de Dios que se ha
2Co 8:9 conocéis la g de nuestro Señor Jesucristo
2Co 9:8 hacer que abunde entre vosotros toda g
2Co 12:9 ha dicho: Bástate mi g; porque mi poder
Gal 2:21 no desecho la g de Dios; pues si por la
Gal 5:4 los que por la ley .. de la g habéis caído
Eph 1:7 perdón de .. según las riquezas de su g
Eph 2:7 abundantes riquezas de su g en su bondad
Eph 2:8 por g sois salvos por medio de la fe, y
Eph 3:8 me fue dada esta g de anunciar entre los
Eph 4:7 a cada uno .. fue dada la g conforme a
Eph 4:29 sea buena .. a fin de dar g a los oyentes
Eph 6:24 g sea con todos los que aman a nuestro
Phi 1:7 todos .. sois participantes conmigo de la g
1Ti 1:14 g de nuestro Señor fue más abundante
2Ti 2:1 esfuérzate en la g que es en Cristo Jesús
Tit 2:11 la g de .. manifestado para salvación
Tit 3:7 que justificados por su g, viniesemos a ser
Heb 4:16 y hallar g para el oportuno socorro
Heb 12:15 alguno deje de alcanzar la g de Dios
Heb 13:9 buena cosa es afirmar el corazón con la g
Jam 4:6 Dios resiste a los .. y da g a los humildes
1Pe 1:13 esperad por completo en la g que se os
1Pe 3:7 como a coherederas de la g de la vida
1Pe 4:10 como buenos administradores de la .. g
1Pe 5:12 que esta es la verdadera g de Dios, en la
2Pe 3:18 creced en la g y el .. de nuestro Señor
Jud 1:4 convierten en libertinaje la g de nuestro
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Gracia (heb. jên, jesed; gr. járis). Los términos originales significan “favor” o “bondad”,
especialmente si no ha sido ganada ni merecida. El término hebreo se encuentra con
frecuencia en el AT en frases como: “Halle yo ahora gracia en tus ojos” (Gen 30:27; Exo
33:13 ).
La acción de la gracia en la justificación 154

El nominalismo culminó la destrucción del equilibrio tomista, insistiendo sobre


todo en la distinción entre «potentia absoluta» y «potentia ordinata». Hace depender la
justificación únicamente de un acto arbitrario de Dios, y prepara así la doctrina protestante
sobre la justificación. Lutero mantuvo esta visión nominalista sobre la libertad arbitraria de
Dios, que puede justificar al hombre aun sin la infusión de ningún don sobrenatural; y para
evitar caer en el pelagianismo poniendo en primera línea los actos sobrenaturales del
hombre, recurrió a la teoría de la imputación jurídica de los méritos de Cristo, para explicar
la acogida misericordiosa de Dios.

3. El Concilio de Trento
El Concilio de Trento defiende la acción de la gracia justificante, que realmente transforma
al pecador. En el bautismo se ve libre el hombre de todo lo que es verdaderamente pecado,
aunque permanece en él la concupiscencia, que no es pecado, sino que sólo inclina hacia
él. No habla de que el bautizado esté plenamente justificado, sino que ha quedado
transformado y orientado hacia su total renovación escatológica. Así, hay tres grados en
esta justificación: la justicia inconsciente del niño, el adulto y el bienaventurado.
En el cristiano con uso de razón, la transformación lleva consigo una serie de actos
por los que obtiene el perdón de los pecados, y es santificado y ungido por el Espíritu
Santo: de manera que no sólo se le considera justo, sino que lo es: y así puede merecer la
vida eterna, lo cual sería absolutamente imposible sin la gracia. El Concilio de Trento no
explica el papel de Cristo en la justificación, aunque alude frecuentemente a la causalidad
meritoria del Redentor. Se excluye, en cambio, dicho tipo de causalidad por parte del
hombre, pues la justificación es obra de la misericordia absolutamente gratuita y libre de
Dios.

4. El Concilio Vaticano II
El Concilio supone la necesidad de la gracia interna para la conversión, y la transformación
interna del hombre justificado; es, además, el primer Concilio que afirma claramente la
voluntad salvífica universal de parte de Dios, y el hecho de que todos los hombres con uso
de razón son llamados personalmente para que consigan la salvación.
1) Doctrina del Concilio: No sólo afirma genéricamente muchas veces dicha
voluntad salvífica universal de Dios, sino que acentúa sus implicaciones; por ejemplo, la
presenta como una exigencia de la existencia humana (GS 19). Cristo, por su Encarnación,
se ha unido en cierto modo a todo hombre (GS 21). La Iglesia es Sacramento para todos y
La acción de la gracia en la justificación 155

cada uno. Nadie está excluido de esta llamada, ni siquiera de esta llamada, ni siquiera
aquellos que no han conocido a Cristo (LG 16; GS 22).
2) Etapas del desarrollo doctrinal: El Concilio es fruto de un largo proceso
doctrinal. Nos interesa ver sobre todo el desarrollo de la convicción cristiana de que cada
hombre con uso de razón recibe, de hecho, la llamada a la conversión.
La Sagrada Escritura, aunque insiste en la libertad con que Dios puede dar a unos
más o menos gracias que a otros, alude a otros aspectos que pueden equilibrar esta
impresión. En el AT, sobresalen dos aspectos: la misericordia de Dios para con los pueblos
paganos; y el hecho de que la invitación a la salvación no queda anulada por los pecados
(Is 1,18; Ez 33,11).
En el NT, Cristo, «Luz que ilumina a todo hombre» (Jn 1,9), se muestra siempre
como amigo de los pecadores: va en busca de todos (Mt 11,19; Lc 7,32; 15,1-10; Rm 2,4;
2P 3,4).
En los primeros siglos de la Iglesia, el problema de la suerte eterna de los hombres
que, antes de Cristo, no pertenecían al pueblo escogido, era resuelto en línea más bien
optimista: Dios no puede condenar a ningún hombre de buena voluntad. Se basaban en la
participación universal del Logos, en la evangelización de Jesús muerto al descender a los
infiernos, etc. No sentían tanto el problema de los paganos contemporáneos, porque creían
que el evangelio era anunciado ya en toda la tierra.
En cambio, con la herejía pelagiana, el problema se desplazó: se trataba ahora de
afirmar la necesidad de la gracia en orden a la salvación. Los pelagianos querían demostrar
que no es indispensable la gracia para ser justos y llegar a la vida eterna. Agustín llegó a
negar que fueran verdaderas las virtudes de los paganos. Se discute incluso si enseñó
siempre la voluntad salvífica universal de Dios: parece que nunca configuró una doctrina
completa, sino que fue respondiendo a las herejías y a las necesidades pastorales, y dichas
respuestas no pueden reducirse a una síntesis teológica completamente coherente.
En la Edad Media, cristalizó el axioma: Facienti quod est in se, Deus non degegat
gratiam. Expresa la convicción de que nadie queda excluido de la salvación sin culpa
personal. Santo Tomás, por su parte, no se muestra convencido de que todos y cada uno de
los hombres estén llamados a la salvación, aunque enseña que, quien se condena, lo hace
por sus pecados personales, pues al llegar al uso de razón, o va escogiendo a Dios como
Ultimo Fin y es así justificado, o lo rechaza, eligiendo a la criatura, y así comete un grave
pecado personal.
La acción de la gracia en la justificación 156

5. Reflexión especulativa
Hay que partir del hecho de que la Redención es gratuita, y no se puede demostrar que es
absurdo pensar en una limitación de la misma a una parte de la humanidad, o en que Dios
abandone a aquellos hombres que se resisten a su gracia. Pero si tomamos en serio que
Dios, al crear, ha buscado la felicidad de los hombres, y que por eso hace todo lo que está
ordenado a ella puede afirmarse que es absolutamente necesaria la llamada de todos y cada
unos a la salvación. A esto llega la doctrina de la Iglesia a través de una reflexión global
sobre el actuar de Dios, centrado en tres aspectos:
* En la Encarnación, la naturaleza humana adquiere una dignidad especial, que
hace difícil pensar que Dios se desinterese de ofrecer la salvación a todos. Esta
“conveniencia” se ilustra en dos formas: «cuasi-metafísica»: la naturaleza humana total ha
sido elevada por la Encarnación, hasta ser objeto de la complacencia del Padre (es la
postura de los Padres griegos). La segunda forma es una consideración “psicológica-
moral”: si Cristo murió por todos y cada uno, no puede dejar de considerar a cada hombre
como hermano suyo: por tanto, quiere la salvación de todos, en forma especial.
* La responsabilidad que cada adulto tiene frente a su propio destino eterno, por lo
cual nadie incurre en condenación sin culpa propia, induce a pensar que para todos los
hombres con uso de razón debe haber una posibilidad real de conseguir la visión beatífica.
* Jesús invita a sus discípulos a una ilimitada capacidad de perdón (Mt 18,22),
remitiéndose al ejemplo del Padre para con los pecadores (Mt 5,43-48). Quiere decir que
Dios actúa como nos pide que nos comportemos con nuestros enemigos.

5. Conclusión antropológica
Lo que aquí se ha dicho precisa más profundamente la condición humana. El afirmar que
cada hombre está llamado a la Salvación sobrenatural determina más exactamente su
destino, que había sido ya descrito al presentarlo como imagen de Dios. Además, quiere
decir que el hombre no se realiza sin la relación que cada uno tiene con el AbsolMiuto; y
finalmente, que la vida se convierte en un fracaso cuando esta relación nos vivida
personalmente.
La incapacidad absoluta del hombre para reconciliarse con Dios clarifica la
situación causada por el pecado, y muestra que, cuando se cierra a Cristo, es incapaz de
construir su existencia y queda condenado a una vida intrínsecamente contradictoria. Esta
apertura a Cristo incluye la pertenencia a la Iglesia, debido al carácter social del hombre,
como imagen del Dios Trinitario.
La acción de la gracia en la justificación 157

Finalmente, esta doctrina de la gracia nos permite ver cómo cada hombre, antes de
cualquier acto personal, es no sólo objeto de la «ira» divina (por el pecado) 7, sino también
del amor agápico de Dios8, que quiere sinceramente sacar a todos de esta situación; y
muestra la necesidad de una transformación psicológica por la que el hombre acepte
libremente la invitación que Dios le dirige.

7
Cf. G. SAUER, ‫‘ עברה‬ǽbrā. Ira en E. JENNI, C. WESTERMANN, Diccionario teológico manual del AT II, 267-
270. Las afirmaciones ganan densidad en el uso teológico. Así, es significativo que, a excepción de Dt 3,26,
donde expresa la ira de Dios contra Moisés a causa de la desobediencia del pueblo, aquel aparece más en los
Salmos en donde designa la reacción divina contra la apostasía del pueblo. Por eso no es extraño que sean los
profetas quienes más empleen el vocablo ‘ǽbrā y que se acumule en torno a la época del exilio, como ocurre
también con otros términos relacionados a la «ira».
8
Cf. E. JENNI, ‫) אהב‬bh. Amar en E. JENNI, C. WESTERMANN, Diccionario teológico manual del AT I, 115-
132. )bh coincide con nuestro «amar» en la extensión del significado y, consiguientemente, en el campo
semántico correspondiente. Su uso teológico se encuentra en tres campos principales: el amor al prójimo (al
extranjero y a uno mismo); el amor de Dios a los hombres; el amor de los hombres a Dios.

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