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Parecía que sería una tormenta tropical, pero en apenas medio día se transformó en el huracán más
fuerte en impactar las costas del Pacífico mexicano. El paso de Otis ha arrasado con gran parte de
la infraestructura y el paisaje de la ciudad de Acapulco, en el Estado de Guerrero, y dos semanas
después aún se está midiendo la huella del ciclón sobre el territorio. La NASA ha presentado este
martes varias imágenes satelitales tomadas el 21 de septiembre y el 31 de octubre, antes y después
de la devastación, que arrojan nueva información sobre sus efectos.
“El paisaje cerca de la ciudad cambia y la vegetación, antes verde y exuberante, se ve marrón”,
explica la organización en la nota adjunta a las ilustraciones. “La escorrentía de sedimentos por
exceso de lluvias todavía se puede observar en la Laguna de Tres Palos casi una semana después
de la tormenta”. Las fotografías fueron realizadas por dos sensores del Generador operacional de
imágenes de tierra (OLI, por sus siglas en inglés), situados en el satélite Landsat 8 y en el 9,
respectivamente. “El daño a la vegetación en las montañas a las afueras de Acapulco es
especialmente notable en estas imágenes”, continúa el comunicado: “Los árboles a gran altura y en
pendientes pronunciadas tienen más probabilidades de sufrir daños durante las tormentas porque
están más expuestos a las altas velocidades del viento”. El huracán superó, en este caso, los 250
kilómetros por hora. El saldo oficial de víctimas asciende a 47 fallecidos y 53 desaparecidos.
21 de septiembre de 2023
31 de octubre de 2023
El huracán Otis ha sido una de las tormentas más fuertes en los registros históricos que haya
azotado la costa del Pacífico de México. Después de fortalecerse, pasando de ser una tormenta
tropical hasta convertirse en un huracán de categoría 5 en poco más de 12 horas, la tormenta
sorprendió a los meteorólogos y a la ciudad de Acapulco cuando tocó tierra, el 25 de octubre de
2023. Otis derribó líneas eléctricas, arrancó árboles de raíz y desató torrenciales inundaciones y
deslizamientos de tierra. Aparte de su devastador impacto en las vidas humanas y las propiedades,
la tormenta ocasionó daños en el bosque tropical de los alrededores.
Los huracanes suelen perturbar los bosques templados y tropicales de las regiones costeras en
Norte y Centroamérica. Los fuertes vientos desprenden las hojas de los árboles y rompen las ramas,
y las grandes cantidades de lluvia combinadas con el viento facilitan a la tormenta arrancar de raíz
los árboles en los suelos mojados. El daño a la vegetación en las montañas a las afueras de
Acapulco es especialmente notable en estas imágenes. Los árboles a gran altura y en pendientes
pronunciadas tienen más probabilidades de sufrir daños durante las tormentas porque están más
expuestos a las altas velocidades del viento.
Las tormentas anteriores han ocasionado daños similares, que los científicos pueden examinar
mediante la teledetección. Por ejemplo, Zimmerman fue coautor de una investigación que utilizó
imágenes del satélite Sentinel 2 para estimar los daños a los bosques causados por el huracán
María, una tormenta de categoría 4 que azotó a Puerto Rico en septiembre de 2017. Los
investigadores encontraron que casi una cuarta parte de la biomasa forestal se perdió con la
tormenta y que las zonas donde hubo grandes precipitaciones experimentaron el mayor daño.
También observaron que los aumentos en la intensidad y frecuencia de los ciclones tropicales
pueden reducir la capacidad de los bosques tropicales para secuestrar el carbono.
Imágenes del Observatorio de la Tierra de la NASA por Michala Garrison, utilizando datos de
Landsat del Servicio Geológico de Estados Unidos. Reportaje por Emily Cassidy.
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