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Al concluir el mandato de Álvaro Obregón en 1924, optó por respaldar la candidatura de Plutarco

Elías Calles, un maestro de una escuela de Sonora que, motivado por la Revolución, se incorporó al
ejército, alcanzando rápidamente el rango de general. Así, durante su presidencia, Calles se dedicó
a la institucionalización y reconstrucción de México, y entre las destacadas iniciativas de su gestión
se encuentra la fundación del Banco de México y la creación de diversas organizaciones obreras.
Además, impulsó la construcción de una extensa red de carreteras y fortaleció las relaciones
diplomáticas con naciones que previamente habían estado frenadas (Editorial Mictlán, 2020).

A pesar de los avances significativos en su mandato, Calles tomó la controversial decisión de


intervenir en uno de los aspectos más fundamentales de la vida de las personas: su espiritualidad y
religión. Optó por la prohibición y persecución de iglesias y templos, llegando incluso a encarcelar
y exponer públicamente a numerosos sacerdotes bajo el pretexto de que obstaculizaban el
progreso. Esta medida provocó un levantamiento armado conocido como "La Guerra Cristera"
(Jiven, 2020).

Después de los eventos de la Guerra Cristera, Obregón hizo creer que solo él era indispensable
para lograr la pacificación. De esta manera, consiguió la aprobación para la reelección en periodos
alternos. No obstante, el 17 de julio de 1928, Obregón fue asesinado por un fanático religioso, y
aunque muchas sospechas recaían sobre Calles, no se pudo presentar ninguna acusación en su
contra. Entonces, para evitar críticas por tomar el poder directamente, decidió nombrar presidente
a Emilio Portes Gil, un obregonista que contribuyó a estabilizar el país; sin embargo, quedó claro
que actuaba como un títere en manos de Calles. Este episodio se considera el inicio del periodo
conocido como Maximato (Editorial Mictlán, 2020).

En ese periodo, Calles se dedica a cuidar su imagen y renace como un ícono de la lucha
revolucionaria y de los ideales obregonistas. Como parte de esto, funda el Partido Nacional
Revolucionario (PNR). Así, con la instauración de este partido, logra incorporar a todos los actores
políticos del país, incluyendo legisladores y futuros presidentes. Al consolidar su control sobre el
partido, efectivamente se asegura el dominio de la política mexicana, ganándose el título de jefe
máximo (de ahí “Maximato”) (Editorial Mictlán, 2020).

En 1929, el movimiento cristero, que había estado en marcha durante tres años, comenzó a
debilitarse. Finalmente, el 21 de junio, gracias a la intervención diplomática del embajador
estadounidense Dwight Morrow, se logró alcanzar un acuerdo de paz entre las facciones
involucradas (Jiven, 2020).

En 1930, Calles toma la decisión de designar a Pascual Ortiz Rubio como presidente; sin embargo,
Rubio, cansado de ser percibido como una marioneta, intenta desvincularse de la influencia de los
seguidores de Calles en su gobierno. Entonces, tras enfrentar considerable tensión y peligro,
finalmente opta por ceder. Así, después de un breve periodo, Calles retira su respaldo a Rubio,
forzándolo a renunciar, y decide nombrar a Abelardo Rodríguez como presidente. Mientras tanto,
Calles regresa al partido para reorganizar a sus seguidores y buscar un futuro sucesor (Editorial
Mictlán, 2020)

Con este propósito, seleccionó al general Lázaro Cárdenas del Río. En diciembre de 1934, Cárdenas
asume la presidencia, inicialmente bajo la influencia de Plutarco Elías Calles; sin embargo, a
diferencia de sus predecesores, Cárdenas toma un rumbo distinto al liberarse de todas las
influencias de Calles y desmantelar su legado. Finalmente, obliga a Calles a exiliarse, poniendo así
fin al periodo en México conocido como Maximato (Editorial Mictlán, 2020)

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