Está en la página 1de 1

NAVIDAD PERFECTA

En el siglo XXI están en peligro de extinción las navidades tachonadas con el ridículo sobrerito para
protegerle la calva a papá, el saco tres tallas más grande que tejía la abuela para cada uno, la
sugerente caja de herramientas para arreglar goteras de la cónyuge, el equipo de peluquería
doméstica de mamá para el adolescente, la enciclopedia de recetas para la esposa, el costurerito
con música para la quinceañera o la media docena de botellas de whisky que traía el abuelo. Toda la
expectativa por confrontar de nuevo el ingenio de los auto-regalos, los equívocos sobre la edad y el
gusto, la persistencia en descubrir la misteriosa identidad que nos deseaba el otro o el espeluznante
encuentro con su gusto exótico, se han marchado para siempre.

Ahora las navidades son perfectas, como el mundo de Huxley. No hay necesidad de atormentarse
por el desastre inesperado cuando cada cual nos ha preguntado en el supermercado cómo
desembarazarlo de la molestia de pensar en un regalo y ha dado advertencias sobre el monto
restringido de dinero del que dispone.

En las esferas acomodadas, las sorpresas no tienen razón de ser frente a un paquete de regalo
rectangular y pequeño, un localizador celular actualizado es lo que corresponde; si la caja es grande
y lo compró el miembro de la familia que aún tiene trabajo (que de seguro es mujer), es un nuevo
computador con más memoria o un Home theatre de los que salieron para esta temporada; si la caja
es mediana y para los muchachos es un quemador con DVD, pero si es para papá, no hay duda de
que es un horno microondas último modelo con delantal, limpión y recetas sencillas, especiales para
principiantes. Para mamá habrá un ramo de rosas compradas en algún semáforo, que es lo que el
desempleado puede comprar con sus ahorros, y llevará como dedicatoria: “Para la persona que
necesito hoy más que nunca”. Ella, en cambio, es la del sueldo y se habrá comprado su propio
atuendo Silvia Ceraci con accesorios y se cortará el pelo con Norberto, para recibir el año nuevo en
un restaurante de la 93.

Para los abuelos el regalo perfecto es un sobrecito con un bono que vale por la estadía vitalicia en
un hogar para la tercera edad, los medicamentos para la tensión arterial pagados por dos años (no
hay que exagerar el tiempo so pena de perder la inversión), el carné de hospitalización en una EPS
prepagada y el seguro cubierto para exequias con opción para elegir entre un lote en los jardines de
Paz o cremación con urna de bronce incluida para las cenizas.

En otras localidades de la capital en cambio, serán mucho más pragmáticos y se dedicarán más a su
afición por llevar a los niños al negocio clandestino de pólvora y luego a las urgencias del hospital,
pero eso sí, en la noche y sólo para los que no estén con diarrea, habrá cena especial con las
páginas de los monos del periódico dominical celosamente guardadas para la ocasión por mamá
para los niños, aderezados con miga de pan y un coctel de panela en agua hervida, si es que hay
candela.

31 de diciembre de 2005

También podría gustarte