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Octubre 17, 1900

Un alma sufriente y una oración humilde


hacen perder toda la fuerza a Jesús. El
aspecto de la Justicia.
Al venir mi adorable Jesús, me parecía verlo tan
sufriente que daba compasión, y arrojándose
entre mis brazos me ha dicho:
“Hija mía, calma el furor de mi Justicia, de
otra manera...”
Mientras estaba en esto, me ha parecido ver a la
Justicia divina armada de espadas, de saetas de
fuego, que daba terror, y al mismo tiempo la
fuerza con la que puede obrar. Por eso toda
asustada he dicho: “¿Cómo puedo calmar tu
furor si te veo tan fuerte que puedes en un
simple instante aniquilar cielo y tierra?”
Y Él: “Sin embargo un alma sufriente y una
oración humildísima me hacen perder toda mi
fuerza, y me hacen tan débil que me dejo atar
por esa alma como a ella le parece y le place.”
Y yo: “¡Ah Señor, en qué aspecto tan feo se
hace ver la Justicia!”
Y Jesús ha agregado: “No es fea, si tú la ves tan
armada, esto lo han provocado los hombres,
pero en sí misma es buena y santa, como mis
otros atributos, porque en Mí no puede haber ni
siquiera la sombra del mal; es verdad que su
aspecto aparece áspero, punzante, amargo, pero
los frutos son dulces y sabrosos.”
Dicho esto ha desaparecido.
Libro de Cielo. Octubre 17, 1900 Volumen 4
“Hágase Tu Voluntad En la Tierra Como En El
Cielo

“El alma conformada a mi Querer se sabe infiltrar


tanto en mi Potencia, que llega a atarme todo y a su
gusto me desarma como quiere. “ Marzo 7, 1900
Volumen 3

“No hay potencia mayor ni en el Cielo ni en la


tierra, que un alma que en todo y por todo está
consumada en mi Voluntad; ésta llega a
debilitarme y me desarma como le place.”
Noviembre 1, 1910 Vol. 9

“Unicamente las almas que viven en mi Voluntad


son las que pueden hacer frente a mi Justicia, sólo
aquellas que viven de mi Querer tienen libre el
acceso para entrar a participar en los decretos
divinos y perorar en favor de sus hermanos.”
Mayo 2, 1915 Vol. 11

Sólo las almas pacíficas son mis bastones donde


me apoyo y cuando las muchas iniquidades me
arrancan los flagelos de las manos, apoyándome en
estos bastones hago siempre menos de lo que
debería hacer. ¡Ah, jamás sea, si me faltaran estos
bastones, faltándome los apoyos reduciría todo a
ruinas!”
Mayo 18, 1914 Vol. 11

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